Está en la página 1de 3

1

DEL CANSANCIO EDUCATIVO AL MAESTRO ANTIDESTINO 1 ( Fragmentos)

Carina Rattero1

A los obstinados, a los apasionados A los MAESTROS con minúsculas que


no se cansan de enseñar.

Distintos verbos para una Tarea

Hablamos de tiempo y oportunidad, y al hacerlo hablamos de promesas, pero también de


sufrimientos, de abandonos y de huidas. De pasado y de futuro, de los que estuvieron pero ya no
están, de los que llegan, de los que han de venir, de transmisión y herencia, de un lugar de pasaje
y respuestas que hay que dar. Y al pensar en esto, pienso también en las distintas formas que
podemos conjugar verbos ligados a esta tarea que nos convoca y con estas preocupaciones que
nos habitan.
Pero veamos, si podemos desenmarañar un poco todo esto.
Prometer, la educación se trata de Promesas “si estudias serás como yo”. Y también de
palabras que instituyen. Un nombrar que designa, y al hacerlo también asigna; ofrece al otro un
lugar que puede ser el de “a éste no le da la cabeza”, “con estos chicos no te preocupes mucho
porque no van llegar a nada”, o “éste si que es un bocho”.
Pero ¿por qué antes dije que hablar de tiempo —este tiempo— es hablar de abandonos y
de huidas? Es que se presenta como el tiempo en que la promesa aparece quebrada. La dificultad
que plantea, dice Silvia Bleichmar2 se presenta en el hecho de que los niños han dejado de ser los
depositarios de los sueños fallidos de los adultos; ya no son aquellos que encontrarán en el futuro
un modo de remediar los males que aquejan a la generación de sus padres.
Esta dificultad para sostener promesas y la ausencia de expectativas sociales movilizadoras
tienen como efecto perverso la desafiliación. ¿No es acaso esta dificultad para enunciar y sostener
promesas, esta vacilación en la que nos situamos como generación adulta frente a los recién
llegados, parte del “mal estar” que nos atraviesa?
Tiempo de crisis, suelen llamarlo algunos. ¿Cuál no lo fue? Lugar al que se suele apelar
para justificar la falta de respuestas, la falta de aprendizaje, la falta de enseñanza. “Lo que falta son
contenidos, falta capacitar a los docentes, faltan libros, falta presupuesto, a los alumnos —dicen
los docentes— les falta conocimientos previos, les falta comprensión lectora, falta apoyo de la
familia”4. En otras palabras, es la educación la que falta a la cita, al encuentro con el tiempo que
vendrá; “falta sin aviso” y “queda libre”, despojada de una apuesta hacia el tiempo futuro, un quedar
libre de faltas que la deja sin ataduras ni posibilidad de hacer lazo.
Los docentes sabemos de faltas y de crisis: económica, del estado educador (de
supervisores sin movilidad y directores apaga incendios, falta presupuesto, salarios bajos). Es
mucho lo que falta... también falta no claudicar, enseñar... Somos parte de esta cultura, que ha
dejado de apostar y nos deja a la deriva., sometidos a las reglas de la competitividad, al descrédito
y la descalificación, sujetos del cansancio educativo5.

1 Master en Educacion Teoria y Curriculum, Profesora e investigadora Area Didáctica de la FCE.UNER.


E-mail: crattero@ciudad.com.ar
2

Voy a traer algo que plantea un pedagogo rosarino, Estanislao Antelo, y que me parece
central para pensar aquí. El dice que un maestro es por definición un obstinado, un tenaz que
no se conforma fácilmente y siempre quiere otra cosa para su alumno.
Y ustedes saben que para ser educador en estos tiempos algo de eso hay que tener, hay
que saber insistir, no cansarse, lidiar, llamar, apasionarse para apasionar, deslumbrar; convocar al
otro a un movimiento, a un encuentro para que algo pueda acontecerle... No ser cómplices de
abandonos y de huidas... esto, pienso, es un Maestro.
Podríamos decirlo así: Un maestro es un trabajador antidestino7.
El maestro antidestino es aquel que en lugar de distraerse en esto, piensa, estudia, se
apasiona, apuesta, hace confianza, obstinadamente ENSEÑA.
Entender que el futuro se construye y se hace existir desatando profecías y reinventándolo
nuevo, es una forma de asumir la educación como una forma particular de “antidestino”.
Pensar la educación como apuesta que abre a otro tiempo y a una nueva oportunidad,
supone otra temporalidad, no sin urgencias; pero si un cierto demorarse —“me tomo quince minutos
con este chico” (Cornu, 2000)21—. Una temporalidad que se despega de la lógica del “compre ya”;
la del aquí y ahora del eficientismo y de la adecuación al mercado, a las condiciones y la pura
actualidad que nos deshereda, nos quita la posibilidad de incluirnos en una memoria común y
también, la esperanza de otra cosa.
La educación y la institución educativa se sostienen en la Promesa de que algo puede ser
pasado, para dar lugar a lo nuevo e incluir a los nuevos. Promesa de futuro, que , aunque debilitada
y envejecida escuchamos, todavía, a diario: “La única herencia que les dejo es la educación”, “tenés
que estudiar si querés ser alguien ”, “ sin educación no se llega a ninguna parte”.
Educar conlleva una dimensión de apertura al por- venir, es un gesto y una acción que abre
el tiempo, remite a otro tiempo .Un tiempo que será de los nuevos (…), pero esto nos convoca a la
obstinación de enseñar y no dejar de enseñar
La tarea de la educación es la de trabajar en esta dimensión de “antidestino”,
apostando a que cada uno y todos en cada uno, tengan la posibilidad de abrirse caminos y
“destinos” inéditos. Sin tolerar “restos.”
Y quizás por esto, educar nos convoca también, a un cierto modo de indagar no dando por
naturales y obvias las cosas que vemos a diario. Preguntarnos acerca de lo que enseñamos o
dejamos de enseñar, teniendo en cuenta que producimos herederos o desheredados. Pensar para
construir nuevas respuestas, las propias. Pero también, un preguntar que nos interrogue en la carne,
mas allá del ¿cómo lo hago? y el ¿qué hay que hacer?. Pensar ¿qué estamos haciendo? ¿Qué
estamos haciendo para que nuestra escuela pública pueda seguir siendo la fabrica de los
sueños...?.
Y ¿mientras tanto?. No resignarnos, no ser cómplices, no bajar los brazos, insistir, prometer
y apostar.
Ser trabajadores antidestino, construir un relato que anude generaciones, un puente
entre pasado y por venir; transmitir un legado común, ofrecer un lugar de inscripción y una historia
que, a la vez, abra a la posibilidad de construir otras historias. Enseñar. Seguir una inquietud y
apasionarnos, sostener un enigma para uno y contagiar a otros... En otras palabras ofrecer una
esperanza de futuro....

Paraná, invierno 2001.-


3

DEL CANSANCIO EDUCATIVO AL MAESTRO ANTIDESTINO 1 ( Fragmentos)

Carina Rattero

RESUMEN
Distintos verbos para una Tarea

Prometer, la educación se trata de Promesas , ofrece al otro un lugar .Silvia Bleichmar


presenta la dificultad para sostener promesas y la ausencia de expectativas sociales movilizadoras.
Habla de la dificultad para enunciar y sostener promesas, como generación adulta frente a los
recién llegados.
Es la educación la que aparece despojada de una apuesta hacia el tiempo futuro. Los
docentes sabemos de faltas y de crisis: económica, del estado educador (de supervisores sin
movilidad y directores apaga incendios, falta presupuesto, salarios bajos). Es mucho lo que falta...
también falta no claudicar, enseñar...
Estanislao Antelo, dice que un maestro es por definición un obstinado, ser educador en estos
tiempos algo de eso hay que tener, hay que saber insistir, no cansarse, lidiar, llamar, apasionarse
para apasionar.
El maestro antidestino es aquel que piensa, estudia, se apasiona, apuesta, hace confianza,
obstinadamente ENSEÑA.
Entender que el futuro se construye y se hace existir desatando profecías y reinventándolo
nuevo, es una forma de asumir la educación como una forma particular de “antidestino”.
Pensar la educación como apuesta que abre a otro tiempo y a una nueva oportunidad.
La educación y la institución educativa se sostienen en la Promesa de que algo puede ser
pasado, para dar lugar a lo nuevo e incluir a los nuevos.
Promesa de futuro,.Educar conlleva una dimensión de apertura al por- venir, es un gesto y
una acción que abre el tiempo, remite a otro tiempo .Un tiempo que será de los nuevos (…), pero
esto nos convoca a la obstinación de enseñar y no dejar de enseñar , trabajar en esta dimensión de
“antidestino”, apostando a que cada uno y todos en cada uno, tengan la posibilidad de abrirse
caminos y “destinos” inéditos.
Ser trabajadores antidestino, construir un relato que anude generaciones, un puente entre
pasado y por venir; transmitir un legado común, ofrecer un lugar de inscripción y una historia que,
a la vez, abra a la posibilidad de construir otras historias. Enseñar. En otras palabras ofrecer una
esperanza de futuro....

Paraná, invierno 2001.-

También podría gustarte