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ve/decisiones/scs/octubre/190831-0969-171016-2016-15-
421.HTML

Se observa de lo anterior, que la parte actora objeta la partición de las acciones


indicando, en líneas generales, que para la adjudicación el partidor estableció el valor
nominal de las mismas, y no el valor que puedan representar (su valor comercial).

Ahora bien, la adjudicación de acciones de las compañías, se dio por partes iguales,
de acuerdo a la identificación hecha en el mismo escrito de partición, esto es,
representan derechos y títulos del mismo valor para cada uno de los coherederos, por
tanto, es irrelevante la diferencia que pueda existir entre su valor nominal y su valor
comercial o intrínseco.

En este sentido, se ha pronunciado esta Sala de Casación Social en la sentencia n°


212 de 13 de febrero de 2006, al distinguir:

[…] en cuanto a la adjudicación de acciones de una compañía entre los herederos,


que hace el partidor, el sentenciador expone claramente la razón por la cual, en ese
supuesto, el valor contable de las mismas y la forma de determinarlo, no resultaba
relevante, consistente en que, habiéndose repartido las mismas entre ellos en sus
respectivos porcentajes, sea cual fuere el valor que se les asignase, todos y cada uno
de los adjudicatarios recibirían y mantendrían el número de acciones que les
corresponde.

[…].

[…] las posibles deficiencias en la forma de asignar cierto valor a las acciones objeto
de partición, carecían en todo caso de relevancia para ser consideradas como
reparos graves, por cuanto se trataba de repartirlas entre todos los herederos y en
sus respectivos porcentajes, no de repartir la compañía o los valores que la misma
pueda representar; de modo que independientemente del valor asignado a cada
acción, todos los herederos mantendrían la proporcionalidad correspondiente en el
capital social. Debe tenerse aquí en cuenta, por lo demás, que el valor asignado a las
acciones de una compañía que se distribuyen entre los comuneros, a los efectos de la
partición, es sólo referencial y no determinante en cuanto al valor real que las mismas
puedan tener en un momento dado.
[…].

No es procedente denunciar en solitario la disposición del artículo 8º de la Ley


Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, pues se trata de una norma
de carácter general que establece los principios que deben guiar al Juez en la
interpretación y aplicación de la ley especial, siendo necesario para la adecuada
fundamentación del recurso, indicar la norma particular cuya infracción implicó que el
sentenciador se apartó de los mismos. Por otra parte, la alegada falta de atención a
tales principios por parte de la recurrida, viene referida nuevamente a la objeción
“cuarta” a la partición, consistente en que el partidor no expuso los elementos que
permitieran conocer el valor real de las acciones objeto de partición; siendo que,
como ha quedado expuesto respecto de denuncias anteriores, se trata de la
distribución entre todos los herederos y en sus respectivas proporciones, de cierto
número de acciones de una compañía anónima, en cuyo supuesto no es relevante el
valor que se haya asignado a cada una en relación con su valor real, pues en todo
caso cada heredero recibirá y mantendrá el número de acciones que le corresponde,
amén de que el valor real de las mismas no dependerá de lo que haya estimado a ese
respecto el partidor.

[…].

Son aplicables a este Capítulo [sic] de la formalización, las consideraciones


expuestas respecto de la denuncia anterior, en cuanto a la inadecuada denuncia en
solitario de una disposición contentiva de principios generales de interpretación de la
ley, y en cuanto a que, por tratarse de la repartición entre los herederos y en sus
respectivos porcentajes, de las acciones de una compañía anónima, no es el valor
particular de cada acción lo relevante, sino el número de las que deban corresponder
a cada heredero; en virtud de lo cual, se declara igualmente improcedente la presente
denuncia.

[…].

Se trata en realidad de denunciar la infracción del artículo 783 del Código de


Procedimiento Civil, que es el que contiene las previsiones citadas por el formalizante
no tomadas en cuenta por el sentenciador, lo cual podría constituir una falta de
aplicación de esa norma, más no la falsa aplicación denunciada. Por otra parte, es de
principio general en la partición, conforme se desprende de las normas al respecto
contenidas en la Sección III, Capítulo III, Título II, Libro Tercero del Código Civil, la
adjudicación de los bienes hereditarios en especie y de la forma más conveniente, lo
cual, en el caso de acciones de una compañía anónima, de iguales características, se
cumple perfectamente con la distribución a cada heredero del número de acciones
que le corresponda, tal como lo hizo en el caso el partidor y lo aprobó la recurrida.
En el presente caso, ocurre que todos y cada uno de los adjudicatarios reciben el
mismo número de acciones, y el valor que pueda dárseles no afecta tal distribución,
por tanto, es irrelevante la diferencia que pueda existir entre su valor nominal y
comercial, de tal forma, corresponde desechar el primer reparo formulado por la parte
actora en relación al valor de las acciones. Así se decide.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/161605-114-25214-2014-13-
0749.HTML

Al respecto aprecia la Sala que el artículo 296 del Código de Comercio establece lo
siguiente:

“Artículo 296.- La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su


inscripción en los libros de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración
en los mismos libros, firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.

En caso de muerte del accionista, y no formulándose oposición, bastará para obtener


la declaración del cambio de propiedad en el libro respectivo y en los títulos de las
acciones, la presentación de estos títulos, de la partida de defunción y, si la compañía
lo exige, un justificativo declarado bastante por el Tribunal de 1º Instancia en lo Civil,
para comprobar la cualidad de heredero”

Por su parte, los artículos 217 y 221 del Código de Comercio establecen lo siguiente:

“Artículo 217. Todos los convenios o resoluciones que tengan por objeto la
continuación de la compañía después de expirado su término; la reforma del contrato
en las cláusulas que deban registrarse y publicarse, que reduzcan o amplíen el
término de su duración, que excluyan algunos de sus miembros, que admitan otros o
cambien la razón social, la fusión de una compañía con otra, y la disolución de la
compañía aunque sea con arreglo al contrato estarán sujetos al registro y publicación
establecidos en los artículos precedentes.

Artículo 221. Las modificaciones en la escritura constitutiva y en los estatutos de las


compañías, cualquiera que sea su especie, no producirán efectos mientras no se
hayan registrado y publicado, conforme a las disposiciones de la presente Sección”.
En este sentido, la Sala considera oportuno transcribir las consideraciones que realizó
la mencionada Sala de Casación Civil en el fallo objeto de la presente solicitud de
revisión, en el cual se dispuso lo siguiente:

“la Sala considera necesario señalar, que este aspecto sobre la materialización del
acto traslativo de dominio de las veinticinco (25) acciones objeto de litigio ya fue
decidido por este Máximo Tribunal, en sentencia Nro. 428 de fecha 30 de julio de
2009, dictada en este mismo caso y expediente, en la que anteriormente señaló
acertada la fundamentación del juzgador ad quem con respecto al ‘…análisis del libro
de accionistas y de la inspección judicial practicada… lo cual permitió a la Sala
concluir… que ordenar el reenvío del expediente a los fines de que el juez superior se
pronuncie sobre la inexistencia de la ratificación del traspaso efectuado, carecería de
fin útil pues con tal determinación la dispositiva del fallo no se vería afectada…’.

En dicha decisión, que la Sala hoy reitera, dictada con anterioridad en este mismo
caso y expediente, quedó explicado en forma clara que en fecha 27 de marzo de
1998, la actora cedente Alexandra Evenia Martínez Rengifo, a través de su
apoderada, traspasó las acciones objeto de litigio al ciudadano Yván Alejandro
Martínez y cumplió con ello las exigencias establecidas en el artículo 296 del Código
de Comercio.

Como consecuencia de todo lo expuesto, se declara improcedente la denuncia de


infracción por falta de aplicación de los artículos 217 y 221 del Código de Comercio.
Así se establece”.

Ahora bien, esta Sala Constitucional en casos similares al de autos, ha realizado el


análisis de los artículos 296, 217 y 221 de Código de Comercio, entre los cuales
destaca el fallo No. 287 del 5 de marzo de 2004, caso. Giovanny Maray, en el cual se
señaló que “…en el caso en concreto, se trata de una acta de asamblea que da
cuenta de dos hechos: i) la venta de doscientas cincuenta (250) acciones y ii) la
modificación de cláusulas del documento constitutivo estatutario, tales hechos, a juicio
de la Sala, no requieren registrarse para que surtan efectos frente a la sociedad o a
terceros. En efecto, en las sociedades de capital la identidad de los socios es
irrelevante para el crédito de la compañía (artículo 201, ordinal 3º del Código de
Comercio), por lo tanto, al no ser la venta de acciones una modificación que interese
a terceros, no se requiere de su inscripción en el Registro Mercantil, tal y como lo
preceptúa el artículo 19, ordinal 9º eiusdem. Además, con la sola inscripción en el
libro de accionistas de la venta se acredita al comprador como socio frente a la
sociedad y a terceros (cfr. Goldschmidt, Morles, Núñez, Acedo Mendoza, Sansó).

En cuanto a las modificaciones de los estatutos derivadas de la enajenación


voluntaria de las acciones, específicamente del nombre de los socios y del número de
acciones que cada uno suscribió, se regulan por lo dispuesto en el artículo 296 del
Código de Comercio, el cual establece lo siguiente:
‘Artículo 296: La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción
en los libros de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los
mismos libros, firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.

En caso de muerte del accionista, y no formulándose oposición, bastará para obtener


la declaración del cambio de propiedad en el libro respectivo y en los títulos de las
acciones, la presentación de estos títulos, de la partida de defunción y, si la compañía
lo exige, un justificativo declarado bastante por el Tribunal de 1º Instancia en lo Civil,
para comprobar la cualidad de heredero’.

De la trascripción anterior se evidencia que no se requiere en estos casos del registro,


a diferencia de lo que ocurre con otro tipo de modificaciones de los estatutos, las
cuales están reguladas en el artículo 221 del Código de Comercio, que señala lo
siguiente:

‘Artículo 221: Las modificaciones en la escritura constitutiva y en los estatutos de las


compañías, cualquiera que sea su especie, no producirán efectos mientras no se
hayan registrado y publicado, conforme a las disposiciones de la presente Sección’”.

El anterior criterio fue ratificado por esta Sala Constitucional mediante el fallo No.
1577 del 21 de octubre de 2008, caso: Iván Gómez Millán, en el cual estableció lo
siguiente:

“En efecto, el artículo 296 del Código de Comercio dispone que ‘(l)a propiedad de las
acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros de la compañía, y la
cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros, firmada por el cedente y
por el cesionario o por sus apoderados’, es decir que, en principio, con el libro de
accionistas sólo puede demostrarse la celebración de la cesión de las acciones y, por
ende, la titularidad sobre las mismas, y no el pago del precio ni su oportunidad, a
menos que se hubiese hecho una declaración expresa en ese sentido. De igual
forma, tampoco puede deducirse el pago del precio de la cesión en la asamblea del
16 de noviembre de 2004, por el sólo hecho de que allí se dejó constancia de que la
demandada tenía la titularidad de la totalidad de las acciones, pues, en esa misma
oportunidad, se había celebrado una cesión pura y simple; por tanto, como en
cualquiera traslación de propiedad hecha de esa forma, se trasladó la propiedad con
el sólo (sic) consentimiento legítimamente manifestado (ex artículo 1161 C.C.)”.

En atención a las anteriores consideraciones, esta Sala estima que el criterio


sostenido por la Sala de Casación Civil fue ajustado a derecho, en virtud de que no
existió violación del principio de legalidad previsto en el artículo 137 de la
Constitución, por cuanto en el fallo sometido a revisión, al resolver el asunto sometido
a su consideración, atendió lo establecido en el artículo 296 del Código de Comercio,
luego de haberse constatado que, en el presente caso, la venta de las acciones de la
sociedad anónima Constructora 888, C.A., se realizó conforme a las normas
establecidas en el Código de Comercio. Así se decide.
 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/agosto/1435-140808-06-0974.HTM

Ahora bien, en el caso de autos, el solicitante fundamentó su pretensión de revisión


de la sentencia dictada el 6 de febrero de 2006 por la Sala de Casación Civil de este
Tribunal Supremo de Justicia, en la supuesta violación a su representada, del derecho
al debido proceso y a ser oída que, a decir de la solicitante, se desprende de la
interpretación que sobre el artículo 764 del Código Civil efectuó la referida Sala.

Al respecto, aprecia esta Sala que la Sala de Casación Civil, luego de realizar un
análisis de la disposición normativa contenida en el artículo 764 del Código Civil,
concluyó que:

“Ahora bien, la Sala observa que el formalizante en su delación afirma que la norma
en cuestión exige la reunión previa de condóminos, sin embargo, resulta evidente de
la transcripción del artículo 764 del Código Civil, que lo exigido por el legislador es el
acuerdo de la mayoría de los comuneros a los fines de la administración y mejor
disfrute de la cosa común, sin especificar la oportunidad en la que debe producirse el
mismo, razón por la cual se denota el error en el planteamiento delatado en la
formalización respecto a lo consagrado en la mencionada norma.

Sin embargo, la Sala al analizar si efectivamente se debía aplicar la norma ut supra


transcrita a los fines de resolver la controversia cambiando la suerte de la misma,
concluye que el ad quem tomando en cuenta los elementos probatorios aportados en
el juicio, determinó que en virtud de que durante la asamblea de accionistas
estuvieron representados la mayoría de los haberes pertenecientes a la comunidad
en cabeza de la ciudadana Carmen Cecilia Lopéz Lugo, la misma había quedado
legítimamente constituida. Lo cual constituye una conclusión jurídica que alcanzó el
juez de alzada luego de examinar, analizar y valorar las pruebas aportadas por las
partes en el juicio, y en todo caso, si el recurrente considera que dicha conclusión
está errada, dicho error fue el resultado de el (sic) establecimiento y la valoración de
las pruebas, y es en ese sentido que ha debido formular la denuncia.

Sin embargo, la Sala observa que en el caso sub juidice, al estar representada una
cuota suficiente de la comunidad en la asamblea, no era necesario que se efectuara
previamente la designación de un representante de la misma, puesto que, según acta
levantada a tales efectos, se encontraba presente el porcentaje que representaba la
ciudadana Carmen Cecilia López Lugo y la cuota que representaba a cada uno de los
hijos, todos miembros de la comunidad hereditaria.

Por lo que la norma denunciada como infringida por falta de aplicación, no era
aplicable al presente caso”.(Destacado del fallo citado).
 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/diciembre/193697-1066-91216-2016-
16-0826.HTML

OBITER DICTUM

Finalmente, esta Sala no deja de observar la alta cantidad de casos y situaciones que
se presentan en relación a la cantidad de acciones de amparos y solicitudes de
revisión vinculadas a las nulidades de asambleas de accionistas, en las que un solo
accionista realiza convocatorias de Asambleas de Accionistas Extraordinarias (incluso
sin tener facultades para convocar a dichas asambleas valiéndose solamente de su
condición de socio), para efectuar cambios en la composición accionaria de la
empresa (donde un accionista minoritario aumenta capital para pasar a ser
mayoritario), realizar aumentos de capital, designar administradores, establecer las
facultades de ciertos administradores, o crear administradores únicos excluyendo a
los demás, entre otras actividades y decisiones que se realizan y toman en esas
asambleas.

Incluso, se han efectuado dichas convocatorias a través de medios impresos de poca


circulación o consulta, siendo que tales publicaciones de las convocatorias deben ser
hechas por la prensa, en periódicos (artículo 277 del Código de Comercio), por lo que
no puede hacerse en una revista de publicación mensual, debiendo ser interpretada
esta norma como que exige que el periódico tenga circulación o que la publicación se
haga “en uno de los periódicos de más circulación” como lo establece el artículo 253
del Código de Comercio, completándose así la mens legis, ya que el legislador no
pudo haberse referido a un periódico de escasa circulación, ya que la finalidad es
poner en conocimiento a los interesados, que no están al tanto de la convocatoria
para que puedan hacer valer sus derechos, de allí que la convocatoria ha de hacerse
en la prensa diaria, de tipo general, lo cual excluiría a algunos medios de gran
difusión que no circulan los domingos o prensa especializada, por lo que han de
publicarse en dos diarios de reconocida circulación nacional y de mayor consulta, que
por su tiraje garanticen en mayor medida la posibilidad de lectura.

Lo anterior debe ir a la par de lo establecido en el Código de Comercio, en relación a


la forma de convocatoria personal por correspondencia (carta certificada),
convocatoria a la cual tiene derecho “todo accionista”, haciendo elección de domicilio
y depositando en la caja de la compañía el número de acciones necesarias para tener
un voto en la asamblea (artículo 279 del Código de Comercio), así como de los
demás sistemas de convocatoria directos a los accionistas establecidos en el
documento constitutivo que incorporan, en ocasiones que se realice a través de carta
certificada, telegrama, telex, fax u otras formas de remisión de mensajes, pero estos
modos de convocar no pueden funcionar sino en empresas de pocos socios, ya que
su instauración en sociedades de grandes dimensiones, como las que recurren a la
oferta pública sería una fuente de dificultades, ante lo cual, para una gran difusión, el
anuncio puede ser por Internet en la página web de la sociedad, aunque la
publicación por la prensa es de inexcusable cumplimiento. En este sentido se ha
pronunciado la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia
N.° 42, del 9 de marzo de 2010 (caso: Alfredo Capriles Ponce) y en sentencia dictada
el 22 de octubre de 2009, con ponencia de la Magistrada Yris Armenia Peña
Espinoza, en el expediente No. 2008-000675.

De allí, que de conformidad con los artículos 277 y 279 del Código de Comercio y lo
anteriormente señalado, el incumplimiento por parte de los administradores de
realizar la notificación de los accionistas de conformidad con los estatutos sociales y
el Código de Comercio, hace objetable la convocatoria realizada para la celebración
de la asamblea de accionistas. Aquellas cláusulas estatutarias que impliquen una
limitación o perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser informados de
la celebración de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio de los
derechos de los accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y
oportuna información, de manera que los socios están obligados a cumplir las
condiciones y reglas establecidas, tanto en los estatutos sociales de la empresa como
en el Código de Comercio, para realizar la convocatoria de los restantes socios para
la celebración de la asamblea de accionistas, para de esta manera garantizar a los
socios que tengan la información necesaria para que asistan, preparen sus
observaciones respecto a los asuntos que se tratarán, y ejerzan sus derechos de
socios, ya que la convocatoria tiene por objeto proteger los intereses propios de los
mismos.

La finalidad de la convocatoria es informar de manera oportuna a los socios que se


celebrará una asamblea de socios para deliberar sobre determinadas materias y
adoptar los acuerdos a que haya lugar, por lo que la forma y contenido de la
convocatoria debe ser apta para cumplir tal finalidad, consistiendo el principio general
en que la convocatoria debe ser pública y al efecto lo más común es la utilización de
la prensa, siendo que los estatutos pueden determinar órganos de prensa específicos
en los cuales habrán de publicarse las convocatorias, siempre y cuando reúnan las
condiciones antes señaladas; en cuyo caso será presupuesto de validez de la
convocatoria la utilización de esos determinados órganos de publicidad y no cualquier
otro; por lo cual debe considerarse no hecha la convocatoria publicada en un órgano
que no llene los requisitos exigidos por el documento constitutivo o los estatutos
sociales, el Código de Comercio y el presente fallo. La convocatoria es un aviso con
un contenido mínimo que debe permitir al accionista enterarse de que en un lugar, día
y hora determinados tendrá lugar una reunión de accionistas en la cual se va a
deliberar y decidir sobre asuntos concretos.

También la convocatoria debe enunciar el objeto de la reunión, por lo que toda


deliberación sobre un objeto no expresado en ella es nulo (artículo 277 del Código de
Comercio), por lo que el objeto debe indicarse de modo específico, no de manera
genérica. Además del objeto u orden del día, la convocatoria debe expresar el día, la
hora, la sede y el lugar en el que se reunirá la asamblea, ya que de otra manera,
existiría imprecisión acerca de un elemento de información importante para los
accionistas, ya que la finalidad del aviso es informar, por lo que la información debe
ser suministrada en forma clara, directa y expresa, de lo contrario sería nula dicha
convocatoria, ya que la forma y contenido de la convocatoria debe ser apta para
cumplir tal finalidad de información completa, suficiente y oportuna al realizarse en un
tiempo adecuado y a través de medios adecuados para que se dé la efectiva
notificación de los socios.

Por lo tanto, la Sala debe dejar establecido que la creación, en los estatutos sociales
de las sociedades mercantiles, de requisitos distintos a los previstos en el Código de
Comercio respecto a la convocatoria de los socios o accionistas para la celebración
de las asambleas, debe realizarse con el propósito de fortalecer el régimen de
convocatoria previsto en el mismo y no para limitar o perjudicar el derecho de los
socios o accionistas de ser informados con las garantías suficientes que le permitan
conocer con antelación el día, lugar, hora y objeto a tratar en la asamblea, lo cual sólo
puede lograrse mediante el establecimiento de un medio adecuado de convocatoria
que sea lo más claro y eficiente posible, que no represente dudas de su idoneidad
como instrumento capaz de garantizar el derecho de ser informado de la convocatoria
que tienen los socios o accionistas de las sociedades mercantiles, habida
consideración que las nuevas tecnologías han desarrollado medios de información
distintos a los previstos en el Código de Comercio y que son capaces de garantizar
una convocatoria segura y confiable. Por lo que, aquellas cláusulas estatutarias que
impliquen una limitación o perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser
informados de la celebración de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio
de los derechos de los accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y
oportuna información, para evitar que a través de la creación de estas cláusulas se
establezcan medios a través de los cuales se constituyan asambleas sin el
conocimiento de los socios o accionistas que den la apariencia de haber cumplido
formalmente con el requisito de la convocatoria, pero que en realidad lo que se
persigue es evitar que se informe realmente de la celebración de una asamblea a
determinados socios o accionistas.

De allí que, de ahora en adelante se han de convocar a los accionistas de manera


concurrente según lo establecido en los artículos 277 y 279 del Código de Comercio y
lo establecido en los estatutos y documento constitutivo, salvo en aquellas sociedades
mercantiles que coticen en la bolsa o realicen oferta pública de acciones o tenga más
de quince accionistas, siendo que a las últimas se podrá notificar por correo
electrónico certificado, con firma electrónica certificada y a través de la página de
interntet de la sociedad mercantil.

Igualmente, en materia de franquicia internacional y de consorcios internacionales,


entre otros, donde los nuevos franquiciados o consorciados no discuten las cláusulas
del contrato, sino que se adhieren al contrato, y para éstos (franquiciados o
consorciados) se trata de un nuevo contrato, pueden establecerse formas de
notificación de convocatorias distintas a las previstas en el Código de Comercio
venezolano pues para la formación del contrato se aplica el derecho extranjero,
aunque las mismas funciones dentro del territorio de la República Bolivariana de
Venezuela.

El incumplimiento de todo lo anterior implicaría que cualquier actuación contraria a lo


establecido anteriormente, faculta al juez a dictar cualquier medida cautelar nominada
o innominada que permita garantizar los derechos de los posibles afectados, siempre
y cuando estas no impliquen un abuso de derecho de los posibles afectados o de las
facultades del juez, teniendo en cuenta que la Sala Constitucional ha señalado es que
el juzgador no puede declarar una junta administradora ad hoc, ya que ello escapa de
sus facultades cautelares.

Visto lo anterior, se ordena publicar el presente fallo en la Gaceta Oficial de la


República Bolivariana de Venezuela, la Gaceta Judicial y la página de internet del
Tribunal Supremo de Justicia, cuyo sumario será “Criterio vinculante sobre modo de
convocatoria de las asambleas de accionistas” a los fines de hacer extensivo el
conocimiento de esta sentencia, cuya aplicación es a partir de la publicación del
presente fallo.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/abril/304629-0083-25419-2019-18-
0435.HTML

Al respecto, vale la pena indicar que el consentimiento se refiere a una manifestación


de voluntad deliberada, consciente y libre, que expresa el acuerdo de un sujeto de
derecho respecto de un acto externo propio o ajeno, siendo el primero de los
elementos esenciales para la existencia del contrato, tal como lo establece el artículo
1.141 del Código Civil (Véase, MADURO LUYANDO, ELOY. Curso de Obligaciones
Derecho Civil III. Universidad Católica Andrés Bello, Manuales de Derecho, Caracas,
1997, p. 443), siendo que, en el caso de las sociedades mercantiles, el
consentimiento debe manifestarse por el órgano que ejerce la representación de la
compañía, el cual debe constituirse en la forma prevista en la Ley y el contrato social,
para de esta manera expresar la voluntad de la sociedad.

Tal como se refirió anteriormente, en el caso bajo estudio la Sala de Casación


Civil

no tomó en cuenta el argumento relativo a que la renuncia de la ciudadana Helena


Rodrígues al cargo de Director Gerente de la sociedad mercantil Inversiones Joyas
7BC, C.A., fue registrada el 27 de julio de 2004, ante el Registro Mercantil Segundo
de la Circunscripción Judicial del Distrito Capital y Estado Miranda, es decir, más de
cuatro (4) años después de la celebración de la asamblea a través de la cual la
mencionada ciudadana renunció al referido cargo, lo cual era determinante para la
solución del caso que era sometido a su consideración.
En este sentido, respecto a la eficacia de las modificaciones del acta
constitutiva de una sociedad mercantil, esta Sala Constitucional en sentencia N°
287/2004, caso: “Giovanny Maray”, ratificada en sentencia N° 807/ 2014, caso: “Igor
Flasz Goldberg”, señaló que:

“De la lectura del párrafo trascrito, se desprende que el juez dejó de valorar la prueba
con una justificación que resulta contraria a las características de las sociedades de
capital, por cuanto explicó que la mencionada acta de la Asamblea de accionistas no
cumplió con el requisito exigido en el artículo 19 del Código de Comercio.

Ciertamente, los comerciantes individuales y colectivos (sociedades) despliegan una


actividad que afecta a muchas personas y que representa una importancia
extraordinaria en el ámbito general de la economía, por tal motivo, el legislador ha
considerado necesario que determinadas actuaciones estén sometidas a un régimen
de publicidad (v.g. artículos 19, 212, 215, 217, 221 del Código de Comercio) y,
específicamente, decidió encomendar esta tarea al Registrador, quien cumple
funciones distintas a las del Notario, porque este último se encarga de autorizar el
documento público que contiene las estipulaciones de los particulares y, el primero,
examina y califica el título, por lo tanto, le confiere una eficacia especial (Emilio Calvo
Baca. Derecho Registral y Notarial. Caracas. Ediciones Libra, 2001, p. 774).

Sin embargo, en el caso en concreto, se trata de una acta de asamblea que da cuenta
de dos hechos: i) la venta de doscientas cincuenta (250) acciones y ii) la modificación
de cláusulas del documento constitutivo estatutario, tales hechos, a juicio de la Sala,
no requieren registrarse para que surtan efectos frente a la sociedad o a terceros.

En efecto, en las sociedades de capital la identidad de los socios es irrelevante para


el crédito de la compañía (artículo 201, ordinal 3º del Código de Comercio), por lo
tanto, al no ser la venta de acciones una modificación que interese a terceros, no se
requiere de su inscripción en el Registro Mercantil, tal y como lo preceptúa el artículo
19, ordinal 9º eiusdem. Además, con la sola inscripción en el libro de accionistas de la
venta se acredita al comprador como socio frente a la sociedad y a terceros (cfr.
Goldschmidt, Morles, Núñez, Acedo Mendoza, Sansó).

En cuanto a las modificaciones de los estatutos derivadas de la enajenación


voluntaria de las acciones, específicamente del nombre de los socios y del número de
acciones que cada uno suscribió, se regulan por lo dispuesto en el artículo 296 del
Código de Comercio, el cual establece lo siguiente:

´Artículo 296:
La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros
de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros,
firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.

En caso de muerte del accionista, y no formulándose oposición, bastará para obtener


la declaración del cambio de propiedad en el libro respectivo y en los títulos de las
acciones, la presentación de estos títulos, de la partida de defunción y, si la compañía
lo exige, un justificativo declarado bastante por el Tribunal de 1º Instancia en lo Civil,
para comprobar la cualidad de heredero´.

De la trascripción anterior se evidencia que no se requiere en estos casos del registro,


a diferencia de lo que ocurre con otro tipo de modificaciones de los estatutos, las
cuales están reguladas en el artículo 221 del Código de Comercio, que señala lo
siguiente:

‘Artículo 221: Las modificaciones en la escritura constitutiva y en los estatutos de las


compañías, cualquiera que sea su especie, no producirán efectos mientras no se
hayan registrado y publicado, conforme a las disposiciones de la presente Sección’
(…)” (Resaltado de la Sala).

Pues bien, la Sala ha establecido con carácter vinculante el cual se reitera que
la venta de las acciones de un socio en una compañía no amerita su inscripción en el
Registro Mercantil, para que surta efectos frente a la sociedad o a terceros (vid.
artículo 296 del Código de Comercio) -supuesto distinto al caso de autos-; sin que ello
excluya la obligación del registro de las modificaciones en la escritura constitutiva y en
los estatutos de las compañías conforme al artículo 221 del Código de Comercio.

Así, respecto al resto de las modificaciones de los estatutos societarios, ha


sido discutido por la doctrina cuales modificaciones deben ser registradas ante el
Registro Mercantil, conforme al artículo 221 eiusdem. Al respecto, apunta el autor
Francisco Hung Vaillant, que la mayor parte de las modificaciones del contrato social y
los estatutos interesan no sólo a los socios, sino también a los terceros que contratan
con la sociedad o que eventualmente pudieran entrar en relación con ésta. En este
sentido, no basta que la modificación de que se trate haya sido válidamente
adoptada, esto es, que el órgano que les acuerda sea precisamente el investido de tal
facultad y que el acuerdo haya sido adoptado conforme a las reglas de formación de
la voluntad de la sociedad, sino que además es necesario el cumplimiento de ciertas
formalidades de publicidad, cuya consecuencia en caso de omisión se encuentra
establecida en el artículo 221 del Código de Comercio (véase, HUNG VAILLANT,
FRANCISCO. Sociedades. Vadell Hermanos Editores, Caracas, 1999, pp. 138-139).
Respecto de los efectos de los actos sujetos a registro, indica el autor Alfredo
Morles que los actos cuya inscripción es proclamada por el Código de Comercio -
artículo 19- surten efectos frente a terceros cuando la inscripción se ha realizado. La
falta de oportuno registro y fijación no incide en la validez del acto, ya que los actos
son válidos, pero ineficaces frente a terceros hasta tanto ocurra la inscripción y la
publicación –artículo 221 del Código de Comercio–. Igualmente nos indica que, en
caso de las reformas o modificaciones estatutarias el registro tiene un efecto
parcialmente constitutivo, ya que solo con el registro y publicación surten efectos las
reformas estatutarias (cfr. MORLES HERNÁNDEZ, ALFREDO. Curso de Derecho
Mercantil, Tomo I. Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2017, pp. 241-242).

En este sentido, es con el registro de los actos enunciados en el artículo 19


del Código de Comercio, que el comerciante puede reputar que el acto en cuestión es
conocido erga omnes y nadie puede alegar en su contra la ignorancia del acto; por
ello, la falta oportuna de registro y fijación no podrá oponerse a terceros de buena fe,
tal como lo estipula el artículo 25 eiusdem. Por interpretación en contrario, de
conformidad con lo establecido en el mencionado artículo, el acto no registrado no
produce efectos erga omnes, sino sólo frente a quienes realmente lo conocen, y ese
conocimiento real (que ya no puede considerarse efectivo por imperio de la ley),
deberá ser demostrado por el interesado en cada caso particular (vid. MÁRMOL
MARQUÍS, HUGO. Fundamentos del Derecho Mercantil, Parte General. Ediciones
Líber, 4ta. Edición, Caracas, 1999, pp. 222-224).

Con relación a los cambios en la representación legal de la sociedad, tanto la


doctrina como la jurisprudencia han resuelto de manera diversa la necesidad del
registro del acta que la modifique (cfr. a favor de la inscripción en el Registro Mercantil
R. & G., Tomo CVIII, 1989, 2do Trimestre, pp. 135-138; R. & G., Tomo CVIII, pp. 361-
363; R. & G., Tomo XV, 1966, 2do Trimestre, pp. 54-60; en sentido contrario, R. & G.,
Tomo XVI, 1967, 1er Trimestre, pp. 182-185).

Al respecto, esta Sala considera que el cambio de los administradores de las


sociedades comporta una modificación del documento constitutivo y debe registrarse
para que surta efecto frente a terceros, toda vez que tal exigencia ofrece la certeza y
seguridad jurídica necesaria en el desarrollo de las relaciones comerciales.
Ciertamente, tal como se señaló anteriormente en relación con el artículo 25
del Código de Comercio, el comerciante no podrá aprovechar la falta de cumplimiento
de la inscripción en el registro, en perjuicio de un tercero de buena fe –que podría
convalidar la falta de publicidad, en virtud de conocer el acto y no verse perjudicado
por el comerciante que omitió el cumplimiento de las formalidades–. La condición de
un tercero de buena fe en las relaciones comerciales resulta fundamental a los fines
de analizar la conformidad a derecho de un contrato mercantil, ya que el concepto de
buena fe “(…) debe entenderse en función de la celeridad y la falta de formalidades
que caracteriza las operaciones mercantiles (…)” (cfr. MÁRMOL MARQUÍS, HUGO.
Ob. Cit. pp. 222-225).

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/julio/179723-909-20715-2015-12-
0729.HTML

No obstante la declaratoria de no ha lugar a la solicitud de revisión, esta Sala estima


preciso asentar a la luz de los principios constitucionales que ordenan no sacrificar la
justicia por la omisión de formalismos no esenciales, en consonancia con el derecho a
la tutela judicial efectiva, que garantiza el impulso que las partes deben dar al proceso
hasta llegar al pronunciamiento del órgano jurisdiccional, donde, sin dejar de tener
importancia la forma al servicio de la justicia, el excesivo formalismo se contraponga a
los fines de la justicia y; en aras del derecho a la defensa y al principio pro actione a
favor de los justiciables, así como en atención a los principios de confianza legítima y
seguridad jurídica, esta Sala en la búsqueda de uniformar criterios que propenda a la
correcta administración de justicia, es por lo que analizado el criterio fijado en la
sentencia dictada por la Sala de Casación Civil, del 11 de febrero de 2011, caso:
Bancaribe Curacao Bank, N.V. contra Inmobiliaria 88, S.A, antes referido, estima que
la Sala de Casación Civil y todos los tribunales de la República, conociendo de los
asuntos, como jueces constitucionales, deben interpretar y examinar las normas
preconstitucionales a la luz de las garantías establecidas en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, sin sacrificar la realización de la justicia y el
proceso como mecanismo para su consecución, conforme lo dispone el artículo 257
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por formalidades no
esenciales o excesivas, que atenten contra el derecho de los justiciables a obtener un
pronunciamiento sobre el mérito del asunto sometido a su conocimiento; y así lo
reitera esta Sala Constitucional con carácter vinculante, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 335 eiusdem.

Por tanto, atendiendo a ello, y en casos como el analizado, esta Sala Constitucional
estima pertinente establecer, con carácter vinculante para todos los tribunales de la
República, lo siguiente: que el lapso para apelar de las sentencias interlocutorias, de
cualquier carácter, en materia mercantil, es de cinco (05) días. Así se decide
 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/196324-20-23217-2017-16-
1024.HTML

Al respecto, esta Sala del análisis de la sentencia dictada por la Sala de Casación
Civil, objeto de la revisión observa que en dicho fallo, se analizó la denuncia de que el
juzgador de alzada incurrió en un error de derecho en la valoración de la prueba de
inspección extra judicial promovida por la parte actora en el juicio, al establecer que
los demandantes tuvieron conocimiento de la venta de las acciones el día en que fue
evacuada la referida prueba, y que debido a ello declaró sin lugar el alegato de
prescripción propuesto por la demandada.

En este sentido, la Sala advirtió que a pesar de que el formalizante no acató la técnica
exigida para sostener este tipo de denuncias, en aras del derecho a la defensa, el
acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva, entró a conocer la misma en atención al
tercer caso de suposición falsa, y en dicho análisis llegó a la conclusión de que en el
caso bajo estudio la parte demandada señaló que los demandantes tuvieron
conocimiento del convenio de cesión de acciones el día en que fue realizado, es decir
el 11 de febrero de 1999, pero que, a pesar de ello, la Sala constató que la
demandada no aportó ningún elemento para probar dicha afirmación, y la parte
demandante alegó que tuvo conocimiento el día que se realizó la inspección ocular
extra litem, el 30 de enero de 2013, por un tribunal ejecutor de medidas; y la Sala
consideró que el documento de cesión de acciones fue inscrito ante el Registro
Mercantil el 14 de noviembre de 2012 y fue publicado en un periódico regional el 15
de noviembre de 2012, tomando dicha fecha como inicio del cómputo del lapso de
prescripción; señalando, asimismo, que de haberse tomado en cuenta la fecha en que
la demandada resultó citada en el juicio sólo habían transcurrido un (1) año, dos (2)
meses y veinte (20) días, por lo que determinó que la acción fue propuesta
tempestivamente.

Al respecto esta Sala observa que el artículo 296 del Código de Comercio
establece lo siguiente:

Artículo 296.- La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción


en los libros de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los
mismos libros, firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.

En caso de muerte del accionista, y no formulándose oposición, bastará para obtener


la declaración del cambio de propiedad en el libro respectivo y en los títulos de las
acciones, la presentación de estos títulos, de la partida de defunción y, si la compañía
lo exige, un justificativo declarado bastante por el Tribunal de 1º Instancia en lo Civil,
para comprobar la cualidad de heredero.
Por su parte, los artículos 217 y 221 del Código de Comercio establecen lo siguiente:

Artículo 217. Todos los convenios o resoluciones que tengan por objeto la
continuación de la compañía después de expirado su término; la reforma del contrato
en las cláusulas que deban registrarse y publicarse, que reduzcan o amplíen el
término de su duración, que excluyan algunos de sus miembros, que admitan otros o
cambien la razón social, la fusión de una compañía con otra, y la disolución de la
compañía aunque sea con arreglo al contrato estarán sujetos al registro y publicación
establecidos en los artículos precedentes.

Artículo 221. Las modificaciones en la escritura constitutiva y en los estatutos de las


compañías, cualquiera que sea su especie, no producirán efectos mientras no se
hayan registrado y publicado, conforme a las disposiciones de la presente Sección.

Ahora bien, esta Sala Constitucional en casos similares al de autos, ha realizado el


análisis de los artículos 296, 217 y 221 de Código de Comercio, entre los cuales
destaca el fallo n.°. 287 del 5 de marzo de 2004, caso: Giovanny Maray; en el cual se
expresó lo siguiente:

(…) en el caso en concreto, se trata de una acta de asamblea que da cuenta de dos
hechos: i) la venta de doscientas cincuenta (250) acciones y ii) la modificación de
cláusulas del documento constitutivo estatutario, tales hechos, a juicio de la Sala, no
requieren registrarse para que surtan efectos frente a la sociedad o a terceros. En
efecto, en las sociedades de capital la identidad de los socios es irrelevante para el
crédito de la compañía (artículo 201, ordinal 3º del Código de Comercio), por lo tanto,
al no ser la venta de acciones una modificación que interese a terceros, no se
requiere de su inscripción en el Registro Mercantil, tal y como lo preceptúa el artículo
19, ordinal 9º eiusdem. Además, con la sola inscripción en el libro de accionistas de la
venta se acredita al comprador como socio frente a la sociedad y a terceros (cfr.
Goldschmidt, Morles, Núñez, Acedo Mendoza, Sansó). (Resaltado de la Sala).

En cuanto a las modificaciones de los estatutos derivadas de la enajenación


voluntaria de las acciones, específicamente del nombre de los socios y del número de
acciones que cada uno suscribió, se regulan por lo dispuesto en el artículo 296 del
Código de Comercio, el cual establece lo siguiente:

“Artículo 296: La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción


en los libros de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los
mismos libros, firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados.

En caso de muerte del accionista, y no formulándose oposición, bastará para obtener


la declaración del cambio de propiedad en el libro respectivo y en los títulos de las
acciones, la presentación de estos títulos, de la partida de defunción y, si la compañía
lo exige, un justificativo declarado bastante por el Tribunal de 1º Instancia en lo Civil,
para comprobar la cualidad de heredero”.

De la trascripción anterior se evidencia que no se requiere en estos casos del registro,


a diferencia de lo que ocurre con otro tipo de modificaciones de los estatutos, las
cuales están reguladas en el artículo 221 del Código de Comercio, que señala lo
siguiente:

“Artículo 221: Las modificaciones en la escritura constitutiva y en los estatutos de las


compañías, cualquiera que sea su especie, no producirán efectos mientras no se
hayan registrado y publicado, conforme a las disposiciones de la presente Sección”.

El criterio antes expresado, fue ratificado por esta Sala Constitucional mediante los
fallos n.° 107 y 114 del 25 de febrero de 2014, casos: Agropecuaria Flora C.A e
Inversiones 30-11-89, C.A., respectivamente, en el cual estableció lo siguiente:

En efecto, el artículo 296 del Código de Comercio dispone que “(l)a propiedad de las
acciones nominativas se prueba con su inscripción en los libros de la compañía, y la
cesión de ellas se hace por declaración en los mismos libros, firmada por el cedente y
por el cesionario o por sus apoderados’, es decir que, en principio, con el libro de
accionistas sólo puede demostrarse la celebración de la cesión de las acciones y, por
ende, la titularidad sobre las mismas, y no el pago del precio ni su oportunidad, a
menos que se hubiese hecho una declaración expresa en ese sentido. De igual
forma, tampoco puede deducirse el pago del precio de la cesión en la asamblea del
16 de noviembre de 2004, por el sólo (sic) hecho de que allí se dejó constancia de
que la demandada tenía la titularidad de la totalidad de las acciones, pues, en esa
misma oportunidad, se había celebrado una cesión pura y simple; por tanto, como en
cualquiera traslación de propiedad hecha de esa forma, se trasladó la propiedad con
el sólo (sic) consentimiento legítimamente manifestado (ex artículo 1161 C.C.)”.

Tal como fue expuesto anteriormente, los apoderados judiciales de la sociedad


mercantil Agropecuaria Flora, C.A., alegaron en su solicitud de revisión la violación del
principio de confianza legítima por parte de la Sala Político Administrativa, por cuanto
en su criterio la misma aplicó un nuevo criterio jurisprudencial para la resolución del
caso de autos, apartándose del criterio reiterado que venía desarrollando la Sala para
la resolución de casos similares hasta la fecha de la decisión.

En este sentido, la Sala Político Administrativa en el fallo No. 336 del 6 de marzo de
2003, caso: Eduardo Leañez, realizó el análisis del artículo 296 del Código de
Comercio y al efecto señaló:
“En el caso bajo análisis, es precisamente la cualidad de accionista la invocada por el
actor a fin de establecer su legitimación para el ejercicio del recurso de nulidad
interpuesto, por lo que a efectos de comprobar el mencionado requisito de
admisibilidad resulta necesario que el recurrente demuestre el carácter que se
atribuye.

En este sentido se observa, que el recurrente presentó a efectos de demostrar su


legitimidad un título original de fecha 2 de junio de 1992, expedido por la compañía
Bancor, S.A.C.A., por 62 acciones, en el cual se señala el capital social de la
compañía y el número de acciones en las que se encuentra representado el mismo, el
cual cursa al folio 132 de la primera pieza del expediente.

Igualmente, se advierte que en la pieza 6 del expediente cursa copia certificada del
expediente correspondiente a la sociedad mercantil Bancor, S.A.C.A., llevado en el
Registro Mercantil Quinto de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda, dentro del cual consta al folio 4.472, copia certificada de un acta de
Asamblea General Ordinaria de Accionistas de la empresa Bancor, S.A.C.A.,
celebrada el 29 de septiembre de 1992, en la que se encontraba presente el
recurrente ciudadano Eduardo Leañez Berrizbeitía con 682 acciones.

No obstante lo anterior, el juzgado a quo, consideró insuficientes tales documentos a


los fines de demostrar la condición de accionista del recurrente y por ende su
legitimidad para el ejercicio de la acción incoada, apoyando tal decisión en que de
conformidad con el artículo 296 del Código de Comercio venezolano, la condición de
socio accionista de una sociedad anónima se prueba con la inscripción en el libro de
accionistas de la compañía que se trate.

En efecto el precitado artículo dispone expresamente lo siguiente:

‘Artículo 296.-La propiedad de las acciones nominativas se prueba con su inscripción


en los libros de la compañía, y la cesión de ellas se hace por declaración en los
mismo[s] libros, firmada por el cedente y por el cesionario o por sus apoderados’.

La doctrina venezolana al interpretar el precepto transcrito, se ha inclinado


mayoritariamente por la tesis según la cual, la condición de accionista frente a la
sociedad y los terceros se adquiere mediante la respectiva inscripción en el libro de
accionistas.

En opinión de Alfredo Morles Hernández, la inscripción de la cesión en el libro de


accionistas produce como consecuencia que el cesionario adquiere la cualidad de
accionista frente a la sociedad y frente a los terceros.

En este sentido el señalado autor ha sentado, con referencia a la cesión de acciones


representadas en títulos, lo siguiente:
‘la legitimación cartular del cesionario sólo ocurre cuando se han cumplido los
siguientes pasos:

a. a. que el cedente haya entregado el título cesionario; y

b. b. que el cedente y el cesionario hayan suscrito una declaración de cesión, con la


colaboración del sujeto emisor, en el Libro de accionistas.

Tales reglas se derivan –directa e indirectamente- del artículo 296 del Código de
Comercio, y son reglas específicas de las transmisión de acciones nominativas.

(omissis...)

Cuando se afirma que el consentimiento opera la transferencia «en las relaciones


internas entre transferente y adquirente» (Ascarelli) o que «la anotación hecha sólo
sobre el título únicamente tiene eficacia entre las partes» (Ferrara, hijo) se hace
referencia a la negociación extracartular de transmisión en base a la cual el cesionario
podrá exigir al cedente la entrega del título y la firma en el Libro de Accionistas, pero
el acuerdo de voluntades no legitima (por sí solo) cartularmente al cesionario frente al
cedente. El cesionario no podrá utilizar el título para derivar ninguna acción ex-título
contra el cedente. La cesión del título sólo se integra y sólo es eficaz con la anotación
en el Libro de Accionistas’. (Curso de Derecho Mercantil, Tomo II, Universidad
Católica Andrés Bello, Cuarta Edición, Caracas 1998, pág. 1088, 1990).

De esta forma la transmisión del título de la acción, legitima al cesionario para exigir
del cedente la realización de los actos necesarios para ponerlo en posición de ejercer
todos los derechos que se deriven de la acción, a través de la inscripción en el libro
de accionistas de la compañía, mas no implica per se que el adquirente obtenga la
cualidad de accionista con la sola tradición del título.

Es cierto que los accionistas tiene derecho a la emisión de un título representativo de


las acciones nominativas que posean, que cumpla con los requisitos establecidos en
el artículo 293 del Código de Comercio, sin embargo, dicho título no constituye prueba
suficiente de la cualidad de accionista de quien lo posea, por cuanto la ‘acción’ puede
existir con prescindencia del mismo.

Este criterio ha sido también acogido por la jurisprudencia nacional, encontrándose


dentro de los precedentes emitidos por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema
de Justicia, la sentencia dictada el 5 de abril de 1989, Caso: Banco Unión C.A. contra
Banque Worms, S.A., en la cual se destaca que la inscripción en el libro de
accionistas de la cesión de acciones nominativas, es un requisito que debe ser
cumplido para que el acto tenga efectos frente a la sociedad y a los terceros.
Igualmente en sentencia Nº 373 de fecha 24 de abril de 1998, la referida Sala de
Casación Civil, aseveró que ‘...el traspaso de acciones de una compañía anónima
para que surta efectos legales debe inscribirse en el Libro de Accionistas”.

Esta exigencia se extiende también a los casos de acciones que estén sometidas a
oferta pública, pues a pesar de la dinámica propia de los intercambios que se
efectúan en el mercado bursátil, la legislación y normativa que se aplica a los mismos
contiene las previsiones necesarias para que se realice la inscripción en los libros de
accionistas de los traspasos de acciones que se realizan en la bolsa de valores.

Con especial referencia al caso de autos, se advierte que en el Reglamento Interno


de la Bolsa de Valores de Caracas, C.A., publicado el 18 de septiembre de 1991, en la
Gaceta Oficial Nº 4.317 Extraordinario, vigente para la fecha en que fue expedido el
título traído a los autos por el recurrente, se dispone lo siguiente:

“Artículo 35: Sin perjuicio de lo que se establece en el Parágrafo Unico del presente
Artículo, el traspaso de acciones comunes o preferidas y de otros títulos nominativos
inscritos en la Bolsa de Valores de Caracas, deberá ser registrado en los libros de
emitente dentro de un plazo que no excederá de siete (7) días hábiles bursátiles,
después de la fecha cuando se hubieren presentado todos los recaudos necesarios
para ello” (Resaltado de la Sala).

Disposición, que además, es reproducida en el artículo 35 del Reglamento Interno de


la Bolsa de Valores de Caracas, C.A., vigente, publicado en la Gaceta Oficial Nº 4.778
Extraordinario del 7 de septiembre de 1994.

Asimismo, en la Resolución Nº 143, por la cual se dispone que los corredores


públicos de títulos valores elaborarán, por lo menos, una carta de traspaso de compra
y otra de venta para cada operación que recaiga sobre acciones que sean objeto de
oferta pública, dictada por la Comisión Nacional de Valores, publicada en la Gaceta
Oficial Nº 33.778 del 11 de agosto de 1987, vigente para el momento en que fue
emitido el título presentado por el actor, se resuelve que:

“2º) El corredor público de títulos valores que realice operaciones de compra, deberá
remitir, a los fines de la debida inscripción en los libros de accionistas, junto con los
otros documentos y recaudos exigidos por la Ley, las correspondientes cartas de
traspaso de compra y venta y, en su caso, los respectivos títulos negociados a la
empresa emisora, al agente de traspaso o al cliente comprador, conforme
corresponda, dentro de los siete (7) días contínuos (sic) siguientes a la fecha en que
se liquidó la operación”. (Resaltado de la Sala)

De lo expuesto se desprende que resulta igualmente aplicable la disposición


contenida en el artículo 296 del Código de Comercio, en los casos de acciones que se
encuentren sujetas a oferta pública, pues la normativa que rige las operaciones
realizadas a través de la intermediación bursátil, prevé la inscripción en el libro de
accionistas como parte del procedimiento a seguir en los traspasos de acciones.

Siendo ello así, toda vez que en las copias del libro de accionista (sic) de la empresa
Bancor, S.A.C.A., que corren insertas a los folios 1.954 al 2.238 de la pieza 4 del
expediente, no se evidencia ningún asiento en el cual conste la cualidad de accionista
del recurrente, y al no encontrarse en el expediente copia de otro libro que evidencie
tal condición, de conformidad con el artículo 296 del Código de Comercio, y de
acuerdo al criterio reiterado de la jurisprudencia nacional, es forzoso concluir en la
insuficiencia del título aportado a los autos y de la copia del acta de asamblea inserta
en el expedientes (sic) a efectos de demostrar la legitimación aducida por el actor.

Cabe destacar además, que el título original que consta en autos data del 2 de junio
de 1992, y que la copia del acta de asamblea que cursa en las copias certificadas del
expediente llevado por el Registro Mercantil Quinto del Distrito Federal y Estado
Miranda, es del 29 de septiembre de 1992, es decir, que ambos documentos fueron
expedidos más de 3 años antes de la fecha en que fue emitido el acto administrativo
impugnado, esto es, el 26 de octubre de 1995, no constando en las actas de
asambleas de más reciente data, que cursan en las copias certificadas emitidas por el
referido Registro, la participación en las mismas del recurrente, todo lo cual aunado a
la ausencia de registro alguno en el libro de accionistas que demuestre la cualidad
invocada por el actor, conlleva a determinar, como antes se expuso, en la ausencia de
la legitimación activa requerida para la adminisibilidad (sic) del recurso interpuesto.
Así se decide.

Con relación al alegato del apelante relativo a la existencia de una (sic) falso
suspuesto de hecho en la sentencia apelada, como consecuencia de la falta de
valoración de los elementos probatorios aportados al proceso, esta Sala conforme a
lo expresado en la argumentación antes expuesta, estima adecuada la valoración
realizada por la Corte de las pruebas aportadas a los autos, por cuanto como bien
expreso (sic) el a quo de acuerdo a la legislación vigente y en apego a la
jurisprudencia y doctrina imperantes, no existen en autos pruebas suficientes de la
titularidad de las acciones que el recurrente alega a efectos de demostrar su
legitimación activa, en virtud de lo cual se desestima la denuncia en referencia. Así se
decide”.

El anterior criterio fue ratificado por la mencionada Sala en la decisión No. 596 del 24
de abril de 2007, caso: María Antonia Santaella, en la cual estableció:

“Siendo ello así, toda vez que en las copias del libro de accionista[s] de la empresa
Bancor, S.A.C.A., que corren insertas a los folios 1.954 al 2.238 de la pieza 4 del
expediente, no se evidencia ningún asiento en el cual conste la cualidad de accionista
del recurrente, y al no encontrarse en el expediente copia de otro libro que evidencie
tal condición, de conformidad con el artículo 296 del Código de Comercio, y de
acuerdo al criterio reiterado de la jurisprudencia nacional, es forzoso concluir en la
insuficiencia del título aportado a los autos y de la copia del acta de asamblea inserta
en el expedientes (sic) a efectos de demostrar la legitimación aducida por el actor”.

De esta manera, por las consideraciones antes expuestas, esta Sala estima que el
criterio sostenido por la Sala de Casación Civil no estuvo ajustado a derecho, por
cuanto en el caso bajo análisis se concretó la violación de los derechos
constitucionales de la solicitante relativos a la tutela judicial efectiva, al debido
proceso y a la defensa, debido a que el fallo objeto de revisión, al resolver el asunto
sometido a su consideración, no acató el criterio jurisprudencial sostenido
pacíficamente por esta Sala en relación al artículo 296 del Código de Comercio, luego
de haberse constatado que, en el presente caso, la venta de las acciones no
requerían ser registradas, dado que basta con su asiento en el respectivo Libro de
Accionistas, y tal inscripción trae como consecuencia que el cesionario adquiere la
cualidad de accionista frente a la sociedad y frente a los terceros, y, por lo tanto, es a
partir de la fecha de su inscripción en el libro que comienzan a contarse los lapsos
establecidos en la ley para la prescripción de la acción. Así se decide.

Por ello, en virtud de que esta Sala Constitucional considera que el fallo objeto de
revisión vulneró directamente su doctrina acerca de la aplicación del artículo 296 del
Código de Comercio; y, además, que la pretensión de autos contribuirá con la
uniformidad jurisprudencial en esa materia, declara que ha lugar a la revisión y, en
consecuencia, anula la decisión n.°:212, de la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, del 05 de abril de 2016 y repone la causa al estado en que la
referida Sala (Accidental) dicte nueva sentencia con acatamiento al criterio que se
estableció en el presente fallo. Así se decide.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/julio/309967-RC.000092-30720-2020-
16-120.HTML

En virtud de lo antes expuesto, la Sala considera que es imprescindible la citación de


los herederos desconocidos, la cual está sometida al cumplimiento de formalidades
concurrentes, a saber: fijación del edicto en la puerta del tribunal y su publicación en
los diarios que indique el tribunal; y en defecto de la comparecencia de los llamados a
través del edicto, se procede a la designación del defensor de oficio.
Sobre este particular, esta Sala en sentencia Nro. 390, del 16 de julio de 2009, caso:
Melvin Ramón Carroz Urdaneta, expresó lo que sigue:

“…De allí que, esta Sala observa en el fallo recurrido que el juez superior advirtió una
subversión del orden procesal cometida por el juez de primera instancia, cuando
detectó vicios que afectan normas de orden público relacionadas con la citación de
las partes en el proceso, específicamente aquellas normas que, a decir del juez
superior, debieron aplicarse al momento de constar en el expediente la partida de
defunción de una de las partes involucradas en el juicio.

Al respecto, el artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, dispone…

…Omissis…

Sobre el particular, esta Sala, en decisión del 25 de junio de 2002, en el juicio de


Nieves Margarita Avenas Montes contra los herederos de José Martínez Roda,
expediente N° 00-000414, reiterado en sentencia de fecha 11 de junio de 2008, caso:
Eleana María Carruyo Parra y Luís Alberto Maldonado Urdaneta, estableció que:

‘el artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, señala que ‘La muerte de la parte
desde que se haga constar en el expediente, suspenderá el curso de la causa
mientras se cite a los herederos.’ En aplicación del precepto legal transcrito, ocurrido
el supuesto de hecho señalado y programado por la norma, lo procedente es ordenar
la paralización de la causa y proceder a citar a los herederos, aún a los desconocidos,
mediante edicto, tanto a título universal como particular, ya que se debe entender a
éstos como los nuevos legitimados para obrar, respecto al derecho litigado por el de
cujus’.

Asimismo, el artículo 231 del Código de Procedimiento Civil, establece lo siguiente…

…Omissis…

De la misma manera, esta Sala, en sentencia N° 00558, de fecha 7 de agosto de


2008, caso: Sucesores de Francisco Antonio Carrillo Gutiérrez contra Ana Teresa
Morales, expresó lo siguiente:

‘De manera que, los interesados en la continuación del proceso, disponen de seis [6]
meses continuos, contados a partir del momento en que se haya consignado el acta
de defunción, para que den cumplimiento al deber que la ley les exige de citar a los
herederos desconocidos, mediante la solicitud y la publicación de edictos, conforme a
las formas y oportunidades previstas en el antes referido artículo 231.
De esta forma, se les garantiza el derecho a la defensa y al debido proceso que
propugna en su artículo 49 la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
a quienes no han tenido conocimiento de que se esté llevado a cabo un juicio que
pudiera resultar en perjuicio de sus intereses hereditarios.

...Omissis…

Aún más, si el juez no advierte el incumplimiento de la referida obligación, es decir, el


hecho de que no se haya instado la citación in comento, y pese a ello, sigue el curso
del proceso o reanuda la causa sin haberse verificado dicha citación, tal omisión
acarreará en el futuro la nulidad de las actuaciones subsiguientes, por menoscabo al
derecho a la defensa y al debido proceso tanto a las partes que integran la relación
jurídica en el proceso como a los causahabientes: a las primeras, por lo ilegítimo que
resulta la declaración de sus derechos mediante una sentencia viciada de nulidad; y a
los segundos, porque se les niega toda posibilidad para exponer los alegatos que
consideren pertinentes en defensa de sus derechos’.

Esta Sala, ratifica, mutatis mutandi, el contenido de las normas precedentemente


transcritas, así como los criterios jurisprudenciales citados y en razón de lo
anteriormente expuesto, considera que la decisión del juez superior es ajustada a
derecho, puesto que tal como lo asevera en su sentencia, la citación, y aún más, las
reglas que regulan la citación de los herederos desconocidos de un fallecido, son
entendidas por nuestra legislación, como normas de orden público y por tanto, no
relajables y de inexorable cumplimiento, de lo contrario, quedan en riesgo los
derechos y garantías de aquellas personas que sin saberlo, pudieran tener algún
interés jurídico o económico dentro de un determinado juicio…”. (Negrillas y cursivas
de la sentencia, subrayado de la Sala).

De acuerdo a la sentencia parcialmente transcrita, la omisión de la citación de los


herederos desconocidos, implica un quebrantamiento de norma de orden público,
siendo la citación un acto esencial para la validez de las actuaciones en el proceso,
dado que a través de la misma se garantiza el derecho a la defensa y al debido
proceso, por tanto su omisión les niega a los herederos desconocidos (en caso de
que los hubiere) toda posibilidad para exponer los alegatos que consideren
pertinentes en defensa de sus derechos e intereses; norma ésta que debió observar
el tribunal de la causa, como director y garante del debido proceso y no lo hizo.

En consecuencia, en el presente caso, considera la Sala que se incumplió la citación


de los herederos desconocidos del codemandado, ciudadano Guillermo Juan Fasciola
Albornoz, siendo la citación un acto esencial para la validez de los actos
subsiguientes del proceso, dado que atañe al derecho de la defensa y al debido
proceso, norma de eminente orden público, por lo que el juicio continuó sin la
participación de aquéllos, quienes no tuvieron conocimiento del mismo ni pudieron
ejercer su derecho a la defensa.

En consecuencia, esta Sala en virtud de los razonamientos antes señalados, observa


que el juez de alzada advirtió correctamente un claro quebrantamiento de las formas
sustanciales de los actos que menoscaban el derecho de defensa, dada la subversión
del procedimiento con anuencia del tribunal a-quo; que lejos de ordenar el proceso,
creó y mantuvo un desorden procesal que vulneró los derechos constitucionales de
los herederos desconocidos del ciudadano Guillermo Juan Fasciola Albornoz (+), toda
vez que las normas que regulan la citación de los herederos desconocidos del difunto,
son de eminente orden público, y por tanto, de estricto acatamiento por parte del
tribunal, las cuales no pueden ser relajadas por voluntad de las partes, y cuyo
incumplimiento acarrea la sanción de la nulidad, por ser la citación un acto esencial
para la validez de los actos subsiguientes del proceso.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/agosto/RC-00681-100807-061113.HTM

El contenido de la normativa denunciada como infringida, expresa:

“...Artículo 277. La asamblea, sea ordinaria o extraordinaria, deber ser convocada por
los administradores por la prensa, en periódicos de circulación, con cinco días de
anticipación por lo menos al fijado para su reunión.

La convocatoria debe enunciar el objeto de la reunión, y toda deliberación sobre un


objeto no expresado en aquella es nula”.

Por su parte, el artículo 280 eiusdem, dice:

“Cuando los estatutos no disponen otra cosa, es necesaria la presencia en la


asamblea de un número de socios que represente las tres cuartas partes del capital
social y el voto favorable de los representen la mitad, por lo menos, de ese capital,
para los objetos siguientes:

1°- Disolución anticipada de la sociedad.

2°- Prórroga de su duración.


3°- Fusión con otra sociedad.

4°- Venta del activo social.

5°- Reintegro o aumento del capital social.

6°- Reducción del capital social.

7°- Cambio del objeto de la sociedad.

8°- Reforma de los estatutos en las materias expresadas en los números anteriores.

En cualquier otro caso especialmente designado por la Ley...”.

Según la letra del artículo 280 antes citado, se impone la obligación a los
administradores de convocar a los accionistas de las compañías, a las asambleas,
sean éstas ordinarias o extraordinarias, mediante prensa o de la forma dispuesta en
los estatutos sociales, por lo menos con cinco (5) días de anticipación a la celebración
de alguna de aquéllas, en la cual debe indicarse el objeto, es decir, los puntos a ser
considerados para su debate, so pena de nulidad de la asamblea.

Por otro lado, el artículo 280 refiere el quórum necesario a los fines de discutir
sobre los objetos que allí se señalan, dentro de los cuáles se encuentra el aumento
de capital.

Al respecto, esta Sala en sentencia N° 999, de fecha 12 de diciembre de 2006,


expediente N° 999, caso: Eduardo Estévez Tejasa contra Papeles Venezolanos, C.A.
dejó sentado lo siguiente:

“(...) Respecto al contenido de la precedente norma, en sentencia N° 00409, de 4 de


mayo de 2004, caso: Envases Venezolanos S.A, c/ Litoenvases Camino S.A
(Litoencasa), esta Sala señaló lo siguiente:

“...El artículo 277 del Código de Comercio, señala:

“La asamblea, sea ordinaria o extraordinaria, debe ser convocada por los
administradores, por la prensa, en periódicos de circulación, con cinco días de
anticipación por lo menos al fijado para su reunión.

La convocatoria debe enunciar el objeto de la reunión, y toda deliberación sobre un


objeto no expresado en aquella es nula”.
La norma antes transcrita, establece la obligación que tienen los administradores de
convocar a los accionistas de la compañía, mediante prensa o de la forma establecida
en los estatutos sociales, por lo menos con cinco (5) días de anticipación a la
celebración de alguna asamblea ordinaria o extraordinaria, en la cual se debe indicar
claramente los puntos que en ella van a debatirse so pena de nulidad de la asamblea.

La convocatoria al ser el acto mediante el cual se anuncia a los accionistas que habrá
una asamblea, debe contener el nombre de la sociedad mercantil, la fecha, la hora, el
lugar donde ésta se celebrará, los puntos que se van a tratar y quienes la convocan,
para garantizar a los socios que tengan la información necesaria para que asistan,
preparen sus observaciones respecto a los asuntos que se tratarán, y ejerzan sus
derechos de socios, ya que la convocatoria tiene por objeto proteger los intereses
propios de los socios.

En tal sentido, el abogado Francisco Hung Vaillant, expresa:

“2.1.2. Forma y contenido de la convocatoria.

La finalidad de la convocatoria es informar a los socios que se celebrará una


asamblea de socios (sic) para deliberar sobre determinadas materias y adoptar los
acuerdos a que haya lugar. En consecuencia, la forma y contenido de la convocatoria
debe ser apta para cumplir tal finalidad.

(...Omissis...)

En relación al contenido de la convocatoria es de señalar que la misma debe


contener:

a) El nombre de la sociedad;

b) El lugar, la fecha y hora de la reunión;

c) El orden del día o puntos a tratar; y,

d) Expresión del órgano que formula la convocatoria...”

Es menester señalar que para que estén cumplidos los requisitos del lugar, fecha y el
orden del día en la convocatoria, es necesario que se indique la dirección exacta
donde se realizará la reunión; el día y el mes, y los puntos que se van a tratar en la
reunión, siendo nulo todo asunto que se discuta que no esté en el orden del día
expresado en la convocatoria.

En el Código de Comercio y Normas Complementarias, comentado por la Editorial


Legislec Editores, se expresa:
“La convocatoria debe enunciar el objeto de la reunión. Toda deliberación sobre su
objeto debe indicarse de modo específico, no de manera genérica (Ferri, Di Sabato).
Además del objeto (orden del día), la convocatoria debe expresar el día, la hora, la
sede y el lugar en el que se reunirá la asamblea. La indicación del lugar en que se
reunirá la Asamblea. La indicación de lugar, para ser completa, debe contener el
señalamiento de la dirección del local donde se va a llevar efecto la reunión (Hung
Vaillant). De otra manera, existiría imprecisión acerca de un elemento de información
importante para los accionistas...”. (Vid. Código de Comercio y Normas
Complementarias, Legislec Editores C.A, Caracas, año 2001, pág. 199).

Del precedente criterio jurisprudencial se deriva que la convocatoria a una asamblea,


debe identificar a la compañía indicando su nombre así como las personas que la
convocan; debe señalar la fecha, hora y lugar donde se va a celebrar la misma; y,
debe expresar los puntos que se van a tratar para que los socios ejerzan sus
derechos y presenten las observaciones que tuvieren bien en hacer.

Esta Sala reitera ese criterio jurisprudencial y considera que la convocatoria debe ser
clara, específica y expresa para garantizar el derecho de los socios. Ello significa,
identificación de la compañía, de las personas que la convocan, fecha, hora, lugar de
la celebración y el objeto de la convocatoria que debe ser específico, puesto que será
nula toda asamblea donde se delibere cualquier asunto que no haya sido expresado
en la convocatoria...”. (Subrayado de la Sala)

Según el criterio jurisprudencial antes referido, las convocatorias para las


asambleas ordinarias o extraordinarias, por ser el acto a través del cual se anuncia a
los accionistas la celebración de las mismas, debe contener una serie de menciones
de insoslayable cumplimiento como el nombre de la sociedad mercantil, la fecha, la
hora, el lugar donde ésta se celebrará, los puntos que se van a tratar, y quienes la
convocan, con la finalidad de garantizar a los socios la información suficiente para
que asistan, preparen sus observaciones respecto al tema o a los temas que habrán
de discutirse, y así pues, ejercer sus derechos, exigencias éstas consagrados por el
legislador comercial a los fines de salvaguardar los intereses de los propios
accionistas.

En el caso bajo análisis, el juez de segunda instancia consideró que la


asamblea celebrada en fecha 28 de julio de 2004, convocada por el presidente de la
sociedad mercantil HISPANO VENEZOLANA DE PERFORACIÓN C.A. en fecha 19
de julio de ese mismo año, estaba afectada de nulidad, toda vez que a su juicio la
misma no fue clara por hacer menciones genéricas para tratar el aumento de capital,
y no incluir expresamente “el máximo a aumentar” y “cómo se suscribirían las
acciones”, condiciones éstas que calificó como necesarias a los fines de garantizar “el
derecho a la información de los accionistas”.
Considera la Sala, que tal interpretación resulta desacertada en lo que
concierne a la verdadera intención de la normativa contemplada en el artículo 277 del
Código de Comercio, respecto al señalamiento del objeto, pues, si bien es cierto que
existe un deber por parte de los administradores de informar a los accionistas en
forma clara cuál o cuáles serán los puntos a ser considerados en una asamblea, sea
ésta ordinaria o extraordinaria, no es menos cierto que esa claridad radica en señalar
los puntos o temas a ser considerados y discutidos en la asamblea para la cual están
siendo convocados.

Sobre el particular, tanto la doctrina patria como la comparada, se han


pronunciado. En efecto, los autores españoles Rodrigo Uria González, Aurelio
Menéndez Menéndez y José María Muñoz Planas, y dirigido por: Rodrigo Uria, Aurelio
Menéndez y Manuel Olivencia, en su obra titulada: “Comentarios al Régimen Legal de
las Sociedades Mercantiles”, Tomo V, “La Junta General de Accionistas”. Ed. Civitas
S.A., pág. 88 y siguientes, sostienen:

“...<<Todos los asuntos que han de tratarse>>. Estas palabras se refieren a lo que en
la técnica de las asambleas deliberantes y en la propia ley (arts. 111, 112 y 134) se
denomina orden del día. El anuncio convocando la junta general debe expresar el
orden del día, o, dicho en otros términos, debe comprender la relación de cuantos
asuntos hayan de ser sometidos a la decisión de la asamblea. Para evitar cualquier
sorpresa, el accionista necesita conocer anticipadamente los asuntos sobre los cuales
ha de manifestar su voluntad emitiendo el voto, y de ahí que sea absolutamente
procedente esa exigencia legal que no hace más que recoger una práctica inveterada.

El orden del día debe ser claro y completo. En punto a claridad no se pueden
establecer de antemano criterios rígidos de carácter general ordenadores del juicio
que haya de formarse en cada caso concreto. Ha de estimarse, no obstante, que con
la exigencia de claridad se quiere significar que el orden del día debe permitir al
accionista, ya sea por la forma de mencionar los asuntos, ya sea
complementariamente –como entiende la STS 22/12/1970- por las circunstancias que
han rodeado la convocatoria, saber de qué asuntos se va a tratar; y sin perjuicio, si se
desean mayores precisiones, de ejercitar el derecho de información previsto en el
artículo 112 de la ley para pedir <<los informes o aclaraciones que se estimen
precisos acerca de los asuntos comprendidos en el orden del día>> (en el sentido de
ser la claridad y precisión en el orden del día presupuesto necesario para el ejercicio
del derecho de información) ... Esta conclusión es tan cierta que, cuando la misma ley
ha querido precisar algo más la fijación del orden del día –como sucede en el caso de
la junta para modificación de los estatutos... , ha señalado expresamente que deberán
indicarse <<los extremos que hayan de modificarse>>; y, aun en este caso, tanto la
doctrina, como la jurisprudencia..., están de acuerdo en que se entiende cumplido el
requisito con sólo indicar los artículos de los estatutos que se intentan modificar y no
el sentido en que van a ser modificados... Es evidente, no obstante, que deben
desterrarse del orden del día aquellas expresiones genéricas que por su ambigüedad
solamente pueden dar un idea aproximada de los asuntos sometidos a la junta... No
serán suficientes, por ejemplo, las menciones del orden del día que se hagan
utilizando fórmulas como éstas: <<asuntos varios>>, o <<asuntos de régimen
interno>>. Para que el orden del día sea completo deberá comprender todos y cada
uno de los asuntos sobre los que ha de manifestarse la voluntad de la junta...”.
(Cursivas del texto).

Por su parte, el autor patrio, Alfredo Morles Hernández, en su obra intitulada:


“Curso de Derecho Mercantil”, Tomo II, Sociedades Mercantiles, quinta edición,
Universidad Católica Andrés Bello, 2001, páginas 1190 y siguientes, al referirse al
contenido de la convocatoria, ha dicho que:

“...La finalidad del aviso es informar. La información debe ser suministrada en forma
clara, directa y expresa. Sería temerario que los administradores corrieran el riesgo de
provocar una deliberación nula por defectos formales del aviso de la convocatoria. Por
ejemplo, no podría convocarse a los accionistas para deliberar sobre <<aumento de
capital>>, <<reducción de capital>> o <<cambio de objeto social>>, sino para
considerar un aumento, una reducción o un cambio determinados. Tampoco podría
convocárselos para considerar las decisiones que deben adaptarse por encontrarse la
compañía en la situación del artículo 264 del Código de Comercio o para deliberar en
torno a la materia indicada en los primeros cuatro puntos del artículo 275 del Código
de Comercio (contra: Calcaño Spinetti); o para reformar el artículo X del acto
constitutivo (contra: Acedo Mendoza). Estas indicaciones indirectas son insuficientes.
Como el orden del día tiene la función de delimitar la competencia de la asamblea, ha
escrito Ferri:

Esta función del orden del día implica, por tanto, que del mismo pueda derivarse
inequívoca y claramente cuales son los temas específicos sobre los cuales la
asamblea es llamada a pronunciarse. Indudablemente, no es necesario el uso de
fórmulas sacramentales y no se requieren especificaciones detalladas; sin embargo,
es necesario que del orden del día pueda recabarse una noción exacta de la materia
a tratar y de las providencias a tomar.

La indicación, necesariamente, debe ser sintética, pero debe ser clara y no ambigua,
específica y no genérica (Di Sabato). El orden del día debe ser claro y completo
(Uria/Menéndez/Muñoz).

En casos francamente excepcionales pudiera admitirse la consideración de un punto


no incluido en el orden del día, bien por ser una situación sobrevenida con
posterioridad a la convocatoria (renuncia de los comisarios, por ejemplo) o porque el
asunto sea de aquellos sobres los cuales la asamblea tiene un poder de disposición
permanente, como sería la revocatoria de los administradores. El mismo criterio se
suele aplicar a las cuestiones accesorias o conexas con asuntos incluidos en el orden
del día...”.
Por otra parte, el autor Oscar Vásquez del Mercado, en su obra: “Asambleas,
Fusión y Liquidación de Sociedades Mercantiles”, Tercera Edición, Editorial Porrúa
S.A, págs. 60 y siguientes, señala:

“...Orden del día. En la convocatoria deberá hacerse mención a la orden del día. Por
orden del día se entiende a la lista de materias que deberán tratarse en la asamblea.

Se ha considerado que la orden del día cumple dos funciones. Por una parte, se dice,
la orden del día tiene como fin, informar a los accionistas de las materias que se
tratarán en la asamblea, para que estén en posibilidad de prepararse a discutir los
problemas que consideran oportuno tratar y resolver. Desde otro punto de vista, la
orden del día delimita, en cierta forma, las facultades de las asambleas, en el sentido
de que no podrá tratarse un asunto diverso a los indicados en ella, 31 salvo cuando
se presenta el caso de exigir responsabilidades a los administradores.

La orden del día debe ser clara y precisa, es decir, debe indicar con exactitud el
objeto a tratar y no dar motivo a equivocación. Los puntos contenidos en ésta, no
deben ser ambiguos.

Su redacción corresponde a quien está encargado de convocar, que en la mayoría de


los casos es el administrador o el presidente del consejo de administración, una vez
que se aprueba, en su caso, en la reunión del consejo. El comisario de la sociedad
podrá pedir que se inserten en la orden del día los puntos que crea pertinentes (art.
166, frac. V,L.G.S.M.).

Siguiendo La opinión de Soprano, creemos que los accionistas pueden exigir que se
inserte en la orden del día los puntos que consideren necesario tratar, cuando la
solicitud la hagan oportunamente y con fundamento razonado. Si a los accionistas se
les concede el derecho de pedir que se convoque a asamblea general, es lógico que
el motivo por el cual piden tal convocación, debe estar expresado en la orden del día.

La orden del día debe ser completa, y para ello, debe contener todos y cada uno de
los asuntos que los accionistas deberán tratar en la asamblea, ya que se procura
evitar toda posible dificultad, estableciéndose claramente los puntos esenciales
sometidos al conocimiento de la asamblea. Sin embargo, esto no quiere decir que se
requiera una indicación minuciosa; sería una exigencia excesiva que la materia del
orden del día se desarrollase en tantos apartados o proposiciones concretas, que
diese al accionista el sentido de la resolución de la asamblea.

Mucho se ha discutido acerca de la posibilidad de la asamblea para deliberar sobre


materias que no están incluidas en la orden del día, pero que sin embargo, tienen
relación con los puntos incluidos en ésta.
Debe considerarse que si bien los socios tienen derecho a conocer de antemano el
objeto de la reunión, no por ello debe restringirse el campo de la discusión. Muchas
veces es imposible prever todos y cada uno de los problemas que surgen a medida
que la discusión avanza y, por lo mismo, debe admitirse la posibilidad de resolver
estos problemas. En la orden del día no es indispensable que se señale el sentido de
las resoluciones que deban adoptarse o que se proponga el proyecto de resolución.
En el contenido de la orden del día se indica más bien un problema de interés social,
con el objeto de que la asamblea lo examine y resuelva.

La doctrina, sin discrepancia alguna, considera que la asamblea puede discutir y


resolver sobre puntos que no se hayan puesto en la orden del día; con tal de que
sean la consecuencia normal de los objetos materia de la deliberación de la
asamblea.

Para resolver esta dificultad, se ha seguido la práctica de insertar en la orden del día,
siempre como último punto para ser tratado, la mención de que la asamblea se
ocupará de los asuntos señalados en la orden del día, de todos los demás que los
accionistas deseen tratar en conexión con aquellos.

No basta que se haga mención tan sólo a “otros asuntos”, es necesario que se
establezca claramente, que se relacionan con los puntos contenidos en la orden del
día. La asamblea no puede deliberar sobre cualquier objeto, con el pretexto que en la
orden del día se dijo que se tratarían “otros asuntos”.

E. Soprano, op. Cit., n. 31, p 54; C. Vivante, op. Cit., n. 495, p.242. La convocatoria
ha de hacerse dice Joaquín Garrigues, Curso, p.499, además, en forma que ofrezca a
todos los accionistas información suficiente sobre el objeto de la junta, de modo que
puedan quedar sometidos a sus acuerdos también los accionistas no asistentes,
como dispone el artículo 48 párrafo 2°. El artículo 53 párrafo 2°, exige que se
mencionen en la convocatoria todos los asuntos que han de tratarse.

(...Omissis...)

“El orden del día es redactado por aquellos que están encargados de convocar, o sea,
los administradores y comisarios. Los síndicos tienen derecho a hacer insertar en el
orden del día, ya se trate de asambleas ordinarias o extraordinarias no convocadas
por ellos, las proposiciones que crean convenientes.

“Se pregunta si tales derechos corresponden también a los accionistas y


respondemos que sí, cuando ellos reúnen en conjunto, cuando menos una quinta
parte del capital social y advierten a tiempo a los administradores.”

U. Navarrini, Delle società, n. 392, p. 610; véase M. Vaselli, op. Cit., p. 129.
Véase E. Soprano, op. Cit., n. 31, p. 61.

Véase Copper Royer, op. cit., n. 530, p. 505; P. Bastide, op. cit., pp. 32 y 148: “Es
necesario hacer hincapié en que las resoluciones de la asamblea tomadas
relativamente sobre otros asuntos que no figuran en el orden del día y originadas por
incidentes propios de la discusión, son válidas en tanto esos incidentes no son
creados intencionalmente y preparados para obtener por sorpresa las resoluciones
sobre ellos”; A. Brunetti, op cit., n. 568, p. 305; “…en las asambleas pueden tratarse
materias que sean consecuencia lógica de las indicadas en la orden del día…”;
Giuseppe Romano Pavón, Le deliberazioni delle assemblee delle società, Milano,
1951, n. 53, p. 202; M. Vaselli, op cit., p.130.

Gain et Delaisi, op cit., p. 102. Tanto Rodríguez y Rodríguez, op cit., p. 36, Como
Mantilla Molina, op cit., n. 531, consideran, y con razón que es viciosa la práctica de
incluir en el orden del día un capítulo de asuntos varios, porque tal mención es
insuficiente para que la asamblea pueda tomar un acuerdo válido sobre un tema no
incluido expresamente en la convocatoria...”.

Con vista a los criterios doctrinarios y jurisprudenciales antes expuestos, es


sana la concepción de estimar que el señalamiento del objeto de la reunión en las
convocatorias, requiere que el mismo sea expreso, inequívoco a los fines de permitirle
al accionista conocer de antemano los asuntos a ser considerados para su discusión,
lo que resulta presupuesto necesario para el efectivo derecho de información, sin
perjuicio que en determinadas ocasiones se hagan algunas precisiones según se
juzguen convenientes.

Por tanto, la convocatoria no puede contener expresiones vagas, ambigüas o


genéricas, como sería por ejemplo la locución “asuntos diversos” o “puntos varios”,
pues allí no se estaría especificando los tópicos a ser discutidos, sino que con esas
frases se dejaría abierta la posibilidad de discutir cualquier tema, lo que implicaría una
sorpresa para los accionistas, quienes previamente no habrían tenido la posibilidad de
preparar sus observaciones al respecto, y eso justamente fue lo que el legislador
mercantil quiso evitar con la exigencia del señalamiento de tal requerimiento, que no
tiene otro propósito que el de salvaguardar el derecho de información que tienen
todos los accionistas.

A estos efectos, basta sólo con señalar expresamente en la convocatoria, en lo


atinente a la orden del día, una lista de los puntos o materias a ser sometidos a la
discusión de la asamblea, sea ésta ordinaria o extraordinaria, para que se cumpla con
la exigencia del señalamiento del objeto, siendo excesivo requerir un listado detallado
de los puntos conexos a considerarse, pues, todo aquello que tenga vínculo directo
con el o los tópicos enunciados en la convocatoria.
En base a lo anterior, aprecia la Sala que el sentenciador de segunda instancia
erró en la interpretación de los mentados artículos 277 y 280 del Código de Comercio,
por considerar que la convocatoria de la asamblea publicada en fecha 19 de julio de
2004, en el diario “El Universal”, y la convocatoria “ratificatoria” de esta asamblea,
publicada en el mismo diario el día 18 de septiembre de 2004, no cumplían con la
exigencia de indicación del objeto de la asamblea, por no mencionar cuál sería el
máximo de capital a aumentar, y la manera cómo serían suscritas las acciones, lo que
a su criterio quebrantó el derecho de información de los accionistas.

Por lo antes expuesto, la Sala considera procedente la presente denuncia, por


haber incurrido el sentenciador de alzada en error de interpretación de los artículos
277 y 280 del Código de Comercio. Así se decide.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/abril/197512-RC.000158-5417-2017-
16-885.HTML

Ahora bien, el formalizante denuncia que el juzgador superior estableció el hecho de


que el acta de asamblea de fecha 26 de diciembre de 2014, “….fue publicada en un
diario de circulación local, cuando del expediente no consta ningún ejemplar de diario
de circulación local…”, cuando de la sentencia recurrida se verifica que no estableció
tal afirmación de publicación en un diario de la segunda acta de asamblea, ni lo exige
así el artículo 281 del Código de Comercio, sin embargo, en la tercera convocatoria
de fecha 31 de diciembre de 2014 publicada en el Diario El Tiempo, folio 46 de la
pieza 2 de 3 del expediente, se expresan las decisiones y deliberaciones definitivas
tomadas en la segunda asamblea de fecha 26 de diciembre de 2014, advirtiendo la
ratificación como lo dispone el referido artículo 281 eiusdem.

Asimismo, se constata que el juez superior verificó que se cumplió con lo dispuesto
en el artículo 281 del Código de Comercio, pues en la primera asamblea de fecha 16
de diciembre de 2014, no hubo el quórum estatutario por lo que se convocó para una
segunda asamblea el 26 de diciembre de 2014, no existiendo igualmente el quórum,
por lo que en la tercera convocatoria de fecha 31 de diciembre de 2014, se expresó
que en aplicación de lo dispuesto en el referido artículo “…siendo legal y
legítimamente constituida dicha asamblea de accionistas y válida para tomar las
decisiones con el porcentaje accionario presente…”, asimismo, que la asamblea sería
“…Ratificación de decisiones tomadas en Asamblea General Extraordinaria de
Accionistas, celebrada en fecha 26 de Diciembre de 2014…”.

Es decir, se cumplió en el caso de autos con lo dispuesto en el artículo 281 del


Código de Comercio, ya que se realizó una primera convocatoria para celebrar la
asamblea extraordinaria, por no asistir el número suficiente de accionistas exigido por
los estatutos o la Ley, se efectuó la segunda convocatoria y, la asamblea que sea
consecuencia de ésta, se constituirá válidamente sea cual fuere el número y
representación de los socios que asistan.

De manera que, el juzgador de alzada decidió ajustado a lo dispuesto en el artículo


281 del Código de Comercio, pues consideró el orden cronológico de las
convocatorias al no existir el quórum estatutario en la primera asamblea convocada,
por lo que dio plena validez a las convocatorias realizadas en fechas 11 de diciembre
de 2014, 17 de diciembre de 2014, 31 de diciembre de 2014 y 24 de enero de 2015, y
las Asambleas Extraordinarias de Accionistas celebradas los días 16 de diciembre de
2014, 26 de diciembre de 2014, 08 de enero de 2015 y 29 del mismo mes y año, y lo
decidido en ellas como el aumento de capital, la designación de apoderados para que
suscriban en nombre de la sociedad los documentos definitivos de venta de las
unidades de vivienda, aprobación de los estados financieros, balance general y
estado de ganancias y pérdidas de los ejercicios económicos correspondientes a los
años 2013 y 2014, y la modificación de los estatutos sociales en sus artículos 11 y 12.

En consecuencia, se declara improcedente la denuncia bajo análisis. Así se decide.

 http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/spa/febrero/161672-00302-26214-2014-
2014-0137.HTML
Precisado lo anterior y de un examen del referido texto legal, se observa que en el
mismo no se incorporó ninguna disposición similar a la que establecía el artículo 53
de la derogada Ley de Registro Público, mediante la cual el legislador atribuyera de
manera expresa a los Juzgados Civiles y Mercantiles la competencia para conocer de
las impugnaciones que intentaren aquellas personas que se consideren lesionadas
por una determinada inscripción o anotación realizada en contravención con las leyes
de la República.
Por el contrario, en el artículo 41 de Ley de Registro Público y del Notariado (Gaceta
Oficial N° 5.833 Extraordinario del 22 de diciembre de 2006), se regula un supuesto
distinto, en los siguientes términos:

“En caso de que el Registrador o Registradora rechace o niegue la inscripción de un


documento o acto, deberá hacerlo por acto motivado, en un lapso no mayor de treinta
días siguientes a la presentación del mismo y notificará al interesado o interesada, de
conformidad con lo establecido en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
El o los interesados, la o las interesadas, podrán intentar, dentro de los quince días
siguientes a la notificación, el recurso jerárquico ante el Servicio Autónomo de
Registros y Notarias, el cual deberá decidir, mediante acto motivado el jerárquico
dentro de un lapso no mayor de noventa días, confirmado la negativa y ordenado su
inscripción, si es el caso, quedando así agotada la vía administrativa. Si la
Administración no se pronunció dentro del plazo establecido se entenderá negado el
recurso.

El administrado o administrada podrá acudir a la jurisdicción contencioso-


administrativa para ejercer los recursos pertinentes, dentro del lapso de seis meses
contados a partir de la notificación del acto que declare sin lugar el recurso jerárquico
a partir de la fecha en que opere el silencio administrativo”. (Destacado de esta Sala)

En este sentido, se observa que el citado artículo se refiere a los casos en los que el
Registrador niegue o rechace la inscripción de un documento ante el Registro,
supuestos en los cuales es la jurisdicción contencioso administrativa la competente
para conocer de los recursos que ejerza el administrado, más no así cuando se
impugne la inscripción o anotación, en los que la competencia le corresponde a la
jurisdicción ordinaria de la Circunscripción Judicial del lugar donde se encuentre
ubicado el Registro al cual se le imputan las irregularidades.

En este sentido se ha pronunciado la Sala en reiterada jurisprudencia (Vid. entre otras


sentencias N° 402 de fecha 05 de marzo de 2002 y N° 3100 del 19 de mayo de 2005),
siendo pertinente la cita del fallo Nro. 00456 del 8 de mayo de 2012, en el que se lee:

“(…) Así, ante la ausencia de disposición expresa en la normativa que rige la actividad
de los registradores inmobiliarios, mercantiles y civiles, esta Sala observa que al
impugnarse una inscripción realizada por el Registrador, la competencia le
corresponde a la jurisdicción ordinaria de la Circunscripción Judicial del lugar donde
se encuentre ubicado el Registro al cual se le imputan las irregularidades, toda vez
que se trata de actuaciones que implican la aplicación de normas de carácter civil y
mercantil y, por otra parte, porque se está en presencia de un supuesto distinto al
previsto por el artículo 41 eiusdem. El anterior criterio ha sido reiterado por esta Sala,
en diversos fallos (…) indicándose que: ‘...según la Ley de Registro Público (ley
especial para la materia registral), la inscripción realizada en contravención con el
ordenamiento jurídico sólo es impugnable ante la jurisdicción ordinaria, por la persona
que considera que alguna inscripción le vulnera sus derechos, de conformidad con el
artículo 40-A de la Ley de 1978, artículo 53 en las leyes de 1993 y de 1999, y artículo
41 de la vigente Ley de 2001. Afirmación ésta que tiene plena vigencia en la
actualidad, ya que aun cuando expresamente no lo señale la vigente Ley de 2001
(como sí lo hacía en la Ley de 1978 y en las de 1993 y 1999), es a criterio de esta
Sala evidente que ello es una regla o pauta del derecho registral, de manera que
cuando en la vigente Ley en su artículo 41 refiere a que ´... los asientos registrales en
que conste esos actos o negocios jurídicos solamente podrán ser anulados por
sentencia definitivamente firme´, tal anulación sólo puede ser procurada por ante la
jurisdicción ordinaria. Esto es así por cuanto el acto registral, entiéndase el asiento ya
materializado, no obstante ser un acto que está bajo la esfera de competencia de un
funcionario público, el Registrador y, en tal orden, una función que el Estado ha
asumido como una tarea que le es propia a fin de brindar seguridad en el tráfico
inmobiliario, dada la importancia económica, social y hasta política de este tipo de
patrimonio. (…)’. En virtud de lo anterior (…)”.

Por lo tanto, visto que en el caso de autos, la pretensión se contrae a la nulidad del
asiento registral de la Asamblea Extraordinaria celebrada en fecha 31 de mayo de
2013 por el Fondo de Jubilaciones y Pensiones del Personal Obrero de la Universidad
de Oriente, en la que se designó su nueva Junta Directiva, y que fue inscrita el 30 de
agosto de ese año, ante el Registro Público del Municipio Sucre del Estado Sucre,
(anotada bajo el Nro. 20, del Tomo 16), resulta forzoso para esta Sala declarar que la
competencia le corresponde a los Juzgados de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito y del Trabajo, de la Circunscripción Judicial del Estado Sucre,
extensión Cumaná. Así se decide.

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