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INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO PROVINCIAL Nº1

Profesorado para la Educación Secundaria en Historia

Tema: “Que paso en la Educación Argentina: Desde la Conquista hasta el


Menemismo” por Adriana Puiggros
Alumno: Chazarreta Carlos
Espacio Curricular: Alfabetización Académica
Docente: Prof. Dina Gutiérrez
Curso: 1 Año “A” de Historia
Ciclo Lectivo 2022
INTRODUCCION

En la historia de América Latina, hubo una amplia diversidad de concepciones que


subyacieron desde los periodos de la conquista hasta nuestros días. La cosmovisión de los
países europeos en el momento de la invasión o su “descubrimiento”, abrió los caminos
hacia una nueva forma de educación o mejor dicho a un nuevo sistema pedagógico que
para los naturales del lugar, fue algo totalmente sorpresivo e inteligible en algunos
aspectos. Para Adriana Puiggros, pedagoga, política y escritora, y con una larga trayectoria
en materia de la didáctica pedagógica, intentara explicar esta dinámica a lo largo de los
cinco siglos que transcurrieron desde la llegada de los españoles hasta los sistemas
políticos actuales, y en cómo evoluciono la educación en todo el continente en todas sus
características e ideologías impuestas por muchos referentes en estas nuevas tierras.

CULTURA Y EDUCACION EN LA COLONIA – Capitulo 1

“El clima cultural de la época”


Durante los primeros comienzos de la Conquista, la llegada de los españoles marco un
antes y un después en la mentalidad de todas las sociedades implicadas en aquellos
procesos de aculturación y supuesto “descubrimiento” según Puiggrós en el continente
americano. Desde la perspectiva, social, política, económica y por sobre todo la
Pedagógica, seria uno de los ejes esenciales e influyentes de todo el desarrollo educacional
durante los 300 años de la invasión española. Pero los españoles, no obstante, también se
encontraban en otro proceso revolucionario de esos tiempos, el Renacimiento. Tales así
que, en los círculos de la Monarquía española, Isabel de Castilla y sus allegados, asistían a
las clases de Retorica Lingüística del profesor Antonio de Nebrija, catedrático de la
Universidad de Salamanca.
Luego de la Reconquista Española en 1492, la expulsión de los judíos y los moros de la
península, ocasiono que esa unificación española, acompañada bajo el eslogan del
cristianismo, condescendiera a su propio retraso al dejar de lado otras concepciones
ideológicas que hubieran podido ayudar a su mejor desarrollo civilizatorio, y además
también aplicarlo en los nuevos territorios descubiertos en esos momentos.
Los recursos expoliados de las nuevas tierras, fueron a parar en manos de los actores
burocráticos de los países más industrializados o en vía de desarrollo de Europa del norte,
como Alemania, por ejemplo. Que le sirvió para financiar su proyecto económico de
tendencia capitalista.
La autora explica así de una manera más exacta este retraso:
“La Conquista y Colonización de América, lejos de llevar a España, el progreso y
estimular la modernización, desviaron el camino de su desarrollo”
(Página 11, capítulo 1, Cultura y Educación en la Colonia)
Mientras tanto, en los territorios “descubiertos”, los naturales ejercían todavía algunos
rituales que los caracterizaban pese a las nuevas imposiciones de los conquistadores. Entre
tantas tribus observadas y que poblaban el extenso territorio americano, por ejemplo, en
Sudamérica, los guaraní-aba, parientes de los Tupis, prosperaron de la agricultura dejando
ya de lado la caza y la recolección que era habitual en ellos. Los guaraníes era otra tribu en
un expansivo avance de conquista también de otros territorios, comenzado desde las
amazonas hasta el Rio de la Plata, se destacaban también por ser agricultores y
recolectores.
Para Puiggrós, un Shaman guaraní no era tan sabio como los grandes sacerdotes
aztecas, ni astrónomos como los mismos Mayas. Recalcando que los mayas pese a su
avance, era una civilización ya desaparecida años antes de la llegada de los españoles.
Tampoco la autora descarta la particularidad e innovación tecnológica de los Incas, que,
a comparación de los aztecas o mayas, ya habían desarrollado sistemas de ingeniera que les
permitía crear grandes acueductos y diques, mientras que carecían de la habilidad de las
matemáticas astronómicas de los aztecas. Según Puiggrós estas civilizaciones, poseían un
conjunto de saberes importantes que les permitía inclusive saber calcular las etapas de
lluvia o fertilidad.
El planteo educativo era sistemático y jerárquico, desde los sacerdotes hasta los
eslabones más inferiores todos aprendían las enseñanzas a través de los ritos religiosos que
abarcaban una pluralidad de conocimientos míticos y pragmáticos como el arte de la
agricultura o medición. Pero el sistema educativo de estas sociedades no estaba
institucionalizadas como tal, ya que estos conocimientos estaban dirigidas a las clases
nobles.
En el año 1480, los Incas lograron llegar y establecerse en el noroeste argentino, mas
precisamente en las provincias que componen el NOA como Salta, Jujuy, Tucumán y
Santiago del Estero. Durante su estadía, lograron organizar a otras tribus con conflictos
civiles entre sí, estableciendo en ellos un nuevo organigrama social y con una nueva
disciplina de trabajo, introduciendo pautas de planeamiento económico y avances
tecnológicos que les serviría para su auto desarrollo personal y comunitario. Este
acontecimiento permitió un gran avance educativo y didáctico en estas nuevas sociedades
anexadas al imperio Inca, que lamentablemente luego serian arrasadas por la acción
destructiva de los conquistadores.

“Las causas de la derrota”


Para Puiggros, el paradigma central de estos acontecimientos, es que este supuesto cruce
de dos culturas desconocidas entre sí, ocasiono solo “el genocidio más grande dela
historia”.
Fundamenta esto la autora mediante las fuentes y crónicas de aquella época donde se puede
observar como los frailes como Bartolomé de las Casas denunciaban estos abusos y
atropellos. Sumando a los demás factores como las enfermedades víricas, súper
explotación laboral en las minas, las costumbres impuestas, las inquisiciones, las
violaciones que permitieron el declive de la demografía nativa en los territorios
americanos. Para los españoles, era mejor esclavizarlos que matarlos, ya que precisaban de
la mano de obra barata para lograr sus cometidos.

¿Quiénes ejercen la educación y quienes la reciben?


En los periodos coloniales, el aspecto pedagógico trabajado por los españoles, fue
fundamental para lograr la imposición y manipulación de una mentalidad sobre las otras.
Para ello era necesario un personal capacitado y con una basta experiencia en esta
profesión, y según la autora, los “religiosos” eran los idóneos para llevar a cabo esta
empresa del ejercicio educativo de los indígenas. Las ordenes religiosas de las más
conocidas como la Orden de San Francisco, Santo Domingo mejor conocidos como los
franciscanos y dominicos, eran una de las tantas órdenes a cargo de este labor de la
enseñanza, pero entre todas ellas existía una que fue más preponderante que las nombradas
anteriormente y era la Compania de Jesús, denominados como los Jesuitas. Esta orden
tenía la particularidad de un dogma pedagógico avanzado, ya que también eran hábiles en
las áreas como la astronomía, matemáticas, ecología y también en el dominio de los
idiomas. Razón por la cual muchos de ellos eran estudiosos del lenguaje aborigen.
Lejos de fomentar una piedad comprensiva delante de los pueblos originarios, esta
realidad estaba lejos de ser lo que debía. Ya que estos clérigos según la autora, también
formaron parte de aquel sistema de desmantelacion de la cultura aborigen y todos atributos
que lo adornaban. Impusieron el cristianismo, y sus preceptos para que así los naturales del
lugar obedecieran otras leyes totalmente desconocidas para los mismos. La relación
pedagógica entre los sujetos era el de la dominación sobre el otro. En toda esta etapa la
misma autora divide en tres etapas aquellos procesos educacionales:
_Desde el Descubrimiento al Concilio de Trento: Periodo primero donde abarca la llegada
de los españoles a los territorios americanos, acompañados por las ordenes religiosas, con
la ideas de evangelizar y así proporcionar una educación a gran escala, siendo este modelo
la precursora del sistema educativo moderno.
_Desde el Concilio de Trento a la Expulsión de los Jesuitas: En las universidades solo
tenían acceso los políticos y religiosos de mayor influencia, aunque también en otros
establecimientos se adjudicaban la enseñanza de la doctrina cristiana a los indígenas como
en los primeros periodos, con la particularidad que en este periodo se redactarían las Leyes
de Indias que avalaban el reconocimiento del derecho de los culturas aborígenes.
_Desde la Expulsión de los Judíos hasta la Independencia de 1810: Durante este periodo el
contexto global se encontraba convulsionada por conflictos bélicos, religiosos y por sobre
todo económicos. En América los Jesuitas fueron expulsados, esto ocasiono una vaciedad
de educadores para los pueblos nativos, la cual eran la mano de obra de las colonias. Estas
posiciones pasaron a mano de los dominicos pero los vestigios y la huella que dejaron los
jesuitas sería difícil olvidar, ya que ellos hicieron una labor más eficaz en la pedagogía en
los territorios americanos y por sobre todo en el sur donde luego se fundaría el Virreinato
del Rio de la Plata.
LA FORMACION DEL SUJETO INDEPEDIENTE – Capitulo 2

“Libertad o Resignación”
En este capítulo, Adriana Puiggros fundamenta los contextos sociales de cada nación
colonizadora de aquellos años iniciales a los procesos independentistas. La autora hace una
comparación de la evolución pedagógica entre naciones como Inglaterra a lado de la
española, siendo esta ultima la que más complicaciones comprendería en su itinerario a la
hora de administrar un status ordenado en el aspecto social general de sus respectivas
colonias. Inglaterra, en cambio, con la concepción religiosa protestante, también de
tendencia capitalista, logro una integración de sus habitantes pese a que en sus territorios
tampoco los nativos o esclavos tenían un estado de sujetos libres o con una independencia
propia de decisión.
Los territorios hispánicos decidieron cerrar su economía a un libre mercado,
impidiendo así que a sus puertos, además de no poder llegar productos de otras naciones
comerciales, tampoco llegaran material pedagógico que pudiera servir como
complementación a la que ya existían aquí. Esto desencadeno que hijos de familias ricas,
emigraran a aquellos países en vía de desarrollo más adelantados para poder formarse
como profesionales.
Mientras tanto, en el virreinato del Rio de la Plata, las figuras de Mariano Moreno y
Manuel Belgrano, personalidades que intentarían mejorar esta situación, pero que para ello,
determinarían que una nación puede prosperar si existe un organigrama social establecido
con principios y con convicciones.
Mariano Moreno fue un intelectual que había leído en su vida los escritos de los
fundadores de la Enciclopedia Francesa, también tenía conocimientos de los escritos
Locke, Rousseau y Montesquieu. Era natural que su filosofía sea liberalista. Mientras que
por otro lado, Manuel Belgrano se encontraba con ideas más firmes y con respuestas a todo
el cuestionamiento que se hacían los criollos en respecto a la construcción de la nueva
nación. Belgrano imagino un país con gente trabajadora, educada y civilizada, influenciado
también por las tendencias capitalistas de los países como Inglaterra. Fue así que siendo
Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires, fundo escuelas de Náutica y
Minería, la escuela Literaria Y Económica, proyecto de vinculación entre el trabajo y la
educación. También creo el “Reglamento para las escuelas del Norte”, capitulaciones con
preceptos a seguir por las escuelas recientemente fundadas, que debían ser estatales y
administradas por los ayuntamientos. Este documento de Manuel Belgrano también
contuvo los detalles de horarios en los calendarios escolares, actividades y contenidos del
mismo.

“Conservadores y Liberales”
El conflicto pedagógico durante los inicios de la Independencia Argentina, tuvo como
objeto de altercado principal, la elección de cual mejor sistema era el mejor y más
adecuado para establecer en la nueva sociedad naciente. Mariano Moreno y Cornelio
Saavedra y sus ideas chocaron distintas veces por ser dos pensamientos diferentes entre sí.
Saavedra quería el viejo sistema pedagógico colonial hispánico, mientras que Moreno
avalaba más la ideología democrática y moderna de los ciudadanos, fundamentando su
hipótesis en las teorías de Rousseau y su célebre Contrato Social, que además podían leerse
en las escuelas.
Puiggros describe distintas metodologías y sistemas pedagógicos que planteaban sus
diferentes cosmovisiones desde la perspectiva política, por un lado la autora señala a la
“Pedagogía Liberal Radicalizada”, muy influida por Rousseau, donde la educación del
pueblo era la base de todo derecho social y civil de una nación. Luego nos encontramos
con la “Educación Federalista Popular”, con representantes como Artigas, López o
Ramírez, donde querían que se estableciera una educación moderna la cual abarcara a
todos los sectores sociales del momento. También se encontraba la “Pedagogía Liberal del
37”, polémica desde su artífice propagador que era Sarmiento y la defensa hasta de sus
preceptos, la cual era una pedagogía totalmente liberal y excluía a los indios y personas
con menos recursos. Esta pedagogía era la idónea a los sectores oligarcas. Esta pedagogía
Oligarca también tuvo un referente clave, el liberal Bernardino Rivadavia.

¿Cómo debe ser la escuela de la Patria?


Los nuevos y viejos métodos pedagógicos educativos, friccionaban mientras los
referentes discutían la implementación de cual seria las más adecuada a la nación argentina
y sus respectivos ciudadanos. Los caudillos fueron el eje de estas discusiones y más que
nada cuando los enfrentamientos y concepciones eran entre los federales del interior del
país con los caudillos centralistas de Buenos Aires, siendo los sistemas pedagógicos
tradicionales y liberales el centro de discusión de las mismas. Juan Manuel de Rosas y
Facundo Quiroga eran los representantes de la pedagogía tradicionalista mientras que del
otro lado se entraban caudillos como Artigas en Entre Ríos, al igual que Ramírez, Urquiza
o Farre en Corrientes, adoptaron para sus provincias la idea de una educación estatal pero
sin dejar de lado la enseñanza religiosa porque al contexto de la época era inadmisible la
laicidad, pero fuera de ellos pretendían una pedagogía modera donde la Iglesia se
mantuviera al margen de los asuntos políticos de las mismas.
Artigas en comparación a los otros caudillos, marco una diferencia transcendental a la
hora del planteo educativo para los suyos. Según la autora fue el primero en querer traer al
Rio de la Plata el sistema pedagógico de Lancaster, donde este método requería solo de
poco personal docente, y en donde los alumnos más avanzados podían dictaminar las aulas
como monitores. El sistema de este caudillo revolucionario, donde los curas, paisanos,
pedagogía inglesa, o el mismo liberalismo no estarían nunca excluido de su sistema
pedagógico y social. Para Artigas, todos formaban parte de la columna civil donde la
convivencia pacifica era el camino para lograr aquello que anhelaba o esperaba de la
educación.
“Los Gérmenes del Sistema Escolar”
Al igual que Artigas, existió otro caudillo con los mismos vestigios e ideales que el ya
nombrado, ese era Estanislao López, gobernador de la provincia de Santa Fe. Para Adriana
Puiggros, este personaje se podría considerar como un adelantado a la época, ya que sus
reformas educativas o ideas sobre las mismas eran muy innovadoras y dejaría una huella
hacia el futuro del mundo pedagógico argentino. López, al igual que Artigas, pretendía una
educación gratuita, ya que conocía la pobreza de los sectores donde administraba, al igual
que las demás provincias que había recorrido. También indujo un sistema de Becas para
alumnos más sobresalientes y que se reformulara la obligatoriedad para que los padres
mandasen a las escuelas a sus hijos. La autora describiría esto como un “Antecedente de la
Le 1.420”.
Entre todas las ideas que planteo López, promulgo una reglamentación conocida como
“Artículos de Observancia” donde recomendaba la puntualidad de los pagos a los
docentes, las inspecciones escolares donde se pudiera alguna anomalía en las conductas de
los alumnos, como la vagancia de la niñez o juventudes descarriadas sin ningún beneficio
para ellos mismos. Y otra de sus políticas fue la creación de diversos establecimientos
educativos en todo el territorio santafesino.
Estanislao López, vinculo las mismas cosmovisiones que Artigas, uniendo Estado,
religión, sistematización y una confraternidad social relacionada a una cultura moderna que
permitiera a las comunidades poder tener una calidad pedagógica inmejorable.

“Las Juntas Protectoras de escuelas”


Estas juntas protectoras, era una institución donde todos los caudillos de tendencia
progresista se apoyarían en todo el tiempo del desarrollo pedagógico nacional de aquellos
años. Las juntas protectoras era ese sistema que emulaba a uno antiguo denominado
Movimiento liberal Hispánico antes que sucedieran los procesos independistas.
Las juntas fomentaban la educación moderna y uno de sus atributos era la implicación
de las poblaciones en el ambiente educativo, esto significaba que cada habitante colaborará
con la causa pedagógica nacional. Las recaudaciones eran para la inversión en el
sostenimiento, la administración de fondos y la atención de los niños más vulnerables de la
sociedad. La Junta en aquel tiempo logro que jueces y sacerdotes eclesiásticos obligaran a
los vecinos al aporte si o si de al menos 150 pesos cada uno para la manutención de los
establecimientos. También se impuso el valor de 3 reales y medio por cabeza de ganado
para el consumo de la ciudad e impuesto para la educación. La autora nos dice de una
forma más sencilla al funcionamiento de estos impuestos:
“Con esos impuestos se creó un fondo permanente para el mismo rubro, lo cual fue otra
medida precursora de la Ley 1420, fondo permanente escolar, con rendición y publicidad
de los gastos públicos realizados.”
(Página 36, Capitulo 2 – Sujeto Independiente)
“El Modelo más avanzado”
En este último acápite, Adriana Puiggros también remarcaría el aspecto conflictivo de la
Iglesia con el estado, ya que la iglesia no estaba de acuerdo con algunos puntos técnicos de
las nuevas pedagogías modernas. Esto hizo que Justo José de Urquiza, gobernador de Entre
Ríos, se viera constantemente en desacuerdo con los eclesiásticos por el manejo y
dirección de la educación. Llegando al desenlace culminante en el año 1825, donde
Urquiza implementaría un decreto donde prohibió el establecimiento de órdenes religiosas
en todo el territorio entrerriano.
Urquiza tenía además una gran preocupación por la calidad educativa de sus ciudadanos,
e implemento también Inspectores escolares, o también denominados Comisiones
inspectoras encargadas de controlar el correcto funcionamiento de los establecimientos, la
obligatoriedad de los padres en enviar a sus hijos a la escuela, y por sobre todo la
recaudación de los fondos para sustentar los establecimientos educativos encargados en las
necesidades de los sectores mas pobres.
La autora menciona que para su época también este gobernador tenía una mentalidad
avanzada con respecto al ejercicio en materia pedagógica, ya que Urquiza había instalado
una fuerte administración educativa con registros escolares donde se fijaban la edad de
ingreso de los niños a las escuelas, la duración del horario escolar, la división de los turnos
y los periodos vacacionales, un sistema totalmente moderno para la época.

CIVILIZACION O BARBARIE – Capitulo 3

“Educación con bastón y levita”


Este capítulo Puiggros nos describe esencialmente el contexto social nacional de las
primeras décadas luego de las independencias, donde el método pedagógico no solo
abarcaría el factor público sino también el geo político. Se puede entender esto como la
división entre dos extractos de territorios actualmente conocidos como Buenos Aires,
donde el centralismo porteño a cargo de Bernardino Rivadavia, se enfrentaría al
Federalismo de otros caudillos del interior del país, que de manera unidireccional ya
habían planteado el método educativo que debería poseer el nuevo país naciente.
Según la autora, Bernardino Rivadavia era en extremo ultra conservador y liberal,
simpatizando fervientemente con las ideas inglesas y sus respectivas corrientes, la cual
muchas de ellas implemento en la provincia de Buenos Aires, tanto en el aspecto
económico como en el pedagógico. Rivadavia pidió un préstamo a Inglaterra,
principalmente a la compañía financiara Baring Brothers, siendo este para la autora, el
fundador de la primera deuda externa del país. Rivadavia pretendía la sumisión de las
demás provincias del país sin importarle las demandas de las mismas, pero siempre
favoreciendo al a la población bonaerense, siendo este también el fundador de la oligarquía
porteña conocida tiempo después.
En el aspecto pedagógico, inserto en la provincia de Buenos Aires, el método de
Lancaster que también otros caudillos del interior habían analizado la misma. Decreto la
obligatoriedad escolar, fundo la Sociedad de Beneficencias para niñas entre otros
establecimientos.
Puiggros nos acota lo más importante de esta mentalidad de Bernardino Rivadavia en
comparación a las otras, siendo que Rivadavia en el sentido del sistema educativo, tomo las
ideas del modelo napoleónico, colocando a la Universidad en el primer eslabón jerárquico
y desde ahí hacia abajo administraría las demás instituciones educativas menores. Mientras
que la del resto de los caudillos federales, promovían las Juntas Protectoras donde los
vecinos y la sociedad en su participan simultáneamente con las necesidades del sistema
educativo.

“Religión o Muerte”
Mientras Rivadavia planteaba sus ideales en Buenos Aires y en como las demás
provincias debían obedecer, en el otro extremo del país, precisamente en la provincia de la
Rioja, se encontraba el caudillo Facundo Quiroga, de carácter revolucionario por
naturaleza, donde sus concepciones iban en sintonía con las del periodo colonial español.
Para este caudillo, la educación tenía que ser administrada totalmente por la religión
predominante de la época, la Iglesia Católica, considerando a esta como la dueña de la
educación nacional. Defendió estos principios bajo el famoso y reconocido lema “Religión
o muerte”.
Quiroga vehementemente iba en contra de la las concepciones liberales y
principalmente a las relacionadas con el protestantismo religioso. Por otro lado, también en
la provincia de Buenos Aires, llego al poder otro conservador radical llamado Juan Manuel
de Rosas, siendo sus políticas conocidas por la constante censura de los que pensaban
distinto a él. Destruyo libros de tendencia liberal y la censura de prensa era moneda
corriente durante los largos años que estuvo frente al poder. El “rosismo” postulo que lo
mejor para la nación era la defensa de sus viejas tradiciones y cultura, la defensa de la
soberanía ante las potencias hegemónicas del momento. La educación en el gobierno de
Rosas fue en declive cuando dejo a cargar a Saturnino Segurola como el inspector general
de las mismas. Ya para el año 1831, los programas escolares fueron acoplándose a la
ideología pedagógica conservadurista, y los docentes firmaban certificados de adhesión al
gobierno, y los que se oponían quedaban fuera de los respectivos cargos. En el año 1835
Rosas modifica también los estatutos universitarios obligando al juramento obligatorio de
adhesión también a la Santa Federación. Otra de las políticas rosista que menciona la
autora fue la eliminación del salario docente del presupuesto nacional, dejando este a cargo
de los padres deudores, maestros entre otros, ocasionando así un derrumbe pedagógico sin
precedentes para la época.
Puiggros describe de manera tajante las políticas de Rosas en al ambiente educativo,
dejando en evidencia la indiferencia hacia los sectores más vulnerables o las provincias
que carecían de los recursos necesarios para las mismas:
“Rosas estuvo contra la obligatoriedad escolar, y también hizo hincapié en que el Estado
no debía financiar la educación, la cual debía ser privada, y se arancelaron las escuelas
primerias y los niños que no podían pagarla eran expulsados”
(Página 43, Capitulo 3, Civilización o Barbarie)

“El Liberalismo pedagógico de la generación del 1837”


El periodo de aquel año del 1837, entre el gobierno de Rosas y sus opositores Unitarios,
permitió que otros pensadores de tendencia liberalista formaran asociaciones con ideas
distintas a las ya conocidas en este momento. Uno de ellos era la de los Jóvenes
Liberalistas que según Puiggros era aquel movimiento donde querían sublevar una
revolución moral y en donde de a poco, el gobierno de Rosas se viera expuesto a la
sociedad, testigos de aquella dictadura, lo nefasto de sus políticas y que decidirá irse por su
cuenta sin generar algún conflicto bélico. Los ideales de esta nueva generación era la de
una tradición democrática de aquella revolución de Mayo en 1810, bajo el lema de
fraternidad, igualdad y libertad, ideales ya conocidos en la famosa Revolución Francesa.

“Educación para el trabajo”


En este subtitulo, la autora hace una exposion clara de la perspectiva de otro político de
relevancia de la época, este es Juan Bautista Alberdi, quien sería uno de los que se resistía
a la concepción pedagógica de Bernardino Rivadavia, ya que en la práctica Rivadavia y sus
ideas fomentaban en el imaginario de la sociedad personas con rasgos demagogas y
sofistas.
Las ideas de Alberdi eran la creación de una sociedad similar a la anglosajona, donde el
carácter pedagógico sea similar, siendo que en las escuelas argentinas en vez de estudiar
latín, se estudie inglés, y la creación de empresas y mano de obra calificada, dando también
paso a la inversión extranjera. Pero para lograr eso también era requisito imprescindible la
llegada inmigrantes con otra mentalidad que pudiera contagiar al resto establecida en la
nación argentina. Alberdi y sus propuestas chocaron con las de la Iglesia Católica e
inclusive con los de los sectores de la izquierda. Para Alberdi, la educación estaba
subordinada a la economía, donde desde ese punto, se vería el desarrollo en los hábitos de
una sociedad civil coherente según su cosmovisión.

“Sarmiento y la educación Popular”


Entre los grandes pedagogos y postuladores de una nueva innovación educativa en el
país, Adriana Puiggros analiza la inervación de uno de los personajes más preponderantes
y polémicos en la historia de la educación argentina. Este es Domingo Faustino Sarmiento.
Sarmiento era un intelectual sanjuanino, muy crítico del gobierno de Rosas, donde sus
críticas y quejas se observaban en el periódico “El Zonda”, periódico que el mismo fundo,
y por causa de ello fue expulsado a Chile. Desde el país trasandino escribiría un libro
llamado “Educación Popular”, donde relato el atraso de la pedagogía y educación
argentina, haciendo hincapié en la problemática social donde existían indígenas y gauchos,
llamando a estos de entes ineducables. Para el año 1847, visito Estados Unidos donde pudo
ver el gran sistema pedagógico anglosajón donde inclusive en las que poseían aspectos
religiosos, todos apuntaban hacia una sola dirección en el aprendizaje general de la
población. Otros de los aspectos que observó fue en como la sociedad norteamericana, a
través de asociaciones civiles, se encargaban de la inspección en las instituciones de
enseñanza donde aquellos representantes eran elegidos por el voto popular.
La autora menciona algunas ideas que planteaba Sarmiento, inspirado en la observación
cognitiva de la pedagogía norteamericana, y uno de estos conceptos era que para poder
mejorar la sociedad común en Latinoamérica, era necesario modificar costumbres, lenguaje
y la propia cultura, y así se podría inmiscuir esta modalidad en el aspecto económico
también.
Sarmiento, pretendió una enseñanza racional y científica entorno al contexto social, la
cual serian la base de la prosperidad de una sociedad en estado emergente. Pero como lo
confirma la autora, el sistema de Sarmiento solo abarcaba a los sectores oligarcas, los
sectores representados por las elites, excluyendo a los marginados de la sociedad, los que
no requerían con los requisitos suficiente para acceder a aquella educación.

“LA ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO NACIONAL” – Capitulo 4

“La Constitución de 1853”


La constitución de 1853, fue un decreto de tendencia liberal, que pretendía establecer en
la sociedad argentina, los rasgos correspondientes a la de los países del primer mundo
como Estados Unidos, la cual esta Constitución era un reflejo de la de los “Los padre
fundadores”. Querían implementar un imaginario donde la nación argentina fuera
Republicana, donde la inmigración masiva de sectores de la elite europea, suplantaran a las
sociedades más vulnerables o marginales del territorio argentino. La libertad económica, la
propiedad privada, el trabajo constante y el correcto manejo de la política eran
características de ese decreto tan peculiar que regio en aquel tiempo de formación del
estado nacional.
En el aspecto educativo, la Constitución del 1853, remarco en su artículo nº5 el
concepto a desarrollarse en el país citando: “las provincias debe asegurar la educación
primaria, la administración de la justicia y el gobierno municipal, condiciones bajo las
cuales el gobierno nacional es garante de goce y ejercicio de sus instituciones”
Mientras que en el inciso 16 del artículo 67 señalaba que el Congreso podía “dictar
planes de instrucción general y universitaria”.
El problema del artículo 67 fue que imponía una instrucción general de todas las áreas
pedagógicas, y eso creo cierta controversia porque la educación argentina y principalmente
en los niveles intermedios había una precariedad de su ejercicio. Esto significo que la
educación comenzaría desde los niveles primarios y saltar al universitario dejando un gran
vacía de conocimientos que muchos no podían acceder.

“La republica conservadora”


En el gobierno de Julio Argentino Roca en 1880, Puiggros nos cuenta que inclusive el
sector de la Oligarquía misma se encontraba con complicaciones de entendimiento entorno
al estado y algunos aspectos socios-económicas. Nunca lograron estas facciones entablar
un solo partido político con su respectiva ideología. Sus principios y propuestas fueron
cambiando su ideal mientras transcurría el tiempo y por sobre todo ante el avance de las
potencias europeas que una vez fueron ejemplo a seguir según estos sectores políticos
oligárquicos.
La autora menciona que la misma inmigración que fomentaron los gobiernos liberales
en Argentina, al final terminaron negando su participación en aquella reforma agraria y en
trabajar las tierras que hubiera permitido la competencia de la nación con las del resto del
mundo.
Esto ocasiono que empresas inglesas establecieran sus comercios en el territorio
argentino, desde la creación de ferrocarriles, frigoríficos, las minas y el levantamiento de
muchas estancias en las zonas de mayor demografía o mano de obra.
Todos estos acontecimientos repercutieron también en varios sectores sociales y en el
ambiente de la pedagogía también. Para una modernización del nuevo estado nacional eran
necesarias algunas reformas, aunque por estos ajustes según la autora, fueron solo a
medias, ya que por ejemplo pese al problema con la Iglesia tampoco el Estado se separó de
ella. A diferencia de países como México donde si la Iglesia y el estado se encontraban por
caminos fraccionados o en Uruguay con la Ley del Divorcio, en Argentina esta
secularización fue casi nula, la educación laica en las escuelas públicas también continuaba
como antes.
En México, el referente Benito Juárez y sus políticas pedagógicas fueron contundentes
ante las leyes de aquel país como la obligatoriedad, gratuidad y laicidad de la educación
pública, mientras que Italia y Francia harían lo mismo en sus decretos educativos a inicios
del siglo XX.
Mientras tanto en la Argentina, no existía una base legisladora estable ante la
problemática política de la pedagogía, aunque aun así lograron desarrollar leyes para la
misma, como la Ley de Subvenciones Escolares, que fue una ley que ayudaba
económicamente a las provincias del interior, mediante el tesoro nacional en Buenos Aires.

“La oposición nacionalista católica”


En el primero Congreso Pedagógico del año 1882, los representantes laicos, políticos se
separaron de los preceptos de la Iglesia y esto desencadeno y muchas disidencias a futuro y
conflictos acalorados en el seno eclesial y político.
Según Puiggros, el primer punto en conflicto fue la garantía institucional de la libertad
de los cultos religiosos, al igual que el de la enseñanza religiosa en las escuelas, la Iglesia
misma reclamo aquel derecho al ejercicio de la educación la cual la tuvo desde las
independencias.
Con la aparición del movimiento nacionalista católico, fundando en la ciudad de
Córdoba a mediados del siglo XIX, el movimiento religioso laico quería imponer o al
menos retrotraer aquellas ideas o concepciones religiosas de los primeros años de la
independencia y sus fundadores. Según la autora querían recuperar el monopolio educativo
de las aulas la cual se estaba viendo comprometido y atacado según la visión de los
eclesiásticos y sus seguidores.
Los jesuitas fueron una de las tantas ordenes en este proyecto y su influencia fue muy
arraigada en algunas provincias, como por ejemplo en el año 1860 en Santa Fe, el conflicto
de la secularización fue apaciguada por esta orden y sus semejantes y se mantuvo en el
poder político durante treinta años de la mano de gobernadores a fines a ella. Esta lucha de
los sectores de la iglesia llego inclusive a los establecimientos educativos y desde allí
propagaba ese anti secularismo que lo diferenciaba de las otras tendencias libertarias.
Dependiendo la región o el territorio, los establecimientos religiosos y sus
manifestaciones fueron más o menos voluminosos, que según la autora, en las regiones de
Buenos Aires o el Litoral producto de la constante inmigración hubo un poco más de
tolerancia a todos los pensamientos y concepciones de la época, mientras que en la
Patagonia los salesianos seguían con sus trabajos de evangelización al igual que en el
Noroeste donde fue un poco más extensa y conservadora esta revuelta religiosa.

“LA FUNDACION DEL DEBATE PEDAGOGICO” (Capitulo 5)

“El país entre siglos”


Durante el proceso de Independencia en el territorio argentino, Adriana Puiggros
expuso los diferentes matices del desarrollo educacional establecidos, desde todos los
paradigmas e ideologías posibles según los actores o personajes políticos en sus respectivas
etapas. Esta vez, el análisis de la autora lleva a otra época crucial de la historia Argentina,
nada más y nada menos que los finales del siglo XIX y principios del XX. Época donde
comienzan las olas de Inmigración más importantes de la historia Argentina. Este
acontecimiento va a marcar un antes y después en la educación nacional por varios
motivos que sintetiza Puiggros.
Según el Censo del año 1895, los datos demográficos aproximados de la población
Argentina en aquellos momentos, daban un resultado de 3.995.000 de habitantes en el país
naciente, y con un 25 por ciento de extranjeros, en su mayoría españoles e italianos. Para
luego, en el año 1914, registre un aumento en la población de casi 7.885.000 personas en el
censo anual, de la cual un 35 por ciento era mayores analfabetos. Estas cifras alterarían los
resultados de la educación hasta esos momentos, explayados colateralmente con la Ley
1.420.
El nivel de Analfabetismo en la sociedad fue tendencia y centro de debate en aquellos
años. Ya que según las posiciones políticas regentes, esperaban que a los puertos llegaran
gentes de los países más desarrollados como Gran Bretaña o Alemania, personas con un
alto índice intelectual, político y civilizatorio que se pudieran insertar a la prematura
Argentina e inculcar una nueva mentalidad en la nueva sociedad.
La realidad mostro que aconteció todo lo contrario, ya que esa mayoría de inmigrantes
era de naciones del sur europeo, que huían de guerras y otros conflictos de índole político o
bélico. La población argentina comenzó a interactuar con mentalidades de otras sociedades
como, comunistas, socialistas, anarquistas, ateos, agnósticos, refugiados, e inclusive neo
nazistas. Sumando a ellos, el atributo de que eran personas de las periferias lejanas de las
metrópolis capitalinas o urbanas de Europa. La situación era tan delicada que los
socialistas como Juan B. Busto y Augusto Bunge se encargaron de tratar de corregir esta
problemática de la pedagogía, logrando escribir un informe llamado “La Educación
Pública Argentina: Un país sin Analfabetos.”, donde argumentaron de manera detallada los
puntos en declive en la educación Argentina.
Uno de los máximos teóricos de esa época, Francisco Argerich, escribió aquellos años
una novela polémica y con rasgos discriminatorios, llamado Inocentes y Culpables, donde
según él, la patria vieja fue corrompida y el orden alterado por la inmigración, generando
una desigualdad social sin precedentes para la Elite centralista de la sociedad nueva
argentina, más precisamente en la provincia de Buenos Aires.
Pese a las diversas reuniones entre los grupos del progresismo Oligárquico y las otras
corrientes, jamás se pudo llegar a un acuerdo común sobre cómo debería ser el nuevo
sistema pedagógico en todo el territorio, aunque según ellos, los progresistas, el territorio
solo abarcaba Buenos Aires y alrededores, ya que el interior las políticas eran diferentes
dependiendo el gobernador de turno o ideal político.

“Las corrientes del Normalismo”


Durante todo el proceso pedagógico en la Argentina del siglo XIX y XX, hubo muchas
corrientes que establecieron su respectiva ideología o mentalidad, y en el cómo ejercer la
educación en la sociedad. La Escuela Normal de Paraná, era la cuna de los Normalistas con
varios mentores provenientes de distintas naciones europeas y por sobre todo con ideas
libertarias traídas por la corriente Positivista alemana e inglesa.
Pedro Scalabrini era uno de los tantos maestros que ejercía la docencia de una
perspectiva tan innovadora que según los informes de aquellos años, despertó la vocación
de la docencia por donde lograba moverse. El rol docente cambio de visión durante la
gestión de José María Torres, un español con atributos más de militante político que de
docente, ya que luego fue despedido de su cargo por sus ideas exageradas sobre el
Liberalismo.
El Positivismo Pedagógico elaboro diferentes sistemas organizativos para administrar el
sistema educativo nacional. Esto le permitía reprimir o discriminar el ejercicio de cómo
debería, y quien recibir la educación en el Estado.
Rápidamente, esta corriente comenzó a inmiscuirse en todos los establecimientos
escolares e inclusive en las universidades, donde ocuparían las cátedras principales con
estas nuevas tendencias ideológicas. Referentes como Alfredo Ferreira, José María Ramos
Mejía, Víctor Mercante o José Ingenieros, eran los que exponían el modelo ideal en la
pedagogía Argentina a a través de las concepciones europeas del Positivismo.
La Corriente Normalizadora, y sus ideales pretendieron dar a entender a la sociedad
que eran los idóneos para ejercer la educación en el estado nacional, tomando lo que le
parecía correcto o contradiciéndose en algunos puntos de su imaginario u organigrama
pedagógico. Ejemplo de ello se vería en cómo era necesario enseñar las virtudes Cristianas
en las escuelas para poder así tener el carácter de la Moralidad adecuada en los alumnos en
el orden social y su entorno. Pero avalaban fervientemente al Laicismo individual. Se
consideraban muy Sarmiéntanos, y jamás contradecían una sola idea de aquel mentor que
supo dictaminar las bases de la educación Argentina en esos tiempos.
Rodolfo Senet, otro referente importante de la pedagogía Positivista, impulso un
registro estudiantil donde podían clasificarse y seleccionarse a los aspirantes desde el
diagrama conductivo y comportamiento, logrando una definición de dos resultados
polémicos, entre el alumno Delincuente y el Enfermo, relacionando uno con el otro
inherentemente.
Las clasificaciones escolares marcaron tenuemente una rutina que de a poco fue
aplicándose a la mayoría de las escuelas y principalmente a la escuela Normal del Paraná.
Estas ideas fueron traídas de los ensayos y prácticas de los sistemas educativos
estadounidenses. Víctor Mercante, creo un laboratorio con los elementos materiales
necesarios, para poder obtener en si las medidas experimentales de los aspectos físicos,
mentales, intelectuales y culturales de todos los alumnos de la institución del Paraná.
Otro aspecto importante de la corriente normalizadora, fue la influencia que tuvo por el
Higienismo, corriente médica y sociológica de la época, que daba a lugar a la prevención
de enfermedades habituales de esos años, como la Cólera o la fiebre Amarrilla. Epidemias
que ocasionaron estragos en el continente europeo y diversos lugares. El Normalismo
Positivista rápidamente así como gano adeptos, también tuvieron sectores que resistían a
esta postura ideológica. Los Democráticos-Radicalizados.
Esta nueva posición contraria a la ya conocida y establecida de la época, pretendía
cuestionar todo los aspectos educativos y tendenciosos del positivismo. En todas las
jornadas y reuniones que se lograban realizar cada año, para dialogar sobre el asunto
pedagógico y educacional, siempre esta corriente argumentaba y fundamentaba algunos
conceptos y ejercicios sobre el rol docente y la docencia en si al Positivismo.
Los Democráticos-Radicalizados, influidos por las ideas de Froebel y el Instituto de
Enseñanza Libre de España, justificaban que el sistema educacional positivista era un
sistema selectivo, oligárquico, racista y de alcance limitado para unos cuantos que tenían
los recursos necesarios para acceder a ella. Esta nueva idea o escuela pedagógica logro
expandirse por toda América Latina como una corriente paralela a la otra, con una nueva
oposición con otras ideas como la de enfocarse más en el alumno que en el del docente y
su saber.
De esta nueva postura pedagógica nacería otra con igual similitudes, pero con un
concepto híbrido de ambas tendencias educativas de ese momento, se los denomino Los
Docentes Socialistas. Esta corriente nueva era la unión o tomaba de las otras dos corrientes
pedagógicas, los conceptos que para ellos les era convenientes o aportaban a sus ideales
intelectuales. Por ejemplo rechazaban a los Criollos, como lo hacían los Positivistas, pero
aceptaban al Proletariado Europeo como forma de reivindicar sus orígenes nacionalistas.
Como toda corriente Socialista, rechazaban al Conservadurismo y promulgaban como eje
central de la política el rol del Estado como regulador de todas las áreas de la sociedad.
Promovieron sociedades de educación y bibliotecas públicas, con libros y escritos de sus
máximos referentes como Marx o Comnte.
De todas estas corrientes predominantes de la época, también se encontraban los de
tendencia un poco más radical, denominados como los Educadores Anarquistas. Esta
concepción libertaria promovió la vinculación de las escuelas con organizaciones
mutuales, sindicatos obreros y otros grupos relacionados con la Anarquía. Por estas ideas,
el régimen político del país, persiguió a todo aquel que fomentare estas nuevas definiciones
que los anarquistas querían implementar en la educación nacional.
El conservadurismo mantuvo su hegemonía en el plano educacional y su
administración, no descarto las propuestas de las otras corrientes que también proponían
nuevas temáticas para mejorar la educación y por sobre todo el alcance a todos los
integrantes del territorio argentino.

“Las sociedades populares de la educación”


Las sociedades populares de la educación, fueron asociaciones comunitarias con
procedencia de otras mismas comunidades populares similares de la línea de las Juntas
Protectoras de la educación. Estas sociedades se fundaron con la llegada de los primeros
inmigrantes durante el periodo de la mitad del siglo XIX y su presencia en aquellas épocas
fue de tal relevancia que se le dedico una parte de texto en la promulgación de la Ley
1.420. Se constituyeron en diversas divisiones y grupos, como las perteneciente al
colectivo de inmigrantes de determinada nacionalidad, anarquistas o socialista también
denominados la Sociedad Luz, colectivos barriales o municipales llamados Protectora de
los Niños, los Pájaros de Belgrano, también creadas y promovidas por el Consejo Nacional
de Educación con el objetivo de inculcar la educación en los sectores más vulnerables de la
nueva sociedad.

“El debate de las revistas”


A mediados del siglo XX, el papel periodístico e informativo fue esencial para el
ámbito pedagógico, ya que también en el imaginario de los mentores de la educación no
excluyeron la forma de expandir las formas de ejercer la labor docente y la temática
educativa. La revista “Los Anales de la educación Común”, fundada por Domingo
Faustino Sarmiento en el año 1858 y publicada hasta el 1872, fue la precursora de las
demás revistas oficiales de las décadas siguientes.
Los positivistas también desarrollaron su compendio periodístico llamada “La Escuela
Positiva” en funcionamiento durante los años 1895 y 1898. Alfredo Ferreyra publicaría la
“Nueva Escuela” en los años 1892 y 1894. Los docentes de la ciudad de Paraná publicarían
la revista Sarmiento, y “El Normalista” difundida en los años 1887 y 1889.
“El movimiento reformista”
El Movimiento Reformista, fue el movimiento que se caracterizó por actualizar el viejo
sistema pedagógico clerical tradicional que algunas instituciones comprendían en esos
momentos, como por ejemplo en la Universidad de Córdoba. Según Puiggros, la sociedad
Argentina era una sociedad reducida, donde los docentes ejercían sus clases tanto en las
escuelas secundarias como en las universitarias. Era natural que tarde o temprano se
incentivara a una reforma educacional conveniente para todos.
La reforma educacional estaba constituida en tres pilares fundamentales, la autonomía
universitaria, la libertad de cátedra y el cogobierno. Sus raíces y pensamientos provenían
de los educadores democráticos del siglo anterior. Este movimiento quiso imprentar un
libre pensamiento ligado a lo científico y pragmático de los hechos, y dejar de lado las
ideas conservadoras establecidas desde las Colonias.
El movimiento reformista nacida en la ciudad de Córdoba en el año 1908, se propago
rápidamente por toda América Latina con referentes en cada nación como en el Perú, a
cargo de Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, o en la misma Cuba a
cargo de Julio Antonio Mella, director del movimiento reformista que daría origen al
Partido Comunista de ese país.

“DEL YRIGOYENISMO A LA DECADA INFAME” (Capitulo 6)


“La lucha entre los nuevo y lo viejo”
A fines de la década de 1920, el Positivismo se encontró en un retroceso pedagógico
sin precedentes por las constantes innovaciones educativas de otras sociedades con sus
diversos pensamientos. También aquellas nuevas ideas o sistemas caerían en una laguna
inactiva de sus ejercicios por el conflicto a nivel global que marco aquellos años, la
Primera Guerra Mundial.
La lucha entre las nuevas ideas y las viejas podrá observarse en como el sistema
pedagógico escuela-trabajo eran prácticamente abandonados. Las Elites formaban
profesionales y no trabajadores, y la disconformidad no tardó en llegar a los docentes y
administrativos. El ministro Salinas no supo direccionarse entre elegir la orientación
clásica y la científica-practica que reclamaban los docentes en ese tiempo específico.
También la relación entre los docentes y los gobernantes iban de mal a peor, ya que los
docente reclamaban una mejora laboral en todos los ambientes que ejercían, y se sumaría a
que el presidente del momento, Marcelo Torcuato de Alvear, representante del
Radicalismo, se aliaria con el Conservadurismo nuevamente y colocaría personal
administrativo a legislar los estatutos educativos. Las gestiones de Alvear y Antonio
Sagarna fueron objeto de críticas por la mala administración del sistema educativo, por la
escasez presupuestaria y el mal estado de los establecimientos de enseñanza.
A todo estos hechos, representantes del sistema pedagógico de la década anterior, como
José Rezzano, Líder de la Escuela Nueva, y Clotilde Rezzano, Directora de la Escuela Nº5
de la Normal, funcionarios del Consejo de Educación, intentaron institucionalizar ideas
innovadoras que pudiera crear algún efecto paliativo sobre la problemática del momento.
Esta reforma tenia conceptos del pedagogo norteamericano John Dewey, que era el de
aplicar un sistema educativo donde se pueda practicar la educación y el trabajo con sus
respectivos talleres y laboratorios, sumado a la diferenciación del campo técnico-
profesional que permitía al aspirante elegir entre qué área estaba más capacitado o era de
su agrado y necesidad.

“Divorcio entre educación y trabajo”


Según el proceso de asimilación cultural de los inmigrantes en el plano laboral, trajo
muchas complicaciones al sistema educacional. En comparación al sistema pedagógico
norteamericano, la pedagogía argentina jamás logro mantener un estatus político-social del
como comprender o atender a la necesidad, imaginativa, intelectual, creatividad o
desarrollo propio, entre otras necesidades.
La educación laboral fue prescindible para todo el entorno social argentino, siendo que
las Oligarquías aprovecharon esto para explotar a los trabajadores deficientes y carentes de
una educación adecuada que les permitiera elegir o tomar decisiones. Se podría observar
como los profesionales mejor posicionados eran hijos de las Elites gubernamentales,
mientras que un estanciero era el típico peón rural que ejercía sus trabajos manuales sin
poder recriminar alguna necesidad básica para ello.

“El golpe de gracia al liberalismo pedagógico”


Durante el segundo gobierno de Irigoyen, las malas políticas de Alvear se hicieron
eco del mismo y esto todavía se podía sentir en el ambiente educativo, con los gobiernos
burocráticos o la mala administración como herencia de ello.
El ministro De la Campa tampoco aportó soluciones y sumó a la inconformidad
generalizada la introducción de un nuevo programa que, lejos de traer una buena solución,
era hiperutilitario y ramificaba la enseñanza primaria, provocando el peligro de que se
crearan circuitos desiguales de escolarización. El programa, llamado “Escuelas de Nuevo
Tipo”, se dirigía a niños de 6 a 8 años para formarlos oficios artesanales, rurales y urbanos.
Se criticó duramente aquella experiencia, rechazando la educación laboral temprana y
optando por una educación básica más general. En el transcurso de los años 1916 a 1930
existieron importan picos descendentes, la situación escolar básica de los sectores
populares mejoraron durante las administraciones radicales.
Según los datos del Censo que nombra Adriana Puiggros como fuente, en el año 1914
en el país habían 7.885.237 habitantes, de los cuales 1.485.785 tenían entre 6 y 14 años y
863.290 estaban inscriptos en la escuela primaria, es decir el 58% sobre la población
escolar. Había 26.689 maestros y 7.575 escuelas. En 1925 la población total era de
10.079.876 y el grupo de 6 a 14 años llegaba al 70%, había 43.663 maestros y 10.058
escuelas. En 1932, sobre una población total de 11.846.655, 2.239.117 tenían entre 6 y 14
años; el porcentaje de inscripción en la primaria se mantenía prácticamente igual. También
se calcula 53.838 maestros y las escuelas eran 11.125. El analfabetismo, según el padrón
electoral, había bajado de 35% en 1916 a 21% en 1930, los analfabetos eran el 17% de los
enrolados para el servicio militar en 1914, el 19% en 1925 y el 13% en 1932. Pero ningún
sector reconocía aquellos progresos, ya que en la observancia cognitiva los resultados eran
otros según estas fuentes.

“La lucha ideológica de la educación”


La educación práctica y técnica en la Argentina fue un producto de las reformas de
algunos liberales progresistas que intentaron la industrialización del país, esto era un
proceso a la inversa de lo que había sucedido en los países centrales. En Inglaterra, las
escuelas técnicas o prácticas surgieron como una necesidad y consecuencia de su
Revolución Industrial. Ésta no se había producido en Argentina, razón por la que, las
escuelas de esta orientación no progresaron más allá de la creación de las Escuelas de
Artes y Oficios, dentro del Sistema Educativo Nacional, en la década de 1880 y de la
Escuela Industrial de la Nación, en 1898, y las escuelas alternativas de socialistas,
anarquistas y sindicalistas.
En sus comienzos, el Colegio Libre de Estudios Superiores habían albergado también a
intelectuales nacionalistas como Carlos Ibarguren. Pero pronto las aguas se fueron
separando entre liberales y pro fascistas. Las diferencias entre espiritualistas laicos y
marxistas pasaron a segundo lugar ante el avance del nacionalismo católico y el
corporativismo. Los intelectuales, los políticos y la opinión pública identificaban cada vez
con más fuerza al nacionalismo con el fascismo y al liberalismo con el desprecio por lo
propio y la "europeización" de las ideas. Como consecuencia, términos liberales como
democracia, libertad, escolanovismo y reforma, eran rechazados por quienes identificaban
el amor a la patria con el hispanismo y el nacionalismo católico.
Al mismo tiempo Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y un grupo de intelectuales
provenientes del radicalismo rechazaron la credibilidad de las posturas de su partido y
confluyeron con nacionalistas que avanzaban hacia posiciones democráticas, como el
historiador nacionalista Atilio García Mellid. Fundaron FORJA (Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina). Este complicado damero constituye un nudo significativo
de especial importancia para entender el papel de los intelectuales en la organización del
campo política-cultural y pedagógico fundador del proyecto educativo peronista.
Todo este proceso ideológico pedagógico, fue moneda corriente en la década del 30
hasta la llegada de Perón. Se diseñan, aunque no se promulgan, una nueva ley de educación
común e instrucción primaria, media y especial y un reglamento de clasificaciones,
exámenes y promociones. En 1940 el Consejo Nacional de Educación aprueba un dictamen
de su Comisión de Didáctica que expresa la necesidad de reforzar el patriotismo, dados los
peligros que acechan a la libertad, la independencia y la justicia, que deben ser defendidas
con la vida y por la fuerza.

EL PERONISMO – Capitulo 7
“El Escenario”
Al iniciar el Peronismo con su llegada en el año 1946, con las elecciones de aquel año,
los sectores que habían votado a la Unión Democrática, partido político que representaba la
Oligarquía Conservadora, comenzaron a preocuparse con lo que sucedería en la educación
Argentina a partir de ese momento. Con el arribo de un nuevo mandatario totalmente
contrario a los ideales e intereses que afirmaban defender, temieron que aquel circuito
pedagógico pudiera alterarse para otros fines.
En la Iglesia Argentina, de tendencia también conservadora, se sintieron siempre más a
fin con los principios franquistas, aunque el conservadurismo nacional no se sentía
representado con otras ideologías como el fascismo o el nazismo. Esto llevo a que los
representantes del nacionalismo Católico, comenzaran a observar cómo deberían
desenvolverse ante el nuevo sistema educacional que Perón pretendía reformar.
Bajo esta brecha, las dos corrientes políticas más predominantes y nacionales como el
Radicalismo y el Peronismo, comenzaron a friccionarse ante el conflicto dubitativo del
saber realmente que propósito tendría Perón con la actividades educativa en el país. Los
socialistas, al igual que los demócratas progresistas formaron bloques con muchísima
injerencia en la profesión docente, la cual defendían que la educación debía ser estatal,
laica, obligatoria gratuita al igual que la reforma universitaria bajo la misma línea.
Según Puiggros, los vestigios del régimen militar del año 1943, dejó como herencia
funcionarios ultra nacionalistas durante el primer gobierno de Perón, la cual era predecible
o al menos se podía conjeturar a grandes rasgos que métodos estarían vigentes en el
sistema educativo nacional, que según la autora, sería una emulación de autoritaria o de
regimiento típico de la mentalidad militar. Esto desencadeno la oposición de la mayoría de
la población que tenían una necesidad grande de aprender oficios, capacitaciones operarias,
empleos genuinos, cursar carreras técnicas, la mujeres también querían adquirir una
educación adecuada que les permitiera ejercer alguna profesión decente con respecto a los
varones, e inclusive que empresarios de algunos sectores también exigieran mano de obra
capacitada y que la única salida para ello era la educación de las personas idóneas para
esos cargos. Pero la cultura elitista, muy arraigada desde décadas pasadas logro obstruir
estos procesos que Perón al principio quería instalar a largo plazo. El peronismo al
principio le costó interactuar con algunas de las tantas ideologías o métodos de distintas
visiones políticas que estaban participes también en el dogma educativo, como los
socialistas, la izquierda, los normalistas, liberales entre tantas. A todo esto Puiggros
sintetizaría este conflicto en una frase, “El sistema educativo argentino vivía una crisis de
crecimiento”.

“Las relaciones con la Docencia”


En la década peronista, el ambiente docente se encontraba con muchas problemáticas y
situaciones que retrasaban el ejercicio educativo de los aspirantes, las demandas de algunas
necesidades no pasaran desapercibido por Perón. Uno de los problemas a resolver el
sistema reglamentario de elección de los docentes a los cargos, mediante la antigüedad,
experiencia, o un sistema que genere estabilidad en los cargos mismos. La autora resume
estas quejas en la necesidad de una revalorización, recalificación y reubicación de los
educadores que se encontraban en situación de marginalidad. También los reclamos de los
docentes iban a los sectores más desfavorecidos, como los discapacitados o personas en
situación de calle. Por esa razón en los primeros años del peronismo, la ley educacional
1.420 quedo suspendida por esa posición anti laicista de los dirigentes del Ministerio de
Educación.
Las dificultades y vicisitudes que afrontaba el cuerpo docente se prolongó un periodo
más producto también de que no tenían una organización nacional o representantes fijos
quien pudiera llevar los reclamos e inquietudes de los mismos. El gobierno peronista
mantuvo su pedagogía anti normalista creando también el sindicato oficialista docente
UDA (Unión de Docentes Argentinos), hasta que en el año 1954 se promulga el “Estatuto
del docente argentino del General Perón”, abarcando a todo el globo de la docencia
argentina.

“Un Plan Nacionalista Popular”


Según Adriana Puiggros, considera a Jorge Pedro Arizaga como el autor del programa
educacional del primer gobierno de Perón, y que estuvo acompañado durante el también el
primer proyecto económico denominado Primer Plan Quinquenal. Esta reforma reformulo
una imparcialidad en las concesiones pedagógicas de cada sector del país, uniendo
idealismo y materialismo bajo un solo estandarte democrático, y que considero que la
educación debería ser un derecho general de todos y no solo de un pequeño sector
favorecido. Este programa se destacó por la abertura que dio a los sectores más marginales
carentes de la oportunidad de una enseñanza factible y digna.
Según los datos que publica la autora, en 1947 un informe expuso que ingresaron a 1º
Grado 773.117 aspirantes, culminando el sexto grado con tan solo 66.552, solo un 86 por
ciento del número principal de ingresantes. Resaltando también las 13.000 escuelas y los
67.000 docentes esparcidos por todo el país y principalmente en la provincia de Buenos
Aires. Esta falencias se debieron a la ineficacia de los sistemas normalistas positivistas y
liberales que nunca supieron entender la necesidad básica que debería poseer una nación
emergente. Puiggros define este carácter del programa Arizaga en una sola frase,
“Intentaba alejarse del nacionalismo católico y del liberalismo normalizador”. Aunque
Arizaga jamás descarto la enseñanza religiosa en las escuelas, ya que esto también servía
como apoyo moral de las masas.
Uno de las innovaciones del programa de Arizaga era la modalidad de capacitación en
las escuelas técnicas, que contenía un año de estudios y un perfeccionamiento de dos años
más. La educación técnica era gratuita para todo el sector obrero trabajador, y de otros
sectores laborales como la artesanía y empleados que distintas profesiones.
A primera vista, las observaciones permitieron ver, que aspectos se destacaron más en
este programa durante aquel plan Quinquenal, como la unión entre la educación practica
teórica y técnica del sistema educacional, la gratuidad de la misma encargándose de regular
también la calidad de los estudiantes, el servicio de la enseñanza era gratuito tanto en las
universidades como en los niveles primarios y secundarios.
En síntesis, la autora nos da otra definición concreta de aquel programa durante el
primero gobierno de Perón durante su primer Plan Quinquenal, aunque este extracto figura
como lema de dicho programa establecido:

“Popularizar la universidad y difundir la cultura universitaria”


(Página 104. Capítulo 7, El Peronismo)

CONCLUSION
Para finalizar, Adriana Puiggros expone que a lo largo de sus investigaciones en el ámbito
educativo, puede la autora concluir que el proceso pedagógico en América, tuvo
divergencias y contradicciones en los aspectos más que nada relacionados a la política y la
mala administración de las mismas y que muchas veces llevo al retraso de la enseñanza en
la población en comparación a otros países del primer mundo conocido. Las mentalidades
de superioridad entre una raza o etnia y la otras desde el proceso de Conquista hasta tiempo
después de las Independencias es uno de los factores esenciales de aquel retraso donde
producto de ello, sublevaron conflictos sociales de identidad y derecho. Las luchas entre
las clases sociales fue determinante en todos los periodos de esos quinientos años
transcurridos, desde el “mayor genocidio de la historia” por parte de los españoles, hasta
“los ineducables indígenas y guachos” por Domingo Faustino Sarmiento, sería una de las
tantas razones de la problemática pedagógica que le toco afrontar al territorio americano, y
que los errores de ayer todavía pueden repercutir en el hoy.

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