Está en la página 1de 3

El Ego de un Masón

BY GUSTAVO1941 ON 11 OCT 2021 • ( DEJA UN COMENTARIO )

Tendría que empezar por definir qué es el EGO, pero eso ya sería en sí un tema completo, ya que
depende del marco de referencia sería la descripción que tendríamos; la psicología lo define como
el YO, como lo que nos da consciencia de nosotros mismos, la religión dice que el ego es “el amor
hacia nosotros mismos” y por lo tanto es algo que nos lleva al pecado, porque busca el placer sin
considerar a los demás.

El ego, nuevamente depende de a quién le preguntemos, puede ser algo bueno o algo malo; o algo
totalmente cierto, porque es desde el ego que conocemos al mundo, poniéndonos a nosotros
mismos como jueces de lo que observamos, o puede ser algo totalmente falso, porque ese ego
está compuesto de ilusiones y dogmas.

Desarrollamos nuestro ego al tomar consciencia de nosotros mismos, al descubrirnos como seres
independientes del mundo, al saber que existimos, que tenemos vida, que tenemos necesidades y
deseos y que tenemos temores, especialmente temor a la muerte, que es el fin de ese ego, el fin
de nosotros mismos.

El ego es esa parte de uno que se ofende cuando nos insultan y se enorgullece cuando nos
reconocen y felicitan. Es la parte que nos hace sentir rencor, culpa y vergüenza, pero también nos
hace sentir satisfacción por nuestros logros, realización personal y tranquilidad por cumplir con lo
que se espera de nosotros.

Bien, tenemos ya una idea básica de lo que es el ego, entonces pasemos a hablar del ego presente
en la masonería.

Para los profanos que estén leyendo esto, quizá han visto videos o fotografías de masones de alto
rango que portan su mandil muy decorado, y una especie de collarín con símbolos en metal
dorado, elegantes guantes, sombrero, traje negro y en el traje muchas medallas como si hubieran
ido a la guerra y hayan sido condecorados con todos los reconocimientos existentes, y obviamente
caminan con ORGULLO mostrando su llamativa vestimenta a los demás.

Cualquiera podría pensar que una persona así tiene un ego muy grande, es decir, tiene de sí
mismo una consideración enorme, o, en otras palabras, que se cree mucho, más que los demás y
no teme mostrarlo.

El Aprendiz, al iniciarse, puede salir de la ceremonia sintiéndose superior al resto del mundo, y no
podríamos culparlo realmente, ya que se le dice que ahora pertenece a la sociedad más antigua
del mundo, que será poseedor de grandes secretos, que se le develarán misterios ancestrales y
que podrá caminar bajo la lluvia sin mojarse… con todo eso, ¿quién no sentiría que el mundo
quedó por debajo?
Luego al Aprendiz le es otorgado un Aumento de Salario, es decir, pasará del grado 1 al grado 2, y
será un Compañero, ha aprendido a Trabajar sin supervisión y a la par de los demás, ¡qué orgullo!
¿no es así?, es como si se hubiera graduado en su carrera, porque ya conoce el oficio.

Ese nuevo Compañero porta, dentro del Templo, su mandil de otra manera que lo diferencia de los
Aprendices, pero no basta con eso, muchas veces voltea con sus hermanos Aprendices y les da
“consejos”, o los “instruye”, para que se sepa quién es quién. ¡Acaba de terminar de aprender la
liturgia del primer grado, y se las enseña a los aprendices como si ese conocimiento lo tuviera de
toda la vida!

Pero el tiempo pasa, y si ese masón cumplió con el deber que se le ha encomendado, entonces su
ego se habrá disminuido, porque habrá visto en su caminar a través de la masonería varios
símbolos del Templo, que le enseñan que no es él mejor o peor que los demás, que está “a nivel”
del resto del mundo, habrá aprendido de sus hermanos la fraternidad y con ella la tolerancia y la
humildad.

El masón que llega en verdad a ser un Maestro, debe de tener un control sobre su ego. Recuerdo
un cuento de Antony de Mello, donde el Maestro le pidió a su discípulo que fuera al cementerio, y
dijera a los muertos alabanzas, piropos y cosas agradables en general, al siguiente día le pidió que
fuera de nuevo al cementerio, pero esta vez les dijera a los muertos insultos y groserías, luego le
preguntó a su discípulo “¿cómo reaccionaron los muertos con tus alabanzas y cómo con tus
insultos?”, “no reaccionaron ni respondieron”, contestó el discípulo, “pues bien” – le dijo el
Maestro – “así has de ser tú cuando alguien te alabe o te insulte”.

La parafernalia masónica es parte del ritual, los mandiles, las joyas, las jerarquías dentro de los
ceremoniales, todo eso tiene una razón de ser, el mal masón lo interpreta como ego, como algo
que lo hace sentir grande, poderoso en el mal sentido (porque una persona realmente poderosa,
lo es porque tiene poder sobre sí mismo) y superior a los demás. El masón que conoce el lenguaje
de la masonería, ve todos esos adornos como símbolos que le indican la experiencia del hermano
que los porta.

En las artes marciales se identifica a la “cinta negra” como una persona que tiene un alto grado de
conocimiento, y esta es la razón: antiguamente, los monjes para poder practicar las artes
marciales, debían sujetar sus holgadas ropas con una cinta para que no les estorbaran en sus
movimientos. Cada día que practicaban, se amarraban la cinta, así, cada día la cinta se iba
ensuciando un poco, el monje qué mas días había practicado, era quien tenia la cinta más sucia,
más negra, y es por eso que la cinta negra se le otorga a quien ha reunido mucha experiencia.

En la masonería es algo similar, el Aprendiz tiene un mandil blanco únicamente, así empieza su
camino, pero conforme obtenga experiencia, se le irán agregando artículos a su vestimenta, como
la banda de maestro, el collarín con la joya que representa al puesto que ocupe dentro de la logia,
o la venera, que es también como un collar, que porta el Venerable Maestro y muestra en ella los
símbolos del conocimiento que ha adquirido.
El masón qué más adornos tiene, muestra en ellos su experiencia, pero no para presumir sus altos
grados o jerarquía, sino para que sepan qué tanto puede él poner al servicio de sus hermanos y de
la humanidad entera, o así debería de ser, así deberíamos de entenderlo, porque el conocimiento
que vamos adquiriendo nos pone en nuestro lugar, nos hace reconocer que cuando pensábamos
que sabíamos, no sabíamos… entonces, quién sabe si hoy realmente sepamos algo… es mejor
guardar silencio y seguir aprendiendo. Cada conocimiento es un compromiso para ponerlo al
servicio de los demás; sirviendo a los demás es como pagamos al Gran Arquitecto del Universo que
nos diera esa chispa de entendimiento. Entre más sepas, más debes de servir.

También podría gustarte