Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Este es uno de los métodos más útiles para seguir el ejemplo del apóstol
Pablo, el cual declaraba:
•La persona recibe el mensaje directo de la Palabra de Dios, que al ser escrito,
es transmitido con fidelidad a los textos bíblicos.
•El tratado se puede entregar en mano de forma directa, o bien en algún lugar
público que, de una manera natural, nos permita dejar un folleto.
FOLLETO 1
– Este folleto resulta útil para presentar el Evangelio, y al mismo tiempo como
invitación a la iglesia local.
FOLLETO 2
Hay buenas noticias para Usted. La Palabra de Dios dice: «De tal manera amó
Dios al mundo, que ha entregado a su único Hijo (Jesucristo), para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga la vida eterna» (Juan 3:16).
3ª EL REMEDIO DE DIOS
«Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores,
Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). Tan grande fue el amor de Dios,
que Él mismo se hizo hombre en la persona de Jesús para poder morir por
nosotros en la Cruz, y sufrir así el castigo de nuestros pecados.
Jesús dijo: «He venido a buscar y salvar lo que se había perdido (el ser
humano)» (Lucas 19:10).
«Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan» (Hechos 17:30).
«El que cree en el Hijo (Jesucristo) tiene vida eterna; pero el que no quiere
creer en el Hijo nunca verá la Vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan
3:36).
«La paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro» (Romanos 6:23).
FOLLETO 3
– La Biblia dice que nuestra naturaleza pecadora nos impide tener acceso a
Dios, y por lo tanto entrada a la vida eterna. El destino del hombre es pasar la
eternidad fuera de la presencia de Dios, donde no existe la felicidad. Pero la
buena noticia es que la NAVIDAD trajo al mundo a Cristo Jesús: el Salvador.
Por ello dijo el ángel: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador,
que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10).
«Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
que el mundo sea salvo por Él» (Juan 3:17).
FOLLETO 4
– En este periodo del año son innumerables las personas que, en todo el
mundo, recuerdan con gran devoción la pasión, muerte y resurrección de
Jesucristo. Pero, ¿qué significado tiene para el hombre de hoy en día? ¿Qué
relación existe entre la muerte de Jesús y nuestra vida personal?
– La Biblia afirma que nuestra naturaleza pecadora nos impide tener acceso a
Dios, y como consecuencia la entrada a la vida eterna. «Por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23).
– Pero lo maravilloso es que «Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). Dios nos
amó tanto, que Él mismo se hizo hombre, en la persona de Jesús, para morir
en la cruz del Calvario y sufrir así el castigo de nuestros pecados. Ahora, por la
fe en su Persona y obra redentora, podemos obtener el perdón de Dios y la
vida eterna.
– Es cierto que Jesucristo murió, pero también resucitó con poder, y por su
Santo Espíritu hoy está entre nosotros. Como hace dos mil años, también hoy
Él sigue ofreciéndonos la Salvación. Su invitación está escrita: «El que a mí
viene, no le echo fuera» (Juan 6:37).
– La obra de Cristo no finalizó en la Cruz, pues como dijera el Ángel: «¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?… Él ha resucitado» (Lucas 24:5).
Jesucristo declaró: «De cierto os digo: el que oye mi Palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte
a vida» (Juan 5:24).
¡Acudo a ti, Señor Jesús! -Ahora entiendo el mensaje de la Semana Santa, y
acepto el regalo de la vida eterna que tú me ofreces. Sé que mis pecados me
alejan de Dios, pero creo que tú moriste en la Cruz por mí. En estos momentos,
arrepentido de mis pecados, te entrego todo mi ser y te recibo en mi corazón
como mi Señor y Salvador personal.
FOLLETO 5
Jesús dijo: «Los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»
(Mateo 24:35).