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El viaje de la heroína.

¿Existe la equidad de género en la


industria de cine argentina?
2 mayo, 2018 by Redacción La Tinta

Por Florencia Tundis y Maitena Minella para Economía Femini(s)ta

“Para mí, el ideal de la posición como mujer haciendo cine


es tratar siempre de no responder a lo que el sistema machista
me pide como expectativa, como contenido.
Salirme de ese terreno y encontrar mis propios carriles
para poder expresar algo que yo como mujer siento que me representa”.
Inés de Oliveira Cézar

Entre las recreaciones o hobbies que realizan la mayoría de las personas, mirar películas, ya
sea en el cine o en su casa, es una de las actividades más frecuentes, no importa si se habla
de cinéfilos, estudiantes de cine o simplemente de gente que quiere despejarse y meterse
en otro mundo un par de horas a la semana. Dado este panorama, resulta imposible no
preguntarse quién hace esas películas, qué mensaje quiere transmitir o cuál es su visión
respecto al mundo. Cualesquiera sean las respuestas a estos interrogantes, cuanto mayor
sea la diversidad de miradas y temas a tratar, más enriquecedora va a ser la oferta de
películas a las que se puede acceder. La influencia de este medio de creación sobre la
sociedad es innegable y, como dice la teórica de cine británico y feminista Laura Muvley, “el
cine refleja, revela e incluso interviene activamente, en la interpretación recta, socialmente
establecida, de la diferencia sexual que domina las imágenes, las formas eróticas de mirar y
el espectáculo”.

Es de público conocimiento la reciente pelea en Hollywood por terminar con el machismo


que discrimina y maltrata desde hace décadas a toda cineasta o actriz que quiera trabajar en
esa industria. ¿Cómo es el panorama argentino? ¿Hay equidad de género en la industria de
cine nacional? Hay directoras argentinas destacadas y premiadas alrededor del
mundo: Lucrecia Martel es de las más renombradas y Anahí Beneri fue premiada
recientemente en varios festivales internacionales por su película Alanis. Pero si se mira
quiénes están detrás de cámara en el grueso de las películas nacionales, se encuentra con
que el rol de dirección es ocupado por mujeres solo en el 20% de los casos. En 2017 (hasta
septiembre inclusive) se estrenaron 144 películas argentinas, de las cuales 31 fueron
dirigidas por mujeres, 3 fueron co-dirigidas y el resto fueron dirigidas íntegramente por
varones. Se observan porcentajes similares en los rubros de Guión y Producción, mientras
que, en Dirección de Fotografía, la representación femenina es todavía más baja. El único
rubro que presenta un mayor porcentaje de mujeres (más del 80%) es el de Dirección de
Arte, por ser una rama considerada históricamente “femenina”.

Según una recopilación, de elaboración propia, de estadísticas de egresados y egresadas de


tres facultades de cine nacionales diferentes (ENERC, FUC y CIEVYC), cada año egresan
prácticamente la misma proporción de mujeres y varones. Entonces, ¿qué es lo que pasa en
el medio entre querer ser directora o guionista y llegar a serlo?
En la mayoría de los casos, el punto de partida y/o de consagración para un o una cineasta,
descansa en el circuito de festivales; es el lugar de transición natural entre un
estudiante/egresadx de una universidad de cine y unx trabajadorx de la industria. Sobre todo
en un país como Argentina, que no cuenta con el caudal de dinero ni la infraestructura de la
máquina hollywoodense. El otro punto de partida, y de sostenimiento a lo largo del tiempo,
es el de los concursos. El INCAA y otros fondos nacionales no tienen la política de contratar
jurados 50% varones y 50% mujeres —generalmente hay mayoría de varones— ni tienen
certámenes específicos para incentivar la participación de las mujeres en una industria que
naturalmente las discrimina.

BAFICI 2018: ¿Qué dice su catálogo acerca de su diversidad?


Para poder ver qué es lo que pasa en un festival audiovisual, se tomó como caso de estudio
la reciente edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, el aclamado BAFICI. La
recopilación de los datos de las películas que se mostraron en las diferentes categorías dio
como resultado el siguiente cuadro: Como se puede ver en el cuadro, ya en el pasaje de
estudiante o cineasta aspirante a participante de un festival, la diferencia entre varones y
mujeres es notoria. Esto es especialmente claro en Dirección de Fotografía, la rama menos
equitativa e históricamente misógina: muchas postulaciones de mujeres a los puestos de
asistentes de fotografía o gaffers son rechazados por considerar que tienen menos fuerza
para levantar equipos de luz o cámara que los varones, pese a estar perfectamente
capacitadas por formación y/o antecedentes. En la última edición de los premios Oscar, y
después de 90 años, se nominó por primera vez a una mujer en la categoría que allá
denominan Cinematografía. El área de producción ejecutiva, por su parte, es la más
equitativa, hecho que se repite al ver el porcentaje de egresados y egresadas de la carrera
de producción de la ENERC.

Al mirar las diferentes secciones se puede observar que ninguna de las películas que se
exhibieron en las categorías Comedia y Nocturna tenían directoras o guionistas mujeres,
mientras que en la sección Noches especiales solo una película tenía directora mujer. En
Rescates, de 8 películas, sólo una tenía directora mujer: El mundo según Wayne de Penélope
Spheeris. El resto, directores, guionistas, productores y directores de fotografía, pertenecían
al sexo masculino. Por su parte, la sección con más paridad de género en cuanto al rol de
Dirección fue la de Cortos, lo que genera algún tipo de esperanza en cuanto a las
generaciones futuras ya que los cortos generalmente son hechos por estudiantes o cineastas
que recién comienzan su carrera.

También se analizó el marco que rodea y da contexto al festival, que son las actividades
especiales gratuitas, las participaciones internacionales y la sección Foco. En su mayoría
estas actividades fueron lideradas por varones. Para hablar con datos; 51 varones lideraron
las actividades gratuitas, y tan solo participaron 14 mujeres (la mitad de ellas solo moderó).
De 60 participaciones internacionales, solo 17 fueron mujeres, la mayoría de Francia, Brasil y
Uruguay. En la sección Foco fueron 9 artistas y solamente 2 son mujeres (Kira Muratova y
Axelle Ropert).
En este análisis del 20º BAFICI se puede notar algo curioso que no se da en todos los casos
pero que nos parece relevante decir: muchos varones deciden y eligen trabajar con otros
varones. Ejemplo de estos casos de directores y del resto del equipo -que se relevaron en
este informe; productor ejecutivo, DF, guión y dirección- donde son todos varones,
fueron Isla de Perros de Wes Anderson, A tiger in Winter de Lee Kwang-Kuk o Viaje a los
pueblos fumigados de Fernando Solanas.

La paridad en el cine no existe y es hora de incentivarla.


La multiplicidad de miradas es esencial en cualquier tipo de arte o disciplina. La
subocupación de mujeres en los roles detrás de cámara de la industria del cine genera una
falta de representación de ellas en la pantalla y la consecuente falta de diversidad. Al ver una
película hay que hacerse una serie de preguntas. ¿Cuál es el género de quien protagoniza la
película? ¿El hombre es la mirada y la mujer es la imagen? ¿Hay cosificación de algún
personaje femenino? Según un informe del sitio Un Pastiche, solo el 31,2% de los personajes
protagónicos o co-protagónicos son mujeres, las cuales son en una gran parte cosificadas: las
mujeres aparecen 15 veces más en vestimenta “sexy” que los varones y 3 veces más en
desnudos parciales o totales que su contraparte masculina. En el caso de la comunidad
LGBTIQ la representatividad es todavía peor: solamente el 1% de los personajes femeninos y
2,3% de los masculinos aparece como expresamente homosexual mientras que los
personajes transgénero son casi inexistentes.

¿Porqué es tan importante igualdad de género en el mundo del cine? Ya de por sí, el ámbito
del cine en Argentina pertenece a un grupo de élite liderado por varones hegemónicos. Allí,
las mujeres quedan generalmente aisladas. Al igual que en otras disciplinas, al citar estas
diferencias, muchos suelen acudir a la últimamente popular meritocracia, en donde la
premisa es que entran los y las mejores calificados y calificadas. Sin embargo, cada año
egresan en proporciones similares tanto varones como mujeres de todas las escuelas de
cine. El hecho de que hoy haya directoras argentinas que ganan premios internacionales y
nacionales y otras que han ocupado lugares de decisión genera una “ilusión de igualdad que
niega la existencia de obstáculos para el acceso y permanencia de las mujeres en estos
lugares de decisión, lo que contribuye a sostener el status quo y las dinámicas sexistas en el
ámbito y no colabora en la transformación de las estructuras desiguales de las relaciones de
género”.

Si los festivales son los que determinan quienes están a la vanguardia del cine y, por ende,
quienes influirán generaciones futuras, es menester preguntarse quiénes son las y los que
preseleccionan a los competidores. También es necesario tener en cuenta si los varones y las
mujeres que eligen a las películas ganadoras de cada sección tienen perspectiva de género.
¿Tienen en cuenta la diversidad y la construcción de una nueva mirada de ver las cosas?

En este último BAFICI se puede ver que, de cinco programadores, cuatro son varones y una
sola es mujer. El director artístico, Javier Porta Fouz, también es varón, hecho que se repitió
a lo largo de los 20 años de historia del BAFICI. El festival nunca nunca tuvo una mujer al
frente de la dirección —sus directores artísticos fueron Andrés Di Tella, Eduardo Antín,
Fernando Martín Peña, Sergio Wolf y hace 3 años es Porta Fouz— . En cambio, en la
conformación del jurado si hubo paridad: 11 varones y 11 mujeres fueron encargados de
decidir el ganador o ganadora de cada categoría. En esta edición, entre las secciones más
importantes, la competencia internacional tuvo solo una película dirigida por una mujer
como ganadora (Juliana Rojas, compartiendo el premio con su co-director Marco
Dutra por As Boas Maneiras) entre seis ganadores y menciones especiales; la competencia
argentina fue más equitativa: la película Las Hijas del Fuego de Albertina Carri, una película
realizada íntegramente por mujeres, con protagonistas lesbianas y diversas y escenas
explicitas de sexo lésbico, se alzó con el premio más importante (el resto de las menciones y
premios fueron para varones y mujeres por igual); por último, la Competencia
Latinoamericana, tuvo todas películas dirigidas por varones como ganadoras.

Si se piensa que el BAFICI es un ámbito en el que se muestra un cine alternativo e


independiente, que da un espacio para la experimentación tanto en su forma como en el
que decir, quizás sea hora de que desafíe los básicos de la corriente cinematográfica y se
anime a mostrar más la mirada de las mujeres y a ponerlas en lugares de decisión y poder.

Hay una creencia, no solo en el cine, sino también en la literatura y otras ramas del arte, que
dice que las mujeres hacen “cosas de mujeres”. Esto no parece repetirse a la inversa: a lo
largo de la historia del cine fueron los varones quienes contaron tanto sus historias como la
de las mujeres, con tanto resultados buenos como nefastos, plagados de clichés que no
hicieron más que reforzar estereotipos de género. Sin lugar a dudas, hay cientos de
directoras, guionistas, productoras, directoras de fotografías y demás con talento para
contar cualquier tipo de historia. Pero cuando se habla de ellas, la meritocracia es una
falsedad. Se necesita incentivos y gente a cargo de festivales y productoras con conciencia
de género para que todos y todas puedan tener las mismas oportunidades de base.

*Por Florencia Tundis y Maitena Minella para Economía Femini(s)ta.

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