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LA SUGESTIÓN

PERSONAJES
TIOLA: Mujer de edad avanzada, inquieta y habladora, se encuentra haciendo un
tejido.

ARNULFO: Hombre medianamente joven, amable y desprevenido, con problemas


de atención y de visión, lleva un maletín de vendedor.

ENFERMERO Y OTROS: Actor de apoyo.

ACTOR DE APOYO: Diferentes vestuarios y movimientos.

ESCENOGRAFÍA
Escena única desarrollada en el pasillo de un hospital con algunas sillas y
poca señalización.

ACCIÓN PERFORMÁTICA
El personaje principal (Tiola), que se mezcla entre el público a
la entrada del teatro y aborda a algunos espectadores al azar
diciéndoles que parecen estar enfermos, que, si se sienten,
duermen, comen bien. Que si se sienten bien de salud. Luego
aparece en el escenario.

ESCENA ÚNICA
En la escena una mujer de avanzada edad (TIOLA), se sienta a leer
un periódico en voz alta, en donde la noticia son las demandas contra
el sistema de salud. Está haciendo un tejido que porta todo el tiempo.

Tiola: (leyendo y quejándose) en los últimos días se ha desatado una


gran polémica por la pésima atención en las EPS y centros de salud…
(monologo corto, Improvisación).
Arnulfo: (entra afanado y despistado, pasa varias veces con
desconfianza y revisando el lugar, hasta que con voz insegura saluda).
Buenas tardes.

Tiola: (interrumpiendo la lectura) buenas tardes, joven.

Arnulfo: (dudando) ¿sabe usted si llamaron algún paciente en los


últimos minutos?

Tiola: Pues, joven llevo mucho tiempo aquí esperando y ni siquiera


me han llamado a mí.

Arnulfo: y disculpe señora ¿es usted la última?

Tiola: La penúltima. El último es usted, que acaba de entrar. Pero si


tiene afán le dejo mi turno joven. Yo tengo todo el tiempo para estar
aquí.

Arnulfo: ¡No, no, no, nooo mi señora! no se preocupe. ¡De ninguna


manera!

Tiola: Siii. A mí no me importa, le aseguro que no me importa nadita,


nadita. ¡En lo más mínimo!

Arnulfo: (sentándose y tomando una revista para leer) No, no señora,


le agradezco mucho.

(pausa larga con miradas disimuladas, juego de miradas y acciones


físicas) (creación colectiva)

Tiola: No hay de qué joven. (Después de un breve silencio y mientras


mira el periódico) ¿De verdad que no quiere?

Arnulfo: (distraído) ¿Qué…? ¿Qué me dice señora?

Tiola: el turno joven. ¡El turno!

Arnulfo: se lo agradezco mucho, pero pues… Pero…


Tiola: (interrumpiéndole) Pero si en las citas médicas todo el que
puede se cuela en la fila.

(Con ritmo de jazz entra otro actor y en compañía de Arnulfo y Tiola


hacen una coreografía cuya dinámica es robar turnos en la fila. Están
sentados y se desplazan hacia adelante, al regresar ya otra persona
está en el lugar que desocupo la anterior, movimientos rápidos y
absurdos. Llevan carpetas llenas de papeles en las manos y abrigados
para el frio. Sonido de sala de urgencias. Luces intermitentes) luego
sale el actor de apoyo.

(Al para la música y la dinámica reanudan el dialogo)

Arnulfo: Yo prefiero esperar mi turno, y usted, señora, está primero.

Tiola: (saca un saco que está tejiendo) ¡bravo, muchacho, así me


gusta! No se encuentra una todos los días con jóvenes así, tan
educados y menos en las consultas médicas. Ni en el bus. La mayoría
de las veces los más alentados se hacen los dormidos ¿no es así? (lo
mira y lo llama subiendo la voz porque está haciéndose el dormido)
joven, joven, (subiendo la voz) joooven.

Arnulfo: (haciéndose el dormido y exaltándose). Que, que paso, que


paso.

Tiola: Que se estaba quedando dormido. Ya le dije que si quiere le


cedo mi turno. Porque créame hay gente que no respeta la
enfermedad de los demás. Como si estuviéramos para perder el
tiempo. Yo estoy tejiendo este suéter, en dos citas más lo termino,
hace dos semanas termine un cubrelecho completo ¡y de cama doble!
… ¿Y usted que hace?

Arnulfo: ¿yo?

Tiola: sí, usted. ¿Qué hace usted en las citas para entretenerse?

Arnulfo: (dudando) bueno… pues, por lo general esperar señora.


Esperar.
Tiola: Pero ¿solo esperar?

Arnulfo: Bueno señora, pues a veces leo.

Tiola: No me diga que lee esas revistas de chisme viejos que se


encuentran en las salas de espera. Esas noticias están tan viejas que
ya ha pasado mucha agua bajo el puente. A propósito, que llovedera
tan terrible joven, no me extraña que haya tantos enfermos de la gripa
y demás virus. ¿No le parece?

Arnulfo: Hay mi señora. Yo creo que se debe a la poca prevención


que existe en el sistema de salud. Se da cuenta que… (En ese
momento pasa una enfermera y él enmudece) (continua en susurro).
No se da cuenta que a punta de ibuprofeno y acetaminofén mantienen
a los enfermos sin que se vea mejoría por ningún lado.

Tiola: Ya ve joven, por todo se enferma la gente. Cuando no llueve


hasta las calles se ven horriblemente sucias, mejor es que no se fije
porque va a dar asco caminar por ellas. ¿Por qué cree usted que no
llueve joven?... ya sé lo que me va a decir… por las bombas atómicas
y todo eso. ¿Usted cree que la atmosfera se está secando joven?

Arnulfo: Pues la verdad señora, yo he pensado…

Tiola: (cortándole) No, no, no hace falta que me lo diga, yo sé que


usted piensa lo mismo. Y no se extrañe que aparezcan las epidemias
y todas esas cosas horribles.

Arnulfo: (Tosiendo) Si señora, tiene usted razón. (Silencio corto)


¿señora? ¿Sabe usted si ya llego el doctor?

Tiola: Yo vi que estaba atendiendo un enfermo. Por cierto, joven, (en


susurro) tenía una cara espantosa.

Arnulfo: ¿el enfermo señora?

Tiola: Nooo. El doctor, (exagerando) parecía más enfermo que el


paciente. Lo vi palidísimo, palidisimo… aunque viéndolo bien, usted
tampoco tiene muy buen color que digamos joven.
Arnulfo: Ay señora ¿usted… cree?

Tiola: Haber dígame (como ordenándole) ¿Por qué pidió cita joven?

Arnulfo: Pues mi señora. Hace días que me duele mucho pero mucho
la garganta.

Tiola: ¿dijo la garganta joven?

Arnulfo: Si señora. Mi garganta me ha dolido mucho. Demasiado.

Tiola: ¿seguro que es la garganta joven?

Arnulfo: (exasperándose) Completamente seguro. Señora.

Tiola: Entonces es que seguramente le duele la garganta joven. ¿y


sabe por qué le duele? Por la lluvia, ni más ni menos. Oiga ¿Cuántos
días hace que le duele?

Arnulfo: Pues señora hace dos, tres… cuatro o quizás…

Tiola: (Regañando) haber joven. Trate de recordar los días exactos.


No es lo mismo si el dolor le empezó hace dos días que hace cinco.
No es lo mismo joven. No es lo mismo.

Arnulfo: (Se queda pensando) Creo que más bien cuatro mi señora…

Tiola: (Pensativa y con sonidos guturales) Entoncesss. ¿Cuatro?


Jovencito. (Exagerando) Uy como a mi sobrina Loli.

Arnulfo: ¿Cómo a quien señora)

Tiola: ¡Pues a mi sobrina Loli! ¡Loli Carmen! Uy como era de elegante


esa muchacha.

(En el trasluz aparece una mujer con traje deportivo haciendo


movimientos gimnásticos y luego desfila pavoneándose como en un
desfile)

Tiola: A ella la cosa le comenzó igual que a usted, con un simple dolor
de garganta… fue el año pasado, por esta misma época que también
llovía mucho. Al principio no le puso cuidado a ese dolorcito, y cuando
se dio cuenta ya era víctima de la epidemia… porque por desgracia la
volvemos a padecer.

Arnulfo: Pero ¿a qué se refiere mi señora? ¡por Dios!

Tiola: Pues ¿a qué va a ser joven? ¡A la epidemia! ¿A la epidemia!

Arnulfo: Pero señora. Yo no he oído decir nada de epidemias, es más


yo no creo eso. Esos son inventos de los noticieros.

Tiola: (Enojada) claro… pero cuando los noticieros dicen la verdad


joven, nunca. Eso sí. Nunca.

Arnulfo: Pero señora, le aseguro que yo no he oído nada de ninguna


epidemia.

Tiola: ¿En serio?... pero siempre pasa lo mismo cuando llueve y a


veces cuando no llueve… ¿Por qué se extraña entonces joven?
¿Trata de engañarme? ¿trata de engañarme?

Arnulfo: ¡No, por Dios, mi señora! Pero como se le ocurre. Yo no sería


capaz de engañarla. La verdad creo que yo no engaño a nadie. Más
bien a mí.

Tiola: Haaa. Porque si trata de engañarme para que yo me asuste,


debe saber que estoy vacunada y no me voy a contagiar, así usted
tenga el virus, no se preocupe por mí, que estoy inmunizada joven.

Arnulfo: Pero ¿De qué virus habla usted? Señora.

Tiola: (Alzando la voz) El virus que aparece cuando la atmosfera se


seca o cuando las lluvias inundan todo joven. Pues el virus, el virus.

Arnulfo: Pero si yo solo tengo un dolor de garganta señora…

Tiola: ¿Sólo? ¿solo? Apuesto lo que sea a que también le duele la


cabeza…

Arnulfo: Pues señora le aseguro que yo no me siento tan enfermo…


le aseguro que ha sido simplemente un…
Tiola: (sin dejarlo hablar) No me asegure nada, porque yo no le creo…
A usted le duele la cabeza, pero no quiere reconocerlo. Y es que
cuando un dolor de cabeza no tiene importancia, salvo que sea un
dolor de cabeza especial, claro… como el que le daba a mi sobrina
Loli (aparece en el trasluz exageradamente enferma).

¡Y como se quejaba la pobrecita! Se levantaba dolorida y se acostaba


dolorida… ¡aquellos malditos dolores no la dejaban en paz! Le
empezaban en la coronilla y le llegaban hasta la frente… ¡Le cuento
joven que era para volverse loca! (pausa – mirándolo) ¿de verdad
mijo, no le duele la cabeza?... concéntrese, concentre toda su atención
en su cabeza… y ahora respóndame, ¿le duele o no le duele?...
¡dígalo, dígalo, dígalo sin miedo!

Arnulfo: (como dudándolo) Pues si… me parece que me está


empezando como a doler un poco señora…

Tiola: Si ve a mi nada se me escapa, nada se me escapa. Yo sabía


que tenía dolor de cabeza, pero no tengo ni una aspirina para darle…
y lo mejor es que el médico le recete un buen tratamiento.

Claro que a mi sobrina Loli el tratamiento si dejo mucho que desear…


porque el dolor se le pasó dese la frente hasta la medula. Pero no
debe tratarse del mismo caso por qué, por qué… ¿a usted le duele la
medula joven?

Arnulfo: (Tocándose el cuello y parte de la espalda) No mi señora


como se le ocurre… Ni siquiera torticolis.

Tiola: Torticolis. Dijo torticolis. Seguro que es torticolis… (Pausa


breve) ¿Y si no fuera torticolis joven? Cuando durmió anoche ¿sabe si
coloco bien la cabeza? (él se demora al responder), dígame joven.
¿coloco bien la cabeza?

Arnulfo: Pues supongo que sí me acomode bien mi señora.

Tiola: Joven y la cabeza ¿Le está doliendo mucho? (regañando)


Concéntrese joven. Concéntrese.
Arnulfo: (dudándolo y tocándose la cabeza) Pues parece que ahora
sí. Un poquito en realidad mi señora, un poquito.

Tiola: (dando instrucciones como gimnasta) haber joven. Haga un


poco de ejercicio y ya vera como se le pasa. Trate de girar el cuello
hacia la izquierda (regañando) pero varias veces no sea perezoso.
Eso así… ahora hacia el otro lado, eso perfecto… ahora hacia atrás…
hacia adelante… ahora incline el cuerpo hacia adelante, etc. ¿dígame
le sigue doliendo?

Arnulfo: (tratando de rechazarla) No mi señora, no me duele lo más


mínimo.

Tiola: ¡Pues no se confié, no se confié, que cuando menos piense le


vuelve a doler… (Mirándolo) eso si… mientras no se llene de morados!

Arnulfo: (mirándose angustiosamente) ¿morados señora? ¿Qué clase


de morados?

Tiola: ¿A usted no le ha salido ningún morado joven?

Arnulfo: (mostrando el lugar del cuerpo) Sí señora, por aquí tengo


uno.

Tiola: y ¿Sera detrás de una oreja?

Arnulfo: No, no mi señora en un tobillo.

Tiola: Eso sí ¿Seguro que se lo hizo jugando al futbol?

Arnulfo: A lo mejor mi señora… (Reaccionando) ¡Ay, pero si yo no


juego futbol!

Tiola: ¿No? Entonces ¿habrá tropezado con algo?

Arnulfo: No, que yo recuerde mi señora.

Tiola: Bueno, bueno, bueno no se preocupe. (Pausa corta) Oiga


joven…

Arnulfo: (muy asustado) ¿Sí? Dígame, señora.


Tiola: Y ese morado ¿le salió antes o después de los dolores de
garganta?

Arnulfo: (Muy asustado) más o menos señora. En realidad, no me


acuerdo.

Tiola: (regañándolo) déjese de ambigüedades… haga un esfuerzo y


recuerde si fue antes o después… es importante joven, muy
importante.

Arnulfo: (pensativo) pues yo creo que fue antes mi señora.

Tiola: (Muy incrédula) ¿Antes?

Arnulfo: (dudando) No, no, no después.

Tiola: ¡segurooo! ¿Seguro que fue después joven?

Arnulfo: (dudándolo) Sí, sí, seguro mi señora.

Tiola: (alejándose de él) ¡Uy, uy, uy, uy!

Arnulfo: (mirándola sorprendido) ¿Por qué dice uy, uy, uy, uy?

Tiola: (haciéndose la distraída) ¿Acaso yo dije eso?

Arnulfo: Sí, mi señora. Usted acaba de decir uy, uy, uy.

Tiola: Ay joven. Pues si lo acabo de decir es porque lo dije.

Arnulfo: Y entonces ese uy, uy, uy, uy, ¿qué significa mi señora?

Tiola: ¿Significado? Pues ningún significado joven… ¿Qué significado


puede tener una expresión cómo? ¡uy, uy, uy, uy!

Arnulfo: (poniéndose serio y reclamando) Pues por el tonito que le


puso señora.

Tiola: ¿El tonito joven?

Arnulfo: Sí, señora… usted dijo (remedándola) ¡uy, uy, uy!


Tiola: ¿Así, con ese tonito?... Pues, ¿sabe lo que le digo, joven?, que
ese tonito no me gusta nada. ¿Pero usted no se molesta si yo le pido
que me lo muestre?

Arnulfo: (pudoroso) ¿Qué le muestre qué, mi señora?

Tiola: Pues el morado joven, el morado.

Arnulfo: Haaa yo si decía. (Se sube el pantalón mostrándole)


dígame, señora ¿Qué le parece?

Tiola: (examinándolo) ¡que señor morado! (exagerando) ¡Qué


barbaridad!... y por aquí tiene otro.

Arnulfo: ¿Otro? Como así señora.

Tiola: Ah, no, no, no se preocupe, tranquilícese… no es un morado es


un lunar carnoso… A propósito, joven, ¿no se ha dado cuenta como
se le han empezado a caer los pelos de esta pierna? Pero peor si en
la otra le pasa igual… ¿Me permite?... lo que me temía… ¡pero que
desastre joven! ¡que desastre!... (Regañándolo) ¿Es qué usted no se
mira las piernas? Joven.

Arnulfo: No, la verdad no mi señora. Yo a eso no le pongo cuidado.

Tiola: (cortándole) Muchacho pues no las tiene tan feas, porque yo he


visto unas piernitas de algunos que parecen de puro chirlomirlo. Pero
las suyas me preocupan, me preocupan… ¿y sabe por qué? Porque a
mi sobrina Loli le paso lo mismo.

Arnulfo: Señora ¿Su sobrina Loli también tenía pelos como los míos
en las piernas?

Tiola: (Enojada) Haber joven respete las almas del señor. A ella se le
caían los pelos, pero de la cabeza, ay usted sabe. A unos se les cae
de la cabeza, a otros de las piernas, a otros cu…ello y a otros ¿quién
sabe de dónde?

Arnulfo: ¿Usted cree señora, que esto de mis piernas es muy grave?
Tiola: Pues no sé qué decirle jovencito… el otro día vi ese programa,
un programa de esos médicos en la televisión… Pero ¿supongo que
usted ve televisión?

Arnulfo: Pues señora. A veces veo algunos programas.

Tiola: Y supongo que solo le interesan esos programas de chismes


faranduleros. Pero eso sí, ¡nunca los de la salud! ¡nunca los de la
salud!

Arnulfo: En realidad mi señora, a veces veo mucho futbol.

Tiola: Dígame una cosa joven: cunado lleva un buen rato viéndola ¿no
le bailan punticos en la pantalla?

Arnulfo: Sí mi señora, sobre todo cuando me da sueño.

Tiola: ¿Sí?

Arnulfo: ¡Sí, de varios colores!

Tiola: ¿Cómo sí fueran estrellitas? Joven.

Arnulfo: Si, sí, si señora ¡como estrellitas!

Tiola: Mi sobrina también los veía. Joven.

Arnulfo: ¡Nooo!

Tiola: ¡Sííí! Y usted, por supuesto no se le ha ocurrido darle ninguna


importancia, ¿verdad?

Arnulfo: No… yo siempre he creído que los punticos y las estrellitas


siempre las veía antes de quedarme dormido frente al televisor.
(Pausa breve) señora… ¿usted cree que eso es malo?

Tiola: ¿Lo de quedarse dormido frente al televisor? ¡Que va hijo eso


nos pasa a todos! Y volviendo a los punticos, me dijo que los ve de
colores.

Arnulfo: Exactamente mi señora de muchos colores.


Tiola: Joven ¿Y especialmente el lila?

Arnulfo: Pues mi señora. Con amarillos, verdes y otros más.

Tiola: ¿De casualidad algún azulito?

Arnulfo: Sí mi señora, ¿Cómo lo sabe?

Tiola: Que al mezclarse con los amarillos se forman los tonos de


colores verdes.

Arnulfo: Verde vejiga o ampolla…

Tiola: Ahí quería llegar joven, a su vejiga. Y dígame ¿Qué tal le


funciona?

Arnulfo: ¿El televisor señora?

Tiola: No, joven no, la vejiga, su vejiga.

Arnulfo: pues señora…

Tiola: (Cortándole) ¿Cuándo orino por última vez?

Arnulfo: Cuando salí de la casa señora como todas las personas.

Tiola: Y ahora, ¿no tiene ganas de orinar?

Arnulfo: No sé… en realidad creo que no.

Tiola: De todos modos, si tiene ganas, le aconsejo que se aguante


porque es muy sucio andar orinando por ahí en cualquier parte, puede
contraer una infección. (Con muchos gestos) ¡Aaaahhhh! ¡Qué alivio!
Cuando una llega apurada y se sienta… ¿A usted no le ha pasado
igual?

Arnulfo: Bueno señora, yo lo hago de pie.

Tiola: Y qué joven ¿todavía no se le han hinchado?

Arnulfo: ¿A qué se refiere mi señora?

Tiola: Los pies, joven, los pies… ¿No se le han hinchado?


Arnulfo: No… Gracias a Dios no mi señora.

Tiola: ¡Menos mal joven! ¿Y tampoco le pican?

Arnulfo: ¿Se refiere a los pies señora?... No tampoco…

Tiola: ¿Al menos un escozorcito joven?

Arnulfo: ¿Un escozorcito?...

Tiola: Sí, todo empieza por un escozorcito joven, apuesto lo que


quiera que usted también siente ese escozorcito…

Arnulfo: Pues mi señora…

Tiola: ¿A que sí?... ¿A que sí?... ¿Sí?...

Arnulfo: Sí. Ay, señora, parece que siento un escozorcito…

Tiola: Pero, hombre de Dios, y entonces ¿Qué va a hacer?

Arnulfo: (desesperado) Perdone que me quite los zapatos señora.

Tiola: Pero ¡No se le ocurra rascarse joven!

Arnulfo: (rascándose desesperadamente) Hay señora, ¡No puedo


evitarlo! ¡Sí supiera como me pican señora!

Tiola: ¡Por el amor de Dios joven, no se rasque de esa manera!

Arnulfo: Pero señora ¡No puedo evitarlo! ¡No puedo evitarlo!

Tiola: ¡No haga eso que, a mi sobrina, por hacer lo mismo que usted
está haciendo, se le hincharon los pies!

Arnulfo: ¿Y qué quiere que haga si de un momento a otro me están


ardiendo mi señora?

Tiola: ¿Pero no ve que se está haciendo daño? ¿Quiere que le diga


una cosa joven? A mi sobrina por rascarse así le salió una ampolla…
¡así de grande! (exagerando)

Arnulfo: ¿Una ampolla señora?


Tiola: ¡Mejor dos, joven, una en cada pie! ¿Eso es lo que quiere
joven?

Arnulfo: (rascándose desesperadamente) Pero si me pican como


demonios… señora, ¿Conoce algún remedio que me sirva para eso?
Hay dígame por favor, por favor, por favor.

Tiola: Pues joven, eso si se lo debe decir el médico, porque lo que soy
yo, ay no faltaba más. (Pausa breve) pero… pero… mi sobrina se
aliviaba con (se calla)

Joven: (desesperado) ¿Con qué señora? ¿Con qué?

Tiola: No sé… No sé si debo decírselo joven. No se sí decírselo.

Arnulfo: Por favor… por favor, por favor dígame, señora.

Tiola: Y si después el medico se pone bravo.

Arnulfo: Por favor, señora, ¿Con que se aliviaba su sobrina? Dígame


por favor.

Tiola: Bueno joven… (Recordando) con un preparado que yo misma


le hacía.

Arnulfo: (desesperado) ¿Qué clase de preparado? Dígame, señora,


por favor.

Tiola: Joven. Si me promete dejar de rascarse se lo digo.

Arnulfo: Se lo prometo señora. Pero, dígame por favor.

Tiola: ¿De verdad?

Arnulfo: ¡de verdad señora!

Tiola: ¡júremelo, júremelo joven!

Arnulfo: ¡Se lo juro mi señora!

Tiola: (ordenándole) Póngase los zapatos.


Arnulfo: Ya me los pongo, Ya me los pongo, lo más rápido que
pueda.

Tiola: Muy bien joven… el caso es que no sé si me acuerdo de la


receta… Mmmm… Sí, creo que sí. En el colegio tenía muy buena
memoria, siempre pasaba los exámenes solo por mi memoria.
(Orgullosa) mi memoria, pero que memoria tengo. En la universidad
era…

Arnulfo: (cortándole) ¡Señora! (contorsionándose) La receta por favor


dígame la receta.

Tiola: (gritándole) ¡joven!... ¿usted tiene buena memoria? Se lo


pregunto porque si no tiene buena memoria no podrá acordarse de la
receta.

Arnulfo: Le aseguro que sea lo sea, lo intentare señora.

(Mientras el joven se asombra y se rasca esporádicamente, frente al


público ella recita imposibles y se recrea)

Tiola: bueno… en una vasija de barro, de esas que utilizan los


indígenas para sus rituales, ojala con gravados hechos especialmente
para los dioses… bueno se ponen dos tazas de azúcar la más pura
posible… un kilo de miel exactamente pesado y recién recolectada de
la colmena… un cuarto ¡bien pesado, pero bien pesado oye jovencito!
de mantequilla de vaca recién ordeñada… luego se mezcla todo muy
bien y se le hecha corteza de limón… trecientos gramos, pero
trecientos, de coco rallado, ojala recién bajadito de la palma… un litro
de leche de cabra recién ordeñada, mezclada con una cucharada de
leche en polvo y dos cucharadas de leche condensada… se le agrega
un cuarto de litro de ron bien caliente… (Se calla) … me parece que
me falta algo… Haaa sí… dos plátanos fritos bien machacados… Se
mete en el horno durante una hora y media… después se saca y se
deja enfriar…

Arnulfo: Señora, ¿Y eso se lo untaba en los pies a su sobrina?


Tiola: ¿En los pies? ¡Oh, no! Se lo untaba en tremendas rodajas de
pan tostado durante los desayunos y demás meriendas… ¿Qué tal
anda de apetito joven?

Arnulfo: (burlándose) ¡falta apenas un juguito, mi señora!

Tiola: (Convenciéndolo) Ósea: que siente inapetencia para comer.

Arnulfo: Sí mi señora, eso parece, eso parece.

Tiola: Pero Joven recuerde bien, ¿desde que le empezaron los


dolores de garganta?

Arnulfo: Sí señora, desde que me empezaron los dolores de


garganta.

Tiola: ¿Y nauseas? ¿Siente nauseas joven?

Arnulfo: Sí, también siento nauseas señora.

Tiola: ¿Cómo si estuviera embarazado?

Arnulfo: No lo sé señora.

Tiola: ¿No lo sabe?

Arnulfo: Señora de por Dios, ¡yo nunca he estado embarazado!

Tiola: Seguro que no le hace falta joven. ¡en el embarazo se pasa


horrible! ¿Usted ha visto esos muchachos que se embarazan tan
jóvenes?

Arnulfo: Si señora y son muchos, ¡uish! como si no vieran todos los


métodos de planificación que hay, fuera de que los anuncian por todos
los medios de comunicación. Pero, como siempre se dejan llevar por
los… (Moviéndose obscenamente) …

Tiola: Bueno, bueno, bueno jovencito, le recuerdo que ese no es


nuestro tema.

Arnulfo: Señora por favor, dígame la verdad… ¿usted cree que estoy
siendo víctima de la epidemia de la que me hablo antes?
Tiola: ¿yo le hablé de una epidemia joven?

Arnulfo: Sí señora, la de la atmosfera seca o del invierno, no sé…


¿Por qué no me responde?

Tiola: (pensativa) haaa sí, la epidemia que le dio a mi sobrina Loli por
lo de la rascada de los pies y los morados, la garganta… (Continúa
haciendo un recuento)

Arnulfo: ¡Pero mi señora por favor! ¿Va a empezar de nuevo?

Tiola: Empezar, ¿empezar qué? Joven.

Arnulfo: Señora ¿Solamente dígame si soy víctima o no?

Tiola: Pero joven ¿De los políticos, de la economía o de qué?

Arnulfo: (regañándola) De la epidemia señora, de la epidemia.

Tiola: ultimadamente yo no soy médico joven. Claro que hay médicos


de médicos…

Arnulfo: ¿Qué quiere decir mi señora?

Tiola: Quiero decir que hay médicos a los que deberían retirarles el
título de por vida, como al que trato a mi pobre sobrina Loli… ¡Si usted
viera joven lo que le dijo, después de haber estudiado un montón de
exámenes y casi un libro de radiografías!

Arnulfo: ¿Qué le dijo?

Tiola: el muy sin vergüenza.

Arnulfo: Señora…

Tiola: ¡el muy cretino!

Arnulfo: ¡señora!

Tiola: ¡el muy desnaturalizado!

Arnulfo: señora ¡por favor! Controlese.


Tiola: desventurado, miserable, hij…

Arnulfo: (callándola) ¡señora! ¿Pero qué le dijo?

Tiola: Aquel, mata perros le dijo…

Arnulfo: ¿Sí…?

Tiola: Le dijo… ¡ay!, ¿de quién estaba hablando?

Arnulfo: Señora, del médico que atendió a su sobrina ¡de por Dios!

Tiola: Ah, sí, le dijo… (Con voz gruesa) “Loli ve tranquila a tu casa,
olvídate de los dolores de cabeza, de las náuseas, de los escozores
en los pies y de todas esas cosas, porque estas como una rosa” … me
parece verla llegar a la casa y decirme… (Con voz suave) “Tía, tía el
médico me dijo que estoy como una rosa” … pobrecita Loli esa misma
noche la rosa se marchitó…

Arnulfo: (asustado) ¿Cómo así señora? ¡Qué es lo que dice?

Tiola: Que la pobrecita estiro la pata.

Arnulfo: (asustado) Se… se, se murió. (Se queda inmóvil)

Tiola: ¡Se murió!... (Pausa mirándolo) Joven, joven, ¡jovennn! ¿Es


usted casado?

Arnulfo: (hablando golpeado) Sííí, señora, soy casado.

Tiola: ¿hijos? (él distraído) ¿joven tiene hijos?

Arnulfo: si señora la parejita. El varón tiene dos años y la hembrita…

Tiola: (cortándole) Y los papeles ¿Cómo tiene los papeles?

Arnulfo: ¿Los… papeles? ¿Cuáles papeles señora?

Tiola: Le pregunto si los tiene en regla joven.

Arnulfo: Pues creo que sí, tengo la cedula, la licencia de conducción,


la tarjeta de propiedad del DVD, el XBOX, la TV, la alcoba…
Tiola: (cortándole) joven, joven, joven ¿Y qué dice del testamento?

Arnulfo: ¿El testamento? ¿Qué testamento señora?

Tiola: joven ¿pues qué testamento va a ser? ¡Pues el suyo!

Arnulfo: (asustado) ¿mi… testamento?

Tiola: Mi sobrina Loli murió sin testamento, ¡y se armaron unos líos


terribles! No puedo creer que usted con todos esos síntomas que
padece, no se le haya ocurrido hacer el testamento.

Arnulfo: Pues no señora… no se me ha ocurrido tal cosa. Eso nunca.

Tiola: ¡ah, los jóvenes de hoy, que poco previsores que son! ¿Quiere
un consejo joven? (Él asustado) Tan pronto salga de este consultorio,
vaya a una notaría, aun cuando la mayoría de las veces nos roban a
todos. ¡Vaya a una notaría sin perder un segundo!, porque el final
joven nos llega cuando menos lo esperamos… pero, (revisándolo)
¿Qué le pasa? ¡Está sudando! ¡Y se puso más pálido de lo que
estaba!

Arnulfo: (tocando su cara) ¿usted cree señora? ¿Usted cree que


estoy muy mal?

Tiola: Y los labios, ¿si viera como tiene los labios? No, mejor es que
no se los vea.

Arnulfo: ¡ay, madre mía que fatiga siento!

Tiola: No se asuste hombre, no se asuste. Ya vera como el médico le


dice que no tiene nada.

Arnulfo: Sí, como a su sobrina Loli ¿No?

Tiola: Pero usted se ve un joven vigoroso, fuerte, que puede soportar


lo que sea, no importando las epidemias o las enfermedades vené…

Arnulfo: ¡señora! ¡Pero si apenas puedo tragar!... (Quejándose) De


repente tengo un nudo aquí en la garganta.
Tiola: ¿Siente como un huevito de paloma?

Arnulfo: Ay señora ¡Más bien de gallina criolla! ¿A su sobrina Loli


también le paso eso?

Tiola: Si, pero a ella le descubrieron el huevo cuando le hicieron la


autopsia.

Arnulfo: (gritando de desesperación) ¿La autopsia? ¿Dijo usted la


autopsia? ¡Nooo! ¡La autopsia no! ¡No voy a permitir que me hagan la
autopsia!

Tiola: (calmándolo) Pero, joven de por Dios.

Arnulfo: ¡Nooo, señora, no lo voy a permitir!

Tiola: ¡por Dios bendito cálmese joven! Que de todas formas ya


después de muertos no sentimos ni decimos nada. ¡Oiga Joven! ¿Qué
hace…? ¡No se vaya a ir!

Arnulfo: (alejándose) ¡La autopsia no! ¡La autopsia no! ¡La autopsia
no! ¡No voy a permitir que me hagan la autopsia! (sale).

Tiola: ¡joven vuelva aquí, no se vaya! ¿No me oye? ¡Vuelva aquí


enseguida!... (Pausa) ¡Qué barbaridad! En mi vida no había visto un
joven tan delicado… ¡santo Dios como se puso!... es que hay
personas a las que no se les puede decir lo más mínimo… a mí en
cambio me gusta que me digan las cosas sin agüero. Si a mi pobre
sobrina Loli, le hubieran dicho la verdad desde el comienzo no le
habría pasado lo que le paso… ¡pobrecita!... ¡pobrecita! Respira y
reanuda el tejido)

(Entra un enfermero muy amable)

Enfermero: Bueeeno, Tiodolinda, ya es tu turno, el doctor te está


esperando. ¿Qué tal te encuentras hoy?

Tiola: ¡Hoy estoy de maravilla, muy de maravilla!

Enfermero: Pero ¿qué tejido tan bonito estás haciendo?


Tiola: (orgullosa) Es un suéter.

Enfermero: ¿Y es para ti Tiolita?

Tiola: No, para mí no, mi señor.

Enfermero: ¿entonces para quien Tiola?

Tiola: Es para mi sobrina Loli, que en las mañanas aguanta mucho


frio.

Enfermero: seguramente le va a encantar. Por cierto, acaba de llamar


desde el trabajo, para recordarte que ella te recoge después de la cita,
como de costumbre.

Tiola: Ay jovencito, no me iré sin esperarla, me estaré aquí sentadita y


calladita como siempre.

Enfermero: ¿Me lo promete doña Tiodolinda?

Tiola: Se lo prometo Jovencito.

Enfermero: Entonces, vamos ya.

Tiola: (regañándolo) ¡Espérese un momentico! ¡Espérese un


momentico! Déjeme yo guardo el tejido sin que se me vaya a dañar.

Enfermero: (asombrándose) ¡Perdón! Tranquila Tiolita.

Paciente: (se asoma abruptamente, habla al enfermero) ¡Disculpe


señor! ¿Usted me puede decir si aquí son las citas con el otorrino?

Enfermero: ¿con el otorrino? No, señor. Se pasó un piso, las citas con
el otorrino son en el piso de abajo… Aquí son las citas de psiquiatría.

(Salida rápida u oscuro rápido y telón)

FIN
Autor: Pedro Ortega B.
PORTEGAB

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