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Manuel Godoy
Información personal
Nombre de
Manuel Godoy y Álvarez de Faria
nacimiento
Nacimiento 12 de mayo de 1767
Badajoz (España)
Fallecimiento 4 de octubre de 1851
París (Francia)
Nacionalidad Española
Familia
Información profesional
Ocupación Político
Cargos
Secretario de Estado de España (1792-1798)
ocupados
Índice
1Primeros años
2El rápido ascenso de Godoy
o 2.1Motivos de su rápido ascenso
o 2.2La guerra con Francia y la paz de Basilea
o 2.3Alianza con el Directorio y guerra con Inglaterra
o 2.4Política en España
3Segundo ministerio
o 3.1Motín de Aranjuez: la caída de Godoy
4Destierro y muerte
5Descendencia
6Valoración
7Labor científica y cultural
8Títulos y honores
o 8.1Títulos
o 8.2Órdenes
8.2.1Españolas
8.2.2Extranjeras
o 8.3Empleos
o 8.4Oficios perpetuos
9Costados
10Véase también
11Notas y referencias
12Bibliografía
13Enlaces externos
Primeros años[editar]
Nació en el número 18 de la calle Santa Lucía2 de Badajoz3 el 12 de mayo de 1767, hijo de
José Alfonso Godoy Cáceres Ovando y Ríos (1731-1808), 4 regidor perpetuo de Badajoz y
alcalde de Santa Hermandad por el estamento nobiliario en 1768, 1778, 1779 y 1786 5 y de su
segunda esposa María Antonia Justa Álvarez de Faria y Sánchez Zarzosa (1732-1836), 6 de
origen portugués pero nacida en Badajoz. Ambos pertenecían a la nobleza de provincias, lo
que les permitía el acceso a cargos que únicamente podían ocupar los nobles en aquellos
tiempos. Fue bautizado con los nombres de Manuel Domingo Francisco.
Su padre, José Godoy, coronel del ejército y con cargos en el gobierno municipal de Badajoz,
se preocupó cuanto pudo de la instrucción de sus hijos en el aspecto intelectual y físico por
medio de la práctica de la equitación y la esgrima, indispensables para que pudieran seguir
con éxito la carrera militar. Después de acabar los estudios elementales, Godoy adquirió
conocimientos de matemáticas, humanidades y filosofía.
En 1784 llegó a la Corte de Madrid y fue admitido por Carlos III en la Guardia de Corps, donde
servía su hermano mayor Luis. Estudió francés e italiano con los hermanos Joubert, a los que
manifestaba deber mucho, así como a su confesor.
Manuel Godoy, joven Guardia de Corps (1788), pintado por Francisco Folch de Cardona, Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Godoy se apresuró a recoger el premio del cese de hostilidades y fue investido por su
soberano como príncipe de la Paz, además de recibir cuatro grandezas de España, siete
grandes cruces de Carlos III, diez bandas de María Luisa y otros muchos premios.
Política en España[editar]
Entretanto, Godoy reanudó las políticas reformistas pero no pudo disminuir su desprestigio.
Redujo los monopolios gremiales, apoyó la ley agraria, suprimió algunos impuestos, liberalizó
los precios de las manufacturas e, incluso en 1797, reunió un gobierno integrado por lo más
granado de la Ilustración española, la mayoría del cual ya había desempeñado puestos
relevantes con Carlos III. Gaspar Melchor de Jovellanos se convirtió en secretario de
Justicia, Francisco de Saavedra se hizo cargo de la Hacienda, Francisco Cabarrús, uno de los
creadores del Banco de San Carlos, fue enviado como embajador a París, los escritores y
políticos Juan Meléndez Valdés y Mariano Luis de Urquijo ocuparon también puestos
importantes. No es más que un episodio de la fractura ideológica que la Revolución francesa y
las guerras napoleónicas produjeron en la sociedad española.
Segundo ministerio[editar]
Manuel Godoy retratado como vencedor de la guerra de las Naranjas, por Goya. Real Academia de San
Fernando, Madrid.
Con el pretexto de que Godoy favorecía a los ingleses, Napoleón obligaba a España, con
amenazas, a ejecutar sus designios. Así, arrancó primero a Carlos IV un convenio de
neutralidad y después una nueva alianza (1805), que trajo la derrota de la flota franco-
española en Trafalgar (21 de octubre de 1805) a manos británicas. Entonces Godoy se dio
cuenta de que su privanza tocaba a su fin. En torno al príncipe heredero Fernando se
agruparon los descontentos con la política del favorito, quien, al temer por su suerte y la de
Carlos IV, creyó que, por el momento, lo mejor era unirse más estrechamente al emperador
francés.
Napoleón apreciaba a Godoy como hombre y como ministro, pero fomentó aquellos recelos y
ambiciones para sus fines. Entre 1805 y 1806, Godoy le propuso entrar en un reparto de
Portugal y que le concediera una de las porciones. Al parecer incluso planeó cambiar el orden
de sucesión al trono español para eliminar al príncipe heredero Fernando o ejercer él la
regencia. En el invierno de 1806, el emperador concedió el Reino de Nápoles a su
hermano José tras expulsar a Fernando IV de Nápoles, hermano del soberano español y
padre de María Antonia, casada con el príncipe de Asturias. Lograr la aprobación de Carlos IV
no hubiera sido fácil sin contar con la animadversión de Godoy al príncipe.
Napoleón, en la cúspide de su gloria, desoyó las pretensiones del favorito y exigió en cambio
hombres, dinero, la adhesión de España al bloqueo continental contra Inglaterra, así como el
puerto de Pasajes o las Baleares para el rey destronado de Nápoles. Godoy se dio cuenta
entonces de las verdaderas intenciones del emperador y pretendió alejarse de su órbita, pues
hasta pensó en aliarse con sus enemigos (Cuarta Coalición), pero la victoria francesa
de Jena le obligó a disimular.
El príncipe de la Paz se plegó entonces a las exorbitantes exigencias napoleónicas, mientras
el francés fingía creer en la sinceridad de Godoy y se aliaba con los partidarios del príncipe
Fernando. España se adhirió al bloqueo continental (19 de febrero de 1807) y otorgó a
Napoleón su concurso militar. Pero como era preciso que Portugal entrara también en el
bloqueo y el regente del reino se oponía, el emperador francés preparó con Eugenio
Izquierdo, agente secreto de Godoy, el tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), por
el que Portugal se dividiría en tres partes: la del norte, para compensar a los destronados
reyes de Etruria, la del centro, para cambiarla por Gibraltar y demás colonias arrebatadas por
los ingleses, y la del sur, para Godoy, como príncipe de los Algarves. Carlos IV, a quien
Napoleón garantizaba la posesión de sus Estados de Europa, tomaría el título de emperador
de las Américas. Un ejército francés entraría en España camino de Portugal, al que seguiría
otro español. Cuando Godoy descubriera que en los cálculos napoleónicos, además de
someter a Portugal, se hallaba el de ocupar la propia España, ya no tendría remedio.
Encuentro de Fernando VII y Godoy cuando este era conducido a prisión. Grabado de la época.
La noche del 19 de marzo de 1808, el populacho, dirigido por una parte de la nobleza
desdeñosa ante el recorte de sus privilegios impulsado por Godoy, asaltó el palacete del
favorito, en el llamado motín de Aranjuez, tras el cual fue destituido de sus cargos y honores,
como lo fue el rey Carlos, anonadado ante el golpe de Estado perpetrado por su hijo, siendo
encerrado en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid), por orden del príncipe Fernando, y a
duras penas salvó la vida gracias a la intervención de Murat, quien lo condujo a Bayona, en
donde se vio por primera vez directamente con Napoleón. Allí se encontró también con sus
señores y con su enemigo Fernando; ni padre ni hijo eran ya reyes por haber hecho cesión de
sus derechos sobre la corona española a la dinastía Bonaparte, en las abdicaciones de
Bayona.
Carlos IV, hombre del antiguo régimen, no podía concebir la traición de su hijo en El Escorial
(aunque la perdonó) o en Aranjuez (que le costó la corona) y tampoco podía concebir que el
emperador de los franceses le hubiera engañado sin hacer ningún honor a su palabra, y
sometiendo España a la destrucción, la sangre y el fuego. Ese comportamiento traicionero en
un emperador era algo que no era capaz de comprender, que no le podía entrar en la cabeza.
Se dice que por no seguir un comportamiento semejante, que implicaba engaño, Carlos IV
había retrasado indefinidamente la expansión de España en el norte de África.
Los palacios y posesiones de Godoy fueron objeto de rapiña. La corte estaba en Aranjuez, por
lo que poca justificación política tenía el asalto a las casas de Madrid. Mesonero
Romanos comenta, en sus Memorias de un setentón, que su padre adquirió, y él conservó
toda su vida, un par de objetos sustraídos por la turba de las viviendas de Godoy en la calle
Barquillo.8 También el Estado se hizo con la posesión de muchos de tales bienes, entregando
unos al duque de Wellington (posesiones en Granada y hasta el propio vellocino de oro que se
contempla en Apsley House que había pertenecido a Godoy), enriqueciendo otros al propio
Estado (Palacio de Buenavista) y siguiendo otros de tales biene