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Atziluth

Este mundo corresponde al Plano Divino, en el que Dios mismo plasma su Esencia en las Diez
Emanaciones de las que hablamos anteriormente. Por esta razón Dios tiene un nombre distinto en
cada una de estas Esferas o Sephirah. En este nivel la creación es esencialmente divina (por ello
está libre de toda mácula) y es una sola.

No existe la dualidad en este nivel arquetípico y, aunque es difícil comprenderlo, Dios es uno sólo y
completo, pero se puede reflejar en los diez estados de manifestación divina. En este plano se
encuentra reflejado el “Adam Kadmon”, el ser humano superior y divino. Al respecto Leo Schaya
expresa:

“Ahora bien, la imagen de Dios por excelencia es el hombre, cuyo único ser integral incluye todas
las realidades cósmicas y sus arquetipos increados. No hay otra criatura que exprese la totalidad
de los Sephiroth tan sintéticamente y, al mismo tiempo, tan explícitamente como el hombre”.

Según la tradición cabalista, el ser humano Celestial preexistía a la creación formal del Universo en
todas sus dimensiones. Este Adam Kadmon u hombre celestial está directamente relacionado con
esta expresión divina a través de las Esferas Atzilúticas y es misión del ser humano conocer la
creación para nuevamente ascender a esta existencia una con Dios mismo.

Leo Schaya plantea con respecto a esto:

“Dios creó al mundo y todo lo que existe contemplando al hombre de arriba Adam ilaah, que no es
sino la unidad infinita de los diez Sephiroth”.

Este mundo de las emanaciones o arquetípico está relacionado con la chispa divina que posee
cada ser humano y que se mantiene incólume e inalterable en el alma de Dios Mismo. Los
cabalistas llaman a esta esencia “Chaia” y difícilmente podremos tomar consciencia de ella
mientras estemos encarnados, ya que ella se mantiene inalterable en el mundo de Atziluth y no se
involucra ni se contamina con los otros mundos de manifestación, en donde existe dualidad o
multi diversidad. A pesar de esto, esta Chispa Divina o Mónada permite la expresión de las otras
formas de expresión del ser humano. Esta esencia divina se llama “Yechidah”, según Rabbi Azariel.

Analicemos brevemente los nombres divinos de cada esfera:

Corona (Kéter).

Corresponde al nombre divino de EHEIeh, que se puede traducir como “Yo Soy o Yo Soy el que
Soy”, aunque otros autores plantean que debe interpretarse como “Yo Seré”.

En la Biblia, Dios se presenta a Moisés para encomendarle la misión de rescatar a su pueblo de la


esclavitud, y cuando éste le pregunta por Su Nombre, Él se da a conocer: “EHEIeh aher EHEIeh”, es
decir: “Yo Soy el que Soy”. El sonido de este nombre divino representa la inhalación y exhalación
del aliento, simbolizando a Kéter como el origen y raíz de todo lo que existe y el fin al que todo ha
de volver.
Sabiduría (Jojmá).

Se le atribuye el nombre divino de Jehovah, como un intento de pronunciar el nombre


impronunciable de Dios: el Tetragramatón (YOD-HEI-VAV-HEI). También se le hace corresponder el
nombre de yah, considerado como el título del Padre. Los rabbis llamaban a Jojmá como el YOD
del Tetragramaton, y por ello este nombre.

Entendimiento (Binah).

En esta ocasión el nombre divino es Jehovah Elohim. El segundo nombre es el que caracteriza a las
representaciones de todo el Pilar del Rigor o Severidad. Con respecto a elohim, existe y siempre ha
existido una controversia, ya que es una voz hebrea de tipo plural. Por eso algunos autores la han
traducido como dioses, algo totalmente inaceptable dentro del estricto monoteísmo judío. Sin
embargo, hay varias explicaciones al respecto. Las que en conjunto traerían más luz sobre este
tema. Comentemos brevemente algunas de ellas.

Dion Fortune plantea que elohim es un vocablo femenino que tiene terminación plural, por lo que
debería ser traducido como diosas o diosas y dioses, aludiendo por una parte a la idea de la
Energía femenina o receptiva que tiene el Pilar de la Severidad y por otra parte a la labor de
complementación con el Pilar Masculino, permitiendo una fructífera fecundación. Observemos
que a este nivel comienza a aparecer el concepto de dualidad, de pares de opuestos, los que en
una acción conjunta dan como resultado un tercer elemento. Con Kéter tenemos una primera
emanación equilibrada, luego aparece simultáneamente Jojmá y Binah, como los representantes
de esta primera dualidad.

También es importante considerar que, según la Cábala, en Binah o Entendimiento es donde


empieza a producirse la forma, dando por resultado la división aparente en infinitas
manifestaciones. Dios – siendo Único e Indivisible – aparenta dividirse en una gran cantidad de
formas, porque ninguna de ellas puede abarcarlo completamente. Todo esto es sólo una ilusión a
fin de que pueda llegar a expresarse en una Creación que alcance al plano físico. Esta aparente
diversidad será más evidente a medida que descendamos en el Rayo de la Creación.

En otra explicación cabalista se dice que en Binah se encuentran intrínsecos las otras seis Esferas,
incluso la séptima que pone un broche final a todo el proceso. A las seis Esferas de creación (desde
Jesed a Yesod) se les conoce como el “Pequeño Rostro”, o el “Microprosopo”. Al estar expresados
virtualmente o potencialmente en Binah, Elohim estaría compuesto de los vocablos “Eleh” (la
pequeña cara) agregado a mi (la gran cara) que se invertiría hacia lo creado formando “im”. De
esta forma tenemos “Eleh+im, que sería la expresión de toda la creación latente en esta tercera
Esfera.
Misericordia (Jesed).

Tiene el nombre divino de “Él” o “Al”, lo que también puede deberse a lo que mencionábamos en
Binah. Eleh (la pequeña cara), puesto que ésta es la primera Esfera de Microprosopus o del grupo
de seis denominado “Constructores”. Debemos considerar que en la Cábala la creación se produce
desde Jesed hasta Yesod, y que cada una de estas Esferas se relaciona con un día de la creación del
Génesis. El séptimo, el de descanso, corresponde a la última Esfera (Malkut - El Reino). El proceso
se produce por la transición de las tres Esferas más elevadas, que se mantienen fuera del alcance
de la expresión de la creación en sí, y que son Kéter, Jojmá y Binah. Con Jesed comienza recién la
posibilidad de expresión de la creación, es su inicio, y por ello es que Crowley plantea que este
nombre al representa a la Esfera, que a la vez simboliza al número cuatro, la más alta
manifestación posible de la deidad. Referente a esto, Knight agrega que este nombre está
integrado por las letras Alef y Lamed, las que de acuerdo al significado simbólico de las letras
hebreas, significan el comienzo o principio (Alef) que se despliega alcanzando una nueva realidad
de existencia (Lamed).

Fuerza (Gevurah).

Corresponde ver el nombre divino de Gevurah, y es Elohim Guebor, lo que podría traducirse como
los dioses poderosos correspondiendo perfectamente con las características mencionadas de la
Esfera.

Armonía (Tiféret).

A Tiféret se le asocian los nombres de Jehovah y Aloath va Daat, lo que puede traducirse como
Dios o Tetragramatón manifestado en la esfera de la mente o del espíritu. El Tetragramatón sería
expresión de la Divinidad en una dimensión menor a su Padre, ya que esta Esfera es el centro del
Microprosopus o pequeña cara, representándola a menudo ella sola, como corresponde por ser
hijo, mediador entre el Padre y la representación final. Su otro nombre hace alusión a una Esfera
que se mantiene invisible (Daat ), siendo el conocimiento transcendente, la representación de la
conciencia que puede desplazarse a distintos niveles, pero que aquí encuentra su principal forma
de manifestarse.

Victoria (Netsah).

La atribución divina de la Esfera Netsah es “Jehovah Tzabaoth”, que puede traducirse como “Dios
de los Ejércitos”.

Gloria (Hod).

El nombre correspondiente a Hod es “Elohim Tzabaoth”, que sería el “Dios de las Huestes”.
Estos dos nombres hacen referencia a la diversidad de fuerzas o energías por un lado y de formas
por el otro, que se expresan a este nivel.

Fundamento (Yesod).

Esto dice relación, en el plano Atzilútico, con el nombre divino Shaddai el Chai, que Dion Fortune
traduce como el Dios Todopoderoso y Viviente, debido a que en esta Esfera se encuentra la
creación completa, y sólo resta alcanzar el plano físico para que se manifieste totalmente. Por esta
razón es que Crowley traduce este Santo Nombre como “Todo Poderoso” en cada Dios Viviente,
refiriéndose a su función esencial como generador final del universo físico.

El Reino (Malkut).

Finalmente el nombre divino de Malkut es Adonai Melekh, que significa el Señor que es Rey, o
bien Adonai ha Aretz, el Señor de la Tierra; ambos hacen alusión a que finalmente Dios se expresa
en el universo físico manifestado, correspondiendo a la presencia divina todo cuanto existe.

Así tenemos que Dios, El Único, el Indivisible, realiza una creación y se manifiesta, pero para ello
necesita manifestarse primero Él mismo con diversas cualidades, en un plano muy superior, para
posteriomente permitir que otros planos se desarrollen, desde EHEIel hasta Adonai; desde el
punto total de emanación divina, hasta la presencia de Dios en la concretización final.

Hasta aquí hemos analizado este primer plano de un Árbol de la Vida completo, pero existen
algunas discrepancias entre distintos autores con respecto al límite del Plano de Atziluth. En
términos generales podemos distinguir dos grandes proposiciones de delimitación del mundo
divino en el Árbol de la Vida.

El primero plantea que este límite separa sólo la Esfera de Kéter, la que, como Macroprosopus, es
la única que posee la permanencia total en el Mundo Divino; de Kéter surgen el Padre y la Madre
(Jojmá y Binah), y desde el momento mismo en que se polariza la creación, se pierde el equilibrio,
por lo que estos dos Progenitores Cósmicos pertenecen al mundo de la Creación que prosigue
sucesivamente. En esta proposición podemos citar a autores como Knorr de Rosenroth, Israel
Regardie y Gareth Knight. Este último sostiene: El Mundo Arquetípico consiste sólo en Kéter, el
punto donde brota el impulso vital original, teniendo dentro de sí un arquetipo de latencia de sus
potencialidades futuras, igual que una semilla tiene el arquetipo de una planta crecida.

La segunda postura sugiere la incorporación de los Sephiroth de Jojmá y Binah al mundo divino o
de Atziluth, ya que esta triada es creada por el Incognoscible y se mantiene como autosuficiente y
en equilibrio. Por razones desconocidas, esta triada suprema decide traspasar un estado de
permanencia y equilibrio perfecto para descender y crear los Sephiroth que dan origen al
Microprosopus, esto es, a los otros mundos. Hacen suya esta posición Leo Schaya, Albert Jounet,
Dion Fortune y otros.

Estas dos posiciones se podrían aceptar atendiendo a las razones que plantean: por una parte, que
en el mundo divino no puede haber divisiones, ni polaridades, y que por ello sólo puede
pertenecer a este mundo divino la Esfera de Kéter. En la segunda posición, esto se soluciona
asumiendo que Dios se refleja a Sí mismo en las otras dos Esferas, por lo que se comporta como
unidad aunque sean tres, y he ahí el gran misterio.

Por otra parte, si consideramos que en Binah aparecen los vicios (la avaricia), y se supone que el
mundo divino no podría tenerlos, sino que pertenecen a lo creado como posibilidad de alternancia
y elección brindada por el Creador a sus criaturas, entonces Binah no podría pertenecer a este
mundo Atzilútico. Pero todo esto se puede explicar en el sentido de que este vicio no se expresa
realmente sino hasta que la triada suprema decide descender hacia las otras Esferas y dar así
origen a la creación. Antes de esto sólo aparece como la intención del Creador de dar a una futura
creación esta posibilidad de elección y de alternativa dual.

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