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I

LOS OPUESTOS EN SALMUERA

Por Alberto Caballero, M:.M:.

Los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado.


El Kybalión

Si se duda de todo enunciado y afirmación, de


modo razonable, aunque provenga del más excelso de
los sabios, podremos asegurar que se está tomando una
actitud sensata. ¿Sería posible acaso llegar a un juicio
apropiado acerca de los hechos y de las cosas si antes no
los hemos puesto a prueba? Una fórmula representativa
de una ley física debe primero ser probada y
comprobada reiteradas veces para ser aceptada como
cierta, no es que se dude del eminente físico que la
propuso sino que la rigurosidad de la ciencia así lo exige.
Al parecer, el sano juicio deviene de la duda.
Por ejemplo, esbocemos una pregunta: ¿Es el color
blanco el opuesto del negro? Como la respuesta es tan
obvia porque la hemos escuchado hasta el cansancio, tal
vez respondamos con un sí categórico, sin dudar, porque
justo eso es lo que apreciamos en el piso masónico de
mosaicos blancos y negros, aunque al responder de esa
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forma no nos preguntamos del porqué son opuestos ni
nos permitimos revisar la veracidad de ese enunciado ni
admitimos otras opciones un tanto razonables como que
otros pudieran ser en realidad los colores opuestos.
Dudemos entonces y aceptemos que la respuesta a la
pregunta planteada también pudiera ser falsa.

S5,000

S3
S2
S1
S0 S10,000

Figura 1.1 Solución salina. Diez mil y un vasos con una partícula
de sal adicional en cada subsiguiente vaso, excepto en el vaso S0.

Para lograr un análisis algo concienzudo con el


objetivo de responder la pregunta y las otras
interrogantes, tomaremos como sustento el Principio de
Polaridad de El Kybalión que, como bien sabemos, su
lectura se torna algo abstracta, pero para que esta

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exposición se perciba tangible utilizaremos un grupo de
diez mil vasos conteniendo un litro de agua cada uno.
Aceptemos que a partir del segundo vaso se ha
vertido sal (S) con una partícula adicional por cada
subsiguiente vaso, que mostramos en la figura 1.1, de
modo que al primer vaso, S0, no se le ha vertido nada de
sal, al segundo, S1, se le ha vertido una partícula, al
tercero, S2, dos partículas, al cuarto, S3, tres partículas, y
así hasta el último al que se le ha vertido diez mil
partículas de sal. Al grupo de vasos que se le ha vertido
sal, por su contenido, le llamamos vasos con solución
salina. Como al vaso S0 no se le ha vertido nada de sal, se
podría afirmar entonces que ahí hay ausencia de esa
solución.
Dice El Kybalión, acerca del principio de polaridad
en su primera acepción, que «[…] los opuestos son idénticos
en naturaleza, pero diferentes en grado […]».
Sobre la base de este enunciado podemos señalar
acerca de lo mostrado en la figura 1.1 lo siguiente:

1. Que la misma naturaleza sería la solución salina.


2. Que los grados variables serían las cantidades de
partículas de sal vertidas en cada vaso.
3. Que los extremos, que vendrían a ser los opuestos
de este grupo de vasos con solución salina, serían
los vasos S1 y S10,000. No se consideraría el primer
vaso, S0, por no contener un líquido con la misma
naturaleza, es decir, con solución salina. En las
figuras 1.2 y 1.3 se muestra una representación
acerca de este acápite del principio de polaridad.

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Hacia el opuesto
de mayor grado

Misma Regulador
naturaleza de grado

Hacia el opuesto
de menor grado

Figura 1.2 Representación del principio de polaridad en su primera


acepción según El Kybalion.

Más sal

Solución
salina Salero

Menos sal

Figura 1.3 Representación del principio de polaridad de una


solución salina en su primera acepción según El Kybalion.

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Si un catador con paladar bastante sensible probara
ambos vasos, el S1 y el S10,000, diría que el primero
contiene menos sal que el otro, o que al otro se le ha
vertido más sal, con lo que ya se estaría definiendo al par
de opuestos sobre la base del grado de separación entre
ambos, por la cantidad de sal.

Mostremos ahora un segundo grupo de vasos


conteniendo la misma naturaleza que el grupo anterior,
pero con grados mayores, es decir, con partículas de sal
variables entre 10,001 y 20,000 (ver figura 1.4).

S15,000

S10,004
S10,003
S10,002
S10,001 S20,000

Figura 1.4 Solución salina. Diez mil vasos con una


partícula de sal adicional en cada subsiguiente vaso

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Si llamáramos al mismo catador y le diéramos de
probar los vasos extremos, los que contienen 10,001 y
20,000 partículas (S10,001 y S20,000), señalaría también que
uno de ellos contiene menos sal que el otro porque hay
una cantidad de 10,000 grados (partículas de sal) de
separación entre ambos.
Parecen ejemplos bastante obvios, y un tanto
absurdos, al mostrar tanta cantidad de vasitos
conteniendo solución salina, sin embargo:

1. Nos ha permitido mostrar la variabilidad casi


ilimitada, visto en grados, que pueden separar a
los dos opuestos. Podríamos incluso pulverizar
las partículas de sal de modo que cada una
contenga miles de nanopartículas, y así, los
vasos que se han considerado como opuestos se
diferenciarían por cantidades astronómicas de
nanopartículas de sal. Por otro lado, si se calcula
que unas diez mil partículas de sal común pesan
un gramo, en realidad hemos mostrado en los
ejemplos de las figuras 1.1 y 1.4 que los vasos
opuestos se diferencian o en solo un gramo, o en
millones de nanopartículas de sal. La diferencia
de los opuestos en grados a que hace referencia
El Kybalión puede llegar a ser tan grande como
nos permita nuestra imaginación.
2. Nos ha servido también para comprender la
posibilidad de subdivisión casi ilimitada del
conjunto, de ese todo, al extraer de la misma
naturaleza apenas dos grupos, dos partes, dos
subconjuntos, de tantos cientos o miles de
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grupos que podría contener el conjunto de la
solución salina mostrada en la figura 1.5 en la
que al vaso extremo se le ha vertido no uno ni
dos gramos sino cien gramos de sal (o un millón
de partículas o unos mil millones de
nanopartículas de sal). Así, a pesar de que no lo
es, cada subconjunto puede verse como un todo
porque contiene a su par de opuestos, es decir, a
los vasos extremos conteniendo la misma
naturaleza pero de diferente grado, tal como
podríamos observar en un imán.

S500,000

S3
S2
S1
S0 S1’000,000

Figura 1.5 Solución salina. Un millón y un vasos con una


partícula de sal adicional en cada subsiguiente vaso

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3

Pero a los opuestos de una solución salina, o de un


plato de comida, los llamamos por lo común desabrido y
salado. De hecho que sin ser un buen catador diríamos
que el vaso S1 está desabrido y el S1´000,000 se encuentra
salado (figura 1.5). De esta degustación podríamos
plantearnos otra pregunta: ¿En qué vaso termina el
desabrido y en qué otro empieza el salado? No habría
forma de precisar porque los grados que hemos utilizado
para diferenciar cada vaso son tan diminutos, casi
imperceptibles entre uno y el de su lado, que nos
llevarían a zonas bastante ambiguas, como si se
confundieran o traslaparan. Podría decirse que los
términos son relativos.
Si en vez de verter sal hubiésemos vertido
partículas, granitos o gramos de azúcar, hubiéramos
obtenido una solución azucarada, de modo que toda la
exposición anterior, exactamente igual, se hubiera
referido a esa solución, y no a la salina, con tan solo
haber cambiado el prefijo S (de sal) por el de A (de
azúcar), y así, a los opuestos los habríamos llamado
desabrido y dulce.
Algo similar ocurre con el imán. Si imagináramos
un imán en forma de barra encontraremos en ambos
extremos a los polos opuestos. Si lo partimos en dos
comprobaremos que cada parte contendrá también sus
dos polos opuestos, el Norte y el Sur. Y si vamos más allá
aun, y lográramos dividir al imán en miles de pedacitos,
comprobaremos que cada uno, que viene a ser una parte
del todo, haría las veces de un todo, a pesar de que no lo
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es, al encontrar a su vez en sus extremos a ese par de
opuestos. Si las subdivisiones pueden ser ilimitadas, con
la misma lógica podríamos deducir que nuestro imán no
era original porque es posible que también fuera parte de
una magnetita enorme extraída de una mina. ¿Entonces
cuáles son los límites? Otro hecho observable que vale la
pena mencionar es que la intensidad de atracción del
imán se encuentra relacionada con su tamaño. A mayor
tamaño, mayor intensidad, a menor tamaño, menor
intensidad. O de otro modo, a mayor tamaño, mayor
grado de separación, a menor tamaño, menor grado de
separación entre los opuestos, tal como los grupos de
solución salina que podrían extraerse del total mostrado
en la figura 1.5.
Del mismo modo podríamos hablar de la vida visto
como un gran viaje que empieza con el nacimiento y
termina con la muerte. Nacimiento y muerte son
opuestos porque se encuentran en los extremos de la
vida, y los grados de separación entre ambos podrían ser
medidos con el tiempo, en años, meses, semanas días
horas e incluso minutos. Pero cada gran viaje se puede
descomponer, o componer, de cientos y de miles de
viajes de menor escala, como los viajes de cada día,
desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, o
como los viajes propiamente dicho, partida y regreso
pasando por la llegada, o como el de los estudios,
aprendizajes y experiencias. Cada uno de estos viajes
contiene su par de opuestos: el inicio y el final. Visto de
ese modo, la subdivisión del gran viaje en viajes de
menor escala parece no tener límites, tal como la
subdivisión del imán o del conjunto de nuestra solución
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salina, con la diferencia de que estos viajes, nuestros
viajes, se van enriqueciendo toda vez que el final de uno
viene a representar el comienzo del otro.

Sobre la base de nuestra exposición, tratemos ahora


de responder la pregunta planteada en la primera página
de este capítulo: ¿es el color blanco el opuesto del negro?
Estamos obligados antes a entender el concepto de color,
así como el concepto del blanco y del negro, y si estos
dos son en realidad colores.

Figura 1.6 Concepto científico del color

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Si acerca del concepto del color preguntáramos a un
artista, a un fabricante de muebles, a un psicólogo, a un
filósofo, a un médico, a un químico, o a un físico, es
posible que sus respuestas no coincidan porque el
concepto de color depende del ámbito que es utilizado y
del ángulo subjetivo que es tratado, aunque existe uno
que puede unificarlos porque lo define de un modo más
profundo. Es el concepto científico. Lo explica más o
menos de este modo: color es la impresión que producen
en los ojos (retina) los rayos de luz reflejados por un
cuerpo (figura 1.6), según su longitud de onda, al que
llamamos espectro de la luz visible, que es la porción del
espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de
percibir.

Figura 1.7 Espectro de la luz visible por el ojo humano


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El espectro de la luz visible por el ojo humano
(figura 1.7), o simplemente espectro visible, es una
porción bastante pequeña del espectro electromagnético
(una parte de un todo, como los grupos de solución
salina vistos anteriormente) que comprende longitudes
de onda desde los 380 nm hasta los 780 nm (1nm = 1
nanómetro = 0,000001 milímetros), siendo la de menor
longitud la del color violeta y la de mayor la del color
rojo. Como se puede ver, los colores se diferencian por la
longitud de onda (grado del que habla El Kybalión).
Si observamos los extremos del espectro visible
encontraremos a los colores violeta y rojo, entonces estos,
por cumplir con las características que señala el principio
de polaridad, son en realidad el par de opuestos de los
colores. Como diría El Kybalión, la diferencia entre ambos
colores es solo una cuestión de grados, de la longitud de
onda.
Advirtamos ahora que en este espectro visible no
aparecen ni el blanco ni el negro, ¿y si no aparecen es
porque no son colores?
La luz blanca se obtiene más bien por la suma de los
colores del espectro visible, en cambio el negro por la
ausencia de todos ellos. O de otro modo, si la superficie
del “color” blanco es aquella que refleja todas las
longitudes de onda de la luz solar, la del “color” negro es
la que las absorbe en su totalidad. El “color” negro es,
por tanto, la oscuridad completa por la ausencia de luz.
¿Cuál es entonces la longitud de onda de la luz
blanca? La luz blanca no tiene una sola longitud de onda,
más bien nuestros ojos reciben la diversidad de las
longitudes de onda de todos los colores al mismo
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tiempo, que son trasladadas a nuestro cerebro, que al
actuar como un prisma, las percibimos a todas juntas
como luz blanca. Por lo tanto, porque no se le puede
comparar con los colores por el grado, por la longitud de
onda, porque el blanco no la tiene como propiedad de
comparación o diferenciación, podemos concluir que la
luz blanca no es un color, sin embargo, por su
naturaleza, por la reflexión de la luz, sabemos que el
blanco aglutina a todos los colores.
El negro, en cambio, por su naturaleza, porque no
refleja ninguna longitud de onda, y como consecuencia
tampoco se le puede identificar por el grado, tampoco no
se le puede definir como color.
Bajo estas premisas, ¿deberíamos cambiar al blanco
y negro por el violeta y el rojo a nuestro piso de
mosaicos?

Sobre la base de los párrafos anteriores, se podría


afirmar que el color no es otra cosa que la manifestación
de la luz desde una superficie, porque la refleja, esa es su
propiedad, de modo que el blanco, como es el reflejo de
la luz o equivalente a la suma de todos los colores,
podría aceptarse que es un color, porque refleja al mismo
tiempo toda la gama del espectro visible, en cambio el
negro, como no refleja nada, ni una longitud de onda,
por ella no se manifiesta la luz y por tanto no es un color.
De aceptar que el negro es un color tendríamos que
aceptar también que por una superficie negra se refleja
algún tipo de longitud de onda, para que responda a la
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característica de color, condición por demás
contradictoria por cuanto no se ajusta a la realidad, en
consecuencia, si el negro no es un color, no podríamos
considerarlo de la misma naturaleza que el conjunto de
colores, porque como se dijo, todos estos, desde el violeta
hasta el rojo, todos, tienen la propiedad de reflejar parte
de la luz a través de longitudes de onda. Esa es la
naturaleza del color. Reflejar la luz. De modo que si el
negro no es un color, afirmar que es el opuesto del
blanco desde el punto de vista del concepto de color
estaríamos contradiciendo el principio de polaridad que
dice que los opuestos son idénticos en naturaleza,
porque como acabamos de ver, el blanco y negro no lo
son. Aceptar que el negro es el opuesto del blanco es
como aceptar que el agua es el opuesto de una solución
salina, como si el contenido del vaso S0 fuera opuesto al
del contenido del vaso S1´000,000 de nuestro ejemplo, y no
es así porque el vaso S0 no contiene nada de sal, y por
tanto no se le puede identificar por el grado, del que
habla El Kybalion, que pueda diferenciarse del contenido
del otro vaso.
En nuestra opinión, mantenemos la afirmación de
que el blanco y el negro son opuestos porque mientras
uno refleja todos los colores el otro no refleja nada, o
porque con estos dos podemos representar de mejor
forma a los opuestos, por lo que percibimos, sin
embargo, en lo particular, aunque cueste digerir, el negro
y el blanco, como colores, no son opuestos.
La particularidad del “color” negro es que no existe,
pero lo llamamos así por la ausencia de lo existente y no

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por la presencia de algo. Porque necesitamos llamarlo de
algún modo.
Sin embargo, a pesar de todas estas divagaciones,
nos cuesta creer que el violeta es el opuesto del rojo, o
que el “color”negro no es el opuesto del blanco, aunque
lo percibimos, y lo percibimos no porque ambos son
colores sino porque mientras una superficie blanca tiene
la propiedad de reflejar todos los colores, la otra negra,
de no reflejar nada (o de absorber todo).
Por lo tanto, ambos, el blanco y el negro, son
opuestos no como colores sino por la propiedad que
tienen de reflejar o no la luz.
Así que, de un modo superficial, por lo que nos
nuestro ritual, y reforzado por nuestros sentidos, por lo
que vemos, el piso masónico de mosaicos blancos y
negros representa a la luz y a la oscuridad, al día y la
noche, al bien y al mal.

Figura 1.8 Reflexión de la luz en cuerpos blanco y negro


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Sin embargo, desde otro ángulo, más profundo
todavía, o de orden superior, podríamos rescatar lo que
observamos de los cuerpos blanco y negro y que de
forma didáctica mostramos en la figura 1.8. En tanto la
luz en su totalidad es reflejada en el cuerpo blanco, en el
cuerpo negro es absorbida por completo. En tanto que en
el primer cuerpo la luz se manifiesta a través de la
reflexión de todos los colores, en el segundo la luz queda
atrapada, absorbida por completo sin poder
manifestarse. Simbólicamente, si consideramos que la luz
representa al conocimiento, podríamos deducir que el
blanco refleja al conocimiento manifestado, en cambio en
el cuerpo negro el conocimiento se encuentra ahí, pero
sin manifestarse. El blanco entonces debe representar a lo
conocido, a lo manifestado, en cambio el negro a lo
desconocido, a lo misterioso y a lo no manifestado.
Dicho esto, nos parece claro, ahora sí, el enunciado
que René Guénon señalara sobre el particular. En su
Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, acerca del
blanco y negro, dice: “En el sentido más inmediato, la
yuxtaposición del blanco y del negro representa, naturalmente,
la luz y las tinieblas, el día y la noche, y, por consiguiente,
todos los pares de opuestos o de complementarios […]”. Más
adelante agrega: “Ahora bien; aparte de la significación a que
nos hemos referido hasta ahora, hay además otra de orden más
profundo, y esto resulta inmediatamente del doble sentido del
color negro, que hemos explicado en otras oportunidades;
acabamos de considerar solamente su sentido inferior y
cosmológico, pero es menester considerar también su sentido
superior y metafísico. Se encuentra un ejemplo
particularmente neto en la tradición hindú, donde el iniciado
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debe sentarse sobre una piel de pelos negros y blancos, que
simbolizan respectivamente lo no-manifestado y lo
manifestado; el hecho de que se trate aquí de un rito
esencialmente iniciático justifica suficientemente la conexión
con el caso del “piso de mosaico” y la atribución expresa a éste
de la misma significación, aun cuando, en el estado de cosas
actual, esa significación haya sido por completo olvidada. Se
encuentra, pues, un simbolismo equivalente al de Árjuna, el
‘blanco’, y Krshna, el ‘negro’, que constituyen, en el ser, lo
mortal y lo inmortal, el “yo” y el “Sí-mismo”; y, puesto que
estos dos son también los “dos pájaros inseparablemente
unidos” de que se habla en las Upánishad, ello evoca además
otro símbolo, el del águila bicéfala blanca y negra que figura en
ciertos altos grados masónicos, nuevo ejemplo que, con tantos
otros, muestra una vez más que el lenguaje simbólico tiene
carácter verdaderamente universal. ”.

¿Somos la luz del mundo? Ojala fuera posible, ¿por


el reflejo?

En consideración con lo vertido en este capítulo


podemos señalar los siguientes corolarios:
1. Los opuestos de un mismo grado pueden
definirse de modo infinito, por cuanto los
intervalos o subconjuntos del conjunto que se
trate pueden tambien ser infinitos.
2. El violeta y el rojo, y no el blanco y el negro, son
los colores opuestos del espectro de la luz visible
por el ojo humano.

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3. El blanco y el negro no son colores puesto que
no se encuentran definidos ni por la amplitud ni
por la frecuencia de honda.
4. El blanco y negro son opuestos desde el punto
de vista de la reflexion de la luz. En tanto el
primero refleja todo, el segundo no refleja nada.
5. Pero desde el punto de vista de su manifestacion
simbolica, en tanto que en el blanco el
conocimiento se encuentra manifestado, en el
negro no, de modo que ahí el conocimiento se
encuentra todavia cubierta por el velo de Isis,
como un misterio, a la espera de ser develado.

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