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La actividad fisca en Grecia

En el siglo V a.C. los intelectuales griegos empezaron a desarrollar un debate teórico en


torno a la explicación del Universo y sus principios. La racionalidad, la experiencia y la
observación marcaban la reflexión y todos los ámbitos del conocimiento pronto estarían
impregnados de estos nuevos planteamientos.

En el contexto general de las prácticas corporales sabemos que Platón (427-347 a.C.) ya
concedía un importante papel a la educación física en su ideal de construcción de la
“sociedad perfecta”, y que apreciaba a esta no sólo por los beneficios que aportaba en el
cuidado corporal y la salud, también como fuente para el desarrollo de valores morales e
incluso de cualidades intelectuales de los ciudadanos griegos.
Aristóteles (384-322 a.C.) coincidiría después con Platón, y también expresaría la idea de
que la actividad física no sólo era adecuada para la preparación de los ciudadanos en la
guerra, sino también, para la formación de individuos bellos, fuertes y sanos, y para
contribuir al bienestar mental y moral de los ciudadanos.
En el marco particular de las prácticas corporales con fines de salud o terapéuticos, en este
periodo aparecen ya personajes como Heródico de Selimbria (maestro de Hipócrates en su
momento) que asoció el ejercicio a fines terapéuticos en base a su propia experiencia, si
bien es verdad que después recibió diversas críticas del mismo Platón y Aristóteles.
Sin embargo, podemos afirmar que fue gracias a la inclusión de las prácticas gimnásticas
dentro de las teorías médicas de la época, lo que en verdad, ayudó a asentar las bases de lo
que podemos definir hoy en día como la “gimnasia terapéutica”.
¿Cómo estaba la medicina en el siglo IV a.C. en Grecia?
Según parece convivían dos corrientes de uso. Por un lado, los empiristas (aprendizaje por
ensayo-error) representados por los “perioduetas” o curanderos que iban por las ciudades
tratando diferentes dolencias, los “farmacéuticos” especializados en el uso de hierbas, los
“rizotomas” que utilizaban raíces y los maestros de gimnasia que hablaban de las bondades
de la ejercitación física. Por otro lado, estaban los brujos, adivinos, sacerdotes de los
templos de Asclepio y seguidores de los diversos cultos mistéricos, con una fórmula de
intervención de carácter “mágico”.
Parece ser que fue justo en este periodo, cuando los médicos no sólo empezaron a
distanciarse de las viejas creencias que asociaban la enfermedad al azar o a un castigo de la
divinidad o de los antepasados, también comenzaron a defenderla del intrusismo de magos
y curanderos a través del discurso de las explicaciones basadas en la experiencia, la
deducción y el razonamiento, y a reclamar su independencia como área de conocimiento.

Historia de Educación Física


En el siglo IV a.C., en particular, empezaron a ganar cierto prestigio varias escuelas médicas,
si bien la que más nos interesa destacar es la de Cos (una pequeña isla cerca a la actual
Turquía), ya que fue precisamente allí donde nació, en el año 460 a.C., Hipócrates, el padre
de la medicina “científica” para Occidente.
La Escuela Hipocrática nos ha dejado un legado documental conocido como el “Corpus
Hipocrático” que engloba 53 tratados de contenido esencialmente médico, fechados entre
el año 420 y el 350 a.C. Unos tratados que incluyen tanto escritos generales sobre la
medicina, como escritos que abordan contenidos anatómicos y fisiológicos, dietéticos,
terapéuticos, quirúrgicos, oftalmológicos, ginecológicos, obstétricos y pediátricos y sobre
patología general y especial, y cómo no, sobre la ejercitación física.

Actualmente se considera que estos escritos acercaron la medicina al contexto de la


“ciencia” porque en ellos la enfermedad dejó de ser algo divino o fruto del azar, para
explicarse en base a la naturaleza y la causalidad.
En sí, se puede decir que la Escuela Hipocrática supo armonizar las dos vertientes principales
que explicaban la enfermedad en su época: la dieta-ejercicio y la influencia de los agentes
climáticos o ambientales. Con ello, esta escuela no sólo otorgó un papel importante al
ejercicio corporal en el contexto médico, también lo utilizó y lo recomendó tanto para la
prevención, como para el tratamiento de la enfermedad.
¿Qué uso en particular ofrecía la escuela hipocrática del ejercicio físico?
Lo primero que se debe destacar es que el ejercicio físico era prescrito en función de la
complexión física, la edad y el sexo de la persona, por un lado, y según las condiciones
climáticas, la estación y los hábitos de vida por otro. Además, en el tratamiento de la
enfermedad, esta escuela aconsejaba la práctica del ejercicio junto al masaje y la
hidroterapia.
Sin embargo, lo que más importante a destacar era que en su uso había una gran
preocupación por establecer una dosificación adecuada para mantener el “equilibrio” con
la alimentación y las calidades de humedad-sequedad dentro del cuerpo.
Los ejercicios eran clasificados como “naturales” y “violentos”, siendo los primeros los que
se utilizaban para la vista, el oído, la voz y el pensamiento, y los segundos, las carreras, los
ejercicios gimnásticos, la lucha libre, la lucha de cuerpo a tierra, la lucha de manos y dedos,
luchas con el saco, gimnasia de brazos, etc. Los paseos los ponían en un punto intermedio
al considerarlos que eran naturales, pero tenían algo de violento.

En la prescripción, los paseos se asocian a diferentes cualidades según el momento en que


se hacen. Después de cenar consideran que resecan el vientre y el cuerpo y no dejan que el
estómago acumule grasas. Los matutinos que adelgazan, dejan la cabeza despejada y alerta
y el oído vivaz. Por último, los que se hacen después del ejercicio físico consideran que dejan
a los cuerpos purgados y flaco.

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En cuanto a las carreras (sencillas, dobles o de fondo), las recomiendan a los glotones y en
invierno más que en verano. Además, afirman que hacerlas vestidos son buenas para los
individuos de complexión seca; para los que quieren perder peso; y para las personas de
edad. En cuanto a los ejercicios gimnásticos (cita por ejemplo flexiones y elevaciones de los
brazos) avisa del peligro de padecer desgarros.
Desde el punto de vista estacional, también se aportan consejos, como que en invierno es
bueno realizar muchos ejercicios y de todo tipo con el cuerpo aceitado, seguido de
entrenamientos ligeros. Paseos rápidos tras los ejercicios gimnásticos y paseos lentos y al
sol después de la comida. También recomienda carreras y caminatas nocturnas, pero
siempre guardándose del exceso de ejercicio.

En primavera, hablan de reducir el ejercicio y hacerlos más relajadamente, practicar la lucha


de palestra con aceite al sol y suprimir los paseos después de las comidas. En verano, hablan
de hacer carreras sencillas y de corta duración, practicar la lucha libre sobre el suelo, paseos
a la sombra sobre todo matutinos y no pasear después de cenar. Por último, en otoño, citan
el ejercitarse vestido practicar la lucha untados de aceite y dar paseos al sol.
Referencias Bibliográficas
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Laín, P. (1970). La Medicina Hipocrática, Madrid: Revista de Occidente.


López, J.A. (1986). Hipócrates y los Escritos Hipocráticos: Origen de la Medicina
Científica, Epos: Revista de Filología, 2, 157-175.
Toscano, W.A. (2010). La importancia de las Actividades Físicas en relación a la Salud en el
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Toscano, WN. (2008). Los Ejercicios Físicos y la Salud en el Corpus Hipocrático.
Consideraciones a tener en cuenta para la Educación Física, Calidad de Vida, 1, 67-
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