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Filosofía es un término compuesto por dos palabras griegas: philos, que significa
“amor”, “afección” y también “amistad”; y sophía, que quiere decir “saber”, “conocimiento”.
Por tanto, su etimología hace referencia al “Amor a la sabiduría”.
Si bien es cierto que el filósofo es alguien enamorado del saber, que siempre tiene
la necesidad de aprender más y nunca se satisface con lo que sabe, su propósito no es
solamente acumular conocimientos e incrementar datos e información.
Ser filósofo es ser capaz de hacer de la reflexión una actividad central de su vida.
Reflexionar quiere decir mirarse a sí mismo en un gesto de flexión, en un movimiento sobre
uno mismo, un repliegue interior en el que uno se pone frente a sí mismo para observar sus
ideas, opiniones, pensamientos. Por ejemplo, podemos reflexionar sobre el sentido de la
vida y esta reflexión implica un cuestionamiento: ¿qué pienso que es la vida? ¿en qué creo
que consiste la existencia?
Filósofo es el amante del saber y se opone al sabio que sería aquel que posee el
conocimiento. El filósofo es el que desea conocer porque es consciente de su ignorancia.
El sabio, en cambio, no desea saber pues ya posee el saber.
Filosofar es desear conocer. Y se desea aquello que no se tiene, aquello que falta.
Hay deseo porque hay carencia.
También podemos entender a la filosofía como sabiduría que surge del amor,
porque amamos la vida y queremos comprenderla, y amamos el mundo, nos interesamos
por él y buscamos un saber que sirva para mejorarlo.
Ante los problemas filosóficos surgen las preguntas filosóficas, es decir preguntas
que tienen un grado muy alto de generalidad sobre cuestiones que afectan a nuestras vidas
y que no pueden ser respondidas satisfactoriamente por las ciencias Son inquietudes que
no podemos dejar de formularnos: ¿Tiene la vida un valor determinado? ¿Hay formas de
vida humana superiores a otras? ¿La realidad es como debe ser o debería ser de otra
manera? ¿Se puede hacer algo para que la realidad sea de otra manera? ¿Puedo conocer?
¿Cuáles son los límites del conocimiento humano? ¿Qué es la fe? ¿Qué es ser humano?
Nadie filosofa todo el tiempo, pero todos filosofamos alguna vez en nuestras vidas.
¿Y por qué nos hacemos esas preguntas tan incómodas y tan difíciles? Porque hay
momentos en que vivir nos resulta extraño, sorprendente. Nos sorprendemos de estar vivos
y nos sentimos seres misteriosos.
No siempre las preguntas que nos hacemos responden a una acción consciente.
Algunas preguntas surgen en nosotros sin que podamos controlarlas a voluntad.
Generalmente, esas preguntas son las que más nos interesan.
Origen de la Filosofía
La Filosofía comienza en la Grecia Antigua, en el Asia Menor, alrededor del siglo VII
a. C. Allí se establecieron los jonios, pueblo indoeuropeo que emigró a Grecia alrededor del
2.000 a.C., participaron activamente en la expansión griega y contribuyeron
significativamente al desarrollo de la cultura en la antigua Grecia, principalmente de la
ciencia y el racionalismo, además fueron el primer pueblo de habla griega. La situación
económica en los siglos VII y VI era muy próspera agrícola y comercialmente. Esta
circunstancia, sumada al fluido contacto con la floreciente civilización babilónica y con
Egipto, permitió a estas colonias un gran desarrollo cultural.
Se fundaron grandes ciudades entre las cuales Éfeso y Mileto eran las más
reconocidas. En el siglo VI a. C. se dieron las condiciones óptimas para el desarrollo cultural
en las artes, la literatura y en esa especial forma de pensamiento que se dio en llamar
Filosofía.
Los griegos llamaban a la razón, logos, que puede traducirse como pensamiento,
razón, habla, discurso, concepto, palabra, conocimiento; pero el más utilizado es el de
razón.
La historia de la Filosofía tiene sus comienzos hace 2500 años, pero antes de ella
existía una forma de pensamiento mítico: “los mitos”. Las doctrinas míticas pretendían ser
explicaciones del origen del mundo y de los dioses.
Los mitos eran de carácter imaginario, intuitivo, irracional. Eran una pseudosolución
(una falsa solución), anterior a la Filosofía, de los grandes enigmas filosóficos que planteaba
el universo.
Un mito es un relato elaborado por una comunidad para tratar de explicar su entorno.
Hay mitos que pretenden explicar el origen del mundo y otros que pretenden explicar el
porqué de las cosas. En un principio nadie dudaba que los mitos fueran verdaderos. En
estas historias aparecen personajes fantásticos como dioses, semidioses, héroes.
Un poco como los niños, el filósofo es aquel que sigue asombrándose de las
pequeñas cosas, que investiga aquello que todos consideran lo más conocido. El hecho de
que haya mundo cuando bien pudo no haber nada es la cuestión más movilizadora para el
hombre. Se trata del asombro ante la vida diaria, ante la existencia. Esto lleva al hombre a
la búsqueda de respuestas.
El extrañamiento como primera actitud filosófica “¿por qué hay algo en vez de
nada?”, representa el hecho de asombrarse de que haya algo frente a la existencia, frente
a la vida.
A través de la Filosofía volvemos a hacer del mundo algo misterioso, algo sobre lo
que vale la pena reflexionar, algo sobre lo que vale la pena hacernos preguntas como si
fuera la primera vez que lo vemos. Se trata de volver a ser niños asombrados, curiosos e
incómodos ante la respuesta facilista.
La duda surge ante la desconfianza de lo que conocemos. Lo que nos parecía obvio
resulta ser falso. La duda aparece entonces, cuando tomamos conciencia de la inseguridad
e incerteza de conocimiento humano. Por eso, ante cada aparente solución surge un nuevo
problema y la posibilidad siempre latente del error.
Las situaciones límite son consideradas como motivo de reflexión. Hay situaciones
en la vida que son idénticas para todos los seres humanos y que no se pueden evitar: como
la muerte, el miedo, el dolor, la culpa, el azar, etc.
Los griegos llamaban a la razón, logos. Puede traducirse como pensamiento, razón,
habla, discurso, concepto, palabra, conocimiento; pero el más utilizado es el de razón.
Cada ciencia investiga una parte de la realidad, formula teorías para explicar los
fenómenos, y pone a prueba las teorías a través de la observación y la experimentación.
Muchas preguntas surgen entonces en relación a cuál es la función actual de la filosofía si
se ha separado de la ciencia.
Características de la Filosofía:
La ciencia:
- Busca respuestas que pueden ser corroboradas y aceptadas por todos los
científicos.
- La historia de la ciencia es progresiva. Todos los científicos de la antigüedad fueron
superados. Las teorías científicas se desechan por otras actualizadas.
- Las ciencias fragmentan la realidad para conocerla. Sus preguntas son acotadas,
se limitan a ese sector que quiere investigar.
Problemas y disciplinas filosóficas
Para ordenar estos problemas se realiza una separación en relación con las distintas
disciplinas que se ocupan de ellos dentro del campo común de la Filosofía. Y para saber
qué temas estudia cada uno se propone el siguiente cuadro donde aparece
esquemáticamente el objeto de estudio de cada una de las principales disciplinas
filosóficas:
Antropología Filosófica
(anthropos: hombre) El hombre considerado como totalidad (no
exclusivamente en su aspecto biológico o
en su aspecto psicológico, por ejemplo).
Se considera a Tales de Mileto como el primer filósofo de Occidente por haber sido
quien intentó la primera explicación racional a distintos fenómenos del mundo.
En su tiempo predominaban aún las concepciones míticas, pero Tales buscaba una
explicación racional, lo que se conoce como «el paso del mito al logos».
La explicación universal y racional que sostuvo Tales fue que el agua es origen de
todas las cosas que existen, el elemento primero.
Heráclito y Parménides
Ser y no ser son contradictorios por excelencia, aunque de algún modo se hallan
presentes en todo. Esta copresencia del ser y no ser constituye el propio rastro de lo
múltiple. ¿Dónde se hallan copresentes de forma más evidente el ser y el no ser? En el
devenir. ¿Qué es el devenir, sino el paso del ser al no ser y viceversa? Pasa el verano y
deja de serlo; después del otoño llega su contrario, el invierno, luego de nuevo el calor de
la primavera permite pasar del invierno al verano.
Heráclito piensa que “todo cambia”, “todas las cosas se mueven y ninguna
permanece inmóvil”; “todo se mueve y nada permanece”; “no es posible entrar dos veces
en el mismo río”, “todo está en movimiento, como si fuera una corriente”.
Sócrates
Filósofo clásico ateniense (470 a. C.-399 a. C.). Hijo de madre partera. Tenía gran
poder de oratoria y la capacidad de expresión pública. No escribió ninguna obra.
Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos, entre ellos, Platón.
Su más grande mérito fue crear la Mayéutica, que significa “partero de almas” o
también “dar a luz”. La Mayéutica es una técnica que consiste en interrogar a una persona
para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través
de un conocimiento aprendido. Así, aspiraba que sus alumnos pudieran llegar a la verdad
a partir de la luz que en ellos mismos había y que estaba capturada por la ignorancia.
Se oponía a la ignorancia popular y al conocimiento de aquellos que se decían
sabios. El mismo no se consideraba sabio, su frase conocida era “Sólo sé que no sé nada”.
La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en
revisar los que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos. Es
reconocido como el padre de la Filosofía Moral.
Fue acusado de hereje, es decir, de despreciar a los dioses y corromper la moral
de los jóvenes alejándola de los principios de la democracia, porque cuestionaba la forma
corrupta de gobernar en Atenas y así se ganó la enemistad de poderosos.
Murió a los 70 años de edad. Condenado y envenenado con cicuta. Prefirió esta
pena de muerte que el exilio ya que, para un griego, huir era peor que la muerte.
Sócrates luchó contra el relativismo de los sofistas. Fue Sócrates quien los
denominó sofistas en sentido despectivo.
Estos eran sabios viajeros, expertos en retórica (oratoria). Se dedicaban a la
enseñanza del sentido de las palabras, privilegiando las formas del discurso y no las
virtudes morales del orador. Su máxima era que “todo es relativo”, aprendizaje que se debía
al hecho de que viajaban de un lugar a otro, y en los cuales observaron la diversidad de
leyes y de reglas morales que regían los distintos pueblos. A partir de Sócrates, Platón y
otros sabios, se asocia a los sofistas al engaño. Entonces se los define como “aquel que
engaña a las personas, confundiéndolos y persuadiéndolos con argumentos falsos que
aparentan ser verdaderos, y además se presenta ante las personas como un sabio cuando
en realidad no lo es”.
No existe ningún texto escrito por este autor, porque él pensaba que la filosofía era
un ejercicio que debía realizarse en un momento de reunión, en el que debatan y analicen
juntos.
Sócrates dirá que creemos que lo sabemos, pero en verdad no. Que es recién
cuando sucede algo grave que se toma conciencia de lo perjudicial que puede resultar
hacerlo. ¿Qué ser humano es capaz de obrar mal sabiendo que eso va a perjudicarlo?
Según Sócrates, todo lo que hacemos lo hacemos pensando que es lo mejor, por lo menos
dentro de nuestras posibilidades (¿será así realmente?). Por otro lado, hacer mal a otro
implica siempre también hacerse un mal a sí mismo, es por ello que surge la culpa.
Platón y la ética
Platón fue un filósofo griego (427 a. C.-347 a. C.) quien escribió los diálogos en los
que aparecía su maestro Sócrates como el personaje principal.
Su “Teoría de las Ideas” plantea que existen dos mundos: uno al que llama mundo
sensible: es el mundo en el que vivimos, donde las cosas son materiales, cambian, nacen,
mueren. Pero además hay otro mundo, al que llama mundo inteligible o mundo de las ideas:
compuesto por ideas; esas ideas constituyen la esencia de justicia, piedad, valentía, bien,
etc.
Por lo tanto, a través del mundo inteligible tenemos acceso de manera pura y
perfecta a estas virtudes y valores que se encuentran allí.
Un mito de platón cuenta que antes de nacer nuestra alma contempló esas Ideas,
pero que, al nacer, pasamos por un río que se llama Leteo (en griego olvido) y olvidamos
lo que vimos antes. Sin embargo, cuando presenciamos situaciones justas o buenas, en
este mundo sensible, recordamos aquellas ideas que experimentamos antes de nacer, las
que siempre nos sirven como modelos para nuestra vida.
La relación de la “Teoría de las Ideas” con el planteo ético se refiere a que hay una
idea que es causa y fundamento de las demás, es la idea del bien. Nuestras acciones en
este mundo se fundamentan en esas Ideas perfectas. Por ello, para Platón nadie puede
obrar como le parezca y justificarse con que cada uno tiene su verdad. Este sería un
argumento relativista (la verdad depende de la circunstancia o el momento).
Para Platón la verdad es una sola y la hemos conocido alguna vez, pero ahora no
la recordamos. La verdad está en el mundo inteligible, que nos provee la idea de bien,
fuente de nuestro obrar bien. Y Platón afirma que quien ha recordado esas ideas y valores
(del mundo inteligible) debe guiar a los demás para que sigan su camino.
Unos hombres habían vivido toda su vida dentro de una caverna muy oscura. Sólo
escuchaban ruidos y veían sombras provocadas por la fogata que había allí. Estos hombres
estaban atados por todos sus extremos mirando hacia la pared de la caverna. Lo que veían
era el reflejo de los trabajadores que llevan cosas. No sentían la curiosidad de saber de
donde provenían esos ruidos y las sombras porque era más cómodo permanecer así e
implicaría reconocer que habían vivido en un mundo que no era el real. Allí dentro sólo
veían rocas, oscuridad, sombras y oían ruidos. Un día uno de ellos voltio y vio una luz y se
animó a seguirla. Esta luz que molestaba su vista, lo condujo al mundo exterior y allí su
visión se le anuló por el gran cambio (él no conocía la luz). Pero cuando este efecto pasó,
pudo contemplar la naturaleza y conocer la verdad. Se alegró mucho porque pudo salir de
la sombra en la que se encontraba, de un mundo irreal, en la sombra del error. Este hombre
estaba tan feliz que quiso compartir con sus compañeros esa experiencia y volvió a la
caverna a buscarlos, pero cuando lo hizo los otros hombres sintieron mucha envidia, no
quisieron darse cuenta de que toda su vida había sido un error y lo mataron.
La ética de Aristóteles
Aristóteles afirma que siempre parece haber un fin al queremos llegar cuando
actuamos. Y expresa que en realidad no son fines realmente, sino que son medios otras
cosas. El único fin que es realmente un fin último es nuestra vida es la felicidad porque, en
definitiva, todo lo que hacemos será para ser felices. Y esto constituye el fin de todas las
acciones humanas.
¿Cómo llegamos a ser felices según Aristóteles? Este autor afirma que lo hacemos
cuando realizamos aquello que nos es esencial, es decir, lo que nos hace ser lo que somos.
Y en el caso del hombre, lo esencial es la racionalidad: tenemos razón o pensamiento. Por
tanto, seremos felices en la medida en que ejercitemos al máximo nuestra razón y nos
dediquemos en esta vida a buscar el conocimiento, la sabiduría, la filosofía, el logos. Pero
como somos humanos, nos distraemos, nos cansamos y nos dejamos llevar por otras
necesidades, nos resulta difícil dedicarnos a la vida racional / intelectual (estudiar,
investigar, adquirir conocimientos y crecer en el bagaje cultural).
¿Qué es la virtud para Aristóteles? Se trata del hábito de elegir el término medio entre dos
posibilidades extremas, que son vicios. Por ejemplo, la valentía, es una virtud que se da
cuando se mantiene un equilibrio entre la cobardía y la actitud temeraria (arriesgada,
peligrosa, sin premeditación). El virtuoso es el hombre que, mediante una práctica
constante, logra elegir el término medio y evita el exceso (exageración) y el defecto
(carencia).
La Filosofía Helenística
Se conoce a este periodo de la filosofía griega como la época del ocaso de un gran
esplendor de la mano del pensamiento idealista de Platón y la plenitud científica con las
investigaciones de Aristóteles. Las circunstancias históricas y tal vez cierto cansancio del
espíritu habían llevado del optimista y confiado ímpetu de conocimiento del mundo exterior
(Ideas y mundo) a un repliegue sobre sí mismo.
La Ética epicúrea
Respecto al temor a los dioses Epicuro decía que no valía la pena temerles porque
estaban muy alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras
dificultades y problemas de la vida.
Epicuro consideraba a la muerte un sinsentido puesto que “todo bien y todo mal
residen en la sensibilidad, y la muerte no es otra cosa que la pérdida de la sensibilidad
misma”. También lo argumenta de la siguiente manera: “La muerte, el más horrendo de los
males, en nada nos pertenece, pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando
llegó ya no vivimos. Así, la muerte no va contra los vivos ni contra los muertos pues en
aquellos todavía no está y en estos ya no está más”.
También carece de sentido temerle al futuro, puesto que “el futuro ni depende
enteramente de nosotros ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos
esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni tampoco desesperarnos como si no
hubiera de venir nunca”.
No se llega a ser feliz por las riquezas, la abundancia de cosas o el poder. Sino que
es el discernimiento de los distintos placeres lo que nos permite acercarnos a una vida feliz
vinculado con la ataraxia: tranquilidad del alma y ausencia de dolor, así como la moderación
de los afectos.
La Ética estoica
VIRTUD y MODERACIÓN.
Epitecto dice que hay cosas que dependen de nosotros (nuestras opiniones,
deseos, aversiones, obras) y otras que no dependen de nosotros (nuestro cuerpo, riquezas,
reputación, dignidades) y frente a esto que no depende de nosotros debemos permanecer
imperturbables. Nada debe alterar nuestra tranquilidad de ánimo: “No es invulnerable aquel
que no es herido, sino aquel que no puede ser ofendido y por ese signo se reconocerá al
sabio”.
¿Cómo debe obrar el hombre frente a su propio fin? La respuesta se infiere a partir
de la siguiente alegoría que propone Epitecto: “En un viaje por mar, cuando el barco se
detiene en un puerto, si tú saltas a tierra para recoger de paso alguna provisión, siempre
deberás mirar hacia el barco, y tener cuidado cuando el piloto te llame, y si te llama
abandónalo todo, no sea que se trabe y te arroje al navío… Lo mismo sucede en la vida,
podrás rodear de cuidados a tus seres queridos, más si el piloto soberano te llama, corre
pronto al barco y abandona todo cuanto poseas sin volver la vista atrás; y si eres viejo no
te separes mucho del navío, por miedo a que te tome desprevenido cuando venga tu
llamamiento”.
¿Y qué dicen los estoicos respecto a la muerte? Que hay que pensar mucho en ella
para no temerle. Llorar por ella es una pérdida de tiempo. Estamos sometidos a que ella
llegue. Por eso es importante tener siempre preparada el alma ante engaños,
enfermedades, problemas o desastres naturales… La última hora, en la cual cesamos de
ser, no realiza por sí misma la muerte, sino que la cumple: llegamos entonces a ella, pero
desde mucho tiempo atrás nos encaminábamos a ella.
En el inicio del periodo helenístico, es decir, finales del siglo IV a. C., hubo varios
movimientos filosóficos menores. No construyeron grandes sistemas teóricos. Entre estos,
estaban los cínicos.
“Cínico” es tomado hoy como un insulto fuerte, procede del griego “kyon” que
designaba al perro. La adjudicación del nombre a los miembros de esta escuela en nada
hacía referencia al ser amable, sino al carácter poco noble.
Los cínicos aceptaron de buena manera esta denominación, porque al igual que los
perros ellos trataban de ser sinceros y nobles, y aspiraban a satisfacer sus necesidades
naturales, tanto físicas como espirituales, de manera más honesta, con pudor y desapego.
Su aspiración era conseguir un estilo de vida que les permitiera ser autosuficientes
y autárquicos, es decir, no depender de los demás ni estar sometidos a necesidades
evitables. Aspiraban a ser reformistas y deseaban liberar a la sociedad ateniense de falsas
creencias y mitos, de convencionalismos estereotipados y de estructuras de poder
arraigadas en el interior de las personas. Muchos de ellos tenían una actitud hostil con sus
conciudadanos y hasta se comportaban con cierto exhibicionismo provocador y destacados
por sus excentricidades (eran extravagantes, raros, anormales). Además de su
comportamiento extravagante componían sátiras y discursos contra los males y la
corrupción de la sociedad. Tanto las actitudes como las composiciones se caracterizaban
por la desvergüenza, la provocación y la irreverencia.
En realidad, el cinismo filosófico consistió más en un conjunto de actitudes y una
opción de vida que en una doctrina filosófica, las que se resumen en las siguientes ideas:
la civilización es un estado corrupto y degenerado, a pesar de todos los intentos por
disimularlo, y hay que volver a la naturaleza, atender a los impulsos espontáneos y básicos
del cuerpo, y llevar una vida sencilla, libre de aspiraciones nocivas y frustrantes impuestas
por una educación perversa y una fuerte presión social. Si no se está contento con lo que
se tiene al nacer y no se goza con lo imprescindible para mantener esas posiciones innatas,
eso nos conducirá a la frustración y al dolor. Riquezas y todo tipo de bienes materiales,
prestigio, honor, aceptación social (estatus y éxito) son quimeras, engaños e ilusiones que
nos llevan a la desolación.
La escuela escéptica ha adoptado una actitud crítica y antidogmática (no acepta las
supuestas verdades absolutas) que ha influenciado en varios pensadores, quienes se
dedicaron a examinar doctrinas que en general se aceptaban sin cuestionamiento.
Estoicos -Aceptación del determinismo a partir del conocimiento del logos cósmico.
-Control de las emociones y de las pasiones. Búsqueda de la impasibilidad
y la serenidad.
-Aspiración a la virtud, entendida como felicidad.
-Intelectualismo moral: la virtud se identifica con el conocimiento.
-Acepta y aun recomienda la participación del sabio en política.
Epicúreos -Individualismo: búsqueda de la felicidad personal
-Hedonismo: preeminencia del placer como criterio de verdad y ético.
-Placer entendido como ausencia de dolor.
-Principio de racionalidad ético: el placer no debe originar dolores futuros.
-No hay entrega a los placeres físicos: estilo de vida prudente y moderado.
-Búsqueda de aponía (ausencia de dolor físico) y ataraxia (ausencia de
desasosiego – intranquilidad).
-Hay que eliminar el miedo a la muerte y a los dioses.
Distinción entre deseos naturales y necesarios, naturales y no necesarios
y no naturales ni necesarios.
-Máxima valoración de la amistad.
-Recomienda apartarse a la vida armónica con un pequeño grupo de
amigos sinceros, y abstenerse de intervenir en política.
Los hombres ¿buscarán su propia perfección tal como lo hacen los demás seres
naturales? No, porque el hombre, por ser la criatura más elevada en la jerarquía natural,
está dotado de libertad, de modo que tenderá hacia su fin último o se apartará de él con
cada una de sus acciones libres. El hombre, el ser creado más importante en el orden
natural, puede decir “no” a su propia perfección, a su fin último, a Dios. Todo hombre busca
la felicidad, pero no todo hombre tenderá a la verdadera felicidad o bienaventuranza, es
decir, a Dios. El hombre, entonces, busca su felicidad en diferentes bienes. Pero para Santo
Tomás Dios es el único que brinda la única y la verdadera felicidad, ya que es un bien
INFINITO E INCREADO.
Santo Tomás propone cinco pruebas o vías para demostrar la existencia de Dios:
Kant expresa que los seres humanos estamos llamados al deber, y que
internamente tendemos a hacer el bien y esto nos da satisfacción y paz de conciencia. Pero
hacer lo que se debe no significa que seamos felices. Para este filósofo no estamos
llamados a ser felices, sino a la obligación. Actuar por deber es, para Kant, hacerlo por
respeto a la ley moral, es decir, de acuerdo a una máxima o principio por el cual se actúa y
que es inflexible ante toda circunstancia: “el deber hacer”.
Para Kant lo único absolutamente bueno es buena voluntad. Para este filósofo la
buena voluntad no es buena “por lo que efectúe o realice” ni tampoco “por su adecuación
para alcanzar un fin que nos hayamos propuesto; es buena solo por el querer; es decir, es
buena en sí misma”.
-Análisis de los tres casos mediante los cuales el filósofo argentino Adolfo Carpio explica la
concepción kantiana de la buena voluntad.
El hombre no solo es un ser racional sino también sensible, de modo que sus
acciones están determinadas en parte por la razón y en parte por las inclinaciones: el amor,
el odio, la simpatía, el orgullo, la avaricia, el placer, los gustos, etc. así, en el hombre hay
una tensión entre la racionalidad y las inclinaciones, entre la ley moral y la “imperfección
subjetiva de la voluntad”. La buena voluntad se manifiesta precisamente en la tensión o
lucha con las inclinaciones, como una exigencia. En la medida en que ocurre tal conflicto,
la buena voluntad se llama deber.
Ejemplos de la persona que se está ahogando en el río que ilustran las tres posibilidades.
Actuar por deber es, para Kant, hacerlo por respeto a la ley moral. Y la prueba para saber
si uno está actuando así consiste en buscar cuál es la máxima o el principio por el cual se
actúa: el imperativo al que se ajusta el propio acto. Se pueden distinguir dos tipos de
imperativos o mandatos:
Busca comprender al hombre como un ser que vive y sabe que vive. El saber es la
dimensión propia del hombre. Él es el único ser que necesita comprenderse para saber
quién es, quién quiere ser y qué puede realizar.
El hombre percibe su vida como una posibilidad única en la que ganarse o perderse
dependen de sí mismo. Este impulso hacia el saber brota de la conciencia de su propia
finitud.
Todo lo que el hombre sabe y espera del Universo, todo lo que el hombre cree,
depende de la manera como se ve a sí mismo.
El hombre no puede concebir nada sino a través de su propia concepción.
Es en las primeras décadas del siglo XX, especialmente en el periodo que abarcaron
las dos guerras mundiales, cuando algunos pensadores alemanes desarrollaron
formalmente el problema antropológico. Pero ya los antiguos griegos habían dicho mucho
acerca del hombre.
Platón y Aristóteles realizaron aportes a esta disciplina, pero fue especialmente este
último pensador quien sentó las bases que después no se abandonarían: privilegió la razón
por sobre las demás capacidades del hombre. Nos dice que es ella justamente la que nos
diferencia de los seres vivos.
Hacia el siglo XVI los pensadores consideraban que la razón debía conducir al
progreso. Así la consideraban los siguientes filósofos:
Tomas Hobbes: El hombre está en igualdad de condiciones que sus pares, y esto provoca
rivalidades entre ellos, al punto de volverse enemigos unos de otros. Así surge la discordia
por ser competitivos, desconfiados y solo buscan la gloria personal. El egoísmo humano no
permite producir nada ni progresar.
J. Rousseau: El hombre es el animal mejor organizado, y alguien bueno por naturaleza; por
esto nos habla del hombre natural como del “buen salvaje”. Es un ser despreocupado y solo
desea conservar su vida, no tiene maldad. Pero a medida que se socializa y hace uso de
su razón, va perdiendo esta cualidad, lo desnaturalizan y provocan disturbios en la
convivencia.
Necesidad y libertad
El hombre posee plena libertad para elegir. Por tanto, no es predecible, porque el
hombre es dueño de sus actos y cada uno de ellos es un completo acto de creación libre.
El hombre es su proyecto. Primero existe y recién después determina su esencia,
de acuerdo a sus propias elecciones.
Sin duda, hay aspectos de la vida humana que están sometidos a las leyes de la
naturaleza, ya que posee un cuerpo que participa de ella. Pero su realidad es mucho más
compleja que el mundo físico. Por ello es que la Antropología Filosófica intenta comprender
el sentido de las acciones.
Esencia y Existencia
La existencia es únicamente humana. Existir deriva del latín ex-sistere sistere
significa mantenerse, estar colocado y ex designa la procedencia, el afuera.
Para Kierkegaard la existencia designa al individuo concreto y único, no como algo
acabado, sino como una tarea a realizar.
Para Heidegger el rasgo fundamental del hombre es su ser abierto, el hombre es
apertura. El hombre no necesita entrar en relación con el mundo: es esa relación. El hombre
es ser-en-el-mundo. La existencia para Heidegger es ese ser-afuera-de-sí que es la
existencia humana, el ser un proyecto, el estar inacabado, ese estar siempre por hacerse,
estar abierto a un mundo.
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser arrojado en el mundo que lo
precede, en un tiempo y en un lugar que no elige, pero vive en un mar de posibilidades que
lo hacen inmediatamente libre.
Todo ser humano se encuentra en este mundo sin haber pedido nacer y sin haber
elegido a su familia. Pero a partir de ese momento todo lo que sigue es su elección. Nada
de lo que el hombre hace está predeterminado. Es tal como se concibe a sí mismo, razón
por la cual es el único responsable de su existencia, el hombre está “condenado a la
libertad”, dice Sartre; lo que significa que todo el tiempo estamos eligiendo y no puede ser
de otra manera; aun cuando decidamos no decidir, y que otro lo haga por nosotros.
Todo hombre se elige a sí mismo y cada cosa que hace es parte de su proyecto
subjetivo; por tanto, va conformando su vida de acuerdo a sus propias decisiones.
Su único carácter es el de la libertad. El hombre es el único responsable de lo que
haga con su vida. Esta conciencia de libertad y ante la obligación de hacerse a cada paso,
generan en el hombre el sentimiento de angustia. Esta es natural para el hombre y ocurre
porque en esa decisión debemos deliberar qué está bien y qué está mal. Y esto siempre
conlleva responsabilidad: hacerse cargo de sus actos. Es la conciencia del desamparo, del
vacío, de la responsabilidad de tener que decidir qué hombre queremos ser. Ya no hay
destino que nos libere de tomar decisiones, ni de responsabilidades.
Persona
El sentido de la vida
La existencia es un hecho que implica una particular forma de ser-en-el-mundo, que
el hombre en tanto proyecto no permanece inmóvil en él, sino que es un ir-siendo, en una
permanente huida de sí mismo y a eso es lo que se llama vivir.
Preguntar por el hombre, es una pregunta por la identidad. La pregunta por la
identidad es la pregunta por la vida del hombre.
Hablar de lo humano no supone una estructura fija y dada. Es conveniente preguntar
¿quién es el hombre? En su respuesta está contenida la identidad y responder a la pregunta
por un quién es contar una historia. Ya no se da una definición, sino una identificación. La
identidad en sí misma es una narrativa.
Construcción del proyecto de vida
Viktor Frankl dice también que a lo largo de la vida van cambiando las situaciones
que vivimos, nuestra capacidad intelectual, nuestras emociones y la forma de relacionarnos.
Es decir, nuestro yo cambia, y lo que denominamos mundo va cambiando poco a poco en
el tiempo. Y esta relación irá cambiando a lo largo de la vida.