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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD

NACIONAL ABIERTA DIRECCIÓN DE INVESTIGACIONES Y


POSTGRADO ESPECIALIZACIÓN EN DERECHOS HUMANOS

DIFERENTES TEORÍAS QUE


DEFINEN LA VIOLENCIA

Facilitadora
Mairett Cabeza Alumno
Pedro aguilera
C.I.: 17.998.915

Ciudad Guayana 22/04/2021


Etiológica.
Los etólogos, en sus investigaciones sobre el comportamiento innato de los
animales, llegaron a la conclusión de que el instinto agresivo tiene un carácter de
supervivencia. Por lo tanto, la agresión existente entre los animales no es negativa
para la especie, sino un instinto necesario para su existencia. Charles Darwin, en
su obra sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural”,
proclamó al mono como padre del hombre, argumentando que sus instintos de
lucha por la vida le permitieron seleccionar lo mejor de la especie y sobreponerse
a la naturaleza salvaje. El mayor aporte de Darwin a la teoría evolucionista fue
descubrir que la naturaleza, en su constante lucha por la vida, no sólo refrenaba la
expansión genética de las especies, sino que, a través de esa lucha, sobrevivían
los mejores y sucumbían los menos aptos. Solamente así puede explicarse el
enfrentamiento habido entre especies y grupos sociales, apenas el hombre entra
en la historia, salvaje, impotente ante la naturaleza y en medio de una cierta
desigualdad social que, con el transcurso del tiempo, deriva en la lucha de clases.
El hombre, desde el instante en que levantó una piedra y la arrojó contra su
adversario, utilizó un arma de defensa y sobrevivencia muchísimo antes de que el
primer trozo de sílex hubiese sido convertido en punta de lanza. “Una ojeada a la
Historia de la Humanidad -dice Sigmund Freud-, nos muestra una serie
ininterrumpida de conflictos entre una comunidad y otra u otras, entre
conglomerados mayores o menores, entre ciudades, comarcas, tribus, pueblos,
Estados; conflictos que casi invariablemente fueron decididos por el cotejo bélico
de las respectivas fuerzas.

Sociológico

Esta divergencia entre psicoanalistas tiene su paralelismo a nivel sociológico,


como se ha mencionado previamente. Entre los partidarios de negar una
agresividad innata en el hombre, y que por tanto consideran la violencia como el
resultado de un proceso de aprendizaje social, como Ashley Montagu, Geoffrey
Gorer, ha existido un vivo interés por descubrir sociedades con ausencia de
agresividad, y citan unas pocas; los arapesh de Nueva Guinea, los lepchas de
Sikkim, los pigmeos de Ituri en la República Democrática del Congo, y los utus,
indios de Norte América, aunque reconocen que en estos últimos su pacifismo no
está muy enraizado. No obstante, y este es el punto esencial, se trata de estudios
muy insuficientes ya que solamente se limitan a evaluar la conducta externa,
olvidando examinar la realidad psíquica. En cambio, en la investigación de las
fantasías diurnas y de los sueños la agresividad de los individuos siempre puede
ponerse de manifiesto, más o menos vehementemente. La simple observación de
los juegos infantiles aporta datos esclarecedores acerca de sus impulsos
violentos. Melanie Klein (1927) señaló la analogía existente entre los juegos de
niños pequeños en análisis y algunos crímenes horribles que habían sucedido en
aquellos tiempos.

Personalidad

La teoría de la personalidad de Eysenck (1970, 1976, 1978) plantea que la


conducta delictiva es producto de la influencia de las variables ambientales sobre
los individuos con determinadas predisposiciones genéticas. Esto es, la conducta
delictiva se explica por medio de procesos psicofisiológicos, como la emotividad, la
excitación y el condicionamiento, que originan un determinado tipo de
personalidad, el cual incide en la tendencia conductual del individuo ante
determinadas situaciones (Garrido, 2005). Esta teoría postula tres dimensiones
temperamentales de la personalidad:

a) extroversión-introversión

b) neuroticismo-estabilidad emocional

c) psicoticismo.

Estas dimensiones son continuas y varían entre los individuos, predominando, en


la mayoría de las personas, las puntuaciones intermedias entre los extremos.
Estos rasgos de personalidad son generalizables, es decir, las personas que
actúan de forma extrovertida o introvertida en una situación determinada tienden a
comportarse de esa forma en otros contextos. En este caso, la extroversión
aparece como una dimensión de la personalidad relacionada con una serie de
rasgos diferentes, como la sociabilidad, la impulsividad, la actividad, la vivacidad y
la excitabilidad; mientras que la introversión se encuentra asociada a rasgos como
la timidez y la tranquilidad. Por tanto, la dimensión extroversión, en contraposición
con la introversión, refleja el grado en que una persona es sociable y participativa
al relacionarse con otros sujetos.

Señal-activación

Según la teoría de Berkowitz (1969; 1974), la frustración no provoca agresión de


forma directa. La frustración conduce en realidad a un estado de activación
emocional. La ira si provoca una predisposición para responder de forma agresiva,
si bien tal respuesta solamente se produce cuando la persona encolerizada se
encuentra en una situación en la que existen estímulos con significado agresivo.
Una demostración de este fenómeno es el conocido efecto arma, según el cual los
sujetos que están frustrados y encolerizados se muestran más agresivos en
presencia de armas que cuando éstas no están presentes. En otras palabras,
según la teoría de Berkowitz gracias a la experiencia ciertos estímulos se asocian
a la agresión por un proceso de condicionamiento clásico y pueden incrementar la
tendencia de la persona a comportarse de forma agresiva, funcionando estos
estímulos, por ejemplo, las armas, como señales agresivas.

Agresividad

Según las teorías de Skinner (1953), la conducta se adquiere o extingue gracias a


las consecuencias que siguen a la misma; es decir, gracias a los refuerzos que
incrementan la conducta y a los castigos que la debilitan. La agresividad se
aprende, mantiene y extingue a través de estos mismos mecanismos. Y se
aprende de forma muy temprana y con mucha facilidad cuando conduce al éxito,
bien porque el niño consigue, gracias a ella, aprobación social o bien porque
elimina estímulos desagradables. Y así, es muy probable que el individuo vuelva a
emplear procedimientos agresivos en otras ocasiones para conseguir los mismos
resultados.

Bandura (1973; 1984) es el creador de la teoría del aprendizaje social. Para él la


conducta depende de una serie de factores ambientales estímulos, refuerzos y
castigos y de factores personales creencias, pensamientos, expectativas, que
mediante un proceso de determinismo recíproco interactúan entre sí. Bandura
investigó en torno a la agresión en una serie de experimentos, demostrando que el
hecho de ver a otras personas comportándose de forma agresiva puede
incrementar la agresividad de los niños, que no se limitan a una mera conducta
imitativa, sino que inventan nuevas formas de agresión, generalizando así el
efecto del modelo.

Antisocial

La investigación biopsicológica nos advierte de la relación entre la conducta


antisocial y algunos factores con eminente carga biológica: los instintos de
supervivencia; los procesos bioquímicos como la testosterona, la adrenalina, la
noradrenalina, la serotonina; las disfunciones electroencefalográficas; las
alteraciones cromosómicas, el Trastorno de Atención con Hiperactividad, alta
irnpulsividad y la influencia genética. A este respecto, Fernández-Ríos y
Rodríguez (2007)critican la marcada tendencia de la psicología a biologizar el
origen del comportamiento antisocial, como lo denotan diversos estudios (Kaplan y
Tolle,2006;Rutter, 2006;Rutter, Moffitt y Caspi, 2006). Cabe referir que, aunque
existen fundamentos biológicos para la conducta prosocial y antisocial (Knafo y
Plomin, 2006), difícilmente se puede hallar un gen único, por lo que se ha de
trabajar con genes generalistas.

En consideración de las limitaciones de este enfoque cobra importancia la


influencia del aprendizaje social sobre la conducta y los propios procesos
bioquímicos. En este sentido, Redondo (2008) postula que todo cambio
terapéutico tendría que hacerse desde los elementos más moldeables del sujeto,
tales como sus comportamientos y hábitos, para afectar después a sus sistemas
cognitivos emocionales y, más específicamente, a aquellos factores de riesgo de
raíz más biológica la impulsividad.

Aprendizaje Social

Una de las teorías explicativas más complejas del comportamiento antisocial es la


teoría del aprendizaje social, siendo el modelo de Bandura (1987) uno de los más
conocidos. En esta perspectiva teórica la observación del comportamiento de otras
personas es una fuente de estimulación, antecedente y consecuente de múltiples
aprendizajes. Para Akers (2006), el modelado es uno de los mecanismos
fundamentales en el aprendizaje de la conducta, en general, y de los hábitos
delictivos, en particular. En este caso, los individuos con este tipo de hábitos más
consolidados se convierten en modelos delictivos para otros más inexpertos o
aprendices. Se entiende, pues, que el comportamiento, los hábitos y las
explicaciones de los primeros muestran a los segundos, patrones de
comportamiento antisocial que, en último término, sirven para iniciar, mantener o
consolidar el aprendizaje delictivo. La ejecución de esta conducta también se
encuentra modulada por el efecto de otros factores psicosociales:

a) la desvinculación moral

b) la percepción de autoeficacia

c) la existencia de motivación concreta

Por tanto, la comprensión del comportamiento antisocial requiere, tal y como


advierte Bandura, distinguir entre aprender y ejecutar conductas delictivas. Al igual
que Bandura (1973), Feldman (1989) considera que el individuo puede aprender
tanto a delinquir como a no hacerlo.

Ecológica

Comprender el estudio científico de la relación entre una persona, su desarrollo y


su entorno, el cual se ve afectado por otros entornos y por contextos más amplios,
permite entender el fenómeno de la violencia desde la cultura y todos los entornos
en los que se desenvuelve un Individuo. Vale destacar, que esta teoría permite
comprender el fenómeno de la violencia desde un enfoque ambiental, no solo
desde una perspectiva individual, sino desde la cultura y todos los entornos en los
que se desenvuelve un individuo, además por la relación que existe entre la
víctima y el agresor. Desde el modelo ecológico se plantea que al existir la
violencia debe haber una relación e interacción de cuatro elementos claves: lo
cultural (macrosistema), lo social (exosistema), lo familiar, el trabajo y la vida
social (mesosistema) y lo individual (microsistema). En lo que respecta al primer
sistema Macrosistema, Díaz-Loving y Rivera en Eel 2010 realizaron un estudio
dirigido a la violencia de pareja donde retomaron la población latinoamericana, allí
plantean que el macrosistema se refiere a todas las formas y contenidos a nivel de
la cultura junto con cualquier sistema de creencias o ideologías.

De igual manera Ferreira también efectúa una adaptación del modelo ecológico
enfocado a la violencia contra la mujer planteando que en algunas culturas se
evidencia un patriarcado en los modelos de familia, donde el jefe de hogar resulta
siendo el padre, y la mujer y sus hijos posicionados en inferioridad al mismo,
reconociéndose una diferenciación basada en el género, de esta manera, se
determinan los roles familiares, derechos y responsabilidades de cada miembro,
en los varones se justifica el uso de la fuerza, afirmando el estereotipo de
masculinidad.

Conclusión

El fenómeno de la violencia ha afligido la humanidad en toda su historia,


convertida en una crónica de atrocidades y manifestaciones brutales que se han
ido ocurriendo en el transcurso de toda su existencia. Cualquier período que
analicemos está bañado en sangre, saturado de guerras, crímenes, torturas y
demás actos crueles orientados al sufrimiento. Últimamente, estos problemas se
han visto fuertemente agravados al disponer la humanidad de métodos de
exterminio como la bomba atómica, capas de aniquilar toda forma de vida, lo cual
ha determinado que el tema de la violencia sea objeto de una especial atención y
estudio sobre el tema desde diferentes perspectivas.

Bibliografía

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