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RESUMEN GRUPO#1
TEORÍA GENERAL DEL ESTADO
TEMA: LA CORRUPCIÓN EN GUATEMALA
Según la ONU La corrupción es un fenómeno social, político y económico complejo que
afecta a todos los países. La corrupción socava las instituciones democráticas, frena el
desarrollo económico y contribuye a la inestabilidad gubernamental. La corrupción ataca los
cimientos de las instituciones democráticas distorsionando los procesos electorales,
pervirtiendo el estado de derecho.

Las sociedades siguen enfrentando en la corrupción un grave obstáculo para avanzar en la


consolidación de los sistemas democráticos, del pleno ejercicio y disfrute de los derechos
humanos, y de niveles satisfactorios de gobernabilidad que permitan el desarrollo sostenible
de los Estados. Como consecuencia, se afectan las condiciones políticas, sociales y
económicas que permitirían la implementación de políticas públicas que resuelvan con
eficacia las principales necesidades sociales, como la disminución de la pobreza y la
desigualdad, así como asegurar la realización del bien común. En Guatemala, la corrupción
en la gestión pública es uno de los rasgos que ha estado presente como una constante en el
ejercicio del poder de los gobiernos, en complicidad con actores privados, estructurando y
afirmando un sistema de privilegios y beneficios para el aprovechamiento privado de la
gestión pública. La preocupación aumenta cuando la corrupción ataca las finanzas públicas,
es decir, la administración de la recaudación y uso de los recursos públicos, principalmente
provenientes de los impuestos. La mayoría de población, por su parte, ha llegado a considerar
como “normal” esa presencia frecuente de los hechos de corrupción, sin cuestionarse ni hacer
lo suficiente para señalar y modificar esos patrones de conducta que causan múltiples efectos
nocivos a toda la sociedad.
Algunas personas que trabajan en el sector público consideran a la corrupción como algo
normal o parte de la norma. Pero como todo en la vida hay niveles o grados, y en Guatemala
la magnitud de la corrupción en el sector público ha tenido al menos 19 impactos negativos
en la economía y desarrollo del país. Entre ellos, una baja en la clasificación de riesgo país,
Estado de derecho débil, poca institucionalidad y un exorbitante atraso en las condenas del
sistema de justicia.
Es fácil medir sobornos y lavado de dinero cuando se tienen mecanismos de transparencia y
mecanismos de supervisión. Ahora bien, cuando los delitos son, por ejemplo, el
financiamiento electoral ilícito, eso repercute grandemente en la gobernanza y economía del
país. Un caso anecdótico y paradigmático del financiamiento electoral ilícito surgió cuando
la CICIG y el MP pidieron retirar la inmunidad al presidente Jimmy Morales. Como reacción
a esto, el presidente intentó expulsar de Guatemala al comisionado Velásquez. La decisión
de Morales no solo fue políticamente incorrecta, sino que fue mal elaborada por los
mecanismos que uso, y causo efectos negativos en su propio gabinete ya que llevó a la
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renuncia de su ministra de Salud. y a la destitución del Canciller y el Vicecanciller por criticar


la medida. Exfuncionarios que estaban haciendo bien su trabajo, y que sus remplazos dejan
demasiado que desear. Esto generó grandes movilizaciones sociales, pérdidas para el sector
privado por un paro, críticas por parte de organismos internacionales, cobertura de medios
internacionales, cuerpos consulares y demás.

Con la red vial hay un ejemplo concreto para entender el problema, puesto que el deterioro
de nuestras carreteras es resultado de que fueron construidas como auténticos mamarrachos
para ganar más y para obligar al Estado a que gaste más y con mayor rapidez para dar
mantenimiento a la obra mal ejecutada. Y cuando aumenta la fiscalización para supervisar a
los que dan mantenimiento, funcionarios y contratistas se ven a palitos porque ni unos ni
otros saben trabajar de manera transparente.

Pero en Salud, por ejemplo, se sufre el efecto de una enorme corruptela en la compra de
insumos y suministros que van desde los medicamentos hasta el equipo hospitalario. Pero,
además, para silenciar al sindicato de los trabajadores del ramo se firman pactos colectivos
leoninos y sin respaldo financiero, pero que tienen la finalidad esencial de que el trabajador
del sector se convierta en un defensor de los funcionarios que se enriquecen en el desempeño
de sus cargos. Sindicatos como los de Salud y Educación son parte de la corrupción porque
se les aumentan sueldos no para que sirvan y atiendan mejor a la población, sino para que
sean fuerza de choque de respaldo a los corruptos.

El país ha caído 58 posiciones en el indicador mundial durante los últimos cuatro gobiernos.
Funcionarios de órganos de control y justicia se encuentran bajo serio cuestionamiento
nacional e internacional, entre ellos, la Fiscal General Consuelo Porras. obtuvo 25 puntos
sobre 100 en el Índice de percepción de la Corrupción (IPC) que publica la organización
Transparencia Internacional. En el informe de 2021, el país descendió del puesto 149 al 150.
El índice clasifica 180 países y territorios según la percepción del nivel de corrupción en su
sector público de acuerdo a expertos y empresarios. La calificación promedio para América
Latina es de 43 puntos. Los países con mejores puntuaciones son Canadá, Uruguay, Chile,
Estados Unidos y Barbados. Mientras que los países con peores calificaciones son Guatemala
Honduras, Halti, Nicaragua. La corrupción lleva una década enquistada en América Latina,
con escasos avances y muchos retrocesos en materia de democracia y derechos humanos,
según Transparencia Internacional (TI) que, este martes (25.01.2022), alertó del deterioro
especial en Centroamérica en su Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) de 2021.
Prácticamente ningún país puede presumir de mejoras importantes en estos últimos diez años
en los que se lleva publicando el índice, puesto que la gran mayoría apenas han registrado
avances o incluso han retrocedido en la clasificación que TI elaborado cada año. A la cabeza
repiten Uruguay y Chile, con 73 y 67 puntos respectivamente sobre un máximo de 100,
mientras que Venezuela (14) y Nicaragua (20) siguen siendo los países más corruptos de la
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región según ese índice. Del resto, el único que aprueba es Costa Rica, con 58 puntos, al que
siguen Cuba (46), Colombia (39), Argentina, Brasil (38), Ecuador, Panamá, Perú (36), El
Salvador (34), México (31), Bolivia, República Dominicana, Paraguay (30), Guatemala (25)
y Honduras (23). El informe repasa también la evolución en estos últimos diez años de
clasificaciones: Paraguay es el único que ha mejorado significativamente su puntuación;
Chile, Guatemala, Honduras, Nicaragua o Venezuela han caído considerablemente.

Naturalmente son muchos los factores que inciden sobre los niveles de corrupción, algunos
facilitándola y otros dificultándola.
Es obvio que, si a nivel institucional y en la justicia se tiene una posición firme y atenta
respecto de los distintos tipos de corrupción, ella tendrá tendencia a disminuir y a la inversa
si se da el caso contrario. De todas formas, la represión y la sanción en relación a los actos
de corrupción deben existir y fortalecerse cada vez más, pero también tienen sus límites. El
narcotráfico, por ejemplo, así como ciertos sectores corruptos enquistados en la política,
llegan a tener tanto poder y a ejercer tanta presión, que difícilmente logran ser combatidos.
La clave para en alguna medida frenar la corrupción posiblemente se encuentre en el
fortalecimiento del tejido social-institucional. En este sentido la educación en valores puede
llegar a ser uno de los pilares, así como procedimientos menos abiertos y más transparentes
en relación al manejo del dinero y a la implementación de las transacciones financieras,
incluyendo por cierto el uso del llamado dinero telemático o dinero digital, o sea el uso de
especies dinerarias electrónicas y nominativas, sin base material anónima, y que permita el
cómodo seguimiento de largas cadenas de transacciones.

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