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Nombre: Karina María Madrid

Sosa

Abogado(a): María Fernanda Reyna García

Asignatura: Oratoria y Debates

Teléfono: 98-28-12-94

Nº de Cuenta: 21012125

Fecha:
25/06/2015

Lugar: San
Pedro Sula
DIFERENCIAS ENTRE ARGUMENTACIÓN Y RETÓRICA

1.-Introducción
Tanto en la retórica como en la argumentación, lo más importante es la persuasión del
auditorio a quien se dirige el discurso; sin embargo, poseen características que las
hacen diferir una de otra y que aportan significativamente al impacto que tendrá el
discurso jurídico.
En el presente ensayo, se hablara detenidamente para que usted no pueda entender y
así interpretarlo como se debe donde se tomarán como referencia las definiciones
propias de la Retórica y la Argumentación y se procederá a exponer las diferencias que
existen entre cada una de ellas donde se sacara las características y asi poder sacar la
conclusión debida.
2.-Desarrollo
El Argumento, para los aristotélicos, es un silogismo fundado en verosimilitudes o en
signos, y no en lo verdadero o inmediato, como en el caso del silogismo científico. Se
trata de un silogismo retórico, desarrollado al nivel del público a partir de lo probable; o
sea, a partir de lo que el público piensa. Es una deducción cuyo valor es concreto,
planteado en virtud de una presentación (como espectáculo aceptable), por oposición a
la deducción abstracta hecha únicamente para el análisis. Por estos déficit, el
argumento procura la persuasión y no la demostración. Un ejemplo de demostración: la
respuesta a un problema de ajedrez. Desde Quintiliano aparece una nueva definición
que triunfa sobre la anterior. El argumento o entimema es definido no por el contenido
de sus premisas, sino por el carácter elíptico de su articulación; es un silogismo
incompleto, un silogismo abreviado. Es entonces un silogismo truncado por supresión
de una proposición cuya realidad parece incontrastable y que por eso es conservada
en la mente, o de la conclusión. Ejemplo de Medea, de Ovidio: “Te he podido conservar,
por lo tanto te podría perder”. La formulación completa sería: 1. “Quien puede
conservar, puede perder” (suprimido). 2. Ahora bien, te he podido conservar, 3. por lo
tanto, te podría perder. Si el argumento es un silogismo imperfecto, sólo puede serlo a
nivel del lenguaje; es un silogismo perfecto en la mente pero imperfecto en la
expresión. Dado que el silogismo retórico está hecho para el público , las
consideraciones psicológicas son pertinentes, señala Aristóteles. El argumento tiene los
atractivos de un viaje: se parte de un punto que no necesita ser probado y de allí se va
a otro punto que necesita serlo. Se tiene la impresión de descubrir lo nuevo por una
especie de contagio natural, de capilaridad, que 10 extiende lo conocido (lo opinable)
hacia lo desconocido. Para que esta marcha produzca placer, el razonamiento no debe
pasar por todos los escalones; debe dejar que el auditorio tenga la sensación de
construir finalmente el argumento; como quien completa un crucigrama.
El origen de la disciplina que hoy en día denominamos Teoría de la Argumentación está
estrechamente vinculado al desarrollo de una perspectiva pragmática sobre un
fenómeno, la argumentación, que hasta entonces sólo había recibido un tratamiento
semanticista por parte de ciertas áreas de la Filosofía, como la Epistemología, la
Metodología de la Ciencia o la Lógica. Las teorías pragmáticas del significado
proporcionaron las bases para este nuevo enfoque –bien de manera indirecta, como en
el caso de los trabajos pioneros de S. E. Toulmin o Ch. Perelman, los cuales concebían
la argumentación como una forma particular de actividad comunicativa; o bien de
manera directa, como en el caso de la Pragma-dialéctica, que en su presentación de
1984 (van Eemeren y Grootendorst, 1984) se muestra abiertamente basada en la teoría
de los actos de habla. El desarrollo de esta perspectiva pragmática se ha manifestado
de forma paralela en los dos principales ámbitos de la disciplina: el de la elaboración de
modelos descriptivos que orienten el análisis e interpretación del discurso
argumentativo, y el de la elaboración de modelos normativos para su evaluación.
Efectivamente, la propia inclusión de modelos descriptivos como parte fundamental de
la disciplina manifestaría el interés de ésta por dar cuenta de los condicionamientos
pragmáticos de la argumentación en tanto que cierta forma de actividad comunicativa.
En la práctica, este interés significó un cambio de perspectiva desde los argumentos
como objetos abstractos con propiedades meramente semánticas, cuando no
puramente formales, a la argumentación como una actividad con una dimensión
dialéctica, y también retórica. Por otro lado, en muchos casos este giro pragmático dio
lugar a una nueva concepción del valor argumentativo, a saber, una concepción que
tendía a abandonar los criterios tradicionales para decidir sobre la fuerza justificatoria
de los argumentos, en favor de criterios para decidir sobre su legitimidad como
actividad cuya finalidad característica es la persuasión de un oyente u auditorio. Como
resulta claro en los casos de Perelman o Hamblin, los teóricos de la argumentación
empezaron a considerar que el logro idiosincrásico de la buena argumentación no era
la justificación, sino más bien cierto tipo de efectos perlocucionarios de los actos
argumentativos. De ese modo, muchos autores promovieron una sustitución parcial o
total de los criterios epistémicos clásicos –tales como la verdad de las premisas o la
validez de las inferencias- por otro tipo de criterios –tales como la persuasividad
universal, la aceptación de los puntos de partida o el cumplimiento de de compromisos
dialógicos- que pudieran recoger tal concepción pragmática del valor argumentativo.
Para ilustrar la motivación de este giro pragmático, es interesante tener en cuenta que,
desde sus inicios, la Teoría de la Argumentación ha estado especialmente involucrada
en la tarea de dar cuenta de las falacias argumentativas, las cuales no parecen ser
susceptibles de un tratamiento meramente semántico. La necesidad de desarrollar una
concepción de la bondad argumentativa que pudiera tener en cuenta uno de los más
característicos fallos argumentativos hizo que muchos autores buscasen en dicha
concepción pragmática de la bondad argumentativa la referencia que la concepción
epistemológica tradicional tornaba esquiva. En realidad, tal concepción pragmática ha
llegado a ser la más común hoy día dentro de la Teoría de la argumentación, y sólo
unos pocos autores, como Biro y Siegel (1992 y 1997), Weinstein (1994) o Pinto
(2000), han cuestionado su primacía.La argumentación retórica tiene por fin llamar la
atención y conseguir la adhesión del auditorio; lo primero lo consigue la elocución y lo
segundo la invención y disposición, que son las encargadas de elaborar tesis y
presentarlas. Los lugares o tópicos son las clases de argumentos que se suelen utilizar
más a menudo. Son de dos tipos: de persona y de cosa. Quintiliano ha dado el más útil
resumen:
Quince argumentos de persona: linaje (genus), pueblo (natio), patria (patria), sexo
(sexus), edad (aetas), educación y disciplina (educatio et disciplina), aspecto físico
(habitus corporis), fortuna (fortuna), condición social (conditionis distantia), carácter
(animi natura), profesión (studia), apariencias (quid affectet), palabras y hechos que
proporciona o bien preguntarse por qué uno no tiene coche y sigue usando el metro.
anteriores (ante acta et dicta), movimientos transitorios de ánimo (temporarium animi
motum) y nombre (nomen).

Ocho argumentos de cosa: causa (causa), lugar (locus), tiempo (tempus), modo
(modus), medio (facultas), definición (finitio), semejanza (similis), comparación
(comparatio) suposición (fictio), circunstancia (facultas)

Aristóteles utiliza sin embargo otras denominaciones: ejemplo, argumento de autoridad,


tautología, alternativa, dilema, argumento de cantidad.

Estos argumentos ponen en marcha una serie de móviles o palancas de la opinión.


Brémond ha señalado los siguientes, muy utilizados también en publicidad:

Móviles hedónicos incitadores o intimidatorios: no vender un coche sino el placer


bq. Móviles éticos incitadores o intimidatorios: comprar lotería de ONCE porque
ayuda a los demás; no comprarlo es condenar a los inválidos a sufrir.
bq. Móviles pragmáticos incitadores o intimidatorios: es bueno invertir en fondos de
pensiones porque desgravan; invertir en fondos de pensiones es perder el dinero
porque hay inversiones que rentan más.

La palabra argumento (del latín argumentum), se refiere a la prueba o razón para


justificar algo como verdad o como acción razonable; la expresión oral o escrita de un
raciocinio. Para Anthony Weston es ofrecer un conjunto de pruebas o razones en apoyo
de una conclusión, mientras que para Manuel Atienza es una actividad que consiste en
dar razones a favor o en contra de una determinada tesis que se trata de sostener o
refutar. Toulmin señala que en un argumento se distinguen 4 elementos: La pretensión,
las razones, la garantía y el respaldo.
De lo anterior, podemos deducir que argumentar es principalmente dar razones a favor
de una pretensión, pero agregaríamos que no cualquier razón, sino razones correctas y
aceptables por el destinatario de la argumentación que puede ser el juez, las partes, la
autoridad, la contraparte en un debate. Además otro elemento de suma importancia en
la argumentación es la persuasión, ya que de nada serviría aducir razones si no
convencen a la otra parte en el juicio o en el debate, al parlamento, o a la misma
autoridad.
La argumentación jurídica tiene como fin la justificación de la propia posición sobre la
cuestión jurídica planteada; es decir, se deberá justificar con razones aceptables y
convincentes el porqué se asume una postura. La argumentación tiene como fin lograr
la adhesión del auditorio a quien se dirige, pero se discute si la argumentación
persuade o convence, debido a que persuadir significa lograr que la otra parte se
adhiera a nuestra tesis, mientras que convencer se refiere a imponer nuestra tesis
frente a la tesis del contrario, esto es, vencerlo.
Por otro lado, la Retórica es la disciplina que se ocupa de estudiar y de sistematizar
procedimientos y técnicas de utilización del lenguaje puestos al servicio de una
finalidad persuasiva o estética del mismo añadida a su finalidad comunicativa. Manuel
Atienza sostiene al respecto, que la Retórica se encarga de los procesos de
argumentación en los que desempeña un papel principal la comunicación personal
dirigida a inducir ciertas creencias o disposiciones, o a provocar determinadas
reacciones y actuaciones.
La retórica consta de las siguientes partes: La invención, al disposición, la elocución, la
memoria, y la expresión (pronunciación).
Aristóteles señala que la retórica es útil y su tarea no consiste en persuadir, sino en
reconocer los medios de convicción más pertinentes para cada caso; y por eso la
define como la facultad de teorizar lo que es adecuado en cada caso para convencer.
Concluimos entonces que la retórica es el arte o la técnica del saber sobre los
argumentos que buscan persuadir, el arte de la refutación y de la confirmación.

El establecimiento del carácter de una resolución o determinación judicial es de gran


importancia en nuestros días, ya que la interpretación del Derecho en su aplicación es
materia de grandes controversias, y la demostración y el convencimiento que se
puedan hacer de una resolución o de una opinión en la materia legal siempre se tendrá
por bien recibida. Y en la medida en la que esto se haga con mayor fuerza de
convencimiento, se podrán evitar problemas de inconformidades y acciones que
impliquen la impugnación de los actos de autoridad frente a sus resoluciones o, en su
caso, ayudará a reforzar los razonamientos de convicción en el momento de ser
revisados.

La búsqueda de los teóricos contemporáneos de la ciencia del Derecho se centra en


generar criterios que proyecten certeza jurídica en la vida en sociedad. Como ejemplo
de lo anterior está la creación de la relativamente nueva ciencia de la legislación, en la
que se aborda este problema de la interpretación en la aplicación de las normas, desde
su génesis, y en la que la aplicación de la retórica en el discurso de creación de leyes
también desempeña un papel importante.

Para la creación retórica de discursos y para la creación de un texto en general, ya sea


literario o pragmático, hay que seguir determinado proceso que se encargó de estudiar
la Retórica desde los tiempos de Gorgias. Dicho proceso consta de cinco fases, según
canonizó Cicerón:Inventio o invención, Dispositio u ordenamiento, Elocutiou
ornato, Memoria y Actio u acción. Los tres primeros son fundamentales, los dos
posteriores son de índole pragmática, cuando el discurso se pronuncia.
Elaborar un discurso es como construir una casa; hacen falta los materiales (inventio),
después un plano para saber donde ponerlos y cómo unirlos (dispositio) y luego hay
que hacerla habitable, cómoda y agradable, enluciéndola, amueblándola y adornándola
(elocutio). La memoria nos sirve para recordar el discurso preparado sin leerlo y
la actio nos aconseja qué hacer y qué comportamiento adoptar mientras lo decimos, así
como la adaptación del discurso según la disposición del auditorio que tengamos, los
hechos recientes que hayan moldeado al público y la hora y el sitio en que lo
pronunciemos.

La inventio o heuresis trata sobre qué decir: se encarga de encontrar los materiales
que vamos a usar después. Y en primer lugar hay que tener presente
Definición: género y puntos de vista.
División: todo y partes, tema y subtemas
Comparación: similaridad y diferencias, grado
Relaciones: causa y efecto, antecedentes y consecuencias, contrarios y
contradicciones.
Circunstancias: posibles e imposibles, hechos pasados, hechos futuros
Testimonios: autoridades, testigos, máximas y proverbios, rumores, juramentos,
documentos, leyes, precedentes, hechos sobrenaturales…
Motivaciones. En el género judicial, lo justo y lo injusto; en el deliberativo, lo ventajoso y
lo desventajoso, lo bueno y lo malo; en el epidíctico, lo virtuoso o noble y lo vicioso o
bajo.Aristóteles dio bases al imperio retórico nacido sobre el año 480 AC en Siracusa,
que habrían de mantenerse por veinticuatro siglos. Aún hoy, cuando la retórica ha sido
desplazada como técnica, como enseñanza y como ciencia, sigue impregnando las
prácticas del discurso, especialmente la práctica del discurso jurídico. Fue justamente
Córax de Siracusa, discípulo de Empédocles de Agrigento, quien desarrolla la
enseñanza de las técnicas de la “elocuencia”, para alegar frente a los grandes jurados,
de 500 o más ciudadanos, en procesos de retorno al status “ante quo”, luego de las
expropiaciones de Galón y Hieron hechas para poblar Siracusa y dar lotes a
mercenarios. Cuando un levantamiento democrático desplazó a los tiranos, hubo
innumerable procesos que requerían ser elocuente para convencer a las masas de
jurados. Esta elocuencia, partícipe de la democracia y la demagogia, de lo judicativo y
de lo político, se constituyó rápidamente en objeto de enseñanza. Fue Córax el primero
en cobrar por sus clases. De Siracusa pasa esta enseñanza a Atica, luego de las
guerras médicas, y hace pie en Atenas a medianos del siglo V AC. La Retórica, como
meta-lenguaje (poético, lógico, retórico), nació así de procesos para atribuir la
propiedad, y reinó sin discusión en Occidente hasta después de Napoleón. Fue la única
práctica a través de la cual nuestra sociedad reconoció la soberanía del lenguaje; la
clasificación que le impuso es el único rasgo común de conjuntos históricos sucesivos,
como si se tratara de una ideología de la forma, superior a la ideología de contenidos y
a las determinaciones de la historia. Luego llegarían las ciencias del lenguaje, la
lingüística, la semiótica, el psicoanálisis, el marxismo, la 2 epistemología y la filosofía
del lenguaje. Foucault y Derrida y las teorías posmodernas se apoderarían del mundo.
Pero el fenómeno retórico, vigente hasta comienzos del siglo XX y que informa las
raíces de nuestra cultura, fue un fenómeno prestigioso de inteligencia y de penetración
que clasificó y pensó el lenguaje como un instrumento de poder.
Dada esta breve introducción, podemos identificar algunas diferencias entre ambos
conceptos, dentro de las que podemos señalar:
* La retórica hace más énfasis en el discurso hablado, mientras que la argumentación
en el escrito, sobre todo en el de los jueces.
* Como parte de la retórica se estudia la elocuencia, la belleza del discurso y la
memoria para la ejecución del discurso; por su parte, la argumentación no se interesa
por estos temas.
* Los datos que maneja la retórica son presentados como claros y significativos. Por
tanto no existen problemas de interpretación. En la teoría de la argumentación reviste
gran importancia la selección de datos, su interpretación y significación.
* La retórica distingue tres géneros del discurso: el deliberativo, el judicial y el
epidíctico; en cambio, en la argumentación la importancia otorgada al deliberativo es
mínima, y nula en el género epidíctico.
3.-Conclusiones
Los procesos de comunicación han jugado un papel trascendental en la evolución de la
sociedad humana. El lenguaje es entonces un vehículo para ideas, conocimientos y
pensamientos productos de la vida cotidiana, el cual no se limita al habla sino que
también comprende a los escritos y la manera en que éstos son dispuestos,
ornamentados y estructurados.
Podemos concluir que argumentar es dar razones en apoyo de una conclusión.
Explicar es diferente de argumentar, ya que lo primero es dar motivos, esto es, los
antecedentes causales de la acción, mientras que lo segundo es dar razones, las
razones correctas.
La retórica para el siglo XXI es necesaria y la retórica jurídica, así entendida, es la
herramienta fundamental para la comprensión, elaboración y aplicación del derecho.
Es de gran importancia recalcar que tanto la retórica como la argumentación se
sostienen la una a la otra, debido a que la forma en que se disponga el discurso
retórico dará las pautas para elaborar la argumentación necesaria para poder sostener
o refutar la tesis. Es por ello que ambas conducen a la persuasión del auditorio.
La retórica y, ahora, la argumentación tienen como principal fin la persuasión de los
interlocutores o antagonistas, en el marco y contexto de la argumentación debido a que
sin persuasión o convencimiento no tendría sentido la argumentación y sería una
simple explicación.

4.-Bibliográficas
Perelman, Chain. (1997) El imperio retórico. Retórica y argumentación. Barcelona:
Editorial Norma
Atienza, Manuel. (2000) Las razones del derecho. Teoría de la argumentación jurídica,
México:UNAM
* Electrónicas
http://es.wikipedia.org/wiki/Argumento
http://es.wikipedia.org/wiki/Ret%C3%B3rica
http://retorica.librodenotas.com/?s=La-argumentacion
http://www2.scjn.gob.mx/investigacionesjurisprudenciales/seminarios/2o-seminario-
jurisprudencia/doctrinarios/retorica-argumentacion-y-derecho.pdf

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