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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

“Columnas templarias” en los soportales de la conocida como


“casa del miedo”, en la plaza de gonzález fiori de Hervás
(Cáceres).

ISSN 2603-8714

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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

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Montserrat Dolz Ruiz


cuadernostemplarios@valentiamediaevalis.es

Consejo de redacción

Manuel Ortuño Arregui (Doctor en Filología Latina)


Santiago Soler Seguí (Investigador Histórico)
Julián Darío Martos Carbonell (Arquitecto del Patrimonio)
Isabel Martínez Ponz (Historiadora del Arte)
Jose Luis Gómez Navarro (Ilustrador y diseñador gráfico)

Publicación gratuita editada por Valentia Mediaevalis®.

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ISSN 2603-8714

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cite su fuente, autor y lugar de procedencia.

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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito.

Montserrat Dolz Ruiz (Sevilla, 1965).

Licenciada en Historia por la


Universidad Nacional de
Educación a Distancia (Uned).

Amplió después su formación en la


Universidad de Murcia donde
cursó estudio sobre “Epigrafía
Latina” “Latín avanzado” y
“Literatura Latina”.

Fue administradora del Blog “LA


MIRADA DE ATAECINA” donde
analizó y estudió los diferentes
aspectos del mundo y cultura de
los vetones.

Actualmente trabaja en el Museo


Pérez Comendador-Leroux de
Hervás (Cáceres), donde colaboró
para la Exposición “Aproximación al patrimonio de un territorio: Mancomunidad
Valle del Ambroz” (Enero-marzo 2019), aportando documentación para la
sección dedicada a Roma y la Vía de la Plata.

La mirada de Ataecina.
http://lamiradadeataecina.blogspot.com/

Consorcio Museo Pérez Comendador-Leroux.


http://mpcl.net/

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H
ervás es un pueblo con encanto, rodeado de bellísimas montañas y que
presume, con razón, de poseer una de las juderías mejor conservadas
de Europa. En las últimas décadas se ha multiplicado el número de
sus visitantes, y con ellos el deseo o más bien la necesidad de un conocimiento
más preciso y una visión más razonada de su historia y de sus monumentos. La
aportación de historiadores y cronistas locales ha sido vital para dar a conocer
la historia y el patrimonio de Hervás, a pesar de la escasez de fuentes originales
y de una imprescindible documentación, pero nadie se había ocupado, en serio,
de estas misteriosas columnas.

Las mal llamadas columnas templarias, son mostradas como tales a los viajeros y
así son descritas en las guías turísticas, pero también en la literatura y los
ensayos de quienes, aunque de puntillas, han hablado de ellas. Se ha producido
un curioso y, desgraciadamente, habitual fenómeno de “copia y pega”, y los
textos que citan a estas columnas parecen haberse puesto de acuerdo en
describirlas en pocas frases y con parecidos términos. Así se suele tomar el texto
de Mélida y aderezarlo con la leyenda, sin que se cuestione razonablemente la
verosimilitud de la narración. Con este pequeño estudio, pretendo desmontar
un mito apelando a sencillos datos históricos pero sobre todo al sentido común.

Hervás, un pueblo de origen templario.

El pueblo de Hervás, al norte de Cáceres, forma parte del Valle del Ambroz.
Está rodeado de montañas de más de dos mil metros de altitud, lo que ha
marcado su historia pues abriendo paso hacia el norte, fue un importante punto
de comunicación de cara a la Vía de la Plata, más tarde al Camino de Santiago.
Perteneció a la Villa y Tierra de Béjar desde 1396 dependiendo del Señorío de
Zúñiga, duques de Béjar, hasta 1816, cuando Fernando VII la declara villa libre
y cabeza de jurisdicción en sustitución de Granadilla. Tras la reforma
administrativa de 1833 pasó a la jurisdicción de la provincia de Cáceres.

En 1186 se produce la reconquista de Béjar y Plasencia a los almohades por el


rey Alfonso VIII ayudado por los caballeros de la Orden del Temple, éstos
también habrían constituido una valiosa colaboración en la batalla de las Navas
de Tolosa y en la conquista de Baeza. Aunque la documentación es bastante
escasa, se acepta que el rey compensó a los templarios otorgándoles el castillo
de Segura de Toro, así como unas tierras en el pago de Santihervás, allí
construirían una ermita dedicada a San Gervasio y San Protasio. Así lo recoge
Publio Hurtado en 1927, “A orillas del Ambroz surgió esta pintoresca aldea al amparo
de un convento dedicado a los mártires San Gervasio y San Protasio y de un castillo
propio de la Orden Militar del Temple…Un riachuelo, una aldea y un castillo, situados
en la parte alta de la provincia, casi tocando la de Salamanca, y sobre la Vía Iata fueron
conocidos desde su reconquista con el nombre de Sancti Hervás o sea de San Gervasio,
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mártir, que, juntamente con San Protasio, son los santos más venerados en la
localidad”.

Detalle del folio 15 del Tumbo Menor de Castilla. En esta imagen, Alfonso VIII y su mujer Leonor,
donaban a Pedro Fernández, Maestre de la Orden de Santiago, y a sus freires, la villa y el castillo de
Uclés. Documento fechado el 9 de enero del año 1174.

Villar y Macías, en su Historia de Salamanca ya explicaba que La (ermita) de Sanct


Hervás o San Gervasio, mártir, parece fue edificada en 1100, la mencionan el Fuero, el
catálogo y escrituras del siglo XIII, como la sentencia que en 1271 a cinco de setiembre,
dio el juez del rey don Giral Estébanez en el pleito que traía el Concejo con el Cabildo,
sobre la obra que se hacía en la presa fornacina al vado de Sanct Hervás, que salía al
Fosario de los judíos, a la aceña del Arnal o las Nuevitas, desde esta fecha se pierde su
memoria…

En el proceso de repoblación del actual norte de Extremadura, tuvieron gran


protagonismo las Órdenes Militares del Temple, de Alcántara, de Santiago, y en
menor forma la de Calatrava y San Juan del Hospital. Estas órdenes irán
paulatinamente controlando las fortalezas y las comunidades fronterizas.

Así, las pequeñas comunidades surgidas en torno a la Vía de la Plata se


convirtieron en dominio templario a mediados del siglo XII. Parece ser que
aquellos mismos templarios serían los promotores de la construcción de una
ermita cercana a la Vía de la Plata en el lugar que hoy ocupa la finca La
Magdalena, bajo la advocación de San Gervasio y San Protasio, que los cronistas

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describen como de planta octogonal y rodeada por ocho columnas también


octogonales. No muy lejos de allí, también erigirían un castillo, ermita y castillo
serían los focos de atracción para el establecimiento de los primeros grupos de
hervasenses, gente procedente de Galicia y de Béjar.

En el archivo de la Catedral de Plasencia, aparece un documento de


compraventa fechado el 14 de diciembre de 1312, donde Johan Perez fijo de Diego,
zapatero de Hervas, vende a Ximen Sanchez dean de Plasencia, un majuelo de Hervas,
que es en San Hervas por ochenta maravedis de la moneda de guerra, un majuelo en
los terrenos donde habría un edificio religioso bajo la advocación de San Hervás
o San Gervasio, que daría su nombre al puente o al río.

La ermita citada existió hasta su derribo en el siglo XVIII, cuando en 1756,


Agustín Coyantes de Aragón, arcediano de la Villa de Béjar, ordenó que fuera
derribada; la situación de la ermita para esas fechas era lamentable, casi
destruida, abandonada y casi olvidada. Seis fustes de las columnas de granito
que la sustentaban fueron vendidas a un particular quien los usó como soportes
para su propia vivienda, Mélida los ubica en los soportales de la casa nº 30 de la
calle de la Tenería, hoy Plaza González Fiori, a pocos metros del Ayuntamiento.

La advocación a San Gervasio y San Protasio.

La tradición cuenta que San Gervasio y San Protasio fueron dos hermanos
mellizos mártires de su fe cristiana, hijos de otros dos santos mártires, San Vital
y Santa Valeria (para otros Santa Agrícola, Vitalis et Agricola). Nacidos en Milán,
no está claro si en el siglo I, II o III d. C, tras la muerte de sus padres regalaron
todos sus bienes a los pobres y se bautizaron en el cristianismo. Sufrirán por
ello martirio y muerte a manos del general romano Astasio en cuyo ejército
habían combatido estos hermanos con gran valentía. A Protasio le cortaron la
cabeza y a Gervasio le azotaron, o le golpearon con un palo hasta morir.

San Agustín, en sus Confesiones nos narra cómo sus reliquias fueron encontradas
milagrosamente por el Obispo San Ambrosio de Milán, el 17 de junio del 386,
tras haber recibido una visión. Sin embargo, ni San Ambrosio ni San Agustín
nos cuentan mucho sobre la vida de aquellos santos mellizos, honradamente
callan lo que no saben, pues toda su biografía es pura invención, una leyenda
escrita a posteriori sin el menor atisbo de rigor histórico. Incluso el relato del
maravilloso hallazgo está embellecido y se interpreta como una astuta
estrategia de San Ambrosio para atraer una masa de creyentes hacia la nueva
Basílica milanesa.

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Detalle del folio 223v de manuscrito Français 185, Vies de saints (siglo XIV). Richard de Montbaston.
Biblioteca Nacional de Francia. El martirio de san Gervario y san Protasio.

Fue San Ambrosio, no obstante, quien impulsó el culto a las reliquias que se
convirtió en una verdadera competición entre las diferentes sedes religiosas por
los beneficios que estas reportaban.

Era costumbre representar a los santos junto a sus instrumentos de suplicio o


muerte, es decir, la cruz en la que habían sido torturados, la lanza o la espada
con que habían sido atravesados y que nos mostraban, orgullosos por ser la
causa de su santificación.

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A San Gervasio, golpeado hasta la muerte se le suele representar con la cuerda


con que fue azotado, o con un palo; A San Protasio, a quien se le cortó la cabeza,
con una espada en la mano. Ambos ostentan igualmente una palma, símbolo
del martirio cristiano. Suelen ir ataviados con uniforme de soldado romano
aludiendo a su profesión militar, en otros casos parecen ángeles guardianes o
bien aparecen vestidos con un atuendo militar conforme a la época en que el
artista de turno los esculpió o pintó.

Si nos atenemos a los considerados tradicionalmente santos templarios, o mejor


dicho advocaciones más veneradas por los templarios, San Gervasio y San
Protasio no lo son. Sí lo sería Santa María Magdalena, cuya escultura habría
lucido dentro de la ermita estudiada, de hecho a veces la ermita aparece con el
nombre de Ermita de la Magdalena así, algunos concluyen que ese era su
verdadera denominación, aunque dentro de ella se venerasen sendas esculturas
que representaban a San Gervasio y a San Protasio.

Una ermita de planta octogonal.

Era importante para los templarios la posesión de iglesias pues a través de ellas
atraían donaciones y privilegios. La importancia para ellos de estos centros
espirituales se confirma por la cantidad de pleitos y composiciones entre los
cabildos y el Temple que aparecen a lo largo de los años, el poder episcopal
pretendía la ascendencia que los templarios tenían sobre las iglesias de sus
diócesis. Aunque la mayor parte de iglesias que quedaban en manos templarias
fueron edificios de carácter rural, realizadas con materiales pobres y de tosca
factura, razón por la que en su mayoría hace mucho tiempo que desaparecieron.
Generalmente eran de pequeño tamaño.

Las plantas poligonales o circulares aparecen frecuentemente en muchos


monumentos arquitectónicos de adscripción templaria. Es el caso de las ermitas
de Eunate en Navarra, San Marcos de Salamanca o la Iglesia de la Vera Cruz de
Segovia entre otras; aunque existen otras construcciones en nuestra península
de planta poligonal o circular que no son templarias.

Tampoco hay una tipología uniforme dentro de este tipo de plantas, pudiendo
ser octogonales, como la que nos ocupa pero también hexagonales,
dodecagonales o circulares, las más extendidas. En realidad es escaso el número
de edificaciones templarias que cumplan estas características.

La teoría tradicional defiende que los templarios desearon emular la basílica del
Santo Sepulcro de Jerusalén, pero hay que tener en cuenta que en el caso de
nuestra península, la Orden del Temple convive con el arte mudéjar, siendo éste

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una continuación del arte islámico en el mundo hispánico; por ejemplo, las
torres mudéjares aragonesas de planta octogonal tienen como modelo la
estructura de los alminares islámicos.

En todo caso, el uso de estas estructuras no era algo exclusivo de la Orden del
Temple, la arquitectura templaria no tiene unos elementos propios que la
definan, así edificios que durante muchos años fueron atribuidos a la Orden del
Temple teniendo en cuenta supuestas características templarias hoy en día se
adscriben a otras órdenes ya sean militares o religiosas, y otras son dudosas
como la de Eunate en Navarra o la de la Vera Cruz en Segovia.

La tradición de atribuir a los templarios el uso de la planta poligonal tiene un


origen romántico. Violet-Le-Duc, quien estudió dos iglesias templarias francesas,
la del Temple y la de Laón, asoció en su obra Dictionnaire raisonné de
l’architecture française du XIe au XVIe siècle la planta centralizada a la Orden del
Temple, como si ese fuera el símbolo arquitectónico e identificador de la Orden.
Sus teorías llegaron a España a finales del siglo XIX y convencieron plenamente
a Vicente Lampérez y Romea, arquitecto e historiador que actualizó las ideas de
Violet-Le-Duc.

No existe documentación ni sobre la planta ni sobre el alzado de la ermita de


San Gervasio y San Protasio, quienes la describen como de planta octogonal
sólo aluden a una tradición oral que esgrimen para defender el carácter
templario de esta ermita y, por tanto, de las columnas que la sustentaban. Pero
la supuesta planta octogonal, no sería en sí misma base suficiente para
identificarla como templaria. De hecho, ni siquiera existe documentación que
evidencie que la ermita fue mandada construir por o para la Orden del Temple,
no obstante, el hecho de que la zona geográfica donde ahora se asienta Hervás
estuviera en manos templarias en la época en que se erigió tal ermita es un
argumento lo bastante sólido para asociarla a esta Orden.

Las columnas templarias.

La hervasense calle González Fiori se abre a una céntrica plaza ocupada por
edificios emblemáticos, el Ayuntamiento, el cuartel de la Policía Local, las
antiguas Escuelas…al estrecharse la calle el viajero se encuentra con unas
llamativas columnas octogonales, recorridas a lo largo de sus fustes por
curiosos relieves: monstruos, animales fantásticos, símbolos soliformes… que
despiertan la imaginación del observador. Si alguien busca información sólo
encontrará guías de viajeros y fuentes secundarias que le explicarán que son
columnas templarias o, al menos, románicas. Pero una mirada más detenida nos
descubre otra realidad.

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Las columnas son en realidad fustes octogonales tallados en granito, si alguna


vez fueron columnas sus basas y capiteles desaparecieron. Mélida en su
Catálogo Municipal de la provincia de Cáceres acepta que proceden de la ya
derribada ermita de la Magdalena y los describe como pilares ortógonos, cuyas
basas habrían sido sustituidas por basas prismáticas de planta cuadrada y forma
piramidal y sus antiguos capiteles por zapatas modernas.

Si la tradición aduce que originalmente eran ocho, está claro que dos
desaparecieron pues el soportal de la casa sólo muestra seis fustes, y de ellos
dos carecen de decoración. Mélida no menciona a los templarios y ni siquiera
asocia su decoración al románico. Y existen, ciertamente, varias razones para no
considerar dichos fustes como románicos.

Las columnas templarias de la calle González Fiori en Hervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

1.- Relieves que recorren los fustes en toda su longitud. Esta característica
convertiría a unos fustes románicos en toda una rareza, a no ser que formaran
parte de las jambas de un pórtico y que después hubieran sido reutilizados
como columnas, algo imposible no sólo por su forma octogonal sino por el
hecho de estar tallados en todas sus caras. Podríamos pensar también en un
parteluz, un mainel que, al ser exento, admitiría tal decoración pero hablamos
de una ermita rural, seguramente de pequeñas dimensiones y sería más que
dudoso que contara con seis u ocho portadas.

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En todo caso, de ser románicos, los relieves seguramente lucirían en capiteles y


basas y sería un caso aisladísimo que se extendieran a lo largo de las columnas.

Por otra parte, dos de estos fustes adquieren mayor volumen de su zona central
hacia arriba, como queriendo hacer una función estética de capitel, y una de las
figuras, el atlante ubicado en la parte más alta del fuste al que pertenece parece
querer sostener sobre sus hombros una cornisa, aunque también se podría
aceptar la interpretación de Mélida de manera que estos fustes fueran, en
realidad pilares, que para sostener arcadas interiores.

2.- El arte medieval es considerado como una escritura sagrada, que toma como
base una simbología comúnmente aceptada por todos sus artistas. Las figuras
representadas deben instruir a los fieles, su mensaje es didáctico y constituye
una especie de catecismo labrado en piedra.

Aquellas imágenes, en muchos casos monstruosas, eran comprendidas y


aceptadas por la gente sencilla e iletrada que alcanzaba un nivel de abstracción
difícilmente comprensible para una sensibilidad actual, que adquiría así
conciencia del pecado, terror hacia el castigo divino y necesidad de
arrepentimiento. Para conseguir este efecto existían modelos, exempla que el
artista debía seguir escrupulosamente, así el demonio es representado con
figuras de animales o de forma ridícula, la lujuria como una mujer atacada por
sabandijas…. Gran parte de aquellos seres monstruosos estaban inspirados en
fuentes literarias como el Libro de los distintos géneros de monstruos, o en
Bestiarios, así lo grotesco, lo deforme hacía al hombre sentir nostalgia del ideal
divino.

San Bernardo, en su Apología a Guillermo, abad de Saint-Thierry no veía con


buenos ojos la instrucción de los ignorantes con aquellas representaciones de
monstruos ridículos, aduciendo: ¿A qué provecho estas rústicas monas, estos leones
furiosos, estos monstruosos centauros, estos semihombres, estos tigres moteados, estas
gentes armadas que se combaten, estos cazadores que tocan la trompeta? Figuras
deformes, extrañas, que formaban parte de un código y contaban una historia
más fácil de entender para la gente sencilla que cualquier sermón clamado por
el sacerdote de turno. Aquellas figuras no eran colocadas sobre los elementos
arquitectónicos ad libitum, sino de acuerdo a un criterio narrativo, inspirado en
un espíritu de orden y narración.

Los fustes de Hervás están decorados con figuras grotescas, animales cargados
de simbolismo, representaciones humanas…pero no parece existir en esta
composición una coherencia, una conciencia didáctica y pecan de curiosos
anacronismos. Algunas de las figuras están tan deterioradas que es imposible
distinguir su forma, pero observaremos detenidamente algunas de las más
reconocibles respetando el orden que utilizó Mélida, de izquierda a derecha:

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Primer fuste. Se representa a un moribundo, en su cama asistido por un ángel


y amenazado por una serpiente, ante la que se interpone San Miguel. El
moribundo en realidad, es un esqueleto humano que esgrime una hoz en su
mano izquierda, en otra cara sí encontramos una serpiente de gran dimensión y
en su base una bestezuela que podría ser una tortuga. En la siguiente cara
decorada nos sorprende que en la parte superior del fuste, quizá donde debiera
estar el capitel, hay una pequeña representación de un hombre luchando con
una bestia pero un palmo más abajo encontramos una copia de la anterior
aunque más tosca y de mayor tamaño. ¿Nos cuenta este fuste una historia? El
esqueleto con la hoz es una amenaza, un memento mori, la muerte puede segar
nuestra vida en un abrir y cerrar de ojos, in ictu oculi. La serpiente representa
por antonomasia el pecado, el demonio contra el que debemos luchar para
salvarnos, como el hombre que combate a la bestia. La alegoría de la muerte
como esqueleto con una hoz o con una guadaña se hizo común en el siglo XV,
vinculada a las danzas macabras y de la muerte. Aparecerá representada en los
frescos de gran cantidad de iglesias y en las miniaturas de los libros religiosos.

Segundo fuste. Liso. No está decorado y parece de una factura más moderna,
menos desgastada.

Tercer fuste. Escudo con las llaves de San Pedro,…. atlantes y estrellas. (y A.
1587) Es difícil acceder a ver con claridad el relieve del escudo con las llaves de
San Pedro pues está semi-escondido por un tubo de canalización hidráulica,
pero con un poco de paciencia la imagen salta a la vista. Las llaves simbolizan
posesión y autoridad y como atributo de San Pedro aparecen en la iconografía
desde el siglo V, al tomarse como base el evangelio de Mateo, Te daré las llaves
del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos. A fines del
período carolingio la llave se convierte en uno de los símbolos del papado.

Pero sólo a partir del siglo XIII aparecerá en el escudo papal al unir dos llaves
en forma de aspa, una llave de oro simbolizando el poder espiritual y otra de
plata que alude al poder temporal, será Bonifacio VIII quien al alcanzar el
pontificado en 1294, introduzca las dos llaves cruzadas en su escudo. Es decir,
finales del siglo XIII, por tanto está claro que el fuste que observamos no puede
haber sido tallado conjuntamente a la construcción de la ermita de San Gervasio
y San Protasio.

Debajo de las llaves vemos claramente un número 8, precedido de dos puntos


que, en su tiempo fueron evidentemente un número. Nélida interpretó lo
siguiente: A. 1587. ¿Año de 1587? Actualmente el canalón hidráulico cubre
parcialmente la cifra, y probablemente contribuyó a su deterioro. Y si, aunque
con mucha dificultad intentamos ver lo que hay detrás del canalón, únicamente
veremos los dos puntos citados y un 8… y sólo tenemos que volver los ojos a la
puerta de la casa, justo detrás del fuste para ver comprobar que el número
antiguo de la vivienda era el 28.

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Primer fuste. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

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Tercer fuste. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

Cuarto fuste. Liso

Quinto fuste. Sol en un frente y luna y estrellas por el otro….figuras de


guerreros o heraldos y lagartos. La representación de un sol en contraposición
de la luna es un símbolo muy representativo. La luz y la oscuridad. Lo sagrado
y lo profano. Pero es la imagen de los guerreros o heraldos lo que nos sorprende,
si observamos la foto, no hace falta ser muy sagaz para percibir que las figuras
representadas llevan sobre la cabeza un sombrero de tres picos o tricornio, y
lucen chaleco, casaca y calzón. La figura de la foto primera, además, parece
portar sobre su hombro una especie de trabuco…el atuendo es propio del siglo
XVIII.

¿Qué representan estos personajes?, ¿pudieran ser curiosas e imaginativas


evocaciones de San Gervasio y de San Protasio?, hay que recordar que según la
tradición eran soldados romanos convertidos al cristianismo, martirizados y
muertos en un contexto militar y que generalmente son representados vestidos
con sus uniformes. Quizá el escultor los talló intentando emular la figura de dos
soldados pero sucumbió a un anacronismo ridículo, al vestirlos según la moda
de su propia época, quizá el siglo XVIII.

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Quinto fuste. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

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Quinto fuste. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

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Sexto fuste: Solamente por un lado tiene tres graciosas figuras de monos nos dice
Mélida. Efectivamente vemos tres monos, que parecen trepar por el fuste como
si de un árbol se tratara. El mono es el animal más parecido al hombre, de ahí su
nombre “simio”, del latín simius, el que imita. Representa al humano en su
versión animal, su lado más carnal y pecador, su versión más grotesca. Los
relieves de monos que aquí vemos aparecen sin cabeza, rotas y perdidas
probablemente por algún acto de vandalismo, pero tampoco tienen cola.
También se compara a los simios con el demonio, así en el Bestiario de
Cambridge, se alude a un juego de palabras: el término en latín para cola es
cauda, y para escritura o libro caudex, los monos no tienen cola, como el demonio no
tiene escritura.

Sexto fuste. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

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Así, percibimos lo que pudiera ser una narración completa alrededor del primer
fuste, el demonio acecha para hacernos caer en el pecado, el castigo por el
pecado es la muerte y la condenación eterna por tanto hemos de luchar contra
la bestia para poder salvarnos. Pero en los demás fustes hallamos símbolos
aislados, rara vez relacionados con el resto. Se trata de símbolos conocidos en la
iconografía del románico: el mono sin cola, el sol y la luna, estrellas y rosetas, la
paloma, la serpiente, bestezuelas tipo tarasca, pero talladas sin un orden, existe
una vocación románica pero de ningún modo un espíritu románico. No hay
función didáctica y las figuras recorren los fustes arbitrariamente.

Por otro lado, los anacronismos son flagrantes, el sospechoso número 8, el uso
del escudo con las llaves de San Pedro o los modernos guardianes vestidos a la
moda del período ilustrado. Evidencias que nos permiten concebir este
conjunto de fustes como un mero mito, fácilmente desmontable.

Conclusiones.

La presencia templaria en zonas de Cáceres que antes pertenecieron a Castilla


es un hecho, también su poder y dominio que se tradujo en la construcción de
castillos, iglesias, ermitas o puentes que permitían acceder a ellos. Es más que
probable, por tanto, que la ermita de San Gervasio y San Protasio fuera erigida
bien por los templarios o bien para quedar en manos de dichos caballeros. No
he encontrado documentación sobre su posible planta octogonal,
frecuentemente atribuida a la Orden del Temple, pero este hecho tampoco
constituiría una prueba de su carácter templario, pues como hemos visto
tenemos variados ejemplos de edificios medievales de planta octogonal que no
tienen ninguna vinculación con la Orden así como otros muchos que sí la tienen
pero carecen de dicha planta.

De origen templario sería igualmente el castillo también citado, ya


desaparecido. Pudiera ser que una parte del muro que lo rodeaba sea parte del
lienzo que rodea a la actual Iglesia de Santa María de las Aguas Vivas de
Hervás, en el punto más alto del pueblo. Quizá también el alzado más antiguo
de la torre principal.

También se vincula a la orden templaria un pequeño puente conocido como


puente de Santihervás, sobre el río del mismo nombre y ubicado en la zona donde
estaría erigida la ermita de San Gervasio y San Protasio. Este puente ostenta en
su cabecera un curioso símbolo, se trata de un medallón con rostro humano.

De la ermita de San Gervasio y San Protasio, o Santa María Magdalena,


sabemos que en 1756, Agustín Coyantes de Aragón mandó que fuera derruida,
hallándose en aquel momento en un lamentable estado de abandono. Sólo seis

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Iglesia de Santa María de las Aguas Vivas de Hervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

de sus fustes serían vendidos al propietario de la casa donde ahora podemos


contemplarlos. Pero como hemos visto, es imposible que pertenecieran
originalmente a la ermita, ¿pudiera ser que, lamentando el mal estado de la
misma, alguien decidiera tallar o ordenar la talla de nuevos fustes para la
ermita?, salta a la vista que la decoración de estos fustes procede, como poco, el
siglo XVIII, es decir que si en 1756 fue demolida la ermita, estos fustes habrían
pertenecido a los últimos años de la existencia de la misma, o fueron tallados
tras su demolición.

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Quien los hizo, los decoró utilizando modelos románicos, copió figuras, se
inspiró en edificios que quizá había visitado, pero sin atender al relato, a la
función didáctica y moralizante de la escultura verdaderamente románica.
Adornó los fustes a su criterio, guiado sólo por su fantasía, aunque consiguió
despertar la imaginación de quienes los admiraron.

Puente de Santihervás, sobre el río del mismo nombre y ubicado en la zona donde estaría erigida la
ermita de San Gervasio y San Protasio. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

Medallón con rostro humano en el puente de Santihervás. Fotografía de Montserrat Dolz Ruiz.

El mundo templario, desde el Romanticismo, se ha convertido en sinónimo de


misterio, se ha asociado a la cábala y a las sociedades secretas, creando un
imaginario colectivo. Los templarios existieron, muchas de las construcciones
arquitectónicas asociadas a ellos aún permanecen y son testimonio de una parte
apasionante de la Historia, otras han desaparecido dando lugar a leyendas y
mitos. Nos gustan los mitos, y nuestro deseo de ensoñación se deja llevar por
ellos pues el ser humano, a veces, los necesita. La historia de las columnas
templarias de Hervás, es un hermoso mito.

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Las “Columnas Templarias” de Hervás: desmontando un mito. Valentia Mediaevalis.

BIBLIOGRAFÍA

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Autoría de las Fotografías: Montserrat Dolz Ruiz.

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Jose Luis Gómez Navarro

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Seguimos luchando por ofrecer el mejor contenido sobre la historia documentada de la


Orden del Temple de forma totalmente gratuita, y de manos de los mejores
profesionales. Seguimos luchando por ser líderes en la difusión y divulgación de la
historia del Temple.

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