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Himno litúrgico oriental

AKATHISTOS
El Akathistos (Akázistos) es un himno litúrgico que desde
hace 15 siglos canta la iglesia griega para celebrar el
misterio de la Madre de Dios. La fecha de composición,
según los estudios más recientes, oscila entre la segunda
mitad del s. V y los primeros años del s. VI. En efecto, es
posterior a una homilía de Basilio de Seleucia (S.V), de
quien depende verbalmente una estrofa, y anterior al
kontakión de Román de Melode sobre el patriarca José,
inspirado en el Akáthistos. Su nombre griego es un
adverbio que significa "no sentado" o "de pie", (a
=negativo, y kathistomai=sentarse).

Se le dio ese nombre por ser un himno que, a diferencia


de otros de la Iglesia Bizantina, se debe cantar y escuchar
de pie, como el Evangelio, en señal de atención
reverente.

En el rito bizantino ocupa un lugar privilegiado y goza de


su propia fiesta: el quinto sábado de cuaresma, llamado
precisamente por eso sábado de Akáthistos.
Se desconoce el nombre del autor. Fue, sin duda, un gran
poeta, teólogo y contemplativo que supo reducir a
oración poética todo lo que la fe profesa. Dios conoce su
nombre, pero el mundo no. Así el himno es de todos
porque es de la Iglesia.

Hay en el himno tres palabras-clave: Salve, Aleluya,


Virgen y Esposa.
iSalve!, que en el original griego es "alégrate", es la
palabra con que el ángel saluda a María en la
Anunciación.
Es la invitación de Dios al gozo del cielo que se abre para
el mundo por María.

iAleluya!, que se canta tras las estrofas pares. Es una


aclamación de alabanza dirigida al Señor a quien se
refieren esas estrofas, porque de él proceden la gracia y
la verdad que inundan a María y se derraman en el
mundo por la Anunciación y la Encarnación.

¡Virgen y Esposa! Esta aclamación, que cierra las estrofas


impares que se refieren a María, une en el canto al coro
con la asamblea, y fija la mente de los fieles en la Virgen
Madre: mujer tan íntimamente unida a Dios que es
llamada Esposa; y tan libre de toda posesión humana que
es llamada Virgen. Así aparece como la cumbre suprema
de la ascensión humana, revestida de lo divino, pero sin
perder su condición de criatura.
El santo Juan Pablo II, dijo en una homilía en la Basílica
de santa María la Mayor, en Roma, en comunión con
hermanos de la Iglesia Oriental lo siguiente: 1. María es
"icono de la Iglesia, símbolo y anticipación de la
humanidad transfigurada por la gracia, modelo y
esperanza segura para cuantos avanzan hacia la
Jerusalén del cielo" (Orientale lumen, 6).
“Amadísimos hermanos y hermanas, nos hemos reunido
en la basílica que el pueblo romano, después del concilio
de Éfeso, dedicó con devoto fervor a la santísima Virgen
María. Esta tarde la tradición litúrgica bizantina celebra
las primeras Vísperas de la Concepción de Santa Ana,
mientras que la liturgia latina alaba a la Inmaculada
Concepción de la Madre de Dios.
Expreso mi viva satisfacción por la presencia de
numerosos hermanos y hermanas que están aquí con
nosotros esta tarde en representación de las Iglesias
orientales católicas. Dirijo mi cordial saludo a todos los
obispos de rito bizantino presentes en esta basílica junto
con sus fieles. Esta tarde todos nos sentimos embargados
por una íntima alegría: la alegría de alabar a María con el
himno Akáthistos, tan apreciado por la tradición oriental.
Es un cántico totalmente centrado en Cristo, a quien se
contempla a la luz de su Madre virgen. Ciento cuarenta y
cuatro veces nos invita a renovar a María el saludo del
arcángel Gabriel: ¡Ave María!
Hemos recorrido las etapas de su existencia y alabado los
prodigios que el Todopoderoso realizó en ella: su
concepción virginal, inicio y principio de la nueva
creación, su maternidad divina, y su participación en la
misión de su Hijo, especialmente en los momentos de su
pasión, muerte y resurrección. María, Madre del Señor
resucitado y Madre de la Iglesia, nos precede y nos lleva
al conocimiento auténtico de Dios y al encuentro con el
Redentor. Nos indica el camino y nos muestra a su Hijo.
Al celebrarla con alegría y gratitud, honramos la santidad
de Dios, cuya misericordia hizo maravillas en su humilde
esclava. La saludamos con el título de Llena de gracia e
imploramos su intercesión por todos los hijos de la Iglesia
que, con este himno Akáthistos, celebra su gloria.”
Carta desde el Monasterio
Santa Trinidad a este folleto

Querido hermano y hermana en la fe. Este año, al


acercarse la solemnidad del Dogma de la Asunción de
nuestra Madre, la Virgen María queremos hacerte llegar
este pequeño recuerdo que es, ante todo, un don de
gracia para el alma que busca alimentarse de los
misterios de fe y de la Iglesia.

Ponemos en tus manos el canto de la Iglesia Oriental


Bizantina, una gran oración que en la tradición occidental
se ha ido introduciendo gracias al amor que san Juan
Pablo II profesaba por este himno. Queremos darte una
parte de cielo, hecho himno, canción, con mucho
respeto, pero a la vez con la alegría suficiente que nace
del corazón que ama a Cristo por medio de María. Cantar
las hazañas de la Virgen es elevar los ojos al cielo y
adorar a Dios Trinidad que quiso en su gran misericordia
mirar a María y hacerla Puerta de Salvación. ¿Ella es la
salvación? No, ella porta la Salvación. ¿Cómo no afirmar
con nuestra fe eclesial que María es “la llena de gracia”?
Hacerse cristiano, discípulo, marianizando nuestra vida
cristiana no es profanar el Nombre de Dios, ni
dogmatizar, sino reconocer, conocer y amar la voluntad
del Padre que quiso que su Hijo, la Promesa Única, se
hiciera carne en el vientre de una virgen, María. Gracias
al Espíritu Santo, que cubrió con la Sombra del Altísimo a
la que llamarán todas las naciones Bienaventurada,
nosotros tenemos hoy Redención. No temamos ser
marianos, ella es el camino corto hacia Dios. Ella siempre
nos muestra el Camino: Cristo y nos dice: “haced lo que
Él os diga”, verdadero testamento espiritual de María.

Este Monasterio de la Santa Trinidad de la Comunidad


Monástica de Jesús Redentor, al compartir su fe se hace
Iglesia, comunión, unidad en el Amor de Dios que desea
hacerte partícipe de su espiritualidad y amor por todo lo
que ayude a formar en nosotros la imagen de Cristo.
Nuestros sacramentos esperan la acción de la voluntad
para que produzcan “frutos de vida eterna”
No basta con llamarnos cristianos, debemos desear serlo.
Y nada mejor que con nuestra vida diaria, donde
debemos santificar nuestra historia personal.
Medita, lee, contempla con este himno tu fe y, ¡alégrate!
Porque el que cree, tendrá vida. Profundiza tu vida
cristiana y cántala, que por medio de ti otros crean en
Dios y vuelvan a la Iglesia.
Nuestra Madre Fundadora Victorine Le Dieu nos ha
dejado un legado eclesial basado en unir lo que está roto
por medio de la adoración y la reparación, permitiendo
que el carisma de la reconciliación forje corazones que
perdonen y se ofrezcan en reparación por otros. Ella se
acerca a todos los que buscan a Cristo por María con
sincero corazón y les habla del bien de la Iglesia, de la
posibilidad de entrar en el cielo. Victorine Le Dieu es una
mujer auténticamente cristiana que ama con el corazón
entero, sin dividir a todos los hombres y mujeres del
mundo. Es, como ella misma se denomina, “la esclava del
Señor”. No quita a María ese título, sino que lo hace vida
en sí. Victorine Asume en María otra anunciación, otro
Magníficat y es fiel. Ser alma reparadora, partir del hecho
de la adoración a Jesús Eucaristía es un reto que abrirá
otras puertas de luz para los que andan perdidos.

Victorine es una mujer absolutamente mariana, por


medio del amor a María ella se hace fiel y amiga de Dios.
Para Victorine, María es fórmula magistral de encontrar
el Reino.
Sus continuas referencias en los escritos autobiográficos
muestran el amor mariano y la acción de ellos en la vida
de entrega y en su vocación. Ella es una ejemplo para
que tú desees acercarte a Cristo por María. Hazlo, no te
arrepentirás. Te dejamos unas frases de Victorine para
que medites y puedas entrar con gozo en el Himno del
Akathistos que te ofrecemos.

Bien sabes que oramos por ti y tu familia y os tenemos


presentes en este Monasterio.

Vuestros hermanos y Hermanas


contemplativos de Jesús Redentor.
PARTE NARRATIVA
Episodios del Evangelio

Estrofa 1. El saludo del Ángel a María

Lector 1: Un ángel excelso fue enviado del cielo


a decir "Dios te salve" a María. Contemplándote,
oh Dios, hecho hombre por virtud del angélico
anuncio, extasiado quedó ante la Virgen, y así le
cantaba:
Solo 1:
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Solo 2:
Salve, oh cima encumbrada a la mente del
hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.

Coro:
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.

Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 2.
María celebra el anuncio del ángel

Lector 2: Conociendo la Santa que era a Dios


consagrada, al arcángel Gabriel le decía; "Tu
mensaje es arcano a mi oído y difícil resulta a mi
alma; insinúas de Virgen el parto, exclamando:

Todos: ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!

Estrofa 3.
La Virgen pregunta "cómo" se convertirá
en Madre

Lector 1: Deseaba la Virgen comprender el


misterio y al heraldo divino pregunta: "¿Podrá
dar a luz criatura uno Virgen?, responde te
ruego". Reverente Gabriel contestaba, y así le
cantaba:
Solo 1:

Salve, tú guía al eterno consejo;


Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.

Solo 2:
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne portento;
Salve, de turba infernal lastimero flagelo.

Coro:
Salve, inefable, la luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.

Todos:
SALVE, VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE. ¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 4.
El Espíritu Santo hace Madre a la Virgen

Lector 2: La virtud de lo Alto la cubrió con su


sombra e hizo Madre a la Esposa Inviolada.
Aquel seno por Dios fecundado germinó como
fértil arado para todo el que busca la gracia y
aclama:

Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!

Estrofa 5.
El encuentro con Isabel

Lector 1: Con el Niño en su seno, presurosa


María, a su prima Isabel visitaba. El pequeño en
el seno materno exultó al oír el saludo, y con
saltos, cual cantos de gozo, a la Madre aclamaba:
Solo 1:
Salve, oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida.

Solo 2:
Salve, oh campo fecundo de gracias copiosas;
Salve, oh mesa repleta de dones divinos.
Salve, un Prado germinas de toda delicia;
Salve, al alma preparas Asilo seguro.

Coro:
Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, ofrenda que el mundo concilio.
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza.

Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 6.
La duda de José

Lector 2: Con la mente en tumulto, inundado de


dudas, el prudente José se debate. Te conoce
cual Virgen intacta; desposorios secretos
sospecha. Al saber que es acción del Espíritu,
exclama:
Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!
Estrofa 7.
La adoración do los pastores

Lector 1: Los pastores oyeron los angélicos coros


que al Señor hecho hombre cantaban. Para ver al
Pastor van corriendo; un Cordero Inocente
contemplan, que del pecho materno se nutre, y a
la Virgen le cantan:

Solo 1:
Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve, barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.
Solo 2:
Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca que nunca enmudece;
Salve, de Mártires fuerza que nadie somete.
Coro:
Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado el averno;
Salve, por ti revestimos la gloria.
Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 8.
La llegada de los Magos

Lector 2: Observando la estrella que hacia Dios


los guiaba, sus fulgores siguieron los Magos. Era
antorcha segura en su ruta; los condujo ante el
Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable, le
cantan:

Todos:
ALELUYA!, ¡ALELUYA!

Estrofa 9.
La adoración de los Magos
Lector 1: Contemplaron los Magos entre brazos
maternos al que al hombre plasmó con sus
manos. Comprendieron que era Él su Señor, a
pesar de su forma de esclavo: presurosos le
ofrecen sus dones, y a la Madre proclaman:
Solo 1:
Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tú apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.

Solo 2:
Salve, derribas del trono al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.
Salve, nos has liberado de bárbaros ritos;
Salve, nos has redimido de acciones de barro.

Coro:

Salve, destruyes el culto del fuego;


Salve, extingues las llamas del vicio.
Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.

Todos:
¡SALVE, VIRGEN Y ESPOSA!
¡SALVE, VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 10.
El regreso de los Magos

Lector 2: Portadores y heraldos de Dios eran los


Magos, de regreso, allá en Babilonia. Se cumplía
el oráculo antiguo cuando a todos hablaban de
Cristo, sin pensar en el necio Herodes que no
canta:
Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!

Estrofa 11.
La huida a Egipto

Lector 1: El Egipto iluminas con la luz verdadera


persiguiendo el error tenebroso. A tu paso caían
los dioses, no pudiendo, Señor, soportarte; y los
hombres, salvados de engaño, a la Virgen
aclaman:
Solo 1:
Salve, levantas al género humano;
Salve, humillas a todo el infierno.
Salve, conculcas engaños y errores;
Salve, impugnas del ídolo el fraude.
Solo 2:
Salve, oh mar que sumerge el cruel enemigo;
Salve, oh roca do beben sedientos de Vida.
Salve, columna de fuego que guía en tinieblas;
Salve, amplísima nube que cubres el mundo.

Coro:
Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de delicias.
Salve, oh Tierra por Dios prometida;
Salve, en ti fluyen la miel y la leche.

Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 12.
El encuentro con Simeón
Lector 2: Simeón el anciano, al final de sus días,
de este mundo dejaba la sombra. Presentado le
fuiste cual niño, más, al verte cual Dios
poderoso, admiró el arcano designio y gritaba:

Todos:¡ALELUYA!, ¡ALELUYA.
PARTE DOCTRINAL
Misterios de la Fe
Estrofa 13.
María, Virgen divinamente fecunda

Lector 1: Renovó el Excelso de este mundo las


leyes cuando vino a habitar en la tierra.
Germinando en su seno incorrupto lo conserva
intacto cual era. Asombrados por este prodigio,
a la Santa cantamos:
Solo 1:
Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas.

Solo 2:
Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo.

Coro:
Salve, plegaria ante el Juez verdadero;
Salve, perdón del que tuerce el sendero.
Salve, atavío que cubre al desnudo;
Salve, del hombre supremo deseo.

Todos: SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA! ¡SALVE,


¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 14.
Cristo encarnado es camino para la subida
del hombre

Lector 2: Ante el Parto admirable, alejados del


mundo, hacia el cielo elevamos la mente. El
Altísimo vino a la tierra con la humilde
semblanza de un pobre y enaltece hasta
cumbres de gloria, a quien canta:

Todos:
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!

Estrofa 15.
María es verdadera Madre de Dios

Lector 1: Habitaba en la tierra y llenaba los cielos


la Palabra de Dios infinita. Su bajada amorosa
hasta el hombre no cambió su morada suprema.
Era el parto divino de Virgen que este canto
escuchaba:
Solo 1:
Salve, mansión que contiene el Inmenso;
Salve, dintel del augusto Misterio.
Salve, de incrédulo equívoco anuncio;
Salve, del fiel Inequívoco orgullo.

Solo 2:
Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tú sólo has unido dos cosas opuestas;
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre.

Coro:
Salve, por ti fue borrada la culpa;
Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.
Salve, tú llave del Reino de Cristo;
Salve, esperanza de bienes eternos.

Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 16.
La Encarnación es el encanto de los
Ángeles

Lector 2: Todo el orden angélico asombrado


contempla el misterio de Dios que se encarna. Al
Señor, al que nadie se acerca, hecho hombre,
accesible, admira caminar por humanos
senderos, escuchando:

Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!
Estrofa 17.
El parto virginal es un misterio

Lector 1: Oradores brillantes como peces se


callan ante ti. Santa Madre del Verbo. Cómo ha
sido posible, no entienden, ser tú Virgen
después de ser Madre. El prodigio admiramos
tus fieles, y con fe proclamamos:
Solo 1:
Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece.
Solo 2:
Salve, por ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen autores de mitos.
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los Pescadores.

Coro:
Salve, levantas de honda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia suprema.
Salve, novio del que ama salvarse;
Salve, oh puerto en el mar de la vida.
Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 18.
El Verbo se encarna para salvarnos

Lector 2: Por salvar todo el orbe el Dios Alfarero


hasta el mundo bajó, porque quiso. Por ser Dios
era él Pastor nuestro; se mostró por nosotros
Cordero; como igual sus iguales atrae; cual Dios
oye:

Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!
Estrofa 19.
La siempre Virgen es modelo perfecto de
vida cristiana en el seguimiento de Cristo

Lector 1: Virgen, Madre de Cristo, Baluarte de


vírgenes y de todo el que en ti se refugia el
Divino Hacedor te dispuso al tomar de ti carne
en tu seno. Y enseña a que todos cantemos en
tu honor, oh Inviolada:

Solo 1:
Salve, columna de sacra pureza;
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tú inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas.

Solo 2:
Salve, de nuevo engendraste al nacido en
deshonra;
Salve, talento infundiste al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;
Salve, nos diste al Señor sembrador de los
castos.
Coro:
Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve, unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.

Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 20.
El Verbo nos colma de dones

Lector 2: Impotente es el canto que alabar


presumiera de tu gracia el caudal infinito. Como
inmensa es la arena en la playa pueden ser
nuestros himnos, Rey Santo, más no iguala los
dones que has dado a quien canta:

Todos:
¡ALELUYA!, IALELUYA!
Estrofa 21.
María es Madre de la Iglesia que nace

Lector 1: Como antorcha luciente del que yace


en tinieblas, resplandece la Virgen María. Ha
encendido la Luz Increada; su fulgor ilumina las
mentes y conduce a la ciencia celeste suscitando
este canto:
Solo 1:
Salve, oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras.
Solo 2:
Salve, surgieron de ti luminosos misterios;
Salve, brotaron en ti caudalosos arroyos.
Salve, figura eres tú de salubre piscina;
Salve, tú limpias las manchas de nuestros
pecados.
Coro:
Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría:
Salve, fragancia de ungüento de Cristo;
Salve, oh Vida del Sacro Banquete.
Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 22.
El Verbo borra la antigua condena

Lector 2: Por querer perdonarnos el pecado


primero, el que paga las deudas de todos, de sus
prófugos busca el asilo, libremente del cielo
exiliado. Mas, rasgando el quirógrafo antiguo,
oye un canto:

Todos:
¡ALELUYA!, ¡ALELUYA!
Estrofa 23.
María camina con la Iglesia peregrina

Lector 1: Celebrando tu parto, a una voz te


alabamos como templo viviente, Señora. Ha
querido encerrarse en tu seno el que todo
contiene en su mano, el que santa y gloriosa te
ha hecho, el que enseña a cantarte:
Solo 1:
Salve, oh tienda del Verbo divino;
Salve, más grande que el gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de Vida.
Solo 2:
Salve, diadema preciosa de reyes devotos;
Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio.
Coro:
Salve, por ti enarbolamos trofeos;
Salve, por ti sucumbió el adversario.
Salve, remedio eficaz de mi carne;
Salve, inmortal salvación de mi alma.
Todos:
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

Estrofa 24.
Súplica final

Lector 2: Digna de toda loa, Madre Santa del


Verbo, el más Santo entre todos los Santos;
nuestra ofrenda recibe en el canto; salva al
mundo de todo peligro; del castigo inminente
libera a quien canta:

Todos:
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!
Tú, María, que fuiste elevada al cielo
por el poder de amor de tu Hijo
Jesucristo, haz que nuestra fe sea
elevada por tu amor hacia el Trono de
la Trinidad y podamos un día ser
llevados al cielo, junto a los santos y
bienaventurados y ver el Rostro bello
de tu Hijo, nuestro Redentor. Así te lo
pedimos, Madre Nuestra.
Monasterio Santa Trinidad
Hermanos y Hermanas contemplativos
De Jesus Redentor
Akathistos
Canto de la Liturgia Oriental en Honor
a la Toda Santa, Nuestra Madre la Virgen Maria.

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