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Capítulo I

¿Cómo llega Argentina a 1910?

El Centenario de la Revolución de Mayo transcurrió en pleno período de expansión


del Modelo Agroexportador, que en la Argentina se consolidaría desde 1880 hasta1914.
La economía internacional en este período se caracterizaba por la transferencia de
recursos económicos en escala internacional de capital, trabajo e intercambio comercial.
El Continente americano absorbió el 97% de la migración intercontinental. Los cambios
tecnológicos y organizacionales (en este período surge el taylorismo) se concretan en un
marco de perturbaciones sociales por los bajos de salarios y la desocupación. Los
sindicatos y reivindicaciones obreras se organizaron alrededor de nuevas ideologías
(socialismo, anarquismo y corrientes sindicalistas propiamente dichas) que vinieron
acompañadas de conflictos y huelgas.
Por tanto el proyecto del ’80, que se inicia con Roca, se basó en las ideas y criterios
de modernización y reorganización del país desde una óptica liberal (en lo económico)
gestada por la generación del ’37 (Sarmiento, Avellaneda, Vélez Sarsfield)
Este proyecto se caracterizaba por concebir el desarrollo a partir de las “ventajas
comparativas” (tierra en este caso). Argentina logró un gran crecimiento y desarrollo
económico en este período, pero este avance se dio gracias a una alianza estratégica con
Inglaterra.
Por otra parte, en lo que respecta al ámbito político, siguiendo a Botana 1, había una
República “abierta” (la reflejada en el preámbulo) y una “restrictiva” (enclaustrada en la
estructura de poder): existía un “gobierno de electores” habilitados por la riqueza, la
educación y el prestigio; en otras palabras, la oligarquía representada por el Partido
Autonomista Nacional (P.A.N.), que por medio del fraude sistemático aseguraba la
continuidad el régimen. La permanencia de esta élite se fundamentaba en la fuerte
expansión económica del período y en que la población masculina era un 60% o 70%
extranjera. La legislación había favorecido la inserción de los inmigrantes en la
estructura económica pero no en la política (referente a la ciudadanía).
Por otro lado, la oposición a los conservadores surgió de un desmembramiento de la
élite dirigente. La Unión Cívica, surge emerge como coalición de fuerzas opositoras,

1 BOTANA, Natalio; El Orden Conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Ed. Sudamérica,
Buenos Aires, falta año de edición y páginas

1
cuya ala más radicalizada era liderada por Alem (luego lo sucedería Yrigoyen),
centrando el flanco de sus críticas en el campo político institucional. De todos modos,
ninguna de las manifestaciones violentas contra el orden conservador (crisis de 1890,
revueltas radicales de 1893 y 1905, huelgas obreras o movimientos agrarios) cuestionó
profundamente las políticas económicas liberales.
Esta sociedad con claroscuros y tensiones, elegía al radicalismo y al socialismo como
su legítima alternativa al régimen conservador. Se buscaba la inclusión en prácticas
ciudadanas democráticas, concretadas en la Ley Sáenz Peña de 1912.
Anarquismo y socialismo, junto al sindicalismo revolucionario, representaron las
tendencias ideológicas de un gran sector del mundo laboral.

Hacia el capitalismo

Partamos de afirmar que la Revolución Industrial que dio forma al movimiento obrero
de Alemania e Inglaterra, no había llegado todavía a nuestro país y las transformaciones
de las Pampas (sin alambrados) y los montes de Misiones eran apenas perceptibles. El
país acababa de lograr su unidad nacional con la federalización de Buenos Aires. La
política no tenía más que características conservadoras por donde se lo mire.
Por un lado, las transformaciones económicas sociales justificaban en 1890 la
formación de un organismo de lucha emancipadora. Aunque el capitalismo autóctono
fuera hasta 1880 primitivo y no existieran los fenómenos que se dieron en Europa, a
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, esto es de remarcar. Por otro lado,
aparecieron los capitales bancarios. Aparición que sentó las bases para la
modernización de la economía Argentina.
Por consiguiente, es recién en 1910 cuando se asoma a la escena nacional el capital
industrial propiamente dicho en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, etc.; deteniendo, su
progreso con la guerra.
Pasamos de la restricción impuesta por la oligarquía terrateniente con el monopolio de
la tierra y las actividades comerciales bajo su control, al monopolio impuesto por el
capital financiero extranjero. Esto ocasiona nuevas desigualdades en el desarrollo del
proceso económico.
Este desarrollo desigual no evitó que Argentina alcanzara en pocos años un acelerado
crecimiento económico. En medio de las deformaciones que se experimientaban en el
devenir de este proceso, muchos estaban convencidos de que esa prosperidad no llegaría

2
a su fin y que colocaba entonces al país entre los principales del mundo. Es por eso que
la repercusión de estos avances en el desarrollo de las clases sociales del país, fue
notable.
De este modo, crece el proletariado industrial con la llegada de inmigrantes europeos.
Muchos de ellos perseguidos políticos con tradiciones revolucionarias y que
participaron activamente en la gestión del movimiento obrero argentino.
Al mismo tiempo, se expande la pequeña y mediana burguesía nacional y aumenta su
gravitación política. Este rápido avance de las fuerzas productivas no transcurre sobre
un lecho rosas, se lleva a cabo mediante una intensa explotación de la clase obrera que
con sus sufrimientos, sus miserias y hasta con la vida forjan los cimientos de nuestra
economía.
Así pues, jornadas de trabajos de 12 ó 14 horas diarias, salarios de hambre,
explotación infantil y de la mujer, reflejaban una triste imagen del movimiento obrero
de la época. También era angustiosa la situación del arrendatario y del obrero
rural, lo que suscita grandes luchas por sus derechos como en la ciudad.
Por otra parte, cabe remarcar que la dependencia respecto de los capitales británicos,
es una pesada carga para los recursos del país. Se destina entre un 30 y el 50 por ciento
del total de la producción nacional para abonar beneficios e intereses al capital
financiero extranjero.
Pero la oligarquía realizó grandes negocios, exponiéndose y fortaleciéndose al costo
de la explotación de la clase trabajadora del país.
Durante la primera década del siglo XX ya se encontraban claramente definidos los
principales protagonistas y componentes de la estructura económica del país. La
República comenzó a transitar en todos los aspectos de su vida económica política y
social por el camino capitalista condicionado por la presencia de los monopolios
extranjeros. Otra de las condiciones necesarias para que Argentina se constituya en
un país capitalista es la formación de un mercado de trabajo libre y unificado.
Es así como Argentina de siglo XIX, empieza a generar políticas para crear y
consolidar la existencia de una fuerza de trabajo libre, para ello empieza a fomentar la
inmigración, y así obtener los brazos necesarios para la producción nacional.
Es entonces cuando la transformación de la vida económica, la expansión de la
producción, la extensión de las comunicaciones y el transporte (telégrafo y ferrocarriles)
y el incremento de las actividades comerciales, requerían trabajadores, que el
crecimiento natural de la población no estaba en condiciones de satisfacer. Los

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inmigrantes fueron los proveedores de una mano de obra de un mercado de rápida
expansión.
La complejización de la estructura productiva fue seguida por un proceso similar en la
estructura ocupacional y dio paso a la incorporación de miles de trabajadores, en oficios
inexistentes pocos años antes.
Todos estos cambios enunciados anteriormente, transformaron la vida económica y
social de la Argentina. La clase trabajadora a principios del siglo XX se empezó a
constituir como una clase social que diseñaba sus medios y formas de acción para
mejorar sus condiciones de vida y de trabajo.
La clase obrera se empezó a organizar en mutuales, en sociedades socorros, etc., para
luchar por sus derechos. Los actos obreros preocupaban a las autoridades nacionales y
diferentes agentes, como veremos más adelante, planteaban la necesidad de curar y
prevenir los males sociales.

Movimiento Obrero- Los primeros conflictos del siglo XX

La Huelga de 1902. El movimiento obrero reaccionó enérgicamente y decretó a


través de FOA (Federación Obrera Argentina) la primera huelga general de la historia
argentina.
Por otro lado, los socialistas se opusieron a esa medida por ser un acto que no
guardaba relación con los reclamos y cerraba las puertas a toda negociación. Esto
devino en la ruptura de la central sindical; la FOA continuó en manos anarquistas y los
socialistas fundaron la UGT (Unión General de Trabajadores).
La huelga fue acatada por una importante cantidad de gremios que paralizaron
establecimientos fabriles y puertos.
En consecuencia, el gobierno de Julio A. Roca decretó el estado de sitio y reprimió
violentamente las manifestaciones callejeras. Se realizaron redadas sobre las barricadas
obreras. Se detuvo gran cantidad de activistas. A los argentinos se los encarceló y a los
extranjeros se les aplicó la flamante Ley de Residencia, expulsándolos a sus países de
origen.
La Marcha del 1° de Mayo de 1904. La FOA cambió su denominación por FORA y el
1° de mayo de ese año convocó a un acto en la plaza Mazzini (hoy Plaza Roma).
Emprendida la marcha en varias columnas que debían convergir en la plaza aludida se
inició la represión policial que arrojó un saldo de 40 muertos.

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Esta vez se unieron las dos centrales sindicales, decretaron una huelga general y
pidieron el procesamiento de los responsables de la masacre. El reclamo llegó al
parlamento llevado por el diputado socialista Alfredo Palacios y es llamado el ministro
de interior Joaquín V. Gonzáles quien cerró toda puerta a la investigación diciendo que;
“esas muertes tienen como mortaja la impunidad del silencio”2.
Como consecuencia, en la Revolución de 1905 los radicales produjeron un nuevo
movimiento revolucionario cuyo estallido fue simultáneo en Córdoba, Mendoza, Santa
Fe y Bahía Blanca, que junto con el de 1890 resultaron los más significativos por su
magnitud.
Sus resultados se mencionan a continuación. En Santa Fe hizo peligrar al gobierno
local; en Mendoza deponen al gobernador y en Bahía Blanca las tropas sublevadas
inician un avance hacia Buenos Aires. Pero el gran suceso se produce en Córdoba donde
los revolucionarios radicales toman prisioneros a un grupo de hombres del régimen que
estaban veraneando. El gobierno presidido por Manuel de Quintana decretó el estado de
sitio en todo el país. Este nuevo intento revolucionario tuvo igual fin que los anteriores
producidos por los radicales bajo el liderazgo de Hipólito Yrigoyen y si bien fueron
derrotados, pusieron en alerta a la elite liberal sobre el cambio que reclamaban en el
orden político social.
No obstante, pese al estado de sitio las centrales sindicales deciden una nueva marcha
y concentración, en conmemoración del 1° de mayo. El acto se llevó a cabo en la plaza
del Parque de Artillería (frente al teatro Colón). Fue violenta la represión encabezada
por el jefe de Policía Ramón Falcón quien ordenó la carga de un escuadrón de caballería
policial sobre los manifestantes, mientras un escuadrón de infantería los atacó sobre otro
frente. En la plaza quedaron 4 muertos 50 heridos y cientos de detenidos.
La Huelga de los Inquilinos. En 1907 se produjo un hecho insólito (desconocido en
nuestro medio, hasta ese entonces): la huelga de los inquilinos.
Esta histórica huelga, movilizó a los inquilinos de viviendas familiares y al personal de
trabajo doméstico que, organizados gremialmente reaccionaron contra el abuso de los
precios de los alquileres.
Los habitantes de los inquilinatos de Buenos Aires, Rosario, La Plata y Bahía Blanca,
Avellaneda, Corrientes y Lomas de Zamora decidieron no pagar sus alquileres frente al
aumento desmedido aplicado por los propietarios, y además por las pésimas condiciones
de vida en los inquilinatos, conocidos como conventillos. Palabra que proviene de
2 Diario de sesión de Diputados Mayo de 1904.
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“Conventillo”, nombre derivado de una irónica expresión española: convento, “como
prostíbulo” que se usó para designar a las casas que alquilaban cuartos a inmigrantes.
Lo cierto es que el crecimiento urbano no acompañó la demanda de viviendas de la
gran masa de inmigrantes y así nació el conventillo. Las familias tradicionales que
habitaban la zona sur, después de la epidemia de la fiebre amarilla se mudaron a la zona
norte de la ciudad quedando grandes casas desahitadas, lo que permitió alojar a
numerosas familias de inmigrantes apretujados en los obsoletos caserones de la zona
sur.
El abusivo precio de los alquileres, el hacinamiento, la falta de servicios sanitarios y la
pobreza sin demasiadas esperanzas de superación hicieron posible esta única huelga, de
inquilinos en nuestro país, nutridos de las masas migratorias y sus descendientes.
El patio del conventillo fue, al unísono, sede de reclamos y ámbito de sociabilidad.
Allí se forjaban nuevas familias, a veces, ocurrían dramas pasionales. En sus fiestas
nació el tango y el sainete.
Hasta mediados de 1880 no hubo agua potable en la ciudad. Los conventillos eran
abastecidos por carros de aguateros, situación que se volvía intolerable en los meses de
verano. No había cloacas. Tanto el retrete como el lavabo eran comunes. Había, en los
barrios de Once y La Boca un servicio cada diez cuartos aproximadamente. Esta
situación provocaba epidemias como el cólera, la fiebre amarilla, el paludismo, los
parásitos y las infecciones. En algunos casos había cocinas comunes, pero lo más
frecuente era que se cocinara en los cuartos. También se destinaban a la cocina los
rincones del patio. En cada cuarto había un calentador a alcohol o aceite que se colocaba
en la puerta para que los olores fueran al patio. Si la pieza estaba en la galería superior,
se lo ubicaba en el pasillo, lo cual generaba grandes discusiones dado que obstruían el
paso.
En resumen, el alto precio de los alquileres fue convirtiendo a los conventillos
porteños en focos de conflicto. Los cobradores debían pasar a cobrar custodiados por la
policía. El inquilino moroso era desalojado por la fuerza pública. Los muebles se subían
al carro municipal para trasportarlos a un depósito. En el camino se manifestaba la
solidaridad de clase: los desalojos solían terminar en batallas campales contra la policía.
Por esta razón el 13 de setiembre de 1907 comenzó en la Capital Federal la huelga
más numerosa de la época: más de cien mil inquilinos se atrincheraron en piezas y
patios de los conventillos. Durante dos meses lucharon, entre otras reivindicaciones, por

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la reducción del 30 por ciento en el precio de los alquileres de las miserables piezas que
habitaban.
Los inquilinos (anarquistas, socialistas, y luchadores sindicales) impulsaron la
designación de delegados por conventillo y crearon una dirección centralizada: el
comité central de la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos.
Los protagonistas de estas jornadas fueron las mujeres y los niños que organizaron
multitudinarias marchas portando escobas con las que se proponían “barrer la
injusticia”, fue conocida como la marcha de las escobas.
Por otra parte, en Bahía Blanca (más precisamente en puerto Ingeniero White) los
inquilinos organizaron una marcha de protesta que finalizó con 6 muertos y 24 heridos.
Los sindicatos en protesta paralizaron el país durante dos días.
En Buenos Aires la represión policial no se hizo esperar y comenzaron los desalojos.
En la Capital estuvieron a cargo del jefe de policía, Cnel. Ramón Lorenzo Falcón, quien
desalojó a las familias obreras en las madrugadas del crudo invierno de 1907 con la
ayuda del cuerpo de bomberos. El gremio de los carreros se puso a disposición de los
desalojados para trasladar a las familias a los campamentos organizados por los
sindicatos anarquistas. Docenas de familias se reubicaron en piezas compartidas con
vecinos. Otros se instalaron en plazas y en huecos de la ciudad. Hasta en la Plaza de
Mayo hubo colchones más de una noche. Hubo cárcel para muchos dirigentes y para los
extranjeros la Ley de Residencia, que autorizaba la expulsión de todo extranjero
“revoltoso” regresándolo a su país natal. Los huelguistas, que no pudieron lograr su
justo reclamo -la rebaja de los alquileres- consiguieron en cambio llamar la atención del
gobierno (por ese entonces era presidente José Figueroa Alcorta) y de la sociedad toda
sobre las dramáticas condiciones de vida de la mayoría de la población.
Como se puede apreciar quienes tomaron las riendas de las reivindicaciones obreras,
fueron los anarquistas desempeñando un importante rol desde fines de siglo, dirigiendo
la Federación Obrera Argentina (FOA- FORA3 desde 1905) junto con la CORA 4, que
llamó a huelga general el 04 de abril de 1910.
Es por ello que se crearon una significativa cantidad de centros y círculos culturales,
editaron periódicos, folletos, libros, etc., impulsaron las escuelas libres y racionales y
actuaron en la organización territorial de los inquilinatos.5

3 Federación Obrera Regional Argentina


4 Confederación Obrera Regional Argentina
5 SURIANO, Juan; Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires 1890-1910; Introducción;
pp 15-32; Manantial; Bs.As.; 2004;

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En 1910, después de los festejos del Centenario, la FORA tuvo una actuación
relevante en la política argentina: en La Semana Trágica de 1919 y en las huelgas
obreras de la Patagonia en 1921-1922.
Es así como La FORA del V Congreso siguió actuando luego del golpe de estado de
1930, aunque cada vez con menor presencia. El último gran conflicto impulsado por
esta organización fue la huelga de los obreros portuarios de 1956, que alcanzó seis
meses de duración. Sin embargo, nunca fue disuelta, y aún en el presente sigue
reuniendo a militantes individuales y algunas sociedades de resistencia a pesar de que
en la Argentina existe una legislación laboral que excluye a los sindicatos minoritarios y
de oficios varios. Se deja constancia que, como vocero no oficial de la FORA, aunque
manteniendo independencia de la organización, estaba el famoso periódico anarquista
La Protesta, dirigido por Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango, que llegó a
tener un tiraje de 60.000 ejemplares.
Pero, el atractivo que el anarquismo podía ejercer entre los trabajadores fue captado
por los sectores reformistas de los grupos gobernantes, contribuyendo
involuntariamente a impulsar el reformismo. La puja entre la incipiente clase obrera con
los patrones y el Estado fue muchas veces violenta. El festejo del Centenario puede
percibirse, entre otras lecturas, como una batalla simbólica culminante encarada por
los grupos dominantes en contra de los sectores políticos más radicalizados6.
El tema se centrará en los diferentes acontecimientos en 1910, cuando el gobierno de
Alcorta se dispuso a evocar la Semana de Mayo, convirtiendo a Buenos Aires en un
gran escenario, con avenidas iluminadas, espléndidos edificios públicos, tiendas y
palacios, que impresionaban a distinguidos viajeros que escudriñaron a los argentinos y
sus contradictorios paisajes. Con la ansiedad propia del suceso, se esperaba representar
una tradición nacional y una identidad ciudadana, se unía el modelo de la élite
gobernante desde 1880 y la obra colectiva de una comunidad argentinizada desde sus
múltiples orígenes. Representaciones diplomáticas, económicas, culturales y étnicas,
preferentemente de las colectividades española, italiana y francesa, fueron testigos de
una realidad silenciada.
Inmediatamente, bajo las luces de los festejos estallaron viejas y nuevas aspiraciones
de sectores tradicionales y emergentes, que se ampliaron en renovadas ideas y políticas.
De acuerdo a lo antes mencionado, anarquismo, socialismo y sindicalismo
revolucionario, se constituyeron en legítimas alternativas al régimen conservador. Estos
6 Subrayado nuestro ¿????
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sectores “ordenados” por la Ley de Residencia de 1902, posteriormente a la Semana de
Mayo, la Ley de Defensa Social de junio de 1910 y el estado de sitio, fueron reprimidos,
deportados o apresados. Su prensa fue silenciada y sus locales, clausurados, al ser
calificados en esos tiempos del Centenario como un peligro para la nacionalidad.
En 1910 se cumplía el primer centenario de la Revolución de Mayo y el gobierno
organizó imponentes celebraciones, cuya parafernalia nacionalista causaron el rechazo
de la mayor parte del movimiento obrero anarquista y socialista. El movimiento
anarquista había adquirido tales proporciones que La Protesta incorporó a su edición
matutina otro periódico vespertino, que se llamó La Batalla. En abril, se realizó el VIII
Congreso de la FORA, reafirmando su posición anti política, es decir, argumentando
que para ser delegado de sus organizaciones no se debía ejercer ningún cargo político.
También se acordó brindar apoyo material y moral a Simón Radowitzky, detenido en el
Penal de Ushuaia, destacando su “heroísmo y abnegación”.
Era el momento de apogeo del anarquismo en Argentina y la confrontación se tornó
inevitable. Si bien el acto del 1° de mayo transcurrió sin incidentes, como se temían
acciones huelguísticas durante la semana de celebraciones inmediata al 25 de mayo, el
gobierno se preparó para accionar. El día 18 de mayo los gremios socialistas de la
Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), -la nueva denominación que
adoptó la UGT-, declararon la huelga general. La FORA amenazó con adherirse a la
medida si el gobierno no accedía a las demandas obreras.
El gobierno reaccionó inmediatamente, declarando el Estado de sitio el día 14 de
mayo, deteniendo a los directores de La Batalla y La Protesta, al Consejo Federal de la
FORA y el Comité Central de la CORA. Se organizaron manifestaciones nacionalistas
anti-obreras, asaltando los locales anarquistas, socialistas y gremiales, y destrozando las
redacciones de La Protesta y La Vanguardia. Las barriadas obreras reaccionaron a los
ataques, y se produjeron muertos y heridos en ambos bandos, y aunque existieron
sabotajes que empañaron los festejos, como el corte de la electricidad en los inicios del
acto en la Sociedad Rural, finalmente el gobierno pudo cumplir con el programa de la
celebración. La reacción gubernamental golpeó fuerte a los anarquistas, aprobando la
"Ley de Defensa Social" y se suspendieron la libertad de imprenta, el derecho de
manifestación, de asociación y de reunión. Se deportó al extranjero y se detuvo a
centenares de militantes, trasladándolos al Penal de Ushuaia. El periódico La Protesta
pasó a editarse temporalmente en Montevideo, pero pronto se comenzó a imprimir
clandestinamente en Buenos Aires a mediados de 1911.

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Como dijimos antes, las elites argentinas basaban su prosperidad económica en la
explotación de los trabajadores, generando la organización de la clase obrera que no
poseía derecho alguno frente a la oligarquía nacional. Estas luchas por las
reivindicaciones obreras se van constituyendo para el Estado nacional un problema a
solucionar, este conflicto entre los trabajadores y las elites gobernantes se van a
profundizar en el Centenario de la Revolución de Mayo, como veremos en los capítulos
siguientes.
Para concluir, en el texto precedente, hemos observado de forma general las
condiciones previas de Argentina antes de la semana de Mayo de 1910. Pero para
comprender lo acontecido en el Centenario de Mayo resulta imprescindible analizar
algunos hechos puntuales: por un lado las fiestas de la revolución de mayo y su especial
relevancia en lo que respecta al accionar de la clase dominante en los hechos acaecidos,
a su vez las distintas miradas que tenían la clase dirigente frente al inmigrante; y sus
propuestas superadoras frente al “problema del extranjero”. Por otro lado; los conflictos
internos dentro de la propia elite y el desmembramiento de la misma como también el
surgimiento de nuevas corrientes políticas. Cabe destacar como antes se ha mencionado,
la participación de la FORA como organización por los derechos del trabajador. Como
consecuencia y por otro ultimo; el movimiento obrero, sus ideologías y su forma de
organizarse.

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