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EL PERDON EN LA BIBLIA.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre
celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas. (Mateo 6-14:15)

Cuando no perdonamos, no solo no recibiremos el perdón de Dios. El rencor en esta vida también
trae consecuencias, nos va carcomiendo llegando incluso a manifestarse como una enfermedad
física. Estudios muestran que el rencor está asociado a la osteoporosis, enfermedades al corazón,
ulceras intestinales, y problemas en las articulaciones que impiden el movimiento.

Hoy sabemos que más del 70% de las enfermedades son producidas por nuestra mente, y
emociones asociadas a nuestros pensamientos, muchos de los mandatos bíblicos, tienen una
aplicación práctica, que mejora nuestra calidad de vida, así lo entienden los judíos hasta nuestros
días, las Mitzvot, como ellos llaman a los mandamientos que son 613 en total, les fueron dados
para que el pueblo de Israel tuviera una vida santa, pero que además se reflejara, como una mejor
calidad de vida en este mundo.

Proverbios 22:3 nos dice:

El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.

Sin embargo, hoy en día, a muchos cristianos les cuesta ser prudentes, ya que hay muchas
situaciones en nuestra vida moderna, en las cuales no vemos el mal implícito que traen ciertos
actos, productos o servicios que escogemos, incluso hay nuevas doctrinas e iglesias, que están
apartadas de la verdadera fe, que atraen a miles de cristianos, los cuales no se dan cuenta de que
están siguiendo un camino equivocado.

Todos aquellos que han recibido el bautizo, deben recordar que fueron perdonados primero, por
tanto, debemos ser recíprocos para con Dios, así es que esta el deber de perdonar a quienes nos
ofenden, el perdón no es opcional como algunos creen, de acuerdo a las enseñanzas cristianas, el
perdón esta en la sabiduría que Jesús dejo en la oración DEL PADRE NUESTRO.

Efesios 4:32 nos dice:

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.

Debemos tener claro, que cuando un cristiano no perdona al que lo ofende, contrista al “espíritu
santo”, (Efesios 4:30), cuando el enojo permanece en nuestro corazón, le estamos abriendo la
puerta al Satán y tenga por seguro que él no desaprovechará la oportunidad.

No es fácil perdonar.

Sabemos que, a pesar de haber sido sellados en el espíritu, no es fácil perdonar, muchos textos
bíblicos nos hablan del perdón, e incluso llegamos a fingir que hemos perdonado, sin embargo, en
nuestro interior cuando estamos a solas con nosotros mismos, nos damos cuenta que en realidad
no hemos perdonado de corazón.

La ofensa nos toca, solo si la persona tiene una cierta importancia para nosotros, si un
desconocido, nos insulta en la calle, no le daremos importancia, y si lo hacemos, la ofensa
desaparecerá de nuestra mente en cuestión de horas, pero si es alguien cercano el que nos
ofende, o al menos desde nuestro ego, percibimos que hemos sido ofendidos, ese sentimiento,
esa emoción, puede permanecer con nosotros durante años, he visto casos de personas que se
sintieron ofendidas que llevaron su enojo e ira, a extremos que deberían ser estudiados por
especialistas, ya que mas que un sentimiento de ofensa, se transforman en enfermedades
mentales, que debieran ser atendidas por psiquiatras.

¿Como es posible que un padre se muera, sin perdonar la presunta ofensa de una hija?

El dolor que impide el perdón, es alimentado con el paso del tiempo, es por esto que Pablo nos
insta a que no se ponga el sol, sobre nuestro enojo (Efesios 4:26)

Los avances en la ciencia, nos permiten comprender la razón de esta “sabia instrucción” dada en
Efesios 4:26.

Cuando perdonamos antes de irnos a dormir, significa que el amor, afecto, o cariño, se impuso por
sobre el sentimiento de ira, o enojo, que teníamos por quien nos ha ofendido, sin embargo,
cuando no hacemos esto, hoy sabemos que esa emoción negativa, que hemos guardado en
nuestro corazón y mente, comenzara a formar patrones neurológicos en nuestro cerebro, es decir
las neuronas se conectaran en “modo ira”, cada vez que recordemos a la persona que nos ofendió,
cuando han pasado unos pocos días del suceso que produjo la ofensa, cada vez que recordemos
dicho suceso, el patrón cerebral creado por la emoción, se ira amplificando, es decir, la emoción
reclutara mas neuronas en su cerebro, hasta que ese sentimiento sea traspasado a su inconsciente
como una sub rutina, usted después ya no piensa por que esta enojado u ofendido, cuando usted
recuerda a la persona, la presión arterial le sube de forma automática, se sonroja, sus hombros se
levantan, el estomago se contrae, el cuerpo recrea todos los síntomas que sintió, la vez en que fue
ofendido, cada vez que usted recreo la ofensa en su mente, esta fue creando el patrón neuronal
de todo aquello que sintió y percibió durante el tiempo que duro la situación que le ofendió, ahora
su mente y cuerpo ya no necesita procesar esa información, lo tiene como una subrutina en su
inconsciente, en este momento solo bastara, que alguien nombre a la persona que lo ofendió, y su
cerebro dará instrucciones, para que se produzcan descargas de adrenalina y dopamina a su
torrente sanguíneo, estas substancias a nuestros antepasados les servían para estar alerta y
prevenir el ataque de las fieras, lo cual como comprenderá, producen un estrés tremendo en
nuestro cuerpo y mente, acelerando el corazón y todos los demás síntomas antes mencionados,
por otra parte como era de suponer, bajan considerablemente los niveles de serotonina un neuro
transmisor que es conocido como la hormona de la felicidad, también disminuye
considerablemente la vasopresina, por lo cual su presión arterial se dispara.

Entonces cada vez que recuerde al ofensor, todos esos síntomas se producirán sin su control y así
dañara constantemente su salud, hasta que somatice alguna enfermedad de las que le mencione
al principio de esta reflexión, o alguna otra, lo irónico de esto, es que probablemente a su ofensor
no le importe para nada usted, ni lo que siente, por tanto, el daño autoinfligido es de forma
gratuita.

Perdón sincero

Siempre hablamos de perdonar, pero la verdad es que es bastante difícil hacerlo, incluso para
aquellos que son fervientes creyentes, cuando parece que el problema ha sido olvidado, por
alguna razón vuelve aparecer y renacen las mismas emociones, en algunos casos aun con más
fuerza, es aquí, que nos damos cuenta que los sentimientos y emociones siguen guardados en
nuestro interior, no han desaparecido, solo los hemos acallados, pero eso no es lo que nos piden
las escrituras, en mas de 30 versículos la biblia nos insta a perdonar, aquel que logra perdonar, de
acuerdo al perdón bíblico, se ha transformado en una persona poderosa, no en alguien débil,
como cree el mundo, 2ª de Timoteo 1:7 nos dice:

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio.

¿Qué quiere decir el texto con “dominio propio”?

En nuestro idioma, la palabra que mejor representa esa idea es “templanza”, la templanza nos
induce a la moderación, tanto hacia las cosas que nos traen alegría y placer, como a las que nos
traen enojo e ira, por tanto cuando nos sentimos ofendido lo primero que debemos recordar es
que somos personas templadas, lamentablemente esta condición solo la trae la edad y la
experiencia, por eso me llama la atención cuando una persona madura, no es capaz de perdonar
una banalidad, la templanza es propia del carácter de Cristo, las escrituras nos muestran que
estuvo airado cuando desalojo a los cambistas del templo, pero no guardo el enojo en su corazón,
no persiguió a los cambistas, al contrario, después de este suceso, Jesús se dedicó a sanar
enfermos, las escrituras nos narra que posterior al altercado con los cambistas sana a los
enfermos,

¿Por qué las escrituras nos cuenta que después de un acto de ira, Jesús sana enfermos?

Pues porque con un corazón airado, no se pueden hacer buenas acciones, por tanto el enojo de
Jesús fue momentáneo, no almaceno la ira en su corazón, es lo que nos quiere decir.

Existe más de una interpretación, para lo que debemos considerar como perdón, también existen
textos bíblicos que nos muestran que no es aceptable aprobar una mala acción, así como que no
debemos dejar que se aprovechen de nosotros, sin embargo, para definir qué hacer ante una
situación difícil, uso lo que llamo mi brújula espiritual, si algo me oprime, debo librarme de ello, si
algo me libera, la debo incorporar a mi vida, les narrare una historia personal como ejemplo:

Una persona muy querida para mi hace ya muchos años, me causo más que una ofensa, me causo
daño, de acuerdo a ciertas interpretaciones, no estaba obligado a perdonarla, pero con el paso del
tiempo, me di cuenta que me alteraba cuando me recordaba de ella, tenía todos los síntomas de
los que ya hablé anteriormente.

¿Qué estaba produciendo en mí, esta situación?


Me estaba oprimiendo, así es que decidí perdonar y sacar de mi, ese sentimiento y emoción, pero
ya habían pasado varios meses desde que sucedió la ofensa, y a pesar de la oración y de haber
hablado con la persona y decirle que no le guardaba rencor, ya era tarde, el patrón mental ya
había pasado al inconsciente, cuando me acordaba de la persona, me daba cuenta que
instantáneamente mi estomago se contraía y mi corazón comenzaba a latir más rápido, en esos
instantes incluso tenias sentimientos de culpabilidad, porque yo había decidido perdonar, pero mi
cuerpo decía otra cosa.

Lo que yo llamaba perdón en realidad era aceptación, había aceptado la ofensa y había decidido
pasarla por alto, le había entregado mi dolor a Dios y le había dicho “que Él, se encargara de hacer
justicia” algo que muchos cristianos solemos decir, ese era mi gran error, no estaba perdonando,
estaba confiando en que Dios le haría pagar por lo que me había hecho, había orado por la otra
persona, había hecho lo que nuestros lideres religiosos repiten, sin embargo ahí estaba mi cuerpo
para decirme claramente y sin lugar a dudas, “no has perdonado”, aquí te muestro a tu corazón,
que casi casi se desarma de tanto latir, y también el alza de presión arterial, que casi revienta tu
cabeza, para que te quede claro que no has perdonado.

Perdón no significa esperar que Dios actúe como nuestro vengador, perdonar no significa decirnos
a nosotros mismos “El pecado siempre trae consecuencias” ya que con esto estamos diciendo que
deseamos que pague por lo que nos han hecho, y eso no se llama perdón, se llama justicia.

Había escuchado decir que perdonar es olvidar, pero ¿cómo olvidar?, la verdad es que no se
puede olvidar cuando te han herido, está en nuestra naturaleza recordar los sucesos de nuestra
vida, en especial aquellos que están asociados a emociones, estos son los que se graban mas
profundamente en nuestra psique.

¿Pero que hacemos cuando la ofensa ya esta almacenada en nuestro


inconsciente?

A medida que hablaba con otros cristianos acerca del perdonar las ofensas, me di cuenta que
muchos por no decir todos, tenían el mismo problema que yo, muchos decían haber perdonado,
pero cuando recordaban, las emociones, las sensaciones fisiológicas volvían a aparecer.

Siguiendo las enseñanzas de la biblia yo hacía bastante tiempo que practicaba la meditación
cristiana, es decir meditaba en las cosas de Dios (Vea Josué 1:8), este tipo de meditación no es
propiedad de alguna confesión religiosa, más bien es un mandato que nos da la biblia, sabemos
que ya en el siglo IV, los cristianos meditaban, durante mucho tiempo fue practicado por los
centros monásticos católicos, pero hoy también es practicado por comunidades cristianas de
diferentes confesiones, muchos son los que han aprendido que el cristianismo tiene en su propio
libro sagrado, la meditación como una forma de acercarse a Dios, algo que creían era propio de
oriente, esto ha hecho que muchos cristianos que practican algún tipo de meditación, vayan hacia
un tipo de meditación cristiana, que no tiene impedimento con su fe, sino todo lo contrario.

Desde Genesis en adelante la biblia nos habla que es necesario meditar, encontramos esta
indicación más de 15 veces en la biblia, pero sin lugar a dudas, fue el rey David, en los Salmos el
que más hace mención a la meditación, el nos dice:
“que en la ley de Jehová esta su delicia y que en su ley medita día y noche” (Salmos 1:2).

A diferencia de las meditaciones orientales, en la cual el objetivo es poner la mente en blanco, o


seguir la respiración de forma consciente, la meditación judeocristiana está basada en llenar la
mente de pensamientos e imágenes de las cosas de Dios, tal como lo dice poéticamente el rey
David, en salmos 19:14 leemos:

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca
mía, y redentor mío.

Orando repetidamente y pidiéndole a Dios que me ayudara a perdonar, recordándome a mí


mismo todos los pecados que Dios me había perdonado, me preparaba para meditar pidiendo que
me guiara en mis meditaciones, a objeto de sanar mi corazón y mi mente, ya no pidiendo por mi
ofensor, sino por mí, sabiendo que el rencor que guardaba me estaba causando daño, no solo
espiritual, sino también físico.

Comencé a sentir cambios reales, cuando en mis meditaciones comencé a recordar y traer a mi
mente, todas las cosas buenas que habíamos tenido con la persona que me ofendió, poco a poco
aparecieron imágenes que estaban olvidadas en mi mente consciente, eventos familiares, donde
tan bien lo habíamos pasado en familia, la de él y la mía, una de esas imágenes de alegría y
felicidad, en la que nos encontrábamos el y yo, se hizo muy real en mi mente, sentí un gran gozo
en mi corazón, por primera vez en mucho tiempo sentí que estaba comenzando realmente a
perdonar, el dolor al recordar a esta persona, había disminuido considerablemente, cada vez que
esta persona venia a mi mente, de forma inmediata traía a mi memoria esa imagen, con el paso
del tiempo, me di cuenta que ya no me alteraba el recordar a esta persona y que si otro lo
nombraba ya no venia el impulso de hablar mal de él, o que mi presión arterial subiera.

Mucho tiempo después cuando otra persona, menciono un error que había cometido mi antiguo
ofensor, del fondo de mi ser y sin siquiera pensarlo, le indique a esa persona, que todos
cometemos errores, y que si la falta no era grave, que lo mejor que podía hacer era perdonar y
hacer cuenta nueva, fue en ese instante que me di cuenta que realmente le había perdonado y le
pedí a Dios que si era posible le borrara la ofensa que me había causado, ya que su ofensa me
había enseñado, no solo a curarme del dolor causado por su ofensa, sino de muchos otros que
tenía almacenados en mi corazón, y que también había servido para que muchas otras personas,
con las cuales he trabajado con este sistema, les había ayudado.

La forma de perdonar, es recordar las cosas buenas que pudo haber vivido con aquel que le
ofendió, si damos más valor a lo bueno, que a lo malo, las cosas buenas se van superponiendo en
nuestra mente sobre lo malo, esta superposición de pensamientos e imágenes, van creando nuevo
patrones neuronales, que hacen que cuando usted recuerde a quien le ofendió, su inconsciente
recordara alegría y no tristeza, y con el tiempo esa será la imagen que tendrá de aquel que le
ofendió, y su cuerpo reaccionara de forma natural, sin alteración fisiológica, si logra eso habrá
perdonado de corazón y sabrá también que el Padre ha perdonado sus ofensas.

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