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ERRNVPHGLFRVRUJ
© M. R. Jouvencel, 2002
1. LA LESIÓN ................................................................................. 1
1.1. Concepto ...................................................................... 1
1.2. Lesión psíquica ........................................................... 2
1.3. Deficiencia, discapacidad, minusvalía......................... 2
1.4. Factores causales .......................................................... 4
1.5. Significado, significante y signo-función ................... 5
1.6. Las lesiones en el Código Penal .................................. 6
1.6.1. Lesiones contra las personas constitutivas de
delitos............................................................... 6
1.6.2. Lesiones contra las personas constitutivas de
faltas ............................................................... 10
2. CAUSA Y CONCAUSAS ................................................................ 15
3. EL NEXO CAUSAL ....................................................................... 23
3.1. Realidad lesional .......................................................... 23
3.2. Suficiencia diagnóstica ............................................... 24
3.3. Cronología sintomática ................................................ 24
3.4. Topografía lesional ..................................................... 27
3.5. El estado anterior ......................................................... 28
3.6. El mecanismo causal .................................................... 28
4. EL ESTADO ANTERIOR ............................................................................ 31
IX
x ÍNDICE
5. CONSOLIDACIÓN Y SECUELA...................................................... 35
6. DAÑO CORPORAL Y PERJUICIO .................................................. 39
7. VALORACIÓN MÉDICA DEL DAÑO VERSUS VALORACIÓN DEL DAÑO. 43
7.1. Hacia un mayor rigor teminológico ............................ 49
7.2. Un título que se presta a confusión: los médicos «es-
pecialistas» U —universitarios— en valoración del
daño corporal ............................................................... 51
8. VALORACIÓN Y CALIFICACIÓN DE LA INCAPACIDAD LABORAL ... 53
9. APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA ......... 59
9.1. El examen médico ...................................................... 59
9.1.1. Duración de la incapacidad temporal .......... 69
9.1.2. Momento de consolidación ............................ 80
9.1.3. Descripción de las secuelas y sus repercusio-
nes: déficit funcional genérico y específico;
dolor y sufrimientos soportados; daño estéti-
co; daño d'agrément; otros daños ................ 83
10. EL SISTEMA DE TASA DE INCAPACIDAD PERMANENTE (T.I.P.).
CRÍTICA A SU UTILIZACIÓN ........................................................ 109
11. DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA ................................................ 113
11.1. El gesto motor .............................................................. 113
11.2. Gesto y movimiento .................................................... 114
11.3. Análisis del gesto motor ............................................. 116
11.3.1. Gestos de la vida ordinaria ........................... 117
11.3.2. Gestos profesionales ..................................... 139
11.3.3. Gesto defensivos, antiálgicos, patológicos ... 142
12. LA INCAPACIDAD PARA EL TRABAJO EN SU APRECIACIÓN MÉDICA 147
12.1. Conceptos generales ................................................... 147
12.2. Metodología para la valoración de la incapacidad para
el trabajo: acercamiento ergonómico........................... 155
12.2.1. Cuestión clínica .............................................. 156
12.2.2. Cuestión laboral ............................................. 157
12.2.3. Cuestión ergonómica...................................... 163
13. LOS BAREMOS DE INCAPACIDAD: ANÁLISIS CRÍTICO ..................... 173
14. LA REPARACIÓN DEL PERJUICIO ........................................................... 183
ÍNDICE XI
Han pasado diez años desde la aparición del primer Manual del perito
médico (1991). Se han producido desde entonces cambios legislativos,
evolución en el terreno conceptual, con alcance en el ámbito que preside
este título, lo bastante como para pensar en una nueva edición, siempre
pretendiendo llegar al lector con un enfoque útil, práctico y clarificador.
Siendo la cuestión fáctica el hilo conductor que sirve para fundamen-
tar en derecho, se comprende la importancia que el dictamen de peritos
tiene en los casos que demandan la intervención de la justicia. Los defen-
sores de las partes, y los que han de juzgar, precisan ilustrarse en campos
concretos, como en las causas de índole médica, cuando su debate se
lleva al foro (medicina forense). Y el médico, en calidad de perito, asi-
mismo deberá conocer aspectos jurídicos inherentes a esa condición, sin
embargo, tal conocimiento quedará confinado en el cauce de su gobierno
y deliberación interna, limitando su informe a los extremos técnicos se-
ñalados; nunca hará apreciaciones en derecho, ni otras extravagancias, ex-
travíos de algún que otro audaz erudito. La cuestión no es de naturaleza le-
gal, ni «médico-legal» —tentación híbrida, anquilosada en el «cuasi»—,
es, sencillamente, médica. Adviértase del mismo modo, que la actividad
de perito no constituye una profesión; es, por el contrario, un cargo, una
situación singular —por motivos de circunstancia y oportunidad— que
dada su fungibilidad se consume cumplida la misión encomendada.
Es un libro escrito desde la trinchera, observando el horizonte du-
rante años, siendo testigo del desánimo profesional, de la decepción de
abogados, del sufrimiento ajeno. En su vertiente crítica, no es éste un li-
bro amable, no podía serlo, si se ha de incidir en un análisis serio, sin-
XIII
XIV MANUAL DEL PERITO MÉDICO
EL AUTOR
1
La lesión
1.1. CONCEPTO
efectos prácticos, con las reservas que se dan a entender, y buscando que
los términos sean «gramaticalmente manejables»:
ENFERMEDAD
o TRASTORNO → DEFICIENCIA → DISCAPACIDAD MINUSVALÍA
(situación (exteriorizada) (objetivada) (socializada)
intrínseca)
dad o flaqueza de espíritu de otros», según precisaba el art. 421 del an-
tiguo Código Penal, Ley 44/71).
Todos estos mecanismos, a su vez, son capaces de incidir directa o
indirectamente, con o sin un efecto sinérgico, condicionando o favore-
ciendo la aparición del daño; tiene enorme interés llegado el momento de
dilucidar la relación causal, teniendo además presente que este daño, al
menos en toda proporción, no siempre se manifiesta de forma inmediata,
sino que a veces aparece sólo a medio o largo plazo. Así sucede, por
ejemplo, en la actualización de ciertas contingencias profesionales (en-
fermedades profesionales, enfermedades del trabajo patologías por hi-
persolicitación, etc.). Tratándose de accidentes de tráfico, «en el aspecto
médico-forense, se debe de considerar los problemas de imputabilidad
que plantea una secuela tardía o una muerte que se demora en el tiempo,
después del accidente: ciertas fracturas o lesiones internas permanecen
sin diagnosticar durante horas, o los días que siguen al tratamiento de un
politraumatizado de accidente de tráfico» (MERCIER, LAMBERT, CÓRTZ,
WRRINGER, DESMAREZ). Igualmente, atención especial merecen las le-
siones derivadas por traumatismos de cráneo, cuyas manifestaciones
patológicas pueden surgir a medio o muy largo plazo4.
MOYNA MÉNGUEZ, ORTIZ ÚRCULO. Para mayor información es aconsejable que el lector se
remita a dicho texto.
8 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
El Libro III, Título I, del Código Penal, regula este tipo de faltas, es-
tableciendo:
ponde a otros; de ahí que cualquier observación del clínico haya de ser
estrictamente médica, a modo de consideraciones médicas, pero nunca
legales.
Recuérdese también que el Informe de Alta viene regulado en la
Orden del Ministerio de Sanidad de 6-9-84 (BOE 14-9-84) y se define
[art. 3.4.e)] como «un resumen de la historia clínica y exploración física
del paciente».
El Decreto 45/1988 de 17 de marzo (B.O. del País Vasco)7 al que se
alude por su indudable interés, respecto a la «Hoja de Informe Clínico de
Alta» establece que:
Por otra parte, según otros autores5, cabe distinguir entre concausas
emergentes y concausas convergentes siendo las primeras «las que
tienen responsabilidad jurídica, porque se identifican con efecto» y, por
el contrario, las segundas no la tienen, «por cuanto no es posible cargar
al agente causal con los estados morbosos del estado anterior o poste-
rior del accidentado y porque no mantienen los postulados de causa
efecto»6.
La cuestión de la concausalidad puede tener su importancia, tal
como en tiempos pasados, y más todavía cuando es una puerta que se in-
tenta abrir, forzar, para eludir o aminorar responsabilidades, al plantear-
se el dilema de si han de tener en cuenta tan sólo los efectos dañosos pro-
vocados por una determinada causa o si se ha de considerar el resultado
de una forma global, al haberse materializado un perjuicio a causa de la
participación de complicaciones surgidas ya a partir de una predisposi-
ción anterior o por otros elementos concurrentes, con sus respectivos al-
cances en las distintas esferas en que la administración de justicia de-
senvuelve su actividad.
Algunos autores estiman que «el problema —y en atención a sus ob-
servaciones jurisprudenciales— queda reconducido hacia la existencia de
circunstancias que corten la relación de causalidad»7, como puede ser
4
ROUSSEAU, C, Elements de traumatologie Médico-legales a l'usage des specialistes
de I'indemnisation, p. 43. Editorial Mapire, Madrid, 1976.
5
DEDOMECCI, P. H., La Concausa en Accidentes de Trabajo, Revista de Medicina Le-
gal y Jurisprudencia Médica, Rosario Argentina, 1-6-43, núm. 1 y 2, p. 43 (según cita to-
mada de la obra Incapacidades Laborativas, p. 72, RUBISTEIN, S. J., Editorial Abaco
Rodolfo Depalma, Buenos Aires (Argentina), 1980.
6
Puede esto conectarse con un supuesto mencionado por CUNEO, al tratarse de «una
enfermedad muy grave en la que ciertas complicaciones o la muerte sobrevienen con fre-
cuencia y aún habitualmente en circunstancias y momentos ajenos al trabajo. La respon-
sabilidad del accidente es nula o mínima», (texto entrecomillado que citan GARCÍA TOR-
NEL CARRAS, L., y SÁNCHEZ BORDONA, J. M., en Valoración de las Incapacidades en los
Accidentes de Trabajo, p. 10. Editorial Paz Montalvo, Madrid, 1953.
7
FERNÁNDEZ DEL HIERRO, J. M., Responsabilidad Civil Médico-Sanitaria, p. 49.
Editorial Aranzadi, Pamplona, 1983. Se remite el autor a una observación de CARBONIER
—dirigida a la jurisprudencia francesa, pero «perfectamente aplicable a la española» al
opinar que «la jurisprudencia tiene una clara propensión a confundir la culpa con la re-
18 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
11
CSLN, 13-5-86, SMITH, R., C/ Marriot, C.I.S.A., Doctrina Laboral, I., Errepar, 618
(cita tomada a su vez de DEFILIPPIES NOVOA, E., y SAGASTUME, M., en Tratado de Trau-
matología Médico-Legal, p. 94. Editorial Abaco de Rodolfo de Palma, Buenos Aires (Ar-
gentina), 1988.
12
RUBISTEIN, S. J., Las Incapacidades Laborativas, p. 74. Editorial Abaco de Rodol-
fo de Palma, Buenos Aires (Argentina), 1988.
13
SAN MARTÍN, H., La indiferencia de la concausa en medicina legal del trabajo, Re-
vista Argentina de Medicina Forense del Trabajo, Buenos Aires, 3-952, p. 48 (citado por
RUBISTEIN, O.C, p. 72).
20 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
permanente al poco tiempo de tener cubierto su período de carencia para poder acogerse
a este tipo de cobertura. Por otra parte, la Mutualidad Aseguradora carece de los datos
propios de un reconocimiento clínico previo o reconocimiento de «entrada»; de ahí la falta
de antecedentes médicos en estos casos. No obstante, es innegable que a partir de un or-
ganismo mermado, el paso del tiempo condiciona una menor resistencia y mayor acele-
ración de los procesos de envejecimiento espontáneo que hay que esperar en toda persona,
aún en buen estado de salud; esto explica que el menoscabo inicial existente se precipite
hacia una incapacidad prematura, y, a su vez, directamente proporcional —en cuanto a su
aparición en el tiempo y gravedad de las lesiones observadas— a la rudeza de la tareas de-
sempeñadas. De cualquier modo, el daño actual en consideración al momento en que haya
en cada caso que retrotraerse es labor que entraña muchas veces enormes dificultades, y,
en cuanto a los aludidos procesos contra la Seguridad Social, de gran utilidad sería contar
con los referidos reconocimientos de «entrada» y otras medidas preventivas de control y
seguimiento periódico de los trabajadores.
3
El nexo causal
tras un aparente silencio orgánico, a veces después de varios años del he-
cho traumático inicial, brotando incluso de forma inesperada para el
propio lesionado, pues hasta ese momento, subjetivamente, se creía ple-
namente recuperado.
Entre las manifestaciones de tan desfavorable evolución se cuenta
crisis convulsivas, epilepsia post-traumática, complicaciones vasculares
y otras alteraciones, sin olvidar la hidrocefalia (en sus diversas formas,
siendo la más temible la hidrocefalia normopresiva, por su carácter so-
lapado, que puede abocar, por sus consecuencias, a un cuadro de de-
mencia, después de una evolución lenta e insidiosa, manifestándose mu-
chos años después).
Mas lo dicho hasta el momento no pretende, ni mucho menos, entrar
en un análisis de la cuestión clínica en los términos que se merece;
quiere únicamente servir de preámbulo para llamar la atención sobre su
tratamiento jurídico. Y es que ante tales secuelas diferidas, a veces muy
retardadas, no parece que la víctima goce de la adecuada protección.
El problema tiene especial incidencia en los casos de accidente de
circulación, tal que en el juicio de faltas que se puede derivar del mismo
(o juicio verbal, en el caso que se hubiera producido la reserva de ac-
ciones correspondientes, bien por sobreseimiento de la causa penal, o por
la causa que fuera), una vez dictada la sentencia (que resuelva sobre las
indemnizaciones que correspondan al lesionado en ese momento), ya no
cabe ningún tipo de reserva, pues la acción se ha ejercitado con carácter
definitivo.
Cierto que la estimación de los elementos fácticos, en su recibi-
miento a prueba, ha de recaer sobre «hechos probados» y no en meras
probabilidades (a veces formuladas como «daños potenciales»); pero
también es cierto que en no pocos casos, ya agotada la acción, esos da-
ños razonados como potenciales se realizan de forma expresa, sin que
pueda ya la víctima, por la prescripción de los plazos para accionar, re-
clamar ningún tipo de indemnización. Claro que más de uno puede pro-
poner como solución temporal conveniente, la interrupción de la pres-
cripción, a la vista del informe de sanidad, pero tal recurso en modo
alguno resulta operativo, en especial cuando hay también aspectos in-
mediatos sobre los que el juez o tribunal competente se ha de pronunciar,
con el fin de que se vean satisfechas, al menos momentáneamente, las
justas peticiones de la víctima.
Es por ello que quizá, como cuestión de lege ferenda, convenga
plantear la oportunidad de dar traslado de este problema al legislador, en
la conveniencia de arbitrar un tratamiento especial en estas y parecidas
situaciones, luego de un detenido estudio.
EL NEXO CAUSAL 27
Se desarrolla en epígrafe 4.
5
Para mayor información se puede consultar Biocinemática del Accidente de Tráfico:
Introducción al análisis cinemático de las lesiones por hechos de la circulación. Utilidad
para la reconstrucción del accidente de tráfico en la determinación del nexo causal de le-
siones y secuelas, o.c, pp. 77 y ss.; pp. 173 y ss.
6
ROCHE, I., Lesiones abdominales. Revue des mécanismes et la tolerance au choc.
INRETS (Francia). Informe LBSU, núm. 9.707, agosto, 1997.
7
SÁNCHEZ SERRANO, S., «Lesiones que aparecen en los accidentes de tráfico». JANO,
26 de marzo - 6 de abril de 1985.
EL NEXO CAUSAL 29
1
La Incapacidad para el trabajo, p. 70, M. R. JOUVENCEL, J. M. Bosch editor, S.A.,
Barcelona, 1993. La consideración del tronco «como estructura hinchable», reñere I. A.
KAPANDJI, «interviene para suavizar la presión obre el disco lumbosacra y el raquis lum-
bar inferior... La intervención de esta estructura hinchable reduce de manera notable la
compresión longitudinal a nivel de los discos: en el D12-L1 decrece en un 50% y en el
disco lumbosacro el 30%...».
5
Consolidación y secuela
1
No obstante, hay que advertir también que aun descartando que se vayan a producir
secuelas, consolidación no siempre se identifica con curación, en especial en el campo de
la traumatología; así, con razón señalan algunos autores que «una fractura puede estar
35
36 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
1
VICENTE DOMINGO, E., LOS daños corporales: tipología y valoración, p. 47. J. M.
Bosch-Editor, S.A., Barcelona, 1994.
2
Diccionario Espasa-Calpe.
3
GÓMEZ DE LIAÑO, F., Diccionario Jurídico. Salamanca, 1979.
40 MANUAL DEL PERITO MEDICO
8
VICENTE DOMINGO, E., LOS daños corporales: tipología y valoración, pp. 50 y 51. J.
M. Bosch-editor, S.A., Barcelona, 1994. La autora también aclara que «para nosotros, el
que denominamos daño personal, queda claro que tiene un sentido más amplio que el de
daño corporal. Por el contrario, O'CALLAGHAN MUÑOZ llama daño personal a los que afec-
tan contra la vida y la integridad de las personas».
9
ARCADIO, F., La reparation médico-legales des paraplegiques, pp. 51a 53. Journée
Lyonaise de «reparation du domage corporel». Lyon, Hópital Henry Gabriélle, 16 de ene-
ro de 1974. Masson, París, 1975.
42 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
10
ALARCÓN, J., Revista de Derecho de la Circulación, 5/89.
7
Valoración médica del daño versus
valoración del daño
2
Algunos autores estiman que en la práctica existe una insuficiente preocupación por
las cuestiones de hecho. Así MUÑOZ SABATE, L., —Técnica probatoria, pp. 17, 18 y 19.
Editorial Praxis, S.A., Barcelona, 1983— y bajo el epígrafe El desprecio de los hechos
propone la siguiente reflexión: «hasta el presente la ciencia del derecho ha dedicado su
atención preferentemente as los conceptos, olvidándose muy a menudo de los hechos,
cuyo estudio sigue relegado a un segundo término». El autor trae a colación las opiniones
de destacadas figuras de la doctrina, así: «necesitamos jueces factistas más que juristas»
(SENTÍS MELERO); atinadamente opinaba CARNELUTTI cuando escribió «una curiosidad de la
ciencia del derecho es que todos los juristas hablan continuamente del hecho jurídico,
pero ni uno sólo se preocupa de explicar al lado del adjetivo jurídico el sustantivo hecho
que lo sostiene. El hecho en sí mismo es una especie de isla misteriosa en el reino del de-
recho. Y agrega MUÑOZ SABATE: «hay que hacer un esfuerzo para superar ese senti-
miento de vulgaridad del hecho», a la vez que cree que «la LEC aporta suficientes me-
canismos para poder ser utilizada según las actuales necesidades, si bien para ello hay que
hacerlo con la suficiente valentía».
VALORACIÓN MÉDICA DEL DAÑO VERSUS VALORACIÓN DEL DAÑO 45
5
Citado por DE LA VILLA GIL, L., y DESDENTADO BONETE, A., Manual de la Seguri-
dad Social, p. 503. Editorial Aranzadi, Pamplona, 1979.
6
BARROT, ROBERT, Le dommage corporel et sa compensation, p. 311. Editions Litec,
París, 1988.
7
Este párrafo y los dos siguientes proceden de anotaciones tomadas del artículo de
opinión titulado Algunos comentarios al anexo del sistema para la valoración de los da-
ños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación (Ley 30/95), M. R.
Jouvencel; publicado en Revista Española del Daño Corporal, vol., núm. 2. Ediciones
Díaz de Santos, S.A., Madrid, 1995.
VALORACIÓN MÉDICA DEL DAÑO VERSUS VALORACIÓN DEL DAÑO 47
1
Anotaciones tomadas, y en párrafos siguientes, de la Incapacidad para el traba-
jo, o.c.
53
54 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Mas una mala comprensión entre las fronteras que se quieren indicar
al distinguir entre calificación y valoración explica que en no pocas
ocasiones el médico se exprese documentalmente de forma incorrecta; y
así, cuando escribe que «el paciente XXX tiene una incapacidad perma-
nente para el trabajo», esto, así plasmado, constituye un gran desacierto,
pues parece dar a entender que el facultativo pretende invadir el terreno
de la calificación jurídica del problema, cosa que obviamente no le in-
cumbe. Y lo cierto es que esta clase de pronunciamientos en ocasiones
llegan a provocar cierta incomodidad en el juzgador, en especial en
aquellos que preservan con celo aquello que entienden que es propio de
sus competencias, pues de alguna forma han sido allanadas.
Lo correcto, por el contrario, es decir, también a modo de orienta-
ción, que «el paciente XXX, dentro de una relación lesión-tarea, médi-
camente, no es apto para el desarrollo de las actividades fundamentales
propias de su oficio habitual». Cierto que se da a entender lo mismo, no
obstante, cuando se alude a la expresión incapacidad permanente total
(absoluta, o gran invalidez, en su caso) se está calificando jurídicamen-
te una situación de hecho, lo que no corresponde al médico, pues éste se
ha de limitar a describir los hechos (juicio diagnóstico) y a apreciar, tam-
bién médicamente, sus consecuencias funcionales, y así, entre otras, su
repercusión laboral, pero siempre expresándose correctamente.
(Otra cosa es, sin embargo, el marco actual en el que ha de desen-
volverse la descripción de los hechos en lo que compete a la Medicina
del Trabajo, puesto que el médico, dentro de la estricta valoración, no ha
de limitarse ni quedar constreñido a un mero diagnóstico encorsetado en
una clásica y tradicional descripción clínica; en la manera en que OR-
MAECHEA en su tiempo (1934) daba a entender, justificándolo en que
«como el médico ignora las exigencias del trabajo del obrero, es mani-
fiesto que carece de conocimientos para establecer la relación entre uno
y otro factor, de la que es resultante el juicio de incapacidad»; tal tesis,
en las actualidad, es insostenible, pues precisamente en este aspecto el
análisis del binomio lesión-tarea entra de lleno en uno de los aspectos
más genuinos del ejercicio de la Medicina del Trabajo, aunque tal disci-
plina en la época en que hay que situar al referido autor disfrutaba de es-
casísimo desarrollo y menor consideración todavía).
4
Al menos así lo explica GARCÍA ORMAECHEA, R., en La incapacidad permanente, p.
8, publicación del Instituto Nacional de Previsión (I.N.P.), Madrid, 1934. Las sentencias
que siguen son citadas por el mismo G. Ormaechea, o.c, pp. 9 y 10. De la misma forma,
en el antiguo Reglamento de Accidentes de Trabajo, Decreto 22 de junio de 1956 (BOE
15 de julio), en su art. 27, refiriéndose a los médicos que asistían a los accidentados, dice
textualmente que «están obligados a librar certificaciones» en una serie de supuestos,
como en el caso del apartado 5 del artículo antes citado, lo que e recoge así: «cuando el
alta sea como incapacidad permanente, la descripción y calificación que, a su juicio, me
rezca».
5
ÁLVAREZ DE LA ROSA, O.C, p. 220.
VALORACIÓN Y CALIFICACIÓN DE LA INCAPACIDAD LABORAL 57
59
60 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
lo deberá comportar todos los resultados del balance clínico, que debe
ser minucioso, completo, descriptivo y a la vez figurando todos los ele-
mentos positivos del examen como los negativos»; y añaden: «en efecto,
las constataciones detalladas no son solamente útiles para informar al
juez de los elementos constitutivos del daño funcional residual eventual,
sino que sirven de base irremplazable para toda discusión ulterior, par-
ticularmente en agravación, que sea de nuevo cometido del experto autor
del informe inicial o tratándose de uno de sus colegas».
En alusión a lo anteriormente anotado, el concepto global de la lesión
como daño a la integridad biológica en todas su extensión, habrá, pues,
de ser delimitado en su vertiente estática —o daño estrictamente orgá-
nico— y dinámica —en su alcance propiamente funcional—, habiendo
de tener presente que «la localización de la lesión —como tal daño or-
gánico— no equivale a la localización de la función. La lesión, bajo es-
tas matizaciones, altera, o puede alterar, componentes de un sistema
funcional» (PEÑA CASANOVA) 2; por otra parte, la estimación de una al-
teración patológica in situ difícilmente permitirá conocer el juego de los
mecanismos de interacción, amortiguación, compensaciones y suplencias
que se han de poner en marcha como respuesta al desequilibrio desen-
cadenado por las modificaciones esturcturales primitivas.
Siendo así, la función ha de primar ante todo, «la fisiología tiene más
importancia que la anatomía»3; atinadamente señaló LETAMENDI, hay
que repetirlo, que «forma y función es todo función». El comporta-
miento dinámico de todo ser vivo, como afirmación de su existencia (re-
producción, nutrición, relación), define biológicamente la actividad de un
sistema orgánico expresión de un todo o función (capacidad de un órga-
no o sistema de acuerdo con su cometido o condición natural), aspecto
este último que es susceptible, a su vez, de dividirse en niveles parciales
o actos. Insistiendo en este orden, se han de considerar, en su caso, la
existencia de un estado anterior concausas y otros elementos), el carácter
acumulativo, o no, de las alteraciones observadas, y, cuantos aspectos
contribuyan de forma decisiva en la configuración del daño, y, en defi-
nitiva, a su balance funcional4.
2
PEÑA CASANOVA, J., La exploración neuropsicológica. Introducción y principios ge-
nerales, p. 5. Editorial MCR, S.A., Barcelona, 1987, citando a LHERMITTE, cuando dice
que «todo comportamiento patológico debe ser comprendido en términos de supresión, de
deterioro y de liberación de actividades nerviosas fisiológicas» (en: Neuropsicología, p. 9,
LHERMITTE, F., PEÑA CASANOVA, J., ARRAQUER, Ll. Editorial Toray, Barcelona, 1983).
3
GARCÍA TORNEL CARROS, L. y SÁNCHEZ BORDONA, J. M., O.C, p. 29.
4
Un elemento importante a tener en cuenta en este balance es, muchas veces, la edad,
no ya, por supuesto, como un dato que pudiera causar una impresión subjetiva, sino
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 61
como factor biológico de limitación; es una realidad indiscutible que conforme transcurren
los años, a partir de un determinado momento, la capacidad física comienza a declinar, lo
que resta, igualmente, capacidad de reacción ante determinados eventos. Una misma le-
sión, descrita estructuralmente, puede tener consecuencias distintas según la edad de la
víctima; por ejemplo, en condiciones normales, el nucleus pulposus de la charnela lum-
bosacra fija su límite de ruptura en torno a los 800 kilos antes de los 40 años, y a partir de
tal edad la carga de ruptura va disminuyendo, fijándose en los 450 kilos en sujetos de edad
avanzada (KAPANDJI, J. A., o.c, p. 112). Por otra parte, algunos autores han considerado
la posibilidad de que en determinados casos se produzca el «síndrome de senilidad pre-
matura post-traumática» (LIPPENS), descrito en «personas de más de cincuenta años que se
han desenvuelto satisfactoriamente hasta ese momento en una actividad laboral, pero que
a raíz de un accidente, en ocasiones banal, decaen rápidamente después del siniestro; el
herido queda asténico, incapaz de esfuerzo, exhibiendo un precario estado de salud, visi-
blemente envejecido. Suele asistirse a una aceleración de la caquexia senil»; según fuen-
te de BORTOLUZZI, A., o.c, p. 778.
5
Sobre la importancia de un buen interrogatorio y de una detenida exploración física
inmediata nunca se insistirá demasiado. En no pocas ocasiones el paciente describe sín-
tomas que sin una consideración detenida pueden llevar al médico a no pensar en la ne-
cesidad de arbitrar las pruebas complementarias que de otro modo sin duda solicitaría. Re-
62 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
b) exploración física;
c) exploración complementaria: instrumental y arbitrando, en su
caso, el recurso a la consulta de otros especialistas, técnicas y ex-
ploraciones que en cualquier caso se habrán de consultar de
acuerdo con los principios de necesidad y economía.
párese por un momento, y a título de ejemplo, en el caso de la persona que manifiesta pre-
sentar dolor en la región costal anterior izquierdas, interpretando, ese médico, tal mani-
festación como un fenómeno irradiado a partir de un proceso irritativo dorsal (existente o
no). A esto añádase que en el curso del trámite administrativo que pone en marcha el ex-
pediente de incapacidad (de acuerdo con lo dispuesto en la Ley General de Seguridad So-
cial Española) el interesado alega que padece dolencias vertebrales junto a tales síntomas.
Desestimada la pretensión de incapacidad en la vía mencionada —administrativa—, el
mismo interesado sustancia el recurso correspondiente ante la jurisdicción competente, al
tiempo que solicita la actuación de un perito médico a instancia de parte, alegando, ya en
la demanda, que además de sus lesiones vertebrales padece también un ángor por lesión
coronaria, pues en realidad el perito médico al que hubo de recurrir la parte demandante,
después de un examen cuidadoso, llega a la conclusión de que tal «algia costal» en reali-
dad no tiene su origen en una lesión vertebral, sino que es expresión de una enfermedad
cardiovascular, lo que en exámenes médicos anteriores no fue detectado, pero no por causa
imputable al paciente —pues si bien se mostró colaborador en todo momento, descri-
biendo sus síntomas, desconoce sin embargo la ciencia médica y también desconocía hasta
ese momento el verdadero alcance de esas manifestaciones dolorosas, patológicas. En
este ejemplo, la doctrina jurídica de «hechos nuevos» (esto es, someter a decisión judicial
un elemento diferente al alegado en la etapa administrativa) muy probablemente sería in-
vocada por la parte demandada. No obstante, más de uno también entenderá que los
postulados de esa misma doctrina son en este caso discutibles, ya que el «hecho» (dolor en
el área costal izquierdas, en el precordio, en definitiva), sí que fue alegado en tiempo y
forma, lo que ha sucedido, en cambio, es que la falta de rigor en la exploración técnica no
aclaró de forma suficiente o adecuada su origen. El argumento cobra todavía más impor-
tancia si cuando el interesado inició el trámite de incapacidad lo hizo por sí mismo, y lo
llevó a cabo sencillamente cumplimentando el impreso que la Seguridad Social pone a su
disposición, describiendo por su cuenta, en el apartado correspondiente, las enfermedades
y lesiones que padece. Y en la descripción hecha por el propio solicitante no se le podrá
exigir ir más allá de una mera referencia sintomática, careciendo de coherencia el pre-
tender que hubiera ahondado en el carácter etiológico de sus manifestaciones patológicas.
Este último aspecto ha de ser rellenado, con diligencia, por el facultativo del equipo de va-
loración de incapacidades, reparando en el relato histórico del interesado en cuanto a los
síntomas que dice presentar, tomando tales síntomas con criterio de lista abierta, ha-
biendo de ser el mismo facultativo de valoración de incapacidades quien ha de completar
lo que en principio parece ser una mera referencia a un estado sujetivo que el declarante
entiende y experimenta, como una merma de salud que le lleva a una disminución de su
capacidad de trabajo. Y es que también en realidad, lo que se somete a estima, ya al ór-
gano administrativo, ya al jurisdiccional, en una interpretación extensiva de la cuestión de
fondo, no es la lesión concreta en sí misma, sino si el solicitante tiene o no tiene capaci-
dad de trabajo, remitida tal capacidad a unos límites enmarcados por los datos sintomá-
ticos que, como elemento de partida, alega el solicitante.
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 63
tes por 100.000; SCHERER y KALTENBACH publicaron 1.065.923 pruebas, la mayoría en bi-
cicleta ergométrica, realizadas en regiones europeas de habla alemana; las pruebas prac-
ticadas a 335.638 "deportistas" no produjeron ni mortalidad ni morbilidad, mientras que
entre 712.285 pacientes coronarios se produjeron 17 muertes y 96 complicaciones graves,
sobre todo por fíbrilación ventricular. Así pues, la ergometría con bicicleta produjo apro-
ximadamente dos muertes por cada 100.000 casos» (ELLESTAD, MYRVIN, H., Pruebas de
esfuerzo, base y aplicación clínica, p. 118. Ediciones Consulta, S.A., Barcelona, 1981).
9
COMBA EZQUERRA, G., La ergometría en la valoración de la incapacidad laboral.
Instituto Nacional de Medicina, Seguridad e Higiene, documento núm. 393. Notas y Do-
cumentos sobre prevención de riesgos profesionales, núm. 54, septiembre/1971. Minis-
terio de Trabajo, Madrid, 1971 (de la misma procedencia autor se ha consultado el docu-
mento núm. 72, —INMST— al que también se hace referencia).
68 MANUAL DEL PERITO MEDICO
Con lo que se acaba de anotar no se pretende otra cosa que dejar bue-
na constancia de que llegado el momento de emitir un juicio diagnóstico
toda prudencia es poca, muy especialmente cuando el responsable mé-
dico haya de informar clínicamente respecto a lesiones que, evacuado el
trámite que corresponda y ante el órgano competente, pudieran justificar
un estado de incapacidad para el trabajo, debiendo pensar el médico
que obrar con ligereza o precipitación es conducta que puede acarrear
graves perjuicios al interesado y ser origen de una resolución injusta. El
tiempo y la experiencia obligan a admitir, humildemente, que excluir una
patología siempre es difícil.
10
Al efecto añade COMBA EZQUERRA: «noes raro encontrar sujetos con exámenes espi-
rográficos normales y con manifiesta inadaptación ante sobrecargas moderadas, tales como
andar más o menos rápidamente o realizar ejercicios físicos poco intensos». No se olvide
tampoco que a efectos de considerar el menoscabo de la función ventilatoria, la prueba que
tiene valor es la que e hace sin usar broncodilatadores (trazando tres curvas, tomando para la
evaluación la de mejores resultados). De igual modo, conviene recordar que ante un examen
espirometnco normal o ligeramente disminuido y tratándose de un paciente con disnea, en
absoluto se puede excluir patología, pues si bien se puede pensar que no existen alteraciones
ventilatorias, en cambio, no se podrá decir lo mismo respecto a la existencia, o no, de tras-
tornos de difusión (a nivel de la membrana alveolocapilar) o de la perfusión (para el sumi-
nistro de sangre desde la membrana). Tal duda se podrá resolver con el recurso a pruebas de
más calado y de tipo específico. Por su parte, O. WILLIAN y W. GUGELL, en su artículo sobre
las pruebas de la función pulmonar, dan especial importancia a las observaciones en condi-
ciones de ejercicio, diciendo: el principio de la ingeniería de la prueba bajo carga puede ser
informativo en los pacientes con enfermedades pulmonares, sobre todo cuando las observa-
ciones en reposo son normales o inespecíficas. Las observaciones realizadas en reposo
pueden ser un reflejo muy pobre de la gravedad del deterioro para el ejercicio y de los me-
canismos de limitación del esfuerzo, (ref.: Tiempos Médicos, núm.408, febrero 1990).
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 69
12
CASAS ESTÉBEZ, J., Valoración de la vida e integridad física (1), en Ruiz VADILLO
(coordinador). La Responsabilidad civil derivada del delito: daño, lucro, perjuicio y va-
loración del daño corporal. Cuadernos de Derecho Judicial, XVIII, Consejo General del
Poder Judicial, Madrid, 1994, pp. 139 y ss., según cita de FERNÁNDEZ ENTRALGO, J., en:
Apuntes sobre la valoración y resarcimiento del daño corporal. La Reforma del sistema re-
arcitorio en la Ley 30/1995, de 8 de noviembre, en: Revista Española del Daño Corporal,
Vol. II, núm. 3. Ediciones Díaz de Santos, S.A., Madrid, 1996.
13
FERNÁNDEZ ENTRALGO, J., en Apuntes sobre la valoración y resarcimiento del
daño corporal, o.c.
72 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
Luxaciones esteraoclaviculares
— forma benigna 3a4
— forma grave 8 a 10
Fractura de clavícula (trabajador que deba
efectuar esfuerzos físicos) 2 **
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
Luxaciones acromioclaviculares 6 a 10
Fracturas de omóplato 6a8
Luxaciones escapulohumerales
— luxación simple 4
— luxación recidivante * 1 a 1/2
— con fractura asociada 10 a 12
— con parálisis del circunflejo indeterminado
Fracturas de la extremidad superior del húmero
(trabajador manual) 10 a 12
Fracturas de la diáfisis humeral 3a4
Fracturas extremidad inferior húmero 3a4
Luxaciones del codo (trabajador manual) 6a8
Fracturas del olécranon (trabajador manual
según las necesidades de flexión completa) 2a3
Fractura de coronoides (trabajador manual 3a8
Fracturas de la cabeza radial
(trabajador manual) 6a8
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
* Con el fin de adaptar las cifras al cuadro que se sigue se hace la indicación referidas, si
bien los autores señalan en concreto 30 días, y para la fractura luxación 120 días.
** «Sin un plazo físico dado el abanico lesional; consolidación fracturaría: una media de 90
días.»
*** «En el paciente joven.»
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 77
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
* «De hecho puede ser más precoz con una rodillera, siempre y cuando no precisen efec-
tuar la flexión de la rodilla.»
** Las cifras anotadas las refieren los autores para «la reintegración a la actividad depor-
tiva», sin remitirse en este caso a la interrupción laboral, no obstante las cifras pueden orientar
teniendo en cuenta la rudeza del trabajo a reemprender, a la vez que los autores estiman que «es
esencial dos meses como mínimo de rehabilitación propioceptiva y en piscina».
*** Sin precisar. En las fracturas de espinas de tibia anotan que hay que «proseguir la re-
habilitación hasta la recuperación máxima (generalmente precisan tres meses). A menudo
persiste un déficit de flexión de 10o»; en las lesiones traumáticas de los meniscos, será variable,
pues indican que en la rehabilitación «es variable su necesidad y duración» (B-D).
**** No cuantifican el tiempo de «interrupción laboral», pero anotan que en el «esguince
benigno el tiempo de inmovilización es de 6 a 8 días (siendo el de reintegración a la actividad
deportiva de 10 a 15 días); en el esguince de mediana gravedad, inmovilización 3 a 4 semanas
(y 2 meses para la reintegración a la práctica deportiva); en el esguince grave (no operado, en-
yesado, ligamentoplastia) 6 semanas de inmovilización (y tres meses en cuanto a la actividad
deportiva)».
78 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
I.L.T.
Naturaleza del Traumatismo (Semanas) (Meses)
* Los autores, según su experiencia, hacen la siguiente anotación: «en 42 enfermos segui-
dos por una parálisis del ciático poplíteo exterior: un tercio se ha reintegrado a los dos años, un
tercio después de tres años y un tercio son inválidos o readaptados. De hecho, una sección to-
tal no reparada tiene determinado su pronóstico a los seis meses. Una denervación parcial pue-
de evolucionar entre los 18 y 24 meses, según el nivel de afectación».
80 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
1. CRÁNEO
14
CREUSOT, G., Dommage corporel et expertise medicales, p. 98. Masson, París,
1998.
15
ARBUS, L., ROUGE, D., Le role deu medecin traitant dans les expertises, pp. 193 a
195. Editions ESKA, París, 1995.
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 81
2. CARA
3. RAQUIS
4. TÓRAX
5. ABDOMEN
— Esplenectomía.................................................................. 8 meses
— Nefrectomía o resección parcial ..................................... 8 meses
6. PIEL
7. MIEMBRO SUPERIOR
a) Hombro
— fractura simple de clavícula ...................................... 3 meses
— fractura de omoplato ................................................. 4 meses
82 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
8. MIEMBRO INFERIOR
a) Cadera
— luxación fractura de cotilo ......................................... 6 meses
— fractura de cuello o de trocánter................................ 6 meses
b) Fémur
— fractura diafisaria ....................................................... 6 meses
— Fractura de metáfisis o epífisis inferior ..................... 8 meses
c) Rodilla
— fractura de rótula ....................................................... 3 meses
— fractura de meseta tibial ............................................ 6 meses
— esguince (ligamentos y/o meniscos) .......................... 7 meses
d) Pierna
— fractura de tibia .......................................................... 5 meses
— fractura de peroné ...................................................... 3 meses
— parálisis de ciático poplíteo externo o interno.......... 24 meses
e) Tobillo
— esguince simple ......................................................... 1 mes
— fractura unimaleolar .................................................. 3 meses
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 83
16
CASAS ESTÉBEZ, J., Valoración de la vida e integridad física (l),en RUIZ VADI-
LLO (coordinador). La Responsabilidad civil derivada del delito: daño, lucro, perjuicio
y valoración del daño corporal. Cuadernos de Derecho Judicial, XVIII, Consejo General
del Poder Judicial, Madrid, 1994, pp. 139 y ss., según cita de FERNÁNDEZ ENTRALGO, J.,
en: Apuntes sobre la valoración y resarcimiento del daño corporal. La Reforma del siste-
ma resarcitorio en la Ley 30/1995, de 8 de noviembre, en: Revista Española del Daño
Corporal, Vol. I, núm. 3. Ediciones Díaz de Santos, S.A., Madrid, 1996.
84 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
20
Tomada de la obra de LE ROY, O.C, que remite a Gaz. Pal. 1981, doctr., p. 480.
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 89
90 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 91
22
DALIGAND y otros, o.c, p. 69.
23
De la misma procedencia que la anterior.
24
SIMONIN, O.C, p. 296.
25
GUIDONI, MONIQUE V., Le préjudice esthétique, thése, París-I, según cita de LE
ROY, O.C, p. 79.
26
DALING y otros, o.c, p. 69.
94 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
27
ARBOUS, L., y ROUGE, D., Le role du medecin traitant dans les expertises. Editions
ESKA, París, 1995.
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 95
31
LE ROY, O.C, p. 81 (remitiéndose a Cf. París 17, 19, marzo, 1959, 2, 149). No obs-
tante, indica el mismo LEROY, «sin negar la existencia de este perjuicio, se debe conside-
rar que no es más que un aspecto del perjuicio d'agrément y de la incapacidad permanente
parcial».
32
DREYFUS, M. OLIVIER, P., O.C, p. 5 (15910A10,4,4,09).
33
DALIGAND y otros, o.c, p. 76.
34
DALIGAND y otros, o.c, pp. 77 y 78.
100 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
35
LE GUEUT, JEAN y MARÍN, ANDRÉ, en: Expertise Médico-Judiciaire, p. 83, Masson, y
C, Editeurs, París, 1963.
* Para la consignación documental de las apreciaciones clínicas constatadas y res-
pecto a la prueba pericial médica, véanse los epígrafes correspondientes.
APROXIMACIÓN A UN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 101
APÉNDICE 1
Datos generales
Nombre y apellidos:
Hora de admisión:
Hombre/mujer/mujer embarazada:
Relación peso/talla/edad:
Complexión/obesidad:
Antecedentes:
------------------------------------------------------------------------------------------
Número:
Distribución y tipo de lesiones:
índice de severidad:
Fallecimiento: inmediato; <3 h; <24 h; <72 h, <6 d; >6 d:
---------------------------------------------------------------------------------------
APROXIMACIÓN AUN PROTOCOLO DE ACTUACIÓN MÉDICA 103
impacto:
--------------------------------------------------------------------------------------
APÉNDICE 2
• una escala de 0 a 5;
• diez secciones, para que el paciente responda al cuestionario que se
indica, el cual proporcionará al médico información sobre el grado
de afectación del paciente por su dolor de cuello, con una contes-
tación, sólo una, para cada sección;
• la evaluación final se hará encuadrando el resultado obtenido, tan-
to que:
0-4 ..................................................... no incapacidad
5-14 .................................................... incapacidad ligera
15-24 .................................................... incapacidad moderada
25-34 .................................................... incapacidad severa
35-50 .................................................... incapacidad completa
(Valoración de 0 a 5)
— no tengo dolor en este monento;
— el dolor es muy ligero en este momento;
— el dolor es moderado;
— el dolor es severo;
— el dolor es enormemente severo.
— puedo levantar pesos tanto como quiera sin que ello me provoque
dolor añadido en el cuello;
— puedo levantar pesos pesados, pero ello me produce un dolor
añadido;
— el dolor me previene de levantar pesos pesados del suelo, pero
me puedo arreglar si están convenientemente colocados, por
ejemplo sobre una mesa;
— puedo levantar pesos, pero muy ligeros;
— no puedo levantar ni transportar nada en absoluto.
Sección 4.—Lectura
Sección 6.—Concentración
Sección 7.—Trabajo
Sección 8.—Conducción
Sección 10.—Ocio
109
110 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
4
Se remite BARROT al Congreso Internacional de Medicina Legal de Estrasburgo,
1986: «La cuantificación de las secuelas eneuropsíquicas, y también La preuve du dom-
mage corporel, ed. Masson (1985), p. 100, donde se cita un caso de secuelas de naturaleza
neurológica, para las cuales un experto propuso un 100%, otro 0% y un tercero 50%.
Otros expertos han tenido el coraje de escribir que «la patología descrita (neurológica) no
se presta al establecimiento de una tasa de una incapacidad funcional», sin embargo —
añade BARROT— es una sana reacción excepcional.
11
Déficit funcional y secuela
— vestirse y desvestirse;
— levantarse, sentarse y acostarse;
— lavarse, peinarse, afeitarse y bañarse;
— ir a los aseos y desplazarse (tanto en el hogar como en el exte-
rior);
— comer;
— establecer contactos con el entorno.
11
AZNAR LÓPEZ, M., Sistemas dinámicos y estáticos de protección de la invalidez, IN-
SERSO, Boletín de Estudios y Documentos, Monografía núm. 12, Madrid, 1986.
12
BEGUÉ-SIMON, A. M., De la evaluation du prejudice a I' evaluation du handicap,
pp. 114 a 118. Masson, París, 1986.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 119
c) Adaptación al esfuerzo
d) Control urinario
e) Control de las materias fecales
f) Función sexual
g) Eficiencia intelectual
1. Curso del pensamiento en su ritmo.
2. Juicio.
3. Memoria a corto plazo.
4. Memoria a largo plazo.
5. Orientación temporal.
6. Orientación espacial.
h) Comportamiento
i) Aceptación
j) Agresividad
k) Huida
1) Necesidad de cuidados
m) 5/n necesidad de cuidados
n) Ingestión regular de medicamentos
o) Necesidad de llevar aparato ortopédico
p) Necesidad de reeducación pluri-semanal
q) Estancias regulares en el hospital
r) Cuidados intensos cotidianos (asistencia respiratoria, por
ejemplo)
s) Masticación
t) Deglución
u) Olfacción
v) Otras funciones
Cada una de estas situaciones las evalúa BEGUÉ-SIMON de acuerdo
con una escala que contiene cinco grados, a saber:
1. Posible o normal.
2. Molesto o lento.
3. Necesidad de una ayuda técnica.
4. Necesidad de ayuda por una persona.
5. Imposible.
Para cada uno de estos grados sugiere, respectivamente, una capaci-
dad de 100%, 50%, 25% y 0%. (Es evidente que el autor no se pudo re-
sistir a la tentación cuantificadora, que en cualquier caso ha de ser in-
terpretada con suma reserva).
120 MANUAL DEL PERITO MEDICO
1. Meterse en cama.
2. Vestirse.
3. Prepararse la comida.
4. Asearse, lavarse, peinarse, afeitarse.
5. IralW.C.
6. Comer y beber.
7. Desplazarse en su alojamiento.
8. Entrar y salir de su alojamiento.
9. Hacer la limpieza y fregar los platos.
10. Poder comunicarse con el exterior en caso de peligro.
13
O.c.
14
GARDNER, según cita de los autores.
15
ARCADIO, F., MOULAY, A. y CHAUVING, P., Gestes de la vie quotidienne, Masson,
París, 1973. Para uso personal, los valores angulares correspondientes a cada uno de estos
gestos fueron tratados informáticamente (M. R. JOUVENCEL, LOGICPYME, 1992), per-
mitiendo de esta forma obtener una idea del hándicap funcional que se produce en caso de
una determinada limitación del arco de movimiento articular, un punto de referencia, en-
tendiendo tal hándicap de forma «bruta», esto es, al margen de los posibles mecanismos
de suplencia y compensaciones que puedan entrar en acción.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 121
A) Levantarse
1. Salir de la cama.
2. Ponerse las zapatillas.
B) Asearse en general
3. Lavarse las manos.
4. Lavarse los dientes.
5. Lavarse la cara.
6. Lavarse los pies.
7. Afeitarse.
8. Peinarse.
9. Cortarse las uñas de los pies.
C) Vestirse
10. Ponerse los calcetines.
11. Ponerse el calzoncillo/braga.
12. Ponerse la camisa.
13. Ponerse los gemelos en las mangas de la camisa.
14. Ponerse la corbata.
15. Ponerse el pantalón.
16. Ponerse el cinturón.
17. Ponerse el jersey.
18. Ponerse el sujetador.
D) Comer
19. Servirse del cuchillo y del tenedor.
20. Servirse de una cuchara.
21. Beber.
22. Cortar el pan.
E) Conducir un automóvil
23. Poner la llave de contacto, manejo de los mandos del table-
ro de abordo.
24. Manejo del volante.
25. Utilización del cambio de velocidades.
26. Pedales del acelerador, embrague y freno.
122 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
F) Gestos diversos
27. Levantarse de una silla.
28. Escribir.
29. Subir los peldaños de una escalera.
30. Abrir y cerrar una ventana.
31. Limpiar y ponerse las gafas.
32. Sacar el reloj de la muñeca, darle cuerda y ponerlo en hora.
33. Sonarse.
34. Abrir una puerta.
35. Telefonear.
N.T.: Significado de las abreviaturas: F2, F3: segunda y tercera falange, respectivamente.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 127
N.T.: Significado de las abreviaturas: Abd.: abdución; Add.: adución; Ant.: antepulsión;
Ret.: retropulsión; R. E.: rotación externa; R. I.: rotación interna; Pro.: Pronación; Sup.: supi-
nación; F. Palmar: flexión palmar; F. D.: flexión dorsal; I. C: inclinación cubital; I. R.: incli-
nación radial; Flex. Et: flexo-extensión.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 129
16
HERNÁNDEZ GÓMEZ, R., Temas de biomecánica y patomecánica; la exposición
del método se hace concretamente en las pp. 375 a 380, sin embargo conviene antes con-
sultar algunos conceptos básicos en las páginas anteriores, pues es una obra de gran in-
terés. Editada por el INSERSO, Madrid, 1987.
17
HERNÁNDEZ CORVO, R., Morfología funcional deportiva, p. 85. Editorial Paidotri-
vo, S.A., Barcelona, 1989.
18
ROCHE, Ch., RIGAUD, A., Exploración funcional y kinesiterapia articulares, Toray-
Masson.
130 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
19
Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías
(O.M.S., 1980), p. 58. Editada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid,
1983.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 131
Figura 11.1. Cotización del arco de movimiento en sus distintos valores an-
gulares, para cada articulación (ROCHE)
132 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
20
Citados por SALGADO, A. y ALARCÓN, M.a T., en: Valoración del paciente anciano,
Masson, Barcelona, 1993.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 133
21
Notas tomadas de TUBIANA, R., y THOMINE, J. M., Manual de la mano, Masson,
Barcelona, 1992. Para mayor información, es interesante consultar la obra de I. A. KA-
PANDJI, Cuadernos de fisiología articular, Masson, Barcelona, 1987.
134 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
1. Precisión de control: este factor es común para las tareas que re-
quieren ajustes musculares controlados y finos, primordialmen-
te cuando intervienen grupos musculares grandes.
2. Coordinación multiextrentidades: es la habilidad para coordinar
el movimiento de un número de extremidades al mismo tiempo.
3. Orientación de la respuesta: habilidad que se encuentra gene-
ralmente en las tareas que implican direcciones discriminatorias
rápidas y movimientos de orientación.
4. Tiempo de reacción: representa la velocidad con que un indivi-
duo es capaz de responder al estímulo, cuando éste aparece.
5. Velocidad de movimiento en los brazos:es similar al tiempo de
reacción, pero representa la velocidad con que un individuo
puede hacer movimientos de los brazos amplios y discretos
cuando se requiere precisión.
6. Control del ritmo: implica ajustes motores anticipatorios conti-
nuos relativos a los cambios de velocidad y dirección de un ob-
jeto a un blanco en continuo movimiento.
7. Destreza manual: Incluye movimientos del brazo y de la mano
hábiles y bien dirigidos e implica manipular objetos bastante
grandes en condiciones de velocidad.
8. Destreza de los dedos: habilidad para hacer manipulaciones
para controlar objetos muy pequeños, usando los dedos.
9. Estabilidad brazo-mano: es la habilidad para hacer movimientos
de posición del brazo y la mano; el rango crítico, como su nom-
bre lo indica, es la estabilidad con que efectúa tales movimien-
tos.
10. Velocidad dedo-muñeca: habilidad que también podría llamarse
de «golpeteo» y se relaciona con la habilidad para mover la
muñeca y los dedos rápidamente y al tiempo, de acuerdo con un
estímulo externo.
11. Atinar: estas habilidad tiene como rasgos críticos la velocidad y
la precisión de ubicación.
23
FLEISHMAN, citado por OBORNE, D., en: Ergonomía en acción, Trillas, México,
1990.
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 139
24
Para ampliar los conceptos referidos, véase Ergonomía básica, M. R. JOUVEN-
CEL. Ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1994.
140 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Tanto los gestos de la vida diaria, como los gestos profesionales (y,
por extensión, cualquier gesto específico) pueden desarrollarse tanto
por los cauces de la normalidad como con un carácter patológico, y entre
ambos extremos hay toda una serie de variantes y posibilidades que en
más de una ocasión habrá que reparar en ellas, pues aun sin llegar a al-
canzar los parámetros de la anormalidad, ciertos vicios de actitud han de
ser considerados, en la manera que a medio-largo plazo supongan el de-
sencadenante de una patología.
Dentro de este grupo, mención especial merece el gesto antiálgico,
como expresión defensiva, que debidamente observado puede ayudar a
una mejor interpretación de una clínica determinada. En ocasiones el do-
lor es capaz de poner en marcha mecanismos de compensación y su-
plencias en la actividad de un determinado grupo músculo-articular, fe-
nómenos vicariantes, y otro tipo de respuestas, que pretenden aliviar y
descargar a esa parte de la economía humana dañada. Sería muy extenso
entrar en el análisis de tales procesos reactivos, tanto que han de ser con-
siderados particularmente, caso por caso, y de ahí sacar conclusiones, y,
cuando sea posible, introducir los oportunos mecanismos de corrección
pensando en prevenir el daño.
En ocasiones el gesto es meramente defensivo, sin alcanzar todavía
el eslabón del dolor, sino que únicamente quiere ser una voz de alerta de
la naturaleza, la cual, ante determinadas situaciones, trata de avisar de
una determinada actitud no es correcta, queriendo incluso prevenir daños
futuros.
Enlazando con lo anterior, hay un hecho de común observación: es
el caso del niño, el cual, por imperativos culturales, se le obliga a sen-
tarse formando un ángulo recto, esto es, en una silla convencional;
pues bien, frente a esa imposición de una sociedad cada vez más se-
DÉFICIT FUNCIONAL Y SECUELA 143
1
Notas tomadas de la obra La incapacidad para el trabajo, M. R. JOUVENCEL, J. B.
Bosch editor, Barcelona, 1993.
148 MANUAL DEL PERITO MEDICO
de donde, cuando [C] tiende a 100, [I] lo hace a 0, y viceversa, con todas
las situaciones intermedias que se pueden presentar, con la correspon-
diente variación que los factores señalados experimenten en cada caso
particular.
Pero sin añadir otra cosa, tal esquema no es más que un marco tosco
desprovisto de contenido y que, buscando respuesta, ha de ser comple-
tado señalando aspectos concretos.
En sentido general, la capacidad del individuo se remite a su condi-
ción biológica, la cual a su vez es susceptible de ser descompuesta en as-
pectos parciales2, como son:
2
Según materia expuesta por el profesor LEGIDO ARCE, en la Escuela de Medicina del
Trabajo, Facultad de Medicina, Universidad Complutense, Madrid (curso académico
1981-82).
150 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
a) incapacidad física;
b) incapacidad profesional;
c) incapacidad de ganancia.
6
AZNAR LÓPEZ, M., Sistemas dinámicos y estáticos de protección de la invalidez: los
casos suizo y español, p. 32, publicado en el Boletín de Estudios y Documentos Sociales,
Monografía núm. 12. Editado por el INSERSO, diciembre 1982.
LA INCAPACIDAD PARA EL TRABAJO EN SU APRECIACIÓN MÉDICA 153
8
AZNAR LÓPEZ, M., Revista Española del Daño Corporal, núm. 4, pp. 13 a 16. Edi-
ciones Díaz de Santos, Madrid, 1996.
9
Este aspecto se puede ver más ampliamente tratado consultando La incapacidad
para el trabajo, o.c, J. M. Bosch editor, S.A., Barcelona, 1993.
156 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
ter a la ley del «todo o nada», ajena, por lo tanto, a delimitaciones sec-
toriales.
Lo que ahora se expone no pretende ser, ni mucho menos, un méto-
do en sentido estricto, sino algo más modesto, esto es: una propuesta
avanzando en la idea de sugerir una pauta de actuación, una orientación,
que, partiendo de un razonamiento general, pueda aplicarse en situacio-
nes particulares.
Los conocimientos vertidos aportan conceptos y resortes necesa-
rios, de tipo general, pero la cuestión concreta se ha de amoldar y mol-
dear a la realidad del hombre, lo que sin duda, ya frente al caso proble-
ma, obligará a desplegar buena dosis de imaginación, esfuerzo,
observación y espíritu intuitivo, y todo ello con el denominador del
sentido común.
Las líneas generales de este enfoque discurren por tres cauces, que se
han de relacionar íntimamente, y han de ser llenados por otras tantas
cuestiones: clínica, laboral y ergonómica.
a) Cuestión clínica:
— estudio de la función perturbada;
b) Cuestión Laboral:
— en general: identificación del puesto de trabajo: tarea, activi-
dad, unidad operativa básica: el gesto motor;
— en concreto: rango de la función perturbada, niveles de exi-
gencias (función trabajo).
c) Cuestión ergonómica:
— niveles de respuesta (lesión-actividad).
1. alternancia (A);
2. importancia (I);
3. especificidad (E);
4. duración (D);
5. frecuencia (F);
6. seguridad (S).
1. Alternancia (A)
2. Importancia (I)
0 - no se aplica;
1 - no importante (irrelevante, inútil);
2 - poco importante (raramente se aplica);
3 - importancia moderada;
4 - importancia notable;
5 - indispensable.
3. Especificidad (E)
0 - ninguna;
1 - muy baja;
2 - baja;
3 - media;
4 - alta;
5 - muy alta.
4. Duración (D)
5. Frecuencia (F)
0 - no se aplica;
1 - frecuencia mínima (una vez cada dos horas);
2 - frecuencia limitada (una vez cada hora);
3 - frecuencia media (una vez cada media hora);
4 - frecuencia alta (una vez cada cuarto de hora);
5 - frecuencia muy alta (varias veces en un cuarto de hora).
6. Seguridad (S)
0 - no se aplica;
1 - muy escasa;
2 - escasa;
3 - moderada;
4 - alta;
5 - muy alta.
1. Cuestión clínica.
2. Cuestión laboral, adecuación/inadecuación ergonómica:
a) como adecuación al proceso de trabajo (estudio de la rela-
ción función-trabajo);
b) como inadecuación al proceso de trabajo (análisis del binomio
lesión-tarea, «patoergonomía».
14
CAZAMIAN, P., Legons d'Ergonomie Industrielle, p. 15. Editions Cujas, París,
1974.
LA INCAPACIDAD PARA EL TRABAJO EN SU APRECIACIÓN MÉDICA 165
Conclusiones
Caso práctico
1. Cuestión clínica
2. Cuestión laboral
a) Niveles de exigencia
Conclusión
4
Según texto citado por G. ORMAECHEA, R., La incapacidad permanente por acci-
dente de trabajo, p. 18. Editado por el Instituto Español de Previsión, Madrid, 1934.
5
G. ORMAECHEA, O.C.
176 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Y continúa G. ORMAECHEA:
«la solución del problema nunca puede ser apriorística. Para apre-
ciar la incapacidad y sus grados hay que conocer los factores le-
sión y oficio que determinan, y siendo imposible predeterminar
casuísticamente las infinitas combinaciones de esos elementos, lo
único hacedero, lógico y justo es examinarlo una vez que exista en
la realidad. El hecho no se prejuzga mediante supuestos proba-
bles, sino que se aprecia una vez producido».
6
DE LA VILLA CIL, L. y DESDENTADO BONETE, A., Manual de la Seguridad Social, p.
503. Editorial Aranzadi, Pamplona, 1979.
LOS BAREMOS DE INCAPACIDAD: ANÁLISIS CRÍTICO 177
13
BASILE, A., DEHLIPPIS NOVOA, E. y GONZÁLEZ, O., en Medicina Legal del Trabajo
y Seguridad Social, p. 281. Editorial Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires (Argen-
tina), 1983.
14
GEERTS, A., o.c, p. 81.
180 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
15
RENNIER, J., Evaluation d'incapacites de travail et invalidites, p. 9. Editions Fon-
teny Medical Books, S.A., Louvaine (Belgique), 1977.
LOS BAREMOS DE INCAPACIDAD: ANÁLISIS CRÍTICO 181
16
Según expresión tomada de GARCÍA TORNEL CARROS, L. y SÁNCHEZ BORDONA, J.
M., en: Valoración de Incapacidades en los Accidentes de trabajo, p. 65. Editorial Paz
Montalvo, Madrid, 1951.
14
La reparación del perjuicio
1
Citado por LLAMAS POMBO, E., La responsabilidad civil del médico, p. 231. Edito-
rial Trivium, S.A., Madrid, 1988.
2
LLAMAS POMBO, O.C, p. 19, 20 y 231.
184 MANUAL DEL PERITO MEDICO
3
Principio que figura en la Resolución 75-7 del Comité de Ministros del Consejo de
Europa (adoptada el 14-3-75). En la misma, en el punto D) —comentario— se indica: «se
sobreentiende que los principios se aplican igualmente cuando el deber de reparar el
perjuicio resulta de una responsabilidad llamada objetiva, que no supone ninguna falta por
parte de la persona responsable».
4
Véase también Informe de la Comisión BELLET, en LE ROY, O.C, pp. 226 a 230
(igualmente puede consultarse en la edición núm. 14 —Litec, 1998—, pp. 227 a 230). En
esta misma línea interesa el trabajo Daños corporales: Concepto y Bases determinantes
para la fijación del «quantum» indemnizatorio, ALARCÓN, J., en Revista de Derecho de la
Circulación, 5/85, Madrid (recogiendo textos del V Congreso de Derecho de la Circu-
lación —Madrid, 21 y 22 de junio de 1989); entre otros muchos aspectos, el autor re-
cuerda «LA NECESIDAD DE DESCOMPONER LAS PARTIDAS DE INDEMNIZA
CIÓN EN LOS CONCEPTOS REPARABLES (S. T.S., penal, 7-10-85);«el deseo del
legislador de que los perjuicios sean indemnizados de forma total, tanto en el orden ma-
terial como moral; (...) y del modo más ajustado posible al poder adquisitivo de la moneda
(s. T.S., PENAL, 22-282).
LA REPARACIÓN DEL PERJUICIO 185
Suma Abonada
Punto de Incapacidad =
Tasa de Incapacidad Permanente
5
LE ROY, Max, o.c, pp. 1 y 2.
6
LE ROY, Max, o.c, p. 69, remitiéndose a Cas. 12, dec. 1958, Bull. civ. IV, núm.
1.358, p. 1044.
186 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
7
Revue Genérale de Assurances Terrestres, julio-octubre, 1963, p. 395. París.
8
CROQUEZ, G., Guide practique des estimations de préjudices corporeles, p. 18.
Editions Securitas, París, 1981.
9
CROQUEZ, O.C, pp. 19 a 22.
LA REPARACIÓN DEL PERJUICIO 187
1
LLAMAS POMBO, O.C, p. 58. También es útil consultar la obra La intimidad y el se-
creto médico, SÁNCHEZ CARAZO, Ediciones Díaz de Santos, Madrid, 2000.
189
190 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
2
CASAS BARQUERO, E., El delito de falsedad en documento privado, p. 239. Editorial
Bosch, Barcelona, 1984.
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 191
Ejemplo:
7
Respecto a la formalidad que debe presidir este documento, y de los demás que se
mencionan, se han tomado notas siguiendo las indicaciones dadas en su día por BARA-
HONA HOLGADO, I., en: Lecciones de Medicina Legal, pp. 209 y ss., Salamanca, 1908.
8
Redactado a partir de nota tomada de BARREDA GARCÍA, A., o.c, p. 39.
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 197
PARTE JUDICIAL
15.1.2. El oficio
Ejemplo:
(Firma y rúbrica)
15.1.4. La declaración
13
En palabras de BARAHONA HOLGADO, O.C, p. 217.
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 201
1. Preámbulo
2. Exposición de los hechos (en relación con la persona u objetos
remitidos).
3. Valoración de los hechos apreciados, o razonamiento sobre los
mismos.
4. Conclusiones.
5. Fórmula final.
SIMONIN 17, por su parte, en relación con las lesiones sigue también
semejante orden, distinguiendo: preámbulo, antecedentes, estado actual
del herido, discusión y conclusiones. LE GUEUT y MARÍN 18 establecen:
14
Ref. ARMANDO BARREDA, O.C, p. 115.
15
BASTERO BEOUIRISTÁIN y PÉREZ ARGILES, en Lecciones de Medicina Legal y Toxi-
cología, impartidas en la Facultad de Medicina de Zaragoza, curso 1972-1973.
16
BARAHONA HOLGADO, O.C, p. 226.
17
SIMONIN, O.C, p. 312.
18
LE GUEUT, J., MARÍN, A., Expertise Médico-Judiciaire, (Aspects Juridiques et re-
alisation pratique), pp. 39 a 43, Masson et Cié., Editeurs, París, 1963.
202 MANUAL DEL PERITO MEDICO
19
BARAHONA HOLGADO, o.a, p. 227
20
BASTERO BEGUIRISTÁIN y PÉREZ ARGILES, O.C.
21
GISBERT CALABUIC, O.C, p. 24.
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 203
liaguda, a veces difícil de resolver. Cierto que las compañías aseguradoras remiten con
frecuencia comunicados, que aparecen en la prensa nacional, referidos al engaño del
que dicen ser objeto. Así, el Instituto Atlántico del Seguro (INADE, 1999) indica que
«quince de cada cien accidentes presentan algún tipo de comportamiento fraudulento (...)
que las compañías aseguradoras no siempre son capaces de detectar». Tales afirmaciones,
cuando toman un carácter repetitivo, prodigadas en exceso en diversos medios de comu-
nicación, sin duda preparan un clima social que alimenta la sospecha más allá de un límite
razonable, y que, también, puede incidir de forma negativa en resoluciones que interesan
a víctimas de accidentes que han resultado auténticamente dañadas y perjudicadas. Por
otra parte, la veracidad de un posible hecho fraudulento, requiere una invocación mane-
jada con extrema prudencia; singularizando, pues la palabra «fraude» es muy gruesa, con
trascendencia en el ámbito criminal, más todavía cuando, como dicen, «no siempre son
capaces de detectar». Mas no es menos cierto, aunque para nada se prodigue, que perso-
nas víctimas de accidentes se han sentido hondamente defraudadas, hasta abandonadas,
por el trato recibido por algunas entidades aseguradoras, con una atención médica repro-
chable: sin la observación de unos protocolos mínimos de actuación y seguimiento de los
lesionados; ausencia de exploraciones instrumentales básicas; terapias «rehabilitadoras»
a partir de diagnósticos incompletos —y, por lo tanto, capaces de añadir nuevos daños a
la lesión inicial; altas precipitadas. Obsérvese como a veces todas prudencia puede ser
poca; así, en el manido síndrome por latigazo cervical fuentes bibliográficas de solvencia
indican que «cuando el automóvil se desplaza a una velocidad lenta de 7 millas por hora
(11,2 km) se originan lesiones tisulares severas» (SCHUTT, C. H., DOHAND, E. C, Neck
injuries to women in auto accident, JAMA, 206:2689-92, 1968, citados por CAILLET); el
problema de las lesiones a baja velocidad, más recientemente es analizado por MELTON,
Low Velocity wiplash Biomechanics, USA, 2000, poniendo de manifiesto lesiones ya a 5
millas por hora (8 km/h). En ocasiones lastima la sensibilidad ajena el lenguaje que algún
facultativo se atreve a utilizar, irrespetuoso para el doliente género humano. Quizá tenga
esto su origen en una fijación obsesiva, en un delirio persecutorio del aludido fraude, con
el riesgo incluso de no prestar la suficiente atención y diligencia a la cuestión esencial ob-
jeto de su estima: el correcto diagnóstico del enfermo. «Debe resarcirse de todo el daño
causado, pero sólo el causado», ha escrito algún facultativo situado en la órbita «médico-
legista», de los médicos «tasadores», aseveración ésta que parece desconocer que para
nada el médico debe entrometerse en el monto indemnizatorio, además de atentar el rigor
deontóloco. Obviamente el médico no es un detective; está claro que nadie el puede
exigir, ni aceptar, que se ocupe en funciones ajenas a su oficio. Al hilo de esta discusión,
resulta preocupante que se den situaciones como la que ahora se relata: en un Congreso
Nacional del Daño Corporal (1999), dentro de las ponencias y comunicaciones presenta-
das, una de ellas, sobre la Hernia Discal, incluía en uno de sus epígrafes el siguiente en-
cabezamiento: El resultado final: hernia discal versus «El premio de la lotería». Este re-
gistro, da la impresión de que los organizadores de tal congregación de galenos y
simpatizantes estuvieron poco atentos al decoro y la ética para la ocasión. Quizá también
todo esto puede ser fruto de un adoctrinamiento bien extraño a la dignidad hipocrática, im-
pulsado desde sectores interesados, satisfechos con la asistencia de polichinelas y otros tí-
teres, de los que van al encuentro de los siervos ideológicos de esta una nueva cultura, de
este nuevo «orden mundial», tan peligroso para el mantenimiento de la imprescindible ho-
meostasis social. ¡Monstruos!
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 205
* Si se puede prescindir de este epígrafe, pasando directamente a los que siguen, nu-
merándolos, como luego se expondrá en uno de los modelos que se proponen.
206 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Incluso, para una mayor comprensión del receptor, muchas veces re-
sulta de utilidad adjuntar un esquema o dibujo, como cuando se descri-
ben limitaciones articulares en sus respectivos arcos de movimiento
(opinando que tal tipo de ilustraciones se presenten de forma separada
del cuerpo del propio informe, a modo de anexos, de lo que se dejará
constancia al final del informe, en forma de una «nota» ulterior).
También se presta la ocasión para hacer un comentario cuando se
usan, en la estimación de una alteración patológica, denominaciones
como «moderada», «severa», etc., sobre todo si tales valoraciones res-
ponden a criterios subjetivos de apreciación, sin estar contrastados con
una escala de severidad tal que hubiera servido de elemento de referencia
para la emisión de tal criterio, lo cual, por otra parte, sirve para que se de-
sate en más de una ocasión una verdadera batalla de calificativos entre las
partes encontradas en la litis, lo que viene todavía a dificultar más el es-
clarecimiento de los hechos en la ya de por sí complicada jerga médica.
Cuando sea posible y pertinente, los valores numéricos facilitan mu-
cho mejor la comprensión de una determinada limitación funcional que
los habituales términos «leve», «moderado», etc., ya que, como se ha di-
cho, estos últimos se mueven muchas veces en concepciones personales
que propician la ambigüedad y la imprecisión. Es evidente que lograr tal
cuantificación no suele ser fácil en la mayoría de las veces, sin embargo
26
En tal sentido hay que criticar la expresión consideraciones médico-legales, por
otra parte de uso tradicional en los que también impropiamente se autodenominan médi-
cos «legistas», y, además, es lo que se suele enseñar en las facultades de medicina, en las
llamadas, hasta el momento, cátedras de medicina legal. Si se razona, enseguida se pien-
sa que el médico, en el ejercicio de su oficio —en cualquier caso— no puede hacer con-
sideraciones legales, y desde luego, en modo alguno, invocar ningún precepto del orde-
namiento jurídico en la formalización de sus escritos en un orden pericial. Es más, la
expresión aludida, «médico-legal» puede hacer pensar a algunos que el clínico se propo-
ne apreciar en derecho; desde la experiencia, tales alusiones en algún momento son ca-
paces de crear un clima de cierta incomodidad, malestar o indisposición en el juzgador,
pues bien pudiera entender que con tales usos lingüísticos el médico informante está aso-
mando un intento de entrometimiento, en especial por parte de aquellos que defienden
muy celosamente, en cumplimiento con su deber, lo que es de su exclusiva competencia.
27
Conviene matizar la diferencia entre daños futuros y potenciales; los primeros son
aquellos que con seguridad, en el curso evolutivo del proceso, se han de presentar, aunque
no se puedan concretar en el tiempo, sin estar sujetos a plazo; en cambio los daños po-
tenciales entran dentro del terreno de la posibilidad, por lo tanto no tienen que producir-
se necesariamente. Así, un daño futuro, es la aceleración de los procesos involutivos en la
articulación de una persona joven que ha sido previamente dañada, precipitándola a un
proceso artrósico-degenerativo precoz, dicho esto con carácter general; la sobrecarga de
212 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
de tener en cuenta, entre otras, las observaciones que se han venido ha-
ciendo en páginas precedentes, sin olvidar que cada situación individual
ha de merecer un tratamiento singular.
1. Antecedentes
a) Familiares****.
b) Personales.
c) Profesionales.
2. Proceso actual
Observaciones *
* Se incluirá este apartado en los casos en los que se quiera matizar o puntualizar al-
gún aspecto que no hubiera quedado suficientemente detallado con anterioridad. Por
ejemplo, «respecto a la consideración correspondiente al párrafo tercero, es útil también
indicar que ...».
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURÍDICO-PROFESIONAL 217
4. Conclusiones *
Primera:
Segunda:
Tercera:
Ultima:
Modelo 2 **
INFORME MEDICO
Primero: secuelas que sufre doña Jjj Zzz a consecuencia del atrope-
llo por vehículo automóvil sufrido el día 00-00-000.
Respuesta: .......................................
Tercero: ...................
Respuesta: ........................................
Al segundo:.........................
30
En relación con este aspecto, puede consultarse con mayor amplitud Biocinemática
del Accidente de Tráfico (Introducción al análisis cinemático de las lesiones por hechos de
la circulación. Utilidad para la reconstrucción del accidente de tráfico en la determinación
del nexo causal de lesiones y secuelas). Ediciones Díaz de Santos, S.A., Madrid, 2000. El
ejemplo que ahora se cita es muy sencillo, elaborado a partir de una situación hipotética,
siendo el nexo causal evidente, por lo que no precisaría mayor esfuerzo interpretativo. No
obstante, por una parte, no se quiere traer a colación un caso más complejo, pensando en
aquellos que todavía no estén introducidos en la biocinemática a la que se alude; por otra
parte, y en relación con la justificación anterior, se ofrece este sencillo ejemplo con la fi-
nalidad de facilitar al lector una mayor comprensión de la dinámica propuesta.
222 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
INFORME 1.
3. Balance actual
— Síntomas: ........................
— Exploración física: .......................
— Exploración instrumental y especializada:......................
4. Juicio diagnóstico
5. Cuestión planteada
6. Conclusiones
(Fdo.)
Con el fin de llenar de contenido esta propuesta, puede ser útil ins-
pirarse en la Orden Ministerial de 06,09,84, que trata de los requisitos
mínimos que debe cumplir el Informe de Alta (lo que es habitualmente
acatado por los hospitales en todo el Estado Español).
Finalmente, dada la importancia que últimamente está adquiriendo la
cuestión, se expone un modelo de Consentimiento, atendiendo a las ac-
tuaciones médicas, y conexas, en la relación con lesionados, ya sea a ins-
tancia del propio paciente, de la compañía aseguradora u otros terceros.
En relación con ello téngase presente los artículos 197, 198 y 199 del
Código Penal, tanto que el simple acceso a la documentación médica del
interesado sin su consentimiento o autorización puede constituir delito
grave, estando prevista una pena de dos o más años de prisión, todo ello
en atención a las circunstancias de cada caso.
(Fdo.)
34
FERNÁNDEZ DEL HIERRO, J. M., Responsabilidad Civil Médico Sanitaria, pp. 81
y 82.
35
Citada por FERNÁNDEZ DEL HIERRO, O.C, pp. 242 y 243. Conviene señalar también
que «un buen número de sentencias se han ocupado de la distinción entre culpa profe-
DOCUMENTOS CLÍNICOS DE ESPECIAL INTERÉS JURIDICO-PROFESIONAL 231
sional y culpa del profesional (sobre esta última en especial se destaca la de 21 de junio
de 1994 —RA 2.918—), debiendo concluirse que la segunda, la culpa del profesional,
constituiría una imprudencia de mayor o menor gravedad, la cual, sin embargo, nunca tie-
ne para el T.S. la consideración de impericia o negligencia profesional...». (COBOS GÓMEZ
DE LINARES, M. A., El problema de las lagunas "conscientes" y la jurisprudencia «creati-
va» a través de un ejemplo: la distinción entre la culpa profesional y la culpa del profe-
sional, en: Revista del Derecho del Poder Judicial, pp. 113 y ss., junio 1990. Edita Con-
sejo General del Poder Judicial. Madrid).
232 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
390.1. Será castigado con las penas de prisión ... la autoridad o fun-
cionario público que en el ejercicio de sus funciones cometa falsedad:
Este artículo tiene mayor amplitud punitiva que el 311 del anterior Có-
digo Penal (que se remitía a librar certificado falso de enfermedad o lesión
con el fin de eximir a una persona de algún servicio público); además, el
artículo actual se refiere a «certificados» sin limitación de contenido.
Cuando el mismo certificado es expedido por facultativo funcionario,
será de aplicación el artículo siguiente (art. 398 del CP), sin necesidad de
remontarse al delito básico tipificado en el art. 390 del CP; tal art. 398
del CP indica que «la autoridad o funcionario público que librare certi-
ficación falsa será castigado con la pena de suspensión de seis meses a
dos años».
234 MANUAL DEL PERITO MEDICO
36
FERNÁNDEZ DEL HIERRO, O.C, p. 822.
16
La prueba pericial médica
Más de una vez podrá el médico ser requerido para que emita su opi-
nión en calidad de tal y a efectos probatorios ante la administración de
justicia en relación con el procedimiento que se siga, bien por designa-
ción oficial (directamente por el juez o también por el juez, pero a ins-
tancia de las partes), o bien porque expresamente las partes se lo hacen
saber y solicitan al facultativo.
No es esta misión fácil. Dar un juicio de valor, con auténtico rigor
científico, presenta las dificultades propias del hacer clínico que se dan
sobre la persona sometida a examen, pero que además, en estos casos
concretos, se van a ver acrecentadas por motivos obvios: en un estado
mórbido es posible encontrar signos clínicos (sinónimo de objetividad),
mas también hay que tener en cuenta los síntomas, lo cual supone dar en-
trada a la subjetividad del paciente, pero que, en estos casos, podrá ser
motivo de recelo en más de una ocasión.
Sin embargo, por otra parte, es incuestionable que síntomas y sig-
nos, imbricados los unos con los otros, estableciendo las oportunas re-
laciones, considerándolos con prudencia y ecuanimidad, han de ser ne-
cesariamente tenidos en cuenta si se ha de actuar con el rigor antes
aludido, única manera de penetrar en la realidad del hombre que pade-
ce, que sufre.
Es más, en no pocas ocasiones los elementos objetivos para construir
un juicio diagnóstico podrán ser más bien escasos, de difícil interpreta-
ción, o incluso ausentes. Piénsese, a título de ejemplo, en ciertos proce-
sos psiquiátricos, en especial en aquellos en que para lograr una aproxi-
mación diagnóstica el diálogo médico-enfermo es tan esencial que es el
236 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
El proyecto de Código Civil de 1836 si incluye el medio probatorio (arts. 2146 y 2158 a
2163). Contrariamiente el Proyecto de Código de 1851 omite cualquier referencia. La Ley
de Enjuiciamiento Civil de 1855 se refería a la prueba pericial en su art. 303, comprensi-
vo de trece reglas que recibían el nombre de «juicio de peritos»; tal denominación se cam-
bia en la LEC de 1881 por la de dictamen de peritos. El Código Civil de 1889 únicamente
se refiere al medio probatorio en los arts. 1215 y 1242. La regulación de la pericia queda
modificada por la LEC 1/2000. Los arts. 1215 y 1242 del Código Civil son derogados por
la disposición derogatoria 2.a 1.". Su nuevo marco legislativo se haya previsto en la nue-
va LEC (LEC 2000) en los arts. 335 a 348 (Ref. LORENZO DE MEMBIELA, J. B., La Ley, n.°
5299, 02,05,01, Madrid).
3
GÓMEZ DE LIAÑO, F., Diccionario Jurídico, Salamanca, 1980.
4
MUÑOZ SABATÉ, L., Técnica Probatoria, pp. 17, 18 y 19, bajo el epígrafe «El des
precio de los hechos». Editorial Praxis, S.A., Barcelona, 1983.
238 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
recho es la de que todos los juristas hablan continuamente del hecho ju-
rídico, pero ni uno sólo se preocupa de explicar al lado del adjetivo ju-
rídico el sustantivo hecho que lo sostiene. El hecho en sí mismo es una
especie de isla misteriosa en el reino del derecho». Y sigue diciendo MU-
ÑOZ SABATÉ: hay que hacer un esfuerzo para superar ese sentimiento de
vulgaridad del hecho a la vez que «la LEC aporta suficientes mecanis-
mos para poder ser utilizada según las actuales necesidades, si bien para
ello hay que hacerlo con la suficiente valentía».
El objeto de la prueba lo constituyen «esencialmente los hechos de
que nacen sus efectos; pueden ser objeto de prueba las reglas o máxi-
mas de experiencia, es decir: los principios de experiencia en general,
como las de una ciencia, arte o especialidad determinada»5. La prueba
pericial, matiza GÓMEZ DE LIAÑO 6 «no es un instrumento probatorio
que verifique hechos, sino que sirve para explicar al juez los hechos
que conocemos; son ese cristal de aumento a que se refería EISNER, a
través del cual el juzgador ve algo que no ve por sus propios ojos, y de
ahí que sea vital para su operancia la confianza que pueda proporcionar
el perito».
Cabe distinguir entre prueba y demostración; así CLIMENT DU-
7
RANT , aludiendo a MANS PUIGARNAU, apunta: «se prueban los he-
chos y se demuestran las tesis»; más adelante dice: «la prueba tiene
por objeto comprobar la verdad o falsedad de una proposición con-
creta o fáctica, y la demostración tiene por objeto determinar la va-
lidez o no validez de una proposición abstracta o general, también
llamada tesis, que, a su vez, puede ser teórica (teorema) o práctica
(problema).
Según el Tribunal Supremo, «para el resarcimiento de los daños es
necesaria la prueba de ellos de forma categórica, sin que sean suficientes
meras hipótesis o probabilidades. Los perjuicios reales y efectivos han de
ser acreditados con precisión, de modo que sólo debe ser resarcido el
perjuicio con el equivalente del mismo, para lo que es imprescindible
concretar su entidad real» (S. T.S. de 29-9-86)8.
5
TOMÁS TÍO, J. M, VIVES ROMANI, A., HOYOS VIEJOBUENO, J., y NOGUEIRA DE LA
LUNA, L., en: La función pericial de los arquitectos al Servicio de la Administración de
Justicia, p. 24. Editado por el Consejo General del Poder Judicial, número especial VII,
Madrid, 1989.
6
GÓMEZ DE LIAÑO, F., Abogacía y Proceso, p. 150. Oviedo, 1989.
7
CLIMENT DURANT, C, en La prueba Penal, pp. 58, 59 y 60, editado por Tirant lo
Blanch, Valencia, 1999, citando a MANS PUIGARNAU, J. M. (Lógica para juristas, p.
194, Editorial Bosch, Barcelona, 1987).
8
Según cita de LLAMAS POMBO, O.C, p. 231.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 239
11
VILALT, E., y MÉNDEZ, R., Responsabilidad Médica, pp. 13 y 14. Editorial Bosch,
S.A., 1999. Barcelona.
12
Véase PRIETO CASTRO, L., Derecho Procesal Civil, vol. 1.", pp. 113 y ss. Editorial
Tecnos, S.A., Madrid.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 241
16
Recogidas por LORENZO DE MENBIELA, J. B., La nueva prueba de peritos en la Ley de
Procedimiento Laboral, pp. 15 y 16, Dijusa Editorial, Madrid, 2000, citando a los si-
guientes autores y obras: GUASP DELGADO, Derecho Procesal Civil, 1.1. (actualizado por
ARAGONESES ALONSO), Civitas, Madrid, 1998, p. 353; Ríos SALMERÓN, Pruebas de
confesión, testimonio y pericia. Otros medios. Cuadernos de Derecho Judicial, Consejo
General del Poder Judicial, 1997, 23, s.p.; DE LA OLIVA SANTOS, Derecho Procesal Civil,
t. II, 4.a edición (con FERNÁNDEZ DELGADO), Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid,
1996, p. 376; GÓMEZ COLOMER, El nuevo proceso civil (Ley 1/2000), (con MONTERO
AROCA, MONTÓN REDONDO, BARONA VILAR), Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, p. 318.
LA PRUEBA PERICIAL MEDICA 243
22
GÓMEZ DE LlAÑO, F., O.C.
23
Lecciones de Derecho Procesal.
24
SILVA MELERO, V., La prueba procesal, tomo I, Teoría General. Edita Revista del
Derecho, Madrid, 1973.
25
Recogidas por LORENZO DE MENBIELA, J. B., La nueva prueba de peritos en la Ley
de Procedimiento Laboral, pp. 16 y 17. Dijusa Editorial, Madrid, 2000.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 247
a) el perito puede ser una persona bien física, bien jurídica (art.
340.2 de la LEC);
b) el perito no ha presenciado los hecho o no es traído al proceso por
esta circunstancia, sino que es buscado por poseer conocimientos
técnicos especializados, no importando la forma en la que ha
conseguido esos conocimientos, rechazándose la posesión de tí-
tulo oficial como requisito condicionante de la práctica de la
prueba (art. 340.1 de la LEC).
26
FONT SERRA, E., El dictamen de peritos y el reconocimiento judicial en el proceso
civil, p. 25 y 26. La Ley-actualidad, S.A., Madrid, 2000.
248 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
32
FONT SERRA, E., El dictamen de peritos y el reconocimiento judicial en el proceso
civil, p. 122. La Ley-actualidad, S.A., Madrid, 2000.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 251
33
Citadas por DE LORENZO y MARTÍNEZ-PEREDA, en Los médicos y el nuevo código
penal, p. 75. Editores Médicos, S.A., Madrid, 1997.
252 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
40
MELENNEC, L., Traite de Droit Medícale, tomo 7, p. 42. Maloine, S.A., Editeur, Pa-
rís, 1981.
41
SILVA MELERO, o.a, p. 288, remitiéndose a STEIN.
42
Ruiz VADILLO, Revista de Derecho de la Circulación, 1/85, p. 3.
258 MANUAL DEL PERITO MEDICO
48
DE LORENZO y MARTÍNEZ-PEREDA, en Los médicos y el nuevo Código Penal, o.c,
pp. 36 y 39.
49
LOCART, E., Manual de Técnica policiaca, 4.a edición, pp. 421 a 423. José Monte-
so, Editor, Barcelona, 1963.
262 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
conclusiones basadas en la certeza moral frente a las conclusiones técnicas» (SILVA ME-
LERO, o.c, p. 200).
52
El texto que sigue corresponde a la transcripción íntegra del Editorial aparecido en
la Revista Española del Daño Corporal, núm. 5, primer semestre de 1997. Ediciones Díaz
de Santos, S.A., Madrid, 1997.
264 MANUAL DEL PERITO MEDICO
Objeto del encargo y medios para cumplirlo: si por una parte el pe-
rito en el ejercicio de su cargo ha de entender cuál es el objeto y los lí-
mites de su misión, y ceñirse a ella; por otra parte, indudablemente, tie-
ne el derecho de ser informado del objeto de su informe, en tanto que «el
juez manifestará de forma clara y determinante a los peritos el objeto de
su informe» (art. 475 de la LECr), al mismo tiempo que también «el juez
facilitará a los peritos los medios materiales necesarios para practicar la
266 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Art. 241 de la LEC, referido al pago de las costas y gastos del pro-
ceso (estableciendo la salvedad según lo dispuesto en la Ley de Asis-
tencia Jurídica Gratuita) en su apartado 4, se remite a los «derechos de
peritos y demás abonos que tengan que realizarse a personas que hayan
intervenido en el proceso».
Art. 342.3 de la LEC: «El perito designado podrá solicitar, en los tres
días siguientes a su nombramiento, la provisión de fondos que considere
necesaria, que será a cuenta de la liquidación final. El tribunal, me-
diante providencia, decidirá sobre la provisión solicitada y ordenará a la
parte o partes que hubiesen propuesto la prueba pericial y no tuviesen de-
recho a la asistencia jurídica gratuita, que procedan a abonar la cantidad
fijada en la Cuenta de Depósitos y Consignaciones del Tribunal, en el
plazo de cinco días.
»Transcurrido dicho plazo, si no se hubiese depositado la cantidad
establecidas, el perito quedará eximido de emitir dictamen, sin que pue-
das procederse a una nueva designación.
»Cuando el perito hubiese sido designado de común acuerdo, y uno
de los litigantes no realizare la parte de consignación que le corresponde,
se ofrecerá al otro litigante la posibilidad de completar la cantidad que
faltare, indicando en tal caso los puntos sobre los que deba pronunciarse
el dictamen, o de recuperar la cantidad depositada, en cuyo caso se apli-
cará lo dispuesto en el párrafo anterior.»
Hay que advertir que los honorarios del perito han de ser siempre
independientes de cualquier resultado, aspecto sobre el que hay que
insistir, en especial en las actuaciones a instancia de parte, siendo inclu-
so recomendable que, junto a lo que la Ley dispone, para evitar cualquier
mala interpretación, que se le haga saber que la liquidación de emolu-
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 267
16.4.4. Incompatibilidades
53
Como se indicará más adelante, y a diferencia de la anterior LEC (1881), el art. 343
de la actual LEC (2000) dispone que los peritos nombrados por las partes sólo podrán ser
objeto de tacha, no pudiendo ser recusados; sólo los peritos nombrados judicialmente po-
drán ser objeto de recusación.
268 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
54
Puede verse también el Real Decreto 296/1996, de 23 de febrero, que aprueba el
Reglamento Orgánico del Cuerpo Nacional de los Médicos Forenses, y que ha sido mo-
dificado por el Real Decreto 1619/1997, de 24 de octubre.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 269
55
Publicado en el El Médico, 26-l/noviembre/84.
56
Figura que se contempla en la nueva LEC, al amparo del art. 370.
270 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
57
Sobre el análisis jurisprudencia de la abstención del perito, puede consultarse La
nueva prueba de peritos en la Ley de Procedimiento Laboral, LORENZO MEMBIELA, O.C,
pp. 105 a 114.
LA PRUEBA PERICIAL MEDICA 273
«1.a Los testigos son casuales, mientras que los peritos se designan
por las partes y el juez.
»2.a Los testigos informar sobre hechos anteriores a la causa, y los
peritos formulan apreciaciones posteriores a la iniciación del procedi-
miento.
»3.a Los testigos relatan hechos, los peritos formulan apreciacio-
nes;
»4.a Si los testigos disienten, al menos uno de ellos es insincero o
mendaz; en cambio entre los peritos cabe discrepancia de carácter teóri-
co o experimental, aún procediendo con lealtad;
»5.a Concorde y seria la prueba testifical, y no contradicha por
otros elementos de probanza, los testigos determinan al juez; por el
contrario, aún unánimes diversos peritos acerca de un mismo hecho, el
juez puede desentenderse de su dictamen.
»6.a Los testigos no pueden modificar los hechos; los peritos pue-
den someter a personas, cosas, a experimentos y cambios, para apreciar
su estado, propiedades y reacciones.»
58
CABANELLAS, G., Diccionario del Derecho Usual, Editorial Santillana, Madrid,
1963.
274 MANUAL DEL PERITO MEDICO
59
TOMÁS TÍO, J. M, VIVES ROMANI, A., o.c, p. 27.
60
SILVA MELERO, O.C, p. 282. Con respecto a la solución alemana, este autor apunta
que ello no quiere decir que haya trazado una línea divisoria entre el testigo y el perito.
61
FONTSERRA, o.c, p. 121.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 275
62
En no pocas ocasiones, resulta difícil que algunos comprendan este mecanismo le-
sional: la afectación del ligamento lateral externo de la extremidad contralateral, en casos
de atropello, como el del ejemplo, se explica por un mecanismo de elongación del mismo,
por otra parte bien conocido en el terreno de la accidentología clínica. Al efecto resulta
muy ilustrativa la siguiente anotación: «si un peatón está en pie y sufre un traumatismo en
su pierna por el lado derecho, a raíz de un atropello, posiblemente presente las siguientes
lesiones: fractura de fémur y tibia, y rotura de ligamentos laterales de la otra pierna (la iz-
quierda) (Ref. GUILLEN GARCÍA, P., Lesiones ostearticulares en accidente de circulación,
Mapfre Seguridad, núm. 9, primer trimestre. Madrid, 1983).
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 277
del aspecto externo de las rodillas (hematomas, etc.), tales hechos están
basados en un mero acto de comunicación verbal y de percepción visual.
Ese médico, en una primera fase, incorpora dichos datos en su registro
mental en calidad de testigo, testigo de unos hechos, dentro del escenario
del accidente, fruto de la asimilación que le permite la capacidad senso-
rial de los órganos de los sentidos (en este caso oído y vista), como
cualquier otra persona, al margen de su preparación, pasando dichas
percepciones a formar parte de su caudal memorístico. Otra cosa es la
utilidad, y el alcance interpretativo que en su momento el que fuera en-
tonces testigo puedas darle en atención a su especial preparación; esto es,
ya no como testigo, sino como médico, y, si se brindas la ocasión, por
motivos de circunstancia y oportunidad, como perito.
Por eso mismo, cuando ha de dar respuesta al extremo planteado,
acorde con la cuestión pericial que se somete a su opinión, por una parte,
ha de buscar en su recuerdo aquellos hechos, rescatando al presente lo en-
tonces acaecido, trayendo a colación el escenario del accidente, la se-
cuencia biocinemática presenciada con ocasión del atropello (por él y
otros testigos) los síntomas que le comunicó el herido, junto con los sig-
nos externos apreciados en ambas rodillas (hematomas, etc.), aspectos és-
tos que en todo caso corresponden a una actividad evocativa, pero toda-
vía sin formular juicios sobre los mismos hechos; por otra, acto seguido,
ya presentes los hechos, ha de aplicar la lógica propia de su ciencia, con el
fin de resolver la cuestión pericial que se le ha planteado, en un proceso
mental de integración e interacción dinámica de aquellos hechos, activi-
dad ésta netamente interpretativa, que va más allá de un proceso mera-
mente evocativo, pues pretende el análisis de un resultado, su posibilidad,
aplicando la inteligencia propia de su saber médico; buscando la forma de
resolver una situación que se le ofrece como nueva, basándose en sus ex-
periencias profesionales, en la praxis que es consustancial a su oficio, uti-
lizando el pensamiento como medio, ora por inducción, ora por deduc-
ción: esto es, un proceso de elaboración intelectual, operando sobre el
silogismo, buscando las premisas menores, sometiendo a crítica a cada
una de ellas, con el fin de que todo ello sirva para llegar a una conclusión,
acorde con la cuestión pericial que se somete al estimar técnico, y sirva,
en definitiva, para la clarificación de los hechos.
su caso, y con carácter general, habrá que tener en cuenta, por otra parte,
conviene señalar que el médico, al actuar en calidad de perito, ha de su-
jetarse a la responsabilidad concreta en que hubiera incurrido al desem-
peñar aquella función, tal que, en un principio, podrá ser invocada desde
la esfera Civil, Penal y Disciplinaria, así como viendo la posibilidad de
aplicación efectiva de las normas de carácter deontológico.
En el ámbito civil, «no está regulada especialmente en la Ley la
responsabilidad de los peritos»62, aunque tampoco existe obstáculo al-
guno para que tal responsabilidad pueda exigirse fundamentándola en los
daños y perjuicios que se hubieran derivado de un dictamen en el que,
aun no habiendo intencionalidad, fue erróneo, en atención al precepto ci-
vil que obliga a la reparación del daño causado a otro. De ahí la impor-
tancia de que en la elaboración del informe se actúe con diligencia, se re-
curra a cuantos medios exploratorios sean necesarios, al menos dentro de
lo que es la práctica médica habitual propia de cada tiempo, y que en
todo caso, en el capítulo de las consideraciones, caso de que alguna o al-
gunas de esas exploraciones no se hubieran practicado, por los motivos
que fuere, se haga la oportuna anotación con las aclaraciones y razona-
mientos que proceda para cada caso en particular.
Por su parte, SANZ TOMÉ 63 refiere que la responsabilidad pericial civil
es de tipo extracontractual y tendrá su base en el art. 1.902 y si-
guientes del Código Civil, y, a su vez, se remite al autor a GUASP, en la
manera que entiende que «la relación entre el perito y los sujetos proce-
sales no pertenece al derecho privado, sino al público: calificación que
tiene gran interés en la determinación del régimen jurídico a que dicha
relación se halla sometida».
El mismo SANZ TOMÉ considera que los cinco requisitos expuestos
por GULLÓN, como constituyentes de responsabilidad civil por culpa
aquiliana o extracontractual, son plenamente aplicable a los supuestos de
responsabilidad civil del perito, y así:
1. Acción u omisión de éste.
2. Esta acción u omisión ha de ser ilícita.
3. Intervenir la culpa o negligencia o el llamado dolo civil.
4. Haberse producido un resultado dañoso o un tercero, concreta-
mente a una de las partes o a ambas.
5. Entre el daño causado y la acción u omisión del perito ha de
existir un nexo causal, una relación de causa efecto.
62
TOMÁS TÍO y VIVES ROMANI, O.C, p. 38.
63
SANZ TOMÉ, F., La prueba en el proceso laboral, tomo I, pp. 366 y 367. Editorial
Lex Nova, S.A., Valladolid, 1990.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 279
visto en art. 442 del mismo CP: «lo dispuesto en los artículos prece-
dentes será también aplicable a los jurados, arbitros, peritos, o cuales-
quiera personas que participen en el ejercicio de la función pública».
(Los artículos precedentes, a partir de 419 del CP, figuran bajo el epí-
grafe del Cohecho.)
También está previsto pena para el perito que aún sin faltar a la
verdad la altere, tanto que el art. 460 del CP establece que: «Cuando el
testigo, perito o intérprete, sin faltar sustancialmente a la verdad, la altere
con reticencias, inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes
que le fueran conocidos, será castigado con la pena de multa de seis a
doce meses y, en su caso, de suspensión de empleo o cargo público, pro-
fesión u oficio, de seis meses a tres años.»
En cualquier caso, todo perito —como ya se ha indicado anterior-
mente— al emitir el dictamen, deberá manifestar bajo juramento o pro-
mesa, decir la verdad, que ha actuado y, en su caso, actuará con la mayor
objetividad posible, tomando en consideración tanto lo que pueda favo-
recer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a cualquiera de las
partes, y que conoce las sanciones penales en las que podría incurrir si
incumpliera su deber como perito.
En cuanto a la responsabilidad disciplinaria deriva del hecho de
que el perito en su cometido ha de someterse a la autoridad judicial y en
caso de «desacato»65 incurrirá en la responsabilidad prevista en las leyes,
si bien el término de desacato en la actualidad ha de ser tomado con ca-
rácter general, como una falta de respeto a una persona, que en este
caso se podrá ver trasladado a la autoridad judicial. Además de la obli-
gación de comparecer, de cualquier modo el perito, en su actuación,
viene obligado a guardar la disciplina y el respeto propio del lugar fren-
te a terceros.
Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial (6/1985, de 1 de ju-
lio) establece que «corresponde al Presidente el Tribunal o al Juez man-
tener el orden en la Sala, a cuyo efecto acordará lo que procede» (art.
190); «a los efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, los que per-
turbaren la vista de algún proceso, causa u otro acto judicial, dando se-
65
Se ha de tener en cuenta que el delito de desacato, tal como lo recogía el antiguo
240 del CP —conforme a la Ley 44/1971— en la actualidad no existe, a pesar de que úl-
timamente, en el año en curso, en relación con determinados incidentes que se han pro-
ducido entre un detenido y un juez (noviembre/2000) desde algunos sectores se ha plan-
teado la necesidad de volver a instaurar este tipo penal. En tal sentido, el referido 240 del
CP establecía que «cometen desacato los que, hallándose un ministro o una autoridad en
el ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas, los calumniaren, injuriaren o amena-
zasen de hecho o de palabra o en escrito que les dirijan».
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 281
66
Citado por LLAMAS POMBO, O.C, p. 49.
67
Por otra parte, como ya se indicó en la parte dedicada a los requisitos de los peri-
tos, en la actualidad, para actuar en calidad de tal, no es preciso que el perito al tiempo de
emitir su dictamen esté dado de alta en el colegio profesional correspondiente (ni tam-
poco es preciso que pague la contribución correspondiente al impuesto de actividades
económicas), tanto que dicho dictamen podrá surtir igualmente efecto aunque el perito,
en el momento en que lo emite, estuviere suspendido por el colegio profesional al que
pertenece.
282 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
La prueba de peritos podrá ser requerida ante los muy diversos cam-
pos en que la administración despliega su actividad y por diferentes
motivos. LE GUEUT y MARÍN 68 analizan varios ámbitos de la función pe-
ricial del médico, que en líneas generales pueden encontrar acomodo en
el ordenamiento español, exponiéndolos en los siguientes capítulos:
68
LE GUEUT, J., y MARÍN, A., o.c, pp. 133 y 134.
69
CLIMENT DURANT, O.C. (1990), p. 2134, remitiéndose a FONT SERRA, O.C. (1974), p.
19 y a VIADA LÓPEZ-PUIGVERT, C, en: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales,
1951, p. 50. Más recientemente, CLIMENT DURANT se refiere a «la conveniencia de adop-
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 283
El proceso civil tiene por fin «la defensa y conservación del orden
jurídico privado»70, siendo «un fin inmediato, en el que se incluye la
protección del derecho y de los intereses del individuo, es decir, en fin
mediato»71.
En primer término, con respecto a la anterior Ley de Enjuiciamiento
Civil (LEC 1881), conviene reparar un momento en la exposición de mo-
tivos de la actual (LEC 2000), en la manera que el legislador indica:
— «con las excepciones obligadas respecto a los procesos civiles en
que ha de satisfacerse un interés público, esta Ley se inclina co-
herentemente por entender que el dictamen de peritos como me-
dio de prueba en el marco de un proceso, en el que salvo las ex-
cepciones aludidas, no se impone y se responsabiliza al tribunal
de la investigación y comprobación de la veracidad de los hechos-
relevantes en que se fundamentan las pretensiones de tutela for
mulada por las partes, sino que es sobre éstas sobre las que recae
la carga de alegar y probar».
No obstante, hay que tener presente que el carácter general de la prue-
ba de las obligaciones, ha sido derogado por la actual LEC 2000, en la ma-
nera que lo disponía los arts. 1.214 y 1.215 del Código Civil. En concreto,
el art. 1.214 establecía que «incumbe la prueba de las obligaciones al
que reclama su cumplimiento, y la de su extinción al que se opone».
Igualmente han sido derogados en la misma LEC 2000 los arts.
1.242 y 1.243 del CC, referentes a las pruebas de peritos.
— «se introducen los dictámenes de peritos designados por las
partes y se reserva la designación por el tribunal de perito para
los casos en que así le sea solicitado por las partes o resulte es-
trictamente necesario».
Es importante anotar que en la actual LEC no está regulada la insa-
culación de peritos (antiguo art. 616 de la LEC: designación en suerte,
que en ocasiones podía resultar muy aventurada).
Respecto al proceso penal, hay que decir que tiene este connotaciones
que lo alejan del anterior, por cuanto supone «un conjunto de actuaciones
tendentes a averiguar la perpetración del delito, la participación de los de-
lincuentes, su responsabilidad e imponerles la penalidad señalada»72, lo que
también afecta a cuanto interesa al procedimiento probatorio en general.
Del informe pericial, la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECr) in-
teresa remitirse, en cuanto a su régimen jurídico, a los arts. 456 a 485, al
establecer cuanto sigue:
Art. 456. El juez acordará el informe pericial cuando, para conocer
o apreciar algún hecho o circunstancia importante en el sumario, fuesen
necesarios o convenientes conocimientos científicos o artísticos.
Art. 457. Los peritos pueden ser titulares o no titulares:
Son peritos titulares los que tienen título oficial, de una ciencia o arte
cuyo ejercicio esté reglamentado por la Administración.
Son peritos no titulares los que, careciendo de título oficial, tienen, sin
embargo, conocimientos o práctica especiales en alguna ciencia o arte.
Art. 458. El juez se valdrá de peritos titulares con preferencia a los
que no tuviesen título.
Art. 459. Todo reconocimiento pericial se hará por dos peritos *.
Se exceptúa el caso en que no hubiese más de uno en el lugar y no
fuere posible esperar la llegada de otro sin graves inconvenientes para el
curso del sumario.
Art. 460. El nombramiento se hará saber a los peritos por medio de
oficio, que les será entregado por alguacil o portero del Juzgado, con las
formalidades prevenidas para la citación de los testigos, reemplazándo-
se la cédula original, por los efectos del art. 175 **, por un atestado
que extenderá el alguacil o portero el encargo de la entrega.
72
GÓMEZ DE LIAÑO, Diccionario Jurídico, o.c.
* La exigencia del legislador de que «todo reconocimiento pericial se hará por dos pe-
ritos» responde a la idea de que en el procedimiento penal la posibilidad de dar entrada a
una opinión contradictoria tiene especial importancia.
** El art. 175 de la LECr: «Las citaciones y emplazamientos se practicarán en la for-
ma establecida para las notificaciones con las siguientes diferencias:
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 293
* Art. 362 de la LECr. «Los profesores mencionados no podrán exigir honorarios que
(...) ni exigir que el juez o el tribunal les facilite medios materiales de laboratorio o re-
activos, ni tampoco auxiliares subalternos para llenar su cometido.
»Cuando por falta de peritos, laboratorios o reactivos no es posible practicar el análisis
en la circunscripción de la Audiencia de lo Criminal se practicará en la capital de la
provincia y en último extremo en la del Reino.» Ver también art. 505 de la LOPJ, en re-
lación al Instituto de Toxicología.
73
GÓMEZ DE LIAÑO, O.C, p. 177.
74
MARTIN VAL VERDE, A., Ley de Procedimiento Laboral: texto refundido y práctica
forense. Prólogo. Editorial Nueva Biblioteca, 1998, Madrid.
298 MANUAL DEL PERITO MEDICO
75
Real Decreto 2/195, de 7 de abril, por el que se aprueba el Texto refundido de la
Ley de Procedimiento Laboral, BOE núm. 86, de 11 de abril de 1995; corrección de erro-
res en BOE de 26 de mayo de 1995.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 299
del derecho, pudiendo fundarse tanto en los preceptos invocados por las partes como en
los no consignados, siempre que se refieran a cuestiones planteadas en el pleito.
78
Conviene también comentar respecto a los informes médicos que integran el ex-
pediente administrativo, y del que se dará traslado al juzgado correspondiente para ser
incorporado a los autos dentro del plazo marcado por la Ley, que «no son prueba pericia
ni documental, sino afirmaciones de hecho» (S. T.S. 6.a, citada por FERNÁNDEZ MARCOS,
L., en La prueba pericial médica en el Derecho Laboral, Revista Española de Derecho
del Trabajo, n.° 10, 1982, Editorial Civitas, Madrid). También hay que señalar que en la
actualidad dichos informes del expediente administrativo han dejado de gozar de la pre-
sunción de certeza que en un tiempo se les atribuía, al quedar sin efecto el apartado 3.°
del antiguo art. 120 de la LPL, precepto «oscuro» y de difícil comprensión. Ahora
bien, tales «afirmaciones de hecho», en el valor que les atribuye la sentencia citada por
FERNÁNDEZ Marcos, pueden tomar carácter pericial si se da cumplimiento a lo que tenía
previsto el art. 5.° del Real Decreto 1.081/1984 (BOE de 7 de junio) por el que se mo-
dificaron algunos aspectos normativos en materia de invalidez permanente, y en con-
creto a que «a requerimiento de los directores provinciales del Instituto Nacional de la
Seguridad Social, el jefe de la Unidad de Valoración Médica de Incapacidades designará
el facultativo o facultativos que deban asistir a los representantes de dicho instituto para
las correspondientes pruebas periciales ante la jurisdicción laboral». Por otra parte,
«por lo que respecta a los llamados certificados médicos, en el sentido más comúnmente
apreciado de este término, encontramos antiguas sentencias calificándolos de pericial
(T.S., S. 3-3-1904 y S. 27-7-1911). De todos modos a pesar de que tales certificados re-
sultan muy eficaces cuando se les usa para un acreditamiento deben, en cambio, de va-
lorarse con mayor rigor si son empleados como prueba, ya que sus autores carecen de
las cualidades atribuidas a los informes periciales. Deberán por tanto ser adverados en
autos con la posibilidad de contrainterrogatorio; en este supuesto es obvio que las pre-
guntas podrán contener extremos critológicos de carácter técnico, pues de lo contrario
sería primar a la parte a quien favorece el dictamen» (MUÑOZ SAEATÉ, Técnica proba-
toria, o.c, pp. 367 y 368).
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 301
haya dado traslado de la misma, sin perjuicio de que pueda hacer uso de
su derecho a aportar documentos conformes a lo dispuesto en el artículo
56.4.
3. Se recibirá el proceso a prueba cuando exista disconformidad en
los hechos y éstos fueran de trascendencia, a juicio del órgano jurisdic-
cional, para la resolución del pleito. Si el objeto del recurso fuera una
sanción administrativa o disciplinaria, el proceso se recibirá siempre a
prueba cuando exista disconformidad en los hechos.
4. La prueba se desarrollará con arreglo a las normas generales es-
tablecidas para el proceso civil, si bien el plazo será de quince días para
proponer y treinta para practicar. No obstante, se podrán aportar al pro-
ceso las pruebas practicadas fuera de este plazo por causas no imputables
a la parte que las propuso.
5. Las Salas podrán delegar en uno de sus Magistrados o en un Juz-
gado de lo Contencioso-administrativo la práctica de todas o algunas de
las diligencias probatorias y el representante en autos de la Administra-
ción podrá a su vez delegar en un funcionario público de la misma la fa-
cultad de intervenir en la práctica de pruebas.
6. En el acto de emisión de la prueba pericial el Juez otorgará a pe-
tición de cualquiera de las partes un plazo no superior a tres días para
que las partes puedan solicitar aclaraciones al dictamen emitido.
Artículo 61. 1. El Juez o Tribunal podrá acordar de oficio el re-
cibimiento a prueba y disponer la práctica de cuantas estime pertinentes
para la más acertada decisión del asunto.
2. Finalizado el período de prueba y hasta que el pleito sea decla-
rado concluso para sentencia el órgano jurisdiccional podrá también
acordar la práctica de cualquier diligencia de prueba que estimase nece-
saria.
3. Las partes tendrán intervención en las pruebas que se practiquen
al amparo de lo previsto en los dos apartados anteriores.
4. Si el Juez o Tribunal hiciere uso de su facultad de acordar de
oficio la práctica de una prueba y las partes carecieran de oportunidad
para alegar sobre ello en la vista o en el escrito de conclusiones, el re-
sultado de la prueba se pondrá de manifiesto a las partes, las cuales po-
drán en el plazo de tres días alegar cuanto estimen conveniente acerca de
su alcance e importancia.
5. El Juez podrá acordar de oficio, previa audiencia a las partes, o
bien a instancia de las mismas la extensión de los efectos de las pruebas
periciales a los procedimientos conexos. A los efectos de la aplicación
de las normas sobre costas procesales en relación al coste de estas
pruebas se entenderá que son partes todos los intervinientes en los
302 MANUAL DEL PERITO MEDICO
En ..............., a.......de...........................
(Fdo.—YYY.) (Fdo.—XXX.)
82
El texto entrecomillado es la definición que da de pensamiento W. A. KELY, en Psi-
cología de la Educación, Tomo I, Psicopedagogía fundamental y didáctica, p. 132 a 137.
Ediciones Morata, S.A., Madrid, 1967.
83
W. A. KELY, en: Psicología de la Educación, o.c.
84
CLIMENT DURANT, O.C, La prueba penal (1999), p. 465.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 305
89
Los factores de sensibilidad (Se) y especificidad (Sp) han sido relacionados me-
diante la fórmula que define el índice de Youden (J), de modo tal que J = Se + Sp, pu-
diendo variar tal índice entre (+1) y (-1); cuando J resulta menor o igual a 0, las cualida-
des nosológicas aludidas carecen de eficacia diagnóstica. La misma fórmula puede ser
desarrollada teniendo en cuenta las tasas de error con respecto a la unidad, lo cual se ex-
presa, tal como sigue: J = (1 - x) + (1 - y) = 1 - (x + y). De otra parte, los parámetros de
sensibilidad y especificidad pueden ser analizados en un diagrama mediante las curvas de
Roe—receiver operating characteristic curves—. (Ref.: GRENIER, B., Decisión Médica-
le, pp. 33 y 46. Masson, París, 1990).
308 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
5. Fiabilidad:
a) mensurativo, no mensurativo;
b) especificidad, selectividad.
C) SELECCIÓN DEL DATO
a) lógica;
b) contenido;
c) frecuencia;
d) posibilidad-imposibilidad.
mado (y no antes).
— Ya en la Sala, permanecerá en pie, salvo que se le indicara otra
cosa. Subirá a estrados sólo si fuera invitado para ello, mante-
niéndose, en cualquier caso, a una prudente distancia de los com-
ponentes del Tribunal.
— Guardará en todo momento la disciplina propia del lugar, aca-
tando de inmediato cualquier observación que le hiciere el pre-
sidente de la Sala.
— No hará uso de la palabra más que cuando le fuere solicitado, lle-
gado el turno procesal correspondiente, evitando cualquier inter-
vención fuera de estas circunstancias.
— Será comedido en gestos y modales, pues también el perito ha de
cuidar su lenguaje corporal.
— Procurará expresarse con claridad y precisión, utilizando un len-
guaje accesible a la audiencia.
— Cuando tuviera que recurrir a términos técnicos en el curso de
sus explicaciones, utilizará los indispensables, trayendo a cola-
ción, si fuere necesario, y para mejor entendimiento de las partes
menos doctas en la materia, algún ejemplo ilustrativo, incluso va-
liéndose de los medios auxiliares de demostración91.
— Cuando haya de dirigirse al juez lo hará utilizando la fórmula de
tratamiento adecuada.
— Evitará el clínico denotar afectación y pedantería en su discurso
utilizando términos legales impropios de su condición92.
— No se saldrá de los cauces propios de la materia objeto de su pe-
ricia, observando objetividad e imparcialidad.
— Nunca hará apreciaciones en derecho.
— Llegado el turno de las aclaraciones, contestará en tono pausado
y con prudencia, aunque también con aplomo y firmeza.
— Se mostrará respetuoso en sus críticas frente a las formulaciones
peritológicas de terceros, evitando, igualmente, la ironía, la des-
calificación y juicios peyorativos.
— Si el perito notase que en las preguntas hay interrogaciones re-
91
Así, conforme dispone la LEC, art. 299, al referirse a los medios de prueba, «me-
dios de reproducción de la palabra, el sonido, la imagen, etc.».
92
El perito médico que comparece en calidad de médico (no de otra cosa) no debe
utilizar términos que son impropios de su hacer profesional, como «actor», «demandante»,
«demandado», «accionante», etc. Lo correcto es que cuando quiera aludir a la persona que
ha sido objeto de su dictamen pericial se exprese diciendo el «paciente», el «enfermo», el
«lesionado».
312 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
93
Dentro del Capítulo VI (de los medios de prueba), la LEC dispone en el art. 302.1
que «las preguntas del interrogatorio se formularán oralmente en sentido afirmativo y con
la debida claridad y precisión».
94
Texto entrecomillado según BARREDA GARCÍA, O.C, p. 37. Véanse también las di
ferencias entre testigo y perito. Ha de recordar el perito que, llegado el turno procesal co
rrespondiente, estará obligado a dar cuantas explicaciones soliciten las partes; no hacerlo
así violenta y supone desviación en sus deberes profesionales, pues las aclaraciones que le
fueran formuladas «forman parte del dictamen pericial y constituyen con él una unidad; el
estudio y apreciación del dictamen por el juez y las partes debe comprender las explica
ciones y adiciones, tomándolas juntamente con la redacción original, como un solo cuer
po; de otra manera no podría saberse cuál es el concepto definitivo y completo de los pe
ritos». («Ruiz, FRANKLIN, E., C/ Prati Vásquez Iglesias, S.A.», SC Bs AS., 20-9-77,
«E.D.», t. 78, pp. 362-364, según cita de RABINOVICH DE ÑANDAU, SILVIA, G., O.C,
p. 107).
LA PRUEBA PERICIAL MEDICA 313
95
Piénsese que las «salidas de tono», a veces buscadas a propósito, estimuladas por
terceros, con el fin de desestabilizar al perito, incluso para ver si se le «calienta la boca»
no hacen otra cosa que desmerecer la actuación pericial; de ahí que se insista en una ac-
tuación presidida por la prudencia, en donde impere, en todo momento, las buenas ma-
neras, pues es tal proceder, y no otro, la mejor arma para hacer frente a cualquier ataque
verbal. Por otra parte, también es cierto que a algunos médicos, poco habituados al juego
dialéctico del foro, les cuesta asimilarlo —más todavía cuando están poco entrenados en
el ejercicio de humildad que requiere asumir la crítica ajena— reaccionando, con fre-
cuencia, con sorpresa, ante la actuación del abogado, comentando a la salida de la vista:
«¡pero mira que me ha dicho, ..!» No es la primera vez que una amistad se ha visto en-
sombrecida a raíz de una actuación de un letrado en el ejercicio de su oficio, debido a un
interrogatorio «duro» a un facultativo (que no tiene por qué ser incorrecto) nombrado a
instancia de la contraparte. La práctica y experiencia en el foro van desterrando poco a
poco las reacciones viscerales.
314 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
médico, por muchos motivos; de ahí, entre otros, que tal formación no
debe dejarse exclusivamente a cargo de docentes médicos, entre otras co-
sas, por la enorme importancia y proyección social que conoce la ocu-
pación médica; por otra parte, esto propicia, hace germinar, la ignorancia
y la inquietud, actualmente creciente, de muchos profesionales de la
medicina.
La cuestión se ve agravada si se repara en que los «temas» del im-
propiamente llamado «derecho médico» " viene siendo impartido en
muchos centros oficiales por facultativos que, de forma ridicula, se au-
tocalifican de «médicos-legistas», adscritos al departamento de «Toxi-
cología y Legislación Sanitaria» —materias que, por otro lado, guardan
muy distante parentesco—, sin una adecuada preparación jurídica, sien-
do a lo sumo meros «voceadores» de algunos preceptos extraídos de dis-
tintos cuerpos legales, con el grave riesgo de que los expongan de una
forma inconexa y vulgar, sembrando la confusión y el desconcierto entre
el alumnado. El interés de los docentes médicos por asomarse al terreno
jurídico es loable, pero ya pierde tal bondad cuando incurren en la ten-
tación de levitar. Piénsese por un momento en que si el sentido clínico
—que permite conocer el alcance de tal o cual síntoma o signo clínico—
se adquiere a través del estudio de la disciplina correspondiente —y en
tal orden el propio médico es conocedor del daño que es capaz de oca-
sionar una divulgación sanitaria mal orientada— otro tanto hay que de-
cir respecto al sentido jurídico, en relación con el problema que ahora se
comenta, el cual ha de ser orientado por quien tiene conocimiento para
ello.
El siguiente texto, de una reciente publicación de autores «médico-
legistas» (2000) corrobora lo dicho en párrafo anterior, pues, como pa-
rece, el Sr. Médico Forense ha de ejercer también el oficio de censor, en
la manera que filtre las cuestiones de hecho al juzgador, tanto que indi-
cará a éste «los datos que son necesarios para la instrucción del proceso
judicial». No obstante, propuesta de audacia tan alegre que parece una
usurpación de las funciones del juez, difícilmente puede triunfar en de-
99
Tal denominación parece inadecuada —desde luego en absoluto ortodoxa, poco
académica— pues tal «derecho» carece de sustantividad propia dentro de la ciencia jurí-
dica; además, a más de uno le dará la impresión de que viene impregnada de un «rancio
tufo de casta». Igualmente discutible es la remisión «derecho sanitario», pues si bien es
una realidad que los que por razones de profesión y oficio están vinculados a la actividad
sanitaria les afectan aspectos jurídicos que conocen una regulación específica, ésta se pro-
yecta en aspectos de naturaleza muy diversa: civil, penal, laboral, administrativa, y otros,
que difícilmente pueden recibir un tratamiento unitario, riguroso y científico, bajo el
común denominador del aludido «derecho sanitario».
316 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
Apéndice 1
Apéndice 2
«Las relaciones humanas, hoy como ayer, han de estar presididas por
el respeto a unas reglas de convivencia y a la norma jurídica, debiendo
ser tal respeto un valor constante por encima de otros, dependientes de
factores de tipo aleatorio.
Habitualmente esta norma permanece en el trasfondo de la vida co-
tidiana; no obstante, ocasiones no faltan, ciertas conductas son reflejo de
un desacato consciente a aquélla; otras, aun habiéndose producido esa
misma transgresión, no ha obedecido a un acto voluntario; y en otras,
también, el sujeto desconocedor de sus derechos u obligaciones, o ambas
cosas a la vez, se muestra titubeante, pues su actitud, nacida de la caute-
la, no puede ser otra.
Casos habrá en que los efectos de su falta de información, además de
inhibición, vengan a deparar inquietud y desasosiego e incluso perjuicios
que luego se han de lamentar, pues aforismo bien conocido es el que sen-
tencia ignorantia iuris neminem excusat, y más hoy día, cuando los que
amparándose en una pretendida defensa del interés colectivo perdonan
cada vez menos los errores individuales, llegando incluso a pedir que se
aplique la Ley de forma implacable.
La pérdidas de la salud origina un desequilibrio sobre el que inciden,
además de la entidad nosológica concreta, otros elementos coadyuvantes.
Y entre ellos los que afectan a las relaciones jurídicas que obligan o in-
teresan a las personas y que continúan estando presentes aun cuando el
sujeto es víctima de la enfermedad, incluso pueden aflorar con más fuer-
za, dado el estado emocional que condiciona un estado patológico, plan-
teándose entonces interrogantes, alimentando dudas, generando en defi-
nitiva estrés, lo que en nada favorece la curación del que está siendo
objeto de tratamiento. Considerada esta realidad dándole traslado al am-
biente hospitalario, puede tomar mayores dimensiones, dado el régimen
102
Sobre los médicos forenses, puede verse R.D. 296/1996, de 23-2-96, por el que se
aprueba el Reglamento Orgánico de Médicos Forenses (BOE 1-3-96). Los comentarios
que siguen pueden verse también parcialmente en la Revista Española del Daño Corporal
(REDC), núm. 4, 1996, Crítica y Crisis de la Medicina Forense, M. R. JOUVENCEL. Edi-
ciones Díaz de Santos, Madrid.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 323
103
Apuntes de Medicina Legal, Tomo I, p. 6 (no consta autor o autores). Depósito Le-
gal M-36-982-1980. Madrid, 1980.
104
Consulta, núm. 286, 10/16-6-85.
324 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
105
El profesor CRIADO, catedrático y antiguo patólogo forense en Puerto Rico, al ser
preguntado sobre las diferencias entre la Medicina Forense que se realiza en España y la
que él ha llevado a cabo en Estados Unidos y Puerto Rico, respondía muy críticamente,
diciendo: «Sí, hay una diferencia notable, (...) personalmente, y los americanos en gene-
ral, criticamos bastante el sistema médico-forense español. No se puede pretender que un
hombre abarque en su conocimiento tal cantidad de especialidades. Es mucho mejor
distribuir, crear especialidades y que el forense se dedique exclusivamente a lo que es bre-
gar con los muertos. Es decir, las investigaciones de paternidad han de estar en manos de
hematólogos especializados; las investigaciones psiquiátricas legales las deben hacer
también los especialistas; lo mismo ocurre con los casos de violación... Nosotros somos
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 325
comprado», entre otras cosas porque ello supone poner en tela de juicio
la actual regulación legal de la actividad pericial, por ejemplo tal como
se dispone en la actual LEC (2000). Del mismo modo, algunos han de-
fendido la persistencia de un sistema, basándose en la experiencia acu-
mulada durante años en un hacer rutinario, práctica que si no se acom-
paña de otras cosas (como la dedicación al estudio y a la preparación
constantes —cosas distintas a la acumulación de «papeles», «máster» y
«magister», muchos de ellos de dudosa utilidad)108— convierte a tan ex-
perimentados practicantes en especialistas en hacerlo mal.
Se ha de reparar también que, precisamente en atención al tipo de
misión que el perito haya de cumplir, el recurso a un especialista deter-
minado ha de ponderarse una vez que la realidad de los hechos haya sido
juiciosamente «diseccionada». Quizá el siguiente ejemplo ayude a com-
prender el sentido de estas palabras: el caso de la actuación profesional
de un médico en un servicio de urgencia: paciente con proceso de las ca-
racterísticas de un dolor lumbar..., aunque posteriormente se descubre
que en realidad se trataba de un aneurisma de aorta inferior; se plantea la
cuestión en el orden de exigirle responsabilidad al facultativo, en la
manera que su actuación es objeto de enjuiciamiento ante una cuestio-
nable diligencia profesional. Pues bien en este caso, la idoneidad del pe-
rito no vendrá determinada por aquel o aquellos que tengan especiales
conocimientos sobre entidad nosológica sospechado y, por otra parte, so-
bre la enfermedad en realidad sufrida por el paciente de referencia
(como pudieran ser especialistas en reumatología/traumatología..., an-
giología, cirugía vascular), sino que, en aras de la buscada idoneidad, lo
adecuado es solicitar dictamen pericial a aquellos prácticos en atención a
las condiciones de circunstancia y oportunidad en las que habitualmen-
te viene obligado a desenvolverse un médico de urgencia, tanto que
éste es el que podrá ilustrar sobre los criterios y pautas profesionales co-
rrectas a seguir ante una situación como la aludida en este ejemplo.
Más recientemente, F. de AGUIRRE, magistrado de la Audiencia Na-
cional, en octubre del año 2000, puso de manifiesto: «son necesarios los
especialistas para desentrañar el caso clínico y la actuación médica; no
queremos médicos forenses para estudiar los asuntos que nos llegan» 109.
108
«Máster» y «magister» —«maestro», en atención a aquello que el sustantivo ca-
lifica—, debería invocarse con más seriedad, toda vez que son autoridades académicas las
responsables en facilitar tales titulaciones, forma también de combatir la denostada «ti-
tulitis».
109
Diario Médico, 11-12-00, p. 12. Según el mismo diario, «esta afirmación tan ta-
jante fue contestada por la decana de la Facultad de Medicina de Zaragoza, profesora de
Medicina Legal y Toxicología, y Forense, que sostuvo: «para valorar el grado de dili-
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 327
gencia del médico está el forense, experto en Medicina Legal, que tiene una visión de con-
junto; la labor del forense, del experto en Medicina Legal y del especialista se comple-
mentan». En cualquier caso, parece que tales manifestaciones abren una vía de agua en el
sistema médico forense español. Por otra parte, se piensa que el «valorar el grado de di-
ligencia del médico» no es atribución médica, sino una competencia de índole jurídica. El
grado de diligencia, íntimamente unido a la responsabilidad, fue objeto de un exquisito
tratamiento en su graduación en el derecho del Digesto (recompilación del Corpus iuris
civilis de Justiniano, 533, síntesis de los escritos importantes de los juristas romanos). Pero
el perito médico, de cualquier modo, se ha de circunscribir a los hechos, mas nunca
hará apreciaciones en derecho. En tal orden, cuando se trate de examinar un determinado
nexo causal, por ejemplo entre un resultado dañoso y una determinada conducta profe-
sional, sus conclusiones se han de plantear en cuanto a la imputabilidad del resultado a la
conducta objeto de la litis, profesionalmente adecuada o correcta objetivamente debido,
según el cuidado que se requiera en atención a los conocimientos científicos en un deter-
minado momento histórico). Si el facultativo obró o no con diligencia, es cuestión que re-
solverá el juzgador una vez que sean despejados, pericialmente, entre otros, los aspectos
referidos en el contenido del texto del punto precedente.
328 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
* A modo de anécdota, cabe referir cuanto sigue: no hace mucho tiempo, en un juz-
gado de la región castellana, se planteó una causa relacionada con el posible abandono de
una gasa en la cavidad abdominal de un enfermo en el curso de su intervención. La parte
que se estimaba perjudicada propuso como perito a un especialista en radiología, con el
fin de que fueran examinadas las correspondientes imágenes radiológicas; la entidad
aseguradora, en cambio, estimó que era preferible valerse para la ocasión de un catedrá-
tico de medicina legal. La discusión técnica se centró en que si lo que aparecía radioló-
gicamente era en realidad un hilo de gasa (hilo correspondiente al marcador radiopaco que
llevan las gasas de uso quirúrgico para su localización), posición mantenida por el espe-
cialista en radiología; o, por el contrario, se trataba, simplemente, de un hilo de sutura,
como afirmó, en el curso de la litis, el catedrático. El tiempo dio la razón al especialista en
radiología, el paciente fue intervenido, y la gasa que permanecía en su abdomen pudo fi-
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 329
nalmente ser extraída. Este comentario viene a colación porque no se explica muy bien
cuál era la función pericial que la compañía aseguradora pretendía que desempeñase el ca-
tedrático de medicina legal; al margen de su nivel como funcionario de la universidad,
está claro que no cumple los requisitos académicos ad hoc, que su preparación en el te-
rreno de la radiología, hay que al menos suponerlo, tiene que ser muy inferior a la de un
especialista, a un entendido y práctico en la materia, toda vez que la actividad pericial se
ha de remitir a profesionales prácticos en el terreno, no a meros depositarios o suminis-
tradores de conocimientos teóricos; que, en definitiva, el mismo catedrático, sin otro
oficio que el de serlo, carece de la capacitación profesional adecuada; y tal capacitación
profesional es la que justifica, junto a la naturaleza de la cuestión planteada, la pertinen-
cia y la utilidad de la intervención pericial, intervención que, a su vez, ha de buscar que el
informante reúna unas mínimas condicione de idoneidad, que, obviamente no se daban en
el asunto de autos, más aún tratarse de cuestión tan delicada. ¿Qué hace un chico como tú
en un sitio como éste? Por otra parte, también es significativo que especialistas extranje-
ros hayan considerado que «el sistema actual en España es fundamentalmente defectuoso,
en que los departamentos de enseñanza académica están divorciados del trabajo médico-
legal de rutina» (B. COHÉN). De cualquier modo, no hay que confundir a quien desempeña
como única actividad la docencia con un experto en la materia, si tal docencia está ligada
al desarrollo teórico de una disciplina con la finalidad de cumplir una misión de
comunicación pedagógica en el ámbito académico.
110
GONZÁLEZ PRIETO, E., «La Reforma de la Medicina Forense», Revista Española
del Daño Corporal, núm. 1, p. 5 a 7. Ediciones Díaz de Santos, Madrid, 1995. También-
del mismo autor, GONZÁLEZ PRIETO, Controversia sobre la Valoración del Daño Corpo-
ral, Revista Española del Daño Corporal, núm. 2, p. 5 y ss. Estos dos artículos, entre otros
factores, parece que ponen de manifiesto, a través del autor citado, la profunda decepción
y amargura de estos especialistas en Medicina Legal y Forense, con una sensación de
abandono por parte de algunas autoridades académicas.
111
MUÑOZ SABATÉ, Estudios de Práctica Forense, o.c, p. 142 a 148.
330 MANUAL DEL PERITO MEDICO
«No voy a decir ahora que toda la culpa, ni siquiera una parte im-
portante de ella sea de los médicos forenses, cuando realmente es el
propio sistema quien la propicia. Sólo deseo poner de manifiesto mi cre-
encia de que muchos dictámenes sobre accidentes de tráfico que se em-
plean en el proceso constituyen una auténtica caricatura que habrá de
incidir luego sobre la prueba contribuyendo a un error judicial, que a
veces no tiene mucha importancia y otras en cambio puede acarrear la-
mentables consecuencias.
(*) Tal contenido se repite de nuevo, con el fin de hacer más cómodo la lectura, evi-
tando tener que volver a las páginas anteriores.
332 MANUAL DEL PERITO MEDICO
112
Citadas por DE LORENZO y MARTÍNEZ-PEREDA, en Los médicos y el nuevo código
penal, p. 75, o.c.
113
Citada por LORENZO MEMBIELA, O.C, p. 24.
114
Conocimientos especializados», tal como anota CLIMENT DURANT, bajo el epígra
fe general «Características de los peritos», La prueba penal, o.c. (1999), p. 478.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 333
No hay que olvidar que ante una determinada lesión, secuela o del
daño corporal de que se trate, la función del médico es la de identificar la
alteración patológica o entidad morbosa, ya en su categoría de lesión o
secuela, y su proyección funcional (genérica o específica), cuando e le
plantee, y esto no es más ni menos que alcanzar un diagnóstico, un juicio
diagnóstico, genuina actividad médica.
Piénsese, por ejemplo, en una lumbociática, cuya causa está en una
hernia discal lumbar, con compromiso radicular. Esta patología, a tenor
de lo dicho, merced a las técnicas avanzadas de imagen (resonancia
magnética, TAC, etc.) y neurofisiológicas, después de un interrogatorio al
paciente bien dirigido, y una adecuada exploración física, puede cual-
quier médico general diagnosticar con absoluta certeza.
Esto quiere decir que el recurso al especialista ha de ser establecido
de forma ponderada, examinando con cuidado el asunto en sus diversos
aspectos. De esta forma no cabe duda que también en muchas ocasiones,
para el esclarecimiento de los hechos y conocer la verdad en el curso de la
litis, se precisará de uno o varios especialistas (evidentemente con título
oficial, no de aquellos que de forma engañosa así se denominan). En co-
nexión con ello, la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECr) establece la
diferencia entre doctores y licenciados,de tal modo que se recurre a estos
últimos cuando no se pudiese disponer de los primeros; y así la referida
Ley, dice: «Las operaciones de análisis químico que exija la sustanciación
de los procesos criminales se practicarán por Doctores en Medicina, en
Farmacia, en Ciencias Fisicoquímicas o Ingenieros que se hayan dedica-
do a la especialidad química. Si no hubiera Doctores en aquellas Cien-
cias, podrán ser nombrados Licenciados que tengan conocimientos y
prácticas suficientes para hacer dichas operaciones» (art. 356 de la LECr).
Llegada esta exigencia, se escapa a cualquier enfoque globalista del
saber médico, común denominador en el que subsiste en la actualidad y
la medicina forense oficial española (la de todos los días) y otros suce-
dáneos como los impropiamente llamados «especialistas» en valoración
del daño corporal. De cualquier modo, la Medicina Forense Oficial ha de
desenvolverse en un marco de máximas garantías, a la altura del desa-
rrollo científico actual.
De la simple lectura del art. 340.1 de la LEC se desprende que quie-
nes carezcan de título oficial sobre la materia objeto del dictamen no re-
únen las condiciones que la Ley exige para actuar como peritos.
Cierto que la práctica demuestra que el peritaje médico forense oficial,
en sus diversas formas de proyección, viene lastrado en su desenvolvi-
miento por un oxidado hábito rutinario, favorecido por la pertinaz sequía
de imaginación de los sucesivos responsables del Ministerio de Justicia pa-
trio, alimentado su inmovilismo por criterios «economicistas», y otros
intereses, impidiendo todo ello que el problema de la medicina forense es-
pañola permanezca, después de muchos años, todavía sin resolver, a la vez
que tal cuestión forense no despierta el interés de las reivindicaciones
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 335
Y añade:
que el juez se podrá inclinar por aquel dictamen que, de acuerdo con su
personal convicción, el merezca mayores garantías y credibilidad.
A pesar de esta realidad procesal, que el dictamen pericial en modo
alguno vincula al juez en su resolución, regla constante tanto en la doc-
trina y jurisprudencia tanto tradicional como moderna, la cuestión ha de
ser matizada conforme a las opiniones que ahora se van a exponer:
120
IGARTUA SALAVERRIA, J., Valoración de ¡aprueba, motivación y control en el pro-
ceso penal, p. 171 (remitiéndose a W. J. GANSHOF VAN DER MEERSCH, La motivación des
jugements, General Reports to the lOth International Congres of Comparative Laww, Bu-
dapest, 1981, pp. 769-830). Editorial Tirant Lo Blanc, Valencia, 1995.
121
IGARTUA SALAVERRIA. O.C, p. 171. Y añade el autor, (pp. 215 y 216),con carácter
concluyente: «Si el pueblo es el titular de la soberanía, el ejercicio del poder judicial (las
sentencias) deben legitimarse mediante una justificación racional (motivación) suscepti-
ble de ser comprendidas y valorada críticamente por la ciudadanía»; «sólo una motivación
de esta hechura es la condición para el control democrático sobre la administración de la
justicia».
122
MUÑOZ SABATÉ, L., Estudios de Práctica Procesal, p. 122, bajo el título ¿Hasta
qué punto el juez no queda vinculado por el dictamen pericial? Librería Bosch., Barce-
lona, 1987.
123
MUÑOZ SABATÉ, L., Estudios de Práctica Procesal, p. 313; 124 y 125; 317 y
318.
346 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
por peritos designados por las partes, como de los dictámenes emitidos
por peritos designados por el tribunal, motivando su decisión cuando no
esté de acuerdo con las conclusiones mayoritarias de los dictámenes. S.
de 4-12-89 (Ac. Civil 290/1990); SAP Córdoba de 14-1-99 (Ac. Civil
336/1999).»
«3.° Examen de las operaciones periciales que se hayan llevado a
cabo por los peritos que hayan intervenido en el proceso, los medios ins-
trumentales empleados y los datos en los que sustenten su dictamen. S.
de 28-1-95 (Ac. Civil 376/1995); S. de 2-2-89 (Ac. Civil 499/1989).»
«4.° La competencia profesional de los peritos que los hayan emi-
tido, así como las circunstancias que hagan presumir su objetividad, lo
que puede llevar, en el sistema de la nueva LEC, a que se dé más crédi-
to a los dictámenes de los peritos nombrados por el tribunal que los
aportados por las partes. S. de 31-4-97 (RAJ 1997/2.542); S. de 24-2-93
(Ac. Civil 671/1993).»
132
FONT SERRA, O.C. (edición 2000), pp. 196 a 198.
LA PRUEBA PERICIAL MÉDICA 349
Por otra parte, el uso recto de la razón junto con la obligación de que
las resoluciones judiciales vengan debidamente motivadas, es asimis-
mo fuente de preocupación social, pudiendo encontrar reflejo de ello en
publicaciones no estrictamente jurídicas. Así, DE LA CUADRA 133 aborda la
cuestión de la salud mental de los jueces.
De esta forma, dado que los razonamientos del juez, en este caso en
torno a los dictámenes periciales, han de discurrir por el camino de la ló-
gica y la racionalidad, no habiendo de ser, por lo tanto, arbitrarios, in-
coherentes y contradictorios, o que lleven al absurdo, conviene detenerse
en comprender las condiciones y aptitudes que requieren el trabajo del
juez, la difícil tarea de juzgar, a título meramente ilustrativo, desde la
perspectiva del análisis de la adecuación ergonómica o estudio de la
relación de aptitud e interdependencia del hombre con el trabajo —que
hay que reconducir a tarea y más aún a la actividad y del trabajo, así en-
tendido con el hombre.
MIRA y LÓPEZ 134 se refirió al trabajo del juez como un «trabajo pre-
dominantemente psíquico, abstracto, verbal, variable, percepcional; re-
quiere: capacidad de observación, ordenación y comprensión de "se-
cuencias" psicosociales y psicoindividuales (por tal calificativo se
designa a la serie de interrelaciones dinámicas que se establecen entre el
individuo y el grupo); buena memoria de datos verbales (artículos lega-
les); capacidad de juicio lógico y ético superiores al promedio; resisten-
cia a los agentes sugestivos y coactivos (firmeza de carácter y honesti-
dad)».
Viene así a plantearse la cuestión de la capacidad humana aplicada
al trabajo, tanto que, existen patrones de condicionamiento individual,
«de definición del YO», en una visión psicológica, que reposan en la bio-
logía del sujeto —al margen de los factores individuales, culturales, de
133
DE LA CUADRA. B., Diario El País, 11-8-99, p. 9. Refiere el autor, entre otras mu-
chas apreciaciones, que: «una revisión periódica de los jueces y magistrados —desde cri-
terios específicos para la función de enjuiciar— puede detectar la existencia de anoma-
lías»; «nuestros jueces, para serlo, no son siquiera sometidos a un mínimo de test
psicológico»; «las exigentes pruebas memorísticas que tienen que superar los opositores
a judicatura no tienen el contrapunto de alguna indagación sobre la salud mental de esos
juristas». «Sin embargo, tales mediciones de salud mental no son tan anómalas. Sin sa-
limos de la Unión Europea, en Portugal hay psicólogos en el tribunal de oposiciones; en
Francia, los opositores conviven con psicólogos en la Escuela Judicial; en Grecia, existen
pruebas psicológicas para la selección de los jueces. El modelo holandés es más exigen-
te y eficaz, desde las primeras pruebas psicológicas a las que se someten los aproxima
damente mil jóvenes abogados que aspiran cada año a ocupar alguna de las 50 nuevas pla-
zas judiciales. Tras los filtros sucesivos, varias docenas de candidatos a juez tienen que
afrontar diez pruebas de habilidad mental, que evalúan el razonamiento verbal, la com-
prensión lingüística, el razonamiento lógico y sistemático y el razonamiento espacial.»
134
MIRA y LÓPEZ, Manual de Orientación Profesional. Editorial Kapelutsz, S.A.,
Buenos Aires, 1965.
350 MANUAL DEL PERITO MÉDICO
C LIMENT D URANT 135 distingue dos grandes aspectos que han de ser
examinados por el juzgador:
136
MUÑOZ SABATÉ, Técnica probatoria, o.c, p. 36. La sentencia que sigue también ha
sido tomada del mismo autor.