DIEGO MALDONADO MORAGA, abogado, por la ejecutada principal
SOCIEDAD ADMINISTRADORA DE ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES OYARCE LTDA. y por el ejecutado avalista don MANUEL IGNACIO OYARCE CABELLO, en autos sobre cobro ejecutivo de obligaciones de dar, caratulados SCOTIABANK CHILE S.A. CON SOCIEDAD ADMINISTRADORA DE ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES OYARCE LTDA., rol C-1480-2019, a S.S. respetuosamente digo:
Dentro de plazo legal, interpongo recurso de apelación en contra de la sentencia
definitiva dictada en estos autos con fecha 25 de marzo de 2020, notificada a esta parte el día 26 del mismo mes y año, sobre la base de los antecedentes de hecho y de Derecho que expongo: La sentencia ha desestimado la excepción opuesta en forma por esta parte contemplada en el n° 7 del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, esto es, “la falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado”. Por otro lado, la sentencia condena en costas a esta parte, no obstante haber tenido motivo plausible para litigar.
1. En cuanto a la excepción de n° 7 del artículo 464 del Código de
Procedimiento Civil
1.1. Sobre el primer fundamento de la excepción rechazada.
La sentencia desestima la excepción planteada por esta parte prevista en el n° 7 del
artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, esto es, “la falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado”. En efecto, en su considerando CUARTO, el fallo resuelve rechazar la excepción opuesta por esta parte, sobre la base de que “la expresión “autorizar” que se establece en la referida disposición legal, tal como se ha entendido por nuestra jurisprudencia, no supone necesariamente la presencia de aquel cuya firma se autentifica y, por ende, la interpretación de dicha norma legal no puede llevar a exigir la comparecencia ante el Notario del obligado que firma un pagaré, bastando al efecto la sola actuación del referido ministro de fe” (…) Además, si los ejecutados hubiesen deseado contradecir los supuestos fácticos que conlleva la autorización del Notario o refutar la validez de tal actuación por falta de algún requisito formal, debió probar tales circunstancias, lo que no se aprecia de modo alguno haya acontecido en autos, siendo un hecho establecido que los pagarés fueron efectivamente autorizados por un Notario Público, razones suficientes para que la excepción planteada en base a tal fundamento, sea desestimada” La sentencia definitiva es en este punto errónea, toda vez que, no obstante lo resuelto, no es posible sostener que la firma de los suscriptores del pagaré se encuentra debidamente autorizada, toda vez que los ejecutados no han concurrido, ni por sí ni representados a estampar ante notario la firma que consta en el pagaré que da origen a la presente ejecución, ignorando la identidad del notario que autorizó las firmas puestas en el referido pagaré. En efecto, lo dispuesto por el tribunal de primera instancia pugna abiertamente con lo que dispone el artículo 425 del Código Orgánico de Tribunales, norma que establece que los notarios podrán autorizar las firmas que estampen en documentos privados, siempre que den fe del conocimiento o de la identidad de los firmantes y dejen constancia de la fecha en que firman. Conforme lo ha establecido la doctrina y la jurisprudencia de nuestros Tribunales Superiores, el derecho notarial es una disciplina que tiene como función la de solemnizar y dar fe de los más variados acuerdos, contratos, y actos que son fuente de derechos y obligaciones que los hombres puedan convenir en el desarrollo natural de su libertad contractual y más en general, de su autonomía de la voluntad. Un autor sostiene que "el notario desempeña sus funciones con toda la jerarquía de un servidor público, cuyo ministerio es el más alto concepto de la responsabilidad profesional. En sus manos se encomienda la tuición de intereses cuantiosos, como también delicadas cuestiones patrimoniales y de familia. Por todo lo expuesto, el notario debe tener, como pocos, un sentido permanente de rectitud y escrupulosidad personal, para que el público respete su investidura y sea absoluto merecedor de su confianza". (Ética. Moral Profesional. Deberes Notariales. Roque V. Pondal. Primer Congreso Internacional del Notariado Latino. 1988). Respecto a la función a que hace referencia el numeral 10 del artículo 401 del Código Orgánico de Tribunales, esto es, "autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, sea en su presencia o cuya autenticidad les conste", es menester señalar que lo pretendido por el legislador al efecto, al otorgar dicha facultad a estos auxiliares de la administración de justicia, ha sido sin lugar a dudas el procurar otorgar a este tipo de instrumentos la "Fe del Conocimiento", esto es, la verdad que ofrece el notario, o en otras palabras, "certeza", manifestada mediante su certificación de que el compareciente o comparecientes suscribieron el documento en su presencia o teniendo la completa convicción de que el suscriptor es él, porque fue identificado sin lugar a dudas al exigir que autoricen la firma estampada en presencia o cuya autenticidad les consta. A mayor abundamiento, la Excma. Corte Suprema, mediante Resolución AD-19.039 sobre Autorizaciones de Firmas de Pagarés, prohíbe a los notarios, entre otras cosas, seguir autorizando las firmas estampadas en pagarés conforme a registros de firmas o por medio de otros antecedentes proporcionados por el mismo banco, como aconteció en este caso. Así las cosas, no consta en autos cómo es que consta al señor notario autorizante que la firma estampada en el pagaré acompañado como título ejecutivo en estos autos corresponde a mis representados, de tal manera que la ejecución debió ser rechazada en este punto.
1.2. Sobre el segundo fundamento de la excepción rechazada.
A continuación, la sentencia rechaza la excepción opuesta al estimar además que consta
en el costado izquierdo de dos de los pagarés objeto de autos la siguiente leyenda: “El impuesto de timbres y estampillas que grava a este documento se paga por ingresos mensuales de dinero en tesorería, según DL 3475, artículo 15 n° 2”. En cuanto al tercero de los pagarés, la misma leyenda consta al final del mismo. Sin embargo, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 26 del D.L. n° 3475 de 4 de septiembre de 1980, “los documentos que no hubieren pagado los tributos a que se refiere el presente decreto ley no podrán hacerse valer ante autoridades administrativas, judiciales y municipales, ni tendrán mérito ejecutivo mientras no se acredite el pago del impuesto con los reajustes, intereses y sanciones que correspondan”. Lo que la ley exige para que el título tenga mérito ejecutivo es que se acredite el pago del impuesto, esto es, que se pruebe, por los medios legales el entero del impuesto, prueba que la ejecutante no ha producido en autos, siendo del todo insuficiente la mera declaración contenida en el supuesto título ejecutivo. La exigencia perentoria del citado artículo 26 debe entenderse como una condición precisa exigida por la ley de probar de forma fehaciente y sin lugar a toda duda el pago del impuesto, de tal manera que si no se acredita el pago, el título simplemente no podrá ser cobrado por la vía compulsiva. La facilidad otorgada por la ley a ciertas entidades financieras para el fomento de su praxis mercantil en orden a eximirlas de la obligación de acreditar el pago de ciertos impuestos con ocasión de las operaciones que realicen dentro de tráfico ordinario no puede extenderse sin más al orden judicial, dado que ello supondría una vulneración al derecho fundamental a la igualdad ante la ley y a la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos, dado que se estaría configurando una situación de privilegio a favor de la parte demandante, quien no estaría obligada a asumir la carga probatoria de acreditar uno de los elementos de su acción. Las cargas procesales suponen la igualdad de ambas partes en el proceso y, por el contrario, cualquier diferencia a favor o en contra de una de las partes debe ser establecida por texto expreso y por motivos fundados, lo que en este caso no se da, debiendo haber sido rechazada, por consiguiente, la demanda ejecutiva en este punto.
2. En cuanto a la condenación en costas.
En cuanto a la condenación en costas, sobre la base de los argumentos expuestos más
arriba, no queda sino concluir que mi representada ha tenido motivo plausible para litigar en autos, de conformidad a lo que dispone el artículo 144 del Código de Procedimiento Civil, norma que dispone que “La parte que sea vencida totalmente en un juicio o en un incidente, será condenada al pago de las costas. Podrá con todo el tribunal eximirla de ellas, cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles para litigar, sobre lo cual hará declaración expresa en la resolución”.
POR TANTO, en mérito de lo expuesto y de lo dispuesto en los artículos, 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil y demás disposiciones legales que resulten pertinentes, PIDO A SS tener por interpuesto recurso de apelación en contra de sentencia definitiva recaída en estos autos, concederlo y elevar los autos ante el tribunal de alzada a fin de que éste, conociendo del recurso, enmiende con arreglo a derecho la resolución impugnada, esto es, que la revoque en todas sus partes y en su reemplazo acoja la excepción del artículo 464 n° 7 del Código de Procedimiento Civil, ya sea por todos o por cualquiera de los argumentos esgrimidos en autos, según resulte del mérito del proceso, absolviendo a esta parte del pago de costas, o, en subsidio, la revoque sólo en aquella parte en que la sentencia definitiva condena en costas a mi representada por haber tenido motivo plausible para litigar o, en subsidio de todo lo anterior, en caso de rechazar el recurso, la confirme con declaración de que se exime a la ejecutada de la condenación en costas por haber tenido motivo plausible para litigar, en cualquiera de los casos anteriores, con costas del recurso.