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REVISORIA FISCAL
SEPTIEMBRE 15 DE 2021
LA FE PUBLICA :
Pero la principal función del contador público es la de dar fe pública sobre los
aspectos que le competen, como los estados financieros.
Es por ello que las entidades públicas y privadas exigen certificados firmados por
contador público, en razón a que el contador con la firma está dando fe de que el
contenido del certificado o de los estados financieros son reales, y fueron tomados
fielmente de los libros de contabilidad de acuerdo a los soportes que sustentan esa
información.
La principal característica del contador público es que puede dar fe pública, como
lo hacen los notarios públicos.
Quienes están preocupados por el papel que juegan los revisores fiscales en los
recientes conflictos empresariales, que involucran desfalcos, sobornos y malos
manejos en cifras millonarias, admiten que es muy difícil detectar sobornos como
los ocurridos con Odebrecht, ya que es un delito que se hace por debajo de la
mesa, pero también dicen que ese dinero debe entrar o salir de alguna de las
cuentas de las empresas y esos movimientos irregulares son los que deberían
prender las alarmas.
Juan Carlos Sánchez, socio líder de auditoría de Deloitte, aclara que la labor de la
revisoría fiscal es clave para dar seguridad a los usuarios de la información
financiera, pero que hay que tener en cuenta que en la mayoría de casos
problemáticos con empresas auditadas “se evidencian generalmente fallas
del gobierno corporativo, ya que se han sobrepasado intencionalmente los
controles por parte de la administración y ha habido colusión para ocultar estas
situaciones y no permitir su detección por parte de la revisoría fiscal”, dice y
reitera que para la confianza y transparencia en los mercados es fundamental la
existencia de sólidas prácticas de gobierno corporativo en las empresas.
Unos de los factores a los que se atribuye que los revisores fiscales no se hayan
dado cuenta de los problemas de las firmas de libranzas o del derrumbe del
Grupo Nule es que, en algunos casos, quienes ejercen esta labor son jóvenes
recién egresados, que no tienen la suficiente experiencia.
Efectivamente, hoy un contador puede ser revisor fiscal con tan solo dos años de
experiencia, pese a la gran responsabilidad del cargo. A eso se suma que en
muchas empresas medianas y pequeñas no están dispuestos a remunerar
correctamente a los revisores fiscales, pues los ven más como un gasto que como
una inversión que les puede ayudar a administrar mejor sus compañías.
En el caso de las grandes empresas, que a su vez contratan a las grandes firmas
de auditoría, no se ven personas jóvenes como revisores fiscales. Es más,
trabajan con equipos de especialistas en temas como controles de tecnología,
valor razonable, impuestos, asuntos legales, etc.
Se cree que las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) no deben tener
revisor fiscal; pero eso no es cierto, lo deben tener si están vinculadas
económicamente con una compañía que sí tenga dicha obligación.
Así las cosas, y teniendo en cuenta que 93,5% de los registros en las Cámaras de
Comercio son de microempresas (2’517.869 firmas) y 4,9% de pequeñas
(130.697), la mayoría de empresas colombianas no tiene revisor fiscal.
También es cierto que los grandes escándalos empresariales con grave impacto
en la sociedad no son los de compañías pequeñas, sino de las grandes, que son
justamente las que deben tener más ojos encima. El universo de las firmas que
deben usar este servicio en el país se estima en unas 22.000.
Estrenando normas