Está en la página 1de 28

FILOSOFÍA

“Una vida sin investigación, no es digna de ser vivida”.


Sócrates

El tema de la enseñanza de la Filosofía nos remite de inmediato a cuáles son los


objetivos que creemos debe tener. Es fundamental que quien estudia esta disciplina pueda
tener vivencias filosóficas a través de la reflexión; para ello no deberá limitarse a repetir lo
que otros dijeron, sino que tendrá que ser capaz de plantearse problemas y, a partir del
conocimiento de respuestas ya dadas, pensar las propias – que podrán coincidir o no con
aquellas – y fundamentarlas adecuadamente. Se trata de una disciplina formativa
indispensable para la formación del espíritu crítico.

Filosofía es un término compuesto por dos palabras griegas: philos, que significa
“amor”, “afección” y también “amistad”; y sophía, que quiere decir “saber”, “conocimiento”.
Por tanto, su etimología hace referencia al “Amor a la sabiduría”.

Si bien es cierto que el filósofo es alguien enamorado del saber, que siempre tiene
la necesidad de aprender más y nunca se satisface con lo que sabe, su propósito no es
solamente acumular conocimientos e incrementar datos e información.

Ser filósofo es ser capaz de hacer de la reflexión una actividad central de su vida.
Reflexionar quiere decir mirarse a sí mismo en un gesto de flexión, en un movimiento sobre
uno mismo, un repliegue interior en el que uno se pone frente a sí mismo para observar sus
ideas, opiniones, pensamientos. Por ejemplo, podemos reflexionar sobre el sentido de la
vida y esta reflexión implica un cuestionamiento: ¿qué pienso que es la vida? ¿en qué creo
que consiste la existencia?

Filósofo es el amante del saber y se opone al sabio que sería aquel que posee el
conocimiento. El filósofo es el que desea conocer porque es consciente de su ignorancia.
El sabio, en cambio, no desea saber pues ya posee el saber.

El filósofo es un amante, es fiel a lo que piensa y procura vivir de acuerdo a lo que


piensa. Se compromete con los demás y ama a los demás y pretende que sus ideas sirvan
para ayudar a la mejora de la sociedad.
El filósofo quiere comprender el mundo para ayudar a transformarlo. Acepta vivir sin
soluciones seguras, acepta el riesgo de equivocarse. Su búsqueda es incesante y sabe que
el camino elegido no tiene fin.

Filosofar es desear conocer. Y se desea aquello que no se tiene, aquello que falta.
Hay deseo porque hay carencia.

También podemos entender a la filosofía como sabiduría que surge del amor,
porque amamos la vida y queremos comprenderla, y amamos el mundo, nos interesamos
por él y buscamos un saber que sirva para mejorarlo.

El hombre dentro de toda la creación se relaciona con todo lo demás, y dentro de


esa relación se piensa quien es, para qué está allí, cuál es su propósito. El filósofo es capaz
de ver la totalidad por encima de las partes fragmentadas.

Para realizar este trabajo crítico el filósofo se plantea preguntas. Se trata de


preguntas que los conmueven y que les interesaría responder.

Ante los problemas filosóficos surgen las preguntas filosóficas, es decir preguntas
que tienen un grado muy alto de generalidad sobre cuestiones que afectan a nuestras vidas
y que no pueden ser respondidas satisfactoriamente por las ciencias Son inquietudes que
no podemos dejar de formularnos: ¿Tiene la vida un valor determinado? ¿Hay formas de
vida humana superiores a otras? ¿La realidad es como debe ser o debería ser de otra
manera? ¿Se puede hacer algo para que la realidad sea de otra manera? ¿Puedo conocer?
¿Cuáles son los límites del conocimiento humano? ¿Qué es la fe? ¿Qué es ser humano?

Nadie filosofa todo el tiempo, pero todos filosofamos alguna vez en nuestras vidas.
¿Y por qué nos hacemos esas preguntas tan incómodas y tan difíciles? Porque hay
momentos en que vivir nos resulta extraño, sorprendente. Nos sorprendemos de estar vivos
y nos sentimos seres misteriosos.

No siempre las preguntas que nos hacemos responden a una acción consciente.
Algunas preguntas surgen en nosotros sin que podamos controlarlas a voluntad.
Generalmente, esas preguntas son las que más nos interesan.

La filosofía se considera una forma de sabiduría, una suerte de terapia, en la que


podemos buscar serenidad o consuelo en los espacios de tiempo robados a las horas de
trabajo y a los demás quehaceres de la vida cotidiana.
Aristóteles afirma que el saber filosófico es el más “potente” porque es el
conocimiento de “todas las cosas”, es la “ciencia de lo universal”.

Tales de Mileto se considera el primer filósofo ya que se planteó el problema de cuál


es la sustancia de la que surgen las demás cosas. La originalidad de Tales no se encuentra
en la respuesta, sino en el planteamiento del problema: ¿cómo puede alcanzar el hombre
la verdad sobre la totalidad de las cosas, una verdad que no sea tal porque la cuenta un
mito, sino porque se impone por sí misma al pensamiento?

Origen de la Filosofía

La Filosofía comienza en la Grecia Antigua, en el Asia Menor, alrededor del siglo VII
a. C. Allí se establecieron los jonios, pueblo indoeuropeo que emigró a Grecia alrededor del
2.000 a.C., participaron activamente en la expansión griega y contribuyeron
significativamente al desarrollo de la cultura en la antigua Grecia, principalmente de la
ciencia y el racionalismo, además fueron el primer pueblo de habla griega. La situación
económica en los siglos VII y VI era muy próspera agrícola y comercialmente. Esta
circunstancia, sumada al fluido contacto con la floreciente civilización babilónica y con
Egipto, permitió a estas colonias un gran desarrollo cultural.

Se fundaron grandes ciudades entre las cuales Éfeso y Mileto eran las más
reconocidas. En el siglo VI a. C. se dieron las condiciones óptimas para el desarrollo cultural
en las artes, la literatura y en esa especial forma de pensamiento que se dio en llamar
Filosofía.

Los primeros filósofos se hicieron buscaron respuestas orientadas a comprender la


naturaleza. Entre ellos, cómo los seres vivos se generan y se corrompen, los cambios
cíclicos, la regularidad del movimiento de los astros, lo que los llevó a elaborar
interpretaciones de esa realidad contemplada. Esas respuestas a preguntas por el origen,
el fundamento, el arjé de todo lo que es real.

Estos pensadores respondieron a esas preguntas desde una posición nueva y


diferente a como se lo había hecho a través del mito: en lugar de explicarlo a través de la
acción de los dioses, sus respuestas eran producto de sus propias conclusiones. Se trató
de una nueva actitud frente al conocimiento.
A estos primeros filósofos se los llamó fisiólogos, que se interesaron por la physis
(física, naturaleza)

La Filosofía es el paso del mito al logos.

Los griegos llamaban a la razón, logos, que puede traducirse como pensamiento,
razón, habla, discurso, concepto, palabra, conocimiento; pero el más utilizado es el de
razón.
La historia de la Filosofía tiene sus comienzos hace 2500 años, pero antes de ella
existía una forma de pensamiento mítico: “los mitos”. Las doctrinas míticas pretendían ser
explicaciones del origen del mundo y de los dioses.

Los mitos eran de carácter imaginario, intuitivo, irracional. Eran una pseudosolución
(una falsa solución), anterior a la Filosofía, de los grandes enigmas filosóficos que planteaba
el universo.

Un mito es un relato elaborado por una comunidad para tratar de explicar su entorno.
Hay mitos que pretenden explicar el origen del mundo y otros que pretenden explicar el
porqué de las cosas. En un principio nadie dudaba que los mitos fueran verdaderos. En
estas historias aparecen personajes fantásticos como dioses, semidioses, héroes.

Un mito es un tipo de creencia establecida, que pasa de generación en generación,


de forma verbal-oral, ligado a distintos sucesos improbables y extraordinarios, que dan
veracidad a ese mito.

La mitología griega es el conjunto de mitos y leyendas pertenecientes a los antiguos


griegos que tratan de sus dioses y héroes, la naturaleza del mundo, los orígenes y el
significado de sus propios cultos y prácticas rituales. Formaban parte de la religión de la
Antigua Grecia. Los más conocidos eran Medusa, Caballo de Troya, Apolo y Dafne, Eros-
Afrodita, Minotauro, Edipo, otros.

El pueblo recibía las enseñanzas míticas irreflexiva y crédulamente. Los primeros


filósofos vieron el nacimiento de la Filosofía como el paso del mito al logos, es decir, el paso
del de un saber irracional a un saber lógico, de un saber dogmático a un saber que daba
razones y demostraciones.
Motivos que mueven al hombre a filosofar

Sobre los motivos que originan en el hombre la necesidad de hacer Filosofía, el


asombro es fundamental. Hace Filosofía aquel que posee la capacidad de asombrarse.
Muchas preguntas nacen del asombro porque filosofar es como vivir maravillado, pero no
ante el hecho extraño sino, ante lo cotidiano, por ejemplo ¿por qué sale el sol todas las
mañanas?

Un poco como los niños, el filósofo es aquel que sigue asombrándose de las
pequeñas cosas, que investiga aquello que todos consideran lo más conocido. El hecho de
que haya mundo cuando bien pudo no haber nada es la cuestión más movilizadora para el
hombre. Se trata del asombro ante la vida diaria, ante la existencia. Esto lleva al hombre a
la búsqueda de respuestas.

El extrañamiento como primera actitud filosófica “¿por qué hay algo en vez de
nada?”, representa el hecho de asombrarse de que haya algo frente a la existencia, frente
a la vida.

A través de la Filosofía volvemos a hacer del mundo algo misterioso, algo sobre lo
que vale la pena reflexionar, algo sobre lo que vale la pena hacernos preguntas como si
fuera la primera vez que lo vemos. Se trata de volver a ser niños asombrados, curiosos e
incómodos ante la respuesta facilista.

La duda surge ante la desconfianza de lo que conocemos. Lo que nos parecía obvio
resulta ser falso. La duda aparece entonces, cuando tomamos conciencia de la inseguridad
e incerteza de conocimiento humano. Por eso, ante cada aparente solución surge un nuevo
problema y la posibilidad siempre latente del error.

Las situaciones límite son consideradas como motivo de reflexión. Hay situaciones
en la vida que son idénticas para todos los seres humanos y que no se pueden evitar: como
la muerte, el miedo, el dolor, la culpa, el azar, etc.

La Filosofía que surge de la conciencia de las situaciones límites provoca en el


hombre el impulso de pensar sobre sí mismo, su vida, su relación con su cuerpo, con los
otros y con el mundo.
La muerte, la situación límite por excelencia, impulsa al hombre a hacer Filosofía.
El hombre es el único ser que tiene representación de la muerte. Esto vuelve dolorosa la
existencia humana porque sabemos que de todas maneras vamos a morir.

La Filosofía es reflexionar sobre las cosas, extrañándonos ante lo cotidiano, ante


toda la realidad. Es un medio para comprender las relaciones en las que participamos y nos
afectan. La actitud crítica de la Filosofía permite que a través de la reflexión podamos
replantearnos el mundo, es decir, preguntarnos el porqué de las cosas, cuestionando
aspectos obvios de la cotidianeidad, por ejemplo: ¿qué es el mal? Y así apropiarnos de sus
sentidos.
Los griegos se preguntaban acerca del origen de los fenómenos naturales, como
por ejemplo la lluvia, el crecimiento de las plantas, terremotos, etc., y para dar respuesta a
esto recurrían al mito. Pero para los primeros filósofos, estas explicaciones míticas eran
inadecuadas y por ello consideraron apropiado recurrir al pensamiento racional, es decir
buscar respuestas lógicas, coherentes, razonables y no fantásticas. A partir de este hecho
se conmemora el surgimiento de la Filosofía y gracias a ello el pueblo griego permitió dar
origen a la Democracia (gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía y elige a sus
representantes libremente, a través del voto).

Los griegos llamaban a la razón, logos. Puede traducirse como pensamiento, razón,
habla, discurso, concepto, palabra, conocimiento; pero el más utilizado es el de razón.

Primeros filósofos que se destacaron:

Presocráticos pensadores y filósofos Idea central: respuestas a sus primeros


griegos que precedieron a Sócrates: interrogantes acerca del origen de las cosas.

Thales de Mileto Agua: origen de todas las cosas.


Anaxímenes Aire: materia prima.
Empédocles Materia prima de 4 elementos: aire, agua, tierra
y fuego.
Demócrito Padre de la teoría atómica: decía que todas las
cosas están formadas por átomos.
Pitágoras El componente último y constitutivo del
universo era el número.
Heráclito Observó que en la naturaleza todo cambia, por
tanto: no podemos conocer el mundo.
Parménides Sólo es posible conocer aquello que
permanece siendo siempre lo mismo.
Filosofía y Ciencia

En sus inicios, la Filosofía y la ciencia no estaban separadas como lo están ahora.


Los primeros filósofos se ocuparon de todos los temas del conocimiento. A partir de la
modernidad se da un progresivo proceso de separación entre ciencia y filosofía. El aumento
del conocimiento hizo necesario que los saberes se fueran profundizando y por tanto ir
separándose y fragmentándose en distintas disciplinas.

Cada ciencia investiga una parte de la realidad, formula teorías para explicar los
fenómenos, y pone a prueba las teorías a través de la observación y la experimentación.
Muchas preguntas surgen entonces en relación a cuál es la función actual de la filosofía si
se ha separado de la ciencia.

Similitudes entre ciencia y filosofía:

 Buscan conocer, pero no a través de falsas creencias


 Dan explicaciones racionales y se oponen a las mitológicas infundadas.
 Exigen justificar lo opinado
 Se oponen a los dogmas, prejuicios y supersticiones

Características de la Filosofía:

- La filosofía carece de resultados universalmente válidos. Es una actividad racional


pero subjetiva. Cada filosofo elabora su propia teoría y estas pueden ser
contradictorias entre sí.
- La filosofía no progresa. Hoy podemos leer los filósofos de la antigüedad y retomar
sus aportes para reflexionar y analizar la actualidad.
- La filosofía busca un saber universal. Se interesa por todo y puede estudiar cualquier
aspecto de la realidad humana.

La ciencia:

- Busca respuestas que pueden ser corroboradas y aceptadas por todos los
científicos.
- La historia de la ciencia es progresiva. Todos los científicos de la antigüedad fueron
superados. Las teorías científicas se desechan por otras actualizadas.
- Las ciencias fragmentan la realidad para conocerla. Sus preguntas son acotadas,
se limitan a ese sector que quiere investigar.
Problemas y disciplinas filosóficas

Lo fundamental en Filosofía es la vivencia que podamos tener de su problemática y la


reflexión personal que podamos hacer en la elaboración de respuestas a ella.

Para considerar qué es un problema filosófico, se aclara lo siguiente:

1. Un problema es siempre un interrogante, una pregunta para la que no tenemos aún


una respuesta satisfactoria.
2. Para que sea filosófico:
a) Debe ser un problema significativo para los seres humanos como tales, es decir,
un problema que no sea privado ni trivial (simple, común, sin importancia).
b) Puede coincidir total o parcialmente con interrogantes que se plantean en el
ámbito religioso, artístico, político o científico, pero deben distinguirse de los
interrogantes específicos de cada una de las ciencias.
c) Puede tener que ver con situaciones límite –aquellas que no podemos cambiar
y nos enfrentan con fronteras que no podemos traspasar -, con elecciones de
vida, con lo que sabemos e ignoramos, con las relaciones entre individuo y
sociedad, con lo que debemos y no debemos hacer, con la creación artística,
etc.

Para ordenar estos problemas se realiza una separación en relación con las distintas
disciplinas que se ocupan de ellos dentro del campo común de la Filosofía. Y para saber
qué temas estudia cada uno se propone el siguiente cuadro donde aparece
esquemáticamente el objeto de estudio de cada una de las principales disciplinas
filosóficas:

Disciplinas filosóficas: su objeto de estudio:

DISCIPLINAS FILOSÓFICAS OBJETO DE ESTUDIO

Antropología Filosófica
(anthropos: hombre) El hombre considerado como totalidad (no
exclusivamente en su aspecto biológico o
en su aspecto psicológico, por ejemplo).

Estética El valor belleza, su naturaleza y su relación


con otros valores y con la actividad
(aisthesis: sensación)
artística.

Ética El valor bien, su naturaleza y su relación


con otros valores y con las normas morales
(ethos: costumbre)
que rigen las actividades humanas.

Gnoseología o Teoría del conocimiento El problema del conocimiento: su esencia,


su origen, sus límites; la verdad y los
(gnosis: conocimiento)
distintos criterios para establecerla.

Lógica Los métodos y principios para determinar si


un razonamiento es correcto o no lo es.
(organon: instrumento)

Metafísica Parte de la filosofía que trata del ser, de sus


principios, de sus propiedades y de sus
(más allá de lo físico)
causas primeras.

Epistemología Se ocupa de los problemas de


fundamentos de las distintas ciencias, sus
(episteme: ciencia)
métodos y el valor de la ciencia como
actividad humana.

Tales de Mileto (624 a. C. – 546 a. C.)

Se considera a Tales de Mileto como el primer filósofo de Occidente por haber sido
quien intentó la primera explicación racional a distintos fenómenos del mundo.
En su tiempo predominaban aún las concepciones míticas, pero Tales buscaba una
explicación racional, lo que se conoce como «el paso del mito al logos».

La explicación universal y racional que sostuvo Tales fue que el agua es origen de
todas las cosas que existen, el elemento primero.

Heráclito y Parménides

Se conoce de la personalidad de Heráclito como solitario, arisco y melacólico. FUE


el primero en dar nombre a la unidad de todo lo que existe: logos. Este es el principio de
unidad de todas las cosas, gracias a él la multiplicidad de cosas existentes y su constante
devenir (lo que sucederá o llegará a ser) conforman un todo. El devenir de todo lo que es
se halla gobernado por el logos.

Al igual que Heráclito, Parménides también se dedicó a pensar la unidad de todas


las cosas, a la cual él llamó Ser.

Ser y no ser son contradictorios por excelencia, aunque de algún modo se hallan
presentes en todo. Esta copresencia del ser y no ser constituye el propio rastro de lo
múltiple. ¿Dónde se hallan copresentes de forma más evidente el ser y el no ser? En el
devenir. ¿Qué es el devenir, sino el paso del ser al no ser y viceversa? Pasa el verano y
deja de serlo; después del otoño llega su contrario, el invierno, luego de nuevo el calor de
la primavera permite pasar del invierno al verano.

Heráclito piensa que “todo cambia”, “todas las cosas se mueven y ninguna
permanece inmóvil”; “todo se mueve y nada permanece”; “no es posible entrar dos veces
en el mismo río”, “todo está en movimiento, como si fuera una corriente”.

Todo está en constante movimiento porque el mundo fluye permanentemente. "No


es posible descender dos veces al mismo río ni tocar dos veces una substancia mortal en
el mismo estado”.
Propone un elemento como Arché del universo: el fuego. Para Heráclito, no solo las
cosas individuales salen del fuego y vuelven a él, sino que el mundo entero perece en el
fuego para luego renacer.

Sócrates
Filósofo clásico ateniense (470 a. C.-399 a. C.). Hijo de madre partera. Tenía gran
poder de oratoria y la capacidad de expresión pública. No escribió ninguna obra.
Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos, entre ellos, Platón.
Su más grande mérito fue crear la Mayéutica, que significa “partero de almas” o
también “dar a luz”. La Mayéutica es una técnica que consiste en interrogar a una persona
para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través
de un conocimiento aprendido. Así, aspiraba que sus alumnos pudieran llegar a la verdad
a partir de la luz que en ellos mismos había y que estaba capturada por la ignorancia.
Se oponía a la ignorancia popular y al conocimiento de aquellos que se decían
sabios. El mismo no se consideraba sabio, su frase conocida era “Sólo sé que no sé nada”.
La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en
revisar los que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos. Es
reconocido como el padre de la Filosofía Moral.
Fue acusado de hereje, es decir, de despreciar a los dioses y corromper la moral
de los jóvenes alejándola de los principios de la democracia, porque cuestionaba la forma
corrupta de gobernar en Atenas y así se ganó la enemistad de poderosos.
Murió a los 70 años de edad. Condenado y envenenado con cicuta. Prefirió esta
pena de muerte que el exilio ya que, para un griego, huir era peor que la muerte.
Sócrates luchó contra el relativismo de los sofistas. Fue Sócrates quien los
denominó sofistas en sentido despectivo.
Estos eran sabios viajeros, expertos en retórica (oratoria). Se dedicaban a la
enseñanza del sentido de las palabras, privilegiando las formas del discurso y no las
virtudes morales del orador. Su máxima era que “todo es relativo”, aprendizaje que se debía
al hecho de que viajaban de un lugar a otro, y en los cuales observaron la diversidad de
leyes y de reglas morales que regían los distintos pueblos. A partir de Sócrates, Platón y
otros sabios, se asocia a los sofistas al engaño. Entonces se los define como “aquel que
engaña a las personas, confundiéndolos y persuadiéndolos con argumentos falsos que
aparentan ser verdaderos, y además se presenta ante las personas como un sabio cuando
en realidad no lo es”.

Los sofistas buscaban ganarse la vida engañando y cobraban por hacerlo. No


tenían principios y no se comprometían con la verdad. Eran relativistas, es decir, afirmaban
y daban argumentos de las cosas de acuerdo a su conveniencia. Un filósofo en cambio,
busca la verdad y los fundamentos de las cosas independientemente de su conveniencia y
de los intereses de cada ocasión.
La ética socrática

No existe ningún texto escrito por este autor, porque él pensaba que la filosofía era
un ejercicio que debía realizarse en un momento de reunión, en el que debatan y analicen
juntos.

Sócrates basó su pensamiento en dos afirmaciones fundamentales: la virtud es


conocimiento y nadie obra mal voluntariamente. Él pensaba que cualquier individuo que
sabe lo que es el bien y conoce los valores, necesariamente actúa bien. Según Sócrates,
si mi razón y mi inteligencia saben que algo está mal, es imposible que lo realice. Ejemplo
del fumador. (¿es esto posible?).

Sócrates dirá que creemos que lo sabemos, pero en verdad no. Que es recién
cuando sucede algo grave que se toma conciencia de lo perjudicial que puede resultar
hacerlo. ¿Qué ser humano es capaz de obrar mal sabiendo que eso va a perjudicarlo?
Según Sócrates, todo lo que hacemos lo hacemos pensando que es lo mejor, por lo menos
dentro de nuestras posibilidades (¿será así realmente?). Por otro lado, hacer mal a otro
implica siempre también hacerse un mal a sí mismo, es por ello que surge la culpa.
Platón y la ética

Platón fue un filósofo griego (427 a. C.-347 a. C.) quien escribió los diálogos en los
que aparecía su maestro Sócrates como el personaje principal.

Su “Teoría de las Ideas” plantea que existen dos mundos: uno al que llama mundo
sensible: es el mundo en el que vivimos, donde las cosas son materiales, cambian, nacen,
mueren. Pero además hay otro mundo, al que llama mundo inteligible o mundo de las ideas:
compuesto por ideas; esas ideas constituyen la esencia de justicia, piedad, valentía, bien,
etc.

Por lo tanto, a través del mundo inteligible tenemos acceso de manera pura y
perfecta a estas virtudes y valores que se encuentran allí.

Un mito de platón cuenta que antes de nacer nuestra alma contempló esas Ideas,
pero que, al nacer, pasamos por un río que se llama Leteo (en griego olvido) y olvidamos
lo que vimos antes. Sin embargo, cuando presenciamos situaciones justas o buenas, en
este mundo sensible, recordamos aquellas ideas que experimentamos antes de nacer, las
que siempre nos sirven como modelos para nuestra vida.

La relación de la “Teoría de las Ideas” con el planteo ético se refiere a que hay una
idea que es causa y fundamento de las demás, es la idea del bien. Nuestras acciones en
este mundo se fundamentan en esas Ideas perfectas. Por ello, para Platón nadie puede
obrar como le parezca y justificarse con que cada uno tiene su verdad. Este sería un
argumento relativista (la verdad depende de la circunstancia o el momento).

Para Platón la verdad es una sola y la hemos conocido alguna vez, pero ahora no
la recordamos. La verdad está en el mundo inteligible, que nos provee la idea de bien,
fuente de nuestro obrar bien. Y Platón afirma que quien ha recordado esas ideas y valores
(del mundo inteligible) debe guiar a los demás para que sigan su camino.

“Alegoría de la caverna” de Platón

Unos hombres habían vivido toda su vida dentro de una caverna muy oscura. Sólo
escuchaban ruidos y veían sombras provocadas por la fogata que había allí. Estos hombres
estaban atados por todos sus extremos mirando hacia la pared de la caverna. Lo que veían
era el reflejo de los trabajadores que llevan cosas. No sentían la curiosidad de saber de
donde provenían esos ruidos y las sombras porque era más cómodo permanecer así e
implicaría reconocer que habían vivido en un mundo que no era el real. Allí dentro sólo
veían rocas, oscuridad, sombras y oían ruidos. Un día uno de ellos voltio y vio una luz y se
animó a seguirla. Esta luz que molestaba su vista, lo condujo al mundo exterior y allí su
visión se le anuló por el gran cambio (él no conocía la luz). Pero cuando este efecto pasó,
pudo contemplar la naturaleza y conocer la verdad. Se alegró mucho porque pudo salir de
la sombra en la que se encontraba, de un mundo irreal, en la sombra del error. Este hombre
estaba tan feliz que quiso compartir con sus compañeros esa experiencia y volvió a la
caverna a buscarlos, pero cuando lo hizo los otros hombres sintieron mucha envidia, no
quisieron darse cuenta de que toda su vida había sido un error y lo mataron.

La ética de Aristóteles

Este filósofo fue el primero en escribir un tratado específicamente dedicado a


analizar cómo debemos actuar.

Aristóteles afirma que siempre parece haber un fin al queremos llegar cuando
actuamos. Y expresa que en realidad no son fines realmente, sino que son medios otras
cosas. El único fin que es realmente un fin último es nuestra vida es la felicidad porque, en
definitiva, todo lo que hacemos será para ser felices. Y esto constituye el fin de todas las
acciones humanas.

¿Cómo llegamos a ser felices según Aristóteles? Este autor afirma que lo hacemos
cuando realizamos aquello que nos es esencial, es decir, lo que nos hace ser lo que somos.
Y en el caso del hombre, lo esencial es la racionalidad: tenemos razón o pensamiento. Por
tanto, seremos felices en la medida en que ejercitemos al máximo nuestra razón y nos
dediquemos en esta vida a buscar el conocimiento, la sabiduría, la filosofía, el logos. Pero
como somos humanos, nos distraemos, nos cansamos y nos dejamos llevar por otras
necesidades, nos resulta difícil dedicarnos a la vida racional / intelectual (estudiar,
investigar, adquirir conocimientos y crecer en el bagaje cultural).

Es por ello que Aristóteles distingue entre:

- Virtudes intelectuales o dianoéticas (relativas a la actividad intelectual): saber,


comprender
- Virtudes éticas (relativas a la acción): acción que involucra a otras personas.
Pero nadie es virtuoso porque una vez realizó una acción buena. La virtud se consigue por
medio del hábito: sólo puede aprenderse por medio de la práctica constante de la buena
acción.

¿Qué es la virtud para Aristóteles? Se trata del hábito de elegir el término medio entre dos
posibilidades extremas, que son vicios. Por ejemplo, la valentía, es una virtud que se da
cuando se mantiene un equilibrio entre la cobardía y la actitud temeraria (arriesgada,
peligrosa, sin premeditación). El virtuoso es el hombre que, mediante una práctica
constante, logra elegir el término medio y evita el exceso (exageración) y el defecto
(carencia).

La Filosofía Helenística

Se conoce a este periodo de la filosofía griega como la época del ocaso de un gran
esplendor de la mano del pensamiento idealista de Platón y la plenitud científica con las
investigaciones de Aristóteles. Las circunstancias históricas y tal vez cierto cansancio del
espíritu habían llevado del optimista y confiado ímpetu de conocimiento del mundo exterior
(Ideas y mundo) a un repliegue sobre sí mismo.

Las escuelas filosóficas más representativas del periodo helenístico: cínica,


escéptica, epicúrea y escéptica. Estas humildes escuelas representan una pronunciada
decadencia respecto a los pensamientos platónico y aristotélico. Estoicos y Epicúreos no
construyeron grandes sistemas interpretativos de la realidad.

Las escuelas helenísticas buscaban y anhelaban saber lo necesario para satisfacer


lo que experimentaban como una fuerte necesidad: llevar una vida feliz conforme a la
naturaleza humana. La aspiración y la ambición teóricas dejan paso en ellos a la necesidad
ética. Todo lo que no conduzca al saber existencial o vivencial humano es, lisa y llanamente,
irrelevante. Su preocupación máxima era la existencia humana. Les interesó construir un
modelo de conocimiento sólido que permita discernir lo verdadero y lo falso por la necesidad
de hallar con certeza lo que es bueno para la vida humana.

La Ética epicúrea

EQUILIBRIO DE PLACERES y ELIMINACIÓN DE TEMORES…


Los “filósofos del jardín” se reunían para cultivar la amistad y la Filosofía. Estas dos
eran para Epicuro las claves para conseguir la felicidad. ¿Qué era la felicidad para Epicuro?
Estaba dada por dos factores: la ausencia de preocupaciones (ataraxia) y el placer
(hedoné). Las preocupaciones que se debían evitar era: el temor a los dioses, el temor a
la muerte y el temor al futuro.

Respecto al temor a los dioses Epicuro decía que no valía la pena temerles porque
estaban muy alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras
dificultades y problemas de la vida.

Epicuro consideraba a la muerte un sinsentido puesto que “todo bien y todo mal
residen en la sensibilidad, y la muerte no es otra cosa que la pérdida de la sensibilidad
misma”. También lo argumenta de la siguiente manera: “La muerte, el más horrendo de los
males, en nada nos pertenece, pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando
llegó ya no vivimos. Así, la muerte no va contra los vivos ni contra los muertos pues en
aquellos todavía no está y en estos ya no está más”.

También carece de sentido temerle al futuro, puesto que “el futuro ni depende
enteramente de nosotros ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos
esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni tampoco desesperarnos como si no
hubiera de venir nunca”.

Epicuro diferenciaba tres tipos de deseos:

- Naturales y necesarios: ejemplo tener hambre y comer. Estos son buenos y


permisibles.
- Naturales y no necesarios: ejemplo comer una comida rica, sabrosa.
- No naturales ni necesarios: asistir a una cena pomposa y comer por el simple
placer vano y superfluo (por ejemplo, comer por gula y derrochar comida/bebida).
Este placer, según Epicuro, debe ser evitado porque con el tiempo nos acarrearán
dolor.

Esta filosofía identifica lo natural con lo bueno. Es preciso contentarse con lo


suficiente, acostumbrarse a vivir con poco porque así se disfruta de lo que se tiene y se
evita el dolor de sufrir si se llega a carecer de las comodidades y lujos. Esto prepara al
hombre para lo que le ocurra en la vida (el que es feliz con poco está mejor preparado para
disfrutar de la vida). Ejemplo de los jóvenes de hoy con la tecnología.
No padecer dolor en el cuerpo se equipara a tener el alma tranquila. La virtud que
permite elegir y ordenar los placeres es la prudencia y ella nos permite desechar un placer
si este nos ocasionará un mal futuro, aceptar un mal cuando su consecuencia sea un placer
superior o no caer en la aceptación ciega de un placer si este nos impide la adquisición
posterior de un placer mayor o más elevado.

No se llega a ser feliz por las riquezas, la abundancia de cosas o el poder. Sino que
es el discernimiento de los distintos placeres lo que nos permite acercarnos a una vida feliz
vinculado con la ataraxia: tranquilidad del alma y ausencia de dolor, así como la moderación
de los afectos.

La filosofía epicúrea ha sido una de las más maltratadas y olvidadas. Su afirmación


del placer, su negación de que los dioses intervengan en la vida de los hombres y su
materialismo físico la convirtieron en enemiga del cristianismo y de las corrientes filosóficas
idealistas. El pensamiento de Epicuro es vivaz, atrevido, lleno de contrastes: llega a la
moderación a través del placer, a la alegría a través del temor, al placer mental a través del
materialismo, al respeto a la ley a través del interés propio, a la amistad altruista a través
del egoísmo. Muchos de sus conceptos pueden resultar ascéticos (se dice de la persona
que se dedica a la práctica y ejercicio de la perfección espiritual y lleva una vida modesta y
sobria) oscuros e incluso deprimentes, pero al mismo tiempo suponen una liberación de las
cargas que oprimen y angustian al hombre y llevan a la alegría de la vida sencilla y a la
amistad. En un mundo que comparte circunstancias con el de los tiempos de Epicuro –
globalización, pérdida de sentido de identidad local, caída de sistemas de valores
anteriores, desigualdades…-, la medicina del alma que propuso el filósofo, con sus placeres
moderados, su alejamiento de la sociedad, su renuncia al deseo vano, su énfasis en el valor
de la amistad cercaba y la búsqueda del sosiego del alma, bien podría ser un muro protector
frente a la vorágine que amenaza con arrastrarnos.

La Ética estoica

VIRTUD y MODERACIÓN.

El objetivo de los estoicos es mostrar al hombre el camino para lograr la felicidad.


Esto es posible aun encontrándose en las circunstancias más adversas. Requiere, eso sí,
un esfuerzo. Estos filósofos enseñaban que, para lograrlo, el hombre debe aceptar su
destino con imperturbabilidad y resignación. Cada hombre tiene, para el estoicismo, un
destino inexorable (inevitable, que no se puede modificar), y solo será feliz cuando desista
de todo intento de modificarlo y finalmente lo acepte. Por ejemplo, aceptar aquellas
dificultades y problemas que se nos presenten en la vida y que no quisiéramos tener.

Epitecto dice que hay cosas que dependen de nosotros (nuestras opiniones,
deseos, aversiones, obras) y otras que no dependen de nosotros (nuestro cuerpo, riquezas,
reputación, dignidades) y frente a esto que no depende de nosotros debemos permanecer
imperturbables. Nada debe alterar nuestra tranquilidad de ánimo: “No es invulnerable aquel
que no es herido, sino aquel que no puede ser ofendido y por ese signo se reconocerá al
sabio”.

¿Qué debemos hacer frente a aquellas cosas que no dependen de nosotros? No


desearlas, evitar aferrarnos a nuestros afectos y cosas materiales porque están sujetas al
destino y en cualquier momento éste nos las puede arrebatar (las podemos perder).

¿Cómo debe obrar el hombre frente a su propio fin? La respuesta se infiere a partir
de la siguiente alegoría que propone Epitecto: “En un viaje por mar, cuando el barco se
detiene en un puerto, si tú saltas a tierra para recoger de paso alguna provisión, siempre
deberás mirar hacia el barco, y tener cuidado cuando el piloto te llame, y si te llama
abandónalo todo, no sea que se trabe y te arroje al navío… Lo mismo sucede en la vida,
podrás rodear de cuidados a tus seres queridos, más si el piloto soberano te llama, corre
pronto al barco y abandona todo cuanto poseas sin volver la vista atrás; y si eres viejo no
te separes mucho del navío, por miedo a que te tome desprevenido cuando venga tu
llamamiento”.

¿Y qué dicen los estoicos respecto a la muerte? Que hay que pensar mucho en ella
para no temerle. Llorar por ella es una pérdida de tiempo. Estamos sometidos a que ella
llegue. Por eso es importante tener siempre preparada el alma ante engaños,
enfermedades, problemas o desastres naturales… La última hora, en la cual cesamos de
ser, no realiza por sí misma la muerte, sino que la cumple: llegamos entonces a ella, pero
desde mucho tiempo atrás nos encaminábamos a ella.

Escuelas helenísticas menores: cínicos y escéticos

Los “perroflautas” de la Antigüedad: los cínicos


La tribu urbana perroflautas está conformada por sujetos jóvenes desaliñados y
harapientos (personas vestidas con ropa o trozo de tela roto, sucio y muy gastado), con el
pelo distribuido en rastas bastante sucias, poseen una flauta con la que hacen sonidos de
armonía discutible y acompañados de un perro fiel. Las características escasamente
higiénicas de su triste aseo y limpieza en su indumentaria y peinado expresan una resuelta
negativa a vivir bajo el orden capitalista. Son jóvenes antisistema que optan por procurarse
la subsistencia mediante la exhibición de juegos malabares, números de escupefuegos y
las interpretaciones de flauta.

En el inicio del periodo helenístico, es decir, finales del siglo IV a. C., hubo varios
movimientos filosóficos menores. No construyeron grandes sistemas teóricos. Entre estos,
estaban los cínicos.

En la actualidad existen grupos de personas que comparten características con los


cínicos de la antigua Grecia. Esos grupos actuales son los “perroflautas”.

“Cínico” es tomado hoy como un insulto fuerte, procede del griego “kyon” que
designaba al perro. La adjudicación del nombre a los miembros de esta escuela en nada
hacía referencia al ser amable, sino al carácter poco noble.

Los cínicos aceptaron de buena manera esta denominación, porque al igual que los
perros ellos trataban de ser sinceros y nobles, y aspiraban a satisfacer sus necesidades
naturales, tanto físicas como espirituales, de manera más honesta, con pudor y desapego.

No les interesaba encajar en la sociedad, ni ocupar cargos distinguidos y mucho


menos gozar de prestigio y popularidad. Les traía sin cuidado lo que pudieran decir de ellos
y les caía en gracia lo que se dijera de ellos.

Su aspiración era conseguir un estilo de vida que les permitiera ser autosuficientes
y autárquicos, es decir, no depender de los demás ni estar sometidos a necesidades
evitables. Aspiraban a ser reformistas y deseaban liberar a la sociedad ateniense de falsas
creencias y mitos, de convencionalismos estereotipados y de estructuras de poder
arraigadas en el interior de las personas. Muchos de ellos tenían una actitud hostil con sus
conciudadanos y hasta se comportaban con cierto exhibicionismo provocador y destacados
por sus excentricidades (eran extravagantes, raros, anormales). Además de su
comportamiento extravagante componían sátiras y discursos contra los males y la
corrupción de la sociedad. Tanto las actitudes como las composiciones se caracterizaban
por la desvergüenza, la provocación y la irreverencia.
En realidad, el cinismo filosófico consistió más en un conjunto de actitudes y una
opción de vida que en una doctrina filosófica, las que se resumen en las siguientes ideas:
la civilización es un estado corrupto y degenerado, a pesar de todos los intentos por
disimularlo, y hay que volver a la naturaleza, atender a los impulsos espontáneos y básicos
del cuerpo, y llevar una vida sencilla, libre de aspiraciones nocivas y frustrantes impuestas
por una educación perversa y una fuerte presión social. Si no se está contento con lo que
se tiene al nacer y no se goza con lo imprescindible para mantener esas posiciones innatas,
eso nos conducirá a la frustración y al dolor. Riquezas y todo tipo de bienes materiales,
prestigio, honor, aceptación social (estatus y éxito) son quimeras, engaños e ilusiones que
nos llevan a la desolación.

Los cínicos no compusieron tratados de filosofía ni expusieron ordenadamente sus


ideas. Eran filósofos callejeros que filosofaban viviendo y actuando, y se enfrentaban a su
sociedad fastidiando tanto como podían, a menudo con grosería, con espíritu cómico y
sarcástico. De espíritu subversivo y contestatario, con afición a salir provocar a la calle,
enfrentarse a las convenciones falsas y a la hipocresía de la civilización.

Los escépticos: Ni siquiera sé que no sé nada

El rasgo principal del pensamiento escéptico es la negación de cualquier posibilidad


de conocimiento cierto de la realidad.

Al igual que el epicureísmo y el estoicismo, el pensamiento escéptico no puede


considerarse estrictamente original, ya que reformula tradiciones filosóficas anteriores con
la intención de obtener una ética que permita al individuo alcanzar la felicidad: el filósofo no
es un teórico ni un intelectual ni un científico, sino un sabio que desea vivir bien.

Aspiraban al mismo fin que es la serenidad, pero en su caso, la obtenían de manera


opuesta a estoicos y epicúreos: negar la posibilidad de conocimiento verdadero.

La escuela escéptica ha adoptado una actitud crítica y antidogmática (no acepta las
supuestas verdades absolutas) que ha influenciado en varios pensadores, quienes se
dedicaron a examinar doctrinas que en general se aceptaban sin cuestionamiento.

Se llama escépticos a las personas que dudan o cuestionan las afirmaciones


consideradas verdades o certezas.
Ética de las Filosofías Helenísticas

Estoicos -Aceptación del determinismo a partir del conocimiento del logos cósmico.
-Control de las emociones y de las pasiones. Búsqueda de la impasibilidad
y la serenidad.
-Aspiración a la virtud, entendida como felicidad.
-Intelectualismo moral: la virtud se identifica con el conocimiento.
-Acepta y aun recomienda la participación del sabio en política.
Epicúreos -Individualismo: búsqueda de la felicidad personal
-Hedonismo: preeminencia del placer como criterio de verdad y ético.
-Placer entendido como ausencia de dolor.
-Principio de racionalidad ético: el placer no debe originar dolores futuros.
-No hay entrega a los placeres físicos: estilo de vida prudente y moderado.
-Búsqueda de aponía (ausencia de dolor físico) y ataraxia (ausencia de
desasosiego – intranquilidad).
-Hay que eliminar el miedo a la muerte y a los dioses.
Distinción entre deseos naturales y necesarios, naturales y no necesarios
y no naturales ni necesarios.
-Máxima valoración de la amistad.
-Recomienda apartarse a la vida armónica con un pequeño grupo de
amigos sinceros, y abstenerse de intervenir en política.

Cínicos -Retorno a la naturaleza y desprecio de las convenciones sociales.


-Autosuficiencia del sabio.
-Idealismo y rigorismo morales.
Escépticos -Ante la imposibilidad de conocimiento, se opta por la suspensión del juicio.
-La suspensión del juicio conduce a la serenidad.
-Para evitar parálisis en la vida práctica, se propone un comportamiento
basado en la costumbre y la ley, o en lo razonable y probable, o en la
observación empírica.

La Ética de Santo Tomás de Aquino


Santo Tomás afirma que todo el Universo, incluido el hombre, ha sido creado por un
ser perfecto, eterno, infinitamente poderoso e inteligente. Dios es la causa primera de todas
las criaturas y estas son orientadas, de acuerdo a su propia naturaleza, a la perfección, o
sea a Dios.

Los hombres ¿buscarán su propia perfección tal como lo hacen los demás seres
naturales? No, porque el hombre, por ser la criatura más elevada en la jerarquía natural,
está dotado de libertad, de modo que tenderá hacia su fin último o se apartará de él con
cada una de sus acciones libres. El hombre, el ser creado más importante en el orden
natural, puede decir “no” a su propia perfección, a su fin último, a Dios. Todo hombre busca
la felicidad, pero no todo hombre tenderá a la verdadera felicidad o bienaventuranza, es
decir, a Dios. El hombre, entonces, busca su felicidad en diferentes bienes. Pero para Santo
Tomás Dios es el único que brinda la única y la verdadera felicidad, ya que es un bien
INFINITO E INCREADO.

¿Qué es la libertad? Libre albedrío: depende de una voluntad que, acompañada de


la inteligencia, realiza un acto. Se trata de una libertad exclusivamente humana porque
necesita de la deliberación propia de un hombre para calcular medios apropiados a nuestros
fines. Se llama libertad de ejercicio porque en ella ejerce un poder.

Santo Tomás propone cinco pruebas o vías para demostrar la existencia de Dios:

1. Primera vía: por el movimiento


2. Segunda vía: por la subordinación de las causas eficientes
3. Tercera vía: por la contingencia de los seres
4. Cuarta vía: por los grados de perfección
5. Quinta vía: por el gobierno del mundo

La Ética formal de Kant

Kant expresa que los seres humanos estamos llamados al deber, y que
internamente tendemos a hacer el bien y esto nos da satisfacción y paz de conciencia. Pero
hacer lo que se debe no significa que seamos felices. Para este filósofo no estamos
llamados a ser felices, sino a la obligación. Actuar por deber es, para Kant, hacerlo por
respeto a la ley moral, es decir, de acuerdo a una máxima o principio por el cual se actúa y
que es inflexible ante toda circunstancia: “el deber hacer”.
Para Kant lo único absolutamente bueno es buena voluntad. Para este filósofo la
buena voluntad no es buena “por lo que efectúe o realice” ni tampoco “por su adecuación
para alcanzar un fin que nos hayamos propuesto; es buena solo por el querer; es decir, es
buena en sí misma”.

-Análisis de los tres casos mediante los cuales el filósofo argentino Adolfo Carpio explica la
concepción kantiana de la buena voluntad.

-Diferenciación entre actos realizados por deber y realizados por inclinación:

El hombre no solo es un ser racional sino también sensible, de modo que sus
acciones están determinadas en parte por la razón y en parte por las inclinaciones: el amor,
el odio, la simpatía, el orgullo, la avaricia, el placer, los gustos, etc. así, en el hombre hay
una tensión entre la racionalidad y las inclinaciones, entre la ley moral y la “imperfección
subjetiva de la voluntad”. La buena voluntad se manifiesta precisamente en la tensión o
lucha con las inclinaciones, como una exigencia. En la medida en que ocurre tal conflicto,
la buena voluntad se llama deber.

Kant distingue entre:

- Actos contrarios al deber


- Actos conformes al deber (por inclinación mediata o por inclinación inmediata)
- Actos por deber

Ejemplos de la persona que se está ahogando en el río que ilustran las tres posibilidades.

Actuar por deber es, para Kant, hacerlo por respeto a la ley moral. Y la prueba para saber
si uno está actuando así consiste en buscar cuál es la máxima o el principio por el cual se
actúa: el imperativo al que se ajusta el propio acto. Se pueden distinguir dos tipos de
imperativos o mandatos:

 El imperativo hipotético: “no debo matar si no quiero ir preso”. En estos


imperativos hay una condición (no quiero ir preso) que quiero cumplir con el principio
que sigo. La acción depende de esa condición que se me impone desde afuera.
Entonces no soy totalmente libre porque dependo del cumplimiento de eso exterior.
 El imperativo categórico: es incondicional, objetivo y autónomo.
Independientemente del fin que quieras alcanzar, actúa de tal o cual manera. “Obra
de tal manera que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley
universal”, ejemplo: “no debo matar” y no por las consecuencias que me traiga esa
acción. El imperativo categórico es propio de una voluntad autónoma: determinada
por el deber y la acción cumple con lo que se debe hacer.

El imperativo categórico se diferencia del hipotético en que no depende de ninguna


circunstancia particular para que se imponga su cumplimiento. Como dice Kant: el deber se
impone sin más, porque todo deber es absoluto.

¿Qué es la Antropología Filosófica?

La Antropología Filosófica tiene como propósito conocer al hombre y constituye su


objeto central de reflexión: lo considera integralmente, como totalidad, lo caracteriza en su
relación con su integridad, el universo, el sentido de la existencia, tanto individual, como
histórica y cultural.

Busca comprender al hombre como un ser que vive y sabe que vive. El saber es la
dimensión propia del hombre. Él es el único ser que necesita comprenderse para saber
quién es, quién quiere ser y qué puede realizar.

El hombre percibe su vida como una posibilidad única en la que ganarse o perderse
dependen de sí mismo. Este impulso hacia el saber brota de la conciencia de su propia
finitud.

La Antropología Filosófica realiza un análisis de las características esenciales y


determinantes de lo que significa ser un hombre. Se cuestiona acerca de aquello que hace
que un hombre sea tal, y qué lo diferencia de los demás seres. Busca indagar qué significa
ser un hombre o ¿qué o quién es el ser humano?

Esta pregunta, que es central en la Antropología Filosófica, se relaciona en forma


directa con el tema del significado y el propósito de la vida humana. Como todas las
preguntas filosóficas, ha recibido una pluralidad de respuestas, a su vez, se encuentran
implícitamente incorporadas a modos de vida y se relacionan con determinadas
organizaciones sociopolíticas y con prácticas educativas, por lo que es muy importante que
se puedan hacer explicitar para reflexionar acerca de ellas y someterlas a nuestro análisis
crítico.

Todo lo que el hombre sabe y espera del Universo, todo lo que el hombre cree,
depende de la manera como se ve a sí mismo.
El hombre no puede concebir nada sino a través de su propia concepción.

Es en las primeras décadas del siglo XX, especialmente en el periodo que abarcaron
las dos guerras mundiales, cuando algunos pensadores alemanes desarrollaron
formalmente el problema antropológico. Pero ya los antiguos griegos habían dicho mucho
acerca del hombre.

Platón y Aristóteles realizaron aportes a esta disciplina, pero fue especialmente este
último pensador quien sentó las bases que después no se abandonarían: privilegió la razón
por sobre las demás capacidades del hombre. Nos dice que es ella justamente la que nos
diferencia de los seres vivos.

Pensadores medievales – como San Agustín y Tomás de Aquino – reformularon la


idea de razón y trataron de alinearla con el de la fe, ya que consideraban imperfecta a la
primera.

Hacia el siglo XVI los pensadores consideraban que la razón debía conducir al
progreso. Así la consideraban los siguientes filósofos:

Tomas Hobbes: El hombre está en igualdad de condiciones que sus pares, y esto provoca
rivalidades entre ellos, al punto de volverse enemigos unos de otros. Así surge la discordia
por ser competitivos, desconfiados y solo buscan la gloria personal. El egoísmo humano no
permite producir nada ni progresar.

J. Rousseau: El hombre es el animal mejor organizado, y alguien bueno por naturaleza; por
esto nos habla del hombre natural como del “buen salvaje”. Es un ser despreocupado y solo
desea conservar su vida, no tiene maldad. Pero a medida que se socializa y hace uso de
su razón, va perdiendo esta cualidad, lo desnaturalizan y provocan disturbios en la
convivencia.

En la actualidad no hay concepciones antropológicas unívocas, y existe una gran


diversidad, en consonancia con los avances en el conocimiento científico.

Vivimos en una época que se caracteriza por la ausencia de valores, la indiferencia,


el individualismo, la exaltación del cuerpo y de la juventud, la importancia del “tener” frente
al “ser”, en fin, el mundo Posmoderno, que ha teñido nuestra época de una nueva
antropología pesimista y negativa.
Unidad y dualidad
Esta unidad / dualidad hace referencia a la relación entre cuerpo y espíritu.
La Antropología Filosófica, considera al hombre completo (alma y cuerpo). El cuerpo
es el que le otorga sensibilidad y la posibilidad de existencia en un mundo también material.

Necesidad y libertad
El hombre posee plena libertad para elegir. Por tanto, no es predecible, porque el
hombre es dueño de sus actos y cada uno de ellos es un completo acto de creación libre.
El hombre es su proyecto. Primero existe y recién después determina su esencia,
de acuerdo a sus propias elecciones.
Sin duda, hay aspectos de la vida humana que están sometidos a las leyes de la
naturaleza, ya que posee un cuerpo que participa de ella. Pero su realidad es mucho más
compleja que el mundo físico. Por ello es que la Antropología Filosófica intenta comprender
el sentido de las acciones.

Esencia y Existencia
La existencia es únicamente humana. Existir deriva del latín ex-sistere  sistere
significa mantenerse, estar colocado y ex designa la procedencia, el afuera.
Para Kierkegaard la existencia designa al individuo concreto y único, no como algo
acabado, sino como una tarea a realizar.
Para Heidegger el rasgo fundamental del hombre es su ser abierto, el hombre es
apertura. El hombre no necesita entrar en relación con el mundo: es esa relación. El hombre
es ser-en-el-mundo. La existencia para Heidegger es ese ser-afuera-de-sí que es la
existencia humana, el ser un proyecto, el estar inacabado, ese estar siempre por hacerse,
estar abierto a un mundo.
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser arrojado en el mundo que lo
precede, en un tiempo y en un lugar que no elige, pero vive en un mar de posibilidades que
lo hacen inmediatamente libre.
Todo ser humano se encuentra en este mundo sin haber pedido nacer y sin haber
elegido a su familia. Pero a partir de ese momento todo lo que sigue es su elección. Nada
de lo que el hombre hace está predeterminado. Es tal como se concibe a sí mismo, razón
por la cual es el único responsable de su existencia, el hombre está “condenado a la
libertad”, dice Sartre; lo que significa que todo el tiempo estamos eligiendo y no puede ser
de otra manera; aun cuando decidamos no decidir, y que otro lo haga por nosotros.
Todo hombre se elige a sí mismo y cada cosa que hace es parte de su proyecto
subjetivo; por tanto, va conformando su vida de acuerdo a sus propias decisiones.
Su único carácter es el de la libertad. El hombre es el único responsable de lo que
haga con su vida. Esta conciencia de libertad y ante la obligación de hacerse a cada paso,
generan en el hombre el sentimiento de angustia. Esta es natural para el hombre y ocurre
porque en esa decisión debemos deliberar qué está bien y qué está mal. Y esto siempre
conlleva responsabilidad: hacerse cargo de sus actos. Es la conciencia del desamparo, del
vacío, de la responsabilidad de tener que decidir qué hombre queremos ser. Ya no hay
destino que nos libere de tomar decisiones, ni de responsabilidades.

Persona

Persona proviene del latín persōna y significa máscara de teatro.


La noción de persona, tres notas que la caracterizan y se relacionan entre sí:
1. Singularidad: persona designa lo que tienen de único. Es siempre irrepetible.
2. Autonomía: la persona es libre, tiene la facultad de decidir sobre sus actos y, en
consecuencia, debe ser responsable de ellos.
3. Apertura: esta característica tiene dos aspectos;
- la persona y su modo de ser inacabado: la vida es un proyecto permanente.
- la persona y su modo de ser abierto: vive en relación consigo misma, con los
otros y con el mundo, y esto la constituye como tal.

El sentido de la vida
La existencia es un hecho que implica una particular forma de ser-en-el-mundo, que
el hombre en tanto proyecto no permanece inmóvil en él, sino que es un ir-siendo, en una
permanente huida de sí mismo y a eso es lo que se llama vivir.
Preguntar por el hombre, es una pregunta por la identidad. La pregunta por la
identidad es la pregunta por la vida del hombre.
Hablar de lo humano no supone una estructura fija y dada. Es conveniente preguntar
¿quién es el hombre? En su respuesta está contenida la identidad y responder a la pregunta
por un quién es contar una historia. Ya no se da una definición, sino una identificación. La
identidad en sí misma es una narrativa.
Construcción del proyecto de vida

Un psiquiatra y filósofo austríaco de origen judío, Viktor Frankl, quien recibió


influencias del pensamiento existencialista y creó la logoterapia, pudo sobrevivir a un campo
de concentración nazi, pero perdió a toda su familia en él. Esta experiencia tan traumática
le permitió concluir que, a pesar de todo, el hombre puede siempre dar un sentido positivo
a su vida, apelando a su espiritualidad. En 1945 publicó un libro titulado El hombre en busca
de sentido, en el que rescata, de su terrible experiencia de lucha, el descubrimiento de una
serie de mecanismos propiamente humanos para aferrarse a la vida y no elegir el suicidio;
se trata de la capacidad humana de dar sentido a la vida. Esto relacionado al concepto
voluntad de sentido, es decir el impulso de todo hombre de encontrar un fin, una motivación,
un sentido a enfrentar situaciones que la vida le propone, y que son difíciles de atravesar.
Si esto falla, se cae inexorablemente en una profunda depresión.

Viktor Frankl dice también que a lo largo de la vida van cambiando las situaciones
que vivimos, nuestra capacidad intelectual, nuestras emociones y la forma de relacionarnos.
Es decir, nuestro yo cambia, y lo que denominamos mundo va cambiando poco a poco en
el tiempo. Y esta relación irá cambiando a lo largo de la vida.

A medida que crecemos y actuamos de acuerdo a nuestras necesidades y


posibilidades, vamos desarrollando nuestro proyecto vital. Este proyecto, que es nuestra
vida misma, va teniendo nuevos objetivos e incluye a ciertas personas cercanas a nosotros.
El proyecto es tan vital y dinámico como la vida misma, porque nuestra vida es nuestro
proyecto. “Proyectar” significa en su sentido filosófico “poner adelante”, “tirar hacia
adelante”.

También podría gustarte