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Con el final de la guerra en 1848, Perry pasó por varias asignaciones en tierra antes de ser

devuelto a Mississippi en 1852, con la orden de prepararse para un viaje al Lejano


Oriente. Con instrucciones de negociar un tratado con Japón, luego cerrado a los extranjeros,
Perry debía buscar un acuerdo que abriera al menos un puerto japonés al comercio y
aseguraría la protección de los marineros estadounidenses y las propiedades en ese
país. Partiendo de Norfolk en noviembre de 1852, Perry recorrió el Cabo de Buena Esperanza
y cruzó el Océano Índico antes de llegar a Shanghai el 4 de mayo de 1853.
Navegando hacia el norte con Mississippi , la fragata de vapor USS Susquehanna y las
balandras de guerra USS Plymouth y Saratoga , Perry llegó a Edo, Japón el 8 de julio.
Conocido por funcionarios japoneses, Perry recibió la orden de navegar hacia Nagasaki, donde
los holandeses tenían una pequeña puesto comercial. Al negarse, exigió permiso para
presentar una carta del presidente Millard Fillmore y amenazó con usar la fuerza si se
negaba. Incapaces de resistir el armamento moderno de Perry, los japoneses le permitieron
aterrizar el día 14 para presentar su carta. 

Hecho esto, prometió a los japoneses que regresaría para recibir una respuesta. Al regresar el
siguiente febrero con un escuadrón más grande, Perry fue recibido calurosamente por los
oficiales japoneses que habían accedido y preparado un tratado que cumplía muchas de las
demandas de Fillmore. Firmada el 31 de marzo de 1854, la Convención de Kanagawa aseguró
la protección de la propiedad estadounidense y abrió los puertos de Hakodate y Shimoda al
comercio. Completada su misión, Perry regresó a casa en un vapor mercante más tarde ese
año.

La bandera del comodoro Perry


1 marzo, 2018 Curiosidades

Por Joan Comas
1853 y 1945 fueron dos años que en la memoria del pueblo japonés siempre estarán presentes.
Irónicamente una fecha es la consecuencia indirecta de otra, aparte de que fueron
protagonizados por parientes lejanos y con la misma enseña; esta es la historia de la bandera
del comodoro Perry.

La misión de Perry
El 24 de noviembre de 1852, el comodoro estadounidense Matthew C. Perry partió con su
escuadra del puerto de Norfolk (Virginia). Sus órdenes eran bien simples, el
presidente Fillmore deseaba que Japón abriera sus puertas al comercio exterior y Perry sería
el encargado de representar su nación en las futuras negociaciones y lograr un acuerdo;
aunque fuera necesario utilizar la fuerza para lograr los objetivos.
Por aquel entonces, Japón había estado disfrutando de una era de paz y prosperidad tras una
interminable guerra civil. Bajo la dictadura de los shogunes del clan Tokugawa, el país se
recuperaba pero el comercio se había restringido para evitar que otros señores feudales
adquirieran armas y desafiaran el régimen o que los misioneros jesuitas pudieran convertir a
la población.
Este proceso culminó con el decreto que prohibía la entrada de extranjeros y cristianos (salvo
una concesión holandesa en Nagasaki); además de impedir al pueblo japonés viajar fuera del
territorio nacional. Esto fue devastador porque se perdieron las artes tradicionales
de navegación y el conocimiento de generaciones de marineros.

Barcos negros
La travesía fue sin incidentes, haciendo escala en Madeira, Santa Helena, Ciudad del Cabo,
Mauricio, Ceilán, Singapur, Macao, Hong Kong, Shanghái y se entrevistó con el rey de Ryukyu
(Okinawa) con quien negoció un acuerdo comercial.
Finalmente, el 8 de julio de 1853 su escuadra fondeó en la bahía de Edo (actual Tokio). El
impacto entre la población fue brutal, eran naves de un tamaño que hacía siglos que no se
veían. Por el color de sus cascos y en caso de los buques de vapor, por el humo negro que
salían por sus chimeneas fueron nombrados con pavor “barcos negros”.
Ilustración japonesa de 1854 donde figura la escuadra de «barcos negros» del comodoro Perry .
Nunca un buque extranjero se había adentrando tan cerca de la capital sin permiso, aquello
les pareció una violación de su soberanía. Rápidamente, las autoridades enviaron una
delegación que exigió su retirada.
En su primera expedición, la escuadra norteamericana constaba de los siguientes buques:
Buques de vapor de vapor Mississippi (insignia), Susquehanna, Powhatan y Allegheny, y las
balandras de vela Macedonian, Plymouth y Saratoga, así como el navío Vermont.
En su segunda visita, incluyó también los
buques Lexington, Macedonian, Powhatan, Vandalia, Southampton y Supply.
Perry hizo caso omiso de las demandas niponas. Es más, formó su escuadra en línea de
batalla y tras ordenar que sus cañones apuntaran a la ciudad, amenazó de que si querían
luchar les destruiría. Aquel macabro despliega tecnológico culminó con el disparo de 73 salvas
al mar para conmemorar el día de la independencia.
El gobierno nipón estaba en una encrucijada. ¿Qué debían hacer? Sabían cómo la
todopoderosa China imperial había sido pisoteada por los británicos con su poder militar. Por
otra parte, la traducción del título de Shogun era “el generalísimo que somete a los barbaros”,
no podía claudicar sin más y vender el país a los extranjeros.
Finalmente, acordonaron una prórroga y la flota estadounidense se retiró. No obstante, una
vez expirado el pazo, regresó el 13 de febrero de 1854; esta vez con más tropas y más
barcos para conseguir presionar más al Shogun.
El 31 de marzo del mismo año, se llegó a un acuerdo firmado en Kanagawa. Habiendo
cumplido con su misión Perry regresó triunfante a Estados Unidos.

Escuadra del comodoro Perry en Japón en su segunda visita en 1854.

Para el pueblo japonés fue una humillación y los encuentros posteriores se saldaron con
malentendidos, incidentes diplomáticos y muertos. Por su parte el shogunato contrató
a expertos militares, en su mayoría franceses y adquirió buques de guerra al estilo
“occidental”. Dicha modernización garantizó la existencia del régimen un tiempo más.
Pero si militar y comercialmente estaban mejorando, en el terreno político
los Tokugawa estaban tocados de muerte. Esta forma de pensar caló sobre todo en los clanes
que habían sido derrotados al inicio de régimen y por lo tanto imposibilitados para obtener
algún puesto de relevancia. Pronto se inició un movimiento que postulaba “expulsad a los
barbaros, reverenciad al Emperador”. Aparte de que entraron nuevas ideas como la de los
filósofos de la ilustración y el código napoleónico, cosa que hizo cuestionarse el sistema
feudal todavía imperante.
Finalmente, el sistema colapso tras una guerra civil y el emperador recuperó el poder.
Curiosamente, continuó con las reformas para conseguir que Japón fuera una potencia de
primer orden.
La figura del comodoro Perry es todavía objeto de debate, algunos lo consideran un militar
más de una potencia que durante el periodo del imperialismo ejerció la política del cañoneo y
obligó a una nación más débil a cumplir con sus deseos.

Retratos del Comodoro Matthew Calbraith Perry. A la izquierda el que le hicieron los japoneses y a la derecha el oficial
de la marina estadounidense. Un poco sí que se parecen.

Para otros fue la primera piedra para la modernización y la creación del Japón moderno. De
hecho presentó diversos regalos para mostrar los avances de occidente y como su país con este
tratado se podía beneficiar, siendo los más destacados: un telégrafo, una cámara de fotos,
licores, libros, armas y un tren de vapor de pequeño tamaño, el cual causó furor.
Los sorprendidos japoneses respondieron a los presentes con exquisitos muebles de madera
lacada y oro, adornos de bronce, copas de la fina porcelana y tras escuchar la afición del
comodoro por las conchas marinas, una colección de bellos ejemplares.
Perry regresó victorioso a EE.UU donde fue premiado con 20.000 dólares y el rango de
contralmirante en la reserva.
La bandera del comodoro Perry en 1945
La bandera del buque de Perry (el USS Mississippi) fue considerada una reliquia de la historia
estadounidense, siendo conservada en la Academia Naval hasta 1945, cuando tras tantos años
en una vitrina volvería a servir a un pariente lejano del comodoro en su misión más
importante; siendo testigo de uno de los acontecimientos más destacados del siglo XX.
Tras una brutal y sangrienta guerra mundial, el imperio del Japón estaba derrotado y el
general Douglas MacArthur, comandante supremo de las fuerzas aliadas en el Pacífico junto a
representantes de los demás países debían preparar la rendición.
MacArthur ordenó que la bandera de Perry fuese traída a bordo del USS Missouri donde se
llevaría a cabo la ceremonia. Desde Annapolis se preparó un único vuelo para traer dicha
insignia.
Como curiosidad, se puede apreciar que la colocación de la bandera no es correcta, ya que en
caso de colgarla en una pared las estrellas han de quedar en la izquierda. El motivo de su
curiosa colocación radica en su delicado estado en que se encontraba cuando era custodiada
en la academia naval, al parecer el responsable viendo que peligraba su conservación decidió
coser una tela para evitar que las fibras de degradaran más y estuviesen unidas. El problema
fue que el conservador en ver de coserla por el reverso, lo hizo por el anverso.

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