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Cuadernos Templarios Numero 5
Cuadernos Templarios Numero 5
ISSN 2603-8714
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Consejo de redacción
ISSN 2603-8714
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La mirada de Ataecina.
http://lamiradadeataecina.blogspot.com/
H
ervás es un pueblo con encanto, rodeado de bellísimas montañas y que
presume, con razón, de poseer una de las juderías mejor conservadas
de Europa. En las últimas décadas se ha multiplicado el número de
sus visitantes, y con ellos el deseo o más bien la necesidad de un conocimiento
más preciso y una visión más razonada de su historia y de sus monumentos. La
aportación de historiadores y cronistas locales ha sido vital para dar a conocer
la historia y el patrimonio de Hervás, a pesar de la escasez de fuentes originales
y de una imprescindible documentación, pero nadie se había ocupado, en serio,
de estas misteriosas columnas.
Las mal llamadas columnas templarias, son mostradas como tales a los viajeros y
así son descritas en las guías turísticas, pero también en la literatura y los
ensayos de quienes, aunque de puntillas, han hablado de ellas. Se ha producido
un curioso y, desgraciadamente, habitual fenómeno de “copia y pega”, y los
textos que citan a estas columnas parecen haberse puesto de acuerdo en
describirlas en pocas frases y con parecidos términos. Así se suele tomar el texto
de Mélida y aderezarlo con la leyenda, sin que se cuestione razonablemente la
verosimilitud de la narración. Con este pequeño estudio, pretendo desmontar
un mito apelando a sencillos datos históricos pero sobre todo al sentido común.
El pueblo de Hervás, al norte de Cáceres, forma parte del Valle del Ambroz.
Está rodeado de montañas de más de dos mil metros de altitud, lo que ha
marcado su historia pues abriendo paso hacia el norte, fue un importante punto
de comunicación de cara a la Vía de la Plata, más tarde al Camino de Santiago.
Perteneció a la Villa y Tierra de Béjar desde 1396 dependiendo del Señorío de
Zúñiga, duques de Béjar, hasta 1816, cuando Fernando VII la declara villa libre
y cabeza de jurisdicción en sustitución de Granadilla. Tras la reforma
administrativa de 1833 pasó a la jurisdicción de la provincia de Cáceres.
mártir, que, juntamente con San Protasio, son los santos más venerados en la
localidad”.
Detalle del folio 15 del Tumbo Menor de Castilla. En esta imagen, Alfonso VIII y su mujer Leonor,
donaban a Pedro Fernández, Maestre de la Orden de Santiago, y a sus freires, la villa y el castillo de
Uclés. Documento fechado el 9 de enero del año 1174.
La tradición cuenta que San Gervasio y San Protasio fueron dos hermanos
mellizos mártires de su fe cristiana, hijos de otros dos santos mártires, San Vital
y Santa Valeria (para otros Santa Agrícola, Vitalis et Agricola). Nacidos en Milán,
no está claro si en el siglo I, II o III d. C, tras la muerte de sus padres regalaron
todos sus bienes a los pobres y se bautizaron en el cristianismo. Sufrirán por
ello martirio y muerte a manos del general romano Astasio en cuyo ejército
habían combatido estos hermanos con gran valentía. A Protasio le cortaron la
cabeza y a Gervasio le azotaron, o le golpearon con un palo hasta morir.
San Agustín, en sus Confesiones nos narra cómo sus reliquias fueron encontradas
milagrosamente por el Obispo San Ambrosio de Milán, el 17 de junio del 386,
tras haber recibido una visión. Sin embargo, ni San Ambrosio ni San Agustín
nos cuentan mucho sobre la vida de aquellos santos mellizos, honradamente
callan lo que no saben, pues toda su biografía es pura invención, una leyenda
escrita a posteriori sin el menor atisbo de rigor histórico. Incluso el relato del
maravilloso hallazgo está embellecido y se interpreta como una astuta
estrategia de San Ambrosio para atraer una masa de creyentes hacia la nueva
Basílica milanesa.
Detalle del folio 223v de manuscrito Français 185, Vies de saints (siglo XIV). Richard de Montbaston.
Biblioteca Nacional de Francia. El martirio de san Gervario y san Protasio.
Fue San Ambrosio, no obstante, quien impulsó el culto a las reliquias que se
convirtió en una verdadera competición entre las diferentes sedes religiosas por
los beneficios que estas reportaban.
Era importante para los templarios la posesión de iglesias pues a través de ellas
atraían donaciones y privilegios. La importancia para ellos de estos centros
espirituales se confirma por la cantidad de pleitos y composiciones entre los
cabildos y el Temple que aparecen a lo largo de los años, el poder episcopal
pretendía la ascendencia que los templarios tenían sobre las iglesias de sus
diócesis. Aunque la mayor parte de iglesias que quedaban en manos templarias
fueron edificios de carácter rural, realizadas con materiales pobres y de tosca
factura, razón por la que en su mayoría hace mucho tiempo que desaparecieron.
Generalmente eran de pequeño tamaño.
Tampoco hay una tipología uniforme dentro de este tipo de plantas, pudiendo
ser octogonales, como la que nos ocupa pero también hexagonales,
dodecagonales o circulares, las más extendidas. En realidad es escaso el número
de edificaciones templarias que cumplan estas características.
La teoría tradicional defiende que los templarios desearon emular la basílica del
Santo Sepulcro de Jerusalén, pero hay que tener en cuenta que en el caso de
nuestra península, la Orden del Temple convive con el arte mudéjar, siendo éste
una continuación del arte islámico en el mundo hispánico; por ejemplo, las
torres mudéjares aragonesas de planta octogonal tienen como modelo la
estructura de los alminares islámicos.
En todo caso, el uso de estas estructuras no era algo exclusivo de la Orden del
Temple, la arquitectura templaria no tiene unos elementos propios que la
definan, así edificios que durante muchos años fueron atribuidos a la Orden del
Temple teniendo en cuenta supuestas características templarias hoy en día se
adscriben a otras órdenes ya sean militares o religiosas, y otras son dudosas
como la de Eunate en Navarra o la de la Vera Cruz en Segovia.
La hervasense calle González Fiori se abre a una céntrica plaza ocupada por
edificios emblemáticos, el Ayuntamiento, el cuartel de la Policía Local, las
antiguas Escuelas…al estrecharse la calle el viajero se encuentra con unas
llamativas columnas octogonales, recorridas a lo largo de sus fustes por
curiosos relieves: monstruos, animales fantásticos, símbolos soliformes… que
despiertan la imaginación del observador. Si alguien busca información sólo
encontrará guías de viajeros y fuentes secundarias que le explicarán que son
columnas templarias o, al menos, románicas. Pero una mirada más detenida nos
descubre otra realidad.
Si la tradición aduce que originalmente eran ocho, está claro que dos
desaparecieron pues el soportal de la casa sólo muestra seis fustes, y de ellos
dos carecen de decoración. Mélida no menciona a los templarios y ni siquiera
asocia su decoración al románico. Y existen, ciertamente, varias razones para no
considerar dichos fustes como románicos.
Las columnas templarias de la calle González Fiori en Hervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.
1.- Relieves que recorren los fustes en toda su longitud. Esta característica
convertiría a unos fustes románicos en toda una rareza, a no ser que formaran
parte de las jambas de un pórtico y que después hubieran sido reutilizados
como columnas, algo imposible no sólo por su forma octogonal sino por el
hecho de estar tallados en todas sus caras. Podríamos pensar también en un
parteluz, un mainel que, al ser exento, admitiría tal decoración pero hablamos
de una ermita rural, seguramente de pequeñas dimensiones y sería más que
dudoso que contara con seis u ocho portadas.
Por otra parte, dos de estos fustes adquieren mayor volumen de su zona central
hacia arriba, como queriendo hacer una función estética de capitel, y una de las
figuras, el atlante ubicado en la parte más alta del fuste al que pertenece parece
querer sostener sobre sus hombros una cornisa, aunque también se podría
aceptar la interpretación de Mélida de manera que estos fustes fueran, en
realidad pilares, que para sostener arcadas interiores.
2.- El arte medieval es considerado como una escritura sagrada, que toma como
base una simbología comúnmente aceptada por todos sus artistas. Las figuras
representadas deben instruir a los fieles, su mensaje es didáctico y constituye
una especie de catecismo labrado en piedra.
Los fustes de Hervás están decorados con figuras grotescas, animales cargados
de simbolismo, representaciones humanas…pero no parece existir en esta
composición una coherencia, una conciencia didáctica y pecan de curiosos
anacronismos. Algunas de las figuras están tan deterioradas que es imposible
distinguir su forma, pero observaremos detenidamente algunas de las más
reconocibles respetando el orden que utilizó Mélida, de izquierda a derecha:
Segundo fuste. Liso. No está decorado y parece de una factura más moderna,
menos desgastada.
Tercer fuste. Escudo con las llaves de San Pedro,…. atlantes y estrellas. (y A.
1587) Es difícil acceder a ver con claridad el relieve del escudo con las llaves de
San Pedro pues está semi-escondido por un tubo de canalización hidráulica,
pero con un poco de paciencia la imagen salta a la vista. Las llaves simbolizan
posesión y autoridad y como atributo de San Pedro aparecen en la iconografía
desde el siglo V, al tomarse como base el evangelio de Mateo, Te daré las llaves
del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos. A fines del
período carolingio la llave se convierte en uno de los símbolos del papado.
Pero sólo a partir del siglo XIII aparecerá en el escudo papal al unir dos llaves
en forma de aspa, una llave de oro simbolizando el poder espiritual y otra de
plata que alude al poder temporal, será Bonifacio VIII quien al alcanzar el
pontificado en 1294, introduzca las dos llaves cruzadas en su escudo. Es decir,
finales del siglo XIII, por tanto está claro que el fuste que observamos no puede
haber sido tallado conjuntamente a la construcción de la ermita de San Gervasio
y San Protasio.
Sexto fuste: Solamente por un lado tiene tres graciosas figuras de monos nos dice
Mélida. Efectivamente vemos tres monos, que parecen trepar por el fuste como
si de un árbol se tratara. El mono es el animal más parecido al hombre, de ahí su
nombre “simio”, del latín simius, el que imita. Representa al humano en su
versión animal, su lado más carnal y pecador, su versión más grotesca. Los
relieves de monos que aquí vemos aparecen sin cabeza, rotas y perdidas
probablemente por algún acto de vandalismo, pero tampoco tienen cola.
También se compara a los simios con el demonio, así en el Bestiario de
Cambridge, se alude a un juego de palabras: el término en latín para cola es
cauda, y para escritura o libro caudex, los monos no tienen cola, como el demonio no
tiene escritura.
Así, percibimos lo que pudiera ser una narración completa alrededor del primer
fuste, el demonio acecha para hacernos caer en el pecado, el castigo por el
pecado es la muerte y la condenación eterna por tanto hemos de luchar contra
la bestia para poder salvarnos. Pero en los demás fustes hallamos símbolos
aislados, rara vez relacionados con el resto. Se trata de símbolos conocidos en la
iconografía del románico: el mono sin cola, el sol y la luna, estrellas y rosetas, la
paloma, la serpiente, bestezuelas tipo tarasca, pero talladas sin un orden, existe
una vocación románica pero de ningún modo un espíritu románico. No hay
función didáctica y las figuras recorren los fustes arbitrariamente.
Por otro lado, los anacronismos son flagrantes, el sospechoso número 8, el uso
del escudo con las llaves de San Pedro o los modernos guardianes vestidos a la
moda del período ilustrado. Evidencias que nos permiten concebir este
conjunto de fustes como un mero mito, fácilmente desmontable.
Conclusiones.
Iglesia de Santa María de las Aguas Vivas de Hervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.
Quien los hizo, los decoró utilizando modelos románicos, copió figuras, se
inspiró en edificios que quizá había visitado, pero sin atender al relato, a la
función didáctica y moralizante de la escultura verdaderamente románica.
Adornó los fustes a su criterio, guiado sólo por su fantasía, aunque consiguió
despertar la imaginación de quienes los admiraron.
Puente de Santihervás, sobre el río del mismo nombre y ubicado en la zona donde estaría erigida la
ermita de San Gervasio y San Protasio. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.
Medallón con rostro humano en el puente de Santihervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.
BIBLIOGRAFÍA
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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.
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Jose Luis Gómez Navarro
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