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Texto 1

-.“Aunque procuraba prestar la mayor atención, no entendía nada; no obstante, se esforzaba, tomando
notas, llenando de ellas los cuadernos, y no perdía una sola clase. Cumplía con su obligación de la
misma manera que el caballo de una noria da vueltas con los ojos vendados, sin enterarse de la tarea
que realiza”

Flaubert, Gustave: Madame Bovary, fragmento

Texto 2

“Se encuentran en un autobús, que se dirige a las compañías Bajas. Ella lo observa detenidamente y
siente deseos de acercarse y abrazarlo y contarle toda la verdad. Lloró y sintió ganas de morir, Aquel
hombre era su abuelo a quién ella abandonó por estar enfermo.

Texto 3

“Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No losé. Recibí un telegrama de asilo: “falleció su madre.
Entierro mañana. Sentidas condolencias”. Pero no quiere decir nada. Quizás haya sido ayer.

Albert Camus, El Extranjero

Texto 4

“Julián, rendido de cansancio, se detuvo en la puerta del correo. No quería llegar así a su casa. Pensó
en el cobrador de gas, en su mujer, en el chico pálido y enclenque-retrato de su padre-que le extendería
las manitos reclamándole”

Texto 5

 "El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas. Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio, hacía un poco de gimnasia. Tomaba una ducha que siempre estaba bastante fría..."

Texto 6

"Cierta mañana, dos días después de Pascua, pasé a ver a mi amigo Sherlock Holmes, con el propósito
de desearle felicidades. Lo hallé recostado en el sofá, con una bata color púrpura...".

Texto 7
“Ana ya estaba enferma cuando la sobrecogió la catástrofe. Su enfermedad era melancólica: sentía
tristezas que no se explicaba. La pérdida de su padre la asustó más que la afligió al principio. No
lloraba; pasaba el día temblando de frío en una somnolencia poblada de pensamientos
disparatados”. 
La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.

Texto 8

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los
cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose,
hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado
aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que no
iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse". 
Onetti, Los adioses

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