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EL PACIENTE RETRATO DE FAMILIA DE UN INTERNO OSTRAS FRESCAS

DESMORONAMIENTO Luis Cano PRÓLOGO Halima Tahan Colección «Teatro Vivo»


Dirección: Arturo Goetz y Susana Torres Molina Esta colección cuenta con el apoyo del
Instituto Nacional del Teatro. Ediciones Teatro Vivo Laprida 2107 (1425) Buenos Aires
Tel./Fax: (011) 4803-4664 email: a-goetz@ciudad.com.ar Hecho el depósito que establece
la ley 11.723 Todos los derechos reservados Se imprimió en agosto de 2006 en Gráfica
Peiró Solís 2116, Buenos Aires, Argentina. EL PACIENTE EL PACIENTE 1 Madre sentada
con las piernas cubiertas por un mantón de lana. Doctor sostiene un pañuelo. Paciente en la
camilla, pijama blanco, tarjeta prendida del pecho. Enfermera revisa un bibliorato, historias
clínicas. Enfermera (muestra una hoja amarilla): ¿Usted es éste? Paciente (la mano
involuntariamente en alto): Con tanta higiene habría dejado de vivir y no estaría sentado.
Enfermera: No debería hablar. Enfermera acomoda al paciente tirándole de las piernas. El
paciente usa sus propias manos para arrastrar el resto del cuerpo, tronco y brazos, hasta
que la cabeza golpea el travesaño. Doctor: Abrir la puerta para acompañarlo por el pasillo.
¿Adónde me lleva? Cerrar la puerta de la habitación. El enfermo me lleva. ¿Dónde está la
cama? ¿Dónde está la puerta? ¿Dónde está el éter? ¿Dónde están las agujas? ¿Dónde
están las pinzas? Cortar en cualquier parte, deshacer las partes del cuerpo, distribuir dolor,
desaparecer en la oscuridad. El paciente FICHA TECNICA Intérpretes: Tian Brass, Hernán
Cáceres, Fabián Canale, Emilio García Wehbi, Virginia Lombardo, Alfredo Martín, Élida
Schinocca, Alejandro Vizzotti. Iluminación: Matías Sendón. Tratamiento de textiles: Laura
Poletti. Música original: Tian Brass. Asistencia de escenario: Martín Guido. Asistencia de
dirección: Luciana Giacobbe. Dirección: Luis Cano. El texto de El paciente quedó
materialmente definido de acuerdo a su montaje en escena, primero en la Sala
Contemporánea del Centro Cultural Recoleta [2001] y más tarde en el Salón de la Cátedra
de la Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires [2002]. Primera edición InTeatro,
editorial del Instituto Nacional del Teatro [2005]. Puede leerse una primera variante, bajo el
nombre La cuna mecánica, Segundo premio en el Concurso Nacional de obras de teatro
1999, otorgado por el Instituto Nacional del Teatro. Fue editada en la Colección “El país
teatral” InTeatro, editorial del Instituto Nacional del Teatro [2000]. La presente adaptación
corresponde a la Sesión de lectura celebrada dentro del ciclo “Hipervínculo, cita textual con
dramaturgos de Iberoamérica” organizado por el Centro Cultural España Córdoba y
Documenta/Escénicas, ciudad de Córdoba [2006]. Intérpretes: Carolina Cismondi, Cipriano
Argüello Pitt, Hernán Sevilla, Luciano Delprato, Martín Suárez, Sonia Daniel. Iluminación:
Rodrigo San Martín. Asistencia: Maura Sajeva. Dirección: Luis Cano. 6 Luis Cano 7
Paciente: Hoy, mientras el día es claro, me muero de pronto, sin sobresalto. Es una muerte
que no viene a alterar nada, más bien combina con este día claro. Enfermera: Triviño.
Triviño: Me siento mal. No estoy pensando bien, necesito doctores. Por eso vine.
Enfermera: ¿Qué? Triviño: Por voluntad. Enfermera: Última. Triviño: ¿Qué? Lo dije sin
darme cuenta. ¿Tengo algo malo? Enfermera: No si no hay nada malo. Usted ya era
paciente desde antes de saberlo. Por eso vino. Triviño: Acá está el problema, no camina
bien. Enfermera: ¿Quién? Triviño: Mi cabeza. Enfermera: Eso ya lo dijo antes. En otras
palabras. Habrá que coserlo. Triviño: No me importa. Enfermera: Eso va a dolerle. Doctor
(está mirando la tele): Tristeza, nerviosidad o sensaciones extrañas. Por ejemplo: una bola
que sube del El paciente 9 Vendado: Ojalá me pudieran abrir la boca. Quiten las vendas.
Enfermera: Dice que “Ojalá me pudieran abrir la boca. Quiten las vendas.” Vendado: Con el
instrumento de hierro que abre la boca, ábranme la boca. ¿No se entiende lo que digo?
Enfermera: Dice que “Con el instrumento de hierro que abre la boca, ábranme la boca. ¿No
se entiende lo que digo?” Madre: No. Vendado: Que pueda conversar. Enfermera: “Que
pueda conversar.” Madre: Sos un poquito ceceoso. Vendado: Quisiera hablar. Ojalá se
entienda. Quiero decir, quiero decir. Enfermera: ... Madre: ¿Qué más? Vendado hace que
no con la cabeza. La cara de un payaso sale desde la oscuridad. El payaso blanco: Primer
acto: el paciente en un hospital muere. Segundo acto: el paciente en un hospital muere.
Tercer acto: el paciente en un hospital muere. ¿Cómo se llama la obra? 8 Luis Cano la
higiene? Doctor, hay un paciente que quiero que usted vea. Doctor: ¿No podría habernos
caído en otro momento? Por ventura, se lastimó. Triviño: No es nada. Doctor: No tiene aire
de enfermo pero tampoco está muy bien que digamos. A veces alcanza con sólo mirar al
paciente para saber lo que tiene. La enfermedad se graba en la forma del cuerpo. Para el
que sabe leer. Triviño: ¿Usted me está mirando o es idea mía? Mira sin ver. Debe estar
pensando en algo y parece que mira pero no mira nada. No me molesta. Busque para mi
lado si quiere. No lo quiero distraer, siga con lo suyo. Podemos estar horas, a mí no me
preocupa. Yo estoy bien. ¿Qué piensa? Me angustia no saber qué piensa. Somos dos
viejos desconocidos. Nunca nos habíamos visto. ¿Qué tiene en la cabeza? No me preste
atención. Tampoco me quiero enterar. Usted me entiende. Mejor no saber nada. Hizo un
movimiento con la boca, no había visto que estaba comiendo. Me dieron ganas de comer a
mí también. Paciencia. Dentro de un rato voy a ser comida. Perdón, quise decir que dentro
de un rato voy a tener comida. Ser / tener, una confusión. Me ponen nervioso estas
situaciones. Tanto tiempo esperando. No encuentro la posición. ¿Cómo hacen los demás?
Mamá decía que tenía hormigas en el culo. Yo, que yo tenía hormigas en el culo. Comía
hormigas a El paciente 11 estómago hacia la garganta. No es repentino. Hay algo de
conocimiento. Movimientos aparatosos, no se hace daño al caer, no se muerde la lengua.
No hay ese orinar involuntario. Se repone generalmente al poco rato. Madre (habla a
espaldas de Triviño): Cuando era niño era alegre. Como cualquier otro. Después hizo
deportes. Era atlético porque era inquieto. Le fue bien. Un día se cayó y lo dejó todo. El
atleta que todos esperábamos. Lo dejó. Nosotros somos una familia trabajadora, nunca
esperamos algo como esto, yo no esperé tener un hijo que se me hundiera así. El
ejecutante del serrucho toca una melodía. Enfermera: La cena estará lista. Se le permitirá ir
al baño sólo una vez al día. Debe acostumbrarse a evacuar con puntualidad y en la medida
determinada. Triviño: Me llamo Triviño. Nunca digo mi segundo nombre, tampoco importa,
así que soy Triviño. ¿Cómo me encuentra? Enfermera: ¿Está tratando de burlarse de mí?
Triviño: No, es que yo hablo así. Hay cierto método en lo que digo, aunque no parezca.
Enfermera: Si no fuera enfermera le partiría la cabeza para estar segura de que no se hace
el vivo conmigo. Dése vuelta. Me gusta cuando obedece. Abra. A ver abajo. ¿Qué tiene ahí,
ternura? Mi dios. ¿Qué pasó con 10 Luis Cano mal. Lo dicen los doctores. Podría ser
alergia. Las lágrimas de recién podrían ser alergia. A mí me pasa. Por eso usted me cae
familiar. Sufrimos la misma enfermedad. Alergia: ningún motivo. Perdone que me frote, es la
alergia. Me hago así en el ojo y me parece que usted no está ahí parado. Que en ese
estetoscopio no hay nadie y por eso usted no me habla. Es mudo. Conteste: ¿Es mudo? Es
tarde para pedirle por favor. Una palabra nada más. Podemos parpadear un poco. Bajar la
guardia. ¿Me escucha? Si yo hubiera dicho todo esto para nada. ¿Sabe dónde estamos?
Esto es un hospital. ¿Qué tengo? Doctor: Escuche: “De aquel nidito se voló el pajarito”.
¿Nota algo curioso en esa frase? Triviño: ¿Qué tengo? Doctor: –que de esa familia de
palabras hay una que se escapó, se fue por la rama. ¿Usted qué piensa? Triviño: ¿Qué
tengo? Doctor apoya su oído sobre el pecho de Triviño Vendado: Estoy cansado de tanto no
hablar. Yo soy el que en febrero se partió la cabeza con el barrote de la cuna de su hijo.
Tengo el recuerdo de cuando me arrastraba por el piso. Quería llegar al cable del teléfono.
¿Habría podido hablar para que me escuchen? Sin duda que no. El paciente 13 esa edad, a
los cuatro. Así que, usted me entiende, tenía hormigas en el culo, tarde o temprano. De las
rojas. Un doctor dijo que comía hormigas rojas porque me faltaba ácido fórmico. Fórmica.
Como las mesadas de cocina. Me fui por una rama. No se puede estar sin hacer nada. Se
me hace familiar su cara. No es que quiera hablar, pero usted tiene un parecido. ¿Me
escucha? Le estoy diciendo algo importante. Tengo una idea que no deja de molestarme.
Una especie de presentimiento. No sé explicarme. ¿No será que usted no deja de tener
pensamientos horribles? Si está desesperado o algo, digaló. A cualquiera le pasa. No tiene
de qué avergonzarse. Tiene toda mi atención. Hacía años que no entraba a un hospital.
Usted no habla y a mí se me suelta la lengua. Así son las cosas. Usted me cae bien.
¿Seguro que no nos conocíamos de antes? No sé de dónde. Puede ser por los anteojos.
Tenía anteojos antes. Ya va a pisar el palito. No es tan malo estar sentado acá. Por algo
nos tocaron estos lugares. Lo tomo como viene. Tiene un gesto en la cara. ¿Hizo un cambio
de posición? No, es la cabeza, está más inclinada. Me lo debo haber imaginado. Me pareció
verle temblar un párpado. ¿Por qué iba a temblar? Estamos usted y yo y nadie más. No sé
qué decirle. Le llora un ojo. Tápese si quiere llorar tranquilo. Debe haberle entrado una
arenita. Puedo soplarle. A veces las lágrimas son un reflejo involuntario. Usted es médico y
lo sabe. No veo la hora de tirarme en la cama. Llegar a casa y tirarme en la cama. Un vasito
de alcohol no vendría 12 Luis Cano y las caras. Entro en su habitación. Usted no me ve. Le
digo unas palabras. Usted vino por su cuenta a este lugar, usted quiso venir. Usted quiere
algo. Se ve que le gusta estar encerrado en el cuadrito. Enfermera (muestra una hoja
amarilla): ¿Usted es éste? Triviño: No sé. Enfermera: Sí, usted es éste. Reconozco ese olor.
Pulmonía. Está en el aire. Triviño: Cierre la ventana ¿quiere? Viene una corriente.
Enfermera (hace andar a Triviño): ¿Por qué gritaba? Triviño: Yo no gritaba. Enfermera: No,
antes no. Habrá sido otro. Triviño: Podría pasarme algo en un lugar tan raro. Tengo hambre.
No probé ni un bocado. Comida. Tengo un hambre que se corta con cuchillo. Enfermera:
Usted no puede llevarse nada a los labios. Triviño: Dígame su nombre. Enfermera:
Enfermera. Triviño: ¿Eso es todo? Enfermera: Usted es un hombre agradable. El problema
es la disciplina para enfermeras, es muy estricta. Tenga paciencia. Apriete los ojos, cierre
los ojos. El paciente 15 Doctor: El pulmón de este niño está tocando la flauta. Triviño: ¿Qué
tengo? Doctor: Usted es un hipócrita, es decir, está mucho peor de lo que parece. Triviño:
¿Qué tengo? Doctor: Tiene un solo pulmón. Uno, y está deshecho. No le prometo nada para
el futuro. No importa. Vamos a curarlo. Y si usted no nos facilita las cosas, lo va a sentir en
carne propia. Aunque yo lo termine lamentando más que usted. Triviño: Más que alguien
puesto en mi lugar no creo. Doctor: Qué fácil es hablar desde esa camilla. Triviño: Es raro
cómo me gustaba, incluso cuando no me gustaba. Los pies por el contorno de la sábana, la
cartilla médica junto a los barrotes. Un feto en posición. Un fantasma muy frío. Se ve que
me cansé. ¡Una manta, por dios! Vendado: Desfile de los pacientes conectados a sus
botellas de goteo. Veo instrumentos complicados que terminan en un tacho y pienso:
cuando estos aparatos se guarden con las demás cosas que ya no se usan, nadie va a
saber qué son ni para qué servían. Cuchicheos. Una radio lejos. El payaso blanco:
Atravieso el pasillo, los dormitorios 14 Luis Cano Vendado se quita la cabeza y cambia de
papel por el de la cama 85. “85”: Me alegro de haber venido. Acá está limpio. Me siento
mejor. Tengo mejores sentimientos. Dejé de tener la esperanza de morir. Doctor: Se nota
que se siente mejor. ¿Se siente mejor? Triviño: No tanto como antes. Me duele un poco.
Enfermera: Mucho. Triviño: ¿Cómo? Enfermera: Le duele mucho. Triviño: Sí, bastante.
Enfermera: Eso es por estar acostado. Triviño: ¿Tendría que pararme? Doctor: No, de
ninguna manera. Eso es lo que tratamos de evitar. Triviño: ¿Entonces me acuesto? Doctor:
Si le duele, sólo queda una cosa por hacer. Tiene que confiar en nosotros. Triviño: Solo
podría creerles si mintiera. Madre: Aquel pijama gigantesco era mi hijo. Sabía mantenerse
parado. Sé que va a llegar el día en que, lleno de vida, vuelva para saludarme. El paciente
17 Madre: Lo vi por última vez en el hospital de Puerto Belgrano. Llegué en tren hasta allá.
El lugar parecía abandonado. Había viento. En la base militar me llevaron por un pasillo
oscuro hasta un comedor desocupado donde esperar. Por el pasillo vino un soldado que no
contestó cuando le pregunté por mi hijo. “¿Sabe si está curado de la pulmonía esa?” Se fue.
Después llegó otro, también con uniforme de trabajo. ¡Parecía metido en un pijama gigante!
Los botines hicieron eco. Se quedó parado mirándome, como si me conociera. Tenía la cara
desmejorada. Abrió la boca pero no pudo hablar. Hizo un gesto al suboficial que estaba
espiándonos; el suboficial hizo que no con la cabeza. El chico volvió a mirarme. Escuché un
grito afuera, y cuando volví a mirar, el chico se iba por el pasillo. No lo había reconocido,
parecía tan viejo. Doctor: Aplicar el dolor. El cuchillo en contacto con el hueso. Hasta las
costillas. Gemidos en la habitación. Hacer callar. Sentarme en la oscuridad, sostener el
brazo. ¿Dónde está el paciente 321, en qué habitación? Prepárelo, Enfermera, nos queda
poco tiempo, que se acorta la hora. Enfermera: La boca de este paciente, como la vi ayer, lo
que puedo leer en esa boca: vergüenza, miedo. Usted puso la boca de este paciente en su
cara, doctor. A veces ustedes hablan igual. Vendado: Se me llena de sangre. La lengua se
traga. Me voy. Es el ahogo. 16 Luis Cano Doctor: Un muñeco lleno de sangre. Todos los
pacientes se convierten en muñecos. Duérmase, usted tuvo lo suyo. Debe tener sueño así
que duerma. Triviño: Un hombre duerme y lo traicionan. Se despierta con un cuchillo en la
espalda. Se va a morir de veras, pero ¿dónde? Madre (lee): “Hospital de Puerto Belgrano.
Entramos por la guardia. Nos preguntamos si éste sería en serio un hospital. Con vómitos te
mandan a la sala X. En la sala Q sacan apéndices. No se puede usar el teléfono ni salir a la
calle. No se recibe visita. Se mezclan en la misma sala las camas y las sillas. El perfume de
aceite de ricino marca Palmacristi. La luz desaparece por el corredor, ya la apagaron, y yo
sigo escribiendo en la oscuridad...” Triviño: Otro sueño como el de la carretilla. Me ponen en
una caja. Estoy adentro de la caja. Soy yo pero ya no, porque soy una especie de maniquí
hinchado. Unos hombres me llevan. Los dejo hacer. ¿Qué querrán decir esa caja y esos
hombres? No me puedo mover ahí metido. Doctor: ¿No puede qué? Triviño: No puedo
doblar las piernas. Doctor: ¿No puede estirarlas? Triviño: No se mueven para nada. El
paciente 19 Triviño: Para mi cumpleaños me regalaron una carretilla de madera. Estoy
empujando la carretilla. Voy por un bosque. En el río se refleja mi cara. La carretilla es de
madera. Está casi deshecha y tiene una sola rueda. La rueda quiebra las ramas. Llevo mi
carretilla. Parezco un jardinero pero llevo puesto este camisolín que da pena. Sobre la
carretilla hay un cuerpo. Un joven muerto. Más bien parece un tronco de madera.
Enfermera, pienso cosas horribles. Enfermera: Es la cabeza. 2 En la primera noche del
sanatorio, cuando le clavaron la aguja. El sur Jorge Luis Borges [1956] Enfermera:
¿Muerto? Doctor: Lo golpearon de atrás. No encuentro fracturas. Enfermera: ¿Puede
decirnos quién lo atacó? Triviño: ... Doctor: Usted fue atacado, quizá no lo recuerde pero
alguien lo atacó. Estaba en el piso, entre las camas. Triviño: No puedo levantarme. 18 Luis
Cano Triviño: Ah, piernas. Me toma desprevenido. Doctor: ¿Cuántas piernas tiene un
pantalón? Triviño: Dos. Doctor: ¿Usted necesita más? Triviño: No quisiera menos. Doctor:
Eso depende de usted. Triviño: ¿Usted dice pantalones para ponerse o pantalones para
llevar? ¿De qué piernas estamos hablando? Mire que es muy distinto. Doctor: Hablamos de
piernas para ponerse. Triviño: Entonces dos. Doctor: ¿Dos pares de pantalones? Triviño:
No. Un solo par de pantalones. Dos pares de piernas para las piernas. Doctor: Ah ¿usted
las quiere puestas en el pantalón? Triviño: Sí, pero le decía a la enfermera que no puedo
moverlas. Enfermera: ¿No puede mover las qué? Doctor: No me queda claro. Mire que
puedo ponerle piernas donde se me antoje, soy médico. El payaso blanco pasea por el
lugar. Triviño: Dígame ¿tengo las piernas? De la cintura para El paciente 21 Doctor: Está
inválido. Triviño: Enfermera, por favor, sáqueme de acá. Enfermera: Tenemos que ver cómo
sale usted solo, por su cuenta. Sabemos que necesita las piernas. ¿No puede usarlas?
Triviño: No, no puedo usarlas. Enfermera: Vamos, sáquelas de ahí adentro, haga un gesto
con un pie. Triviño: No puedo mover las piernas. No siento nada de la columna para abajo.
Doctor: ¿No puede sacarlas? Triviño: No puedo levantarme. Doctor: Es decir que está
inmovilizado. ¿Cómo se metió en este lío? Triviño: ¡Ya se lo dije! Enfermera: Doctor,
tenemos problemas con las piernas. Doctor: A ver, conteste: ¿Cuántas piernas tiene un
pantalón? Triviño: Cuántas qué. Doctor: Piernas. Piernas para meter las piernas. La
enfermera me dijo que tiene problemas con las piernas. ¿De qué estamos hablando? De
piernas ¿no? 20 Luis Cano Madre: ¿Qué? Triviño: Mami, me hacen enojar. Madre: ¿Cómo?
Triviño: Dicen que no estoy enfermo. Vos sabés lo que pasa. Me van a hacer morir. Madre:
Hijo, ellos no existen. Triviño: ¿Usted está contento conmigo? Doctor: ¿Quién lo atacó?
Triviño: No sé. Doctor: Tiene que acordarse. Triviño: Déjeme en paz. Enfermera: Tranquilo,
usted va a hablar. Triviño: Usted está tratando de salvarme, no me mienta. Máteme ¿o se
cree doctor? Enfermera: Le dijeron que espere hasta mañana. Ya le va a tocar. El payaso
blanco: Me es indiferente saber nada acerca de la historia que estamos contando. No saber
lo que pasa debajo de la piel, ni el sudor que traspiro a través del cosmético. Porque mi cara
no existe. Ni siquiera tengo orejas para llenar con mentiras. No necesito remedio. El
paciente 23 abajo estoy en blanco. Me parece que no tengo nada abajo. Todo pasa en
alguna otra parte. ¿Es por eso que no me interesa más nada? La vida me entra por una
oreja y me sale por la otra. El payaso blanco (parodia): “Estoy en coma. Sufrí una operación
muy importante. Soy un operado muy importante.” Doctor: Quiero que conozca bien su
situación. Tenemos que probar con otra cosa, lo anterior no resultó. El blanco será el
cerebro. Vamos a destruir una pequeña parte. No va a doler. Va a sentir una ligera presión
pero no va a doler. Todo va a salir bien. Al terminar vamos a cerrar la piel de vuelta. Sea
cual fuera el resultado de la operación. Si no quiere hablar no voy a obligarlo. Quiero que se
sienta cómodo. ¿Quiere preguntar alguna cosa? Yo podría contestarle. ¿Hay algo que
quiera decir? Bien. Entonces voy a irme. Madre (lee): “Quisiera anotar la fecha, hoy es
viernes. Tuvieron que darme doscientos centímetros de gas. Dicen que tuve suerte. Ayer
murió el de la 3. Desviación del mediastino. Era nuevo. Tenía cara de niño. La puerta del
pañol estaba abierta y pude ver un cajón sin pintar, con la madera fresca.” Triviño: Mamá,
acercate. Madre: ¿Qué pasa? Triviño: Vení, apurate. 22 Luis Cano Triviño: Mamá, me
lastiman. El ejecutante del serrucho y demás músicos grotescos tocan una pieza para ballet.
Madre (gestos para una frase testimonial): “¿Qué mejor tumba que el esfuerzo de una
madre por tener un hijo metido adentro?” “¿Qué mejor lugar que el vientre?” Triviño: No te
vayas. Madre: No, si no me voy. Triviño: Pero yo sí. Doctor: Ya está asesinado. Madre:
Debe haber un error. Enfermera, si sabe de alguien que se llame Triviño, si lo encuentra,
trátelo bien. Doctor: ¿Triviño?, no conozco ningún Triviño. Madre: Pida algo por él,
Enfermera. Usted sabe que cuando una está enferma ya no puede pedir nada por nadie.
Enfermera: Pero si está tan hermoso como un muñeco. Paciente: Estoy afuera. De mi boca
se escucha: no me voy a volver a caer. Madre: Que no se duerma. No lo dejen ir. Y si se
duerme, despiértenlo. No lo dejen que se vaya estando dormido. El paciente 25 Danza
macabra. El payaso blanco llama a la puerta con una guadaña en la mano. Triviño: Me
escapo. Corro hasta llegar a una pared. Tengo que saltar esa pared. No sé qué habrá
detrás. Sobre la pared hay una caseta de guardia. Me da miedo. No me asusta ver al
guardia uniformado, me da miedo lo alta que es la pared. Doctor: En la sala de al lado
alguien abre mi cuerpo. Estoy en aquella sala, yo solo. Mi cabeza abierta deja ver las
marcas del instrumental. Mi cerebro piensa todavía. Me veo sangrar por la herida. Soy el
que está acostado. ¡Sáquenme de ahí adentro, por favor! Un decorado representa a Triviño.
Doctor es ahora un lanzador de cuchillos contra ese blanco. Triviño: ¿Volvió mi cuerpo?
¿Tengo realmente un cuerpo? Doctor: Pero sí, miresé. Triviño: ¿Ése soy yo? Doctor: ¿No
ve que está de cuerpo entero? Triviño: Muy demacrado. Doctor: Elija el número de
cicatrices. Triviño: Una. Doctor: Prepárese a contar. Es tarde y cuanto más tiempo
perdamos, más oportunidades. 24 Luis Cano RETRATO DE FAMILIA DE UN INTERNO
RETRATO DE FAMILIA DE UN INTERNO A Griselda Gambaro 1 Espósito: Mi madre
guarda ropa planchada. Enfrascada en su mundo de grande. Papá mira los goles del
partido. Mi padre está vestido de traje. No, parece de entrecasa. Y en otra mamá camina
por la playa. La reconozco por ese vestido. 2 Mujer con blusa blanca: ¿Para qué quiere
verla? Espósito: Es mi familia, mi familia posando. También voy a encontrar la casa donde
vivía. Eso es otra cosa que voy a hacer. Aquella casa, al día de hoy ¡no cabría ni un alfiler!
Es una forma de decir. Mujer con blusa blanca: Entiendo lo que es una forma de decir, yo
también tengo una forma para decir las cosas. No soy estúpida. Espósito: No quise– Mujer
con blusa blanca: Espósito, no somos estúpidos. Espósito: Yo– Mujer con blusa blanca: No
soy estúpida. Retrato de familia de un interno 29 FICHA TECNICA Intérpretes: Virginia
Lombardo, Adrián Canale, Fabián Canale, Alfredo Martín Música: Tian Brass Asistencia:
Luciana Giacobbe Dirección: Luis Cano Bajo el nombre Blancos posando se estrena en la
sala Entrecasa en el 2001. Recibe la Mención Especial de Teatro en el Concurso
Internacional organizado por la UNESCO, el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación
y la Universidad Nacional de Salta en el año 2000. Su primera publicación es a través de
Ediciones Baquiana, Estados Unidos, 2000. Una nueva versión del texto es incluida en el
cuaderno Performance y memoria, Argentina en el contexto de la dictadura militar,
publicado por el Instituto Hemisférico de Performance y Política en 2001. Su segunda
edición corresponde al volumen Teatro x la identidad publicado por Abuelas de Plaza de
Mayo a través de Eudeba en el 2002. Segunda publicación en Efectos de escritorio, Aurelia-
*Rivera ediciones, 2004. 28 Luis Cano 5 Mujer con blusa blanca: Pensamos que la foto que
busca debería estar en el primer cajón. Sin embargo, parece estar en el segundo. El
segundo cajón es un problema porque no puede abrirse. Espósito: ¿No tiene llave? Mujer
con blusa blanca: Sí. Espósito: No entiendo para qué guardar las fotos en un cajón con
llave. Mujer con blusa blanca: Es la única manera de guardarlas. ¿Cómo, si no? Tantas
cosas fueron a parar a ese cajón. Tuve que ordenarlas una por una. Si sus fotos estuvieran
en el primer cajón, usted ya las tendría. Espósito: ¿Cuánto va a tardar en encontrarlas?
Mujer con blusa blanca: Así son las cosas ¿vio? Siempre pasa lo mismo. Es la vida. Es
como son las cosas. Nunca se sabe. Nos vemos mañana. 6 Espósito: ¿Hola? Voz de
hombre: Lamento no haber podido atenderlo antes. Usted también habrá estado ocupado
¿no? ¿Con qué se anduvo entreteniendo? Retrato de familia de un interno 31 3 Espósito:
Esa foto es lo único que me acuerdo. La misma frente, la misma nariz, la posición de las
manos. Las esquinas comidas. Esta es la calle: Juan B. Justo 1840. No, ahora es Isaac
Newton, la cambiaron. Mujer con blusa blanca: Quizá la dirección era otra. Espósito: El
frente con las piedritas verdes. Eran típicas las piedritas verdes. ¿Cómo pudieron? Mujer
con blusa blanca: No se vaya. Espósito: ¿Qué hace? Mujer con blusa blanca: Estamos acá,
en los almanaques, en los retratos. Dicen que pasa. Que por mirar un eclipse. O cuando
algo se pierde, en alguna mudanza. Espósito: Retírese, yo puedo solo, gracias. 4 Espósito
mira las caras, los abrigos en la mano de la gente que mira. Atentamente, ya que podría ser
cualquiera. Espósito: En mi foto había una marca sobre el delantal. Igual no me tomaron.
Abajo decía, a mano: «Me gusta el del centro. Si no, me quedo con un par que sea fuerte».
Disculpe, es que no suelo ponerme así. Mujer con blusa blanca: ¿No? Es una pena. 30 Luis
Cano Espósito: ¿Su ayudante? Hombre muy alto: Todavía no podemos dárselas. Espósito:
¿No puedo verlas, al menos? Hombre muy alto: ¿Quiere verlas? Espósito: Sí. Hombre muy
alto: ¿Las fotos? No, lo siento. ¿Usted tiene hijos? Espósito: No. Hombre muy alto: ¿Algún
motivo o razón familiar? Espósito: No entiendo. Hombre muy alto: ¿Usted no estaba
buscando una familia? Espósito: Sí. Hombre muy alto: Ah, pero una familia muerta.
Espósito: No es asunto suyo. Hombre muy alto: Es más fácil convivir con los recuerdos.
Nadie que pida nada a cambio. Espósito: Mire, no entiendo– Hombre muy alto: Ah ¿no
entiende? Espósito: Solamente le pido ver– Hombre muy alto: Dígame una cosa: ¿usted no
tiene ya todo lo que necesita? Retrato de familia de un interno 33 Espósito: ¿Perdón? Voz
de hombre / Hombre muy alto: Yo no dije nada. / ¿Ahora me ve? Ah, lo siento. Esos
anteojos oscuros son para no ver. Espósito: Usted estaba en una foto. Hombre muy alto:
Tenga la amabilidad de sentarse. ¿Conoce la estación Sáenz Peña? Espósito: Conozco el
lugar. Viví unos años– Hombre muy alto: Nadie sabe muy bien a dónde pudieron haber ido
a parar. Las fotos. La gente que rebusca en los cajones no sale mucho a tomar aire. ¿Leyó
la noticia sobre los astronautas varados en el espacio? Están perdidos desde hace meses
¿se da cuenta? Si fuéramos ellos ¿qué nos pasaría? Espósito: ¿Mucha gravedad? Hombre
muy alto: Pensaba en el aislamiento. Espósito: Mire, yo todo lo que necesito encontrar–
Hombre muy alto: Usted quiere ver y posiblemente tener una copia de esas fotos familiares.
Espósito: Eso. Hombre muy alto: ¿Por qué? Espósito: Es mi familia. Hombre muy alto:
Entiendo. Mi– ayudante ya me lo había dicho. 32 Luis Cano Hombre muy alto: No puede
porque es muy realista. Incluso hoy era su cumpleaños y se olvidó. Mujer con blusa blanca:
¡No lo sabía! Espósito: Es cierto. En el registro de personas dice– Mujer con blusa blanca:
¿El registro de personas? Nunca lo pensé. Hombre muy alto: Que los cumplas feliz.
Espósito: Voy a irme en cuanto tenga esas fotos. 8 Espósito: Podríamos estar en un cajón
equivocado. Mujer con blusa blanca: Siempre le pregunto a la gente qué es lo que busca
realmente. ¿Qué quieren ver? Hoy tenemos tiempo para abrir otra caja más de archivo.
Lamentablemente los días martes tengo que retirarme más temprano. Espósito: Pero hoy
no es martes. Mujer con blusa blanca: Se lo dije para levantarle el ánimo. Espósito: ¿Piensa
que el martes todavía vamos a seguir revisando? Mujer con blusa blanca: Por la manera en
que buscamos. El martes podríamos empezar con la tercera caja ¿le parece? Retrato de
familia de un interno 35 Espósito: Escúcheme– Hombre muy alto: Disculpe, no quise
molestarlo. Vamos a ocuparnos de sus fotos. 7 Hombre muy alto: ¿Estás bien? Espósito:
Estamos bien. Mujer con blusa blanca: Estoy bien, sí. Hombre muy alto: Deje de sentirse
desorientado, señor Espósito. Es hora que aprenda algo. Espósito: Déjeme tranquilo.
Hombre muy alto: ¿Por qué no nos canta una canción? Espósito: No me acuerdo ninguna.
Hombre muy alto: Es raro. Los chicos juegan con la estupidez, usted debería saberlo.
Todavía tiene muchas cosas para aprender. Mujer con blusa blanca: Espósito ¿para qué
vino? Espósito: Vine a ver esas fotos. Mujer con blusa blanca: Pero no vino a quedarse.
Espósito: ¿Qué quiere decir? Mujer con blusa blanca: Usted no piensa quedarse. Siendo
así, debería tomar las cosas tal cual son. 34 Luis Cano Espósito: ¿Dónde estaba? Mujer
con blusa blanca: ¿Qué significa “dónde estaba”? No me gusta que me pregunten así.
Espósito: Mire, hace una semana que estoy metido buscando esas fotos. Mujer con blusa
blanca: Da pena, parece un perro. Hombre muy alto: ¿Acá hay algún problema? Espósito:
No, no hay ningún problema. Hombre muy alto: Es cierto, parece un perro. Mujer con blusa
blanca: Da pena. Hombre muy alto: Ustedes tienen cosas de qué hablar. 12 Espósito:
¿Dónde estaba? Mujer con blusa blanca: No quería decírselo. Voy a tener un bebé. Suyo.
Espósito: ¿Qué? Mujer con blusa blanca: No pensaba decírselo. Espósito: Pero si hace
apenas una semana. Mujer con blusa blanca: Con una vez es suficiente. Usted parece
funcionar muy bien. Retrato de familia de un interno 37 9 Hombre muy alto: El azar. Nada
más efectivo. Ayer hicimos una intercopia. Cobran bastante caro esos trabajos. Y después
nos dimos cuenta de que ya las teníamos. Sus fotos. ¿No es estúpido? Estábamos
buscando nada. Estaban ahí. ¡Tanto esfuerzo! Espósito: ¿Por qué no buscan mis fotos en
vez de perder el tiempo? Hombre muy alto: ¿No está conforme? Pensé que le gustaba. Al
menos parecía gustarle hace unos momentos. Mire, Espósito, tenemos que cobrarle por
este trabajo. ¿Sabe cuánto cuesta hacer una intercopia? Se sorprendería si le cuento.
¿Quiere que le cuente? 10 Hombre muy alto: Había una vez. No es una historia pero puede
contarse. Era un pequeño perro de patronato. Y no llovía. Es una lástima porque el
decorado queda menos logrado. Y no era un perro. Era un hombre con cara de niño, con
los brazos caídos, las manos en los bolsillos. La curva de los hombros le daba aire trágico.
Era así, una vez, en una foto. 11 Mujer con blusa blanca: ¿Se acuerda que hoy es mi día
martes? 36 Luis Cano Espósito: ¿Cuál? Hombre muy alto: El de usted y mi– asistente.
Espósito: ¿Ella no se lo dijo? Tal vez quiera darle una sorpresa. 14 Mujer con blusa blanca:
¡Tiene que haber un tercer cajón! Espósito: ¿Cómo? Mujer con blusa blanca: Sus fotos no
están en ninguna parte. No están en el primero y no están en el segundo. Tiene que haber
un tercer cajón. Espósito: No soy estúpido. Hombre muy alto: Felicitaciones. A mí me llevó
treinta años darme cuenta de eso. Que los cumplas feliz. Mujer con blusa blanca: ¿Dónde
está ese cajón? Quiero saber dónde está ese cajón así Espósito puede irse a su casa y
quedamos todos felices. Hombre muy alto: Que los cumplas– 15 Mujer con blusa blanca:
Debido a la inestabilidad del nitrato de plata sus fotos nunca se fijaron del todo. Vamos a
agradecerle que no las manche con la transpiraRetrato de familia de un interno 39 Espósito:
Esto es absurdo. Mujer con blusa blanca: No realmente. Espósito: ¿Fue a ver a un médico?
Mujer con blusa blanca: No hace falta. Espósito: Yo no quiero ser padre. Mujer con blusa
blanca: Eso no es un problema. ¿No es raro? Espósito: ¿Qué? Mujer con blusa blanca: No
sé. A mí me parece raro. Hombre muy alto: ¿Usted no estaba buscando una familia? Mujer
con blusa blanca: Este es un asunto privado. Hombre muy alto: Lo invito a tomar un café. 13
Hombre muy alto: ¿Qué más no sabe usted? Espósito: ¿Qué? Hombre muy alto: Que qué
más no sabe usted. Espósito: ¿Cómo puedo saber lo que no sé? Hombre muy alto: Usted
por ejemplo sabe que no quiere tener un bebé. ¿Qué más no sabe? ¿Cuál era ese asunto
privado de recién? 38 Luis Cano Hombre muy alto: ¿Qué está haciendo? Espósito: Me voy.
Hombre muy alto: ¿Qué es lo que quiere, Espósito? Espósito: Yo no quiero nada. Hombre
muy alto: La mayoría de esas fotos no las reclama nadie. Quedan en cajas, se mojan. ¿Qué
quiere? Espósito: Me voy, estoy saliendo. Hombre muy alto: ¿Qué es lo que quiere?
Espósito: Volver a casa. Mujer con blusa blanca: Pero no para quedarse. Espósito:
Cánteme aquella canción ¿cómo era? Mujer con blusa blanca: Usted no tendría que haber
vuelto. Espósito: Estoy tan cansado. Ojalá pudiera dormir un instante. Retrato de familia de
un interno 41 ción de los dedos. Disculpe la demora pero no encontrábamos el álbum al que
pertenecen. Firme acá. Espósito: ¿Estaban en el tercer cajón? Mujer con blusa blanca:
¿Cómo lo supo? Espósito: ¿Voy a poder quedármelas? Mujer con blusa blanca: ¿Qué?
Espósito: Las fotos. Mujer con blusa blanca: Fue muy agradable su visita. Espósito: Me
gustaría hablar con usted. Mujer con blusa blanca: Hasta pronto. Espósito: Mire, yo no soy
estúpido. Mujer con blusa blanca: Yo no dije eso. Espósito: No voy a volver a verla. Mujer
con blusa blanca: Usted y yo no tenemos nada que ver. 16 Hombre muy alto: Estuve
pensando en usted. Espósito: Debe estar contento. Hombre muy alto: ¿Por qué? Espósito:
Usted ganó, yo perdí. Lo felicito. 40 Luis Cano OSTRAS FRESCAS OSTRAS FRESCAS
Parte de la reducida muchedumbre que se reunió en la estación para recibir al escritor
marchó tras el féretro del general Keller, traído de Manchuria, y no salía de su asombro al
ver que a Chéjov lo enterraban con orquesta de música militar. Cuando se aclaró el error,
alguna gente alegre se puso a hacer risitas. Tras el ataúd iban unas cien personas, no más;
se me han quedado grabados dos abogados, los dos con zapatos nuevos y corbatas
brillantes: lo que se dice dos novios. Prólogo Máximo Gorki [1898] 1 Sentados sobre un
maletón de equipaje, el tiempo pasa. Bujarín: No tenía qué ponerme. El mismo traje usé
para mi casamiento. Es el que tengo. Pero me queda apretado. Estaba más delgado que
ahora. Uno engorda cuando se casa. No estoy de acuerdo. Pero no tengo otro traje. Y este
me queda apretado. V. A. Maklakov: No se queje, Bujarín. Véame a mí: el pobre Maklakov
tendría que ponerse a llorar con lo que gana. Ni para pagarse el entierro. ¿Sabe lo que
cuesta? Lo que quieren cobrar por un cajón y una muOstras frescas 45 FICHA TECNICA
Intérpretes: Julio López, Jean Pierre Reguerraz. Iluminación: Jorge Merzari. Música: Tian
Brass. Dirección: Virginia Lombardo. Se estrena en el teatro IFT como parte del evento 9
(nueve), año 2000. Con auspicio de ARGENTORES y del Instituto Nacional de Teatro.
Primera edición en volumen colectivo publicado por Nueva Generación, 2001. Segunda
edición en Efectos de escritorio, Aurelia*Rivera Ediciones, 2004. 44 Luis Cano Bujarín: Es
cierto, no vinieron tantos como pensaba. El general Keller se merecía más. V. A. Maklakov:
Pensar que lo trajeron desde la Manchuria. Bujarín: ¡No lo iban a dejar allá, lejos de los
suyos! V. A. Maklakov: Tengo los callos que me van a reventar. Me sale sobrehueso ¿ve?
Es de familia. Todos en casa tenemos la misma forma de pie. Bujarín: ¿Duele? V. A.
Maklakov: ¿Cómo? Bujarín: Debemos haber hecho kilómetros para llegar. V. A. Maklakov:
Había que venir. Se lo debíamos al general. Bujarín: Es un gesto conmovedor el que
hicimos. Todos esos kilómetros. Y usted con sus callos, es conmovedor. V. A. Maklakov:
Hay que ver si alguien está dispuesto a darse cuenta. Bujarín: ¿Qué temperatura hará? Me
parece que hoy vamos a establecer una marca récord en el año. V. A. Maklakov: Es
probable que a la noche refresque. Bujarín: No sé cómo vamos a poder dormir. Ostras
frescas 47 danza. Porque no es más que una simple mudanza. ¡Todavía con menos
problemas! No tienen que andar poniendo frazadas para proteger los muebles. Llevarlo con
cuidado, es todo. Bujarín: Estoy cansado, Maklakov. ¿Se quiere sentar un rato? 2 V. A.
Maklakov le tiende a Bujarín la caja con rapé que necesitan para dialogar. Bujarín tiende a
V. A. Maklakov su estuche con tabaco. Se empeñan a la fuerza en toda clase de gestos
periféricos. Bujarín: Al final, es cuestión de dinero. ¿Digo mal? Si alcanza, uno se da los
gustos. Si no, se vive del aire. Mire cómo me queda a mí este traje. Parece que fuera a
disparar un botón en cualquier momento. Se hacen bromas con eso de que un botón salga
disparado. Bueno, yo una vez disparé uno. Le juro. V. A. Maklakov: Pensé que era un mito.
Bujarín: No es un mito. A mí me pasó. 3 Bujarín: Va a ser un espectáculo este entierro. V. A.
Maklakov: Pensé que iba a venir más gente. 46 Luis Cano 5 V. A. Maklakov: ¿No le parece
mejor que vayamos a sentarnos en aquella sombrita? Bujarín: Imposible. Tenemos que
estar listos para cuando saquen al general. V. A. Maklakov: Tiene razón. ¿No sabe de quién
era el féretro que sacaron antes? Bujarín: De un escritor. Un tal Moseievsky. V. A.
Maklakov: Ah, muy famoso. Yo lo leí. No todo lo suyo, pero vi alguna de sus obras en teatro.
Qué maravilla el teatro ¿no? La tela se abre, los decorados. Se levanta la cortina y uno
siente una especie de– Bujarín: Descubrimiento. V. A. Maklakov: ¿Qué? Bujarín: Se levanta
la cortina y uno siente una especie de descubrimiento. ¿Eso quería decir? V. A. Maklakov:
Me sacó las palabras de la boca. ¡Cómo habla usted, Bujarín! Bujarín: Siempre fui así,
desde chico. Es mi naturaleza. V. A. Maklakov: El teatro tiene un efecto sobre las personas.
Yo estoy muy a favor del teatro, en general. ¿Conoce la obra de Moseievsky? Bujarín: La
detesto. No iría a ver una obra de Moseievsky por nada del mundo. Ostras frescas 49 4 V.
A. Maklakov: Mire los juanetes. Yo no nací para caminar. Bujarín: Piense en el general
Keller. V. A. Maklakov: ¿Cómo hace usted para encontrar las palabras justas? Bujarín se
encoge de hombros. V. A. Maklakov: ¿Cuánto tardarán en sacar el ataúd? Bujarín:
Esperemos acá, que estamos bien. V. A. Maklakov: Mire aquel perro. Los perros son
inteligentísimos. Aunque creo que tienen un carácter un poco triste. ¿Vio cómo aúllan? La
mayoría de las veces, lo hacen cuando están atados. En casi todos los entierros aparece un
perro ¿se había dado cuenta? Sospecho que se trata de alguna inclinación melancólica.
Bujarín: Anoche ladraba un perro cerca de casa que no me dejaba dormir. La gente no tiene
alma. ¡Cómo pueden abandonar a alguien, así! Se fueron de vacaciones. V. A. Maklakov:
¿Sabía que las vacaciones son una de las primeras causas de infarto? En primer lugar está
el trabajo, en cuarto o quinto lugar: vacaciones. Parece mentira. Bujarín: Hay que vivir. 48
Luis Cano 6 V. A. Maklakov: ¿Ya empezaron a sacar el féretro? Me canso de esperando.
No soy de las personas que saben esperar. Bujarín: Usted es muy nervioso. V. A. Maklakov:
Tardan mucho ¿no? Me pone tan incómodo. Bujarín: Tiene los ojos enrojecidos, Maklakov.
¿Se siente bien? V. A. Maklakov: No es nada. Es que estoy ansioso por empezar. El
general Keller se merece puntualidad. Bujarín: Tiene que oler algo penetrante para que se
le vaya la rojedad en los ojos. V. A. Maklakov: Ya que lo comenta ¿siente ese ligero tufo a
marisco? Bujarín: No, nada. V. A. Maklakov: No importa. Debe ser idea mía. Bujarín: Mire,
parece que alguien que va a abrir el vagón. V. A. Maklakov: No era nadie. Bujarín: ¿Se fijó
en ese cartel que le pusieron al vagón? V. A. Maklakov: “Ostras frescas”. Lo deben haber
hecho para mantener flamante al general. Un vagón acondicionado. ¡Ya quisiéramos
nosotros tener ese Ostras frescas 51 V. A. Maklakov: ¿No le gustan? Bujarín: ¿No le digo?
¡En mi vida vi un Moseievsky, ni pienso verlo! ¡Lo odio! No tiene ni punto de comparación
con los grandes. Mire, yo podría recitarle a Mijáilov de memoria. ¡Qué Moseievsky! ¡Ese
aburrido! ¡Mijáilov! ¡Eso era teatro! V. A. Maklakov: Hay gente a la que no le gusta
Moseievsky. Puede que tengan razón. Yo no sé nada de teatro, soy un aficionado. Bujarín:
No es un tema importante. V. A. Maklakov: Usted lo dijo. Bujarín: Después de haber leído a
Mijáilov, no tiene ningún sentido ir a ver a otro. Mijáilov es el único que entiende. V. A.
Maklakov: Coincido con usted, completamente. Bujarín: ¿Usted leyó Mijáilov? V. A.
Maklakov: Todavía no tuve oportunidad. Pero dicen tanto sobre él que pienso leerlo ni bien
tenga un momento. Además, pretendo estar de acuerdo con usted en todo. Y si usted dice
que Mijáilov es bueno, mañana mismo corro a leer Mijáilov. Bujarín: Es el mejor, sin duda.
V. A. Maklakov: ¡Excelente! 50 Luis Cano ruidosamente.): No sabe cuánto le debemos, mi
general. Bujarín: Maklakov, levántese, no exagere. Parece un perro. 8 Bujarín: Mejor me
voy a casa y vuelvo más tarde. Esto demora mucho. Nos vemos después. V. A. Maklakov:
¿Adónde va? No se habrá ofendido por algo que le dije. Bujarín: Suelte que nos están
viendo. V. A. Maklakov: Pórtese como un hombre. ¿Qué le pasa? El escándalo de la
estación de tren, los perros y la pompa militar, va tapando la voz de Bujarín. Bujarín: Usted
tiene los ojos rojos. Tiene los ojos tan rojos que dan miedo. Si me sigue mirando– V. A.
Maklakov: Creo que me voy a caer. Bujarín: Tonterías. Hay que seguir. V. A. Maklakov:
Todas las cosas se me vienen encima. Bujarín: Mi padre siempre decía: “Bujarín, no te
quedes en casa con el pijama puesto.” ¿Sabe por qué? Porque uno se rinde si se queda en
la casa con el pijama puesto. Uno se va apocando, se abandona. En cambio, si uno se viste
para salir, es otra cosa. No sé si capta la idea. Ostras frescas 53 vientito que debe estar
gozando el general! Aunque convengamos que el general nunca fue muy templado.
Disculpe, no es hora de hacer bromas. Bujarín: ¿Usted sabe de qué fue que murió? V. A.
Maklakov: No me diga que no sabe. Muerte blanca. Bujarín: Dios mío ¿tísico?, qué
desgracia. V. A. Maklakov: Los que lo vieron los últimos días dijeron que estaba
irreconocible. Bujarín: ¿Sabía que hay un nexo que relaciona la tuberculosis con las bellas
letras? Todos los poetas eran tuberculosos. 7 Más tarde. Bujarín: Sigue teniendo los ojos
rojos. ¿No tiene nada fuerte para oler? V. A. Maklakov: Pensaba que, tal vez, si me acerco
a oler ese vagón. Para seguir su consejo. Bujarín: No le veo nada de malo. No se ofende a
nadie. Vamos, huela. Pero no se quede ahí parado que van a pensar mal. Olfatéelo y
vuelva. Puede arrodillarse, así parece que le reza. V. A. Maklakov (se arrodilla delante del
vagón y aspira 52 Luis Cano V. A. Maklakov: No entiendo qué esperan para sacar al
general. En lugar de andar acarreando a ese frívolo Moseievsky. ¡Si fuera tan liviano como
sus obras, con un solo brazo alcanzaba para llevarlo! Bujarín: ¡Con todos los amigos que el
general tuvo en vida! V. A. Maklakov: ¿Amigos? ¿Dónde están los amigos? Bujarín: Qué
extrañas son las personas. V. A. Maklakov: ¿Escucha ese ruido? Son mis dientes. Cuando
me pongo nervioso hago así con los dientes. Es psicológico y no puedo evitarlo. (Quedan
sustraídos un momento.) El lustre de los zapatos. Me acuesto a dormir reprochándome los
zapatos todavía sin lustrar. Me tengo que levantar a mitad de la noche para frotarlos. A
veces me pregunto por qué. Uno necesita esas mentiras para vivir. ¿Usted se cree que
alguien, alguna vez, me dijo: “Cómo le brillan los zapatos, Maklakov”? 11 V. A. Maklakov:
Acabo de acordarme que tenía esta bebida. Bujarín: ¡Por el general! V. A. Maklakov: Otra
vez hay algo que no camina bien. Bujarín: ¿A qué se refiere? Ostras frescas 55 V. A.
Maklakov: Pensé en hacerme un tratamiento de aguas termales. Bujarín: Me parece bien.
Pero, bueno, uno ya sabe que, al fin y al cabo, da lo mismo. V. A. Maklakov: No entiendo.
¿Le parece bien o mal? Bujarín: No se ofenda, no trato de herir sus sentimientos, pero
hagamos lo que hagamos la cosa no tiene remedio. 9 V. A. Maklakov: ¿No le parece hora
de comer algo? Bujarín: Desde que nos sentamos estoy con ganas. Y a usted le vendría
bien para levantar ese ánimo. V. A. Maklakov: Ay. Bujarín: ¿Qué le pasa? No se irá a caer
de nuevo. V. A. Maklakov: Se me durmió un pie. Bujarín: Lo mejor es pensar en otra cosa.
V. A. Maklakov: Yo no estaba pensando en mi pie. Bujarín: Trate de apoyar despacio. V. A.
Maklakov: Es el pie plano. Todos los Maklakov tienen pie plano. 10 Más tarde. 54 Luis Cano
Bujarín: ¿Perdón? V. A. Maklakov: ¿Moseievsky? Debe haber un error. A Moseievsky se lo
llevaron hace rato, ya está olvidado. El féretro de adentro– Bujarín: ¿De qué se ríe? Se
sentía mal. Sólo estaba apantallándole. V. A. Maklakov: ¿Moseievsky? Ahí tiene que estar
el general Keller. Operario del ferrocarril: Permítame contradecirlo. V. A. Maklakov:
¿Moseievsky? Operario del ferrocarril: ¿Qué decir? Me daría vergüenza darle más
importancia a esto, esto de llevar a un muerto de ciudad en ciudad, qué locura. ¿Quién
presta los vagones para hacer eso? ¡Con orquesta por la calle! Si nos ponemos a pensar en
todos los que se fueron ¿quién trabaja? ¡Que nos dejen vivir! Nosotros nunca moriremos.
Bujarín: Le agradecería que me preste un poco más de atención. En ese vagón descansan
los restos del general. ¡Ningún escritor! ¡Un general del ejército! ¿Me está escuchando?
Haga un gesto con la cabeza para que sepa que entiende. Estrépito de la banda militar que
junta sus instrumentos y sale. El Operario del ferrocarril se retira haciendo gestos en su
descargo. Ostras frescas 57 V. A. Maklakov: Siento una ligera descompostura. Bujarín:
Reclínese un poco. V. A. Maklakov: Me siento un poco mal y todo lo demás. Bujarín: Apoye
la cabeza. V. A. Maklakov: Me pasa de vez en cuando. Bujarín: Yo fui enfermero durante el
servicio militar. En el ejército. Ahí conocí al general Keller, que era cabo en aquel entonces.
Antes de morir era teniente. El ejército lo ascendió al dejar de existir. Yo era enfermero,
sabía hacer vendajes. ¡Cómo se olvida uno de las cosas! Hoy no podría hacer un vendaje.
Y pensar que yo era enfermero y sabía. V. A. Maklakov: Ya estoy sintiéndome mejor.
Resulta que soy débil de estómago. Todos en mi familia somos débiles de estómago. ¡Ah,
tu cuerpo descansa en la inmensa Siberia! Ah, eras hermoso y trágico. ¡Ah, general mío! De
la nieve, de la revolución, del vodka. Ahora te miro desde lejos ¡ah, cuerpo bello y triste! Ah,
general Keller, simplemente Keller. 12 Operario del ferrocarril: Tengo el honor de anunciar,
con mucho sentimiento, que el coche del escritor Moseievsky, a quien Moscú quería con
tanto cariño, está arribado a la estación, siendo las dos y cinco de la tarde. 56 Luis Cano 13
V. A. Maklakov: ¡La gente no entiende! Bujarín: Usted lo ha dicho. V. A. Maklakov: ¿Qué
hacemos ahora? Bujarín: Siendo las dos y cinco, sin querer se me hizo un poco tarde. Yo
tenía otro compromiso contraído de antemano– V. A. Maklakov: Es algo perfectamente
justificable. Bujarín: ¿Usted va para el lado del cementerio? V. A. Maklakov: Podía
aprovechar y pasar por la feria y comprarle un canarito a mi madre. Bujarín: ¡Bien pensado,
Maklakov! Fue un placer conversar con usted. V. A. Maklakov: Una lástima no haber visto al
general. Bujarín: Y pensar que lo tuvimos al alcance de los ojos y lo dejamos ir. Siguen
sentados. Sube el escándalo de la estación de tren y de los perros. 58 Luis Cano
DESMORONAMIENTO DESMORONAMIENTO Escuché como dos voces de hombre en
disputa, que se decían: voy a degollarte y cosas parecidas. Me paré a mirar y vi a Pierre
Rivière, completamente solo. Declaración de Gabriel Pierre Retout, 63 años, propietario y
agricultor [16 de julio de 1835] 1. El hablista. Primer interrogatorio. ¿Reconoce el cuchillo?
Es el que se usó. El asesino lo tiró al cordón de la vereda, parece que lo tiró al agua para
deshacerse, para deshacerse del cuchillo. Después de todas las puñaladas que le dio. No
es un puñal. Esa no es una respuesta. Mire el cuchillo, se parece. ¿Usted cree que no me
acuerdo del cuchillo que le vendí? Conozco la mercadería que manejo. Así que no sabe. Un
arma blanca, tan valioso. El mango era muy especial. Conozco la mercadería. Su mujer fue
apuñalada un montón de veces pero usted no se acuerda. Me gusta trabajar con las manos.
No soy de las personas que no saben qué hacer y se las retuercen. Yo, cada cosa que toco
lo hago con delicadeza. Y si estoy déle trabajar con las manos me pongo más hábil, le
agarro más la mano. Es como si los dedos pensaran solos, las manos piensan. Me siento
más seguro; hago lo que Desmoronamiento 61 FICHA TECNICA Intérprete: Osmar Núñez
Iluminación: Alejandro Le Roux Fotografía: Mariano Dobryz Asistencia: Luciana Giacobbe
Banda sonora y dirección: Luis Cano Se estrena en el centro Rojas en 1999 bajo el título
Socavón. Primera mención del Premio «Germán Rozenmacher» a la nueva dramaturgia
argentina, II Festival Internacional de Buenos Aires. Subsidio a la Creación Artística
otorgado por la Fundación Antorchas para su montaje y puesta en escena. Posteriormente
se presenta en el Teatro Callejón, durante el año 2000. Se reestrena durante el Festival del
Rojas 4 y como invitado al III Festival Internacional de Buenos Aires 2001. Primera edición
del Gobierno de la Ciudad, A.B.R.N. Producciones, 1999. Texto compilado en Estudio para
un retrato, Libros del Rojas, 2003. En abril del año 2003, toma parte del programa de
traducción de la Maison Antoine Vitez, y ofrece lecturas públicas en Le Jeune Théâtre
National, bajo el título Effondrement. Traducción: Armando Llamas Intérpretes: Gaël
Chaillat, Cédric Vieira, Emmanuelle Lafon y Armando Llamas Puesta en escena: Luis Cano
El texto aquí publicado es una nueva versión [2006]. 60 Luis Cano por la sien, se rasca.
Ahora no lo distingo, sólo las piernas. ¿Qué hace? 4. Segundo interrogatorio. Usted levantó
las cejas. No me había enterado. No lee los diarios. Las noticias del turf; me gustan los
nombres de los caballos. Pero no me interesa si no leo el diario por encima del hombro de
otro. Con mi propio diario me aburro, se me cae de las manos. Entonces no sabía. En las
páginas de turf no decía nada. Usted preguntó si la habían apuñalado. Fue lo primero que
me vino a la mente. Esa no es una respuesta. Un hombre, entre el público, asiente
comprensivo. 5. Escenas de su vida, 2. A veces hago cosas con las manos sólo para
moverlas. Cosas que no sirven. Trabajo con lo primero que encuentro, hasta que se quedan
quietas de nuevo. 6. Tercer interrogatorio. Un televisor repite la película M. El hablista finge
tener la voz de Peter Lorre. ¿Por qué no dice la verdad? Desmoronamiento 63 tengo que
hacer. Después, miro y me entero. Me doy cuenta de lo que hice, después. Quiero que me
venda el mismo cuchillo, quiero el mismo cuchillo. Son todos de buena calidad. Necesito
encontrar el mismo. Éste es muy bueno, no crea. Tiene que ser el mismo. No puedo
venderle el mismo cuchillo. ¿Por qué, si tiene ferretería? Sí, pero no creo que pueda
encontrarle uno igual. Igual no, yo quiero el mismo. ¿Para qué? Traiga el cuchillo. Este es
un tema que se trata a cuchillazos. 2. El hablista: Hablar, callarme, punto. Otra vez hablar,
callarme. Empezar, tener que parar. 3. El hablista rodeado por escenas de su vida, 1. Las
manos en la cortina. En la cuadra de enfrente hay alguien. Lo miro, es como un juego.
Apago mi lámpara para que no me vea. Hace los mismos gestos que yo. La calle es tan
silenciosa que escucho lo que dice. Está solo; es lo que él piensa, no se imagina en la
cuadra de enfrente a la araña inmóvil acechando. Una mano por la frente, un dedo 62 Luis
Cano sas, españolas, recortadas. Uno no gana nada llorando lo que no tiene. Se acuerda
de mí pelando zanahorias. (No me gustaba pelar zanahorias.) Me miraba mientras
hablábamos de cualquier cosa: no podía dejar de mirar las manos, el cuchillo, las
zanahorias. Veía las zanahorias peladas, colocadas sobre la mesada. Yo pensaba: Son
cuatro, falta una. ¡Falta una! Ayer soñé un dedo anular. Relativamente chico, tal vez por eso
estaba apoyado en un plato. De pronto era demasiado grande, igual que yo. ¿De quién era
ese dedo? Algún familiar, puede ser. De mi abuelo. Pongamos que era de mi abuelo. Ahora
¿cómo llegó el dedo de mi abuelo hasta ese plato? Era alto como yo –no mi abuelo, no... 8.
Cuarto interrogatorio. El hablista practica lo que va a contestar. ¿Alguna seña? Era pesado.
Yo lo cargaba al hombro hasta la calle. Tenía la uña lastimada. Hasta la vereda, para que lo
lleve el camión de basura. ¿Y los vecinos? Me vieron, siempre están mirando todo. ¿Qué
dijeron? No sé, no los escuché. Pensarían que estaba haciendo algo malo. ¿Por qué?
Desmoronamiento 65 Si supiera cómo va a terminar, entonces no lo haría. Ni siquiera lo
vimos en La Chacarita, en el adiós. Usted no fue a verla. No llegó para despedirse del
cajón. Hace que uno piense mal de usted. Me quedé en casa cambiando los vidrios de la
ventana. Hacía meses que tenía los vidrios y la masilla, pero no encontraba tiempo para
cambiarlos. Con la lluvia tampoco pude. No le gustan los entierros, entiendo. Pero Marita
era su esposa. 7. Escenas de su vida, 3. ¿Qué edad tendría? Veintiséis en julio. Entonces
tenía veinticinco. Aunque sea nos dejó el nombre en la boca. Veintiséis vendría a ser dentro
de un par de semanas. No es mucho. Para un negocio sí, para un negocio es mucho, claro.
Se me mezcla Marita con otras imágenes. Una ensalada de Marita con otras, amigas,
mujeres que vi en la calle, estatuas. Marita se confunde con... Marita. Se me junta la Marita
de ayer con la de hace años. La que conocí una vez con todas las demás maritas que
nunca conocí. De noche es terrible. Mejor caminar. Hay que trabajar estando cómodo. Si se
hace un gesto mal, se vuelca algo. Los dedos se entumecen haciendo fuerza en algunas
posiciones y ya no sirven. Tengo que aflojar abriendo y cerrando. Entonces me lamento de
no tener las manos como mi abuelo, esas manos nudo64 Luis Cano quieren dejarse ver.
¿Era eso lo que me preguntaba? Si la veía. ¿Venía seguido? ¿Ese día, usted la vio? No,
ayer no. ¿No dice que saludaba todos los días? A veces estoy ordenando los cajones. ¿No
sabe qué vestido llevaba puesto ese día? Estaba ordenando los cajones. A veces hay que
volver a acomodar cada herramienta... ¿Está seguro de que fue ayer? Un lugar para cada
cosa, ¡y cada cual a su perrera! ¿Se fijó si tenía puesto el vestido lila? Era una mujer
hermosa. ¿Su madre? Mi esposa. 11. Palabras que recorren la pared de fondo. Seguir el
camino de las hormigas, con la mirada. Clavar un palo en el hormiguero y desarmar para
ver adentro: empiezan a hervir. Vuelven a guardar los huevos enseguida. ¿Cómo distinguir
una de otra? Se me mezclan. Si saben que rompí el hormiguero, me pican. Les doy de
comer uñas que corto con los dientes. Padrastros, esa carne que crece al costado de los
dedos. Las escupo, y ellas se la llevan. Hormigas, de las rojas. 12. Sexto interrogatorio.
Escena en la peluquería. ¿Les da de comer pedazos de piel? A veces. Desmoronamiento
67 Ese dedo no era mío. ¿Nadie preguntó nada? Me parece que era un dedo muy viejo,
creo que era bastante viejo, por el olor. Nada más. ¿Ahí se despertó? Estaba muerto de
vergüenza, ¡no podía despegarme el dedo del hombro! No sé por qué, no me salía. Como si
me pellizcara un gigante. Yo lo miraba y me preguntaba si así sería el dedo de un asesino.
9. Escenas de su vida, 4. Mamá dijo ayer, pegándome la boca en la oreja: Cuando quieras
volver, Ulisito, acá está tu pieza esperándote igual que siempre. No tengas vergüenza de
volver. No es por mí ni por tu padre que te lo digo, es por el bien tuyo. 10. Quinto
interrogatorio. Era una mujer hermosa. ¿Mi madre? No, su esposa. ¿Venía seguido a
comprar acá? ¿Si usted venía seguido, por alguien...? No. Si ella venía siempre. Yo no me
ando fijando en eso. ¿No era hermosa? Cuando pasaba, saludaba. Hay gente que ni mira.
Algunos viven años acá, y hacen que no lo conocen. Pasan de largo. Algunos, espían por la
mirilla pero no 66 Luis Cano ña? ¿Yo viví ahí? ¿En qué calle? ¿No sé? ¿La esquina no
tenía cartel? ¿No hay nada en esa esquina? ¿No? ¿Está vacía? ¿Para qué lleva esta foto
en el bolsillo? ¿Me olvidé? ¿Es suya? ¿No va a contarme qué pasó con su mujer? ¿No?
¿Todavía no? No me escucho, como si mi voz no saliera. 16. Entra un hombre gigante. Ayer
seguí de lejos a un hombre que me había llamado la atención. Tenía algo inmóvil, los
brazos cayendo a cada lado. Un dejado, no sé. Lo seguí un rato, lo pasé de largo. Vi que
hacía este gesto con los dedos, como pidiendo fuego. Ayer lo vi por la plaza a usted. A
usted le digo, lo vi pisando el césped. La imaginación es algo... (Escupe.) un día me va a
matar. Tengo una imagen clavada en la cabeza. Quedo con un pie en el aire, con ideas que
nunca termino... Estoy clavado con las imágenes. Una rama de árbol se puede partir y
golpearme el hombro. Me veo tirado en las baldosas, con el cuerpo torcido. Es increíble que
una verdadera rama de árbol no se caiga y me aplaste. Hay un cartelito donde usted pisa el
césped. Antes había ladrillo molido, ahora pusieron piso con baldosa. No me gustan las
baldosas, me hacen pensar. Entonces prefiero ir por el pasto. Parado en un charco, las
manos en los bolsillos. De repente usted sacó un cigarrillo y se fue. ¿Qué le pasa?
Desmoronamiento 69 ¿Por qué? Es lo que tengo a mano. ¿Quiere decir que el día que
mataron a su esposa usted estaba dándole de comer a las hormigas? Pudo haber sido ese
día u otro. 13. Palabras que recorren la pared de fondo. Las hormigas son el animal más
grande que existe. Una hormiga son todas a la vez. Yo no soy como las hormigas, yo me
defiendo como esos insectos que cuando uno los toca, imitan su propio cadáver. 14.
Séptimo. ¿Tenía el vestido lila? ¿Se acuerda de qué color era el vestido? No la veía
seguido. Se pintaba la cara– Nunca le presté demasiada atención. Teníamos una estufa
vieja. Ella se paraba adelante. Yo la acariciaba, nos quedábamos así. Al rato me decía:
Soltame que me voy a quemar el culo. 15. El secador de pelo sobre la cara. El secador de
pelo sobre la cara, en posición frío. ¿Qué tiene ahí? ¿Una foto? ¿Qué? ¿Una foto de quién?
¿De Marita? ¿Es de Sáenz Peña? ¿Sáenz Peña? ¿Una esquina de Sáenz Peña? ¿Me la
muestra? ¿Esto es Sáenz Peña? ¿Una parte? ¿Por qué tiene una foto de Sáenz Pe68 Luis
Cano guna parte. Los zapatos, me mancha los zapatos. Estoy mareado. ¿Quiere que lo
lleve a la farmacia? No, ya es tarde. Estamos enfrente. Él tiembla. En la calle no hay nadie.
Entonces se me ocurre una idea completamente estúpida: saco del bolsillo una moneda de
cincuenta centavos, giro la moneda entre los dedos, algo en la mirada del desconocido me
saca de dudas y se la doy; la guarda enseguida. ¡Empiezo a correr! 18. Octavo. Es
introvertido. Si pudiera se acuchillaría solo. Hace que no con la cabeza. ¿Ustedes se
peleaban? Ella era lo único. Le pregunto si discutían. Lo único. Ya me lo dijo. No tengo nada
que reprocharle. Andaba con otros, uno que otro. Ella no me lo contaba, yo se lo contaba a
ella. No hablábamos de eso. Ella era muy comprensiva. ¿Andaba con otros hombres?
Nunca lo había pensado así. Ayer los vi despedirse en la vereda. Se notaba que habían
discutido. Ella tenía los ojos rojos, usted estaba desalineado. Se abrazaron y después cada
uno fue por su lado. Usted le dijo «vaca». Yo los espiaba. Antes de irse, los dos se dieron
vuelta. Trataron de mirarse tres o cuatro veces, pero no al mismo tiempo. Desmoronamiento
71 ¿Le gusta mojarse los zapatos? ¿Le gustan los charcos? No necesariamente. Me refalo.
Lo que me gusta son las hojas pudriéndose, es rico el olor. El cuidador se las lleva. ¿El
cuidador no le dijo nada? Una vez. Lo miré fijo. ¿Cuánto? Como si nunca hubiera visto [a]
otra persona. Está empezando a llover. ¿El cuidador no le dijo nada? Yo seguí con lo mío.
Es un buen trabajo, pensé: encargarse del pasto y de lo que se tira. ¿Se fue sin
contestarle? ¡A veces trato de ser amable! Hace falta poner la voz, hacer el gesto, saludar.
Busco un aspecto... ¡Pero me miran con miedo! Ser agradable asusta. No saludo más, hago
un bien. 17. Un doble. Usted se sale del papel, señor. ¿Quién es? Un charco en la vereda,
como de sangre. Levanto la cara y en la puerta veo al fulano. Como un paquete de ropa con
un poco de pelo arriba (es toda la descripción que puedo hacer). No sé si había escupido
esa sangre... No sabía qué hacer, estaba temblando, él tiembla. ¿Quiere que lo lleve al
hospital? No. Está agarrado a la pared, con un hilo de saliva colgándole de un rincón de la
boca. ¿Quiere que vaya a buscar a alguien? El desconocido defeca parado. Veo que tiene
una herida en al70 Luis Cano la frente. Tenía la mano mojada. Quería ver si tenía fiebre. Me
miró pero no le pude sostener la mirada. Me dijo: En el fondo sos bueno. Yo sacudí la
cabeza. ¿Se siente bien? El cigarrillo tenía gusto raro. Ayer mamá volvió a llamarme. Pero
me hice el dormido, le mentí. Dijo a papá que no estaba normal. Está triste, le dijo. Que
estoy escondiendo algo. Guardé el cuchillo entre las tablas de fondo del ropero. Está muy
callado, viejo. Yo fumaba a escondidas. El tabaco ayuda. 21. Noveno. Huir de la escena no
está bien. ¿De qué habla? ¿De qué me está hablando? Un chillido. La puerta preparada
para hacer ruido. ¿Escuchó? Hay que ponerle aceite a la bisagra. Corre un viento. Lo único
que se puede es caminar. Hace tanto que no estaba en Sáenz Peña. Tuve que preguntar si
era Sáenz Peña– ¿Uno como éste? No. ¿Alguno en especial? Uno afilado. Si me dice
claramente para qué quiere este cuchillo... Tengo que empezar otra vez de cero. Si le
pegaba, si la agarré del cuello –no sé hacer el gesto. Ella dormía y no quería moverla.
Miraba el segundero del reloj y daba vueltas. Toda la noche por la pieza. El cansancio saca
las palabras, ¿sabe? Me pinchaba el dorso de la mano Desmoronamiento 73 19. La cabeza
de Marita como una pelota de fútbol. Algo vuela por el aire, algo que agarré del plato.
Parece un zapallito relleno. –Como quieras. Es un zapallito relleno que vuela por el aire.
Estoy en medio del comedor. Marita, esquiva, mete la cabeza, subiendo los hombros. Está
pálida. Espía por entre las clavículas. –No mires. El maquillaje en la cara de Marita es un
dedo de grueso. También preparaba hígado, hígado saltado. A mí no me gusta el hígado,
me hace mal. Le dije que no me gustaba. 20. Escenas de su vida, 5. Me acordé por qué
tengo esa foto, la de Sáenz Peña. Porque ahí anduve de chico, ahí empezó todo para mí.
Enfrente vivía un vecino sordo, Don Marcos. La gente lo llamaba haciendo un tono raro. Le
gritaban, esperaban un poco... Como Don Marcos no contestaba, se reían. Ayer volví a
mirar esa esquina. Apareció gente y tuve que disimular, me puse a hacer abdominales y a
saltar. La gente busca diversión. Fuimos a una obra en construcción. Habían cavado un
pozo para los cimientos. Un chico que iba conmigo se resbaló y cayó en el agujero. Lo dejé,
lo encontró la familia cuando volvieron los albañiles. Se agarró neumonía. Yo también tuve
neumonía. La esquina del pozo es la de la foto. Ayer volví a casa. Mamá dejó de lavar ropa
y me tocó 72 Luis Cano se más temprano? ¿Qué? ¿No se acuerda la hora? ¿Qué hacía tan
temprano? ¿Ella? ¿Tenía ojos de haber llorado? ¿Qué zapatos tenía? ¿sí? ¿Qué
zapatos...? Hablemos de la luz ¿cómo era la luz a esa hora? ¿Había flores junto al
cadáver? ¿De invernadero? ¿No era estación? ¿Cuánto duran cuando se las saca del
invernadero? Le estoy preguntando. ¿Estaban frescas? 23. El hablista, su cara. Me río,
Marita, vas a preguntarme por qué. Sacate las manos de la cara. Marita, esta noche estás
muerta. Ahora falta que hablemos del grito. El rouge en los dientes, la lengua. Hablo como
si fuera yo. Marita está sentada otra vez a mi lado. Revisamos las facturas que faltan pagar.
Me mira, se levanta despacio, se va. Me quedo haciendo números. 24. Proyección: M de
THEA VON HARBOU y FRITZ LANG [1931] El asesino de rodillas. Pero yo no tengo la
culpa. No puedo hacer nada para evitarlo. ¡No puedo... no puedo... no puedo evitarlo!
Ustedes no saben. ¿De qué hablan? ¿Quiénes son? ¿Quienes son todos ustedes?
¿Ustedes mataron..., tuvieron que matar? ¿Tuvieron que obedecer? Yo llevo estas voces.
Siempre... siempre corriendo por la calle. Siempre sintiendo que alguien me sigue...
silenciosamente..., pero yo lo escucho... ¡Sí! ¡A veces es como si... yo mismo... / corriera
detrás mío! Desmoronamiento 75 con el cuchillo. Juan se ahogó ¿quién quedó? repitiendo.
El jurado quiere hacer un examen del conjunto. ¿Dónde estaba ese día? No entiendo la
pregunta. Cuando la mataron. Un paquete de ropa con un poco de pelo encima. Uno que
pasaba. Los pantalones distintos, los zapatos, sólo el animal igual que yo. Alguien que la
vida hizo parecido. Da asco. No me estoy confesando, estoy esperando. Cuando termine
voy a decirle todo a Marita. ¿Pude haberlo leído en alguna parte? Una vez vi un libro de
anatomía... Necesito el mismo cuchillo. No uno igual, el mismo. Tiene que ser el mismo, un
cuchillo con funda, que haga bulto cuando lo guarde, con mango, liso, con filo, que corte el
aire, que no haya que empujar mucho, que la hoja no se doble tan fácil que haya que
buscar otro cuchillo para terminar con lo que estaba haciendo... 22. El muñeco de sí mismo
acostado, el hablista le practica masaje cardíaco. Dígame si se acuerda, ¿usted se
acuerda? ¿Le hizo el saludo de siempre? ¿sí? ¿Y salió por la puerta? ¿sí? Y después ¿qué
hizo? ¿Ella? ¿No sabe? ¿La puerta estaba abierta cuando se fue? ¿sí? ¿La cerró al salir?
¿sí? ¿Y se fue? Levanta los hombros. ¿No se acuerda? Mire que no fue hace tanto. ¿Era
de mañana? ¿No había nadie en la calle? ¿Era temprano? ¿Había decidido levantar74 Luis
Cano Quiero escapar..., quiero escapar de mí, escapar... ¡Pero no puedo! ¡No puedo
escapar de mí! ¡Me persigue! ¡Tengo que correr! ¡Correr! ¡Correr! ¡Por calles interminables!
¡Quiero escapar! ¡¡Quiero escapar!! ¡Y conmigo corren los fantasmas...! ¡No me abandonan
nunca! ¡Nunca! 76 Luis Cano Colección Teatro Vivo 1. El amateur - Mauricio Dayub 2.
Venecia - Jorge Accame 3. Textos balbuceantes - Eduardo Pavlovsky 4. Cocinando con
Elisa - Lucía Laragione 5. Knepp | Sería más sencillo - Jorge Goldenberg 6. Cuadro de
asfixia - Rafael Spregelburd 7. Locos de contento - Jacobo Langsner 8. paula.doc - Nora
Rodríguez 9. El sueño y la vigilia - Juan Carlos Gené 10. Esperando la carroza - Jacobo
Langsner 11. Espiral de fuego | Canto de sirenas Susana Torres Molina 12. Comedia. Un
maestro de Alemania Alejandro Tantanian Pri: Una tragedia urbana - Cecilia Propato. 13.
Las Polacas. Trilogía - Patricia Suárez 14. Made in Lanús - Nelly Fernández Tiscornia 15.
La escala humana - Javier Dualte, Rafael Spregelburd y Alejandro Tantanian 16. La Delfina,
una pasión - Susana Poujol Freno de mano - Víctor Winer 17. Las razones del bosque -
Patricia Zangaro (Mis 50 años del Payró - Diego Kogan) 18. El informe del Dr. Krupp - Pedro
Sedlinsky 19. ¿Estás ahí? - Javier Daulte 20. Lengua madre sobre fondo blanco El aire
alrededor - Mariana Obersztern 21. Criaturas de aire - Lucía Laragione Tres - Gladys
Lizarazu 22. Ella | Cero - Susana Torres Molina 23. Trilogía peronista Patricia Suárez y
Leonel Giacometto 24. Pares de hombres - Fabián Canale Gesto mecánico heredado - Julio
Molina Fotografía de gritos de pájaros - Alfredo Rosenbaum Un acto de comunión - Lautaro
Vilo 25. La luz interior - Carolina Balbi Elhecho - Mariana Chaud S/T - Ariel Farace Algo
descarriló - Santiago Gobernori 26. El paciente | Retrato de famila de un interno | Ostras
frescas | Desmoronamiento - Luis Cano

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