Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¡Disfruta de tu lectura!
Créditos
MODERADORA DEL PROYECTO
-Patty
TRADUCTORAS
CORRECTORAS
-Patty Jani LD
Nota del Staff
Este libro es el segundo de una bilogía de vampiros súper ardientes
*guiño, guiño*
Recomendamos haber leído el primero antes, ya que puede haber
personajes o situaciones que no conocerás a menos que leas esa
historia.
***
—Odin, déjala sola —dice Amethyst, mientras el pitbull negro
empuja su nariz en mi mano. Puede parecer que quiere que le dé algo...
merece un escrutinio, pero cada vez que lo hago, él solo inhala, resopla
y aparta la cabeza. Lo que realmente quiere son golosinas. Muchas
delicias. Y no tengo ninguna en este momento.
—Te daré algo más tarde —le digo, y juro que el perro me mira.
Está extremadamente bien entrenado para ser un perro, la mayor parte
del tiempo, y es tan hiperactivo e inteligente que a veces pienso que en
realidad podría entender español7. Él al menos parece hablar con Solon
en su cabeza. Se lo dije una vez, pero Solon me miró como si fuera
ridícula por siquiera pensar en tal cosa.
Aun así, no me sorprendería. Solon no es un vampiro promedio,
además tiene un montón de magia que ha intercambiado, más de la que
tengo en mis humildes comienzos de bruja. Así que no dejaría nada
más allá de él, incluyendo averiguar cómo tener una conversación con
su perro.
Odin vuelve a inhalar y luego se rinde, dejando la habitación con
esa cabeza colgada, un paseo decepcionado que solo un perro puede
hacer8.
Estoy sentada al final de la cama de Amethyst mientras me
maquilla para la fiesta de esta noche en el Dark Eyes. Diría que se ha
convertido en una tradición divertida y femenina entre nosotras, pero
solo sucedió dos veces antes y ninguno de esos eventos fueron
'divertidos'. La primera vez fue porque estaba a punto de ser subastada
al mejor postor (aunque Solon insiste en que nunca hubiera dejado que
pasara, no estoy segura de creerle), y la segunda vez fui atacada por
tiernas… JAJAJAJAJAJAJAJA
alguien que trabajaba para Yanik, lo que resultó en que mi amado
arrancara el corazón del vampiro y le prendiera fuego.
Y, de hecho, esta vez será la primera vez que vaya a Dark Eyes
desde que regresé de Shelter Cove, así que estoy más nerviosa que
cualquier otra cosa.
—¿Estás bien? —pregunta Amethyst, su cepillo de rubor
esponjoso se detuvo en mi mejilla—. Pareces estar a millas de distancia.
Trato de darle mi sonrisa más tranquilizadora, pero por la forma
en que sus ojos violetas se mantienen fijos en los míos, no creo que lo
crea. —Solo estoy… ansiosa. Supongo.
—Escuché lo que le dijiste a Solon antes. Que pensaste haber
visto a alguien en tu habitación esta mañana.
Y aquí estaba pensando que los vampiros tenían mejor oído que
los humanos, Amethyst seguro que los ha vencido.
—No fue nada —le digo—. Estoy viendo cosas.
Tan pronto como me levanté esta mañana, encontré a Solon con
Wolf en el Dark Eyes, hablando de algo que parecía bastante
importante. Supuse que Solon se había levantado temprano esa
mañana para pasear a Odin. Por supuesto, le dije exactamente lo que
había sucedido, pero no parecía tan preocupado, al menos no más de lo
normal.
—¿Viendo cosas? —dice Amethyst—. Bueno, supongo que podría
ser un fantasma. Incluso los he visto por aquí. ¿Por qué crees que tengo
el dormitorio más brillante en la casa?
Miro a mi alrededor, tratando de no entrecerrar los ojos. Ella
tiene todas las cortinas abiertas, dejando la luz del atardecer reflejarse
en las paredes de color crema. A pesar de su personalidad bastante
gótica, quiero decir, vive de buena gana en una vieja casa victoriana de
vampiros, su habitación es un lugar alegre (aparte del hecho de que
colecciona esas muñecas americanas y las guarda todas en un armario,
no en sus cajas como lo haría un coleccionista normal, pero apiladas
allí todas sueltas, piernas y brazos en jarras. Lo abrí una vez buscando
una camisa que ella tomó prestada y tuve el susto de mi vida, como si
me hubiera topado con el mundo de Annabelle9 o algo así).
De todos modos, en lo que respecta a lo que vi esa mañana,
Solon no mencionó fantasmas, pero dijo que podría ser una Alma de las
Sombras. Esas son las almas atrapadas de los perdidos en el Black
Sunshine. Los he visto allí, pero dice que no es raro que crucen a este
mundo. Aparentemente se sienten atraídos por la depresión, que
9 Muñeca poseída.
supongo podría encajar cuando se trata de mí. En ese sentido, también
dijo que podría ser mi imaginación, ya que me cuesta mucho procesar
todo lo que está sucediendo. La sombra podría representar una
conciencia culpable.
Suspiro mientras espolvorea un poco de rubor en la punta de mi
nariz. Espero no verme como un payaso ahora. —Pero estoy
principalmente ansiosa por esta noche —admito.
—Oh. ¿Por qué?
Me encojo de hombros ligeramente mientras sopla su cepillo en
un gran compacto de bronceador. Con mi piel alabastro pálida ahora,
tomaré todo el bronceador que pueda conseguir. —No lo sé. Supongo
que porque esta es la primera fiesta a la que voy desde que todo pasó.
Todo el mundo sabe quién soy ahora. Todo el mundo probablemente
sabe que también fui secuestrada
—Y sabrán que destruiste a Yanik.
—Exactamente —le digo—. Un vampiro malvado y poderoso que
estaba trabajando para Skarde. Me temerán, y si no me temen, me
odiarán. O ambas cosas.
Amethyst me da una pequeña sonrisa. —¿Es tan malo ser
temida?
—Sí —le digo rotundamente—. Se supone que ahora soy uno de
ellos, ¿verdad? No quiero que todos me odien. Tengo que estar con esta
multitud, bueno... para siempre. Eso es como vivir tus peores años de
colegio por la eternidad, nunca encajar con los chicos geniales.
Ella pone los ojos en blanco. —Mira —dice ella—. Los vampiros
que se juntan en el Dark Eyes ni siquiera les gusta Solon la mayor
parte del tiempo. Lo toleran y sólo lo toleran porque le temen y porque
les da lo que necesitan. Un lugar para alimentarse de forma segura.
Saben que hay consecuencias por hacerlo fuera de estos muros. Puede
que no haya policías de vampiros, pero hay asesinos que están más que
dispuestos a eliminarlos, además el hecho de que incluso los vampiros
pueden estar implicados por asesinato, y el hecho de que a muchos
vampiros no les gusta matar gente. No son diferentes de los humanos
de ese modo. Solo porque comen carne de res, no significa que vayan a
hacer matanza de vacas. Lo mismo ocurre con ellos. Entonces necesitan
a Solon. Y porque lo necesitan a él, también te necesitarán a ti.
Eso no me hace sentir mejor. No es como si hubiera crecido con
esta necesidad innata de agradar a la gente. Siempre supe que era
diferente y la gente me trató en consecuencia. Pero ahora, me siento
tan insegura de mí misma, insegura de mi papel en esta nueva vida, y
de quién soy y de lo que puedo hacer y la idea de ser un vampiro y que
otros vampiros me traten diferente, bueno, apesta.
—Sólo quiero encajar —le digo a Amethyst, ajustándome a su
colcha de lavanda—. Sé que suena tonto.
—No suena tonto —dice, dándome una pequeña sonrisa antes
de inclinar su cabeza con simpatía—. Pero no vas a encajar, Lenore.
Odio ser Debbie Downer10 para ti, pero eres mitad bruja y mitad
vampiro y eso nunca va a cambiar. No encajarás en el lado de las brujas
más que encajarás en los vampiros, por lo que es mejor que intentes ser
tú misma en su lugar.
Le doy una mirada fulminante. —¿Fuiste al colegio de Solon de
fomento de la confianza o qué?
Ella ríe. —Lo siento. Pero si te hace sentir mejor, encajas en esta
casa y encajas conmigo y eso podría tener que ser suficiente.
Reflexiono sobre eso mientras termina el resto de mi maquillaje.
Está en lo correcto, por supuesto. No encajaría, así que ni siquiera
debería molestarme en intentarlo. Vampiros y brujas siempre han sido
enemigos jurados, por lo que el hecho de que forme parte de las brujas
siempre será algo que los vampiros vean cuando me miran. No solo eso,
sino que seré la hija de Jeremías, un hábil hechicero en las artes
negras, lo suficientemente poderosas como para que los vampiros
parezcan encogerse de miedo ante la mención de su nombre. Y aunque
siento que mis poderes ascienden a nada, maté a uno de los suyos.
Supongo que tienen todo el derecho a temerme.
Pero tal vez eso no debería importar. Quizás todo lo que
realmente importa es que Amethyst no me teme. Tampoco Solon, Wolf,
Yvonne o Ezra. Quizás todo lo que necesito esté dentro de esta casa.
Quizás sea más que suficiente.
Cuando ha terminado de tirar de mi cabello hacia arriba en un
peinado desordenado ingeniosamente, estoy lista para ir. Ya llevo
puesto mi vestido para la noche, un Alexander McQueen hasta la
pantorrilla de cuero negro, con un corpiño y un cinturón en la cintura,
que se adhiere a todas mis curvas. Es certificablemente sexy y cuando
me pongo mis tacones de aguja negros, me siento mucho más segura
que más temprano. Ayuda que los tacones me hagan súper alta, y
desde que me volví vampiro, la gracia sobrenatural que viene junto con
el linaje me ha hecho caminar con tacones sin esfuerzo ahora. No es
que todavía no me encuentre pisando fuerte en mis botas de combate,
pero es agradable usar un par de tacones 'fóllame' también.
10Es un nombre para una persona que hace sentir mal constantemente a los
demás con comentarios negativos.
—Está bien —me dice—. Ya está todo listo.
Me pongo de pie y me miro en su espejo de cuerpo entero. A
pesar del hecho de que no he hecho ejercicio en dos meses, mis
músculos están compactos y elegantes. Si me veo jodidamente fuerte, es
porque lo soy.
Amethyst descansa juguetonamente su barbilla en mi hombro y
me mira fijamente en el espejo, su cabello negro contrasta con mis
mechones resaltados. —Tengo que admitir, estoy un poco celosa —dice
con nostalgia.
—¿Por qué? Estarás allí esta noche.
—Trabajando —señala—. Siempre trabajando. Y, de todos
modos, nadie me mira como si fuera una criatura todopoderosa. Nadie
ni siquiera me mira en absoluto
Le doy una mirada irónica en el reflejo. —Eres un humano en
una habitación llena de vampiros, estoy segura de que todo el mundo
está muy pendiente de ti todo el tiempo.
—¿Sabes que soy humano en este momento? —pregunta—.
¿Estás oliendo mi sangre? ¿Te estoy dando hambre?
—Bueno, no.
—Porque estás acostumbrada a mí. También lo están todos los
vampiros.
Me río de lo decepcionada que suena. —¿Quieres decir que
quieres estar en el menú de esta noche?
No dice no a eso, y es entonces cuando me doy cuenta de que no
está realmente hablando de los otros vampiros. Quiere estar en el radar
de un vampiro en particular, Wolf. Empiezo a pensar que Amethyst
está aguantando que Wolf la muerda al azar algún día.
—Aquí —dice Amethyst, entregándome mi joyero donde están los
pendientes de rubí que me regaló Solon. Hago una mueca de dolor
cuando los postes de los pendientes perforan nuevos agujeros en mis
oídos (debido a la forma en que me curo, se cierran al momento en que
me sacó los pendientes). Entonces, cuando Amethyst me da el sello final
de aprobación, salgo de la habitación y bajó el pasillo hasta las
escaleras, pasando las rosas que Yvonne pone en todos los niveles.
Como de costumbre, las rosas rojas están muertas, así que las
señalo con el dedo y pienso en cómo florecen y luego miro con alegría
como las flores comienzan a crecer, cobrando vida y chorreando sangre.
No son exactamente iguales a cómo eran antes (estoy bastante segura
de que no puede recoger rosas empapadas de sangre del departamento
floral de Whole Foods) pero me hace sentir bien que no todo tenga que
morir alrededor de los vampiros. Aunque juro que uno de los vampiros
de esta casa las mata a propósito para molestarme. Cada vez que las
hago florecer de nuevo, me acuerdo de la escena ¡Rosa! ¡Azul! del
vestido que cambia de color en la Bella Durmiente.
Subo todo el camino hasta la torre, justo cuando Solon sale de
nuestro dormitorio, vestido con un esmoquin. Se ve muy sexy, como
siempre. Nadie puede usar un esmoquin como él puede, de la manera
en que inmediatamente quieres quitárselo.
Sus ojos se arrastran sobre mis hombros, mi pecho, mis
caderas, su intensidad subiendo de nivel, sus pupilas dilatándose hasta
que sus ojos casi se ven negros. —Tú luces hermosa —dice en voz baja,
suave como la crema, que hace que escalofríos recorran mi espina
dorsal—. Esos zapatos —agrega, su mirada acalorada persistiendo en
ellos
Por supuesto que estoy sonriendo porque era la reacción que
quería. —Contenta de que te gusten.
Me mira de reojo. —Deberías haber venido antes —dice,
deslizando su mano sobre su entrepierna de una manera demasiado
sugerente, succiona el labio inferior a través de los dientes, una pizca
de colmillos como si estuviera caliente y hambriento a la vez—. Mi polla
estará pensando en ti toda la noche11.
Dios12.
—¿Es eso algo tan malo? —bromeó, aunque el mismo calor que
está haciendo que su mirada se caliente, ahora brilla a través de mí.
Se adelanta, envolviéndome en su aroma natural de rosas,
tabaco, y cedro, mi sangre bombea caliente por mis venas, zumbando
en respuesta. Su mano se extiende y me agarra por la nuca,
sosteniéndome posesivamente. —Pensar en ti nunca es malo —
murmura, sus ojos bloqueados en mi boca, mis labios ya hormigueaban
al pensar en él besándome—. Pero cuando no puedo conseguir lo que
quiero, tiendo a volverme irritable.
Le doy una sonrisa perezosa. —¿Tú? ¿Irritable?
Deja escapar un ruido sordo en respuesta antes de besarme,
caliente, mojado y profundo, su agarre en mi cuello se hace cada vez
más fuerte. Si sigue follando mi boca con su lengua así, creo que vamos
a llegar muy tarde para la fiesta.
15 Solon-alias-Christian Grey xd
menos, es otro nivel. Eso llevaría mi experiencia sexual de vainilla a Ben
& Jerry's16 todo menos el...
Aun así, no se puede negar que el hambre ya se estaba
formando dentro de mí. Haré lo que me pida, siempre y cuando los dos
nos toquemos. Ya hice las paces con este lado monstruosamente
cachondo de Lenore.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó.
Se mueve tan rápido que es solo un borrón. De repente me está
empujando contra la pared, las esposas se cierran sobre mis muñecas y
Solon está agarrando mi cabello, haciendo un puño con él antes de
empujarme hacia abajo hasta que estoy de rodillas, las cadenas se
tensan. Ahora sé para qué sirven las alfombrillas de cuero negro.
—Chúpalo —grita.
Mis ojos se agrandan.
Y obedezco
Como no puedo alcanzar su polla con mis manos, todo lo que
puedo hacer es abrir mi boca mientras aprieta su agarre en mi cabello,
tirando de mi cabeza hacia adelante mientras hace un puño con la otra
mano, guiándose a sí mismo dentro de mi boca. Su polla se desliza por
mis labios, más y más profundamente, hasta que casi me ahogo.
Agradezco a Dios, que mi reflejo nauseoso ha disminuido desde que me
convertí en vampiro.
Cierro los ojos un poco y dejo que me folle la cara, su polla se
desliza hacia adentro más profundo y más duro con todos y cada uno
de los empujes. Lo miro de vez en cuando y luego, aun mas a medida
que se vuelve más áspero y más vocal, dejando escapar lujuriosos
gruñidos. Me encanta ver su cabeza echada hacia atrás, su cuello
expuesto. Miro la sangre palpitando en esa garganta, huelo lo caliente
que está debajo de la superficie de su piel. Quiero beber de él, chuparlo
de ambas formas.
Aunque no tengo control. Nunca he dado una mamada donde
no he podido usar mis manos, así que estoy a su total merced, y su
polla está implacable mientras entra y sale de mi boca húmeda
Es decir, hasta que siento que mis colmillos comienzan a
alargarse, las puntas afiladas de ellos arrasando las rígidas venas a lo
largo de su eje.
Tentando.
Queriendo.
18De facto significa ‘de hecho’, es decir, que no tiene reconocimiento jurídico o
que se ha instaurado por la fuerza de los hechos. Un gobierno de facto es todo aquel
que se instaura o se ejerce al margen de la legalidad o fuera del derecho.
Me da una sonrisa irónica. —Sabes que eso sería imposible
contigo. Todo lo que puedo hacer es defender su caso y pedírtelo
cortésmente.
Dudo un momento.
—¿Mencionó a Lenore? —pregunto.
—¿Tu pequeña bruja? —pregunta Onni. Si no hubiera
captado el afecto en su voz, probablemente lo habría partido en
dos por usar una frase tan condescendiente—. No.
Mmm. Kaleid sabría que Lenore destruyó a Yanik, pero si
no pregunta por ella, al menos ella no es un objetivo. Si esto fuera
una trampa. Lo cual es.
—Bueno, creo que sabes cuál es mi posición en esto —le
digo a Onni antes de terminar el vino y ponerme de pie—. No creo
que estés mintiendo, pero no puedes culparme por no confiar en
mi hermano. Si realmente quisiera, o necesitara, mi ayuda, lo
demostraría viniendo aquí, a mi dominio. Para mí, ir a Helsinki
sería caminar directo a la horca y, perdóname, pero mi vida acaba
de empezar a ponerse interesante de nuevo. No querría terminarla
tan pronto.
Miro a Wolf, sin olvidar ser un buen anfitrión. —¿Crees que
la cena de Onni ya está lista?
Onni se sienta con la espalda recta, los ojos muy abiertos
de emoción, las pupilas enrojecidas por el hambre. —Ooh, casi lo
había olvidado. No recuerdo la última vez que tuve sangre
estadounidense. Por favor dime que es un hombre. Uno joven.
—Los mendigos no pueden elegir con poca antelación —le
dice Wolf—. Tenemos una mujer de poco más de treinta años.
Lamento decepcionarte.
Onni lo despide y se levanta de su asiento. —No hay
decepción aquí. Estoy seguro de que sabrá bien. Además —señala
a la habitación—, todo es parte de la experiencia aquí. Es tan...
limpio y ordenado no tener cuerpos de los que deshacerse. Seguro,
pierdes la emoción de matar, pero supongo que el consentimiento
es popular en estos días. Ya sabes, Absolon, pero Kaleid ha
comenzado a copiarte.
Levanto la ceja. —¿Copiarme?
—Un poco —Aprieta el dedo índice y el pulgar para
mostrarlo—. Ahora tiene una guarida fuera del Mundo Rojo. Tiene
algunos humanos a los que le gusta tener cerca. Viven con él. Se
alimenta de ellos. Ah, y ellos quieren estar allí, no te preocupes.
No es diferente a tus pequeños voluntarios aquí. Antes, él era
insaciable, tal vez para reunir fuerzas para luchar contra tu padre,
tanto que la policía de Helsinki empezó a dar la alarma de un
asesino en serie en la ciudad. Durante un tiempo comenzó a
importar rusos de San Petersburgo, pero se volvió un poco
arriesgado. Supongo que tú, er, enfoque respetable para la
alimentación se le está pegando.
—Lo creeré cuando lo vea —le digo, poniendo mi mano en
su hombro y llevándolo al donante en el Cuarto Oscuro.
Y no lo veré, que es lo único que sé que es verdad.
Capítulo 5
LENORE
No puedo respirar.
Me despierto, abriendo los ojos de par en par, y veo un infinito
cielo nocturno lleno de estrellas sobre mí, y sin embargo sé que Yanik
está conmigo, que me tiene, puedo sentir la fuerza inconfundible de su
maldad, su oscuridad sin fin y su locura total.
Me va a matar, me va a matar.
—Cálmate, Lenore —dice una voz, cortando la oscuridad—.
Estás teniendo un ataque de pánico.
La voz me resulta familiar, pero no es la de Yanik.
No pertenece a un vampiro.
Pero el mal, la oscuridad, permanece como si corriera en venas
negras bajo la tierra, impregnando el mundo de adentro hacia afuera.
—Lenore —dice la voz de nuevo, y de repente las estrellas en el
cielo parecen desaparecer, como si fueran cubiertas por un manto
negro—. Estás bien. Has perdido mucha sangre. Solo quédate quieta y
despierta lentamente.
¿Sangre?
Y luego todo vuelve corriendo a mi cabeza.
Solon.
La bestia.
Los ojos rojos vacíos.
La sensación de cinco garras curvas, del tamaño de un cuchillo,
atravesando mi pecho, desde la clavícula hasta el esternón, rasgando
músculos, grasa, cartílagos y hueso.
Jadeo de nuevo por aire, me siento y miro mi pecho.
Llevo la bata de seda negra de Solon, estoy desnuda debajo de
ella, y mi pecho es una gran herida abierta totalmente masacrada. El
dolor, el terror, el horror abyecto me recorren, haciendo que mi sangre
se vuelva fría y burbujeante y esté a punto de desmayarme, porque
¿cómo puedo seguir viva con mi cuerpo casi desgarrado en dos? Esta
herida es profunda y fatal, y espantosa, tan espantosa.
Voy a vomitar.
—Respira —dice la capa negra, y cuando vuelvo a mirar, veo un
rostro cambiante y unos ojos insondables mirándome—. Respira,
Lenore. Estás a salvo aquí conmigo. Nosotros te arreglaremos.
De repente, se pone de pie y hace un gesto con las manos y yo
me levanto del suelo, como una marioneta en una cuerda, hasta que
estoy de pie, con los dedos de mis pies hundiéndose en la arena.
Arena.
Miro a mi alrededor.
Estoy en un largo tramo de playa, la arena fresca contra las
plantas de mis pies, las olas del océano rompiendo a un lado mío, un
bosque oscuro al otro lado. No hay luna a la vista.
El hombre está de pie frente a mí, quitándose la capa de la
cabeza, aunque eso no hace que su rostro se calme. Sigue cambiando
de forma, un movimiento borroso de rasgos, mientras sus misteriosos
ojos ennegrecidos permanecen fijos en mí.
Jeremias.
Mi verdadero padre.
—¿Dónde estoy? —pregunto débilmente, mi voz ronca, mis
pulmones burbujeando, espumosos y fríos—. ¿Cómo llegué aquí?
Sus labios se mueven en una sonrisa. —Estamos en uno de los
muchos mundos disponibles para ti, querida hija. Mundos que existen,
si solo supieras dónde buscar.
Eso no ayuda.
Empiezo a toser de nuevo, escupiendo sangre sobre la arena.
Parece negra, como alquitrán. Esto no es bueno. —Voy a morir,
¿verdad?
Siento que la impaciencia sale de Jeremias, pero estoy
demasiado cansada y, bueno, muriendo, como para que me importe.
—Podrías si no dejas de hablar —dice después de un momento.
Luego suspira—. Debes tener confianza en mí.
Miro mi pecho con horror de nuevo, al lío de carne y hueso.
¿Esto siquiera está sucediendo? ¿Cómo sé que no estoy muerta ya?
—No puedo confiar en un hombre que acabo de conocer —le
digo. Oh, Dios, creo que puedo ver mis pulmones.
—¿Incluso uno que está en el proceso de salvar tu vida? —
pregunta con calma—. Además, nos conocemos. Te he ayudado antes y
eso debería ser suficiente para garantizar tu confianza.
—¿Cuando…? —empiezo, pero el esfuerzo por hablar es
demasiado. ¿Cuándo me ayudaste?
—Cuando estabas atada a una silla frente a un vampiro llamado
Yanik y pediste ayuda. Tu pozo interior, el iluminado por la luna, lleno
de oscuridad y poder, me estaba esperando.
—Mi madre me contó sobre eso, sobre el pozo dentro de mí.
—Y tu madre adoptiva es una bruja, como yo, y como tú. Dime,
¿recuerdas ese momento? ¿Antes de que aprovecharas el poder de
Absolon, antes de que tomaras su fuego y lo convirtieras en algo propio,
algo para causar destrucción y muerte en la Orden Oscura? Porque yo
lo hago. Te escuché llamar, estaba esperando para ayudar y pregunté:
‘¿Estás segura, niña?’, y tú respondiste…
—Sí, estoy segura —repito distraídamente, recordándolo tan
bien, a pesar de que he estado intentando con todas mis fuerzas
bloquearlo. Sabía que había sentido algo, alguien, más dentro de mí,
ayudándome a acceder a lo que necesitaba para derrotar a Yanik.
Simplemente no sabía que era este tipo. Mi infame brujo malvado de
padre.
—No, no lo bloquees —me dice Jeremias, leyendo mi mente—. Al
bloquear lo que es difícil, te niegas a enfrentarlo. Al negarte a
enfrentarlo, no puedes usarlo para fortalecerte. Lenore, hija mía,
necesitarás toda la fuerza que puedas adquirir de aquí en adelante. No
solo para sobrevivir a lo que este monstruo te hizo, sino para sobrevivir
a todo lo demás que se te presente. He previsto el futuro.
De repente, Jeremías agita sus manos y me atrae hacia él como
si colocara un gancho invisible alrededor de mi espalda, mis dedos de
los pies arrastrándose por la arena.
—Tenemos mucho que discutir —dice con gravedad, con el
rostro a centímetros de distancia—. Pero tendrá que esperar.
Mueve su mano de nuevo y yo me doy la vuelta, de cara al
oscuro bosque ahora, viendo llamas parpadeantes en la base de los
cipreses doblados, el tipo de bosque que verías en la costa norte de
California azotada por el viento. ¿Todavía estoy cerca de San Francisco?
¿O realmente estoy en otro mundo?
Jeremías comienza a caminar por la arena, aunque parece
deslizarse justo por encima de ella, y yo soy arrastrada detrás de él,
como a un pie del suelo.
Subimos un pequeño acantilado y luego él se hace a un lado y
yo me quedo flotando en el aire, frente a un círculo de antorchas, las
llamas bailando en una brisa inexistente. Hay un círculo dibujado en el
suelo arenoso con carbón oscuro que me recuerda la transformación de
Solon. Por un momento me pregunto cómo está, si se ha despertado ya
en su forma de vampiro, o si todavía es una bestia y está causando
estragos en la casa. Hay rasguños en la barandilla del piso principal,
profundas hendiduras dejadas por sus garras, así que sé que al menos
tuvo que haber sucedido una vez antes. Espero que Yvonne y Amethyst
estén bien.
Espero que él esté bien.
Pero luego mis pensamientos se detienen porque fuera de las
antorchas, comienzan a abrirse agujeros en el suelo y se extienden
brazos delgados y pálidos, como algo que se levanta de la tumba.
Oh, no.
Miro fijamente, muerta de miedo, cómo cuatro chicas salen del
suelo. Todas son de un blanco fantasmal, con largo cabello negro,
descalzas, vestidas con vestidos blancos a juego.
Se ponen de pie, colocándose junto a las antorchas encendidas,
y la luz danzante les ilumina el rostro. Todas las chicas parecen tener la
misma edad, tal vez un poco más jóvenes que yo, pero también lucen
exactamente iguales. Como cuatrillizas, todas tienen la misma boca
pequeña, narices delgadas y ojos oscuros y penetrantes. Incluso sus
posturas y la forma en que su cabello cae en sus caras es la misma,
como si alguien las hubiera copiado y pegado una y otra vez.
¿Quiénes son? Le pregunto a Jeremías, que está parado allí,
mirando a las chicas, y las chicas mirándolo a él, como perros
esperando una señal de su amo.
—Mis aprendices —dice con voz profunda—. Necesitan aprender.
Serás un gran ejemplo.
¿Un ejemplo de qué? Pregunto, mis ojos se agrandan, pero de
repente siento el viento en mi espalda, mi bata volando a mi alrededor,
y bajo la mirada con asombro mientras se retuerce y gira a mi
alrededor, como si fuera una serpiente negra, como si estuviera viva, y
luego de repente el color se desvanece a gris, y luego a blanco, y ahora
estoy con el mismo vestido blanco que las chicas.
Miro a Jeremías en estado de shock, pero él simplemente mueve
su dedo hacia las llamas y de repente mi columna se arquea y mis pies
avanzan, y estoy de espaldas, flotando en el aire, moviéndome por el
camino como si me empujaran en una camilla invisible.
Grito mientras vuelo por el aire, mareada, el dolor en mis
pulmones aumentando por la presión, y ahora estoy en el centro del
círculo, rodeada por las chicas espeluznantes y las antorchas,
suspendida sobre ellas.
¿Qué está sucediendo? Grito en mi cabeza, mi garganta
llenándose con la sangre de mis pulmones, haciendo imposible hablar.
—Silencio —dice Jeremias mientras camina hacia mí. Ahora
sostiene un cáliz de plata lleno de líquido negro, aunque cuando respiro
profundamente, puedo oler que es sangre. Sin embargo, no es sangre
humana. Parece casi alienígena y completamente repulsiva.
Inclino mi cabeza hacia un lado, mi cabello colgando, lo
suficientemente largo para casi llegar al suelo desde este ángulo, y veo
cómo Jeremias levanta el cáliz de plata sobre su cabeza. Cierra los ojos
y su rostro sigue transformándose y cambiando.
—Unum tenebris, hac nocte voco te, filia mea, ut praeter eum —
dice Jeremias en voz baja, hablando algo que podría ser latín—. Nisi ab
ea a venenum, venenum dare me illam.
—Venenum, venenum —Las cuatro chicas comienzan a cantar en
un tono ronco y monótono. ¿Veneno? Venenum es veneno en latín,
¿quizás?
—Unum tenebris —repite Jeremias.
—Unum tenebris, unum tenebris —cantan las chicas, planas y
sin música.
De repente hay movimiento y sonido proveniente del bosque.
Giro la cabeza para ver mientras figuras encapuchadas se mueven entre
las ramas. Me recuerdan a la Orden Oscura, y eso es suficiente para
asustarme hasta la mierda. Esperan en la oscuridad de los árboles,
observando. Tal vez aprendiendo como las chicas, tal vez esperando su
momento.
—Ea cura corpus cum sanguine —prosigue Jeremias.
¿Corpus? Cuerpo. ¿Sanguine? Sangre.
¿Sangre de quién?
¿Mía?
—Ea cura corpus cum sanguine —cantan las chicas secamente.
Jeremias da un paso al frente y me mira fijamente, y ahora sus
ojos ya no son negros. Son amarillos. Sin iris, sin blanco, solo amarillo
azufre, con una hendidura negra en el medio.
Mi piel se estremece de horror.
—Ea cura corpus cum sanguine —susurra, como si me lo dijera,
luego toma el cáliz de plata y lo inclina, para que la sangre ennegrecida
se derrame de la copa y caiga sobre mi pecho.
Grito.
La sangre arde y sisea, el vapor se eleva de mi cuerpo, y de
repente me contorsiono en el aire, la espalda arqueada, mis
extremidades moviéndose y estirándose en todas direcciones. El dolor
me estrangula de adentro hacia afuera.
—Ea cura corpus cum sanguine —repite Jeremias, más fuerte
ahora, su voz vibrando dentro de mi cráneo, y mi visión comienza a
volverse borrosa, lágrimas rojas llenan mis ojos. No puedo dejar de
gritar de dolor, mi cuerpo no deja de arder, mi piel está tan tensa que
podría romperse en un millón de pedazos.
Repentinamente el cántico es más fuerte, más siniestro, y a
través de mis ojos vacilantes veo las figuras encapuchadas en el borde
del bosque quitarse las capuchas con manos esqueléticas.
Tienen cráneos de ciervo por cara, cuencas vacías por ojos, astas
que los mantos ocultaban de formas imposibles, y levantan los brazos,
brazos humanos de puro hueso, hacia el cielo mientras el canto sigue
creciendo.
Me horrorizaría si no tuviera tanto dolor, si no sintiera como si
la sangre estuviera causando fisuras en mi alma al filtrarse en mi
herida, mi pecho rechinando, como si mis costillas se movieran
independientemente.
Entonces, de repente, el dolor se detiene.
El cántico se detiene.
El mundo se vuelve dolorosamente silencioso y quieto.
Entonces, cualquier poder que me estuviera sosteniendo se
disipa y caigo.
Aterrizo en el suelo en un montón, levantando la cabeza lo
suficiente para ver a Jeremías dar un paso hacia mí. Sus pies son
pezuñas hendidas.
—Estás salvada, hija mía.
***
—Despierta, Lenore.
Mis ojos se abren rápidamente.
Estoy acostada de costado sobre un parche de musgo húmedo,
mirando a Jeremias, que está sentado en el tronco de un árbol caído
que está absolutamente rebosante de insectos.
He estado entrando y saliendo de la conciencia durante lo que
parece una cantidad infinita de tiempo. A veces vuelvo en mí y estoy
sentada contra un árbol, con la corteza áspera en mi espalda. Otras
veces estoy sentada frente al océano, mirando las olas, abrazando mis
rodillas. O acostada en la arena.
Siempre esta oscuro. Una noche eterna. Nunca hay luna.
Ni siquiera sé si todavía estoy viva.
—Estás viva —dice Jeremias—. Y estás curada. Es hora de que
aceptes lo que te ha sucedido.
Trago, y por una vez no pruebo mi propia sangre.
Cierro los ojos y respiro profundamente y mis pulmones no
están burbujeando ni goteando. Lentamente me levanto para quedarme
sentada, manteniendo las piernas juntas porque estoy de nuevo con la
bata negra de Solon, desnuda debajo.
Tengo miedo de mirar, de ver esa herida.
—Adelante —dice Jeremias. Lo miro y su nariz cambia de algo
pequeño y fino a algo rojo y bulboso, luego largo y aguileño. Siempre
cambiando. ¿Por qué?
Pero no le pregunto eso. En su lugar, inhalo profunda y
maravillosamente claro, oliendo sal marina y aire fresco, y luego abro el
cuello de mi bata lo suficiente para mirarme el pecho.
Hay horribles cortes entre mis senos, de color rojo oscuro y con
costras.
Pero están formando costras.
Las heridas se han cerrado.
—¿Cómo? —pregunto, mirando a Jeremías—. ¿Cómo es esto
posible?
Él sonríe, sus dientes cambiando de forma mientras me los
muestra. En un momento la sonrisa parece amistosa, al siguiente
parece depredadora. —Magia —dice a la ligera—. Por supuesto.
Claro. Magia. No importa lo que me haya pasado en los últimos
meses, aceptar el hecho de que la magia es real, que es algo que existe
en este mundo, y en todos los mundos, que algunos humanos pueden
poseerla de manera tan casual, tan fácil, es algo que todavía encuentro
difícil comprender.
¿El hecho de que yo misma tenga magia? Olvídalo.
—Me decepcionas, Lenore —dice, observándome con atención—.
Eres la única hija que le ha dado la espalda a quien es.
Lo miro fijamente. —¿Qué quieres decir con la única hija?
¿Tienes más que yo?
Su sonrisa es a la vez orgullosa y maliciosa. —Oh. Alma
preciosa. Qué egocéntrica eres en tu pensamiento. Supongo que se te
ha subido a la cabeza, ¿verdad?, que eres la hija de Jeremías. Bueno,
quizás eso esté justificado. Eres la única mitad bruja, mitad vampiro
con el linaje que tienes. Pero no eres mi única hija. Tengo muchos.
—¿Cuántos? —pregunto, intrigada, y un poco asustada, ante la
idea de tener hermanos y hermanas de su parte.
Se encoge de hombros. —Muchos.
Fui criada como hija única. Pensar que tengo hermanos se
siente como una puerta a un mundo completamente diferente que
acaba de abrirse. Supongo que así es.
—¿Alguno de ellos es... normal?
Él ríe. Es áspero y metálico y hace que se me apriete la
mandíbula. —¿Normal? No más normal que tú. Dime, Lenore, ¿te
avergüenzas de ser una bruja?
Trago saliva. —No.
—Pero mientes. ¿Por qué?
—¿Por qué miento?
—Sí.
—No sé…
—Me tienes miedo. Todavía. Después de todo lo que he hecho
por ti. Te he salvado la vida dos veces, ¿no me gana eso tu confianza?
No espero que me ames, querida hija, pero sí espero tu respeto.
Froto mis labios juntos, mis ojos vagando sobre la herida,
preguntándome si tendré cicatrices por primera vez en mucho tiempo, o
si algún día será como si nada hubiera pasado. Pero, por supuesto,
nunca lo olvidaré. Nunca olvidaré que la bestia vive dentro de Solon.
Ahora que sé de lo que es capaz.
Ahora que sé que me quiere muerta.
Saco eso de mi cabeza. No estoy lista para pensar en eso todavía,
en lo que significa para nosotros. No quiero enfrentarlo.
—¿Cómo me curaste? —pregunto de nuevo—. ¿Qué ritual fue
ese? ¿De quién era esa sangre? ¿Qué eran las cosas animales en los
árboles, los híbridos esqueléticos?
—Discípulos.
—¿Cómo tus aprendices?
—No —dice suavemente—. No me pertenecen.
—¿A quién le pertenecen?
—Al Oscuro —dice Jeremias, fijando sus ojos en mí con una
mirada fría, la barbilla levantada, como si me desafiara a hacer una
especie de broma. Pero no encuentro nada gracioso en el nombre. En
cambio, el nombre dispara el miedo directamente a la base de mi
cráneo, despertando el pánico en mi cerebro de lagarto.
El Oscuro.
Ni siquiera quiero pensarlo.
Recuerdo los ojos de Jeremias volviéndose amarillos, como los de
una serpiente, sus pies convirtiéndose en garras. La sangre ennegrecida
quemando mi carne.
Oh, dios.
—Dios no puede oírte aquí, Lenore —dice Jeremias, con una
convicción que me da escalofríos—. Y tampoco puede ayudarte. Tu dios
te habría dejado morir a manos de ese vampiro. Pero el Oscuro siempre
puede ayudar, si sabes cómo llamarlo. Y lo sabrás. Con práctica, lo
sabrás.
Se inclina más cerca y huelo el hedor a descomposición en su
aliento. —¿Sabías que podrías haber salvado a tu amiga Elle? ¿Qué no
tenía que morir?
Lo miro, mi corazón latiendo de manera desigual en mi pecho. —
¿De qué mierda estás hablando? ¿Cómo te atreves a decir su nombre?
—Me atrevo porque mereces saber la verdad. Podrías haberla
convertido en vampiro. ¿Siquiera pensaste en eso?
Mi boca se abre y la cierro de golpe. —Pensé en eso. Por
supuesto que lo hice. Pero Solon me detuvo. Porque la habría
convertido en un monstruo —Justo como él, agrego.
—Tú no, Lenore. Tus poderes son intencionales. La intención es
la base de toda brujería. Podrías convertir a cualquiera en vampiro y no
se volverán locos, no se convertirán en un monstruo. Tienes ese poder,
y solo tú, debido a tu dualidad. Eres valiosa, sabes. Tu sangre. ¿Por qué
crees que Skarde quiere destruirte?
Lo miro, tratando de reconstruirlo todo, hacer que tenga sentido.
Todo lo que acaba de decir sobre Elle, que podría haberla salvado... no
puedo. Ni siquiera puedo entretener el pensamiento porque la culpa me
comerá viva, la idea de que ella todavía podría estar viva. Ser un
vampiro. Viviendo en la casa conmigo.
Mi corazón se está destrozando.
Lo hago a un lado.
—Quiere destruirme porque tengo el poder para destruirlo —digo
eventualmente.
Me da una sonrisa fría. —Tanta confianza para alguien que le ha
dado la espalda al oficio. No, Lenore. Tú sola no puedes destruirlo, pero
definitivamente eres necesaria en el proceso. Sin embargo, no es por eso
que quiere destruirte. Es porque puedes deshacer todo lo que ha hecho.
Él está creando un ejército, uno que es a la vez loco y monstruoso, pero
controlado. A los vampiros se les ha prohibido crear a nuevos por el
mordisco, porque es demasiado peligroso. Demasiado peligroso para
cualquiera que no sea él. Pero tú, Lenore, puedes hacerlo. Puedes
construir tu propio ejército, de vampiros racionales y cuerdos. No más
monstruos. ¿No es agradable?
Sus palabras caen sobre mí como nieve, y tardo un momento en
asimilarlas.
¿Puedo hacer qué?
¿Crear mi propio ejército no loco?
¿Puedo crear vampiros que no se conviertan en bestias?
—¿Sabe...? —Lamo mis labios, tratando de tragarme la
enormidad de todo esto—. ¿Solon sabe esto sobre mí?
Porque si lo hace, significa que me ha estado usando todo este
tiempo y...
Jeremias me mira fijamente, pensándolo bien. Como si la
respuesta fuera más que un sí o un no.
—No —dice finalmente, y mi corazón palpita de alivio—. No lo
sabe. Pero si le dijeras, cambiaría las cosas.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, él ya sabe que de alguna manera eres fundamental
para ayudar a derrotar a su padre. ¿De verdad quieres que te
involucren en eso?
Me acomodo en el musgo, mis piernas comenzando a sentir
calambres, y aprieto más la bata. —Haré cualquier cosa para ayudarlo a
derrotar a Skarde, porque haría cualquier cosa por él. Además, y es un
gran punto, su padre intentó matarme. No olvidaré eso. Soy rencorosa.
Sus labios se tuercen en algo parecido a una sonrisa. —Bien.
Porque así es como está predicho.
—¿De qué estás hablando?
—Mencioné antes que he visto el futuro.
Lo miro sin comprender. —¿Sí? ¿Y?
—Serás fundamental, Lenore. Contra los deseos de Absolon.
—¿Qué significa eso?
—Significa —dice con un paciente suspiro—, que él te necesita,
pero hará todo lo que pueda para retenerte. Cuando llegue el momento,
lo sabrás.
Frunzo el ceño. —¿Estás siendo deliberadamente vago o...?
—No lo soy. Veo el futuro, pero se basa en sentimientos, no en
visiones y no en detalles.
—Genial —murmuro.
—No estoy seguro de que entiendas la magnitud de lo que te ha
sucedido y lo que está a punto de suceder —dice, poniéndose de pie
repentinamente. Me quedo mirando sus pies por un momento, botas,
no pezuñas hendidas, antes de mirarlo—. Un hombre vendrá por
ustedes dos. Deben ir con él. Juntos pueden ayudar a derrotar a
Skarde. No se equivoquen, no es fácil de matar. Serán necesarios todos
ustedes para completar la tarea.
—¿La tarea? —repito—. ¿Derrotar? ¿Sabes lo loco que suena
eso?
Sus ojos se entrecierran y un destello de amarillo se desliza por
sus pupilas, haciéndome estremecer y sentirme mal del estómago. —Sé
que todo esto te parece una broma, pero te aseguro que, si no te lo
tomas en serio, la gravedad llegará demasiado tarde. No te tomaste en
serio la transformación de tu amante y mira a dónde te llevó.
Odio que esté insinuando que traje a la bestia sobre mí misma,
aunque es verdad en cierto modo. Quiero decir, no corrí cuando Solon
me lo dijo. En cambio, dejé que siguiera follándome. Quería a la bestia.
—Presta atención a mis palabras, hija mía —dice,
extendiéndome la mano—. El tiempo del ajuste de cuentas llegará
pronto, y no sucederá sin ti. Te necesitan para la destrucción de
Skarde.
—¿Por qué no puedes hacerlo tú, si eres el mejor amigo del
Oscuro y oh, tan poderoso? —pregunto, sarcástica sin siquiera
quererlo, ignorando su mano.
Su mirada podría cortar vidrio. —Lo he intentado —dice con
cuidado—. Como puedes ver, no he tenido éxito. No es fácil llegar a
Skarde, incluso para mí.
—¿Y el Oscuro?
Cuidado, la voz de Jeremias aparece dentro de mi cabeza y veo la
fuerte advertencia en su mirada de obsidiana. No querría darle ninguna
idea. Este es su espectáculo, después de todo.
¿Qué demonios significa eso?
—Ahora —dice Jeremías, su voz alta y agradable mientras me
ayuda a ponerme de pie—, creo que has sanado lo suficiente como para
irte.
—Espera —digo, sintiendo una leve punzada de pánico, como si
apenas hubiera aprendido algo, como si todo estuviera sucediendo
demasiado rápido—. No quiero... tengo que poder verte de nuevo.
—Lo harás.
—Pero quiero decir, como, necesito que me muestres lo que soy
capaz de hacer —le digo, sintiéndome tímida de repente—. Tengo miedo
de lo que puedo hacer, y también de intentarlo.
—Lo sé —dice—. Ve a tu pozo y allí estaré.
Sí, pero estarás allí con toda la magia oscura fluyendo a través de
ti.
—La magia oscura es la mejor magia que existe —continúa, con
una sonrisa en su fachada siempre cambiante—. Creciste en un mundo
de luz y mira lo lejos que te llevó.
—Mi madre —tartamudeo, las palabras saliendo de mí—. Mi
madre. Alice. La que nunca conocí. La vampiro.
Él se congela. —¿Sí?
—¿Cómo era ella?
Jeremias me mira fijamente por un momento antes de respirar
profundamente por la nariz, su pecho elevándose. —Ella era... una
buena vampira.
—Escuché que mató a mi tía.
—Bueno, eso es lo que hacen los vampiros, ¿no? Matar gente.
—¿La amabas?
Él me da una sonrisa triste, sus ojos se oscurecen. —Lo hice.
—¿Y ella te amaba?
Una pausa. —Estoy seguro de que lo hizo. En el fondo, tal vez,
incluso si ella nunca lo supo.
Uh oh. Eso suena como parloteo incel21 al límite.
De repente ya no quiero hacer más preguntas.
Un sonido apresurado viene detrás de mí, llamando mi atención.
Miro sobre mi hombro para ver a las brujas cuatrillizas con sus vestidos
blancos y cabello negro despeinado saliendo del bosque y dispersándose
en diferentes direcciones, como si algo las asustara. Se sumergen en los
agujeros del suelo y desaparecen, sus delgados pies pálidos son los
últimos rastros de ellas.
—¿Que está sucediendo? —pregunto—. ¿A dónde van?
—Es hora de que te vayas —dice Jeremias con voz
entrecortada—. Los asesinos están preocupados. Necesitas ser devuelta.
—¿Los asesinos? —repito.
Entonces el mundo se desgarra.
No puedo dormir.
No he podido dormir desde el ataque, desde que volví a mi
antigua cama. Doy vueltas y vueltas y aunque cierre los ojos un
segundo, veo la transformación de Solon, lo veo convertirse en la bestia.
A veces el sueño comienza de forma sexual, como si estuviera dentro de
mí de nuevo, follándome con la polla y la cola y yo lo disfruto igual que
antes. Pero entonces él cambia antes de que yo esté a punto de
correrme, se convierte en la bestia, y, sin embargo, en algunos de mis
sueños, sigue siendo Solon. Sigue siendo él y me hace daño, pretende
matarme igual. Como si ahora la bestia y él fueran uno.
Me doy la vuelta y miro fijamente la estatua de Pazuzu en mi
tocador, fingiendo por un momento que retrocedo a hace unos meses y
la vida es fácil. Antes, cuando pensaba que era una chica normal (más
o menos), con una vida normal por delante.
Pero la realidad no me deja fingir. Tengo hambre y estoy cansada
y mi corazón nunca se ha sentido más pesado. He pasado mucho
tiempo con mis padres, una buena distracción, pero no me siento
segura con ellos, sé que no pueden protegerme, y la única persona con
la que me he sentido segura es alguien a quien ahora temo.
Sin embargo, cuando pienso en Solon, el hombre, el vampiro que
conozco y amo, no siento verdadero miedo. El miedo está reservado
para esa parte oscura de él, la que no puede controlar. Ese es el que
verdaderamente temo. Sé que no hay forma de escapar de esa parte de
él, que Solon está atrapado con ella y vienen en paquete. Si quiero a
Solon en mi vida, tengo que lidiar con la bestia también.
Tiene que haber una manera de evitar esto. Sacarlo de mi vida
no funcionará, él es mi vida. Si poseo el poder de crear vampiros no
bestiales, ¿por qué no puedo averiguar cómo deshacerme de la bestia?
Jeremias fue capaz de hacerlo dormir con un movimiento de su mano.
¿No puede enseñarme cómo hacer eso, por lo menos?
Me levanto de la cama, con la sangre bombeando con
determinación.
Me dirijo a la cocina, preguntándome si debería comer algo antes
de intentar esto, y mi estómago gruñe en respuesta. Luego me dirijo por
el pasillo y abro la puerta, asomándome a la calle, esperando ver a
Solon, queriendo contarle mi plan.
Ha estado aquí todas las noches, en cuanto oscurece. Está ahí...
esperando en las sombras, fumando sus cigarros. No me habla, no
entra en la casa. Ni siquiera intenta llegar a mí a través de su cerebro
telepáticamente. Se ha mantenido alejado, fuera de la vista, fuera de la
mente, como si eso funciona con nosotros.
Pero sé que ha estado aquí. Ha sido un consuelo, para ser
honesta. Saber que no importaba lo que le dijera, que necesitábamos
espacio, que me dio ese espacio, pero también se negó a irse de mi lado.
No sé si lo hace porque es posesivo o protector o ambas cosas, pero he
sido muy consciente de su presencia en todo momento.
Excepto que él no está aquí. Miro a ambos lados y grito
suavemente—: ¿Solon? —pero no hay respuesta. Tampoco lo huelo.
Sólo huele a cansancio y a orina de perro.
Bueno, joder. ¿A dónde se fue? Sé que mis padres han estado
discutiendo acerca de su presencia en los últimos días, tal vez se hartó
de mí o le han hecho sentir culpable o algo así.
Cierro la puerta, asegurándola varias veces, e intento pensar. No
puedo imaginar que algo malo le ocurra a Solon, pero aún así. No tengo
mi teléfono conmigo, está en la casa, pero mis padres tienen uno y
tienen su número.
Casi me doy la vuelta y llamo a la puerta de mis padres, aunque
sean las tres de la mañana, pero cambio de opinión. Solon tiene que
estar bien. Siempre está bien. Incluso cuando es una bestia, está bien.
Tendré que intentar esto por mi cuenta.
Cierro los ojos y trato de imaginar el pozo oscuro dentro de mí.
Me imagino yendo hacia adentro, hacia mí misma, el mundo como lo
conozco, este mundo exterior, que se aleja cuanto más me adentro, en
la oscuridad, en un lugar suave, liso y fresco en mi interior.
Me imagino sumergiéndome en la oscuridad, imagino mi
descenso hasta que veo el pozo, iluminado sólo por una luna creciente.
Todo lo que necesito, todo lo que quiero, está en ese espacio oscuro e
infinito. Imagino mis brazos extendidos, las palmas de las manos hacia
el agua, haciendo que el agua suba contra la gravedad, como una
cascada inversa fluyendo hacia mí.
Jeremias, le llamo, dirigido al pozo. Jeremias, necesito tu ayuda.
Mis palabras parecen resonar dentro de mí, como ondas sonoras
en la pared de una cueva.
Entonces...
¿Estás segura, hija mía? Oigo su voz deslizarse en mi cabeza,
como un ciempiés trepando por mi columna vertebral.
Del tipo venenoso.
Sí, estoy segura, respondo.
Y espero.
Espero que me lleve a otra dimensión. O a que él llame a mi
puerta. Quizás se tele transporte a mi salón o entre volando por la
ventana del baño.
Pero eso no ocurre.
En cambio, el pozo negro infinito que estoy imaginando está
cambiando. Se hace más grande de alguna manera. Tanto que, cuando
abro los ojos, es todo lo que veo. No veo mi apartamento, no veo nada
excepto el pozo. Y cuando miro hacia abajo, soy un fantasma. Mi piel es
transparente, mostrando el vacío negro debajo, mi piel pálida se eleva
en pequeños zarcillos, como la niebla en un campo.
¿Dónde estoy? pregunto, mirando a mi alrededor, tratando de no
entrar en pánico, pero la sensación de malestar es demasiado
abrumadora. ¿Estoy... dentro de mí misma?
Estás aquí, dice Jeremías mientras sale del vacío. Su capa negra
se funde perfectamente con la nada, así que todo lo que veo es su rostro
siempre cambiante. Aquí está todo lo que necesitas ser.
Hace frío aquí, y yo no me enfrío fácilmente estos días. Intento
envolver mis brazos alrededor de mí, pero sólo pasan a través de mí.
Vale, eso no es una buena sensación.
¿Por qué me has llamado? pregunta. No esperaba verte tan
pronto. De hecho, no esperaba verte en absoluto.
Yo... empiezo. Sólo necesito una forma de averiguar cómo
controlar a Solon. Cuando él es la bestia. El monstruo. Necesito ser capaz
de hacer lo que tú hiciste, cómo lo hiciste dormir. Es la única manera en
que podré estar con él y no vivir en miedo.
Oh, pero el miedo es bueno para ti, mi niña, dice Jeremías,
dándome una sonrisa fugaz. Te fortalece. ¿No eres más fuerte ahora que
tienes miedo?
Es una forma extraña de verlo. Preferiría no tener miedo en
absoluto, lo admito. Solon, me dijo que yo no era especial.
Ouch, dice secamente.
Casi me río. Sí, ouch. No soy lo suficientemente especial para
domar a la bestia y yo solo... tu sí eres especial. Fuiste capaz de
controlarlo. Quiero hacer lo que tú hiciste. Quiero aprender. ¿Me
enseñarás?
Jeremias me mira fijamente por un momento. Con su rostro
cambiante, tengo que mirar hacia otro lado. Da un paso adelante, dice,
sin responder a mi pregunta.
Miro hacia abajo y veo que el agua del pozo empieza a bañar mis
pies. Vacilo un momento, luego camino con mis piernas transparentes.
De repente, el fondo cede debajo de mí, si es que había un fondo para
empezar, y me hundo directamente en la oscuridad, como si me hubiera
sumergido en tinta negra. Pasa por encima de mi cabeza y abro la boca
para gritar, pero el agua entra en mis pulmones y me ahoga.
De repente, un par de manos aparecen y me agarran de los
brazos, sacándome del agua hasta que me encuentro en suelo seco, en
una playa de guijarros. Lentamente levanto la cabeza, parpadeando.
Aquí también está oscuro, pero no tanto como en el vacío. Ya no
estoy dentro de mí, al menos no lo creo. Estoy tumbada en la orilla de
un lago, de noche, y frente a mí hay un círculo de fuego, Jeremías de
pie en medio de él con una fila de árboles oscuros detrás.
—¿Dónde estoy ahora? —murmuro para mí, escupiendo agua. El
agua es negra, y la visión envía una ola de repulsión por mi espina
dorsal—. Espera, déjame adivinar, uno de los muchos mundos a los que
tengo acceso.
Cuando Jeremías no responde, lo miro. Tiene un aspecto extra
amenazante con las llamas a su alrededor, el fuego bailando en sus ojos
oscuros.
—Lo siento, el sarcasmo es un mecanismo de adaptación —le
digo.
—Ya lo veo —dice después de un momento.
—Entonces —digo, poniéndome en pie y caminando hacia él. Las
llamas me hacen retroceder, así que me detengo justo fuera del
círculo—. ¿Es este el campo de entrenamiento mágico?
No parece divertido. —¿Por qué me has llamado, Lenore?
—Te lo dije. Quiero... necesito ser capaz de controlar el lado
bestia de Solon. Como tú lo hiciste.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —repito—. Tú sabes por qué. Viste lo que me pasó.
Si no fuera por ti, habría muerto.
—Entonces tienes que alejarte de él.
—Sabes que no puedo hacer eso.
Levanta la barbilla. —¿Y por qué iba a saberlo? ¿Es porque lo
amas? ¿Porque crees que me importa? ¿El amor? El amor sólo se
interpone en el camino.
Trago con fuerza. —Querías a mi madre. A Alice.
—Lo hice —dice con cuidado—. Pero no fue suficiente. Ella era
un vampiro. Tenía a su marido. Los vampiros y las brujas nunca están
destinados a mezclarse.
—Porque acabas con algo como yo.
Me da una sonrisa seca. —Sí. Como tú. Fuiste un feliz accidente,
pero no todo el mundo se beneficiaría como tú.
Resoplo. No sé de qué demonios me he beneficiado hasta ahora.
—Verás —continúa—, el amor no es suficiente en nuestro
mundo. Hay demasiado en juego, y la mayoría de nosotros somos
criaturas de la oscuridad y la noche. El amor no está hecho para
nosotros.
Lo medito un momento. —¿Entonces no puedes ayudarme? ¿O
no lo harás?
—Sólo la oscuridad puede expulsar a la oscuridad —dice—.
Absolon nació de la oscuridad. No puedes cambiarlo con tu luz.
—Estás tergiversando gravemente las palabras de MLK —le digo.
—La gente se ha equivocado durante siglos —dice Jeremias,
caminando alrededor del círculo, las llamas lamiendo su piel, pero sin
hacer ningún daño—. Se centran tanto en Dios y la religión y en ser
buenos, y mira a dónde ha llevado a este mundo. Al igual que el amor,
la estúpida obsesión por ser bueno, puro y moral se ha interpuesto en
el camino de muchos de nosotros. Sólo hay un lado que ayuda a
alimentar lo que somos, lo que estamos destinados a ser. No te
convertirás en nada especial, o grande, persiguiendo la luz.
Me gustaría poder leer su cara, pero siempre está cambiando,
así que es casi imposible.
—Acércate, hija mía —dice, deteniéndose en el centro del círculo
y me hace señas con un dedo huesudo—. Deja que las llamas bendigan
tu piel.
Dudo. Mis padres me dijeron que atravesé las llamas sin sufrir
daños cuando era niña, esa fue una de las razones por las que me
llevaron con ellos en lugar de dejarme perecer. Porque no podía perecer.
Pero realmente no tengo memoria de eso, y a pesar de ser capaz de
lanzar llamas con mis manos y destruir la Orden Oscura como lo hice,
caminar a propósito a través del fuego va en contra de cada instinto
humano que tengo.
—¿No quieres tener el control? —pregunta—. ¿No quieres ser
capaz de aprovechar tus habilidades, para acceder a ellas cuando
quieras? Las llamas encenderán lo que hay debajo, lo que has tenido
demasiado miedo de ver. Acércate, porque esto es lo que pediste.
—¿Seré capaz de ayudar a Solon? —pregunto.
Él asiente con la cabeza.
Y eso es todo lo que necesitaba oír.
Respiro profundamente y atravieso las llamas.
Todo lo que siento es su calor, como si me lamieran el calor. Es
casi sensual. Pero no hay dolor y mi piel no arde.
Pero hay algo que sucede en el fondo.
Una oscuridad que se construye en ese pozo.
Hay una sensación de inmenso poder, pero del tipo que tiene un
precio. No sé cómo lo sé, pero lo presiento, como si el poder estuviera
enterrado en la profundidad más oscura, escondido en una caja
cerrada, y abrirla significaría perder algo grande. A mí misma, mi
dignidad, mi moral. Todo lo que hace quien soy y todo lo que me
esfuerzo por ser.
—No lo apartes —dice Jeremías, escudriñando mi rostro con
atención—. Eso es exactamente lo que las llamas están tratando de
desbloquear. Está todo ahí para ser tomado, si lo invitas a entrar.
La forma en que lo dice me hace pensar que no estamos
hablando de una oscuridad abstracta o poder, sino de un ser.
El Oscuro.
Sí, una voz metálica y áspera susurra desde mi interior, una voz
que hace que me hiela la sangre y que mis miembros se vuelvan
pesados por el miedo. Sí.
La voz no viene de Jeremías.
Me deshago de ella. Me quito todos los pensamientos de mi
cabeza, hago una promesa de no volver a pensar en ese nombre. Ahora
sé lo que hay en esa caja, y que nunca la abriré.
Jeremías suspira decepcionado, pero no hace ningún
comentario.
—Dime —le digo, con curiosidad—, ya que pareces estar tan
obsesionado con la oscuridad, ¿has sido bueno alguna vez? Naciste
brujo, ¿verdad?
Él levanta las cejas. —¿Preguntas personales ahora? Pues
entonces. Sí, nací brujo.
—¿Dónde?
—En el norte de Inglaterra.
—¿Cuándo?
—Unos cincuenta años después de que Skarde se convirtiera en
vampiro. Mil cuatrocientos diez.
Lo miro con asombro, con la mandíbula desencajada. ¿Qué
carajo? ¿Mil cuatrocientos diez? —¿Cómo es que estás vivo todavía?
¿Eres inmortal?
—Digamos que soy difícil de matar. Es un regalo, por todos los
sacrificios que he hecho.
Frunzo el ceño. —¿Estás hablando de sacrificios literales?
—Bueno, eso es parte de ello. Pero no. Yo nací brujo, el primer
brujo al que se le dio un propósito específico. Fui el primer cazador,
creado para mantener a los vampiros, que se estaban descontrolando, a
raya. Todos los cazadores que han existido están aquí gracias a mí.
—Espera, espera. Espera. ¿Te refieres a mis padres? ¿Jim y
Elaine? Ellos ¿de alguna manera vienen de ti?
—De alguna manera —dice lentamente—. Pero sí, sus líneas de
sangre pueden ser rastreadas hasta mí a lo largo de los siglos. Soy el
padre de todos los cazavampiros.
Odio hacer esta pregunta, pero... —Si ese es tu papel y siempre
lo ha sido... bueno, técnicamente soy un vampiro. ¿Por qué no me
matas?
—Ya no me interesa eso. No he matado a un vampiro en mucho
tiempo.
—De acuerdo. Entonces, si soy tu hija, ¿significa que soy una
cazadora?
Deja escapar una risa seca. —Tendrías que matarte entonces.
No. No lo eres porque tu lado vampírico lo niega. ¿Alguna otra
pregunta?
—Sí. ¿Cuándo te convertiste en esto? —Le hago un gesto con las
manos.
—¿Cómo esto?
Malvado.
—El mejor amigo del Oscuro.
Un viento frío me atraviesa y me arrepiento de haber dicho el
nombre de nuevo. Y por la mirada mortífera de Jeremías, puedo decir
que siente lo mismo.
—Cuando decidí vivir para siempre. Y se me concedió ese don.
Además, necesitaba algo para seguir el ritmo de los vampiros.
—Eso —reflexiono—. ¿Así que creó a los vampiros y luego te creó
a ti para mantener a los vampiros a raya?
—Sí. A veces las creaciones se salen de control.
—Suena muy parecido a enfrentar a dos bandos en guerra y
verlos luchar en un juego enfermizo.
—Quizá todo sea un juego —dice, con los ojos brillando en
llamas—. Pero es uno que estoy ganando.
¿Pero está ganando? Si no mata vampiros en estos días,
entonces ¿qué cuenta como ganar para un cazador? ¿Cuál es su
objetivo final?
Me enderezo, recordando por qué estoy aquí (dondequiera que
esté) y por qué lo llamé.
—Has dicho que podré ayudar a Solon —digo—. Entonces, dime
qué puedo hacer.
—¿Otra vez con esto? —pregunta suavemente.
Le miro fijamente y espero a que continúe.
—Sólo hay una manera de deshacerse de la bestia —dice—.
Debes matar a la bestia.
—¿Puedes matar a la bestia sin matar a Solón?
Una rápida sonrisa. —Probablemente no.
Parpadeo ante eso. —Bueno, ¿cómo se mata a la bestia?
—Igual que se mata a un vampiro. Con una hoja de bruja.
Sacudo la cabeza. —No puedo apuñalar a la bestia con la hoja
de una bruja.
—Tienes razón. Porque no eres una cazadora. No funcionaría.
Sólo lo molestarías momentos antes de que te mate.
—Entonces, estoy jodida, es lo que estás diciendo —refunfuño—.
Al menos tú puedes enseñarme a hacer que se duerma como tú lo
hiciste. Necesito ser capaz de hacer algo.
—Como ya he dicho antes —dice con tono de cansancio, como si
estuviera agotando su paciencia—, tienes que estar dispuesto a usar la
oscuridad para luchar contra la oscuridad. Hasta ahora, no pareces ser
receptiva a eso. Pero, tal vez la próxima vez que casi mueras en sus
manos, finalmente dejarás de ser terca y abrazarás la verdad. O tal vez
simplemente mueras y yo no esté allí para salvarte.
Me aprieto las manos en la cara, tratando de pensar.
—Estás perdiendo nuestro tiempo —añade Jeremías—. A menos
que estés dispuesta a invocar tu lado oscuro, no vas a llegar muy lejos
como bruja.
—Mis padres lo hacen muy bien —digo bruscamente,
mirándole—. Y trabajan con la luz.
Deja escapar un bufido de desprecio. —Tus padres, tus falsos
padres, son tontos y débiles. No pueden hacer nada importante. Apenas
pueden matar vampiros. No aprenderás nada de ellos. Pero eso ya lo
sabes, ¿no es así? Después de todo, no te han enseñado nada. No saben
qué hacer contigo, cómo manejarte. Sienten tu poder, pero ese mismo
poder les aterroriza. Tu oscuridad les aterroriza, Lenore. Les asusta a
todos, menos a mí.
—No asusta a Solon —digo tercamente.
Él lo medita. —Puede que no. Pero Absolon necesita esa
oscuridad.
De repente, mira hacia el cielo negro. —Hablando de oscuridad,
él te necesita ahora. El hombre está esperando.
Antes de que pueda preguntar qué hombre, el mundo es
absorbido por un vórtice negro y él desaparece en el aire. Todo está
oscuro, muy oscuro, y yo ya no puedo sentir el suelo bajo mis pies, no
puedo decir si mis ojos están abiertos o cerrados.
Poco a poco, parece que me despierto de un sueño.
Abro los ojos, esperando estar de nuevo en mi antiguo
apartamento.
Pero no es así.
Estoy en la habitación de Solon. Lo que solía ser mi dormitorio.
Hay una nueva cama, tamaño King como antes, pero sin los
cuatro carteles, todo lo demás parece igual.
¿Por qué Jeremías me ha vuelto a poner aquí?
Miro a mi alrededor, esperando que la bestia salga del lavabo, u
oír pasos desde la habitación de la torre de arriba, pero sólo hay
silencio.
Abro la puerta del pasillo y miro hacia fuera. Vuelvo a estar en
mi ropa de dormir de antes, una camisola negra de encaje y un par de
bóxers a cuadros, nada demasiado atrevido para esta casa, y salgo y
bajo las escaleras en silencio. No tengo ni idea de la hora que es.
Diablos, ni siquiera sé qué día es. Jeremias podría haberme tenido en
ese vacío durante mucho tiempo.
Sin embargo, puedo oír voces débiles, y mis sentidos me dicen
que vienen del Dark Eyes. Paso junto a las rosas muertas y esta vez ni
siquiera digo la palabra, ni siquiera pienso, pero las rosas
automáticamente comienzan a levantarse sangrando carmesí.
Huh. Eso es nuevo. Cuando Jeremias dijo que mi magia sería
más fácil de acceder ahora, ¿quería decir que lo sería incluso cuando no
fuera intencionado? Supongo que ahora tengo que vigilarme un poco
más.
El resto de la casa está en absoluto silencio, pero cuanto más
me acerco al Dark Eyes, más reconozco la voz de Solon, algo que hace
que mi corazón se agite instintivamente. Pero no es sólo su voz. Son
Wolf, Ezra y una voz que no reconozco. Una extraña cadencia que me
recuerda a ese tipo Onni, pero no exactamente lo mismo.
Me detengo frente a las puertas del club, mirándome de nuevo
para asegurarme de que no estoy totalmente lasciva delante de la
compañía. Mis pezones están duros, siempre lo están, y el top es
endeble, pero creo que es aceptable. Estaba borracha y me pasé de la
raya cuando se trató de Onni; no pienso avergonzar a Solon delante de
ninguno de sus otros amigos.
Abro las puertas de un empujón y entro.
Cuatro cabezas miran hacia mí.
Una de ellas pertenece a mi amante, la visión de su rostro
mortalmente apuesto hace que mi estómago dé vueltas. Sólo han
pasado unos días, pero joder, le he echado de menos. Me duele el
corazón.
Pero mi atención es robada por el extraño, un hombre que
inmediatamente se pone en pie, mirándome con una mezcla de
esperanza y asombro, como si yo fuera un ángel flotando desde el cielo.
Es guapo, lo reconozco. Un vampiro total, sin duda, pero dulce,
de alguna manera. Pómulos altos, pelo largo y oscuro similar al de
Solon, ojos azules. En realidad, se parece mucho a Solon, excepto que
es un poco más joven, un poco más bajo y sin vello facial. No lleva traje,
sino una camiseta azul marino y unos vaqueros oscuros, con una
chaqueta de cuero negra colgando del respaldo de su silla. Sus
músculos lucen bien el Henley.
—Lenore —me dice el hombre. Dice mi nombre como si me
conociera.
Antes de que pueda decir nada más, Solon está a mi lado en un
rápido movimiento, poniéndose delante de él y bloqueándome la vista
del extraño.
—¿Qué ha pasado? —me pregunta Solon, extendiendo la mano y
agarrando mi brazo, luego lo suelta rápidamente cuando se da cuenta
de que no debería tocarme. Él traga con fuerza, la distancia le duele
tanto como a mí, sus ojos buscando los míos—. ¿Por qué estás aquí?
¿Vestida así? ¿Estás bien?
Su preocupación me calienta el corazón y las ganas de besarlo
son difíciles de ignorar.
—Estoy bien. De verdad. No sé... no sé por qué estoy aquí. Un
minuto estaba con Jeremías, y al siguiente... bueno, pensé que me
había devuelto a mi apartamento, pero por alguna razón me puso de
nuevo aquí.
—¿Jeremias? —dicen Solon y el desconocido exactamente al
mismo tiempo.
—Sí —digo yo—. Le llamé. Yo... —Miro por encima de su hombro
al desconocido—. ¿Deberías presentarnos? —Le pregunto a Solon.
Él aprieta los dientes. Vale, supongo que esta no es una visita
amistosa.
Finalmente, dice—: Sí. Supongo que debería —Con un fuerte
suspiro, agita su mano al extraño—. Lenore, este es Kaleid —Y añade de
mala gana—: Mi hermano.
Capítulo 12
LENORE
***
23 Los locos Adams, es un clásico que trata de una familia… no muy normal.
Nunca había sido capaz de dormirme en un avión, y ciertamente
no pensé que lo haría, rodeada por Solon y Kaleid, pero de alguna
manera lo hice, despertando sólo cuando las ruedas tocaron el asfalto.
—Bienvenida a Finlandia —me susurra Solon.
Levanto la cabeza, parpadeando.
Solon está sentado a mi lado y me mira con una sonrisa.
Me incorporo lentamente y le devuelvo la sonrisa.
—Y buenos días —añade, observando divertido cómo intento
domar mi cabeza en la cama. Uf, y yo también estaba babeando—. Has
caído como un costal. Menos mal fue así, porque el jet lag no es
ninguna broma. Incluso los vampiros tienen que sufrir. Si acaso, somos
más sensibles a él que nadie.
—¿Me estabas viendo dormir? —pregunto con ironía.
Las esquinas de sus ojos se arrugan, una suavidad se apodera
de su expresión.
—Lo hacía —Hace una pausa—. Lo extrañaba.
Trago con fuerza cuando nuestras miradas se cruzan. Todo
dentro de mí se siente tan tierno y magullado y sé que, si lo beso, si
aprieto mis labios contra los suyos, eso me curaría. Que mi corazón se
llenaría de nuevo, que el dolor permanente entre mis costillas se
detendría. Está tan cerca que el olor a rosas y a tabaco se filtra en mi
cerebro, haciéndome sentir embriagada por él, casi mareada.
Bésame, susurro dentro de mi cabeza. Por favor.
Sus ojos se encienden y se debate con la idea, tal vez incluso
perdiendo ante ella.
—Siento perturbar su pequeño momento —llega la voz de Kaleid,
rompiendo el hechizo. Solon se retira inmediatamente, y yo no había
notado realmente lo cerca que estaban nuestros rostros hasta ahora.
Miro fijamente a Kaleid, que está sentado con un aspecto nada
apenado.
—Estoy seguro de que habrá mucho tiempo para su
reconciliación una vez que lleguemos al hotel —dice—. He decidido
mantenerlo respetable. He puesto a los dos en habitaciones contiguas.
—No nos vamos a quedar contigo —pregunta Solón, frunciendo
el ceño.
Kaleid se ríe. —No pensé que quisieras hacerlo. Conozco tus
sentimientos sobre el Mundo Rojo.
—¿Qué es el Mundo Rojo? —pregunto.
Kaleid me mira sorprendido. —¿Solon no te lo ha dicho? Vaya,
vaya, cuántos secretos entre ustedes dos. Bueno, supongo que la mejor
manera de describirlo es como el Black Sunshine. Excepto que es rojo.
De ahí el nombre.
Intento imaginarme esto en mi cabeza. Creo que prefiero el
mundo gris.
—¿Y ahí es donde vives?
Me sonríe. —Ahí es donde viven todos los vampiros en Helsinki.
Es más seguro así.
—Sólo se van para alimentarse —dice Solon con mala cara.
—Eso no siempre es cierto —dice Kaleid—. A veces llevamos a
las víctimas de vuelta al Mundo Rojo y los tenemos allí —Se aclara la
garganta, haciendo una mueca—. Perdón. Víctimas. Tengo que dejar de
pensar en ese término. Ya no son víctimas. Verás, he intentado tomar
prestada una página de mi hermano y encontrar donantes. Voluntarios.
Tengo que decir que es mucho más divertido tenerlos cerca. Ellos se
excitan con ello.
—¿Y supongo que todos los vampiros han seguido tu ejemplo? —
pregunta Solon secamente.
Kaleid se encoge de hombros. —No estoy a cargo de ellos. Ni de
nadie. Son libres de hacer lo que quieran. Si quieren seguir matando
gente y llevándola al Mundo Rojo, eso es cosa suya. Pero algunos están
llegando a la idea del consentimiento y todo eso. Por lo menos, nos
quita a la policía de encima.
Pronto el avión se detiene y salimos. Es sorprendentemente
caliente y soleado y para el momento en que llegamos al Land Rover
negro, esperando con el conductor personal de Kaleid, estoy casi
sudando. Sé que es principios de junio, pero por alguna razón pensé
que aquí no hacía calor. Me equivoqué.
El viaje a la ciudad desde el aeropuerto es bastante aburrido. Un
montón de edificios de apartamentos y centros comerciales, con filas de
pinos altos entre ellos. Pero en el interior estoy absolutamente llena de
emoción. De acuerdo, quizá esa no sea la palabra adecuada, sino más
bien ansiedad. Mi cabeza está nadando un poco, probablemente porque
mi cuerpo piensa que es Dios sabe qué hora de vuelta en casa, o porque
estoy sentada junto a Solon, con el hombro pegado al suyo, y mis tripas
siguen retorciéndose sobre sí mismas.
No tengo ni idea de qué esperar aquí. En cierto modo, desearía
haberme quedado despierta en el avión para haber tenido tiempo de
pensar. De repente, estamos aquí y sé que estamos a merced de Kaleid.
En San Francisco nunca temí a Kaleid. Ni siquiera en el avión. ¿Pero
aquí? En su país, su mundo, su territorio, y ¿tan cerca de Skarde? Los
miedos empiezan a aparecer.
Quiero decir, me está usando como cebo para tener acceso a su
padre. Eso es lo suficientemente aterrador. Supongo que la única razón
por la que tengo un poco de confianza en que está de mi lado es porque
fue sincero al respecto. Él podría haber mentido (quiero decir, él podría
haber tratado de mentir) a nosotros y dijo que mi magia era
todopoderosa y podría destruir Skarde. No tenía que decirme que iba a
ser un cebo. Nadie quiere escuchar eso. Así que esa honestidad le hace
ganar a Kaleid una pequeña marca en mi libro de confianza.
Aparte de eso, las cosas están tan tensas entre él y Solon que
estoy un poco preocupada de que esto no sea una elaborada treta para
atraer a Solon hacia su padre y sacrificarlo o algo así. Estoy cien por
ciento segura de que eso es lo que Solón piensa también, así que no
tengo que preocuparme sabiendo que Solón hará todo lo que pueda
para tenerlo controlado. Pero, aun así.
Lo único que templa un poco mis nervios es el hecho de que
Jeremías vio esto. Él sabía que yo sería fundamental en la destrucción
de Skarde; él sabía que Kaleid vendría por mí. Él vio el futuro, y si
quiero que ese futuro se lleve a cabo, entonces tengo que aguantar y
tomar mi parte en él.
Por suerte, a medida que nos acercamos a la ciudad, el paisaje
capta mi atención. Hay calles empedradas, arquitectura antigua,
iglesias y catedrales de aspecto ruso, tranvías que van y vienen, y todo
el mundo es rubio y bronceado y sonriente, comprando y comiendo en
los patios de los cafés.
Mierda. No puedo creer que esté en Helsinki. De repente, todos
los miedos y preocupaciones sobre los vampiros se desvanecen en el
fondo y estoy ansiosa por actuar como turista, explorando las calles.
—Se me olvida que nunca has estado aquí —dice Kaleid,
observando mi expresión—. Tendremos que hacer tiempo para
enseñarte la ciudad. Nada sabe mejor que encontrar una cervecería
junto al agua. O incluso un viaje en el ferry a la fortaleza de
Suomenlinna.
—Bonita forma de atraerla para que piense que está aquí de
vacaciones —refunfuña Solon—. Y no como cebo para Skarde.
Kaleid le estrecha los ojos. —Oh, estás lleno de jodidos rayos de
sol, ¿no es así?
Me echo a reír. No puedo evitarlo. Supongo que todas estas
emociones mezcladas tienen que ir a alguna parte.
Solon deja escapar un profundo ruido de desdén y desvía su
atención.
No pasa mucho tiempo antes de que el coche se detenga frente a
un edificio de aspecto majestuoso que da a un parque muy concurrido,
con un indicio del agua en la distancia. Los botones se apresuran a
ayudarnos, recogiendo nuestras maletas mientras entramos en el
elegante hotel.
—Los Rolling Stones suelen alojarse aquí —nos informa Kaleid
mientras nos dirigimos a través del vestíbulo de azulejos hacia los
ascensores—. No pude conseguirles su suite, por desgracia, pero estoy
seguro de que las habitaciones que tienen les servirán.
Nuestras dos habitaciones están una al lado de la otra, en el
último piso, con vistas al parque. Desde aquí puedo ver por encima de
los árboles todo el camino hasta el puerto.
Pero no hay tiempo para arreglarse. El botones deposita mi
maleta y el equipaje de mano en la habitación, y luego Kaleid nos saca a
Solon y a mí del hotel. Me hubiera gustado ducharme, ponerme un
vestido, algo de maquillaje, pero él parece tener prisa.
—¿A dónde vamos? —pregunto mientras nos dirigimos a la calle.
Al igual que en casa, la mayoría de la gente no nos presta atención. Se
podría pensar que dos hombres guapos, altos y llamativos como Solon y
Kaleid llamarían la atención, pero los vampiros son muy hábiles para
hacer que la gente los ignore, hasta que quieren ser vistos.
—Perdón, ¿te estoy apurando? —pregunta Kaleid—. Quiero
atrapar a Valtu mientras tengo una oportunidad. Dijo que no estaba en
Helsinki por mucho tiempo.
—¿Drácula? —pregunto, la emoción en mi voz es palpable.
Kaleid se ríe. —Sí. Drácula. Normalmente vive en Rumanía.
—¿Transilvania? ¿De verdad?
—Te dije que inspiró a Stoker. Pero Valtu está en todas partes.
Su casa principal está en los Cárpatos, pero pasa mucho tiempo en las
playas de Croacia también. A los vampiros normalmente no les gusta
mucho el sol y el calor, pero a Valtu le encanta. O tal vez sólo le gusta
estar rodeado de mujeres en bikini.
—Déjame adivinar. Es rico.
—Todos somos ricos, nena —dice Kaleid, a lo que Solon deja
escapar otro gruñido, probablemente por la parte de nena.
Terminamos frente a una catedral gigante, blanca con una
cúpula verde. De mi clase de historia, sé que Rusia controló Finlandia
durante mucho tiempo, y este lugar definitivamente tiene un sesgo
ruso.
—Aquí estamos —dice Kaleid.
—¿Qué quieres decir?
Señala la catedral. Hay filas de escalones en el frente, toneladas
de turistas que se arremolinan, haciendo fotos o sentados al sol y
bebiendo latas de sidra. —Esta es la entrada al Mundo Rojo —dice.
—¿En la iglesia?
—Ya lo verás.
Se aleja y miro a Solón para que me explique mientras le
seguimos.
—El Mundo Rojo está oculto a simple vista —explica Solón—.
Hace falta esfuerzo para verlo. Como una de esas pinturas que eran
grandes en los noventa.
—¿Pinturas de Ojos Mágicos?
—Eran absolutamente atroces. No tienen nada de magia.
Seguimos a Kaleid por la parte trasera de la catedral, hasta la
calle. Hay un largo muro entre la catedral y la calle, y en el muro hay
una puerta ornamentada.
La señalo. —No parece tan difícil de ver.
—Es una puerta para humanos —dice Solón.
Caminamos a lo largo del muro unos metros hasta que Kaleid se
detiene y hace un gesto hacia la pared.
—Ahí no hay nada —digo.
—Sigue mirándola —me dice Solon en voz baja—. Intenta
bloquear cualquier pensamiento.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero hago lo que me dice.
Y de repente, una puerta comienza a aparecer en la roca, de la
misma manera que una aparecería en el Black Sunshine. Las llamas
crean el contorno hasta que una puerta de madera negra con un
picaporte dorado y una manilla aparece ante mí.
—Así que ya lo ves —señala Kaleid. Se acerca a la puerta y tira
del pestillo hacia un lado, abriéndola. No veo nada más que rojo en un
largo pasillo que desaparece en la oscuridad, y en esa oscuridad percibo
el peligro.
—Bienvenida al Mundo Rojo —dice Kaleid, haciéndome un gesto
para que pase.
Miro a Solon. ¿Estás seguro de esto?
Niega con la cabeza. Ni siquiera un poco.
Pero no me detiene. Eso dice algo.
Me meto en lo rojo.
Solon entra detrás de mí, cerrando la puerta al mundo exterior.
Me miro a mí misma. Estoy totalmente carmesí, como si el lugar
estuviera hecho con bombillas rojas, excepto que no hay bombillas en
absoluto. Sólo es... rojo.
Kaleid me mira. —¿Estás bien?
Asiento con la cabeza. —Sólo hay que acostumbrarse.
—Te acostumbrarás —dice—. Pronto lo apreciarás.
No estoy segura de eso. Pasé de ser una chica que se pone
aprensiva sobre la sangre a alguien que bebe sangre de forma regular,
pero no me gusta lo suficiente como para querer vivir en un mundo que
se le parezca.
Kaleid empieza a caminar por el pasillo, y yo le sigo, Solon se
queda cerca y detrás de mí. Su presencia es reconfortante y
embriagadora a la vez.
Nuestros pasos resuenan en los suelos de piedra, lo que hace
que el sonido sea una característica aquí comparado con el silencioso
mundo del Black Sunshine. También hace frío y huele a húmedo, y al
doblar una esquina, el suelo comienza a inclinarse como si
estuviéramos bajo tierra.
Finalmente, nos detenemos frente a una gigantesca puerta
carmesí, y Kaleid golpea rápidamente en ella, como si fuera un invitado.
Se da cuenta de lo que estoy pensando porque me mira y me
explica,
—Nunca se sabe lo que pasa aquí. A los vampiros no les gusta
ser emboscados durante los períodos de, eh, esfuerzo.
Suena muy parecido al Cuarto Oscuro de la casa. Me preparo.
La puerta se abre, y una mujer pálida con pómulos altos y
cabello oscuro y liso que le llega a la cintura, nos mira con una
expresión inexpresiva.
—Natalia —dice Kaleid con calidez—. Justo la chica que quería
ver.
Ella le ignora y vuelve su rostro pétreo hacia Solon. —Absolon —
dice, en lo que parece ser un acento sueco o noruego—. Qué sorpresa.
—Aunque no parece sorprendida en absoluto.
Entonces fija sus ojos en mí. Deben ser de un azul muy pálido,
porque aquí son tan rojos que es desconcertante. —Y tú debes ser la
bruja.
—Medio bruja —la corrijo. Le tiendo la mano—. Soy Lenore.
Ella mira mi mano, pero no se mueve. Vuelve a mirar a Solon. —
¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?
—Hace mucho tiempo —dice gravemente—. Tienes buen aspecto.
Frunzo el ceño, retirando la mano. Su relación ya parece
extraña, Tengo que preguntarme si fueron amantes en algún momento.
Odio el hecho de ya estar celosa por esto.
—Somos familia —me dice Solon de forma tranquilizadora, ya
sea que escuchó mis pensamientos o captando mi vibra.
—Eso es lo más bonito que me has dicho nunca —dice Natalia,
con un toque de sarcasmo.
—No te acostumbres —dice Kaleid—. Es un puto gruñón.
—¿Y pensabas que esta vez iba a ser diferente? —le pregunta
ella.
—¿Qué relación tienen? —le pregunto.
—Hija de Skarde aquí —dice, levantando la mano brevemente.
—Oh —digo, sintiéndome tonta—. No sabía que Skarde tuviera
hijas.
—Quedan algunos de sus herederos directos —dice lentamente.
Mira a Solon, levantando una ceja—. No le has contado mucho,
¿verdad? ¿Un intento de borrarnos de tu memoria?
—Eso se hace cuando tu familia intenta matarte —explica Solon.
—Bueno, basta de cháchara —dice Kaleid—. Estamos aquí para
ver a Valtu. No se ha ido, ¿verdad?
—No —dice ella con cuidado mientras se aparta y nos hace un
gesto para que entremos—. Pasen. Lo encontrarán en la sala de atrás.
Juro que hay un atisbo de sonrisa en su cara cuando dice eso.
Atravesamos las puertas y entramos en lo que parece ser un
salón, un poco similar al del Dark Eyes, salvo que el mobiliario parece
mucho más antiguo, con un escandinavo, como si nada estuviera fuera
de lugar en un viejo castillo nórdico, y por supuesto todo es rojo. La
única luz proviene de candelabros y arañas encendidas con cientos de
velas que gotean. Esto es gótico con esteroides.
—¿Qué es este lugar? —pregunto—. Y no me digas que es el
Mundo Rojo.
—Es la puerta de entrada al Mundo Rojo —dice Natalia—. Este
es el único camino para acceder al Mundo Rojo, debes atravesar esas
puertas. Entonces, ustedes son libres de ir a cualquier lugar que
quieran en el Rojo. Cada pasillo —dice, señalando los lados donde los
pasillos parecen no llevar a ninguna parte—, lleva a un punto de acceso
diferente en la ciudad. Verás, Helsinki es un lugar diferente cuando lo
miras a través de los ojos del vampiro. Nosotros gobernamos el mundo
aquí.
—Técnicamente, nuestro padre gobierna este mundo —dice
Kaleid—. Y si no lo detenemos, pasará al siguiente. El humano.
—No tienes que darme tu discurso de nuevo, hermano —dice
ella—. Te escuché la primera vez.
—¿Y ya lo has pensado? Porque si Valtu está a bordo...
—Ya veremos. Si él está a bordo, entonces yo estoy a bordo.
Kaleid presiona su mano sobre su corazón. —Es tu falta de
confianza en mí lo que me mata.
Se encoge de hombros. —Sólo porque creo que los mundos
serían mejores si Skarde estuviera fuera de escena, no significa que
tenga fe en lo que es tu plan. Es un deseo de muerte, Kaleid —Mira a
Solon por encima del hombro—. Y tú deberías saber que no puedes
pensar que puedes ganar esto, Absolon. Francamente, estoy
sorprendida de que estés aquí.
—Ya somos dos —dice Solon con brusquedad.
Nos detenemos frente a una puerta y Natalia la señala con la
mano. —Está ahí dentro. Tengo asuntos que atender, pero estaré por
aquí. Buena suerte.
Natalia se va por donde hemos venido, y Kaleid nos mira a mí y
a Solon con una mirada esperanzada. Pone la mano en la puerta y la
abre.
Es una habitación bastante grande con una exuberante
alfombra de pelusa, un montón de camas circulares y espejos por todas
partes, incluido el techo, y grupos de velas rojas que se derriten. En el
centro de la habitación hay una mujer desnuda a cuatro patas, con un
collar de perro alrededor del cuello y una cadena conectada a la mano
de un hombre.
El hombre está sentado en una enorme silla de madera, gótica
como la mierda. Tiene el pelo largo y oscuro, los ojos oscuros, y está
completamente desnudo, sosteniendo una copa en una mano, con la
boca manchada de lo que parece sangre.
Debajo de él, la mujer arrodillada le chupa la polla.
El hombre nos mira fijamente, con los ojos vidriosos de placer,
sin importarle, o tal vez ni siquiera nos ve. Los sonidos lascivos y
húmedos de la mamada llenan la habitación.
Kaleid se aclara la garganta—: Lenore. Te presento a Valtu.
Mejor conocido en tu mundo como Drácula24.
De todas las cosas que pensé que vería hoy, nunca imagine que
vería como al Conde Drácula le chupan la polla. Por otra parte, si
hubiera pensado en adónde íbamos, debería haberlo visto venir. Los
vampiros son un grupo pervertido y desinhibido de principio a fin.
Debería apartar la mirada, pienso. Pero no puedo. Al igual que
sucedió en el Cuarto Oscuro de la casa, estoy viendo a esta mujer
chuparle la vida y me está excitando como loca. Pero a diferencia de
antes, Solon no está presionando su polla contra mi trasero. De hecho,
en realidad se aleja un paso de mí. Supongo que sabe exactamente lo
que estoy pensando.
—Has vuelto —dice Drácula, en voz baja y rica. Su respiración
se acelera un poco con placer y cierra los ojos, su cuerpo se tensa por
un momento. Está bien formado, un paquete de ocho, todos hombros y
pectorales musculosos y brazos venosos—. Espero que no te importe
que termine.
—Necesito saber lo que has decidido —le dice Kaleid, como si no
estuviéramos todos parados mirando a esta persona bajar sobre él.
Miro a Solon con las cejas arqueadas. ¿Esto es normal?
Me sonríe. Tienes que superar tu pensamiento puritano, luz de
luna.
No soy puritana, protesto. Pero tampoco estoy acostumbrada a
que la gente tenga reuniones de negocios mientras recibe mamadas.
—Bienvenida a nuestro mundo —dice Kaleid, retomando mis
pensamientos una vez más. Me lanza una sonrisa—. En este lugar, todo
vale. Muy diferente a San Francisco, lo sé.
—Ah. Esta debe ser Lenore —dice Drácula, y cuando me atrevo a
mirarlo, sus ojos están abiertos y me mira directamente—. Ella es
bonita. Para una humana.
Arrugo la frente. —Oye —le grito—. No es de extrañar que Wolf
dijera que eras un idiota.
Drácula se ríe, con la cabeza hacia atrás. —Oh, Wolf. ¿Cómo
está el viejo? ¿Todavía está enojado porque le robé a su novia?
—Eso fue hace doscientos años —dice Solon—. Yo diría que ya lo
superó.
—Es bueno saberlo —dice Drácula. Luego envuelve la cadena
alrededor de su muñeca y le da un tirón al cuello de la mujer—. Más
profundo, cariño. Quiero sentir esas amígdalas.
La mujer responde moviendo las pestañas y tragándolo
profundamente. Drácula sisea, sus dedos se clavan más fuerte en los
brazos de madera de la silla, luego se corre con un fuerte gemido.
Y como una jodida pervertida total, estoy viendo esto.
Por otra parte, Kaleid y Solon también están mirando, la mirada
en sus ojos es intensa y ardiente. No sé qué diablos está pasando, pero
el olor a sexo y la adrenalina de la mujer está empezando a excitar a
todo el mundo a la vez. Ahora entiendo totalmente por qué los vampiros
tienen tantas orgías, es como si la excitación sexual fuera contagiosa
entre ellos.
De alguna manera, me las arreglo para recomponerme,
ignorando el latido entre mis piernas, deseando tener a Solon solo y
también deseando que la bestia no sea un problema.
Finalmente, cuando termina, Drácula se traga el resto de lo que
supongo que es sangre en la copa y la arroja detrás de él. Luego se pone
de pie, su polla se balancea libremente, todavía medio dura y, bueno,
impresionante. Estoy tratando de no mirar, lo juro, pero también es
imposible no hacerlo cuando se ha convertido en el punto focal de la
habitación.
—¿Tienen hambre? —pregunta Drácula, acercándose a
nosotros—. Deben tenerla después de ver eso —Se detiene frente a
Solon y lo evalúa—. Podría haber jurado que eras más guapo antes. ¿Te
pusiste feo o algo así?
—No ha tenido sangre en mucho tiempo —dice Kaleid. Luego me
señala con el pulgar—. Ella tampoco.
—Abstinencia, hmmm —reflexiona Drácula—. Ese es un fetiche
diferente al que estoy acostumbrado. Te dejaría usar mi humano, pero
no me gusta compartir mi comida —Luego regresa hacia la mujer (y
juro que no estoy admirando su trasero tan apretado) y toma la cadena,
llevándola lejos de la silla y hacia la puerta—. Déjame devolverla a su
grupo —dice—. Entonces todos hablaremos.
Sale de la habitación y Kaleid lo sigue, deteniéndose en la
puerta. —Esperen aquí. Vuelvo enseguida.
Entonces Kaleid cierra la puerta detrás de él.
Solon y yo estamos solos juntos por primera vez en mucho
tiempo.
—Bueno —digo, cruzando los brazos y caminando lentamente
por la alfombra, contemplando las vistas de la habitación que no estaría
fuera de lugar en un club de sexo BDSM—. Eso fue... algo.
Solon no dice nada a eso. Probablemente porque no fue mucho
para él.
—Entonces, ¿esto es una especie de sala de sexo o algo así? —
Sigo sintiéndome extrañamente incómoda por alguna razón. Creo que la
sensación de estar los dos solos aquí es demasiado grande, demasiado
abrumadora, que le tengo miedo—. ¿Vive la gente aquí?
Solon niega con la cabeza, sus ojos se concentran en cada uno
de mis movimientos. —No en la puerta de entrada. Los vampiros se
quedan aquí, por supuesto, y aquí es donde ocurre gran parte de la
alimentación. Supongo que, porque es el acceso más fácil al mundo
exterior, a los humanos. Todas las otras puertas dan al exterior, pero
esta es la única que entra. Los vampiros, sin embargo, viven por toda la
ciudad, solo en este mundo en lugar del normal.
Huelo el aire. Huele como el semen de Drácula, y la excitación de
la mujer, y demonios, probablemente mi excitación también. Pero
también hay otros olores, olores humanos. Adrenalina, perfume,
sangre. —¿Mantienen a los humanos en este lugar? ¿Como mascotas?
Solon hace una mueca. —Eso parecería demasiado espantoso,
incluso para mí.
De repente, la puerta se abre de nuevo y Kaleid entra.
Y no está solo.
Hay un hombre parado con él, sin camisa, con un bañador. Un
hombre joven. Quizás de mi edad. Tiene cara de modelo: pómulos
fuertes, labios carnosos, pestañas largas, ojos bonitos, cabello espeso y
suelto. Si no todo estuviera teñido de rojo, apostaría a que su cabello
era castaño, sus ojos verdes y su piel bronceada. Es alto y no tiene ni
un gramo de grasa o pelo en su cuerpo, solo un espécimen preparado,
delgado y liso.
También es humano.
—¿Quién es este? —pregunta Solon bruscamente.
—Este es Mathias —dice Kaleid, poniendo su mano en su
hombro—. No habla inglés, pero entiende lo que está pasando.
Frunzo el ceño, desconcertada. —¿Y qué está pasando
exactamente?
—Mathias, extiende el brazo —dice Kaleid.
Mathias hace lo que le dicen, mirando al frente, con una extraña
sonrisa en el rostro.
Kaleid mete la mano en el bolsillo de sus vaqueros y saca un
cuchillo afilado.
Antes de que pueda registrar lo que está sucediendo, Kaleid
desliza la hoja sobre el bíceps interno de Mathias, cortándolo. Un corte
de sangre se precipita a la superficie, se derrama sobre su piel suave, el
aroma llena el aire, llena mi nariz, se apodera de mi cerebro.
—Él es para los dos —dice Kaleid, empujando a Mathias hacia
nosotros—. Necesitan alimentarse antes de que vayamos a ningún lado,
y tienen que dejar de ser tan malditamente tercos al respecto. Intenten
no matarlo, ¿de acuerdo?
Luego cierra la puerta detrás de él, dejándonos a Solon y a mí
con el humano sangrante con la mirada aturdida en su rostro.
Una parte de mí quiere correr tras Kaleid, huir de lo que sé que
va a suceder.
Pero esa parte no es tan fuerte como la parte hambrienta.
La que se está volviendo loca por la sed de sangre.
Miro a Solon en busca de permiso, aunque haría esto sin él. Su
mandíbula está tan apretada, sus pupilas dilatadas en charcos oscuros,
que creo que él también está cerca de perderlo. Él asiente, apenas.
Bueno, Kaleid dijo que era para los dos.
Me rindo.
Con un gruñido gutural, estoy sobre Mathias en segundos,
agarrando su brazo magro y envolviendo mis labios alrededor de la
herida en su bíceps.
En el momento en que su sangre golpea mi lengua, me pierdo.
Trago el líquido, sangre tan diferente a la de Solon,
completamente humana, dulce e inocente, y mis uñas se clavan en su
piel y sé que tengo que mantener un poco de control o podría drenarle
la sangre por completo.
Puede que Mathias no hable nada de inglés, pero está gimiendo
como un loco, disfrutando de la sensación de mí bebiendo de él, quizás
incluso haciéndolo. Solo intensifica la experiencia, saber que no estoy
lastimando al chico, a pesar de que mis dientes están afilados y
desgarrando su piel, a pesar de que la sangre está cubriéndolo,
cubriéndome.
Detente, me digo. Él no se cura como tú.
De alguna manera, me las arreglo para desenganchar mis
dientes y dar un paso atrás de él, respirando con dificultad, su sangre
se pega a mi cara. —¿Estás bien? —le pregunto.
Mathias solo sonríe, sus ojos se ponen vidriosos. Él parece tan
alto como una cometa25.
27When in Rome: Es una expresión que indica, donde sea o donde fueres,
que se expresa así: Cuando vayas a Roma, haz lo que los romanos.
Capítulo 15
LENORE
***
A las ocho de esa noche, los cinco abordamos el jet privado de Kaleid
y volamos hacia el noroeste, donde el sol, literalmente, no se pone.
Cuando el avión aterriza en las afueras de Tromso, una ciudad
sorprendentemente grande rodeada de montañas que desaparecen en el
brillante Océano Ártico, puedo entender por qué los vampiros tienen
que retirarse a los mundos más oscuros durante los meses de verano.
Aunque los que conozco toleran muy bien el sol, estoy segura de que
esa tolerancia se convertiría en una molestia 24/7 en la tierra donde el
sol apenas se pone entre la medianoche y la una de la madrugada.
Nos bajamos del avión y nos recoge otro conductor misterioso en un
gran SUV negro, y nos sacan de la ciudad, a lo largo de fiordos de un
azul profundo y cadenas montañosas cubiertas de nieve, en dirección
este.
No hablamos mucho durante el viaje, todos nos quedamos atrapados
en nuestras propias cabezas cuando el sol se pone brevemente y luego
vuelve a aparecer, el cielo siempre es de un azul pálido, las estrellas
nunca aparecen. Algo de todo esto es tan mágico. A mi lado vampiro no
le gusta, pero a mi lado de bruja, puedo sentirlo cobrar vida. Quiere
estar con el sol, quiere correr a través de arroyos y campos, haciéndose
uno con la madre naturaleza. Hay una locura dentro de mí que quiere
ser desatada y, por primera vez en mucho tiempo, tengo esta sensación
brillante en el fondo, que viene del pozo. Pero no es oscuridad, está
llena de luz.
Solon toma mi mano y la sostiene con fuerza, dándole un apretón que
hace que me dé un vuelco el estómago.
Tu energía está radiante, dice dentro de mi cabeza, mirándome con
adoración. ¿Qué sucedió?
No lo sé, le digo sonriendo. Esta tierra. Hay algo en eso que me hace
sentir despierta por dentro. Puedo sentir la magia gestando.
Yo también puedo sentirla, dice. Mantenla en marcha. Mira al resto de
los vampiros que están mirando por la ventana los bosques que pasan.
Probablemente lo necesitemos.
El automóvil finalmente se detiene al final de un largo camino
forestal. Todos salimos del coche y Kaleid asiente con la cabeza hacia
un pequeño sendero que desaparece en un bosque de pinos.
—De esta manera —dice, tomando la iniciativa.
Miro a Solon. —¿Estás recogiendo algo?
Aprieta los labios, su rostro se contrae en una mueca mientras
asiente. —Sí —dice con desdén—. Puedo... sentir que ha estado aquí.
Es más que solo olerlo, es... un conocimiento.
—Te lo dije —dice Kaleid por encima del hombro—. Sigues conectado
con Skarde de formas que nunca soñaste. Ahora, pongámonos en
marcha para que podamos cortar esa conexión para siempre.
Natalia sigue a Kaleid y yo me pongo detrás de ella, Solon detrás de
mí y Drácula detrás. Caminamos en fila india hacia el bosque y cuando
el sol de medianoche llega a las copas de los árboles, filtrándose entre el
musgo y los arbustos del bosque, siento esa energía revoloteando dentro
de mí nuevamente. Esta es definitivamente una tierra donde prevalecen
las brujas. Hay tanto sustento aquí, fluye a través de mí.
Caminamos por el bosque así durante al menos un par de horas, el
dulce olor del pino llenando mi alma, la luz del sol dándome poder
donde parece drenar un poco al resto de ellos. El pozo dentro de mí se
siente como si estuviera creciendo en volumen, y en lugar de la luna
creciente que normalmente veo reflejada en la superficie manchada de
tinta, ahora veo el sol. Es casi deslumbrante.
De repente, escucho a Solon hacer un sonido de sorpresa detrás de
mí y miro por encima del hombro a tiempo para ver una polilla gigante
que sale del bosque y se dirige directamente hacia mí.
Me detengo en seco e instintivamente extiendo mi brazo, y la polilla
viene directamente hacia mí. Es la misma polilla halcón de la muerte de
antes, y por la misma, me refiero exactamente a la misma que vi en San
Francisco. Solo puedo decirlo. Como Solon, sé algo de manera innata de
una manera que no puedo explicar.
La polilla aterriza en mi mano, sus alas se agitan lentamente, las
antenas apuntan en mi dirección, curiosa.
—Ese bastardo es enorme —dice Drácula, y viene hacia mí, con la
mano extendida, listo para aplastar el bicho contra mí.
Entonces el brazo de Solon se dispara y agarra la muñeca de
Drácula, deteniéndolo en el último minuto. —No te atrevas —le ruge
Solon, con los ojos como dagas—. Ese es su familiar.
—¿Ella qué? —pregunta Natalia, acercándose a nosotros.
—Sí, ¿qué? —repito, mirando hacia la polilla mientras me devuelve la
mirada—. ¿Mi familiar?
—Todavía eres una bruja, luz de luna —me dice Solon, soltando a
regañadientes a Drácula, que cuida su muñeca herida—. Todas las
brujas tienen un familiar.
—Sí, pero un familiar es como un gato o un zorro o algo... no... un
insecto —protesto.
—Un puto bicho feo en eso —dice Kaleid. Hay una pizca de amenaza
en su voz que me pone nerviosa. Por la forma en que Solon se tensa
brevemente, creo que siente lo mismo.
—¿Entonces qué es lo que hace? —pregunta Natalia—. ¿Y cómo
sabes qué es?
—La he visto antes en Lenore —dice Solon, para mi sorpresa.
—¿Lo haces? —pregunto—. Porque solo lo he visto dos veces.
—No lo estabas buscando antes —dice—. O no estabas lista para
verlo. El familiar se dará a conocer cuando la bruja esté lista. He
pasado suficiente tiempo con los de tu clase para saber cómo funciona
todo. Estoy seguro de que tus padres te lo habrían dicho si lo hubieras
preguntado.
—Jeremías nunca dijo nada.
—Él no tendría un familiar —dice Solon sombríamente—. No son lo
suficientemente poderosos para él. Tendría aprendices.
La imagen de las chicas de cabello negro a juego con sus vestidos
blancos vuelve a mí. La forma en que se deslizaron fuera del suelo, lo
idénticas y extrañas que eran. Empiezo a preguntarme si eran humanas
en absoluto.
Mientras reflexiono sobre eso, la polilla alza el vuelo de nuevo y
desaparece en el bosque.
—¿A dónde va? —pregunto, sintiéndome repentinamente despojada
por su ausencia, como si me estuviera anclando a mi antigua vida, algo
seguro y reconfortante—. ¿No la necesito para algo? ¿No se supone que
me ayude?
—Tal vez no pueda ayudarte todavía —dice Solon, colocando su mano
alrededor de mi cintura por un momento—. Tal vez solo te haga saber
que está ahí.
Kaleid se aclara la garganta y nos fulmina con la mirada. —Bueno,
basta de hablar de una maldita polilla. Tenemos que ponernos en
marcha. —Se gira y comienza a caminar de nuevo.
—Hijo de puta mandón —murmura Drácula detrás de nosotros.
Sin embargo, después del incidente con la polilla, parece que algo ha
cambiado. Cuanto más nos adentramos en el bosque, cuanto más
caminamos, menos soleado y mágico se siente. Oh, definitivamente hay
una energía aquí, pero no es una de la luz. Es una de oscuridad.
Y también hay mosquitos. Montones de ellos, enormes, y todos
siguen zumbando a mi alrededor. Paso cada cinco segundos
golpeándolos mientras Drácula se ríe de mis payasadas. Estúpido. Los
chupasangres aparentemente no son un problema para los otros
chupasangres, pero siguen siendo un problema para mí, probablemente
porque mi lado de bruja, mi lado humano, se siente más fuerte que
nunca.
¿Sientes eso? Solon aparece en mi cabeza mientras caminamos.
¿Ser devorada viva por mosquitos? Sí, lo siento. Y no, no me gusta.
No, él dice. No los mosquitos.
¿La oscuridad?
Sí. La oscuridad. El cambio. Nos estamos acercando, dice. Las cosas
se van a poner raras.
Casi me río. ¿Qué podría considerarse extraño con estos vampiros?
Pero, después de un tiempo, entiendo lo que quiso decir Solon.
Porque el bosque se oscurece, como si el sol se hubiera vuelto a
poner, como si nunca pudiera llegar a este lugar, y tengo la sensación
de que no estamos solos. Sigo mirando el bosque, mirando a través de
los árboles oscuros, pero no veo nada. Sin embargo, la sensación es
extrañamente familiar, como si alguien me estuviera mirando antes, si
eso tiene algún sentido.
¿Hay cosas en los árboles? Le pregunto a Solon. Siento que nos
vigilan.
Nos vigilan, dice, con tanta sencillez que casi dejo de caminar.
¿Por quién?
¿Por qué? quieres decir. Él dice. No quiero pensar en ellos. Se vuelven
más fuertes cuando lo haces.
Ay Dios mío.
Kaleid nos lanza una mirada molesta por encima del hombro, como si
pudiera decir que estoy a punto de detenerme por miedo.
Sigue, dice Solon. No pienses en nada.
Correcto. Como si eso hubiera sido fácil para mí.
De alguna manera sigo adelante, aunque ahora los árboles se están
abriendo un poco y el suelo se está volviendo pantanoso, succionando
la suela de mis botas, y nos abrimos paso a través de cañas altas.
—Cuidado —nos grita Kaleid—. Estamos en la tierra de los antiguos
ahora. Manténgase en el medio del camino y sigan caminando.
—¿Cuáles son los antiguos? —pregunto, sintiéndome frenética ahora.
Pero nadie me responde.
¡Solón! Grito en mi cabeza. ¿Quiénes son los antiguos? ¿Son ellos los
que nos estaban mirando antes?
No, dice después de un momento, y eso es todo lo que dice.
Bueno, joder.
Y ahí es cuando lo veo. Miro a Natalia mientras camina hacia
adelante, pegada al medio del camino pantanoso, cuando de repente
unas manos se extienden desde el pantano, tratando de agarrar sus
piernas.
Grito. No puedo evitarlo.
—¡Qué carajo! —grito, justo cuando las manos comienzan a
alcanzarme ahora, manos grises que están retorcidas como ramas,
hojas que brotan de su piel en parches, manos que están golpeando el
aire, muchas de ellas simplemente viniendo de las cañas, sin señales de
a quién o a qué pertenecen. Manos que quieren arrastrarme.
—¡Sigue caminando! —dice Solon con brusquedad, con las manos en
mi espalda, empujándome hacia adelante.
Miro por encima del hombro a él y a Drácula, ambos mirando
fijamente al frente, con la barbilla alta, ignorando las manos que los
alcanzan. Sin embargo, en una inspección más cercana, hay miedo en
sus ojos. Grandioso.
Me tambaleo hacia adelante, preguntándome por qué diablos estamos
todos caminando. —¿Por qué no estamos corriendo? —pregunto,
chillando de nuevo ante un ruido cercano.
—Porque si corremos, entonces atraerá a las Brujas Lapp —dice
Kaleid.
—Es demasiado tarde —dice Solon—. Ya las he visto.
—Mierda —jura Natalia, mirándonos por encima del hombro—.
¿Cuándo?
—Hace un momento. Nos han estado observando desde el bosque.
Sigue caminando Lenore, lo estás haciendo bien. Sólo ignóralos.
—¿Ignorar las manos incorpóreas? —grito.
—Te dije que las cosas se pondrían raras.
—Un maldito eufemismo, ¿no te parece? —disparo, justo cuando otra
mano casi agarra mi pierna.
Finalmente, las cañas comienzan a aplanarse, las manos se
desvanecen con ellas, y luego Kaleid se detiene.
Frente a nosotros hay un lago.
Un lago de sangre.
Al menos, parece sangre. Todo es rojo y se extiende hacia el bosque
del otro lado.
—¿Qué demonios? —pregunto.
—El lago de sangre —dice Kaleid, como si yo supiera lo que eso
significa.
—¿Es sangre real? —pregunto.
Él asiente con gravedad. —Pero no bebas de él.
—No estoy bebiendo de eso. No me voy a acercar a eso.
Su rostro se rompe en una sonrisa. —Oh, ¿no te das cuenta, Lenore?
Todos vamos a hacerlo. Este es el camino a su mundo.
Mis ojos se abren de miedo y miro a Solon en busca de una
explicación. —Él está bromeando, ¿verdad?
Solon aprieta la mandíbula por un momento, pero niega con la
cabeza. —Desafortunadamente, está diciendo la verdad. Aquí es donde
fue Skarde. Así es como llegamos a él.
—¡Tenemos que investigar eso! —pregunto, señalando salvajemente al
lago. Miro a Natalia para que me respalde—. ¿Estás de acuerdo con
esto?
Ella se encoge de hombros. —Preferiría no hacerlo, pero si tenemos
que hacerlo, entonces tenemos que hacerlo.
—Entonces, ¿qué es eso, es como la ciudad perdida de Atlantis en el
fondo o qué? —pregunto.
—Te sumerges y te sumerges directamente en el otro mundo —dice
Kaleid con un tono de voz, su paciencia puesta a prueba—. Saldrás por
el otro lado. Pero tenemos que darnos prisa. Si las Brujas Lapp… —
entonces se apaga, sus ojos fijos en el espacio detrás de nosotros.
La piel de la parte posterior de mi cuello se eriza y ahora sé que lo
que sea que esté mirando Kaleid es malo. Muy malo.
Respiro hondo y me doy la vuelta.
En el bosque detrás de nosotros hay varias figuras de pie entre los
árboles. Son altos, delgados, vestidos con capas negras y tienen manos
de esqueleto humano.
Y tienen calaveras de ciervo por cabeza, astas afiladas que brotan de
la parte superior, sus cuencas negras vacías mirándonos. Se siente
como si estuvieran mirando dentro de mi alma, removiendo algo en el
pozo, algo que no me gusta.
Conozco a estas criaturas. Las he conocido antes.
—Jeremias —susurro, alcanzando la mano de Solon y sosteniéndola
con fuerza—. Las he visto con Jeremías.
—Estas son las Brujas Lapp —dice Kaleid—. Estamos en su
territorio. Igual que el vanha väki. Los antiguos. Hemos cruzado la
frontera de regreso a Finlandia.
Estoy a punto de preguntar por qué este es el territorio de las Brujas
Lapp si las he visto en San Francisco, pero sé que donde Jeremias me
llevó no existe en ningún lugar de este mundo. Parece que también
puedo hacer viajes inter dimensionales.
—¿Qué quieren de nosotros? —pregunta Natalia—. Solo están
mirando.
—Pertenecen a Skarde —dice Solon en voz baja—. Te lo puedo decir.
Y así, las criaturas con calaveras de ciervo comienzan a caminar
fuera del bosque, acercándose a nosotros. Hay alrededor de siete de
ellos, y parecen deslizarse, sus pies nunca tocan el suelo.
—Oh, joder —jura Drácula, su cuerpo se tensa, como si estuviera
listo para una pelea. Solon aprieta mi mano. Natalia parece lista para
correr. Solo Kaleid parece completamente tranquilo con todo esto.
—¿Necesitas que las encienda? —pregunto, sin apartar los ojos de la
gente ciervos—. Puedo hacer lo que hice con la Orden Oscura. Solon y
yo éramos un equipo.
—No —dice Kaleid con firmeza—. Podríamos necesitarlos. Podrían ser
nuestro boleto de entrada.
Todos miramos cómo se acercan, pero luego se separan. Tres de ellos
agarran a Solon, envolviendo sus manos esqueléticas alrededor de sus
hombros, mientras que otros tres hacen lo mismo con Drácula, tirando
de ellos hacia un lado.
—¡¿Qué están haciendo?! —grito, lista para tirar abajo. Empiezo a
buscar a Solon, para ayudarlo, a pesar de que él solo está dejando que
suceda.
Pero entonces una de las criaturas con calaveras de ciervo está frente
a mí, con la palma hacia afuera, empujándome hacia atrás con una
fuerza invisible. Miro las cuencas de los ojos vacías, agujeros negros
oscuros que se arremolinan en un vacío, y siento que el mundo
comienza a girar.
Vienes con nosotros, dice una voz metálica desde lo más profundo de
mí, y sé que viene de la criatura. Vas a venir a ver a Skarde.
—Lenore —la voz de Solon interrumpe—. No mires demasiado
profundamente.
Parpadeo y niego con la cabeza, dando un paso atrás hasta que me
encuentro con Natalia. Ella se acerca y toma mi mano para consolarme
mientras el cráneo de venado continúa mirándonos.
—Tienen que quedarse atrás —dice Kaleid—. Solon y Valtu. No los
dejarán venir con nosotros.
—Entonces Lenore tampoco irá —dice Solon enojado. Intenta escapar
del agarre de esas manos esqueléticas, pero no puede. Si se trata de
brujas, brujas oscuras, entonces tienen poder sobre todos aquí.
Excepto tal vez yo.
Pero sí, probablemente yo también. No soy tan especial.
—Ella tiene que ir —dice Kaleid—. Si queremos hacer esto
correctamente.
—Entonces no lo hacemos correctamente —gruñe—. No lo hacemos
en absoluto.
—Solon —le digo—. Estaré bien.
Me mira parpadeando. —¿Cómo diablos puedes decir eso?
—¿Qué, no confías en mí? —pregunta Kaleid.
—¿Con su vida? No. No confío en nadie con su vida —Solon me mira
suplicante—. Lenore, no hagas esto. No tienes que hacerlo.
Pero entonces la criatura del cráneo de venado se extiende más y
coloca su horrible mano sobre mi hombro y de inmediato ya no tengo
control de mi cuerpo, como un títere en una cuerda.
Trago saliva, el miedo se apodera de mi pecho. Miro a Solon. —Creo
que tengo que hacerlo.
—Ella no tiene otra opción ahora —dice Kaleid.
—¡Y esta fue tu maldita idea! —le grita Solon.
—Oye, oye —dice Natalia—. Ninguno de nosotros sabía lo que
sucedería una vez que llegáramos al otro mundo. No sabíamos cómo
llegaríamos. Así es como llegamos allí. Mira, Solon, esto no me gusta
más que a ti, especialmente con estas jodidas cosas, pero si vamos a
hacer lo que nos propusimos, entonces esta es la única manera.
—Bueno, por mi parte, estoy contento de no participar en esto —dice
Drácula.
—Sí, y solo estoy aquí por ti —le dice Natalia, con un toque de rara
emoción en su voz, y si tuviera algunas células cerebrales de sobra, me
preguntaría acerca de su relación. Soy bastante buena para captar el
amor no correspondido en estos días.
—Vamos —dice Kaleid, aunque no estoy segura de que esté hablando
con nosotros o con las Brujas Lapp. Sin embargo, no importa porque la
que me sostiene comienza a llevarme a la orilla del lago. Quiero girar la
cabeza para mirar a Solon una vez más, pero no puedo. No puedo hacer
nada más que seguir adelante. No puedo hacer nada excepto lo que esta
criatura quiere que haga.
Iré por ti, me viene la voz de Solon a la cabeza. Iré por ti, solo mantente
a salvo. Haz lo que puedas para mantenerte a salvo y te encontraré, lo
haré.
Hay tanto horror en su voz que me desmorona, cualquier fuerza y
determinación comienza a desmoronarse en el peor momento posible,
mientras el agua roja me lame los dedos de los pies.
Estaré bien, le digo. Lo destruiré por ti. Te lo prometo.
Luz de luna, dice, mi apodo se rompe por el dolor. Te amo. Te amo.
Para la eternidad, digo. Quiero cerrar los ojos, hundirme más
profundamente en esas palabras en mi cabeza, dejar que su amor me
bañe, me refuerce, me fortalezca.
Pero no puedo. Ni siquiera puedo controlar mis ojos. Soy solo una
marioneta. Estoy caminando hacia la sangre, se eleva alrededor de mis
tobillos, mis pantorrillas, más allá de mis rodillas, mis pies se hunden
en algo viscoso y suave, y oh Dios, esto es horrible. El hedor es
repugnante.
—Ew —dice Natalia, y aunque no puedo girar la cabeza para mirarla,
puedo verla a ella y a Kaleid en mi periferia, caminando hacia el lago
ensangrentado a ambos lados de mí.
El agua sube más y más.
El fondo desaparece.
Me hundo en el lago de sangre y dejo el mundo, y a Solon, atrás.
Capítulo 16
ABSOLON
29 Esto parece una escena de película asiática, ya saben… las que son todo
sangre.
Pero en lugar de salir volando, me quedo donde estoy. Amplío mi
postura, me afianzo en el suelo y pongo las palmas de las manos en
dirección a la bestia, la energía y la luz fluyen hacia fuera.
Esto detiene a la bestia a mitad de camino. Es como si chocara
contra un muro invisible, rebotando hacia atrás, y luego gruñendo de
rabia. Unas garras gigantescas rasgan el aire en señal de frustración,
con los hombros levantados.
Maldita sea, ¿por qué tiene tantas ganas de matarme?
Sé que Wolf y Ezra se han enfrentado a él antes, ¿cómo es que
todavía están vivos?
—Porque Absolon te ama —dice Jeremías con sorna—. Te dije
que nos arruina. La bestia odia que hagas mejor a Absolon. Cuanto más
te ama, más profundamente se entierra la bestia. Cuanto más profundo
se esconde la oscuridad —Entonces Jeremías saca la espada de bruja
brillante de su bolsillo—. Pero no te preocupes, hija mía. Me aseguraré
de que nunca más te vuelva a molestar.
Se aleja a grandes zancadas hacia la bestia, moviéndose
rápidamente, sosteniendo la hoja en alto, listo para atacar.
—¡No! —grito y empiezo a correr tras él—. ¡Si matas a la bestia,
matarás a Solon!
—No tengo ningún problema con eso —dice Jeremías por encima
del hombro, sin detenerse—. Todos los vampiros morirán pronto.
¡No, no, no! Estoy corriendo a la máxima velocidad vampírica, a
punto de ver si volando consigo llegar más rápido para detenerlo, pero
entonces Jeremías me agita el brazo sin mirar, sin frenar, y salgo
despedida hacia atrás treinta metros, aterrizando sobre la nieve.
—¡No! —Vuelvo a gritar, justo cuando la bestia arremete contra
Jeremías.
Jeremías lanza la espada.
Va directo al corazón de la bestia.
La detiene en seco.
La bestia se tambalea hacia atrás, con el mango brillante
sobresaliendo de su pecho, la electricidad azul se extiende desde la
herida hasta cubrir todo el cuerpo de la bestia como una red de venas
brillantes.
Y entonces la bestia empieza a cambiar.
Se encoge de tamaño, se hace más pequeña, se vuelve pálida, se
convierte en otra cosa.
Convirtiéndose en Solon.
Solon, mi hermoso y apuesto Solon, está ahora desnudo, con la
espada de bruja en el pecho, y cae de rodillas, con sus ojos azules
mirándome fijamente con amor y dolor.
Un grito desgarrador me arranca del pecho, haciendo estallar
mis oídos, y entonces estoy corriendo y corriendo hacia él y él está
cayendo de lado, desplomándose en el suelo.
—¡NO! —grito, las lágrimas corren por mi cara, los sollozos me
ahogan, y rezo y rezo, por favor, no, que esté bien, por favor que esté
bien. Por favor, por favor, por favor.
Me tiro al suelo junto a él, mis manos se dirigen a la hoja y la
sacan. La sangre aflora a la superficie de la herida, pero no es la sangre
normal de Solon. Está teñida de negro y azul, como si hubiera sido
envenenado. Muriendo de adentro hacia afuera.
—Es inútil, Lenore —dice Jeremías detrás de mí—. Soy un
Cazador y esa es la espada de un Cazador. Así funciona el mundo.
—¡Vete a la mierda! —le grito, y luego vuelvo la cabeza hacia
atrás cuando Solon levanta la mano y la coloca en mi mejilla, mis
lágrimas se derraman sobre sus dedos.
—Por favor, no te vayas —le suplico entre sollozos, presionando
mi palma sobre su mano, manteniendo su fría piel en mi mejilla—. Esto
no ha terminado para nosotros. Sólo estamos empezando. No hemos
llegado hasta aquí con todo esto para rendirnos ahora.
Solon mueve sus labios, esos hermosos labios, pero sólo sale
sangre de su boca. Parpadea y me mira.
Está bien, dice en mi cabeza, su voz débil. Estaré bien.
—No —suplico—. ¿Qué pasa conmigo? No puedo hacer esto sin
ti. No me dejes hacer esta vida sin ti. Se supone que eres mío para
siempre.
Lo soy, dice, mirándome fijamente a los ojos con tanto amor y
pena y Dios mío, no, no, se está despidiendo. Y tú eres mía por los siglos
de los siglos, Luz de Luna. Te amo con toda la sangre de mi corazón. El
verdadero amor nunca muere, aunque yo lo haga.
Mi cara se desmorona y él se aleja lentamente de mí. Presiono
frenéticamente mis manos en su corazón, sobre la herida, y puedo
sentir que se va. Su corazón ya no late. Su cuerpo se está volviendo frío
y rígido como el hielo, y toda la maravillosa vida que lleva dentro, todos
esos siglos, todas esas duras batallas, todos sus recuerdos, todo el
amor y el alma y el corazón que residen dentro de él se están escapando
para siempre.
—Por favor, no te vayas —susurro, los sollozos me atraviesan,
ahogándome con mis propios sollozos—. Por favor, Solon, quédate
conmigo. Ámame para siempre.
Se lame los labios lentamente, tragando saliva, jadeando para
respirar.
—Lo haré —se las arregla para decir, la voz apenas audible—. Lo
haré querida.
Y entonces se queda quieto.
Sus ojos miran fijamente a la nada.
La maravillosa vida en su interior muere.
Y desaparece.
Capítulo 20
LENORE
***
Me despierto con el agua que me llega a las piernas. Por un
momento siento que mi cerebro se rebobina, que me encuentro de
nuevo en el pasado de no hace mucho tiempo, que sigo atrapada en las
profundidades, siempre asfixiada, siempre retenida en el fondo del
océano en otro mundo.
Pero entonces abro lentamente los ojos y miro los guijarros de
color gris oscuro con intrincados dibujos pálidos, como si hubiera
mapas y mensajes ocultos en las capas. Y más allá de los guijarros está
el blanco crujiente de la nieve incrustada de hielo y más allá está... la
sangre.
Mucha sangre.
Está salpicada por la playa de guijarros y la nieve blanca hasta
donde alcanza la vista. De repente, recuerdo todo el caos, la muerte y la
carnicería y levanto la cabeza mientras el pánico empieza a apoderarse
de mí, robándome el aliento.
—Estás a salvo, Lenore.
La voz de Solon viene de mi lado y giro la cabeza para verlo de
espaldas a mi lado, con las piernas medio en el océano rojo que sigue
lamiendo la orilla.
—Solon —grito, arrastrándome sobre los guijarros hacia él, mi
cuerpo cobra vida al oírlo, verlo, olerlo.
—Tranquila —dice, y se acerca, no tan rápido como lo haría
normalmente, pero de nuevo es un nuevo vampiro ahora y todo podría
tomar un poco de tiempo para acostumbrarse.
En cuanto a mí, me siento como si me moviera entre la melaza.
Me agarra la mano y apoya la cabeza en la orilla, mirándome con
esos hermosos azules que tiene.
—Ambos somos un poco débiles —dice—. Después de
alimentarme de ti, te desmayaste enseguida. La marea empezó a subir.
Intenté sacarte del agua todo lo que pude, pero... estoy aprendiendo.
—¿Cómo te sientes? —pregunto.
Me sonríe suavemente. Dios, es hermoso.
—En algunos aspectos, como si me hubiera atropellado un
camión. En otros aspectos, como si acabara de nacer.
Trago saliva, mi garganta se siente como papel de lija.
—¿Crees que funcionó?
Sonríe.
—Estoy aquí, ¿no? —Entonces su sonrisa flaquea—. No debería
estar aquí, Lenore.
—¿Esperabas que te dejara morir?
—No —admite—. Eres demasiado terca para eso. Pero... no
sabías lo que estabas haciendo.
—Sí, lo sabía —digo a la defensiva, levantándome sobre mis
codos—. Me dijeron que no crearía vampiros asilvestrados. Sabía
exactamente lo que estaba haciendo. Te estabas muriendo, Solon. No,
estabas muerto. ¿Realmente crees que dejaría que eso sucediera sin
intentar todo lo que pudiera?
—¿Y quién te dijo eso?
Me muerdo el labio por un momento.
—Jeremías.
—Entonces no sabías con certeza que funcionaría —dice con
una expresión de dolor—. Jeremías podría haber estado mintiendo.
Al mencionar su nombre, miro su cuerpo sin vida, carbonizado y
sin cabeza. Joder. Está muerto. Está muerto de verdad porque yo lo
maté. Maté a mi propio padre, tan distante como era.
—Luz de Luna —dice Solon, acercándose a mí—. Sé lo mucho
que tiendes a aferrarte a la culpa, pero por favor no sigas por este
camino. Ahora no.
—¿Si no es ahora, cuando? —pregunto impotente.
Me sonríe suavemente y me suelta la mano mientras se levanta y
se pone de pie.
—Habrá mucho tiempo de introspección más tarde. Por ahora,
tenemos que salir de aquí. Esto no es más seguro que antes.
—¿Incluso con nuestros padres muertos? —pregunto, mientras
él se agacha y me levanta, poniendo su brazo alrededor de mí para
apoyarme mientras me tambaleo un poco sobre los guijarros.
—Incluso así —dice—. Kaleid todavía está vivo. Y aunque no
espero que salte desde la esquina y nos atrape, sí intentó matarte.
—Técnicamente, no sabía si podía matarme.
—Entonces quiso torturarte —dice Solon con aspereza—. Y por
eso, será para siempre un enemigo mortal mío. Si alguna vez vuelvo a
ver su cara, le escupiré, le arrancaré la cabeza y luego le arrancaré el
resto miembro a miembro para asegurarme.
—¿Cómo hiciste con Skarde?
Miro los restos del cuerpo eviscerado de Skarde. No se me
escapa que nosotros dos, con nuestros problemas paternales, acabamos
de asesinar a los dos, con dos estilos diferentes de decapitación.
—De la misma manera —dice en voz baja.
—¿A pesar de que ahora es el rey de los vampiros? —pregunto,
inclinándome hacia él. Es como un árbol, tan fuerte y enraizado, mi
cuerpo se relaja instantáneamente contra el suyo.
—Veremos cuánto dura —dice Solon con brusquedad—. Los
vampiros seguían a Skarde, pero siempre buscaban una salida. Por eso
muchos acaban en el Dark Eyes, para desaparecer en esa subcultura,
la libertad de todo ello. Puede que Kaleid lidere Helsinki y algunas otras
ciudades de Europa, pero sólo es porque es el hijo de Skarde. O lo era,
al menos. Me sorprendería que la mayoría quisiera seguir a alguien bajo
un nuevo gobierno.
—¿Estás dispuesto a apostar por eso?
Me mira y sonríe.
—No. Nunca.
Entonces me pasa el brazo por la cintura, soportando mi peso, y
empezamos a caminar por la nieve, pasando por las ruinas. Todas las
cosas horribles que ocurrieron allí se ven de forma diferente bajo la luz
del día, porque eso es lo que está cambiando aquí. El día. El cielo rojo
del atardecer se está volviendo más pálido, más azul, y cuando miro
detrás de nosotros el océano, también tiene tonos de índigo que se
mezclan con el rojo. Lo que sea que el Oscuro tenía en este lugar para
hacerlo así está perdiendo su control. Sin Skarde, tal vez pueda volver a
su forma natural.
O tal vez desaparecer en el espacio, pienso.
Miro a Solon
—Quizás deberíamos acelerar el ritmo.
—Estaba pensando lo mismo.
Estoy agotada, después de haber regalado tanta sangre, y Solon
está cansado por haber nacido de nuevo, pero de alguna manera no
tardamos en avanzar rápidamente por las llanuras nevadas,
dirigiéndonos a lo largo de un arroyo rojo que se está volviendo
gradualmente claro, la nieve derritiéndose bajo los pies.
—Puede que no tengamos mucho tiempo —dice Solon—. Puedo
llevarte si quieres.
Niego con la cabeza.
—Me siento más fuerte con cada paso.
—Sí. Eso, y más terquedad —dice.
Eso solo me impulsa a caminar más rápido.
Finalmente llegamos a los acantilados donde una vez una
cascada carmesí corría por el borde, pero ahora el agua es clara y no
mucho más que un débil arroyo. Por supuesto, ese arroyo viene del
maldito lago, lo que significa que el agua del lago también está bajando.
Nuestra salida.
—Mierda —juro, y los dos trepamos por la pendiente hasta que
llegamos al acantilado.
Aquí arriba, la nieve ha desaparecido por completo, dejando
musgo, rocas y líquenes bajo nuestros pies, y entonces corremos por el
lecho del lento arroyo, siguiéndolo hacia el lago, esperando contra toda
esperanza que no sea demasiado tarde. Podría estar en cualquier parte
del mundo mientras tuviera a Solon a mi lado, pero no puedo dar fe de
otros mundos.
Finalmente llegamos al lago. El agua ya no es roja, y sólo hay un
pequeño estanque en el centro. Por lo que sabemos, esta es la única
salida de este mundo.
—¿Lista? —pregunta Solon, agarrando mi mano y apretándola
con fuerza.
—Lista —digo.
Juntos nos adentramos en el lago y el agua prácticamente
retrocede mientras entramos, como si huyera de nosotros. Pero somos
rápidos y empezamos a correr por el agua hasta que nos llega al pecho.
Entonces, tras una rápida mirada entre nosotros, respiramos
profundamente (aunque no sea necesario) y nos sumergimos.
Esta vez es mucho más fácil bajar nadando. Me ayuda el hecho
de no tener a una bruja Lapp aferrada a mí, así como el hecho de que el
agua es ahora sólo agua, clara y fluida y fácil de mover, ya no es esta
sopa sangrienta y maloliente.
Me sumerjo hacia abajo, más allá de donde debería estar el
fondo natural del lago, y veo a Solon sumergirse a mi lado, siguiendo el
ritmo. Se vuelve más y más oscuro a medida que avanzamos, pero
nuestra visión nocturna se activa y entonces aparece la luz. Un atisbo
creciente del cielo que pertenece al otro mundo, a nuestro hermoso
mundo.
Pateamos y pateamos y luego nos dirigimos hacia arriba hasta
que rompemos la superficie, jadeando.
Miro a mí alrededor, pisando el agua, parpadeando a los
alrededores. Aquí es donde entramos. Y por suerte esta vez no hay
brujas Lapp que encontrar.
—Creo que lo hicimos —le digo a Solon, quitando mi cabello
empapado de mi cara.
Me sonríe, escupiendo agua del lago.
—Tengo los dedos cruzados.
Empezamos a nadar hacia la orilla, y aunque al final empiezo a
perder la energía, me saca del agua hasta que estoy en tierra firme a su
lado. El aire huele a fresco aquí, a agujas de pino y a pantano y a aire
limpio. Huele como el mundo real, nuestro mundo. Huele a casa.
No puedo evitar reírme, pues el alivio me invade por fin. No sólo
porque hayamos sobrevivido a Skarde (y a Kaleid y Jeremías) y lo
hayamos derrotado para siempre, sino porque conseguimos volver a
nuestro mundo. El que cuenta.
Sobre todo, el alivio se debe a que Solon está a mi lado,
empapado y totalmente desnudo, y está aquí y está vivo y es mío. Ya no
es salvaje, la bestia que lleva dentro está muerta, pero el resto de él está
vivo.
—No puedo creer que estés aquí —digo, tragando el nudo en mi
garganta.
—No puedo creer que haya muerto —dice, su mirada vagando
delicadamente sobre mi rostro—. Que morí y tú me trajiste de vuelta.
Me trajiste de vuelta mejor.
—Bueno, eso está por verse —digo, poniéndome de puntillas
para depositar un suave beso en sus caderas.
Me sonríe de forma salaz, y no se me escapa el hecho de que
está completamente desnudo.
—Te lo demostraría —dice—. Pero no estoy seguro de lo que hice
exactamente cuando era la bestia. Si existe la posibilidad de que Valtu
siga vivo, le debemos encontrarlo.
Asiento con la cabeza. No puedo ser la responsable de dejar a
Drácula en el bosque para que muera.
Solon me agarra de la mano y me lleva por el bosque. Todavía
hay mucha energía mágica en el aire, pero no está oscuro. Es como si
todo el bosque suspirara de alivio. Es agradable, es pacífico. Creo que
caminamos durante horas, pero es el tiempo justo para bajar la
velocidad y hacer un balance de todo lo ocurrido.
A no ser que estemos perdidos.
—¿Hueles donde has estado? —pregunto mientras atravesamos
arbustos de arándanos en un claro cubierto de musgo.
Asiente.
—Eso, y recuerdo el camino de cuando Jeremías nos llevó antes.
—¿Te… lastimó? —pregunto.
Me mira con sorpresa.
—No. No lo hizo. Pero nos dejó para sufrir por la eternidad, así
que basta con decir que sus intenciones no eran buenas.
—Simplemente no sé qué hacer con todo esto —digo,
mordiéndome el labio—. Me necesitaba, me utilizaba, no parecía
importarle si Kaleid iba a matarme. Me trató como basura, fue pura
maldad, mató a la persona que amo. Él sólo... ¿por qué me salvó dos
veces? Las dos veces de ti.
Hace una mueca.
—¿Intenté atraparte esta vez también?
Asiento con la cabeza.
—Sí. Por desgracia. Fuiste a por mí incluso antes de ir a por
Skarde. Ya sabes, para confirmar todo eso de que no soy especial.
—Joder —jura en voz baja—. Lo siento mucho, Lenore.
—No importa —digo rápidamente—. Jeremías mató a la bestia y
pude traerte de vuelta sin ella. Eso es lo único que importa. Además,
también me dijo que me amas. Y ese amor enfada a la bestia porque le
recuerda lo fuerte que eres.
Deja de caminar tan bruscamente que me topo con él.
—Sí te amo —susurra, me besa suavemente y me pasa las
manos por el pelo—. El amor es lo que me trajo de vuelta. No la magia.
Ni nada más.
—Será mejor que tengas cuidado —bromeo contra su boca—. Te
estás ablandando conmigo.
—Solo en las formas que cuentan —dice, y ahora presiona su
erección contra mí, duro como el puto acero. Sé que deberíamos esperar
a volver a nuestro lujoso hotel, pero la verdad es que podría follar con él
hasta perder el sentido aquí mismo.
Excepto...
De repente, se me eriza el cuero cabelludo y se me eriza el vello
de la nuca.
Dejo de besarlo y me alejo.
—¿Qué? —pregunta, frunciendo el ceño.
—¿Sientes eso? —pregunto.
Miro a mí alrededor. El bosque de pinos y abedules es profundo
y oscuro, pero juro que puedo oír algo que se mueve.
Muchas cosas.
Solon inhala profundamente por la nariz, tratando de ubicar el
olor.
—Sí. Es... familiar.
—¿Familiar bueno o familiar malo? —pregunto con cautela,
manteniendo mis ojos fijos en el bosque.
—No lo sé todavía.
—Oh, Dios mío —jadeo, mi mano yendo a mi pecho.
Entre dos abedules se mueve algo. Parece una persona, pero
también parece un árbol. O como el bosque. Como el bosque
personificado. Pienso inmediatamente en Treebeard en El Señor de los
Anillos, pero era enorme y estoy bastante segura de que era amistoso.
No sé qué demonios es esto y es altamente perturbador saber que esto
está sucediendo en el mundo real y no en uno de los vampiros.
Oh, Dios mío.
¿Y si aún no hemos vuelto a nuestro mundo?
¿Y si sólo hemos entrado en otro?
Tranquila, luz de luna, la voz de Solon viene a mi cabeza.
Tranquila.
¿Tranquila? grito, observando como más del bosque comienza a
moverse. Puedo ver ojos.
—No quieren hacerte daño —dice una voz familiar, y ambos nos
giramos para ver a Drácula saliendo del bosque—. Al menos, no han
querido hacerme daño.
—Estás vivo —dice Solon, con alivio en su rostro.
Yo también sonrío. Drácula es una señal de que estamos en el
mundo correcto. Además, no quería que muriera. Es un imbécil, pero
me cae bastante bien.
—Sí —dice Drácula y luego mira fijamente la entrepierna de
Solon—. Y por una vez estás desnudo y feliz de verme.
Solon se aclara la garganta, sin el menor pudor por su polla
medio dura.
—Estoy feliz de no haberte matado.
—Bueno, lo intentaste —dice con una sonrisa irónica—. Me
golpeaste con esas garras de dino que tienes, pero lo único que
conseguiste fue romper las cadenas antes de perder el interés y salir
corriendo por la puerta. Sinceramente, no pensé que te volvería a ver.
Nunca había visto a tu bestia, así que no tenía ni idea de que esa cosa
no tiene un solo pensamiento inteligente en la cabeza —hace una pausa
y mira mi vestido—. Entonces, ¿qué les pasó a ustedes?
—Es una larga historia y tenemos un largo camino de regreso a
la carretera —dice Solon. Luego mira detrás de él a las criaturas del
bosque—. ¿Estás seguro de que puedes responder por ellos?
—Eso es sólo la gente mayor —dice, señalando con la barbilla los
árboles—. Al menos eso es lo que me dijeron. Son los muertos, que
esperan bajo tierra a que Skarde se vaya. Al parecer, han esperado
tanto tiempo que se han convertido en uno con la naturaleza, o alguna
mierda hippie como esa. Supongo que toda esta tierra tiene cosas
sobrenaturales de las que no tenemos ni idea.
—Solo en los libros de mitología —digo, recordando lo que había
dicho la pobre Natalia.
Drácula se encoge de hombros.
—Llevas tres días fuera. No sabía si ibas a volver. Me han hecho
compañía mientras tanto. Dios, pueden hablar hasta por los codos. En
fin, vámonos.
Drácula se despide de las cosas del árbol, que ahora se retiran al
fondo hasta que ya no puedo verlas con claridad. La extraña energía se
va con ellos, pero al menos ahora puedo captar sensaciones de alivio,
como si encontraran la libertad por primera vez.
Archiva eso en otra página de la mierda extraña que Lenore ha
visto hoy.
Empezamos a volver por donde hemos venido, caminando en fila
india, Drácula detrás de mí, Solon delante. Al menos puedo mirar el
perfecto culo de Solon durante todo el camino de vuelta.
—Diré una cosa —dice Drácula—. Quedarme ahí por la
eternidad me ha hecho apreciar las cosas.
—¿Como si tuvieras una nueva oportunidad en la vida? —
pregunto—. ¿Quieres convertirte en un hombre nuevo?
—Algo como eso.
Solon lo mira por encima del hombro y le brillan los ojos.
—¿Lo suficiente para finalmente sentar cabeza?
Drácula suelta una carcajada.
—Ni siquiera bromees sobre eso, no después de lo que he
pasado.
Lo miro hacia atrás.
—¿Por qué has pasado?
Simplemente niega con la cabeza.
—Me han jodido dos veces. Eso es suficiente.
—Tenía una esposa, hace mucho tiempo —explica Solon—. Ella
murió.
—Oh no, lo siento mucho —le digo.
Se encoge de hombros.
—Eso es lo que hacen los humanos, ¿verdad? Ellos mueren.
Y a veces los vampiros también lo hacen.
—Y luego se reencarnó —agrega Solon.
—Espera, espera. ¿Qué? —pregunto—. ¿Ella reencarnó? Como...
como...
Me lanza una mirada cortante.
—Sí. Como Drácula. El libro. La película. Como quieras llamarlo.
—¿Así que era real?
Se encoge de hombros de nuevo.
—Algo. Bram era un autor. Se especializaba en ficción. Y, de
todos modos, al final también murió. No hay final feliz para mí.
—A menos que vuelva otra vez —dice Solon—. Nunca pierdas la
esperanza, amigo mío.
—No soy tu maldito amigo, Solon.
—Lo siento lo olvidé.
Y así vamos todo el camino de vuelta a la civilización.
Epílogo
SOLON
FIN
NIGHTWOLF
Esta historia será el spin off de la bilogía Dark Eyes, y tendrá como
personajes principales a Wolf y Amethyst. Y descuiden, también será
traducida por nosotras
LA PORTADA NO HA
SIDO REVELADA
Sobre la Autora
Karina Halle, es una escritora en formación, viajera y
musicalmente apasionada, Es parte del New York Times, Wall Street
Journal, y el USA Today como autora de los libros The Pact, A Nordic
King, y Sins & Needles. Ella, su esposo músico y su pitbull adoptivo,
Bruce, viven en una selva tropical en una isla frente a la costa de la
Columbia Británica durante el verano y en Los Ángeles en el invierno.
Sombra Literaria