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CRÍTICA DE CINE, “J’attendrai le suivant”

Presentado por la distinguida comentarista: Carmen Alicia Caballero Bolívar.

Ficha técnica:
“J’attendrai le suivant” (o “Esperaré el
próximo”, en español) es una
realización del director francés Philippe
Orreindy, producida por La Boîte para
convertirse en uno de los cortos de
Carolina Herrera durante la
presentación del perfume 212 en el año
2002. Protagonizada por los actores:
Sophie Forte, Thomas Goudin y Pascal
Casanova. La filmografía de Orreindy
incluye el siguiente repertorio de obras
que ha dirigido: J’attendrai le suivant
(Cortometraje, 2002), Tous les jours (Cortometraje, 2017), L’ocean électro (Película documental
en TV, 2016), Lumières noires (Cortometraje, 1995), Harmoniques (Documental de serie en TV,
1998-1999, 4 episodios), Voyages dans une toile (Documental de serie en TV, 1996) y Selected
Shorts #2 European Award Winners (Vídeo, 2005). Entre los destacados reconocimientos que
obtuvo el ya citado cortometraje, se puede mencionar que fue escogido a Mejor cortometraje
por los European Film Awards, por los César y nominado en la 76ª edición de los Premios
Oscar como Mejor Cortometraje. Otro dato a señalar, es la visualización del corto en diversos
festivales de todo el mundo, dada la licencia internacional que tiene con la productora Premium
Film.

Sinopsis. La acción transcurre en 4 minutos, que va desde una primera escena en donde se ve a una
mujer caminando solitaria por la calle, hasta el interior de un vagón de tren subterráneo que abre las
puertas a un hombre en sus treinta, el cual con cortesía se dirige a los pasajeros del vagón para
expresar su búsqueda por una mujer con rasgos particulares, no sin antes mencionar cualidades que
atribuye como características suyas. La protagonista, ilusionada por el tentativo discurso del hombre,
se mueve a la acción quizá pensando que no debe desaprovechar la oportunidad de iniciar una
relación amorosa. ¿El tren del amor ha llamado a la puerta de la mujer?

El contexto de la producción del cortometraje es en cierto lugar de Francia, país conocido por ser la
capital del amor y el romanticismo. Esta producción de cine se produce en la entrada al nuevo siglo
XXI (en el año 2002, como ya se ha señalado arriba) caracterizado por ser un cine de observación
psicológica y/o social. Teniendo como antecedentes históricos y contextuales eventos como el Mayo
Francés del 68 (manifestación estudiantil) y la creación de un nuevo género en el cine: Nouvelle
Vague (rompe con viejas tradiciones del cine).
Con respecto a los colores de la imagen, se puede notar los tonos fríos, con paletas de tonalidades
oscuras que van desde el azul turquí, pasando por el marrón y un color verdoso, hasta el negro. Por
otro lado, los planos que se identifican en el corto son: el plano detalle, con el que se abre el film al
enfocar los zapatos y los pasos lentos de la mujer; plano americano, cuando se muestra al hombre del
discurso y al otro hombre que se queja por la mujer que tiene; el primer plano, enfoca el rostro del
hombre y de la mujer captando sus expresiones faciales; y el plano angulado, que muestra la marcha
del tren, dejando atrás a la mujer que se bajó del último vagón. En el movimiento de la cámara se hace
imperativo el acercamiento o distanciamiento de los personajes, perceptible mediante el Zoom que se
le hace a ciertas escenas. Mientras que las tomas suelen ser objetivas.

La música sirve para amenizar los primeros segundos del cortometraje, pero gradualmente va bajando
su volumen para que el espectador se concentre en el plato fuerte de la puesta audiovisual: el discurso
del hombre. En este punto, se puede profundizar señalando que el único personaje que tiene diálogos
es el hombre, contrario a la mujer que no tiene líneas, solo se comunica con la mirada y con sus
expresiones faciales. En los efectos sonoros hay que recalcar el sonido de la apertura y cierre de la
puerta en el vagón del tren, siendo este un elemento metafórico: la abertura de la puerta es como subir
el telón para que inicie el espectáculo, y el sonido de la puerta en la estación siguiente es para alertar
a los pasajeros que van a salir y significa la finalización de la puesta en escena, de aquélla que se
quedó atrás y no continúa dentro de la obra de teatro. No obstante, otra óptica para ver el fenómeno
del pitido es indicar que el tiempo de la mujer va transcurriendo y debe darse cuenta de su realidad, de
los años que se le van pasando.

Desde el punto de vista de la narración, el comienzo nos muestra a una mujer de mediana edad,
caminando con pasos lentos y cautelosos por una calle mientras muestra una expresión seria en su
rostro. El conflicto con el que parece lidiar –y anhelar– es tener una relación amorosa, esto dejado en
claro en la escena de las escaleras eléctricas cuando persigue con su mirada a una pareja que
afectuosamente se abrazan en el sentido contrario a la escalera que va ella. Es decir, la escena es un
elemento que significa que unos van ascendiendo en las escaleras del amor y otros, como ella, van
descendiendo solitariamente en la vida. Una vez insinuado el tema del cortometraje, la estructura del
film lleva al desarrollo de la acción dramática con el discurso del hombre que busca a una mujer
soltera con la cual tener compañía y una relación amorosa; con expectación y entusiasmo la mujer
identifica que la propuesta del hombre es una oferta que le queda como anillo al dedo (le cree al
hombre) y, siguiendo las instrucciones dadas por el sujeto, decide bajarse del vagón en la siguiente
estación. Finalmente, el cierre se da con una sonrisa que se desvanece –parece irse junto con el tren–
y desencaja el semblante de la mujer, frente a la confesión que le da el hombre al otro lado de la
puerta antes de que se cierre: todo fue una actuación, parte de un guión bien planificado y
memorizado.

Para comprender mejor a los personajes, a continuación, se discriminan descripciones y atributos que
los caracterizan. Por un lado, la mujer: su complexión es gruesa, de estatura baja, llevando un peinado
fuera de moda con bastante laca (lo que puede significar una cualidad de ser dura y estática), con
accesorios clásicos como zapatos negros cerrados tipo señoriales (aspecto hermético), pañoleta en su
cuello y un bolso de mano grande. También posee tres tipos de mirada a lo largo del corto. La primera
es la mirada fija y seria que mantiene en los primeros segundos del film. La segunda es una mirada
anhelante, pícara y vívida: con las muestras de afecto de una la pareja en las escaleras eléctricas y
ensanchada en su rostro dentro del vagón cuando la persuade el discurso del hombre. En tanto la
última es una mirada triste, decepcionada y cabizbaja que dedica en la escena final. Entre sus
descripciones sociales y psicológicas es posible mencionar que es una mujer que no posee vehículo,
puesto que se desplaza caminando y después toma el transporte público. Es notable en ella un
sentimiento de soledad en el aspecto amoroso, de ansias por alcanzarlo, de esperanza por lograrlo a
pesar de su edad. Una mujer que parece tímida, pero apasionada, que está dispuesta incluso a
arriesgarse.

Por otro lado, se halla al hombre en sus treintas, con una complexión delgada, de estatura alta, con
elocuencia, dominio de la palabra y el espacio, con vestidura casual y llevando un bolso en el hombro.
En lo referente a sus aspectos sociales y psicológicos se puede decir que es un hombre sin empleo
que recurre a ese medio de transporte para obtener las propinas del público después de montar su
espectáculo; con sentido del humor, con capacidad persuasiva que inspira confianza. Además,
demuestra que es sensible al simpatizar con la mujer y decirle que todo fue una farsa, parte de algo
premeditado.

Atendiendo a la puesta en escena se ha de tematizar acerca de las localizaciones artificiales, en


espacios cerrados o angostos: escaleras eléctricas y vagón del tren. Uso de poca luminosidad para
producir un efecto contrastivo a las escenas: claro/oscuro, ambientado al final del día. La escenografía
es bastante sencilla y minimalista, despojándose de elementos demasiado decorativos. La
comparación del vagón: a- objeto movible, como se mueven y cambian los años; b- construcción del
hombre, como el discurso elaborado y actuado por el hombre en complicidad con un supuesto
pasajero; c- típica expresión para despabilar a una persona soltera que está entrada en años: “se te va
a ir el tren del amor”. En cuanto al vestuario, tanto los personajes como el personal de reparto visten
con ropas abrigadas por la llegada de la estación invernal a Francia.

En todo lo concerniente al montaje, partiré especificando que es de corte narrativo. Por poner un
ejemplo, la narración lleva a pensar que el vagón es una representación de la vida. Dentro de la
secuencia narrativa subyace un discurso ideológico machista (idealización de las características
perfectas para un hombre, con el cliché del “príncipe azul”). Igualmente, el montaje destaca por seguir
un orden lógico y cronológico en la trama, complementado por un ritmo lento y pausado. Siendo
plausible expresar de igual forma que el género del corto pertenece a la ficción, con subgéneros como
la comedia sentimental. El estilo se enmarca en el cine francés, posterior a la Nouvelle Vague. Visto en
otro ángulo, la intertextualidad que se presenta, pero a modo inverso, es con los universales cuentos
clásicos que se refieren al príncipe azul. Fácil es identificar contrastes entre: hombres/mujeres,
treintones/cincuentones, claro/oscuro, alto/bajo, grueso/delgado, vacío/lleno. Y en el referente social, el
cuestionamiento hacia el paradigma machista.

Como última valoración al repaso del aspecto técnico, podría decirse, lo bien fundamentado que está
el discurso del hombre, quien después de haber consultado en fuentes con autoridad de veracidad,
como el medio de comunicación de la prensa, se afirma en la situación actual del país: hay cinco
millones de mujeres que son solteras. Ese carácter circunstancial y verosímil permite fácilmente que la
mujer se lo tome con seriedad, puesto que lo relaciona con la realidad. Cabe añadir todavía, el
elemento de la risa, efecto que causa en los espectadores (pasajeros del vagón) como reacción a la
puesta en escena entre el hombre y un supuesto pasajero. Recordando un poco lo que explicaba Mijaíl
Bajtín (1965), la risa degrada y renueva, vitaliza. Vale decir, libera de la extrema censura
(prohibiciones y limitaciones). Resulta bastante curioso este hecho, puesto que el discurso que se
trabaja en el cortometraje, recuérdese, alude a ciertos dogmas arrastrados por siglos sobre cómo debe
ser un hombre/mujer, las capacidades comprometidas con el hogar y qué características debe poseer.
Esto último ilústrese con la exclamación discriminatoria que el supuesto pasajero le dio al hombre
cuando este se negó a contactar a su mujer porque prefiere a una mujer sin compromisos amorosos (y
que estalló con las risas de los pasajeros): “¡Afeminado!”.

Tomado de: Noe Santos Jiménez (2020). Guía de elementos para el análisis cinematográfico. Teoría del
cine. UAM.

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