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I.E.

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE ZIPAQUIRA


Área de Filosofía 2022
Docente Elsa Estrada Luque

PARA QUE SIRVE LA FILOSOFÍA


Lectura 3 grado 9.
Podríamos hablar durante horas acerca de los beneficios de vivir con sabiduría, pero antes
debemos darle una razón, una explicación a dicha palabra.
Durante siglos hemos buscado explicaciones; hacemos preguntas desde nuestros primeros
años, todo nos resulta una incógnita y nos emociona saber, descubrir. Está en nuestra
naturaleza, en cada uno de nosotros, sin distinción de razas ni elites sociales. Esto es ser
filósofo, amar la sabiduría, buscarla y hacerla vida. No alcanza solo con estudiar y buscar
respuestas si no se llevan a la práctica. La práctica de la filosofía es lo que nos ayuda a vivir
plenamente, no dejando que ningún estado, circunstancia ni persona alguna nos
condicione y, menos aún, nos quite esa sed de conocimiento.

No olvidemos que la sabiduría no se posee, no es de nuestra propiedad, jamás dejamos de


aprender. Si creyéramos que somos poseedores de la sabiduría, no seríamos filósofos;
seríamos ignorantes con algo más de información que otros, incapaces de superarnos,
asumiendo sin filtro todo lo que nos llega de fuera. Parte de ser filósofos es ser humildes,
solidarios. La filosofía nos orienta en nuestra búsqueda, es nuestro bastón, nuestro guía,
nuestro mapa de vida. La filosofía es, o debería ser para poder gozar de su magnificencia,
SABIDURÍA + ACCIÓN.

Sin darnos cuenta, en nuestra vida, vamos filosofando, en mayor o menor medida, pero cuando
tomamos conciencia de lo mucho que podría modificar nuestra existencia tener una filosofía de
vida, comenzamos a ser felices. La felicidad nos vuelve libres de tomar lo que el universo nos
ofrece, elegir lo que nos hace bien o mal; tenemos la capacidad de hacerlo y trasladarlo a
quienes nos rodean. De hecho, la filosofía aplicada a la sociedad siempre ha buscado
encontrar fórmulas para aprender a convivir.

Si quisiéramos darle un marco histórico, tendríamos que considerar algunos puntos de vista,
tales como el de Sócrates o Laotze, quienes querían que sus ideas fuesen de utilidad.
Entendían la filosofía como una forma de vivir, como una técnica de la vida interior, no
una disciplina académica, una gimnasia mental; es decir, no solo objeto de estudio, sino
también de aplicación.

La filosofía ha sido considerada, no solo por los antiguos, sino por muchos contemporáneos,
como medicina del alma, porque quizás no otorgue “la sabiduría”, pero favorece un estado
robusto de ánimo para superar las dificultades que se amontonan frente a nosotros. Y qué
mejor aspecto de esa “medicina” que el buen humor, que nos da el juego, la risa, la alegría. La
mejor manera de aprender es jugando.

El humor y la filosofía están construidos con la misma materia, juegan con la mente de una
forma parecida. Esto es así porque la filosofía y el humor proceden del mismo impulso: alterar
nuestra manera de ver las cosas, darle la vuelta a nuestro mundo y desvelar verdades
escondidas, a menudo incómodas, sobre la vida.

El filósofo sabe que todo lo que le rodea lo nutre, lo bueno y lo malo, busca entender el porqué
de las cosas sin trasponer a su vida cada cosa que sucede. No es una víctima del universo
sino un elemento más que lo compone y que tiene la capacidad de cambiar las cosas para sí y
para los demás, llevando a la práctica la filosofía, encontrando respuestas y ofreciendo
soluciones que favorezcan la construcción de sociedades solidarias, felices.

El primer paso para crear nuestra propia disposición filosófica sobre la muerte, la pérdida y el
duelo es apreciar la vida. Vivir en el momento presente es la mejor manera de hacerlo, ser
consciente de lo transitorio, de que todas las cosas cambian, pasan, incluso en cierta forma
mueren.
La filosofía es la voz de una vieja amiga, que, cuando pierdes la confianza en ti mismo o no
sabes cómo salir de una situación en la que te encuentras, te recuerda: “tú puedes”, “tú tienes
en ti todas las posibilidades para salir adelante”. "No nos atrevemos a muchas cosas porque
son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas" (Séneca).
Simbólicamente, la lucha se refiere al desarrollo y a la conquista de la conciencia. Ser
conscientes significa darnos cuenta de lo que estamos haciendo, estar presentes en ello;
significa conquistar nuestro centro. La filosofía despierta a nuestro guerrero interior, que
tiene valor, fuerza de voluntad y espíritu de victoria. Decían los sabios de Oriente:
“Permite que el guerrero crezca en ti”.

El objetivo de la vida de cada persona, de la vida de un hombre sabio, era seguir el camino del
héroe: vivir sus duras pruebas, sus sufrimientos, su toma de conciencia y su transformación.
Eso era lo que le proporcionaba un objetivo espiritual y el mapa de su existencia.
Caminar por la vida sin saber por qué caminamos o qué sentido tiene nuestra marcha puede
hacer nuestro camino mucho más difícil, incluso abandonarlo por aburrimiento, decepción o por
un vacío profundo que no conseguimos llenar con nada, aunque lo tengamos todo. Las
palabras de Nietzsche lo reflejan: “Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar
cualquier cómo”.
Que cada uno consiga su mapa, mental y emocional, porque nuestra vida es el reflejo de lo que
pensamos y sentimos.
Todos aquellos filósofos que dejaron enseñanzas profundas fueron grandes en buen humor y
en humildad, sumado a una nueva mirada al cielo de un mundo mejor, pero con los pies sólidos
en la tierra, seguros, más firmes. Eso nos convertirá en viajeros más buenos, más justos, más
alegres, más felices y con el propósito claro de no dejar morir las alas de nuestros mejores
sueños.

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