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Brandolín, D. - La Concepción de La Naturaleza Humana para La Terapia Gestalt
Brandolín, D. - La Concepción de La Naturaleza Humana para La Terapia Gestalt
En el caso que nos ocupa, que es el de la Terapia Gestalt (TG), se entiende dicha naturaleza
como la totalidad de conductas, emociones, sensaciones y pensamientos, emergentes de la
interacción entre el organismo que somos y el entorno que nos rodea con sus respectivas
condiciones. Como se puede apreciar de entrada, se trata de una mirada interactiva. Utilizamos el
concepto de situación para describir cada una de las encrucijadas en las que organismo y entorno
se están encontrando constantemente. No es posible pensar las expresiones del ser humano
sacándolas fuera de este entorno en permanente tensión dialéctica. Entonces, toda manifestación
que produce una persona puede ser entendida solamente en el contexto de dicha situación, y no
abstraída o recortada. La unidad de análisis de los fenómenos humanos es el campo
organismo/ambiente, que es otro modo de nombrar a la situación. 2
Diferentes aspectos de la situación, ya sea del lado del organismo o del entorno, producen
constantemente tensiones que son vivenciadas por las personas. Estas experiencias de desajuste
son significadas como necesidades. A propósito, es conveniente aclarar que esta noción, al modo
que la utilizamos en Terapia Gestalt, no se refiere exclusivamente a demandas producidas por
variaciones o déficit del sustrato fisiológico que nos conforma, sino que con el término hacemos
alusión a un arco de sentido más amplio que podría incluir e intercambiar indistintamente otros
términos como deseos, proyectos, anhelos, etc.4
1
Psicólogo y Profesor de Psicología. Profesor Adjunto a cargo de la Cátedra Psicología Clínica II (B). Facultad
de Psicología. Universidad Nacional de Rosario. Rosario, provincia de Santa Fe, República Argentina. 2013.
2
Para ampliar la comprensión del uso que se le da en TG al concepto de campo, ver Yontef, G. (2009) Proceso
y diálogo en psicoterapia gestáltica (Cáp. 5), 6º reimpresión, Santiago de Chile: Cuatro Vientos
3
Véase para ilustrar más este punto Naranjo, C. (2007) Por una Gestalt viva (Cáp. 18). Vitoria-Gasteiz:
Ediciones La Llave.
4
Para ampliar la discusión acerca del término necesidad introducido en la Psicología Humanista por A.
Maslow y sus relaciones con la Terapia Gestalt se sugiere ver de Casso, P. (2009) Gestalt, Terapia de
Es preciso resolver estas necesidades que son de diferentes índoles para restablecer el
equilibrio vital. Nuestra existencia es un constante desfile de situaciones que ponen en tensión
esta armonía. La resolución de cada necesidad permite la preparación para enfrentar a la siguiente.
Aún más, es un dato de la experiencia subjetiva inmediata el hecho de que suelen convivir dos o
más necesidades al mismo tiempo en nuestro campo experimentado. Pues bien, se postula la
existencia de un principio organizador que en condiciones saludables nos permite priorizar la
necesidad más vitalmente importante en cada momento, y de acuerdo a ella otorgarle sentido a la
experiencia inmediata. Para explicar este principio se lo ha relacionado con la Ley de Figura/Fondo
que fuera enunciada por los psicólogos gestálticos de principios del siglo pasado (Perls, F., 1999,
Pág. 18). Esa ley explicaba un aspecto de la percepción humana específicamente, pero en este caso
encontramos el mismo principio aplicado a la totalidad de la vida anímica: en cada situación vital
emerge y se recorta claramente una necesidad pregnante o figura, dejando en el fondo el resto de
los aspectos de la situación. Figura y fondo se necesitan mutuamente para ordenar con claridad el
campo situacional, y son además recíprocamente excluyentes en cuanto a la capacidad de ser
percibidas. No puedo captar al mismo tiempo la figura y el fondo, pues al recortar mi atención en
una, me pierdo la posibilidad de percatarme del otro, que a la vez sirve como marco de
significación de lo percibido.
Otro de los supuestos sobre los que se trabaja es el de que cada persona cuando se
encuentra relativamente libre de condicionamientos, es decir en situación de salud, dispone de la
capacidad para realizar los ajustes necesarios en el ambiente cuando aparecen las necesidades y
tiende a ello para de esa manera dar cierre a lo abierto de la situación. En ello encontramos una
aplicación de otra ley gestáltica de la percepción, nuevamente extrapolada al funcionamiento de la
totalidad anímica: la Ley de Cierre o de la Buena Forma, enunciada para describir la tendencia con
la que funciona la percepción humana a completar los campos percibidos de la mejor manera
posible, con la figura más lograda.5
Una tercera condición es la capacidad de realizar ajustes concretos en el entorno, esto es,
introducir modificaciones efectivas en el ambiente para dar respuesta a la tensión situacional. En
términos perlsianos, diríamos que es necesario poder manipular el ambiente adecuadamente,
cambiar las cosas tal como se nos presentan, para solucionar la necesidad pendiente. Por ejemplo,
si estoy enojado por motivos oportunos que lo justifiquen, ya sea porque recibí un trato
desconsiderado, irrespetuoso o injusto de parte de alguna persona, es necesario que pueda
expresar esta ira asertivamente a quién corresponda con el propósito de mitigar o modificar la
situación con la que me siento enfurecido. Caso contrario, el enojo permanecerá latente, como
una cuestión inacabada o inconclusa que buscará oportunidades para cerrarse buscando canal de
expresión, con el riesgo de actuar esa descarga en un ámbito que nada tiene que ver con la
persona o aspecto de la situación con las que sentí irritación. Esta tendencia al cierre de lo abierto
de la situación explica para la TG aquello que Freud conceptualizaba como compulsión a la
repetición, atribuyéndoselo en última instancia a una manifestación de la pulsión de muerte
(Freud, S., 1980).
Estas operaciones de contacto se suceden todo el tiempo, desde el más básico que atiende
a las necesidades fisiológicas de sostén (como por ejemplo, la respiración como modo de obtener
oxígeno para el metabolismo celular) hasta las formas más sutiles como los intercambios
lingüísticos, la afectividad, el establecimiento de una relación, etc. El contacto adecuadamente
realizado entre organismo/ambiente implica experiencia, crecimiento y cambio, a la vez que deja
establecida la diferencia (Polster, E. y M., 1997, Pág. 104 y ss.) (Robine, J.M., 2005, Pág. 35).
Utilizaremos el término self (si-mismo) para describir a esta instancia que somos toda vez
que podemos contactar libre y espontáneamente con el ambiente para procurarnos crecimiento. El
self se caracteriza por la autenticidad, la espontaneidad, libre de condicionamientos rígidos,
mandatos sociales o culturales. El self es nuestro ser auténtico, creativo y saludable que es el
responsable de la elección libre y de la construcción de sentido que le otorgamos a nuestra vida en
el devenir del propio accionar. Insistimos en que no se trata de una instancia psíquica ni de un
tópico en particular, pues el self es solamente discernible en su proceso de ser. Somos self siendo,
para ponerlo esquemáticamente en una fórmula que nos remite también a una de las raíces que
alimentan a la TG: las filosofías existencialistas. Remarcamos esta aclaración también porque el
término self es utilizado en otros esquemas teóricos explicativos del psiquismo con esas
declinaciones mencionadas, que no son las que se ajustan al uso que le damos en nuestro ámbito.
Este estado de cosas implica que, para algunas de las necesidades que expresemos
recibiremos satisfacción y apoyo, mientras que para otras no recibiremos más que frustración.
Sumado a esto, el estado de inermidad y dependencia con el que nacemos los seres humanos hace
que estas primeras experiencias calen muy hondo en nuestra subjetividad y determinen
fuertemente nuestra posición existencial de cara a lo que vendrá. El mundo circundante,
encarnado en nuestros padres (o quienes cumplan esa función), familia, maestros, grupos de
pares, instituciones, etc., con su carga discursiva, sus premios y castigos, y su continua construcción
de sentido acerca de la realidad nos impacta de manera indeleble. Estas prácticas discursivas a las
que somos sometidos desde nuestro ingreso a la vida tienden a disciplinarnos, en el sentido de
ahogar en cierta medida la espontaneidad, la sabiduría organísmica que es nuestro patrimonio
natural y nuestro potencial humano. La acumulación de experiencias frustrantes en el campo
constantemente constituido organismo/ambiente nos pone en tensión.
Referencias bibliográficas:
Freud, S. (1980) Más allá del principio del placer, en Obras Completas tomo XVIII. Buenos Aires:
Amorrortu.
Naranjo, C. (2007) Por una Gestalt viva (Cáp. 18). Vitoria-Gasteiz: Ediciones La Llave.
Peñarrubia, F. (1998) Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil. Madrid: Alianza.
Perls, F. (1999) El Enfoque Gestáltico. 11º edición. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Robine, J. M. (2005) Contacto & Relación en Psicoterapia. 2º edición. Santiago de Chile: Cuatro
Vientos.