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Introducción

a la materia

Donde quiera que haya gran propiedad,


hay una gran desigualdad. Por cada hombre
rico, debe haber por lo menos 500 pobres.
-Adam Smith.

Problematización

Según datos del Fondo de Naciones Unidas para la infancia UNICEF (2019), el suicidio
es la primera causa de muerte de adolescentes en Ecuador de entre 12 y 17 años. La
mayor parte de suicidios se registran en provincias con mayor migración de los padres:
Zamora (53 casos ), Napo (33), Cañar (32), Azuay (22), Cotopaxi (29).
A Chunchi, en la provincia de Chimborazo se lo conoce como “el pueblo de los niños
suicidas” porque entre 2005 y 2012 se produjeron 60 suicidios y muchos intentos de
suicidio.
Esto hace que el Ecuador tenga el mayor índice de suicidios infanto-juveniles en el
mundo. El mayor crecimiento de la tasa de suicidio se ha registrado entre indígenas. 10
adolescentes por cada 100 mil se suicidan en el Ecuador.
La tasa poblacional de suicidios es de 13,5 por cada 100 mil habitantes, considerando
todas las edades, lo que nos ubica en el cuarto puesto en la región. En Quito, la tasa de
suicidios es mayor a la de homicidios: Tasa de suicidios (7*100.000); tasa de
homicidios (6*100.000). En Quito hay un suicidio cada 2 días.
Según la Organización Mundial de la Salud OMS, cada 40 segundos hay un suicidio en
el mundo. Eso significa que 800.000 personas se suicidan cada año. Si se considera que
por cada suicidio que se concreta hay 20 intentos de suicidio, implica que 16’000.000
de personas intentan suicidarse en un año.
Por estas razones varios países han declarado al suicidio como un problema de Salud
Pública. ¿Porqué la gente toma esta decisión? ¿Cuál es el vínculo con las ciencias
económicas?

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El 75% de los suicidios en el mundo son por razones económicas. Afecta
principalmente (no exclusivamente) a la población empobrecida y marginada. La
mayoría de suicidios se producen el domingo en la tarde, lo que resulta al menos
curioso, pues se trata de la víspera del retorno a la actividad productiva.
Algo del suicidio tiene que ver con el trabajo y la obligación de vender el tiempo vital
para poder sobrevivir.
La explicación vulgar sobre el suicidio, popularizada por los medios de comunicación
es que tras cada suicidio hay una persona enferma o loca. Parece un problema
individual, biológico o propio de la “naturaleza” de la persona. Es el mismo tratamiento
que cada cobertura de los medios da a cualquier otro hecho de violencia: ataques
suicidas contra las fuerzas represivas en zonas de guerra; ataques en escuelas por parte
de estudiantes contra profesores y compañeros en los EE.UU.; asesinatos masivos con
motivos racistas, homofóbicos o políticos; femicidios.

En todos esos actos parecería que los perpetradores son individuos “inadaptados”,
“resentidos”, en suma: sujetos fallidos. Este argumento calza bien con la perspectiva
individualista del liberalismo económico.

¿Pero qué tal si no somos animales solitarios y bestiales como suponen los liberales? ¿Y
si en realidad estamos hechos para cooperar y compartir? ¿Si el individualismo es solo
un pretexto para poder tomarnos uno por uno, es decir, en condiciones de desigualdad,
para aprovecharse de nosotros?

¿Qué tal si la violencia, el suicidio, son problemas sociales?

Les propongo pensar que el problema de la violencia, incluso la infringida sobre uno
mismo, no es una falla individual. Las razones para pensar que se trata de un hecho
social son las siguientes:

1. La masividad de los hechos. No es un tema de unos pocos locos, la violencia es


reiterativa y abundante en nuestra sociedad.

- La calle está llena de violencia, recorremos la calle asustados, con extrema


precaución. Tenemos desconfianza, nos enseñan a desconfiar.
- La violencia está dentro de las casas con los abusos patriarcales: la imposición
de las tareas del hogar a la mujer, el maltrato infantil, la violencia de género.

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¿Qué sociedad es esta que consciente y oculta el maltrato físico, psicológico y
sexual a los niños y niñas?
- En sitios donde supuestamente prima la diversión existen actos de violencia: las
barras bravas de los equipos de futbol, las peleas en las fiestas, discotecas, zonas
rosas, los juegos de video que emulan y ensalzan la violencia, las películas
Snuff, por citar algunos ejemplos.
- Las naciones más poderosas llevan la guerra y el hambre a todo el mundo solo
por motivos económicos: control de yacimientos petroleros, rutas comerciales,
mercados extranjeros.
- Los grupos de poder nacionales se ensañan con los más pobres con reformas a
las leyes laborales que precarizan el trabajo; los gobernantes se venden a sí
mismos y a sus socios el patrimonio estatal mediante las privatizaciones
ganando millones; ocupan cargos públicos para enriquecerse personalmente. El
estado y las élites económicas no nos cuidan, nos esquilman.

2. La violencia es un hecho social porque las motivaciones de los suicidas y otros


individuos que ejercen la violencia son relacionales, no individuales. Los motivos de la
violencia refieren siempre a los conflictos que los perpetradores tienen con sus pares, su
comunidad inmediata o las agregaciones macrosociales.

3. Porque los individuos no se hacen a sí solos, sino que son producto de la sociedad, la
cultura, la comunidad y la familia que los forma. Por ello todos estamos afectados y
todos somos responsables sobre los actos de los individuos que nuestra sociedad
produce.

La violencia no es nunca un acto individual. Hay un malestar en la cultura como dice


Sigmund Freud. El suicidio y las demás formas de violencia antisocial serían solo
síntomas de la violencia y el malestar que cruza toda la sociedad.

“...por qué al hombre le resulta tan difícil ser feliz?. Ya hemos respondido al
señalar las tres fuentes del humano sufrimiento: la supremacía de la Naturaleza,
la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros propios
métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el Estado y la
sociedad. En lo que a las dos primeras se refiere, nuestro juicio no puede vacilar
mucho, pues nos vemos obligados a reconocerlas y a inclinarnos ante lo
inevitable. Jamás llegaremos a dominar completamente la Naturaleza; nuestro

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organismo, que forma parte de ella, siempre será perecedero y limitado en su
capacidad de adaptación y rendimiento. Pero esta comprobación no es, en modo
alguno, descorazonante; por el contrario, señala la dirección a nuestra actividad.
Podemos al menos superar algunos pesares, aunque no todos; otros logramos
mitigarlos: varios milenios de experiencia nos han convencido de ello. Muy
distinta es nuestra actitud frente al tercer motivo de sufrimiento, el de origen
social. Nos negamos en absoluto a aceptarlo: no atinamos a comprender por qué
las instituciones que nosotros mismos hemos creado no habrían de representar
más bien protección y bienestar para todos.” (Freud, 2007, p.36-37)

¿Qué nos plantea Freud en esta cita?

Que sobre la naturaleza no podemos luchar mucho más que lo permitido por el adelanto
técnico forjado durante miles de años en base al trabajo humano: las catástrofes
naturales y la muerte (propia y de nuestros allegados) son fuentes inevitables de
sufrimiento. Pero que los sufrimientos que provienen del orden social podrían y
deberían ser evitables en tanto nosotros mismos construimos ese orden social para
protegernos y darnos bienestar.

Entonces... ¿Por qué ese orden social es un espacio hostil ¿Por qué existe tanto
malestar? ¿Por qué el orden social no nos protege?

Sostiene Freud que el malestar proviene de la represión permanente del deseo, lo cual
debe comprenderse en dos niveles:

1. Represión necesaria para la convivencia: no podemos satisfacer nuestros deseos


cuando y en medida que queremos siempre, pues debemos respetar los deseos y
necesidades de los otros. En este sentido la convivencia social está condicionada
a un cierto grado de represión. Existen dos fuerzas que constituyen el “yo”:

Tánatos (Pulsión de muerte): hay una fuerza destructiva y autodestructiva


en el ser humano: consume al otro y a sí mismo mediante la intensión de
cumplir inmediata y radicalmente el deseo individual.

Eros (Pulsión de vida): fuerza que contrarresta mediante la represión de


las pulsiones destructivas. La cultura, en tanto, normas y convenciones
sociales ampliamente aceptados nos enseña y exige esa represión.

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2. Represión ligada al orden de dominación social No podemos satisfacer buena
parte de nuestros deseos y necesidades aunque sea posible hacerlo (por las
condiciones técnicas del desarrollo económico), sin dañar a otros ¿Por qué?

Aunque vivimos en una sociedad de la abundancia en la


que técnicamente se podrían satisfacer las necesidades
principales de la población mundial, mucha gente vive
en la pobreza marcados por la enfermedad, la
ignorancia, la insalubridad.

Esto debido a la mala distribución de los recursos.


Habitamos la sociedad de la abundancia como si en
realidad la única marca real de nuestra cotidianidad
fuera la escasez. Incluso la Economía se define como la
ciencia de la escasez (Marx, 2016); (Echeverría, 2014).

Existe entonces un nivel de malestar que no se puede resolver que es el de la represión


para la convivencia. Pero existe también un amplio margen de acción contra la
infelicidad que se liga al combate contra la represión que proviene del dominio de
quienes concentran la riqueza social contra quienes no la concentran y tienen apenas lo
justo para sobrevivir.

La acción social debería encaminarse a trasformar las condiciones estructurales que


reprimen la satisfacción de las necesidades sociales. Sin embargo, el orden que hemos
creado y sostenemos día a día con nuestra actividad no nos protege, vivimos en medio
del miedo y la inseguridad, que son en realidad producto de la desigualdad.

¿Por qué hay desigualdad y crece?

1) Existe enorme concentración de la riqueza en una clase social minoritaria, que se


origina en un proceso histórico de violencia, robo y engaño.
2) La desigualdad se reproduce en cada ciclo productivo, los dueños del capital sin
trabajar se apropian del producto de trabajo de miles de personas mediante la
llamada explotación laboral.

Los trabajadores en el capitalismo producen riqueza, pero la forma como está ordenada
la economía (modo de producción capitalista) genera intrínseca y sistemáticamente
desigualdad.

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El capitalismo se asentó históricamente en tres tipos de relaciones sociales: 1.
Competencia entre productores individuales; 2. Colonialismo; 3. Patriarcado.

Capitalismo Competitivo: No hay en la historia situación donde los competidores estén


en igualdad de condiciones. Todo Estado, todo acuerdo social que funda una Nación o
un pueblo tiene en su origen la violencia, esto es lo que muestra la historia. Algunos
pueblos conquistan a otros, o dentro de una nación una minoría gobierna y domina al
resto. Tal desigualdad de poder se sostiene en una distribución desigual de los recursos
económicos, culturales, simbólicos y sociales. Coincide que la población que tiene el
monopolio de uno de esos recursos suele poseer el monopolio de todos.

Colonialismo I, Tomaz Allen Kopera

El monopolio de los recursos da la posibilidad de la extracción sistemática y cíclica de


la riqueza creada por el resto de la sociedad. Tal extracción toma la forma comercial,
mediante mercados asimétricos o concentrados y la forma de explotación laboral,
cuando se establecen relaciones entre el capital y el trabajo.

Colonialismo: El origen histórico del capitalismo no se los encuentra en la competencia


igualitaria entre personas de las cuales se selecciona a los mejores para ser
posesionarios de la riqueza y el poder. Al contrario, el capitalismo y las grandes
fortunas capitalistas tuvieron su origen en la guerra, la conquista, enormes matanzas de
pueblos que no tenían condiciones técnicas para defenderse. Entre el siglo XV y el XIX
un grupo pequeño de países europeos conquistaron a los pueblos de todo el planeta y

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fundaron un orden mundial donde la riqueza del todo el globo fluía hacia los centros
europeos de poder. Y de hecho sigue fluyendo desde el sur global hacia el norte global.

Colonialismo II, Tomaz Allen Kopera

Patriarcado: el orden social asentado e la supuesta superioridad de los hombres sobre la


mujeres se sirve económicamente de la desigualdad entre géneros. El trabajo de la
reproducción social no es remunerado por el capital, es decir, el trabajo necesario para
criar niños, alimentar a la familia, cuidar, alimentar, limpiar, es un gasto externalizado.
Pero ese trabajo no remunerado para las mujeres es fundamental para el capitalismo,
pues de ello depende el flujo de trabajadores que piensan y mueven el proceso
productivo.

Un orden de desigualdad desde lo más pequeño del orden social, la familia. Que se
reproduce a nivel de la nación por la inequidad entre clases sociales, y se sostiene en el
orden global de la desigualdad entre países. Eso es el capitalismo, recuerda aquel cuento
de Jorge Luis Borges donde el infierno es descrito como la superposición de espejos que
reflejan al infinito lo que está parado en el centro. En la metáfora literaria el infierno
sería la reproducción infinita de “lo que es”, impidiento la transformación de aquello
que es injusto y violento.

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La desigualdad económica (de clase), de género y étnica son los vectores principales del
malestar en la cultura.

La Economía tiene que ver porque en ella surge la idea que cuidar exclusivamente del
bien individual genera de forma automática y sin mediaciones el bien general. Es esta la
idea que está detrás del individualismo, el colonialismo y la violencia de género, pues
libera al individuo a actuar desde su pulsión de muerte contra todos quienes se
interpongan en su camino al “éxito”.

¿Pero, esta idea es verdad? ¿Cuál es el resultado histórico de cuidar exclusivamente el


bien individual?

1) Se crea una sociedad competitiva y violenta. El sadismo implica gozar con el


dolor del más débil. En ese sentido el capitalismo es una sociedad sádica que se
cierne sobre los más vulnerables.
2) Se crea, reproduce y profundiza la desigualdad.
- 1% más rico de la población global posee el 40% de los activos globales.
- 10% más rico posee el 85% de total de la riqueza.
- 50% más pobre posee solo el 1% de la riqueza.

Este es un proceso en marcha, no se detiene. Zygmunt Bauman demuestra que es falsa


aquella idea que perseguir el bien individual es el mejor mecanismo para obtener el bien
común. Al contrario:

“La riqueza acumulada por las clases más ricas no se ha filtrado en absoluto
hacia abajo ni nos ha hecho más ricos al resto, ni nos ha hecho sentir más
seguros y optimistas respecto a nuestro futuro y el de nuestros hijos, ni tampoco
nos ha hecho más felices…” (Bauman, 2014, p.15)

Según Oxfam

- 3000 millones de personas viven con menos de 2 dólares al día.

- 20% más rico consume solo el 90% de los bienes producidos.

- 20% más pobre consume solo el 1% de los bienes producidos.

-60% restante consume 9% de los bienes producidos.

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- Las 20 personas más ricas en el mundo tienen iguales recursos que los 1000 millones
más pobres.

- La desigualdad creció 100,000 veces en 3 siglos.

Con esos datos Oxfam concluye que por cada súper rico hay 50’000.000 de pobres.

Si se recuerda lo que planteaba Adam Smith al iniciar la exposición, se puede


dimensionar lo que el capitalismo ha creado. Una brecha de desigualdad
inconmensurable que acarrea una serie de problemas sociales cuyo causal principal está
relacionado a la economía.

La Crítica de la Economía Política estudia el nexo entre los fenómenos económicos,


sociales, políticos, culturales que se vinculan a la problemática social descrita. La
violencia, el suicidio, el descontento social expresado mediante marchas, mítines,
huelgas y otras expresiones de acción colectiva, tienen su fundamento en el evidente y
justificado malestar que recorre nuestras sociedades.

Bibliografía
Bauman, Z. (2014). ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Bogotá: Editorial
Planeta Colombiana S.A.

Echeverría, B. (2014). El valor de uso: ontología y semiótica. In Valor de uso y utopía


(pp. 153–197). México D.F.: Siglo Veintiuno Editores.

Freud, S. (2007). El malestar en la cultura. Barcelona: Ediciones folio S.H.

Marx, K. (2016). El Capital. Madrid: Akal.

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