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ESTABLECIMIENTO CARCELARIO-Tratos
degradantes/DERECHO A LA IDENTIDAD PERSONAL DEL
INTERNO-Vulneración por rapado de su cabeza/REGLAMENTO
INTERNO DE ESTABLECIMIENTO CARCELARIO-No
contempla el proceso de rapado
ESTABLECIMIENTO CARCELARIO-Mejoramiento de la
alimentación de los internos/ESTABLECIMIENTO CARCELARIO
DE ALTA SEGURIDAD-Prohibición ingreso de alimentos
Estima la Sala que obligar a los internos a tomar una ducha fría, si bien
puede causar cierta molestia, no constituye un trato cruel, inhumano o
degradante. En efecto, se trata de una medida encaminada a propender por
un fin legítimo, cual es, el mantenimiento de unas condiciones de aseo e
higiene esenciales en unas instalaciones de esta naturaleza donde habitan
cientos de personas; es adecuada e idónea para la consecución del fin; es
necesaria ya que con ella se evita la propagación de enfermedades, y es
estrictamente proporcional por cuanto si bien puede ocasionar un ligero
malestar al interno, el Estado no cuenta con los medios económicos
suficientes para solventar un sistema de agua caliente. En pocas palabras, se
trata de una medida encaminada a mantener la disciplina en el centro de
reclusión, que no lesiona el debido respeto a la dignidad humana.
Magistrada Ponente:
Dra. CLARA INÉS VARGAS
HERNÁNDEZ
SENTENCIA
dentro del proceso de revisión de los fallos proferidos por el por el Juzgado
Quinto Penal del Circuito de Tunja y la Sala Penal del Tribunal Superior de
Tunja en el trámite de la acción de tutela instaurada por los internos del
Pabellón de Máxima Seguridad de Cómbita ( Boyacá ) contra el INPEC –
Dirección del Complejo Penitenciario y Carcelario “El Barne”.
I. HECHOS.
2. Los sindicados han sido obligados a portar el mismo uniforme que los
condenados, encontrándose todos ubicados en los mismos pabellones.
5. Por órdenes del Director del establecimiento se les impone a los reclusos el
uso de esposas para cualquier tipo de desplazamiento que se realice dentro del
pabellón, “a pesar que esos desplazamientos se hacen siempre bajo la
custodia de uno o más guardianes. Se nos ha impuesto el uso de las esposas
incluso en nuestras visitas con los abogados”.
9. Durante el período inicial de traslado se les impide todo contacto con sus
familiares. Posteriormente, el régimen es muy estricto ya que las visitas
familiares sólo son permitidas cada 15 días, las de los menores de edad, cada
45 días. Las visitas conyugales sólo son permitidas cada 45 días pero “debido
a la desorganización y los engorrosos trámites para el ingreso de nuestras
compañeras terminan siendo de 30 a 40 minutos”.
10. Las entrevistas con los abogados defensores están llenas de trabas: se
realizan en unas cabinas sin ninguna privacidad, a lo largo de la misma los
internos siempre están esposados y los guardias escuchan todas las
conversaciones.
Al respecto cabe señalar que los internos alegan que los hechos por ellos
denunciados no tienen como origen la carencia de recursos físicos o logísticos
del centro carcelario; todo lo contrario, admiten que un uso adecuado de las
instalaciones garantizaría el ejercicio de sus derechos fundamentales y el
cumplimiento de los fines de la pena. Así por ejemplo, el penal cuenta con
talleres y herramientas para el trabajo productivo, “es solo que no se les
permite usarlo”; se dispone de lugares para llevar a cabo las visitas
conyugales, pero el Director las restringe arbitrariamente; la penitenciaria
cuenta con espacio suficiente, en términos de seguridad y comodidad, para
que los internos reciban a sus abogados “es solo que al director se le antoja
extremar las exigencias de ingreso de los abogados” y además durante toda la
visita los internos están esposados. De igual manera, aseveran que el pabellón
cuenta con excelentes instalaciones de cocina “pero el director ha ordenado
que la alimentación sea de mala calidad, desbalanceada, y en ella no se
tienen en cuenta los problemas de salud de los internos”
2. En relación con las visitas de familiares piden que se realicen dos grupos de
visitas a la semana: un grupo masculino los sábados de hasta 3 visitantes y un
grupo femenino los domingos de hasta tres visitantes. Que no se restrinja el
derecho de visita a los menores de edad y que se faciliten medidas para
facilitar el ingreso al penal.
4. En lo que atañe a las visitas de los abogados se solicita que éstas tengan
como únicos requisitos los establecidos en el artículo 112 del Código
Nacional Penitenciario y Carcelario, es decir, que el interno manifieste su
voluntad de querer recibirlo y que el profesional acredite su condición de
abogado. Que las visitas se den en condiciones de privacidad.
12. En cuanto a las visitas de los menores, alega la accionada que no existe
límite en el número de los que ingresan.
13. No se violó el derecho de petición por cuanto se les dio respuesta a los
internos a sus solicitudes.
En cuanto al empleo de las esposas, el juez acogió la opinión del Defensor del
Pueblo Regional, para quien el uso de éstas debe limitarse a los casos
estrictamente necesarios, caso que no sucede cuando se trata de atender a las
familias o a los abogados. Se trata por tanto de situaciones de traslados o
cuando las demás medidas hayan fallado.
A juicio del juez, a los internos se les puede realizar un corte de cabello
bajito “ a cepillo”, pero no raparlos porque eso constituye una humillación, se
les puede esposar pero únicamente en casos necesarios, pero no para ir la
médico, recibir sus abogados o a sus familiares.
En relación con las visitas, se consideró que le asistía la razón al Defensor del
Pueblo Regional cuando en su informe argumentaba que el régimen de visitas
de la cárcel de máxima seguridad de Cómbita violaba el derecho a la
igualdad, por cuanto en otros centro de reclusión del país, las mismas pueden
realizarse cada 8 días. No existe ninguna razón que justifique un trato
desigual. En tal sentido, estima que debe darse cumplimiento estricto al
Acuerdo núm. 011 de 1995, de preferencia al reglamento interno de la prisión.
6. Se garantice que las entrevistas entre los abogados y sus clientes sean
reservadas y sin el uso de esposas de seguridad.
11. Comisionar a la asesora jurídica del penal para que de conformidad con
las firmas y números de cédula de los internos tutelantes, notifique la presente
providencia, enviándoles fotocopia de la presente.
IV. LA IMPUGNACIÓN.
En lo que concierne al uso de las esposas, el Director alega que éste se halla
reglamentado en diversas disposiciones jurídicas y en las normas
penitenciarias ISO 9001, por razones de seguridad tanto del personal interno
como de los funcionarios administrativos y de guardia. El uso de restricciones
se limita a las áreas comunes en la parte interna, esto es, en los espacios no
accesibles al público. Se busca prevenir la ocurrencia de riñas y agresiones, a
retaliaciones mutuas, más aún tratándose de internos con perfil de alta
peligrosidad. Cita al respecto la sentencia T-702 de 2001.
Respecto a las visitas de los menores, se afirma que cada 45 días éstos pueden
ingresar al centro penitenciario, sin tener en cuenta el número de niños que
tenga cada interno. Que además se cuenta con zonas recreativas especiales,
por lo que afirman los libelistas no es ciertos. Los únicos que se han
encargado de separarse de sus hijos son los mismos reclusos y además “no es
sano ni saludable que los niños ingresen en las cárceles para vivir en carne
propia la pena que purgan sus padres”.
Obra asimismo en el expediente copia del oficio núm. 245 del 18 de marzo de
2003 remitido por el Director del centro de reclusión al Juzgado Quinto Penal
del Circuito de Tunja, dando cuenta de la manera cómo se ha venido
cumpliendo el fallo de tutela expedido por esa autoridad judicial.
En cuanto a las visitas de los abogados, estimó la Sala que la acción de tutela
no fue invocada por los profesionales del derecho, razón por la cual el fallo no
los podía cobijar en cuanto al ingreso al penal. Sin embargo, en relación con
la manera como se desarrollan las entrevistas que éstos sostienen con sus
clientes. Al respecto, nota la Sala que los cubículos de que está dotado el
centro de alta seguridad es apto para tales fines, aun cuando sin el uso de
esposas.
En relación con el suministro de elementos, se considera que a los internos no
se les están brindado los elementos de aseo necesarios, tal y como lo ordena el
Código Penitenciario y el reglamento especial de las cárceles de máxima
seguridad. También le asiste razón al a quo en relación con el cambio de
uniforme para que se entreguen en número de dos, siendo adecuados a las
condiciones climáticas de la región, lo mismo que dos cobijas.
3. Se debe garantizar que las entrevistas con los abogados sean privadas, sin
intromisiones indebidas del personal de guardia.
4. Resolución núm. 2116 del 19 de julio de 2002 del INPEC “Por el cual se
crea el Complejo Penitenciario El Barne”.
5. Minutas de alimentos.
VII. CONSIDERACIONES.
1. Competencia.
2. Problemas jurídicos.
1 Sobre el tema de los derechos de los reclusos ver, entre otras, las sentencias T-424 de
1992, M.P. Fabio Morón Díaz; T-522 de 1992, MP Alejandro Martínez Caballero; T-596
de 1992, M.P. Ciro Angarita Barón; T-219 de 1993, M.P. Antonio Barrera Carbonell; T-
273 de 1993, M.P. Carlos Gaviria Díaz; T-388 de 1993, M.P. Hernando Herrera; T- 437 de
1993, M.P. Carlos Gaviria Díaz; T-420 de 1994, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-705 de
1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
importante de derechos fundamentales conservan plenamente su vigencia,
como son aquellos a la vida, a la integridad física, a la salud, al debido
proceso, de petición e igualdad.
2 Sobre el estado de sujeción especial de los reclusos frente al Estado ver, entre otras, las
sentencias T-596 de 1992, M.P. Ciro Angarita Barón; C-318 de 1995, M.P. Alejandro
Martínez Caballero; T-705 de 1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-706 de 1996, MP.
Eduardo Cifuentes Muñoz; y T-714 de 1996, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
3
Robert Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, p. 437.
La “political question doctrine”, elaborada por la Corte Suprema de Justicia
4
americana a lo largo de famosos casos como Luther vs. Borde , Baker vs
5 6
Carr Powell vs. McCormack y Alfred Dunhill of London Inc. vs. República
7
de Cuba , se fundamenta en afirmar que al poder judicial no le está permitido
inmiscuirse en asuntos que son de competencia exclusiva de las ramas
legislativa y ejecutiva del poder público, de conformidad con una visión
estricta del principio de separación de poderes. De allí que al juez
constitucional le esté vedado tomar decisiones en asuntos de esa naturaleza y
su labor se limite, en términos de la doctrina continental europea, a propender
por la defensa de la dimensión subjetiva de los derechos fundamentales
8
mediante un proceso judicial cuyas características esenciales, según Farber ,
son las siguientes: 1 ) el caso parte de una violación individual a un derecho
fundamental y por ende se pretende restaurar el status quo; 2 ) acuden al
proceso unas partes concretas y determinadas; 3 ) se falla con base en
precedentes y principios neutrales; 4 ) la sentencia tiene efectos interpartes;
5 ) una vez adoptado el fallo la Corte Suprema de Justicia pierde competencia
para velar por su cumplimiento, el cual queda en manos de las Cortes
Federales; 6 ) el juez es pasivo ante la situación general y 7 ) el fin último del
proceso es reforzar el principio de sometimiento de la autoridad pública a la
Constitución.
4
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, asunto Luther vs. Borde, 1849.
5
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, asunto Baker vs. Carr, 369 U.S., 186,
82 S.Ct, 7 ( 1962 ).
6
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, asunto Powell vs. McCormack, 395,
U.S. 486 ( 1969 )
7
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, asunto Alfred Dunhill of London Inc.
vs. República de Cuba, 425 U.S. 682 ( 1976 ).
8
Daniel A. Farber, Constitutional Law. Themes for the Constitution´s third century.
Minnesota, West Publishing Co., 1993, p. 1107.
9
Daniel Farber, ob.cit., p. 1108.
10
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, asunto Swann vs. Charlotte-
Mecklenburg Board of Education, 402, U.S. 1, 91, S.Ct. 1267, ( 1971 )
11
Tribunal de Distrito Judicial de Georgia, asunto Pitts vs. Cherry, acción civil núm.
11946 ( 1968 ).
una violación sistemática de los derechos fundamentales de un grupo de
personas y por ende la orden judicial apunta a modificar un status quo injusto;
2 ) el proceso judicial involucra a un conjunto importante de autoridades
públicas; 3 ) los hechos expuestos guardan relación con políticas públicas; 4 )
la sentencia no tiene sólo efectos interpartes; 5 ) la Corte Suprema de Justicia
conserva su competencia para vigilar el cumplimiento del fallo; 6 ) el juez
constitucional no es neutral o pasivo ante la situación y 7 ) la finalidad del
fallo judicial es garantizar la vigencia de unos principios constitucionales.
Alegan los accionantes que el mismo día de ingreso al centro de reclusión son
sometidos a un proceso de “rapado” de sus cabezas. A su juicio, este
comportamiento constituye un trato cruel, inhumano y degradante,
completamente lesivo de su dignidad humana. El INPEC, por su parte,
argumenta que se trata de una medida de seguridad encaminada a evitar los
“cambiazos” o suplantaciones, y que además, el porte de cabello largo facilita
el ocultamiento de droga y armas. Además, en su escrito de apelación asegura
que en la actualidad no se está aplicando dicho procedimiento. Al respecto la
Sala, además de compartir la argumentación del Tribunal de Tunja, que
considera bien puede tratarse de un hecho superado, es preciso declarar que
13
Emmanuel Decaux, La Convention Européenne des Droits de l’Homme. Commentaire
article par article, París, 1995, p. 168.
se trata de un medida desproporcionada, también violatoria de ciertos
derechos fundamentales, por las razones que pasan a explicarse.
14 Ibídem..
15 Carlos Bernal Pulido, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales,
0Madrid, 2003, p,. 27.
16
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz
(...)
De allí que en este aspecto la Sala encuentra que dicha medida viola la
Constitución y en consecuencia confirmará la decisión adoptada por el juez
de segunda instancia en el sentido de suprimir el corte de cabello que
implique rapar la cabeza de los internos.
Aducen los accionantes que se les impuso el uso de esposas para cualquier
tipo de desplazamiento que se realice dentro del pabellón, e incluso durante
las visitas con sus apoderados. Solicitan por tanto que el empleo de esposas se
restrinja para los casos estrictamente necesarios. En respuesta el INPEC alega
que el uso de las esposas, en determinados casos de desplazamientos, se
encuentra ajustado al reglamento y que busca evitar la comisión de agresiones
entre los presos, más aún tratándose de personas con un perfil de alta
peligrosidad.
Al respecto, la Corte en sentencia T-702 de 2001, con ponencia del
Magistrado Marco Gerardo Monroy Cabra, en un caso referente a la cárcel de
máxima seguridad de Valledupar, consideró lo siguiente:
Afirman los accionantes que las visitas de sus abogados son objeto de
múltiples restricciones y trabas, se les exige la presentación de la boleta de
visita expedida por la autoridad judicial competente, se les somete a largas
filas, la entrevista se realiza en unas cabinas sin ninguna privacidad, se les
obliga a atender esposados a sus defensores y los guardias terminan
escuchando toda la conversación. El accionado, por parte, niega los hechos
alegando que la presencia de la unidad de guardia es lejana, que ni siquiera
pueden escuchar una conversación en tono alto pues su ubicación es en la reja
que da acceso al locutorio, con el único propósito de visualizar al interno.
Afirman los accionantes que a pesar de que el penal cuenta con el presupuesto
necesario para dotar a los internos de los elementos adecuados para su
permanencia en él, las directivas del mismo ordenaron la confección de
uniformes manga corta, en un material no térmico, a pesar de las bajas
temperaturas que caracterizan a la región. En su escrito de apelación, las
directivas del centro de reclusión alegaron lo siguiente:
Según los accionantes, las directivas del centro de reclusión no les están
brindando los elementos de aseo necesarios. El INPEC argumenta que, por
razones presupuestales, esos elementos les son entregados a la persona
únicamente al momento de su ingreso al mismo, pero que luego debe
procurárselos de su propio peculio o el de su familias.
Alegan los internos que las directivas del centro carcelario y penitenciario les
están vulnerado su derecho a integrar una familia, ya que, según el Acuerdo
núm. 011 de 1995, cada interno tiene derecho a recibir dos grupos de visitas a
la semana, sin perjuicio de las regulaciones sobre visitas programadas. Por el
contrario, según el reglamento interno de la cárcel de máxima seguridad de
Cómbita, las visitas se llevan a cabo cada dos semanas y las visitas íntimas
cada 45 días cuya duración, según los accionantes, se reduce a media hora. En
contrapartida, las directivas del centro alegan que, dadas las condiciones de
seguridad que ofrece el centro de reclusión, no se aplican las reglas fijadas en
el Acuerdo núm. 011 de 1995. Además, sostiene que “ se justifica la
reglamentación interna de visitas cada 45 días, por cuanto el
Establecimiento, en cumplimiento de la ley, ha dispuesto ha infraestructura
de dos ( 2 ) espacios para atender dos sistemas de visitas: 4 torres (
pabellones ) recibe visita por fin semana, a la semana siguiente las otras 4
torres o pabellones ( son ocho en total ), reciben visita el fin de semana. Se
han creado dos torres especiales solamente para recibir visita, con espacios
recreativos adecuados para los menores de edad que permiten su
esparcimiento y movilidad, está proscrito en los establecimientos de ALTA
SEGURIDAD la recepción de visitas en los pabellones, entre otras razones
por ofrecer espacios adecuados de encuentro con la familia”. En lo que
concierne a las visitas íntimas alegan las directivas del penal que según las
planillas, cuya fotocopia anexan al proceso, aquellas tienen una duración de 1
hora y no de media hora como alegan los accionantes.
Ahora bien, un examen del vídeo aportado por el accionado se evidencia que
el reclusorio de Cómbita cuenta con unas instalaciones muy bien adecuadas
para las visitas íntimas. En efecto, las mismas garantizan la plena intimidad de
la pareja y están aseadas. No obstante, dado el elevado número de internos,
que sobrepasa el millar y el limitado número de los cubículos destinados para
estos fines, es decir, veintiséis ( 26 ) resulta materialmente imposible
programarlas con una frecuencia menor, sin alterar las actuales condiciones
de seguridad e intimidad. Sin embargo, tomando en consideración el informe
presentado el 24 de octubre de 2002 por la Defensoría del Pueblo donde se da
cuenta que por problemas administrativos las visitas íntimas sólo tienen un
duración efectiva de 30 minutos, se prevendrá a las directivas del penal para
que aquéllas duren realmente 1 hora, tal y como lo dispone el reglamento
interno del centro de reclusión. De igual manera, siguiendo la línea
jurisprudencial sentada en la sentencia T-269 de 2002, se prevendrá a las
directivas del penal para que realice los esfuerzos logísticos necesarios para
que en el futuro las visitas íntimas puedan realizarse con mayor frecuencia.
Manifiestan los accionantes que las directivas del centro de reclusión les están
vulnerando su derecho a tener una familia ya que las visitas de los menores de
edad tienen lugar cada 45 días, en tanto que el Acuerdo núm. 011 de 1995
dispone que cada recluso tendrá derecho a recibir dos grupos de visitas a la
semana, un grupo el día sábado y otro el día domingo, sin perjuicio de las
regulaciones de visitas programadas. Que además, según la misma regulación,
cada interno podrá recibir un número de personas no superior a tres en cada
uno de esos días. Las directivas del INPEC responden que el horario, las
frecuencias y las modalidades en se llevan a cabo las visitas están reguladas
por el régimen interno de cada reclusorio, según la categoría del mismo. No
existe, adicionalmente, un límite en la cantidad de menores que pueden
ingresar. En el escrito de apelación, se exponen estos otros argumentos:
Al respecto, considera la Sala que las directivas del centro de reclusión están
violándole a los internos su derecho a la unidad familiar, y correlativamente, a
los niños sus derechos fundamentales, por las razones que pasan a explicarse.
“La visita de los menores se efectuará cada 45 días, los domingos. Para
todos los efectos, se entenderá por menor de edad en el presente
reglamento de régimen interno, aquella persona que a la fecha de visita
no haya cumplido los 18 años de edad. Cada interno podrá recibir dos
personas por cada día de visita, a excepción del día de visita de
menores, en cuyo caso la limitación solo se será respecto de los adultos
o mayores de edad”.
Por el contrario, el mismo reglamento, dispone que cada 15 días los internos
recibirán visitas de adultos. Encuentra entonces la Sala que el tratamiento
discriminatorio que reciben los menores vulneran gravemente sus derechos,
así como los de sus padres internos.
En efecto, del examen del vídeo aportado como prueba por el INPEC se
observa que efectivamente el reclusorio de Cómbita cuenta con unas
instalaciones adecuadas, con amplios espacios y equipos recreativos
destinados a las visitas de los menores de edad, es decir, en este caso, no
existen dificultades de orden logístico o de ausencia de infraestructuras. No
obstante, las comodidades que se ofrecen, no se compadecen con la extendida
frecuencia con que cada visita tiene lugar. La medida reglamentaria se torna
además manifiestamente irrazonable por cuanto la presencia de los niños en
nada compromete la seguridad del penal; todo lo contrario, de conformidad
con las mismas pruebas aportadas por el INPEC está demostrado, por diversos
estudios psicológicos, que el contacto frecuente de los internos con sus
familias, y en especial con sus hijos, constituye un enorme aliciente, baja los
niveles de ansiedad y disminuye los riesgos de suicidio y de agresiones entre
internos en los penales.
En este orden de ideas, la Sala considera que las directivas del reclusorio de
Cómbita están dispensando un trato discriminatorio a los menores de edad,
cuyos derechos, según la Constitución “prevalecen sobre los derechos de los
demás”. En tal sentido, se ordenará a las directivas del centro de reclusión que
inapliquen la regla contenida en el parágrafo 1 del artículo 88 del reglamento
interno, y que en su lugar aseguren la vigencia de los artículos 13 y 44
constitucionales, disponiendo que, en materia de visitas, de debe dar el mismo
régimen vigente para los adultos.
Ahora bien, la Sala estima que es una medida proporcional por cuanto busca
una finalidad constitucional, cual es el mantenimiento de la seguridad y el
orden público; es adecuada por cuanto se trata de una cárcel de máxima
seguridad, caracterizada por el establecimiento de elevados estándares en la
materia; es necesaria ya que está comprobado que la tenencia de estos equipos
facilita la comisión de delitos y evasiones del penal y es estrictamente
proporcional en cuanto las directivas del penal han tomado las provisiones
necesarias para que los internos estén informados de los sucesos que ocurren
en el mundo externo. En otros términos, para la Sala resulta proporcional que
en una cárcel o penitenciaría de alta seguridad se prohíba el uso de radios y
televisores en la celdas y dormitorios de los internos; no obstante, con el
propósito de garantizar el derecho fundamental de acceso a la información, las
directivas de estos establecimientos deben garantizar, al menos, que en las
zonas comunes los internos cuenten con un televisor, puedan asimismo
escuchar noticias de radio y se les permita la tenencia de revistas y periódicos.
Alegan los accionantes que, sin existir necesidad alguna por cuanto se cuenta
con la infraestructura necesaria, se están mezclando indiscriminadamente a
condenados y detenidos. A los sindicados se les impone el mismo trato que a
los condenados. El INPEC, por su parte, argumenta que los pabellones 1, 2, 3,
4 y 5 de alta seguridad están destinados a albergar a los internos condenados,
el 6 alberga a los sindicados, el 7 a los internos con fines de extradición y el 8
comprende dos zonas, una de atención especial de seguridad y con procesos
disciplinarios en contra y otra para albergar internos que redimen pena en
rancho, panadería, lavandería y expendios.
Ahora bien, según consta en oficio núm. 245 del 18 de marzo de 2003,
concerniente al cumplimiento del fallo de primera instancia, las directivas del
centro de reclusión aseguran que los sindicados y los condenados se
encuentran separados, en diferentes pabellones, y que los primeros no portan
uniforme.
Al respecto, considera la Sala que si bien se está ante un hecho superado, las
directivas del centro de reclusión no estaban cumpliendo lo dispuesto en el
artículo 63 del Código Penitenciario y Carcelario que ordena clasificar a los
internos, ni con los tratados internacionales que regulan la materia, ni con las
reglas de las Naciones Unidas sobre el tratamiento de los reclusos. En efecto,
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 10,
numeral 2 dispone que “Los procesados estarán separados de los
condenados, salvo en circunstancias excepcionales y serán sometidos a un
tratamiento distinto adecuado a su condición de personas no condenadas”.
Por su parte, las mencionadas reglas de Naciones Unidas disponen: “85. 1)
Los acusados serán mantenidos separados de los reclusos condenados”
5.11. La alimentación.
17
Benda, E., “Dignidad humana y derechos de la personalidad”, en Manual de Derecho
Constitucional, Madrid, Edit. Marcial Pons, 2001, p. 125.
Sobre el particular estima la Sala que del examen de la respuesta dada el día
25 de noviembre de 2002 por el Director del centro de reclusión a los internos
del pabellón 6, se evidencia que no se vulneró el derecho de petición, ya que
se trata de una contestación completa, suficientemente argumentada y
expedida a tiempo. De allí que sea necesario revocar el fallo de segunda
instancia en el sentido de que las directivas del centro de reclusión no
vulneraron el derecho de petición a los internos del pabellón 6 de Cómbita.
VIII. DECISIÓN.
RESUELVE