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Para información sobre el título nobiliario,


véase Principado de la Paz.

Manuel Godoy

Retrato de Manuel Godoy (1801), pintado por Goya

(Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid).

Información personal

Nombre de
Manuel Godoy y Álvarez de Faria 
nacimiento

Nacimiento 12 de mayo de 1767
Badajoz (España)

Fallecimiento 4 de octubre de 1851
París (Francia)

Sepultura cementerio del Père-Lachaise 

Nacionalidad Española
Familia

 José Alfonso Godoy Cáceres Ovando


Padres
y Ríos
 Antonia Justa Álvarez de Faria y
Sánchez Zarzoza

Cónyuge María Teresa de Borbón y Vallabriga


Josefa Tudó y Catalán

Hijos  Carlota Luisa de Godoy y Borbón


 Manuel Luis de Godoy y Tudó
 Luis Carlos de Godoy y Tudó

Información profesional

Ocupación Político

Cargos
Secretario de Estado de España (1792-1798) 
ocupados

Rango militar Generalísimo 

Distinciones  Caballero de la Orden del Toisón de


Oro
 Gran Cruz de la Orden de Cristo 

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Manuel Godoy y Álvarez de Faria (Badajoz, 12 de mayo de 1767-París, 4 de octubre de


1851) fue un noble y político español, favorito y primer ministro de Carlos IV entre 1792 y
1798, y hombre fuerte en la sombra de 1800 a 1808. Fue duque de la Alcudia y
de Sueca y príncipe de la Paz por su negociación de la Paz de Basilea en 1795, título que
años después Fernando VII declaró ilegal y que Godoy reemplazó, ya en el exilio, por el
italiano de príncipe de Bassano. La compra del feudo de Bassano di Sutri, cerca
de Roma y Viterbo, le dio derecho a este título, tras concesión del papa Pío VIII.1
De origen hidalgo, fue elevado de forma meteórica al poder por Carlos IV, quien lo colmó de
títulos y honores, lo casó con una prima suya, lo dotó de una inmensa riqueza y le confió los
más altos cargos del Estado, ante la incapacidad de las camarillas cortesanas del inicio de su
reinado, encabezadas por el conde de Floridablanca (secretario de Estado de 1777 a 1792) y
el conde de Aranda (ídem en 1792), para hacer frente a las turbulencias del momento.
Como secretario de Estado (1792-1798) y generalísimo (1801-1808) estuvo al frente del
Gobierno de España durante la crisis europea provocada por la Revolución francesa y las
ambiciones de Napoleón Bonaparte, que culminó con la invasión francesa de 1808 y la guerra
de Independencia, pocos meses después de la caída de Carlos IV y el propio Godoy a causa
del motín de Aranjuez. A lo largo de su valimiento, lleno de luces y sombras, logró mantener la
situación de España ante el poderío de Francia con una política exterior pragmática —en tanto
que otras potencias como Austria, Prusia u Holanda eran humilladas o anexionadas—,
mientras que en el interior trató de llevar a cabo un programa reformista ilustrado que generó
un profundo rechazo en muchos grupos sociales, en especial entre la nobleza y el clero.
Godoy, uno de los personajes más vilipendiados de la historia de España, ha sido objeto en
los últimos tiempos de una serie de estudios rehabilitadores coincidentes con el 150.º
aniversario de su muerte.

Índice

 1Primeros años
 2El rápido ascenso de Godoy
o 2.1Motivos de su rápido ascenso
o 2.2La guerra con Francia y la paz de Basilea
o 2.3Alianza con el Directorio y guerra con Inglaterra
o 2.4Política en España
 3Segundo ministerio
o 3.1Motín de Aranjuez: la caída de Godoy
 4Destierro y muerte
 5Descendencia
 6Valoración
 7Labor científica y cultural
 8Títulos y honores
o 8.1Títulos
o 8.2Órdenes
 8.2.1Españolas
 8.2.2Extranjeras
o 8.3Empleos
o 8.4Oficios perpetuos
 9Costados
 10Véase también
 11Notas y referencias
 12Bibliografía
 13Enlaces externos

Primeros años[editar]
Nació en el número 18 de la calle Santa Lucía2 de Badajoz3 el 12 de mayo de 1767, hijo de
José Alfonso Godoy Cáceres Ovando y Ríos (1731-1808), 4 regidor perpetuo de Badajoz y
alcalde de Santa Hermandad por el estamento nobiliario en 1768, 1778, 1779 y 1786 5 y de su
segunda esposa María Antonia Justa Álvarez de Faria y Sánchez Zarzosa (1732-1836), 6 de
origen portugués pero nacida en Badajoz. Ambos pertenecían a la nobleza de provincias, lo
que les permitía el acceso a cargos que únicamente podían ocupar los nobles en aquellos
tiempos. Fue bautizado con los nombres de Manuel Domingo Francisco.
Su padre, José Godoy, coronel del ejército y con cargos en el gobierno municipal de Badajoz,
se preocupó cuanto pudo de la instrucción de sus hijos en el aspecto intelectual y físico por
medio de la práctica de la equitación y la esgrima, indispensables para que pudieran seguir
con éxito la carrera militar. Después de acabar los estudios elementales, Godoy adquirió
conocimientos de matemáticas, humanidades y filosofía.
En 1784 llegó a la Corte de Madrid y fue admitido por Carlos III en la Guardia de Corps, donde
servía su hermano mayor Luis. Estudió francés e italiano con los hermanos Joubert, a los que
manifestaba deber mucho, así como a su confesor.

El rápido ascenso de Godoy[editar]

Manuel Godoy, joven Guardia de Corps (1788), pintado por Francisco Folch de Cardona, Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El 15 de noviembre de 1792, ocho años después de ingresar en la Guardia de Corps, Manuel


Godoy fue elevado al cargo de primer secretario de Estado o del Despacho, es decir, primer
ministro o ministro universal, por el nuevo soberano Carlos IV, quien desde que subió al trono
en 1788 no había cesado de llenarlo de honores: cadete, ayudante general de la Guardia de
Corps, brigadier, mariscal de campo y sargento mayor de la Guardia.
Ya primer ministro, Godoy firmó el 25 de mayo de 1793 en Aranjuez el convenio provisional de
alianza defensiva contra la Primera República Francesa, con los títulos de duque de la
Alcudia, Grande de España y de primera clase, regidor perpetuo de la ciudad de Santiago de
Compostela, caballero del Toisón de Oro, gran Cruz de la Orden de Carlos III, comendador
de Valencia del Ventoso y de Aceuchal en 1793 y 1796, respectivamente, consejero de
Estado, primer secretario, secretario de la reina, superintendente general de Correos y
Caminos, gentilhombre de cámara con ejercicio, capitán general de los Reales Ejércitos,
inspector y sargento mayor del Real Cuerpo de Guardia de Corps.
A todos estos honores los reyes le añadirán el de príncipe de la Paz por la firma del
segundo Tratado de Basilea el 22 de julio de 1795. Más tarde, Godoy fue nombrado señor de
Soto de Roma y del Estado de Albalá; regidor perpetuo de la villa de Madrid y de las ciudades
de Cádiz, Málaga, Écija y Reus, conllevando este último cargo el título de barón de
Mascalbó; veinticuatro de Sevilla; caballero gran cruz de la Orden de Cristo y de la religión de
San Juan; protector de la Real Academia de Nobles Artes y de los Reales Institutos de Historia
Natural, Jardín Botánico, Laboratorio Químico y Observatorio.
En 1801 fue nombrado generalísimo, título nunca otorgado antes en España. Finalmente, en
1807, cerca ya de su caída, Carlos IV le concedió el título de gran almirante, con tratamiento
de alteza serenísima, y de presidente del Consejo de Estado.

Motivos de su rápido ascenso[editar]


Los rumores y la historiografía tradicional favorable al reinado de Fernando VII lo atribuían al
favor de la reina María Luisa y a su presunta relación amorosa: belleza e inteligencia fueron
las virtudes que la soberana apreció en su protegido, y la idea que llegó a forjarse del talento
político de Godoy logró infundírsela también a su esposo. Su supuesta aventura con la reina
contribuyó al desprestigio de la monarquía. Godoy desmiente discretamente esos rumores en
sus memorias al calificar al rey de persona sin mancha.
Otro sector de la historiografía moderna (como Seco Serrano, Bullón de Mendoza, La Parra o
Rúspoli) no reconoce como verosímil la aventura de la reina con Godoy: María Luisa de
Parma, además de una vida privada casi inexistente, en su condición de reina, tuvo trece
embarazos y once abortos, dando a luz a catorce hijos, siete de los cuales murieron.
Confirman estos autores que el rápido ascenso de Godoy fue impulsado por las repercusiones
que la Revolución francesa y su giro cada vez más radical tuvieron en la Península. Ante los
acontecimientos que obligaron a renunciar al trono a Luis XVI, el ministro Floridablanca adoptó
una actitud vacilante, sin atreverse a intervenir, al tiempo que intentaba mantener a salvo el
país de la ideología revolucionaria (1789-1791). Fracasada esta política, Aranda tomó el
poder, pero no supo mejorar la delicada situación de la monarquía de Carlos IV, ni la del rey
de Francia, país en el cual ya se había proclamado una república. Ante estos acontecimientos,
el rey llamó a gobernar a Godoy, un hombre libre de las influencias y relaciones con
Floridablanca o con el partido aragonés de Aranda. Debía todo lo que era y lo que tenía a los
reyes, y por eso les fue leal únicamente a ellos.
Algunas reformas emprendidas por Godoy tienen como fin limitar o controlar el poder de la
Alta Nobleza. Carlos IV elevó hasta la más alta nobleza (grande de España de primera clase,
duque y príncipe, esposo de una prima del rey) a Godoy con el fin de autorizarlo ante la
nobleza e inmunizarlo contra los argumentos en su contra dimanantes de su origen humilde.
Haciéndolo poderoso, tendría autoridad frente a los poderosos.
En sus Memorias, el favorito protesta contra los que atribuyeron al galanteo y a las tonadas las
preferencias de los reyes: «En mi vida entendí de guitarra, ni de cantar, ni podía acudir a esas
habilidades, que no tenía, para sostenerme en la corte. Yo diré pocas cosas sobre esto, y
observaré el decoro que requiere su memoria, como conviene entre españoles». No puede
negarse nobleza de intención en dichas palabras.
Sin embargo, la repugnancia de los españoles por el advenedizo fue grande: así lo testimonia
el abate Muriel según el sentir general de la época; no por la juventud de Godoy, pues un
joven podía gobernar bien, y en Inglaterra tenían el ejemplo de Pitt, sino por la forma en que
había llegado al cargo. Por su parte, Carles, miembro de la embajada francesa en Madrid y de
cuya imparcialidad cabe dudar, explica que el rápido ascenso de aquel «aventurero» era
causa de murmuración de todas las clases sociales y que la falta de modestia de la «reina
lasciva», quien enriquecía a su favorito a expensas del tesoro público, escandalizaba a todos.
En 1908, Juan Pérez de Guzmán intentaba por primera vez la vindicación de la desprestigiada
María Luisa. El marqués de Villaurrutia, muy gustoso de los chismes y autor de Palique
Diplomático, zahiere de nuevo a la soberana en su obra de la década de 1920 La reina María
Luisa, esposa de Carlos IV. El mexicano Carlos Pereyra, en su edición de las Cartas
confidenciales de la reina María Luisa y de don Manuel Godoy, en la década de 1940,
consideró calumnioso todo lo referente a la ilustre dama y lo sometió a aguda crítica.
Busto idealizado de Godoy, por Juan Adán (1794, R.A.B.A.S.F.). Es retratado como un emperador
romano, intentando reflejar con ello el gran poder político y militar que tenía entonces.

En la penúltima edición de las Memorias del Príncipe de la Paz, Carlos Seco ofrece quizás


una de las versiones más desapasionadas y completas del origen de la privanza del favorito.
Admite la posibilidad de amores con María Luisa, pero les da una importancia secundaria. El
origen del fervor de ambos soberanos —no sólo de la reina— habría que encontrarlo en la
búsqueda, cuando eran príncipes de Asturias, de alguien que se lo debiera todo a ellos, para
contraponerlo a los omnipotentes ministros de Carlos III, con quienes no simpatizaban.

La guerra con Francia y la paz de Basilea[editar]


El 21 de enero de 1793, Luis XVI murió en la guillotina. Tras algunos intentos inútiles de
detener la ejecución, Godoy provocó el conflicto para castigar el magnicidio y la
Convención abrió las hostilidades. La guerra de la Convención fue en un principio favorable
para España. El general Antonio Ricardos llegó hasta Perpiñán pero la organización de la
defensa por parte francesa frenó el empuje inicial. En diciembre de 1794, españoles e
ingleses, aliados, levantaron el asedio de Tolón, plaza que había sido recuperada por los
franceses.
La contraofensiva francesa enfrió los ánimos de los españoles, que habían ido a la contienda
en defensa de la religión y de la monarquía. Godoy ganó la partida a Aranda, partidario del
cese de la lucha, por lo que fue desterrado. La muerte del general Antonio Ricardos y la
invasión de Cataluña, Navarra y País Vasco por los franceses republicanos, así como la
adecuada réplica española, estabilizaron los frentes.
Ante el cansancio de ambos contendientes, se llegó a la paz de Basilea (22 de julio de 1795),
en la que España cedía a Francia su parte de la isla de La Española (Santo Domingo) y
ciertas ventajas económicas a cambio de la retirada francesa de los territorios peninsulares
conquistados.
Godoy retratado por Agustín Esteve, Instituto de Arte de Chicago.

Godoy se apresuró a recoger el premio del cese de hostilidades y fue investido por su
soberano como príncipe de la Paz, además de recibir cuatro grandezas de España, siete
grandes cruces de Carlos III, diez bandas de María Luisa y otros muchos premios.

Alianza con el Directorio y guerra con Inglaterra[editar]


Entonces Godoy olvidó la enemistad con Francia y se alió con ella mediante el primer tratado
de San Ildefonso el 18 de agosto de 1796. El favorito temía que el rearme inglés se utilizara
contra los territorios hispanos de ultramar, debido al disgusto que provocó a Inglaterra la firma
en Madrid de la Paz de Basilea, sin una previa consulta al antiguo aliado. Además Carlos IV y
María Luisa necesitaban el apoyo francés ante el futuro del ducado de Parma ya que su hija
María Luisa estaba casada con el heredero de aquel territorio.
Finalmente, Godoy palpaba la hostilidad creciente hacia su persona y al temer la caída, como
se manifestó por la fracasada conspiración de Malaspina, pensó que aliándose con
el Directorio acallaría los últimos devaneos republicanistas surgidos en España, lo que le
atraería, todavía más si cabe, el agradecimiento de sus augustos señores.
Aunque la derrota de la escuadra española junto al cabo de San Vicente el 14 de febrero de
1797 y la conquista inglesa de la isla Trinidad fue compensada por la defensa
de Cádiz, Puerto Rico y Tenerife, las intrigas contra el favorito, atizadas por el propio
Directorio, que abrió negociaciones de paz con Inglaterra sin contar con España dieron su
fruto y Godoy tuvo que retirarse como primer secretario de Despacho el 28 de marzo de 1798.

Política en España[editar]
Entretanto, Godoy reanudó las políticas reformistas pero no pudo disminuir su desprestigio.
Redujo los monopolios gremiales, apoyó la ley agraria, suprimió algunos impuestos, liberalizó
los precios de las manufacturas e, incluso en 1797, reunió un gobierno integrado por lo más
granado de la Ilustración española, la mayoría del cual ya había desempeñado puestos
relevantes con Carlos III. Gaspar Melchor de Jovellanos se convirtió en secretario de
Justicia, Francisco de Saavedra se hizo cargo de la Hacienda, Francisco Cabarrús, uno de los
creadores del Banco de San Carlos, fue enviado como embajador a París, los escritores y
políticos Juan Meléndez Valdés y Mariano Luis de Urquijo ocuparon también puestos
importantes. No es más que un episodio de la fractura ideológica que la Revolución francesa y
las guerras napoleónicas produjeron en la sociedad española.

Segundo ministerio[editar]

Manuel Godoy retratado como vencedor de la guerra de las Naranjas, por Goya. Real Academia de San
Fernando, Madrid.

En la caída de Godoy habían intervenido algunos ministros que él había incorporado a su


Consejo para conferirle cierto tono liberal. Así lo hicieron Saavedra y Jovellanos, los cuales
quedaron como hombres fuertes de los destinos del país, pero no tardaron en ser relevados
por motivos de salud. En 1801, Godoy se desembarazó de sus rivales y, aunque el cargo de
primer secretario lo ocupó su primo político Pedro Cevallos, volvió a ser de nuevo la figura
preeminente del gobierno.
Napoleón, primer cónsul de Francia, ofreció a la duquesa de Parma, hija de Carlos IV, el
nuevo reino de Etruria como propiedad de la familia real española (Segundo Tratado de San
Ildefonso, octubre de 1800); a cambio, España prometía la Luisiana a Francia y debía unir el
destino de su flota al de la francesa, así como abrir las hostilidades con Portugal para obligarle
a renunciar a la alianza inglesa. Esta breve guerra, denominada de las naranjas por el ramo
de dicha fruta que ofreció Godoy a la reina,7 duró del 16 de mayo al 6 de junio de 1801,
supuso la cima de la gloria del valido. Godoy logró de manera casi incruenta una paz
favorable a España y Portugal, y contraria a los intereses de Bonaparte: el Tratado de
Badajoz, por el cual Portugal cedía a España la plaza de Olivenza y se comprometía a cerrar
sus puertos a los ingleses.
Si bien el resultado no satisfizo a Napoleón, necesitado de una tregua, acabó por firmar la Paz
de Amiens con Inglaterra (1802), por la que España recobró Menorca, perdida durante la
contienda, y cedió la isla Trinidad a los británicos. Por su parte, el príncipe de la Paz ratificaba
el tratado de San Ildefonso de 1800. El 31 de diciembre de 1802, el Cabildo de Buenos
Aires propuso al rey Carlos IV de España que nombrase a su valido y ministro el Príncipe de
la Paz, regidor honorario del Cabildo de Buenos Aires. El rey accedió por Real Cédula del 29
de octubre de 1803.
Retrato ecuestre de Godoy (1794), por Goya (Colección privada).

Con el pretexto de que Godoy favorecía a los ingleses, Napoleón obligaba a España, con
amenazas, a ejecutar sus designios. Así, arrancó primero a Carlos IV un convenio de
neutralidad y después una nueva alianza (1805), que trajo la derrota de la flota franco-
española en Trafalgar (21 de octubre de 1805) a manos británicas. Entonces Godoy se dio
cuenta de que su privanza tocaba a su fin. En torno al príncipe heredero Fernando se
agruparon los descontentos con la política del favorito, quien, al temer por su suerte y la de
Carlos IV, creyó que, por el momento, lo mejor era unirse más estrechamente al emperador
francés.
Napoleón apreciaba a Godoy como hombre y como ministro, pero fomentó aquellos recelos y
ambiciones para sus fines. Entre 1805 y 1806, Godoy le propuso entrar en un reparto de
Portugal y que le concediera una de las porciones. Al parecer incluso planeó cambiar el orden
de sucesión al trono español para eliminar al príncipe heredero Fernando o ejercer él la
regencia. En el invierno de 1806, el emperador concedió el Reino de Nápoles a su
hermano José tras expulsar a Fernando IV de Nápoles, hermano del soberano español y
padre de María Antonia, casada con el príncipe de Asturias. Lograr la aprobación de Carlos IV
no hubiera sido fácil sin contar con la animadversión de Godoy al príncipe.
Napoleón, en la cúspide de su gloria, desoyó las pretensiones del favorito y exigió en cambio
hombres, dinero, la adhesión de España al bloqueo continental contra Inglaterra, así como el
puerto de Pasajes o las Baleares para el rey destronado de Nápoles. Godoy se dio cuenta
entonces de las verdaderas intenciones del emperador y pretendió alejarse de su órbita, pues
hasta pensó en aliarse con sus enemigos (Cuarta Coalición), pero la victoria francesa
de Jena le obligó a disimular.
El príncipe de la Paz se plegó entonces a las exorbitantes exigencias napoleónicas, mientras
el francés fingía creer en la sinceridad de Godoy y se aliaba con los partidarios del príncipe
Fernando. España se adhirió al bloqueo continental (19 de febrero de 1807) y otorgó a
Napoleón su concurso militar. Pero como era preciso que Portugal entrara también en el
bloqueo y el regente del reino se oponía, el emperador francés preparó con Eugenio
Izquierdo, agente secreto de Godoy, el tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), por
el que Portugal se dividiría en tres partes: la del norte, para compensar a los destronados
reyes de Etruria, la del centro, para cambiarla por Gibraltar y demás colonias arrebatadas por
los ingleses, y la del sur, para Godoy, como príncipe de los Algarves. Carlos IV, a quien
Napoleón garantizaba la posesión de sus Estados de Europa, tomaría el título de emperador
de las Américas. Un ejército francés entraría en España camino de Portugal, al que seguiría
otro español. Cuando Godoy descubriera que en los cálculos napoleónicos, además de
someter a Portugal, se hallaba el de ocupar la propia España, ya no tendría remedio.

Motín de Aranjuez: la caída de Godoy[editar]


Artículo principal: Motín de Aranjuez

Caída y prisión del príncipe de la Paz: 19 de marzo en Aranjuez.

Poco antes de la ratificación del tratado, tropas francesas franquearon los Pirineos con el


beneplácito de Godoy, que confiaba en lo pactado, y del príncipe Fernando, que aproximado a
Napoleón para hacer caer al favorito, había intentado, sin conseguirlo, emparentar con el
emperador, al enviudar de la princesa María Antonia. Pero Godoy descubrió los planes del
partido fernandista para derrocar a Carlos IV. En el Proceso de El Escorial (octubre de 1807-
enero de 1808) el príncipe de Asturias, al ser perdonado, contribuyó a que el desprestigio de
Godoy fuera en aumento.
Las tropas franco-españolas se apoderaron de Portugal, mientras las principales plazas de
España eran guarnecidas por tropas del emperador. Entonces Napoleón exigió un camino
militar hasta Portugal o la línea del Ebro como frontera con Francia. Los reyes
desde Aranjuez decidieron –aconsejados por Godoy– salir en dirección a Cádiz, pues así
estarían más protegidos del emperador y tendrían vía libre para partir hacia América si lo
veían necesario. El pueblo se alarmó, y aunque se fijó una proclama en la que se declaraba
falso el proyectado viaje, hizo culpable a Godoy de la desgraciada política llevada hasta
entonces.

Encuentro de Fernando VII y Godoy cuando este era conducido a prisión. Grabado de la época.

La noche del 19 de marzo de 1808, el populacho, dirigido por una parte de la nobleza
desdeñosa ante el recorte de sus privilegios impulsado por Godoy, asaltó el palacete del
favorito, en el llamado motín de Aranjuez, tras el cual fue destituido de sus cargos y honores,
como lo fue el rey Carlos, anonadado ante el golpe de Estado perpetrado por su hijo, siendo
encerrado en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid), por orden del príncipe Fernando, y a
duras penas salvó la vida gracias a la intervención de Murat, quien lo condujo a Bayona, en
donde se vio por primera vez directamente con Napoleón. Allí se encontró también con sus
señores y con su enemigo Fernando; ni padre ni hijo eran ya reyes por haber hecho cesión de
sus derechos sobre la corona española a la dinastía Bonaparte, en las abdicaciones de
Bayona.
Carlos IV, hombre del antiguo régimen, no podía concebir la traición de su hijo en El Escorial
(aunque la perdonó) o en Aranjuez (que le costó la corona) y tampoco podía concebir que el
emperador de los franceses le hubiera engañado sin hacer ningún honor a su palabra, y
sometiendo España a la destrucción, la sangre y el fuego. Ese comportamiento traicionero en
un emperador era algo que no era capaz de comprender, que no le podía entrar en la cabeza.
Se dice que por no seguir un comportamiento semejante, que implicaba engaño, Carlos IV
había retrasado indefinidamente la expansión de España en el norte de África.

Residencia de Godoy en Aranjuez.

Los palacios y posesiones de Godoy fueron objeto de rapiña. La corte estaba en Aranjuez, por
lo que poca justificación política tenía el asalto a las casas de Madrid. Mesonero
Romanos comenta, en sus Memorias de un setentón, que su padre adquirió, y él conservó
toda su vida, un par de objetos sustraídos por la turba de las viviendas de Godoy en la calle
Barquillo.8 También el Estado se hizo con la posesión de muchos de tales bienes, entregando
unos al duque de Wellington (posesiones en Granada y hasta el propio vellocino de oro que se
contempla en Apsley House que había pertenecido a Godoy), enriqueciendo otros al propio
Estado (Palacio de Buenavista) y siguiendo otros de tales biene

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