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LOS CONCEJOS DE LENA Y ALLER: Territorios de paso para quedarse.

Situados en el sur de la zona central del Principado, en la Montaña Central


Asturiana, el rasgo geográfico que define estos dos Concejos es su relieve sumamente
accidentado. La definición del Concejo de Lena como área de montaña queda
justificada si consideramos su elevada altitud media: un 64% de los 314 kilómetros
cuadrados de su superficie superan los 800 m de altitud. Sin embargo, la estratégica
situación de este concejo, paso obligado hacia La Meseta, ha hecho que por él pasen las
principales vías de comunicación tanto históricas (Vía de la Plata y Camino de
Santiago) como actuales (autopista del Huerna, N-630, ferrocarril), haciendo bueno su
slogan turístico de “Puerta de Asturias”.

Por su parte, el concejo de Aller, además de su carácter extremadamente


montañoso, es su vinculación a la tradicional minería del carbón, en crisis desde la
década de los 80, su otro rasgo definitorio.

Comparten un territorio que se articula en tres espacios: el sector frontal o de


Cordillera, frontera natural con la provincia de León, el sector longitudinal o de cordales
y entre éstos los valles de los ríos Huerna, Pajares y Aller. Valles y montañas de gran
belleza cuyo mejor ejemplo es el macizo de Ubiña, situado en el extremo SO del
concejo de Lena y que, tras los Picos de Europa, es el segundo en importancia del
Principado y declarado Paisaje protegido.

Un entorno con un clima húmedo y templado que únicamente se endurece con


las zonas de mayor altitud y un paisaje que alterna extensas praderias con bosques
autóctonos que sirven de refugio a una rica flora y fauna. Si a estas condiciones
naturales añadimos unos valiosos vestigios arqueológicos que hoy son testigos de la
dilatada historia de estos concejos hallaremos los motivos por los cuales los concejos de
Lena y Aller han apostado por un desarrollo del sector turístico como elemento que
dinamice su economía.

El inicio de la actividad humana en estos territorios puede situarse hacia el final


del cuarto milenio, con la aparición de los primeros grupos de agricultores y ganaderos,
que fueron los constructores de tumbas monumentales: túmulos y dólmenes, única
huella de estos primeros pobladores que ha llegado hasta nosotros. El conjunto
dolménico de La Cobertoria, en la divisoria de Lena y Quirós está formado por tumbas
con cámara pequeña, de planta subrectangular. Otro ejemplo de estructuras funerarias
de tipo dolménico se encuentra próximo al pueblo de Boo, en el cordal que separa Aller
y Lena, son los megalitos de El Padrún o Cantu les Cruces. Tras estos exponentes de un
entorno Neolítico, un largo período de tiempo ocupado por el desarrollo de la
metalurgia, del cual no quedan poblados ni tumbas, nos conduce hasta la cultura
castreña. No faltan en la zona restos documentados de sus poblados, los castros. Este es
el entorno que los romanos encontraran cuando ocupan el territorio astur, en el último
cuarto del s. I a. C.

Cuando los romanos invaden la Península Ibérica, en el año 218 a. C., también
aquí, como en el resto del Imperio, construyen una red de calzadas y puentes que
comunicaban los distintos territorios y facilitaban el tránsito de las legiones. Esta red
viaria fue durante siglos la principal en todo el territorio peninsular. Muy importante fue
la llamada “Via Lata”, “vía ancha”, en latín. Unía Mérida con Astorga y por el Norte se
extendía hasta Gijón. Es la ruta que hoy conocemos como Vía de la Plata y cuyo trazado
sigue casi exacto la N-630, proporcionando al viajero que transita por ella la posibilidad
de descubrir un notable legado romano.

Una de las entradas de la Vía de la Plata en el Principado cruzaba la Cordillera


Cantábrica para descender por el cordal de La Carisa, que separa los concejos de Lena y
Aller, pasaba por Campomanes, Vega del Ciego, Pola de Lena, Villallana, Ujo, Mieres ,
llegaba a Oviedo a través del Puerto del Padrún y Olloniego continuando hasta Gijón,
donde entraba por el barrio de La Calzada, que aún conserva el nombre que alude a la v
calzada romana.

En Vega del Ciego se encuentra la Villa Memorana, una villa romana con restos
de estancias rectangulares rematadas por un corredor. Fechada entre los siglos I y V d.
C., en elas se descubrió el único mosaico romano completo encontrado en Asturias y
que se guarda en el Museo Arqueológico de Oviedo. También en el concejo de Lena, a
la entrada de Campomanes se encuentra el puente romano de Briendes.

Por lo que se refiere al concejo de Aller, es segura la utilización por los romanos
del Puerto de la Vegarada como otro punto de paso a través de la Cordillera. No faltan
huellas en el concejo de una cierta romanización aportadas por la epigrafía y la
numismática. La lápida votiva dedicada a Júpiter que se guarda en la sacristía de la
iglesia de San Vicente de Serapio es la más completa de Asturias en su tipo

Tras el afianzamiento del reino astur, obra del rey Alfonso II (entre finales del s.
VIII y principios del IX), que establece su residencia en Oviedo, la corte se embellece
con la construcción de palacios, baños, iglesias, monasterios, edificaciones que dan
lugar a la aparición de un nuevo estilo arquitectónico, el Arte Prerrománico Asturiano.
Joya del mismo es la iglesia de Santa Cristina de Lena, declarada Patrimonio de la
Humanidad en 1985, se encuentra en Vega del Rey, cerca de Pola de Lena, en lo alto de
una colina que domina un impresionante paisaje de montañas, prados y valles. Su planta
tiene forma de cruz y consta de una única nave abovedada y rectangular, con cuatro
cuerpos rectangulares adosados a cada uno de sus muros y orientados hacia los
respectivos puntos cardinales. En su interior destaca el iconastasio, estructura vertical de
arcadas que separa el altar del resto del templo y que se encuentra en ningún otro templo
de Asturias. De época visigoda ( 2ª mitad del s. VII) es el cancel, pieza de piedra tallada
que esta situada a los pies del arco central. Muy cerca, aprovechando el edificio de la
antigua estación de la Cobertoria, se encuentre el Aula del Prerrománico con paneles
informativos y animaciones informáticas de los monumentos de este estilo
arquitectónico.

El traslado de la Corte a León influirá de forma negativa en todos los aspectos


del desarrollo de la región astur, ya de por si aislada por la propia orografía. Las iglesias
son las únicas construcciones románicas conservadas. Destinadas a atender pequeñas
comunidades monásticas y núcleos rurales o ligada su construcción al desarrollo del
Camino de Santiago, son sencillas y de marcado carácter rural.

Es el caso de San Vicente de Serapio, el monumento más destacado del concejo


de Aller y declarado Monumento Histórico-artístico. Se encuentra a un kilómetro de
Serrapio, sobre una planicie y en la ruta de peregrinación que unía León con Oviedo.
Fue levantado a finales de s. XII, sobre otra iglesia prerrománica, del s.X, que a su vez
se había construido sobre un castro de época romana. Su cabecera la forman tres
capillas, la central con ábside semicircular y pintura románicas restauradas. Esta parte
del templo es la que mejor conserva el estilo románico ya que el resto del edificio fue
reformado entre los años 1880 y 1886.

También conservan restos románicos las iglesias de San Juan el Real, en Llamas,
la más antigua del Concejo de Aller junto con San Vicente de Serrapio y San Juan del
Río Mera, en Santibáñez de la Fuente, construída entre los s. XII y XIII, aunque sufrió
reconstrucciones posteriores. Es un templo medieval interesante, de factura
tardorrománica y gótico rural (en la portada, s. XV-XVI). Conserva, además, restos de
pinturas e interesantes tallas románicas, góticas y barrocas. Situado en uno de los
ramales del Camino de Santiago, fue asilo de peregrinos. Al lado de la Iglesia hay un
antiguo tejo que forma parte del patrimonio natural de Aller.

En Soto de Aller se alza la Torre de Soto (s. XI). Perteneció a Don Pedro Díaz
de Aller, tío de Doña Jimena, esposa del Cid Campeador. Reconstruida en los siglos
XIV y XV, sólo se conserva parte de los muros de la torre, donde destaca el
característico remate almenado.

Cerca de la Torre de Soto encontramos el Santuario de Miravalles, una capilla


barroca del s. XVIII donde se venera la Patrona de Aller, una imagen gótica de la
Virgen con El Niño. Según la tradición, en este lugar se detenían a descansar los
peregrinos hacia Santiago. También este lugar, por su simbólico emplazamiento, fue
elegido por los alleranos para declarar la guerra a las tropas napoleónicas, en l808.

El patrimonio histórico-artístico del concejo de Aller cuenta además con


destacados ejemplos de la arquitectura popular y señorial. En El Pino, Casas de la Torre
y del Patio y Casona del Corralón. En Casomera la Casa del Escribano, del s. XVII, con
corredor de madera tallada y escudo heráldico. En Bello, Pelúgano, Piñeres, Boo,
Caborana, Cabañaquinta, se pueden admirar ejemplos de la arquitectura señorial y rural
asturiana.

Otro ramal de la Ruta del Interior del Camino de Santiago se adentraba en el


Concejo de Lena por el puerto de Pajares, el paso natural más transitado de toda la
región a lo largo de su historia. Cumbres elevadas, praderas y bosques de hayas
conforman un paisaje que acompaña al peregrino en su descenso hasta el valle del río
Pajares. Las pequeñas poblaciones de las laderas: Pajares, Flor de Acebo, La Romía,
Navedo y Las Puentes atendían a los peregrinos. Tras el ascenso a las Herías y la
posterior bajada a Campomanes, cuya calle principal recorre el Camino, la siguiente
parada es Pola de Lena, capital del Concejo y primera de las villas por las que discurre
el Camino del Interior, tuvo hospital de peregrinos y actualmente dispone de albergue.
Situada en el centro del concejo, fue una de las polas o pueblas más importantes del
período medieval, concesión que le fue hecha por el rey Alfonso X, en el s. XIII. Se
pueden encontrar en esta localidad algunos rincones que guardan sabor tradicional,
como el barrio de La Caleya , con hórreos, abrevaderos, fuentes, corredores y galerías
acristaladas. No faltan tampoco edificios de interés como la casa natal del poeta y
comediógráfo Vital Aza del s. XVIII, la casa de don Vicente Regueral, frente al
Ayuntamiento o las casas con galerías acristaladas. El Ayuntamiento es de estilo
montañés, el más abundante entre los estilos contemporáneos y al que también
pertenecen varios chalets y edificios de viviendas.

Campomanes, cruce de caminos por donde pasaron el Camino Real, El Camino


de Santiago y la Carretera de Castilla, y que vive a la sombra del viaducto de la
autopista del Huerna, conserva un interesante patrimonio. En el centro del pueblo se
encuentra la Capilla del Santo Cristo (s. XVIII), con un bonito pórtico. La iglesia
parroquial de Nuestra Señora de las Nieves es una fundación románica totalmente
reconstruida en el s. XVIII. A la entrada de Campomanes se encuentra el Palacio de
Revillagigedo, con puerta central moldurada y flanqueada por pilastras, balcón de
grueso almohadillado y torre adosada de tres plantas. A sus pies, el puente romano de
Briendes.

En Puente los Fierros se encuentra el barrio de Les Puentes. El conjunto de Les


Puentes, situado en la margen derecha del río Pajares, lo forman un grupo de
edificaciones del s. XVIII que ha sido declarado Monumento Histórico-artístico. El
principal edificio es la iglesia de San Martín, su amplio pórtico de madera está sostenido
por columnas toscanas y una airosa espadaña con doble hueco en el campanario realza
la portada. La antigua casa rectoral, rehabilitada no hace mucho, se levanta al lado de la
iglesia. Su planta es rectangular y en su fachada alargada se abren varios huecos
adintelados: la puerta, un balcón y cuatro ventanas. Históricamente se utilizó como
albergue de peregrinos y hoy es una vivienda particular. Un puente de un solo ojo y
perfil realzado en el centro sirve de acceso a este conjunto sin igual en todo el concejo.

A sólo unos metros, entre Les Puentes y Puente los Fierros, se encuentra la
capilla de San Bartolomé, un pequeña construcción que data del período medieval y que
se encuentra en pleno Camino de Santiago.

Si desde Campomanes nos adentramos en el Valle de Huerna, Prémio Príncipe


de Asturias al Pueblo Ejemplar, en l998, descubriremos un interesante patrimonio en
pueblos como Zureda con un gran número de paneras y hórreos entre los que sobresale
el “hórreo de Maruxina”, que data de 1514, y cuenta también con variadas casonas
rurales. Muy cerca, en El Valle, núcleo de turismo rural, se encuentra el palacio de los
Mendoza (s. XVIII), con la capilla de San Julián a su lado. En su interior puede
contemplarse un buen retablo barroco. Muy cerca de El Valle se encuentra la capilla
del Breu que fue antiguo hospital de viajeros. En Jomezana, además de la Iglesia de San
Pedro ( siglos XIV al XVII), pueden admirarse la Casa de los Bárcena, cuya
construcción sigue el esquema tradicional de la comarca, y la casona solariega de El
Corralón.

Ambos concejos añaden a su indudable riqueza natural y cultural, la hospitalidad


de sus gentes, invitando todo ello a disfrutar además de una rica gastronomía que
coincide en lo fundamental con la del resto de Asturias ( el pote, las carnes roxas o de
caza, las truchas,...) aunque con algunas especialidades como el pan de escanda de
Jomezana o Zurea, en Lena, o la estrella del postre allerano, el panchón.

Como en el resto de Asturias, por los pueblos de estos dos concejos son
numerosas las fiestas. Se centran fundamentalmente en actos religiosos, baile regional,
“puya del ramu” de pan de escanda y la típica romería asturiana. Sin embargo algunas
de sus fiestas destacan por sus peculiares manifestaciones folklóricas. Es el caso del
Antroxu, fiesta de carnaval en Asturias que en Lena se inicia la noche del martes de
carnaval con la Cencerrada de los Zamarrones que piden el aguinaldo por las calles de
La Pola. La fiesta de San Antonio, en Piñeres, el último domingo de agosto, con el
tradicional juego de la bandera o “toreo del santu”. O San Martín, en Moreda,
organizada por los Humanitarios de San Martín el 11 de noviembre y declarada de
Interés Turístico Nacional.

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