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Autismo y Espiritualidad

Abstract

El autor del libro Educando a Danielito un niño Autista, observó al ayudarle a superar
algunos de los rasgos autistas del menor de sus hijos –Danielito- que también existía un
autismo espiritual el cual era tal vez la causa de todos los problemas individuales y
sociales.

Con base en el Oráculo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo” hace una pregunta
¿Se podría comprobar científicamente la existencia del autismo espiritual?

Concluye que el autismo espiritual se superaría cuando sientas que puedes sentir
gracias a la empatía el saludo Maya: “Yo soy tú, tú eres mi otro yo”.

Palabras claves: Autismo, Espiritual

Texto

Hay unas preguntas que deseo plantear: ¡Cual es la relación que hay entre el síndrome
Autista y la Espiritualidad?

¿Es el autismo espiritual la causa del sufrimiento tanto individual como colectivo en
las diversas sociedades?

Hace ya más de cuarenta años que tuvimos que relacionarnos con el problema del
síndrome autista, para ayudar junto con mi esposa Beatriz y mi hijo David, a Danielito,
al menor de nuestros dos hijos, para que superara varios rasgos de su autismo.

El testimonio de esa ayuda fue publicado (1988) por el Rectorado de mi Universidad de


los Andes, de Mérida Venezuela, en el libro Educando a Danielito un niño Autista.(1)

La pregunta ¿Cuál es la relación entre el autismo y la espiritualidad? me surgió


muchos años después cuando observé que tres de los rasgos fundamentales del autismo,
de los más de 14 establecidos, presentados más adelante, estaban presentes en las más
diversas sociedades y a mi modo de ver son la causa de los más insolubles problemas.

La obra de arte espiritual

Llega un momento en que el ser humano se hace consciente de que puede auto-
construirse con sus proyectos, deseos y valores como el ser que desea ser.
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La persona que mediante principios éticos decide auto-construirse, desea demostrar


quien es ella en verdad, y como resultado de ese trabajo se convierte en una obra de arte
espiritual.

La búsqueda del significado del enigma délfico, propuesto por el Oráculo de Apolo en
Grecia: “Conócete a ti Mismo”, convertiría a cada persona que lo intentase en una obra
de arte espiritual.

¿Cuál es mi verdadera voluntad?

Averiguar por ¿Quién soy yo en verdad?, es preguntar implícitamente por ¿Cuál es mi


verdadera voluntad? La respuesta que dé al “quien soy”, implica el aparecimiento de
una voluntad.

Históricamente se han podido registrar infinidad de respuestas al “quien soy “, tales


como soy un guerrero, soy un monje… para esta pregunta cada persona tiene una
respuesta propia.

El enigma délfico parte de la base que realmente yo no sé cuál es mi verdadera


voluntad. Si descubro quien soy yo, entonces sabré cual es mi verdadera voluntad,
porque las decisiones que toma mi voluntad a cada momento dependen de la
información de que dispone en ese instante.

Por ejemplo, si voy a comprar una acción con base en un estudio que he hecho
previamente, y me entero en el último momento de que perdería esa inversión si la
realizo, entonces me abstengo, eso hace que cambie mi voluntad porque cambié mi
información y por consiguiente mi decisión.

La Inteligencia Espiritual

“Conocerse a si mismo”, pienso, tal vez sea el principal objetivo de la inteligencia


espiritual.

La vida humana, como creación de una obra de arte espiritual, se realizaría tal vez
utilizando la inteligencia espiritual.

Esa inteligencia tomaría como punto de partida al oráculo délfico y surgirían


naturalmente tres preguntas: ¿ En verdad, quien soy yo? ¿Quien es el otro? y ¿Quiénes
somos nosotros?.

Las respuestas que demos a las preguntas anteriores, nos permitirían entender por qué
nos relacionamos de una determinada manera con las personas y cuáles son los
problemas que se originan si se dan unas determinadas respuestas a esas preguntas
fundamentales.

¿Quien es el otro?

La pregunta ¿Quién es el otro? se ha respondido tanto individual como culturalmente de


las formas más diversas diciendo: “Tu eres mi solución,” “ Tu eres un espejo en donde
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me puedo mirar”. “ Tu eres mi padre, tu eres mi madre , tu eres mi hermano y mi


amigo también”.

“También hemos dicho: “Tú no eres mi compatriota”, “Eres un extraño”, “Eres solo
un cuerpo” “Eres un problema”, “Eres mi enemigo”… pero realmente ¿Quién es el
otro?

Históricamente se han podido registrar infinidad de respuestas al ¿“Quien es el otro“?


tales como el es un guerrero, un monje… y para esta pregunta cada persona tiene una
respuesta propia.

Sin embargo, hay algunas respuestas que nos han maravillado con respecto a las
preguntas ¿Quien soy yo? y ¿Quien eres tú? Se ha dicho por ejemplo.”, “Hermano
sol, hermana luna”, “Solo hay una mente, “Tu eres mi otro yo”.

Las respuestas espirituales, dadas por los grandes maestros, que en todos los campos
han venido a este mundo, nos permiten inferir que así como se veían a sí mismos podían
contemplar a los otros seres.

Por qué el Buda compartió su experiencia? ¿Por qué predicó su doctrina? Quizá porque
vio a sus discípulos como potenciales “Budas” y por consiguiente como sus iguales.
Tuvo la certeza que todos ellos también podrían poner fin a la reencarnación, al
sufrimiento y alcanzar el Nirvana. y por ello les señaló el camino que debían recorrer si
querían “despertar” tal como él lo había hecho.

Un famoso aforismo atribuido al Buda dice:

“Si realmente te amaras a ti mismo, nunca podrías hacerle daño a otra persona”. (2)

En otras palabras, de ese aforismo podemos entender varias cosas, una de ellas es que
si le haces daño a otra persona te estarías haciendo daño a ti mismo, esto, tal vez, porque
el otro y tú son uno y el mismo.

Por otra parte, A Jesús el “Cristo”, se le atribuye haber dicho:

“El que cree en mí, las obras que yo hago, el las hará también, y aún mayores porque
yo voy al Padre… (3)

Jesús el “Cristo”, se definió como el “Hijo de Dios” y por lo tanto, así también definió
a todos los humanos como hijos de Dios: por ello dijo en su famosa oración: ”Padre
Nuestro...(4) para indicar que todos éramos hermanos.

De las afirmaciones anteriores del Cristo y del Buda nos ponen de presente que de
acuerdo a como “yo” me defina espiritualmente, con esa misma definición contemplaré
a los demás seres.

Autismo Espiritual
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La reflexión sobre tres síntomas del trastorno autista, de los que sufría Danielito, me
permitió caer en cuenta que la mayoría de nosotros también padecemos de un autismo
espiritual, el cual nos impide establecer armónicamente nuestras relaciones con
nosotros mismos, con nuestros familiares y con la comunidad.

Al hacer un balance de lo que la vida me enseñó con el problema de Danielito, pude ir


descubriendo mi propio autismo espiritual.

Comprendí que junto con las inteligencias mental y emocional también existiría una
inteligencia espiritual.

El trastorno autista se presenta en la infancia como la alteración de la capacidad que


tiene un niño de comunicarse tanto con su familia, con su entorno, así como de
establecer relaciones sociales.

El autismo espiritual o desconexión espiritual entre adultos, es una conducta que nos
impide estar conectados espiritualmente ya sea con nuestro entorno familiar o social.
Dicha desconexión origina toda clase de problemas tanto al sujeto que la padece así
como a la comunidad que experimenta sus efectos.

Observé que la conexión o desconexión que yo tenía con las otras personas se originaba
en la respuesta que había dado a tres preguntas fundamentales: “quien soy yo”, “quien
eres tú” y “quien es el Ser”, es decir, quien es aquel “Ser” que compartimos con
todos.

Caí en cuenta de que cada una de mis respuestas a esas tres preguntas era el producto
de una elaboración mental, sicológica y sociológica que yo previamente había hecho, en
otras palabras, yo había construido los lentes con los cuales veía al mundo, a los demás
y a mí mismo.

Las relaciones entre el autismo y la espiritualidad sería muy interesante estudiarlas de


una manera profunda y científica, porque para mí, hasta el momento, solo han sido
observaciones personales.

Tres rasgos del Autismo

De los 14 rasgos que en la década de 1980 se les reconocía a los niños, adolecentes y
adultos con el síndrome autista, Danielito tenía diez (10).

Reflexionando sobre tres de los rasgos que conformaban el autismo en Danielito, el


auto-desconocimiento, la insensibilidad y el aislamiento y que trabajamos para que él
los superara en un alto porcentaje, pude intuir la existencia de un autismo espiritual.

Auto-desconocimiento

El niño a la edad de cuatro años no era consciente de ser una persona determinada, no se
conocía así mismo, pues no tenía el concepto del “yo”. Cuando lo aprendió y gracias a
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él descubrió quien era, pasó todo un día repitiendo emocionadamente su nombre y


mientras se tocaba el pecho decía “Yo soy Danielito”, “ Yo soy Danielito” (5) .

La alegría de Danielito al reconocerse como realmente quien era, le permitió avanzar


significativamente y me puso de presente la extraordinaria importancia del famoso
aforismo griego “Conócete a ti mismo”.

El conocerse a sí mismo originaria en quien lo lograse una extraordinaria alegría y


sería el punto de llegada para los cultivadores de la inteligencia espiritual.

Insensibilidad

Antes de los cinco años observamos que Danielito sufría en alto grado de insensibilidad
tanto física como emocional por algunos comportamientos que tenía. Si se caía no
lloraba. Aparentemente no le era significativa a su sensibilidad el agua caliente de la
fría cuando lo bañábamos. Era insensible a casi todo lo que lo rodeaba.

La insensibilidad o capacidad para no sentir, es una aptitud que tienen las personas y
los animales para no experimentar determinadas sensaciones físicas o emocionales.

Una persona insensible no se conmueve, no siente nada ante el sufrimiento de los demás
seres o personas porque está desconectada de su propia naturaleza social. Esta
desvinculación o falta de empatía, es un rasgo autista.

La empatía -un atributo humano- o participación afectiva en una realidad ajena, está
ausente en las personas insensibles.

Aislamiento.

Danielito pasaba horas moviendo un llaverito o un papelito. En otras oportunidades se


balanceaba durante largos ratos.

Él se comportaba como si estuviera completamente aislado de nuestra familia, es decir,


no se sentía ni se manifestaba como parte integrante de ella, pues no se relacionaba con
nosotros, ni nos reconocía como su mamá, su papá, o su hermano…

El aislamiento en adultos –un rasgo autista- se presenta cuando una persona en forma
aparentemente voluntaria, se aleja de su entorno familiar y social tanto emocional
como comunicacionalmente.

Muchos años después, cuando Danielito pasó sus 15 años, le pude preguntar que sentía
cuando tenía cuatro años y estaba aislado, incomunicado, y me respondió: ¡ Miedo!

¿Por qué nosotros también tendemos a aislamos de las demás personas? Tal vez es por
la misma razón. Quizá es por algún tipo de miedo que sentimos ya sea de manera
consciente o inconsciente.

Usualmente vemos a los demás en forma dual, es decir, con amor o con miedo. Unas
veces con miedo porque la mayoría de las veces las personas son el origen de los
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problemas que se nos presentan a diario y en otras oportunidades, las menos, con amor,
porque gracias a ellas podemos solucionar algunos de nuestros problemas.

Tal vez manifestamos este rasgo del espectro autista espiritual –aislamiento- cuando
negamos nuestra naturaleza social, cuando nos desconectamos de nuestra familia, de
nuestros vecinos, y colectivamente, cuando nos convertimos en islas dentro de la
sociedad.

Por qué se origina en nosotros este rasgo autista? Tal vez es por la definición que hemos
hecho de nuestros semejantes. Utilizar una definición de “quien es el otro” implica
colocarse unos determinados lentes para definirlo, verlo, sentirlo y valorarlo.

Las definiciones que tenemos la mayoría de nosotros tanto de nosotros como de los
demás son transitorias, porque si se cambia algún aspecto importante en nuestra relación
inmediatamente modificamos nuestra percepción de quien es el “otro” y de quien soy
“yo “ para el “otro”.

Son muchos los rasgos del síndrome autista, y si reflexionamos sobre cada uno de ellos
podríamos tal vez descubrir los elementos que configurarían el concepto de autismo
espiritual.

Para concluir, mi respuesta a la pregunta ¿Cuándo comienzas a dejas de ser un autista


espiritual? está en el saludo maya: “Yo soy tú, tú eres mi otro yo”. Si se siente y se dice
con la absoluta certeza que origina la empatía es porque se ha comenzado a superar el
autismo espiritual.

Dr. Rómulo Perdomo Márquez

Profesor Emérito Universidad de los Andes ULA Mérida Venezuela

Mayo 18 del 2021

(1) http://www2.ula.ve/secretaria/index.php?
option=com_content&task=view&id=236&Itemid=0
(2) https://www.youtube.com/watch?v=5UK_Yl7hjWE

(3) Evangelio de Juan: 14:17

(4) ...(4) Evangelio de Mateo: 6-13

(5) Libro Educando a Danielito p. 46.

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