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Como mencionábamos en sesiones anteriores, las llanuras aluviales, hacen parte del conjunto de
geoformas y de formaciones superficiales que pueden ser explicados por factores de la dinámica
externa (viento, agua, glaciares, hombre)
Se indica que para periodos relativamente cortos (décadas o siglos), los ríos transportan en las llanuras
aluviales sólo una pequeña fracción del sedimento total depositado a lo largo del valle. En tales casos,
la mayor parte de la formación sedimentaria que conforma la llanura aluvial no se halla afectada por los
procesos fluviales actuales y esto nos indica un registro geológico de la llanura mucho mas antiguo y
nos permite descifrar la dinámica y los cambios fluviales a escala temporal de varios miles de años. De
hecho, las llanuras aluviales se pueden considerar como sistemas especialmente proclives al registro de
los cambios rápidos de variables independientes, como el clima o la actividad humana.
Como parte del sistema de transferencia, las llanuras aluviales constituyen la respuesta a los procesos
morfogénicos de la montaña y a los propios procesos generados en la llanura. Las llanuras aluviales se
definen como sistemas de agradación (por sedimentación) resultante de la deposición de los sedimentos
procedentes de los sistemas montañosos y, secundariamente, de los sedimentos erodados de las
formaciones epicontinentales dentro de las depresiones mismas.
En Colombia, las características básicas de las depresiones son los sistemas morfogénicos relacionados
con los sedimentos epicontinentales, los piedemontes y las llanuras aluviales. Algunas características se
relacionan con pendientes inferiores a 3 grados, climas cálidos evapotranspiración alta, formaciones
aluviales heterométricas clasificadas en capas, niveles freáticos altos, baja velocidad de las corrientes y
divagación. La profundidad de los cauces mayores y menores es, en general, inferior al espesor de los
sedimentos aluviales; es decir, la energía de la red de drenaje no es suficiente para disectar
completamente las formaciones aluviales. Esta dinámica es cambiante en función de los cambios
bioclimáticos o nuevas fases en el levantamiento tectónico que refuerzan la capacidad de disección para
formar niveles diferenciados de terrazas.
Para hablar del origen de las llanuras aluviales es necesario hablar, en el caso Colombiano, de la fase
orogénica pre-andina (comienzos del Terciario), las cordilleras y las depresiones se hallaban
diferenciadas, y por tanto ya existía la condición estructural de las llanuras, sin embargo, fue con el
levantamiento de la fase orogénica Eu-andina que las cordilleras y serranías ganaron en altitud y se
diferenciaron de las depresiones.
Esto, acompañado del potencial hidrogravitatorio generado, desencadenó la formación de los sistemas
fluviales de los cuales hacen parte las llanuras aluviales.
Adicional a esto, en los últimos 1,5 millones de años se produjeron 5 grandes glaciaciones y otras 5
interglaciaciones. Estos periodos glaciales generaron un descenso general del nivel marino, en virtud de
que el exceso de agua que formó las masas de hielo provino de los océanos.
En los periodos interglaciares (cálidos), el ascenso del nivel de base dio origen a un relleno por
acumulación en los cauces exhondados durante la etapa glacial.
En ese sentido, los ríos que construyeron llanuras aluviales cercanas a las costas marinas resultaron
controlados en su actividad por las variaciones del nivel de los mares acaecidas durante el Cuaternario.
Ahora bien, la construcción de la llanura aluvial se hace mediante el depósito de sedimentos que las
corrientes organizan en terrazas (varios niveles), cubetas de inundación y diques u orillares (Fig. 10-5)
Y que lateralmente pueden dar paso a los valles coluviales.
Habitualmente los términos llanura aluvial y llanura de inundación se utilizan de forma equivalente,
siendo este último el más conocido en la bibliografía al uso, como floodplain, y que se puede definir
como una franja relativamente plana del terreno que bordea un río y que es inundada durante los
caudales altos.
Su formación responde a una compleja interacción entre procesos fluviales de erosión y sedimentación,
que dependen de la capacidad del río y el tipo de sedimento disponible y, en general, se admite que su
formación comienza con un proceso de incisión de las redes fluviales en el paso del Pleistocenos
superior al Holoceno. Es decir, se trata de una zona que en teoría puede ser ocupada completamente por
un evento extremo de inundación y además conserva en superficie rasgos de la geomorfología fluvial
como antiguos cauces, barras, cicatrices de acreción, etc.
Estas condiciones varían además a lo largo de todo el valle y también durante todo el periodo de
formación de la llanura afectando por igual a la llanura y a su elemento más importante, el cauce.
Se trata además de un sistema lo suficientemente activo y sensible, como para identificar las
consecuencias de la intervención del hombre en el medio. Precisamente, las llanuras aluviales albergan
una riqueza natural muy codiciada por el hombre, sobre todo en zonas semiáridas como es la zona de
estudio. La disponibilidad hídrica, la fertilidad de los suelos y la presencia de extensos yacimientos de
áridos naturales de alta calidad, resultan en una confluencia de usos e intereses económicos, que casi
siempre se salda con el deterioro del sistema fluvial.
Por definición, las llanuras aluviales son en gran parte inundables por desborde, encharcables por lluvia
y son áreas de permanente renovación de suelos por aluvionamiento.
Ya en
Pero fue con el levantamiento de la fase orogénica Eu-andina que las cordilleras y
serranías ganaron en altitud y se diferenciaron de las depresiones. Esto, acompañado del potencial
hidrogravitatorio generado, desencadenó la formación de los piede-
montes. Como período de ganancia de potencial hidrogravitatorio esto ocurrió desde
el Mioceno, yel mayor levantamiento en el Plioceno
El ascenso tectónico de los ambientes montañosos, se traduce en un descenso relativo del nivel de base
y en el predominio de un periodo erosivo. La nivelación subsiguiente del relieve y el relleno de los
valles y cauces, puede interrumpirse con una nueva elevación, situación que también genera terrazas
llamadas tectónicas. Las terrazas que derivan de la alternancia de crecidas (acumulación) y bajantes
(erosión) se denominan climáticas. La crecida de un río puede responder a un exceso de pluviosidad
sobre su cuenca, al aporte de agua de deshielo en la época estival, o a ambos procesos.
La altillanura por ejemplo fue en gran parte una llanura aluvial de desborde en el Pleistoceno.
Actualmente se encuentra separada del drenaje de la cordillera Oriental por el río Meta. Esto significa
que la red de drenaje es autóctona ya que se desarrolla en la altillanura misma.
Esta definición es válida para diferenciar la llanura holocena de las terrazas, generadas durante el
Pleistoceno. También es aplicable en aquellos casos en los que la alta tasa de sedimentación entorno al
cauce genera una franja aluvial más elevada que el resto de la llanura (Bridge, 2003) y en ríos menores
con elevadas tasas de renovación de sus depósitos.
El término que mejor se ajusta en estos casos es el de llanura aluvial holocena o simplemente llanura
aluvial. Ésta a su vez puede englobar una llanura de inundación propiamente dicha, con las
características citadas anteriormente.