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LA VENTANA

07 de junio de 2017
Medios y comunicación
¿Qué pasa con la ley de medios?
Noelia Depaoli y Leticia Garziglia se preguntan qué pasa con la ley de medios, resumen las decisiones
que el Gobierno ha tomado desde que asumió y presentan un nuevo proyecto de ley de convergencia.
Por Noelia Depaoli y Leticia Garziglia

Una pregunta que muchos se hacen pero pocos pueden responder. Y esto no es casual. Desde diciembre
de 2015 cuando miles de personas se manifestaron frente al Congreso para repudiar la modificación de la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, poco se supo del tema hasta estos días. Y no es que no
haya sucedido nada. Es que a los medios hegemónicos no les resulta conveniente poner el tema en
agenda.
En estos 18 meses, distintos decretos fueron modificando la norma y, sumados a otras medidas, marcaron
la orientación de las políticas comunicacionales del macrismo.
Una de las primeras modificaciones fue el decreto 267, con el que se favoreció la concentración del mapa
mediático. Amplió la cantidad de licencias por licenciatario, permitió su transferencia, extendió las
prórrogas y autorizó la conformación de redes. Derogó además el artículo 161 -judicializado por Clarín
pero finalmente avalado por la Corte- dando la opción a las empresas de medios a que se adecuen o no a
la ley. 
En marzo de 2016, el Gobierno conformó una comisión para la redacción de un anteproyecto de ley
regulatorio de las telecomunicaciones y servicios de comunicación audiovisual, que unificara las leyes
26.522 y 27.078. El plazo de 180 días para su presentación no se cumplió y un año después, sin noticias al
respecto, fue prorrogado por 180 días más. Cumplido ese período, el Congreso estará cerrando el año
legislativo; es decir que el tema quedará, con suerte, para 2018.
“Mientras el Gobierno dice que sus medidas son transitorias, los decretos generan condiciones
permanentes de concentración”, decía Santiago Marino, investigador de la UBA y UNQ, durante el
“microfonazo” que llevaron a cabo el 11 de mayo los medios comunitarios. Por ejemplo, una empresa
estadounidense ya compró Telefe y sus repetidoras en todo el país.
Otras medidas implementadas por el macrismo incluyen: la exclusión de Telesur de la grilla de canales, la
rescisión de Fútbol para Todos, el llamado decreto “telcos” que autoriza el “cuádruple play”, la resolución
2064 que especifica el área estatal a cargo de decomisar radios, el cambio de dependencia de las señales
educativas y culturales (Encuentro, Pakapaka) que tienen ahora mayor injerencia del Ejecutivo.
Cabe mencionar además, acciones y omisiones que no pasaron por el Boletín Oficial pero afectan
directamente a la democracia comunicacional. La mayor omisión es la que deriva directamente en la
asfixia económica del sector sin fines de lucro. El Estado adeuda el dinero de los Fondo de Fomento
Concursables de 2015, no dio a conocer los ganadores de 2016 y no abrió las líneas 2017. Por otro lado, a
varios medios les rechazaron la solicitud de licencias sin argumentos sólidos, otros fueron decomisados y
sus comunicadores perseguidos.
La concepción de lucro que subyace a estas acciones se encarna en sus consecuencias: desde 2018,
Telefónica ofrecerá todos los servicios de comunicaciones y telecomunicaciones, mientras Clarín ya
compró Nextel y puede vender telefonía móvil en 4G.
No consideramos que las dilaciones del oficialismo sean casuales. “La mejor ley es la que no existe”,
decía hace unos meses el ministro Aguad. Frente a este vacío, un grupo de investigadores –entre ellos
Guillermo Mastrini y Martín Becerra– redactó e impulsó un proyecto integral de ley de Comunicaciones
Convergentes, presentado por el Partido Socialista el pasado 18 de mayo. Su espíritu es democratizante,
desconcentrador y respeta el derecho a la libertad de expresión. Unifica la regulación de la comunicación
audiovisual y las telecomunicaciones y tiene en cuenta las de- sigualdades en los planos sociales, políticos
y geográficos.
Entre otras cosas, el proyecto limita la cantidad de licencias y prevé que las telefónicas no puedan prestar
servicios de comunicación audiovisual por vínculo radioeléctrico, limitando la concentración. Además, se
plantean mecanismos de actualización que acompañen la evolución de las tecnologías ya que, según
expresó Becerra, “toda ley nace rezagada en esta materia”. Se puede acceder al proyecto y realizar aportes
ingresando a www.cemupro.com.ar. 
* Comunicadoras, integrantes de Radio Sur FM 88.3
MONITOR DE MEDIOS
El podio de los grupos mediáticos
Por MOM Argentina
15 de Abril de 2019
El mapa de los medios de comunicación y sus ramas en la Argentina actual dibuja altos
niveles de concentración, si se toma como referencia la participación de las cuatro
principales empresas en cada una de las industrias. El nivel de concentración es mucho
mayor si se considera que varios de los grupos mediáticos líderes en una de las ramas
(prensa online, por ejemplo) son también dominantes en el resto (tv, radio, prensa gráfica).
La concentración en la Argentina es además geográfica, puesto que las principales usinas
de información y entretenimiento están localizadas en la zona metropolitana de Buenos
Aires.
Los 22 grupos de comunicación que integran la investigación de MOM Argentina proveen
la información que conforma la dieta noticiosa de casi 45 millones de argentinos. Sus
ramificaciones políticas y los negocios vinculados dan cuenta de un ecosistema con
estrechos vínculos con la élite política y económica del país.
La tv es el medio más utilizado en el país para fines informativos, según las encuestas más
recientes y representativas. Sólo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde
se mide cotidianamente el rating, los cuatro principales grupos de televisión (entre canales
abiertos y señales de pago) concentran el 56,7% del encendido. Dado que en el resto del
territorio la reproducción de los canales de Buenos Aires es la norma, el porcentaje sería
más elevado si se midiera todo el país. Los mayores grupos que operan en la industria
televisiva son Clarín y Viacom.
La prensa gráfica ha perdido influencia directa por la disminución dramática de la venta de
ejemplares diarios, pero conserva importancia en el troquelado de la agenda que replican
las emisoras de radio, televisión y los portales informativos digitales, muchos de los cuales
pertenecen a las mismas empresas. La concentración de los diarios impresos es mayor
aún que la de la tv: los cuatro grupos económicos a los que pertenecen los periódicos con
mayor circulación del país concentran el 74,18% de las ventas. Sólo el Grupo Clarín domina
el 43% del mercado.
En radio, un medio que por su arquitectura tecnológica permite la convivencia de una gran
cantidad de emisoras, la concentración es también alta, dado que los cuatro principales
grupos empresariales (de los cuales los mayores son Clarín, Indalo y Prisa/Albavisión)
detentan el 53% del encendido.
Los diarios online experimentan un importante crecimiento en visitas y consultas. La
tendencia a la concentración es similar a la del resto de las actividades, lejos de la profecía
que auguraba que Internet habilitaría una diversidad de usos y consumos informativos
para, de ese modo, democratizar la agenda pública de deliberación. Si bien en este sector
es imposible conocer el total de visitas para todos los sitios informativos de la Argentina y,
de allí, calcular el porcentaje de concentración en los más importantes, sobresalen las
empresas de medios más concentradas en los rankings de sitios con mayor número de
visitas. Entre los seis medios digitales informativos de mayor audiencia, cuatro pertenecen
al Grupo Clarín: Clarín.com, TN.com.ar, Cien radios y La Voz del Interior.
(Foto: Pablo Barruti)
En esta investigación se ha construido un índice de concentración cruzada de audiencias
de los medios. Se trata de un indicador provisorio para proponer su implementación en la
expectativa de que los mercados sean más transparentes en relación a su funcionamiento.
Pero con los datos reunidos, la concentración cross-media arroja un 59,24% de
concentración por parte de los 8 principales grupos seleccionados:
Grupo Clarín: 25,28% (6,84% por radio, 10,62% por televisión y 7,82% por diarios)
Grupo América: 7,25% (2,27% por radio, 4,09% por televisión y 0,89 por diarios)
VIACOM: 7,10% todo por televisión
Grupo Indalo: 6,62% (5,12% por radio y 1,5% por televisión)
Fusión Prisa-Albavisión: 6,21% (4,33% por radio y 1,88 por televisión)
La Nación: 2,97% todo por diarios
Cadena 3: 2,16% todo por radio
Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos (SFMyCP, Estado): 1,65% todo por
televisión
De modo tal que tanto si se realiza un análisis sectorizado, como si se evalúan
desagregadamente los medios de comunicación en distintos soportes, sobresale la
posición del Grupo Clarín.

El Grupo Clarín, sinónimo de concentración


En efecto, es imposible abordar la concentración de los medios y de los flujos informativos
en la Argentina sin detenerse en el Grupo Clarín, surgido del diario que fundara en 1945 el
hasta entonces político Roberto Noble y cuya expansión lideró el hoy mayor accionista y
CEO, Héctor Magnetto, a partir de la década de 1980. Tras la fusión entre Cablevisión (el
mayor operador de tv por cable) y Telecom (una de las dos principales compañías de
telecomunicaciones fijas y móviles) en 2018, protagonizada por los accionistas del Grupo
Clarín, la distancia entre este conglomerado y el resto del ecosistema es gigantesca, tanto
si se mide en ingresos, audiencias, escala geográfica de operaciones, posición de dominio
en cada mercado, como si se cruzan y combinan todos estos factores. Por ejemplo: sin
tomar en cuenta sus negocios de provisión de tv por cable, telefonía móvil y fija y
conectividad a Internet, el Grupo Clarín obtuvo en 2017 ganancias por $159 millones,
cuando el resto de grupos mediáticos que serían su competencia no llegaron a cruzar el
umbral de los $10 millones. Obviamente, la renta del Grupo Clarín se multiplica con creces
si, además, se incorporan sus unidades de negocios hoy agrupadas en Cablevisión Holding.
Además, el Grupo Clarín es el principal beneficiario de la distribución de la publicidad
oficial del gobierno nacional y de las administraciones de las principales provincias del país.
Cuando el Grupo Clarín y Fintech sellaron la fusión a mediados de 2017, la suma de los
servicios de Cablevisión y Telecom arrojaba a nivel nacional el 42% de la telefonía fija; el
34% de la telefonía móvil; el 56% de las conexiones a Internet por banda ancha fija; el 35%
de conectividad móvil; y el 40% tv paga. A ello se suma el exceso sobre lo permitido por ley
en el caso de espectro radioeléctrico para telefonía móvil y una situación privilegiada en la
gestión de redes troncales de comunicaciones en las zonas centro y norte del país, donde
Telecom es el operador incumbente del servicio público de telefonía. El antecedente  más
cercano a esa fusión fue una operación también protagonizada por el Grupo Clarín,
cuando en diciembre de 2007 fue autorizado por el entonces presidente Néstor Kirchner
para explotar las dos principales cableoperadoras del país, Multicanal y Cablevisión.
La reciente fusión Cablevisión/Telecom consagra la orientación de la política de
comunicaciones dispuesta por decretos y resoluciones desde la asunción del presidente
Mauricio Macri en diciembre de 2015, que no por errática (creó y disolvió un Ministerio de
Comunicaciones, concedió y quitó beneficios a operadores de telecomunicaciones y y
cableoperadores, incumplió reiteradas promesas de redactar y proponer al Congreso un
proyecto de ley integral de comunicaciones convergentes) fue menos eficaz a la hora de
adecuar las normas y políticas estatales a las necesidades de la creación y expansión del
ahora mayor conglomerado infocomunicacional del país.
La absorción creciente de los recursos de un sector por parte del mayor de los actores
participantes en detrimento del resto, provoca también una merma de la influencia de sus
competidores y una retracción objetiva en su influencia simbólica y económica. La
concentración, que es preocupante en todos los segmentos de la economía y por ello el
artículo 42 de la Constitución Nacional ordena al Estado a evitar toda forma de distorsión
de los mercados, resulta particularmente lesiva en el ámbito informativo y de los medios
de comunicación. Por ello, la jurisprudencia en materia de libertad de expresión tanto a
nivel continental como en el caso específico de la Argentina, concibe a la concentración
excesiva como un dispositivo de censura indirecta del derecho a la libertad de expresión y
del derecho al acceso a la cultura.
La concentración provoca una reducción de las fuentes informativas (que genera menor
pluralidad de emisores), una relativa homogeneización de los géneros y formatos de
entretenimiento (que implica la estandarización de estos, de manera que se resigna la
diversidad de contenidos), una predominancia de estilos y temáticas, y una concomitante
oclusión de temas y formatos.
Además, la concentración de medios tiende a la unificación de la línea editorial. Es difícil
que en un mismo grupo de comunicación se hallen divergencias profundas sobre temas
sensibles.
La concentración vincula negocios del espectáculo (estrellas exclusivas), del deporte
(adquisición de derechos televisivos), de la economía en general (inclusión de entidades
financieras y bancarias) y de la política (políticos devenidos en magnates de medios, o
socios de grupos mediáticos) con áreas informativas, lo que produce repercusiones que
alteran la pretendida “autonomía” de los medios.
Otro rasgo a resaltar dentro del estudio de la concentración de medios en Argentina es la
centralización de la producción de contenidos en Buenos Aires, más precisamente en la
capital del país, la Ciudad Autónoma. Algunos datos para ilustrar esta centralización
pueden obtenerse de las programaciones de los canales de televisión abierta de los dos
principales centros demográficos y económicos del país detrás de Buenos Aires: Córdoba y
Rosario.
Al analizar la grilla de programas de los canales cordobeses se encuentra que el Canal 12
(propiedad del Grupo Clarín) ocupa el 60% de sus horas de transmisión con contenidos
generados en Buenos Aires mientras Telefe Córdoba hace lo mismo con el 53% de su
programación. En Rosario los números son similares: el Canal 3 (del Grupo Televisión
Litoral) cuenta con el 57% de su programación producida en Buenos Aires (está afiliado al
Canal 13 del Grupo Clarín) mientras Telefé Rosario produce localmente solo el 23,5% de su
grilla.
Esto se encuentra directamente ligado a otra característica de la producción de contenidos
televisivos en Argentina que es su tercerización. De esta forma, los canales se asocian a
productoras locales e internacionales para llevar adelante su programación. Si se analizan
las programaciones de noviembre de 2018 de los cinco canales abiertos de Buenos Aires,
se encuentra que el 44% de los minutos de aire de Canal 13, el 48% de Telefe, el 38% de
Canal 9, el 47% de América TV y el 68% de la Televisión Pública Argentina se encuentran
mercerizados en distintas productoras. Kuarzo Argentina era la productora con mayor
cantidad de minutos de aire (en cuatro de los cinco canales) con 10,5 horas diarias.
Mandarina (poco más de 6 horas) y LaFlia (4 horas) son las otras productoras más
importantes del mercado.
En radio la situación es diferente. Allí los costos de producción son más bajos y las
audiencias eligen mayoritariamente los contenidos locales, como se puede observar en
este estudio. Sin embargo, las emisoras más importantes de Buenos Aires llegan con una
amplia red de emisoras afiliadas (que compran sus contenidos) a todo el territorio del país.
Como ejemplo de esto, Radio Mitre y La 100 (ambas del Grupo Clarín) cuentan con más de
150 emisoras afiliadas además de las propias, Pop Radio hace lo propio con más de 40,
Radio 10 y Continental con más de 50, La Red con 25 y Radio Con Vos con 13, por
mencionar algunos ejemplos.
En prensa gráfica el fenómeno se repite cuando se revisan las cifras de ejemplares
vendidos fuera de la localidad de origen y se encuentra que Clarín, La Nación, Perfil,
Popular o Página 12 tienen altos porcentajes de su circulación por fuera de Buenos Aires.
Claro que existen fenómenos locales como el Diario Río Negro, La Gaceta de Tucumán o La
Voz del Interior que tienen una circulación regional.
Por otra parte, la concentración supone un ambiente de precarización del empleo, porque
desaparecen medios y porque los existentes tienden a fusionarse, generándose economías
de escala y ahorro de costos laborales. Y además porque en un sistema de medios muy
concentrado, los periodistas tienen pocas alternativas de conseguir un buen empleo si se
enfrentan con alguno de los grandes grupos, dada la tendencia a la cartelización del sector.
Por consiguiente, y salvo excepciones, los procesos de concentración debilitan la
circulación de ideas diversas en una sociedad y por ello protagonizan, desde hace décadas,
la agenda de políticas públicas en el sector de la información y la comunicación en países
de distintas latitudes y con tradiciones regulatorias. La documentación actualizada y
comparada que conforma la investigación de MOM Argentina se inscribe, en este sentido,
como un aporte a ese debate.

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