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En el estado actual de las investigaciones, nada se sabe con certeza acerca de las
instituciones familiares de las culturas anteriores al Imperio.
Sabemos, en cambio, del Derecho familiar incaico, que se edificó sobre la base
del matrimonio monogámico (aunque el Inca, quizá ilimitadamente, y los nobles
con cierta limitación practicasen la poligamia)[1], y que los casamientos se
contraían entre personas de igual linaje, guardándose estrictamente, salvo para el
monarca, la prohibición de contraerlo entre parientes. Dícese por algunos que el
matrimonio adoptaba a veces la forma contractual de la compra en presencia de
los familiares de los contrayentes o asumía otras veces la forma administrativa
con intervención de un funcionario[2], y que con estas formas concurrían otras
uniones, tales como el servinakuy o tinkunakuspa.
Vidaurre se adelantó, sin duda, a su época en un siglo, lo cual, si puede ser una
virtud en el jurista que trabaja con abstracciones, suele ser un defecto en el
legislador que debe ver más las realidades. En todo caso, el proyecto no llegó a
convertirse nunca en ley.
Entre las innovaciones fundadas en la experiencia del último medio siglo, débese
mencionar la que sustituye el antiguo régimen de comunidad de gananciales
como sistema único y obligatorio dentro del matrimonio, por un limitado
principio de libertad que permite a los interesados elegir entre dicho régimen o el
de separación de patrimonios y de cambiar uno por otro; así como una mayor
asimilación. de la ilación adoptiva a la consanguínea.
Acaso merece mención especial también la admisión que se hace por primera vez
en el ordenamiento legal peruano de la prueba de los grupos sanguíneos -y
eventualmente de otras pruebas de validez extramatrimoniales científica- en los
juicios de declaración de la paternidad o la maternidad.
Desde otro punto de vista es oportuno señalar que el nuevo Código, acogiendo la
posición del ponente, elimina la figura de la dote, caída en el desuso, e introduce
en la sistemática del Libro de Familia importantes modificaciones en relación
con el de 1936.
Tal distribución está ciertamente defectuosa, por cuanto, en primer lugar, no solo
la primera sección sino también la segunda y la tercera gobernaban el fenómeno
matrimonial; en segundo término, bajo el epígrafe de relaciones de parentesco, la
sección cuarta estaba dedicada especifica y primordialmente a la relación
paterno-filial; y porque, en fin, las figuras a que se referían las tres últimas
secciones integran una sola institución, que es la del amparo familiar del incapaz.
[1] «… era entre ellos matrimonio tan guardado que ninguno osaba dejar la que
allí le daban por mujer, ni tener cuenta con otra so pena de muerte, y ellas, por
consiguiente, y solamente a los caciques principales de mill y de diez mill, les era
concedido tener más mujeres, pero esto era con licencia del Inca». Damián de la
Bandera. Relación del Corregidor de Huamanga Damián de la Bandera, 1557.
[2] En cuanto a la forma administrativa «en cada pueblo, como sabían que iban
(los visitadores) hallaban por su orden puestos en la plaza todos los indios que no
tenían mujeres, de 15 hasta 20 años, de 25 hasta 30, de 35 hasta 40, cada edad
por sí; e ansi mesmo las mujeres solteras por sus edades; los hombres fronteros
de las mujeres, e de allí primeramente daban mujer a los caciques principales… y
después a los demás indios, por sus edades, a cada uno con su igual…» Damián
de la Bandera, ob. cit.
Se tiene así que la Constitución Política de 1979 rigió la última parte de la vida
del Código Civil de 1936 y los nueve primeros años de la vida del Código Civil
de 1984.
Dicho de otro modo, el Código Civil se ha regido en sus primeros nueve años de
vida por la Carta vigente a la fecha de su promulgación y, a partir del décimo año
de su existencia, por una nueva Constitución Política, sancionada el 20 de
diciembre de 1993 y promulgada el 29 del mismo mes y año.
Comentario y concordancias
Sin embargo, no puede dejar de indicarse que -para el primero de ellos el Estado
protege el matrimonio y la familia como sociedad natural e institución
fundamental de la Nación en tanto que -para el segundo- la comunidad y el
Estado protegen a la familia y promueven el matrimo- nio y reconocen a estos
últimos como institutos naturales y fundamentales de la sociedad.
A mayor abundamiento, cabe citar el tercer párrafo del Artículo 103 de la Carta
Política vigente según el cual la ley se deroga sólo por otra ley. Y la Constitución
es ley de leyes.