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La naturaleza del hombre según los hombres del Renacimiento es de esta manera activa, en
comparación con la de los animales, que es pasiva pues no hacen otra cosa que lo que marcan el
entorno y sus instintos y las Leyes del Mundo; en el hombre su voluntad ha hecho que cambie su
entorno para aproverchar sus recursos y ha hecho sus propias Leyes de sus Propios Mundos. <<El
hombre puede ser lo que quiera>>, se dijo hace ya quinientos años. Es una frase de dos filos. Es una
frase que hay que reflexionarse. En el siglo XXI permanece fresca y vigente: seguimos en la era del
individuo, el mundo está en manos de unos desconocidos pero innegables individuos, lo que vale es la
autorealización del individuo.
La cultura, nos dice Villoro, se hace con <<conocimiento racional de las leyes naturales para
poder dominar sus efectos>> y con <<fuerza transformadora>> que sale de la razón, es decir, con
Studium y Virtus [3]. El Renacentista Leonardo Da Vinci da otra dupla para referir que el hombre es
dueño de su entorno: se vale del ojo como <<símbolo de la contemplación intelectual y la mano como
instrumento de trabajo>>[4]. La cultura es eso que nos separa de los animales. Algo que también nos
separa de los animales es que entre hombres y mujeres hay reglas. El deber seguirlas o no es algo moral
y lo moral es algo también exclusivamente de los humanos. Hoy día, se percibe cierta tensión porque no
solo somos extraños a los animales sino a la naturaleza misma y digo esto porque estamos destruyendo
al planeta Tierra. Según la lectura pareciera que en el Renacimiento aún se sentía esta gallardía y
potencia asociada a los grandes animales y a la vida: fuerte como un león, soy una montaña, etc. Y así
Luis Vives en su <<fábula del hombre>> desata de manos al hombre de la edad media y lo invita a
representar en este teatro de la vida a animales , humanos y dioses por igual [5].
El autor afirma que en el siglo XVIII, un siglo que sin pérdida de generalidad puede llamarse aún
Renacentista o heredera del Renacentismo, hombres y mujeres rompen esas ataduras que había con el
antiguo régimen (feudalismo, amos y esclavos, dioses y esclavos), y también quieren romper con las
ataduras hacia el otro. Eso hace que surjan incluso distintos tipos de cultura: una personal y otra
colectiva: lo que el autor llama cultura subjetiva y objetiva, respectivamente [11].
Con la relectura del artículo, nos damos cuenta que el hombre ha escrito la Historia con una
especie de velo llamado espítiru objetivo, ese deber ser que está más allá del individuo, que se
institucionaliza, del que creo no se puede escapar porque de lo que se habla es de la Libertad y la
Igualdad. Aunque la Historia no tiene que escribir de espíritus sino de los hechos de hombres y mujeres.
La cultura del hombre no es solo la lucha contra la naturaleza sino también contra las otras culturas de
los hombres, y bien dice el autor que la función de la Ciudad, pues lo moderno es la punta de lanza de
esta lucha, es ser un lugar adecuado para estas luchas: el hombre contra lo otro y el hombre contra el
otro.
Referencias:
[1] Villloro, Luis (1992). El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento. Fondo de Cultura Económica, p. 25.
[4] Idem.
[8] Simmel, George (2001). El individuo y la libertad. Ensayo de crítica de la cultura. Las grandes urbes y la vida del espíritu.
Revista de estudios sociales, (10), p. 107. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81501013
[10] Idem.