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Francisco Calvo Garcia-Tornel

CONTINUInA~ Y CAMBIO
EN LA
HUERTA ~E MURCIA

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en la huerta de Murcia
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Edición de la Academia Alfonso X el Sabio
Murcia
LS .B .N . :
84-0005116-5
Depósito Lega! MU - 263 - 1982
Impreso en Sucesores de Nogués
Platería, 39
Murcia, 1982
A Juanamary
Algo alejado ya en el tiempo, y también en otras
medidas y valores, de la época en que realicé y se pu-
blicó este trabajo, la Academia Alfonso X el Sabio me
prcpone incluirlo en su Biblioteca Murciana de Bolsi-
llo, decisión inesperada y grata para mí, pues si no en
calidad al menos físicamente me voy a ubicar ,próximo
a muchos de los escritores e investigadores que más
respeto y admiro .
La primera edición de este libro corresponde a 1975,
tardía publicación de las ideas y los materiales funda-
mentales de mi tesis doctoral, leída en 1971 . No sin
satisfacción, que creo innecesario ocultar, estimo que
mi trabajo tuvo una buena acogida . Las críticas y co-
mentarios fueron positivos, tanto en España como fue-
ra de ella, y por ahí andan en reseñas que publicaron
las revistas especializadas.
En su momento este libro se concibió como un in-
tento de mostrar la dinámica del singular espacio huer-

9
fano . Con una perspectiva de comprehensián de la
huerta, de su mouilidad histórica y de su crisis con-
temporánea . Ahora, pasados diez años, seria muy con-
veniente volver sobre el tema y conocer lo que ha ocu-
rrido em este lapso decisivo por muchos conceptos para
muestra región, valorar incluso hasta qué punto se han
concretado algunas de las hipótesis avanzadas.
Mientras tanta creo que mi trabajo sirvió para algo,
al menos pára contribuir a crear una conciencia, hoy
muy extendáda, de las graves problemas que aquejan
al espacio huertano y, conociendo su génesis, acertar
en el diagnóstico y en el tratamiento . Para mi esto es
ya algo importante, ~~aes muy en contra de aque-
llos que propagan la interesada falacia de separar la ge-
muina investigación geográfica de sus aplicaciones, no
creo en una Geografía éticamente neutral y sí creo en
el compromiso social y político de los geógrafos . Con-
viene señalar, por ûltimo, que he preferido mantener
este libro tal y como apareció por primera vez . No he
añadido bibliografía posterior, ni investigacáanes pro-
pias sobre el tema, que hoy ascienden ya a una decena
de artáculos. Crea que hubiera sobrepasado los límites
de esta Biblioteca Marciana de Bolsillo al hacerlo y
que, dejándola así, se cubre el objetivo de ofrecer una
obra agotada, cuyo interés decidirá el lector y que, sä
en algo cale, habrá superado la erosión del tiempo .

Francisco Calvo

3.0
ß. INT~ZOD~~CION
La huerta de Murcia comprende las tïerras que se
riegan con el agua del río Segura desde la presa de la
Contraparada hasta la vereda que la separa de la de
Orihuela, abarcando los municipios de Alcantarilla,
Beniel y parte del de Murcia, Es un eslabón más en
el rosario de regadíos que flanquean el Segura hasta
su desembocadura, y una de los numerosísimos secto-
res de regadío mediterráneos. Su interés primordial
como objeto de estudio reside, para nosotros, en Ios
cambios espectaculares que actualmente se producen
en su estructura, Hemos pretendido en la medida de
nuestras posibilidades, más que modestas, aclararlos .
A1 hacerlo procuramos no perder de vista los proce-
sós similares que hoy se desarrollan en Ios más apar-
tados rincones del mundo mediterráneo .
El área huertana se muestra como ejemplo muy
claro de un espacio rural con rasgos estables durante
largo tiempo, que ha iniciado recientemente transfor-

13
mociones diversas y muy rápidas . Resulta en aparien-
cia paradôjico que el proceso de cambio comience pre-
cisamente cuando se habían alcanzado por vez prime-
ra algunas de las condiciones materiales óptimas para
el cultivo huertàno; y que la sociedad agraria marcia-
na se desorganice y transforme casi en el mismo mo-
mento en que, por primera vez en su historia, los
caudales para riega son regulares y suficientes al tiem-
po que se ha alejado el fantasma de las inundaciones .
Laos factores que residen en la base de este proceso
son, en parte, ajenas a la huerta : la competencia de
los nuevos regadíos, que es de presumir se acrecenta
rá con el trasvase Tajo-Segura, o la crisis ya prolon-
gada del cultivo de los agrios en España . Pero en una
proporción que creemos mayor y más interesante, es
la propia evolución de la situación comarcal la que ha
llevado a la sociedad agraria marciana al borde de un
umbral de extinción, hecho que es responsable de las
transformaciones que pueden advertirse. El desarrollo
re..xente de la ciudad de Murcia, la expansión de la
actividad industrial, el predominio del minifundio, las
dificultades que se derivan de ciertas prácticas de cul-
tivo inapropiadas son, entre otros, los factores inter-
nos que impulsan a un cambio de fines en la utiliza-
ciän del suelo huertano .
ße entre las numerosos aspectos que podrían ha-
berse analizado al estudiar la huerta de Murcia con
ur~ criterio global, el de su actual condiciän de sopor
te de un grupo social agrario en vías de desarticula-
ciän, nos pareció ser den cuanto quedó de manifiesto)
el más netamente geográfico. En efecto, la Geografía
agraria describe y explica procesos actuales capaces de
inscribirse materialmente en un paisaje agrario, pai-
saje que es la impronta visible de un grupo social en
el medio donde desarrolla sus actividades .
Cuando la intensa utilización agrícola del sector es-
tudiado se puede contar por decenas de siglos como

14
en el caso de la huerta marciana, la apoyatura histó-
rica resulta imprescindible . Pero sôlo recurrimos a ella
accesoriamente, y en aquellas ocasiones en que e Le-
gado histôrico pueda tener aún vigencia . Y ello por-
que en nuestro contexto actual el terrazgo constituye
un espacio econômico que sólo tolera estructuras he-
redadas cuando éstas son aún funcionales ; en el caso
contrario las rechaza o modifica . Buena prueba de
ello es, precisamente, la huerta de Murcia .
El sector natural donde se asienta el área huertana
ofrece ciertos elementos positivos para la actividad
agrícola (suelos, temperaturas}, frente a limitaciones
gravísimas (aridez, violencia de las crecidas en los
ríos) que han sido superadas hasta cierto punto por
un tenaz y prolongado esfuerzo . El paisaje agraria re-
sultante es, por ello, un paisaje muy elaborado, en el
que las limitaciones naturales son las que imprimen
su estabilidad a algunos de sus rasgos : pervivencia de
los cultivos prapí'os del secano cauro resultada de la
escasez del. agua, obras de defensa y saneamïento en
relación con el riesgo de inundaciones, etc .
El dispositivo de distribución del agua para riego
depende también en sus rasgas más sobresalïentes de
factores natùrales :aprovechamiento de cauces aban
danados por los cursos fluviales de la comarca, pro-
blemas de trazado y avenamiento derivados de la mor-
fología del solar huertano, necesidad de elevar el agua
en determinadas sectores, modifïcaciones edáficas en
relación con excesivas aportaciones de aguas, etc . Por
otro =lado, la antigüedad del establecimiento de la red
de riegos y ~,avenamientas hace que este dispositivo se
encuentre hoy poca adaptado a las necesidades actua-
les . La ineludible urgencia de sustanciales madifícacio-
nes se ve paralizada por falta de capacidad financiera
y por el temor a ver mermado de alguna manera un
derecho al agua tan antiguo como la huerta . Si en
Murcia ha sobrevivido desde época medieval la pra-

Z5
piedad colectiva deI agua, esta circunstancia na se ve
acompañada de una eficaz administración de la mis-
ma, quizá parque las condiciones generales na sean
las más adecuadas para el buen funcionamiento de ar-
ganïsmos con tales características .
Las distintas especies cultivadas en la huerta a la
largo del tiempo, muestran también una necesaria y
estricta dependencia de las posibilidades de riego.
Hasta eI punta de que, muy en líneas generales, pue-
de hablarse de dos huertas sucesivas en el tiempo :
la tradicional, de cereal y moreras, escasa en aguas y
reducida en sus limites estrictamente aI fondo de la
depresión del Segura ; y la actual, de hortalizas y
agrios, que se extiende sobre las inmediatas secanos
aI estirar al máximo las datacïones para riegos . La se-
gunda hoy casi ha borrado a la primera, pero incluye
dentro de sí fragmentos singulares deI paisaje de ésta .
Por su parte, el muestrario de las técnicas agrícolas
es un exponente de la intensidad del cultivo y del
grado de atención que éste exige a los agricultores .
Pero quizá la ünagen huerbana, ya clásica, que pro-
porcïana deba matizarse can la cansideracîón de la
dimensión de las explotaciones y sus resultados . En
este sentido es del mayor interés la práctica de la
agricultura ea tiempo parcial», hecho que si bien po-
siblemente no es nuevo en un sentida amplio, ha al-
canzada en los i~ltïmos años unas caracteres muy es-
pecíficos, que permiten valorarlo como eI desarrollo
de una actitud nueva, muestra de la reacción de la
sociëdad agraria marciana ante la situación actual y
el previsible futura.
Habría también que advertir aquí el modo en que
la evolución de las efectivos de población {de acuer-
da con los datos censales } subrayan una auténtica cri
sis en la huerta . Sin embarga, en este caso se debe ser
prudente a la hora de formular conclusiones, ya que
eI municipio marciano arrastra exrares censales des-

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~ 20 Km
Huerta de hturcia =_

t00 200 ti00 S00 m

huerta de Mureia .
FIGURA N.~ 1 .-Situación de !a
de 1940 . Por ello quizá la realidad no resulte adecua-
damente reflejada en las cifras .
Debemos aludir, por último, a. los rasgos del pai-
saje agrario, expresión netamente geográfica del com-
plejo haz de elementós que componen la realidad
huertana . Su construcción, en un esfuerzo multisecu-
lar, y su aspecto actual sintetizan perfectamente la
personalidad de las huertas mediterráneas, al misma
tiempo que ponen de manifiesto aquellas rasgas pe-
culiares que cabría considerar como propios de la ori-
ginalidad de la huerta murciana . Pero no hemos per-
seguido este objetivo, que por otra parte sería ocioso
sin tener presentes las huertas segureñas en su co~~-
junto .

18
1. LOS RASGOS DEL MARCO NATURAL
I3entro de is franja costera del Sureste español, ur:,~
de los sectores más áridos de la Península ibérica j~
también de Europa, la ancha depresión donde se asien
ta la huerta de Murcia ocupa una posición central,
participando ampliamente de los rasgas generales que
individualizan el área como una región climática .
La amplitud excepcional de este «corredor» bético,
y el hecho de que el río Segura sea el único que lleva
agua permanentemente hasta su desembocadura, en
los casi diez mil kilómetros cuadrados que ocupa la
región climática surestina, son dos factores de impor-
tancia fundamental en la génesis del regadío murciano .
Ice manera que las posibilidades que han permitido
la instalación y expansión de la huerta murcíana, pro-
vienen en gran medida del potencial natural : agua,
suelos, temperaturas . Pero también las limitaciones
tienen el mismo origen, y en Murcia, como en todas
las regiones subáridas del mundo, la supervivencia y

21
eI desarrollo de la agricultura son el resultado de una
dura ladra y un delïcado equilibrio entre el hombre
y su medio.

1 .1. . EL ~ELI~v~

~ esbozo de Ios xasgos del relieve en éI área de


la huerta de Murcia puede realizarse sabre la aprecïa-
ción de tres unidades morfoesrructurales diferentes :
el valle marciano y las dos alineaciones paralelas que
lo flanquearla fragmento central, determinado en sus
limites por los de la ocupación hutxzana en regadío,
dé la Represión prelitoral murciana y sus rebordes
montañosos . f.os caracteres estructurales del sector en
que se emplaza la huerta son, por tanto, sï ilares a
Ios del resto del amplïo valle de hundimiento flan- .
queado de flexoras y fallas que recorre la provincia
de 1Vlurcïa de S~ a 1`~E, desde eI muncïpio de Puerto
I~umbrexas hasta eI. de Beniel, continuando en eI S.
de ~.lïcante basta el rnar a.
2 Las publicaciones de mayor interés realizadas a propâsito
del área donde se encuentra la huerta de Murcia son : T~~-
t?Lnno, D ., y M>ss~curstc, J . : Explicaciâsa de la hoja ta.° 933 Alha
ma de Murcia {Marcim. Mapa Geólógico de España, e . 1 :SO.OgO.
~`~~~rt.~no, i~., y ~cu~x, I`.: Explicaeá¬Sra de is baja raaárrse-
ra 934. Murcia {Murcia y Alicante) . Mapa Geológico de Espa-
ña, e . 1íS0.000. DuPUx na LC?ME, E., y Az.tvtELn, A . : Explica
~iâra de la papa ra.° 913, Grihuela {<1+fureia y Ál¬carate}. Mapa
Geológico de España, e. 1 : Sq .000 . I~TAVaxxo, A., y iI'RIGi7H- .
aos, E . : Estudia hidrageolâgico de la Pravincáa de Murcia:
T`érmirao Muxaicàpal de Mur~ira. Ministerio de Industria. Insti
tato teológica y Minero de España . Madrid, 19b2 . Inédito,
81 foll, mecanografiados y 8 planos . ALnnxn, F., y Geztcïn
Llu~a"+res, ïF, : Memoria explicsstiva. I-Ioja n° 79 (Murcia} del
Mapa Geológico de España, e. 1 :2g0 .0qq. LG.M ., 1972, 3q pp.
texcz~. Rossxx,, L . : Memoria explicatïva . Hoja n" 72 (Elche}
del Mapa Geológico de España, e . 1,200.Og0. I.G.M ., 1973.
31 pp. t~fϬ?~ITFNái, G. : Lis formaüans rs getaes et gacaterraaï-
res du Levant espagraad. ~`esis . Paris, 197 . 1170 pp . y un
mapa .

~2
T~ra presencia del ria Segura, que penetra en la de-
presión a la altura del núc%a de Alcantarilla y la re-
corre a la laxgo de unas treinta kilómetros, proporcio
na ciertas rasgos originales a la comarca, tanta desde
el punto de vïsta morfológica coma desde el de la
ocupación humana, al aportar el agua necesaria para
los riegos y haber creada can, sus aluviones el suelo
huertano .
De las tres unidades de relieve aludidas la primera,
enumeradas del interior a ha casta mediterránea, es el ,
flanco interior de la Depresión prelitoral murciana,
compuesta en este sector por varias pequeñas eleva-
ciones : Cabezo Blanca, Cerra del Calvario de Espi-
narlo, El Funtal, Cabezo de Torres, Cerrar de Mono
teaguda, Mina y Esparragal y Cabezo Bermejo . l~Fin-
guna supexiar a 300 m., y que emergen aisladas entre
los materiales miacenas y cuaternarias subhorizonta-
Ies esbozando una orientación general Stl-NE . Fuera
ya de la comarca m ambas direcciones se prolonga
esta alineación can mayor parte, hacia el NE para ter-
minar en las próximas y enhiestas moles de las sierras
de Orihuela y Callosa y hacia el SQ con las sierras
del Cura, Alhama, España, Tercia y Feñarrubia .
A1 S. de estas elevaciones la Depresión prelitoral
murciana aparece como un prolongada plano inclina-
da en suave descenso hacia el NE, ancha valle que
recorren los ríos Guadalentín y Segura con un fonda
casi rïgurasamente horizontal .
Fór última, la unidad más meridïonal está formada
par el rábarde montañoso prelitoral, compuesto en
este tramo por las sierras de Carrascoy, Puerto de la
Cadena, CerrilAar, Miravete, Cresta del Galia y Chu-
milla, entre atrac . Sólo sobrepasa las mil metros la
sierra de Carrascoy, el resto na alcanzan los 600 m.
y el conjunto aparece topográficamente como un ra-
mal septentrional de la Cordillera litoral murciano-
almerïense .

23
El conjunto comarcal, valle y rebordes montañosos,
ocupa el límite interior de las tordillas héticas s .s . y
participa ampliamente de los numerosos problemas
tectónicos y estratigráficos que han sido estudiados
por varios autores a . Por núestra parte sólo se preten-
de bosquejar los rasgas más notables y destacar aque-
llos que mayor trascendencia tienen para la ocupación
humana.

l .l .l . Materiales

El substrato hético aparece en las alineaciones de


ambos flancos del valle murciana con importante pa-
pel, habiéndose señalado como diferencia fundamen-
tal entre las formaciones situadas en cada lado el he-

Sobre problemas generales de las cordilleras héticas y al-


gunos temas más concretos referidos a la región murciana son
de interés : HERNÁNDEZ Pnc x Eco, E. : «Los materiales bitumi-
nosos de la Serranía de Ronda», Bol. Soc. Esp. Hist. Nat.,
t. XXXVI, 1936, pp . 245-247 . Artículo donde se resumen las
posturas tradicionales, singularmente las discrepancias entre
«movilistas» y «fijistas> . FALLOT, P. : «Les cordilleras Béti-
ques», Estudios Geológicos, t . IV, 1948, pp . 83-172 . SOLE Sn-
EaRis, L: «El relieve», en Geografía de España y Portugal,
t. 1 . Barcelona, Montaner y Simón, 1952, pp . 425 y ss . Du-
ReND DELGA, M. : «Essai sur la structure des domaines émer-
gés autour de la Méditerranée occidentale», Geol. Rundschau,
t. LIII, 1963, pp . 534-535. FERNE%, F. : Tectonique et paléo-
geographie du Bétique et du Pénibetique orientaux . Transver-
sale La Paca-Lorca-Aguilas (CordilDeres Bétiques, Espagne me-
ridionale) . Tesis, París, 1968, 968 pp . EGELER, G. G., y Si-
MoN, O. J. : «Sur la téctonique de la zone Bétique (Cordilleres
Bétiques, Espagne)», Verband. Konik. Nederlanse Akad. We-
tens. afd. Natuur., t. 25, n.° 3, 1969, pp . 1-90 . PeQuEr, J. :
Etudes géologiques de l'Ouest de la Province de Murcie (Es-
pagne), Mem. Soc . Geolog . de France, n° 111, 1969, 270 pp .
DUMAS, B. : «Un relief érigé au Quaternaire : Le Sud-Est du
Levant espagnol», Rev. Geogr. Monteal, vol . XXIII, n.° 2,
1969, pp . 139-163 . MONTENAT, C. : «Sur l'importance des mou-
vements orogen ques récents dans le SE de l'Espagne», C. R.
Ac . Sc., n .° 270, París, 1970, pp . 3194-3197.

24
chv de que los materiales béticos preütorales presen-
tan estratos de pudingas en la base del Buntsandstein,
faltando por el contraria totalmente en 'las alineacio-
nes del interior .
En el flanco meridional del valle murciano, si ex-
ceptuamos el macizo de Carrascoy formado por ma-
teriales triásicos singularmente calizas dolomíticas del
Muschelkalk, las formaciones terciarias alcanzan un
gran desarrollo. A partir del piso de dalomías triási-
cas, desde Carrascoy hacia el NE, se desarrolla una
formación de areniscas margosas de cólor gris amari-
llento que engloban lentejones de gravas y conglome-
rados, señalada como perteneciente al Helveciense su-
perior s . Sobre estos materiales se sitúan discordantes
unos conglomerados rojizos formados pór gruesos ele-
mentos brecha des de rocas metamórficas y dolomías
gris oscuro que forman las cumbres de la sierra de la
Cresta del Gallo. Estos materiales conglomeráticos
representan un episodio continental entre las forma-
ciones marinas anteriores y posteriores, señalando una
fase de rexistasia breve y brutal quizá favorecida par
movimientos orogénicos .
El episodio inmediato corresponde ya al Tortonien-
se, cuyos materiales tienen actualmente representación
muy amplía (sierras del Cerrillar, de Columbares y de
Altaana} y presentan una sucesión litológica monóto-
na, con alternancia de margas y areniscas a veces con-
glameráticas . Por última, el Míoceno terminal prolon-
ga el episodio marino con las formaciones tradicional-
mente denominadas Saheliense, de conglomerados bien
rodadas sobre los que se desarrolla una potente serie
margosa con intercálaciones de bancos margocalcá-
reos. A partir de la etapa Tortoniense-Míoceno termi-
nal, la evolución de las das vertientes de esta alinea-
3 MONTENAT, C . : pág. 12 . La descrip-
Les formations . . .,
ción de los materiales que forman el relieve en la comarca se
ha orientado en conjunto siguiendo las opiniones de este autor .

25
ción ha sïdo diferente . En la vertiente 5E (Campa de
Cartagena sobre el Sahelïense un breve episodio de
calïzas areniscosas amarillo pálido determinan un fren
te de cuesta muy acusáda sobre las margas finimiace-
nas en depresión, formando l~ primera de las varias
cuestas que accidentan el relïeve de aquella comarca.
El fin del Mioceno lo señalan niveles bastante poten-
tes de margas y areniscas con carácter litoral y a ve-
ces continental.
En eI flanco NC+ d~e la alienacïón prelitoral, que co-
rresponde propiamente a la huerta de Murcia, se se-
ñalan algunas diferencias notables que permiten indi
vidualizar la evolución de la cuenca donde actualmente
se asienta la huerta como netamente diferénte de la
de las tierras cartageneras. En primer lugar, los mate-
riales margosos del Tartoniense más antiguo no apa-
recen, y los conglomerados del más reciente dismïnu-
yen su potencia y pasan a formaciones de calïzas are-
niscasas para cambiar lateralmente en una formación
breehosa continental muy potente y formada esencial-
mente de cuarcitas y rocas metamórfi-cas . El Plioceno
marino tampoco existe al N, del eje Carrascoy-Cresta
del Gallo y los depósitos plia-viliafranquienses no
aparecen representados cn este flanco septentrional de
la alïneacián prelïtoral.
El fondo de la depresión del Segura aparece actual-
mente cubierto por los materiales recientes aportados
por los ríos, hasta su flanco N. donde se levantan una
serie de calinas formadas por materiales triâsicos ais-
ladas entre el Cuarternario reciente e inmediatas a la
formación brechosa continental citada, aquí amplia-
mente representada y compuesta con bloques a veces
de grandes dimensiones . Estos conglomeradas pare-
cen alcanzar un lapso de tiempo considerable, desde
el Tortoniense al Flio-cuaternario, y han sida conside-
rados por Montenat como depósitos de pïedemonte
acumulados en el flanco de un macizo antiguo . Apar-

26
te de dar lugar con su dureza a un estreehamienta
del ria Segura que permitid instalar la presa origen
del xîego murciana, la presencia de estos canglamera~
das ba servîda de base al autor citada para emitir una
hipótesis sugestiva sobre el origen de la depresión del
Segura : la existencia de un maciza emergido, actual-
mente hundida en gran parte, que se lacalizaria apro-
ximadamente sobre las cuencas del Guadalentin y el
Segura desde Alhama de Murcia a Crevillente . Las
sierras y mogotes de vertientes escarpadas que domi-
nan, sin transición, la depresión horîzantal en su flan-
ca interior, serf~an, en este Baso, relieves de arigen
tectónico . Vestigios dislocadas de un conjunto hun-
dida con ocasión de movimientos postpliocenos . Así
mismo el conjunto de fallas y flexoras que actualmen-
te flanquean la depresión en ambas márgenes, testî-
gas del hundîmîenta reciente.

1 .1 .2 . , El ~n~do ~e l~ r~epre.~iára ~lel Seg~tr~

El amplia valle de terrenas cuaternarios sobre el


que se asienta el sector de cultiva huertana es una
llanura de înundacián formada por la confluencia de
las rías Guadalentín y Segura . ~n ella pueden dîstîn-
guirse dos unidades morfológicas diferentes, por un
lado el contacta can las alineaciones que forman sus
flancos y por afta el fonda de la depresión propia-
mente ~hcha.
Los bordes de la llanura de înundación aparecen
orladas de conos de deyección antiguos, allastomosa-
dos en su contacta con la ilanára cuyos materiales re
cu%ren su trama fïnal . Los cursos actuales se han en-
cajada sobre ellos y han dado lugar a una segunda
generación de conos más modernas . La acentuada pen-
diente hace difícil distinguir con claridad épocas de
formación de esta arfa, cuyas materiales aparecen re-

ce k
vueltos y pronto, en uno o dos kilómetros, desapare-
cen baja las aluviones de los ríos de la llanura, En el
flanco N. es más fácil seguir la evolución de los ca-
nos, pues presentan mayor desarrollo en relación con
unas pendientes más suaves . Allí se advierte clara-
mente una generación de canos anterior al estableci-
mi~nto definitivo de la red fluvial que los ha entalla-
da profundamente desmantelándolas en amplios sec-
tores .
T..a llanura de inundación ~tá compuesta en su secta
for SO por el amplio cano de deyección del Guadalen-
tín ~ qu¬ alcanza las pxaximidades del núcleo de Mur
cia, el resto es el valle propia dei Segura . .La aparente
planïtud de esta llanura no es tal sí se atïende a las
micrafarmas que reflejan la complejs'dad de su forma-
ción . 1?os elementos han actuado en su génesis : por
una parte, el ría can sus aguas noxmales meandrizan-
do y encajándose ; por otra, las aguas de inundación
que han depositada sus sedimentos en determinados
lugaxes produciendo abafnhamientas cama el que lira
ve de emplazamiento al núcleo de Murcia, proceso en
el que han revestida singular impaxtancia las aporta-
ciones de sedimentos por parte del Guadalentin .
El cauce del Guadalentín, unos 6 I~m . al SO de la
localidad de Sar~ganera y ante-s de penetrar en el área
propiamente huextana, pasa a estar mal determinado,
señalándose varios cauces ocasionales que recorren en
distintas direcciones la amplía masa de sedimentos de
unos 3Q Km? de supexficie que forman el delta inte-
riar por el que este curso desemboca en el Segura .
El empuje de estas materiales ha desviado hacia el N.
el cauce del Segura apenas penetrada en la depresión
marciana .
~~~.vo G~xcz~t-~`ax z,, F. : ~La huerta de Murcia y las
inundaciones del GuadaIentîn», Papeles del Departamento de
Geografía, I, 1968-1969, pp . 211-137 .

28
Debido al escaso déclive de la depresión hácia el
NE, cuya pendiente general no supera el 1,25 por
mil, el Segura recorre en ella un curso bastante in
cierto, describiendo amplios meandros . Corre el río
en este tramo encajado en cauce estrecho, que oscila
entre 5 y 10 m . de profundidad, sin cauce mayor y
sin restos de terrazas antiguas, excepto en el sector
más inmediato al núcleo de Alcantarilla al principio
de su recorrida en la depresión . En el resto del área
huertanas es difícil de localizar terrazas, pues las
inundaciones periódicas cubren toda la llanura aluvial
y además la intensa actividad agrícola enmascara todo
vestigio .
En los sectores donde el río ha excavado sus pro-
pios sedimentos se revelan lechos lenticulares de gra-
va menuda y arenas producidos por los cambios de
velocidad y la sucesión de umbrales debidos a las va-
riaciones de caudal .
Tanto los cauces abandonados por el Guadalentín
como por el Segura han sido aprovechados desde muy
antiguo para establecer acequias de riego o, simple-
mente, ocupándolos con cultivos, de manera que es
difícil establecer un mapa completo de estas varia-
ciones .
Un tercer elemento habría que incluir en la génesis
del modelado de la depresión, la acción humana, in-
tensa y prolongada al menos a lo largo de más de un
milenio, que ha modificado profundamente los carac-
teres naturales, variando artificialmente el trazada del
cauce del ría, desecando las áreas pantanosas, colabo-
rando con el abancalamiento a acentuar la horizonta-
lidad del fondo de valle y, sobre todo, deteniendo to-
talmente la evolución natural con un esfuerzo secular
de regulación de las cuencas hidrográficas y defensa
contra las inundaciones .
Tan intensa ha sido esta acción humana en cuanto

29
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MATERIALES CE PIEDEIAONIE SOBRE ~
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P3 ® PLIOCENO 1ERMINAL mS © Y MARG457 i' Ml,iEkIALES HORIZONTALES

PZ ~ PLIOCENO (ARENISCAS AMARILLAS) 10RIOMENSE INFERIOR (ARENISCAS ~ PLIEGUES R0105


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PI FLIOCENO !MARGAS) R1C a ® 1OR10NIENSE INFERIOR (ARENISCAS ~


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VOLCANISMO RECIENTE R1C 9 ~ IOR :ON~ENSE INFERIOR CONGLOKEkgDO$//

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56 ~ ICALIZA'~ Y OOIOMIAS) ARIIFICI4L

ESCALA GRÁFICA

o Ióoo anoo T o0o c .oooT*, .

FIGURA N .~ 2.-Esquema geomorfológico del sector donde se asienta la huerta .


a las modificacïanes del cauce del rîo, que casi todos
los. meandros cortados que pueden advertirse median-
te fatografîa aérea la han sido artificialmente, y a
ellas se aludirá más adelante al describir el proceso
de colonizacïón huertano . - afros elementos de gran
importancia, que dependen aûn actualmente én gran
medida de los caracteres naturales, son singularmen-
te los suelos y la circulación subterránea .

1 .2 . Las su~r~os

lenla génesis de los suelos de la huerta de iltlurcia,


el Segura, que ha tapizado el valle con sus aluviones,
tiene un papel de primera importancia. Junto a este
cursa existen otras en el área cuyo papel no es pari-
ble considerar cauro despreciable, aunque no tenga
la relevancia del anterior : el Guadalentîn, cuyos alu-
viones extendidas en un amplio cano de deyección
tapizan el sector suraccidental huertana ; y diversas
ramblas que frenen su cabecexa en las inmediatas sie-
rras . La rambla Salada en el área de Santomera, la de
la gesta del ello junto al nóclea de Beniaján, la
del Puerta de la Cadena entre Santo Angel y El Pal-
mar y algunas otras menores, extienden sus canos
formados por arrastres mucho más gruesas que las
aportados par las ríos, formando una orla disconri-
nua de suelos en pendiente hacia el fonda del valle .
Los materiales del fondo de la depresión marciana
han sida, en su mayor parte, acarreados por el Segu-
ra. AI tratarse de aportaciones que provienen de ?a
amplia cuenca de este rîa la composición de sus sedi-
mentas es muy compleja, predominando en general
los elementos arcillosos, pera apareciendo tamlaién
margas, arenas, ,areniscas y calizas . En el extremo St)
dei valle el. carâcter arcilloso está más acentuado por
predominar allí las aportaciones aluviales de la cuenca

30
deI Guadalentin . En el contacto entxe el valle y sus
flancos monta asos los materiales tienen un origen
ma's inmedïato, son de textuxa mucha mis grosera y
reflejan directamente el tipo de roquero de las siexras
próximas, de donde provienen aportados por las xam-
blas o son derrubios caluviales .
La evolución de estos suelos basta su situación ac-
tual no corresponde ya en absóluta a un procesa es-
trictamente natural, pues el agxicultar ha actuado in
tensamente sobre ellos a través de desecaciones, la-
bores agrícolas, abonos y, sobre todo, riegos abun-
dantes .
De acuerdo con el erigen de los materiales que los
componen pueden dïstinguïrse dos grupos principales
de suelos en la comarca . Por un lado, los formados
a partir de maternales «nn situ>a o poca transportados,
que dentro del sector buertana presentan una exten-
sión reducida y muy localizada .
Según un estudio de las suelas huertanos $ publïca-
do hace unas años, en las elevacïones trïásicas que
forman los cerros de Santomexa, Cobatillas, La Cueva,
1Vlanteagudo y el Castellar en el flanco lN'. aparecen
Litnsuelos calizos no aptas para el cultiva, cuyas de-
rrubios han dado lugar a la formación de algunos peo
queños-sectores de suelos Pardo-calizos, pedregosos y
permeables, con gran proporción de carbonatos, que
alcanzan cierto desarrolla al pie del cerro de Cob :~ti-
Ilas y también en Monteagudo y La Cueva .
Litosuelos sobre esquistos pértrticos, aparecen en
los cercas (armados par materiales pérmncas (Espa-
rragal, Campillo, Cabezo de Torres, etc .} y suelen dar
lugar en las laderas de estos montículos a suelos
pardo-siliceos con escasa proporción de carbonatas .
Los materiales aluviales aportados por el Segura,
s C.E.B .t1.S . : Estudio edafológico y agrobiolôgico de la
baserta de 14~furcia. LO.A .T.S., Murcia, 29&3, 1$3 pp.

31
el Guadalentin y algunas ramblas de trayecto largo
son la base del segundo tipa de suelos, muy extendí=
dos superficialmente y denominados en conjunto sue-
los rle vega, que presentan dos variedades .
Suelos de vega ~renci~í~aosos, profundas y permea-
bles que se extienden ampliamente por la cabecera
de la. huerta (Alcantarilla, J'avalí Viejo, Euebla de
Soto, La Raya, Era Alta y Aljucer), reduciéndose lue-
go a una estrecha faja junto al río y dos bandas para-
lelas en el contacta entre la depresión y sus rebordes
montañosas . En el sector final ~de is huerta, a la altu~
ra de Beniaján, vuelve a ampliarse este área de sue-
las profundas, debida probablemente a los derrubios
apartados par la rambla del Garruchal y laderas de
la Cresta del olla, ocurriendo alga sï ilar al NE,
junto al caserío de El Ciscar, por efecto de la activi-
dad de la rambla Salada .
Son estos suelos de carácter aláctano y están en
relación directa con las aportaciones de sedimentos
gruesas de los cursos que desembocan en el Segura y
de las propïos de este ría . El amplio triángulo de sue-
los profundos en la cabecera de la huerta a que alu-
dimos proviene, sin duda, de las intensas aportaciones
del Guadalentín, y las estrechas fajas que bordean la
huerta par sus márgenes {a veces no llegan a las
300 m. de anchtxrara) tienen un origen caluvial . El
propio Segura, depositando los aluviones más grue-
sos próximos a sa lecho, ha dado lugar en su curso
divagante ~a una serie de «rincones» (Rincón de Saca,
de Beniscarnia, de Villanueva, del Conejo, de Galle-
go, etc .) y «satosr> en las que también aparecen es-
tas suelas profundas, dando lagar a una banda cen-
tral, que, como se ha indicado, recorre la huerta a
ambos márgenes del río .
Coinciden estos sectores can las de profundos ni-
veles freáticos, localizándose en general éstos en el

32
triángulo Murcia-Javalí Viejo-El Palmar a más de
5 m. de profundidad, lo mismo que el de los sectores
más próximos a las alineaciones laterales, ascendien-
do hasta 2 m . de la superficie en las proximidades
del río .
Los suelos de vega cenagosos coinciden con el área
de altos niveles freáticos . En conjunto tienen una
textura mucho más fina que los anteriores y parecen
corresponder a los aluviones más finos aportados por
el Segura . A la profundidad media de un metro apa-
rece en ellos una capa cenagosa impermeable (hori-
zonte «gley») que ostaculiza el drenaje . En ocasiones
esta capa cenagosa está en la superficie, haciendo el
suelo casi inapropiado para el cutlivo, como ocurre
en el camino de Casillas, junto al Azarbe Mayor .
Se extienden estos suelos poco profundos . por el
centro del sector N. huertano, partiendo desde la la
calidad de Guadalupe y ensanchándose hasta ocupar
casi totalmente el espacia entre el río y el reborde sep-
tentrional de la depresión, la isohipsa de 40 m . se-
ñala aproximadamente sus límites . En el sector me-
ridional de la huerta la zona de suelos poco profundos
aparece seccionada por efectos de los materiales de
la rambla del Garruchal que posiblemente dificultan
el drenaje . El área más occidental semeja una cuenca,
cuya parte más profunda estaría situada en el lugar
denominado «El Charco» (situado entre Algezares y
Santo Angel}, fre.^uentemente inundado. Hacia el E.
la faja de alto n vel freático sigue hasta Orihuela .
Estos suelos son, en general, poco aptos para el des-
arrollo de los árb~ eles, excepto aquellas especies cu-
yas raíces son poca exigentes en oxígeno.
Aunque las continuas labores y abonados han mo-
dificado profundamente las condiciones minerales ori-
ginales de los suelas de vega, pueden sin embargo
distinguirse varias sectores con ciertas diferencias en

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FIGURA N .° 3 .-Tipos de suelos y profundidad capa


freática (según LO .A .T.S .) .
la composición química del suelo y, por tanto, con
vario interés para la agricultura .
En general, los suelos huertanos son de pH alcali-
no, el Carbonato cálcico total presente en el suelo es
bastante elevado, oscilando entre el 34 por ciento y
el 59 par ciento . El sector con mayor porcentaje se
localiza en la desembocadura de la rambla Salada,
entre Santomera y El Císcar. Los valores míninrJs
(ïnferiores al 30 por ciento) aparecen en las inmedia-
ciones de Espinarla, Cabezo de Torres, Monteagudo,
Esparragal y El Campillo, coincidiendo con los sec-
tores citrícolas más importantes .
Este elevado pH se traduce en una serie de defi-
ciencias :acusadas en otros elementos . La carencia de
Fósforo es muy acusada, ya que la presencia del Car
bonato cálcico lo hace prácticamente insoluble. Asi-
mismo, la activa acción microbiana de los suelos ca-
lizos, que los convierte en destructores de materia
orgánica, da lugar a que los suelos huertanos presen-
ten importantes deficiencias en este aspecto .
Los problemas que más afectan a los cultivos huer-
tanos, en relación can los caracteres edáficos de la
comarca, son la carencia de determinados oligoele
mentos . La intensificación de los cultivos ha puesto
en evidencia el déficit de hierro en los suelos huerta-
nos, ante el que la planta reacciona por la clorosis
(declaración del limbo de las hojas nuevas) muy ex-
tendida en las plantaciones de cítricos . La riqueza en
Carbonato cálcico activo es responsable de esta defi-
ciencia, así como de la también detectada en manga-
neso y materia orgánica .
En cuanto a la organización del suelo, la presencia
del horizonte gley es muy limitativa para la expan-
sión de cultivos con zona radicular profunda.

35
1 .3 . CIRCULACIÓN SUBTERRÁNEA

Los sondeos realizados en la huerta de Murcia con


fines hidrológicos han señalado en el subsuelo de
este valle varios niveles artesianos ascendentes hasta
cerca de la superficie, el más profundo de ellos se
encuentra a 87 m. Existe también un nivel freárico
situado aproximadamente a 17 m. y otro muy próxi-
mo a la superficie de gran trascendencia edáfica y
agrícola s .
En lineas generales el nivel freático próximo a la
superficie se localiza a menos de 5 m. de profundidad
en toda el área huertana, exceptuando el sector ocu
pada por el extenso cono de deyección del Guadalen-
tín en el SO . y las laderas en pendiente de los flancos
montañosos . Una importante faja de terrenos con ni-
veles inferiores a un metro ocupan la margen izquier-
da del río en toda su longitud, en tanto que en la
margen derecha se reducen a dos sectores de relativa
amplitud situadas en las inmediaciones del núcl.~o de
Murcia . En el resto del área oscila entre 1 m . y 3 la
profundidad del nivel piezométrico, excepto frente a
las localidades de Beniaján y Torreagüera, donde los
conos de deyección que provienen de la sierra de la
Cresta del Gallo estrangulan la continuidad del nivel,
haciéndolo descender hasta 5 m.
La causa de la existencia de esta capa de retención
de agua en el valle huertano se debe en gran parte a
su propia formación geológica . Las frecuentes inunda
ciones del Segura y el Guadalentín han depositado
sucesivas capas arcillosas poco permeables, a las que
se han unido las árcillas de horizontes superiores la-
vadas por una iluviación muy activa debida a Ios rie-
gos continuos . Este proceso ha provocado una acu-
6 Explicación de la hoja
TEMPLADO; D., y MESEGUER, J . :
del Mapa Geológico de España n.° 934 (Murcia) .

36
mulación de capas de arcilla muy potentes en los ho-
rizontes inferiores del suelo, que actúan como super-
ficies impermeables sobre las que se detiene el agua' .
Aún actualmente los cauces de conducción y desa-
güe del dispositivo de riegos huertano, no recubier-
to~ en su mayor parte y cuyas escasas pendientes pro
vocan los desbordamientos, contribuyen a dificultar
el avenamiento .
Otro factor digno de tenerse en cuenta en la géne-
sis y en el mantenimiento de este nivel freático supe-
rior es el arfiesianismo anteriormente aludido, que
provoca el ascenso de aguas hasta las capas superiores
más arcillosas, cuya impermeabilidad colabora a su
impregnación y a la formación de horizontes «gley» .
En varias ocasiones estas surgencias de niveles arte-
sianos se han utilizado incluso como fuentes públicas,
así la formada al realizar la cimentación del Puente
Nuevo en Murcia y varias otras en diversos lugares
de la huerta .
En las laderas montañosas de la depresión tienen
do algunos manantiales generalmente en el contacto
cierta importancia las aguas subterráneas, aparecien-
de las dolomías triásicas con los materiales impermea-
bles subyacentes . Algunos de estos manantiales han
tenido un aprovechamiento importante, aunque se
agotaron relativamente pronto ; este es el caso del de
Santa Catalina del Monte, situada en la ladera N . del
reborde montañoso meridional, el cual, mediante un
excavado en galería, permitió a finales del siglo xIx
dotar a Murcia de agua corriente .

.4 . EL CLIMA

Como el resto de las fachadas costeras mediterrá-


CARPENA, O ., y Sáivc a Ez, J. A . : «Estudio de drenaje
en la vega del río Segura (Murcia)», Memoria C.E.B.A.S.,
Murcia, 1963-64, pp. 33-39.

37
veas el sureste español presenta arras precipitaciones
desigualmente repartidas, con sequía estival ~acentua-
da y ma'ximos equinocciales . El invierno tiene suaves
temperaturas, la primavera es carta y precoz, el ve-
rapo calurosa y el otoño prolongado y dulce, Pero
dentro de este marco mediterráneo la personalidad
surestima reside en la acentuación de algunas de ~-
tos rasgos, de manera que ha sido posible definirla
como la región más árida de la Peninsula ibêrica $.
hxtendida por los valles ~ las bajas tierras costeras,
salpicada de islotes de humedad ~alli donde el relieve
proporciona altitudes notables y alejada, tanto par
su posición como por la acción de pantalla del arca
hêtico, de los grandes centros de acción climática que
rigen la fachada occidental del continente europeo .
Dentro de este sector cuyas peculiaridades climá-
ticas han sido descritas en varias ocasiones Q, el tramo
de la depresión marciana que ocupa la huerta presenta
ta ciertos caracteres propios, locales, que le prestan.
una indudable originalidad . En primer lugar, la Cor-
dillera prelitoral cierra esta depresión en su flánco
costero acentuando su grado cíe continentalidad, el
fenómeno de inversión térmica es apreciable en el
fondo del valle, ~, por último, un notable grado de
humedad atmosfêrica se detecta claramente producido
sin duda por la masa de cultïvos y la gran superficie
de cauces de riego.

& V'ttrn VtYZ.EF+ITI, 'irrigation par nappes pluvlsles


J. : t<
dares le SudEst espagnol~, 1t2édíterranée, abrïl-junïo, ißb1, pá"
ginas 19-31 .
s I}os tenis recientes están dedicadas en gran parte al estu~
dio pormenorizada del clima regionál : G~xc~x, F. : I3í~ ,tîrídí~
tät íst SüdasBspaníen . Stuttgarter Geographïsche Studien, 77 .
Stuttgart, 1970, 173 pp. F..cSr Bax tínaz, F.: ,La ~sega sita
de$ S~^gura. ~lírrta, ~ídratags'a ;~ ~revr~xarfologia. L3epartamen-
to de Geografía . Universidad de Murcia . Murcia, 1973, 28$
páginas .

38
1 .4 .1 . Los datos y las estaciones
Como base para el cálculo de los principales ele-
mentos del clima en el área huertana, se han utiliza-
do en este trabajo fundamentalmente los datos deI
Boletín Mensual Climatológico que publica el Servi-
cio Meteorológico Nacional, completados con los apar-
tes mensuales» que cada estación envía al Centro Me-
teorológico del Sureste en Murcia .
Las series utilízalas han sido de treinta años en la
mayoría de los casos . En algunas ocasiones, muy po-
cas, se han tenido que realizar interpolaciones, pero
cuando en determinado elemento las series resultaban
demasiado incompletas se ha prescindido de ellas,
buscando la máxima fiabilidad posible .
Las estaciones consideradas son las de Alcantarilla,
Beniaján, Murcia y Verdolay, todas dentro del área
huertana o inmediatas a ella . La estación de Murcia
corresponde a la instalada actualmente en el Centro
Meteorológico del Sureste, se encuentra dentro del
casco urbano en la terraza de un edificio a 50 metros
altitud . De las varias estaciones que han funcionado
en Murcia ésta aparta los datos más completos y po-
siblemente los más rigurosos .
La estación de Beniaján se localiza junto a este nú-
cleo, a 46 m. de altitud . Tanto esta como la de Ver-
dolay (60 m.) se encuentran en a parte inferior de
la ladera de la alineación que flanquea la huerta por
el SE.
Por último, la estación de Alcantarilla ( 75 m . ) co-
rresponde a las instalaciones de un ~aerodromo mili-
tar. Los datas de ésta los estimamos, en general, coma
más representativos del clima de este sector, ya que
sus instalaciones se encuentran en pleno campo, en
terreno llano y relativamente despejado, al mismo
tiempo que ofrece series muy antiguas y completas
de observaciones . Beniaján y Verdolay presentan pe-

39
r%das de observación más cortos q en la estación de
Murcia se observan ligeras anomalías que pueden
considerarse efectos del ambiente urbano . Aunque,
sin duda, eI análîsis de estas variaciones es muy in-
terésente desde el punto de vista mierarlimátiro, de
hecho cuando sólo se pretende caracterizar el clima
de la zona mediante un cuadra relativamente redu-
cido de indices, estas anotnalias son perturbadoras .
For ello aunque las datas más generales ( temperatu-
ras, lluvias, heladas, etr .} se ofrecen para el cc~n;unta
de las estaciones del área, el cálculo de algunos datos
concretas que se especifïcarán en rada casa, estarán
referidas exclusivamente a la estación de Älca tarilla.
1 .4 .2 . Te~xperaturas . Medias a~auaïes y distribución
Los observatorios situados dentro de la comarca
proporcionan las siguientes datos :
I'er%odo de Altïtud Medía
Estacïón observación (m .) anual
Murcia . . .  . .. . 194Q a 1969 53 lß,3°
Aicantar~ïia . . . . .. 194U a 1ßbß 7~ 17.d°
Beniai~n . . . . . . ... 1945 a 1969 qCi 17,5°
Verdolay ... . . . ... 1947 a 19b9 6t? 17,4°
Corresponde la temperatura media más elevada a
la estación de Murcia . La sïtuación de estas instala-
ciones r etearológiras en las terrazas de un edsficio
a más de 20 m. sobre el suela, en el ïnteriar del casta
co urbano Y mu~7 próximas al ria, disfraza las caracteR
cisuras reales del área, reflejando más bien las de un
microclima urbana ligeramente más cálida.
hl resto de las instalaciones de la comarca, situa-
das todas ellas fuera de áreas urbanas, presentan unas
temperaturas medias li~ramente inferiores, que posi-
blemente reflejan can más fidelidad las caracteres
térmicas de este sector de la depresîón .
~ siguiente cuadro expresa el régimen anual. de
temperaturas en estas estaciones, expresada en grados
rentigradas :
40
Estaciân Enero Febr. Marzo Abril Maya Junio Julío Agost . Sept . Oct . Nahre. Dibra.

Murci a . . . . . . . . . 10,8 12,0 14,3 16,6 19,9 23,6 26,4 26,7 24,0 19,5 14,7 11,6

Alcantarilla . . . . . . 9,7 10,8 13,3 15,7 19,0 `22,8 25,7 26,2 23,3 18,6 13,8 1p,3

Beniaján . . . . . . . . . 9,8 1I,3 13,9 15,9 19,4 23,1 25,9 25,7 23,3 18,8 14,p 10,8

Verdolay . . . . . . . . . 10,1 10,9 13,4 15,5 19,3 22,6 25,8 26,0 23,0 1$,3 13,7 I0,7
n~s 1F CiC~ :mBY+E ?F Erta.e .ñFai%rar~
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~~ e M a M J~tá~~ .*~~

F1Glt~tA N~ ~.-Osaïlacïrsrl mscti~ áe tns temp~ratuwss a


10 1ar~t~ ás1 ~~¬~_
El ciclo anual de las temperaturas presenta un mí-
nimo invernal localizado, para todos los observato-
rios, en el mes de enero. Las medias más bajas las
presenta el de Alcantarilla, cuyo observatorio situado
en el fondo de la depresión acusa los efectos dela
inversión térmica, menos apreciable en Beniaján y
Verdolay por encontrarse ambas estaciones en la la-
dera del reborde montañoso meridional . La estación
de Murcia presenta unas mínimas más elevadas .
Desde enero las medias mensuales se elevan rápi-
damente a partir de abril, para alcanzar los máximos
veraniegos en agosta, aunque con escasa diferencia
respecto a julio y no en todos los observatorios .

1 .4 .3 . Oscilación térmica. Máximos y mínimas


La consideración de la oscilación térmica media de
las estaciones estudiadas arroja los siguientes datos :
Murcia 15,9°
Alcantarilla 16,5°
Beniaján 16,1°
Verdolay 15,9°
Más significativo, a efectos de la actividad agríco-
la, es el análisis de los máximos y mínimos absolutos
anuales . En las estaciones de Murcia, Beniaján y Al
cantarilla, que son las que están dentro del área de
cultivos huertanos, durante los años analizados se
distribuyen estas cifras según expresan los cuadros
de las páginas 44, 45 y 46 .
La consideración de estos cuadros indica que el
área más afectada por las bajas temperaturas, y con-
secuentemente en la que hay más riesgo de heladas,
es en la de Alcantarilla . Es dé lamentar que no exis-
tan mayor número de observatorios en el área . Sus
datos permitirían sin duda trazar una serie de isoter-
mas que en gran parte definirían las áreas de cultivo

~13
Estación : MURCIA

Año Máxima ab . Mes Mínima ab. Mes Oscilaciôn

1940 42,0 Ag. - - -


1941 37,0 Jl . - 3,2 Díc. 40,2
1942 39,0 J2. -2,2 En, 41,2
1943 38,8 Jl. -1,2 Feb : 40,0
1944 39,5 Ji. -2,0 Feb. 4i,5
1945 39,8 Ju . - 4,0 En . 43,8
1946 44,5 Jl. -2,4 En . 4G,9
1947 44,b Ag. - 2,0 Dic. 42,6
1948 39,8 Ju . 0,0 En. 39,8
1949 43,0 Ag. -1,4 Nou; 44,4
1950 39,4 Jl . - S,0 Díc. 44,4
1951 42,0 Jl . - 5,4 En. 47,0
1952 39,0 Jl . -2,8 En . 41,8
1953 38,4 J1 . - 2,0 Feb. 40,4
1954 41,1 Ag. -4,4 Feb . 45,5
1955 39,5 Ag . -1,0 Mar . 40,5
195G 38,5 Jl. -3,0 Feb . 41,5
1957 40,4 Jl . -1,7 En. 42,1
1958 39,0 Jl . 0,0 En . 39,0
1959 37,b Ju . 2,0 En . 35,b
19G0 37,2 Ag . -1,7 En . 38,9
19G1 40,G Jl 0,9 Dic. 39,7
19G2 40,8 Jl . - 2,0 Dic. 42,8
19G3 40,3 J1. -1,2 Feb . 41 .5
19G4 37,8 Ag . 0,0 Dic. 37,8
1965 39,2 Ju . 0,0 Díc . 39,2
196G 40,0 Ag, O,G Dic. 39,4
19G7 41,G Jl. -2,0 Die. 43,6
19G8 39,2 Ag. 0,2 Dic. 39,4
1969 39,0 Ag. 0,2 En. 38,8

44
Estación : ALCANTARILLA

Año Máxima ab . Mes Mínima ab . Mes Oscilación

1940 39,4 Ag. - 6,0 Dic . 45,4


1941 - - - 6,0 Dic . -
1942 40,8 Jl. - 4,0 En . 44,8
1943 39,0 Jl . - 3,0 Fb . 42,0
1944 . 38,3 Jl . - 4,7 Fb . 43,0
1945 41,5 Ju. - 4,2 En. 45,7
194G 44,2 Jl . - 4,2 En. 48,4
1947 38,0 Jl. - 4,4 Dic . 42,4
1948 39,4 Ju . - 2,0 En . 41,4
1949 39,5 Jl . -1,4 Mar . 40,9
1950 39,G Jl . - 4,0 Di . 43,6
1951 45,2 Jl . - 5,0 En . 50,2
1952 40,4 Jl. - 3,6 Dic . 44,0
1953 39,4 Jl . - 3,0 Fb . 42,0
1954 41,0 Jl. - 3,8 Feb . 44,8
1955 40,8 Ag. 0,0 Feb . 40,8
1956 38,8 Jl. - 5,0 Feb . 43,8
1957 41,G Ag . - 4,0 En . 45,6
1958 40,6 Jl. - 5,0 En . 45,6
1959 38,6 Jl . - 3,0 En . 41,6
1960 38,0 Jl, -1,6 En . 39,6
1961 42,0 Jl . - 2,6 Dic . 44,6
1962 42,2 Ag . - 5,2 Dic . 47,4
1963 41,6 Jl . -4,8 Feb . 46,4
1964 39,6 Ag. - 3,4 Dic . 43,0
1965 40,6 Ju . - 4,6 Feb . 42,5
19G6 40,2 Ag. - 3,4 Dic . 43,6
1967 43,6 Jl . - 5,0 Dic. 48,6
1968 39,2 Ag . - 3,0 Dic . 42,0
1969 41,0 Ag . - 2,2 En . 43,2

~5
Estación : BENIAJAN

Aña Mâxima ab . Mes Mínima ab. Mss Oscilación

1940 -- - - -- -
1941 - - --- - -
1942 - .- __. ._.. -

1944 - --_ - - -
1945 41,0 Jl. -3,0 En, 44,0
1946 44,0 Jl . - 3,0 En . 47,0
1947 40,0 Ag. - 2,0 En. 42,4
1948 39,0 Ju . 0,0 En . 39,0
1949 43,0 Ag . ~ 0,0 En . 43,0
1950 40,0 Ju. 0,0 En . 39,0
1951 41,0 Jl . 0,0 En . 41,0
1952 40,0 Jl. - 3,0 Dïc. 44,0
1953 39,0 Jl . - 4,0 Feb . 47,0
1954 41,0 Ag. -1,5 Dic. 44,5
1955 40,0 Ag. - 3,0 Feb. 42,0
1956 38,0 Ag . -1,4 Dic. 43,0
1957 41,0 Ag . -5,4 Dic. 48,0
1.958 39,0 Ag . 0,2 Dic. 42,2
1959 38,0 Ji. - 1 .0 En . 44,0
1960 39,0 Ju . - 3,0 Dic . 43,0
1961 41,0 Jl. - 2,4 En . 43,0
1962 41,0 Ag. - 2,0 En . 42,0
1963 43,0 Jl . - 2,5 Feb. 41,5
1964 43,0 Sep . -4,0 Feb . 45,0
1965 39,0 Jl . - 3,0 Max . 43,C
1966 42,0 Ag. - 6,0 Fsb. 44,0
1967 43,0 JI. - 5,0 En . 46,0
1968 42,0 Ag . - 8,5 En . 47,5
1969 43,0 Ag. - i,5 Es. 39,5

46
buertanas . La barrera térmica veraniega es acentuada,
pero aún más importante que ésta (pallada por el
riegas san Ios fríos excesivos invernales . Contra ellos
la protecciôn es aleatoria y en la mayoría de los ca-
sas na está al alcance de los medias del huertano .
Las temperaturas mínimas regístralas en los meses
invernales y las mínimas absolutas de cada año vie-
nen expresadas en los cuadras de las páginas 48,
49,5oy51 .
En pacas ocasiones las temperaturas mínimas des-
cienden de moda excepcional, coma se puede adver-
tir, homogéneamente en toda la huerta . El año 1956
es uno de los pocos ejemplos de descenso general
acusado en toda el área, y corresponde con la acen-
tuada ola de frío que en febrero afectô al área levan-
tïna española la. En la mayoría de las casas las hela-
das son locales, sieYnpre mâs numerosas y fuertes en
Alcantarilla, y relacionadas con el fenômeno de is
inversiôn térmica.
1 .4 .4 . Las oscüaciones tërsnic~s diarias
Quedà, por último, que considerar un aspecto del
mayor interés dentro del régimen de témperaturas,
el de las oscilaciones térmicas diarias, bastante sensi
bles en la huerta le Murcia por efecto de la escasa
nubosidad y deI matiz continental del clima que ellas
mismas reflejan .
La trascendencia de estas oscilaciones respecto al
cultivo es grande, ya que cada planta presenta un óp-
timo en cuanto al valor de la amplitud térmica diaria
en -relación con sus mecanismos fisïolágicos . La gran
sensibilidad que muestran lás. diversas especies, en as-
p~ctos tan importantes como el crecimiento y el peso,
caracterizan como un factor ecológica de primer or-
den al rïtma diario de las temperaturas .
i° Lársz GóMEZ, A . : «Las heladas de febrero de 1956 en
Valenciar>, Estudios Geográficos, n° 6S, 1956, pp . 673-700.

~47
hszacián : MUl~G1A

Año ero F~btera IVlarzo No~rlexnbre I?iciembre íUtin . del año

1
1940 . . . . ., 70 0,1 3,5 2,0 ? ?
1941 . . . .  . ~--2,i3 3>0 ~,0 O,ß -r >2 --3 72
4,2
1942 . . . . . . -- 2,2 --~-1,2 2,4 1,0 --~ 2,2
0,0
1943 . . . . . . -W-- i,2 4,0 1,0 2,0 -1,2
p,3
1944 . . . . . , --- 2,O O70 474 0,8 --~ 270
1945 . . . . . . --- 4,0 1,0 3,0 C,0 0,0 --~ 4,0
-2,4
1946 ., . ., . 2,2 2,4 4,0 -1,0 -2,4
1,0
1947 . . . , ., . ~---1,0 4,0 7,4 -- 2,0 --- 270
O,0
1948 . . .  . 4,0 4,0 0,8 274 0,0
1,6
1949 . . . , ., O,(t 1,0 --~ 1,4 -1 70 -1,4
1950 . . . . , . -a- 3,0 ---,- 2,p _,~, 3>O O,ß' - 5>p -~ 57~
~,.
1951 . . . ,, . ~._S 7 p .0 7 1 ._. .1,0 5,0 4,0 -°570
_--2,8
1952 . . . .,, 0,0 3,0 2,0 -l,i -278
^°-1
195á ._ . ,* . 70 ^^^270 1 y~ 770 370 J~,~
1954 . . . ., . ~-~-U74 -4 74 372 47O 3,0 --47~k
5,2
2,2
1955 . . . . . . . _~. 0,1 3,5 4,8 -1,0
171.
1956 . . . . . . .--M. 3,4 376 475 l ,tï - 370
1957 . . . . . . «~-1,7 4,4 6,0 4,7 1,6 -1 7 7
0,0'
195ß . . . . . . 3,4 3;5 6,0 5,2 0,0
6,6
1959 = ._ . .. 2 78 4,9 ` , 5,2 270
1960 . . . . . . .
-1,7 2,3 7,2 3,3 276 -1 F7
2,8
19G1 . . . ., . 5,5 3,2 4,7 0,9 079
Aña Enexa ~`ebrera Zblarzá Navzernbre Dicieznbxe Min . del aña

3,0
1962 . ., , . . 1,2 3,9 2,8 -2 ;0 -2,0
0,6
1963 . . . . . . -1,2 3,4 6,2 2,7 -1,2
0,5
1964 . . . . . . 1,4 5,0 4,8 0,0 0,0
0,5
1965 . ., . . .
4,8 1,5 5,0. 0,0 0,0
1966 . . . . . .
5,6 4,8 3,8 2,0 0,6 0,6
2,0
1967 . . . , . . 3,0 5,2 7,6 - 2,4 - 2,0
1,8
1968 . . . . . . 3,6 3,6 5,4 0,2 0,2
0,2
1969 , . . . ., 1,6 3,4 1,8 1,6 0,2

Estación: ALrCANTARILLA

1940 . . . . . . - 2,0 --~ 1,2 2,4 08 - 6,0 --~ 6,0


1941 ., . ., .
-2,4 ? ? ? -6,0 ?
1942 . . . . . . ~-- 4,0 ---- 3,2 2,8 ~ ~ .,~ 1,6 - 4,0
-2,0
1943 ., . , . . .. ._.3 >0 2,n ,...2,p 0,5 -2yC
-4,2
1945 ., . . . . -1,4 -2'$ l'3 -1,0 -4,7
1946 . , , . . , -- 4,2 ---- 0,6 -- 0,7. 4,2 - 3,2 - 4,2
1947 . . , . . . -~-- 2,8 --- 0,8 1,2 1,4 -1,6 - 4,_"
1948 ., . . . . - 2,0 0,4 2,4 - 2,0 - 4,4 -- 4,4
0,6
1949 ., . . . .
-2,0 ---1,2 1,2 0,8 ?
0,6
1950 . . . . . . 0,0 ---1,4 O,b 0,4 -1,4
1951 . . . . . . - 5,0 --- 3,0 5,4 2,6 - 0,4 - 0,4
1952 . . . . . . -~- 3,0 -- 2,8 - 0,8 1,0 1.,4 - 5,4 -
ë ,~ña etu Fébxero Maxzo Novieznbrè Dicierxabxe Mzn . del aña

1933 . . . , . . .--2,2 -...-3,fl -~2,0 ~ >6 0,0 --,.3,0


--.-3
1354 . . . ., . ? >8 0,2 1,6 1,4 -3,~
1355 . . . , . * 0,~ 2,0
4,L 0,{) %,$ 0,1Î
1356 ., . . . .
~~ yq °....~,~1,0 l s2 -4,0 -5,0
Á9S7 . . . , , , 0,2
,-- 4,0 3,4 0,8 --- 0,2 - 4,0
1958 . . . . .. --_ --- 5,0
1,0 0,0 3,0 1,4 - S,Q
--3,0
1359 .. . . . . Oy¬3 1,0 2,G 0,3 -aS,O
1960 . . . , * , -1,6 ---1,6 2,4 -~ 0,6 - 0,2 -1,6
Á,0
---1,0
1961 . . . ., . 1,4 -~--1,6 - 2,b --- 2,6
---1,6
1962 . . .  , -..- 3,8 1,6 --.- 0,4 - S,2 - 5,2
--~4,8
Á36~ . . . , ., --3,4 -~-0,8 3,4 0 .0 -4,~
1364 . . . . . . ~-- 2,2 ~- 2,4 Á,G 1,8 - 3,4 - 3,4
1,965 _. . .. . -- 3y2 ~-- 4,6 ---. 2,6 - 2,6 - 0;6 - 4,6
19G6 . . . , . . 2,4 1,4 0,2 -~ 2,0 - 3,4 -á,4
1967 . _ . . . . ~,---1,8 0,0~ 2,0 4~y ,4p - 32 ,4~ - 5,0¡~
196í~ . . . *x, ^^'^ 1~ dytï 1,4 ~.l,ü - lstt - ~

--~-2,2
i96J . . . . . , -- 2,0 0,4 - Á,0 0,6 - 2,2

~stación: }3E~~IIAJAi~

1945 . . . . . . --- 3,0 1,~ 3,0 6,0 0,0 - 3,0


1946 ... ., . ---- 3,t~ 2,~ 1,0 3,0 - 2,0 - 3,0
~~ ~~a . . . ,,, . 2,ti 0>0 5,a 1,0 -1,a - 2,a
Marza Navîembxe bicisxnbre Mín. d~l aña
Aña Enera ~ebrera

4'p 3'p ;0 p,p


C,p
19~i8 . . . . . . 3,0 ~
0,U 4'0 ~ 3,(1 ~ S,0
l,t~ l '0
1950 . . . . . . Z>~
. .._ ¿,(~ ~,4 --2 55
`""Z,~ p,0 ~,,p .-_- a,a
1953 . ., . . . ~--2siE 3,a 2,0
-.- 2,0 4,p 2,p ~. 3'p
1954 .. , .. . _°'.3,0~ 2,0
1,0
1955 . .. . . . _ ~'~
1956 . . . ... ~ 6s~ ~,Lf
~ s~
2,0 p>02,p
~'~ r.  Gyp

1957 ., . . . .
-8,5
1959 , . . . . . .,- l,á ~p
p,(1 2p 1(} q,Q
196p . . . . ., p>p 2,p p,p p,p
O,i~ 3,0 2,p
19G1 . ., . . . - ..-1>ß p,S 1 >ß -.-.5>ß -3,p
1>t?
1962 . ., . . .
..- .1,4 `.~`4>0 2,5 ~,0 --~ 2,0 -`"~ ,0
.-~ 1,5
1963 . . . . . . 4,p 3,p 1,5
1964 . . . . . . O,Q p,p 4,p -- 3,p
..,._3,~ l,p 2,p ~ 1,4
1965 . ., . ., fl,0 ~7rt l,p ~ l'4
1966 . . . . . . 7,t~ 6>~ 6'p ~ 5'p
p,Q l,p 3,p
1967  . . . . 10 5,0 0,2
1,01968 . ., . . . 1,0 -1,0 -1,0
.._ I,Q 0,Q i,Q p,ß
1969 ., . ., .
Las curas medias que ya se han indicado señalan
la existencia en la comarca e un período vegetativo
prácticamente continuo a Io la .rgo de todo el año . Sin
embargo, aun en los meses más prc~ximos al Iírnite-
inferior xLe actividad (los in~~xnales y -scibr~ todo el
ro, que desciende levemente el umbral, de los 10" de
media}~ las altas cotas que suelen alcanzar las tenape-
ratura~s diurnas y sus acusados descensos durante la
noche pueden afectar a aquellas especies exigentes :en
un - naixnero dét~i~niziadcs de batas frío como el
melocotonero o el ciruelo, y también a las que temen
los descensos brus corno es eI caso de los agrïos .
Las bandas del termógrafo de la estación de Alcan-
tarillá permiten establecer el iáfiec~ de variación dia-
ria media de las temperaturas en los meses inverna-
les durante eI decenio 19G3-73 (Gráfico ntim . 4} .
Las temperkaturas alcas~~an su minitno poco antes
de la salida del sol y se elevan muy rápidamente ha-
cia el mediodía, alcan nd~ n contraste térmico
de 7,3.". Ihirante la tarde el descenso es mucho más
lento de manera que las temperaturas netamente su=
perfores a 21i° se establecen por término medio du-
rante doce horas . Si prescindirnos de las cifras medias
y considerarnos máximas, n~fnïmas y os~iLación. térmi-
ca absoluta diaria, se señala que las temperaturas
máximas absolutas a lo haargo del invierno climático
están comprendidas prácticamente° entre 2tl° y ~5°,
pues salo un 1.5,5 por cietàto y un $,~ por ciento se
salen por exceso o por £~efe~to respL tiva ex~te de
este intervalo, mientras que las mínimas absolutas se
distribuyen alxededor de ~2° ~r -3° con unos nzár-
genes también muy estrechos : ,~ por ciento y 11~
por ciento, respectivamente, La oscilación térmica ab-
soluta resulta asi notable y la magnitud de Los má~i-
mos de gran trascendencias en un clima coz escasas
precipitaciones en este período .

i2
El cómputo de horas can temperatura inferior a 7° C
a lo larga del año, indispensables para la buena fruc-
tificación de todos los cultivos propios de regiones
templadás, es necesariamente_ reducido en la huerta
de Murcia en relación con las oscilaciones diurnas in-
vernales aludidas . Para el período 1964-74, y utilizan-
do áhora la división en años agrícolas, la media ee
establece en 748 «horas-frío» al año.
OSCILACION TÉRMICA A LO LARGO DEL AÑO
(Estación : ALCANTARILLA)
Período 1963-1972
Media de las Media de las
máximas mínimas
Meses diarias diarias - Oscilación
Enero . . . . . . ... 21,32 - 0,45 21,77
Febrero . . . . . . ... 20,43 - 0,79 - 21,22
Marzo . . . . . ... 19,60 G,70 12,90
Abril . . . . . . ... 22,58 8,95 13,63
Mayo . . . . . . .. . 26,30 11,93 14,37
Junio . . . . . . ... 29,45 15,61 13,84
Julio . . . . . . ... 33,36 18,74 14,62
Agosto . . . . . . ... 33,04 19,58 13,46
Septiembre . . . ... 29,56 16,79 12,77
Octubre . . . ... 24,76 13,00 11,76
Noviembre . . . ... 19,85 8,31 11,54
Diciembre . . . ... 21,11 -1,27 22,38

1 .4.5 . Precipitaciones
Como en toda la región surestina el rasgo climáti-
co más característico de esta comárca es la escasez e
irregularidad de las precipitaciones .
Normalmente éstas se presentan en forma de lluvia,
aunque pueden señalarse granizadas ocasionales casi
en todos los mesas del año (excepto en verano), al
gunas de gran violencia . Las nevadas constituyen un
hecho insólito y cuando se produce la innivación no
suele durar más de un día.

53
VA~i{AßIL{}7ÄA {hiTf~RA,N'U'AL ï7E LA~ }~REC}{~{TA~}t;JNES ~ENE>~Cr.CtiC}C~}v}~R1 )

ï~kYaóo_ r4E4^r~69

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F{~üRA Nip 8~Veriab{lidad "rnterarsue{ de {es prec"rpRac}~rnes .


Preripïtariones
Estaciones Periodo Altïtud (m.} (mm.}

Murcia . . . . 1940-69 53 2ßá,8


Alcantarilla . . 1940-b9 75 2ß4,b
Beniajâxi . , . , 1945-GS 4b 284,7

Se advierte claramente la extrema sequxa estival,


que combinada can las altas temperaturas da lugar a
la barrera árida veraniega, tan limitativa para el cul
tiva de secano, Ninguno de los tsbservatorïos consi-
derados presenta un mes de verano con precipitacio-
nes superiores a 27 mm. en el período y en muchos
años na llega a esta cifra el fatal de la estación.
Las lluvias aumentan considerablemente en sep-
tiembre para -alcanzar un máxima principal en octu-
bre, estrechamente ligada con la presencia de vientos
húmedos del E. y NE . A partir de octubre se inicia
un -lento declive que acaba en el mínimo secundaria
de febrero, para luego, aumentando de nuevo, alcan-
zar un máxima secundaria en alarit, muy ligeramente
inferior al de octubre .
Los porcentajes de lluvia calda en cada estacián
del año muestran claramente cómo la más lluviosa es
el otoño :

Estaciones Invierno Primavera Verano (9taño

Murria . . . . . . . . . 28,1 30,0 8,9 33,0


Alcantarilla , . . . . . 26,4 31,2 8,5 33,9
Benïaján . .. . ., . . . 27,7 32,5 7,8 32,0

A lo larga del año estas precipitaciones ~se distri-


buyen del siguiente moda :
ii 5e nresrïnde en las cifras de pluviosídad de las aporta-
tadas por la estacián de Verdolay que resultan excesivamente
incompletas .
, stacïoxies etu ~e~ . ~ax~r Abxs~ a~c~ ux~c~ ~`~,~~zv rrs~, á~~t, t:3et. o re. ~"cbre.

~Vluxosa , . . », . . . . 26,4 20,9 20,E 4t~,~J 28,~. 18,1 i.,3 ~r,6 26,3 ~~,} 2~,3 S,S

1ca~tarilla * . . . . ., 24,tï 20,3 22,i 45,~a 24,C1 Si a B á,6 ,~ 2~,5 48,2 26,2 33,4

Benta)an . ., . . . . . . 24,8 20,E 19,6 44,2 28,9 13,9 3.,ti 7,2 2~,7 4,7,3 23,9 33,6

~z~exo e~, : ~axxo .~brzl ayo ~un~o Julzo Agöst . Se~bre . (7ct . ~Tobro. 3arbxo . aa
...~~
..w ._ ~ .~ ~, _r~..... ~.. .... .. ,. - - .,. ,_...w .. -

3,5 3,2 3,3 4,5 3,2 1,6 0,5 0,8 2,7 3,9 3,1 3,7 34,3

Estatzda : ÍAtcanrart~ia .
1 .4 .6 . Frecuencia e intensidad . Irregularidad

La escasez de lluvias depende estrechamente del


pequeño número de días lluviosos que se presentan
en el año . La media anual de días de lluvia en las
estaciones consideradas oscila alrededor de 34, con-
centrados principalmente en primavera y otoño, así
como un mínimo estival en julio y agosto, meses que
en muchos años presentan un solo día can lluvia apre-
ciable . La estación de Alcantarilla ofrece, como ejem-
plo, los datos de la página anterior para el período
de observaciones 1940-70.
En estos días se concentran las precipitaciones ge-
neralmente en forma de aguaceros de corta duración .
A este fenómeno de gran importancia para el asen
tamiento humano en la comarca aludiremos más ade-
lante . El siguiente cuadro ilustra la importancia de
este hecho :
PRECIPITACIONES MÁXIMAS EN 24 HORAS
Estación : MURCIA
Precipitación
Año en 24 h . (mm.) Mes anual
1952 ... .. . ... 38,6 Oct. 235,7
1953 . .. ... ... 42,7 Nov. 390,5
1954 ... ... ... 104,5 Dic. 376,9
1955 ... ... ... 63,6 Nov. 237,3
195G ... ... ... 32,1 Nov. 208,0
1957 ... ... ... 59,8 Enero 309,1
1958 ... ... . .. 51,0 Oct. 227,6
1959 ... ... . .. 45,6 Mayo 402,8
1960 ... .. . ... 28,6 Junio 312,8
1961 ... ... ... 19,9 Nov. 137,4

La irregularidad interanual alcanza un alto valor,


siendo un obstáculo para la actividad agraria, en fun-

57
ción principalmente de la existencia de acentuadas se-
quías . La media de las desviaciones del valor medio
de las lluvias en treinta años se puede establecer en
81 mm., o sea, aproximadamente el 28 por ciento
del valor de la lluvia media interanual, cifra que ex-
presa claramente el carácter acentuado de estas alter-
nativas .
El ritmo de la presión atmosférica en la huerta de
Murcia es bastante regular, sí se consideran las cifras
medias, y superior en líneas generales al valor normal
reduciendo los valores al nivel del mar.

1 :4 .7 . Presión atmosférica y vientos

En los meses invernales la presión atmosférica re-


sulta ligeramente más elevada, en tanto que el vera-
no registra la baja presión propia de los climas con
tinentalizados'~ . Primavera y otoño reflejan los des-
censos producidos por el paso de borrascas propias
de esas estaciones.
En cuanto a los vientos predominantes, las rosas
de vientos de la figura muestran con claridad el pre-
dominio de los procedentes del cuarto cuadrante du
rante el invierno, que al mismo tiempo alcanzan las
más altas velocidades . Estos vientos, sobre todo el
NO., son elevados por las cordilleras héticas y pre-
sentan en ocasiones el carácter de perturbaciones
aéreas tipo <föhn» desecantes . Se denominan en la
comarca «de arriba» y son frecuentes también en ias
demás estaciones del año, presentando siempre ias
más altas velocidades (superiores a 29 Km/h .) .
El resto del año predominan, en general, los vien-
tos de componente E . de acuerdo con la distribución

iz LórEZ BERMÚDEZ, F'. : La vega alta del Sègura, p. 43 .

58
de lineas de corriente en el Mediterráneo señalada por
Kendrew is.
PRESION ATMOSFÉRICA MEDIA EN LA ESTACION
DE ALCANTARILLA (PERIODO 1950-7C)
Nivel del mar
Mes Media (mb .) (mb .)
Enero . . . . . . . . . . . . .~ ~ ~~~ 1 .009,4 1 .018,8
Febrero . . . . . . . . . ... ..~ 1 .008,3 1 .017,7
Marzo . . . . . . . . . - . . ~~. ~~ ~ 1 .006,8 1 .015,9
Abril . . . . . . . . . . . . ... ... 1 .005,8 1 .014,9
Mayo . . . . . . . . . . . . ~.~ ~~~ 1 .006,2 1 .015,4
Junio . . . . . . . . . . . . ... .~~ 1 .006,8 1 .015,9
Julio . . . . . . . . . . . . . ~ . ~ ~ ~
1 .006,8 1 .015,9

1 .005,7 1 .014,8
Agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . 1 .007,2 1,016,3
Septiembre

1 .007,9 1 .016,8
Octubre . . . . . . . . . . . . . . .

Noviembre . . . . . . . . . . . . 1 .007,4 1 .016,5

Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . 1 .008,1 1 .017,5

1 .007,2 1 .016,4
Año . . . . . . . . . . . . . . . ~ .~

Fuente : LÓPEZ BEMtiDEZ, F. : La vega alta del Segura, pág . 43 .

En el otóño alcanza importancia la cicIogénesis


del 0. del Mediterráneo, que envía hacia eI Sureste
español vientos cortos, ~en ocasiones acompañados de
precipitaciones altas . Sin embarga, en estas perturba-
ciones otoñales, como en las de primavera, no son
estas vientos bajos medidos los determinadas únicos
de las precipitaciones, sino, como ya se ha indicado,
más bien la actividad de capas más altas de la at-
mósfera .
En cuanto a los vientos considerados «mayores»
predominan siempre del cuarto cuadrante, excepto en
primmera donde el S. domina más que el NO. En
verano es también notable la frecuencia de vientos
fuertes SSE y SE muy secos .
la W . G . : The Climates of the Continents, Cla-
KExnxEw,
rendon Press, Oxford, 1961, pp . 350-352 .

59
F"i{QCUENtfR pE Yt£NTG5 DE CA6A RUtneG fN '(. SöBRE EL F6Yk4 pE aB5ERVAC(GttES (PRE5 D1kR4A5 Ex UK
PER7aD0 U6 C :E2 AirGS),

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7NVIERNL7
A' :RAN~ ~~

FItáURA AII .° 7: Frecüencia d~ vientns de cach rum~o.


RUMBOS Y RREGUENCIAS DE RUMBO
EN PORCENTAJES DE LOS VIENTOS
EN LA HUERTA DE MURCIA

Otoña Primavera Verano Invierno Año


RnmbaS % % ~/0 ~/0 Q/0

N . . . . 4,0 2,8 2,6 3,7 3,3


NNE , . . 1,8 3,3 4,7 1,0 2,7
NE . . . . 5,4 S,6 12,7 2,3 6,5
ENE . . . 1,9 3,7 5,2 0,7 2,9
E . . . . . 5,4 7,0 10,9 1,3 6,2
ESE . . . i,0 3,0 3,5 0,3 2,0
SE . . . . 2,9 5,2 8,8 0,6 4,4
SSE . . . 1,9 3,2 3,6 0,6 2,3
S . . . 3,0 4,0 4,2 1,1 3,0
SSO ~. . . i,2 2,2 0,4 1,1 i,0
SO . . . . 4,í 4,6 1,6 4,5 3,7
OSO . . . 2,1 2,2 0,7 4,1 2,3
O . . . . 2,6 3,6 1,2 5,6 3,2
ONO . . . 1,3 2,1 0,3 3,5 1,8
NO . . . . 4,9 3,8 1,3 8,5 4,6
NNO . . . 2,3 2,9 1,2 5,3 2,9
(Elaborado con datas del S.M .N. Estación de Alcantarilla, pe-
ríodo 1948-57, facilitados par F. Saura .)

En general, la velocidad media de las vientos en


la comarca es dêbrl, con un promedio de 7,5 Kmjh.
Entre las observaciones registradas en Alcantarilla en
los diez años indicadas (tres diarias) casi un 54 por
ciento corresponden a calmas o vientos muy flojos .
Desde el punto de vista de los cultivos son el
viento del NE . y N. «de arriba» o «pelacañas» en la
comarca y el del SE . «morisco», «calentuja» o «ear-
tagenero», los que más perjuicios producen . Del vien-
to N., bastante frío frecuentemente, es necesaria de-
fender las planteles y los cultivos en desarrollo por
diversos procedimientos . El SE. y el S . en ocasiones
es un viento desecante que puede agostar las planta-
eïanes si no se riegan con abundancia .

61
RUMBOS Y FRECTIENCTAS DE RUMBA
EN PCkR~ENT AJES DE I}aS VTENTaS
SUPERIaRES A 23 KM./~I. EN T,A
HUEKTA DE MURCTA

ataña Primavera ~Îerana Invierno Año


Rumbas ~'o % % ~% %
~
N . . . . 13,7 5,0 11,8 9,5 9,2
NNE . . 4,5 0,0 p,0 O,p 0,7
NE . . . 4,5 0,0 i1,8 3,2 3,5
ENE . . . 0,0 p,p O,p 0,0 O,p
E . . . . p,p 7,5 0,0 p,0 2,1
ESE . . . 0,0 0,0 0,0 0,0 p,p
SE . . . . O,p 2,5 11,8 O,p 2,1
SSE . . . 9,î 2,5 17,{, 0,0 4,2
S ; . . 9,1 17,5 11,8 0,0 7,8
SSa ~ . . . 4,5 2,5 O,p 0,0 1,4
Sa . . . . 9,1 10,0 p,p 6,3 7,0
aSa . . , p,0 7,5 0,0 12,7 7,8
a . . . . p,0 7,5 0,0 9,5 ó,3
aNa . . . 13,7 ip,0 0,0 12,7 Ip,6 -
Na . . . . 22,7 15,p 23,4 28,E 23,z
NNO . . . 9,1 12,5 11,8 17,5 14,1

(Datas dei S .MN, Estación: Alcantarilla . Feriada i948-57, fa-


cilitadas por F . Saura .)

1. .4,8 . Caracteres de la aridez

El área de la huerta de Murcia participa amplïa-


mente de los caracteres de aridez que han sido anali-
zados en el marca del Sureste peninsular por diver-
sos autores .
Este fen&meno, de origan muy eo~nplejc~, es ~tifícil-
mente expresable par medio de las indices más cono-
cidas, fundamentadas casï exclusïvamente en la utilï
zacicin de medias anuales de temperaturas y lluvias,
que simplifican excesivamente los términos del pro-
blema . Parece por ella más conveniente analizar el
grado de aridez a lo largo deI año, tratando de dïs-
tïnguir los distintas períodos de humedad y sequía y

62
ESIaCiON a NUXCIa

PaioEO s m9<0-r969

Fuand= S .N .H .

® ParieEO ariEo

_ ___ hmpalatwas
N.X 'C
Lluvi]s

i0 - M

~a _ 9U
~~~í~~~~~ ~ ~/
~,/,/

,. ,, /
; ~
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_
/
E F N a N 1 1 a S 0 X 0

FIGURA N.° 8.-Climograma de Gaussen


la lntenSldad de eStOS Últ1mOS, áSpeCt05 que trenen
singular relïeve al constatar su decisiva influencia sa-
bre 1a agricultura .
De acuerda con el indîee de Bist-Ga~sert'~ e~l Mur-
cia asciende el número de meses secos á diez, todos
menas los de abril y díciernbre y apareciendo próxî
m~s al limite octubre y enero. De igual moda el cs-
nocida cálculo de Causen prsparciona, también para
Murcïa, la cifra de ocho meses secas al año. Sin em~
barga, aún estos criterios, que siguen centradas en la
consideración de lluvïas y temperaturas exclusïvarnen-
te, pueden completarse con la intraduccîón de nuevos
anceptas más defïnitoriss, De gran interés es eI de
«évapatranspîración~> o usa consuntiva del agua par
la vegetación ~franspïración) y por evaporación direc-
ta . EI cálculo de la evapotranspiracióli potencial de
un área ~eterlni ada, q=.~e scila coincide can la real
si. está garantizada el apravisionamîenta continuo de
agua en la superficîe evaporante, es de gran interés
en una comarca cama la nuestra de regadiu permanen-
te, ya que en teoria el agua necesaria para el riega
debía cíe ser en cada, ocasión la diferencïa entre lá
evaporación real y la. potencï-al, o en aftas palabras :
el balance entre las precipitaciones y la evaporación
patencîah Sin duda entonces puede calïficarse cama
árîdo el període de tiempo en que la evapstranspira-
cïón potencial es superîor a las precipïfacïones>
Diversas métodos se han propuesto para calcular
la evapatranspiracîón, unos experimentales y otros
laasados en la utilización datas climáticas . Thornth
~cvaite, teniendo presente la nécesidad de una. expre-
sïón simple, encsntró una fórmula basada en la terra-
peratura y la latitud. Aplicando este métods a nuestra
x~ Bzlza~, P., y ~ ~~~, P.. Zr~ . 2'édáterr~raée et ie I o~en
Clrient, t. I . Presses Universitaïres de France, k'aris, 1964, pâ-
ginas 48-49 .
Estacion : ALC4NIARILIA AERODROMO

-Evapotran :piracioñ potsncial ihormthwaits

--- Precipitación

- - - Evapotranspiración rsat

..~, Octicit dc agua


Acumulacio~ de agua cn el suelo
tititixación det agua dtt suelo ,

t5

tt

t7

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S O N O E F M A M J ) A S

Fucnte : CENTRO MEtEOROIOGICO OEL S,E,

FIGURA N.Q 9 .-Climograma de Thornthwaite .


región aparecen tamo meses con déficît pluviométri-
co todos los del año excepto diciembre, apareciendo
noviembre y enero equilibradäs, Sin embargo, tenuèn-
do presente la «definición fusualágicakr de Lautensach
se pueden considerar como meses áridos sólo aquellos
en que la diferencia entre evaporación potencial y
actual supere las 2S mm. en favor de áquëlla, con la
que enero, febrero y marzo pasan a per vaioradas
como meses húmedos .
Sin embargo, al capar en cada año la aridez men~
sual es fácil advertir, dada la gran irregularidad de
las precipitaciones, que en numerosas ocasiones el mis-
mo mes puede defînirse como árido o como húmeda
según las años . fatzol ofrece a este respecto un Grite-
ruo, el de f<posibîlidad de aridez», de gran valor
orientador en esta cuestión. Se reduce este criteria a
la expresión en porcentajes, para un periodo de años,
de las ocasiones en que un mes fue árido y por tanto
las posibilidades de que vuelva a serlo . Aplîcado este
criterio a la estación de lVlurcîa en el periodo 1919-
1966 por Geiger, ofrece los siguientes resultados :
enero, 52 par ciento, febrero, 71 por ciento ; marzo,
70 par ciento ; abril, 50 par ciento ; maya, 73 por
ciento; junio, 87 por 100 ; julïa, 98 por ciento ; agos-
to, 98 par 100 ; septiembre, 52 por 100 ; octubre,
29 par cuenta ; noviembre, 32 par ciento, y diciembre,
38 por ciento,
Resulta evidente`a la consi~deracián de estas cifras
que las meses de octubre, noviembre y diciembre pre-
sentan en conjunto las mayores ~subîlîdades de hu-
medad en tanta que junio, julio y agosta son sin duda
meses áridos. Las meses unvernales, sin precupitacua-
nes importantes en muchos añal y con temperaturas
de medîodía que pueden llegar a 25°, se pueden con-
siderar también como áridos, quedando la primavera
i5 G~icsx, F.: Dïe Aridïtät . . ., pp. 46-47.

66
como el período más irregular, con acusada posibili-
dad de aridez .

1 .4 .9 . EZ ritmo climático a lo largo del año

Las rasgos de lós principales elementos del clima


anteriormente descritos marcan a lo largo del año
una tónica predominante en las distintas estaciones,
que con algunas situaciones excepcionales de trascen-
dencia acusada para el asentamiento humano, pueden
caracterizar el ritmo climático estacional en la huerta
de Murcia.
El invierno climático se caracteriza por el predomi-
nio de las altas presiones que ocasionan un mínimo,
secundario tras el del verano, en las precipitaciones
y un tiempo claro y despejado que favorece la fuerte
insolación diurna y una consiguiente elevación de la
temperatura bastante notable en el centro del día . Por
el contrario, durante la noche, la radiación favorecida
por la topografía del valle suele producir heladas de
inversión que proporcionan los mínimos absolutos del
año . Se han descrito 1s dos tipos de situaciones de in-
vierno características de la región, la generada por un
régimen de masas de aíre frío ártico con bloqueo de
la circulación de O. y el régimen de masas de aire
polar marítimo que introduce en el Mediterráneo oc-
cidental las borrascas atlánticas .
Paco frecuentes pero de devastadores efectos sobre
la agricultura son las invasiones invernales del aire
polar muy frío («olas de frío») que se producen a
favor del acusado gradiente entre un anticiclón escan-
dinava y una depresión muy profunda centrada sobre
Italia, un frente frío atraviesa la península y tras él
las temepraturas descienden fuertemente : en febrero
is Lóraz BERMÚDEZ, F . : La vega alta del Segura, pági-
nas 53-54 .

67
de 1956 se registraron en algunos observatorios de la
huerta hasta -5° C.
El final de las situaciones estables invernales suele
situarse en las últimos días de febrero, aunque ciertos
años se prolonguen hasta abril, para pasar a un perío-
do equinoccial de actividad ciclonal en relación con
las oscilaciones del alta de Azores y la ocasional for-
mación de altas presiones en el Atlántico N. El cam-
bio se subraya por un descenso de las presiones no-
tables en abril y un aumento de temperaturas y llu-
vias, proporcionando el mismo mes una máxima se-
cundaria dentro del año .
El período inestable primaveral es corto y muy
pronto, a veces en el mismo de abril y casi siempre
en mayo, se detecta la presencia ocasionar de altas
presiones que anuncian la situación de verano, esta
brusca transición se refleja en un fuerte descenso de
las lluvias que no alcanzan como media en mayo la
mitad de las caídas en el mes anterior .
Durante el verano la influencia del anticiclón de
Azores, desplazado hacia el N. y prolongado con fre-
cuencia sobre el Mediterráneo, proporciona un tiempo
estable, caluroso y claro con escasísimas precipita-
ciones .
En ocasiones puede formarse nubosidad convectiva
acompañada de chubascos tormentosas, estas depre-
síanes barométricas locales, más frecuentes en agosto,
son responsables del descenso de la presión que se
acusa como media en dicho mes .
Lluvias mínimas y temperaturas muy elevadas son
responsables de la barrera árida veraniega que se es-
tablece de mayo al final de agosto. Durante estos
meses los totales medios de insolación en porcentajes
sobre el máximo teórico superan siempre el 70 por
ciento y la evaporación media diaria oscila entre
5 .4 mm . en mayo y 6,3 en julio, de manera que re-

68
presenta hasta catorce veces el volumen de lluvia
que pùede caer en el mismo periodo.
En septiembre se inicia la situación de otoña, aun-
que en acasionze el mantenimiento de la baja esta
cionaria peninsular relacionada con el anticiclón de
Azares pueda prolongar el verano unos días. Después
los ciclones atlánticos penetran a través del portillo
de Gibraltar produciendo lluvias, y las depresiones
situadas al C? . del archïpiêlago balear generan vientos
de E. y NE . con precipitaciones aún más abundantes .
Se logra así el máximo principal de lluvias, centrado
en octubre, y el única período del año que puede
considerarse coma húmedo . Esta etapa de inestabili-
dad presenta el riesgo {existente también en prima-
vera en menor grado} de la formación ~de situaciones
atmosféricas generadoras de lluvias . torrenciales cu-
yas consecuencias suelen ser catastróficas en la región .
El punto de partida de estas situaciones suele ser una
circulación zonal en altura a la vez que en superficie
se sitúa una baja profunda al S . de Irlanda y una
cuña anticiclónica avanza hasta el S . de Francia. La
dorsal de la onda larga se desplaza hacia el E . y gira
orienxándose de SO . a NE. iniciándose así una retro-
gresión generadoaa de una «gata» fría en altura que
puede atravesar la península de NC3, a SE. Con vien-
tos de Levante y una fuerte concentración de isoter-
mas sobre ~el mar de Alborán se inicia una depresión
que produce fuerte advención del aire cálido en esta
cubeta mediterránea. La elevación de este aïre cálido
y húmedo, acelerada por la disposición del relieve
bêtica, produce el inicia brusco de precipitaciones
muy intensas cuya persistencia no suele superar el
par de días, pera que precipitan una masa de agua
considerable sobre los cursos surestinas, generalmen-
te cartas y de acentuadas pendïentes, producienda
catastróficas inundaciones . La situación suele termi-

69
nar por el fraccionamiento de la baja fría y el resta-
blecimiento de la circulación general de O.

1 .~ . LA CIRCULACIÓN I3E LAS AGUAS SUPERFICIALES

El área de la huerta de Murcia, desde el punto de


vista hidrológico, tiene singular interés . El único cur-
so importante es el río Segura que, a la vez que apor-
ta los caudales necesarios para el riego, ha construido
con sus aportaciones el propio suelo huertana . Pero
al mismo tiempo es precisamente en este sector de
lá depresión donde confluye con el Segura el Guada-
lentín, confluencia que se ha revelado como el más
peligroso enemigo del asentamiento humano en la
comarca . Las inundaciones han azotado permanente-
mente la huerta de Murcia, destruyendo en numero-
sas ocasiones el complejo sistema de riegos, arras-
trando cosechas, ganados e incluso hombres y produ-
ciendo quebrantos en la economía de la comarca .
A ellas aludiremos más adelante .
Los demás cursos superficiales son mucho menos
importantes, reduciéndose ~a unas cuantas ramblas de
escasa longitud que orlan con sus pequeños conos de
deyección el piedemonte de las alineaciones limítro-
fes . La más larga de todas, la de Santomera, recorre
solamente 26 Km ., las demás sólo se alargan desde
el reborde montañoso al valle : rambla del Garruchal,
del Puerto de la Cadena, etc .
Tanto el Segura como el Guadalentín son ríos pu-
ramente mediterráneos, ya que sus caracteres hidroló-
gicos tienen su origen en un clima mediterráneo. En
conjunta sus rasgos hídricos son muy marcados : má-
ximos equinocciales, predominando el de otoño, in-
digencia grave e incluso penuria completa en verano,
caudal medio muy variable y crecidas fulminantes y
desmesuradas . De hecho su curva estacional de cau-

7a
dal es casi exactamente igual a la de las precipitacio-
nes, aunque este carácter es mucho más acentuado
en el Guadalentín, de cúrso más corto y zonal .
Las irregularidades interanuales llegan a ser acen-
tuadísimas, inclino los caudales mensuales pueden ser
absolutamente contradictorios de un año para otro .
Estos caracteres de irregularidad se acentúan en las
fuertes crecidas que suelen sobrevenir con las lluvias
de otoña o primavera . Son por ello ríos que necesitan
unas obras de regulación importantes, tanto para pre-
venir las inundaciones como para asegurar las dota-
ciones de agua de los regadíos . De hecho los embal-
ses más antiguos de Eapaña se localizan en esta re-
gión, así el embalse de Tibí, en Alicante, construido
en 1594, y el primer embalse de Puentes sobre el
Guadalentín que data de 1674 . Los dispositivos de
defensa de los sectores más densamente poblados,
singularmente la huerta de Murcia, son también de
gran amplitud e interés aunque su eficacia sólo sea
parcial, comu se ha demostrada en varias ocasiones .

1 .5 .1 . El río Segura

Como proveedor de las aguas para el riego y por


haber creado con sus aluviones la llanura de inunda-
ción donde se asienta la huerta, el Segura tiene un
papel fundamental en la comarca y de sus peculiari-
dades derivan la mayoría de los rasgos originales
de ésta .
Durante siglos las variaciones estacionales del mo-
desto caudal del Segura se han reflejado exactamente
en el ciclo anual de los cultivos huertanos, hasta que
un intenso esfuerzo de regulación ha permido en fe-
chas muy recientes relativa independencia de sus os-
cilaciones de caudal, y garantía para el intenso cultivo
veraniego . Sequías e inundaciones aparecen como los

71
SITUACIONES DE CARENCIA DE AGUA PARA RIEGO EN LA HUER`i"A
DE MURCIA DESDE 1750 A 1850

Años En. Fe. Ma. Ab . Ma . ,3un. Ju1. Ag. Se. Oc. No. Di.

1750 ... . .. x x x
1753 . .x . ... x x x
1758 . . . ..x . x
1760 . . . ..x . x
1765 . . . ..x . x x x
1773 ... ... x x x x x
1774 ... ... x x x x
1779 . .x . ... x
1780 ... . . . x x x
1782 ... . .x . x x x x
1783 ... . .x . x x x x x
1787 ... . . . x x x
1789 ... . . . x x x
1790 ... . .x . x x x
1792 . . . . . .x x x x
1793 . .x . .. . x x x x x

1798 . . . . . .x x x
1799 ... . . . x x x
1800 . . . . . .x x
1801 . .x . ... x x
1803 . . . . . .x x x x x
1804 . .x . ... x x
1806 . . . . . .x x
1807 .. . . . . x x x
1810 ... . . . x x x x
1811 ... . . . x x x x x
1814 . .x . ... x x x
1815 . . . . . .x x x
1818 . .. . . . x
1824 ... ... x
1826 .. . . . . x x
1827 . .x . ... n
1828 . . . ... x x
1832 . .x . .. . x
1834 . .x . ... x
1846 . .x . ... x
1847 . . . . .. h
1848 . .x . ... x x
rasgos rnás singulares del régimen de este ria . Sus
aguas, venidas desde las sïerras lluviosas que enmax-
can la región marciana, aseguran unas ciertas posibi-
lidades de riego en los largos y áridas veranos, pero
en primavera y otoño con frecuencia se presentan
como violentas avenidàs cuyos efectos sobre la huexta
fueron siempre una imprevisïble cuestión de grada
hasta un ciexto caudal el dispositiva de riega podio
absorberlas y distribuirlas por la huexta en forma de
riegos de inundación, cargados de arrastres limosas,
que dejaban las tierras profundamente humedecidas
y cubiertas con «tarquín» favorecedox de la fertilidad
del suelo . Pero otras veces la violencia del agua, xom-
pienda muros y desbordando acequias, arxasaba la
huerta llevándose cultivos y barracas, gamadas y ha -
bres en pavorosas catástrofes de las que la huerta
conserva aûn temeroso recuerda.
Resultan muy difícil, por la carencia de datas, es-
tablecer exactamente el régimen del Segura en la eta-
(~a anterior a las más antiguas obras de regulación .
También es prácticamente impasîble sabex en qué
medida los rasgos que puedan bosquejarse afectaban
en concreto a la huerta de Murcia, pues no existen
aforos en las tornas del riego . Sin embargo, algo pue-
de deducirse a troves de las vicisitudes parque otra-
vesaban los cultivos y la actividad de los huertanos
para solucionar las situacîones críticas . Por medio de
las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Murcia y
la publicación de Arévala, Couchod y Sánchez l' en la
centuria 175-185{}, se localizan hasta ocho inunda-
ciones de cierta ïntensidad en las meses de otoño,
tres en primavera y dos en invierno. Par el contra-
rio, las situaciones de escasez de agua para riega, pa-

~~ Aa~v~~.o, 1~.; Sñrac ~ az, R., y Cono x oua, R .: Hidro-


logía hr'stória del Segura (1535-1879) . Centro de Estudios Hi-
aragráficos . Madrid, 1965, 104 gp . y ún cronograma .

i2
mielas a importantes dïsrnínuciones del caudal del
Segura, se distribuyen en el misma período según eI
cuadro de la págïna anterior.
Varias cons dexaciones inmediatas pueden derïvarse
de estos datos . En primer Iugar se señala una acusa-
da irregularidad del caudal en este tramo final del
Segura, rasgo común a Ios ríos mediterráneos, pero
aquí acentuado por eI peculiar clima de las tierras
bajas surestinas . También es notable la frecuente ïn-
suficiencia de las aguas primaverales para asegurar
esta importante etapa deI cultïvo, de manera que en-
tre febrero y abrïl se concentra) la mayoría de las
situaciones de escasez . Por el contrario, de mayo a
agosto la pausa estival en eI xitma de cultïvo impide
el planteamïento de carencia en caudales . Por último,
el otoño casi húmedo de la región y el invierno con
caudal relativamente abundante, señalan eI mînimo
de situaciones de penuria .
Parece posible afirmar que la huerta, al menos des-
de el siglo xvm en el que regadío alcanza una expan-
sión muy notable, como más adelante se indicará,
vive al Iîmite de sus posibilidades en caudales de
riega . Situación que se traduce tanto ~en la elección
de especies cultivadas como en la minuciosa regla-
mentación del riego que durante el siglo xtx conoce
das «ordenanzas», varios proyectos y el nacimiento
de diversos organismos con funciones de administra-
ción y vigilancia del agua .
Pero el caudal del Segura y sus oscilaciones a Io
largo del año, que determinaban exactamente las po-
sibïlidades de riega, son como señalamos muy diffcil
mente evaluables . Sin embargo, y hasta cierto punto,
algunas precisiones pueden intentarse . El régimen an-
tiguo del Segura correspóndia, sin duda, al tipa plu-
vio-nival mediterráneo, con dos máximos equinoccia-
les y un estiaje veranïego acusado, matizado este ré-

73
gïmen en el trama fïnal de su curso par las vïolentas
lluvias otoñales propias de la regïór~ y la notable arï-
dez veranïega . Los caudáIes medïos mensuales que se
han calculada con. datos anteriores a 1932 se expre-
san referidos a la estarïón de Archena, la más pró-
~ïma aguas arrïba a las ramas del riego de la huerta
de Murcia, y por tanta la que mejor puede ïnfarmar
sobre d%spanibilidades de agua de riego. Cïertamente
estas rïfras no reflejan exactamente el régïmen antï<
gua del Segura, p=,zes las prïmeras abras de regulacïón
ïmportantes se remontan a 1917, pero son anteriores
a la etapa de canstruccïón de grandes presas y, par
tanto, bastante próximas al que debió ser el xégïn~en
natural de este río .
La rampararïón entre las caudales moduladas en
Archena y las de la estarrón de Murria (aguas arrïba
y aguas abajo respertïvame te de las tomas del rïego
huertana) san un ïndice valïaso para establecer el
régïmen de neresïdades en rïego de la huerta. de Mur
rïa, aunque sólo sea apraxïmado, pues -existen aftas
tomas de menor ïmportancïa y algunas devoluciones.
Según los datas que praparcïana Lc~pez Bermúdez zs,
los caudales en ambas estaciones se distribuyen ro-
zno ïndïca el cuadro de la págïna 75.
Consùmia, pues, la huerta de Murria a la larga de
un año aproxïmadamente 93 millones de ms, de las
cuales más del 5fl por ciento en las n~ses de julio a
septiembre . En eI momento actual es dificïl estable-
cer el mïsma rákulo al haber desaparerïda la esta-
rión de aforar de Murria . Sï consïderamos las valú-
menes de agua aforados en la próxima estacïón de
Archena, se pueden estimar en 292.t~92 .~8(ï,4{} t ' ~al
año los que rïrcuIan por la red de riegas huertana, ya
que la rapacïdad de derïvarïón de la presa arïgen del
1s LórEZ Ñ~iRMÚllL~, F. : l a Vega alta ~ïel Segara, pági-
nas 110-~ 11 .
CAMBIOS RECIENTES EN EI. REGIMEN UEI . SEGURA

t~égämen del río Segura antes de 1932

(Caudales medios mensuales en s/seg.}

Estación En . Peb. Mar. Abx, May . ,dun . Jui. Ag. Sep. Oct. Nav. I3îc.

Axchena . . . .  24,58 35,41 37,60 31,11 26,1.4 19,54 75,47 há,67 16,55 1.7,27 23,27 26 ;93
Murcia . .. ._ . . ., 22,87 35,32 36,23 29,30 20,46 16,52 9,47 8,55 12,12 25,51 22,23 25,49
Ui£erencia .. . . . 1,71 0,09 1,37 2,81 5,68 3,02 6,00 5,12 4,43 2,76 1,04 1,54

Régimen regulado del Segura {1958-70)

Estación En. F~eIZ . Mar. Abr. May. dun. ,tul . Ag. Sep. Oct. Nov. Ilic.

Axchena . .. . . . 5,16 7,00 10,76 10,98 12,63 12,01 14,51 14,76 11,02 6,00 3,96 3,90
riego (16 m~Íseg .) es superior a las caudales máxi-
n3os del rio.

1 .5 :2. Ira~~t~ctciot~~s

El problema fundamental para el asentamiento hu-


mano en la 13uerta de 1Vlurcia l3a sida, basta fecl3as
rnuy recientes {y aun hoy en cierta medida continúa
siéndola), la violencia de las avenidas del segura y
el ~uadalentin, dos cursas fluviales cuya confluencia
se realiza precisamente en la huerta .
len su x~.ay°ar parte, aquellas avenidas que llegaron
a alcanzar caracteres catastróficas han sido segureñas,
aunque los peculiares rasgos del régimen del ~uada
lentzn ~~ a.gnificaban el riesgo al coincidir caudales
extraordinarios en ambas cuencas . El canal del ~<l~e-
guerón~>, cuya primer trazado data del sigla xv~~~, tic
ne como finalidad precisamente evitax esta peligrosa
confluencia, conduciendo ,a desembocar el +Guadalen-
tin aguas abajo de la ciudad de ÎViurcia .
La rotura de la «Contrapartida» (presa origen del
sistema de rieg¬~s l3uertanaj, cuya consecuencia inxrne-
diata es dejar en seco el área xegada, asi cateo la des
trucción de obras ~de contención, rellena de acequias
y, desorganización del sistema de distribución del rie-
go, sin contar con las pérdidas de arbolado, ganadas,
cultivas, viviendas, ajuares e inclusa ~=idas, detern-ï-
nan con cierta periodicidad gravísimas crisis refleja-
das en importantes contracciones del área csdtivadá. y
masivas emigraciones de las que 13ay noticia desde
época lejana z° . Entre 1528 y 1.973 existe noticia de

~zt, ~ït~crwn, A. : «E1 xégitxaen dei xío Guadalentin~>,
Saita~t, t. XVIII, 1968, pp. 763-182.
a° Ei Segura ~ecreczt5 tanto e de taI tnanexa que derribó el
açud par donde se tornaba e tema el agua para regar la hraer-
ta. . . e astragci e fina otros muchas daños ynmensas en las
acequias de Sa huerta . . . de g~zisa que esta cibdad este a punta

76
hasta sesenta y cinco avènidas importantes, que des-
truyeron parcial o totalmente la Contraparada al me-
nos en dieciséis ocasiones y, por supuesto, dañaron
más o menos gravemente el dispositivo de riegas .
Persistente memoria, por su carácter de gravísimas
catástrofes, se guarda en Murcia de algunas de estas
inundacïones . La Mamada «riada de San Calixto~
{14 de octubre de 1651) al parecer costô la vida a
mâs de miI personas.. En ocasiones la violencia de las
aguas Regaba a romper el cauce meandrizande del Se-
gura, creando difluencias temporales y arrasando a su
paso sectores enteros de huerta . Las Actas Capitula-
res de 23 de septiembre de 1.736 Io indican : « . . .el
río rompiö por eI Rincón de Seca y vino por la AI-
gualeja a romper el Malecön. . . » .
En octubre de 1776, las aguas del Segura dejaron
«esta Huerta, assí del lado del Norte coma del Me-
diodía, tan inundada que es quasi rïo de sierra a sie
rra» 21, clara alusión a que el lecho de inundación
del Segura en este tramo coincide con el valle rnur-
ciano. Más modernamente, en 1834, la huerta quedó
arrasada en su mayor parte por los efectos de otra
catastrófica crecida, así como en 1846, 18S(í, 1867
y 1876, dañando reiteradamente las obras del Regue-
rön y el Malecön construidos para defender la ciudad
de Murcia, inundándose varias veces las pedanías de
Era-Alta, Nonduermas, La Raya y Rincón de Seca.
La más famosa, sin duda, de toda esta larga serie
de crecidas es la «de Santa Teresa» { 14 de octubre
de 1879) . Se calculó en su dio que habían fallecido
777 personas a consecuencia del desastre y que fue-

de se despoblar. . .» Corresponde esta catástrofe al 20 de sep-


tiembre de 1952 . Cit. par Toxxas Rorr~rÉS, J., y PÉRE'L Gó-
MEZ, en La Riada de Santa Teresa deZ año 1879. Murcia, 1962 .
~~ Actas Capitulares de 1776, sesión del 23 de octubre . Ar-
chivo Municipal de Murcia.

7?
gi ran afectadas hasta 24 .000 Ha . de cultiva entre el
curso bado del ~uadalentán y el del. Segura.
lr}esde el prïmer marxtenta se atribuyó la responsa"
bilidad del desastre al Guadalentín.,, cuyas aguas, des-
p~és de praducïr graves daños en Zorca, se precipita
ran unïdas a las de la rambla de $imago en busca de
confluencia pan el figura, ha ~sti~natlo el cau
dol máximo de aquel río para esta crecida próxïma a
los 1 .700 tn3,~seg. en el embalse de ~uent ~ y aun-
que la partïcular dispasicicin de la red de afluencias
en el curso baya na pernútiá su aumenta, en doce
horas vertici el Cluadalentin el Segura de ~I'} 40
millones de metros cúbicos, calculándose un máxima
de 1 . 00 r~nsfseg. (elevadísi o} en este tramo final.
El Segura por su parte llegó en esta ocasión a llei
var un caudal máxïmo prôximo a los 2 .000 ma~seg.,
poderosa onda de e cid que recl~azahdo la del ~xua~
dalentfn hizo extenderse las aguas de éste por fada
el área a idental de la huerta. Aljucer, Era-Alta, l~a
faya, l~uebl~a de Soto, 1`landuermas y Rincón de Seca
quedaran cubiertos por dos metros de aguas fango-
sas . En la ciudad se ïr¬unclaron~ el barrio del barmen
y parte del antigua casca urbano ; e1 nivel del agua
estuve diez metros por encima del normal. Posïble
mente sea esta una, de las mayores catástrofes de este
tipo de las ocurridas en Españai M. urde za no duda
en calificarla ema Huno de los dil vïc~s rn~s rnortif~
ras de las anales hzdro-iógiras europees» .
En 1884 1 1885 y 1897 se repitieron -las crecidas

.-~ l,as estznaaeï~aes reatiaadas a p~~ de prc~îucirse el de


sastre cs~incideu airededor de esta cifra, sir1, embargo V. ~IA-
sacx5 en Geografía de .Espa'á~a y Portugal, t. II, dirigides por
M. Tai~i~r, afirma que pude asc~r~der a ~.(~#(~ ms~seg, P. 1ï32}.
P~ ~, M.; «S~bre hs.~ czsefici stes y déficït de desagüe
de las grandes crecidas», Creograpdyïca, n ° 9-12, Zaragoza,
195b, pp. 3-2J.

78
can graves daños para la agricultura, cor spandienda
la última del siglo a 1898 .
Aunque las obras de regulación de la cuenca y pre-
vención de inundaciones comenzaran a buen ritmo
con nuestro siglo, todavía pueden señalarse dentro
de éste algunas avenidas importantes rama las de
1906, iß19, 1921, 3941, 1943, 1947, 1948, 1950,
i 965 y 1972 .
Las causas de tan repetidos desastres, así cama las
provïsiones para evitarlos, las hemos señalado en otra
lugar za, y, más recientemente, han sido estudiadas
en detalle y con gran rigor por Herin y firzpit zs . Ras-
gas climáticos y morfológicos se aunara en su génesis
y colaboran en los efectos devastadores que suelen
producir,e ampaniendo un cuadro cuya gravedad ha
sida percibida desde antigua par las habitantes de la
comarca.
Existen natícïas sobre proyectos de obras y cons-
truceión de embalses en el r'ia Guadalentín desde las
últimos años del siglo xvi, las primeros del xvxT, y
en 3674, fecha esta ~en la que se llegaran a iniciar
ohms pronta arruinadas por una avenida . La derïva-
ción de este cauce directamente al mar, antes de su
confluencia con el Segura, se planteó al menas desde
1645, no realizándose la llamada «derivación de To-
tana» hasta 1938 . Las intentas de madifïcaciones en
el cauce del Segura san, al menos, tan antiguos coma
los citados para el Guadalentín . Un análisis lúcida
del conjunto de las problemas se realizó ya a finales
del siglo pasado en el «Congreso contra las inunda-
ciones de la región de Levante, celebrado en furcia

za ~s.vo, F.: La huerto de ~Íurcia y tos uvenïdas det ~ur~


datentán. ~. cit.
HEnrrr, R., q ri'RZPIT, J :P. : «Les croes doras ie bassin
de Segura», Revue ~éogrstpbäque des hyrsnées et du Sud-
t3uest, tomo 45, fase, 4, octubre, 1974, PP . 329-358 .

79
durante la tercera semana de maria de 158 »~ base
de nu rvsas trabajos que lemas cornentacia en el
articula anteriormente aludïda .
Sabe este tuna leemos de valer ~s adelante, se-
ñalemas aquí solamente que la percepción de este
riesgo se ha traducida desde antigua en numerases
esf~~erzas que % avienen en u de las factores
esenciales del paisaje agrario Y 1a rnorfolagia urbana
ciel núcleo de l~Iurcia.
EL SISTEMA ~DE RIEGü
El establecimïento y desarrollo del dispositiva de
riego que distribuye el agua del Segura, es un factor
fundamental para el conocimiento de la infraestruc
tura de la huerta de Murcia y la comprensión de los
problemas que afectan al cultivo.
En Lineas generales la red de riegas y avenamien-
tos murciana es muy antigua. En documentas del si-
glo xzzz se encuentran alusiones muy concretas a la
existencia de dos acequias mayores, que aportan 1-as
«aguas vivas» para el riego'. Los dos «azarbes», re-
colectares de las «aguas muertas» o sobrantes, apare-
cen citados al menas desde el siglo xzvr <que se aiim-
pien cada año los açarbes mayores, que san el uno
aquende el rio e el otro allende», afirma textualmen-
te una carta real de 1325 del Archiva municipal mur
1 Toxxas Forrr~s, J. : Repartimiento de la Hurta y Cam-
po de Murcïa en el siglo XIII, C.S,hC. y Academia Alfan-
sa X el Sabio, R+iurcia, 1971, 22Ei pp.

$i
ciara . Y esta distribución de cauces prïneipales per-
vive actualmente, cuanda el área regada lea llegada ~
multiplicar par seis su extensión original.
El desarralla del riega se lea realizado, par tanta,
progresivamente a la largo del tiempo, alargando las
acequias que sangran el rio y establerienda nuevas
tomas de éstas, asi carne artefactos elevadores . El re-
soltado es una abra maestra del empirisma agrfcolax
pera escasamente práctica en cuanta a la ecanamia
del agua, ya que existen sensibles diferencias entre
las dotaciones de las acequias más antiguas y las más
recientes. gtrellas suelen conducir condales abundan-
tes, a partir de famas abiertas y prácticamente sin
tener que ceixirse ~ tandas, la acequia de_ Pu~arz a
y las que parten +~ las ruedas elevadoras de Alcan~
varilla y La Tora san un buen ejemplo de ella, al de-
volver casi. ~xttegras sus aguas al. rice ¬~ a la red de ave-
namiento. Far el contrario, las acequias situadas en
el trama final de la huertfx tienen las tandas bastante
espaciadas y disponen de caudales menas abundanves,
El volumen fatal. de agua que circula por las can-
res laoervanas es también excesivo, pz.cavacanda filtrar
rianes importantes, ya que la mayor parte de las
acequias na están recubierias. Fera este volt.~ ga-
rantiza, al mantener el agua a determïnada nivel, ~a
posïbilidad de que penetre en suficiente cantidad par
las tornas de las cauces secundarios, salvando las dé-
biles desniveles del sector más llana de la dgpresión
gr.ze se riega sin recufrir a procedimientos de eleva
cïón. l~a modificación de este difícil equilibrio exïgi-
rîa sin duda una reestructuración fatal del sistema de
distribución de caudales,
El agua en Murcia es un patrimonio de hados qt~e
se admï istra en c~anxurtirlad seg n andgu derrei as
y ordenanzas . Posiblemente el origen de esta peculïa-
ridad -sea musulnaáxt y desde entonces el Ï~uertana

g~
guarda celosamente este privilegio, protegido por una
tradición que sucesivas legislaciones han respetado.
Diversos organismos, de los cuales el más represen-
tativo es la Junta de Hacendados de la Huerta de
Murcia, y un derecho local : Las Ordenanzas y Cos-
tumbres de la Huerta de Murcia aseguran el funcio-
namiento del sistema de riego, la defensa de intere-
ses y la pervivencia de unos usos que no parecen en
consonancia con las necesidades actuales. La necesaria
evolución económica de la región que debe propor-
cionar el Trasvase Tajo-Segura, es muy probable que
plantee una grave crisis a este y a otros regadíos tra-
dicionales .

2 .1 . CAPTACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LAS AGUAS

Los elementos esenciales del dispositivo de riego


en la huerta de Murcia son la presa o azud de la
Cantraparada, que retiene y desvía las aguas del Se
gùra, y la red de cauces que distribuyen el agua por
la superficie huertana y recogen Ios avenamientos
(Gráfico núm. 10) .
La red de circulación de aguas para riego se deno-
mina en Murcia cauces de «aguas vivas» Z y aportan
los caudales que en el azud penetran en las dos «Ace
quias mayores», la de Aljufia en el Norte y la de Ba-
rreras en el Sur. De estas dos acequias mayores toman
las llamadas «menores» o particulares, que son 16 en
el sector Norte de la huerta y 26 en el Sur, excepto
la de Churra la Nueva que toma directamente en la
Contraparada del río como las mayores . Cada una de

z DÍAZ Cnssou, P . : Ordenanzas y costumbres de la Huerta


de Murcia, compiladas y comentadas por. . ., Madrid, Tip. For-
tanet, 1889, 160 pp ., at ° 37 .

85
estas acequias dan nombre a las «T-ierédamientos xe-
gantesa> s,
Par las famas de las das acequias mayaxes entra
en la huerta casi la fatalidad del agua utilizada en
riega . ~ datas de is ,unta de ~-Iacendadcss cIe la
Huerta de Murcia, en 1966 par is fama de Aljufia
pa~dían penetrar 8,(lß ms /seg. i par is de Barreras,
7,499 ausJseg,, y par la de ~iaurra ïa Nueva (que
coma nemas indicada aunque na se considere mayor
tatua directamente del rial, I,2fl3 m~ seg, listas can-
tidades han sido bastante variables a la laxga de la
histeria del xiega ms~rciax~a, par ser la Cantraparada
sólo una presa de derivación y na de embalse y par
la irregularidad del xîo . Tambicn las propias caracte~
risticas de la abra, muchas veces modificada, Izan pxa-
ducida importantes variaciones .
~n a¬aras xealizadas era distintas echas, las taínas
de las acequias mayores dejaban pasax las siguientes
caudales en mefros cubicas par segunda :
Año Aljufia Barreras Churra
1815 ,.. ., . ... 3.350 5.bß0 -
1901 ... .. . .,. 7 .125 7 .006 -
1907 . ., ... , ., 5 .145 7,230 -
1909 . .. . ... 6 .204 8,3b0 -
1966 . ., .. . . .. 8,402 3 .499 1 .20
(T>atas: Junta cle Hacendadas.}
a E1 número de estos Heredamientas partíeulares es varia-
ble, como se puede comprolaar componenda Ires enutrterarlos en
las Ordenanzas de 1849 y los que cita Dfnz Cnssov en su ce
mentaria a dichas Ord~nanxas de 1889 . Actualmente hay se"
tenía y dos H¬redamientos que riegan con aguas vius y ciesr
ta diez de aguas muertas . 1~ estas ultimas sólo rzegan can
esfias aguas Ios de las aCequías que toman de los azarbes de
Bentel y Tierra Roya en el 5. y del Merancha y Mayor en
el 1~;,, Ios cuales ya he¬nas iudlcado. El resto se han or~;anïza-
1a en Heredamíento a efecto de la matada de sus cauces y na
de riega,

86
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Y . . xmo aooom,

FIGURA N':° 10 .-Red de cauces del riego y avenamiento


en la huerta de Murcia.
1; las acequiaa trta~o s ~ tn ores to~att lo.~ ~~ra-
~~~ ~ ~ é~tps ~ ~re aderas~ ~ cs~nd cen ~
agust a las paz~elas,
Parst r .i ir l~s a nan~ientos ~ ~~~ ~ clel xie a
~ las tierrsts si~st los ~ccauces ~ :a uas xnuertas »,
aproximada nte unos cietz ~~ toda la huerta, ~ que
reci . rlenot~na nes ~ enos, zuple as: ¬ -
xredores~s cuando avenan txna o dos parcelas c{a~ax1
tas}> cuandcr reûn vaxirss eseorredo s ~= pc+r últäxxsc~~
~ ~a es~, ~ nas» ca ~~rncran ~os }>, randes co~
leetoxes de la huerta qt~e en su rna~or parte xie~an
nue~*~aa ti rs eon s~s sis, ~s ~n~ e‡%ct
ct~nsiderados ayores son el Azarhe Ñ~ayor del Noxte
el A~arlae ~a~>or ttel ~ed~orl~a~ ~ct~a c~ est ~álth
por ~i A ar3 slc: ~i~l p ~ contïnuac%sïn en tiexxás
d~e C>xihuela (Aaarhe de H~xrehilto~,
~n e ~dos ea s eauces son. ~~ie~ ¬~ l
terreno, sin n? s o~ ciue la de la toixta, paxtirioxes Y
~=entanas . ~n 1 ~1 stile esta~aan xeeu~aiertos t os e
lrïnaetro~ el cau ~ ~ rra la l~ ewa, dieciotiho
del de 1a acequia de Beniaj~n, veinte en la Aljufia
en arr~ras, en ccxn unto nos de se tta
Ici etros~ n sea, un 1 ~ por cientr~ de la Iongitud total
de cauces en la huerta ~.
~st nio ~ la nornenclatura loeal de las racteris-
tieas de estos cauces, es vaxiadisi~a. Todos tiene stt
~ri n t~ to a r~~a~~ ~ siue es la ~~ertura
Fedra en otrrs cau {o en el a d sï se trata de Ias
acec~uias rtaa~ores} para q e reciha parte de las shri
r s~ di~rr a por éste. ~~ ton n p~eden ser «a~ier-
tas~ p ~ccexxädas>~, sgi n lct estén o no por la parte
s pe.i~r . ~tas It as p~den s~r e o~

~ ~u a ti~ en una irs d apro~iszsa a 51~ s. y vcu-


pan una scxperficle cexcana a las 560 F~a,

88
rentes : cuadradas, circulares, elípticas, etc ., y en oca-
siones estar situadas bajo el agua : «ventanas» . Las
dimensiones de estas tomas son también muy varia-
bles y vienen determinadas por la costumbre, deno-
minándose su medida «marco» de la toma .
En cuanto al cauce propiamente dicho sus lados
son los «quijeros» y su fondo la «solera» . Las aguas
se dividen con un «partidor» que puede ser un «ta
blacho» o puerta, de madera generalmente, con mo-
vimiento vertical sujeto por las «brencas» ; o por «ta-
jamar», obra curva o angular que reparte el agua . Por
último, el cauce acaba vertiendo el sobrante de los
riegos, a otro cauce o al río, por la «cola» .

2 .1 .1 . Origen del riego : El Azud de la Contrapartida

El dispositivo de riega de la huerta de Murcia tiene


su origen en la llamada presa o azud de la Contrapa-
rtida, situada sobre el río Segura unos 15 kms . (sietC
en línea recta) aguas arriba de la ciudad de Murcia,
construida aprovechando lo encajado del cauce fluvial
entre los duros conglomerados que ocupan el flanco
del valle en este sector .
La historia de esta presa, como la de todo el rega-
dío murciano, ha sida objeto de numerosas especula-
ciones por parte de los estudiosos del tema s . Un ori
gen romano de esta construcción parece poco proba-
6
Vld. FERNÁNDEZ DE AVILÉS, A. : «EStüd10S de arqueolo-
gía murciana II . Noticia de las antigüedades murcianas en un
Cexto árabe», Murgetana, vol. V, Murcia, 1953, pp . 55 a 59 .
Tambléri : JUNTA DE HACENDADOS DE LA HUERTA DE MURCIA :
«Notas sobre los orígenes de la presa de la Contrapartida y del
sistema de riegos de la Huerta de Murcia», Murcia, 1960,
13 pp . TORTAJADA, J . : «El poblamiento antiguo de la Huerta
de Murcia», Estudios Geográficos, n° 73, Madrid, 1958, pá-
ginas 465 a 468. LOZANO, J. : Bastetania y Contestania del
Reino de Murcia, Murcia, 1796, 535 pp .

A9
ble, aunque zYa sea posïble descartarla fatalmente . ï~Su-
cl~a xnäs plausïble es la o~pinï~n. de las grze la pa n
árabe ° y construida no másallá deI sïgly z~ .
Es tnuv prababl , sï izeznos de fiar en ~ descrïp-
cia~n de al ïm~ari ~, que las prïxneras tomas en el rxv
fueran por media de mînas e~ca~Tadas ~:n los relieves
que lo encajan en este trama. ~a Mica de construc
czán q mantenimiento de este tïpo de obras na era en
estas feclta~s ïgnorada en absc~lutc~r n estas tontas,
dcss al parecer, se regarían en una primera fáse cierta
e<~tensiôn de tierras localizadas en el ángulo NC). de
la ~a~al huerta,
La ,presa pxopiamente dicha, al construirse posterior-
xnente, fendria la finalidad de enviar xnás agua por las
canduccianes Y ampliar de esta (arma el área de rie-
go, escanda construida fundamentalmente a base cle
estacas ~= pilotes n arena ~ piedras> itz~ ~cuen~e+
xxtente destruida por las avenidas del xiv dada su fx~.
gilidad, vuelta a recanstrctir, fue ese presa la Dase
del sistema de riego basta el final del siglo xv. len
1~~4, destruida pox una crecida, se ïnïciaxt trabajos
laxa re nstrui~ de pï~, n¬~ tertn adsss basta bien
dntrado el segunda decenïa del siglo ~vz ; el fruto in-
n~zediato fue ~ posibiiïdad de ampliar eI riega en el
sector de El R.aal, al final de la huerta, Esta primera

~~~u, l oz ~ vt aeeeptan esta %claa y ta°t~s


naadernamente gsvEx~ra, L: Apantes para arza geogf'afáa de Ca
1~2terta .t1!f¢~.rcia~~, Fublzeaci¬~n~s de Fa Escuela del agisterl~
dan Isldoro, I ~, p, 1i*
a «l l rio de Murcia sale un canal cerca del puente llam
naado Kantarat ,A.skabo, y signe un a~tanducto abierttx por lc~s
antzguvs a irav de la ~ ~ ta nta ~a, e ban lserl~radc~
a lo larga de u.tta milla. Este canal ciega el terreno al N. de
li~urcia . tubos canales subtert'áneos están provistos de pozos
de aireadôn ... v ~o pttertas Mercas en dit ic~n del rft~,
abriéndolas se pueden limpiar los ~anales . . .a~, en À~ HitvtvAT
az ; Kita~ ar-Remad . . ., Valencia, ColeGClôn T ztos IVSedievales,
n." Iß, i ~3, P. ,~63,
presa de obra tenía un vertedero para devolver las
aguas al rzo, llamado <~riacho~~, y no era completa de
piedra, alguna parte seguîa siendo de madera .
Las reparaciones, m¬xlifïcaciones e incluso recons-
trucciones completas del azud han sido numerosísi-
mas a la largo del tiempo, prïncipalmente a causa de
las destrucciones ocasionadas por las avenidas .
Se dispone de varias descripciones de esta obra en
fechas distintas. Por lo minuciosas son de destacar
las de Diaz Cassou s y Botella y Hornos z° en el siglo
pasado . En el avzz, la describe Canceles tt can gran
lujo de detalles, pero la obra que êl contempló fue
pronta destruida por la «riada de San Calixto>r (14
de octubre de 1651) . La obra actual es en esencia la.
levantada en el siglo xvzir según planas de fioribïo
Martínez de la Vega, aunque reparada numerosas ve-
ces . La obra de presa es vertical en eI interior y hacia
el exterior presenta cuatro grandes planos inclinados
que se colocan rozno contrafuerten los unos de los

s I?fnz Czsssou, P.: La Huerta de Murcia, su Topografia,


Geaiogia y Cïrraatotogia, Madrid, Imp. Fantanet, iß88, 320
páginäs.
i° 130TEL7.A v Hoaxos, F.: Descripción geodágico-minera
de las províncïas de ti~Furcia y t3Zbacete, 3viadríd, Imp. del Co-
legio Nacíönal de Sordomudas y Ciegos, 1868, 186 pp .
u Transcrïbimos aquí, par su interés belleza, dicha des-
y
cripción del tlzud : «Este r% Segura, un quarto de legua antes
que entre en la vega de Murcia, tiene una grande pieza de
piedra y ca1,, 1a mayar, y más costösa que hay en España ; por-
que está atajado de sierra a sierra más de 250 varas de larga,
hasta venirse a abrazar la sierra, y ceñïr el ltia, . . con que se
ataja Cada el agua de dicho río, y se reparte en das acequias
muy grandes que le corven la mitad del agua, aunque alguna
buche al Río cabrada par trastajadares que tienen hechos
para este efecto, y para templar la demasía de la agua, to-
mando solo la que basta para el riego de la vega. . .» Cnsc~-
rzis, F.: IJiscursos históricos de la muy noble y muy leal Ciu~
dad de MuYCia. Segunda impresión, añadida e ïlustrada con
algunas notas críticas. Murcïa, Impresor 1~ranciscö Iienedíto,
1775, p. 382.

ßI
otras sr por los que resbala el agua cuando salta la
coronación cle la presa. I:.as tomas de las aeequïas no
forman parte del cuerpo de la presa, están excavadas
etz las rocas que soportan los estribos de ésta, y cada
una de ellas tiene ~zna compuerta de admisión y un
aliviadero de nivel que devuelve el agua sobrante al
río'2 .
Îll caudal derivado es muy variable, según las os-
cïlaciones del río. Î~acia los últïmos ax"zos del siglo xvrt
parece gcze se derivaba la mitad del caudal total del
Segura ~3 ; hacia la mitad del siglo xxx, unos 12 m3j
segundo ~4, y al prïneipio del siglo, solamente 5 m~~
segundo'" . En la actualid d son unos 16 m~%seg . los
que es capaz de clerivax el disposïtivo, pero el cau-
dal del Segura es ïnferior, de n~atzera fue, excepta
en ocasión de crecidas excepcionales, la totalidad del
caudal pasa en un primer momento a las acequias de
riego.

2,1,2 . s cas es de clástri~t~ció~ eta el ereda~aáen-


to N.

I:~os riegos del Heredamiento Norte toman sus


aguas directamente del Azud de la Contrapartida. por
medio de dos acequias : la Acequia .tlrlayor dei Narre
y la acequïa de Churra. la Nueva, los riegos de este
último cauce Ios considerarnos aparte .
La Acequïa 1Vlayor del Norte se denomina 1lïjufïa
desde su origen hasta la ciudad de 1Vfiurcia, sobre use
recorrido de 9.fí£~¬à z . en los que riega tierras de las
pedanías huertanas de J"avali Viejo, Guadalupe, La
Ñora, Albatalía y Arboleja . Después de atravesar la
" '~ ~rvExxr, L: Apuntes . . ., pp" 14 a 1~ . f
is I7ísczarsos, . ., g. 328,
GAfiCAL~S, ~.:
~~ I1o~z;z,z~n v Ilo~etvos, F. : I}escripción . . ., p. 1~ .
is Mt»oz k'ALno, F. M. : Río Se,~tsra, Apuntes para stt in-
tenso aprovec~arníento, Cartáge~~x, d, Levante, 1923, n. ~ .

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FIGURA N .° 11 .-Presa de la Contraparada . En el ángulo


inferior izquierdo, toma de la acequia de Aljufía y canal
que devuelve al río el altua sobrante .

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FIGURA N .° 12 .-Toma de la acequia de Churra la Nueva


en el Segura, aguas arriba de la Contraparada .
ciudad toma esta Acequia Mayor el nombre. de Bene-
túcer, can el que recorre 3 .500 m., regando en Puente
Tocinos . Su continuación, denominada acequia de Be-
nefiár, tiene una longitud de 2 .500 m ., y después
cambia nuevamente su denominación por la de Beni-
xá, con la que recorre 2 .500 m., y acaba desembocan-
do en la acequia de Raal Viejo (llamada también
Benelux) que tiene una longitud de 9 .500 m. y pasa
a la huerta de Orihuela . Qtro brazo de arte tramo
final de la Acequia Mayor está formado por las de
Santa Crux y San Antón, que desembocan en el río
Segura . Riegan estos cauces indicados en Santa Cruz,
Llano de Brujas, Esparragal y Raal.
De esta Acequia Mayor del Norte parten por su
margen derecha las acequias menore llamadas Regali-
ciar, Beniscornia, Arbolejo y Caravija.
La acequia de Regaliciar, que tüne toma cerrada,
recorre unos 1 .000 m ., regando en Javalí Viejo y vuel-
ve sus aguas al Segura . La de Beniscornia, de toma
abierta, recorre 2 .000 m . en La Ñora y Guadalupe y
desemboca también en el río dividida en dos brazos.
Arbolejo, de toma cerrada, tiene una longitud de
3 .500 m . y riega en el partido de Arbolejo, volviendo
al río por varias colas . Por último, la acequia de Ca-
ravija, de toma abierta, recorre 6 .000 m . regando en
Arbolejo, Albatalía, Zaraiche, La Flota y Puente To-
cinos, vuelve después sus aguas a la acequia mayor
excepto una cola, llamada Belchí, que vierte al ría.
De la margen izquierda de la Acequia Mayor del
Norte parten las acequias de Churra la Vieja, Alfate-
go, Rueda de La Ñora, Bendasné Mayor, Benda~né
Menor, Nácar, Zccraichc, Zaraichico, Chorro de San
Diego, Roncador, Santiago, Casteliche, Nelva y Al-
jada.
La acequia de Churra la Vieja, de toma abierta,
tiene una longitud total de 9 .500 m., regando en
La Ñora, Guadalupe, Espinardo, Churra, Monteagu-


do y Cabezo de Toxres, y desemboca en el Azarbe de
I~Ionteagudo . La 'acequia de Alfatego, de torna cerra-
da, recorre x.000 m . y vierte a la acequia de ~araí-
che después de regar tn Guadalupe, Albatalía, Espi-
nar o y Churra.
La acequía de la Rueda de La Ñora, llamada tam-
bién Reji~~, eleva sus aguas por medio de una rueda
laídráulïca y recorre 2 .000 m, regando en La Ñora y
Javalí Vieja . Bendamé Mayor, cíe toma cerrada, riega
en Guadalupe y . Ibatalia . A unos 7 .000 m . de su
toma se divide en das brazos que vierten a la acequia
de ~araicl~e . Bendamé Menor, de tesina cerrada, reco-
rre 1 .000 m ., volviendo a la acequia mayas después
de regar en Guadalupe y Aibatalía. La acequia de
Nácar, ele fama cerrada, tiene también un recorrido
de 1 .U00 m ., riega en Allsatalía y desemboca en la de
~araíehe.
En el trayecto de la acequia Mayor del Norte, en-
tre la localidad de La Nora y el Malíno del Aznar
(donde toman las acequias de ~araiclxe y Caravij~a a
ambos márgenes}, e~ísten varías brazales que toman
sus aguas de la mayor por medio de raías, pues el
nivel de estas tierras es más alto que eI de la acequía .
La acequia de ~araiche, can toma cerrada, tiene
una longitud total de ió .000 m ., regando en Albata-
lia, ~araiche, Monteagudo, Esparragal y Santomera.
Par su gran langítud está dividida en tres tercios, e
í~~crementa su dotación can aguas sabrantes de las
acequias de Nácar, Bendamé Mayor, Álfatego y di-
versas colas de brazales .
Charro de San S~íego, de fama cerrada, tiene un
trayecto muy corto en Albatalia, desembacando en
Roncador. Este cauce de Roncador, de toma cerrada
~= escasa longitud, riega en Albatalía y araiche, des-
embocando en el Azarbe a través de cauces de aguuas
muertas . Santiago, que riega en ~araiclze, es también~

96
como las anteriores de toma cerrada y escasa longitud .
Casteliche, de toma cerrada, recorre 6 .300 m . cn
Zaraiche y Monteagudo, se divide en dos ramales que
luego se unen nuevamente y vierten al Azarbe de
Monteagudo .
La acequia de Nelva, de toma abierta y 3 .000 m .
de recorrido, se prolonga unos 4 .500 m . más con
los nombres de Casillas y Cabecicos, riega en Zarai
che, La Flota y Puente Tocinos . Su cola, con varias
ramificaciones, vierte al Merancho de Gil y al Azar-
be Mayor .
La acequia de Churra Za Nueva forma también par-
te de este heredamiento, aunque sus aguas proceden
directamente del Segura unos 500 m . aguas arriba de
la Contraparada, tiene una longitud de 10 .200 m, y
vierte al azarbe de Monteagudo, de ella no toma
ninguna acequia .

2,1 .3 . Los cauces de distribución en el Heredarnien-


to S.

Tienen su origen las aguas de este Heredamiento


en el río, a través de la toma de la acequia Mayor del
Mediodía en el azud de la Contraparada . En total
recorre esta acequia Mayor unos 22 .500 m., recibien-
do varias denominaciones . Desde la presa origen del
riego hasta la Casa de los Tablachos (aproximadamen-
te 11 .000 m .) se denomina acequia de Barreras y ri:.-
ga en Javalí Nuevo, Alcantarilla,, Era Alta y Aljucer.
Toma seguidamente el nombre de acequia Alfande
en un recorrido de 5 .000 m. hasta La Azacaya ; nue-
vamente cambia su denominación por la de Bénicotó
en unos 2 .300 m. (hasta el Puente de la Vela}, y, pur
último, recibe el nombre de Benicornay con una lon-
gitud de 4 .000 m . Vierte sus aguas al Azarbe de Be-

97
niel después de regar en San 13enitrz~ Benia~ár~~ ~`aM
rreagñera Aiq~zerias,
Entre la toma de la Acequia Mayor y la Primer:
afe ar que sale ¬ fia exist a variem atares
ocbal para regar tierrás situadas a mayor altura.
Párten de la tnargerz dereci~a cle la Acequia Ma~~r
del Mecliodia las mersores szguientes : °~r~aedad, A~c~xta-
ía~Aïlla, .~eni~Zéa Be~x~a~~n, Alquib~as, Aljcarctla£~á, Agr~~x

La at~quià de fiurbedal, can toma abierta, tictac


unzas 4 .~QQ rn . ele reearridO~ elivïeli dos~ Juega
eles bra us, llamadas ele Îa ierr~c y de Sa~abá~; el pri
mera recorre 2 .OQQ m. y vierte sus aguas en is ace-
quia de es~ia án, yunta a la le~idaci. e La oca .
El de Sarabia tiene 3,~Oö . de longitud y acaba di-
vidiênellose .en tres cc}las: u.a que ~#ierte ets la ac~equla
de Benia án Pcsr A.l;acer, otra que desemboca en la
de Barreras, también en Aijucer~ y la tercera qui
vierte a la acequia els Albaelel ~ al Segara, Riegan las
aguas de esta acequia (que señala eï 1£mite entre is
huerta y los ropas del Sangonera} y sus prolanga-
ciaxzes erz Alcantarille., I anduerrnas, Era Alta, Alju~
cer, Palmar y Alberca,
La acequia ele Alcantarilla tema sus aguas bor ~le~
z~acián can rueda hidráulica, recorre 3,SC10 m, 3T rie-
ga en Alcantarilla.
13enialé, cz>xz tomó abierta, recorre 2. t~0 m, regánq
ela en Puebla de Seta, La Raya y Nandxtermasg sus
calas vierten a la acequia e terreras . La acequia de
Beniaján, también can fama abierta, recorre 18 .(?QQ m»
regado en Al~ucer, Palmar, Albea, Alge~ares~ Los
barres, Fenia}'án, e~rreagñera y Alquerías, termina
en is acequia ple Zeneta, cerca de la vereda de Taba-
la`» ~~e eta acequia ~u~erosas ~entarzas~, algunas
de las cuales son sin tanda, a sea, que pueden regar
las veinticuatrer raras riel dla, e~mo ~rz el caso de la
ventana ~de la ~on iterar>. l~stas aguas van a parar a
azarbes .
La Alquibla, aunque parte de una sola fuma. (ce-
rrada y circular) se divide en tres brazos : Alquibla
Norte, que corre paralela al Reguerón unos 7,004 m.
por su margen izquierda y acaba desembocando en
eI Azarbe de Beniel ; y las Alquiblas Madre y del Me-
diodia, continuaciñn la segunda de la primera, que
cruzan el Reguercin y corren paralelas a él por su
margen derecha unos 3 .754 m ., desembocando en
este cauce artificial, Riegan en La Alberca, Algezares,
Los Garres y Beniaján .
La acequia de Aljorabia, con torna cerrada, recorre
x .000 m. y desemboca en la Alquibla Norte después
de xegar en Aljucer y La Alberca. La acequia de Al
g azas, de toma cerrada, recorre x.000 m. Hacia la
mitad de su trayecto se divide en dos brazos, uno
que conserva el nombre y otro que toma el de l`ea a,
ambos desembocan en cauces de aguas muertas des-
pués de regar en San Benito, Algezares, Los Garres
y Beniaján .
La acequia de ,junco, con toma abierta, después de
recorrer l,lí?0 tn, se divide en dc~s brazos ; J~t~2 o
Bajo, que vierte a la acequia de Alharilla, y ~Zurrzáa;
que desemboca en el Azarbe de la Sierpe; ambos cau
caes riegan en Aljucer y San Benito, La última acequia
importante de esta margen derecha de la mayor es la
de Alharilla, de tema cerrada, q`ue toma junto a la
ciudad de Murcia y riega en San Benito, recorriendo
5 .500 m.
Por la margen izquierda de la Acequia Mayor del
Mediodza parten las menores denominadas : Baba.
Sa~tare~, ~e alaco, Bersabia, .La Raya Pu~marina~,,
Albai`ate, Al ohayas', Albadel, Batán, GabaZdón, ,La
~Ierretc~ y Vildanu~~a,
La acequia de baba, con toma abierta, recorre
3 .000 m ., regando en Alcantarilla, S~uebla de Sato y
Nanduermas, vierte su cola en la acequia madre, La
acequia de Santarem, de toma cerrada, can una lan~
girad de 1 .040 m ., riega en Puebla de Saco, La Raya
Y Alcantarilla, y vierte sus aguas al Segura . Ivl~njala-.
ca, de toma cerrada, recorre 1010 m., regando en
puebla d~ Soto y ~.>uelve sus aguas a la acequia mayor.
La acequia de Benabia, con toma cerráda, recame
1,250 m . en Buebla de Soto y La Raya, desembocan-
do en el rzo . La de La Raya, llamada también Pux
marina, es de toma cerrada y después de recortar
1 .500 m. ~~. divide en das bracos ; uno llamado ace-
quia de Dosa hedro, ~de 2 .300 m ., y otro que conser-
va el nombre original y tiene una longitud de 700 m.;
ambos cauces desembacan en el Segura después de
regar en La Raya y Rincón de Seca.
La acequia de Albalate, con rama cerrada, recorre
2 .250 m . en Nonduermas y Era Alta, desembocando
en el Segura . Almahajar, con torna cerrada, recorre
7 .000 m . y v%arte sus aguas en la acequia de Alfande,
habiendo regado Era Alta y San Benito . Entre la toma
de Ab ejar y la de Albadel existen tras cauces, de-
nominados Hila Tovar, Hïla España e Hila Honda, que
riegan el área S. de la localidad de Era Alta.
Za acequia ~de Albadel, de fama cerrada, riega en
E.ca Alta y Aljue~er y recurre unas 2 .200 m., a~aban-
do en el ria . Batán, llamada también Á~eatel, es de
fama cerrada y recame 3,000 m ., desembocando en
la acequia de Albalate, riega en Aljc eer .
La I-Terrera ., que riega en Aljucer y San Benito, es
de fama cerrada ; recorre 4 .100 rrr. y a su entrada en
la ciudad de ÑSurcia toma el natr~bre de ~ondon~iraa,
dividida en sus tres tercios, recibe también agua de
la acequia de Aln~ohajar . Tan brazal de esta. acequia
es la de Gabaldón, con un recorrido de 1 .050 m ., can
riegas eta Aljueer y que desemboca en la mayor.

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FIGURA N.° 13 .-Tomas de las acequias de A(fatego y


Churra la Vieja en la Acequia Mayor de Aljufía . Las dos
de tom~ abierta, la primera con su toma sumergida
(señalada con flechita ) .

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FIGURA N .° 14 .-Confluencia del Azarbe Mayor de( N, y


el Meranchón, al final de la huerta .
Por últïmo, la acequïa d~ Vïllanueva, también de
toma cerrada,re corre 1 .500 m. en Benïaján y Torrea-
güera, vertîendo sus aguas al Segura .
La acequïa de Candomina La Seca, que toma en la
de Candomina, pasa bajo el río mediante un sifón
para regar en el forte, Actualmente apenas riega,
pues la ciudad de Murcîa se ha extendida en este sec-
tor acopándolo : barrio de Vïstabella, Polígono de la
Fama . El orïgen de esta anomalía está en los traba-
jos para corregir el meandro de Condamîna a que
aludïremos .

2.1 .x . Red de ave~a~nies~to

En el I-Iereda ïento forte la mayor parte de las


acequias cïtadas devuelven sus aguas a una serïe de
colectares, que vuelven a usarlas para nuevos riegos .
El Azarbe de tllonteaguda, con un recorrido de
3 .020 m., se dïvide a la altura de la Vereda de la
Cueva en dos brazales : Brazal Alto y Brazal Baja, con
una Iongïtud respectivamente de 832 y GS2 m., cu-
yas aguas riegan en Monteagudo y Santomera, desem-
bocando el prïmera en la Landrona de los Pérez y
el segunda en el Azarbe Mayor.
El Azarbe 1~Iayar del Norte, de 11 .700 m. de Ion-
gitud, parece ser la prolongación del llamado «val
de las Iluvïas» que rcx%aba la ciudad de Murcïa. Re
cibe este gran colector las aportaciones de numerosos
azarbes menores : Azarbe del Papel, Brazal Baja de
la Cueva, Cola de Casillas, Landrona dei Cementerio,
etcétera . Sus aguas riegan en Esparragal, Raal y San-
tomera. I?e él parte, por su margen derecha, la ace-
quia de Raal Nueva qne recorre G .SSO rn ., regando
en Santa Cruz, Llana de Brujas y Raal . Por la mar-
gen ïzquïerda de este Aarbe mayor sale is Acequia de

Iß3
Pïtargace, can 3 .OOC? txt. de longîtud, que riega El Es-
parragal>
Par última, eI Áxar&e del Merenga nace yunta a
la hereda de la nieva. cz dataci~m ele aguas pravîe-
ne de las iandronas de Las Pérez, Car~xpïlla, Lariz y
de Las i4~`alïraas, asi cama de la cala de la aeequîa de
Pitarque, del Brazal Alto y de la Acequia de ~a~
raiche.
La red, de recogida de aguas muertas en ~l :E ereda-
mîento Sur está a carga del Azarbe deZ Malecón, el
de Garnbln, el de la Sierpe, el de C t~, el cle `áerra
Raya, el de ~enïeï y el Azarbe Mayar deZ Medàodia .
El azarbe elel Malecón vîerte sus aguas unidas a las
del de ~utillas en el rio; el de umhin, unida al del
la Sierpe, en el Reguerón. T)el Azarbe de fierra haya,
c~ue avena las aguas del área más rneridîsaszal rle la
huerta desde Santa Angel a Benîaján, parte la acequia
de Zeneta, que recorre t~a~(}~} m* y riega e ~arrea-
güera, Las Ramos y ~eneta,
El azarbe de Benîel, que tiene urt recorrida d
2 .5ßg m., recibe parte de sus aguas del de fiierra
Raya y de él parten varïas acequias que riegan el
ángula Sureste huertana. Por la rz~argen derecha to-
man de este azarbe las acequias de Carcanax y Ace~
r~ ie% l~a primera, can un recurrido de 5.2ßß n~., rie-
ga en Alquerías y Zeneta ; la segunda, can 3,Op0 m,,
en Alquerías, Par la margen iaquierda del azarbe to-
rnan las acequias ele %s Parrar, de 3a¬ßß tn . de langa""-
tud, que riega ~1 sector de Alquerías tnás próxima
al ria.
Por últrmo, eI ~zarbe Mayar del Medîodîa parte
del azarbe de 13enîel, se denomina ¬arnbién dac a ~
recame ~.5tlfl ., recogiendo avenamientos de BeniM
cató y 7eneta, pasa después a la lau~rta de Qrihuela .

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FIGURA N .~ 15---Superficie mojada par metro üneal en


acequias y azarbes no revestido-s, invierno, 1972-73
{cortesía del 1*G .M .E.)
En la huerta de .Murrï-a, apro~imada~nt r~ ~
rirx~to de la e~tensia~n del regad% tradirïonal. ~ rasi
la totalidad de las modernas amplïacïanes neresitan
para r arse rlevar rl agua por nx~dïo d cliversos
procedimientas,
La~s ruedas elévadoras han sïda dt~rante sïglos
rl~~nt~ ~da ental para la e pansïcln del riego .
En los últimos años del sïgla xvrzz, más de rïen d~e
rstos aparat~s unrïcazxaban en l Ixuerta aportanáa
agua a los riegos denornïnados c<por elevacï~n>a, en
rontraposïrïón a Itxs ~<de pïe>~ que reci~en el agua dï~
r~aarnente a las ~ :quias. L~z~a tadïsdra . más prr-
risa, a~in~ue na rubrr eI área total de la huerta, nc~s
in%rtxxa ~ue csx ~ 1 rxis an ~ t¬¬~rias rlrsde l~.~rria
hasta el itnite ron (:3rilxuela ~~, ri~ra que, ronors`enda
los caract~res topo;r~ficos dcl ~.rea~ perznite suponer
que cr ron n tcx se supezarïa hsxlgada tr el rrn-
tenar.
iFa clesle la s~gunda decena dr nu t ~¬x
hxirici eI prorrsa de sustiturïón de las axte~actas elew
valores ovidas par anrmales, e1 agua o el ~Sropi+
cs~e o hu attcs, c~loca~xdo e~n su Iugar rm~to~bas .
Cauc~ N" cie s~xotores

Acequia cle Ghurra Ia Nt~eva . . . . . . . . . . . . 36


Acequia de La Rejica . . . . . . ., . . . . . . . 5
Acequia ~ l~t.a. , . . . . ., ., . ., . . . .
A equia e ~ urbeciaá ~ . . . . . . . . . . . . . . . 22
Acequia de Daba . . . . . . . . . . . . , . . . . . , . .
Aeei~uia cle Be~is~jáu .. . . .~ .. . . .a _._ . ._
I~rauchc~ 1~ . . . . . . .  . . . . , ., . . . . .,
Merancha cle Gál} ~ . . . . . . . , . . . . , . . . . . . . .
Fticx Segura _. . .. . . ._ . . . ,_, . ., . . . . . . ,<, 2tt

~G1°1~.AL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12.E
~ A i~a ~ttzai p al~ l~ tci~, ~ ~ ~1 ~ .

~fi
.F3etualrr~e te, controlados por la Junta de Hacenda-
dos de la Huerta, existen 123 motoras elevadores de
agua, cuya localización es sensibleanente la mïsma que
la de las antïguas ruedas :
Posiblemente funcionan apunas más, pertenecien-
tes a comunidades de regantes no integradas en la
Junta de Hacendados, pero su número no ha sida
posible determinarlo, ya que su uso está envuelto
en problemas jurídicos . Posiblemente el número to-
tal de motores hoy en funcionamiento, autorizado 0
no, se acerque a 1 ~.

Entre los artefactos de xíego utilizados ert la huer-


ta de Murcia quï~á sean las ruedas hidráulicas, en
sus numerosas variedades, los de mayor tradïciótx e
interés . Y de éstas,'por su porte y decorativa fábrica,
las que más curiosidad han despertado siempre son
las ruedas de corrïente . Actualmente la uRueda de
Alcantarilla>~, incluïda en el recinto del l~Iuseo Etno-
lógïco de la Huerta, ha llegado a unïr a su vïgente
carácter utilïtario alga de símbolo representativo del
regadío tnurciano>
Utilizádas desde la antïgüedad en Asia Menör ~°,
los árabes las trajeron a Murcia, instalando al pare-
cer numerosas en el ría y en los cauces. de rïego,
como indican algunos documentas de la época 18 . Es-
tas norias siguieron usándose después de la cönquista
cristïana Ie, incluso el sello caneejil de Murcia, duran-
~~ ,~xc~ B~RaIA, J. : Norias, azudas, aceñas, Madrid,
C :S .I .C, Centro de Etnología Peninsular, 1954, 160 pp.
is C,oncretamente al-Himyari aludes a las ruedas elevac%ras
de agua: A~Hzz~v~a~s átab anlZausd aZ trai'tar. ., firaducido
por Mario Pilar Maestre González. Valencia, Col . `1"extos Me-
clievales, n ° 10; 1963, p. 366.
~s Se señalan varios documentos d~ Ios siglas xzn Y x~v,
que aluden a astas artefactos en : Asn,corrrsas, M . J. : Museo

Ii~
te toda la Baja Edad Media presenta al pie del recin-
to amurallada una rueda ríe corriente ~° que debía
proveer cle agua la ciudad .
De estas ruedas de corriente sólo quedan actuah
mente tres en la huerta de 1Viurcia . Za ya citada «Rue-
da de Alcantarilla>y, la situada junto a la localidad
de I~a 1~ara y la pequeña «Rueda de Feiices~> .
La «Rueda de La Dora» está situada en la acequia
mayor de Aljufia, unos metros aguas äbajo de las to-
zzzas de Churra la deja y Alfatego y junta a la loca-
lidad a la que ha dado nanxbre .
Isa rueda actual fue proyectada y construida en
lVSurcra par la empresa «Industrial Metalúrgica, S . Iy.»,
hoy desáparecida, y mamada en su actual emplaza-
miento la prïmera quincena del año 193ó, comenzan-
do a funcionar eI 15 de marzo de ese mismo año . Es
totalmente metálica {con materiales que se adquirie-
ron a «Altos I-Iarnas de Vizcaya»), tiene unos i2 m .
cle diámetro y está compuesta de dos coronas provis-
tas eada una de 12 radios. En las llantas de estas ca-
ronas, huecas y de sección xectangular, están coloca-
dos los cangilones en número rle 7~, correspondiendo
3b a cada corona y construidos can chapa galvanizada .
Gira esta noria sobre un eje eon rodamientos apoya-
dos en las paredes laterales .
Entre ambas cotanas se disponen las paletas, de
perfil parabólica, erx número de 36 y con un ancho
aproximado de 1,5fl m. contra las que choca la co-
rriente moviendo el ingenio.
Fue adquirida esta rueda par las regentes del F~e-
redamïento en. unas wsesenta mil pesetas, y su caloca~~

Eirtr~%igio ~e is Fluería. Áica~tarilta, .Murcia, Guies de lr~s


Museos de España XXXT . Madrid, Dirección General de Be-
llas Artes, 1967, p . 30.
~° Gaz ~,~z, $.:
~x s sepas concejiíes de España en la
Edad Media», Hispania, V, Madrid, 1945, p . 357 . también
Cn~eo Bnxa~a, J . : op. cid ., p . 95 .

lUg
cïón provocó en su día airadas protestas de Los aman-
tes de la tradición y una áspera polémica periodzstïca .
El agua elevada por la rueda de La Ñora provee
aproximadamente 5t} has. (el Lleredamiento de la
Rueda de La Ñara) que se riegan par tandas . Normal-
mente no es costumbre regar de noche de orado que
éste es un Heredamiento sobredorada .
El inmedïato precedente de esta rueda, que descrï-
be Torres $albas ~f, era de madera can un diámetro
de 8 a 9 m, Posiblemente es ésta la señalada por
Madaz, que llevaba agua a 34 has . ~.
La instalación de este artefacto se remonta a la
primera mitad del siglo xv, a peticïón de la familia
de don Lope Pérez de Lávalos ~ el cual «avía mer
cado e camprada la heredat que dizen del Gavali, . .
e avía mester en la acequia mayor Aljufia una año-
ra para regar. . . » .
La rueda de Alcantarilla está situada en las proxi-
midades de este núcleo en la acequia mayor de $a-
rrèras, junto a la fama ~de la acequia de Turbedal, La
actual noria, de forma similar a la anterior, es tam
bién metálica, construida e instalada en 195G por la
«Sociedad Metalúrgica Naval y Terreste», de Alïcan-
te Z¢, y pagada también por las propietarios del He~
redamiento .
Mïde esta rueda 11 m. de diámetro y consta de
das caronas provsstas cada una de 12 radios en cuyas
llantas, tarnbíén huecas y rectangulares, se alojan 36
cangilones en cada lado. Entre ambas coronas se dis-
ponen 36 paletas . La anchura fatal entre los arcos ex-
zi Toxxas Bnr.s~s, L. : «Las nonas fluviales en España~>,
Al-Andalus, ~, Madrid-Granada, 1940, pp . 195-208 .
zz 11~1ADaz, P. ; op. càt., p . 732 .
Toxx~s Fo}v°rás, J. : <tLos origetres de la rueda de La
Ñora», Boletzn de Informacàön del Excmo. Ayuntamiento de
Murcàa, n ° 16, septiembre, 1967, pp. 13-14 .
Ax~coraas~s, M . ,L . : op, cit., pp. 26-28.

1(l9
terioxes de ambas cananas es de 1,9Q m, C~ira sobre
u ° e cuy¬~s extremos se embuten en cxa~irretes enca-
~ados en los flancos de la abra, que (cama en e1 casa
de la rueda de La Ñaral son unas gruesas muros de
ladrïlla maczza vista. Par la parte supenion de éstos
discurren das cauces a las que vïexten las cangilones,
gire lue;a se anea pana llevar agua a ~~ Iras, en el ~e-
redamienta de la Rueda de Alcantarilla . De hecho el
agua elevada par esta rueda, cama erg el casa de
fiara, es excesïva para las recesïdades del terreno
asignado y amlaas riegan ~extensianes mucha manares#
sobredorando sanas acequias.
El origen de esta rueda parece elevarse tambïén
basta e1 sigla xv~ cuando el T)eán de la Iglesia de
Cartagena Fernán Alfonso de Cña manïfestc~ al Con
ceja de lVlurcia gua en la acequia de Barreras aparte
debajo del cabezal de la acequia del t`urbedal~~ se dis~
ponía a instalar «ona añora que sacase agua~~ ~s pana
beneficiar aquellas secaras. En 1.85(} la rueda n sus
derechos de riega fueran. adquirïdas par las propie-
tarios de las tïerras regadas a las Pias Fundaciones
del Cardenal 1~e11uga, que en ~.~3~ hablan ~tenid~s
par conveniente hacer de piedra la obra . . . de dicha
narria la qual era de Tablas~s, según consta en el 1e
gaia ~3~ del A, 1bI. barcia, En estas fechas, semen
Ñxadoz ~~, el agua elevada par la rueda servza cara
regar 7S leas,, la mayor parte en el tërr~insx ~l~ A can-
tarina n alga más de una era el de Nonduerrnas .
Pon última, la rueda de Felices, mucha más peoue-
ña, está situarla en la hacienda de este nambne muv
cerca de la presa de la Contnaparada y toma sus meas
de la acequia. may¬~r cle Al .~fia. 8u diámetro na s¬~-
brepasa las 5 m., can una estructura similar a las anm

~rlureïa . .Àrehivc~ ~unieipàl . Actas Capitulares tlei Cc~nr


ceä~a, 10-V1T-1451 .
xs i1!t aa~ P. : c~r~. cot., ~. ~~3.

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FIGURA N.~ 16 .--Rueda de Felices sobre la acequia de


Aljufía, a la derecha ia acequia de Churra la Nueva . Un
partidor en tajamar sostiene la rueda y divide ei cauce .
teriores : tiene 12 radios y 24 cangilones metálicos
en cada corona, pero las 12 palas que la mueven son
de madera, con el agua elevada se riega aproximada-
mente una hectárea . Aparece en el mapa de la huerta
de Murcia de Botella y Hornos ~' y también la cita
Madoz ~, indicando que regaba 9 has . En 1666 exis-
tía ya esta rueda, como atestigua el prolongado plei-
to cuya documentación se conserva en el Legajo 3939
del Archivo Municipal murciano.
Algunas otras ceñas existían en la huerta hasta
hace unas años, principalmente en las acequias de
Barreras y Turdebal, pero actualmente no funcionan .
Aparte de estas ruedas movidas por la corriente
existían en la huerta multitud de ruedas de sangre,
llamadas comúnmente norias . Antaño muy numero
sas casi han desaparecida en la actualidad sustituidas
par motores .
Quedar par último que señala un curioso tipo de
rueda, las «ceñas de pie», hoy totalmente desapareci-
das y de las que tenemos noticias concretas en el
área de Beniel zs . Con el nombre de «azarbetas» (cuya
justificación desconocemos) están descritas por Ara-
goneses en la Guía del Museo Etnológico de la huerta
como pequeñas ruedas con cangilones que el huerta-
no movía con sus pies, de manera similar a como aún
hoy se usa en algunas regiones de Asia.
Excepto las tres ruedas de corriente aludidas, cuyo
funcionamiento se puede considerar como permanen-
te, las demás sólo funcionaban en las horas de tanda,
siendo par tanto sólo consideradas coma un medio
para sacar agua del cauce y sin que su empleo modi-
ficara en cantidad o calidad el derecho del regante .
27 BOTELLA Y Hox:vas, F.: Descripción . . .
za Mnnoz, P.: op. cit., p. 732 .
zs Ruiz FUIVES GARCÍA, M. : Derecho consuetudinario y eco-
nomía popular de la prováncia de Murcia, Madrid, Ratés, 1916,
p. 79 .

113
T~as valúmenes de agua se dxstrïhu~~tr~ . para el rïe~
ga en la 1~~ n~eclïan ~ ¬~ a turnas rl n
las Î~oras de riêga. liegulada esta procedimïenta por
la castumbre es muy canZpla~a, ~~a qu las aguas nax
se di~ den par e~a de la asïgna ~in de valxitnenes
fïjas, sina que se trata de divïdïr prapóxcïonalmente
~ ~roluntara tot~l d~spani q e ~~~ ~ ~ ~
traparada . urn~ la l~axerta na se creó de una ve~, nï
se dïstrïhu~eraa~ las aguas et~ canjunto~ las datacïarae
e las ace zas raa gz arrlan an Ladas la mzsana propar-
cïc~n can las a tensïanes de terrena, Par ella en unas
Haredazne tas al~unda t~ng ~ agua~ ~ na ne ïw
tara ~Lanerse a tandas ~sal~re toda las siLuados en la
calaecara d~e las aceciuïas rxaenar } . f~trcas, i'undanz
t Le las sitr.~as an las calas~ n L:axad s taá cas
de hasta quince dias, pueden llegar a no tener agua
zaï en s turaxa> 1.. abusos en ~sste Le~ san ïnna~~
zxaex~ahles, agra~adas par la anteriar e~istencia de ace-
quïas sïa~ tanda que han sïda sotnetidas a ~sta pa~
necas~~ ¬lel ~ ~ au =c gantas na spetan
esLa regla~entaciôn y sïguen en sus antïguas costun~~
%ras. ~n lineaa gen rales las tier s suas ~s pr~
:simas a. la eal cera del rïega Lienen Landas cada oclaa
dias, en tanta que las más alejadaa sôlt~ puadett regar
cada ¬~ïnca ~as a ás.
En c°uanta a las L~c~niras del riega segúta el terrett+~
Y la madali~ de Sti L~ presenLat~ las sïguaant pe_
culiarïdades .
P`ar rxaedi¬~ ~le la recl stri~uldora ~ a~ d llega
al agna de r¬ega a las parcelas de acuerda can Sa pe~:-
dïente : ~rïego a pïe~~ a oïcn elev~da por medïos arc
cánácas; ~a ega par ale~acïdn~~ . n al ~a tr clïcia~.l
de regadla acupan las rïegas ~a pïa t3na e~tensï~5t~ apra~»
~eitxrada de 12 .1.g laaa., e~ tanta ~ lc~s ~~s par

i1~
elevación comprenden unas ß .g 3 has . de las cuales
aproximadamente la mitad se riegan con aguas ele-
vadas de las cauces de aguas muertas. Las nuevos
regadnos son en su mayor parte por elevación .
Una vez el agua en la parcela se suelen emplear
distintas prac~entos para el riega. El más ext
dicto en la huerta cle Murcia, sobre todo para cultivos
farra~eros y -arbolado, consiste en dividir el te enr
en una serie de tablas horizontales de dimensiones
variables, limitadas por unos caballones de retención
de paca altura . El agua forma sobre estas tablas una
capa que cubre toda la superficie regable y es absor-
bida o filtrada por el terreno. Presupone este tipo de
riego par inundación abundancia y bastara del agua,
ya que el caudal que suele entrar en una parcela por
minuto oscila entre LZ~ß y Z.~tl~ litros.
Este procedimiento, denominado de riega ea man-
ta», presenta muchas difïcultades para lograr un riega
bueno: si corre el agua demasiada rápidamente la
percalación puede .na ser suficiente ; si por el contra-
ria el terrena permanece encharcada mucho tiempo
se producen graves quebrantas, eI agua desciende más
allá de la zona radicular y se desperdicia, se lava el
suela, etc. Dependiendo en alta grado de la atención
y habilidad del regarte es sin duda antieconómica
este método ~.
Otra procedimiento de riego también bastante ex-
tendido es el riega par surcos, utilizada fundamenta
mente para cultivas tales como patatas, habichuelas,
maíz y frutales cuando están ásaeiadas con otras cul-
tivos,
En este casa se Doce entrar el agua en las parcelas,
donde previamente se han hecha una serie de surcos
ao TSBAELS~AI, O. ~~ ., y CANSEN, V. E. : Princz~ios y ctplà-
cucio~aes deï riega, 2~ ~d.. ~arcelana, Ed. ~everie, 1965, p~
gines 28b-3ßi .

iI
paralelos entre si y separadas unas de otros por pro~-
mi ncias de tierra Icaballc~nes~ e clin¬ensianes vaw
rial~les 3~ distinta separación según las cultivas . Exige
este procedimiento menos canth¬lacl rle ag`aa que el
ar¬*eriax, a la ~re~ ¬ z¬e se reducen las p~rc~á as pox evaW
paración 3r es posible realizar labores poco después
¬ : hacer regalo .
Otras madalida-des : aspersión, xiega subterránea,
etcétera, apenas sat¬ ¬¬ tilïzad¬~s ez~ l~ ca arca .
`¬sdos estas mët¬~das, ex¬ gex ral. caracterizadas pax
la excesiva aportación de agua a la tierra, pueden
llegar a producir gxa es dificcultades a las agric lL¬a
xes . doma ejemplo de xiegas e:~cesivas podemos aduM
cir las dados a los agrios en la lxuerta. Narznal~er~re
se s¬¬brepas~¬r¬ los ~. rn~ laa ., szenslo asi que las
necesidades minirnas han sido establecidas s~ en 2 .74(?-
:~:~~?(~ ~~Iraf para las distin s ~arie¬lades de lince
x¬cros ~ de 3,2Gt~ a 4.240 tra:3/Îaa . para los naranjas .
Lo que etx la huerta se denomina <esonxiega>k o rï
ga exeesi a, ~~eeuente al parecer r la dificultad de
regular el tipa de riego a manta, encharca can¬inns y
c¬~lti~=ces pró rnos ~s está sea=eramente reprimida des-
de antig~¬+~ ~.

2 .~ . . ~~ ~~~e~~ ~ rié u esa ~rs rizos se~^tss .


~"l t<~~~era de gr~tci~z»

Las sequia.s periódicas que matan ja huerta, ntás


graves en tiempos pasadas pc~r la falta de regulación
del caudal d¬xl eg¬¬¬ra, atx obligado a estal~lecex des
de antigrta una sexie de normas destinadas a paliar,
~a CtAIt?~ENA, Cï ., g ?ñrvcxrz, J. ~ .» «Necesidades hîdrlcas
de las plantas da ciclt~ largo, . S. Citrusk ih i'xunezs ~ Vixï~,
Murcia, ¬~E~ S, i~lierszt~rïa l~£~- , stz~l~ z~ ~~ ~al~îll~á~
del agua ere el Sszteste es~sañoz, I . Citrzzs», CFFrAS, 19,3-1964.
as Ruzz-FUNrs, IVi,» DerecÑr~ . . ., Pî~. 143" 144, Y tambz6tk
Ctrd~.~ar~zus . ..,. arts . 14~ a I49.

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FIGURA N .° 17 .--Rueda de La Ñora .


en la medida de lo posible, las catastróficos efectos
de la falta de agua, que no sólo se dejaban sentir en
los cultivos, sino inclusa en la salud pública .
Durante todo el siglo pasado, y posiblemente mu-
cho antes, estaban establecidas y cuidadosamente re-
guladas a este efecto una serie de normas, que se
plasmaran en una « Ordenanza» promulgada por eI
Ayuntamiento de Murcia en 1827 ~, de cuya estricta
observancia se encargaba al Conseja de Hombres
Buenos .
Las situaciones descritas por esta Ordenanza es-
tán graduadas por arden de gravedad creciente y san :
1 ° «Régimen de estâa» . Durante el cual las me-
didas aplicadas para mantener eI nivel necesaria de
agua en las cauces san : vigilancia en los molinos
para que na eleven el regolfa más de lo que tengan
autorizado, interesar al Director de la Fábrica de is
Pólvora para que suspenda o aminore la producción
y as£ disminuyan las regalfas de dicha fábrica, y vi-'
gilar las colas de las acequias cuidando de que se
cumplan escrupulosamente todas las disposiciones sa-
bré riega.
2 ° « Régimen de estiaje» . Sujección a turno a los
regantes de, acequias sin tanda, disminuir a la mitad
o tercera parte la duración de estas tandas, prohibi-
ción de regar tierras sin cultivo o regadas de menas
de ocho días, y mantener las medidas dei régimen
anterior .
3 ° «Régimen extraordinario de estiaje» . Se prac-
tican en este caso escrupulosamente las regímenes
anteriores y se pide a las autoridades el «agua de
gracia» .
De hecha, como ha indicado algún autor 3', esta

33 Dínz Cnssou, P. : Ordenanzas y costumbres . . ., p, 152,


~ RUIZ-FCINES Gaxcín, M.: Derecho consuetudánaria, pá-
gïnas 15b-157 .

I19
(Jrdenanza no ha tenido pra'cticamente vigencia en ja
parte referente aI denominado «régimen de estiaje»,
a causa de una presunta violacïán del derecha al agua .
Los agricultores muxcianos impusieron en todas las
ocasißnes su criterio de pasar de~ «régimen de es~iol>
(que en sí no es más que obligar a cumplir la ley) a
pedir el agua de gracia.
La aportación suplementaria de agua que répresen-
ra el agua de gracia, se obtiene cuando eI CToberna-
dor de la provincia ordena a los Alcaldes de los tér
minos en las que están situadas las tomas de las
huertas ribereñas anteriores a Murcia, que cierren
éstas durante tres o más dios, fijados atendiendo la
distancia . Según la gravedad de la situación la me-
dida suele extenderse más o menos vega arriba. Se
consigue asi que llegue bastante más agua a la Con-
traparada, y de ella a los cauces de riego, limpiándo-
los y arrastrando las aguas encharcadas y que pue-
dan también regar aquellos que no lo hubieran he-
cl~o al menos desde ocho rizas .
El agua de gracia llega precedida de un bando de
la Alcaldía donde se anuncia su venida, se recuerdan
las disposiciones del régimen de estiaje y se dispone
que se cierren las tomas de las acequias conforme ~e
riegue, para que pueda llegar el agua al final de la
huuerta .
La última vez que se pidió el agua de gracia en
Murcia fue en i9~3, después los trabajos de regula-
ción de la cuenca la han hecho innecesaria .

x .3 .2 . Canservacïón de los cauces : los «repartes»


y las t~ao das

Tan complicada red de distribución y avenamiento


necesita frecuentes atenciones y esfuerzos constantes
en su mantenimiento . De ello se encarga (en el ám-

120
bito de la red de riegas, no en el río) la Junta de
Hacendados .
Los «repartos» se refieren a las necesidades econó-
micas para la ejecución de obras encaminadas a la
conservación de los riegos . La costumbre de repartir
el importe de las reparaciones y limpieza de cauces
es antiquísima . En el siglo xrv existen documentos
que aluden claramente a ello : «para mantener la di-
cha preu e mondar las dichas acequias, que auedes
de derramar pecho por las heredades que'cada unos
tienen en la dicha huerta . . . », corresponde a una car-
ta real de 1371 ss . Actualmente se acuerdan éstos por
el Juntamemo general o particular según la extensión
de las obras a ejecutar y luego se distrïbuye el im-
porte entre los propietarios interesados en la obra,
a un tanto por «tahulla» se . Existe desde antiguo una
valoración de las tahullas, a efectos de los repartos,
en tres categorías (de una, de dos y de tres «tarjas»)
que cotizan distinta cantidad a' . Con el producto de
estos repartas se atiende fundamentalmente a la de-
nominada «monda» de las acequias, o limpieza de
35 Archivo Municipal de Murcia . - Cart . Real, 1405-18, fo-
lio 57 r.
ss La «tahúlla» es unidad de superficie tradicional en la
huerta de Murcia y equivale a 1 .118 m~ . Para facilitar su uso
en adelante, incluimos una pequeña tabla de equivalencias :
Tahúllas Hectáreas

1 0,1118
5 0,5590
9 1,0062
45 5,0309
89 9,9500
A su vez esta unidad de superficie se subdivide en :
«Cuartos de tahúlla» : 2,7949 áreas
«Ochavas de tahúlla» : 1,3975 áreas
«Dieciseisavos de t»húlla» : 0,6987 áreas
37 Ordenanzas . . ., arts . 115 a 126 .

121
éstas, que se realiza anualmente en el mes de marxo
durarste quince dies, pericFdo en el que se carta la
circulacitSn de agua por las acequias .
La monda de los cauces de cada lzeredat ienta r~
gente se costea por los propietarias en dicha Here-
damiento, organizada por el Procaradar del cauce que
luego dïstril~uye los castes . ~, por tanta, mup varia-
ble el precia par tahulla, pues además de los tres
tïpos de cotización indica~clas, depende de la longitud
de las cauces a limpiar y de las precias del jarnal en
ese momento .
L~a manda de las acequias mavpres es la ~ini que
realiza por su cuenta la Junta de Hacendadas ; para
ella y para las demás necesidades { incluida el propia
sasteninsienta d~e la Junta de su aparato adminisA
trativa) se realizan también repartos . l;n uno de las
diurnas realizF~das, al final de I~ Q, se cleter~ó
que se alaonara par tahona de primera calidad ,~6 pe.
jetas, de segunda 30 pesetas y de tercera 29 pesetas,
l~l nórxsero de tahonas afectadas por el reparta se
distribuye del siguiente modo :
fial~ lias de primera ; ~G .~~
Tahullas de segunda : 41 .816
Tál~ullas de tercera : 28 ~4~
~aml~ién cotrzan en los repartas las r~zedas elev~a-
dara~, sabre 4 ~ l~c~ras de firma n.
len conjunta los gastos gtte el propietaria huertano
tiene que realizar de cara a la limpieza de acequias
~t otras necesidades, y que abona a is Junta de Ha~
vendados, oscilan alrédedox ple las tx~il pesetas atzuales,

~,4, LoF PRbI~T.~R~ïAS D~tW itIEGa

La vcsnzplejidad ~dél sistema de riegos Xnurviano na


lleva aparejada en ab~oltua la efivacia . ~e l~evho, dos

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FIGURA N.~ 18 .-Rueda de La ~vora . Arco de sustentación


y apoyo del eje.
problemas de carâcter complementario afectan al área
huertana con gravedad creciente : escasa economia del
consumo de agua en las sectores de riego tradicional
{fondo de la depresión} con riegas excesivos que pro-
ducen perjuicios al suelo, y carencia de caudales su-
ficientes para dotar de manera adecuada y segura
ampliaciones del regadîo, que en muchos casas ase-
guraría éxcelentes rendimientos .
El origen de estas anomalîas, desde un punto de
vista global, puede residir, como se ha señalado ss, en
el aumento del consumo de los regadîos tradicionales
y de la expansión extraordinaria de los nuevos rega-
dios, singularmente en la denominada Vega Alta (en-
tre Caiasparra y Alguazas), cuyas exigencias han lle-
gado a anular los beneficios de regularización de la
cuenca . Pero más que un problema de volúmenes de
agua disponibles, que no se plantea hasta ahora mâs
que en situaciones de sequîa excepcional como la re-
gistrada en 1968, en eI caso de la huerta de Murcia
el problema es de dístribneión y de adecuacïón del
dispositivo de riego existente a una ineludible usura
del agua.
La práctica del riego por inundación y la falta de
revestimiento en la mayorîa de los innumerables cau-
ces huertanos colaboran en la alimentación de niveles
freáticos muy prôximas a la superficie, que se tradu-
cen en graves dificultades agrîcolas y en la pérdida
de hasta el 20 por ciento deI agua de riego según es-
timaciones del Ministerio de C?bras Públicas . Esta si-
tuación es de sobra conocida en Murcia v reciente-
mente se han propuesto soluciones ~ mâs o menos
38
«.Ei río Segura. La ordenación de una cuen-
HERTN, R . :
ca hidrográfica mediterránea», Revista de Geografía, vo1. II,
n. , Barcelona, 1972, pp . 16$-20$.
~ ORTÜIJO, A . ; GUILLÉN, M. G ., y SÁNC I-I EZ, A. :
J,
La agricultura murciana : sus problemas y soluciones, pp, 2$
a 34 .

125
acertadas . La más drástica de las propuestas supon-
dría la reestructuración de la red de avenamientos ; a
base de tres canales profundos de cuyas colas se ex-
traería el agua por bombeo, solución parcial que tra-
ta de suplir un replanteamienta total del riego cuyas
dificultades aparecen como difícilmente superables .
A partir de los datos que proporciona el Centro
de Estudios Hidrográficos para la cuenca del Segu-
ra 4° , teniendo presentes las necesidades hídricas me
dias según tipo de cultivos la superficie que éstos
ocupan actualmente en la huerta, el consumo global
de agua se puede estimar en 89 .828 .030,40 m3., o li-
geramente superior, cantidad que supone sólo el 30
por ciento del volumen total derivado en la Contra-
parada como ya señalamos . Por supuesto que este vo-
lumen total derivado no se utiliza íntegro en el riego,
y gran parte del caudal transportado por las acequias
no tiene otra finalidad que mantener en éstas la altu-
ra adecuada para que penetre el agua por todas las
tomas . El consumo de la vegetación en las márgenes
y las devoluciones al río sin haberse utilizado, com-
pletan la importante fracción que circula por la huer-
ta sin aplicarse al riego . Estas peculiaridades mues-
tran claramente que el dispositivo de riegos en la
huerta de Murcia no merece realmente tal nombre,
reduciéndose a un sencillo sistema de derivación que
convierte el cauce del río en decenas de pequeños
cauces .
La reorganización general del dispositivo de distri-
bución y avenamiento de caudales desde las tomas .
de origen, la regulación de las tandas, el revestimien-
to de la mayoría de los cauces y la racionalización de
las técnicas de riego, aparecen como condiciones in-
CENTRO DE ESTUDIOS HIDROGRÁFICOS : Necesidades hí-
dricas de las cultivos en los planes de regadío integrados en
la cuenca del Segura, Madrid, Ministerio de Obras Públicas,
1967, pp . 107-132 .

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FIGURA (V .~ 19 .-Llano de Brujas. "Ceñíl" o "Azarbeia ",


movido a pie por el hombre para llevar agua de un hrazal .
NECESIDADES HID1tICAS DE 'LOS PïtINCIPALES CULTIVAS
EN LA HUERTA DE MURCIA

Extensión ocupada Consuma Consumo global


Tipo de cultiuo (Ha .) (m3JHa .} en un año {m3 )

Agrios . . . ., . . . . . ., . . . ß .79ß,2ß 5.l93,4ß Sß.844 .424,68


Frutales hueso . . . ., . 2.852,90 6.030,70 17.204 .984,03
Hortalizas . .,  . . . . » . . 2.613,70 3 .245,25 8.482 .109,92
Forrajeras . . . » . . . . . . . . 1 .271,70 p.7$8,8ß 9.9ß5,ß16,96
Cereales . . . :, . . . . . ., 1.660,30 2 .042,70 3 .391 .494,82

TOTAL .. . .  . . 18.288,80 89.828 .O30,4ß


ca
dispensables para la supervivencia del regadío mar-
cuna, aunque las dificultades financieras ~ técnicas
puedan parecer insalvables .
Por otra parte, el auténtico lavado permanente a
que se somete el sudo tîene también como efecto el
éumento de la salinidad en las aguas reutilizadas para
riega de manera notable. Según datos de la Confede-
ración Hidrográfica del Segura este río transpaxta
t},3 g, por litro de C1Na en 1VIurcia y llega en Guarda-
mar a 0,8 g/1 . Los cultivos regados han de plegarse
a esta situación p las especies más resistentes a la
salinidad {tomate, alcachofa, ete .} predamrnan amplia-
mente en las huertas alicantinas del Segura .
C#tr~ gran problema del regadlo marciano es el de
las ampliaciones del área regada . Amplios sectores han
sida puestas en riego en los márgenes de la huerta
can aguas elevedas de los cauces de ésta . Iie este
moda han ido surgiendo en los ciltimos años una se-
rïe de asociaciones de nuevas regentes: Grupa Sindi-
cal «Fortuna», Comunidad de Regantes «Las Ange-
les», Comunidad de Regantes del Meranclao de San-
tomera, etc.
Estas ampliaciones se han realizado tomando como
base la t)rden Ministerial de 25-I~-1953, por la que
se reglamenta la ordenación de los aprovechamientos
idráulîctas en la ccaenca del río Segura . Ue acuerdo
con esta dïspasicïón, una vez finalïzada la regulación
del caudal del Segura, podrían ~ eonsïderarse como
aguas sobrantes 1 b3 millones de m~, que permïtirían,
en su fracción correspondiente, ampliar los riegos de
la huerta en 4 .500 loas . El interés de estas ampliacio-
nes, a realïzar sobre nuevas tierras de excelentes con-
dici~nes para el arbolado, dio lugar a que las sokci-
rczdcs con base en la citada C+rden ascendieran inme-
diatamente a 10 .00 has ., distribuidas según el siguien-
te cuadro;

180
~,at*aliza~~~rz~ N~, de ~te~~cione~ ~~,~ensión ~n Ha,

.ficeq~,~a
3~ de ~}~urra la S~ueva . , . . . . . , . . . . , . . ., . . . , - 1.7C~~,8~
,~.cequ~a de ~efïca . . . ., . , . . . . . . . . . .r ., . . . .  . .~ . ~ 1~,~
Acec~t,~ia de ~ cc e . .
., . . . . > . . . . . .  , . . . . ., . . . . ., 22,~~
~;csntx~.~arada . . . , .,  . , ., . . . . . . . . . . . . . ., . . . . .v
1~~,21
~ázarl~~
~ del ~e~;anch~a , . . . . . , . . . . . ., . . . . , . . . .~ . . . 2~.á,3S
ampq~ de 1N~tar~za , .u . . . . . . .< . ., . . ., ,. . . ., . . . . .» ,3.I2~
enr~~sr~ tot de ~a~ amp~ia~ianes ~e~l~citada~ en ï~
mar; en iz~,r~~erda ~~1 Se~r~~a . .> .*< ., . .,, ,, 5 .21Ci,4~
1 3~a~xnar
~ . . . . . . . ., . . . . ., ._ . ., . . . . . . . . ._ . . . 544,3Q
~,antr~~aradai , . . . . . , ., . . . .~ . . . . ,, . . ._ .,, ., . .,w 2 ~S~
~am~xr~ de sat~a~oneea , ., . . .  . . . .  . . . . . ., . . . . . . . 3.841>3i3
~e 1C~ . . . .. . . ...  . ., . ., ., . 2b~,pi
xrez~.~~~rn tot~~ de 3a~ ~mplia~~c~nes ~~rlîezta~~ ~ en j~a
max~en des~ck~a c~~~. Segu~'~ , . . . . . . . . .  , . .,a 4.943,41

uezaw ; ~om~sa~za d~ ~~uas ~e~ ~ t~ra .


Si desde un primer momento las pretensiones de
ampliación representaron el doble de las posïbilida-
des estimadas, san fácilmente explicables las dificul
tades en que se desenvuelven estos nuevos regadíos,
sobre toda en épocas de seguía, cuando las tradicio-
nales conservan absoluta prioridad . Numerosos lítigïos
tienen su origen en el enfrentamiento de las antiguos
y nuevos derechos . La reciente clausura (16-VII-1970)
de las instalaciones de boriabeo que el Grupa Sindical
«Partuna» tenía en el Merancho de Los Giles, a efec-
tos de una salícitud de interdicto presentada por los
regantes de la Vega Baja, es una clara muestra de la
situación de tirantez existente entre Ios nuevos re-
gantes (que en ocasiones intentan utilizar más agua
de la que Ie corresponde, creando asi los llamadas
«riegas abusivos») y los del sector tradicional que
necesitan mantener a toda costa los volúmenes de agua
necesarios para que sus famas, colectores, tandas, et-
cétera, sigan funcionando en su delicado equilibrio .
Puede pensarse que las técnicos de Obras Públicas
sobreestimaran los volúmenes que la construcción del
embalse del Cenajo iba a permitir distribuir, pero
quizá más que un error de cálculo haya sido la febril
expansión de las nuevos regadîos y, sobre todo, la
irregularidad pluviométrïca de la cuenca lo que ha
producido la situación de difícil equilibrio entre ne-
cesidades y disponibilidades que existe actualmente,
y que alcanzó una situación crítica el año 19G~$ tras
una sequía no excesiva, pera sí prolongada desde el
año anterior . Es muy probable que la dramática si-
tuación del verano de 19b8 influyera definitivamente
en la puesta en marcha deI Trasvase Taja-Segura, es-
fuerza que desde este punto de vista parece perfecta-
mente justificado .

132
3. CONSTRUCCION DEL PAISAJE AGRARIO
Si el conjunto de rasgos que prestan orïginalidad
al paisaje agraria de la huerta de Murcia san, en gran
medida, reflejo directo de la estructura agraria actual
de la comarca, un examen detenido permite pronta
advertir cómo, en una praparcïón quizá muy supe-
rior, estos rasgos derivan de etapas anteriores y son
legada de otros momentos históricos perviviendo
apoyados en la escasa capacidad de cambio del mundo
rural. A1 fin y al cabo la ocupación del valle murcia-
no ha sïdo una obra prolongada, que sucesivas gene-
xaciones han abordado can objetivos y técnicas dife-
rentes y es, por lo tanto, la construcción de este pai-
saje un hecho hïstórim en tal grado que los rasgos
de la morfología agraria., del hábitat e incluso las del
sistema de cultivo resultarían càsí ininteligïbles sin
recurrir a antecedentes, a veces muy lejanas, para ex-
plicarlos .

I35
El establecimiento humana en la comarca murcia-
na es muy antigua . Numerosos restos arqueológicos
asi lo confirman, pero al misma tiempo parecen indi
car otro hecho de singular importancia : el fondo de
la depresión del Segura, en este tramo, no parece
haber tenido una ocupación agrícola permanente has-
ta la época musulmana .
Las aldeas, ias necrópolis y los templas de los an-
tiguas pobladores de Murcia han aparecido casi sin
excepción emplazados a cierta altura sobre las alinea
ciones limítrofes . Posiblemente huían sus matadores
de las peligrosas crecidas del Segura y de las dificul-
tades de un valle pantanoso en grandes áreas, que-
dando así durante siglas abandonado éste a un esporá-
dica aprovechamiento pastoral en su mayor parte .
Parece, pues, corresponder a las colonizadores mu-
sulmanes, pertrechados can la amplia experiencia de
los regadíos en Oriente y Africa, la inauguración del
esfuerzo colonizador que no habrá de concluirse prác
ricamente hastá nuestro siglo. Par supuesto que está
muy lejos de las pretensiones modestas de este traba-
jo el poner punto final a una ya larga polémica entre
historia-dares y polígrafos sobre unos posibles oríge-
nes romanos del cultivo en el área . Muy recientemen-
te algún acatar ha considerado converüente volver so-
bre el tema, sin embarga sus conclusiones «no han
podido ser tajantes»~, de manera que arqueólogas e
historïadores siguen teniendo la palabra .

3 .1 . Cox~uts~~ v cor.or~izACSó~r n~~. s~c~rox


rrA~vxAZ.
La amplia llanura tapizada de materiales aluviales
F Ross~~.r o, ~., p G~tvo, G. : «Un parcelaria geométrica
cuestionable, la huerta y ciudad de Murciaa~, Estudios sobre
centuriaciones romanas en España, Universidad Autônama de
Madrid, 1974, pp. 83-89.

136
en là que el cauce del Segura divagaba libremente,
meandrizando y creando amplios sectores pantanosos,
ofreció a los primeros colonizadores excelentes con-
diciones potenciales para el desarrollo de la agricul-
tura . Una vez aprovechado el estrechamiento del Se-
gura al penetrar en la depresión para desviar sus
aguas y, canalizadas, utilizarlas para el riego, pronto
comenzaron a extenderse los cultivos por el fondo
del valle.
Las dïfzcultades para el asentamiento humano y
desarrollo de la agricultura que presentaba el medio
eran, sin embargo, numerosas y derivadas principal
mente de las características morfológicas del terreno,
así como del propio río y su personalidad hidrológica .
En lineas generales pueden resumirse en los siguien-
tes apartados :

a) Problemas de desecación y saneamiento .


b) I?efensa contra las avenidas y divagación del
cauce del Segura .
c) Elevación de aguas para regar los piedernon-
tes de las alineaciones arográfïcas limítrofes .
I?esde el primer momento el crecimiento del área
regada está directamente vinculado a la progresiva
saiucíón de estos problemas, en un proceso prolonga-
dísïma que prácticamente no acaba hasta nuestra si-
glo . Paralelamente a la construcción de la red de aee-
establecimïento de un dispositivo de avenamiento
quins de riega fue necesario, desde el principio, el
que devolvieran al río los caudales sobrantes . Aguas
procedentes de las crecidás del Segura y Guadalentín,
a de las propias colas de los cauces de una red de
rzegos aún no concluida, encharcaban frecuentemente
amplios sectores convirtiéndolos, según frase repetida
en todas las épocas, en «almarjal insalubres> .
Ei característico trazado en meandros del río en

T37
este sector ha sido desde antiguo profundamente mo-
dificado par la actividad humana. Can la ayuda de
la fotografia aérea se ha reconstruïda, en la medida
de la posible, el trazada del rîo prünitivo (Gráfica
núm. 2} en la consideración de que en gran parte los
meandros cortadas que pueden apreciarse la han sida
por abra del hambre, ya que es poca probable que
en un área de asentamiento humano tan antiguo y
denso el rîo divagara libremente . Puede decirse que
el «enderezamiento de la caja clel rîo», la desecacién
y puesta en cultivo de sectores pantanosos y la pro-
longación de las acequias de riega san etapas simultá-
heas del crecimiento histérica de la huerta marciana .
A fiziales del sigla xv, y junto al propia núcleo ur-
bano de lt¬Iurcia, el problema afectaba a la salud de
la ciudad: «Otorgamos . . . a vas el dicho Alvaro de
Arraniz. . . la laguna del Labor a la puerta de las me-
noretas que es en la huerta e término de esta ciudad.. . .
quel dicha acensamienta vos facemas por guamo la
dicha laguna. . . por razén de las muchas aguas que
allí se escurren . . . es rnuy dañoso para la salud delta
dicha ciudad. . . vas el dicho Aleara de Arraniz ayays
de reblir e rebledes la dicha laguna . . . en tal manera
que se pueda panificar . . . » Z. Y en el siglo xix aún
no se habîa terminado de desecar completamente eI
área huertana como muestra el mapa de Alvarez de
Toledo s. Proceso, pues, largo y difícil ya que en nu-
merosas ocasiones, par roturas en la red de riegos e
inundaciones, quedaban amplias sectores ya en culti-
va empantanadas, necesitando nuevas y Gastosas obras
de desecacién.
El Segura, que da vida a la huerta can sus aguas,
y asimismo el Guadalentîn, han sido también arad%
z Archivo Municipal de Murcia. Actas Capitulares, año 1494,
£ol . 9ß r,
a «Plano tapográ£ico de la Huerta de Murcia», por don
~onQuírr ALVnHE2 va ToLrno, escala aprox. 1 :40.ööö, 1ß5ß.

138
cionales enemigos del. asentamiento humano en la
comarca . Ya hemos aludida al esfuerzo constante para
defender de sus furiosas avenidas . No menos interés
ofrecen las frecuentes obras de corrección de mean-
dros en eI Segura, can ocupación agrîcola en eI tramo
de cauce abandonado .
Por última, la elevación de aguas para riegos en
sectores donde no llegaban las de las acequias, es una
necesidad que se hace notar desde la primera fase de
ocupación del suelo .~I propia trazada de las acequias
primitivas (que en varias ocasiones se intentó modi-
ficar} dificultaba el riega en amplias sectores, coma
puede apreciarse fácilmente en el esquema de la red
de riegos que se incluye. Algunas acequias, como la
de churra la Nueva, paliaron este problema en eI N.
de la huerta ya en el siglo xvz, pero el sistema más
generalizado fue el de la elevación de aguas por me-
dio de norias : «Fuera de estos dos canales no se riega
con el agua del rîo de Murcia, si no es por medio de
ruedas elevatorias» ~, afirma un escritor árabe pasi-
blemente del siglo ix; estas ruedas perduran hasta
hoy en la huerta de I1~Iurcia .
Desecaciones, correcciones de vueltas en el rio,
construcción y prolongación de cauces de riego y ave-
namiento, etc ., van mareando las etapas del creci
miento huertano, frecuentemente detenido por gra-
vîsimas crisis de todo tipa, pero nuevamente reinicia-
do por la tenacidad del agricultor marciano .

3 .1 .1 . iJl crecárn3ento ~e~l área rega~d~

apertura y prolongación de cauces, desecaciones,


obras en eI rîa, etc., se traducen a Io largo del tiempo
en un progresivo aumenta del ârea beneficiada por
4 Atr,HiMVnxi : Kztab ar Rawd. . . Anubar Ed. Colecciôn de
Textos Medievales, n:` 1Q, Valencia, 1963, p . 366.

1~9
el riego. No es en absoluto un ritmo permanente y
homogéneo el de este crecimiento . Numerosas crisis
de muy diversa oxigen marcan detenciones e incluso
retrocesos en este camino hacia un áprovechamienta
más completa de las posibilidades hídricas. Pero, en
conjunto, y a despecho de inundaciones, roturas, epi-
demias, problemas políticos y todo un largo rasarlo
de calamidades diversas, se impone la tenacidad de
la población huertana tratando de llevar el agua a la
mayor extensión posible, y ello con una característica
singular, nunca ( al menas no hemos encontrado nin-
guna noticia) se intentó modificar la estructura gene-
ral del dispositivo de riegos legado por los ârabes, la
huerta se desarrolla siempre a partir del núcleo pri-
mitivo y siguiendo sus mismos patrones. Razones eco-
nómicas, intereses basadas en la conservación de pri-
vilegios, e incluso Raones militares, pues durante va-
rios siglos la red de acequias de la huerta se valoró
como dispositivo defensivo de la ciudad (por otra
parte nunca eficaz), colaboraron a lo largo del tiempo
para mantener incólume una sïtuacián que permitió,
ciertamente, un desahoga económico sensible ~al la-
brador marciano durante largos años, pero que desde
hace unos años arrastra una prolongada crisis que pue-
de determinar su desaparición en un futuro no lejano .
El crecimiento del área regada, desde la etapa fun-
dacional hasta la actualidad, viene expresado en el
cuadro de la página I41 .
El proceso de crecimiento no fue homogéneo en
los dos Heredamientos mayores, e încluso las super-
ficies regadas por las acequias sufren importantes os
cilaciones a lo largo del tiempo por causas que son
difíciles de detectar . La extensión regada en Ios dos
Heredamientos mayores por varias acequias viene ex-
presado en los encartes entre las páginas 242 y 242 .
Estos datos, aún incompletos, a la vista dei esque-

X40
EVfQLUCIC7N DE LA SUPERFICIE IiE LA HUERTA
DE MURCIA
Extensïón de la huerta
Fecha Tahúllas Equivalencia Ha .
{ 1) Siglo XI I I .. . ... ... 38 .643 4.293
(2) Sigla XIV ... ,.. ... 36 .080 4.1708
(3) 1480 . . . . . . ... ... ... 52.597 5.844
(4} 1621 . . . . . . ., . ... ... 73 .897 8.214
(5} 1713/34 , . . ... ., . , ., 87 .000 9.666
(6) 1757 . . . . . . .~, . .. .. . 96 .903 10 .767
(7) 1803 . . . . . . ... . .. . ., 105.000 11 .667
(8) 1836 . . . . . . . ., ... ... 93 .822 10 .425
(9) 1877 ., . . . . ... ... . .. 102 .088 11343
(10) 1925 .  . . . ... ... ... 117.867 13 .096
{ I i) 1953 . . . . . . ... ... . 155.673 17 .297
(12) 1970 . . . . . : ... . .. ... 194.031 ' 21 .559

Natas al Cuadra
(1) Calculado con datos que proceden de : Repartimiento
de Murcia, Ed . de J . Torres Fontes, Madrid, C.S .LC., 1960,
316 pp.
(2) Estimación basada en datos de ToRxES FONTES, J . ;
Repartîtraiento de la huerta p el campo de Murcia en el si-
glo XIII, C.S .LC. y Academia Álfanso X el Sabio, Murcia,
1971 . Vid. p. 36 .
(3) TORRt;S Foxr~s, J. : <eEstampas de la vida en Murcia en
el reinado de los Reyes Catálïcas», Murgeta7aa, n.° 15, Murcia,
9.961 .
(4) Cescnta~s, F. : Cartas Filológicas, t. II, Espasa Calpe,
Madrid, 1952, p. 186,
(5) Ha sida impassble encontrar datas de las dos Hereda-
mientos referidos a la misma fecha . Los documentos utiliza
dos son: «Padrón de las tahúllas que comprende la mitad de
la huerta de esta ciudad del Jada de Espinarlo, desde el Azud
hasta la Jurisdicción del Reyno de Valencia», año 1713, que
comprende el Heredamiento septentrional completo. Respecto
al Heredamienta sur; ~Padrán de las tahúilas que riega la
acequia mayor de las Barreras», año 1734 . Ambos documen-
tos en el Archivo Municipal de Murcïa, legajo 3957.
(6) «Parirán de Sas tahúllas del Heredamiento del norte»
y <rPadrán de Heredamientos de la Zequia mayor de Barre-
ras», año 1757 . Archiva Municipal de Murcia, legaja 3970 .
(7} Interrogatorio sobre cantidad, calidad, destino y cul-

l~l
HEREDAMIENTO MAYOR DE MEDIODIA O ALQUIBLA
EXTENSIÓN E!v Ha.
Acequias s. XIII s. XiV s . XVI 1734 1757 1836 1959

Barreras . . . . . . . . . . . . ... - - - 132,23 115,44 146,23 308,90


Turbedal . . . . . . . . . . . . . . 83,55 222,00 327,78 366,78 368,77 374,78 398,80
Dava . . . . . . . . . . . . . . . .. . - 236,10 76,22 57,34 126,45 148,55 105,90
AlcantariLa . . . . . . . . ... - 55,50 - - 77,60 77,30 78,12
Santarén . . . . . . . . . . . . .. . - - 23,80 27,66 36,45 29,35 55,00
3eniale . . . . . . . . . . . . .. . - 55,50 122,35 123,35 119,90 118,78 115,55
Menjalaco . . . . . . . . . . . . ... - 44,45 31,65 23,00 22,23 162,33 29,12
Benabia . . . . . . . . . . . . . .. - 38,90 49,45 48,00 45,34 43,65 59,33
Raya . . . . . . . . . . . . . . . ... - 155,55 118,50 159,33 153,66 155,22 238,90
Albalate . . . . . . . . . . . . .. . - - 33,80 37,45 39,78 57,33 44,45
Almohajar . . . . . . . . . ... - 72,23 77,78 126,45 126,33 126,10 136,67
Gabaldón . . . . . . . . . . . . ... - - 20,23 17,90 20,65 18,10 20,00
Beniaján . . . . . . . . . . . . . . . 195,55 (a) 172,22 (b) 768,90 {c) 635,55 (d) 204,23 734,34 713,35
Albadel . . . . . . . . . . . . . .. - 50,00 61,22 32,70 36,78 29,00 36,10

Alcatel . . . . . . . . . . . . ... - 66,67 74,11 72,90 82,56 61,45 94,00


Alquiblas . . . . . . . . . . . . ... - 666,66 768,90 (c) 333,00 427,66 378,78 404,00
Aljoraiba . . . . . . . . . . . . ... - - 75,00 59,90 59,35 62,10 73,90
Alguazas . . . . . . . . . . . . ... 782,34 (e) 355,50 (f) 375,23 518,67 483,00 383,80 470,80
ßerrera . . . . . . . . . . . . ... - 111,10 100,00 88,11 85,56 106,00 87,80
Tunco y Rumia . . . . . . ... - 126,60 124,00 147,34 138,22 127,00 134,67
Alharilla . . . . . . . . . . . . ... 782,34 (e) 164,40 (g) 103,00 121,000 113,35 109,11 122,22
Beniazor . . . . . . . . . . . . . .. 160,00 164,40 (g) - - - 109,11 (g) 122,22 (g)
Condomina . . . . . . . . ... 50,00 - 100,50 122,79 114,10 35,45 108,90
Alfande . . . . . . . . . . . . ... 36,70 92,23 223,50 233,23 223,70 195,90 210,00
Benicotó . . . . . . . . . . . . ... 211,10 - 127,35 143,60 151,35 194,10 (h) 152,25
Villanueva . . . . . . . . . . . . ... 195,55 (a) 172,22 (b) - 66,90 59,35 194,10 (h) 62,25
Parras . . . . . . . . . . . . . . . .. . - - - 251,25 147,25 128,50 158,35
Beniel . . . . . . ... . .. .. . . . . 166,70 - - 756,90 654,00 547,75 713,35
Carcanox . . . ... ... .. . ... - - - 395,65 123,00 130,89 160,75
Riacho . . . . . . ... .. . .. . .. . - - - - 89,78 120,10 145,10
Zeneta . . . . . . ... .. . .. . ... - - - 355,00 549,10 341,23 386,70
HEREDAMIENTO MAYOR DE ALTUFIA O NORTE
EXTENSIÓN EN Há .
Acequias Siglo XIII 1713 1757 1836 1959

Aljufia . . . . . . . . . . . . . . . ... - 27,89 95,34 120,00 331,11


Regaliciar . . . . . . . . . . . . ... - 18,78 27,89 47,78 87,45
Alfatego . . . . . . . . . . . . . . . ... - 171,34 181,23 173,34 285,78
Churra Vieja . . . . . . . . . . .. - 399,78 379,34 294,78 361,78
Ñora . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... - 55,89 18,00 43,00 45,23
Beniscornia . . . . . . . . . . . . ... - 56,67 89,67 58,78 87,78
Albatalía . . . . . . . . . . . . . . . ... - 97,88 133,11 95,67 102,34
Arboleja . . . . . . . . . . . . . . . ... - 140,00 79,23 124,34 113,55
Nacar . . . . . . . . . . . . . . . ... - - 28,00 26,23 25,67
Caravija . . . . . . . . . . . . . . . ... - 91,11 111,70 115,12 177,78
Belchí . . . . . . . . . . . . . . . . .. - 25,00 23,66 28,22 24,34
Zaraiche . . . . . . . . . . . . . . . ... 46,00 525,67 - 976,55 1 .000,23
Zaraichico . . . . . . . . . . . . .. . - 36,45 43,00 41,13 40,34
Brazal de Santiago . . . . . . ... - 12,78 16,12 12,35 12,67
Benipotrox . . . . . . . . . . . . ... 43,77 90,23 96,23 82,50 284,45
Casillas . . . . . . . . . . . . . . . ... 333,34 (i) 346,11 470,45 405,45 172,56
Benejucer . . . . . . . . . . . . ... 36,34 217,34 257,23 - 320;45
Beniza . . . . . . . . . . . . . . . ... 81,10 172,50 332,50 - 211,77
Aljada . . . . . . . . . . . . . . . ... - 212,77 462,66 385,34 438,45
Raal Vieja . . . . . . . . . . . . ... - 288,34 415,50 485,77 362,35
Azarbe Mayor . . . . . . . . . ... - 104,23 474,89 419,66 333,10
Raal Nueva . . . . . . . . . . . . ... - 223,00 393,00 327,22 341,11
Monteagudo . . . . . . . . . ... 118,90 118,90 196,11 123,50 119,6b
Churra la Nueva . . . . . . ... - 169,90 160,78 - 1 .194,00
Santomera . . . . . . . . . . . . ... 333,34 (i) - 409,00 - 430,34
Notas a los Cuadros
(a) Conjuntamente acequias de Beniaján y Villanueva .
(b) Beniaján, Villanueva y Beniazor .
(c) Beniaján y Alquiblas .
(d) Hila Honda y Beniaján .
(e) Alguazas, A~lharilla y Doralhomar .
(f) Alguazas y Meana.
(g) Alharilla y Beniazor .
(h) Villanueva y Benicotó .
(i) Casillas y Santomera .
Los datos referentes al Heredamiento sur proceden : los referentes a lOS S1g10S XIII y xm de
TORRES FONTES, J. : Repartimiento de la huerta y campo de Murcia en el siglo XIII. C .S.LC . y
Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1971, p. 33 . Los referentes al siglo xm tienen el mismo
origen, completados en lo posible con una relación de «Tahúllas que riegan los herederos de
Barreras». Archivo Municipal de Murcia, legajo 3935 . Los datos de 1734 proceden del «Pa-
drón de tahúllas que riega la acequia mayor de Barreras». Archivo Municipal de Murcia, lega-
jo 3957 . Los correspondientes a 1757 provienen del «Padrón de Heredamientos de la Zequia
mayor de Barreras». Archivo Municipal de Murcia, legajo 3970 . El trabajo de MANCHA, R. :
Memoria sobre la población y los riegos de la huerta de Murcia. Imp. M. Bellido, Murcia, 1836,
proporciona los datos referentes a esa fecha y los correspondientes a 1959 han sido proporcio-
nados por la Junta de Hacendados de la Huerta de Murcia .
de esta Ciudad del lado de Espinardo desde el Azud hasta la jurisdicción del Reyno de Va-
lencia». Archivo Municipal de Murcia, legajo 3957 .
En cuanto al Heredamiento del Norte las cifras ofrecidas tienen el mismo origen, excepto
las de 1713, que provienen del «Padrón de las tahúllas que comprende la mitad de la Huerta
ma general del riego orientan sobre sucesivas etapas
de extensión de éste . Aparecen en primer lugar un
importante número de cauces de longitud reducida
que riegan extensiones no muy amplias y estables
desde las fechas más antiguas . Todas estas acequias
se localizan en un sector que ocupa el extremo meri-
dional de la huerta, entre la presa origen del riego y
la ciudad de Murcia sobre ambas márgenes del río,
dando lugar al área con mayor densidad de cauces .
Aparecen allí, en el Heredamiento meridional, las
acequias de Turbedal, Dava, Alcantarilla, Santaren,
Beniale, Menjalaco, Raya, Albalate, Almohajar, Ga-
baldón, Albadel, Alcatel y Aljoraiba, entre otras, y
en el Norte : Regaliciar, Alfatego, Ñora, Beniscornia,
Albatalía, Arboleja, Nácar, Caravija, Belchí, etc . To-
das ellas cubren, al parecer, el sector de regadío más
antiguo y representan una primera etapa de intensa
colonización en el sector inmediato al origen del
riego .
Un segundo grupo lo forman las acequias mayores
y sus sucesivas prolongaciones con distintos apelativos,
que van regando superficies más amplias en cada fe
cha : Aljufía-Benetúcer-Beniza en el Norte y Barreras-
Alfande-BenicotO en el Sur . Otras veces con la mis-

tivo de las tierras para formar la división agrícola de España»,


año 1803 . Respuestas del Concejo murciano . Archivo Munici-
pal de Murcia, legajo 1547 . Esta cifra parece excesiva, singu-
larmente, al ser comparada con las de años próximos, quizá
refleje la expansión máxima de la morera .
(8) MANCHA, R . : Memoria sobre la población y los riegos
de la huerta de Murcia . Imp. M. Bellido, Murcia, 1836,
88 pp .
(9) DIAZ CASSOU, P . : La huerta de Murcia. Topografía,
Geología, Climatología de . . ., Imp. Fontanet, Madrid, 1887,
p . 85 .
(10) Junta de Hacendados de la Huerta de Murcia .
(11) Comisaría de Aguas del Segura .
(12) Estimación incluyendo últimas ampliaciones .

142
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FIGURA N .o 20 .-Rincon de Seca, en el sector de


colonizacion mas antigua (S . G . E . 1957)
ma denominación la acequia se prolonga extraordina-
riamente, como ocurre con las de Beniel, Beniaján y
Zaraiche .
Por último, los cauces del tramo final de la huerta
no suelen citarse hasta fechas tardías (en la mayoría
de los casos el siglo xvxil), corresponden en muchos
casos a colectores de aguas sobrantes y suelen regar
extensiones bastante amplias . Así ocurre con las ace-
quias de Farras, las dos del Raal, Zeneta, el Azarbe
Mayor del Norte, el Riacho, etc.

3 .2 . DESARROLLO x ASTA EL SIGLO XVI

Durante las venturas XIV y XV el regadío mur-


ciano no se extiende, las cifras totales que hemos
ofrecido asi lo indican, pero una observación más de
tenida (que no podemos realizar en conjunto por fal-
ta de datos) nos permite incluso señalar un ligero
retroceso en el. área regada : el Heredamiento del Sur,
que está mejor documentado que el de Aljufía, tenía
al reconquistarse Murcia 27 .102 tahullas (alrededor
de 300 has.), en los primeros años del siglo xvi había
descendido hasta 25 .300 y en 1510 ocupaba 25 .920.
Esta contracción del área de riego y su lenta recupe-
ración posterior corresponde a una serie de aconteci-
mientos históricos bien conocidos, entre ellos y con
puesto relevante, la proximidad de la línea fronteriza
entre Castilla y Granada .
Superada la primera mitad del siglo xv parece rea-
nimarse la actividad de ampliación de la huerta . Has-
ta este momento es muy probable que el numero de
acequias que encontraron construïdas los repoblado-
res cristianos (la mayor parte de las aún hoy existen-
tes en la huerta) se hubiera aumentado con la aper-
tura de las de Turbedal, Menjalaco, Benabia, Alcatel
y Meana. Ya en 1451 se ponen en riego tierras en

145
Alcantarilla por medio de una rueda elevadora a la
vez que se acometen obras de desecación con la pro-
longacion y mejora del azarbe de Monteagudo hacia
1492 y la entrega a censo de la laguna del Lobar
en 1494 .
El impulso mayor a las ampliaciones corresponde
ya el siglo xvr . Las acequias de Santarén, Albalate,
Brazal de Herrera y Aljoraiba debieron construirse,
o al menos ampliarse hasta adquirir importancia, en
las primeras décadas de este siglo, a la vez que se
realizaban importantes obras en la Contraparada que
permitieron aumentar los caudales desviados . En el
cuarto decenio se instala la rueda elevadora de agua
que luego se llamaría «de la Ñora» y se abre la ace-
quia de Churra la Nueva (1545) que llevaba el riego
al «secano de Churra» . Poco después, en 1548, se co-
menzaron a desecar terrenos pantanosos en los pagos
de Urdienca, Monteagudo y Santomera, llegándose a
colonizar unas mil hectáreas .
La actividad colonizadora prosigue a buen ritmo a
lo largo del resto del siglo, realizándose obras en el
azarbe del Almarjal en 1556 y 1572 s y en el del
Codo en 1571 6 e iniciándose en el último decenio
las desecaciones en El Raal. En 1568 se iniciaron
también una serie de reparaciones en todos los cauces
de la huerta . Un proyecto de desviar el cauce del
Segura por los «almarjales» de Monteagudo se aban-
dona en 1583 ante la oposición de Orihuela, en cam-
bio hacia 1593-1594 se realizan obras para enderezar
el río, quitándole dos vueltas, unas aguas arriba de
la ciudad «encima de los molinos que dicen de San

5 Archivo Municipal de Murcia, legajo 3934.


5 Archivo Municipal de Murcia, legajo 3931 . .

146
Francisco» y otra aguas abajo «que va a dar a la
vuelta que dicen de Luis»' .
Dejando a un lado la ejecución de obras concretas,
la preocupación por los problemas del riego es evi-
dente en toda la centuria . Varias veces se trató en
Concejo la necesidad de modificar el trazado del cau-
ce del Segura', e incluso Felipe II llegó a enviar al
famoso Juanelo para estudiar este complicado pro-
blema . La iniciativa concejil en 1591 de poner pare-
des de argamasa al río, que hubo de abandonarse por
su elevado precio, y las numerosas mediciones efec-
tuadas en 1572 para trasladar la toma de la acequia
de Aljufía, muestran la atención con que se estudia-
ron los problemas del riego .
En los primeros años del siglo xvir, a pesar del
quebranto que representó la peste de 1600, se man-
tiene un apreciable ritmo, corrigiéndose una vuelta
del río junto a la ciudad, en La Arbolejo, entre 1602
y 1613 . No fueron, sin embargo, los posteriores acon-
tecimientos favorables a la prosecución de estos es-
fuerzos . El ruidoso fracaso de la obra del primer em-
balse de Puentes en el Guadalentín, las epidemias
que asolaron Murcia en el cuarto decenio provocan-
do una auténtica catástrofe demográfica, la famosa
«riada de San Calixto» en 1651, una de las más vio-
lentas de la historia, y la crisis general en que se su-
mió el país durante el reinado de los últimos Austrias,
se reflejan en una paralización casi total de la activi-
dad colonizadora . Pese a todo, de 1654 a 1657 exis-
ten datos de estarse realizando a buen ritmo las obras
para cortar el meandro de la Condomina 9 . El 7 de
agosto de este año el Regidor del Ayuntamiento de
Murcia, don Juan Sánchez de Almeida, dio cuenta
7 TORRES FONTES, J . : «Estampas de la vida en Murcia en
el reinado de los Reyes Católicos», Murgetana, n.° 15, 1961 .
s Archivo Municipal de Murcia, legajo 3948 .
9 Archivo Municipal de Murcia, legajo 3950 .

147
del libramiento de 1.200 reales para hacer un canal
por donde paran las aguas de las acequias de Con-
domina a las tierras de dicho pago, por encima del
corte hecho para enderezar el río. Esta es la causa de
que correspondiendo en principio Condomina al He-
redamiento del Mediodía a variar el cauce del río que-
dara al N., pero siguió utilizando para su riego las
aguas del S, -por medio de una conducción elevada de
madera. Hacia esta época debían estar realizándose
obras similares en el Rincón de Caravija, pues los re-
gartes de este lugar solicitan una solución igual para
sus riegos.
Sin embargo, las frecuentes inundaciones dejaban
sin efecto estos esfuerzos en numerosas ocasiones .
En 1665 hubo necesidad de reparar el azud del riego
bajo la dirección del famoso Melchor de Luzón 1° . Al
final de este decenio, como un esfuerzo más para de-
fender la huerta de las avenidas, se construyeron dos
muros de contención, uno en Sangonera como defen-
sa contra el Guadalentín : {arenque» del Chilleron, y
otro en El Raal: ,arenque» de Don Payo, tomando
ambos nombre de regidores de aquel tiempo `. En
1684 un informe de don Juan Antonio Pelegrín so-
bre las obras de protección y defensa indicaba la ne-
cesidad inmediata de corregir el curso del Segura
desde el puente de la ciudad hasta la mojonera de
Orihuela, advirtiendo que en los 17 knis, en línea
recta que unen esos dos puntos el río describía vein-
tiocho vueltas, con lo que daba un rodeo de más de
55 kms. Cálcalos éstos quizá exagerados, pero que
dan idea clara de la sinuosidad del río . Volvía tam-
bién el propio Pelegrín a trazar la corrección de vuel-
tas en Condomina, lo que nos autoriza a suponer que

1° FRuTos BÁEzA, J.: Bosquejo histórico de Murcia y su


Concejo, Murcia, Ed. La Verdad, 1934, 270 pp .
11 FRUTos BAEzA, J ., Bosquejo. . ., p. 139.

148
el o había vuelas a. su antiguo cauce por efecto de
alguna inundación, posiblemente la de 6 de enero de
1684 llamada «de los Reyes 1Magos» . Estas nuevas
obras en Condomina se terminaron en 1694, vendién-
dose la caja vieja del río '. Con ellas se evitaba defi-
nitivamente que ¡las aguas, regol ando frente a la ciu-
dad, derivan por el N. de ésta inundando los barrios
de San Antolin, San Andrés, San Miguel y San Loren-
zo, as¡ como la huerta circundante . El nuevo canal
para riego se: volvió la ejecutar en 1703 .
En 1689 se concluyeron las obras e desagüe del
azarbe mayor en el Segura y en 1692 solicitó don
Francisco de Molina y Junterrón la apertura de la
caja del Segura, quitando una vuelta en las cercanias
de Benlel y otra en El Raa~l.
En los últimos años del. siglo XVII el riego regular
ocupa ya todo el sector N. del valle con excepción
de los sectores pantanosos de El Raal. En el S. sola
mente quedaban escasamente dotadas las tierras más
próximas al limite con Orihuela .

3 .3 . SI, IMPULSO DEL XVIII

La huerta en los primeros años del siglo xviii llegó


a alcanzar una extensión aproximada a nueve rail hec-
táreas . No hemos podido encontrar datos del misuzo
año para los dos Heredamjentos mayores, por lo que
los que utilizamos corresponden a 1713 para el N.
y a 1734 para el Mediodía ". A. pesar de esta dificul.
tad, la cifra, aunque aproximada, muestra claramerx
12 Archivo Municipal de Murcia, legajo 3935 .
za «padrón de las tabúlias que comprende la mitad de la
Huerta de esta ciudad del lado de Espinardo desde el Azud
hasta la Turisdiccián del Rey-no de Valencia», año 1713 . «Pa-
drón de las tahúllas que riega la acequia mayor de las Barre
ras», año 1734 . Ambos documentos en Archivo Municipal de
Murcia, legajo 3957 .

149
te el escaso aumento del área regada durante la an-
terior centuria : poco más de 1 .000 Iras . en cien años ;
en tanto que en el mismo periodo de tiempo durante
el siglo xvrzt el aumento será el doble.
El avance en la colonización del arca presenta en
esta centuria un carácter- casi inédito y de gran inte-
rés. r'1 los esfuerzos tradicionales, centrados en, las
desecaciones y modificaciones del cauce del Segura,
se unen leas proyectos y l oras para defender la
huerta de las inundaciones con soluciones a gran es-
cala . Ciertamente muchos de estos proyectos eran
anteriores a estas fechas, pero la acción decidida para
su ejecución corresponde a esta época.
s primeras obras afectaron fundamentalmente- al
río Guadalentín, y sobre este curso se realizaron im-
portantes trabajos tendentes a la regularización de
su caudal y a la solución del problema de su desem-
bocadura.
El resultado de esta, actividad intensa se refleja
pronto en el paisaje huertano y el final de la centuria
señala un máximo en la extensión riel riego, E huer
ta tapiza ya completamente el fondo de la depresión
excepto en algún. sector muy concreto localizadte en
su extremo oriental, de modo que las futuras amplia-
ciones habrán de realizarse ascendiendo progresiva-
mente por las laderas de las alineaciones limítrofes .
La red principal de riegos completa y un-as cien rue-
das elevadoras de agua, localizadas principalmente en
las acequias mayores y en la de Turbedal, permiten
salvar a las aguas los pequeños desniveles del fondo
de la depresión, evitando en lo posible los antiguos
problemas de falta de caudales .
El impulso colonizador toma nueva fuerza una vez
superada, en Murcia, la oasis de la guerra de Suce-
sión, En 1711 se realizan obras para dotar con aguas
de los azarbes del Malecón y Ea Sierpe nuevos rega-

150
dos en El Raal', a la vez que comienzan trabajos
para modificar el curso del río aguas abajo de Mur-
cia " entre El Real y El Rincón del Castillo . En 1720
se solicitaron aguas de la acequia de Beniajan para
regar tierras de secano en «el pago de la acequia ma-
yor de las Barreras» y también del Azarbe mayor,
que habla sido repararlo en los últimos años de la
anterior centuria zs . Hacia 1722 parece que se había
conseguido modificar definitivamente el cauce en Con-
domina, Raal, Alquerías y Santa Cruz.
En 1739 el Sobreacequiero Pedro Tomás Ruiz afir-
maba en solicitud dirigïda al Concejo «que en el es-
pacio de veintidós años que sirve . . . a conseguido. . .
eu aumento de los riegos de más de diez mil tahu-
Ilas . . . en Ürdienca, Raal, Santomera, Cajas del Río
Viejo, Rincón de Balarde. . .»= y basándose en esta
notable ejecutoria, «solicita que doce pagos, regados
por la acequia de Barreras. . . que comprenden hasta
0.000 tahullas» y «se encuentran en escasez de aguas»
se dotarán con las colas de las acequias de Albadel y
Albalate. Los pagos aludidos eran- Alfande, Alarilla,
Rincón del Conejo, Villanueva, La Cuarta Parte, Be-
nîcotó, Zeneta, Benicomay, Cinco Alquerías, La Vas-
ca Beniel' . Aunque estas extensiones no pueden
calificarse estrictamente como ampliaciones del riego,
al menos en su totalidad, indican claramente la im-
portancia de la acción de mejora de los riegos que
caracteriza el momento. Posiblemente corresponde a
esta fase la conclusión del Azarbe mayor del S., o
Riacho, y la construcción de la acequia de Los Parras .

' 14 Noticias históricas y curiosas de


MARTíNjRz ToRN E4 J: :
Murcia, 1,$ serie, Murcia, Imp. El Diario, 1893, p . 60.
Archivo Municipal de Murcia, legajo .
is Archivo Municipal de Murcia, legajos 3948
3446 y 3950, res-
pectivamente.
' Archivo Municipal de Murcia, legajo 3939 .

151
Posteriormente, e 1741, s mod n nte
cauce a la altura de , avaii, en 1749 en Benetuccr,
en 1751 en Benicotd, al año siguiente en Rincón de-
Seca y en 1765 . R.in n, de Fontes '. ambl
se habían puesto en riego unas cien tahullas en el
pego de Aljadeta en 1747.
En la segunda 'tad del siglo diversas inundacio,
ries (1767, 1776, 1783) entretienen los esfuerzos en
permanentes reparaciones. Si -exccept naos los impor-
tantes proyectos realizados por impulso del conde de
Flor%dablancca para cana-Imi r el ~ a su paso r
la ciudad de Murcia, se ubandonan los intentos de
modificaci6n del cauce natural del río, limitándose
las obras en la huerta a asegurar los u%jeros, En
trapartida
con- se inician los ptimeros pasos de tina poli*
tica hidráulica de tos vuelos, cu oss ob~i et s
principales, no conseguidos Lasta nuestros días, con-
sistian en regular los caudales del Segura 7 Guada-_
len~ ~ a~edio de embalses ale ar el peligro de
la confluencia de ambos cursos por medio de diver-
cas obras de defensa.

33 .1 . Las obras e defens4

La necesidad de defender la huerta del constante


peligro de inundaciones se había delado~ sentir desde
atigucrk s rimews esfuerzos, se concentraron en
la protección de la ciudad, culminando en la constr -
ción del ~a~: l Rio» que aún hoy la cine, pero
en los de esta obra no hemos de entrar,
que su avatares
función fue exclusivamente desde un primí-
" la de salvaguardar el núcleo de Murcia.
El problema de la huertaa cra mas amplio de más
as ARAVILLO MAReo, F . : Diversas <arpetas eon
manuscritos,
sia titulo, En Archivo ;onfederaseicîn idro +,H d Segura,
Murcia,

152
difícil solución . :fin un principio se trató de resol
verlo modificando el cauce del Segura, e numero-
sas ob m a las que hemos aludido. Sin embargo es-
tos esfuerzos, aunque en algunos casos coronados por
di- éxito, no dan alejar el peligro de~titi~ ,rtiente :
la débil pendiente del Segura en este tramo y la vioM
lencia de sus crecidas eran casi una garantía de que
las rupturas de cauce y divagaciones seguirían pro-
duciéndose constantemente.
Conocida a necesidad de evitar el perro por otros
procedimientos se llego incluso a proyectar la desvía,
ción del Segura de su paso por la huerta de Murcia '
y se trato de regularizar por medio de presas el cau-
dal. del Guadalentín al menos en tres ocasiones . .
La floreciente situación eeonómica de la región en
el siglo xviii y la acción, de unos poderes públicas
atentos a los problemas del país, permitid en este
momento la ejecución de unas obras que habían de
ser los primeros pasos en la solución definitiva del
m
probl a* s principales esfuerzos se concentraron
al principio en alejar el peligro que representaba la
confluencia de los dos ríos principales que cruzan
el área.
Fasta mediados del siglo xviu la desembocadura
M Gugdalentia en el Segura se pierde en aria in-
trincada red cíe cauces de riego ocasional («boqueras»
y «regojos»} que regaban él campo de Sangonera
que aún pueden apreciarse en las proximidades de la
localidad de Alcantarilla . El río, si alguna vez tuvo

xa Al parecer se han realizádo al menos dos . Uno pretiew


día llevar las a,«ws a la altura nicleo de Mol't hacia el
para¡ee Las Lentíscas y el campo de la Matanza . Melchor de
Luzán la desaconsejó por costoso. Otro proyecto pretendía
sitnpletnente alejar el segura d:. la ciudad, desvUánd¬flo r el
,zarhe Mayor . El proplo ~xt y otros lo consideraron í
practicable, ya que la para pendiente del azarbe facilitaría el
encharcamiento de la huerta_

15a
un cauce totalmente definido, lo perdió por efecto de
su propio aluvionamiento y la acción humana, de tal
manera que en el «Mapa del Obispado de Cartagena
y reino de Murcia» compuesto en 1724 por Felipe
Vidal y Pinilla, no presenta continuidad de cauce des-
de la altura del caserío de Voznegra, dibujando el
autor aunque con poco detalle, una dispersión, en
pequenos cauces que desaparecen al entrar en la huer-
ta . En tanto el Guadalentin aportara aguas ocasiona-
les no excesivas, éstas discurrían por la red de riego,
beneficiando los cultivos . Pero cuando las aportacio-
nes del río fueran excesivas para la capacidad de ab-
sorción del sistema, éste era pronto destruido (ya que
en general los muros, márgenes y partidores eran sen-
cillamente de tierra) y las aguas buscaban su antiguo
cauce en dirección al Segura y Murcia .
El peligro permanente de estas inundaciones hizo
concebir la posibilidad de alejar de Murcia la peli-
grosa confluencia de los dos ríos por medio de la
construcción de un canal de desviación, el Reguerón .
Proyectada esta obra varias veces, entre otros por
los arquitectos Melchor de Luzón y Martinez de la
Vega, fue el ingeniero militar Sebastián de Ferigán
el realizador del proyecto poco después de la desas-
trosa crecida de 1733. Según Ferigán, que al parecer
se inspiró en los anteriores, había de tener el canal
15 varas de anchura y cinco o seis palmos de hondo.
Los muros laterales serían de doce a dieciséis palmos
de altos, de modo que la profundidad total oscilaba
alrededor de los veinte palmos . Sin puentes, los ca-
minos huertanos lo vadeaban por medio de calzadas
a ras del suelo en piedra firme .

2° BERHNGUER v P. À.; Documentos ëy noticias


BALLESTER,
parta biografla del General de Ingenieros I3. Sebastián de
Ferigân y Cortés, Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros,
1896, 133 pp.

15 4
Esta primitiva obra del Reguerón no acababa, como
la actual, en el río . Las aguas, unidas a las de riego,
se dividían en varios cauces avenados por el azarbe
de Hurchillo, por el que desembocaban en el Segura
aguas abajo de Orihuela . Si hubo alguna vez cauce
excavada hasta Hurchillo pronto se borró, sobre todo
debida a la actitud de los agricultores ocupándolo
con cultivos .
En el curso alto del Guadalentín, la construcción
definitiva de las presas de Puentes y Valdeinfierno se
acometió el 1 de marzo de 1785, según proyecto de
Juan de Villanueva y jerónimo Martínez de Laxa . El
decidido apoyo de Floridablanca a través del Comisio-
nado Regio Robles Vives permitió la construcción de
ambas presas en breve tiempo . El 15 de agosto de
1788 cerraba sus compuertas el embalse de Valdein-
fierno y el 8 de diciembre del mismo año el de Puentes .

3 .4 . LA I-IITERTA MODERNA, SIGLOS XIX Y XX

Una importante recesión del espacio cultivado en


regadío caracteriza la primera mitad del siglo xix. La
crisis de la seda, cuyos precios se hunden rapidamen
te ante la competencia exterior y una serie de plagas
que atacan tanto al gusano coma a la propia morera,
provocan la quiebra del sistema económico tradicio-
nal que había alcanzado un óptimo durante la ante-
rior centuria . El momento es particularmente grave
para la comarca, pues paralelamente a la recesión eco-
nómica, y en intima relación con ella, se inicia un
hundimiento demográfico acompañado de emigración
que sin duda 11egó a ser muy importante .
Paralelos al hundimiento de la economía sedera
otra serie de acontecimientos adversos ahondan las
dificultades del momento, trataremos de enumerarlos
sucintamente : importantes sequías en 1806 y 1807
que ocasionan la pérdida de los cultivos veraniegos ;

155
guerra de la Independencia con movimientos de tro-
pas en huerta y ciudad ; epidemia de fiebre amarilla
en 18119-11, y nueva sequía muy acentuada en 1815,
que completa el cuadro de esta primera veintena del
siglo, cuyo resultado se advirtió pronto en un impor-
tante descenso de la población que refleja el recuento
de 1824 . Los años siguientes no. habían de ser mejo-
res: sequía y hambre en 1827 y 1828, inundación en
1831 y una feroz epidemia de cólera que costó la vida
a más de tres mil personas en 1834, acompañada de
nuevas inundaciones y permanente inquietud ante los
movimientos de tropas carlistas, todo ello habrá de
reflejarse en nuevos descensos de la población . Por
último, nuevas sequías (1841., 1843) y un rebrote del
cólera en 1855 completan el cuadro de adversidades .
La extensión del área de riego se redujo en unas
mil hectáreas localizadas en sectores del NE . huerta-
no, aun de difícil riego y que habían sido plantados
de morerales en los momentos de mayor rentabilidad
de este cultivo.
El aumento del interés económico de los agrios y
del pimentón, cuyo comercio empezaba a ser impor
tanto, es a palanca que impulsa la nueva expansión
del regadío superados los problemas hacia la mitad de
la centuria. Madoz ` caracteriza en estas fechas el
paisaje huertano señalando la presencia del moreral
y las hortalizas en el fondo del valle . En tanto que
las laderas limítrofes se dedicaban a plantíos de olivar
y viñedo . El riego regular no llegará allí hasta bien
entradlo el siglo xx. Terminadas definitivamente las
desecaciones en El Raal, a partir de este momento la
política de riegos varía definitivamente de fines. De-
fensa contra las inundaciones y regularización de cau-
dales serán los objetivos inmediatos, con lo que entra
21 M-Anoz, P.: Diccionario GeográficoHistóríco-Estadístico
de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1846" 50,
16 tornos.

15 6
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FIGURA N .o 21 .-Expansión reciente del área en riego


sobre un cono de deyeccián en las inmediaciones de
Berniajan (S . G . E . 1957)
mos en un período de calma en cuanto a las obras en
la huerta y se inicia la regulación a gran escala de la
cuenca del Segura . La catastrófica inundación de 1879,
a la que ya hemos aludido, a la vez que demostraba
la insuficiencia de las obras hasta el momento realiza-
das, motivó el inmediato examen de conciencia repre-
sentado por el «Congreso contra las inundaciones»
realizada en Murcia en 1885 y que representó el pri-
mer paso en el plan de regulación de la cuenca, con
lo que se alejaba definitivamente el fantasma de las
inundaciones a la vez que se trataba de conseguir
caudales suficientes a lo largo de todo el año, que per-
mitirían el establecimiento de una horticultura inten-
siva y permanente . Sin duda alguna antes de la reali-
zación de estas obras, principalmente del embalse de
Fuensanta en 1932, no se puede hablar de un cultivo
intensivo en la huerta con los caracteres del actual .
El alza de precios de la naranja después de la Pri-
mera Guerra Mundial, que tanto benefició a los culti-
vadores valencianos provocando una auténtica fiebre
de plantaciones, y el aumento del comercio de frutas
y hortalizas desde los últimos años del siglo xix, in-
ciden favorablemente sobre el regadío murciano que
se expansiona . La conclusión de las obras de regula-
ción del Segura y sus afluentes, vencida ya la mitad
de nuestro siglo, representan la última etapa de ex-
pansion.

3 .4 .1 . Protección de la huerta y regulación


del Segura

En los últimos años del siglo xix la «Comisión de


Obras de defensa contra las inundaciones en las pro-
vincias de Levante» plantea definitivamente las direc
trices de la futura política hidráulica . Los numerosos
estudios realizados tras la inundación de 1879 lleva-
ron pronto al convencimiento de la urgente necesidad

159
de regular el Segura. Zas afirmaciones de los ingenie-
ros García y Gaztelu en 1887 son todo un resumen
de los nuevos criterios : «¿Por qué, pues, no comple-
tar y asegurar el riego de estas vegas? Allí existen y
funcionan las presas de toma, las acequias de distri.
bucion y de desagüe, las tierras están preparadas para
el riego. . . Todo en una palabra está ya creado, faltan-
do sólo la seguridad de la recompensa, el justisimo
premio a tanto esfuerzo, y esto ha de venir con toda
seguridad al siguiente día de haber dado al río el cau-
dal necesario en todo tiempo» .
De acuerdo con estos criterios, a lo largo de la pri-
mera mitad de nuestro siglo se realizan una serie de
obras muy importantes en la cuenca del Segura .
La protección de la huerta contra las inundaciones
del Guadalentín se completa reformando las obras
del Regueron, cuya falta de desagüe eficaz se había
revelado como muy perjudicial, ya que las aguas abun-
dantes que sobrepasaban las necesidades del riego se
estancaban perjudicando las pedanías de Aljezares y
Los Garres . También el aterramiento había restado
capacidad al cauce, calculándose en 1887 que apenas
tenía amplitud para transportar 60 ir?/seg
. Las obras
de acondicionamiento se realizan entre 1895 y 1908
a la vez que se iniciaba la construcción de otro im-
portante canal de desagüe, que, frente a la localidad
de Totana, desvía las aguas excesivas del Guadalentín
al mar por medio de una presa y canal artificiales ".
Este dispositivo de seguridad, unido a los embalses
de cabecera y a algunas obras de menor importancia,
ha sido modificado en detalle varias veces en los úl
timos años . Calculadas estas obras de defensa para

22 GARCín, R .,y GAZTGLU, L. : Proyecto de obras de de-


fensa contra las inundaciones en el valle del Segura, Murcia,
Tip. Las Provincias de Levante, 1887, p. XXXVI, t. 1.
as CALVO, F.: «La huerta de Murcia y las avenidas del
Guadalentín», op. cit.

160
z°, si no
«avenidas de tipo» de 1 .300 a 1 .500 m3/seg .
han alejado definitivamente el peligro de inundación
(en las más importantes el Guadalentin ha llevado
hasta el doble de ese caudal) al menos han paliado en
gran medida sus devastadores efectos . Actualmente
nuevas obras de acondicionamiento y defensa se lle-
van a cabo en la cuenca del Segura, tras la catástrofe
de 1973 que no llegó a afectar en gran medida a la
huerta de Murcia .
En el Segura y en sus afluentes del curso alto, pa-
ralelamente, se construyen seis embalses importantes
que se unen a los dos que desde antiguo existían en
la cuenca del Guadalentín . En 1917 comienza a rete-
ner agua el «Alfonso XIII» sobre el río Quipar, en
1918 el «Talave» sobre el Mundo, en 1929 el «Cor-
covado» sobre el río Mula, en 1932 y 1957, respecti-
vamente, el «Fuensanta» y el «Cenajo», ambos sobre
el Segura, en 1960 el «Camarillas» sobre el Mundo
y, por último, en 1966 comienza a embalsar el «San-
tomera» sobre la rambla de ese nombre, inmediato al
tramo huertano del Segura .
El sobrante de regulación media anual al finalizar-
"
se estas obras se calculó en 163 millones de metros
cúbicos, y sobre la consideración de estas nuevas po
sibilidades hidráulicas se ha realizado la última expan-
sión del regadío murciano . También su realización ha
supuesto la disminución a la décima parte del volu-
men de las oEcilaciones estacionales de caudal, según
estimación de la Confederación Hidrográfica del Se-
gura, alejando así el riesgo de inundaciones por parte
del Segura a la vez que se asegura un aprovisiona-
miento regular de agua a los regadíos . Con ello el ve-
ALBACETE, L. : Anteproyecto de defensa de la Huerta de
Murcia contra las avenidas del río Guadalentín, Archivo Con-
federación Hidrográfica del Segura, inédito, 1944 .
as «Orden de 25 de abril por la que se reglamenta la or-
denación de aprovecham entos hidráulicos en la cuenca del río
Segura», B.O.E. de 8 de mayo de 1953, pp . 2654-2655 .

16 1
rano, tradicionalmente un período de casi total para-
lización de la vida agrícola, puede utilizarse para el
desarrollo de cultivos de ciclo forzado, con agua sufi-
ciente y elevada aportación térmica, desapareciendo
la antigua necesidad, bastante extendida, de realizar
sólo dos riegos anuales durante los máximos (otoñal
y primaveral) del río : «llenas» .

3 .4.2 . Las ampliaciones del riego

Desde los últimos años del primer tercio de nues-


tro siglo han comenzado a extenderse, formando una
orla alrededor de la huerta primitiva, una serie de
áreas de nuevos regadíos cuyos caracteres contrastan
fuertemente con el de los riegos tradicionales . La ¡ni-
ciativa de una serie de propietarios, que advirtieron
pronto las excelentes condiciones de estas arcas para
el desarrollo de la fruticultura, fue el origen de es-
tas amplificaciones, generalmente consideradas como
«abusivas» y que desde el primer momento han dado
lugar a numerosos problemas jurídicos y a una abun-
dante legislación ae .
La falta de documentación oficial y el lógico rece-
lo de los propietarios hacen muy difícil el cálculo
exacto de la extensión de estos nuevos regadíos . En
1964 Reverte y Carpena ' los estimaban en 1 .200 has .
Morales, en 1968, estimaba, con mejores elementos
de juicio " y temiendo quedarse corto, esta extensión
en 2 .376 has . En el momento actual es muy probable
que en conjunto puedan evaluarse en 4 .262 has., dato
que ofrecemos con todas las reservas y que ha sido

211 REvF-RTE MoRExo, A ., y CARPEN«, O . : Informe sobre el


regadío murciano y sus posibilidades de expansión, 1 .O .A .T ;S .,
Murcia, 1964, anexo, tabla XVIII .
27 MORALES, A. : «Los nuevos regadíos en la huerta de
Murcia», Anales de la Universidad de Murcia, Filosofía y Le-
tras, vol . XXVI, n .o 4, curso 1967-68, pp, 525-555 .

162
estimado, sobre todo, a base de la comprobación sobre
el propio terreno .
La localización de estos nuevos sectores en riego,
en general, es alrededor del regadío tradicional . En
la margen derecha del río tienen poca importancia,
concentrándose en Los Lages, San José, Torreagüera
y Tabala principalmente . En la margen izquierda del
río, las ampliaciones son de mucha mayor envergadu-
ra, principalmente en Guadalupe, Churra, Cabezo de
Torres, Esparragal, El Campillo y Santomera .
El origen de las aguas utilizadas es, en la mayoría
de los casos, el sistema de riegos tradicional, elevan-
dose de acequias y sobre todo de azarbes . En algunos
casos se complementan estas dotaciones con agua de
pozos .
En conjunto estas ampliaciones perviven un poco
en precario, tanto desde el punto de vista jurídico
como bajo el aspecto de la continuidad de las dotacio
nes, ya que las oscilaciones de caudal por sequía acen-
tuada son más sensibles en este sector que en el área
tradicional situada antes en el aprovisionamiento .

163
4. LAS PLANTAS ICE CULTIVO
El paisaje agronómico de la huerta de Murcia ha
sufrido numerosas modificaciones a través del tiempo .
La trilogía mediterránea : trigo, olivo y vid, caracteri
za los primeros tiempos huertanos y pervive en los
siglos medievales . Con estos tres cultivos algunos
otros más propiamente de regadío existen también en
la huerta desde la más primitiva fase, pero sin alcan-
zar gran extensión y apenas valor comercial, al impe-
dir su expansión las dificultades del riego.
Los primeros cambios en la fisonomía agrícola
huertana, que empieza lentamente a romper el marco
medieval de economía rural cerrada, tienen lugar en
el siglo xv y se basan en la expansión de varia=s plan-
tas exóticas muy poco extendidas hasta entonces : los
agrios, la caña de azúcar y, sobre todo, la morera . La
caña no había de alcanzar, sin embargo, el desarrollo
espectacular que en otras huertas mediterráneas ; sin
duda debido a las exigencias en riego veraniego de

167
esta planta, coincidentes con las posibilidades mínimas
de agua del Segura.
Junto con el arroz, que también aparece documen-
tados en estos años, la caña de azúcar no tuvo la sufi-
ciente entidad para caracterizar una etapa de cultivo,
dejando muy pronto paso a la morera que desde el
,siglo xvt al xix es casi un monocultivo en Murcia .
Sólo en los últimas años del siglo xix se inicia el des-
plazamiento del moreral por los agrios, cultivo éste
que sigue predominando actualmente . Por último, las
hortalizas aparecen en todas las épocas, aunque cier-
tamente las superficies ocupadas eran bastante redu-
cidas en las etapas más antiguas .
En la huerta rara vez se produce la desaparición to-
tal de un cultivo . Entre las numerosisimas especies
que se pueden localizar a través de la historia apenas
dos, los nogales y la caña de azúcar, han desaparecido
totalmente, Otros cultivos, como los textiles o el arroz,
no han desaparecido hasta épocas muy recientes, cuan-
do ya habían perdido casi todo su interés económico .
Las exigencias propias de una numerosa población
mantienen el consumo de las más variadas produccio-
nes . Al mismo tiempo la economía familiar primero,
el mercado consumidor de la ciudad de Murcia, la ex-
portación y el comercio exterior y, más recientemente,
las necesidades de la industria conservera son los fac-
tores que han determinado la preponderancia de unos
cultivas sobre otros .

4.1 . Los CULTIVOS EN LA HUERTA PRIMITIVA

Muy pocos son los documentos de que se dispone


para caracterizar los cultivos predominantes en etapas
anteriores al siglo xiir . Apenas unas alusiones de al-
Edrisi ' : «huertos y tierras de labor y viñas mezcla-
En GAacfA MERCADAL, J . : Viajes de extranjeros par Es-
paña y Portugal, Madrid, Aguilar, 1952, p . 195 .

168
das con higueras» ; al-Himyarí : «En su territorio abun-
dan las higueras, las viñas y toda clase de árboles fru-
tales» z, o de Yaqt s : «posee árboles y bosques de pal-
meras que la rodean por todas partes» . Noticias direc-
tas o tradiciones mantenidas entre los emigrados del
Norte de Africa que sólo proporcionan una imagen
muy vaga de lo que fue la huerta musulmana . Por
ello, para tratar de reconstruir el momento, es necesa-
rio recurrir a la información que existe sobre la in-
mediata fase cristiana, aceptando que serían escasas
las variaciones que el progresivo cambio de propieta-
rios, a lo largo del proceso repoblador del siglo xztz,
introdujo en los primeros momentos.
En otro lugar hemos analizado con cierta exhausti-
vidad la situación en los siglos xri y xzii 4 . Ello nos
permite señalar como cultivos más extendidos en la
época aquellos que son realmente propios de secanos,
es decir : cereales y vid, acompañados de algunas hor-
talizas y una densa arboricultura, donde aparecen
mezcladas las especies más exigentes en agua con
aquellas adaptadas al clima mediterráneo .
Gran importancia llegó a alcanzar, al parecer, el
cultivo de la vid, abundantemente atestiguado en la
documentación tanto musulmana como cristiana, y con
una orientación hacia el comercio que favorecieron
las disposiciones reales . Junto a las viñas aparecen
tambien las parras, solas o asociadas con otros culti-
vos, aunque su interés económico y su extensión de-
bió ser mucho menor .
Las especies arbóreas cultivadas en la huerta fue-
ron al parecer bastante variadas . Destaca, en primer
z AL-HiMYARI : Kitab ar Rawd. . ., p. 363.
s En AMADOR DE Los Ríos, R. : Murcia y Albacete, Bar-
celona, Cortezo, 1889, p. 776 .
CALvo, F., y CILIVARES, P. : «La huerta de Murcia en los
siglos XII y xiu», Anales de la Universidad, vol. XXVI, nu.
mero 4, Murcia, Filosofía y Letras, Curso 1967-1968, pági-
nas 423 a 432.

169
lugar, la higuera, de cuya existencia en notable nu-
mèro hay abundantes referencias . Olivos, almendros
y granados d4'czeron también estar muy extendidos y
con. ellos nogc%'es, membrilleros, ciruelos, prisqueros y
manzanos, formando el grupo de los aprovechamien-
tos más exigentes .
Hasta el siglo xvt la -huerta conoce etapas difíciles
y, en conjunto, este largo periodo mantiene unos ras-
gos generales similares a los apuntados con anterio,
ridad, aunque vayan apareciendo paulatinamente va-
ríos nuevos aprovechamientos, de los cuales algunos
no cuajarán y otros acabarán por marcar su persona-
lidad futura .
No hay duda de que el principal cultivo huertano
siguió siendo a lo largo de estos años el de cereales.
Ya en la primera parte del siglo xzv tanto Cartas rea
tes como Actas capitulares lo parecen señalar', y en
1493, tras la terrible pestilencia que azotó Murcia,
fue imposible «corer el trigo que estaba sembrado»,
con lo que a la enfermedad se unió «gran estrena ne-
cesidad e fambre» '. El cereal y la vid, también abun-
dantemente documentada`, componen el cuadro funw
damental de una característica economía cerrada enca-
minada a subvenir las necesidades de los habitantes
de la comarca.
junto a los cereales y la vid, legumbres y hortali-
zas aparecen también en algunos documentos, aunque
su producción quizá. no era muy abundante por las

s vid. YEL¬o, A.: Colección de documentos para la histo-


ria del Reino de Murcia. Documentos de Alfonso XI. Tesis
Doctoral, inédita . Universidad de Murcia, 1971 . Documento
n.° 26. Asimismo Arch. Mun. Murcia . Actas Capitulares. Era
1413-1414, fol. 150 r.
s SEVILLA PÉRaz, A . : «Ternas marcianos, escasez y abuo"
dancia», Murgetana, VIII, 1955, pp. 99 a 102 .
7 TopREs PoNns, J. : <Xstampas de la vida en Murcia en
el reinado de los Reyes Católicos», Murgetana, n .o XV, 1961,
p. 75 .

17 0
frecuentes prohibiciones a su comercio : « . . . que no
sean osados de sacar fuera de Murcia nin de su termi-
no vino, ni habas ni garbanços, ni otras legumbres . . . »,
dicen las Actas Capitulares de 1371 $ .
Los árboles y las restantes especies antes citadas
completarían el cuadro de cultivos huertanos en la
Baja Edad Media, unidos sin duda al lino y cáñamo,
como autoriza a suponer algunas alusiones concretas :
« . . . los vezinos e moradores de . . . alcantariella . . . que
ponen sus linos e cañamos e espartos a cozer en el
río Segura . . . » s . Sin embargo, aunque el cultivo de es-
tas fibras se ha mantenido en algunos sectores huer-
tanos (como Beniel) hasta la década de los años cin-
cuenta de nuestro siglo, no nos cabe la menor duda
que su importancia fue mucho menor que la alcanza-
da en las mismas fechas en las vegas alta y baja del
Segura .
Con la tradicional pratica de asegurar con el riego
cultivos propios de secano, van apareciendo nuevas
plantas más acordes con las posibilidades de agua y
que con el tiempo prestarán su estricto carácter de
huerta a la de Murcia . Por orden cronológico estos
nuevos cultivos son : el arroz, los agrios y la morera .
Las primeras noticias sobre el arroz en Murcia co-
rresponden a 1352 y 1354 . En el primeros de estos
documentos I° se afirma que los árboles del regadío
murciano se ven gravemente perjudicados por las ne-
cesidades en agua del arroz, por lo que se ordena re-
ducir su cultivo a un décimo de la extensión de las
$ Arch . Mun. Murcia . Actas Capitulares . Era 1409, fol. 12 v.
s Arch . Mun. Murcia. Cart . Real, años 1405-18, fol. 58 v.
Transcrito por PAScuAL, L. : Colección de documentos para la
historia del Reino de Murcia, Enrique II. Tesis Doctoral, iné-
dito, Universidad de Murcia, 1971, p. 158.
Arch . Mun. Murcia . Cart . Real, años 1386-1392, fo-
lios 70 v-71r . Transcrito por MOLINA, A. : Colección de docu-
mentos inéditos del reinado de Pedro I. Tesis Doctoral, iné-
dita, Universidad de Murcia, 1971, pp. 131-132 .

17 1
propiedades . En el segundo `,ante nuevas quejas por
falta de agua, insiste el monarca en la necesidad de
limitar las plantaciones. Pese a todo, un cierto volu-
men debió de alcanzar la producción de arroz y más
o menos limitado su cultivo pervivirá largo tiempo en
Murcia la .
El cultivo de los agrios aparece en el siglo xv 13,
y en el xvi el naranjo es ya un árbol característico
del regadío murciano; un manuscrito anónimo citado
por Varela la describe así a Murcia en estas fechas :
«Es lugar de mucha seda. . . Ay muchos naranjos y
otros agrios y muchas moreras . . . »
La aparición de la morera, según Espín`, se puede
localizar hacia la mitad del siglo xv. Sería entonces
este cultivo e industria traído por los moriscos gra
nadinos a la vega de Lorca y de allí a la de Murcia .
Las noticias abundantes sobre el trabajo de la seda
corresponden ya plenamente al siglo xvi .
Respecto a la caña de azúcar, que tanta importancia
alcanzó en los mismos años en las huertas de Gandía
y Oliva, sólo hemos encontrado un documento de do
nación «para hacer trapiche, casa donde se faze e cue-
ze la cañamiela» 1c, que autoriza a pensar que existió
el cultivo, pero no informa sobre su importancia .
11 Arch. Mun. Murcia . Cart . Real, años 1386-92, fols . 88 v-
89 r. Transcrito por MOLINA, A. : Colección . . ., pp. 233-234.
12 TORRES FONTES, J. : Cultivos medievales murcianos. El
arroz y sus problemas, Murcia, Publicaciones Academia Alfon-
so X el Sabio, 1972, 23 pp .
13 TORRES FONTES, J. : Los cultivos murcianos en el si-
glo XV. Publicaciones de la Academia Alfonso X el Sabio,
Murcia, 1971, 12 pp . Del mismo autor : «Naranjas, naranjazos,
naraanjitas», Monteagudo, n" 42, 1963, pp . 4 a 11 .
14 VARELA HERVIAs, E. : «Notas y documentos sobre el
Reino de Murcia», Murgetana, XXI, 1963, pp. 74-75.
is ESPÍN, J. : «Investigaciones sobre el cultivo y la indus-
tria de la seda en el reino de Murcia», Murgetana, n .o VIII,
1955, pp. 9 a 19 .
1s
Arch . Mun. Murcia . Actas Capitulares, año 1456 . Acuer-
do de 11-1-1457.

172
4 .2 . EXPANSIÓN DE LA MORERA : SIGLOS XVII Y XVIII

El inicio del cultivo de la morera y su aprovecha-


miento para la alimentación del gusano de la seda,
marca en la huerta el paso de la economía tradicional
cerrada a la amplia participación de la agricultura en
los procesos industriales y comerciales . Participación
que se va a plantear a partir de estos años tanto desde
el marco sencillo del aprovisionamiento en produccio-
nes manufacturables directa o indirectamente, como
desde el más complejo de aparición de un doble em-
pleo entre las agricultores, ya que una importante
parte del proceso de elaboración de la seda se reali-
zaba por éstos como complemento a los beneficios
obtenidos directamente de la tierra.
Las condiciones de adaptabilidad de las especies de
morera cultivadas en Murcia («Morus nigra» y «Mo-
rus alba» singularmente), su resistencia a las heladas
y sus no excesivas necesidades en riego permitieron
la extensión de estos árboles en toda el área huertana,
y sirvieron de base a la expansión de la cría del gu-
sano de la seda, que habría de ser la principal activi-
dad económica de la comarca al menos durante dos
centurias .
Aunque el árbol aparece documentado desde el si-
glo xv como aprovechamiento huertano, es a partir
del xvii cuando el cultivo de la morera y las activi-
dades en torno a la elaboración y al comercio de la
seda adquieren tal importancia que de ellos depende-
rá casi exclusivamente la vida económica de Murcia
y su huerta, hasta bien entrado el sigla xix. En una
primera etapa parece muy probable que estos árboles
se extendieran sólo junto a acequias o caminos y en
los limites de las parcelas de cultivo . Pero conforme
va ganando en importancia el activo comercio de la
seda, el árbol se extiende cubriendo prácticamente

173
toda la huerta en un paisaje agronómico que en algu-
nos sectores se acercó al del monocultivo .
En su momento culminante, mediados del siglo xviii,
las tierras dedicadas a moreral llegaron a cubrir 7 .854
hectáreas, es decir, el 73 por ciento de la extensión
total huertana en la fecha ; estando dedicadas exclus .L-
vamente a morera unas 539 has ., localizadas princi-
palmente en las actuales pedanías de Monteagudu,
Puente Tocinos, Àljucer y La Ñora. En el resto del
área se practicaba el cultivo simultáneo de este árbcl
y diversos cereales 1' .
La morera marca una etapa fundamental en la his-
toria económica huertana, como base de una impor-
tante industria y un activo comercio que en el si
glo xviii llegó, según algún autor, a proporcionar tra-
bajos a unas cien mil personas en la comarca 18, y cu-
yos beneficios se plasman aún hoy en el majestuoso
porte barroco de numerosos edificios tanto en la ciu-
dad como en su huerta . Pero al mismo tiempo tiene
este cultivo el interés de haber sido aprovechado ex-
haustivamente en sus posibilidades, ya que, dejando
a un lado su destino principal de alimento del gusano
de la seda, su madera fue el elemento básico de cons-
trucción en la barraca v en el mobiliario huertano de
la época.
A lo largo de la primera mitad del siglo xix la
seda murciana mantiene su importancia aunque en
otras áreas sederas muy tradicionales (como la vega
granadina) se advierten ya síntomas de decadencia .
En 1836 podía Mancha 1s señalar todavía como prin-
17 OLIVARES, P. : «El cultivo de la morera en la huerta de
Murcia (s . XVIII)», Papeles del Departamento de Geografía,
n .o 4, Murcia, 1972, pp . 103-138 .
18 PAscuAL, M. : <tLa ser_cicultura murciana», Primera Se-
mana de Estudios Murcianos, Academia Alfonso X el Sabio,
C.S .I .C., Murcia, 1961 .
1s MANCHA, R. : Memoria sobre la población y los riegos
de la huerta de Murcia, Murcia, Imp . M. Bellido, 1836, 88 pp.

174
cipal cultivo huertano el de la morera, pero poco des-
pues, hacia la mitad del siglo, una serie de epidemias
afectan tanto al árbol como al gusano . Se inicia así un
irreversible proceso de decadencia que no logra dete-
ner la creación en 1892 de una Estación Sericícola en
Murcia, destinada al perfeccionamiento técnico del
cultivo y a la mejora de las especies . La competencia
de las sedas asiáticas, singularmente japonesas, es muy
sensible desde el primer cuarto de nuestro siglo y,
posteriormente, la expansión de los textiles artificiales
asestó un golpe casi definitivo a la seda murciana .
Sin embargo, aún subsiste en Murcia una pequeña ac-
tivídad sedera que proporciona beneficios complemen-
tarios a un buen número de agricultores, y, en conse-
cuencia, la morera sigue formando parte del paisaje
agronómico huertano .

4 .2 .1 . Pervivencia de los cultivos tradicionales

El cultivo de la morera, aun en sus momentos de


mayor expansión, no representó en absoluto un retro-
ceso en el cultivo tradicional de las especies no arbo
reas . La práctica de la asociación de cultivos permitió
que en las rotaciones estacionales entraran las más
variadas especies : cereales, leguminosas, forrajes y
una amplísima gama hortícola .
Los cereales siguen siendo plantas fundamentales
en las rotaciones agrícolas . El «Interrogatorio sobre
cantidad, calidad, destino y cultivo de las tierras» de
1803' muestra claramente osta preponderancia . De
acuerdo con estos datos la extensión cultivada en re-
gadío puede dividirse del siguiente modo:

`2' Respuestas del Consejo murciano al «Interrogatorio so-


bre cantidad, calidad, destino y cultivo de las tierras, para
formar la división agrícola de España», año 1803 . Archivo
Municipal de Murcia, legajo 1547.

17 5
33,7'/.
CEREALES

ARROLA00

.
R TEXTILES- - O A9 .1 0,95/. 17,14/.
VIRE 3 0 2.B'/.

HORTALIZAS ALFALFA
Y Y
LEGUMBRES CEREAL FORRAJE

Año -1803

4R
e
0(
4
O
O

A 0 R 1 0 5

16,25'/.
1,51/.
OTROS CUL os
615'/. ~\ FRUTALES

FORRAJES ~~ce HUESO


I5,7S'/. \,BTROS
O
LEGUMBRES
FRUIALES
O
V B.29'/.
HORTALIZAS 1 1
.
PARRAL
CEREALES

Ano - 1970

FIGURA N .o 22 .-Cambios en la utilización del suelo


agrícola de la huerta de Murcia .
Trigo y maíz . . . . . . . . . ... ... . .. 3.008 Ha .
Alfalfa y cebada . . . . . .. . ... .. . 4.340 Ha .
Hortalizas y legumbres ... ... ... 342 Ha.
Lino . . . . . . . . . . . . . . . ... .. . ... 97 Ha.
Viña . . . . . . . . . . . . . . . ... .. . ... 10 Ha .
Arbolado . . . . . . . . . . . . ... ... . .. 3.870 Ha.
TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . 11 .667 Ha .

Queda fuera de toda duda el predominio de los ce-


reales, sean para el consumo o para forrajes . Situación
que todavía se prolongará largos años : Mancha, en
1836 21, todavía afirma que las cosechas no arbóreas
más importantes en la huerta son el trigo y el maíz .
De acuerdo con las posibilidades en regadío, los
sectores más favorecidos producían una cosecha de
trigo o cebada durante el invierno, y en el verano
maíz . Al siguiente año, aproximadamente las tres quin-
tas partes del área dedicada a cereales permanecía sin
cultivar en tanto que el resto producía una cosecha
de alfalfa . En los sectores con menos abundancia de
agua el ritmo de cultivo era de una cosecha anual, al-
ternativamente de trigo o maíz .
Dejando a un lado los cereales, la alfalfa, que hasta
ese momento no aparece citada, alcanza gran impor-
tancia en el siglo xvui y ya la mantendrá hasta la ac
tualidad . La alusión más antigua referente al cultivo
de la alfalfa que hemos podido hallar corresponde
a 1731 : «en verano se pierden hasta las alfalfas» ' ; y
ya debía ser un cultivo importante, pues en una soli-
citud de obras para mejorar regadíos el «Sobreace-
quiero» Tomás Ruiz daba como razón de peso el que
la escasez de agua no permitía criar alfalfa 23 .
21 MANO x n, R. : Memoria. . ., p. 86 .
22
Solicitud de mondas . Juntamento de los Procuradores
de los Heredamientos de esta huerta. Año 1731 . Archivo Mu-
nicipal de Murcia, legajo 3939 .
23 Solicitud por Thomas Ruiz de obras en la acequia de
Barreras, año 1739 . Archivo Municipal de Murcia, legajo 3939 .

177
El resto de los cultivos no arbóreos, que aparecer
expresamente citados en los aludidos «Interrogato
rios . . .>}, son: garbanzos, guisantes, habas, nabos, pa
tatas, calabazas, melones, coliflores, espárragos, lechu-
gas, escarolas, cardos, atrios y acelgas . También es ne-
cesario señalar la pervic=enc a del lino, aunque en
cruena extensión (años después todavía lo enumera
Mancha), y la desaparición del arroz y cañamiel, d~
vida efímera en 3a huerta .
En la cabecera de la huerta, mejor dotada de agua,
hortalizas y legumbres proporcionaban una cosecha
anual. La extensión de tierras dbdicadas a este esquil
mo era muy pequeña, aproximadamente el ,5 por
ciento de la superficie total de cultivo, y concentrada
en las inmediaciones de Murcia . La alfalfa llenaba
también un importante puesto en la explotación h er
tana, ocupando el campo en el año de descanso cerca.
lista 0 sustituyendo el maíz como cultivo veraniego.
Entre las especies arbustivas y arbóreas, la vid ha,
bfz, entrado ya por estas fechas en franca decadencia,
con muy poca extensión dedicada a su cultivo .
Los árboles, hecha excepción de la masiva presen-
cia de la morena, empiezan a tener importancia en
la economía huertana . Los agrios, principalmente el
naranjo, alcanzan cierta extensión y se pueden consi-
derar ya como el segundo cultivo en importancia .
Aproximadamente los agrios ocupan en estas fechas
189 has., correspondiendo una tercera parte a limo
nero y el resto a naranjo. Otros frutales : peral, man-
zano, rnenxbrzllero, ganado, espero, etc., ocupaban
en conjunto unas 10 has.
Queda, por Itimo, que aludir a la presencia de
otros árboles no frutales : olmos, almeses, nogueras,
carrascas, chopos, álamos blancos y algunos pinos,

178
que en gran número aparecen bordeando acequias y
caminos según una «Relación» de 1784 2" .
Hacia la mitad del siglo xíx el panorama agrícola
es esencialmente el mismo . Solamente un nuevo cul-
tivo, de importancia también por su utilización indus
trial, alcanza desarrollo en este periodo. Se trata del
pimiento rojo, utilizado para fabricar pimentón, in-
dustria que se establece en Murcia en 1910 25 y que
favoreció la extensión de este cultivo, principalmente
en Espinardo, Churra, Cabezo de Torres, Santomera
y Alcantarilla . Es ésta una distribución muy caracte-
rístíca, en relación con la practica de secar este fruto
al sol antes de industrializarlo, y así las solanas de .
las alineaciones que rodean la huerta (en las que se
localizan las pedanías citadas) se utilizaron para este
fin antes de que la expansión de los agrios se realiza-
ra sobre estos terrenos . Frecuentes plagas colaboraron
a que desplazaran el cultivo hacia otras áreas y aun-
que la industria pimentonera radicada en Murcia es
en la actualidad la más importante del pais, debe pro-
veerse en otras regiones .
De la importancia que alcanza progresivamente el
cultivo del naranjo y las hortalizas, paralela a la de-
cadencia de la morera, es indice el activo comercio
que con el interior se inicia . Borrow 25 hacia el tercer
decenio del xíx señala la venta - de naranjas murcianas
en Madrid, y Medoz, años después, confirma la exis-
tencia de un comercio importante de frutas y verdu-
ras con la capital y otras provincias ".
24
«Relación de los olmos. . . existentes en las alamedas,
Huerta.. .» Año 1784 . Archivo Municipal de Murcia, lega-
jo 1555.
25
CANTERO, M. : Contribución al estudio de la industria
marciana, Universidad de Murcia, Tesis de Licenciatura iné-
dita, 1962, p. 36 .
BORROw, G. : La Biblia en España, Madrid, Alianza Edi-
torial, 1970, p. 173.
27
MADOZ, P . : Diccionario . . ., t. XI, p. 731 .

179
4 .3 . DEsA"OLLO DEL POLICÜLTIVO

Las diversas crisis que desde la segunda mitad del


siglo xtx afectan a la industria sedera, reducen pro-
gresivamente el área de explotación de la morera que,
en principio, se sustituye con el desarrollo de la hor-
ticultura y con el inicio de las plantaciones importan-
tes de agrios . La crisis provocada por la epidemia de
«pebrina» hacia 1908 y la política arancelaria de 1931
1939, que permitió la competencia directa de sedas
artificiales, asestan un golpe definitivo al moreral
huertano, que a partir de estos años se arranca y sus-
tituye por plantaciones de naranjos y limoneros . El
trigo inicia su lenta decadencia en la segunda mitad
del xrx, pues el desarrollo + e los, transportes lo alga-
rata traído del interior . Es ésta una crisis que se pro-
longará -largos años por el carácter de alimento básico
de este cereal .
Otro hecho de gran importancia colabora activa-
mente en esta mutación del paisaje agrario. pollo-
ca de regulación del caudal del Segura permite pro,
gresivamente disponer de agua abundante en todas
las estaciones, favoreciendo así la complicación de las
rotaciones y la extensión del cultivo de especies exi-
gentes en riegos.
Un tipo de explotación agrícola que ha sido com-
parado con la «cultura promiscua» de la Toscana as,
pero que en ocasiones lega a ser mucho más comple-
jo, se va extendiendo progresivamente en las últimas
décadas del siglo xix y principios del xx. El «calen-
dario agrícola», compuesto por Díaz Cassou hacia
1889, enuncia, con una enumeración exhaustiva, el
carácter del cultivo huertano' que sin embargo al
1° REYERrF, I. : Apuntes para una geografía de la huerta
osgrciana, Murcia, Publicaciones de la. Escuela dei Magisterio
San Isidoro, 1965, pp " 23-24 .
a» DíAz CASSOU, P. ; La pluerta de Murcia. Topograi'a,
Geología, Climatología, Madrid, Imp. Pontanet, 1887, p= 65.

180
comienzo del siglo mantiene gran parte de sus carac-
teres tradicionales . Brunhes refleja claramente este he-
cho en su somera descripción de la huerta : «sobre
los caballones están plantadas, regularmente espacia-
das, las batatas ; los cereales, las legumbres que se
tratan con cuidados particulares . . . los melones están
protegidos por cobertizos, etc . . . Es admirable cómo
los trigos, las cebadas y las habas crecen robustos y
por igual y cómo las higueras, los olivos, los naranjos
y las moreras se alinean con regularidad cargados de
hojas o frutos» 30 .
Esta breve descripción del autor francés es ya bas-
tante significativa, al enumerar casi tantas especies
propias del secano como cultivos de huerta . En las
mismas fechas un estudio sobre los cultivos huertanos
y sus posibilidades de mejora st señala claramente que
«los sistemas de cultivo forzado son casi desconocidos
por nuestros huertanos», a la vez que aconseja «que
debe disminuir, sino desaparecer, el (cultivo) de los
cereales, sobre todo el del trigo, para explotar en su
lugar otras especies mucho más productivas» .
Maíz y hortalizas van sustituyendo lentamente en
los campos al trigo y la cebada y, ya en fechas recien-
tes, a algunas leguminosas . Hacia el cuarto decenio de
nuestro siglo se inicia la expansión masiva de agrios
y frutales de hueso, más por impulso de la coyuntura
económica favorable, apoyada en la industria conser-
vera en desarrollo, que en razón de unas condiciones
físicas óptimas . De manera que en ningún caso se
puede hablar, dentro del área de riegos tradicionales,
dei establecimiento de un monocultivo arbóreo . Los
s° Bxtm H Es, J. : L'irrigation, ses conditions geographiques,
ses modes et son organisation dans la Peninsule Iberique et
dans L'Afrique du Nord, París, C. Naud. Edit., 1902, p. 85 .
si HERNANsÁEz, J. M. : Notas sobre el tema. Estado actual
de la Agricultura en la Huerta de Murcia y progresos de que
es susceptible . Establecimiento Tipográfico del Heraldo de
Murcia, Murcia, 1900, 108 pp .

181
c . ; Hss .

FIGURA N° 23,-Dlstribuc16n actual de los Prindpales grupos de cultivos


. '\ -,
De ~00 a 1C0 l'as .
..
DISMSUGION CULT ~éEXIENSION , AREA
CUL1]VADA ' ------- ' è. " 130 a 500 Has,

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árboles conviven con. la horticultura en amplios sec-
tores e incluso se mezclan en la misma parcela en las
explotaciones situadas en el fondo del valle . Unica-
msente en las laderas de las alineaciones laterales se
ha llegado a una cierta especialización frutícola, sin-
gularmente en las áreas de nuevas regadíos con mejo-
res condiciones edáficas y una estructura de las explo-
taciones á, apropiada.
La razón de la pervivencia de este tipo de explo,
ración reside fundamentalmente en el escasea tamaño
de las explotaciones, Sobre todo en el casa de frutales
que necesitan varios aflos para producir, la débil eco-
nomía del huertano no le permite esperar sin benefi-
cios el tiempo necesario, por lo que realiza cultivos
de suelo durante el desarrollo del árbol, con el consi-
guiente períuicio para éste. Sólo el número máximo de
cosechas posibles garantizan al huertano unos benefi-
cios que en muchos casos no son mayores que su es-
fuerzo, en propiedades ele tan reducidas dimensiones .
El policultívo característico de la huerta actual,
con la acentuada intensidad del ritmo de las rotacio-
nes, no es más antiguo que la creación de las grandes
presas en el Segura, principalmente la de Fuensanta
en 3933. La regulación del. caudal permite los riegos
suficientes durante el verano, y a partir de este mo-
mento numerosos cultivos de intima relación con la
coyuntura económica aparecen y desaparecen en el
regadío murciano : . algodón, cacahuete, pepinillos, etc,

4 .4 . LA SMAeáION A,CTÜAL

realizado el paso de un régimen tradicional de


aprovechamiento del suelo al policultivo moderna, la
situación actual hazertana se caracteriza por el alasalu-
to predominio de cultivos hortícolas y arbóreos de re
gadio . Si bien no es extraño encontrar aún olivos, hi-
gueras y almendros en la huerta, no son ya más que

183
reliquias de unas prácticas de cultivo definitivamente
abandonadas, aunque no hace demasiado tiempo .
En las páginas siguientes trataremos de expresar la'
superficie ocupada en el momento actual por los dis-
tintas cultivos . Conviene señalar previamente, respec
to a los cultivos hortícolas, que por tratarse de plan-
tas estacionales con ciclo vegetativa corto permiten
cambiar de un año para otra la superficie sembrada .
Por ello las extensiones dedicadas a éstos resultan
variables y las cifras aducidas son, necesariamente,
aproximadas.
Por otra parte, la extendida práctica de mez1lar
varios esquilmos en la misma parcela hace difícil el
cálculo exacto de la superficie atribuible a cada tipo .
Sin embargo, con los datos del «Catastro de Riqueza
Rústica del Ministerio de Hacienda» y los aportados
por Ortuño ', hemos elaborado un cuadro donde se
expresa de forma pormenorizada el área atribuible a
cada tipo de cultivo en 1970 .

LOS CULTIVOS DE LA HUERTA DE MURCIA


CULTIVOS ARBOREOS :
Extensión (Ha.)
Agrios
Limonero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.904,70
Naranjo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 .885,50
De bueso
Melocotonero y albaricoquero . . . . . . . .. 2.503,70
Ciruelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... 349,20
Parral
De mesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... 205,10
Otros
Membrillo, peral, manzano y vivero . .. 967,70
TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... 13 .815,90
y colab . : La agricultura murciana, sus pro-
ORTUÑO, A.,
blemas y soluciones, Hermandad Sindical de Labradores Ga.
naderos, Murcia, 1969, pp. 42-51 .

184
CULTIVOS HERBÁCEOS :

Cereales
Trigo y y cebada . . . . .. ... .. . .. . ... 356,90
Maíz . ., . . . . . . . . . ... .. . ... . .. .. . ... 1303,40
Leguminosas
Judías . . . . . . , . . . . . ... ... ... ... ... ... 241,90
Habas . . . . . . . . . . ., . . . . ., . . . . . . . . . . . . 303,40
Hortalizas
Patatas . . . . . . . . . . . . ., . , . . ... . ... . .. 1 .832,20
Pimiento . . . . . . . . . . . . . , . . . . :. . ... .,. 156,100
Tomates . .. .. ... ... ,., ... ... 257,50
Otras (melón, cebolla, ele,) . .. ... ... . .. 368,00
Forrajeras
Alfalfa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .* . 1,071,00
Otras , . . . . . . . . , , . . . . . . . . . . . .. . .. 200,00
Flores y otros cultivos . . . . . . . . . . .. . . . . .. 102,00

TOTAL . . . ., . ., . . . . . . . ., . . . . . . . 6 .193,00

Sin haber perdido en absoluto el carácter tradicio-


nal de policultivo, la huerta actual presenta un claro
predominio de los cultivos arboreos, y dentro de es-
tos de los agrios . Solamente en los sectores puestos
en regadío recientemente es posible encontrar una es-
pecialízación en las producciones . En el regadío tradi-
cional obligados por las reducidas dimensiones de las
explotaciones, las distintas plantas se mezclan, inclu-
so en la misma parcela, al tratar de obtener el maxi-
mo de cosechas .

4 .5 . LOCALIZACIóN Y CARACTERES DE LAS PRINCI-


PALES ESPECIES

De acuerdo con sus necesidades ecológicas y con


los caracteres físicos del suelo huertano, las especies
cultivadas en Murcia se distribuyen espacialmente de
forma muy característica. La altura del nivel freatico

185
y las posibilidades de heladas por inversión térmica
son los dos hechos que más claramente marcan las
fronteras de los cultivos .
En líneas generales, el fondo de la huerta, en dos
bandas paralelas al río de niveles freaticos elevados,
es el dominio de las hortalizas y algunos frutales,
como el membrillero, resistentes al exceso de agua en
la raíz. Las laderas en suave pendiente de las alinea-
ciones que bordean la huerta son el hábitat preferido
de los agrios, en tanto que los frutales de hueso tien-
den a concentrarse sobre los suelos formados por las
aportaciones del Guadalentin, de menor contenido
calizo que el resto de la huerta .
Pero ésta no deja de ser una división muy general .
De hecho, el deseo de obtener el máximo provecho
de la tierra extiende los cultivos un poco por todas
partes, incluso en áreas de escasísimas condiciones .
Sin duda uno de los problemas fundamentales con
que ha de enfrentarse el regadío murciano, de cara a
la competencia que presentarán los nuevos sectores
regados con aguas del Tajo, es una racionalización to-
tal de la localización de los cultivos en función de sus
necesidades ecológicas .

4 .5.1 . Los agrios

El cultivo de los agrios en sus dos variedades prin-


cipales : limonero y naranjo, es sin duda el más ira,
portante en el momento actual. En conjunto se loca-
lizan estos frutales en dos bandas paralelas en el pie-
demonte de las alineaciones que flanquean la huerta,
donde representan los dos tercios del arbolado. El li-
monero ocupa las mayores extensiones en las pedanías
de Cabezo de Torres, Churra, Monteagudo y Santo-
mera en el flanco 1C!. huertano, y en El Palmar, Los
Garres y Santo Angel en el opuesto . Por su parte, el
naranjo se localiza preferentemente en el piedemonte

186
de la alineación prelitoral : La Alberca, Beniaján, To-
rreagiiera, Alquerías y Zeneta .
Las razones de esta localizacion están en relación
con las exigencias ecológicas del árbol . Por un lado,
su preferencia por suelos profundos, de niveles freâ
ticos bayas, que los aleja del fondo de la depresión,
prefiriendo los establecidos sobre materiales coluvía-
les o generados a expensas de depósitos de rambla .
También el riesgo de heladas debidas a la inversión
térmica han aconsejado su extension en las laderas
inclinadas de los flancos del valle.
El limonero es la especie más extendida en Murcia,
en sus variedades «verna>r y «primofiori», correspon-
diendo el 80 por ciento de los plantados al primer
tipo . El limonero verra es un árbol de gran tamaño
y muy productivo, con frutos de corteza gruesa. Es
una variedad sensible a los efectos del frío excesivo ;
éste ocasiona importantes daños en el árbol que afec-
tan a varias cosechas. La recolección del verra se rea-
liza principalmente entre febrero y junio, en cosecha
normal, y en segunda cosecha entre julio y octubre.
111 tipo «primofiori», también llamado «fino}>, está
menos extendido . Se trata de un árbol de mayor ta-
mano que el verra, con frutos de tamaño mediano y
piel fina, con gran riqueza en zumo . Su fruto se re-
colecta de octubre ú enero .
Sin grandes exigencias eda icas, excepto en cuanto
a profundidad del suelo y nivel de la capa freatica, y
con una resistencia al frío de hasta 2° bajo cero 33, es
un cultivo el limonero cuyo desarrollo futuro en Mur,
cía ha de ser importante, aunque, por supuesto, fue-
ra del área tradicional de regadíos . Las necesidades
hídricas mínimas pueden estimarse que oscilan entre

31 GONzñi.EZ~SicitIA DE,lvArr, E. : Fd cultivo de los agrios,


Madrid, -Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas,
1963, p . Soy.

187
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FIGURA N .o 24 + -Aprovechamiento agrícola del suelo

( 8eniaján) .
2.700 m`/ha. y 3 .600 ms f ha., según las variedades s4
El naranjo, por su parte, tiene unas características
ecológicas muy semejantes . En general es menos, exi-
gente en cuanto a suelos y temperaturas, aunque ne-
cesita más agua para su desarrollo : 3 .600 a 4 .200 m3 /
hectârea . Las variedades más extendidas en la huerta
son : «navel», «sanguina» y «comunes» . El naranjo
navel, de aspecto achaparrado y gran desarrollo de
ramas, produce frutos de gran tamaño y poco zumo .
En cosecha es precoz, con una temporada muy am-
plia, pues se recolecta de noviembre a marzo y ofrece
cierta resistencia a las heladas. La variedad «sangui-
na», localizada casi exclusivamente en el área de Be-
niaján, presenta un característico pigmento rojo en el
fruto. Este es grueso y de buen sabor, aunque su pre-
sentación no resulte muy buena . Por ello actualmente
su cultivo retrocede rápidamente . -Finalmente, el na-
ranjo común, muy extendido en Ciscar y Santomera,
también se encuentra en retroceso, sustituyéndose por
nuevas especies, principalmente tempranas, como la
«satsuma» .
La carencia de determinados oligoelementos (hie-
rro, manganeso) en el suelo y las abundantes plagas
son, junto con el riesgo de las heladas, los principales
problemas que plantea el cultivo de los agrios . El fu-
turo de las plantaciones parece prometedor para el li-
món, con un aumento de la demanda del mercado
nacional y posibilidades de colocación en mercados
extranjeros gracias a su calidad. La naranja, por el
contrario, encuentra dificultades en la exportación y
práctïcamente los precios, excepto para variedades
tempranas, están bastante estabilizados desde hace
unos años .

34 CARPENA, 0., y SÁNCHEZ, F. : «Necesidades hîdricas de


las plantas de ciclo largo», I, Anales de Eda}ología y Agrolaío-
logsa, t. XX, n.° 7-12, 1962 .

189
4.5 .2, Otras cultâvos arbóreos
Aunque las condiciones ecológicas dei área huerta .
na . no son óptimas para su desarrollo, dos frutales de
hueso, albaricoque y melocotón, han alcanzado una
importante extensión de cultivo, sin duda empujados
por- la demanda creciente en la industria conserves .
Las condiciones de clima, que en ocasiones no asegu.
ran al árbol el reposo vegetativo necesario, y las ina-
propiadas condiciones edáficas, dan lugar a que estos
frutales sean de escaso vigor y corta vida, y salvo ra.
ras excepciones, el fruto producido no es de gran
calidad .
El carácter arcilloso de los suelos formados por los
aluviones del uadalenún a dado lugar a una cierta
concentración del cultivo de frutales de hueso en esta
área predominando en Era Alta, La Baya, Nonduer
mas y Puebla de Soto .
Por otra parte es muy frecuente que aparezcan
mezclados en una misma parcela albaricoqueros y, me-
locotoneros, e incluso limoneros . Más del 50 por cien-
to del melocotonero aparece asociarlo con agrios y al-
baricoqueros .
En la huerta predominan las variedades de tneloco-
tonero «maruja», cuyo fruto es de gran tamaño, bue-
no para mesa y conserva ; el «jeronimo» o «segundo»,
muy apreciado para la industrialización, y otras espe-
cies menos extendidas como el -«campill^ «bienveni»
do», cte . Las variedades de albaricoquero más comu-
nes son el «búlida», temprano y de buenas cualidades
para la conserva ; «real fino», de gran tamaño, y «mo-
niqui», aromático y agradable a la vez que aguanta
bien el transporte .
El resto de los árboles frutales cultivados en la
muerta presentan mucho menos interim . ciruelos («san-
tu :rosa» y «japoneses»), membrilleros y, en mucha
menos cuants'a, manzanos y perales no se encuentran

190
normalmente en plantaciones regulares, localizándose
en general en las márgenes de las parcelas . Unieamen ,
te el membrillero coloniza las áreas de elevados nive-
les freáticos, pero su interés económico es escaso, La
morera, por último, escasea ya en la huerta y sola-
mente en algunos sectores; como Patifo, sigue tenien-
do importancia la cría del gusano de la seda, y consi .
guientemente la morera . Pero ya no aparece nunca
este árbol en las parcelas, su cultivo se ha relegado a
los bordes de los caminos, los «quijeros» de las ace-
quias y, a veces, los caballones anchos que separan
los bancales .
Las necesidades de frío invernal son muy impor
tantes en todas estas especies arbórcas, El umbral mí-
nimo en las especies de hueso puede establecerse en
600-900 horas. anuales con temperaturas inferiores
a 7°, y en las demás de 900 a 1 .000 con la misma
temperatura . Melocotonero y albaricoquero son en
general bastante exigentes . El membrillero, por el
contrario, es el menos exigente en frío de este con-
junto de especies . La falta de suficiente frío invernal
provoca la caída de las yemas .
Entre las variedades más afectadas por el déficit
de frío invernal en la huerta de Murcia destacan. el
albaricoquero moniqu¬ corno muy afectado ; el búlida,
más resistente, puede perder hasta el 50 por ciento de
la coseeba . En cuanto al . melocotonero su variedad
«calabacero» es la más sensible a la falta de frío y la
más resistente el «cardinal» ":
Las necesidades h¬fricas máximas oscilan entre los
3 .200 a 4.8001 m3 por hectárea y año".
35 SÁNCxrá'ZWCAPUCHINo LLORENS, J. .A,# «Cotitribuclán
al conoamiento de necesidades en frío invernal de variedades
fruticolas», I, Levante Agrícola, n° 59, 1966, y n" 61, 1967,
36 CARPENA, Q ., y SÁNcHEz, F . : «Necesidades hídricas de
las plantas de ciclo larga», 11, Anales de Edafologáa y Agro
XXI, n9 7-12; 1962.

191
4 .5 .3 . Hortalizas y legumbres

En conjunto los cultivos herbáceos predominan so-


bre el arbolado en las pedanías de Esparragal, Coba-
tillas, Patiño, Puente Tocinos, Santiago el Mayor, San
Benito, Santa Cruz y Santiago y Zaraiche. Dibujando
una aureola alrededor de la capital, y extendiéndose
hacia los sectores de niveles freáticos más elevados,
parecen presentar el doble carácter de área de aprovi-
sionamiento urbano y de cultivos obligados donde hay
falta de condiciones para el desarrollo de árboles .
De la variada gama hortícola que se produce en
Murcia, destaca la patata con dos variedades : tempra-
na y tardía ; la primera recolectada en mayo y la se
gunda en diciembre . Se agrupa este- cultivo en el ex-
tremo NO . de la huerta : Puente Tocinos, Llano de
Brujas, Los Garres, Santomera, El Raal, etc ., siendo
más abundante en las pedanías cercanas al río, con
menos arbolado .
Sigue en importancia a este tubérculo el cultivo de
leguminosas : judía y haba . Las judías, con dos cose-
chas -anuales en primavera y otoño, y las habas, con
una cosecha hacia abril, se extienden en pequeñas
extensiones por todo el área huertana .
También presenta cierto interés el cultivo del to-
mate, principalmente en Arboleja, Puente Tocinos y
Santomera ; las variedades más extendidas son : el to
mate «valenciano», de gran tamaño, achatado y con
grandes arrugas que se consume como primicia ; el to-
mate de «pera», tardío, de menor tamaño, y el tomate
«inglés», de tamaño pequeño y aspecto esferoide, su-
perficie alisada y piel fuerte .
Queda aún por señalar la presencia de numerosas
especies cultivadas en menor escala . El pimiento, que
ha perdido su antigua importancia por las razones ya
indicadas ; el boniato ; la cebolla, en sus tres varieda-
des : «babosa», «liria» y de «grano» (temprana, semi-

192
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FIGURA N .° 25~atprovochamientï3 a-grfcola del suelo

(Rincón de Seca) .
temprana y tardía) ; el melón y toda una amplísima
gama de los que podían denominarse «cultivos domes-
ticos», ya que la pequeña producción apenas se comer-
cializa. Consumiéndolos las economías familiares o,
todo lo más, el mercado -de Murcia, se cosechan nabos,
chirivías, rábanos, lechugas, pepinos, acelgas, apios,
perejil, guisantes, escarola, repollo, coliflor, calabaza,
etcétera .
Al mismo tiempo, por impulso de la industria con-
servera, se introducen nuevas especies de gran interés .
Este es el caso de la alcachofa, casi un monocultivo en
algunos sectores de la Vega Baja, que se insinúa en el
arca de Beniel y extremo NE . de la huerta .

4 .5 .4 . Cereales y plantas forrajeras

Por su utilización como forraje hemos de incluir en


este apartado, junto a la alfalfa, la producción huer-
tana de trigo, maíz y cebada .
En conjunto las plantas utilizadas como forraje ocu-
pan una superficie considerable en la huerta : 2 .932
hectáreas . La más extendida es el maíz, cuya área
más importante de cultivo se centra en las pedanías
de Esparragal y Cobatillas, Santa Cruz y Llano de Bru-
jas, con un 40 por ciento de la extensión total que se
le destina . Las clases corrientes empleadas son el maíz
amarillo y el blanco . La totalidad son híbridos ameri-
canos.
La alfalfa ocupa tambíén una amplia extensión
huertana . Se localiza preferentemente en Puente To-
cinos, Esparragal, Los Garres y Santomera ; se culti
van dos variedades : la «mora», de ciclo anual, y la
«del terreno», con un ciclo vital de seis a siete años,
fácilmente henificable. Las condiciones de desarrollo
de esta planta son óptimas, con elevados rendimien-
tos, pues se le llegan a dar diez cortas anuales algu-

194
nas de ellas en invierno, lo que permite tener forraje
verde todo el año .
El trigo, la cebada y algunas plantas forrajeras de
menos importancia (sorgo, veza, avena) completan el
cuadro de este tipo de cultivos de gran interés en el
futuro huertano ; sobre todo, en lo que respecta a la
alfalfa, el maíz forrajero, la veza-avena y toda la gama
de híbridos forrajeros, con la particularidad que es-
tos cultivos necesitan menos agua que la mayoría de
los restantes cultivos huertanos .
No se agotan, con las enumeradas, el número de
especies cultivadas en la huerta . En la actualidad se
producen en ella : menta (extendida principalmente
en Monteagudo, El Raal y Llano de Brujas donde se
le dedican más de 500 tahullas), azafrán, cardos, fre-
sas y gran variedad de flores en los huertos inmedia-
tos a la ciudad de Murcia .

195
5. TEGNICAS AGRICOLAS
Habida cuenta de lo abigarrado del conjunto de es-
pecies cultivadas en la huerta, el exponer las labores
agrícolas sin perderse en una prolija y reiterativa enu
meración de los trabajos exigidos por cada tipo de
cultivo, constituye una seria dificultad . Hemos trata-
do de solucionarla agrupando aquellos de porte no
arbórea en tres grandes conjuntos, reunidos de acuer-
do con las labores que exige su plantación . Resulta
así un primer grupo, bastante amplio, de cultivos cuya
primera fase se realiza en semillero cubierto o descu-
bierto ,según las épocas del año . En conjunto cultivos
con dos claras etapas separadas por la labor de tras-
plantes.
El segundo grupo lo forman aquellas plantas cuyo
desarrollo no exige semillero previo, pero cuya labor
de plantación demanda establecimiento de caballones
y unas determinadas labores manuales o mediante la
azada.

199
Por último, se incluyen aquellos cultivos cuya siem-
bra se realiza a voleo sobro el campo, que en lineas
generales son los que necesitan menos labores; en la
huerta de Murcia este tipo de cultivo es fundamental-
mente de plantas destinadas a forraje.
El arbolado, en sus dos variedades predominantes,
agrios y frutales de hueso, es objeto de estudio apar-
te, por las peculiares características que distinguen la
arboricultura de los demás aprovechamientos agrícolas.
La elaboración de las páginas que siguen, cuya base
ha sido casi exclusivamente la observación directa y
las entrevistas con los agricultores', nos ha mostrado
importantes diferencias e los procedimientos de cul-
tivo . No sólo de unos sectores a otros de la huerta,
sirio incluso entre explotaciones contiguas, el grado
de atención a los cultivos, las técnicas más o menos
avanzadas y la mayor o menor mecanización varían
sensiblemente. La diferente estructura de las explote-
ciones en las distintas áreas huertanas es un factor
decisivo en esta diversidad, pero también tienen irc
portancia la edad de los agricultores, su dedicación
total o parcial a esta actividad y, singularmente, la
ubicación de las explotaciones más o menos próximas
a las áreas de expansión urbana . Es perfectamente ad-
vertible una degradación de las técnicas en aquellos
sectores cuya absorción por el suelo urbano parece
más próxima, sin que aludamos al señalar este hecho
al «erial social», también ampliamente desarrollado,
Dejando a un lado estos matices, sin duda impor-
tantes, vamos a tratar de caracterizar los procedimien-
tos más comunes, prestando particular atención a los
restos de las tradiciones más antiguas todavía vigen-
1 La bibliografía sobre el ámbito concreto de la huerta es
casi inexistente . Bastante interesante, aunque desordenado, es
el trabajo inédito de RAmos, A. . Las plantas de cultivo los
sisteosas de cultivo en la Huerta de Murcia, Universidad de
Murcia, Tesis de Licenciatura, 1966, 165 fols . mecanogra»
fiados .

200
más moder-
tes, y advirtiendo que los procedimientos
nos tienen hoy cabida en la huerta, pero no nos pa-
raremos en ellos, tanto por su carácter excepcional
corno por sus rasgos, similares a los de cualquier otro
sector de regadío,

5 .1, CULTIVOS DE «ALMATARA»

La relativa benignidad invernal del clima murcia-


no, que permite en cierta medida la maduración pre-
coz de varias especies, y la posibilidad de que lleguen
al mercado casi con un mes de antelación sobre los
de otras huertas mediterráneas, ha permitido el des-
arrollo de un tipo de cultivo semiforzado, en el cual.
las plantas se protegen durante una parte de su ciclo
agronómico .
Si la temperatura mínima letal para una serie de
especies (tomate, judía verde, lechuga, pimiento, be-
renjena) oscila por ,
término tedio entre (3° y -2"
de acuerdo con los rasgos del clima esbozados resulta
evidente que la protección de estos cultivos sólo es
necesaria durante los meses de diciembre, enero, fe-
brero y marzo, Quizá por ello un autentico cultivo
forzado, con modificación artificial ele la temperatura.
a lo largo del ciclo agronómico completo por medio
de instalaciones adecuadas, no ha existido tradicional-
mente en la comarca. El primer invernadero comple-
tamente acondicionado se instaló en la huerta era. 1970,
y= hoy, aunque existen varios, no puede afirmarse en
absoluto que sea un procedimiento frecuentemente
utilizado .
Sin embargo, las instalaciones de semilleros v la
posterior protección de las plantas ya en el campo
son, corzo hemos indicado, prácticas antiguas muy ex-
tendidas y perfeccionadas .
Los semilleros, en la huerta de Murcia, reciben el
nombre de «almajaras» cuando están construidos con

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FIGURA N.0 264 Rotaciones de cultivo en la huerta.


cañas, denominándose «alcanzabas» cuando lo están
con plantas de maíz . Hoy apenas se usa el término
«alcanzaba» .
El semillero o almajara tradicional casi siempre
aparece cubierto por la «bardiza», una construcción
alargada, de un metro o más de altura, con armazón
de cañas o tronco de morera y recubierta también
con cañas o tallos secos de maíz, aunque hoy sea el
plástico de los sacos de abono el material más utili-
zado en esta construcción destinada a proteger el se-
míllero. La longitud de las bardizas es variable, de
acuerdo con las necesidades de cada tipo de cultivo,
y están dispuestas en sentido E-O, con el frente S.
descubierto para recibir la luz y el N. tapado para
proteger del fría . El techo suele tener una pendiente
de 50 a 60°, orientada la parte más abierta hacia el S.,
cubriéndose a veces por las noches con un enrejado de
cañas : el llamado «manto» .
Las almajaras están divididas en reducidos recua-
dros de suelo («hoyos») separados por caballones muy
bajos. La tierra de estos semilleros ha sido previa
mente desmenuzada y cubierta con una capa de es-
tiércol, sobre la que se colocan las semillas que luego
se tapan con arena gruesa («chinarro»), para defen-
derlas de los pájaros .
Durante el periodo que permanecen las plantas en
el semillero, las labores de abonado, desbroce, riego,
etcétera, son constantes y minuciosas . En numerosas
explotaciones huertanas las plantas cultivadas en al
majara se comercial.izan y cuando llega la época del
trasplante se venden en haces o «garbas» de cien
plantas .
Con los mismos materiales de la bardiza, una vez
trasplantado el cultivo, se suelen construir para algu-
nos de éstos, por ejemplo el tomate, unos cobertizos
de cañas : «cobijas», que tienen la longitud de los
surcos y protegen las plantas de las heladas tardías,

203
utilizándose las cañas después para construir los e -
parrados de las especies trepadoras .
En la huerta de Murcia los cultivos cuya primera
fase se realiza en almajara son: tomates, pimientos,
berenjenas tempranas, judías, calabacín y boniato,
principalmente .

5.1 .1 . ;hl tomate

En noviembre se inician las labores de este cultivo


preparando los hoyos de la, almajara . Desmenuzada la
tierra, se cubre de estiércol. en el que se depositan las
semillas que se recubren con otra capa de tierra y chi-
narro para proteger la plantación y conseguir que las
plantas nazcan más espaciadas, a la vez que conserva
el calor necesario en el suelo. El número de plantas
por metro cuadrado oscila entre 1 .0011 y 1200. So-
bre los hoyos se coloca la «bardiza», a veces de cañas
recubiertas de saco o plástico y que defiende al toma-
te de los vientos del N. Al atardecer, el apicultor
cierra la cara descubierta con el «manto» para evitar
los efectos perniciosos de la escarcha .
Diariamente se riega el semillero a mano, con re.
adera, y cuando la planta alcanza 5 cm. se aclaras
sucediéndose varias veces esta labor en los setenta
días que dura el semillero aproximadamente .
El trasplante se realiza en febrero o principio de
marzo, cuando la planta alcanza unos 15 cm . de al,
otra, colocándose en el bancal unas 18.000 tratas por
hectárea, Previamente se ha dado a la tierra una la-
bor de 40 cm . de arado y ee ha abonado con una
mezcla de estiércol y abortos químicos.
Como aún existe peligro de heladas, se hacen «co,
bijas» de cañas (una por cada surco) bajo las que per-
manece el cultivo hasta que, vencido abril, las qui
tan y con ellas se hace el emparrado en el que trepan
las plantas que, previamente, han sido despuntadas

204
basta la tercera floración, para conseguir mayor nú-
mero de flores y, por tanto, de frutos .
Los riegos se suceden cada ocho o diez días (en al-
gunos casos cada cuatro o cinco) alternados con es-
cardas, salvo en el último momento de la floración,
pues resulta perjudicial para ésta. Simultáneamente a
los riegos se efectúan pulverizaciones de insecticidas
y criptogamicidas, asï como abonados principalmente
de nitratos cada dos riegos.
Los rendimientos de este cultivo no son, a pesar
cíe todo, comparables a los de otras huertas . Posible-
mente no lleguen en Murcia a los 300 Qmfha ., reco
giéndose en el área de La Albatalía las mejores co-
sechas.

5 .1 .2. El pimiento

Como el del tomate, el cultivo del pimiento se ini-


cia en planteles con las mismas características; en «ar-
bitanas» o al aire libre en «almajarras» . La planta
permanece en estos viveros desde noviembre, cuando
se siembra, hasta abril, en que se trasplanta a los
bancales .
En las almajaras la simiente se coloca sobre una
capa de estiércol apisonado y húmedo y sobre éste se
suele colocar una capa de mantillo o tierra. Las plan
taL se entresacan cuando nacen muy abundantes y du-
rante la primavera se riegan todos los días .
La parcela a la que se trasplantan las matas de pi-
miento se prepara previamente con varias labores de
arado, a veces hasta cinco, alternadas con pases de
desterronador y algunos de grada para dejar el suelo
limpio . Una vez abonado el suelo se forman caballo-
nes de 50 cm, de anchura en la base, ce riega nueva-
mente y se realiza el trasplante colocando las matas
a ambos lados de los caballones distanciadas unos 3(1
centímetros, después se riega todo el terreno. A los

205
tres o cuatro días de la plantación se remueve la capa
más superficial -le la tierra («escolme») con. un rastri-
llo, para evitar la formación de costra y el cuartea.
miento de las plantas. A. los quince o veinte: días se
repite el riego, en este caso muy abundante, y a los
pocos días se realiza una cava general del terreno=
Transcurrido un petiodo e tiempo similar se renueve
la tierra y luego generalmente se abona, riega y re-
mueve cada veinticinco días . La recolección empieza
al finalizar septiembre y puede alargarse basta diciem-
bre, efectuándose cuatro o cinco, llamadas respecti-
vamente: primera, segunda, etc ., y la última «apu-
res». Los rendimientos, a causa de las plagas y de los
elementos nocivos que contienen las aguas de la red
de riegos, tanto por residuos de fábricas como por la
carga de sales que proporcionan las sucesivas reutilï-
zaciones, la disminuido sensiblemente, lo que ha.
colaborado también en el retroceso del cultivo.
En el momento actual las áreas dedicadas a este
aprovechamiento se localizan preferentemente en secT
tares marginales, donde el riego no es con aguas del
Segura, sino de pozos, como en Tiñosa Alta .

5,1.3, ~ cul k¬ r

Bajo este epígrafe se incluyen ima serie de especies


que en conjunto ocupan oca espacio en el área huer,
tara, pero cuyo cultivo tiene una gran importancia
en la economía familiar y una cierta comercialización
en el mercado de Murcia . Prácticamente no hay una
sola vivienda huertana que no tenga wnte a ella un
«ro alico», generalmente minúsculo, dedicado al cul-
tivo de verduras y otras plantas; flores, coles, coliflo-
res, lechugas, cardos, pepinos, acelgas, apios, habas,
perejil, escarola, repollo, cebollas, berenjenas, calaba-
zas, melones, etc., forman este variedisimo grupo de

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FIGURA N .° 28 .-Bancales de cítricos y hortalizas


` cultivos . Aludiremos brevemente a las labores dedica-
das a algunos de ellos .
Lechugas.---Se plantan en almajaras recibiendo los
cuidados ya descritos, a la vez que el área de cultivo
se labra y se divide en parcelas de unos ? de su-
perficie, Cuando la planta alcanza una altura de 20 o
25 cm., se trasplanta a los caballones de la parcela
colocándose espaciadas unos 30 cm, Recibe dos riegos
y después se «rasca» la tierra y a los quince días se
abona, bien con «fuerza» (una mezcla variable de fer-
tilizantes artificiales que dosifica la experiencia del
agricultor), o mejor, según la opinion más extendida
en la huerta, con estiércol. Hasta su recolección suele
regarse cada quince días . Las variedades más intere-
santes son la lechuga «larga», que se planta. en di-
ciembre y se recoge en abril, y la «valenciana» o «ro,
niana», que está en el campo de octubre a enero .
Existe también en la huerta un tipo, - que recibe el
nombre de «alcantarilles»,, cuyo cultivo se ,extiende
de marzo a mayo.
Coliflores.---En el lenguaje huertano «pava», Tiene
un cultivo similar al de la lechuga, aunque es menos
exigente en riegos . En los caballones se plantan dis
tanciadas 70 cm. y reciben dos riegos antes de «ras-
car» la tierra. Después se abona, teniendo cuidado de
no tocar el tronco de la planta, y a los ochenta días
se recolectan, Las variedades principales son. «catali-
nas», cuyo cielo va de agosto a octubre: «pas ueras»,
de septiembre a diciembre, y «febreas», de diciembre
a febreros .
Bere~tjenas .~Tambíen en este cultivo las primeras
labores se realizan en la -almajara . Después se plantan
en caballones, espaciados unos 80 cm, y a una sola
cara . Suelen plantarse en abril y recolectarse de junio
a septiembre.

209
Cebollas .-Existen en tres variedades : «babosa»,
«liria» y «de grana», que son respectivamente, tem-
prana, semitemprana y tardía. Es también plantación
de vivero que luego se trasplanta al campo .

Melones .-También se prepara este cultivo en se-


milleros, en este caso sin cobertizo, con un suelo de
estiércol menudo con pequeños surcos tirados a cor-
del, donde se depositan las semillas cada 10 cm. Sem-
brados en marzo, se aclaran a los diez días y después
se divide la tierra en cuadradnos de l0 cm . de lado
con una o dos plantas en el centro . Un mes después
se trasplantan al campo definitivamente . Las varieda-
des más extendidas son la sandía y el tipo de melón
canario o «de la marina» .

Judías.-Suelen obtenerse dos cosechas, orna de pri-


mavera y otra de otoño . La preparación del campo y
del cultivo es muy similar a las anteriores . Su consu
mo se realiza tanto en verde como secas. Un aspecto
muy interesante es el cultivo en emparrado de las ju-
días verdes («bajocas»), que se realiza en un enrejado
de cañas donde las plantas llegan a elevarse hasta dos
metros . Alcanzan las bajocas precios muy elevados en
el mercada, pero los rendimientos obtenidos no pue-
den calificarse como altos, oscilando alrededor de
66 Qm/ha.

CalabacíH.--La semilla del calabacín, antes de nin-


guna otra operación, se pone en agua durante veinti-
cuatro a cuarenta y ocho horas ; al sacarse del agua se
envuelve en un «muñeco» de hierba y se pone al sol
para que germine («grille»), después. se trasplanta al
bancal de cultivo, protegido por una «cobija» de ca-
ñas que se le quita al llegar el buen tiempo, recibien-
do un riego cada ocho o diez días .

210
5 .2 . CULTIVOS SIN PLANTEL

Se reúnen aquí aquellos esquilmos cuyas labores de


plantación se realizan directamente sobre el campo,
sin haberse efectuado previamente labor de semillero .
El más importante de estos cultivos, y también uno
de los más importantes proporcionalmente, en la huer-
ta actual es el de la patata . Una planta industrial, ac
tualmente en decadencia, el algodón, y las habas, com-
pletan este grupo de cultivo cuya plantación se realiza
a golpe de azada en caballones .

5 .2 .1 . La patata

El más extendido de los cultivos hortícolas en la


huerta es el de la patata que, generalmente, se suele
colocar en las tierras que anteriormente han sido ocu
padas por maíz o pimientos, para aprovechar la gran
cantidad de abonos que en ellos se invierten .
Para establecer la plantación la tierra se ara o cava
dividiéndola en surcos separados un metros, trazando
los caballones con una «cordeta» para que salgan rec
tos y abonando con estiércol . Sirve de simiente un
trozo de patata que lleve yema y que generalmente
no es de la comarca . Se introduce en los caballones
humedecidos espaciados unos 45 cm . y con la azada
se tapa el agujero . Aproximadamente se emplean
1 .800 kgs . de patata por hectárea . Después de plan-
tada se le da un riego a la parcela y se «majenca» el
terreno para arrancar las hierbas perjudiciales y real-
zar los caballones . Durante el crecimiento se dan tres
o más riegos, se majenca y se abona con NPK.
La cosecha normal se siembra de diciembre a febre-
ro y se recolecta de finales de mayo a julio ; la cose-
cha tardía se planta en agosto y se recoge en diciembre .
Para hacer la recolección se arranca la planta con la
azada y se labra el terreno para sacar los tubérculos,

211
tradicionalmente la recogida de la patata la realizan
las mujeres,

5 .22. - al odó y s haber

Cultivo en franco retroceso en el Ámbito huertano,


llegó sin embargo a alcanzar gran importancia en la
década- de los cincuenta, en relación con coyunturas
favorables generales en el país .
Antes de la siembra de la simiente, que se realiza
a finales de marzo, se prepara el campo dándole unas
labores de 20 a 25 cm ., gradeandolo después para
desmenuzar bien los terrones. Se procede después a
la formación de caballones de 0 .50 m . de anchura y
orientados de E. a (J. para que las plantas reciban
mejor el sol y separadas del contiguo de 1 a 1,5¬1 ni,
Ea siembra se realiza a golpe, en la cara meridional
del caballón. Nacidas las plantas se aclaran dejando
los tallos mas robustos y más distantes.
Durante el desarrollo es necesario librarle de las
plantas parásitas mediante sucesivas escarolas, también
se cava superficialmente el terreno y se le dan cinco
o seis riegos . La floración suspende las faenas, a que
la flor se desprende fácilmente, unicamente se desca-
bezan algunas para lograr un mejor desarrollo de las
restantes . El ciclo vegetativo tiene una duración entre
ciento cuarenta y ciento ochenta días, hasta que en
otoño la cápsula ya abierta, presenta la vedija al ex-
terior y la envoltura se oscurece, momento en el que
comienzan las faenas de recolección . Generalmente al
madurar los frutos al unísono, se obtienen tres cose-
chas con tres calidades, de fruto progresivamente in-
ferior. Ea recolección se efectúa a mano, arrancando
la vedija con las semillas que contiene o cortando la
cápsula que se coloca en un saco que el recolector
lleva colgado al cuello.

21 2
Los rendimientos por hectárea oscilan. entre 5 y
12 Qm, en las mejores cosechas, realmente muy bajos .
Las habas, por su parte, w cultivan sin caballones,
plantándolas a principio de invierno a golpe y en hi=
ladas sobre un terreno preparado preferentemente con
abono orgánico . Después de plantadas se riegan y lue-
go se espacîan estos riegos a uno mensual hasta el
momento de la floración en que reciben varios segui-
dos, desde la floración a la recolección recibe cinco o
seis . La cosecha se extiende de finales de marzo a
abril .

5 .3 . CULTIVOS DE SIEMBRA n VOLEO

Son fundamentalmente plantas de utilidad forraje-


ra, cuya expansión es muy acentuarla en el momento
actual por las particulares características edáficas de
la huerta.
Con la alfalfa, que ocupa una de las mayores exten-
siones de cultivo, incluirnos algunos cereales en fran-
co retroceso como trigo y la cebada y otros de gran
des posibilidades futuras ; maíz forrajero, veza-avena,
etcétera. En este campo el futuro huertano se anuncia
prometedor. La introducción de nuevas especies forra-
jeras, qué actualmente se intenta, permitirán el des-
arrollo futuro de la ganadería, e incluso es posible
que determinen un cambio en la situación económica
de la huerta .

5 .3 .1 . La alfalfa

De gran interés dentro del cuadro de cultivos huer-


tano es el de esta forrajera, que ocupa una de las ma-
yores extensiones entre las plantas no arbóreas .
Se cultivan en la huerta dos variedades diferentes
de alfalfa, la «mora», muy jugosa, de ciclo anual y
destinada fundamentalmente a la alimentación del ga-

21 3
nado vacuno, y la denominada «del terreno», que tiene
un ciclo vital de unos cinco años y proporciona un
pasto más duro y fácilmente almacenable como heno.
Para realizar su cultivo se prepara la tierra con una
cava profunda y se abona con estiércol y NPK. Des-
pués se preparan las parcelas («tablas») de forma rec-
tangular y procurando que la superficie esté bien ali-
sada para facilitar la posterior siega a mano . Después
de regadas las parcelas, en otoño, se planta la simien-
te, unos 37 kg. por hectárea, ya no se repite el riego
hasta que la planta no ha alcanzado cierta altura para
no perjudicar su crecimiento .
Antes de cada corta se suele dar un riego a la par-
cela para que sea más râpido su nuevo crecimiento y
entre estas labores se riega también una o dos veces .
En cada corte el rendimiento por hectárea oscila alre-
dedor de los 40 Qm.
La capacidad regenera-dora de la fertilidad del suelo
que tiene la alfalfa presta gran interés al cultivo de
esta forrajera, sobre todo cuando entra en rotación
con otros cultivos más exigentes .

5 .3 .2 . Los cereales

Con finalidad forrajera se cultivan en la huerta di-


versos cereales : maíz, cebada, sorgo, trigo y avena .
De ellos el más interesante por la extensión que abar-
ca, sin duda alguna, es el maíz .
El maíz forrajero exige profundas labores en el te-
rreno para su plantación, pues es sensible a la falta
de aireación de las raíces . Se hacen varias escardas
para limpiar el terreno y algunos riegos, aunque no
tan numerosos como las plantas de los grupos anterio-
res . Los rendimientos son bastante elevados .
Existe también una variedad de maíz, de cultivo
más tradicional, dedicada a la obtención de granos
para piensos que se suele plantar a golpe, ïntroducien-

214
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FIGURA N .° 29 .-Disposición de la morera en los limites


de las parcelas .

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FIGURA N.o 30 .-Rincon de Seca. Cultivos asociados :


agrios, melocotonero, patatas . Al fondo, cubierta de una
almajara " .
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do los granos en el suelo con. una azada pequeña, ge-
neralmente en la tierra de barbecho de la patata sin
removerla . Cuando tiene 50 cm . d e altura se cava la
tierra y se forman caballones, abonándolo y regándo-
lo . Después recibe unos tres riegos más basta que se
recolecta .
Recogidas las panochas se despojan de su envoltura
de hojas («desperfollo») y se colocan a secar para
poder desgranarlas . Las cañas tiernas de esta variedad
se utilizan también como alímentacion para el ganado .
5 .4 . CULTIVOS ARBÓREOS

La faceta más interesante del paisaje agrícola mur-


ciano, en el momento actual, es el cultivo de los ár
boles frutales . Las plantaciones de agrios y de fruta
les de hueso, se han extendido en amplios sectores en
intima relación con el desarrollo de la industria eon-
servera y las exportaciones .
Los cultivos de arbolado, por el alto valor de su
producción y por las dificultades derivadas del medio
que encuentran en su desarrollo, exigen cuidadosas y
numerosas labores . Desde el delicado trabajo de plan-
tación a la aleatoria recolección del fruto, las labores
de la tierra, los riegos, los abonos, las fumigaciones,
etcétera, forman una cadena de trabajo continuo, pre-
sidido por la preocupación constante de un tiempo
que debe ser lo suficiente frío para que florezcan los
frutales de hueso y no llegar nunca hasta helar los
agrios .
5 .4 .1 . Los agrios
Para la plantación de agrios se prepara el vivero
con una labor de 25 cm . de profundidad, desmenu-
zando la tierra y estercolândolo, dividiéndola a conti
nuación en parcelas separadas por caballones que di-
rigen el riego en esta primera fase. Luego se siembran
a voleo o «chorrillo» las pepitas del naranjo agrio sa-

21?
calas de frutos muy maduros . La siembre se verifica,
cuando no hay peligro de helada, dejando la semilla
casi al descubierto, y durante el período de germina-
ción se procura que no falte humedad mediante rie-
gos cada ocho días . Cuando salen las plantas, después -
de varias escardas para aclararlas, se trasplantan cor.
tándole la punta de la raíz principal y colocándolas
en lineas espaciadas de unos 50 cm . Al mismo tiempo
se injertan a escudete las plantas de la clase deseada
a unos 20 cm. del suelo y suprimiendo todos los bro-
tes, excepto las yemas injertadas . Este primer tras-
plante se suele realizar en otoño o primavera .
Al año del primer trasplante los árboles se extraen
con su cepellón y se colocan en el lugar definitivo .
Normalnnente esta plantación se hace hoy a cuadro o
«marco real», con separación de cuatro a seis metros
entre cada árbol, Las plantaciones más antiguas son
al tresbolillo .
El terreno de la plantación definitiva se prepara
con una profunda labor de desfonde, realizándose a
continuación los hoyos donde se colocarán los arboli
tos . La plantación suele realizarse en febrero, tratando
de evitar los fríos invernales .
El cuidado regular de estas plantaciones, cuando
son de naranjo, se reduce comúnmente a las labores
de cava, abonado, riego, podas y fumigaciones . La
cava suele realizarse al finalizar el mes de resarzo con
profundidad, y posteriormente en dos nuevas ocasio-
nes : agosto y octubre, aunque es muy frecuente que
se reduzcan a dos, la de primavera y la de verano, El
abonado se realiza en dos ocasiones, generalmente con
la cava de marzo se aplica abono orgánica, y posterior-
mente, a finales de abril o mayo y coincidiendo con
un riego, se aplica una mezcla de sulfato de potasa,
sulfato de amoniaco y sulfato de hierro en proporcio-
nes muy variables . Los riegos, que son siempre por
inundación de la parcela, se efectúan tres o cuatro ve,

218
ces al año : en abril, julio y septiembre ; cuando existe
riesgo de helada se trata de combatirla con un ligero
riego .
La poda suele realizarse después de recogida la fru-
ta, en marzo, tratando -de renovar el ramaje en un
tercio por año . A veces, cuando el árbol ha sido ata
cado por alguna plaga o se ha helado, se poda inten-
samente y se despoja al árbol de todo su follaje.
Cuando mediante injertos se pretende cambiar la va-
riedad del árbol, la poda lo reduce al tronco y las ra-
mas guías . Por ultimo, las fumigaciones suelen reali-
zarse en febrero o marzo y en verano.
Las labores en las plantaciones de limonero son li-
geramente diferentes . Los árboles se podan entre agos-
to y septiembre y se fumigan dos veces : en abril y
septiembre u octubre . El terreno se cava profunda-
mente en abril y más superficialmente («arrascar la
mota») en junio, se riega en cuatro ocasiones : enero
o febrero, abril, junio y agosto, y se abona en abril y
en verano con abonos orgánicos, nitratos y superfos-
fatos .
Contrasta con el frecuente esquematismo de las la-
bores, que suelen reducirse a mínimos indispensables,
la cuidada atencïón que algunos agricultores dedican
a sus plantaciones . Así, un cultivador de limones en
la localidad de Siscar declaraba al ser entrevistado que
realizaba a lo largo de un año las siguientes labores :
cava en primavera y verano ; escarda en marzo y sep-
tiembre; abonado en verano y fin de diciembre ; riego
en cuatro ocasiones distribuidas en invierno, primave-
ra y dos en verano ; injerto de mayo a agosto ; limpieza
de brotes inutiles («despollizar») en agosto; corte de
la hierba en primavera y otoño; desempedrado en oto-
ño, e instalación de los «mosqueros» en noviembre.
5 .4 .2 . Los frutales de hueso
Los cuidados en vivero de estos árboles (albarico-

219
quero, melocotonero y ciruelo) son muy similares a
los que se realizan en los demás frutales, por lo que,
no es preciso detenerse en ellos . Generalmente los
pies utilizados para la primera plantación son de ci-
ruelo «Damas negro» y de pie natural .
Para realizar la plantación definitiva se - preparan
los hoyos en disposición de «marco real*, son un es-
paciado de b a 7 m. para albaricoquero y de 3 a 3,5
para melocotonero . En el fondo del boyo se coloca la
tercera parte del suelo retirado al hacerlo y sobre éste
una capa de estiércol de unos 20 kg. y unos 204 gr.
de la nnezcla PK, colocandose a continuación la pian-
ta a unos 20 cm. de profundidad . Esta operación suele
realizarse en otoño para que la planta esté adaptada
al terreno al llegar la primavera y pueda brotar con
más vigor . Inmediatamente des-pues de rellenar el
hoyo se le da un riego, se repite otro a los ocho o diez
días y un tercero al mes aproximadamente .
Durante el período de crecimiento del árbol está
muy extendida la práctica de realizar cultivos hortíco-
las en el suelo, lo que resulta perjudicial. para la plan-
tación, pues le roba elementos fertilizantes.
Una vez los árboles en producción se inician las la.
bores de todo cultivo: antes de la primavera se efec-
túa la poda, muy ligera el primer año, con el fin de
que el árbol no alcance excesiva altura y las ramas re-
ciban la mayor cantidad de luz .
En marzo se realiza una cava poco profunda, para,
no dañar las raíces y a continuación se podan y rie-
gan . Las laborees, como en los agrios, se paralizan du-
rante la floración y en mayo se fumigan y se riegan
nuevamente. Normalmente se riegan cada veinte días
hasta junio en que se vuelven a abonar, recolectan.
dose los frutos en julio. Las labores se anticipan en el
albaricoquero, cuya cosecha se recoge en el mes de
mayo .
Pese a los ruidados que se dispensan a estos árbo-

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nero, limonero y ciruelo .

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FIGURA N.0 32 .-Ranero . "Almajara" y "cobijas to ,


les, su cultivo no es eficaz . Por las razones ecológicas
que hemos indicado en otro capítulo y por las prácti-
cas de simultanear cultivos de suelo, y de mezclar
en una misma plantación varios tipos de frutales, el
ciclo vital se acorta; en el melocotonero no suele pa-
sar de ocho años, reduciéndose incluso a cuatro o cín-
co años en algunos sectores, cuando es normal que
llegue a dieciesiete o dieciocho en mejores condiciones .

5 .5 . EL RITMO DEL CULTIVO

La intensa explotación de las posibilidades agríco-


las del área es muy antigua. Prácticamente, como se
ha señalado anteriormente, no hay una etapa en la
historia de la huerta en la que no se aprovechen al
máximo las condiciones naturales para obtener los ma-
yores rendimientos agrícolas . Sin embargo, la irregu-
laridad del aprovisionamiento del agua para riego no
ha permitido hasta fecha muy reciente la extensión de
una agricultura plenamente intensiva y la aceleración
del ritmo de cultivos, que permite obtener en la ac-
tualidad una media de tres a cuatro cosechas anuales,
y llegar en casos excepcionales hasta siete.
Existen, por tanto, dos etapas claramente definidas
en la evolución de la huerta desde este punto de vis-
ta . La primera, presidida por la escasez de agua, que
se prolonga desde el momento fundacional hasta casi
el tercer decenio de nuestro siglo. En ella los cultivos
secos mediterráneos predominan, aseguradas sus co-
sechas con riegos más o menos frecuentes, aunque en
áreas localizadas aparezcan en toda época cultivos pro-
piamente huertanos.
Desde la construcción de las grandes embalses en
los primeros años de esta centuria, la explotación
agrícola del suelo murciano ha sufrido un cambio
esencial en calidad e intensidad . Se ha asistido, así,
a la desaparición casi total de las especies no propias

223
de regadío y a la íntensíficación del ritmo anual de
cultivos con un carácter a veces excesivo.
~ Las rotaciones se suceden sin dar descanso a la tíe-
rra y los cultivos se mezclan en una misma parcela
en un afán de expritnir las posibilidades naturales el
maximo y, por supuesto, produciendo graves deseen-
sos en los rendimientos .

5.5 .1 . Las rotaciones

Las rotaciones anuales decultivo, en la huerta son


muy complejas y variadas . Se trata con ello de ex-
traer los mayores beneficios a unas explotaciones
cuya extensión suele ser muy reducida.
Sistematizar de una forma absoluta y uniforme para
el conjunto de la -huerta de Murcia unos determinados
tipos de rotaciones, es practicamente imposible . Las
variaciones son muy grandes, incluso de un año para
otro, principalmente en funcion de las alternativas de
mercado a las que la débil economia del huertano es
particularmente sensible .
Sin einbargo, algunos caracteres se repiten con la
frecuencia suficiente para señalar una ' cierta homoge-
neídad. En cuanto a los cultivos preponderantes se
senalan claramente dos hechos- la presencia del maíz
y la patata en casi todas las rotaciones (no en balde
son estos los dos cultivos no arbóreos Mas extendidos
,actualmente), y la importancia de los cultivos tempra-
nos, principalmente tomate .
Respecto de las rotaciones, se advierte la falta casi
total de descanso del suelo («careo»), llegándose en
casos extremos a iniciar un cultivo cuando el prece-
dente aun no ha concluido su ciclo vegetatívo .
El afan de forzar los cultivos lleva en numerosas
ocasiones ,a realizar en un cierto periodo un euténtico
cultivo simultáneo : Se plantan en agosto patatas tar
días y en octubre, en los surcos de las patatas, habas,

224
efectuada la recoleccion de la patat.a en diciembre,
quedan las habas en el campo hasta abril, una vez re-
colectadas estas se siembra maíz en cuyas cañas se
sujetan plantas de judía de enredadera o bien se plan-
tan pimientos mezclados con cebollas en los surcos 2 .
Este caracter simultaneo, pero aun mas acentuado,
lo presenta una rotación extendida ya muy Poco en
la -huerta, pues el suelo no lo permite . Se planta, en
primer -lugar, tomate . Ya desarrollado este, en el re-
verso de los surcos se siembran judías . Recogidos los
tomates, al final de la primavera quedan las judías en
el campo . Estas se recogen verdes («bajocas») hacia la
mitad del verano . Se siembre entonces maíz tardío, o
patatas, que pueden recolectarse hacia noviembre . Ello
permite incluso una cuarta cosecha de trigo o cebada
para segar en verde como forraje.

5 .5 .2 . Cultivos asociados

El afan de aprovechar al maximo las posibilidades


agricolas del clima, el area de las explotaciones y, en
numerosas ocasiones, la necesidad de cubrir necesida
des inmediatas, determinan la existencia en la huerta
de una variadisíma serie de cultivos que se reunen en
una misma parcela.
El caracter de esta agricultura es doble. Por un
lado, se practica realizando un cultivo de vuelo y otro
de suelo en tanto los árboles no han empezado a t)ro-
ducir, e incluso simultancando dos cultivos arboreos
con distinto ciclo vital . El agricultor huertano no pue-
de esperar sin obtener beneficios varios años y esta es
la razón de la practica . Mucho menos extendido esta
el cultivo simultanco de varias hortalizas, generalmen-
te cuando se practica es en las explotaciones mas "e
quenas y como un complemento a la economia e in-

-2 REVERTE, I . : Apuntes . . ., pp . 23-24 .

22 5
cluso, a la alimentación familiar, cuyos principales in-
gresos, desde luego, no proceden de la agricultura. -
Entre los cultivos simultáneos de arboles y plantas,
herbáceas, uno de los mas característicos es ¿I ae fru-
tales en desarrollo y patatas, obteffiéndose de estas
ultimas una cosecha anual,
Tamlúén es frecuente en las parcelas de límonero
en desarrollo, colocar melocotoneros, uno en el centró
de cada cuatro limoneros, que producen su fruto has
ta que comienza la producción de limones, en cuyo
momento se arrancan,
En cuanto -a los cultivos de hortalizas, la promis-
cuidad llega a ser extraordinaria, Unas veces en los
caballones del tomate se intercalan plantas de cebolla
o lechuga, otras en el reverso de los caballones de pe-
pinos y judías verdes se cultivan ajos y cebollas ; las
habas se cultivan junto a las alcachofas o la alfalfa,
e incluso, se -pueden encontrar juntos en una misma
parcela lechugas, coliflores, berengenas y pimientos o
, ajos, nanas y Judias.

5,6, LosÚTILES DE TRABAJO

Un trabajo tan variado como el que a lo largo del


año se desarrolla en la huerta, con una gama de-tul,
tivos numerosas, requiere para el laboreo instrumen-
tos muy diversos.
Desde los primitivos instrumentos de trabajo, en la
mayor parte de los casos manuales, a los modernos
tractores o motocultores, el can-uno a recorrer es el
del desarrollo agriCola y la alta rentabilidad de los
cultív<>s~
La huerta de Murcia por sus peculiares caracterfis-
ticas es un arca donde la mecanízacion es difícil. Et
exiguo tarnano de las parcelas, la pequeñez de las ex-
plotadones, la practica del polícultívo y la falta de
capitales en la agricultura, reducen sensiblemente las

226
posibilidad de mecanizacion, al menos en el sector de
riegos mas antiguo. En cambio, en los nuevos rega-
díos, dedicados principalmente a frutales en planta-
cion de gran marco, es posible un mayor grado de me-
-anízacion .

5 .6 .1 . Los utiles tradlCI*Onales

El predominio de las parcelas cultivadas de peque-


ño tamaño, que ha caracterizado la -huerta desde an-
tíguo, se traduce en el ambito del utillaje agrícola en
un fuerte predominio de los instrumentos de caracter
rranual. El trabajo tradicional en el regadio es, funda-
mentalmente, un trabajo de cava; de ahí que el nume-
ro de estos Utiles agrícolas sea vario y perfectamente
adecuado a cada labor . Los tipos de azada empleados
son, ademas de la normal, la llamada «abaranera», con
pala de hierro larga y estrecha dispuesta en angulo
muy agudo y el astil de madera, utilizada princinal-
mente en plantas trepadoras ; la «picaza» pequeña y
de astil corto, empleada principalmente en el desarrai-
go de malas hierbas, y la «picaza» de astil largo des-
tinada a la escarda de alfalfas, cebolla y ajos . Portil-

timo, el mas importante de los elementos de cava del


agricultor murciano es el «legOn», azada de ancha
pala (hasta 20 cm .) y pesado astil con la que se dirige
el riego, se abren los surcos y se modelan los caba-
llones.
La hoz pequeña, «corvilla», empleada principalmen-
te para segar alfalfa, aparece acompañada del «hoce-
te», dedicado a cortar cañas y podar ramas de regular
tamaño, que esta formado por una hoja fuerte ensan-
chada y encorvada en su extremo y un grueso puño .
Las ramas mas delgadas se cortan con las «tijeras de
podar» . El hacha, los alicates de cosechar frutos, el
rastrillo, etc., completan una rica gama de instrumen-
tal enriquecido con el de riego : «faroles de regaGr»,

227
caracolas que avisaban los cambios de tanda con su
bronco sonido, etc .
Los instrumentos de traccIOn animal son menos nu-
merosos . El mas importante, sin duda, es el arado,
tanto el de tipo castellano, conio el mas moderno de
vertedera . junto a el la «trajilla», que empareja los
terrenos, la «tabla de cuchillas», con seis o siete gan-
chos que se clavan en el suelo arrancando hierba y
remueven la costra superior de la tierra, y el «rulo*,
pesado cilindro de piedra que gira sobre un eje y se
utiliza para allanar la superficie de las parcelas .
El clásico carro, normalmente arrastrado por un
solo animal (mula o burro), completa el cuadro del
utillaje agricola tradicional murciano.

5.62 . La motorización

Debida a las peculiares caracteristicas de las explo~


taciones huertanas, singularmente sus escasas dimen-
siones y la practica de cultivos asociados, la íntroduc
cion de utiles de motor en las labores agrícolas ha sido
muy tardía. También estas circunstancias, unidas al
predominio de cultivos arboreos en reducido marco,
han dado lugar a la preferencia generalizada de apa-
ratos pequeños (motocultores) sobre los grandes (trac-
tores).
En 1950 seadquirieron, por varias explotaciones de
las mas importantes en la huerta, los primeros 20 mo-
tocultores de importacion, cuya vida util parece que
fue muy breve. En 1955, al iniciarse la producción
nacional, existían en la huerta 12 motocultores, que
pasaron a ser 60 en 1956 y 100 al año siguiente. Diez
anos después el numero de motocultores se había mul-
típlicado por cuatro y en 1970 estimamos que existen
unos 940.
El núMero de tractores es mucho mas reducido ; no
pasan del centenar los que trabajan regularmente en

228
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FIGURA N .o 33 .-Santa Cruz . Vivero de naranjos .

FIGURA N.O 34.-Cabezo de Torres . Nuevos regadios,


parral y limonero .
1
19 huerta, principalmente en las grandes explotacioneg.
En el proceso de mecanízacion se ha rebasado ya el
también
mate<> de la gran explotación, ínic:Undose en
1,as medianas y pequeñas desplazando el trabajo ma-
nual y de los anírnales .
La adquisicí6n de maquinaria por algunas pequeñas
explotaciones puede explicarse por la escasez de la
mano de obra y la elevación de los salarios, aunque
los unibrales de sustítucion de la tracci0n animal por
la motorízacion estén por encima de la superficie que
1
ocupan la mayona de las explotaciones huertanas, y
en muy Pocos casos el coste de la maquinaria resulta
inferior al del trabajo animal '. Al encarecerse los pro-
cedímientos de cultivo que exigen mucha mano de
obra se ha impulsado la motorízación, aunque no sea
realmente rentable . Se prefiere así, por parte de los
agricultores, las ventajas de la motorízaci0n sobre la
forma tradicional de cultivo. En las pedanías hueita-
nas de Llano de Brujas y Santa Cruz, donde la dímen-
síón de las explotaciones es en ejonjunto holgada y la
utilización de maquinaria, por tanto, interesante, pue-
de decirse que la totalidad de los agricultores la usan .
Sin embargo3 sólo un 30 por ciento de las explota-
ciones de Santa Cruz, y un 12 por ciento en Llano de
Brujas, Jisponen de maquinaria propia ; el resto la al-
quilan. La tracción animal sólo se mantiene en el
8 por ciento de las explotaciones de ambas pedanías,
Aparecen con frecuencia en la huerta explotaciones
que poseen material motorizado, pero cuyas diniensio-
nos les impiden utilizar plenamente la maquinaria ea
las labores propias. Se practica entonces el sístema de
alquilar parte de las horas de trabajo, con lo que se
llega a la plena utilizacion, aun a costa de la producti-
cidad por aumento de tíempos ínúffles en transporte
1 Aunque un poca anticuadas, son interesantes las orienta-
dones con carácter gerteral de ÑAPEDo, J. M,, La evolucíón
,de la agrieultura en España, Barcelona, Eostela, 1971, p~ 68,

231
y maniobra . En 1970 el alquiler de estos aparatos era
de 70 pesetas la hora para motocultor y 120 para trac-
tor, sin contar el jornal del conductor .
En cuanto a las necesidades de maquinaria segun
el tipo de cultivo, los agrios reciben tres labores anua-
les, por termino medio, generalmente con motocultor,
pues lo denso del arbolado no permite aparatos ma-
yores, excepto en las nuevas plantaciones cuyo marco
mas amplio permite el uso de tractor . Aproximada-
mente el rendimiento del motocultor es de dos horas
por tahuffla, en tanto que el tractor realiza este traba-
jo, en cincuenta minutos .
El resto de ¡Os frutales suele recibir el mismo nú-
mero de labores al año, necesitando el motocultor una
hora y treinta minutos para trabajar una tahúlla y el
tractor cuarenta minutos . En cultivos no arboreos el
calculo es mucho mas difícil por su variedad, en con-
junto reciben dos labores anuales con un rendimignto
de una hora y treinta minutos por tahúlla o cincuen-
ta minutos, segun se utilice uno u otro aparato.
La motorización no ha desterrado, sin embargo, las
labores manuales . Todos los trabajos de detalle se rea-
lizan aun a mano y prácticamente sólo se confían a la
maquina los de mayor esfuerzo .

5 .7 . LAS DIFICULTADES DEL CULTIVO

Dejando a un lado la problemática planteada por


las heladas y la altura del nivel freático, a la que ya
se ha aludido, el mantenimiento de la fertilidad de la
tierra, amenazada por la intensidad del cultivo y los
excesos del riego, junto a la lucha contra plagas y en-
fermedades forman un importante capítulo de la acti-
vidad del agricultor murciano .
El forzado ritmo de cultivo y el continuo lavado a
que estan sometidos los suelos, obligan a unas inten-
sas y constantes labores de abonado . En conjunto es

232
muy difícil de calibrar el consumo de abonos en el
ámbito huertano . A pesar de los esfuerzos de numero-
sos organismos para conseguir su utilizacion racional,
el huertano realiza su aplicacion empíricamente ; sacri-
ficando muchas veces, inadvertidamente, la fertilidad
de su parcela a la obtencion inmediata de fuertes be-
neficios . En conjunto puede considerarse como insu-
ficiente la aportaci0n de abonos al suelo,
Para el cultivo de agrios, por ejemplo, que es uno
de los mas representativos en la huerta, el deficit de
abonos se puede estimar en un 15 por ciento para las
necesidades en sulfato amonico, un 10 por ciento en
lo referente a superfosfatos, casi un 50 por ciento en
cloruro de potasa y un 25 por ciento en nitratos.
Es notable constatar, a traves de entrevistas con
los agricultores, como las explotaciones menores de
dos hectareas suelen recibir mayor cantidad de abo
nos, proporcionalmente, que las mayores ; la explica-
ci0n reside en que precisamente en aquellas se reali-
zan las rotaciones mas intensas .
Se ha señalado ' la carencia en el suelo de ciertos
elementos necesarios para el desarrollo de la arbori-
cultura, asi como los desequilibrios entre los distintos
elementos nutrientes, que suelen provocar graves al-
teraciones en los cultivos. Es frecuente que aparezcan
plantaciones de buen aspecto y poca producciOn, y la
importancia proporcional de las aportaciones de nitró
geno provocan alteraciones que llegan a agostar las
plantaciones . Graves carencias de hierro y manganeso
afectan a menudo a los frutales, adquiriendo particu-
lar gravedad la elorosis ferrica del limonero .
Teniendo presentes las características edaficas del
arca, parece conveniente utilizar fertilizantes de carác-
ter acido, asi como abonos amoníacales que hacen des
cender el pH, La extremada pobreza en fósforo asi-
milable también aconseja el uso de superfosfatos, fre-
1 1 .O.A .T.S . : Estudio edajologíco . . ., pp . 166-168 .

23 3
cuentemente antes de establecer el cultivo o con la-
bores profundas, La aportacíón al suelo de potasio y
abonos orgánicos reviste también el mayor interés . ,
Por lo que se refiere a los productos más utilizados
para restituir su fertilidad a las tierras, resulta muy
difícil generalizar . Ello se debe a la gran variedad de
procedimientos cuya práctica puede ser comprobada.
En los últimos anos, y con una notable permanencia,
los productos más utilizados son los que a continua-
ción se enumeran .
En primer lugar, el empleo de abonos organicos
tiene tina importancia decisiva, principalmente en los
cultivos horticolas y mas concretamente en aquellos
cuya primera fase de desarrollo se realiza en semillero.
El estiércol cumple un papel fundamental en esta prí-
mera etapa del desarrollo de las plantas : favorece la
accí0n mícrobíana, la humíficación e, icluso, regula
termicamente el suelo por la accion de microorganis.
mos en ferinentacion .
Los abonos químicos más empleados son el super-
fosfato de cal («super»), o el de potasa («potasa»), el
sulfato amónico («amoniaco»), y el también amonia
cal nitrato potasico o calcico, Generalmente se mez.
clan estos productos en proporciones variables y un
tanto arbitrarias . Una mezcla corriente es la de sulfa-
to amonico y superfosfato de cal a partes iguales .
A esta mezcla se la denomina «guano», quiza en re->
cuerdo de los abonos americanos, y también «fuerza»
por razones obvias .
Sin duda el producto fertilizante de uso más exten-
dido en la huerta es el iulfato am6nico . No obstante,
si se utiliza en exceso a veces se «secan» las plantacio
nes, El sulfato de potasa y el cloruro de potasa se
suele mezclar con este en pequeñas proporciones,
Su uso no está muy extendido, pero tiene el inapre-
ciable valor de restituir al suelo las perdicias ocasio-
nadas por el lavado de los riegos.

234
El superfosfato de cal, usado también en grandes
cantidades, se emplea fundamentalmente en los cul-
tivos de leguminosas, en el que se echa sin mezcla,
ya que el nitrogeno lo aporta el suelo la propia planta .
Como ya hemos indicado, no se acaba en esta enu-
meraci0n con el catalogo de nutrientes utilizados en
la huerta, aunque los señalados son, sin duda, los de
mayor raigambre . Ello no supone que no se usen otros
y que, lentamente, se impongan procedimientos ra-
cionales y adecuados .

5 .7A . La lucha contra las plagas

Los daños que enfermedades y plagas producen en


los cultivos de la huerta son enormes . El problema,
que ocasiona cuantiosas perdidas -a los agricultores, ha
sido estudiado en los ultimos años por varios equipos
de investigadores '. Como en el caso de los abonos pri-
va en los esfuerzos para combatirlas el caracter em-
pirico. Con frecuencia las numerosas enfermedades y
plagas que atacan a los cultivos huertanos son conse-
cuencia directa -del desequilibrio edafíco, de la inade-
cuada distribucion de las plantas en la superficie
agricola, del exceso de riego y, en conjunto, de las
desacertadas practicas agrarias en vigor . Por eso los
tratamientos terapéuticos sOlo suelen surtir un efecto
temporal, de manera que los endemismos van adqui-
riendo caracter cada vez mas agudo, conforme trans-
curre el tiempo .
El huertano, al tratar de defender sus cosechas,
prepara constantemente compuestos de mayor o me-
nor eficacia : el Malation, compuesto de fenoles y cloro
con la fOrmula del DDT ; el «caldo bordeles», disolu-
5 En LO.A .T .S . : Estudio edajológico . . ., op . cit. Tambien
ORTUÑO y colaboradores : La agricultura murciana . . .
Asimis-
mo, ABAD, E., y cdlaboradores : Trasvase y ordenací6n
agricola
y ganadera, Hermand-ad Sindical de Labradores y Ganaderos,
Murcia, 1970, p. 187.

23 5
ción de sulfato de cobre y cal en agua ; sulfataclones>
con azufre, emulsíones de aceitCS minerales ; éteres
fosfórícos ; pesticias asfíxiantes y otros muchos pro-
duductos mas de varíable eficacia. Sín embargp~ poco
a poco, estas labores, al menos en las explotaciones
mayores, van pasando de manos del agricultor a las
de equipos, especializados de mayor eficacia .
La abundancia de productos fitosanítarios de que
se dispone actualmente, a la vez que es una ventaja
indudable, provoca sin embargo problemas a la hora
de elegir el producto más adecuado, La oportunidad
en el tratamiento y el acierto en la elección de las
mezclas, que exige un profundo conocimiento de los
caracteres del cultivo y de la plaga, pueden producir
beneficiosos efectos, incluso de sinergisino, como ban
señalado Ortuño y Guillén '. Muy al contrarío, el uso
excesivo y no controlado de los productos fitosaffi-
tarios producen reacciones fitotóxicas, desequílíbrios
ecológicos e incluso exacerbaciones en las plagas por
habituación, sin excluir los riesgos de intoxicación en
el consumidor, sean hombre o animales .
Por otra parte, algunas plagas de carácter endémi-
co y que afectan a amplias zonas de cultivo requieren
tratamientos conjuntos y, por tanto, acuerdos entre
propietarios y creacíón de estaciones de avisos agríco-
las para organizarlos . La destrucci0n del hábítat favo-
rable al desarrollo de plagas y enfermedades : cauces
cubiertos de malas hierbas, aguas estancadas, etc,, y
la modificación de los desequilibríos nutritivos que de-
bilitan la resistencia de las plantas, serían medidas
preventivas de gran interés .

1 1
ORTuÑO, A ., y otros, La agricultura pági-
nas 176-193 .

23 6
6. LA PROPIEDAD Y SU HUELLA
EN EL PAISAJE AGRARIO
Uno de los rasgos de la estructura agraria de la
huerta de Murcia que con mayor claridad expresa su
paisaje, es la distribución de la propiedad territorial
y, en directa dependencia, la de las explotaciones
agrícolas .
En otro lugar hemos descrito las líneas maestras
del largo proceso histórico que desemboca en la sítua-
ción presente' . Sin perjuicio de resumirlo aquí breve-
mente, para hacer mas inteligible el momento crítico
a que se ha llegado, la finalidad que persigue este ca-
pítulo es señalar la presión decisiva que la presente
estructura de la propiedad ejerce sobre un notable nu-
mero de agricultores . Los cuales se ven obligados a
abandonar su actividad tradicional parcialmente, para
completar sus ingresos con trabajos ajenos a la agri-
1 CALvo GARCiA-TORNEL, F. : «Aspectos de la evolución
de la proffiedad territorial en la haerta de Murda». Papeles
del Departamento de Geografía, Murcia, 1971, pp. 135-158.

239
cultura . Este hecho está modificando sustancialmente
los rasgos propios de la huerta : abandono del culti-
vo intenso, esquematismo en las labores agrícolas,
cambios notables en el destino de las tierras . Hoy aun
no es muy amplia el área ~afectada, y la presencia de
un nutrido grupo de agricultores de edad avanzada,
eferrados a los usos tradicionales, frena el proceso .
Pero la estructura familiar del trabajo, a la que tam-
bien hemos de aludir, muestra que el inevitable rele-
vo puede aportar cambios radícales a la huerta de
Murcia .
Desde las etapas mas antiguas que nos ha sido po-
sible analizar hasta lcrs momentos actuales aparece,
como rasgo permanente en la estructura de la propie
dad huertana, la existencia de numerosas propiedades
individuales, fragmentadas con frecuencia en pequeñas
parcelas y explotadas directamente por sus propieta-
ríos . Por supuesto que la anterior afirmación no im-
plica que unos rasgos ídenticos hayan permanecido
inmutables a lc> largo del tiempo . Ciertas coyunturas
permitieron importantes concentraciones nobiliarías,
así el siglo xviii cuando el 35 por ciento del área
huertaba estaba en manos de una docena de propie-
tarios . Pero desde las distribuciones de terreno en el
siglo xiii, tras la reconquista, numerosas propiedades
individuales de medina extensión existen en el área,
;agrupadas en determinados sectores que muestran hoy
evidentes problemas .

6.1 . EVOLUCION DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL

Los primeros documentos que pueden orientar so-


bre la estructura de la propiedad en la huerta son las
distribuciones de tierras entre los colonizadores crís-
tíanos realizadas tras la conquista de Murcia, Repre-
sentan estos repartimíentos una reestructuracíón total
de la propiedad en el área, pues si bien en prínciipio
i

240
se respetaron algunos sectores a la poblaci0n musul-
mana, sucesivas particiones acabaron por transferir la
totalidad de la huerta a manos de sus nuevos ocuPan-
tes cristianos .
En conjunto, exceptuando la efímera partición de
Jaíme 1 de Aragón, las de Alfonso X de Castifia se
encaminaran a asentar el mayor numero posible de
pobladores cristianos . Con ello se trataba de asegurar
la incorporación definitiva de Murcia al reino caste-
llano, El carácter de estos repartimientos ha sido ex-
haustivamente analizado por Torres Fontes' que se-
nala el deseo del monarca de instalar el mayor nume-
1

ro posible de repobladores cristianos, lo cual llevo a


no entregar apenas heredades extensas . Estimado el
numero total de repobladores en unos tres mil indi-
viduos, entre los que se distribuyeron 34 .510 tahu-
llas, la media por propietario (poco mas de una hectá-
rea) habla por sí sola del carácter mínifundista de la
partícion .
1 1

Propiedades de distinta superficie o valor, según la


categoria social del poblador, fragmentadas en varias
parcelas a veces bastante alejadas y nunca de gran ex
tensión en conjunto, son el resultado de las particiones
alfonsfes . El núcleo de pequeños propietarios, asentados
desde esta fecha en las inmediaciones de la capital y
junto al rio hacia el azud del riego, pervivira a lo largo
del tiempo . Este núcleo sobrevivirá a períodos de con-
centrací0n nobillaría e intensa amortización y servirá de
1 . 1 1

soporte social a la independencia concejil murciana en


Siglos posteríores~
La utilizacion de unos criterios de valoraci0n homo-
gencos en los repartimíentos prestan a la huerta, en
principio, una distribucion de la propiedad muy uní-
forme, en la que el mayor numero de propietarios lo
1 TORREs FoNTES, J . : Repartimíento de la huerta . . ., op, cit.
Del mismo : Repartimíento de Murcía, C .S,I .C ., Madrid, 1960,
316pp.

241
eran de 10 a 30 tabullas . Los donadios reales no fueron
muy numerosos y aunque algunos tenían bastante ex-
tensión en conjunto no representan una proporción ele-
vada dentro de la huerta : en la tercera y cuarta parti-
ciones ocuparon solamente un 18 por ciento del total
de tierras repartidas que, por otra parte, no eran la to-
talidad del arca de huerta.
A partir del siglo xiv se inicia una progresiva con-
centracion de la propiedad en manos de la nobleza y
una intensa amortización eclesiástica que, en parte, des
virtúa. los objetivos de las primitivas particiones de Al-
fonso X .
La particular coyuntura del momento favorece este
proceso de concentracion ', En tanto permaneciO en la
huerta la poblacion musulmana se mantuvo el cultivo
huertano, pero cuando gran parte de estos pobladores
abandonaron sus tierras y emigraron a Granada, algu-
nos sectoressufrieron un acentuadoabandono . El colo-
nizarse mas adelante de nuevo lo serían ya bajo un te-
gimen señorial, aumentando asi las propiedades de
aquellos que disponían de bienes suficientes para íni-
pulsar las ampliaciones de riego.
En el transcurso de los años el descenso poblaciOnal
provoca una disminución del cultivo, el abandono a la
ganadería de amplios sectores y la formación de gran
des propiedades . Sotos, junterones, Puxm.arín, Dávalos,
Cascales, etc., son los apellidos de estos grandes pro-
pietaríos que actualmente pervíven en la toponimia
huertana . Pero en pocos casos este proceso de concen-
tración afecta al arca mas antigua del riego, con la ex-
cepción de Puebla de Soto, La Raya y Aljucer, el resto
de las grandes propiedades se localiza en la periferia :
Alcantarilla, Javalí, Guadalupe, Espinardo, Alquerías,
El Palmar, La Alberca, Santo Angel, Zeneta, Beniel, et-
3 To~ FoNTF_s, J. : El regadío murciano en la primera
mitad del siglo XVI, Junta de Hacendados de la Huerta de
Murcí-a, Murcía, 1975, 60 pp.

242
cetera . Nuevas arcas colonizadas se incorporan al censo
de grandes propiedades desde el siglo xvi al xvii : el
secano de Churra puesto en riego por los Carrillos, El
Raal desecado por los jesuitas principalmente, el pago
de Tomillate, puesto en riego por medio de una rueda
elevadora que le dio el nombre (La Ñora), etc .
Con frecuencia cambian de propietario los señoríos,
aparecen nuevos y desaparecen otros : los Puxtnarín. ce-
dieron amplios terrenos en La Ñora para la fundación
del convento de San jeronimo, mientras que por el con-
trario el dominio eclesiastico de Alcantarilla desaparece
en el siglo xvi . Merino Alvarez' ha estudiado prolija-
mente este proceso, sin embargo no nos ofrece datos
suficientes para valorar la extension de estas grandes
propiedades que en algunos casos (el de Beniel sin
duda) llegaron a ser muy importantes .
Paralelamente al proceso de concentracion de las pro-
piedades aumenta el colonaje en la huerta, absolutamen-
te necesario para cultivar tan amplias heredades y base
de la posterior ¡acentuada fragmentación de la Pro-
piedad .
En el siglo xvi los «Padrones de las acequias de la

DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD
EN EL SIGLO XVI

Superficie N .o propiedades

Menores de 1 Ha . . . . . . . . . . . . . ... ... 9,7


De 1 a 3 Ha . . . . . . . . . . . . . . . . ... ... 37,3
De 3 a 5 Ha . . . . . . . . . . . . . . . . ... ... 22 ;3
De 5 a 10 Ha . . . . . . . . . . . . . ... ... 17 ;9
Mayores de 10 Ha . . . . . . . . . . ... ... 1238

4 .
MERINo ALVAREz, A . : Geografía bistortca del territorio
de la actual Provincia de Murcia, Real Sociedad Geografica,
Madrid, 1915,516 pp,

243
huerta de Murcia» ' permiten resumir la distribucíón
de la propiedad como indica el cuadro de la pá-
gina 243 .
La extensión media por propietario, de 5>5 ha., re-
sulta bastante elevada, muy superior a la que se defivó
de las particiones del siglo xiii .
Las posteriores crisis económicas y poblacíonales
del xvii favorecieron la concentración de grandes here-
dades en las tierras huertanas . La estructura de las pro
piedades de algunos grandes terratenientes de este siglo
hacen pensar en un proceso de acumulación por com-
pras a pequenos propietarios arruinados, otras, sin em-
bargo, proceden claramente de colonizaciones realizadas
por individuos con suficiente poder economico .
En el extremo opuesto la pequeña propiedad debe
comeinzar su expansión ya en el siglo xviii, para crecer
ininterrumpidamente hasta nuestros días .

6.1 .1 . El siglo XVIII y los cambios posteriores

Señala esta centuria para la huerta murciana el mo-


mento cumbre de la gran propiedad tradicional a la vez
que el inicio de su fragmentacion posterior.
La particular coyuntura económica presidida por la
abundancia de dinero que produce la actividad sedera,
permite el acceso de numerosos colonos a la propiedad .
Sin embargo, entre los terratenientes que comienzan su
decadencia y los labradores que adquíeren su mínúscu-
la parcela, permanece en la huerta un tipo de propiedad
íntermedia, no muy extensa y valorada por el riego,
que es tónica predominante a lo largo de la historia
huertana . El inICIO de la crisis de este tipo de propie-
dad corresponde ya el siglo xix y su desarrollo en un
proceso plenamente actual,
Para caracterizar la estructura de la propiedad en la
5 «Padrones de las acequIas de la huerta de, Murcia», aflos
1556 y 1575, Archivo Municipal de Murcia, legajo 3.931

244
epoca hemos utilizado los datos del catastro de La En-
senada, algunos de cuyos tomos se conservan en el Ar-
chivo Historico de Murcia' . Este análisis nos ha pro-
porcionado la extension de las propiedades en la huer-
ta de 808 individuos cuyas tierras totalizan 43 .610 ta-
húllas, aproximadamente la mitad de la superficie del
arca regada en aquella epoca '. Esta cifra es lo suficien-
temente elevada como para aportar resultados signifi-
cativos .
DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD EN 1757
Superficie N.o propiedades (%)

Menores de 1 Ha . . . . . . . . . . ... ... ... 4138


De 1 a 3 Ha . . . . . . . . . . . . . . .. ... ... 29,5
De 3 a 5 Ha. . . . . . . . . . . . . ... -.. ... 10,9
De 5 a 10 Ha . . . . . . . . . . . . . -.. ... ... 8,7
Mayores de 10 Ha . . . . . . . ... ... . .. 921
Resulta evidente, al considerar estas cifras, la impor-
tancia de la pequeña propiedad . El peso relativo de la
6 La documentacion existente en el Archivo Histórico de
Murcia consiste en : «Libro de asientos de cargos formados a
los vecinos y forasteros de Murcia y su provincia que tienen
tierras, casas, molinos, artefactos, rentas y otros derechos y
son del estado secular», año 1757, numerados los tomos en
dicho Archivo con los numeros 98, 99 y 100 (Murcia), 101
(Espinardo) . «Libro de asientos de cargo . . . diezmos, primicias
y otros derechos y son del estado eclesiástico», año 1757, nú-
meros : 108 (Alcantarilla), 110 (Beniel), 125 y 126 (Murcia)
y 127 (Espinardo) . Así como «Interrogatorios satisfechos por
los justicias para el establecimiento de la Contribucion Un¡-
ca», año 1755, numeros : 162 (Alcantarilla) y 146 (Beniel) .
La documentación solo es completa en cuanto a eclesiasticos .
7 Al no poder manejar completos los datos del Catastro de
La Ensenada se ha recurrido para calcular la superficie total
de la huerta a otras fuentes contemporáneas : «Padron de las
tahullas del Heredamíento del Norte» y «Padrón de Hereda-
mientos de la Zequia Mayor de Barreras», ambos de 1757
(Archivo Municipal de Murcia, legajo 3970), que permiten
establecer la extensi6n huertana en 96 .903 tahúllas .

24 5
N

i9ollooklm
AW

..... . . ..

. .........

AO 1757 1.965

0-~ TAWAV mmm WSW sw t"Mm

FIGURA MO 35.~Distrjbijoldn de la propledad huertana


en 1575, 1767 y 1965.
gran propiedad también es grande, pero el hecho más
destacable es el predominio (40,4 por ciento) de un tipo
íntermedio, situado entre, una y cinco hectáreas, cuyas
dimensiones están muy cerca de ser óptimas en un re-
gadío que empieza a diversificar su producción . Este
tipo de propiedades presentan una distribución de la
utilización del suelo que muestran claramente la doble
oríentaci0n de la economía huertana de la epoca. culti-
vos de abastecimiento familiar y cultivo industrial de
la morera . Muy frecuentemente, de su extensió0n total,
una tabúlla o menos aparecía dedicada a hortalizas,
aproximadamente la misma extensíón a frutales, a ve.
ces algunos olivos y el resto era labradío con moreras
o moreral cerrado.
La posterior evolucion de la huerta quíza se explique
por el grado de parcelación, que alcanzaba como media
un índice de 1,99 . Pero en las grandes propiedades, es
pecialmente en las eclesiásticas, la atomización llegó a
ser extraordinaria. Ni uno solo de los grandes propíe-
taríos huertanos de la epoca reunía sus tierras bajo una
esola línde. El marqués de Beniel, que concentmba sus
tierras en Beniel y Zeneta exceptoi ~ unas 13 ha . enmás
la
distante Albatalia, era una excepc on, y la tónica
generalizada fue. por el contrarío, de absoluta disper-
sion : Juan Lucas, el segundo propietario en la epoca,
tenía sus propiedades repartidas entre vicintinueve dis-
tintos nerectamientos, prácticamente en toda la huerta,
algo similar ocurría con el Cabildo catedralICIO, el con-
de del Valle de San Juan, cte. Como reliquia de esta
etapa el título de Heredia Spínola tenía aun en 1964
sus tierras huertanas; distribuidas en 109 pareclas no
colindantes .
Otro aspecto de gran interés en la estructura de las
grandes propiedades, pero muy difícil de determinar
con los datos de que disponemos, es el nUfflero de ex
plotaciones distintas que componían cada una de éstas,
Si consideramos a cada colono como empresario agrico.

247
la independiente, las propiedades del clero aparecen
fragmentadas en innumerables explotaciones, baste un
ejemplo : las extensas
- propiedades del Cabildo catedra-
licio se dividian en 116 parcelas de explotacion, cada
una con un colono al frente; en otros casos el número
de colonos era menor y aparece con frecuencia, sobre
todo en las pequeñas, la explotación directa.
El proceso de desamortízación iniciado en 1833 tuvo
repercusiones notables, matizadas por las condiciones
particulares de los bienes susceptibles de verse afecta-
dos por dicha medida . En primer lugar, los bienes des-
amortizables en nuestra comarca eran casi exclusiva-
mente bienes eclesiasticos . De esta manera la segunda
etapa desamortizadora, al afectar principalmente a los
bienes de propios, no tuvo gran importancia en la huer-
ta, pues eran muy escasas las propiedades de este tipo
que existian en ella. La consulta de los ejemplares del
Boletín Oficial de ventas de Bienes Nacionales de la
Provincia de Murcia' corrobora esta afirmacion, ya
que en muy contadas ocasiones aparecen subastas de
terrenos ubicados en la huerta : en los quince años
comprendidos entre 1859 y 1874 se desamortizaron
en la huerta solamente 171 fincas, con una superficie
aproximada de 1 .417 tahúllas, y de estas el 11 por
ciento eran subastas por quiebra de primeros compra-,
dores.
La etapa mas interesante en nuestra comarca es,
por tanto, la primera, cuando se desamortizaron los
bienes del clero. La superficie de las propiedades ecle-
siásticas en la huerta era bastante importante, las ci-
fras inmediatamente anteriores del Catastro de La
Ensenada permiten evaluarla en 19 .930,17 tahullas,
8 El primer número de este «Boletín Oficial de Ventas de
Bienes Nacionales de la Provincia de Murcia» apareció el 1 de
marzo de 1858. En el Archivo de Hacienda de Murcia se
guardan los ejemplares del 1 al 637, excepto los comprendi-
dos entre el 485 y 530 . Desde el número 836 hasta el 879 se
encuentran en el Archivo Municipal de Murcia .

248
Ii DISTRIBUCION DE FINCAS PROCEDENTES DEL CLERO SUBASTADAS
Zt w
Q.
", > ENTRE 1836 Y 1845'
sz ~l
::$19-
Extensión % total Total % superficie
00 z
,~j de las fincas N.o de fincas superficie total

CO 1, De u a 4,9 tahúllas . . . ... ... 117 22,98 347 5,56


-t~
De 5 a 9,9 tahúllas . . . ... ... 196 38,50 1 .351 21 3 65
De 10 a 14,9 tahúllas . . . ... ... 92 1807 1 .067 17,09
De 15 a 19,9 tahullas . . . ... ... 39 71,66 609 9,75
1
.
De 20 a 24,9 tahúllas . . . ... ... 23 4,52 509 8,15
tzi De 25 a 29,9 tahúllas . . . ... ... 11 2,16 343 5,49
0 De 30 a 34,9 tahullas . . . ... ... 10 2,00 317 5,08
;t De 35 a 39,9 tahullas . . . 3 0,58 111 1,77
0 De 40 a 44,9 tahullas . . . ... ... 6 1,17 254 4,06
1.

Q.
De 45 a 49,9 tahúllas . . . ... ... 1 0,20 47 0,75
Z, Mayores de 50 tahullas . . . ... ... 11 2,16 1 .286 20,65
94.

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . 509 100300 6 .241 100 300


\0 z
1
el 20,5 por ciento de la extensión total de la huerta
en la época.
En el período resenado salieron ya a subasta el 31
por ciento de las propiedades ecleSiáSticas, La redu-
cida extensión media de las propiedades desamortiza
das (1,34 ha.), así como el escaso número de grandes
compradores, entre los que no destaca mas que don
Miguel: Stáríco, inclina a valorar en conjunto el pro-
ceso como un paso decisivo en la fragmentación de la
propiedad. En ello abunda la frecuencia con que se
se dividían en Jotes» las fincas mas extensas, subas-
tados por separado y adquiridos por varíos compra-
dores.
FinAlzada la etapa desarnortízadora, el ritmo de
fragmentación de la propiedad huertana se ha inten-
síficado, a lo largo de nuestro siglo, Claramente pue
den advertirse dos etapas en este proceso. La prime-
ta, desde el inicio del siglo hasta los años treinta, se
caracteriza por un ritmo lento y una cierta estabilidad
en la . distribucíón de las superficies . La segunda, de
fragmentación muy intensa, se inicia paralela a la ex-
pansión ¿el policultívo y alcanza un máximo en la
decada de los años cuarenta para luego volver a pre-
sentar los caracteres moderados del priJICIPIO
i i de siglo.
La razón que podría explicar este proceso es prín-
cipalmente las divisiones por herencia, por la práctica
de repartir la propiedad en partes iguales entre los
hijos. La depreciación de las rentas, que favorece las
compras por parte de los arrendatarios y la transfor-
macion en solares de numerosas explotaciones proxi-
mas a los núcleos de población, son también respon-
sables de aumento reciente de la fragmentación. El
crecimiento moderno del area regada ha hecho aumen-
tar en los últimos anos el número de propietarios,
aunque no en gran medida, pues el tamaño de estas
explotaciones es relativamente grande .

250
6 .2, ~ PROPIEDAD Y EXPLOTACIóN EN LA AcrUALIDAD

El predominio de propiedades muy poco extensas


y el alto grado de dispersión parcelaria dentro de ellas,'
son las dos facetas mas notables que manifiesta la ac-
tual situacíón de la propiedad huertana. En otro
lugar hemos analizado con cierto detalle estos ras-
gos lo, que se resumen en la existencia de más de
trece mil propietarios, de los cuales el 83 por ciento
poseen menos de una hectárea . El grupo de aquellos
que disponen de una superficie medía (entre 1 y lo
hectáreas) sólo representa el 14,7 por ciento del to-
tal y ocupan escasamente la mitad del area . Por su
parteuquellos que disponen de mas de lo ha . ocupan
algo mas del 25 por ciento de la superficie, tanto como
la gran mayoria de propietarios con menos de una
hectárea.
Una alta proporcíón de propiedades, equivalente al
40 por ciento, están dividas en dos o mas parcelas
separadas, algunas veces muy distantes .
Respecto a la superficie medía de terreno por pro-
pietario puede estimarse para el conjunto de la huer-
ta en 1,62 ha ., pero presenta sensibles variaciones
espaciales, fundamentalmente en relacíón con la anti-
guedad de la puesta en riego . Cinco sectores de ras-
gos distintos pueden caracterizarse, cuyas peculiarida-
des trascienden a numerosos aspectos de la actividad
agraria :
Sector A. Arca del fondo de la Depresión desde
el origen del riegobasta las inmediaciones de Murcia .
En conjunto es el sector de ocupación mas antigua de
la huerta que corresponde a las pedanias y entidades
siguientes : Javali Nuevo, Javalí Viejo, La Ñora, huer-
ta de Alcantarilla, Puebla de Soto, La Raya, Non-
duermas, Era Alta, Ríncén de Seca, Aljucer y Rincón
de Beníscornía, representa aproximadamente el 11 por
lo CALvo, F. . Aspectos,, ., op, e¡t,, pp. 148-155 .

25 1
ciento de la extensión total del riego~t La extenslóív
media por propietario es muy reducida* 0,67 ha.
Sector B. Arca inmediata al núeleo urbariq de
Murcia . Corresponde a un sector también de explota-
ción muy antigua y en el que el desarrollo urbano ha
lugares
favorecido la parcelación. Pedanías y de Alba-
talia, Arbolieja, San Benito, Patifio, Santiago y Zarai-
che y Santiago el Mayor, que en conjunto represen-
tan poca más del 8 por cicáto del ~o~ La media
púr propietario es de 0,86 ha.
la Depresión desde lái ime-
Sector C. Fondo de límite
diadiones de Murcia al con Oribuela . En con-
junto es un al:Ca puesta en cultivo más recíentemente,
sobre toda en algunos sectores como El Raal cuya
desecación definitiva se realizó ya en el siglo xix, Co.'
rresponde a las pedanías de Puente Tocinos, Llano de
Brujas, Miunicipio de Beráel, Alqueriías, El Raal, y
Santa Cruz, el 24 por ciento del arca regado, La ex,
propietario
tensión media por asciende a 1,54 ha~
Sector D, Piedemonte de la alineación interior,
Sector muy afectado por las ampliaciones modernas,
aunque la parte más baja de estas pedanías es aprove-
chada desde antiguo . Corresponde a Guadalupe, Es-
Churra, Cabezo de Torres, 11VIonteagudo, Es-
y Santomera, Representa este sector el 30
por ciento del área de huerta y es en él donde la cm,
tensión media por propietario es más elevada- 2,99
hectíreas, debído, sin duda, al mayor~ tamaño de las
explotaciones de nuevos regadios.
Sector E. Piedemonte de la cordillera prelitoral,
un area afectada por las mo-
En conjunto es también riego
dernas amplíacilows -del aunque en menor, grado
que la anterior por las características tcipográficas del
terreno. Sus caracteres son muy similares a los indi-
cados pata el secwr de la alincacíón interior, Corres,
ponde a las pedanías de El Palmar, La Alberca, Alge-
zares, Los Garres, Beniaján, Torreagilera y Zeneta,

252
poco mas del 26 por ciento del arCa regada, La exten-
sión media por propietario es de 1,16 ha .
En cuanto a las explotaciones agrarias son, en lí-
neas generales, unidades aun menores que las de la
propiedad . En la mayoría de los casos es la propia
exiguidad de las propiedades la que impone su redu-
cido marco a las explotaciones ; pero aun cuando aque-
llas son grandes, su tradicional fragmentación se re-
fleja en multitud de explotaciones menores, situación
a la que sólo escapan las modernas ampliaciones del
riego.
DISTRIBUCION DE LAS EXPLOTACIONES
SEGUN SU SUPERFICIE
Extensión Número %
De 0,1 a 0,4 Ha. ... . . . .. 8.151 53,53
De 0,5 a 0,9 Ha. 4.284 28 1 13
De 1 a 2,9 Ha. .. . .. 2.317 15,22
De 3 a 9,9 Ha. ... .. . 321 2,11
De 10 a 19,9 Ha. ... . . . . . . ... 10 0,07
De 20 a 49,9 Ha. ... ... ... . 60 O~39
De50Ha.y mas 84 0,55
TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 .227 100 )00
Nota ; Estimación a partir de datos del Censo Agrario de
España, 1972 . I.N.E.
Como en el caso de la propiedad, las explotaciones
buertanas tambien acusan un cierto grado de parcela-
cion, con lo que se hacen acreedoras, en su mayor
parte, a la calificación de minifundios . El índice de
parcelaci0n es de 1,05, pero oscila sensiblemente se-
gun se trate de explotaciones dentro del regadío tra-
dicional. o en las ampliaciones recientes, siendo menor
en estas ultimas .
El paisaje agrario guarda como huella mas perma-
nente la de estas empresas agrarias de reducidas di-
mensíones . Parcelación, cultivos, red de riegos, camí
nos, edificaciones, cte., parecen corresponder clara-

253
mente, a las necesidades de unos agricultores con es-
casas posibilidades de modernización, pocas exigencias
de transporte, trabajo fundamentalmente manual y ,
apremiante necesidad de obtener los máximos benefi-
cIOS . Sólo escapan a estos rasgos generales algunas ex-
plotacíones de la periferia huertan.a, frecuentemente
unídas a una industria de transformación de produe-
tos agraríos y de establecimiento reciente .
Uno de los efectos de mayor trascendencia provo-
cados por la díficíl situación de míles de empresarios,
cuyas tierras apenas bastan para el sostenimiento fa
miliar, ha sido la expansión del trabajo simultáneo,
agrícola y otro, tanto entre los propios empresarios
como en el seno familiar, No puede preteMerse que
sea este factor el -único que ha dado lugar a la exten~
dida práctica de la agricultura «a tiempo parcial», Kfi-
fícilmente existiría si no ofreciera la comarca posibí-
lidades de trabajo alternativo abundantes . Pero la dís-
yuntiva, tan comUn en la provincia, de emigración o
miseria ha sido paliada en la huerta por el desarrollo
de la industria conservera, con abundantes necesida-
des de, mano de obra temporalmente, y el crecimiento
de los serViCIOS del núcleo de Murcia, Podemos afír-
mar sin temor a equivocarnos que el motor mas po-
tente de llos cambios actuales y futuros en la huerta es
esta. circunstancia, y que sus efectos no siempre pue.
den considerarse como los más adecuados para la per-
vivencia de la huerta como tal.
6 .3 . LA AGRICULTURA «A TIEMPO PARCIAL» Y SU
INFLUENCIA EN LA TRANSFORMACIÓN DEL PAI-
SAJE AGRARIO

La práctica de la agricultura a tiempo parcial es,


en general, un fenómeno bastante complejo, que en-
cubre realídades muy diversas. Fin nuestro caso cons
derarernos como agricultores en esta situación sola-
mente aquellos que tienen una segunda actividad no

254
agrícola, pues el incluir en ellos a los que reparten su
tiempo entre el trabajo en la explotación propia (sea
cual sea el regimen de tenencia) y la realización de
jornales por cuenta ajena resulta escasamente signífi.
cativo . En efecto, debido, a lo permanente del miní-
fundismo, los empresarios de explotaciones menores
de una hectarea (una mayoria desde hace largo tiem-
po) han venido practicando tradicionalmente la doble
ocupacion de empresarios y obreros agrícolas .
Aparece -ast la doble actividad, en su sentido am-
plio, como un fenómeno mas antiguo de lo que pue-
de parecer a simple vista, Pero estimamos que este
hecho es mucho menos significativo, para tratar de
descubrir el sentido de la evolución del mundo agrico-
la huertano, que la consideraci0n de las actividades
industriales o de servicios de los agricultores ; fenó-
meno este bastante reciente y de mucha mayor tras-
cendencia en las economías familiares y, por lo tanto,
en la orientacion futura de la poblacion activa en
el area,
A traves de una encuesta realizada a 1,200 índivi-
duos (algo mas del 1 por ciento de la poblacion activa
residente en la huerta), distribuidos por pedanías en
proporcion a la población total de cada una de éstas,
el año 1972 un 54,9 por ciento declaraban ser activos
en la agricultura. Sin embargo esta alta proporción
queda muy matizada al considerar que sólo el 25,8
por ciento afirmaban ser exclusivamente agricultores .
Estas cifras exigen sin duda un análisis mas detallado,
que más adelante trataremos de realizar . De momen-
to haremos hincapié en lo llamativo que resulta el
que sólo una cuarta parte de los individuos activos,
residentes en un sector con la solera agraria de la
huerta, declaren dedicarse por conipleto a esta acti~
vidad.
El 29,2 por ciento formado por aquellos que afir-
man realizar al mismo tiempo trabajos en la agrICUI-

255
tura y en industrias o servicios,1 está compuesto
- cosí ~
con exclusividad por empresarios cuyas explotaciones . -
son menores de una hectarea, Todos los agricultares
comprendidos en la muestra, cuyos terrenos ocupan
de 0,1 a 0>4 ha., afirman sínexcepción que tienen otra
actividad, a la que consideran principal en todos los
casos. A partir del umbral de las 10 tabúllas (1,11
,hectá=s),Ia situación cambia, y sólo un 8 por ciento
manifiestan practicar doble actividad, porcentaje que
se hace nulo a partir de las 40 tabúllas (4,47ha.) .
Resulta de gran interés el hecho de que, paralela-
mente, se advierta una gradaci6n en la intensidad del
cultivo practicado en sus explotaciones por los dístín-
tos empresarios : el 52,2 por ciento de aqUCIlas con
menos de tres tabúllas de extensión kinenos de 0,33
hectáreas) sólo estan ocupadas por un cultivo, en la
mayoría de los casos arbóreo y, aveces, forraje . Sólo
cuando la superficie explotada se hace extraordinaria-
mente pequeña (menos de 0,5 tahúllas) el huertano
declara variedad de cultivas, pero afirmando invaría-
blemente que su finalidad es el consumo familiar .
Al ascender en la escala de nuestra muestra, a par-
i de las explotaciones mayores de 5 ha,, vuelven a
tir
aparecer dedicadas a veces -a un solo cutlivo, pero aquí
ya se trata de una aut¿núca especialízación en busca
de rentabilidades maximas, y la frecuencia es inferior
al 20 por ciento.
El. nutrido grupo de las explotaciones entre 0,5 y
5 ha.> más gran parte de las mayores, practican
las que un,
policultivo variadíSIMO, más acorde con se
consideran como rasgos definídores de los regadíos
tradicionales mediterráneos. En sus tierras estan pre-
sentes el arbolado, las hortalizas y las forrajeras si-
multáneamente como mínimo, y en ciertos casos lle-
gan a obtenerhasta doce cosechas distintas dentro del
año agrícola : patatas, algodón, alcachofas, alfalfa,, ju-
días, cebollas, habas, trigo, cebada, pepinillos, menta

256
y albaricoque, declara cultivar al año un agricultor de
Benlel en sus 40 tabullas .
El resultado de estas observaciones permite consta-
tar la existencia en la huerta de una superficie esti-
mable en 1 .500 ha. (casi el 7 por ciento de la exten
sión total), subexplotada a causa de la estructura de
las explotaciones, totalmente inadecuadas para ser el
unico soporte economico de sus empresarios.
Estas tierras, seiniabandonadas o marginales a la
economía del huertano, empiezan -a ser ya un rasgo
del paisaje agrario, advertible incluso a una observa-
cion superficial . Su localización, directamente relacio-
nada con la distribucion superficial del tamaño de las
explotaciones, las agrupa en sectores muy concretos,
donde la frecuente repetici0n del fenomeno lo hace
muy perceptible .
6 .3 .1 . Distribucíón espacial de la doble ocupacíón

Dos hechos parecen regir la distribución superficial


de los distintos tipos de ocupacion de la pobl-acion
huertana . Por un lado, resulta evidente la coinciden-
cía de los sectores con mayor porcentaje de individuos
dedicados exclusivamente a la agricultura y aquellos
que se han señalado como de mayor dimensión media
en las explotaciones . Por el contrario, la practica de
una actividad mixta o no agriCola es netamente mas
importante en las áreas afectadas de acentuado míni-
fundío .
Pero otro factor, hasta cierto punto ajeno al mundo
agrario, ha actuado decisivamente en la genesis de la
sítuacion . Nos referimos a la existencia de posibilida-
des de empleo industrial, Si la estructura agraria ha
generado una situacion cuya unica salida podría ha-
ber sido un éxodo poblacional masivo, las posibilida-
des de empleo industrial han fijado importantes con-
tingentes permitiendo la cristalizacion del fenomeno
que bosquejamos .

257
La comarca murciana tiene la peculiaridad de po-
seer una interesante dotacion industrial, dispersa prác-
ticamente por toda el arca, lo que implica la posibili
dad de un empleo industrial próximo hasta en los
rincones Mas apartados . Sin embargo, esta dotación
es, logicamente, mas importante en unos sectores que
en otros, y la diferente fuerza ~e atracción se calca
sobre la estructura del empleo . Ciertamente que las
dotaciones de servicios ejercen una atraecíón similar
y un papel tan de primer orden como la industria .
Pero si exceptuamos el nucleo de Murcia, los restan-
tes núcleos huertanos poseen dotaciones muy homo.
gencas, de manera que su impacto es muy regular-
mente intenso en toda el arca y poco significativo por
tanto.
Sobre la base de los cinco sectores caracterizados
con anterioridad, a partir del tamaño medio de la
propiedad, el cuadro de la página siguiente resulta
muy significativo.
Según estos datos dos sectores destacan por presen-
tar rasgos muy similares . Se trata del flanco monta-
noso interior (sector D) y la parte del fondo del valle
comprendida entre Murcia y el limite con el munici-
pío de Orihucla (sector C). Allí se localizan las mayo-
res extensiones medías por propietario, debido al ma.
nor tamano de las propiedades en los nuevos rega-
díos y a la concentracion en el segundo sector de la
gran propiedad tradicional. Al mismo tiempo es el
arca con menos instalaciones industriales, y las que
existen no son de dimensiones muy grandes propor-
cionalmente, como indica su bajo porcentaje de obre-
ros fijos. El resultado es que, en nuestra muestra,
presentan el mayor número de individuos dedicados
totalmente al trabajo huertano (el 41,16 y 43,50 por
cierto, respectivamente), Puede defínirse este ámbito
como el que conserva casi intactos sus rasgos rurales,

258
ESTRUCTURA DEL EMPLEO SEGUN TAMAÑO MEDIO DE LA PROPIEDAD
Y DOTACION INDUSTRIAL

Dotacion industrial Dedicaci0n de la


población (%) activa (%)

Sectores segun extension N.o trabajadores


media de las propiedades N.o empresas fijos Agrícola Mixta No agrícola

Sector A (0,67 Ha,) . . . . . . 15,28 17 >24 10,33 53,00 36,67


Sector B (0,86 Ha.) . . . . . . 60,49 62,30 18,00 17,00 65,00
Sector C (1,54 Ha.) 3,86 3,23 43,50 21,00 35,50
Sector D (2,09 Ha.) . . . . . . 7,33 5,82 41,16 26,83 32,00
Sector E (1,16 Ha.) . . . . . . 13,02 11,40 16,16 28,00 55,83

to Nota : Elaborado a partir de datos de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Indus-
en tria (1971) y encuestas propias .
%0
SECTOR 0
~P",, ~~ 4 7""

a~". e,
yo

~i,
Wb~,

SECIOR A

SECTQa_s SEO T64 ,

.5 E-CLQR-E-
'-', Z. - - ; z~L 01

41

FIGURA N .o 36.-Distribución espacial de la actividad agrícola, no agrícola y doble ocupación .


donde prima aún el trabajo huertano, y ello lo refle-
ja claramente el paisaje agrario,
Radicalmente distinta es la situación de los secto-
res A y B (área entre el origen del riego y el núcleo
de Murcia). Alli la tierra cultivada por propietario
presenta las medias mas bajas, y la dotacion industrial
supone algo mas del 75 por ciento de la comarcal.
Los índices de empleo no agrícola son, por tanto, muy
elevados: 36,67 y 65,00 por ciento, respectivamente,
Aún puede señalarse como Murcia y sus alrededores
presentan, por la atracción de este nucleo, una estruc-
tura de empleo netamente favorable a la actividad no
agriCola, de manera que se ha organizado alrededor de
la ciudad una corona rururbana, un espacio de tránsi-
to entre el hecho rural y el urbano, donde los rasgos
de la estructura agraria solo son ya el entramado so~
bre el que se está tejiendo una realidad muy distinta.
En el extremo suroccidental de la huerta es la activi-
dad mixta la que alcanza un maximo notable (53 por
ciento), impulsada por el acentuado minifundio y pese
a la presencia del segundo nucleo urbano de la comar-
ca: Alcantarilla, mucho menor y muy vinculado a .a
actividad
Í de la capital .
Por ultimo, el ffiedemonte de la orla montañosa
oriental muestra unos caracteres intermedios desde
todos los puntos de vista . La extension media por
propietario no es muy grande en un sector donde el
relieve hace costosas las ampliaciones, y dispone de
un 13,02 por ciento de las empresas industriales . Sin
embargo, la población no agrícola asciende al 55,83
por ciento de la muestra, peculiaridad que quiza ten-
ga su origen en la relativa comodidad de las comuni-
cadones de El Palmar, La Alberca, Santo Angel y Al-
gezares con Murcia, así como las dotaciones en serví-
cíos que el papel de area resiciencial exige en deter-
1 . 1 1

minados sectores . Estos rasgos peculiares de la orla


oriental dan pie a advertir, dentro de los sectores ho-

260
mogeneos WSenados,1 4UnaS excepcioneg -notables .
Así, El Palmar y BenlOján en el sector E, Guadalupe
en, el D y Beníel en el Q muestras cierta dinámica
industrial y la estructura de actividades refleja esta
circunstancia, elevando en ellos en porcentaje de los
activos no agrícolas,
Parece asi const-atarse el impulso que el factor pto .
piedad está proporcionando a la transformación de la
huerta; alíado con otros no mexios importantes, entre
los cuales la estructura poblacíonal, que a continua«
ción se analiza, ofrece también potencíalididess de
cambio notables .

6 .4_ Los RF.GímFNtEs DE T~CIA

Aunque en el momerito, actual predomina en la


huerta de Murcia ' el régimen de propiedad, sea por
explotación directa o mediante encargados o asalaria
dos, históricamente los colonos, cultivadores poi: cuen-
ta de un propietario generalmente residente en Mur-
cía, han tenido gran importancia. El 96 por ciento de
los propietarios que se relacionan en el Catastro de La
Ensenada culti-vaban sus tierras por medio de colono&
Hasta la década de los cuarenta el arrendamiento
ha tenido una importancia notable, acelerándose su
transformacíón por compras de los arrendatarios pa-
ralelamente a la depreciación de los «rentos» y a los
altos beneficios que en los, años cincuenta proporcio-
no el cultivo del algadón, Hoy es muy frecuente que
una misma explotación esté compuesta de tierras en
propiedad y arrendadas, circunstancia que, parew se-
nalar una lenta transferencia de la propiedad, segun
las posibilidades de los compradores con derecho pre-
ferente, La apateeria, al parecer, nunca tuvo gran
aceptación en la huerta .
Resulta difícil, por la casi absoluta carencia de da-
tos, ofrecer una estadistica completa sobre los regime-

2-61
nes de tenencia en la actualidad . El Censo Agrario `
ofrece una «Distribuci0n de la superficie segUn el re-
gimen de tenencia» . a escala municipal,
0 que es clara-
mente orientadora respecto a los municipios de Be-
niel y Alcantarilla, fundamentalmente huertanos, so-
bre todo el primero, pero que no es tan util en el caso
del municipio murciano, pues la mayor extensíón
en este del secano y la importancia de la aparceria en
el «campo» varían las proporciones . Para estimar las
cantidades correspondientes al sector huertano del
municipio de Murcia se ha realizado un muestreo so-
bre las explotaciones radicadas en él, que forma parte
del anteriormente aludido .

El arrendamiento

La importancia tradicional del arrendamiento es


muy acusada, ya que las propiedades de nobleza y cle-
ro, bastante extensas en determinadas épocas, eran
cultivadas en regimen de arriendo casi exclusivamen-
te. Ruiz-Funes ' informa con detalle de los caracteres
de este contrato al comienzo de nuestro siglo, afir-
mando que esta era entonces la practica mas extendi-
da en la huerta.
Las relaciones propietario-arrendatario estan gene-
ralmente regidas por un contrato verbal mediante el
cual una de las partes entrega la finca y la otra se
obliga a dar el precio . La esencia del contrato se pro-
longa de unos a otros propietarios y de unos a otros
arrendatarios a través del tiempo, excepto las modifi-
caciones que en el «rento» ha introducido la legisla-
ci0n. Algunas particularidades consuetudinarias pue-
11 1NSTITUTo NACIONAL DF, ESTADISTICA : Censo Agrario
de España, 1972, t . 30, Murcia, serie A, Madrid, 1973, 26 pp,
12 Ruiz FUNESM. : El derecho consuetudinario en la huer-
ta y campo de Murcia, Murcia, Imp . Suc . de Nogues, 1912,
141 pp .

26 2
DISTRIBUCION DE LA SUPERFICIE SEGUN EL REGIMEN DE TENENCIA

Superficie Propiedad Arrendamiento Aparcería


Municipios censada (Ha.) (Ha .) 1% (Ha .) % (14a .) %

Alcantarilla . . . . . 329 307 93,3 22 6,7 0,0


Beniel . . . . . . 0,0
. . 900 895 99 >4 5 0,6 -
Murcia . . . . . 20,330 17,321 85,2 2 .846 14 >0 163 o~8

1
den señalarse . Entre ellas destaca la «adehala», regalo
de los arrendatarios al dueflo de la tierra, que gene-
ralmente consiste en tantas aves de corral como tahu-
llas tiene la finca una vez al año, normalmente por
San Juan al pagar el canon de arrendamiento . Son
tambien los arrendadores quienes suelen pagar los re-
partos por mondas de acequias . Plantaciones de arbo-
les, obras en las edificaciones, etc ., pueden realizarse
libremente en la mayoria de los casos, pero quedan
en propiedad del dueño de la tierra.

La aparcería

En la actualidad ha desaparecido casi completa-


mente en la huerta, aunque conserve gran importan-
cia en el secano . Han sido estudiadas sus especialida
des por Ruiz Funes ` y, mas recientemente, por Perez
Crespo ".
Al parecer ha sido costumbre extendida llevar en
aparceria el cultivo de agrios y otros frutales, corres-
pondiendo al aparcero la plantación y labores, en tan
to que el propietario de las tierras aportaba los ar-
boles, dividiendose los beneficios por mitad. Tambien
se realizaba «a medias» el cultivo del pimiento rojo .
Los contratos de este tipo que perviven, tienen hoy
un caracter muy escrupuloso en la distribuci0n de los
gastos de explotacion . El propietario aporta la tierra,
la mitad de los gastos en relacion con el riego, la mi-
tad de las semillas y la mitad del precio de abonos y
plaguicidas . Por su parte, el aparcero («mediero» en
este caso) aporta el trabajo y la restantes mitades en
semillas, abonos, etc . Cualquier otro gasto que pueda

13 Ruiz FuNEs, M. : Elderecho . . ., pp . 70 a 77 .


14 PÉREZ CRESPo, A. :Usos y costumbres de la Aparcerta
en la Provincia de Murcia, Murcia, Patronato de Cultura en
la Díputacion Provincial, 1963, 246 pp .

264
sobrevenir se afronta por nútades y los beneficios se
reparten en la misma proporcion .

6 .5 . PROPIEDAD Y ADMINISTRACION DEL AGUA

Quíza como una pervivencia de practicas jurídico-


religiosas musulmanas el agua en Murcia es una pro-
piedad comunal, adscrita a la posesión de tierras . Al-
fonso X, tras reconquistar la comarca, recogió en sus
privilegios esta situacion, fijandola así en la tradicion
huertana mas antigua : «tengo por bien et mando que
partan el agua entre si comunalmientre, assi que cada
uno aya su parte segund ouiere tierra et sepa el día
en que la ha de tomar . . . » " .
Las confirmaciones de sucesivos monarcas a los pri-
vilegios alfonsinos lograron cristalizar este derecho,
convirtiendose en su custodio el Concejo de la ciudad,
al que correspondía, como representante de los mur-
cianos, la particion de las aguas . Esta atribución del
Concejo trajo como consecuencia la «municipaliza-
ción» de los problemas del riego, quedando los orga-
nismos de administrarlo bajo la tutela de esta auto-
ridad.

6 .5 .1 . Regulaci0n jurídica del riego .


Las Ordenanzas

Señala Cerda » en el primitivo derecho bajomedie-


val de la huerta la presencia de tres elementos que lo
15 Coleccion de documentos para la
TORREs FONTES, J . :
historia del Reino de Murcia. I. Documentos de Allonso X
el Sabio, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1963, docu-
mento LXXVI, p . 96.
16 CERDARuiz-FuNEs, J . : «La tradicion jurídica en las Or-
denanzas de la Huerta de Murcia» . Prólogo a las Ordenanzas
y Costumbres de la Huerta de Murcia, Junta de Hacendados,
Murcia, 1969 . Edici0n facsímil acompafiada del estudio preli-
minar que se cita .

265
conforman : la tradicion arabe, la autoridad real y la
actividad ordenancista del Concejo murciano .
Este conjunto de usos, privilegios y disposiciones
se recogen por primera vez en el siglo xiv en el llama-
do «Libro del Agua» o «Libro de los Ordenamientos» .
Nuevas recopilaciones, introduciendo reformas y mo-
dificaciones, se realizan al finalizar el siglo xvi y pos-
teriormente en 1695 ; son estas llamadas ya propia-
mente «Orderianzas», denominacion que aun perdura .
No existen nuevas regulaciones hasta 1823, despues
de una prolongadísima pugna entre los gobiernos, los
concejos y los huertanos, celosos todos de sus respec-
tivos privilegios y prerrogativas . Sin embargo, esta re-
gulacion no llego a tener vigencia legal, de modo que
en 1849 el Ayuntamiento de Murcia promulga unas
nuevas Ordenanzas " que son las actualmente vigentes .
Constan estas Ordenanzas de 17 capítulos, a los
que posteriormente se añadieron cuatro apendices,
dedicados en su mayor parte a tratar los problemas
relacionados con el riego y su distribucion, aunque
tambien se traten otros aspectos de la vida huertana :
lindes, caminos, medidas de superficie, etc.
En el capítulo primero se define el área que ocupa
la huerta de Murcia, la tradicional divisi0n en Here-
damientos y las unidades de superficie utilizadas para
realizar mediciones en la huerta. En el segundo se
contempla la defensa de las margenes del río contra
las inundaciones, señalándose tambien el derecho de
los propietarios ribereños sobre el aluvión con que el
rio pueda acrecer una ribera . Alude el capitulo terce-
ro a las lindes entre heredades. El cuarto aparece de-
rogado y el quinto trata sobre los caminos, señalando
anchura y normas para su conservacion .
Los capítulos sexto y séptimo se refieren a proble-
mas concretos del riego : enumeracion y caracteres de
17
Ordenanzas para el regimen y gobierno de la Huerta
de Murcia, Murcia, Imp . de Pablo Nogues, 1849, 28 pp .

266
los cauces y mondas . Trata el octavo de los ganados,
limitando la circulacion de estos por la huerta. A mo-
linos, fabricas y almazaras aluden los capitulos nueve
y diez . Los procuradores y demas empleados, los jun-
tamentos, la Comision de hacendados y el Consejo de
hombres buenos aparecen regulados en los capítulos
once, trece, díeciseis y cilecisiete. El doce trata de los
repartos y el catorce y el quinto sobre ceñas y dístri-
bución del agua .
Una gran parte de los temas contemplados en estas
Ordenanzas son de escaso interes, o completamente
inadecuados sus criterios al momento -actual. Sola
mente los capítulos que regulan la utilizaci0n del agua,
los organismos encargados de ello y los problemas re-
lacionados con linderos, tienen hoy obligada vigencia.

6 .5 .2 . Los organismos de administraci0n del riego

Uno de los aspectos mas interesantes de la regula-


ción jurídica del regadío murciano es la existencia de
una serie de organismos y autoridades encargados de
velar por su cumplimiento . En líneas generales son
los siguientes :
1 .0 La Junta de Hacendados % asociacion de los
propietarios en la huerta, profundamente vinculada al
Ayuntamiento de Murcia, cuya finalidad principal es
administrar los cauces y la contraparada . Tienen un
representante en la junta de Gobierno de la Confe-
deración Hidrográfica del Segura y aunque este orga-
nismo no tiene atribuciones para intervenir en la red
de riegos huertana en ciertos casos pueden plantearse
problemas de competencia .
"' La Junta de Hacendados, sin embargo, no controla la
totalidad del tegadío huertano, las comunidades de regantes
del Merancho, Santomera y de los Angeles, Sísear, así como
otros nuevos regadíos, creados con base en la Orden 25-111-
1953, no están incluidos en ella .

267
Los2,0 «juntamentos», que según el artículo 1277
de las Ordenanzas « . . . es la reunión de los hacenda-
dos . . . de toda la huerta, de un lado de ella o de algu
na o algunas de las acequias o azarbes, convocados y
presididos por el presidente del Ayuntamiento de la
capital. . .». Según la amplitud de la reuni0n el Junta-
mento será «general» si es de toda la huerta y «par-
ticular» cuando es solo de un Heredamiento . Es ne-
cesario oír al Juntamento preceptivíamente para mo-
dificar tomas o partidores, elegir procuradores y vee-
dores, en caso de reparaciones en una acequia, rendí-
ción de cuentas de un procurador, «repartos», gastos
en común de toda la -huerta, elección de la Comisión
de Hacendados de la Huerta y de los vocales del Con-
sejo de Hombres Buenos.
3~o La «Comisión de Hacendados», por su parte,
elegida en juntamento, representa a la junta de Ha-
cendados y aparece integrada por seis miembros (pro
pietarios en la huerta o apoderados de éstos) que se
renuevan por mitad cada año. Tiene este organismo
un presidente y un secretario-contador elegido entre
ellos. Sus atribuciones estan relacionadas con los ínte-
reses económicos de la huerta, servicios, relaciones
con la Administración del Estado, etc,
4.' El «Consejo de Hombres Buenos» constituye
un tribunal competente en materia de problemas y li-
tigios de riegos. Está compuesto por cinco procurado
res de las acequias y dos veedores, y celebra sesión
semanalmente en el Ayuntamiento, presidido por el
alcalde de la ciudad o un delegado . De sus sentencias
y fallos se puede recurrir ante el Ayuntamiento, acen-
tuándose así el carácter casi de organismo municipal
que tiene la Junta de Hacendados . Las competencias
concretas del Consejo de Hombres Buenos y el exacto

268
alecance de sus limitaciones han sido recientemente
analizados en un valioso trabajo 19 .
5.1 Por ultimo, debemos señalar la existencia de
una serie de «ofícios de la huerta» : procuradores, vee-
dores, guardas mayores, etc., restos de una antigua
organización, quiza de origen arabe, que en conjunto
forman la policia administrativa para la conservacion
y vigilancia del sistema de riegos .

19 Notas sobre el Consejo


DIEZ DE REVENGAToEREs, E . :
de Hombres Buenos de la Huerta de Murcia, junta de Ha
cendados de la Huerta de Murcia, Murcia, 1975, 24 pp.

269
7. LA DISTRIBUCION DE LA POBLACION
Y SUS ACTIVIDADES
La huerta de Murcia aparece desde antiguo como
un sector densamente poblado, aunque sometido a las
crisis que podían afectar al regadío.
Resulta muy difícil separar la población del núcleo
de Murcia de la de su huerta, aunque aquí hayamos
centrado nuestro trabajo sobre la segunda, ya que el
núcleo urbano ha sido largos años lugar de residencia
de un notable -numero deagricultores . Desde la «fuer-
te estructura ocupacional agraria» que señala Gutie-
rrez Nieto' para la ciudad de Murcia en el siglo xvi,
hasta el 0,25 por ciento de población agrícola que
estiman Cárdenas y Marset' para 1970, hay todo un

1 GUTIÉRREz NiETO, J. l.: «Evolución demográfica de la


cuenca del Segura en el siglo XVI», Hispania, n.o 111, Madrid,
1969,p.87.
2 CÁRDENAS, I ., y MARSET, P.* «Análisis de la población
economicam,ente activa de las ciudades murcianas», Papeles del
Departamento de Geogralza, Murcia, 1973-74, p. 97-

273
proceso económico y de cambios espaciales de la ac-
tividad cuyo interés es extraordinario .
Muy de lamentar es el hecho de que falten casi
por completo los estudios detallados sobre la pobla-
ción en la comarca murciana, laguna que actualmente
varios historiadores se ocupan de colmar . Sin embar-
go, en la distribucion de los efectivos agrarios en el
area pueden esbozarse distintas, etapas, en íntima re-
lación con las coyunturas economicas y políticas que
afectaron a la region .
Dejando a un lado el poblamiento anterior al si-
glo xiii, sobre el cual los datos son inexistentes o
ajenos al hecho huertano, en una primera fase (pura
mente hipotCtica e imposible para nosotros de eva-
luar) la población del árca se concentraria en la ciudad
de Murcia, exceptuando algunos pequeños asenta-
mientos huertanos fortificados . En el siglo xvi, defi-
nitivamente alejado el peligro de la frontera granadi-
na, los pobladores se extenderian por la huerta . Sin
perder en absoluto su personalidad de centro rural,
a partir de estas fechas Murcia refuerza notablemente
su papel de nudo de comunicaciones y centro de la
industria y el comercio de la seda; estos rasgos pare-
cen muy estables, y perdurarán sin cambios hasta
nuestro siglo . Con los inicios de la industrialización
varios pequeños núcleos huertanos iniciarán un proce-
so acelerado de crecimiento, encabezado por Alcanta-
rifia y pronto seguido por Espínardo, Palmar, etc.
Despues la propia Murcia, un poco tardíamente, se
unira al proceso y su reciente expansion es uno de
los factores mas decisivos de la situación actual.

7.1 . EvoLucIóN DE LOS EFECTIVOS DEMOGRAFICOS

Con anterioridad al siglo xvi difícilmente puede


ofrecerse una cifra de cierta garantía a propOsito de
la población huertana. Los efectivos repobladores pu-

274
dieron alcanzar, en una -hipótesis máxima, cinco mil
individuos, pero no sabemos los que se asentaron real-
mente ni cuantos en la ciudad o en la huerta, asi como
tampoco los musulmanes que optaron por permane-
cer en Murcia tras la ocupacion cristiana.
Por otra parte, desde los ultimos años del siglo xiii
sc acusa una grave crisis economica y pobladonal ',
acompañada de fuerte emigracion, cuya intensidad no
es -Posible establecer exactamente .
Apesar de la falta de datos completos y de que ias
fuentes accesibles no son totalmente de fiar, en el si-
glo xvi la población murciana puede estimarse en las
cifras, indicadas en la página 276, a partir de datos
en "vecinos" de Jimènez de GregorW y Gutiérrez
Nieto'.
A la vista de las cifras referidas al núcleo de Mur-
cia la poblacion resulta en conjunto bastante estable,
con una variación practicamente nula entre 1517 y
1584, en tanto que al final de la centuria parece as
cender de forma ligera. El peso de la población con-
centrada en Murcia es notable, pues a pesar de que
los datos de 1587 tambien sean incompletos muestran
que representaba poco mas de la cuarta parte .
En los primeros años del siglo xvii la tonica as-
cendente antes señalada parece confirmarse . Si hemos
de dar crédito a las cifras ofrecidas, la poblacion
,aumento en algo mas de veinte aflos casi un 40 por
ciento, ya que en 1609 esta ascendía a mas de 27 .000
almas, aunque los datos de 1587 no sean una base
exacta . Del resto de la centuria poco mas puede de-
3 ToRREs FONTES, J . : El regadío murciano en la primera
mitad . . ., op . cit ., pp. 7-16 .
' JIMENEZ DE GREGORIO, F . : Notas para una geografía de
la población murciana, Publicaciones de la Camara Oficial de
Comercio, Industria y Navegacion de Murcia, Murcia, 1956,
152 pp. Esencialmente hemos seguido los datos que proporcio-
na este autor hasta el siglo xix, .
-' GUTIERREz NiETO, J . I . : «Evolucion . . . », op. cí t., pagi-
nas 82-85 .

275
POBLACION EN EL SIGLO XVI

1517 1530 1584 1587 1594

Alcantarilla .. . ... 1 .200 972


Algezares 400 . . . . . . . . . .. .
Benlajan . .. . .. . 160
Beniel . . . . . . . . . . . . . « . . . . . . . 72
El Palmar 200 . . . - . . . . . . . -,
Espínardo . . . . . . . . . . . . . . 224
javalí . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400
La Ñora . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
La Raya . . . . . . . . . . . . . . . . . . 412
Maclascoque . . . . . . . . . . . . . . 160
Puebla de Soto . . . . . . . . . 108

Total huerta 3.204


Murcia . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 .000 10 .398 11 .984 14 .476 13 .480

TOTALES . . . . . . . . . 17 .680
cirse : en 1646 la ciudad contaba con unos 15 .500 ha-
bitantes, prácticamente la misma población que al
iniciarse el siglo. La inmediata y grave epidemia de
peste (1648) y la «riada de San Calixto» en 1651 de-
bíeron ocasionar una profunda crisis en Murcia, ahon-
dando una situación que, por otra parte, era general
en el pais . Al finalizar el siglo la comarca había des-
cendido hasta los niveles de 1587 .
Contrasta la abundancia de documentación del si-
glo xviii con la penuria del anterior.
Tanto en las cifras de 1713 como en las de 1768 y
quiza en las de 1797 los efectivos del núcleo murcia-
no aparecen muy engrosados, tal vez por añadirse a
la población estrictamente urbana la de los sectores
huertanos inmediatos . Es muy probable un fuerte cre-
cimiento de la población concentrada en el casco de
Murcia, pero pese a ello esta siguió siendo muy ínfe-
rior a la asentada en la huerta y oscilarla realmente
alrededor de las cifras de 1755 y 1787 .
En conjunto, el siglo xviii es la primera ocasión en
que los efectivos poblacionales inician un ascenso re-
gular, el que no es ajena la coyuntura económica fa
vorable, cuyo reflejo hemos visto tambien en una no-
table ampliación del riego.
Por el contrario, el siglo xix aparece como una fase
de estancamiento demográfico e incluso retroceso, no
llegándose a alcanzar el nivel de 1787 nuevamente
hasta cien años después.

7.1 .L El retroceso demográfico reciente

Desde 1900 a 1970 la población del área pasa de


95 .476 habitantes en la primera fecha a 252 .515 en
la segunda. Pero de este ritmo espectacular de creci
miento es casi exclusivamente responsable Murcia,
pues esta ciudad a partir del Censo de 1950 inicia
una etapa de desarrollo que hace aumentar continua-

27 7
POBLACION EN EL SIGLO XVIII
1713 1755 1768 1787 1797
Alberca . . . . . . . . « . . . . . . . . 112 385 424
Alcantarilla . . . , . . . . . . . .. 1 .304 3 .160 3 .650 3 .841 4 .384
Aljezares . . 1 . . . . ... . . . . . . .. .
1 - - .743 - -
Alquerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .275 1 .316
Beniajan . . . 3 .697 - -
Benícl896 ... ... ... ... ... ... - 2 .344 1 .438 2 .008
Espinardo . . . . . . . . . . . . . . . 160 1 .580 2 .285 1 .517 3 .243
Javalí Nuevo
709 ... ... ... ... - - - -
Javalí Viejo . . . . . . . . . . . . . . . 478
Maciascoque . . . . . . . . . . . . . . . 1 .075
Ñora (La) . . . . . . . . . . . . . . 1 .412
Puebla de Soto 395
Raal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 968
Raya (La) . . . . . . . . . . 506
Santomera . . . . . . . . . . . . . . . 1,669 -
Zeneta . . . .344 .. . .. . . . ... . . . -
Otras entidades huertanas no
localizadas . . . . . . . . . . . 25 .200 19 .440 27 .240
Total huerta 30 .836 21 .238 26 .621 39,927
Murcia . . . . . . . . . . . .. 24 .092 19 .320 45.062 24 .003 39 .876
TOTALES . . . . . . . . . 50,156 66.300 50 .624 79 .803 t_
Cq
mente su particípacion relativa en el total comarcal :
si tomamos como indice 100 la poblacion de 1900,
en 1970 el índice general asciende a 264,4, mientras
que los mismos calculos para el nucleo murciano ele-
van su indice en 1970 a 320,5 .
Los efectivos de poblaci0n propiamente huertanos
acusan un ligero estancamiento a partir de 1950 y
muestran un claro retroceso en el ultimo Censo :
En cierta medida este retroceso es un fenomeno
derivado de la propia organizaci0n estadística . Desde
el Censo de 1960, que integro la pedania de Espinar
do y algunas entidades menores en el núcleo urbano
de Murcia, se ha realizado una importante reestructu-
raci0n del Nomenclator . En 1970 han pasado a for-
mar parte de Murcia amplios sectores de las pedanias
de Albatalia, Santiago y Zaraiche, Puente Tocinos,
San Benito y Era Alta '. Con estas modificaciones se
reconoce una situacion a la que mas adelante hemos
de prestar atencion : la existencia de un cinturon pe-
riurbano de Murcia, sobre el que la ciudad se expan-
siona anarquicamente restando terrenos al cultivo .
En el resto del area huertana la evolucion de los
efectivos poblacionales ha sido muy desigual .
La tOnica general es la estabilizaci0n o el descenso,
tras el maximo que marca el censo de 1960 . Pero el
comportamiento por sectores, y aun por pedanlas, per-
mite señalar distintos matices .
El municipio de Alcantarilla y las pedanlas de Ca-
bezo de Torres y El Palmar crecen notablemente, y
en menor grado tambiCn lo hacen las de Albatalia,
Los Dolores y Torreaguera, asi como el municipio de
" Se integraron en la capital : la entidad de El Ranero, que
formaba parte de la pedanía de Albatalía ; Pueblo Nuevo, des-
glosado de Santiago y Zaraiche ; Camino del BacI, Camino Hon-
do, Torre de los Muñoces, de los Ibanez y terrenos inmediatos
a la carretera de Algezares, de San Benito . Tambien algunos
sectores de Puente Tocinos, situados junto a la carretera de Ali-
cante, y Era Alta, junto a la de Granada .

27 9
EVOLUCION DE LA POBLACION EN EL SIGLO XIX
1809 1836 1887 1900
Albatalía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 950 1 .494 1 .141 1 .676
Alberca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 1 .623 2.283
Alcantarilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 .481 4 .606 4 .972
Aljezares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .145 2 .117 1 .723 1 .800
Aljucer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .835 1 .964 697 2 .837
Alquerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .850 1 .516 944 1 .353
Arbolej a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .045 941 108 1 .118
Beniajan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 .445 2 .428 2.412 3 .157
Beniel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.368 1 .291 1 .621
Churra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .550 1 .838 2.100 2 .746
Era Alta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .225 2.232 790 1 .519
Esparragal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .475 1 .450 537 1 .801
2
Espinardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - .080 2.353 3 .025
Flota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 464
Garres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .225 1 .086 841 1 .416
GuadaluPe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .570 1 .249 1 .257 1 .948
Javali Viejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 855 905 980 1 .111
Javali Nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 690 731 1 .442 1 .631
Llano de Brujas . . . . . . . . . . . . . . . 1 .970 1 .510 1 .260 1 .552
Monteagudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .435 928 955 1 .600

Nonduermas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 750 643 967 1 .033


Ñora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .765 1 .722 1 .489 1 .546
Palmar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .225 1 .840 1 .930 3 .430
Puebla de Soto . . . . . . . . . . . . . . . 515 588 972 827
Puente Tocinos . . . . . . . . . . . . . . . 2.950 2.566 2 .168 Z971
1
Raal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .365 866 791 1 .122
Raya . . . . . . . . . . . . 800 804 623 1 .016
RincOn de Seca .. ... 695 700 905 950
San Benito 1 .800 1 .978 853 3 .744
Santa Cruz . . . 78 ... .. ... . . ... - 197 11
Santiago y Zaraiche . . . . . . . . . . . . 1 .690 1 .363 1 .160 1 .531
Santomera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .669 1 .859 2 .978 3 .024
1
Torreagüera . . . . . . . . . . . . . . . . . - .631 2 .383 2.376
Zeneta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451 439 444
Total huerta . . . . . . . . . 41 .489 48 .144 44 .924 63 .584

Murcia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 .062 20.864 29 .949 31 .892


TOTAL . . . ... . .. . .. 86.551 69 .008 74.873 95.476

NOTA : Los datos de 1809 proceden de JIMÉNEZ DE GREGORIO, F . : Notas. . ., op. cit ., Pagi-
nas 126-127 . Las de 1836 de MANCHA, R . : Memoria. . . . op. cit., cuadro . Las de 1887 y 1900
son censales .
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RGURA N .0 37.-Densidad por sectores y poblamiento concentrado .


EVOLUCION DE LOS EFECUVOS POBILACIONALES (1940-Iri0)

1940 1950 1960 1970

Pedanías huertanas de Murcia 119 .762 131 .868 144.391 125J37


4,058
Beniel . . . , . . . . . . , , 4 .381 4 .568 5.041
Alcantarilla . . . . .. . . . . 10 .744 13 .229 15 .748 19W5

Total huerta . . . 134,564 149 .478 164.707 150173

Ciudad de Murcia , . . . . . . . 60AI3 57,640 83 .190 102,242

TOTAL 194,677 207,118 247.887 252.515

C5
Cq
EVOLUCION DE- LA POBLACION POR PEDANIAS
DENTRO DE CADA SECTOR
1950 1960 1970
Sector A
Alcantarilla 13 .229 15.748 19395
Alju=, . .. . .. . - . 6.989 6.089 5.414
Era Alta . . . . . . . . . . . 3 .356 3 .771 2.932
Javalí Nuevo . . . . 2,731 3.114 M87
Javalí Vicio 2.048 2.400 2.060
La Ñora . . . 2.983 3 .923 3 .055
Nonduermas 2.503 2 .954 2.269
Puebla de Soto 1,822 1.943 1,569
La Raya . . . . . . . 1 2,171 3,080 - .684
R. de Seca . . , ~ ~ 2 .369
- ~ 1 3,064 2.174
AL . . . . .. 40.201 46.086 MA39

Sector B
j~aataila .', "~ ~l, ~l . 4790 3.152 3.308
Arbeileja . . . . . . ... .. 2 .297 2.398 2 .041
S~ Benito ~. . ~~ . ... . .. 12,383 11 .760 7.416
S. y Zaralche 3.911 4,053 3 .744
TOTAL ... . . . 23 .381 21 .303 16 .509
Sector C
A~lquerías . . . 3,985 4.737 3.587
Beniel .~. . . . . .. 4381 4568 5,041
El Rual ., ., ., ll~ 4,016 4.896 3.773
Llf de Brujas 4.091 4.339 3.177
Pte. Tocinos .~. .. . .. . 8367 8295 7.899
Santa Cruz . .. lAS3 1.691 1.590
TOTAL 26,323 28 .526 25.067
sector D
C, de Torres . . . . . . 4.022 4.992 6.126
CobatiRas L555 1,710 1.56,7
Churra 2~799 3 .744 2 .315
El Puntal . . . 1 . . . . ~ 3 .744 2 .315
Esparragal. 1358 2.432 1429
Guadalupe 3.820 4.685 4.085
MontCagudo . . . . . . . 4 .344 4.694 3 .064
Santomera . . . 6.149 5.381 5.320
TOTAL 25 .047 3 .086 27 .245

281
1950 1960 1970
Sector E
- Alberca . . . . . . ... 6.190 7.073 6.648
Algezares 2.767 3 .837 3 .806
Beníaján ' . . . . . . . . ... 5304 6.256 6.039
El Palmar . . . . . . .. . 6.104 6.093 7 .303
Los Carres . . . . . . . .. 3,924 4 .142 2 .632
Los Dolores . . . . . . . 2.652 2.792 2,933
Los Ramos . . . 2 .057 2.328 2.108
Torreaguera . . . . . . .. . 4.185 4 .599 4 .825
Zeneta . .. ... 1.142 1.526 1.019
TOTAL . . . 34526 38 .646 37 .313
Fuente : I.N,E .

Beniel, Excepto Albatalia, que forma parte del peri-


metro de Murcia, todas se encuentran en la periferia
huertana y disponen de una cierta dotacion industrial,
Por el contrario, los descensos más acusados los
presentan las localizadas en los sectores A y B, es de-
cír, en el arca de regadío mas antiguo y hoy mas de
gradado o en la periferia del núcleo urbano de Murcia .
Respecto a las primeras, las causas creemos que resi-
den en los caracteres dela propiedad y del cultivo que
ya hemos aludido. En el caso de las inmediatas a Mur-
cia, con rasgos bastante parecidos, las modificaciones
aludidas del nomenclator hacen mas llamativa la cri-
sis : San Benito, por ejemplo, contaba en 1900 con
3 .744 habitantes, en 1950 alcanzó 12 .383 y en 1970
ha descendido hasta 7.416 .
En el resto de la huerta los sectores D y E mantie-
nen una cierta estabilidad, mas notoria en el segundo,
en tanto que el tramo final huertano (sector C) tam-
bién desciende en su dotacion poblacional .
El análisis detenido de estos datos parece señalar
que, en los ultimos años, la evolucion de los efectivos
poblacionales en la huerta de Murcia no esta ya en
directa dependencia de hechos agrarios, Sin duda Cs-

282 1
tos mantienen aun su influencia en cierta medida, al
menos fijando a una parte de la poblaciOn, pero es la
dotacion industrial o de servicios la que marca la pau-
ta de la actual dinamica demográfica.

7 .2, EL POBLAMIENTO

La intensa humanizacion del paisaje huertano se


manifiesta en la densidad del poblamiento y en la va-
riedad de sus formas, cuya genesis es necesario buscar
en las sucesivas etapas de ocupación del suelo, ante-
riores incluso a la creacion del regadio . Una necesaria
perspectiva hístorica hace asi inteligible la actual es-
tructura del poblamiento, producto de la combina-
cion y en ocasiones yuxtaposicion de elementos de ori-
gen diverso .
Los establecimientos humanos mas antiguos son va-
rios pequeños nucleos localizados sobre la ladera de
las alineaciones orograficas que flanquean el valle.
Los restos arqueolOgicos encontrados alli indican una
ocupaci0n continua desde el Neolítico ', eludiendo el
fondo del valle pantanoso y lejos tambien de los ríos
y de sus peligrosas crecidas . Estos nueleos, cuyos em-
plazamientos originales son siempre en acroPolis, apa-
recen en ocasiones localizados en las inmediaciones de
los conos de deyección de ramblas (Los Garres, Be-
niajan, Alberca), cuyas aguas ocasionales debían pro-
veer unos reducidos riegos de boquera ; otras veces
junto a fuentes (El Pálmar, Aljezares, Santo Angel) y
en todos los casos al lado de los caminos paralelos
que, a cierta altura, recorrian la depresion por sus
flancos .
La posterior ocupacion musulmana, que aportO la
fundacion del nucleo de Murcia y el inicio de la colo-
7 «El poblamiento antiguo de la huerta de
TORTAJADA, J . :
Murcia», Estudios Geográlicos, n .o 73, Madrid, 1958, pp . 465-
486.

283
5 del valle, llevo consigo en principio la deca-
nizacion
dencia de estos núcleos que quedan alejados del espa-
cio agrícola regado en una primera fase. Solo mantu-
vieron una relativa importancia aquellos cuyas par-
ticulares condiciones de emplazamiento les prestaba
un alto valor militar (Monteagudo), de cruce de cami-
nos (Espinardo), o como lugar de recreo, funcion que
al parecer mantuvo La Alberca respecto a Murcia' .
La ocupación del fondo de la depresión, con la
construcción y sucesivas ampliaciones de la red de
riegos, señala una nueva fase de creaci0n de asenta-
mientos en relación con la puesta en valor agrícola del
terreno, fase que se extiende desde el siglo ix al xvi .
Los núcleos de Puebla de Soto, La Ñora, Alcantarilla,
La Raya, Beniel, Alquerias, Guadalupe, Aljucer, Java-
lí Viejo y Javalí Nuevo, así como los posteriores de
El Raal y Llano de Brujas, forman una segunda gene-
ración de asentamientos cuya función de colonizacion
es aun fácilmente advertible, presididos por el núcleo
de Murcia emplazado, sin duda por razones militares,
en el lóbulo de un meandro bastante pronunciado,
La fuerte -amplíacion del área regada que se inicia
en el siglo xvi vuelve a prestar interés a los antiguos
emplazamientos de ladera . Durante largos afios y has-
ta época muy reciente estos primitivos núcleos de po-
blación quedan situados en el limite entre el secano
y el regadío, posicion que favorece su desarrollo, y
aun mas en los ultimos tiempos cuando la agricultura
en riego se diversífica y aumenta su ínterés econó-
mico,
La estructura del poblamiento concentrado se or-
ganiza asi sobre tres tipos de núcleos : a) en el fondo
del valle los de-colonizacion, de plano perfectamente
adecuado con el trazado parcelario, con la red viaria
agrícola y con la red de acequias, llegando en ocasio-
nes a coincidir su emplazamiento con el de los puntos
11 TORREs FONTES, J . : Repartimiento . . ., op . c¡t,, pp. 80-81 .

284
fundairientales de dístribucion del riego (Aljucer), En
coníunto estos núcleos no presentan gran dinamismo
una vez cubiertos los objetivos colonizadores . b) Nu-
eleos con funcíón militar, el mas caricterizado de los
cualles es el de Monteagado, agrupado alrededor de
una fórtaleza con un excelente emplazamiento defen-
siVo que domina un arriplio sector huertano y muy
4

próximo a la frontera con Arag0n . Su plano en coro-


na que abraza el cerro del castillo, al perder posterior-
-mente interés
Í milítar, tiende a alargarse sobre la in-
mediata carretera pasando a convertirse en un pueblo
camínero con vocacion comercíal y agrícola . El propio
núcleo de Murcia, amurallado y protegido por el rio,
tiene en principio una función militar, pero acompa-
Í kada de de la adminíistrativa, comer&al1 y de tránsito
que hacen mas complejos su posterior desarrollo ur-
bano. e) Núcleos de la periferia huertana, beneficia-
dos por una situación que favorecia su erecímiento
sin por ello restar terrenos a la huerta, han evolucío-
nado con distinto ritmo segur, las peculiaridades de su
emplazamiento, Algunos han tenido un importante
papel desde antiguo en relación con el tráfico comar-
cal, entre ellos destaca Alcaniarilla por su situacion
en las inmediaciones de un puente en el camino ma-
yor a Lorca y Andalucia, y Espinardo por estar situa-
do en la salida a la huerta del «Camino de la seda»
que se dirigla hacía La Mancha, Toledo y Madrid .
Ambos núcleos han conservado posteriormente su
funci0n al seguir las carreteras, en estos tramos, el
trazado de los antiguos caminos ., ampliándose en el
caso de Alicantarilla con un cruce ferroviario que atra-
jo los primeros establecimientos industriales impor-
1

tantes de la comarca . En. otros casos el desarrollo es


mas moderno, en función del establecimiento de in-
dustrias, caso de Beniaján y Ciabezo de Torres, por
1
aglomeración de trabajadores agricolas (Santomera), y
por cubrir una función de descanso y recreo respecto

285
Z 7

FIGURA N ., 38 .-Población dispersa Y concentrada en las distintas pedanías huertanas


a los habitantes de la capital, como en La Alberca y
Santo Angel, o por haber desarrollado varias funcio-
nes industriales y de servicios bastante importantes,
como ocurre con El Palmar,
En contraste con este poblamiento concentrado en
pequeños nucleos a partir del siglo xviii, se advierte
con claridad la fuerte expansión de otro tipo total-
mente diseminado en la huerta que parece adoptar el
carácter de dispersi0n tardía intercalar . Su origen no
esta en colonizaciones individuales, sino más bien en
el cambio político y economico que se inicia en el si-
glo xvi y que permite a los colonos, hasta el momen-
to agrupados en pequeños núcleos mas o menos pro-
tegídos por torres, establecerse junto a sus explotacio-
nes originando el típicG poblamiCnto disperso en ha-
rracas . En 1755 la ciudad de Murcia agrupaba 4 .830
«vecinos» frente a los 7 .699 de la huerta, distribuidos
entre 4 .726 casas y 4 .249 barracas . El elevado nu-
mero de barracas y la peculiar estructura de este tipo
de vivienda inclina a considerarlas como la parte del
poblamíento totalmente disperso, al igual que por
primera vez se señala la caracteristica pobladonal mas
acusada y permanente de la comarca : el predominio
de la población establecida en el area de huerta (sea
dispersa o concentrada) sobre la del nucleo de Murcia .
Este poblamiento disperso en viviendas aisladas no
presenta un carácter anarquico. Se organiza preferen-
temente a lo largo de los caminos, de tal manera que
son muy escasas las edificaciones alejadas de estos
ejes . Esta disposicíón junto a los caminos, mas acen-
tuada cuanto mas importantes son estos, es un ele-
mento mas que apoya la tesis de un poblamíento orí-
gínal concentrado sobre cuya red viaria se distribuyó
posteriormente el poblamiento disperso .

9 JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Notas . . ., op, cit ., pp . 43-45 .

286
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8sca~

FIGURA N.O 39~Disposicíón del habitat en el sector de


regadío más antigua.
7 .11 . Distribucion actual de los efectivos
poblacionales

Tomando como punto de partida el principio de


nuestro siglo, cuando la poblacion totalmente disper-
sa representaba el 54 por ciento de la huertana, se
advierte en la comarca una tendencia hacia el agrupa-
miento en nucleos de díverso tamaño,
Las trece entidad.e s que en 1900 contaban entre
700 y 1 .500 habitantes habían pasado en 1960 a ser
veintiuna, en un proceso de nacimiento de pequeños
núcleos agrupados debido a la kran densídad del hábi-
tat disperso . En un escalón superior, en la huerta solo
había en 1900 ocho entidades con mas de 1 .500 ha-
bitantes, transformadas en diecinueve en el afío 1960 .
El último decenio representa claramente una etapa
de desarrollo de los nudeos mayores, de manera que
hoy la poblaci0n agrupada en éstos representa más de
la mitad de la poblacion huertana, y la que se localiza
en los once nucleos de la comarca mayores de 3 .000
habitantes (Alberca, Alcantarilla, Aljezares, Beniajan,
Beniel, Cabezo de Torres, Casillas, Ñora, Palmar, San-
tomera y Torreaguera) asciende al 40 por ciento .
Otro de los aspectos del mayor interés que ha apor-
tado al Paisaje huertano la evolución del poblamíento
en estos últimos años, es la aparición en los alrededo
res de Murcia de un amplio sector de caracteres su-
burbanos . En 1960, antes de que las modificaciones
administrativas englobaran en la ciudad gran parte de
estas superficies, en un radio de cinco kilómetros al-
rededor de la capital se concentraba el 57,4 por ciento
de la población total huertana, estableciendose así una
orla de elevadisima densídad de poblaci0n (1 .413 ha-
bitantes por kilómetro cuadrado) que abrazaba Mur-
cía . El censo de 1970 muestra la pervívencia de este
cinturon periurbano y, a pesar de las anexiones, la

288
DISTRIBUCION DE LOS EFECTIVOS POBLACIONES SEGUN TIPO
DE POBLAMIENTO EXPRESADOS EN PORCENTAJES

1940 1~ 1960 1970

Población diseminada . . . . . . . . . . .. . . . 37,4 45,3 46,0 41,3


Agrupada en nucleos entre 700 y 1 .500 ha-
bitantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - 14,0 11,6 l4 >6 8,3
Concentrada en nucleos de mas de 1 .500
habitantes . ., 48,6 43,1 39,4 50,4

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MO udo

IW

FIGURA N.o 40 .-Disposición de[ hábitat en el área de


Monteagudo .
densidad del que venimos llamando sector B asciende
a 11,3 habitantes por hectárea .
Dos factores aparecen a primera vista en la génesis
de esta situación . Por un lado, el propio crecimiento
del núcleo urbano de Murcia, prolongándose a lo lar
go de los grandes ejes de circulación y absorbiendo
algunos nucleos situados sobre éstos, como Espinardo .
Por otra parte, el caracter minífundíario de la propie-
dad agrícola en este sector huertano, unido a la falta
de planificaCi0n (el primer plan de ordenacion de la
huerta de Murcia data de 1967 y de su escasa eficacia
habla elocuentemente el hecho de que, previsto para
cincuenta años de vigencia, en 1971 otro equipo de
urbanistas se han hecho cargo de la elaboración de
un nuevo plan), ha favorecido la valorizacion de la
tierra como solares e impulsado la construcción -anár-
quicamente.
También es agobiante la presión demográfica en el
extremo meridional de la huerta, aunque de ello es
en gran parte responsable el nueleo urbano de Alcan-
tarilla :

DISTRIBUCION DE LOS EFECTIVOS POBLACIONALES


POR SECTORES
Población Densidad (h/Ha.)

Sector A . .. . . . ... ... 44 .139 11,1


Sector B . .. ... ... ... 16.509 11 31
Sector C ... ... ... ... 25 .067 5)4
Sector D ... ... ... ... 25 .245 332
Sector E ... ... ... ... 37 .313 3,0
Densidad media 6,9

7 .3 . Los CARACTERES DE LA POBLACION AGRARIA

Si consideramos como poblaci0n activa en la agri-


cultura a todos aquellos que, en mayor o menor gra-
do, se dedican a ella, en la huerta de Murcia este sec-

291
DISTRIBUCION DEL TRABAJO ENTRE LOS INDIVIDUOS ACTIVOS AGRICOLOS
EN ALGUNOS SECTORES DE LA HUERTA DE MURCIA EXPRESADA
EN PORCENTAJES

Activos exclusivamente enla agricultuta Con actividad agricola y otra

En explotación propia
Localidad En explotacion propia y como jornaleros En industria En servicios

Torreaguera 10,87 41,30 21,74 26708


Santa Cruz y Lla-
34,85
no de Brujas . . 33,34 5,30 26,51
U Ñora 15
31,577 >78 42,10 10,53
La Arboleja 31,92 17,02 23,40 27 Y65
tor de la poblacion asciende al 55 por ciento de las
50 .091 personas que totaliza el grupo de activos, es
decir, unos 27 .550 individuos . Sin embargo, la prac-
tica de simultancar varias actividades obliga a matizar
esta afirmacion . Tomando como base la encuesta di-
recta ya aludida, puede estimarse que en la actuali-
dad sólo el 25,83 por ciento de la poblacíón huertana
se dedica exclusivamente a la agricultura, el 29,17
por ciento ~simultanea esta con otra actividad y el 45
por ciento restante se dedica íntegramente al trabajo
en la industria o los servicios .
Aun en la plena conciencia de que estos datos son
sólo aproximados, como derivados de una muestra
relativamente reducida, nos parecen claramente orien
tadores para rubricar desde el punto de vista pobla-
cional la situacion critíca a que ha llegado la huerta
y, en cierta medida, la genesás del descenso, poblacio-
nal que apuntábamos páginas atrás,
La situaci0n de aquella porcion de los efectivos po-
blacionales que simultancan la actividad agrícola y
otra, es variable en relacion con las posibilidades de
empleo a su alcance, y ello hace que se señalen dife-
rencias apreciables de unas arcas a otras, que el cua-
dro que seguidamente se inserta pone de manifiesto :
A la practica de una agricultura «a tiempo parcial»
nos referimos en este trabajo en varias ocasiones, de
manera que aquí nos centraremos en el análisis de las
características de la población exclusivamente agríco-
la, por considerar que sus peculiaridades son factores
decisivos en el presente y en el futuro de la huerta de
Murcia .

7 .3 .1 . Situación de la poblacíán activa agraria

Los 12.938 individuos que componen el 25,83 por


ciento de activos propiamente agrícolas en el sector
huertano son, sin duda, un grupo nutrido desde un

293
punto de vista general y a la vista de la superficie
cultivada. Sin embargo, en una comarca con la solera
agraria de la huerta, el hecho de que hoy poco mas
de la cuarta parte de los habitantes activos del terri-
torIO encuentren en su cultivo un medio de vida su-
ficíente resulta muy significativo . Sin haberse efec-
tuado ningún tipo de reestructuración del pareelario,
ni una renovación profunda de las técnicas agrícolas
basada en la mecanización como ya hemos visto, la
agricultura ha cedido simplemente sus efectivos a
otras actividades o, en reducido porcentaje, a la emi-
gración. Sería muy interesante poder seguir cronolé-
gicamente este proceso, cuya historia tal vez no vaya
mas allá de la década de los cincuenta, y que es pa-
ralelo a la expansión de la función de servicios del
núcleo de Murcia y al crecimiento de la dotación in.
dustrial en la comarca.
Por nuestra parte trataremos de bosquejar los ras-
gos que componen la físonorma de la actual población
,agraria huertana. Ello es imposible de realizar sin el
concurso de las encuestas directas, mediante estas tra.
taremos también de detectar el futuro que liace pre-
visible la situación presente .
Salta a la vista el hecho de que nos encontramos
ante una población vieja, El predominio de las edades
avanzadas es tan notable que el 48,32 por ciento de
los agricultores tienen más de cincuenta y cinco años,
y sólo un reducido 5,51 por ciento están comprendi-
1
dos entre dieciséis y treinta y cinco anos . Muy difícil
se presenta el relevo de las actuales generaciones de
,agricultores', y esta situación se Lace más precisa al
establecer la situacion del primer sucesor dentro de
cada familia cuya cabeza sea exclusivamente agricultor.
Con este fin hemos considerado primer sucesor al
agricultor varón, familiar del empresario, que trabaja
con él en la explotacion, aunque sea simultáneamente
con otra actividad
4 9 . Hemos incluido también como

294
-

. .

, .

., . - . .
.
- . . . .
primeros sucesores los hijos del agricultor que estu-
viesen en período escolar, e incluso los que se encuen-
tran en el servicio militar .
Sobre esta base sólo el 59,40 por ciento de los
empresarios agrícolas en la huerta cuentan en sus ex-
plotadones con posibilidad de sucesor . El 40,59 por
ciento restante, sin relevo, evidencia una situación
ciesfavorable, y tanto mas cuanto cine partímos de una
hipOtesis evidentemente muy optimista .
La distribución por edades de iOs que hemos con-
siderado primeros sucesores abunda también por su
parte en la ausencia de una generación de futuros
agricultores :
EDAD DEL PRMER SUCESO EXPRESADA
EN PORCENTAJES SOBRE EL TOTAL

~Nknoms de 15 años 58,33


De 16 a 25 uños 20ffl
De 26 a 35 . . . . . . . . .. . loffl
De 36 a 45 10 700
De 46 y nias . . ~ . . . . . . . . ... , 1)67

La conclusion evidente que se deduce a Partir de


estas cifras es el hecho de que la actividad agraria
practicada como exclusivo medío de vida tiende a
desaparecer en la huerta, convírtiCndose en un com-
plemento que en muchas ocasiones es atendido por
la mayor parte de los miembros de la familia, sin que
ninguno de ellos lo consideren como actividad princi-
pal. Esta situación, naturalmente, está matízada por la
extensión de las explotaciones, como ya indicamos en
el capítulo referidc> a la propiedad.

296
8. MORFOLOGIA AGRARIA
El esfuerzo de ordenacion del medio y la práctica
del sistema de cultivo descrito se inscriben profunda-
mente en el paisaje huertano proporcionandole unos
peculiares rasgos morfOlógicos ; una impronta mate-
rial, permanente y visible en las modificaciones de la
topografía del suelo, en la malla apretada de las
parcelas, en la red de caminos y acequias y en las pro-
pias habitaciones humanas.
p
El característico paisaje de campos con arboles, de-
dicados a cultivos intensivos, propio de las huertas
mediterraneas, se desarrolla ampliamente en la huerta
de Murcia. Sus peculiares pequeñas parcelas adoptan
aspectos diversos : aparecen unas veces como campos
abiertos ; otras llegan a formar un clasico «bocage» .
Las parcelas se visten con los cambiantes volumenes
y colores que marcan la sucesión de los cultivos sobre
el suelo y con la presencia esencial del arbol, que

299
presta enfasis visual a la intensidad del aprovec-Sa-
miento.
Los elementos fundamentales de la morfología agra-
ria: parcelas, caminos y habitación, aparecen clara-
mente influenciados por el caracter intensivo del cul
tivo y por las peculiaridades de la estructura de las
explotaciones, que cuando son muy pequeñas incluyen
siempre una importante parte de cultivos de subsis-
tencia . Así, la presencia de la casa en medio de los
campos, la necesidad de una red de circulacion y rie-
gos muy densa y la multíplicacion de los aprovecha-
mientos, prestan al paisaje un caracteristico aspecto
abigarrado ; calificativo que no es sínonimo de desor-
denado, sino que alude a algo compuesto de elemen-
tos diversos, heterogéncos, como es el caso del ca-
tastro huertano, en fuerte contraste con el de los in-
mediatos secanos. Al mismo tiempo la permanencia
de rasgos correspondientes a épocas anteriores acen-
tUa en grado sensible la aglomeración de hechos paísa-
jístiCOs en un área reducida . Ello aumenta las dificul-
tades de ínterpretaci0n y obliga a matizaciones, de
detalle, pero necesarias .

S .L EL DIBUJO PARCELARIO

No se alude aqui, como es facil advertir, a las «par-


celas de propieda» que, si bien reflejan hechos de iras-
cendental importancia social, no ofrecen en absoluto
una imagen exacta del paisaje. Las parcelas morfolo.
gicas no se definen por un título jurídico de propie-
dad, y son sencillamente una pieza de tierra cultivada,
bien visible y delimitada por un camino, un seto, un
cauce de riego o cualquier otro accidente relevante,
Esta unidad morfologíca resulta bastante estable en
el tiempo tanto por su adecuación a la topografía
como por la dificultad en modificar los elementos que
la delimitan una vez finalizada la fase de colonizacion.

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FIGURA N .o 42 .-Alquerias . Parcelario y meandros


abandonados (S .G .E . 1957) .
Dentro de este campo original se establece el campo
derivado, mas facilmente modificable, que lo forman
las parcelas de cultivo .
Mediante los fotogramas del Servicio Geográfico
del Ejercito nos ha sido imposible encontrar en el di-
bujo parcelario huertano la caracteristica huella de la
«centuriatio» romana . Los pequeños campos cuadra-
dos, a veces bastante irregulares y de reducidas di-
mensiones que predominan en el paisaje, parecen mas
bien los característicos de las estructuras medievales .
Paralelamente, el trazado de la red de riegos, que de-
termina la orientacion general del parcelario, presenta
un caracter sinuoso en sus tramos mas antiguos, mas
parecido al tipo de cauces de riego propios de la po-
blación autOCtona del Africa septentrional que a los
cauces rectilíneos de las colonizaciones romanas, y
cuando algUn tramo presenta estos rasgos se localiza
casi sin excepci0n en sectores, sí no puestos en riego
en el siglo xviii, al menos profundamente modifi-
cados .
Cauces y caminos orientan pues el parcelarío, sin
que pueda reconocerse facilmente la fisonomia de las
áreas centuriales . Ello no supone la negativa total de
una posible etapa romana del regadio murciano, pero
si obliga a una cierta prudencia para admitirla y, mas
aun, en tratar de delimitarla . Debe tenerse siempre
presente la potencia del aluvionamiento de los rios y
el que numerosos sectores han estado en cultivo o se
han visto inundados varias veces a lo largo de su his-
toria . En estos casos nada nos induce a pensar que las
desecaciones y roturaciones sucesivas se realizaran se-
gun el mismo patrón .
La disposicion del parcelario comarcal refleja muy
claramente la fisonomía de su colonizacion: una pro-
gresion lenta a lo largo de muchos años en dura com-
petencia con los elementos naturales . El fondo del va-
lle, el sector inmediato al rio en ambas margenes y

303
el piedemonte de las alineaciones laterales señalan
claramente tres arcas morrologicas en las que los ras-
e 1 ' -

gos del parcelario estan en función de hechos dis-


tintos.
En el fondo de la depresion campos y parcelas de
cultivo se orientan segun el trazajo de la red de riego
y avenamientos . En sus tramos más anúguos la sinuo
sidad de acequias y azarbes, que aprovechan en mu-
chos casos cauces abandonados de los rios comarca-
les, se refleja en la falta de orientacion general de los
campos ; es un paisaje de catastro en «puzzle» que se
hace mas regular hacia el final de la huerta, conforme
las sucesivas prolongaciones de las acequias se hicie-
ron más rectilíneas,
En el area inmediata al Segura el caracter divagan-
te del cauce y las numerosas obras de modíficación
que en el se han realizado, acentuan aun mas la írre
gularidad del trazado parcelario . Los cultivos situados
sobre meandros cortados rompen completamente la va
escasa regularidad del paisaje, proporcionando por la
necesaria adaptacion a la forina del cauce actual del
río un aspecto totalmente caprichoso a la forma de
las parcelas .
Por ultimo, en las laderas de las alineaciónes que
flanquean la huerta la disposicion de los campos guar-
da profundamente la huella del característíco riego de
boquera propio del secano . Tanto el agua ocasional,
tras una lluvia, en el sistema agricola tradicional,
como la que actualmente se eleva en un dep0síto para
mantener el riego, llevan una misma dirección en re-
laci0n con la pendiente . Las parcelas situadas en lade-
ra o sobre el cono de deyección de una rambla tien-
den a orientarse segun este hecho, a la vez que buscan
el paralelismo con las curvas de nivel para paliar los
efectos de la erosion . El resultado, dada la morfología
del area, es una disposición casi perpendicular a las
situadas en el fondo del valle .

304
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FIGURA N.0 43 .-El Raal . Parcelario en un sector ~de

colonizaciOn reciente .
Cauces de riego, rio y entramado anterior a la ex-
pansion de la huerta en los raigueros son, pues, los
factores que rigen el parcelario actual de la huerta y
marcan tres sectores de desigual extensión, pero pro-
fundamente inscritos en el paisaje .

8 .1 .1 . Extension de las parcelas


Dentro de los campos irregulares que caracterizan
el arca de riego huertano las parcelas de cultivo for-
man un abigarrado conjunto cuya principal caracteris
tica es la extraordinaria pequeñez, la imagen de una
red de apretada malla es, quiza, la que mas conviene
a su aspecto . Dentro de esta tónica general, sin em-
bargo, destacan algunos matices dignos de considerar-
se. En conjunto, el arca cultivada desde mas antiguo
(que como ya hemos indicado se extiende desde el
azud del riego hasta, aproximadamente, el nucleo de
Murcia) presenta una densidad media de 1 .113 parce-
las de cultivo por kilOnICtro cuadrado . Ello supone
unos 899 m~. por parcela . Suelen corresponder las me
nores extensiones a las cledicadas a cultivos herbáceos,
principalmente las que acostumbran disponerse junto
a las viviendas y se dedican a hortalizas . Las parcelas
cubiertas de arbolado, de cualquier tipo, presentan
siempre mayores dimensiones .
Las arcas colonizadas posteriormente, como es el
caso de la extensa pedanla de El Raal, se distinguen
perfectamente por el trazado mas regular de los cam
pos en relación con un cauce mas rectilíneo en las ace-
quas de riego y un mayor tamaño en las parcelas que
llegan a alcanzar dimensiones dobles a las anteriores .
Por último, las arcas de ampli-acion del riego mas
modernas, localizadas en las laderas de las alincacio-
nes limítrofes, presentan una parcelación de mayor
superficie : 350 parcelas de cultivo por kil0metro cua-
drado.

307
Otro intento de clasíficacíón de las parcelas par-
tiendo de diferentes criterios, por ejemplo el de su
longitud, nos llevaría a marcar las mismas diferencias
que hemos señalado en cuanto a la extension, y al
mismo tiempo seria poco significativo por la gran
cantidad de parcelas irregulares que aparecen .

8 .2 . HuELLA DE LA CIRCULACION

Tres elementos, de origen y funciones distintas,


componen la red viaria de lahuerta de Murcia. Se co-
rresponden, sin duda, con fases sucesivas de la coloni-
zací0n del valle.
El mas antiguo, cuyo trazado no guarda relación
con el aprovechamiento agrícola actual, esta formado
por dos caminos que a cierta altura recorren las lade
ras de las alineadones orografícas limitrofes paralelos
a -la oríentacion del valle . La localizacion de estas vías,
obedece fundamentalmente a antiguas razones estra-
tégícas y al temor de las frecuentes inundaciones que
azotaban el fondo de la depresion . Enlazando una se-
rie de núcleos cuyo origen es sin duda prerromano,
dichos caminos absorbieron la circulacíón -a lo largo
de la depresion murciana durante muchos años, hasta
que el desarrollo del núcleo de Murcia atrajo el tra-,
zado de las comunicaciones, perdiendo entonces pau-
latin~amente su importancia. La «senda» o «camino de
Granada» que por el flanco N. huertano atravesaba,
y, atraviesa, los nucicos de Monteagudo, Churra y Es-
pinardo, constítuYO6 durante siglos el eje principal de
comunicaciones de la comarca y es, sin duda, una re-
liquia de la red viaria mas antigua. Parece, sin em-
bargo, poco probable que este camino, o su paralelo
del flanco S., tengan que ver con la red de caminos
romanos .
La progresiva colonizacion del fondo del valle y el
desarrollo de la ciudad de Murcia, dieron origen al

308
ACE~A
CARWTERA 0 C~ ~CINAL,

AONTQ w

FIGURA N . O 44.-Parcelario y malla de cauces y caminos


en el sector de Monteagudo.
segundo elemento de la red viaría comarcal, En este
sector la construcción de los caminos va profunda-
mente unida al proceso de colonización, de tal forma
que existe una total armonía entre el parcelario, la
red de riegos y la de caminos . El trazado de estas vías
parece responder a una doble finalidad : la relacío0 n
con Murcia y facilitar el acceso a las explotaciones
huertanas .
Un tercer elemento puede añadirse a los indicados-
las modificaciones modernas del trazado viarío, que
en el paisaje se distinguen perfectamente por su in
adaptación a la malla parcelaria que, por lo comun,
interrumpen . En todos los casos (tramos de la carre-
tera general número 340, desde Murcia a Monteagudo
y desde Murcia a Alcantarilla, así como tramo de la
número 301 desde Murcia a El Palmar) es la ínfluen-
cia urbana de Murcia la que ha dado lugar a su actual
trazado, también clarísimo en el caso del ferrocarril
que atraviesa la huerta longitudinalmente desde Al-
cantarilla a Zeneta,
De este modo las vías mas antiguas y las mas mo-
dernas presentan caracteres comunes : poseen una di-
recdón evidente y no están establecidas en función
del aprovechamiento agriCola, que posiblemente no
existía cuando comenzaron a utilizarse las primeras y
que en las modernas no se ha tenido en cuenta . Los
caminos propiamente huertanos, en cambio, de origen
medieval y trazados paralelamente al desarrollo del
cultivo, son tortuosos e irregulares, perdiendo muchas
veces incluso su dirección aparente por la necesidad
de servir a las numerosas explotaciones,
Estas vías rurales pueden dividirse en dos tipos se-
gún su categoría . Por un lado, los caminos que unen
a Murcia con los núcleos de población de la comarca.
Adoptan una disposición radial con centro en Murcia,
pero sin llegar a adquirir en absoluto un caracter rec-
tilíneo . Los mas importantes tradicionalmente son- el

310
«Camino de La Ñora», que partía desde las Puertas
de Castílla de la ciudad y se dirigla hacia dicha peda-
nía . El «Camino de Espinardo», tramo hasta esta lo-
calidad del Camino Real de Madrid, y que tenía tam-
bién su origen en La Puerta de Castilla . El «Camino
de Castellar», que partía desde la Puerta Nueva hacia
allí
este lugar, y desde a Monteagudo. «Camino de
Churra», paralelo al anterior, con el mismo origen .
«Camino de Monteagudo», desde la Puerta de Orí-
huela, y tambiCn desde esta puerta, dejando al ante-
rior a la izquierda, el «Camino de Enmedio» a Puente
Tocinos y a Orihuela . Al otro lado del rio, hacia los
núcleos del flanco SE. huertano, partían las siguientes
vias : el «Camino Hondo de Alcantarilla» y el «Cami-
no de Cartagena», con un mismo origen en el puente
de la ciudad ; de ellos y hacia los nucleos del píede-
monte salían a su vez los caminos de «Salvabosque» o
«Jarabosque», en la actualidad Salabosque, y Alberca;
el de Santa Catalina, con un ramal hacia Aljucer ; el
de Fuensanta, por la pedanía de Patino, y el de Al-
gezares . Menos importantes, partian también de Mur-
cia gran numero de veredas hacia distintas pedanías :
«vereda de la Tifiosa», de «Ramos», de «Tabala», de
«Cinco Alquerías y Beniel», etc .
Todos estos caminos, que parecen documentados al
menos desde el siglo xiii ', subsisten en el momento
actual como caminos rurales . Entre estos ejes princi
pales se extiende en la huerta una amplísima red de
veredas que sirven las necesidades de comunicacion
de las explotaciones . Esta red discurre paralela a las
acequias y adolece de dos defectos fundamentales que
provocan graves dificultades al transporte : escasa an-

1 TORRES FONTES, J. :Repartímiento de la huerta . . ., pági-


nas 78-82. De gran interes para el siglo xix : «Descrípcion y
plan de defensa provisional de las fronteras de los reinos de
Granada. . . », año 1809 . Archivo Municipal de Murcia, lega-
jo 522.

31 1
~chura (pues muy pocas sobrepmn la tradiciortal &
diez palmos que no permite el uso de vehículos gran,
des) y firme en, pmésímas condiciones, muchas veces ew
bierto con las incedasí resul=tes de la limpieza de
los cauces.
Desde el momento en que la ~tancia del des-
arrollo urbano de Mumía potencia su situación de cru»
ce y atrae la circulación en amplia escala, los- caminos
desde este náeleo a Espinardo Monteagudo, El Pal-
mar y Alcantarilla adquieren la categoría de ejes fun-
dameritales en la circulación comarcá y a través: de
ellos se establece la comunicación de Murcía con el
resto del país~ El camino a Espinardo era un tramo del
famoso O~'ic> de -la seda» que por Molina y Cieza
se adentraba en la meseta hasta Toledo. El camino a
Alcantarilla ponia a, la comarca en relación con dog
importantes vías de comunicación : k «carretera prin.
cípal de Valencía y Murcia por Lorca y Lumbreras a
Gra-nada» y el camiw que por Mula y C4rawca uffia
a MurCia con la «carretera principal de La Mancha y
Valencia» que se dirigía, en dos braws l hacia He%
y Granada. El canuno hacía El Palmar y Puerto de la
Cadena o «camino, de Cartagen"31», que no alcanzó gran
importancia hasta el sUo o -xnu, cm realmente -una
prolongacíón hacia esta ciudad del «camino de la
seda*, Por último, el camino a Monteagudo., desvia-
ción pata p~-r por Murcía de la cítada e=etera de
Valencia - a Granada, cuyo trazado desde este núcleo
seguía
hasta el linÚte con el reina de Aragón el primi-
tivo Ítir=ario por el piedemonte del r;ebordo interior
de la depresión.
los que presWI= ~m trazado Inas
Son estio~,'; caminos
:rectilíneo en relacíón con la importancia progresiva
del tráfico que mantimen.
Desde la mitad del siglo xix un nuevo elemento se
ha unida a estos grandes ejes de, comunicación.
línea el iz-
rrocarriL En 1962 se inaugur4 la de Madríd a

312
Cartagena, que entra en la huerta a la altura de Java-
lí Nuevo dirigiéndose hacia Alcantarilla y allí, giran-
do en ángulo casi recto, atraviesa la huerta en direc~
ci6n O~E. hasta el núcleo de Beniajan . Despues corre
paralela a la alineacion prelitoral hasta la altura de
Alquerías desde donde se desvía hacia el E. en dírec-
cíón a Cartagena, en tanto que otro ramal, inaugurado
en 1884, se curige nacia Alicante atravesando el extre-
mo huertano hasta Beniel. Otra línea de ferrocarril
actualmente no explotada, parte del N. de la ciudad
de Murcia en dirección NO. hasta Espinardo . Se trata
de la línea a Caravaca inaugurada en 1933 .

8 .3 . LA CASA RURAL

Aislada en medio de sus cultivos o agrupada for-


mando pequeñas aldeas, la casa rural huertana es un
elemento de esencial importancia en el paisaje ; parte
integrante del entramado de parcelas, caminos, cauces
y cultivos, y demostracion, solo con su densa presen-
cia, de la intensidad de la ocupación humana .
Al aludir al poblamiento
e. . 1
comarcal, se ha matizado
la díst.ribucion su perticial de las edificaciones y, Por
ende, de la poblacion . Aquí nos vamos a limitar a
bosquejar los rasgos fison0micos de las construccio-
nes mas tipicamente huertanas, que han sido estudia-
das exhaustivamente por Reverte' en numerosos tra.
bajos .
En relación de las reducidas dimensiones de las ex-
plotaciones que caracterizan el regadío murciano, la
2 REvERTF, I . : «Contribución a la etnografía regional . La
barraca murcíana», Revista de Escuelas Normales, n.o 20, 1924 1
pp. 305-307 . Tiene también el mismo autor diversos artículos
sobre el tema en el diario La Verdad, de Murcia, en numeros
correspondientes a.l mes de diciembre de 1963 . Mas reciente-
mente ha tratado el tema con amplitud en Apuntes para una
Geografía de la huerta murciana, pp. 38-39> y en La provincia
de Murcia, Murcia, Imp. NoguCS, 1974, pp . 393-441 .

313
Con e jeras

cocina Cwdra

Zaguan

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Al cob3
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Zaguan P al ¡o Cuadra
13
PLANTA BAJA
Dormito Porchi

porchi
PLANTA DE UNA
PLANTA BAJA
BARRACA EN LA
HUERTA DE MURCIA .-

PLANTA DE UNA CASA Andana


DE LABOR EN LA HUER-
TA DE MURCIA .-
Camata 1

PLANTA ALTA

PLANTA ALTA

FIGURA N .o 46 .-Plano die barraca y de casa rural


huertana .
dispersión de, la población y la poca capacidad econó-
mica del agricultor., la vivienda rural en la huerta de
Murcía se caracteriza por sus reducidas dimensiones y
la pobreza de los materiales empleados' .
La «barraca» murciana es, sin duda, el mejor expo-
1

nente de las elementales necesidades de vivienda del


huertano . Canstituye poco mas que un alojamiento, y
carece casi por completo de elementos de almacen, ya
que el tamaño de la explotacion no proporciona cose-
chas que guardar. El utifiaje agrícola, formado casi ex-
clusivamente por elementos manuales de reducido ta-
mano, no exige instalaciones especiales, y ni síquiera
el ganado, que cuando existe se reduce a aves y cone-
jos, Queda, pues, la «barraca» reducida a vivienda en
un clima que pern-úte realizar gran -parte de la vida al
aire libre. De ahí sus reducidas dimensiones .
"s materiales utilizados para construir, muestran
asimismo la pobreza de sus habitantes y su dependen-
cia del medio natural, El adobe, fabricado con tierra
de cultivo, agua y paja es el elemento fundamental
en la construcción de la barraca y también ¡aparece
muy frecuentemente en las edificaciones de mayor
porte-
Alquerias y torres han desaparecido casi totalmente
del paisaje huertano y -las hermosas edificaciones del
barroco que aún perduran en algunos lugares como
Espínardo y Alquerías, corresponden a un modo de
vida señoríal con escasas -relaciones con la agricultura.

83A. Tipos de viviendas tradicionales


El tipo más común de vivienda hasta hace unos
anos en la huerta era la barraca, edificación sencillísi-
ma que posiblemente ha sido uno de los exponentes
3 TÓRREs BAL»Ás, L.- «La vivienda popular en Espa&»,
Folklore y costumbres j~ España, t. 111, Barcelona, A. Mar-
tin, 1933, pp~ 138-502.

31 5
más claros de la adecuación de la vivienda a la influen-
cia de los factores físicos y económicos `.
Realizada a base de adobes («atobas»), cafias y pa-
. los de morera, esta fragílísiMa construcci0n de peque-
nas dimensiones era rectangular y, en alzado, las pa-
redes laterales rectangulos, y fachada y contrafachada
pentágonos con el angulo superior muy agudo. La te-
chumbre, a dos vertientes muy inclinadas, se cons-
trula mediante cañas sujetas con cuerdas de esparto y
cubiertas de una serie de fajas solapadas de paja y al-
bardín . La puerta y los pequeños orificios rectangu-
lares de una o dos ventanas, completaban el aspecto
exterior de la barraca .
En cuanto la la distribucion interior, la planta baja
(casi siempre única) aparecía díiTídída en dos habita-
cíones-, la entrada y la alcoba .
La primera y mayor de estas habitaciones era pieza
para múltiples usos . comedor, cocina, habitación «de
estar» . despensa, etc ., y prácticamente en ella, se rea-
lizaba toda la vida cuera, La alcoba, al fondo de la
barraca y muy reducida, estaba formada por unos
cuantos colchones de paja de maíz sobre tablas, sepa-
rados por lienzos,
En ¡algunas barracas de mayor tamaño sobre esta
alcoba se ubícaba un entrepiso («andana») sobre un
techo de palos cubiertos por cañízo a unosdos metros
de altura. Entre este suelo y el techo, la andana era
una habitacion de alzado triangular utilizada como al-
macen y para guardar los Utiles de la cría de los gusa-
nos de seda. A este medio piso se ascendía, a través
de un agujero cuadrado en el techo de la alcoba, por
medio de una escalera de mano.
Tan sumaría vivienda necesitaba lógicamente de al-
gunas construcciones auxíliares . Un emparrado ante
la puerta con dos poyos de obra adosados a -la facha-
4 ARAGONFSES, M. J . : Guía del Museo Etnológico de la
Huerta, PP. 39-53.

31 6
da, constituían una tercera «habitacion» en el largo
período de buen tiempo que proporciona el clima mur-
ciano . Una cocina de obra bajo un techado de cañas,
el horno de cocer pan, la pila de lavar, algunos galli-
neros y conejeras completaban el cuadro de construc-
ciones anejas .
Algunas barracas no estaban construidas del todo
con -adobe, ya que podía sustítuirse este por un entra-
mado de cañizo y madera recubierto de barro («tes-
tero») .
Tan fragíles edificaciones eran arrasadas peri0dica-
mente por las inundaciones que asolaban la huerta .
Esta vulnerabilidad, unida a sus pCsimas condiciones
como habítacion humana, ha determinado, en el mo-
mento actual, su total desaparídon . Sin embargo, en
1755 habla en la huerta de Murcia mayor numero de
barracas que otro tipo de edificaciones .
junto a la barraca, vivienda del colono o del pe-
queflo propietario, existían en la huerta otras vivien-
das representativas de un nivel de vida mas elevado .
La prosa administrativa del siglo pasado ofrece una
magnífica descripcion de este tipo de vivienda, tan
tradicional como la barraca, al informar sobre las ca
racterísticas de una localizada en Aljucer : « . . . tiene
una casa, compuesta de dos pisos, constando el bajo
de entrada, cocina con su despensa y amasador, esca-
lera, otro departamento que sirve de paso a una sala
con su alcoba, un cuarto trastero que da paso a un es-
cusado, un parador que tiene su puerta especial a la
parte exterior y contiene un cuerpo de obra de dos
cubiertas, donde se hallan la cuadra y sobre ella el
pajar, además hay otra cuadra cubierta y un,pozo con
una pila pequeña ; contiguo al parador, hay un cuerpo
de obra de una cubierta con destino a la cria de la
seda, teniendo unido un corral pequeño que termina
con una pocilga y sobre ella un gallinero ; y el piso
alto se compone de una pequeña sala y dos cáma-

317
ras . . . » ' . Se construlan estas viviendas de ladrillo,
adobe y, a veces, de mamposteria con unas piedras
muy irregulares y pequeñas («pedriza») . Tenían plano
rectangular y techumbre a dos vertientes, construida
de vigas de madera («colarías») cubiertas de cañizo .
Sobre ellas se colocaban las tejas curvas . Los aleros
hacian seledizo, y la chimenea, muy sencilla, estaba
situada por lo general en una vertiente del tejado. Sus
vanos eran rectangulares, no muy grandes, y las pa-
redes encaladas con el zocalo de puertas y ventanas
pintado de almagra o azulete .
En el interior el acceso era por una entrada (za-
i ) donde se ubicaba el típico tinajero. A un lado
guan
de esta pieza se situaba la cocina-comedor, con hogar
y chimenea, y en el lado contrario uno o dos dormi-
torios . Las habitaciones quedaban separadas por tabi-
ques de adobes . En el piso alto, al que se accedia des-
de el zaguan por una escalera, se encontraban general-
mente una o dos habitaciones con funciones de alma-
cen de productos agríicolas, o bien alcobas .
En el patio y en las edificaciones situadas a su es-
palda se localizaban las cuadras, las «cochineras», la
«porchá», para guardar el carro y los Utiles de traba-
jo, conejeras, gallineras, etc,
Sobre este patrón, retocado de acuerdo con las ne-
cesidades actuales, se sigue construyendo hoy, y el
perfil desigual que proporciona la planta alta orien
tada a Levante se repite como una constante a lo lar-
go de toda la huerta . Sin embargo, los estilos de cons-
trucción segun la moda, al irrumpir con fuerza, han
hecho proliferar edificios de monotona semejanza y
escasa ímaginacion .
Entre -los aspectos geográficos mas interesantes que
pueden deducirse al considerar la vivienda huertana,
5 «Boletin Oficial de venta de Bienes Nacionales de la
Provincia de Murcia», correspondiente a 10 de enero de 1860 .
Finca rUStica numero 70 del inventario, 2.a parte.

318
7W
-N
OFNQ

FIGURA N .o 46 .-Nucleo de Monteagudo . A su espalda


nuevos regadios .
están la provisionalidad y la dependencia de unos ele-
mentos de construccion inmediatos manifestadas por
la barraca . Estos rasgos aluden tanto a la nula capa-
cidad econornica de buen numero de huertanos, como
a la falta de seguridad inherente a un conocimiento
directo y claro de los riesgos derivados de las inunda-
ciones .
En el extremo opuesto estan las torres, edificios de
gran tamano y dístribución adecuada a la gran explo-
tacion, que nunca han sido muy numerosas . Al princí
pio de nuestro siglo apenas alcanzaban el medio cen-
tenar y hoy aparecen con frecuencia repartidas en vi-
viendas para cuatro o cinco familias . El tipo interme-
dio, que hemos descrito, parece relacionado con la
mediana explotaci0n y es el unico que ha sobrevivido,
con mas o menos modificaciones . Sus rasgos lo hacen
adecuados a posibles modificaciones, y los riesgos de
destrucci0n parecen ya lejanos .

8 .4 . LA DESTRUCCION DEL PAISAJE AGRARIO

Un espacio rural ordenado tan laboriosamente con


un esfuerzo de siglos, esta siendo destruido en am-
plios sectores dentro de un proceso acelerado con re
sultados imprevisibles, pero que no se intuyen hala-
guenos . En otro lugar hemos calificado la situación
como un ejemplo de despilfarro del terreno fértil',
encuadrandola dentro de la actual polemica mundial
en torno a la escasez de recursos naturales .
La huerta de Murcia es un buen ejemplo de derro-
che del suelo agrícola en funci0n del crecimiento anar-
quico del habitat, que llega hoy a revestir un cariz
alarmante en ciertos sectores, y que para el conjunto

6 «El terreno fér-


ZAPATA, M. ; SEMPERE, A., y CALVo, F. :
til como recurso escaso . Un ejemplo de despilfarro : La huerta
de Murcia», Revista de Estudios Agro-Sociales, n.' 90, Ma-
drid, 1975, pp . 189-204 .

32 1
del area puede determinar su desaparíd0n como te-
rrazgo en plazo bastante breve. En el trabajo aludido
la inutilización de la huerta como territorio agricola
se preve total para dentro de un centenar de anos.
Pero es una hipótesis optimista la que esta en la base
del cálculo, ya que no contempla las necesidades de
suelo industrial o de servicios, ni los cambios previsi-
bles 11 reforzarse el papel regional del núcleo murcía-
no tras el trasvase Tajo-Segura,
Pero sin necesidad de interrogar al futuro ya hoy
la superficie edificada, ocupada por viales, acequias,
etcétera, representa el 30 por ciento del area que he-
mos considerado como huerta tradicional, es decir,
algo mas de 4.600 ha. Y esta situación crea gran nu-
mero de problemas tocantes a su habitabilidad, cuyo
estudio pormenorizado esta actualmente en vias de
realízaci0n '.
A un marco legal netamente insuficiente para el
proceso se une un autentico fenomeno de cambio de
fines en el uso del suelo, bien manifiesto en la es
tructura del empleo de la poblacíón, ya aludida, y
muy claro tambiCn en la incidencia generalizada del
hecho industrial en la huerta, disperso e indisciplinado
pese a los tímidos esfuerzos por ordenarlo,
Como para los aspectos relacionados con las explo-
taciones y el trabajo, la divísi0n en sectores estableci-
da resulta aqui tambiCn muy significativa,
Se,PUn los datos para 1971 de la Secretaria General
Técnica del Ministerio de Industria, Murcia y su cin-
turon periurbano, que hemos llamado secto B, con-
centran la mayor parte de los efectivos industriales
de la comarca :

7 ZAPATA, M,, Y SEMPERE, A., han publicado en el diario


La Verdad, de Murcia, varios artículos muy interesantes sobre
este tema a lo largo de 1974-75. Los autores selalan que tor-
ma parte de un trabajo de envergadura en elaboracion .

322
EMPRESAS INDUSTRIALES Y MANO DE OBRA . SECTOR B

Empresas hasta
io trabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 Más de 100

N .o Em- Nf traba- Nf Em- N~ traba- N:OEm- Nf traba- Nf Em- Nf traba-


Localización presas jadores presas jadores presas jadores presas jadores

Espinardo, . . . 99 297 11 211 1


2 344
Arboleja --- 9 13 3 81

San Benito . . . . . . . . . 16 31 2 33
Santiago y Zwaiche. 53 156 1 12 1 107
Pte. Tocinos 53 128 5 103 2 147 1 108
Santiago el Mayor ... 10 30 2 63
Miarcia . . . . . . 1..31,1 4 .356 212 4.698 28 2,000 27 8.544

TOT.AT, TRABAJADORES, 21,118


TOTAL EMPRESAS ~ 1,848 1

1
B11PRESAS INDUSTRIALES Y MANO DE OBRA. SECTORES A Y E

Empresas hasta
10 txabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 mí$ de 100
N.oEm- Nftraba- MoEm- Nftraba- N.oEm- N-?trába- N?Em- N 0 traba-
pmas jadores presas jadores presas jadores presas Jadot,
1

Alcantarilla . ... . . . 219 677 32 610 5 324 5 1339


Era Alta . . 29 86 1 42 1 60 1 140
Rincián de Simca . . . 8 24 1 19 1 62 1 103
Albátalía, 14 48 1 217
Puebla de Soto 13 29 1 11 2 136 1 228
U Raya . . . 1
4 12 - 52 - 1

Nonduennas .1 . --- .11 24 67 6 158 1 71 2 267


Javáli V. y N. 37 81 2 46 1 61 2 329
Aljucer 46 115 2 48 3 193
Seton. A~ TOTAL TRABAJADOZES : 5,845
TOTAL EMPR,ESAS~ 467
Empresas hasta 4

10 trabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 Más de 100


N .OEm- Motraba- NoEm- N.Otraba- NoEm- N.Otraba- N.'Em- N.o traba-
Localizacíón presas jadores presas jadores presas jadores presas jadores

El Palmar 75
128
666 232 19 394 - -
La Alberca 72 234 19 394 2 128 2 666
Algezares . - ~ . . . . . . 33 lis 4 97
Los 81
Garres . . . . . . . . . 22 72 6
Tiñosa . . . . . . . 9 32 3 55
Benlaján . . . . . . . . . . . 68 239 2 37 - - - -
Torreagüera 41 109 12 225 5 304 3 481
Los Ramos . . . 2
... 5 12 2 42 - - 251
Zeneta 10 26 1 31

Sector E: TOTAL TRABAJADORES : 3.866


TOTAL EMPRESAS- 398
EMPRESAS INDUSTRIALES Y MANO DE OBRA- SECTORES C Y D
Empresas hasta
10 trabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 Mas de 100
N.O. Em- N.o traba- N~o Em- N.o traba- N.o Em- N.' traba- N.o Em- No traba-
Localizacion presas jadores presas jadores presas jadores presas ¡adores
La Ñora . . . . . . . . . . . . 22 48 1 72 1 514
Guadalupe . . . . .70 . ... 11 43 1 .
1

El Puntal . . . . . . . . . 4 6 - -
Churra . . . . . . . . . . . . 4 6 2 26 - - - -
Cabezo de Torres1 . .. 55 170 - - 85 1 223
Monteagudo . . . . . . . . . 19 60 2 52
EsparTagal . . . . . . . . . 10 30 1 28
Cobatillas . . . . . . 12 26 1 14 - - - -
Santomera . . . . . . 42 128 3 74 1 60 1 134
Císear . . . . . . . . . . . . 1 1 1 18 - - - -
Sector D: TOTAL TRABAJADORES : 1 .974 TOTAL EMPRESAS : 224
Llano de Brujas . . . 10 28 1 28 -
Alquerías
31 . . . ... . . . 77 2 73 1 51
Santa Cruz . . . . . . . . . 13 30 - - - -
El Raal . . . . . . . . . . . . 7 20 1 15
Beniel . . . 126
... . . . . .. 43 128 5. 2 160 2 359
Sector C: TOTAL TRABAJAIPORES : 1 .095 TOTAL EMPRESAS : 118
En segundo lugar, el sector A, extremo meridional
de la huerta, presenta también una dotacion notable
en industrias, especialmente en el municipio de Al
cantarilla . Rasgos muy parecidos, aunque el tamaño
de las empresas sea menor en general, tiene el sec-
tor E, donde se individualizan los nucleos de Benia-
jan y El Palmar :
Por ultimo, los sectores C y D reflejan en su rela-
tivamente escasa dotacion industrial la personalidad
mas netamente rural que aun poseen :
El predominio en la comarca de industrias deriva-
das de la alimentacion ', en especial conservas (48,45
por ciento en Murcia, 63,62 en Alcantarilla, 25,40 en
Beniel), permiten valorar de forma mas -adecuada es-
tas cifras, al considerar el elevado contingente de tra-
bajadores eventuales que esta actividad emplea, no re-
flejados en las estadísticas . Por otra parte, la frecuen-
te utilizacion de mano de obra femenina y la organi-
zaci0n de la produccion en campanas convierten a la
actividad conservera en idonea para alternarla con el
trabajo agrícola.
La densidad de hecho industrial que evidencian las
cifras aportadas, y que resulta acentuadísima en el
fondo de la depresion desde Alcantarilla a Murcia,
permiten incluir la fábrica como un elemento mas en
la morfologia huertana, precisamente aquel que está
produciendo la destruccion de los netamente agrarios .

8 .4 . l . El papel de la ciudad de Murcia

Desde la época medieval hasta bien entrado el si-


glo xviii el nucleo urbano de Murcia, emplazado en
medio de su huerta sobre el lobulo bastante pronun-
ciado de un meandro del Segura, se encierra en un

8 «Localización en la provincia de
GóMEz FAYREN, J . :
Murcia», Papeles del Departamento de Geografia, Murcia,
1973-74, pp . 51-87 .

327
reducido recinto arnurallado que ceñían el riO y las
acequías Aljufia y Caravija . El trazado viaric> de los
barrios mas antiguos guarda aún hoy la huella del
callejero medieval, ya que habrá que esperar hasta el
siglo xviii para que se inicie la primera etapa impor-
tante de su remodelación urbana .
El paseo del Arenal frente al rio, la actual plaza de
Belluga, la plaza de toros rectangular que hoy es pla.
z a de Calvo Sotelo, el puente viejo, varios palacios e
iglesias son hoy casi el IMICO legado monumental con
que cuenta Murcia, producto de la prosperidad díe-
ciochesca . Sin embargo, no parece que esta remodela-
cíón interna tuviera una gran trascendencia en el ca.
llejero, ni que representara tampoco una amplíación
notable de la superficie urbana .
1J

Desaparecida la muralla, será ya en pleno siglo xix


cuando Murcia inicie lentamente su primera expan-
1

slOn superficial : hacia el N ., ocupando los solares de


varios conventos desamortizados, en la margen dere-
cha del rio donde se extiende con rapidez el nuevo
barrio del Carmen y, muy timídamente, flanqueando
la muralla, hacía el E. en la Ronda de Garay .
Pese a estas ampliaciones todavia en el tercer de-
cenio de nuestro siglo la superficie de Murcia supera-
ba escasamente las 240 ha., reducido núcleo el de esta
ciudad huertana temerosa de invadir el suelo agrícola
base de su prosperidad .
Frente al estancamiento de tantos años, el creci-
miento de los últimos deceníos ha sido espectacular y
en 1972 la superficie del asco urbano ascendía a
1,126 ha. Murcia se incorpora así de forma tardía al
proceso generalizado de expansión urbana, multipli-
cando su extensíón por cinco en cuarenta afios a cos-
1 1

ta de la huerta circundante y absorbiencio pequenos


1 1 . 1

núcleos inmediatos . Y no sólo ha aumentado la su-


perficie estrictamente urbana, sino que atraída por la
dotación reciente en industrias y servicios, más de un

328
AW
i~W d-
01

A~ f
t;~5- - ~~ -- , - -, I

-v;J ~ i ,
Fft
A0
JW

FIGURA N.. ,o 47 .-La ciudad de Murcia se extiende


restando terreno a la huerta .
50 por ciento de la poblacion comarcal se aglomera
en un radio de cinco kilometros alrededor del núcleo
murciano . Se ha creado asi una orla de elevadisima
densidad de poblacion alrededor de Murcia, en la que
dentro de un paisaje netamente rural que ha guarda-
do profundamente la impronta de una actividad agríco-
la intensamente practicada, la densidad de edificacion
ha extendido formas de vida urbana, sin haber llegado
aun a crear estructuras propiamente ciudadanas .
Los rasgos mas sobresalientes de este espacio en
transito hacia la urbanizacíón pueden resumirse en los
siguientes aspectos :
a) Aparicion de numerosos establecimientos in-
dustriales, comerciales, sanitarios e incluso viviendas
de pisos en plena area huertana, con importantes difi-
cultades de acceso y servicios .
b) Expansi0n continua del «erial socia5 .
c) Pervivencia de explotaciones agricolas dentro
del casco urbano .
d) Inadecuaci0n entre los elementos del modo de
vida agrario y del urbano, muy evidente en el caso
de la red de riegos, que en amplios tramos ha queda
do cubierta por el crecimiento de la ciudad . Ello plan-
tea importantes problemas, entre los que no es el
menor la limpieza anual de los cauces .
e) Problemas de pavimentacion, alumbrado, salu-
bridad, transporte, etc ., que han llegado en algunos
aspectos a un estado Critico en los ultimos años .
La huerta de Murcia parece alejarse, pues, de for-
ma definitiva de su tradicional caracter estrictamente
rural. El establecimiento de industrias, el desarrollo
urbano de la ciudad, las previsibles nuevas vias de co-
municaci0n y, sobre todo, la grave crisis agrícola ya
iniciada pero que se vera acentuada por la competen-
cia de los nuevos regadíos establecidos con aguas del
Trasvase, parecen exigir una reconversi0n total de su
ambito y una cuidada planificaci0n de su futuro.

33 1
Puede aún discutirse la rentabilidad de estos rega-
dios tradicionales, las valiosas cualidades de dererini-
nados elementos del medio físico y los graves proble
mas de la estructura
~ 1
socioeconomica, pero en este
caso, como posibleniente en muchos otros, el cambio
se ha iniciado ya, y es conveniente encauzarlo antes
de que la huerta de Murcia se convierta en un espa-
cio inhabitable .

332
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34 2
INDICE DE FIGURAS
Figura n.o 1 .-Situacion de la huerta de Murcia .
Figura n.' 2 .-Esquema geomorfolOgico del sector donde se
asienta la huerta .
Figura nf 3 .-Tipos de suelos y profundidad de la capa frea-
tica (segun 1 .O .A .T .S .) .
Figura n.o 4~Oscilaciones diarias de la temperatura a lo lar-
go del invierno .
Figura n.o 5.-Oscilacion de las temperaturas a lo largo del
afío .
Figura n .o 6 .-Variabilídad interanual de las precipitaciones,
Figura n.o 7 .-Frecuencia de vientos de cada rumbo.
Figura n.o 8~Climograma de Gaussen .
Figura n.o 9.-Clírnograrna de Thornthwaite .
Figura n .o 10~Red de cauces de riego y avenamiento en la
huerta .
Figura n.o 11 .-Presa de la Contraparada . En el ángulo infe-
rior izquierdo, toma de la acequia de Aljufía y canal que
devuelve al río el agua sobrante.
Figura n .o 12 .-Toma de la acequia de Churra la Nueva en
el Segura, -aguas arriba de la Contraparada .
Figura n.o 13 .-Tomas de las acequias de Alfatego y Churra
la Vieja en la acequia mayor de Aljufia . Las dos de toma
abierta, la primera con su toma sumergida.
Figura n.o 14 .-Confluencia del azarbe mayor del Norte y el
Meranchon, al final de la huerta.
'..~'igura n.o 15 .-Superficíe mojada por metro lineal en acequia
y azarbes no revestidos, invierno 1972-73 (cortesía del
i~igura n.o 16~Rueda de Felices sobre la acequia de Aljufía,
a la derecha la acequia de Churra la Nueva. Un partidor
en tajamar sostiene la rueda y divide el cauce .
Figura n.o 17~Rueda de La Ñora .
Figura n.o 18 .-Rueda de La Ñora . Arco de sustentacion y
apoyo del eje.
Figura n.o 19 .-Llano de Brujas . «Ceflil» o «Azarbeta», movi-
do a pie por el hombre para elevar agua de un brazal,

345
Figuta mo 20.-Rincón de Seca, en el sector de colonización
mas antigua .
Figura n.o 21~Expansión reciente del área de riego sobre
un cono de deyección en las inmediaciones de Beniaján .
Figura no 22.-Cambios en la utilización del suelo agrícola
de la huerta de Murcia .
Figura nf 23 .-Distribución actual de los principales grupos
de cultivos .
Figuro n o 24~Aprovechamient-o agrícola del suelo (Benla-
ján),
Figura n.o
no 25,-Aprovechamiento del suelo (Rincón de Seca),
Figura 26~R<)tac%rws de zultivo en la huerta.
Figura nf 27 .-Riego «a monta» de una parcela .
Figura n.o 28~~Bancales de citrícos y hortalizas .
Figura no 29~Disposición de la morera en los límites de las
paroelas.
Figura nf 30 .-RincOn de Seca, Cultivos asociados. ogrior,
melocotonero, patatas. Al fondo, cubierta de una «ahn-a-
jara»'
Figura n ." 31 .-La Raya, Cultivos asociados : melocotonero,
limonero y círuela~
Figura nf 32~Runero. «AIrnajara» y «cobijas»,
Figura n~o 33,-Santa Cruz, Vivero de naranjos .
Figura n .o 34 .-Cabezo de Torres, Nuevos regadíos, parral y
1 limonero,
Figura nf 35,-DistríbuciOll dela propíedad huertano en 1575,
1757 y 1965 .
Figura n~o 36 .~Dístribución espacial de la actividad agrícola,
no agrícola y doble ocupación,
Figura nf 38,-Poblacion dispersa y concentrada en las dis-
tintas pedanías huertanas.
Figura nf 39~-Disposición del hábitat en el sector de rega-
dio mas antiguo. 1

Figura n.o 40,~Díisposicióii del hábitat en et area de Montea-


gudo, 1

Figura w0 41 .-Poblacion -activa en la agricultura según su


edad.
Figura nf 42 .-Alquerías, PorcelarIO y meandros abandonados.
Figura nf 43 .-El Raal . Parcelario en un sector de coloniza-
ción. reciente,
Figura n .o 44~Pamelarlo y malla de cauces y caminos en el
sector de Monteagudo .
Figura n.o 45,-Plano de barraca y de casa rural huertano,
Figura no 46~Núclen de Monteagudo. A su espalda, nuevos
regadíos .
Figura n .o 47 .-La ciudad de Murcia se extiende restando te-
rre-no, a la huerta .

346
INDICE
rags .

0. INTRODUCCION . . . . . 11

LOS RASGOS DEL MARCO NA-


TURAL . . . . 1 . 1 . . 19

i .l . 22
El relieve .
24
1 . 1 . 1 . Materiales .
1.1.1 El fondo de la depresión del Segura 27
1 .2 . Los suelos . ~ . . . . . . 30
1.3. Circulaci0n subterránea 36
1 .4 . El clinw . . . . 1 37
1 .4.1 . Los datos y las estactones . , ~
4 , 39
1.4.2. Temperaturas . Medias anuales y
distribucíon . . - . . . - 40
1

1.4 .3. Oscílacion térmica. Máximos y mí-


nimos . . . . 43
1 .4A. Las 47 oscilaciones termicas diarias .
1 .4.5 . Precípitaciones 53
1 .4.6, Frecuencia e intensidad . Irregula-
ridad . . . . . . . . . . 57
1 .4 .7 . Presion atmosférica y vientos 58
1 .4.8. Caracteres de la aridez 62
1.4.9. El ritmo climatico a lo largo del año 67

349
págs .

1 .5. La circulación de las aguas super-


ficiales 70
1 .5 .1. El rio Segura 71
1 .5 .2. Inundaciones 76

2. EL SISTEMA DE RIEGO 81
2 .1 . Captaci0n y distríbuci0n de las
aguas , . . . . . 1 . . . 85
2.1 .1 . Origen del riego : El Azud de la
Contraparada 89
2,1 .2. Los cauces de distribuci0n en el
Heredamiento Norte 92
2 .1 .3 . Los cauces de distribución en el
Heredamiento Sur . . . . . . 97
2.1 .4. Red de avenamiento . . . . . 103
2 .2 . Elevación del agua 106
2.2.1 . Ruedas elevadoras 107
2 .3 . Los procedimientos de riego 114
2 .3.1. El regimen de riego en los años
secos. El "agua de gracia' . . . 116
2 .3 .2 . Conservaci0n de los cauces : los
xgrepartos" y las mondas . . . . 120
2 .4. Los problemas del riego 122

3. CONSTRUCCION DEL PAISAJE


AGRARIO . . . . 133

3 .1 . Conquista y colonízaci0n del sec-


tor natural . . . . . 136
3.1 .1 . El crecimiento del arca regada . 139
3 .2. Desarrollo
145 hasta el, siglo XVI . .
3 .3. El
149impulso del XVIII . .
3 .3 .1 . Las obras de defensa 152

350
págs -

3 .4. La huerta moderna, siglos XIX


y XX . 155
3 .4. 1 . Protección de la huerta y regula-
cion del Segura 159
3 .4 .2. Las ampliaciones del riego 162

4. LAS PLANTAS DE CULTIVO 165


4.1 . Los cultivos en la huerta primítiva 168
4.2. Expansion de la morera : siglos
XVII y XVIII . . . . . . . 173
4.2. 1 . Pervivencia de los cultivos tradi-
cionales 175
4 .3. Desarrollo del policultívo 180
4.4. La situación actual 183
4.5 . Localización y caracteres de las
principales especies 185
4.5 . 1 » Los agrios 186
4.5 .2. Otros cultivos arbóreos . . . . 190
4.5 .3 . Hortalizas
192 y legumbres .
4.5.4. Cereales y plantas forrajeras 194

5. TECNICAS
197 AGRICOLAS . . -

5 .1 . Cultivos de "alm4ara" . . . . 201


5 . 1. 1, El tomate . . 1 204
5 .1 .2 . El pimiento . . . . . . . . 205
5 .1 .3. Otros cultivos , . . . . . . . 206
5 .2 . Cultivos sin plantel 211
5 .2 . 1. La patata . . 211
5 .2.2. El algodon y las habas
* « * * * , 4 212
5 .3 . Cultivos de siembra a voleo 213
5 .3.1. La alfalfa 213
5 .3 .2. Los cereales 214

351
p<í9s-

5A . Cultivos arboreos 217


5.4.1, Los agrios 217
5-4-2- Los frut-ales de hueso . . . . 219
5 .5 . El ritmo de cultivo 223
5,5.1 . Las rotaciones 224
5 .5 .2. Cultivos asociados 225
5 .6. Los útiles de trabajó . . . . . 226
5 .6 . 1 . Los utiles tradicionales 227
5.6 .2. La motorízación . , . . . 228 1

5-7- 232 Las dificultades M cultivo ~ . -


5-7- 1 . 235
La lucha contra las plagas . . .

6. LA PROPIEDAD Y SU HUELLA
237
ENT EL PAISAJE AGRARIO . .

6,L EvoluCi-011 de la propiedad terri-


toriat . 1 . ~ . ~ 240
. 1 . ~

6.1 .1 . El siglo XVIII y los cambios pos-


teriores . . 1 244
. 1 . 1

6 .2 . Propiedad y explotacíón en la ac~


tualidad . . , . ~ , . . ~ 251
6.3 . La agricultura "a tiempo parcial"
y su influencia en la transforma-
ción del paisaje agrario 254
6.3.1 . Distribución espacial de la doble
ocupeción . . . 1 257
. 1 . 1

6.4, Los regiMenes de tenencia . . .


261
6-5, Propiedad y adminíst-rací0n M agua 265
6.5 .1 . Regulacion jurídica del riego. Las
Ordenanzas . ~ . . 265
. . . 1

6.5 .2 . Los organismos de administración


del riego . . . . 1 267
. ~ . ~

352
PÓP-

7. LA DISTRIBUCION DE LA M
BLACION Y SUS ACTIVIDA
DES . 271

Tl.
1 Evolucí0n de los efectos demogirá-
ficos . 274 1

7.1 .1 . El retroceso
27 demográfico reciente . 7
7 .2 .
1
~ El poblamíento , . ~ . 283.

7 .2.1 . Dístribuci0n actual de los efecti-


vos poblacionales . . . . . . 288
73 . Los caractores de la poblacion
í~eraria 291
7 .3 .1 . Sítuacion de la poblaci0n activa
agraria . ., . . 293

8. MORFOLOGIA AGRARIA 297

8.1 . El díbujo parcelario , , 1 1 300


8.1 .1 . Extension de las parcelas 307
Huella de la circulación 308
8.2 .
8-3- La casa rural 313
8.3 .L Tipos de viviendas tradicionales 315
8 .4. La destrucci0n del paisaje agrarío 321
8.4.1 . El papel de la ciudad de Murcia 327

BIBLIOGRAFIA 333

INDICE DE FIGURAS 343

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BIBLIOTECA MURCIANA DE BOLSILLO

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Hernáwdez; Ardicta: el librepensador murciano
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Xiquena, castillo de la frontera
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Parte de Murcia (Urbe, huerta, mina, mar),
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Murcia, andanza y mudanza.
5 Francisco Javier Diez de Revenga
Revistas murcianas relacionadas con la generación del 27.

6 Juan Soler Cantó


Cartagena en su Hospital de la Caridad
7 Francisco Aleman Sainz
Habitantes de Murcia
8 Mariano Gaspar Remito
Historia de Murcia Musulmana
t
9 Joaquí aguena
Akj,O. Sfi díescfíprión e historta.
10 Juan BarcelO Jiménez
Histarío del teatro en Marcio
11 Juan Torres Fontes,jesús Quesada Sanz,
Jose Guillermo Merck Luengo,
I

De historia médica murciana. 1 Los Médicos


12 Francisco javier Díez de Reyenga
Elíodoro Puche. Histo-ria y crítica de un poeta
13 Ambrosio de Salazar
Tesoro de diversa, lecciów
14 Miguel Ortuño Palao
La vida de Yecla en el siglo XVIII
15 Juan Garcia Abellán
La otra íx#fcía M siglo XVIII
16 Juan Lozano
Baslita,t7¡a y Contestanía del Reino de Marría (1~

17 Juan Lozano
Bastitanía y Contestanía del Reino de Mufría (11)

18 Juan Lozano
Bastitania y Contestanía M Reino de Mufcía (III)
19 ViMite Medina
Aires inamíanos

20 Pedro Diaz,Cassou
PWsionaría marciana, La Cuaresma y la Se~a, Santa ow
Murcia

21 Juan Torres Fontes, Fedetico Casal Martínez 3


Antonio J. Mula Gómez, Jose Antonio Ayala,
Pedro Marset Campos
DO, bi-ft0ri~q Médíca 11 Las epidemias,

22 Luis Valenciano Gaya


Las mgrdanat en el Siglo XIX. Rwdo, $es-
taMOnto y entierro de la Sardina
23 Antonio Crespo
Las novelas sobre Murcia

24 Francisco Candel Crespo


La azorosa vida del deaff Ostolaza
25 Rafael Serra Ruiz
Estudios de hístoria de Murcia
26 Bernardo Espinalt Garcia
Atlante Español, Reino de Murcia

27 jofrC de Loaysa
Crónica de los Reyes de Castilla
28 Floridablanca
Escritos políticos
29 Carlos Ferrándiz
Historia Marítima de Zaltqde
30 Juan Torres Fontes
El SeñorIO de Abanilla
31 Juan Torres Fontes, V. Peset Llorca, Jesús Quesada Sanz,
Luis Valenciano Gayá, Antonio Guillamon Alcantara,
Antonio Hernandez-Ros y Demetrio Barcia
De Historia Médica Murciana. III Los especialistas
32 Jose Mariano Gonzalez Vidal
Preg0n de ciegos
33 Jose Carlos Agácra Ros
Un cielo pictórico en el 600 murciano (La Capilla del,
Rosario)
34 Francisco Calvo Garcia-Tornel
Continuidad y c~bio en la Huerta de Murcia
35 Andres Baquero Almansa
Rebuscos y documentos sobre la historia de Cartageiza,
Cebeglluy Mula y IMNrcía~
ACADEMIA ALFONSO X EL SABIO

Biblioteca murcialla de Bolsillo

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