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ve/decisiones/scs/octubre/190831-0969-171016-2016-15-
421.HTML
Ahora bien, la adjudicación de acciones de las compañías, se dio por partes iguales,
de acuerdo a la identificación hecha en el mismo escrito de partición, esto es,
representan derechos y títulos del mismo valor para cada uno de los coherederos, por
tanto, es irrelevante la diferencia que pueda existir entre su valor nominal y su valor
comercial o intrínseco.
[…].
[…] las posibles deficiencias en la forma de asignar cierto valor a las acciones objeto
de partición, carecían en todo caso de relevancia para ser consideradas como
reparos graves, por cuanto se trataba de repartirlas entre todos los herederos y en
sus respectivos porcentajes, no de repartir la compañía o los valores que la misma
pueda representar; de modo que independientemente del valor asignado a cada
acción, todos los herederos mantendrían la proporcionalidad correspondiente en el
capital social. Debe tenerse aquí en cuenta, por lo demás, que el valor asignado a las
acciones de una compañía que se distribuyen entre los comuneros, a los efectos de la
partición, es sólo referencial y no determinante en cuanto al valor real que las mismas
puedan tener en un momento dado.
[…].
[…].
[…].
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/161605-114-25214-2014-13-
0749.HTML
Al respecto aprecia la Sala que el artículo 296 del Código de Comercio establece lo
siguiente:
Por su parte, los artículos 217 y 221 del Código de Comercio establecen lo siguiente:
“Artículo 217. Todos los convenios o resoluciones que tengan por objeto la
continuación de la compañía después de expirado su término; la reforma del contrato
en las cláusulas que deban registrarse y publicarse, que reduzcan o amplíen el
término de su duración, que excluyan algunos de sus miembros, que admitan otros o
cambien la razón social, la fusión de una compañía con otra, y la disolución de la
compañía aunque sea con arreglo al contrato estarán sujetos al registro y publicación
establecidos en los artículos precedentes.
“la Sala considera necesario señalar, que este aspecto sobre la materialización del
acto traslativo de dominio de las veinticinco (25) acciones objeto de litigio ya fue
decidido por este Máximo Tribunal, en sentencia Nro. 428 de fecha 30 de julio de
2009, dictada en este mismo caso y expediente, en la que anteriormente señaló
acertada la fundamentación del juzgador ad quem con respecto al ‘…análisis del libro
de accionistas y de la inspección judicial practicada… lo cual permitió a la Sala
concluir… que ordenar el reenvío del expediente a los fines de que el juez superior se
pronuncie sobre la inexistencia de la ratificación del traspaso efectuado, carecería de
fin útil pues con tal determinación la dispositiva del fallo no se vería afectada…’.
En dicha decisión, que la Sala hoy reitera, dictada con anterioridad en este mismo
caso y expediente, quedó explicado en forma clara que en fecha 27 de marzo de
1998, la actora cedente Alexandra Evenia Martínez Rengifo, a través de su
apoderada, traspasó las acciones objeto de litigio al ciudadano Yván Alejandro
Martínez y cumplió con ello las exigencias establecidas en el artículo 296 del Código
de Comercio.
El anterior criterio fue ratificado por esta Sala Constitucional mediante el fallo No.
1577 del 21 de octubre de 2008, caso: Iván Gómez Millán, en el cual estableció lo
siguiente:
“En efecto, el artículo 296 del Código de Comercio dispone que ‘(l)a propiedad de las
acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros de la compañía, y la
cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros, firmada por el cedente y
por el cesionario o por sus apoderados’, es decir que, en principio, con el libro de
accionistas sólo puede demostrarse la celebración de la cesión de las acciones y, por
ende, la titularidad sobre las mismas, y no el pago del precio ni su oportunidad, a
menos que se hubiese hecho una declaración expresa en ese sentido. De igual
forma, tampoco puede deducirse el pago del precio de la cesión en la asamblea del
16 de noviembre de 2004, por el sólo hecho de que allí se dejó constancia de que la
demandada tenía la titularidad de la totalidad de las acciones, pues, en esa misma
oportunidad, se había celebrado una cesión pura y simple; por tanto, como en
cualquiera traslación de propiedad hecha de esa forma, se trasladó la propiedad con
el sólo (sic) consentimiento legítimamente manifestado (ex artículo 1161 C.C.)”.
Al respecto, aprecia esta Sala que la Sala de Casación Civil, luego de realizar un
análisis de la disposición normativa contenida en el artículo 764 del Código Civil,
concluyó que:
“Ahora bien, la Sala observa que el formalizante en su delación afirma que la norma
en cuestión exige la reunión previa de condóminos, sin embargo, resulta evidente de
la transcripción del artículo 764 del Código Civil, que lo exigido por el legislador es el
acuerdo de la mayoría de los comuneros a los fines de la administración y mejor
disfrute de la cosa común, sin especificar la oportunidad en la que debe producirse el
mismo, razón por la cual se denota el error en el planteamiento delatado en la
formalización respecto a lo consagrado en la mencionada norma.
Sin embargo, la Sala observa que en el caso sub juidice, al estar representada una
cuota suficiente de la comunidad en la asamblea, no era necesario que se efectuara
previamente la designación de un representante de la misma, puesto que, según acta
levantada a tales efectos, se encontraba presente el porcentaje que representaba la
ciudadana Carmen Cecilia López Lugo y la cuota que representaba a cada uno de los
hijos, todos miembros de la comunidad hereditaria.
Por lo que la norma denunciada como infringida por falta de aplicación, no era
aplicable al presente caso”.(Destacado del fallo citado).
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/diciembre/193697-1066-91216-2016-
16-0826.HTML
OBITER DICTUM
Finalmente, esta Sala no deja de observar la alta cantidad de casos y situaciones que
se presentan en relación a la cantidad de acciones de amparos y solicitudes de
revisión vinculadas a las nulidades de asambleas de accionistas, en las que un solo
accionista realiza convocatorias de Asambleas de Accionistas Extraordinarias (incluso
sin tener facultades para convocar a dichas asambleas valiéndose solamente de su
condición de socio), para efectuar cambios en la composición accionaria de la
empresa (donde un accionista minoritario aumenta capital para pasar a ser
mayoritario), realizar aumentos de capital, designar administradores, establecer las
facultades de ciertos administradores, o crear administradores únicos excluyendo a
los demás, entre otras actividades y decisiones que se realizan y toman en esas
asambleas.
De allí, que de conformidad con los artículos 277 y 279 del Código de Comercio y lo
anteriormente señalado, el incumplimiento por parte de los administradores de
realizar la notificación de los accionistas de conformidad con los estatutos sociales y
el Código de Comercio, hace objetable la convocatoria realizada para la celebración
de la asamblea de accionistas. Aquellas cláusulas estatutarias que impliquen una
limitación o perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser informados de
la celebración de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio de los
derechos de los accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y
oportuna información, de manera que los socios están obligados a cumplir las
condiciones y reglas establecidas, tanto en los estatutos sociales de la empresa como
en el Código de Comercio, para realizar la convocatoria de los restantes socios para
la celebración de la asamblea de accionistas, para de esta manera garantizar a los
socios que tengan la información necesaria para que asistan, preparen sus
observaciones respecto a los asuntos que se tratarán, y ejerzan sus derechos de
socios, ya que la convocatoria tiene por objeto proteger los intereses propios de los
mismos.
Por lo tanto, la Sala debe dejar establecido que la creación, en los estatutos sociales
de las sociedades mercantiles, de requisitos distintos a los previstos en el Código de
Comercio respecto a la convocatoria de los socios o accionistas para la celebración
de las asambleas, debe realizarse con el propósito de fortalecer el régimen de
convocatoria previsto en el mismo y no para limitar o perjudicar el derecho de los
socios o accionistas de ser informados con las garantías suficientes que le permitan
conocer con antelación el día, lugar, hora y objeto a tratar en la asamblea, lo cual sólo
puede lograrse mediante el establecimiento de un medio adecuado de convocatoria
que sea lo más claro y eficiente posible, que no represente dudas de su idoneidad
como instrumento capaz de garantizar el derecho de ser informado de la convocatoria
que tienen los socios o accionistas de las sociedades mercantiles, habida
consideración que las nuevas tecnologías han desarrollado medios de información
distintos a los previstos en el Código de Comercio y que son capaces de garantizar
una convocatoria segura y confiable. Por lo que, aquellas cláusulas estatutarias que
impliquen una limitación o perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser
informados de la celebración de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio
de los derechos de los accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y
oportuna información, para evitar que a través de la creación de estas cláusulas se
establezcan medios a través de los cuales se constituyan asambleas sin el
conocimiento de los socios o accionistas que den la apariencia de haber cumplido
formalmente con el requisito de la convocatoria, pero que en realidad lo que se
persigue es evitar que se informe realmente de la celebración de una asamblea a
determinados socios o accionistas.
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/abril/304629-0083-25419-2019-18-
0435.HTML
“De la lectura del párrafo trascrito, se desprende que el juez dejó de valorar la prueba
con una justificación que resulta contraria a las características de las sociedades de
capital, por cuanto explicó que la mencionada acta de la Asamblea de accionistas no
cumplió con el requisito exigido en el artículo 19 del Código de Comercio.
Sin embargo, en el caso en concreto, se trata de una acta de asamblea que da cuenta
de dos hechos: i) la venta de doscientas cincuenta (250) acciones y ii) la modificación
de cláusulas del documento constitutivo estatutario, tales hechos, a juicio de la Sala,
no requieren registrarse para que surtan efectos frente a la sociedad o a terceros.
´Artículo 296:
La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros
de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros,
firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.
Pues bien, la Sala ha establecido con carácter vinculante el cual se reitera que
la venta de las acciones de un socio en una compañía no amerita su inscripción en el
Registro Mercantil, para que surta efectos frente a la sociedad o a terceros (vid.
artículo 296 del Código de Comercio) -supuesto distinto al caso de autos-; sin que ello
excluya la obligación del registro de las modificaciones en la escritura constitutiva y en
los estatutos de las compañías conforme al artículo 221 del Código de Comercio.
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/julio/179723-909-20715-2015-12-
0729.HTML
Por tanto, atendiendo a ello, y en casos como el analizado, esta Sala Constitucional
estima pertinente establecer, con carácter vinculante para todos los tribunales de la
República, lo siguiente: que el lapso para apelar de las sentencias interlocutorias, de
cualquier carácter, en materia mercantil, es de cinco (05) días. Así se decide
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/196324-20-23217-2017-16-
1024.HTML
Al respecto, esta Sala del análisis de la sentencia dictada por la Sala de Casación
Civil, objeto de la revisión observa que en dicho fallo, se analizó la denuncia de que el
juzgador de alzada incurrió en un error de derecho en la valoración de la prueba de
inspección extra judicial promovida por la parte actora en el juicio, al establecer que
los demandantes tuvieron conocimiento de la venta de las acciones el día en que fue
evacuada la referida prueba, y que debido a ello declaró sin lugar el alegato de
prescripción propuesto por la demandada.
En este sentido, la Sala advirtió que a pesar de que el formalizante no acató la técnica
exigida para sostener este tipo de denuncias, en aras del derecho a la defensa, el
acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva, entró a conocer la misma en atención al
tercer caso de suposición falsa, y en dicho análisis llegó a la conclusión de que en el
caso bajo estudio la parte demandada señaló que los demandantes tuvieron
conocimiento del convenio de cesión de acciones el día en que fue realizado, es decir
el 11 de febrero de 1999, pero que, a pesar de ello, la Sala constató que la
demandada no aportó ningún elemento para probar dicha afirmación, y la parte
demandante alegó que tuvo conocimiento el día que se realizó la inspección ocular
extra litem, el 30 de enero de 2013, por un tribunal ejecutor de medidas; y la Sala
consideró que el documento de cesión de acciones fue inscrito ante el Registro
Mercantil el 14 de noviembre de 2012 y fue publicado en un periódico regional el 15
de noviembre de 2012, tomando dicha fecha como inicio del cómputo del lapso de
prescripción; señalando, asimismo, que de haberse tomado en cuenta la fecha en que
la demandada resultó citada en el juicio sólo habían transcurrido un (1) año, dos (2)
meses y veinte (20) días, por lo que determinó que la acción fue propuesta
tempestivamente.
Al respecto esta Sala observa que el artículo 296 del Código de Comercio
establece lo siguiente:
Artículo 217. Todos los convenios o resoluciones que tengan por objeto la
continuación de la compañía después de expirado su término; la reforma del contrato
en las cláusulas que deban registrarse y publicarse, que reduzcan o amplíen el
término de su duración, que excluyan algunos de sus miembros, que admitan otros o
cambien la razón social, la fusión de una compañía con otra, y la disolución de la
compañía aunque sea con arreglo al contrato estarán sujetos al registro y publicación
establecidos en los artículos precedentes.
(…) en el caso en concreto, se trata de una acta de asamblea que da cuenta de dos
hechos: i) la venta de doscientas cincuenta (250) acciones y ii) la modificación de
cláusulas del documento constitutivo estatutario, tales hechos, a juicio de la Sala, no
requieren registrarse para que surtan efectos frente a la sociedad o a terceros. En
efecto, en las sociedades de capital la identidad de los socios es irrelevante para el
crédito de la compañía (artículo 201, ordinal 3º del Código de Comercio), por lo tanto,
al no ser la venta de acciones una modificación que interese a terceros, no se
requiere de su inscripción en el Registro Mercantil, tal y como lo preceptúa el artículo
19, ordinal 9º eiusdem. Además, con la sola inscripción en el libro de accionistas de la
venta se acredita al comprador como socio frente a la sociedad y a terceros (cfr.
Goldschmidt, Morles, Núñez, Acedo Mendoza, Sansó). (Resaltado de la Sala).
El criterio antes expresado, fue ratificado por esta Sala Constitucional mediante los
fallos n.° 107 y 114 del 25 de febrero de 2014, casos: Agropecuaria Flora C.A e
Inversiones 30-11-89, C.A., respectivamente, en el cual estableció lo siguiente:
En efecto, el artículo 296 del Código de Comercio dispone que “(l)a propiedad de las
acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros de la compañía, y la
cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros, firmada por el cedente y
por el cesionario o por sus apoderados’, es decir que, en principio, con el libro de
accionistas sólo puede demostrarse la celebración de la cesión de las acciones y, por
ende, la titularidad sobre las mismas, y no el pago del precio ni su oportunidad, a
menos que se hubiese hecho una declaración expresa en ese sentido. De igual
forma, tampoco puede deducirse el pago del precio de la cesión en la asamblea del
16 de noviembre de 2004, por el sólo (sic) hecho de que allí se dejó constancia de
que la demandada tenía la titularidad de la totalidad de las acciones, pues, en esa
misma oportunidad, se había celebrado una cesión pura y simple; por tanto, como en
cualquiera traslación de propiedad hecha de esa forma, se trasladó la propiedad con
el sólo (sic) consentimiento legítimamente manifestado (ex artículo 1161 C.C.)”.
En este sentido, la Sala Político Administrativa en el fallo No. 336 del 6 de marzo de
2003, caso: Eduardo Leañez, realizó el análisis del artículo 296 del Código de
Comercio y al efecto señaló:
“En el caso bajo análisis, es precisamente la cualidad de accionista la invocada por el
actor a fin de establecer su legitimación para el ejercicio del recurso de nulidad
interpuesto, por lo que a efectos de comprobar el mencionado requisito de
admisibilidad resulta necesario que el recurrente demuestre el carácter que se
atribuye.
Igualmente, se advierte que en la pieza 6 del expediente cursa copia certificada del
expediente correspondiente a la sociedad mercantil Bancor, S.A.C.A., llevado en el
Registro Mercantil Quinto de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda, dentro del cual consta al folio 4.472, copia certificada de un acta de
Asamblea General Ordinaria de Accionistas de la empresa Bancor, S.A.C.A.,
celebrada el 29 de septiembre de 1992, en la que se encontraba presente el
recurrente ciudadano Eduardo Leañez Berrizbeitía con 682 acciones.
Tales reglas se derivan –directa e indirectamente- del artículo 296 del Código de
Comercio, y son reglas específicas de las transmisión de acciones nominativas.
(omissis...)
De esta forma la transmisión del título de la acción, legitima al cesionario para exigir
del cedente la realización de los actos necesarios para ponerlo en posición de ejercer
todos los derechos que se deriven de la acción, a través de la inscripción en el libro
de accionistas de la compañía, mas no implica per se que el adquirente obtenga la
cualidad de accionista con la sola tradición del título.
Esta exigencia se extiende también a los casos de acciones que estén sometidas a
oferta pública, pues a pesar de la dinámica propia de los intercambios que se
efectúan en el mercado bursátil, la legislación y normativa que se aplica a los mismos
contiene las previsiones necesarias para que se realice la inscripción en los libros de
accionistas de los traspasos de acciones que se realizan en la bolsa de valores.
“Artículo 35: Sin perjuicio de lo que se establece en el Parágrafo Unico del presente
Artículo, el traspaso de acciones comunes o preferidas y de otros títulos nominativos
inscritos en la Bolsa de Valores de Caracas, deberá ser registrado en los libros de
emitente dentro de un plazo que no excederá de siete (7) días hábiles bursátiles,
después de la fecha cuando se hubieren presentado todos los recaudos necesarios
para ello” (Resaltado de la Sala).
“2º) El corredor público de títulos valores que realice operaciones de compra, deberá
remitir, a los fines de la debida inscripción en los libros de accionistas, junto con los
otros documentos y recaudos exigidos por la Ley, las correspondientes cartas de
traspaso de compra y venta y, en su caso, los respectivos títulos negociados a la
empresa emisora, al agente de traspaso o al cliente comprador, conforme
corresponda, dentro de los siete (7) días contínuos (sic) siguientes a la fecha en que
se liquidó la operación”. (Resaltado de la Sala)
Siendo ello así, toda vez que en las copias del libro de accionista (sic) de la empresa
Bancor, S.A.C.A., que corren insertas a los folios 1.954 al 2.238 de la pieza 4 del
expediente, no se evidencia ningún asiento en el cual conste la cualidad de accionista
del recurrente, y al no encontrarse en el expediente copia de otro libro que evidencie
tal condición, de conformidad con el artículo 296 del Código de Comercio, y de
acuerdo al criterio reiterado de la jurisprudencia nacional, es forzoso concluir en la
insuficiencia del título aportado a los autos y de la copia del acta de asamblea inserta
en el expedientes (sic) a efectos de demostrar la legitimación aducida por el actor.
Cabe destacar además, que el título original que consta en autos data del 2 de junio
de 1992, y que la copia del acta de asamblea que cursa en las copias certificadas del
expediente llevado por el Registro Mercantil Quinto del Distrito Federal y Estado
Miranda, es del 29 de septiembre de 1992, es decir, que ambos documentos fueron
expedidos más de 3 años antes de la fecha en que fue emitido el acto administrativo
impugnado, esto es, el 26 de octubre de 1995, no constando en las actas de
asambleas de más reciente data, que cursan en las copias certificadas emitidas por el
referido Registro, la participación en las mismas del recurrente, todo lo cual aunado a
la ausencia de registro alguno en el libro de accionistas que demuestre la cualidad
invocada por el actor, conlleva a determinar, como antes se expuso, en la ausencia de
la legitimación activa requerida para la adminisibilidad (sic) del recurso interpuesto.
Así se decide.
Con relación al alegato del apelante relativo a la existencia de una (sic) falso
suspuesto de hecho en la sentencia apelada, como consecuencia de la falta de
valoración de los elementos probatorios aportados al proceso, esta Sala conforme a
lo expresado en la argumentación antes expuesta, estima adecuada la valoración
realizada por la Corte de las pruebas aportadas a los autos, por cuanto como bien
expreso (sic) el a quo de acuerdo a la legislación vigente y en apego a la
jurisprudencia y doctrina imperantes, no existen en autos pruebas suficientes de la
titularidad de las acciones que el recurrente alega a efectos de demostrar su
legitimación activa, en virtud de lo cual se desestima la denuncia en referencia. Así se
decide”.
El anterior criterio fue ratificado por la mencionada Sala en la decisión No. 596 del 24
de abril de 2007, caso: María Antonia Santaella, en la cual estableció:
“Siendo ello así, toda vez que en las copias del libro de accionista[s] de la empresa
Bancor, S.A.C.A., que corren insertas a los folios 1.954 al 2.238 de la pieza 4 del
expediente, no se evidencia ningún asiento en el cual conste la cualidad de accionista
del recurrente, y al no encontrarse en el expediente copia de otro libro que evidencie
tal condición, de conformidad con el artículo 296 del Código de Comercio, y de
acuerdo al criterio reiterado de la jurisprudencia nacional, es forzoso concluir en la
insuficiencia del título aportado a los autos y de la copia del acta de asamblea inserta
en el expedientes (sic) a efectos de demostrar la legitimación aducida por el actor”.
De esta manera, por las consideraciones antes expuestas, esta Sala estima que el
criterio sostenido por la Sala de Casación Civil no estuvo ajustado a derecho, por
cuanto en el caso bajo análisis se concretó la violación de los derechos
constitucionales de la solicitante relativos a la tutela judicial efectiva, al debido
proceso y a la defensa, debido a que el fallo objeto de revisión, al resolver el asunto
sometido a su consideración, no acató el criterio jurisprudencial sostenido
pacíficamente por esta Sala en relación al artículo 296 del Código de Comercio, luego
de haberse constatado que, en el presente caso, la venta de las acciones no
requerían ser registradas, dado que basta con su asiento en el respectivo Libro de
Accionistas, y tal inscripción trae como consecuencia que el cesionario adquiere la
cualidad de accionista frente a la sociedad y frente a los terceros, y, por lo tanto, es a
partir de la fecha de su inscripción en el libro que comienzan a contarse los lapsos
establecidos en la ley para la prescripción de la acción. Así se decide.
Por ello, en virtud de que esta Sala Constitucional considera que el fallo objeto de
revisión vulneró directamente su doctrina acerca de la aplicación del artículo 296 del
Código de Comercio; y, además, que la pretensión de autos contribuirá con la
uniformidad jurisprudencial en esa materia, declara que ha lugar a la revisión y, en
consecuencia, anula la decisión n.°:212, de la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, del 05 de abril de 2016 y repone la causa al estado en que la
referida Sala (Accidental) dicte nueva sentencia con acatamiento al criterio que se
estableció en el presente fallo. Así se decide.
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/julio/309967-RC.000092-30720-2020-
16-120.HTML
“…De allí que, esta Sala observa en el fallo recurrido que el juez superior advirtió una
subversión del orden procesal cometida por el juez de primera instancia, cuando
detectó vicios que afectan normas de orden público relacionadas con la citación de
las partes en el proceso, específicamente aquellas normas que, a decir del juez
superior, debieron aplicarse al momento de constar en el expediente la partida de
defunción de una de las partes involucradas en el juicio.
…Omissis…
‘el artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, señala que ‘La muerte de la parte
desde que se haga constar en el expediente, suspenderá el curso de la causa
mientras se cite a los herederos.’ En aplicación del precepto legal transcrito, ocurrido
el supuesto de hecho señalado y programado por la norma, lo procedente es ordenar
la paralización de la causa y proceder a citar a los herederos, aún a los desconocidos,
mediante edicto, tanto a título universal como particular, ya que se debe entender a
éstos como los nuevos legitimados para obrar, respecto al derecho litigado por el de
cujus’.
…Omissis…
‘De manera que, los interesados en la continuación del proceso, disponen de seis [6]
meses continuos, contados a partir del momento en que se haya consignado el acta
de defunción, para que den cumplimiento al deber que la ley les exige de citar a los
herederos desconocidos, mediante la solicitud y la publicación de edictos, conforme a
las formas y oportunidades previstas en el antes referido artículo 231.
De esta forma, se les garantiza el derecho a la defensa y al debido proceso que
propugna en su artículo 49 la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
a quienes no han tenido conocimiento de que se esté llevado a cabo un juicio que
pudiera resultar en perjuicio de sus intereses hereditarios.
...Omissis…
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/agosto/RC-00681-100807-061113.HTM
“...Artículo 277. La asamblea, sea ordinaria o extraordinaria, deber ser convocada por
los administradores por la prensa, en periódicos de circulación, con cinco días de
anticipación por lo menos al fijado para su reunión.
8°- Reforma de los estatutos en las materias expresadas en los números anteriores.
Según la letra del artículo 280 antes citado, se impone la obligación a los
administradores de convocar a los accionistas de las compañías, a las asambleas,
sean éstas ordinarias o extraordinarias, mediante prensa o de la forma dispuesta en
los estatutos sociales, por lo menos con cinco (5) días de anticipación a la celebración
de alguna de aquéllas, en la cual debe indicarse el objeto, es decir, los puntos a ser
considerados para su debate, so pena de nulidad de la asamblea.
Por otro lado, el artículo 280 refiere el quórum necesario a los fines de discutir
sobre los objetos que allí se señalan, dentro de los cuáles se encuentra el aumento
de capital.
“La asamblea, sea ordinaria o extraordinaria, debe ser convocada por los
administradores, por la prensa, en periódicos de circulación, con cinco días de
anticipación por lo menos al fijado para su reunión.
La convocatoria al ser el acto mediante el cual se anuncia a los accionistas que habrá
una asamblea, debe contener el nombre de la sociedad mercantil, la fecha, la hora, el
lugar donde ésta se celebrará, los puntos que se van a tratar y quienes la convocan,
para garantizar a los socios que tengan la información necesaria para que asistan,
preparen sus observaciones respecto a los asuntos que se tratarán, y ejerzan sus
derechos de socios, ya que la convocatoria tiene por objeto proteger los intereses
propios de los socios.
(...Omissis...)
a) El nombre de la sociedad;
Es menester señalar que para que estén cumplidos los requisitos del lugar, fecha y el
orden del día en la convocatoria, es necesario que se indique la dirección exacta
donde se realizará la reunión; el día y el mes, y los puntos que se van a tratar en la
reunión, siendo nulo todo asunto que se discuta que no esté en el orden del día
expresado en la convocatoria.
Esta Sala reitera ese criterio jurisprudencial y considera que la convocatoria debe ser
clara, específica y expresa para garantizar el derecho de los socios. Ello significa,
identificación de la compañía, de las personas que la convocan, fecha, hora, lugar de
la celebración y el objeto de la convocatoria que debe ser específico, puesto que será
nula toda asamblea donde se delibere cualquier asunto que no haya sido expresado
en la convocatoria...”. (Subrayado de la Sala)
“...<<Todos los asuntos que han de tratarse>>. Estas palabras se refieren a lo que en
la técnica de las asambleas deliberantes y en la propia ley (arts. 111, 112 y 134) se
denomina orden del día. El anuncio convocando la junta general debe expresar el
orden del día, o, dicho en otros términos, debe comprender la relación de cuantos
asuntos hayan de ser sometidos a la decisión de la asamblea. Para evitar cualquier
sorpresa, el accionista necesita conocer anticipadamente los asuntos sobre los cuales
ha de manifestar su voluntad emitiendo el voto, y de ahí que sea absolutamente
procedente esa exigencia legal que no hace más que recoger una práctica inveterada.
El orden del día debe ser claro y completo. En punto a claridad no se pueden
establecer de antemano criterios rígidos de carácter general ordenadores del juicio
que haya de formarse en cada caso concreto. Ha de estimarse, no obstante, que con
la exigencia de claridad se quiere significar que el orden del día debe permitir al
accionista, ya sea por la forma de mencionar los asuntos, ya sea
complementariamente –como entiende la STS 22/12/1970- por las circunstancias que
han rodeado la convocatoria, saber de qué asuntos se va a tratar; y sin perjuicio, si se
desean mayores precisiones, de ejercitar el derecho de información previsto en el
artículo 112 de la ley para pedir <<los informes o aclaraciones que se estimen
precisos acerca de los asuntos comprendidos en el orden del día>> (en el sentido de
ser la claridad y precisión en el orden del día presupuesto necesario para el ejercicio
del derecho de información) ... Esta conclusión es tan cierta que, cuando la misma ley
ha querido precisar algo más la fijación del orden del día –como sucede en el caso de
la junta para modificación de los estatutos... , ha señalado expresamente que deberán
indicarse <<los extremos que hayan de modificarse>>; y, aun en este caso, tanto la
doctrina, como la jurisprudencia..., están de acuerdo en que se entiende cumplido el
requisito con sólo indicar los artículos de los estatutos que se intentan modificar y no
el sentido en que van a ser modificados... Es evidente, no obstante, que deben
desterrarse del orden del día aquellas expresiones genéricas que por su ambigüedad
solamente pueden dar un idea aproximada de los asuntos sometidos a la junta... No
serán suficientes, por ejemplo, las menciones del orden del día que se hagan
utilizando fórmulas como éstas: <<asuntos varios>>, o <<asuntos de régimen
interno>>. Para que el orden del día sea completo deberá comprender todos y cada
uno de los asuntos sobre los que ha de manifestarse la voluntad de la junta...”.
(Cursivas del texto).
“...La finalidad del aviso es informar. La información debe ser suministrada en forma
clara, directa y expresa. Sería temerario que los administradores corrieran el riesgo de
provocar una deliberación nula por defectos formales del aviso de la convocatoria. Por
ejemplo, no podría convocarse a los accionistas para deliberar sobre <<aumento de
capital>>, <<reducción de capital>> o <<cambio de objeto social>>, sino para
considerar un aumento, una reducción o un cambio determinados. Tampoco podría
convocárselos para considerar las decisiones que deben adaptarse por encontrarse la
compañía en la situación del artículo 264 del Código de Comercio o para deliberar en
torno a la materia indicada en los primeros cuatro puntos del artículo 275 del Código
de Comercio (contra: Calcaño Spinetti); o para reformar el artículo X del acto
constitutivo (contra: Acedo Mendoza). Estas indicaciones indirectas son insuficientes.
Como el orden del día tiene la función de delimitar la competencia de la asamblea, ha
escrito Ferri:
Esta función del orden del día implica, por tanto, que del mismo pueda derivarse
inequívoca y claramente cuales son los temas específicos sobre los cuales la
asamblea es llamada a pronunciarse. Indudablemente, no es necesario el uso de
fórmulas sacramentales y no se requieren especificaciones detalladas; sin embargo,
es necesario que del orden del día pueda recabarse una noción exacta de la materia
a tratar y de las providencias a tomar.
La indicación, necesariamente, debe ser sintética, pero debe ser clara y no ambigua,
específica y no genérica (Di Sabato). El orden del día debe ser claro y completo
(Uria/Menéndez/Muñoz).
“...Orden del día. En la convocatoria deberá hacerse mención a la orden del día. Por
orden del día se entiende a la lista de materias que deberán tratarse en la asamblea.
Se ha considerado que la orden del día cumple dos funciones. Por una parte, se dice,
la orden del día tiene como fin, informar a los accionistas de las materias que se
tratarán en la asamblea, para que estén en posibilidad de prepararse a discutir los
problemas que consideran oportuno tratar y resolver. Desde otro punto de vista, la
orden del día delimita, en cierta forma, las facultades de las asambleas, en el sentido
de que no podrá tratarse un asunto diverso a los indicados en ella, 31 salvo cuando
se presenta el caso de exigir responsabilidades a los administradores.
La orden del día debe ser clara y precisa, es decir, debe indicar con exactitud el
objeto a tratar y no dar motivo a equivocación. Los puntos contenidos en ésta, no
deben ser ambiguos.
Siguiendo La opinión de Soprano, creemos que los accionistas pueden exigir que se
inserte en la orden del día los puntos que consideren necesario tratar, cuando la
solicitud la hagan oportunamente y con fundamento razonado. Si a los accionistas se
les concede el derecho de pedir que se convoque a asamblea general, es lógico que
el motivo por el cual piden tal convocación, debe estar expresado en la orden del día.
La orden del día debe ser completa, y para ello, debe contener todos y cada uno de
los asuntos que los accionistas deberán tratar en la asamblea, ya que se procura
evitar toda posible dificultad, estableciéndose claramente los puntos esenciales
sometidos al conocimiento de la asamblea. Sin embargo, esto no quiere decir que se
requiera una indicación minuciosa; sería una exigencia excesiva que la materia del
orden del día se desarrollase en tantos apartados o proposiciones concretas, que
diese al accionista el sentido de la resolución de la asamblea.
Para resolver esta dificultad, se ha seguido la práctica de insertar en la orden del día,
siempre como último punto para ser tratado, la mención de que la asamblea se
ocupará de los asuntos señalados en la orden del día, de todos los demás que los
accionistas deseen tratar en conexión con aquellos.
No basta que se haga mención tan sólo a “otros asuntos”, es necesario que se
establezca claramente, que se relacionan con los puntos contenidos en la orden del
día. La asamblea no puede deliberar sobre cualquier objeto, con el pretexto que en la
orden del día se dijo que se tratarían “otros asuntos”.
E. Soprano, op. Cit., n. 31, p 54; C. Vivante, op. Cit., n. 495, p.242. La convocatoria
ha de hacerse dice Joaquín Garrigues, Curso, p.499, además, en forma que ofrezca a
todos los accionistas información suficiente sobre el objeto de la junta, de modo que
puedan quedar sometidos a sus acuerdos también los accionistas no asistentes,
como dispone el artículo 48 párrafo 2°. El artículo 53 párrafo 2°, exige que se
mencionen en la convocatoria todos los asuntos que han de tratarse.
(...Omissis...)
“El orden del día es redactado por aquellos que están encargados de convocar, o sea,
los administradores y comisarios. Los síndicos tienen derecho a hacer insertar en el
orden del día, ya se trate de asambleas ordinarias o extraordinarias no convocadas
por ellos, las proposiciones que crean convenientes.
U. Navarrini, Delle società, n. 392, p. 610; véase M. Vaselli, op. Cit., p. 129.
Véase E. Soprano, op. Cit., n. 31, p. 61.
Véase Copper Royer, op. cit., n. 530, p. 505; P. Bastide, op. cit., pp. 32 y 148: “Es
necesario hacer hincapié en que las resoluciones de la asamblea tomadas
relativamente sobre otros asuntos que no figuran en el orden del día y originadas por
incidentes propios de la discusión, son válidas en tanto esos incidentes no son
creados intencionalmente y preparados para obtener por sorpresa las resoluciones
sobre ellos”; A. Brunetti, op cit., n. 568, p. 305; “…en las asambleas pueden tratarse
materias que sean consecuencia lógica de las indicadas en la orden del día…”;
Giuseppe Romano Pavón, Le deliberazioni delle assemblee delle società, Milano,
1951, n. 53, p. 202; M. Vaselli, op cit., p.130.
Gain et Delaisi, op cit., p. 102. Tanto Rodríguez y Rodríguez, op cit., p. 36, Como
Mantilla Molina, op cit., n. 531, consideran, y con razón que es viciosa la práctica de
incluir en el orden del día un capítulo de asuntos varios, porque tal mención es
insuficiente para que la asamblea pueda tomar un acuerdo válido sobre un tema no
incluido expresamente en la convocatoria...”.
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/abril/197512-RC.000158-5417-2017-
16-885.HTML
Asimismo, se constata que el juez superior verificó que se cumplió con lo dispuesto
en el artículo 281 del Código de Comercio, pues en la primera asamblea de fecha 16
de diciembre de 2014, no hubo el quórum estatutario por lo que se convocó para una
segunda asamblea el 26 de diciembre de 2014, no existiendo igualmente el quórum,
por lo que en la tercera convocatoria de fecha 31 de diciembre de 2014, se expresó
que en aplicación de lo dispuesto en el referido artículo “…siendo legal y
legítimamente constituida dicha asamblea de accionistas y válida para tomar las
decisiones con el porcentaje accionario presente…”, asimismo, que la asamblea sería
“…Ratificación de decisiones tomadas en Asamblea General Extraordinaria de
Accionistas, celebrada en fecha 26 de Diciembre de 2014…”.
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/spa/febrero/161672-00302-26214-2014-
2014-0137.HTML
Precisado lo anterior y de un examen del referido texto legal, se observa que en el
mismo no se incorporó ninguna disposición similar a la que establecía el artículo 53
de la derogada Ley de Registro Público, mediante la cual el legislador atribuyera de
manera expresa a los Juzgados Civiles y Mercantiles la competencia para conocer de
las impugnaciones que intentaren aquellas personas que se consideren lesionadas
por una determinada inscripción o anotación realizada en contravención con las leyes
de la República.
Por el contrario, en el artículo 41 de Ley de Registro Público y del Notariado (Gaceta
Oficial N° 5.833 Extraordinario del 22 de diciembre de 2006), se regula un supuesto
distinto, en los siguientes términos:
En este sentido, se observa que el citado artículo se refiere a los casos en los que el
Registrador niegue o rechace la inscripción de un documento ante el Registro,
supuestos en los cuales es la jurisdicción contencioso administrativa la competente
para conocer de los recursos que ejerza el administrado, más no así cuando se
impugne la inscripción o anotación, en los que la competencia le corresponde a la
jurisdicción ordinaria de la Circunscripción Judicial del lugar donde se encuentre
ubicado el Registro al cual se le imputan las irregularidades.
“(…) Así, ante la ausencia de disposición expresa en la normativa que rige la actividad
de los registradores inmobiliarios, mercantiles y civiles, esta Sala observa que al
impugnarse una inscripción realizada por el Registrador, la competencia le
corresponde a la jurisdicción ordinaria de la Circunscripción Judicial del lugar donde
se encuentre ubicado el Registro al cual se le imputan las irregularidades, toda vez
que se trata de actuaciones que implican la aplicación de normas de carácter civil y
mercantil y, por otra parte, porque se está en presencia de un supuesto distinto al
previsto por el artículo 41 eiusdem. El anterior criterio ha sido reiterado por esta Sala,
en diversos fallos (…) indicándose que: ‘...según la Ley de Registro Público (ley
especial para la materia registral), la inscripción realizada en contravención con el
ordenamiento jurídico sólo es impugnable ante la jurisdicción ordinaria, por la persona
que considera que alguna inscripción le vulnera sus derechos, de conformidad con el
artículo 40-A de la Ley de 1978, artículo 53 en las leyes de 1993 y de 1999, y artículo
41 de la vigente Ley de 2001. Afirmación ésta que tiene plena vigencia en la
actualidad, ya que aun cuando expresamente no lo señale la vigente Ley de 2001
(como sí lo hacía en la Ley de 1978 y en las de 1993 y 1999), es a criterio de esta
Sala evidente que ello es una regla o pauta del derecho registral, de manera que
cuando en la vigente Ley en su artículo 41 refiere a que ´... los asientos registrales en
que conste esos actos o negocios jurídicos solamente podrán ser anulados por
sentencia definitivamente firme´, tal anulación sólo puede ser procurada por ante la
jurisdicción ordinaria. Esto es así por cuanto el acto registral, entiéndase el asiento ya
materializado, no obstante ser un acto que está bajo la esfera de competencia de un
funcionario público, el Registrador y, en tal orden, una función que el Estado ha
asumido como una tarea que le es propia a fin de brindar seguridad en el tráfico
inmobiliario, dada la importancia económica, social y hasta política de este tipo de
patrimonio. (…)’. En virtud de lo anterior (…)”.
Por lo tanto, visto que en el caso de autos, la pretensión se contrae a la nulidad del
asiento registral de la Asamblea Extraordinaria celebrada en fecha 31 de mayo de
2013 por el Fondo de Jubilaciones y Pensiones del Personal Obrero de la Universidad
de Oriente, en la que se designó su nueva Junta Directiva, y que fue inscrita el 30 de
agosto de ese año, ante el Registro Público del Municipio Sucre del Estado Sucre,
(anotada bajo el Nro. 20, del Tomo 16), resulta forzoso para esta Sala declarar que la
competencia le corresponde a los Juzgados de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y del Trabajo, de la Circunscripción Judicial del Estado Sucre,
extensión Cumaná. Así se decide.