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Continuidad y Cambio en La Huerta de Murcia 0
Continuidad y Cambio en La Huerta de Murcia 0
CONTINUInA~ Y CAMBIO
EN LA
HUERTA ~E MURCIA
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Contïnuidad y cambio
en la huerta de Murcia
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Edición de la Academia Alfonso X el Sabio
Murcia
LS .B .N . :
84-0005116-5
Depósito Lega! MU - 263 - 1982
Impreso en Sucesores de Nogués
Platería, 39
Murcia, 1982
A Juanamary
Algo alejado ya en el tiempo, y también en otras
medidas y valores, de la época en que realicé y se pu-
blicó este trabajo, la Academia Alfonso X el Sabio me
prcpone incluirlo en su Biblioteca Murciana de Bolsi-
llo, decisión inesperada y grata para mí, pues si no en
calidad al menos físicamente me voy a ubicar ,próximo
a muchos de los escritores e investigadores que más
respeto y admiro .
La primera edición de este libro corresponde a 1975,
tardía publicación de las ideas y los materiales funda-
mentales de mi tesis doctoral, leída en 1971 . No sin
satisfacción, que creo innecesario ocultar, estimo que
mi trabajo tuvo una buena acogida . Las críticas y co-
mentarios fueron positivos, tanto en España como fue-
ra de ella, y por ahí andan en reseñas que publicaron
las revistas especializadas.
En su momento este libro se concibió como un in-
tento de mostrar la dinámica del singular espacio huer-
9
fano . Con una perspectiva de comprehensián de la
huerta, de su mouilidad histórica y de su crisis con-
temporánea . Ahora, pasados diez años, seria muy con-
veniente volver sobre el tema y conocer lo que ha ocu-
rrido em este lapso decisivo por muchos conceptos para
muestra región, valorar incluso hasta qué punto se han
concretado algunas de las hipótesis avanzadas.
Mientras tanta creo que mi trabajo sirvió para algo,
al menos pára contribuir a crear una conciencia, hoy
muy extendáda, de las graves problemas que aquejan
al espacio huertano y, conociendo su génesis, acertar
en el diagnóstico y en el tratamiento . Para mi esto es
ya algo importante, ~~aes muy en contra de aque-
llos que propagan la interesada falacia de separar la ge-
muina investigación geográfica de sus aplicaciones, no
creo en una Geografía éticamente neutral y sí creo en
el compromiso social y político de los geógrafos . Con-
viene señalar, por ûltimo, que he preferido mantener
este libro tal y como apareció por primera vez . No he
añadido bibliografía posterior, ni investigacáanes pro-
pias sobre el tema, que hoy ascienden ya a una decena
de artáculos. Crea que hubiera sobrepasado los límites
de esta Biblioteca Marciana de Bolsillo al hacerlo y
que, dejándola así, se cubre el objetivo de ofrecer una
obra agotada, cuyo interés decidirá el lector y que, sä
en algo cale, habrá superado la erosión del tiempo .
Francisco Calvo
3.0
ß. INT~ZOD~~CION
La huerta de Murcia comprende las tïerras que se
riegan con el agua del río Segura desde la presa de la
Contraparada hasta la vereda que la separa de la de
Orihuela, abarcando los municipios de Alcantarilla,
Beniel y parte del de Murcia, Es un eslabón más en
el rosario de regadíos que flanquean el Segura hasta
su desembocadura, y una de los numerosísimos secto-
res de regadío mediterráneos. Su interés primordial
como objeto de estudio reside, para nosotros, en Ios
cambios espectaculares que actualmente se producen
en su estructura, Hemos pretendido en la medida de
nuestras posibilidades, más que modestas, aclararlos .
A1 hacerlo procuramos no perder de vista los proce-
sós similares que hoy se desarrollan en Ios más apar-
tados rincones del mundo mediterráneo .
El área huertana se muestra como ejemplo muy
claro de un espacio rural con rasgos estables durante
largo tiempo, que ha iniciado recientemente transfor-
13
mociones diversas y muy rápidas . Resulta en aparien-
cia paradôjico que el proceso de cambio comience pre-
cisamente cuando se habían alcanzado por vez prime-
ra algunas de las condiciones materiales óptimas para
el cultivo huertàno; y que la sociedad agraria marcia-
na se desorganice y transforme casi en el mismo mo-
mento en que, por primera vez en su historia, los
caudales para riega son regulares y suficientes al tiem-
po que se ha alejado el fantasma de las inundaciones .
Laos factores que residen en la base de este proceso
son, en parte, ajenas a la huerta : la competencia de
los nuevos regadíos, que es de presumir se acrecenta
rá con el trasvase Tajo-Segura, o la crisis ya prolon-
gada del cultivo de los agrios en España . Pero en una
proporción que creemos mayor y más interesante, es
la propia evolución de la situación comarcal la que ha
llevado a la sociedad agraria marciana al borde de un
umbral de extinción, hecho que es responsable de las
transformaciones que pueden advertirse. El desarrollo
re..xente de la ciudad de Murcia, la expansión de la
actividad industrial, el predominio del minifundio, las
dificultades que se derivan de ciertas prácticas de cul-
tivo inapropiadas son, entre otros, los factores inter-
nos que impulsan a un cambio de fines en la utiliza-
ciän del suelo huertano .
ße entre las numerosos aspectos que podrían ha-
berse analizado al estudiar la huerta de Murcia con
ur~ criterio global, el de su actual condiciän de sopor
te de un grupo social agrario en vías de desarticula-
ciän, nos pareció ser den cuanto quedó de manifiesto)
el más netamente geográfico. En efecto, la Geografía
agraria describe y explica procesos actuales capaces de
inscribirse materialmente en un paisaje agrario, pai-
saje que es la impronta visible de un grupo social en
el medio donde desarrolla sus actividades .
Cuando la intensa utilización agrícola del sector es-
tudiado se puede contar por decenas de siglos como
14
en el caso de la huerta marciana, la apoyatura histó-
rica resulta imprescindible . Pero sôlo recurrimos a ella
accesoriamente, y en aquellas ocasiones en que e Le-
gado histôrico pueda tener aún vigencia . Y ello por-
que en nuestro contexto actual el terrazgo constituye
un espacio econômico que sólo tolera estructuras he-
redadas cuando éstas son aún funcionales ; en el caso
contrario las rechaza o modifica . Buena prueba de
ello es, precisamente, la huerta de Murcia .
El sector natural donde se asienta el área huertana
ofrece ciertos elementos positivos para la actividad
agrícola (suelos, temperaturas}, frente a limitaciones
gravísimas (aridez, violencia de las crecidas en los
ríos) que han sido superadas hasta cierto punto por
un tenaz y prolongado esfuerzo . El paisaje agraria re-
sultante es, por ello, un paisaje muy elaborado, en el
que las limitaciones naturales son las que imprimen
su estabilidad a algunos de sus rasgos : pervivencia de
los cultivos prapí'os del secano cauro resultada de la
escasez del. agua, obras de defensa y saneamïento en
relación con el riesgo de inundaciones, etc .
El dispositivo de distribución del agua para riego
depende también en sus rasgas más sobresalïentes de
factores natùrales :aprovechamiento de cauces aban
danados por los cursos fluviales de la comarca, pro-
blemas de trazado y avenamiento derivados de la mor-
fología del solar huertano, necesidad de elevar el agua
en determinadas sectores, modifïcaciones edáficas en
relación con excesivas aportaciones de aguas, etc . Por
otro =lado, la antigüedad del establecimiento de la red
de riegos y ~,avenamientas hace que este dispositivo se
encuentre hoy poca adaptado a las necesidades actua-
les . La ineludible urgencia de sustanciales madifícacio-
nes se ve paralizada por falta de capacidad financiera
y por el temor a ver mermado de alguna manera un
derecho al agua tan antiguo como la huerta . Si en
Murcia ha sobrevivido desde época medieval la pra-
Z5
piedad colectiva deI agua, esta circunstancia na se ve
acompañada de una eficaz administración de la mis-
ma, quizá parque las condiciones generales na sean
las más adecuadas para el buen funcionamiento de ar-
ganïsmos con tales características .
Las distintas especies cultivadas en la huerta a la
largo del tiempo, muestran también una necesaria y
estricta dependencia de las posibilidades de riego.
Hasta eI punta de que, muy en líneas generales, pue-
de hablarse de dos huertas sucesivas en el tiempo :
la tradicional, de cereal y moreras, escasa en aguas y
reducida en sus limites estrictamente aI fondo de la
depresión del Segura ; y la actual, de hortalizas y
agrios, que se extiende sobre las inmediatas secanos
aI estirar al máximo las datacïones para riegos . La se-
gunda hoy casi ha borrado a la primera, pero incluye
dentro de sí fragmentos singulares deI paisaje de ésta .
Por su parte, el muestrario de las técnicas agrícolas
es un exponente de la intensidad del cultivo y del
grado de atención que éste exige a los agricultores .
Pero quizá la ünagen huerbana, ya clásica, que pro-
porcïana deba matizarse can la cansideracîón de la
dimensión de las explotaciones y sus resultados . En
este sentido es del mayor interés la práctica de la
agricultura ea tiempo parcial», hecho que si bien po-
siblemente no es nuevo en un sentida amplio, ha al-
canzada en los i~ltïmos años unas caracteres muy es-
pecíficos, que permiten valorarlo como eI desarrollo
de una actitud nueva, muestra de la reacción de la
sociëdad agraria marciana ante la situación actual y
el previsible futura.
Habría también que advertir aquí el modo en que
la evolución de las efectivos de población {de acuer-
da con los datos censales } subrayan una auténtica cri
sis en la huerta . Sin embarga, en este caso se debe ser
prudente a la hora de formular conclusiones, ya que
eI municipio marciano arrastra exrares censales des-
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~ 20 Km
Huerta de hturcia =_
huerta de Mureia .
FIGURA N.~ 1 .-Situación de !a
de 1940 . Por ello quizá la realidad no resulte adecua-
damente reflejada en las cifras .
Debemos aludir, por último, a. los rasgos del pai-
saje agrario, expresión netamente geográfica del com-
plejo haz de elementós que componen la realidad
huertana . Su construcción, en un esfuerzo multisecu-
lar, y su aspecto actual sintetizan perfectamente la
personalidad de las huertas mediterráneas, al misma
tiempo que ponen de manifiesto aquellas rasgas pe-
culiares que cabría considerar como propios de la ori-
ginalidad de la huerta murciana . Pero no hemos per-
seguido este objetivo, que por otra parte sería ocioso
sin tener presentes las huertas segureñas en su co~~-
junto .
18
1. LOS RASGOS DEL MARCO NATURAL
I3entro de is franja costera del Sureste español, ur:,~
de los sectores más áridos de la Península ibérica j~
también de Europa, la ancha depresión donde se asien
ta la huerta de Murcia ocupa una posición central,
participando ampliamente de los rasgas generales que
individualizan el área como una región climática .
La amplitud excepcional de este «corredor» bético,
y el hecho de que el río Segura sea el único que lleva
agua permanentemente hasta su desembocadura, en
los casi diez mil kilómetros cuadrados que ocupa la
región climática surestina, son dos factores de impor-
tancia fundamental en la génesis del regadío murciano .
Ice manera que las posibilidades que han permitido
la instalación y expansión de la huerta murcíana, pro-
vienen en gran medida del potencial natural : agua,
suelos, temperaturas . Pero también las limitaciones
tienen el mismo origen, y en Murcia, como en todas
las regiones subáridas del mundo, la supervivencia y
21
eI desarrollo de la agricultura son el resultado de una
dura ladra y un delïcado equilibrio entre el hombre
y su medio.
1 .1. . EL ~ELI~v~
~2
T~ra presencia del ria Segura, que penetra en la de-
presión a la altura del núc%a de Alcantarilla y la re-
corre a la laxgo de unas treinta kilómetros, proporcio
na ciertas rasgos originales a la comarca, tanta desde
el punto de vïsta morfológica coma desde el de la
ocupación humana, al aportar el agua necesaria para
los riegos y haber creada can, sus aluviones el suelo
huertano .
De las tres unidades de relieve aludidas la primera,
enumeradas del interior a ha casta mediterránea, es el ,
flanco interior de la Depresión prelitoral murciana,
compuesta en este sector por varias pequeñas eleva-
ciones : Cabezo Blanca, Cerra del Calvario de Espi-
narlo, El Funtal, Cabezo de Torres, Cerrar de Mono
teaguda, Mina y Esparragal y Cabezo Bermejo . l~Fin-
guna supexiar a 300 m., y que emergen aisladas entre
los materiales miacenas y cuaternarias subhorizonta-
Ies esbozando una orientación general Stl-NE . Fuera
ya de la comarca m ambas direcciones se prolonga
esta alineación can mayor parte, hacia el NE para ter-
minar en las próximas y enhiestas moles de las sierras
de Orihuela y Callosa y hacia el SQ con las sierras
del Cura, Alhama, España, Tercia y Feñarrubia .
A1 S. de estas elevaciones la Depresión prelitoral
murciana aparece como un prolongada plano inclina-
da en suave descenso hacia el NE, ancha valle que
recorren los ríos Guadalentín y Segura con un fonda
casi rïgurasamente horizontal .
Fór última, la unidad más meridïonal está formada
par el rábarde montañoso prelitoral, compuesto en
este tramo por las sierras de Carrascoy, Puerto de la
Cadena, CerrilAar, Miravete, Cresta del Galia y Chu-
milla, entre atrac . Sólo sobrepasa las mil metros la
sierra de Carrascoy, el resto na alcanzan los 600 m.
y el conjunto aparece topográficamente como un ra-
mal septentrional de la Cordillera litoral murciano-
almerïense .
23
El conjunto comarcal, valle y rebordes montañosos,
ocupa el límite interior de las tordillas héticas s .s . y
participa ampliamente de los numerosos problemas
tectónicos y estratigráficos que han sido estudiados
por varios autores a . Por núestra parte sólo se preten-
de bosquejar los rasgas más notables y destacar aque-
llos que mayor trascendencia tienen para la ocupación
humana.
l .l .l . Materiales
24
chv de que los materiales béticos preütorales presen-
tan estratos de pudingas en la base del Buntsandstein,
faltando por el contraria totalmente en 'las alineacio-
nes del interior .
En el flanco meridional del valle murciano, si ex-
ceptuamos el macizo de Carrascoy formado por ma-
teriales triásicos singularmente calizas dolomíticas del
Muschelkalk, las formaciones terciarias alcanzan un
gran desarrollo. A partir del piso de dalomías triási-
cas, desde Carrascoy hacia el NE, se desarrolla una
formación de areniscas margosas de cólor gris amari-
llento que engloban lentejones de gravas y conglome-
rados, señalada como perteneciente al Helveciense su-
perior s . Sobre estos materiales se sitúan discordantes
unos conglomerados rojizos formados pór gruesos ele-
mentos brecha des de rocas metamórficas y dolomías
gris oscuro que forman las cumbres de la sierra de la
Cresta del Gallo. Estos materiales conglomeráticos
representan un episodio continental entre las forma-
ciones marinas anteriores y posteriores, señalando una
fase de rexistasia breve y brutal quizá favorecida par
movimientos orogénicos .
El episodio inmediato corresponde ya al Tortonien-
se, cuyos materiales tienen actualmente representación
muy amplía (sierras del Cerrillar, de Columbares y de
Altaana} y presentan una sucesión litológica monóto-
na, con alternancia de margas y areniscas a veces con-
glameráticas . Por última, el Míoceno terminal prolon-
ga el episodio marino con las formaciones tradicional-
mente denominadas Saheliense, de conglomerados bien
rodadas sobre los que se desarrolla una potente serie
margosa con intercálaciones de bancos margocalcá-
reos. A partir de la etapa Tortoniense-Míoceno termi-
nal, la evolución de las das vertientes de esta alinea-
3 MONTENAT, C . : pág. 12 . La descrip-
Les formations . . .,
ción de los materiales que forman el relieve en la comarca se
ha orientado en conjunto siguiendo las opiniones de este autor .
25
ción ha sïdo diferente . En la vertiente 5E (Campa de
Cartagena sobre el Sahelïense un breve episodio de
calïzas areniscosas amarillo pálido determinan un fren
te de cuesta muy acusáda sobre las margas finimiace-
nas en depresión, formando l~ primera de las varias
cuestas que accidentan el relïeve de aquella comarca.
El fin del Mioceno lo señalan niveles bastante poten-
tes de margas y areniscas con carácter litoral y a ve-
ces continental.
En eI flanco NC+ d~e la alienacïón prelitoral, que co-
rresponde propiamente a la huerta de Murcia, se se-
ñalan algunas diferencias notables que permiten indi
vidualizar la evolución de la cuenca donde actualmente
se asienta la huerta como netamente diferénte de la
de las tierras cartageneras. En primer lugar, los mate-
riales margosos del Tartoniense más antiguo no apa-
recen, y los conglomerados del más reciente dismïnu-
yen su potencia y pasan a formaciones de calïzas are-
niscasas para cambiar lateralmente en una formación
breehosa continental muy potente y formada esencial-
mente de cuarcitas y rocas metamórfi-cas . El Plioceno
marino tampoco existe al N, del eje Carrascoy-Cresta
del Gallo y los depósitos plia-viliafranquienses no
aparecen representados cn este flanco septentrional de
la alïneacián prelïtoral.
El fondo de la depresión del Segura aparece actual-
mente cubierto por los materiales recientes aportados
por los ríos, hasta su flanco N. donde se levantan una
serie de calinas formadas por materiales triâsicos ais-
ladas entre el Cuarternario reciente e inmediatas a la
formación brechosa continental citada, aquí amplia-
mente representada y compuesta con bloques a veces
de grandes dimensiones . Estos conglomeradas pare-
cen alcanzar un lapso de tiempo considerable, desde
el Tortoniense al Flio-cuaternario, y han sida conside-
rados por Montenat como depósitos de pïedemonte
acumulados en el flanco de un macizo antiguo . Apar-
26
te de dar lugar con su dureza a un estreehamienta
del ria Segura que permitid instalar la presa origen
del xîego murciana, la presencia de estos canglamera~
das ba servîda de base al autor citada para emitir una
hipótesis sugestiva sobre el origen de la depresión del
Segura : la existencia de un maciza emergido, actual-
mente hundida en gran parte, que se lacalizaria apro-
ximadamente sobre las cuencas del Guadalentin y el
Segura desde Alhama de Murcia a Crevillente . Las
sierras y mogotes de vertientes escarpadas que domi-
nan, sin transición, la depresión horîzantal en su flan-
ca interior, serf~an, en este Baso, relieves de arigen
tectónico . Vestigios dislocadas de un conjunto hun-
dida con ocasión de movimientos postpliocenos . Así
mismo el conjunto de fallas y flexoras que actualmen-
te flanquean la depresión en ambas márgenes, testî-
gas del hundîmîenta reciente.
ce k
vueltos y pronto, en uno o dos kilómetros, desapare-
cen baja las aluviones de los ríos de la llanura, En el
flanco N. es más fácil seguir la evolución de los ca-
nos, pues presentan mayor desarrollo en relación con
unas pendientes más suaves . Allí se advierte clara-
mente una generación de canos anterior al estableci-
mi~nto definitivo de la red fluvial que los ha entalla-
da profundamente desmantelándolas en amplios sec-
tores .
T..a llanura de inundación ~tá compuesta en su secta
for SO por el amplio cano de deyección del Guadalen-
tín ~ qu¬ alcanza las pxaximidades del núcleo de Mur
cia, el resto es el valle propia dei Segura . .La aparente
planïtud de esta llanura no es tal sí se atïende a las
micrafarmas que reflejan la complejs'dad de su forma-
ción . 1?os elementos han actuado en su génesis : por
una parte, el ría can sus aguas noxmales meandrizan-
do y encajándose ; por otra, las aguas de inundación
que han depositada sus sedimentos en determinados
lugaxes produciendo abafnhamientas cama el que lira
ve de emplazamiento al núcleo de Murcia, proceso en
el que han revestida singular impaxtancia las aporta-
ciones de sedimentos por parte del Guadalentin .
El cauce del Guadalentín, unos 6 I~m . al SO de la
localidad de Sar~ganera y ante-s de penetrar en el área
propiamente huextana, pasa a estar mal determinado,
señalándose varios cauces ocasionales que recorren en
distintas direcciones la amplía masa de sedimentos de
unos 3Q Km? de supexficie que forman el delta inte-
riar por el que este curso desemboca en el Segura .
El empuje de estas materiales ha desviado hacia el N.
el cauce del Segura apenas penetrada en la depresión
marciana .
~~~.vo G~xcz~t-~`ax z,, F. : ~La huerta de Murcia y las
inundaciones del GuadaIentîn», Papeles del Departamento de
Geografía, I, 1968-1969, pp . 211-137 .
28
Debido al escaso déclive de la depresión hácia el
NE, cuya pendiente general no supera el 1,25 por
mil, el Segura recorre en ella un curso bastante in
cierto, describiendo amplios meandros . Corre el río
en este tramo encajado en cauce estrecho, que oscila
entre 5 y 10 m . de profundidad, sin cauce mayor y
sin restos de terrazas antiguas, excepto en el sector
más inmediato al núcleo de Alcantarilla al principio
de su recorrida en la depresión . En el resto del área
huertanas es difícil de localizar terrazas, pues las
inundaciones periódicas cubren toda la llanura aluvial
y además la intensa actividad agrícola enmascara todo
vestigio .
En los sectores donde el río ha excavado sus pro-
pios sedimentos se revelan lechos lenticulares de gra-
va menuda y arenas producidos por los cambios de
velocidad y la sucesión de umbrales debidos a las va-
riaciones de caudal .
Tanto los cauces abandonados por el Guadalentín
como por el Segura han sido aprovechados desde muy
antiguo para establecer acequias de riego o, simple-
mente, ocupándolos con cultivos, de manera que es
difícil establecer un mapa completo de estas varia-
ciones .
Un tercer elemento habría que incluir en la génesis
del modelado de la depresión, la acción humana, in-
tensa y prolongada al menos a lo largo de más de un
milenio, que ha modificado profundamente los carac-
teres naturales, variando artificialmente el trazada del
cauce del ría, desecando las áreas pantanosas, colabo-
rando con el abancalamiento a acentuar la horizonta-
lidad del fondo de valle y, sobre todo, deteniendo to-
talmente la evolución natural con un esfuerzo secular
de regulación de las cuencas hidrográficas y defensa
contra las inundaciones .
Tan intensa ha sido esta acción humana en cuanto
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ESCALA GRÁFICA
1 .2 . Las su~r~os
30
deI Guadalentin . En el contacto entxe el valle y sus
flancos monta asos los materiales tienen un origen
ma's inmedïato, son de textuxa mucha mis grosera y
reflejan directamente el tipo de roquero de las siexras
próximas, de donde provienen aportados por las xam-
blas o son derrubios caluviales .
La evolución de estos suelos basta su situación ac-
tual no corresponde ya en absóluta a un procesa es-
trictamente natural, pues el agxicultar ha actuado in
tensamente sobre ellos a través de desecaciones, la-
bores agrícolas, abonos y, sobre todo, riegos abun-
dantes .
De acuerdo con el erigen de los materiales que los
componen pueden dïstinguïrse dos grupos principales
de suelos en la comarca . Por un lado, los formados
a partir de maternales «nn situ>a o poca transportados,
que dentro del sector buertana presentan una exten-
sión reducida y muy localizada .
Según un estudio de las suelas huertanos $ publïca-
do hace unas años, en las elevacïones trïásicas que
forman los cerros de Santomexa, Cobatillas, La Cueva,
1Vlanteagudo y el Castellar en el flanco lN'. aparecen
Litnsuelos calizos no aptas para el cultiva, cuyas de-
rrubios han dado lugar a la formación de algunos peo
queños-sectores de suelos Pardo-calizos, pedregosos y
permeables, con gran proporción de carbonatos, que
alcanzan cierto desarrolla al pie del cerro de Cob :~ti-
Ilas y también en Monteagudo y La Cueva .
Litosuelos sobre esquistos pértrticos, aparecen en
los cercas (armados par materiales pérmncas (Espa-
rragal, Campillo, Cabezo de Torres, etc .} y suelen dar
lugar en las laderas de estos montículos a suelos
pardo-siliceos con escasa proporción de carbonatas .
Los materiales aluviales aportados por el Segura,
s C.E.B .t1.S . : Estudio edafológico y agrobiolôgico de la
baserta de 14~furcia. LO.A .T.S., Murcia, 29&3, 1$3 pp.
31
el Guadalentin y algunas ramblas de trayecto largo
son la base del segundo tipa de suelos, muy extendí=
dos superficialmente y denominados en conjunto sue-
los rle vega, que presentan dos variedades .
Suelos de vega ~renci~í~aosos, profundas y permea-
bles que se extienden ampliamente por la cabecera
de la. huerta (Alcantarilla, J'avalí Viejo, Euebla de
Soto, La Raya, Era Alta y Aljucer), reduciéndose lue-
go a una estrecha faja junto al río y dos bandas para-
lelas en el contacta entre la depresión y sus rebordes
montañosas . En el sector final ~de is huerta, a la altu~
ra de Beniaján, vuelve a ampliarse este área de sue-
las profundas, debida probablemente a los derrubios
apartados par la rambla del Garruchal y laderas de
la Cresta del olla, ocurriendo alga sï ilar al NE,
junto al caserío de El Ciscar, por efecto de la activi-
dad de la rambla Salada .
Son estos suelos de carácter aláctano y están en
relación directa con las aportaciones de sedimentos
gruesas de los cursos que desembocan en el Segura y
de las propïos de este ría . El amplio triángulo de sue-
los profundos en la cabecera de la huerta a que alu-
dimos proviene, sin duda, de las intensas aportaciones
del Guadalentín, y las estrechas fajas que bordean la
huerta par sus márgenes {a veces no llegan a las
300 m. de anchtxrara) tienen un origen caluvial . El
propio Segura, depositando los aluviones más grue-
sos próximos a sa lecho, ha dado lugar en su curso
divagante ~a una serie de «rincones» (Rincón de Saca,
de Beniscarnia, de Villanueva, del Conejo, de Galle-
go, etc .) y «satosr> en las que también aparecen es-
tas suelas profundas, dando lagar a una banda cen-
tral, que, como se ha indicado, recorre la huerta a
ambos márgenes del río .
Coinciden estos sectores can las de profundos ni-
veles freáticos, localizándose en general éstos en el
32
triángulo Murcia-Javalí Viejo-El Palmar a más de
5 m. de profundidad, lo mismo que el de los sectores
más próximos a las alineaciones laterales, ascendien-
do hasta 2 m . de la superficie en las proximidades
del río .
Los suelos de vega cenagosos coinciden con el área
de altos niveles freáticos . En conjunto tienen una
textura mucho más fina que los anteriores y parecen
corresponder a los aluviones más finos aportados por
el Segura . A la profundidad media de un metro apa-
rece en ellos una capa cenagosa impermeable (hori-
zonte «gley») que ostaculiza el drenaje . En ocasiones
esta capa cenagosa está en la superficie, haciendo el
suelo casi inapropiado para el cutlivo, como ocurre
en el camino de Casillas, junto al Azarbe Mayor .
Se extienden estos suelos poco profundos . por el
centro del sector N. huertano, partiendo desde la la
calidad de Guadalupe y ensanchándose hasta ocupar
casi totalmente el espacia entre el río y el reborde sep-
tentrional de la depresión, la isohipsa de 40 m . se-
ñala aproximadamente sus límites . En el sector me-
ridional de la huerta la zona de suelos poco profundos
aparece seccionada por efectos de los materiales de
la rambla del Garruchal que posiblemente dificultan
el drenaje . El área más occidental semeja una cuenca,
cuya parte más profunda estaría situada en el lugar
denominado «El Charco» (situado entre Algezares y
Santo Angel}, fre.^uentemente inundado. Hacia el E.
la faja de alto n vel freático sigue hasta Orihuela .
Estos suelos son, en general, poco aptos para el des-
arrollo de los árb~ eles, excepto aquellas especies cu-
yas raíces son poca exigentes en oxígeno.
Aunque las continuas labores y abonados han mo-
dificado profundamente las condiciones minerales ori-
ginales de los suelas de vega, pueden sin embargo
distinguirse varias sectores con ciertas diferencias en
33
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35
1 .3 . CIRCULACIÓN SUBTERRÁNEA
36
mulación de capas de arcilla muy potentes en los ho-
rizontes inferiores del suelo, que actúan como super-
ficies impermeables sobre las que se detiene el agua' .
Aún actualmente los cauces de conducción y desa-
güe del dispositivo de riegos huertano, no recubier-
to~ en su mayor parte y cuyas escasas pendientes pro
vocan los desbordamientos, contribuyen a dificultar
el avenamiento .
Otro factor digno de tenerse en cuenta en la géne-
sis y en el mantenimiento de este nivel freático supe-
rior es el arfiesianismo anteriormente aludido, que
provoca el ascenso de aguas hasta las capas superiores
más arcillosas, cuya impermeabilidad colabora a su
impregnación y a la formación de horizontes «gley» .
En varias ocasiones estas surgencias de niveles arte-
sianos se han utilizado incluso como fuentes públicas,
así la formada al realizar la cimentación del Puente
Nuevo en Murcia y varias otras en diversos lugares
de la huerta .
En las laderas montañosas de la depresión tienen
do algunos manantiales generalmente en el contacto
cierta importancia las aguas subterráneas, aparecien-
de las dolomías triásicas con los materiales impermea-
bles subyacentes . Algunos de estos manantiales han
tenido un aprovechamiento importante, aunque se
agotaron relativamente pronto ; este es el caso del de
Santa Catalina del Monte, situada en la ladera N . del
reborde montañoso meridional, el cual, mediante un
excavado en galería, permitió a finales del siglo xIx
dotar a Murcia de agua corriente .
.4 . EL CLIMA
37
veas el sureste español presenta arras precipitaciones
desigualmente repartidas, con sequía estival ~acentua-
da y ma'ximos equinocciales . El invierno tiene suaves
temperaturas, la primavera es carta y precoz, el ve-
rapo calurosa y el otoño prolongado y dulce, Pero
dentro de este marco mediterráneo la personalidad
surestima reside en la acentuación de algunas de ~-
tos rasgos, de manera que ha sido posible definirla
como la región más árida de la Peninsula ibêrica $.
hxtendida por los valles ~ las bajas tierras costeras,
salpicada de islotes de humedad ~alli donde el relieve
proporciona altitudes notables y alejada, tanto par
su posición como por la acción de pantalla del arca
hêtico, de los grandes centros de acción climática que
rigen la fachada occidental del continente europeo .
Dentro de este sector cuyas peculiaridades climá-
ticas han sido descritas en varias ocasiones Q, el tramo
de la depresión marciana que ocupa la huerta presenta
ta ciertos caracteres propios, locales, que le prestan.
una indudable originalidad . En primer lugar, la Cor-
dillera prelitoral cierra esta depresión en su flánco
costero acentuando su grado cíe continentalidad, el
fenómeno de inversión térmica es apreciable en el
fondo del valle, ~, por último, un notable grado de
humedad atmosfêrica se detecta claramente producido
sin duda por la masa de cultïvos y la gran superficie
de cauces de riego.
38
1 .4 .1 . Los datos y las estaciones
Como base para el cálculo de los principales ele-
mentos del clima en el área huertana, se han utiliza-
do en este trabajo fundamentalmente los datos deI
Boletín Mensual Climatológico que publica el Servi-
cio Meteorológico Nacional, completados con los apar-
tes mensuales» que cada estación envía al Centro Me-
teorológico del Sureste en Murcia .
Las series utilízalas han sido de treinta años en la
mayoría de los casos . En algunas ocasiones, muy po-
cas, se han tenido que realizar interpolaciones, pero
cuando en determinado elemento las series resultaban
demasiado incompletas se ha prescindido de ellas,
buscando la máxima fiabilidad posible .
Las estaciones consideradas son las de Alcantarilla,
Beniaján, Murcia y Verdolay, todas dentro del área
huertana o inmediatas a ella . La estación de Murcia
corresponde a la instalada actualmente en el Centro
Meteorológico del Sureste, se encuentra dentro del
casco urbano en la terraza de un edificio a 50 metros
altitud . De las varias estaciones que han funcionado
en Murcia ésta aparta los datos más completos y po-
siblemente los más rigurosos .
La estación de Beniaján se localiza junto a este nú-
cleo, a 46 m. de altitud . Tanto esta como la de Ver-
dolay (60 m.) se encuentran en a parte inferior de
la ladera de la alineación que flanquea la huerta por
el SE.
Por último, la estación de Alcantarilla ( 75 m . ) co-
rresponde a las instalaciones de un ~aerodromo mili-
tar. Los datas de ésta los estimamos, en general, coma
más representativos del clima de este sector, ya que
sus instalaciones se encuentran en pleno campo, en
terreno llano y relativamente despejado, al mismo
tiempo que ofrece series muy antiguas y completas
de observaciones . Beniaján y Verdolay presentan pe-
39
r%das de observación más cortos q en la estación de
Murcia se observan ligeras anomalías que pueden
considerarse efectos del ambiente urbano . Aunque,
sin duda, eI análîsis de estas variaciones es muy in-
terésente desde el punto de vista mierarlimátiro, de
hecho cuando sólo se pretende caracterizar el clima
de la zona mediante un cuadra relativamente redu-
cido de indices, estas anotnalias son perturbadoras .
For ello aunque las datas más generales ( temperatu-
ras, lluvias, heladas, etr .} se ofrecen para el cc~n;unta
de las estaciones del área, el cálculo de algunos datos
concretas que se especifïcarán en rada casa, estarán
referidas exclusivamente a la estación de Älca tarilla.
1 .4 .2 . Te~xperaturas . Medias a~auaïes y distribución
Los observatorios situados dentro de la comarca
proporcionan las siguientes datos :
I'er%odo de Altïtud Medía
Estacïón observación (m .) anual
Murcia . . . . .. . 194Q a 1969 53 lß,3°
Aicantar~ïia . . . . .. 194U a 1ßbß 7~ 17.d°
Beniai~n . . . . . . ... 1945 a 1969 qCi 17,5°
Verdolay ... . . . ... 1947 a 19b9 6t? 17,4°
Corresponde la temperatura media más elevada a
la estación de Murcia . La sïtuación de estas instala-
ciones r etearológiras en las terrazas de un edsficio
a más de 20 m. sobre el suela, en el ïnteriar del casta
co urbano Y mu~7 próximas al ria, disfraza las caracteR
cisuras reales del área, reflejando más bien las de un
microclima urbana ligeramente más cálida.
hl resto de las instalaciones de la comarca, situa-
das todas ellas fuera de áreas urbanas, presentan unas
temperaturas medias li~ramente inferiores, que posi-
blemente reflejan can más fidelidad las caracteres
térmicas de este sector de la depresîón .
~ siguiente cuadro expresa el régimen anual. de
temperaturas en estas estaciones, expresada en grados
rentigradas :
40
Estaciân Enero Febr. Marzo Abril Maya Junio Julío Agost . Sept . Oct . Nahre. Dibra.
Murci a . . . . . . . . . 10,8 12,0 14,3 16,6 19,9 23,6 26,4 26,7 24,0 19,5 14,7 11,6
Alcantarilla . . . . . . 9,7 10,8 13,3 15,7 19,0 `22,8 25,7 26,2 23,3 18,6 13,8 1p,3
Beniaján . . . . . . . . . 9,8 1I,3 13,9 15,9 19,4 23,1 25,9 25,7 23,3 18,8 14,p 10,8
Verdolay . . . . . . . . . 10,1 10,9 13,4 15,5 19,3 22,6 25,8 26,0 23,0 1$,3 13,7 I0,7
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'~ a~
~^w~+~www,
d t0 ~~ w
~~ e M a M J~tá~~ .*~~
~13
Estación : MURCIA
44
Estación : ALCANTARILLA
~5
Estación : BENIAJAN
1940 -- - - -- -
1941 - - --- - -
1942 - .- __. ._.. -
1944 - --_ - - -
1945 41,0 Jl. -3,0 En, 44,0
1946 44,0 Jl . - 3,0 En . 47,0
1947 40,0 Ag. - 2,0 En. 42,4
1948 39,0 Ju . 0,0 En . 39,0
1949 43,0 Ag . ~ 0,0 En . 43,0
1950 40,0 Ju. 0,0 En . 39,0
1951 41,0 Jl . 0,0 En . 41,0
1952 40,0 Jl. - 3,0 Dïc. 44,0
1953 39,0 Jl . - 4,0 Feb . 47,0
1954 41,0 Ag. -1,5 Dic. 44,5
1955 40,0 Ag. - 3,0 Feb. 42,0
1956 38,0 Ag . -1,4 Dic. 43,0
1957 41,0 Ag . -5,4 Dic. 48,0
1.958 39,0 Ag . 0,2 Dic. 42,2
1959 38,0 Ji. - 1 .0 En . 44,0
1960 39,0 Ju . - 3,0 Dic . 43,0
1961 41,0 Jl. - 2,4 En . 43,0
1962 41,0 Ag. - 2,0 En . 42,0
1963 43,0 Jl . - 2,5 Feb. 41,5
1964 43,0 Sep . -4,0 Feb . 45,0
1965 39,0 Jl . - 3,0 Max . 43,C
1966 42,0 Ag. - 6,0 Fsb. 44,0
1967 43,0 JI. - 5,0 En . 46,0
1968 42,0 Ag . - 8,5 En . 47,5
1969 43,0 Ag. - i,5 Es. 39,5
46
buertanas . La barrera térmica veraniega es acentuada,
pero aún más importante que ésta (pallada por el
riegas san Ios fríos excesivos invernales . Contra ellos
la protecciôn es aleatoria y en la mayoría de los ca-
sas na está al alcance de los medias del huertano .
Las temperaturas mínimas regístralas en los meses
invernales y las mínimas absolutas de cada año vie-
nen expresadas en los cuadras de las páginas 48,
49,5oy51 .
En pacas ocasiones las temperaturas mínimas des-
cienden de moda excepcional, coma se puede adver-
tir, homogéneamente en toda la huerta . El año 1956
es uno de los pocos ejemplos de descenso general
acusado en toda el área, y corresponde con la acen-
tuada ola de frío que en febrero afectô al área levan-
tïna española la. En la mayoría de las casas las hela-
das son locales, sieYnpre mâs numerosas y fuertes en
Alcantarilla, y relacionadas con el fenômeno de is
inversiôn térmica.
1 .4 .4 . Las oscüaciones tërsnic~s diarias
Quedà, por último, que considerar un aspecto del
mayor interés dentro del régimen de témperaturas,
el de las oscilaciones térmicas diarias, bastante sensi
bles en la huerta le Murcia por efecto de la escasa
nubosidad y deI matiz continental del clima que ellas
mismas reflejan .
La trascendencia de estas oscilaciones respecto al
cultivo es grande, ya que cada planta presenta un óp-
timo en cuanto al valor de la amplitud térmica diaria
en -relación con sus mecanismos fisïolágicos . La gran
sensibilidad que muestran lás. diversas especies, en as-
p~ctos tan importantes como el crecimiento y el peso,
caracterizan como un factor ecológica de primer or-
den al rïtma diario de las temperaturas .
i° Lársz GóMEZ, A . : «Las heladas de febrero de 1956 en
Valenciar>, Estudios Geográficos, n° 6S, 1956, pp . 673-700.
~47
hszacián : MUl~G1A
1
1940 . . . . ., 70 0,1 3,5 2,0 ? ?
1941 . . . . . ~--2,i3 3>0 ~,0 O,ß -r >2 --3 72
4,2
1942 . . . . . . -- 2,2 --~-1,2 2,4 1,0 --~ 2,2
0,0
1943 . . . . . . -W-- i,2 4,0 1,0 2,0 -1,2
p,3
1944 . . . . . , --- 2,O O70 474 0,8 --~ 270
1945 . . . . . . --- 4,0 1,0 3,0 C,0 0,0 --~ 4,0
-2,4
1946 ., . ., . 2,2 2,4 4,0 -1,0 -2,4
1,0
1947 . . . , ., . ~---1,0 4,0 7,4 -- 2,0 --- 270
O,0
1948 . . . . 4,0 4,0 0,8 274 0,0
1,6
1949 . . . , ., O,(t 1,0 --~ 1,4 -1 70 -1,4
1950 . . . . , . -a- 3,0 ---,- 2,p _,~, 3>O O,ß' - 5>p -~ 57~
~,.
1951 . . . ,, . ~._S 7 p .0 7 1 ._. .1,0 5,0 4,0 -°570
_--2,8
1952 . . . .,, 0,0 3,0 2,0 -l,i -278
^°-1
195á ._ . ,* . 70 ^^^270 1 y~ 770 370 J~,~
1954 . . . ., . ~-~-U74 -4 74 372 47O 3,0 --47~k
5,2
2,2
1955 . . . . . . . _~. 0,1 3,5 4,8 -1,0
171.
1956 . . . . . . .--M. 3,4 376 475 l ,tï - 370
1957 . . . . . . «~-1,7 4,4 6,0 4,7 1,6 -1 7 7
0,0'
195ß . . . . . . 3,4 3;5 6,0 5,2 0,0
6,6
1959 = ._ . .. 2 78 4,9 ` , 5,2 270
1960 . . . . . . .
-1,7 2,3 7,2 3,3 276 -1 F7
2,8
19G1 . . . ., . 5,5 3,2 4,7 0,9 079
Aña Enexa ~`ebrera Zblarzá Navzernbre Dicieznbxe Min . del aña
3,0
1962 . ., , . . 1,2 3,9 2,8 -2 ;0 -2,0
0,6
1963 . . . . . . -1,2 3,4 6,2 2,7 -1,2
0,5
1964 . . . . . . 1,4 5,0 4,8 0,0 0,0
0,5
1965 . ., . . .
4,8 1,5 5,0. 0,0 0,0
1966 . . . . . .
5,6 4,8 3,8 2,0 0,6 0,6
2,0
1967 . . . , . . 3,0 5,2 7,6 - 2,4 - 2,0
1,8
1968 . . . . . . 3,6 3,6 5,4 0,2 0,2
0,2
1969 , . . . ., 1,6 3,4 1,8 1,6 0,2
Estación: ALrCANTARILLA
~stación: }3E~~IIAJAi~
1957 ., . . . .
-8,5
1959 , . . . . . .,- l,á ~p
p,(1 2p 1(} q,Q
196p . . . . ., p>p 2,p p,p p,p
O,i~ 3,0 2,p
19G1 . ., . . . - ..-1>ß p,S 1 >ß -.-.5>ß -3,p
1>t?
1962 . ., . . .
..- .1,4 `.~`4>0 2,5 ~,0 --~ 2,0 -`"~ ,0
.-~ 1,5
1963 . . . . . . 4,p 3,p 1,5
1964 . . . . . . O,Q p,p 4,p -- 3,p
..,._3,~ l,p 2,p ~ 1,4
1965 . ., . ., fl,0 ~7rt l,p ~ l'4
1966 . . . . . . 7,t~ 6>~ 6'p ~ 5'p
p,Q l,p 3,p
1967 . . . . 10 5,0 0,2
1,01968 . ., . . . 1,0 -1,0 -1,0
.._ I,Q 0,Q i,Q p,ß
1969 ., . ., .
Las curas medias que ya se han indicado señalan
la existencia en la comarca e un período vegetativo
prácticamente continuo a Io la .rgo de todo el año . Sin
embargo, aun en los meses más prc~ximos al Iírnite-
inferior xLe actividad (los in~~xnales y -scibr~ todo el
ro, que desciende levemente el umbral, de los 10" de
media}~ las altas cotas que suelen alcanzar las tenape-
ratura~s diurnas y sus acusados descensos durante la
noche pueden afectar a aquellas especies exigentes :en
un - naixnero dét~i~niziadcs de batas frío como el
melocotonero o el ciruelo, y también a las que temen
los descensos brus corno es eI caso de los agrïos .
Las bandas del termógrafo de la estación de Alcan-
tarillá permiten establecer el iáfiec~ de variación dia-
ria media de las temperaturas en los meses inverna-
les durante eI decenio 19G3-73 (Gráfico ntim . 4} .
Las temperkaturas alcas~~an su minitno poco antes
de la salida del sol y se elevan muy rápidamente ha-
cia el mediodía, alcan nd~ n contraste térmico
de 7,3.". Ihirante la tarde el descenso es mucho más
lento de manera que las temperaturas netamente su=
perfores a 21i° se establecen por término medio du-
rante doce horas . Si prescindirnos de las cifras medias
y considerarnos máximas, n~fnïmas y os~iLación. térmi-
ca absoluta diaria, se señala que las temperaturas
máximas absolutas a lo haargo del invierno climático
están comprendidas prácticamente° entre 2tl° y ~5°,
pues salo un 1.5,5 por cietàto y un $,~ por ciento se
salen por exceso o por £~efe~to respL tiva ex~te de
este intervalo, mientras que las mínimas absolutas se
distribuyen alxededor de ~2° ~r -3° con unos nzár-
genes también muy estrechos : ,~ por ciento y 11~
por ciento, respectivamente, La oscilación térmica ab-
soluta resulta asi notable y la magnitud de Los má~i-
mos de gran trascendencias en un clima coz escasas
precipitaciones en este período .
i2
El cómputo de horas can temperatura inferior a 7° C
a lo larga del año, indispensables para la buena fruc-
tificación de todos los cultivos propios de regiones
templadás, es necesariamente_ reducido en la huerta
de Murcia en relación con las oscilaciones diurnas in-
vernales aludidas . Para el período 1964-74, y utilizan-
do áhora la división en años agrícolas, la media ee
establece en 748 «horas-frío» al año.
OSCILACION TÉRMICA A LO LARGO DEL AÑO
(Estación : ALCANTARILLA)
Período 1963-1972
Media de las Media de las
máximas mínimas
Meses diarias diarias - Oscilación
Enero . . . . . . ... 21,32 - 0,45 21,77
Febrero . . . . . . ... 20,43 - 0,79 - 21,22
Marzo . . . . . ... 19,60 G,70 12,90
Abril . . . . . . ... 22,58 8,95 13,63
Mayo . . . . . . .. . 26,30 11,93 14,37
Junio . . . . . . ... 29,45 15,61 13,84
Julio . . . . . . ... 33,36 18,74 14,62
Agosto . . . . . . ... 33,04 19,58 13,46
Septiembre . . . ... 29,56 16,79 12,77
Octubre . . . ... 24,76 13,00 11,76
Noviembre . . . ... 19,85 8,31 11,54
Diciembre . . . ... 21,11 -1,27 22,38
1 .4.5 . Precipitaciones
Como en toda la región surestina el rasgo climáti-
co más característico de esta comárca es la escasez e
irregularidad de las precipitaciones .
Normalmente éstas se presentan en forma de lluvia,
aunque pueden señalarse granizadas ocasionales casi
en todos los mesas del año (excepto en verano), al
gunas de gran violencia . Las nevadas constituyen un
hecho insólito y cuando se produce la innivación no
suele durar más de un día.
53
VA~i{AßIL{}7ÄA {hiTf~RA,N'U'AL ï7E LA~ }~REC}{~{TA~}t;JNES ~ENE>~Cr.CtiC}C~}v}~R1 )
ï~kYaóo_ r4E4^r~69
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3,5 3,2 3,3 4,5 3,2 1,6 0,5 0,8 2,7 3,9 3,1 3,7 34,3
Estatzda : ÍAtcanrart~ia .
1 .4 .6 . Frecuencia e intensidad . Irregularidad
57
ción principalmente de la existencia de acentuadas se-
quías . La media de las desviaciones del valor medio
de las lluvias en treinta años se puede establecer en
81 mm., o sea, aproximadamente el 28 por ciento
del valor de la lluvia media interanual, cifra que ex-
presa claramente el carácter acentuado de estas alter-
nativas .
El ritmo de la presión atmosférica en la huerta de
Murcia es bastante regular, sí se consideran las cifras
medias, y superior en líneas generales al valor normal
reduciendo los valores al nivel del mar.
58
de lineas de corriente en el Mediterráneo señalada por
Kendrew is.
PRESION ATMOSFÉRICA MEDIA EN LA ESTACION
DE ALCANTARILLA (PERIODO 1950-7C)
Nivel del mar
Mes Media (mb .) (mb .)
Enero . . . . . . . . . . . . .~ ~ ~~~ 1 .009,4 1 .018,8
Febrero . . . . . . . . . ... ..~ 1 .008,3 1 .017,7
Marzo . . . . . . . . . - . . ~~. ~~ ~ 1 .006,8 1 .015,9
Abril . . . . . . . . . . . . ... ... 1 .005,8 1 .014,9
Mayo . . . . . . . . . . . . ~.~ ~~~ 1 .006,2 1 .015,4
Junio . . . . . . . . . . . . ... .~~ 1 .006,8 1 .015,9
Julio . . . . . . . . . . . . . ~ . ~ ~ ~
1 .006,8 1 .015,9
1 .005,7 1 .014,8
Agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . 1 .007,2 1,016,3
Septiembre
1 .007,9 1 .016,8
Octubre . . . . . . . . . . . . . . .
1 .007,2 1 .016,4
Año . . . . . . . . . . . . . . . ~ .~
59
F"i{QCUENtfR pE Yt£NTG5 DE CA6A RUtneG fN '(. SöBRE EL F6Yk4 pE aB5ERVAC(GttES (PRE5 D1kR4A5 Ex UK
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61
RUMBOS Y FRECTIENCTAS DE RUMBA
EN PCkR~ENT AJES DE I}aS VTENTaS
SUPERIaRES A 23 KM./~I. EN T,A
HUEKTA DE MURCTA
62
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S O N O E F M A M J ) A S
66
como el período más irregular, con acusada posibili-
dad de aridez .
67
de 1956 se registraron en algunos observatorios de la
huerta hasta -5° C.
El final de las situaciones estables invernales suele
situarse en las últimos días de febrero, aunque ciertos
años se prolonguen hasta abril, para pasar a un perío-
do equinoccial de actividad ciclonal en relación con
las oscilaciones del alta de Azores y la ocasional for-
mación de altas presiones en el Atlántico N. El cam-
bio se subraya por un descenso de las presiones no-
tables en abril y un aumento de temperaturas y llu-
vias, proporcionando el mismo mes una máxima se-
cundaria dentro del año .
El período inestable primaveral es corto y muy
pronto, a veces en el mismo de abril y casi siempre
en mayo, se detecta la presencia ocasionar de altas
presiones que anuncian la situación de verano, esta
brusca transición se refleja en un fuerte descenso de
las lluvias que no alcanzan como media en mayo la
mitad de las caídas en el mes anterior .
Durante el verano la influencia del anticiclón de
Azores, desplazado hacia el N. y prolongado con fre-
cuencia sobre el Mediterráneo, proporciona un tiempo
estable, caluroso y claro con escasísimas precipita-
ciones .
En ocasiones puede formarse nubosidad convectiva
acompañada de chubascos tormentosas, estas depre-
síanes barométricas locales, más frecuentes en agosto,
son responsables del descenso de la presión que se
acusa como media en dicho mes .
Lluvias mínimas y temperaturas muy elevadas son
responsables de la barrera árida veraniega que se es-
tablece de mayo al final de agosto. Durante estos
meses los totales medios de insolación en porcentajes
sobre el máximo teórico superan siempre el 70 por
ciento y la evaporación media diaria oscila entre
5 .4 mm . en mayo y 6,3 en julio, de manera que re-
68
presenta hasta catorce veces el volumen de lluvia
que pùede caer en el mismo periodo.
En septiembre se inicia la situación de otoña, aun-
que en acasionze el mantenimiento de la baja esta
cionaria peninsular relacionada con el anticiclón de
Azares pueda prolongar el verano unos días. Después
los ciclones atlánticos penetran a través del portillo
de Gibraltar produciendo lluvias, y las depresiones
situadas al C? . del archïpiêlago balear generan vientos
de E. y NE . con precipitaciones aún más abundantes .
Se logra así el máximo principal de lluvias, centrado
en octubre, y el única período del año que puede
considerarse coma húmedo . Esta etapa de inestabili-
dad presenta el riesgo {existente también en prima-
vera en menor grado} de la formación ~de situaciones
atmosféricas generadoras de lluvias . torrenciales cu-
yas consecuencias suelen ser catastróficas en la región .
El punto de partida de estas situaciones suele ser una
circulación zonal en altura a la vez que en superficie
se sitúa una baja profunda al S . de Irlanda y una
cuña anticiclónica avanza hasta el S . de Francia. La
dorsal de la onda larga se desplaza hacia el E . y gira
orienxándose de SO . a NE. iniciándose así una retro-
gresión generadoaa de una «gata» fría en altura que
puede atravesar la península de NC3, a SE. Con vien-
tos de Levante y una fuerte concentración de isoter-
mas sobre ~el mar de Alborán se inicia una depresión
que produce fuerte advención del aire cálido en esta
cubeta mediterránea. La elevación de este aïre cálido
y húmedo, acelerada por la disposición del relieve
bêtica, produce el inicia brusco de precipitaciones
muy intensas cuya persistencia no suele superar el
par de días, pera que precipitan una masa de agua
considerable sobre los cursos surestinas, generalmen-
te cartas y de acentuadas pendïentes, producienda
catastróficas inundaciones . La situación suele termi-
69
nar por el fraccionamiento de la baja fría y el resta-
blecimiento de la circulación general de O.
7a
dal es casi exactamente igual a la de las precipitacio-
nes, aunque este carácter es mucho más acentuado
en el Guadalentín, de cúrso más corto y zonal .
Las irregularidades interanuales llegan a ser acen-
tuadísimas, inclino los caudales mensuales pueden ser
absolutamente contradictorios de un año para otro .
Estos caracteres de irregularidad se acentúan en las
fuertes crecidas que suelen sobrevenir con las lluvias
de otoña o primavera . Son por ello ríos que necesitan
unas obras de regulación importantes, tanto para pre-
venir las inundaciones como para asegurar las dota-
ciones de agua de los regadíos . De hecho los embal-
ses más antiguos de Eapaña se localizan en esta re-
gión, así el embalse de Tibí, en Alicante, construido
en 1594, y el primer embalse de Puentes sobre el
Guadalentín que data de 1674 . Los dispositivos de
defensa de los sectores más densamente poblados,
singularmente la huerta de Murcia, son también de
gran amplitud e interés aunque su eficacia sólo sea
parcial, comu se ha demostrada en varias ocasiones .
1 .5 .1 . El río Segura
71
SITUACIONES DE CARENCIA DE AGUA PARA RIEGO EN LA HUER`i"A
DE MURCIA DESDE 1750 A 1850
Años En. Fe. Ma. Ab . Ma . ,3un. Ju1. Ag. Se. Oc. No. Di.
1750 ... . .. x x x
1753 . .x . ... x x x
1758 . . . ..x . x
1760 . . . ..x . x
1765 . . . ..x . x x x
1773 ... ... x x x x x
1774 ... ... x x x x
1779 . .x . ... x
1780 ... . . . x x x
1782 ... . .x . x x x x
1783 ... . .x . x x x x x
1787 ... . . . x x x
1789 ... . . . x x x
1790 ... . .x . x x x
1792 . . . . . .x x x x
1793 . .x . .. . x x x x x
1798 . . . . . .x x x
1799 ... . . . x x x
1800 . . . . . .x x
1801 . .x . ... x x
1803 . . . . . .x x x x x
1804 . .x . ... x x
1806 . . . . . .x x
1807 .. . . . . x x x
1810 ... . . . x x x x
1811 ... . . . x x x x x
1814 . .x . ... x x x
1815 . . . . . .x x x
1818 . .. . . . x
1824 ... ... x
1826 .. . . . . x x
1827 . .x . ... n
1828 . . . ... x x
1832 . .x . .. . x
1834 . .x . ... x
1846 . .x . ... x
1847 . . . . .. h
1848 . .x . ... x x
rasgos rnás singulares del régimen de este ria . Sus
aguas, venidas desde las sïerras lluviosas que enmax-
can la región marciana, aseguran unas ciertas posibi-
lidades de riego en los largos y áridas veranos, pero
en primavera y otoño con frecuencia se presentan
como violentas avenidàs cuyos efectos sobre la huexta
fueron siempre una imprevisïble cuestión de grada
hasta un ciexto caudal el dispositiva de riega podio
absorberlas y distribuirlas por la huexta en forma de
riegos de inundación, cargados de arrastres limosas,
que dejaban las tierras profundamente humedecidas
y cubiertas con «tarquín» favorecedox de la fertilidad
del suelo . Pero otras veces la violencia del agua, xom-
pienda muros y desbordando acequias, arxasaba la
huerta llevándose cultivos y barracas, gamadas y ha -
bres en pavorosas catástrofes de las que la huerta
conserva aûn temeroso recuerda.
Resultan muy difícil, por la carencia de datas, es-
tablecer exactamente el régimen del Segura en la eta-
(~a anterior a las más antiguas obras de regulación .
También es prácticamente impasîble sabex en qué
medida los rasgos que puedan bosquejarse afectaban
en concreto a la huerta de Murcia, pues no existen
aforos en las tornas del riego . Sin embargo, algo pue-
de deducirse a troves de las vicisitudes parque otra-
vesaban los cultivos y la actividad de los huertanos
para solucionar las situacîones críticas . Por medio de
las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Murcia y
la publicación de Arévala, Couchod y Sánchez l' en la
centuria 175-185{}, se localizan hasta ocho inunda-
ciones de cierta ïntensidad en las meses de otoño,
tres en primavera y dos en invierno. Par el contra-
rio, las situaciones de escasez de agua para riega, pa-
i2
mielas a importantes dïsrnínuciones del caudal del
Segura, se distribuyen en el misma período según eI
cuadro de la págïna anterior.
Varias cons dexaciones inmediatas pueden derïvarse
de estos datos . En primer Iugar se señala una acusa-
da irregularidad del caudal en este tramo final del
Segura, rasgo común a Ios ríos mediterráneos, pero
aquí acentuado por eI peculiar clima de las tierras
bajas surestinas . También es notable la frecuente ïn-
suficiencia de las aguas primaverales para asegurar
esta importante etapa deI cultïvo, de manera que en-
tre febrero y abrïl se concentra) la mayoría de las
situaciones de escasez . Por el contrario, de mayo a
agosto la pausa estival en eI xitma de cultïvo impide
el planteamïento de carencia en caudales . Por último,
el otoño casi húmedo de la región y el invierno con
caudal relativamente abundante, señalan eI mînimo
de situaciones de penuria .
Parece posible afirmar que la huerta, al menos des-
de el siglo xvm en el que regadío alcanza una expan-
sión muy notable, como más adelante se indicará,
vive al Iîmite de sus posibilidades en caudales de
riega . Situación que se traduce tanto ~en la elección
de especies cultivadas como en la minuciosa regla-
mentación del riego que durante el siglo xtx conoce
das «ordenanzas», varios proyectos y el nacimiento
de diversos organismos con funciones de administra-
ción y vigilancia del agua .
Pero el caudal del Segura y sus oscilaciones a Io
largo del año, que determinaban exactamente las po-
sibïlidades de riega, son como señalamos muy diffcil
mente evaluables . Sin embargo, y hasta cierto punto,
algunas precisiones pueden intentarse . El régimen an-
tiguo del Segura correspóndia, sin duda, al tipa plu-
vio-nival mediterráneo, con dos máximos equinoccia-
les y un estiaje veranïego acusado, matizado este ré-
73
gïmen en el trama fïnal de su curso par las vïolentas
lluvias otoñales propias de la regïór~ y la notable arï-
dez veranïega . Los caudáIes medïos mensuales que se
han calculada con. datos anteriores a 1932 se expre-
san referidos a la estarïón de Archena, la más pró-
~ïma aguas arrïba a las ramas del riego de la huerta
de Murcia, y por tanta la que mejor puede ïnfarmar
sobre d%spanibilidades de agua de riego. Cïertamente
estas rïfras no reflejan exactamente el régïmen antï<
gua del Segura, p=,zes las prïmeras abras de regulacïón
ïmportantes se remontan a 1917, pero son anteriores
a la etapa de canstruccïón de grandes presas y, par
tanto, bastante próximas al que debió ser el xégïn~en
natural de este río .
La rampararïón entre las caudales moduladas en
Archena y las de la estarrón de Murria (aguas arrïba
y aguas abajo respertïvame te de las tomas del rïego
huertana) san un ïndice valïaso para establecer el
régïmen de neresïdades en rïego de la huerta. de Mur
rïa, aunque sólo sea apraxïmado, pues -existen aftas
tomas de menor ïmportancïa y algunas devoluciones.
Según los datas que praparcïana Lc~pez Bermúdez zs,
los caudales en ambas estaciones se distribuyen ro-
zno ïndïca el cuadro de la págïna 75.
Consùmia, pues, la huerta de Murria a la larga de
un año aproxïmadamente 93 millones de ms, de las
cuales más del 5fl por ciento en las n~ses de julio a
septiembre . En eI momento actual es dificïl estable-
cer el mïsma rákulo al haber desaparerïda la esta-
rión de aforar de Murria . Sï consïderamos las valú-
menes de agua aforados en la próxima estacïón de
Archena, se pueden estimar en 292.t~92 .~8(ï,4{} t ' ~al
año los que rïrcuIan por la red de riegas huertana, ya
que la rapacïdad de derïvarïón de la presa arïgen del
1s LórEZ Ñ~iRMÚllL~, F. : l a Vega alta ~ïel Segara, pági-
nas 110-~ 11 .
CAMBIOS RECIENTES EN EI. REGIMEN UEI . SEGURA
Estación En . Peb. Mar. Abx, May . ,dun . Jui. Ag. Sep. Oct. Nav. I3îc.
Axchena . . . . 24,58 35,41 37,60 31,11 26,1.4 19,54 75,47 há,67 16,55 1.7,27 23,27 26 ;93
Murcia . .. ._ . . ., 22,87 35,32 36,23 29,30 20,46 16,52 9,47 8,55 12,12 25,51 22,23 25,49
Ui£erencia .. . . . 1,71 0,09 1,37 2,81 5,68 3,02 6,00 5,12 4,43 2,76 1,04 1,54
Estación En. F~eIZ . Mar. Abr. May. dun. ,tul . Ag. Sep. Oct. Nov. Ilic.
Axchena . .. . . . 5,16 7,00 10,76 10,98 12,63 12,01 14,51 14,76 11,02 6,00 3,96 3,90
riego (16 m~Íseg .) es superior a las caudales máxi-
n3os del rio.
1 .5 :2. Ira~~t~ctciot~~s
76
hasta sesenta y cinco avènidas importantes, que des-
truyeron parcial o totalmente la Contraparada al me-
nos en dieciséis ocasiones y, por supuesto, dañaron
más o menos gravemente el dispositivo de riegas .
Persistente memoria, por su carácter de gravísimas
catástrofes, se guarda en Murcia de algunas de estas
inundacïones . La Mamada «riada de San Calixto~
{14 de octubre de 1651) al parecer costô la vida a
mâs de miI personas.. En ocasiones la violencia de las
aguas Regaba a romper el cauce meandrizande del Se-
gura, creando difluencias temporales y arrasando a su
paso sectores enteros de huerta . Las Actas Capitula-
res de 23 de septiembre de 1.736 Io indican : « . . .el
río rompiö por eI Rincón de Seca y vino por la AI-
gualeja a romper el Malecön. . . » .
En octubre de 1776, las aguas del Segura dejaron
«esta Huerta, assí del lado del Norte coma del Me-
diodía, tan inundada que es quasi rïo de sierra a sie
rra» 21, clara alusión a que el lecho de inundación
del Segura en este tramo coincide con el valle rnur-
ciano. Más modernamente, en 1834, la huerta quedó
arrasada en su mayor parte por los efectos de otra
catastrófica crecida, así como en 1846, 18S(í, 1867
y 1876, dañando reiteradamente las obras del Regue-
rön y el Malecön construidos para defender la ciudad
de Murcia, inundándose varias veces las pedanías de
Era-Alta, Nonduermas, La Raya y Rincón de Seca.
La más famosa, sin duda, de toda esta larga serie
de crecidas es la «de Santa Teresa» { 14 de octubre
de 1879) . Se calculó en su dio que habían fallecido
777 personas a consecuencia del desastre y que fue-
7?
gi ran afectadas hasta 24 .000 Ha . de cultiva entre el
curso bado del ~uadalentán y el del. Segura.
lr}esde el prïmer marxtenta se atribuyó la responsa"
bilidad del desastre al Guadalentín.,, cuyas aguas, des-
p~és de praducïr graves daños en Zorca, se precipita
ran unïdas a las de la rambla de $imago en busca de
confluencia pan el figura, ha ~sti~natlo el cau
dol máximo de aquel río para esta crecida próxïma a
los 1 .700 tn3,~seg. en el embalse de ~uent ~ y aun-
que la partïcular dispasicicin de la red de afluencias
en el curso baya na pernútiá su aumenta, en doce
horas vertici el Cluadalentin el Segura de ~I'} 40
millones de metros cúbicos, calculándose un máxima
de 1 . 00 r~nsfseg. (elevadísi o} en este tramo final.
El Segura por su parte llegó en esta ocasión a llei
var un caudal máxïmo prôximo a los 2 .000 ma~seg.,
poderosa onda de e cid que recl~azahdo la del ~xua~
dalentfn hizo extenderse las aguas de éste por fada
el área a idental de la huerta. Aljucer, Era-Alta, l~a
faya, l~uebl~a de Soto, 1`landuermas y Rincón de Seca
quedaran cubiertos por dos metros de aguas fango-
sas . En la ciudad se ïr¬unclaron~ el barrio del barmen
y parte del antigua casca urbano ; e1 nivel del agua
estuve diez metros por encima del normal. Posïble
mente sea esta una, de las mayores catástrofes de este
tipo de las ocurridas en Españai M. urde za no duda
en calificarla ema Huno de los dil vïc~s rn~s rnortif~
ras de las anales hzdro-iógiras europees» .
En 1884 1 1885 y 1897 se repitieron -las crecidas
78
can graves daños para la agricultura, cor spandienda
la última del siglo a 1898 .
Aunque las obras de regulación de la cuenca y pre-
vención de inundaciones comenzaran a buen ritmo
con nuestro siglo, todavía pueden señalarse dentro
de éste algunas avenidas importantes rama las de
1906, iß19, 1921, 3941, 1943, 1947, 1948, 1950,
i 965 y 1972 .
Las causas de tan repetidos desastres, así cama las
provïsiones para evitarlos, las hemos señalado en otra
lugar za, y, más recientemente, han sido estudiadas
en detalle y con gran rigor por Herin y firzpit zs . Ras-
gas climáticos y morfológicos se aunara en su génesis
y colaboran en los efectos devastadores que suelen
producir,e ampaniendo un cuadro cuya gravedad ha
sida percibida desde antigua par las habitantes de la
comarca.
Existen natícïas sobre proyectos de obras y cons-
truceión de embalses en el r'ia Guadalentín desde las
últimos años del siglo xvi, las primeros del xvxT, y
en 3674, fecha esta ~en la que se llegaran a iniciar
ohms pronta arruinadas por una avenida . La derïva-
ción de este cauce directamente al mar, antes de su
confluencia con el Segura, se planteó al menas desde
1645, no realizándose la llamada «derivación de To-
tana» hasta 1938 . Las intentas de madifïcaciones en
el cauce del Segura san, al menos, tan antiguos coma
los citados para el Guadalentín . Un análisis lúcida
del conjunto de las problemas se realizó ya a finales
del siglo pasado en el «Congreso contra las inunda-
ciones de la región de Levante, celebrado en furcia
79
durante la tercera semana de maria de 158 »~ base
de nu rvsas trabajos que lemas cornentacia en el
articula anteriormente aludïda .
Sabe este tuna leemos de valer ~s adelante, se-
ñalemas aquí solamente que la percepción de este
riesgo se ha traducida desde antigua en numerases
esf~~erzas que % avienen en u de las factores
esenciales del paisaje agrario Y 1a rnorfolagia urbana
ciel núcleo de l~Iurcia.
EL SISTEMA ~DE RIEGü
El establecimïento y desarrollo del dispositiva de
riego que distribuye el agua del Segura, es un factor
fundamental para el conocimiento de la infraestruc
tura de la huerta de Murcia y la comprensión de los
problemas que afectan al cultivo.
En Lineas generales la red de riegas y avenamien-
tos murciana es muy antigua. En documentas del si-
glo xzzz se encuentran alusiones muy concretas a la
existencia de dos acequias mayores, que aportan 1-as
«aguas vivas» para el riego'. Los dos «azarbes», re-
colectares de las «aguas muertas» o sobrantes, apare-
cen citados al menas desde el siglo xzvr <que se aiim-
pien cada año los açarbes mayores, que san el uno
aquende el rio e el otro allende», afirma textualmen-
te una carta real de 1325 del Archiva municipal mur
1 Toxxas Forrr~s, J. : Repartimiento de la Hurta y Cam-
po de Murcïa en el siglo XIII, C.S,hC. y Academia Alfan-
sa X el Sabio, R+iurcia, 1971, 22Ei pp.
$i
ciara . Y esta distribución de cauces prïneipales per-
vive actualmente, cuanda el área regada lea llegada ~
multiplicar par seis su extensión original.
El desarralla del riega se lea realizado, par tanta,
progresivamente a la largo del tiempo, alargando las
acequias que sangran el rio y establerienda nuevas
tomas de éstas, asi carne artefactos elevadores . El re-
soltado es una abra maestra del empirisma agrfcolax
pera escasamente práctica en cuanta a la ecanamia
del agua, ya que existen sensibles diferencias entre
las dotaciones de las acequias más antiguas y las más
recientes. gtrellas suelen conducir condales abundan-
tes, a partir de famas abiertas y prácticamente sin
tener que ceixirse ~ tandas, la acequia de_ Pu~arz a
y las que parten +~ las ruedas elevadoras de Alcan~
varilla y La Tora san un buen ejemplo de ella, al de-
volver casi. ~xttegras sus aguas al. rice ¬~ a la red de ave-
namiento. Far el contrario, las acequias situadas en
el trama final de la huertfx tienen las tandas bastante
espaciadas y disponen de caudales menas abundanves,
El volumen fatal. de agua que circula por las can-
res laoervanas es también excesivo, pz.cavacanda filtrar
rianes importantes, ya que la mayor parte de las
acequias na están recubierias. Fera este volt.~ ga-
rantiza, al mantener el agua a determïnada nivel, ~a
posïbilidad de que penetre en suficiente cantidad par
las tornas de las cauces secundarios, salvando las dé-
biles desniveles del sector más llana de la dgpresión
gr.ze se riega sin recufrir a procedimientos de eleva
cïón. l~a modificación de este difícil equilibrio exïgi-
rîa sin duda una reestructuración fatal del sistema de
distribución de caudales,
El agua en Murcia es un patrimonio de hados qt~e
se admï istra en c~anxurtirlad seg n andgu derrei as
y ordenanzas . Posiblemente el origen de esta peculïa-
ridad -sea musulnaáxt y desde entonces el Ï~uertana
g~
guarda celosamente este privilegio, protegido por una
tradición que sucesivas legislaciones han respetado.
Diversos organismos, de los cuales el más represen-
tativo es la Junta de Hacendados de la Huerta de
Murcia, y un derecho local : Las Ordenanzas y Cos-
tumbres de la Huerta de Murcia aseguran el funcio-
namiento del sistema de riego, la defensa de intere-
ses y la pervivencia de unos usos que no parecen en
consonancia con las necesidades actuales. La necesaria
evolución económica de la región que debe propor-
cionar el Trasvase Tajo-Segura, es muy probable que
plantee una grave crisis a este y a otros regadíos tra-
dicionales .
85
estas acequias dan nombre a las «T-ierédamientos xe-
gantesa> s,
Par las famas de las das acequias mayaxes entra
en la huerta casi la fatalidad del agua utilizada en
riega . ~ datas de is ,unta de ~-Iacendadcss cIe la
Huerta de Murcia, en 1966 par is fama de Aljufia
pa~dían penetrar 8,(lß ms /seg. i par is de Barreras,
7,499 ausJseg,, y par la de ~iaurra ïa Nueva (que
coma nemas indicada aunque na se considere mayor
tatua directamente del rial, I,2fl3 m~ seg, listas can-
tidades han sido bastante variables a la laxga de la
histeria del xiega ms~rciax~a, par ser la Cantraparada
sólo una presa de derivación y na de embalse y par
la irregularidad del xîo . Tambicn las propias caracte~
risticas de la abra, muchas veces modificada, Izan pxa-
ducida importantes variaciones .
~n a¬aras xealizadas era distintas echas, las taínas
de las acequias mayores dejaban pasax las siguientes
caudales en mefros cubicas par segunda :
Año Aljufia Barreras Churra
1815 ,.. ., . ... 3.350 5.bß0 -
1901 ... .. . .,. 7 .125 7 .006 -
1907 . ., ... , ., 5 .145 7,230 -
1909 . .. . ... 6 .204 8,3b0 -
1966 . ., .. . . .. 8,402 3 .499 1 .20
(T>atas: Junta cle Hacendadas.}
a E1 número de estos Heredamientas partíeulares es varia-
ble, como se puede comprolaar componenda Ires enutrterarlos en
las Ordenanzas de 1849 y los que cita Dfnz Cnssov en su ce
mentaria a dichas Ord~nanxas de 1889 . Actualmente hay se"
tenía y dos H¬redamientos que riegan con aguas vius y ciesr
ta diez de aguas muertas . 1~ estas ultimas sólo rzegan can
esfias aguas Ios de las aCequías que toman de los azarbes de
Bentel y Tierra Roya en el 5. y del Merancha y Mayor en
el 1~;,, Ios cuales ya he¬nas iudlcado. El resto se han or~;anïza-
1a en Heredamíento a efecto de la matada de sus cauces y na
de riega,
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88
rentes : cuadradas, circulares, elípticas, etc ., y en oca-
siones estar situadas bajo el agua : «ventanas» . Las
dimensiones de estas tomas son también muy varia-
bles y vienen determinadas por la costumbre, deno-
minándose su medida «marco» de la toma .
En cuanto al cauce propiamente dicho sus lados
son los «quijeros» y su fondo la «solera» . Las aguas
se dividen con un «partidor» que puede ser un «ta
blacho» o puerta, de madera generalmente, con mo-
vimiento vertical sujeto por las «brencas» ; o por «ta-
jamar», obra curva o angular que reparte el agua . Por
último, el cauce acaba vertiendo el sobrante de los
riegos, a otro cauce o al río, por la «cola» .
A9
ble, aunque zYa sea posïble descartarla fatalmente . ï~Su-
cl~a xnäs plausïble es la o~pinï~n. de las grze la pa n
árabe ° y construida no másallá deI sïgly z~ .
Es tnuv prababl , sï izeznos de fiar en ~ descrïp-
cia~n de al ïm~ari ~, que las prïxneras tomas en el rxv
fueran por media de mînas e~ca~Tadas ~:n los relieves
que lo encajan en este trama. ~a Mica de construc
czán q mantenimiento de este tïpo de obras na era en
estas feclta~s ïgnorada en absc~lutc~r n estas tontas,
dcss al parecer, se regarían en una primera fáse cierta
e<~tensiôn de tierras localizadas en el ángulo NC). de
la ~a~al huerta,
La ,presa pxopiamente dicha, al construirse posterior-
xnente, fendria la finalidad de enviar xnás agua por las
canduccianes Y ampliar de esta (arma el área de rie-
go, escanda construida fundamentalmente a base cle
estacas ~= pilotes n arena ~ piedras> itz~ ~cuen~e+
xxtente destruida por las avenidas del xiv dada su fx~.
gilidad, vuelta a recanstrctir, fue ese presa la Dase
del sistema de riego basta el final del siglo xv. len
1~~4, destruida pox una crecida, se ïnïciaxt trabajos
laxa re nstrui~ de pï~, n¬~ tertn adsss basta bien
dntrado el segunda decenïa del siglo ~vz ; el fruto in-
n~zediato fue ~ posibiiïdad de ampliar eI riega en el
sector de El R.aal, al final de la huerta, Esta primera
ßI
otras sr por los que resbala el agua cuando salta la
coronación cle la presa. I:.as tomas de las aeequïas no
forman parte del cuerpo de la presa, están excavadas
etz las rocas que soportan los estribos de ésta, y cada
una de ellas tiene ~zna compuerta de admisión y un
aliviadero de nivel que devuelve el agua sobrante al
río'2 .
Îll caudal derivado es muy variable, según las os-
cïlaciones del río. Î~acia los últïmos ax"zos del siglo xvrt
parece gcze se derivaba la mitad del caudal total del
Segura ~3 ; hacia la mitad del siglo xxx, unos 12 m3j
segundo ~4, y al prïneipio del siglo, solamente 5 m~~
segundo'" . En la actualid d son unos 16 m~%seg . los
que es capaz de clerivax el disposïtivo, pero el cau-
dal del Segura es ïnferior, de n~atzera fue, excepta
en ocasión de crecidas excepcionales, la totalidad del
caudal pasa en un primer momento a las acequias de
riego.
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do y Cabezo de Toxres, y desemboca en el Azarbe de
I~Ionteagudo . La 'acequia de Alfatego, de torna cerra-
da, recorre x.000 m . y vierte a la acequia de ~araí-
che después de regar tn Guadalupe, Albatalía, Espi-
nar o y Churra.
La acequía de la Rueda de La Ñora, llamada tam-
bién Reji~~, eleva sus aguas por medio de una rueda
laídráulïca y recorre 2 .000 m, regando en La Ñora y
Javalí Vieja . Bendamé Mayor, cíe toma cerrada, riega
en Guadalupe y . Ibatalia . A unos 7 .000 m . de su
toma se divide en das brazos que vierten a la acequia
de ~araicl~e . Bendamé Menor, de tesina cerrada, reco-
rre 1 .000 m ., volviendo a la acequia mayas después
de regar en Guadalupe y Aibatalía. La acequia de
Nácar, ele fama cerrada, tiene también un recorrido
de 1 .U00 m ., riega en Allsatalía y desemboca en la de
~araíehe.
En el trayecto de la acequia Mayor del Norte, en-
tre la localidad de La Nora y el Malíno del Aznar
(donde toman las acequias de ~araiclxe y Caravij~a a
ambos márgenes}, e~ísten varías brazales que toman
sus aguas de la mayor por medio de raías, pues el
nivel de estas tierras es más alto que eI de la acequía .
La acequia de ~araiche, can toma cerrada, tiene
una longitud total de ió .000 m ., regando en Albata-
lia, ~araiche, Monteagudo, Esparragal y Santomera.
Par su gran langítud está dividida en tres tercios, e
í~~crementa su dotación can aguas sabrantes de las
acequias de Nácar, Bendamé Mayor, Álfatego y di-
versas colas de brazales .
Charro de San S~íego, de fama cerrada, tiene un
trayecto muy corto en Albatalia, desembacando en
Roncador. Este cauce de Roncador, de toma cerrada
~= escasa longitud, riega en Albatalía y araiche, des-
embocando en el Azarbe a través de cauces de aguuas
muertas . Santiago, que riega en ~araiclze, es también~
96
como las anteriores de toma cerrada y escasa longitud .
Casteliche, de toma cerrada, recorre 6 .300 m . cn
Zaraiche y Monteagudo, se divide en dos ramales que
luego se unen nuevamente y vierten al Azarbe de
Monteagudo .
La acequia de Nelva, de toma abierta y 3 .000 m .
de recorrido, se prolonga unos 4 .500 m . más con
los nombres de Casillas y Cabecicos, riega en Zarai
che, La Flota y Puente Tocinos . Su cola, con varias
ramificaciones, vierte al Merancho de Gil y al Azar-
be Mayor .
La acequia de Churra Za Nueva forma también par-
te de este heredamiento, aunque sus aguas proceden
directamente del Segura unos 500 m . aguas arriba de
la Contraparada, tiene una longitud de 10 .200 m, y
vierte al azarbe de Monteagudo, de ella no toma
ninguna acequia .
97
niel después de regar en San 13enitrz~ Benia~ár~~ ~`aM
rreagñera Aiq~zerias,
Entre la toma de la Acequia Mayor y la Primer:
afe ar que sale ¬ fia exist a variem atares
ocbal para regar tierrás situadas a mayor altura.
Párten de la tnargerz dereci~a cle la Acequia Ma~~r
del Mecliodia las mersores szguientes : °~r~aedad, A~c~xta-
ía~Aïlla, .~eni~Zéa Be~x~a~~n, Alquib~as, Aljcarctla£~á, Agr~~x
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Iß3
Pïtargace, can 3 .OOC? txt. de longîtud, que riega El Es-
parragal>
Par última, eI Áxar&e del Merenga nace yunta a
la hereda de la nieva. cz dataci~m ele aguas pravîe-
ne de las iandronas de Las Pérez, Car~xpïlla, Lariz y
de Las i4~`alïraas, asi cama de la cala de la aeequîa de
Pitarque, del Brazal Alto y de la Acequia de ~a~
raiche.
La red, de recogida de aguas muertas en ~l :E ereda-
mîento Sur está a carga del Azarbe deZ Malecón, el
de Garnbln, el de la Sierpe, el de C t~, el cle `áerra
Raya, el de ~enïeï y el Azarbe Mayar deZ Medàodia .
El azarbe elel Malecón vîerte sus aguas unidas a las
del de ~utillas en el rio; el de umhin, unida al del
la Sierpe, en el Reguerón. T)el Azarbe de fierra haya,
c~ue avena las aguas del área más rneridîsaszal rle la
huerta desde Santa Angel a Benîaján, parte la acequia
de Zeneta, que recorre t~a~(}~} m* y riega e ~arrea-
güera, Las Ramos y ~eneta,
El azarbe de Benîel, que tiene urt recorrida d
2 .5ßg m., recibe parte de sus aguas del de fiierra
Raya y de él parten varïas acequias que riegan el
ángula Sureste huertana. Por la rz~argen derecha to-
man de este azarbe las acequias de Carcanax y Ace~
r~ ie% l~a primera, can un recurrido de 5.2ßß n~., rie-
ga en Alquerías y Zeneta ; la segunda, can 3,Op0 m,,
en Alquerías, Par la margen iaquierda del azarbe to-
rnan las acequias ele %s Parrar, de 3a¬ßß tn . de langa""-
tud, que riega ~1 sector de Alquerías tnás próxima
al ria.
Por últrmo, eI ~zarbe Mayar del Medîodîa parte
del azarbe de 13enîel, se denomina ¬arnbién dac a ~
recame ~.5tlfl ., recogiendo avenamientos de BeniM
cató y 7eneta, pasa después a la lau~rta de Qrihuela .
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~G1°1~.AL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12.E
~ A i~a ~ttzai p al~ l~ tci~, ~ ~ ~1 ~ .
~fi
.F3etualrr~e te, controlados por la Junta de Hacenda-
dos de la Huerta, existen 123 motoras elevadores de
agua, cuya localización es sensibleanente la mïsma que
la de las antïguas ruedas :
Posiblemente funcionan apunas más, pertenecien-
tes a comunidades de regantes no integradas en la
Junta de Hacendados, pero su número no ha sida
posible determinarlo, ya que su uso está envuelto
en problemas jurídicos . Posiblemente el número to-
tal de motores hoy en funcionamiento, autorizado 0
no, se acerque a 1 ~.
Ii~
te toda la Baja Edad Media presenta al pie del recin-
to amurallada una rueda ríe corriente ~° que debía
proveer cle agua la ciudad .
De estas ruedas de corriente sólo quedan actuah
mente tres en la huerta de 1Viurcia . Za ya citada «Rue-
da de Alcantarilla>y, la situada junto a la localidad
de I~a 1~ara y la pequeña «Rueda de Feiices~> .
La «Rueda de La Dora» está situada en la acequia
mayor de Aljufia, unos metros aguas äbajo de las to-
zzzas de Churra la deja y Alfatego y junta a la loca-
lidad a la que ha dado nanxbre .
Isa rueda actual fue proyectada y construida en
lVSurcra par la empresa «Industrial Metalúrgica, S . Iy.»,
hoy desáparecida, y mamada en su actual emplaza-
miento la prïmera quincena del año 193ó, comenzan-
do a funcionar eI 15 de marzo de ese mismo año . Es
totalmente metálica {con materiales que se adquirie-
ron a «Altos I-Iarnas de Vizcaya»), tiene unos i2 m .
cle diámetro y está compuesta de dos coronas provis-
tas eada una de 12 radios. En las llantas de estas ca-
ronas, huecas y de sección xectangular, están coloca-
dos los cangilones en número rle 7~, correspondiendo
3b a cada corona y construidos can chapa galvanizada .
Gira esta noria sobre un eje eon rodamientos apoya-
dos en las paredes laterales .
Entre ambas cotanas se disponen las paletas, de
perfil parabólica, erx número de 36 y con un ancho
aproximado de 1,5fl m. contra las que choca la co-
rriente moviendo el ingenio.
Fue adquirida esta rueda par las regentes del F~e-
redamïento en. unas wsesenta mil pesetas, y su caloca~~
lUg
cïón provocó en su día airadas protestas de Los aman-
tes de la tradición y una áspera polémica periodzstïca .
El agua elevada por la rueda de La Ñora provee
aproximadamente 5t} has. (el Lleredamiento de la
Rueda de La Ñara) que se riegan par tandas . Normal-
mente no es costumbre regar de noche de orado que
éste es un Heredamiento sobredorada .
El inmedïato precedente de esta rueda, que descrï-
be Torres $albas ~f, era de madera can un diámetro
de 8 a 9 m, Posiblemente es ésta la señalada por
Madaz, que llevaba agua a 34 has . ~.
La instalación de este artefacto se remonta a la
primera mitad del siglo xv, a peticïón de la familia
de don Lope Pérez de Lávalos ~ el cual «avía mer
cado e camprada la heredat que dizen del Gavali, . .
e avía mester en la acequia mayor Aljufia una año-
ra para regar. . . » .
La rueda de Alcantarilla está situada en las proxi-
midades de este núcleo en la acequia mayor de $a-
rrèras, junto a la fama ~de la acequia de Turbedal, La
actual noria, de forma similar a la anterior, es tam
bién metálica, construida e instalada en 195G por la
«Sociedad Metalúrgica Naval y Terreste», de Alïcan-
te Z¢, y pagada también por las propietarios del He~
redamiento .
Mïde esta rueda 11 m. de diámetro y consta de
das caronas provsstas cada una de 12 radios en cuyas
llantas, tarnbíén huecas y rectangulares, se alojan 36
cangilones en cada lado. Entre ambas coronas se dis-
ponen 36 paletas . La anchura fatal entre los arcos ex-
zi Toxxas Bnr.s~s, L. : «Las nonas fluviales en España~>,
Al-Andalus, ~, Madrid-Granada, 1940, pp . 195-208 .
zz 11~1ADaz, P. ; op. càt., p . 732 .
Toxx~s Fo}v°rás, J. : <tLos origetres de la rueda de La
Ñora», Boletzn de Informacàön del Excmo. Ayuntamiento de
Murcàa, n ° 16, septiembre, 1967, pp. 13-14 .
Ax~coraas~s, M . ,L . : op, cit., pp. 26-28.
1(l9
terioxes de ambas cananas es de 1,9Q m, C~ira sobre
u ° e cuy¬~s extremos se embuten en cxa~irretes enca-
~ados en los flancos de la abra, que (cama en e1 casa
de la rueda de La Ñaral son unas gruesas muros de
ladrïlla maczza vista. Par la parte supenion de éstos
discurren das cauces a las que vïexten las cangilones,
gire lue;a se anea pana llevar agua a ~~ Iras, en el ~e-
redamienta de la Rueda de Alcantarilla . De hecho el
agua elevada par esta rueda, cama erg el casa de
fiara, es excesïva para las recesïdades del terreno
asignado y amlaas riegan ~extensianes mucha manares#
sobredorando sanas acequias.
El origen de esta rueda parece elevarse tambïén
basta e1 sigla xv~ cuando el T)eán de la Iglesia de
Cartagena Fernán Alfonso de Cña manïfestc~ al Con
ceja de lVlurcia gua en la acequia de Barreras aparte
debajo del cabezal de la acequia del t`urbedal~~ se dis~
ponía a instalar «ona añora que sacase agua~~ ~s pana
beneficiar aquellas secaras. En 1.85(} la rueda n sus
derechos de riega fueran. adquirïdas par las propie-
tarios de las tïerras regadas a las Pias Fundaciones
del Cardenal 1~e11uga, que en ~.~3~ hablan ~tenid~s
par conveniente hacer de piedra la obra . . . de dicha
narria la qual era de Tablas~s, según consta en el 1e
gaia ~3~ del A, 1bI. barcia, En estas fechas, semen
Ñxadoz ~~, el agua elevada par la rueda servza cara
regar 7S leas,, la mayor parte en el tërr~insx ~l~ A can-
tarina n alga más de una era el de Nonduerrnas .
Pon última, la rueda de Felices, mucha más peoue-
ña, está situarla en la hacienda de este nambne muv
cerca de la presa de la Contnaparada y toma sus meas
de la acequia. may¬~r cle Al .~fia. 8u diámetro na s¬~-
brepasa las 5 m., can una estructura similar a las anm
11Q
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,.;-3i-' .^47 yr3- .'.r 4' . .s., ~, N .z . .,= .v _ _ .~ .., i _ . ~s .: .R
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113
T~as valúmenes de agua se dxstrïhu~~tr~ . para el rïe~
ga en la 1~~ n~eclïan ~ ¬~ a turnas rl n
las Î~oras de riêga. liegulada esta procedimïenta por
la castumbre es muy canZpla~a, ~~a qu las aguas nax
se di~ den par e~a de la asïgna ~in de valxitnenes
fïjas, sina que se trata de divïdïr prapóxcïonalmente
~ ~roluntara tot~l d~spani q e ~~~ ~ ~ ~
traparada . urn~ la l~axerta na se creó de una ve~, nï
se dïstrïhu~eraa~ las aguas et~ canjunto~ las datacïarae
e las ace zas raa gz arrlan an Ladas la mzsana propar-
cïc~n can las a tensïanes de terrena, Par ella en unas
Haredazne tas al~unda t~ng ~ agua~ ~ na ne ïw
tara ~Lanerse a tandas ~sal~re toda las siLuados en la
calaecara d~e las aceciuïas rxaenar } . f~trcas, i'undanz
t Le las sitr.~as an las calas~ n L:axad s taá cas
de hasta quince dias, pueden llegar a no tener agua
zaï en s turaxa> 1.. abusos en ~sste Le~ san ïnna~~
zxaex~ahles, agra~adas par la anteriar e~istencia de ace-
quïas sïa~ tanda que han sïda sotnetidas a ~sta pa~
necas~~ ¬lel ~ ~ au =c gantas na spetan
esLa regla~entaciôn y sïguen en sus antïguas costun~~
%ras. ~n lineaa gen rales las tier s suas ~s pr~
:simas a. la eal cera del rïega Lienen Landas cada oclaa
dias, en tanta que las más alejadaa sôlt~ puadett regar
cada ¬~ïnca ~as a ás.
En c°uanta a las L~c~niras del riega segúta el terrett+~
Y la madali~ de Sti L~ presenLat~ las sïguaant pe_
culiarïdades .
P`ar rxaedi¬~ ~le la recl stri~uldora ~ a~ d llega
al agna de r¬ega a las parcelas de acuerda can Sa pe~:-
dïente : ~rïego a pïe~~ a oïcn elev~da por medïos arc
cánácas; ~a ega par ale~acïdn~~ . n al ~a tr clïcia~.l
de regadla acupan las rïegas ~a pïa t3na e~tensï~5t~ apra~»
~eitxrada de 12 .1.g laaa., e~ tanta ~ lc~s ~~s par
i1~
elevación comprenden unas ß .g 3 has . de las cuales
aproximadamente la mitad se riegan con aguas ele-
vadas de las cauces de aguas muertas. Las nuevos
regadnos son en su mayor parte por elevación .
Una vez el agua en la parcela se suelen emplear
distintas prac~entos para el riega. El más ext
dicto en la huerta cle Murcia, sobre todo para cultivos
farra~eros y -arbolado, consiste en dividir el te enr
en una serie de tablas horizontales de dimensiones
variables, limitadas por unos caballones de retención
de paca altura . El agua forma sobre estas tablas una
capa que cubre toda la superficie regable y es absor-
bida o filtrada por el terreno. Presupone este tipo de
riego par inundación abundancia y bastara del agua,
ya que el caudal que suele entrar en una parcela por
minuto oscila entre LZ~ß y Z.~tl~ litros.
Este procedimiento, denominado de riega ea man-
ta», presenta muchas difïcultades para lograr un riega
bueno: si corre el agua demasiada rápidamente la
percalación puede .na ser suficiente ; si por el contra-
ria el terrena permanece encharcada mucho tiempo
se producen graves quebrantas, eI agua desciende más
allá de la zona radicular y se desperdicia, se lava el
suela, etc. Dependiendo en alta grado de la atención
y habilidad del regarte es sin duda antieconómica
este método ~.
Otra procedimiento de riego también bastante ex-
tendido es el riega par surcos, utilizada fundamenta
mente para cultivas tales como patatas, habichuelas,
maíz y frutales cuando están ásaeiadas con otras cul-
tivos,
En este casa se Doce entrar el agua en las parcelas,
donde previamente se han hecha una serie de surcos
ao TSBAELS~AI, O. ~~ ., y CANSEN, V. E. : Princz~ios y ctplà-
cucio~aes deï riega, 2~ ~d.. ~arcelana, Ed. ~everie, 1965, p~
gines 28b-3ßi .
iI
paralelos entre si y separadas unas de otros por pro~-
mi ncias de tierra Icaballc~nes~ e clin¬ensianes vaw
rial~les 3~ distinta separación según las cultivas . Exige
este procedimiento menos canth¬lacl rle ag`aa que el
ar¬*eriax, a la ~re~ ¬ z¬e se reducen las p~rc~á as pox evaW
paración 3r es posible realizar labores poco después
¬ : hacer regalo .
Otras madalida-des : aspersión, xiega subterránea,
etcétera, apenas sat¬ ¬¬ tilïzad¬~s ez~ l~ ca arca .
`¬sdos estas mët¬~das, ex¬ gex ral. caracterizadas pax
la excesiva aportación de agua a la tierra, pueden
llegar a producir gxa es dificcultades a las agric lL¬a
xes . doma ejemplo de xiegas e:~cesivas podemos aduM
cir las dados a los agrios en la lxuerta. Narznal~er~re
se s¬¬brepas~¬r¬ los ~. rn~ laa ., szenslo asi que las
necesidades minirnas han sido establecidas s~ en 2 .74(?-
:~:~~?(~ ~~Iraf para las distin s ~arie¬lades de lince
x¬cros ~ de 3,2Gt~ a 4.240 tra:3/Îaa . para los naranjas .
Lo que etx la huerta se denomina <esonxiega>k o rï
ga exeesi a, ~~eeuente al parecer r la dificultad de
regular el tipa de riego a manta, encharca can¬inns y
c¬~lti~=ces pró rnos ~s está sea=eramente reprimida des-
de antig~¬+~ ~.
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I19
(Jrdenanza no ha tenido pra'cticamente vigencia en ja
parte referente aI denominado «régimen de estiaje»,
a causa de una presunta violacïán del derecha al agua .
Los agricultores muxcianos impusieron en todas las
ocasißnes su criterio de pasar de~ «régimen de es~iol>
(que en sí no es más que obligar a cumplir la ley) a
pedir el agua de gracia.
La aportación suplementaria de agua que répresen-
ra el agua de gracia, se obtiene cuando eI CToberna-
dor de la provincia ordena a los Alcaldes de los tér
minos en las que están situadas las tomas de las
huertas ribereñas anteriores a Murcia, que cierren
éstas durante tres o más dios, fijados atendiendo la
distancia . Según la gravedad de la situación la me-
dida suele extenderse más o menos vega arriba. Se
consigue asi que llegue bastante más agua a la Con-
traparada, y de ella a los cauces de riego, limpiándo-
los y arrastrando las aguas encharcadas y que pue-
dan también regar aquellos que no lo hubieran he-
cl~o al menos desde ocho rizas .
El agua de gracia llega precedida de un bando de
la Alcaldía donde se anuncia su venida, se recuerdan
las disposiciones del régimen de estiaje y se dispone
que se cierren las tomas de las acequias conforme ~e
riegue, para que pueda llegar el agua al final de la
huuerta .
La última vez que se pidió el agua de gracia en
Murcia fue en i9~3, después los trabajos de regula-
ción de la cuenca la han hecho innecesaria .
120
bito de la red de riegas, no en el río) la Junta de
Hacendados .
Los «repartos» se refieren a las necesidades econó-
micas para la ejecución de obras encaminadas a la
conservación de los riegos . La costumbre de repartir
el importe de las reparaciones y limpieza de cauces
es antiquísima . En el siglo xrv existen documentos
que aluden claramente a ello : «para mantener la di-
cha preu e mondar las dichas acequias, que auedes
de derramar pecho por las heredades que'cada unos
tienen en la dicha huerta . . . », corresponde a una car-
ta real de 1371 ss . Actualmente se acuerdan éstos por
el Juntamemo general o particular según la extensión
de las obras a ejecutar y luego se distrïbuye el im-
porte entre los propietarios interesados en la obra,
a un tanto por «tahulla» se . Existe desde antiguo una
valoración de las tahullas, a efectos de los repartos,
en tres categorías (de una, de dos y de tres «tarjas»)
que cotizan distinta cantidad a' . Con el producto de
estos repartas se atiende fundamentalmente a la de-
nominada «monda» de las acequias, o limpieza de
35 Archivo Municipal de Murcia . - Cart . Real, 1405-18, fo-
lio 57 r.
ss La «tahúlla» es unidad de superficie tradicional en la
huerta de Murcia y equivale a 1 .118 m~ . Para facilitar su uso
en adelante, incluimos una pequeña tabla de equivalencias :
Tahúllas Hectáreas
1 0,1118
5 0,5590
9 1,0062
45 5,0309
89 9,9500
A su vez esta unidad de superficie se subdivide en :
«Cuartos de tahúlla» : 2,7949 áreas
«Ochavas de tahúlla» : 1,3975 áreas
«Dieciseisavos de t»húlla» : 0,6987 áreas
37 Ordenanzas . . ., arts . 115 a 126 .
121
éstas, que se realiza anualmente en el mes de marxo
durarste quince dies, pericFdo en el que se carta la
circulacitSn de agua por las acequias .
La monda de los cauces de cada lzeredat ienta r~
gente se costea por los propietarias en dicha Here-
damiento, organizada por el Procaradar del cauce que
luego dïstril~uye los castes . ~, por tanta, mup varia-
ble el precia par tahulla, pues además de los tres
tïpos de cotización indica~clas, depende de la longitud
de las cauces a limpiar y de las precias del jarnal en
ese momento .
L~a manda de las acequias mavpres es la ~ini que
realiza por su cuenta la Junta de Hacendadas ; para
ella y para las demás necesidades { incluida el propia
sasteninsienta d~e la Junta de su aparato adminisA
trativa) se realizan también repartos . l;n uno de las
diurnas realizF~das, al final de I~ Q, se cleter~ó
que se alaonara par tahona de primera calidad ,~6 pe.
jetas, de segunda 30 pesetas y de tercera 29 pesetas,
l~l nórxsero de tahonas afectadas por el reparta se
distribuye del siguiente modo :
fial~ lias de primera ; ~G .~~
Tahullas de segunda : 41 .816
Tál~ullas de tercera : 28 ~4~
~aml~ién cotrzan en los repartas las r~zedas elev~a-
dara~, sabre 4 ~ l~c~ras de firma n.
len conjunta los gastos gtte el propietaria huertano
tiene que realizar de cara a la limpieza de acequias
~t otras necesidades, y que abona a is Junta de Ha~
vendados, oscilan alrédedox ple las tx~il pesetas atzuales,
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125
acertadas . La más drástica de las propuestas supon-
dría la reestructuración de la red de avenamientos ; a
base de tres canales profundos de cuyas colas se ex-
traería el agua por bombeo, solución parcial que tra-
ta de suplir un replanteamienta total del riego cuyas
dificultades aparecen como difícilmente superables .
A partir de los datos que proporciona el Centro
de Estudios Hidrográficos para la cuenca del Segu-
ra 4° , teniendo presentes las necesidades hídricas me
dias según tipo de cultivos la superficie que éstos
ocupan actualmente en la huerta, el consumo global
de agua se puede estimar en 89 .828 .030,40 m3., o li-
geramente superior, cantidad que supone sólo el 30
por ciento del volumen total derivado en la Contra-
parada como ya señalamos . Por supuesto que este vo-
lumen total derivado no se utiliza íntegro en el riego,
y gran parte del caudal transportado por las acequias
no tiene otra finalidad que mantener en éstas la altu-
ra adecuada para que penetre el agua por todas las
tomas . El consumo de la vegetación en las márgenes
y las devoluciones al río sin haberse utilizado, com-
pletan la importante fracción que circula por la huer-
ta sin aplicarse al riego . Estas peculiaridades mues-
tran claramente que el dispositivo de riegos en la
huerta de Murcia no merece realmente tal nombre,
reduciéndose a un sencillo sistema de derivación que
convierte el cauce del río en decenas de pequeños
cauces .
La reorganización general del dispositivo de distri-
bución y avenamiento de caudales desde las tomas .
de origen, la regulación de las tandas, el revestimien-
to de la mayoría de los cauces y la racionalización de
las técnicas de riego, aparecen como condiciones in-
CENTRO DE ESTUDIOS HIDROGRÁFICOS : Necesidades hí-
dricas de las cultivos en los planes de regadío integrados en
la cuenca del Segura, Madrid, Ministerio de Obras Públicas,
1967, pp . 107-132 .
126
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~,at*aliza~~~rz~ N~, de ~te~~cione~ ~~,~ensión ~n Ha,
.ficeq~,~a
3~ de ~}~urra la S~ueva . , . . . . . , . . . . , . . ., . . . , - 1.7C~~,8~
,~.cequ~a de ~efïca . . . ., . , . . . . . . . . . .r ., . . . . . .~ . ~ 1~,~
Acec~t,~ia de ~ cc e . .
., . . . . > . . . . . . , . . . . ., . . . . ., 22,~~
~;csntx~.~arada . . . , ., . , ., . . . . . . . . . . . . . ., . . . . .v
1~~,21
~ázarl~~
~ del ~e~;anch~a , . . . . . , . . . . . ., . . . . , . . . .~ . . . 2~.á,3S
ampq~ de 1N~tar~za , .u . . . . . . .< . ., . . ., ,. . . ., . . . . .» ,3.I2~
enr~~sr~ tot de ~a~ amp~ia~ianes ~e~l~citada~ en ï~
mar; en iz~,r~~erda ~~1 Se~r~~a . .> .*< ., . .,, ,, 5 .21Ci,4~
1 3~a~xnar
~ . . . . . . . ., . . . . ., ._ . ., . . . . . . . . ._ . . . 544,3Q
~,antr~~aradai , . . . . . , ., . . . .~ . . . . ,, . . ._ .,, ., . .,w 2 ~S~
~am~xr~ de sat~a~oneea , ., . . . . . . . . . . . . ., . . . . . . . 3.841>3i3
~e 1C~ . . . .. . . ... . ., . ., ., . 2b~,pi
xrez~.~~~rn tot~~ de 3a~ ~mplia~~c~nes ~~rlîezta~~ ~ en j~a
max~en des~ck~a c~~~. Segu~'~ , . . . . . . . . . , . .,a 4.943,41
132
3. CONSTRUCCION DEL PAISAJE AGRARIO
Si el conjunto de rasgos que prestan orïginalidad
al paisaje agraria de la huerta de Murcia san, en gran
medida, reflejo directo de la estructura agraria actual
de la comarca, un examen detenido permite pronta
advertir cómo, en una praparcïón quizá muy supe-
rior, estos rasgos derivan de etapas anteriores y son
legada de otros momentos históricos perviviendo
apoyados en la escasa capacidad de cambio del mundo
rural. A1 fin y al cabo la ocupación del valle murcia-
no ha sïdo una obra prolongada, que sucesivas gene-
xaciones han abordado can objetivos y técnicas dife-
rentes y es, por lo tanto, la construcción de este pai-
saje un hecho hïstórim en tal grado que los rasgos
de la morfología agraria., del hábitat e incluso las del
sistema de cultivo resultarían càsí ininteligïbles sin
recurrir a antecedentes, a veces muy lejanas, para ex-
plicarlos .
I35
El establecimiento humana en la comarca murcia-
na es muy antigua . Numerosos restos arqueológicos
asi lo confirman, pero al misma tiempo parecen indi
car otro hecho de singular importancia : el fondo de
la depresión del Segura, en este tramo, no parece
haber tenido una ocupación agrícola permanente has-
ta la época musulmana .
Las aldeas, ias necrópolis y los templas de los an-
tiguas pobladores de Murcia han aparecido casi sin
excepción emplazados a cierta altura sobre las alinea
ciones limítrofes . Posiblemente huían sus matadores
de las peligrosas crecidas del Segura y de las dificul-
tades de un valle pantanoso en grandes áreas, que-
dando así durante siglas abandonado éste a un esporá-
dica aprovechamiento pastoral en su mayor parte .
Parece, pues, corresponder a las colonizadores mu-
sulmanes, pertrechados can la amplia experiencia de
los regadíos en Oriente y Africa, la inauguración del
esfuerzo colonizador que no habrá de concluirse prác
ricamente hastá nuestro siglo. Par supuesto que está
muy lejos de las pretensiones modestas de este traba-
jo el poner punto final a una ya larga polémica entre
historia-dares y polígrafos sobre unos posibles oríge-
nes romanos del cultivo en el área . Muy recientemen-
te algún acatar ha considerado converüente volver so-
bre el tema, sin embarga sus conclusiones «no han
podido ser tajantes»~, de manera que arqueólogas e
historïadores siguen teniendo la palabra .
136
en là que el cauce del Segura divagaba libremente,
meandrizando y creando amplios sectores pantanosos,
ofreció a los primeros colonizadores excelentes con-
diciones potenciales para el desarrollo de la agricul-
tura . Una vez aprovechado el estrechamiento del Se-
gura al penetrar en la depresión para desviar sus
aguas y, canalizadas, utilizarlas para el riego, pronto
comenzaron a extenderse los cultivos por el fondo
del valle.
Las dïfzcultades para el asentamiento humano y
desarrollo de la agricultura que presentaba el medio
eran, sin embargo, numerosas y derivadas principal
mente de las características morfológicas del terreno,
así como del propio río y su personalidad hidrológica .
En lineas generales pueden resumirse en los siguien-
tes apartados :
T37
este sector ha sido desde antiguo profundamente mo-
dificado par la actividad humana. Can la ayuda de
la fotografia aérea se ha reconstruïda, en la medida
de la posible, el trazada del rîo prünitivo (Gráfica
núm. 2} en la consideración de que en gran parte los
meandros cortadas que pueden apreciarse la han sida
por abra del hambre, ya que es poca probable que
en un área de asentamiento humano tan antiguo y
denso el rîo divagara libremente . Puede decirse que
el «enderezamiento de la caja clel rîo», la desecacién
y puesta en cultivo de sectores pantanosos y la pro-
longación de las acequias de riega san etapas simultá-
heas del crecimiento histérica de la huerta marciana .
A fiziales del sigla xv, y junto al propia núcleo ur-
bano de lt¬Iurcia, el problema afectaba a la salud de
la ciudad: «Otorgamos . . . a vas el dicho Alvaro de
Arraniz. . . la laguna del Labor a la puerta de las me-
noretas que es en la huerta e término de esta ciudad.. . .
quel dicha acensamienta vos facemas por guamo la
dicha laguna. . . por razén de las muchas aguas que
allí se escurren . . . es rnuy dañoso para la salud delta
dicha ciudad. . . vas el dicho Aleara de Arraniz ayays
de reblir e rebledes la dicha laguna . . . en tal manera
que se pueda panificar . . . » Z. Y en el siglo xix aún
no se habîa terminado de desecar completamente eI
área huertana como muestra el mapa de Alvarez de
Toledo s. Proceso, pues, largo y difícil ya que en nu-
merosas ocasiones, par roturas en la red de riegos e
inundaciones, quedaban amplias sectores ya en culti-
va empantanadas, necesitando nuevas y Gastosas obras
de desecacién.
El Segura, que da vida a la huerta can sus aguas,
y asimismo el Guadalentîn, han sido también arad%
z Archivo Municipal de Murcia. Actas Capitulares, año 1494,
£ol . 9ß r,
a «Plano tapográ£ico de la Huerta de Murcia», por don
~onQuírr ALVnHE2 va ToLrno, escala aprox. 1 :40.ööö, 1ß5ß.
138
cionales enemigos del. asentamiento humano en la
comarca . Ya hemos aludida al esfuerzo constante para
defender de sus furiosas avenidas . No menos interés
ofrecen las frecuentes obras de corrección de mean-
dros en eI Segura, can ocupación agrîcola en eI tramo
de cauce abandonado .
Por última, la elevación de aguas para riegos en
sectores donde no llegaban las de las acequias, es una
necesidad que se hace notar desde la primera fase de
ocupación del suelo .~I propia trazada de las acequias
primitivas (que en varias ocasiones se intentó modi-
ficar} dificultaba el riega en amplias sectores, coma
puede apreciarse fácilmente en el esquema de la red
de riegos que se incluye. Algunas acequias, como la
de churra la Nueva, paliaron este problema en eI N.
de la huerta ya en el siglo xvz, pero el sistema más
generalizado fue el de la elevación de aguas por me-
dio de norias : «Fuera de estos dos canales no se riega
con el agua del rîo de Murcia, si no es por medio de
ruedas elevatorias» ~, afirma un escritor árabe pasi-
blemente del siglo ix; estas ruedas perduran hasta
hoy en la huerta de I1~Iurcia .
Desecaciones, correcciones de vueltas en el rio,
construcción y prolongación de cauces de riego y ave-
namiento, etc ., van mareando las etapas del creci
miento huertano, frecuentemente detenido por gra-
vîsimas crisis de todo tipa, pero nuevamente reinicia-
do por la tenacidad del agricultor marciano .
1~9
el riego. No es en absoluto un ritmo permanente y
homogéneo el de este crecimiento . Numerosas crisis
de muy diversa oxigen marcan detenciones e incluso
retrocesos en este camino hacia un áprovechamienta
más completa de las posibilidades hídricas. Pero, en
conjunto, y a despecho de inundaciones, roturas, epi-
demias, problemas políticos y todo un largo rasarlo
de calamidades diversas, se impone la tenacidad de
la población huertana tratando de llevar el agua a la
mayor extensión posible, y ello con una característica
singular, nunca ( al menas no hemos encontrado nin-
guna noticia) se intentó modificar la estructura gene-
ral del dispositivo de riegos legado por los ârabes, la
huerta se desarrolla siempre a partir del núcleo pri-
mitivo y siguiendo sus mismos patrones. Razones eco-
nómicas, intereses basadas en la conservación de pri-
vilegios, e incluso Raones militares, pues durante va-
rios siglos la red de acequias de la huerta se valoró
como dispositivo defensivo de la ciudad (por otra
parte nunca eficaz), colaboraron a lo largo del tiempo
para mantener incólume una sïtuacián que permitió,
ciertamente, un desahoga económico sensible ~al la-
brador marciano durante largos años, pero que desde
hace unos años arrastra una prolongada crisis que pue-
de determinar su desaparición en un futuro no lejano .
El crecimiento del área regada, desde la etapa fun-
dacional hasta la actualidad, viene expresado en el
cuadro de la página I41 .
El proceso de crecimiento no fue homogéneo en
los dos Heredamientos mayores, e încluso las super-
ficies regadas por las acequias sufren importantes os
cilaciones a lo largo del tiempo por causas que son
difíciles de detectar . La extensión regada en Ios dos
Heredamientos mayores por varias acequias viene ex-
presado en los encartes entre las páginas 242 y 242 .
Estos datos, aún incompletos, a la vista dei esque-
X40
EVfQLUCIC7N DE LA SUPERFICIE IiE LA HUERTA
DE MURCIA
Extensïón de la huerta
Fecha Tahúllas Equivalencia Ha .
{ 1) Siglo XI I I .. . ... ... 38 .643 4.293
(2) Sigla XIV ... ,.. ... 36 .080 4.1708
(3) 1480 . . . . . . ... ... ... 52.597 5.844
(4} 1621 . . . . . . ., . ... ... 73 .897 8.214
(5} 1713/34 , . . ... ., . , ., 87 .000 9.666
(6) 1757 . . . . . . .~, . .. .. . 96 .903 10 .767
(7) 1803 . . . . . . ... . .. . ., 105.000 11 .667
(8) 1836 . . . . . . . ., ... ... 93 .822 10 .425
(9) 1877 ., . . . . ... ... . .. 102 .088 11343
(10) 1925 . . . . ... ... ... 117.867 13 .096
{ I i) 1953 . . . . . . ... ... . 155.673 17 .297
(12) 1970 . . . . . : ... . .. ... 194.031 ' 21 .559
Natas al Cuadra
(1) Calculado con datos que proceden de : Repartimiento
de Murcia, Ed . de J . Torres Fontes, Madrid, C.S .LC., 1960,
316 pp.
(2) Estimación basada en datos de ToRxES FONTES, J . ;
Repartîtraiento de la huerta p el campo de Murcia en el si-
glo XIII, C.S .LC. y Academia Álfanso X el Sabio, Murcia,
1971 . Vid. p. 36 .
(3) TORRt;S Foxr~s, J. : <eEstampas de la vida en Murcia en
el reinado de los Reyes Catálïcas», Murgeta7aa, n.° 15, Murcia,
9.961 .
(4) Cescnta~s, F. : Cartas Filológicas, t. II, Espasa Calpe,
Madrid, 1952, p. 186,
(5) Ha sida impassble encontrar datas de las dos Hereda-
mientos referidos a la misma fecha . Los documentos utiliza
dos son: «Padrón de las tahúllas que comprende la mitad de
la huerta de esta ciudad del Jada de Espinarlo, desde el Azud
hasta la Jurisdicción del Reyno de Valencia», año 1713, que
comprende el Heredamiento septentrional completo. Respecto
al Heredamienta sur; ~Padrán de las tahúilas que riega la
acequia mayor de las Barreras», año 1734 . Ambos documen-
tos en el Archivo Municipal de Murcïa, legajo 3957.
(6) «Parirán de Sas tahúllas del Heredamiento del norte»
y <rPadrán de Heredamientos de la Zequia mayor de Barre-
ras», año 1757 . Archiva Municipal de Murcia, legaja 3970 .
(7} Interrogatorio sobre cantidad, calidad, destino y cul-
l~l
HEREDAMIENTO MAYOR DE MEDIODIA O ALQUIBLA
EXTENSIÓN E!v Ha.
Acequias s. XIII s. XiV s . XVI 1734 1757 1836 1959
142
- `Z- N r
42
ARM
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Kel!
Z- 15-01
A it' 41-
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m-' 1W ~0
ON
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145
Alcantarilla por medio de una rueda elevadora a la
vez que se acometen obras de desecación con la pro-
longacion y mejora del azarbe de Monteagudo hacia
1492 y la entrega a censo de la laguna del Lobar
en 1494 .
El impulso mayor a las ampliaciones corresponde
ya el siglo xvr . Las acequias de Santarén, Albalate,
Brazal de Herrera y Aljoraiba debieron construirse,
o al menos ampliarse hasta adquirir importancia, en
las primeras décadas de este siglo, a la vez que se
realizaban importantes obras en la Contraparada que
permitieron aumentar los caudales desviados . En el
cuarto decenio se instala la rueda elevadora de agua
que luego se llamaría «de la Ñora» y se abre la ace-
quia de Churra la Nueva (1545) que llevaba el riego
al «secano de Churra» . Poco después, en 1548, se co-
menzaron a desecar terrenos pantanosos en los pagos
de Urdienca, Monteagudo y Santomera, llegándose a
colonizar unas mil hectáreas .
La actividad colonizadora prosigue a buen ritmo a
lo largo del resto del siglo, realizándose obras en el
azarbe del Almarjal en 1556 y 1572 s y en el del
Codo en 1571 6 e iniciándose en el último decenio
las desecaciones en El Raal. En 1568 se iniciaron
también una serie de reparaciones en todos los cauces
de la huerta . Un proyecto de desviar el cauce del
Segura por los «almarjales» de Monteagudo se aban-
dona en 1583 ante la oposición de Orihuela, en cam-
bio hacia 1593-1594 se realizan obras para enderezar
el río, quitándole dos vueltas, unas aguas arriba de
la ciudad «encima de los molinos que dicen de San
146
Francisco» y otra aguas abajo «que va a dar a la
vuelta que dicen de Luis»' .
Dejando a un lado la ejecución de obras concretas,
la preocupación por los problemas del riego es evi-
dente en toda la centuria . Varias veces se trató en
Concejo la necesidad de modificar el trazado del cau-
ce del Segura', e incluso Felipe II llegó a enviar al
famoso Juanelo para estudiar este complicado pro-
blema . La iniciativa concejil en 1591 de poner pare-
des de argamasa al río, que hubo de abandonarse por
su elevado precio, y las numerosas mediciones efec-
tuadas en 1572 para trasladar la toma de la acequia
de Aljufía, muestran la atención con que se estudia-
ron los problemas del riego .
En los primeros años del siglo xvir, a pesar del
quebranto que representó la peste de 1600, se man-
tiene un apreciable ritmo, corrigiéndose una vuelta
del río junto a la ciudad, en La Arbolejo, entre 1602
y 1613 . No fueron, sin embargo, los posteriores acon-
tecimientos favorables a la prosecución de estos es-
fuerzos . El ruidoso fracaso de la obra del primer em-
balse de Puentes en el Guadalentín, las epidemias
que asolaron Murcia en el cuarto decenio provocan-
do una auténtica catástrofe demográfica, la famosa
«riada de San Calixto» en 1651, una de las más vio-
lentas de la historia, y la crisis general en que se su-
mió el país durante el reinado de los últimos Austrias,
se reflejan en una paralización casi total de la activi-
dad colonizadora . Pese a todo, de 1654 a 1657 exis-
ten datos de estarse realizando a buen ritmo las obras
para cortar el meandro de la Condomina 9 . El 7 de
agosto de este año el Regidor del Ayuntamiento de
Murcia, don Juan Sánchez de Almeida, dio cuenta
7 TORRES FONTES, J . : «Estampas de la vida en Murcia en
el reinado de los Reyes Católicos», Murgetana, n.° 15, 1961 .
s Archivo Municipal de Murcia, legajo 3948 .
9 Archivo Municipal de Murcia, legajo 3950 .
147
del libramiento de 1.200 reales para hacer un canal
por donde paran las aguas de las acequias de Con-
domina a las tierras de dicho pago, por encima del
corte hecho para enderezar el río. Esta es la causa de
que correspondiendo en principio Condomina al He-
redamiento del Mediodía a variar el cauce del río que-
dara al N., pero siguió utilizando para su riego las
aguas del S, -por medio de una conducción elevada de
madera. Hacia esta época debían estar realizándose
obras similares en el Rincón de Caravija, pues los re-
gartes de este lugar solicitan una solución igual para
sus riegos.
Sin embargo, las frecuentes inundaciones dejaban
sin efecto estos esfuerzos en numerosas ocasiones .
En 1665 hubo necesidad de reparar el azud del riego
bajo la dirección del famoso Melchor de Luzón 1° . Al
final de este decenio, como un esfuerzo más para de-
fender la huerta de las avenidas, se construyeron dos
muros de contención, uno en Sangonera como defen-
sa contra el Guadalentín : {arenque» del Chilleron, y
otro en El Raal: ,arenque» de Don Payo, tomando
ambos nombre de regidores de aquel tiempo `. En
1684 un informe de don Juan Antonio Pelegrín so-
bre las obras de protección y defensa indicaba la ne-
cesidad inmediata de corregir el curso del Segura
desde el puente de la ciudad hasta la mojonera de
Orihuela, advirtiendo que en los 17 knis, en línea
recta que unen esos dos puntos el río describía vein-
tiocho vueltas, con lo que daba un rodeo de más de
55 kms. Cálcalos éstos quizá exagerados, pero que
dan idea clara de la sinuosidad del río . Volvía tam-
bién el propio Pelegrín a trazar la corrección de vuel-
tas en Condomina, lo que nos autoriza a suponer que
148
el o había vuelas a. su antiguo cauce por efecto de
alguna inundación, posiblemente la de 6 de enero de
1684 llamada «de los Reyes 1Magos» . Estas nuevas
obras en Condomina se terminaron en 1694, vendién-
dose la caja vieja del río '. Con ellas se evitaba defi-
nitivamente que ¡las aguas, regol ando frente a la ciu-
dad, derivan por el N. de ésta inundando los barrios
de San Antolin, San Andrés, San Miguel y San Loren-
zo, as¡ como la huerta circundante . El nuevo canal
para riego se: volvió la ejecutar en 1703 .
En 1689 se concluyeron las obras e desagüe del
azarbe mayor en el Segura y en 1692 solicitó don
Francisco de Molina y Junterrón la apertura de la
caja del Segura, quitando una vuelta en las cercanias
de Benlel y otra en El Raa~l.
En los últimos años del. siglo XVII el riego regular
ocupa ya todo el sector N. del valle con excepción
de los sectores pantanosos de El Raal. En el S. sola
mente quedaban escasamente dotadas las tierras más
próximas al limite con Orihuela .
149
te el escaso aumento del área regada durante la an-
terior centuria : poco más de 1 .000 Iras . en cien años ;
en tanto que en el mismo periodo de tiempo durante
el siglo xvrzt el aumento será el doble.
El avance en la colonización del arca presenta en
esta centuria un carácter- casi inédito y de gran inte-
rés. r'1 los esfuerzos tradicionales, centrados en, las
desecaciones y modificaciones del cauce del Segura,
se unen leas proyectos y l oras para defender la
huerta de las inundaciones con soluciones a gran es-
cala . Ciertamente muchos de estos proyectos eran
anteriores a estas fechas, pero la acción decidida para
su ejecución corresponde a esta época.
s primeras obras afectaron fundamentalmente- al
río Guadalentín, y sobre este curso se realizaron im-
portantes trabajos tendentes a la regularización de
su caudal y a la solución del problema de su desem-
bocadura.
El resultado de esta, actividad intensa se refleja
pronto en el paisaje huertano y el final de la centuria
señala un máximo en la extensión riel riego, E huer
ta tapiza ya completamente el fondo de la depresión
excepto en algún. sector muy concreto localizadte en
su extremo oriental, de modo que las futuras amplia-
ciones habrán de realizarse ascendiendo progresiva-
mente por las laderas de las alineaciones limítrofes .
La red principal de riegos completa y un-as cien rue-
das elevadoras de agua, localizadas principalmente en
las acequias mayores y en la de Turbedal, permiten
salvar a las aguas los pequeños desniveles del fondo
de la depresión, evitando en lo posible los antiguos
problemas de falta de caudales .
El impulso colonizador toma nueva fuerza una vez
superada, en Murcia, la oasis de la guerra de Suce-
sión, En 1711 se realizan obras para dotar con aguas
de los azarbes del Malecón y Ea Sierpe nuevos rega-
150
dos en El Raal', a la vez que comienzan trabajos
para modificar el curso del río aguas abajo de Mur-
cia " entre El Real y El Rincón del Castillo . En 1720
se solicitaron aguas de la acequia de Beniajan para
regar tierras de secano en «el pago de la acequia ma-
yor de las Barreras» y también del Azarbe mayor,
que habla sido repararlo en los últimos años de la
anterior centuria zs . Hacia 1722 parece que se había
conseguido modificar definitivamente el cauce en Con-
domina, Raal, Alquerías y Santa Cruz.
En 1739 el Sobreacequiero Pedro Tomás Ruiz afir-
maba en solicitud dirigïda al Concejo «que en el es-
pacio de veintidós años que sirve . . . a conseguido. . .
eu aumento de los riegos de más de diez mil tahu-
Ilas . . . en Ürdienca, Raal, Santomera, Cajas del Río
Viejo, Rincón de Balarde. . .»= y basándose en esta
notable ejecutoria, «solicita que doce pagos, regados
por la acequia de Barreras. . . que comprenden hasta
0.000 tahullas» y «se encuentran en escasez de aguas»
se dotarán con las colas de las acequias de Albadel y
Albalate. Los pagos aludidos eran- Alfande, Alarilla,
Rincón del Conejo, Villanueva, La Cuarta Parte, Be-
nîcotó, Zeneta, Benicomay, Cinco Alquerías, La Vas-
ca Beniel' . Aunque estas extensiones no pueden
calificarse estrictamente como ampliaciones del riego,
al menos en su totalidad, indican claramente la im-
portancia de la acción de mejora de los riegos que
caracteriza el momento. Posiblemente corresponde a
esta fase la conclusión del Azarbe mayor del S., o
Riacho, y la construcción de la acequia de Los Parras .
151
Posteriormente, e 1741, s mod n nte
cauce a la altura de , avaii, en 1749 en Benetuccr,
en 1751 en Benicotd, al año siguiente en Rincón de-
Seca y en 1765 . R.in n, de Fontes '. ambl
se habían puesto en riego unas cien tahullas en el
pego de Aljadeta en 1747.
En la segunda 'tad del siglo diversas inundacio,
ries (1767, 1776, 1783) entretienen los esfuerzos en
permanentes reparaciones. Si -exccept naos los impor-
tantes proyectos realizados por impulso del conde de
Flor%dablancca para cana-Imi r el ~ a su paso r
la ciudad de Murcia, se ubandonan los intentos de
modificaci6n del cauce natural del río, limitándose
las obras en la huerta a asegurar los u%jeros, En
trapartida
con- se inician los ptimeros pasos de tina poli*
tica hidráulica de tos vuelos, cu oss ob~i et s
principales, no conseguidos Lasta nuestros días, con-
sistian en regular los caudales del Segura 7 Guada-_
len~ ~ a~edio de embalses ale ar el peligro de
la confluencia de ambos cursos por medio de diver-
cas obras de defensa.
152
difícil solución . :fin un principio se trató de resol
verlo modificando el cauce del Segura, e numero-
sas ob m a las que hemos aludido. Sin embargo es-
tos esfuerzos, aunque en algunos casos coronados por
di- éxito, no dan alejar el peligro de~titi~ ,rtiente :
la débil pendiente del Segura en este tramo y la vioM
lencia de sus crecidas eran casi una garantía de que
las rupturas de cauce y divagaciones seguirían pro-
duciéndose constantemente.
Conocida a necesidad de evitar el perro por otros
procedimientos se llego incluso a proyectar la desvía,
ción del Segura de su paso por la huerta de Murcia '
y se trato de regularizar por medio de presas el cau-
dal. del Guadalentín al menos en tres ocasiones . .
La floreciente situación eeonómica de la región en
el siglo xviii y la acción, de unos poderes públicas
atentos a los problemas del país, permitid en este
momento la ejecución de unas obras que habían de
ser los primeros pasos en la solución definitiva del
m
probl a* s principales esfuerzos se concentraron
al principio en alejar el peligro que representaba la
confluencia de los dos ríos principales que cruzan
el área.
Fasta mediados del siglo xviu la desembocadura
M Gugdalentia en el Segura se pierde en aria in-
trincada red cíe cauces de riego ocasional («boqueras»
y «regojos»} que regaban él campo de Sangonera
que aún pueden apreciarse en las proximidades de la
localidad de Alcantarilla . El río, si alguna vez tuvo
15a
un cauce totalmente definido, lo perdió por efecto de
su propio aluvionamiento y la acción humana, de tal
manera que en el «Mapa del Obispado de Cartagena
y reino de Murcia» compuesto en 1724 por Felipe
Vidal y Pinilla, no presenta continuidad de cauce des-
de la altura del caserío de Voznegra, dibujando el
autor aunque con poco detalle, una dispersión, en
pequenos cauces que desaparecen al entrar en la huer-
ta . En tanto el Guadalentin aportara aguas ocasiona-
les no excesivas, éstas discurrían por la red de riego,
beneficiando los cultivos . Pero cuando las aportacio-
nes del río fueran excesivas para la capacidad de ab-
sorción del sistema, éste era pronto destruido (ya que
en general los muros, márgenes y partidores eran sen-
cillamente de tierra) y las aguas buscaban su antiguo
cauce en dirección al Segura y Murcia .
El peligro permanente de estas inundaciones hizo
concebir la posibilidad de alejar de Murcia la peli-
grosa confluencia de los dos ríos por medio de la
construcción de un canal de desviación, el Reguerón .
Proyectada esta obra varias veces, entre otros por
los arquitectos Melchor de Luzón y Martinez de la
Vega, fue el ingeniero militar Sebastián de Ferigán
el realizador del proyecto poco después de la desas-
trosa crecida de 1733. Según Ferigán, que al parecer
se inspiró en los anteriores, había de tener el canal
15 varas de anchura y cinco o seis palmos de hondo.
Los muros laterales serían de doce a dieciséis palmos
de altos, de modo que la profundidad total oscilaba
alrededor de los veinte palmos . Sin puentes, los ca-
minos huertanos lo vadeaban por medio de calzadas
a ras del suelo en piedra firme .
15 4
Esta primitiva obra del Reguerón no acababa, como
la actual, en el río . Las aguas, unidas a las de riego,
se dividían en varios cauces avenados por el azarbe
de Hurchillo, por el que desembocaban en el Segura
aguas abajo de Orihuela . Si hubo alguna vez cauce
excavada hasta Hurchillo pronto se borró, sobre todo
debida a la actitud de los agricultores ocupándolo
con cultivos .
En el curso alto del Guadalentín, la construcción
definitiva de las presas de Puentes y Valdeinfierno se
acometió el 1 de marzo de 1785, según proyecto de
Juan de Villanueva y jerónimo Martínez de Laxa . El
decidido apoyo de Floridablanca a través del Comisio-
nado Regio Robles Vives permitió la construcción de
ambas presas en breve tiempo . El 15 de agosto de
1788 cerraba sus compuertas el embalse de Valdein-
fierno y el 8 de diciembre del mismo año el de Puentes .
155
guerra de la Independencia con movimientos de tro-
pas en huerta y ciudad ; epidemia de fiebre amarilla
en 18119-11, y nueva sequía muy acentuada en 1815,
que completa el cuadro de esta primera veintena del
siglo, cuyo resultado se advirtió pronto en un impor-
tante descenso de la población que refleja el recuento
de 1824 . Los años siguientes no. habían de ser mejo-
res: sequía y hambre en 1827 y 1828, inundación en
1831 y una feroz epidemia de cólera que costó la vida
a más de tres mil personas en 1834, acompañada de
nuevas inundaciones y permanente inquietud ante los
movimientos de tropas carlistas, todo ello habrá de
reflejarse en nuevos descensos de la población . Por
último, nuevas sequías (1841., 1843) y un rebrote del
cólera en 1855 completan el cuadro de adversidades .
La extensión del área de riego se redujo en unas
mil hectáreas localizadas en sectores del NE . huerta-
no, aun de difícil riego y que habían sido plantados
de morerales en los momentos de mayor rentabilidad
de este cultivo.
El aumento del interés económico de los agrios y
del pimentón, cuyo comercio empezaba a ser impor
tanto, es a palanca que impulsa la nueva expansión
del regadío superados los problemas hacia la mitad de
la centuria. Madoz ` caracteriza en estas fechas el
paisaje huertano señalando la presencia del moreral
y las hortalizas en el fondo del valle . En tanto que
las laderas limítrofes se dedicaban a plantíos de olivar
y viñedo . El riego regular no llegará allí hasta bien
entradlo el siglo xx. Terminadas definitivamente las
desecaciones en El Raal, a partir de este momento la
política de riegos varía definitivamente de fines. De-
fensa contra las inundaciones y regularización de cau-
dales serán los objetivos inmediatos, con lo que entra
21 M-Anoz, P.: Diccionario GeográficoHistóríco-Estadístico
de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1846" 50,
16 tornos.
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159
de regular el Segura. Zas afirmaciones de los ingenie-
ros García y Gaztelu en 1887 son todo un resumen
de los nuevos criterios : «¿Por qué, pues, no comple-
tar y asegurar el riego de estas vegas? Allí existen y
funcionan las presas de toma, las acequias de distri.
bucion y de desagüe, las tierras están preparadas para
el riego. . . Todo en una palabra está ya creado, faltan-
do sólo la seguridad de la recompensa, el justisimo
premio a tanto esfuerzo, y esto ha de venir con toda
seguridad al siguiente día de haber dado al río el cau-
dal necesario en todo tiempo» .
De acuerdo con estos criterios, a lo largo de la pri-
mera mitad de nuestro siglo se realizan una serie de
obras muy importantes en la cuenca del Segura .
La protección de la huerta contra las inundaciones
del Guadalentín se completa reformando las obras
del Regueron, cuya falta de desagüe eficaz se había
revelado como muy perjudicial, ya que las aguas abun-
dantes que sobrepasaban las necesidades del riego se
estancaban perjudicando las pedanías de Aljezares y
Los Garres . También el aterramiento había restado
capacidad al cauce, calculándose en 1887 que apenas
tenía amplitud para transportar 60 ir?/seg
. Las obras
de acondicionamiento se realizan entre 1895 y 1908
a la vez que se iniciaba la construcción de otro im-
portante canal de desagüe, que, frente a la localidad
de Totana, desvía las aguas excesivas del Guadalentín
al mar por medio de una presa y canal artificiales ".
Este dispositivo de seguridad, unido a los embalses
de cabecera y a algunas obras de menor importancia,
ha sido modificado en detalle varias veces en los úl
timos años . Calculadas estas obras de defensa para
160
z°, si no
«avenidas de tipo» de 1 .300 a 1 .500 m3/seg .
han alejado definitivamente el peligro de inundación
(en las más importantes el Guadalentin ha llevado
hasta el doble de ese caudal) al menos han paliado en
gran medida sus devastadores efectos . Actualmente
nuevas obras de acondicionamiento y defensa se lle-
van a cabo en la cuenca del Segura, tras la catástrofe
de 1973 que no llegó a afectar en gran medida a la
huerta de Murcia .
En el Segura y en sus afluentes del curso alto, pa-
ralelamente, se construyen seis embalses importantes
que se unen a los dos que desde antiguo existían en
la cuenca del Guadalentín . En 1917 comienza a rete-
ner agua el «Alfonso XIII» sobre el río Quipar, en
1918 el «Talave» sobre el Mundo, en 1929 el «Cor-
covado» sobre el río Mula, en 1932 y 1957, respecti-
vamente, el «Fuensanta» y el «Cenajo», ambos sobre
el Segura, en 1960 el «Camarillas» sobre el Mundo
y, por último, en 1966 comienza a embalsar el «San-
tomera» sobre la rambla de ese nombre, inmediato al
tramo huertano del Segura .
El sobrante de regulación media anual al finalizar-
"
se estas obras se calculó en 163 millones de metros
cúbicos, y sobre la consideración de estas nuevas po
sibilidades hidráulicas se ha realizado la última expan-
sión del regadío murciano . También su realización ha
supuesto la disminución a la décima parte del volu-
men de las oEcilaciones estacionales de caudal, según
estimación de la Confederación Hidrográfica del Se-
gura, alejando así el riesgo de inundaciones por parte
del Segura a la vez que se asegura un aprovisiona-
miento regular de agua a los regadíos . Con ello el ve-
ALBACETE, L. : Anteproyecto de defensa de la Huerta de
Murcia contra las avenidas del río Guadalentín, Archivo Con-
federación Hidrográfica del Segura, inédito, 1944 .
as «Orden de 25 de abril por la que se reglamenta la or-
denación de aprovecham entos hidráulicos en la cuenca del río
Segura», B.O.E. de 8 de mayo de 1953, pp . 2654-2655 .
16 1
rano, tradicionalmente un período de casi total para-
lización de la vida agrícola, puede utilizarse para el
desarrollo de cultivos de ciclo forzado, con agua sufi-
ciente y elevada aportación térmica, desapareciendo
la antigua necesidad, bastante extendida, de realizar
sólo dos riegos anuales durante los máximos (otoñal
y primaveral) del río : «llenas» .
162
estimado, sobre todo, a base de la comprobación sobre
el propio terreno .
La localización de estos nuevos sectores en riego,
en general, es alrededor del regadío tradicional . En
la margen derecha del río tienen poca importancia,
concentrándose en Los Lages, San José, Torreagüera
y Tabala principalmente . En la margen izquierda del
río, las ampliaciones son de mucha mayor envergadu-
ra, principalmente en Guadalupe, Churra, Cabezo de
Torres, Esparragal, El Campillo y Santomera .
El origen de las aguas utilizadas es, en la mayoría
de los casos, el sistema de riegos tradicional, elevan-
dose de acequias y sobre todo de azarbes . En algunos
casos se complementan estas dotaciones con agua de
pozos .
En conjunto estas ampliaciones perviven un poco
en precario, tanto desde el punto de vista jurídico
como bajo el aspecto de la continuidad de las dotacio
nes, ya que las oscilaciones de caudal por sequía acen-
tuada son más sensibles en este sector que en el área
tradicional situada antes en el aprovisionamiento .
163
4. LAS PLANTAS ICE CULTIVO
El paisaje agronómico de la huerta de Murcia ha
sufrido numerosas modificaciones a través del tiempo .
La trilogía mediterránea : trigo, olivo y vid, caracteri
za los primeros tiempos huertanos y pervive en los
siglos medievales . Con estos tres cultivos algunos
otros más propiamente de regadío existen también en
la huerta desde la más primitiva fase, pero sin alcan-
zar gran extensión y apenas valor comercial, al impe-
dir su expansión las dificultades del riego.
Los primeros cambios en la fisonomía agrícola
huertana, que empieza lentamente a romper el marco
medieval de economía rural cerrada, tienen lugar en
el siglo xv y se basan en la expansión de varia=s plan-
tas exóticas muy poco extendidas hasta entonces : los
agrios, la caña de azúcar y, sobre todo, la morera . La
caña no había de alcanzar, sin embargo, el desarrollo
espectacular que en otras huertas mediterráneas ; sin
duda debido a las exigencias en riego veraniego de
167
esta planta, coincidentes con las posibilidades mínimas
de agua del Segura.
Junto con el arroz, que también aparece documen-
tados en estos años, la caña de azúcar no tuvo la sufi-
ciente entidad para caracterizar una etapa de cultivo,
dejando muy pronto paso a la morera que desde el
,siglo xvt al xix es casi un monocultivo en Murcia .
Sólo en los últimas años del siglo xix se inicia el des-
plazamiento del moreral por los agrios, cultivo éste
que sigue predominando actualmente . Por último, las
hortalizas aparecen en todas las épocas, aunque cier-
tamente las superficies ocupadas eran bastante redu-
cidas en las etapas más antiguas .
En la huerta rara vez se produce la desaparición to-
tal de un cultivo . Entre las numerosisimas especies
que se pueden localizar a través de la historia apenas
dos, los nogales y la caña de azúcar, han desaparecido
totalmente, Otros cultivos, como los textiles o el arroz,
no han desaparecido hasta épocas muy recientes, cuan-
do ya habían perdido casi todo su interés económico .
Las exigencias propias de una numerosa población
mantienen el consumo de las más variadas produccio-
nes . Al mismo tiempo la economía familiar primero,
el mercado consumidor de la ciudad de Murcia, la ex-
portación y el comercio exterior y, más recientemente,
las necesidades de la industria conservera son los fac-
tores que han determinado la preponderancia de unos
cultivas sobre otros .
168
das con higueras» ; al-Himyarí : «En su territorio abun-
dan las higueras, las viñas y toda clase de árboles fru-
tales» z, o de Yaqt s : «posee árboles y bosques de pal-
meras que la rodean por todas partes» . Noticias direc-
tas o tradiciones mantenidas entre los emigrados del
Norte de Africa que sólo proporcionan una imagen
muy vaga de lo que fue la huerta musulmana . Por
ello, para tratar de reconstruir el momento, es necesa-
rio recurrir a la información que existe sobre la in-
mediata fase cristiana, aceptando que serían escasas
las variaciones que el progresivo cambio de propieta-
rios, a lo largo del proceso repoblador del siglo xztz,
introdujo en los primeros momentos.
En otro lugar hemos analizado con cierta exhausti-
vidad la situación en los siglos xri y xzii 4 . Ello nos
permite señalar como cultivos más extendidos en la
época aquellos que son realmente propios de secanos,
es decir : cereales y vid, acompañados de algunas hor-
talizas y una densa arboricultura, donde aparecen
mezcladas las especies más exigentes en agua con
aquellas adaptadas al clima mediterráneo .
Gran importancia llegó a alcanzar, al parecer, el
cultivo de la vid, abundantemente atestiguado en la
documentación tanto musulmana como cristiana, y con
una orientación hacia el comercio que favorecieron
las disposiciones reales . Junto a las viñas aparecen
tambien las parras, solas o asociadas con otros culti-
vos, aunque su interés económico y su extensión de-
bió ser mucho menor .
Las especies arbóreas cultivadas en la huerta fue-
ron al parecer bastante variadas . Destaca, en primer
z AL-HiMYARI : Kitab ar Rawd. . ., p. 363.
s En AMADOR DE Los Ríos, R. : Murcia y Albacete, Bar-
celona, Cortezo, 1889, p. 776 .
CALvo, F., y CILIVARES, P. : «La huerta de Murcia en los
siglos XII y xiu», Anales de la Universidad, vol. XXVI, nu.
mero 4, Murcia, Filosofía y Letras, Curso 1967-1968, pági-
nas 423 a 432.
169
lugar, la higuera, de cuya existencia en notable nu-
mèro hay abundantes referencias . Olivos, almendros
y granados d4'czeron también estar muy extendidos y
con. ellos nogc%'es, membrilleros, ciruelos, prisqueros y
manzanos, formando el grupo de los aprovechamien-
tos más exigentes .
Hasta el siglo xvt la -huerta conoce etapas difíciles
y, en conjunto, este largo periodo mantiene unos ras-
gos generales similares a los apuntados con anterio,
ridad, aunque vayan apareciendo paulatinamente va-
ríos nuevos aprovechamientos, de los cuales algunos
no cuajarán y otros acabarán por marcar su persona-
lidad futura .
No hay duda de que el principal cultivo huertano
siguió siendo a lo largo de estos años el de cereales.
Ya en la primera parte del siglo xzv tanto Cartas rea
tes como Actas capitulares lo parecen señalar', y en
1493, tras la terrible pestilencia que azotó Murcia,
fue imposible «corer el trigo que estaba sembrado»,
con lo que a la enfermedad se unió «gran estrena ne-
cesidad e fambre» '. El cereal y la vid, también abun-
dantemente documentada`, componen el cuadro funw
damental de una característica economía cerrada enca-
minada a subvenir las necesidades de los habitantes
de la comarca.
junto a los cereales y la vid, legumbres y hortali-
zas aparecen también en algunos documentos, aunque
su producción quizá. no era muy abundante por las
17 0
frecuentes prohibiciones a su comercio : « . . . que no
sean osados de sacar fuera de Murcia nin de su termi-
no vino, ni habas ni garbanços, ni otras legumbres . . . »,
dicen las Actas Capitulares de 1371 $ .
Los árboles y las restantes especies antes citadas
completarían el cuadro de cultivos huertanos en la
Baja Edad Media, unidos sin duda al lino y cáñamo,
como autoriza a suponer algunas alusiones concretas :
« . . . los vezinos e moradores de . . . alcantariella . . . que
ponen sus linos e cañamos e espartos a cozer en el
río Segura . . . » s . Sin embargo, aunque el cultivo de es-
tas fibras se ha mantenido en algunos sectores huer-
tanos (como Beniel) hasta la década de los años cin-
cuenta de nuestro siglo, no nos cabe la menor duda
que su importancia fue mucho menor que la alcanza-
da en las mismas fechas en las vegas alta y baja del
Segura .
Con la tradicional pratica de asegurar con el riego
cultivos propios de secano, van apareciendo nuevas
plantas más acordes con las posibilidades de agua y
que con el tiempo prestarán su estricto carácter de
huerta a la de Murcia . Por orden cronológico estos
nuevos cultivos son : el arroz, los agrios y la morera .
Las primeras noticias sobre el arroz en Murcia co-
rresponden a 1352 y 1354 . En el primeros de estos
documentos I° se afirma que los árboles del regadío
murciano se ven gravemente perjudicados por las ne-
cesidades en agua del arroz, por lo que se ordena re-
ducir su cultivo a un décimo de la extensión de las
$ Arch . Mun. Murcia . Actas Capitulares . Era 1409, fol. 12 v.
s Arch . Mun. Murcia. Cart . Real, años 1405-18, fol. 58 v.
Transcrito por PAScuAL, L. : Colección de documentos para la
historia del Reino de Murcia, Enrique II. Tesis Doctoral, iné-
dito, Universidad de Murcia, 1971, p. 158.
Arch . Mun. Murcia . Cart . Real, años 1386-1392, fo-
lios 70 v-71r . Transcrito por MOLINA, A. : Colección de docu-
mentos inéditos del reinado de Pedro I. Tesis Doctoral, iné-
dita, Universidad de Murcia, 1971, pp. 131-132 .
17 1
propiedades . En el segundo `,ante nuevas quejas por
falta de agua, insiste el monarca en la necesidad de
limitar las plantaciones. Pese a todo, un cierto volu-
men debió de alcanzar la producción de arroz y más
o menos limitado su cultivo pervivirá largo tiempo en
Murcia la .
El cultivo de los agrios aparece en el siglo xv 13,
y en el xvi el naranjo es ya un árbol característico
del regadío murciano; un manuscrito anónimo citado
por Varela la describe así a Murcia en estas fechas :
«Es lugar de mucha seda. . . Ay muchos naranjos y
otros agrios y muchas moreras . . . »
La aparición de la morera, según Espín`, se puede
localizar hacia la mitad del siglo xv. Sería entonces
este cultivo e industria traído por los moriscos gra
nadinos a la vega de Lorca y de allí a la de Murcia .
Las noticias abundantes sobre el trabajo de la seda
corresponden ya plenamente al siglo xvi .
Respecto a la caña de azúcar, que tanta importancia
alcanzó en los mismos años en las huertas de Gandía
y Oliva, sólo hemos encontrado un documento de do
nación «para hacer trapiche, casa donde se faze e cue-
ze la cañamiela» 1c, que autoriza a pensar que existió
el cultivo, pero no informa sobre su importancia .
11 Arch. Mun. Murcia . Cart . Real, años 1386-92, fols . 88 v-
89 r. Transcrito por MOLINA, A. : Colección . . ., pp. 233-234.
12 TORRES FONTES, J. : Cultivos medievales murcianos. El
arroz y sus problemas, Murcia, Publicaciones Academia Alfon-
so X el Sabio, 1972, 23 pp .
13 TORRES FONTES, J. : Los cultivos murcianos en el si-
glo XV. Publicaciones de la Academia Alfonso X el Sabio,
Murcia, 1971, 12 pp . Del mismo autor : «Naranjas, naranjazos,
naraanjitas», Monteagudo, n" 42, 1963, pp . 4 a 11 .
14 VARELA HERVIAs, E. : «Notas y documentos sobre el
Reino de Murcia», Murgetana, XXI, 1963, pp. 74-75.
is ESPÍN, J. : «Investigaciones sobre el cultivo y la indus-
tria de la seda en el reino de Murcia», Murgetana, n .o VIII,
1955, pp. 9 a 19 .
1s
Arch . Mun. Murcia . Actas Capitulares, año 1456 . Acuer-
do de 11-1-1457.
172
4 .2 . EXPANSIÓN DE LA MORERA : SIGLOS XVII Y XVIII
173
toda la huerta en un paisaje agronómico que en algu-
nos sectores se acercó al del monocultivo .
En su momento culminante, mediados del siglo xviii,
las tierras dedicadas a moreral llegaron a cubrir 7 .854
hectáreas, es decir, el 73 por ciento de la extensión
total huertana en la fecha ; estando dedicadas exclus .L-
vamente a morera unas 539 has ., localizadas princi-
palmente en las actuales pedanías de Monteagudu,
Puente Tocinos, Àljucer y La Ñora. En el resto del
área se practicaba el cultivo simultáneo de este árbcl
y diversos cereales 1' .
La morera marca una etapa fundamental en la his-
toria económica huertana, como base de una impor-
tante industria y un activo comercio que en el si
glo xviii llegó, según algún autor, a proporcionar tra-
bajos a unas cien mil personas en la comarca 18, y cu-
yos beneficios se plasman aún hoy en el majestuoso
porte barroco de numerosos edificios tanto en la ciu-
dad como en su huerta . Pero al mismo tiempo tiene
este cultivo el interés de haber sido aprovechado ex-
haustivamente en sus posibilidades, ya que, dejando
a un lado su destino principal de alimento del gusano
de la seda, su madera fue el elemento básico de cons-
trucción en la barraca v en el mobiliario huertano de
la época.
A lo largo de la primera mitad del siglo xix la
seda murciana mantiene su importancia aunque en
otras áreas sederas muy tradicionales (como la vega
granadina) se advierten ya síntomas de decadencia .
En 1836 podía Mancha 1s señalar todavía como prin-
17 OLIVARES, P. : «El cultivo de la morera en la huerta de
Murcia (s . XVIII)», Papeles del Departamento de Geografía,
n .o 4, Murcia, 1972, pp . 103-138 .
18 PAscuAL, M. : <tLa ser_cicultura murciana», Primera Se-
mana de Estudios Murcianos, Academia Alfonso X el Sabio,
C.S .I .C., Murcia, 1961 .
1s MANCHA, R. : Memoria sobre la población y los riegos
de la huerta de Murcia, Murcia, Imp . M. Bellido, 1836, 88 pp.
174
cipal cultivo huertano el de la morera, pero poco des-
pues, hacia la mitad del siglo, una serie de epidemias
afectan tanto al árbol como al gusano . Se inicia así un
irreversible proceso de decadencia que no logra dete-
ner la creación en 1892 de una Estación Sericícola en
Murcia, destinada al perfeccionamiento técnico del
cultivo y a la mejora de las especies . La competencia
de las sedas asiáticas, singularmente japonesas, es muy
sensible desde el primer cuarto de nuestro siglo y,
posteriormente, la expansión de los textiles artificiales
asestó un golpe casi definitivo a la seda murciana .
Sin embargo, aún subsiste en Murcia una pequeña ac-
tivídad sedera que proporciona beneficios complemen-
tarios a un buen número de agricultores, y, en conse-
cuencia, la morera sigue formando parte del paisaje
agronómico huertano .
17 5
33,7'/.
CEREALES
ARROLA00
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LEGUMBRES CEREAL FORRAJE
Año -1803
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OTROS CUL os
615'/. ~\ FRUTALES
Ano - 1970
177
El resto de los cultivos no arbóreos, que aparecer
expresamente citados en los aludidos «Interrogato
rios . . .>}, son: garbanzos, guisantes, habas, nabos, pa
tatas, calabazas, melones, coliflores, espárragos, lechu-
gas, escarolas, cardos, atrios y acelgas . También es ne-
cesario señalar la pervic=enc a del lino, aunque en
cruena extensión (años después todavía lo enumera
Mancha), y la desaparición del arroz y cañamiel, d~
vida efímera en 3a huerta .
En la cabecera de la huerta, mejor dotada de agua,
hortalizas y legumbres proporcionaban una cosecha
anual. La extensión de tierras dbdicadas a este esquil
mo era muy pequeña, aproximadamente el ,5 por
ciento de la superficie total de cultivo, y concentrada
en las inmediaciones de Murcia . La alfalfa llenaba
también un importante puesto en la explotación h er
tana, ocupando el campo en el año de descanso cerca.
lista 0 sustituyendo el maíz como cultivo veraniego.
Entre las especies arbustivas y arbóreas, la vid ha,
bfz, entrado ya por estas fechas en franca decadencia,
con muy poca extensión dedicada a su cultivo .
Los árboles, hecha excepción de la masiva presen-
cia de la morena, empiezan a tener importancia en
la economía huertana . Los agrios, principalmente el
naranjo, alcanzan cierta extensión y se pueden consi-
derar ya como el segundo cultivo en importancia .
Aproximadamente los agrios ocupan en estas fechas
189 has., correspondiendo una tercera parte a limo
nero y el resto a naranjo. Otros frutales : peral, man-
zano, rnenxbrzllero, ganado, espero, etc., ocupaban
en conjunto unas 10 has.
Queda, por Itimo, que aludir a la presencia de
otros árboles no frutales : olmos, almeses, nogueras,
carrascas, chopos, álamos blancos y algunos pinos,
178
que en gran número aparecen bordeando acequias y
caminos según una «Relación» de 1784 2" .
Hacia la mitad del siglo xíx el panorama agrícola
es esencialmente el mismo . Solamente un nuevo cul-
tivo, de importancia también por su utilización indus
trial, alcanza desarrollo en este periodo. Se trata del
pimiento rojo, utilizado para fabricar pimentón, in-
dustria que se establece en Murcia en 1910 25 y que
favoreció la extensión de este cultivo, principalmente
en Espinardo, Churra, Cabezo de Torres, Santomera
y Alcantarilla . Es ésta una distribución muy caracte-
rístíca, en relación con la practica de secar este fruto
al sol antes de industrializarlo, y así las solanas de .
las alineaciones que rodean la huerta (en las que se
localizan las pedanías citadas) se utilizaron para este
fin antes de que la expansión de los agrios se realiza-
ra sobre estos terrenos . Frecuentes plagas colaboraron
a que desplazaran el cultivo hacia otras áreas y aun-
que la industria pimentonera radicada en Murcia es
en la actualidad la más importante del pais, debe pro-
veerse en otras regiones .
De la importancia que alcanza progresivamente el
cultivo del naranjo y las hortalizas, paralela a la de-
cadencia de la morera, es indice el activo comercio
que con el interior se inicia . Borrow 25 hacia el tercer
decenio del xíx señala la venta - de naranjas murcianas
en Madrid, y Medoz, años después, confirma la exis-
tencia de un comercio importante de frutas y verdu-
ras con la capital y otras provincias ".
24
«Relación de los olmos. . . existentes en las alamedas,
Huerta.. .» Año 1784 . Archivo Municipal de Murcia, lega-
jo 1555.
25
CANTERO, M. : Contribución al estudio de la industria
marciana, Universidad de Murcia, Tesis de Licenciatura iné-
dita, 1962, p. 36 .
BORROw, G. : La Biblia en España, Madrid, Alianza Edi-
torial, 1970, p. 173.
27
MADOZ, P . : Diccionario . . ., t. XI, p. 731 .
179
4 .3 . DEsA"OLLO DEL POLICÜLTIVO
180
comienzo del siglo mantiene gran parte de sus carac-
teres tradicionales . Brunhes refleja claramente este he-
cho en su somera descripción de la huerta : «sobre
los caballones están plantadas, regularmente espacia-
das, las batatas ; los cereales, las legumbres que se
tratan con cuidados particulares . . . los melones están
protegidos por cobertizos, etc . . . Es admirable cómo
los trigos, las cebadas y las habas crecen robustos y
por igual y cómo las higueras, los olivos, los naranjos
y las moreras se alinean con regularidad cargados de
hojas o frutos» 30 .
Esta breve descripción del autor francés es ya bas-
tante significativa, al enumerar casi tantas especies
propias del secano como cultivos de huerta . En las
mismas fechas un estudio sobre los cultivos huertanos
y sus posibilidades de mejora st señala claramente que
«los sistemas de cultivo forzado son casi desconocidos
por nuestros huertanos», a la vez que aconseja «que
debe disminuir, sino desaparecer, el (cultivo) de los
cereales, sobre todo el del trigo, para explotar en su
lugar otras especies mucho más productivas» .
Maíz y hortalizas van sustituyendo lentamente en
los campos al trigo y la cebada y, ya en fechas recien-
tes, a algunas leguminosas . Hacia el cuarto decenio de
nuestro siglo se inicia la expansión masiva de agrios
y frutales de hueso, más por impulso de la coyuntura
económica favorable, apoyada en la industria conser-
vera en desarrollo, que en razón de unas condiciones
físicas óptimas . De manera que en ningún caso se
puede hablar, dentro del área de riegos tradicionales,
dei establecimiento de un monocultivo arbóreo . Los
s° Bxtm H Es, J. : L'irrigation, ses conditions geographiques,
ses modes et son organisation dans la Peninsule Iberique et
dans L'Afrique du Nord, París, C. Naud. Edit., 1902, p. 85 .
si HERNANsÁEz, J. M. : Notas sobre el tema. Estado actual
de la Agricultura en la Huerta de Murcia y progresos de que
es susceptible . Establecimiento Tipográfico del Heraldo de
Murcia, Murcia, 1900, 108 pp .
181
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4 .4 . LA SMAeáION A,CTÜAL
183
reliquias de unas prácticas de cultivo definitivamente
abandonadas, aunque no hace demasiado tiempo .
En las páginas siguientes trataremos de expresar la'
superficie ocupada en el momento actual por los dis-
tintas cultivos . Conviene señalar previamente, respec
to a los cultivos hortícolas, que por tratarse de plan-
tas estacionales con ciclo vegetativa corto permiten
cambiar de un año para otra la superficie sembrada .
Por ello las extensiones dedicadas a éstos resultan
variables y las cifras aducidas son, necesariamente,
aproximadas.
Por otra parte, la extendida práctica de mez1lar
varios esquilmos en la misma parcela hace difícil el
cálculo exacto de la superficie atribuible a cada tipo .
Sin embargo, con los datos del «Catastro de Riqueza
Rústica del Ministerio de Hacienda» y los aportados
por Ortuño ', hemos elaborado un cuadro donde se
expresa de forma pormenorizada el área atribuible a
cada tipo de cultivo en 1970 .
184
CULTIVOS HERBÁCEOS :
Cereales
Trigo y y cebada . . . . .. ... .. . .. . ... 356,90
Maíz . ., . . . . . . . . . ... .. . ... . .. .. . ... 1303,40
Leguminosas
Judías . . . . . . , . . . . . ... ... ... ... ... ... 241,90
Habas . . . . . . . . . . ., . . . . ., . . . . . . . . . . . . 303,40
Hortalizas
Patatas . . . . . . . . . . . . ., . , . . ... . ... . .. 1 .832,20
Pimiento . . . . . . . . . . . . . , . . . . :. . ... .,. 156,100
Tomates . .. .. ... ... ,., ... ... 257,50
Otras (melón, cebolla, ele,) . .. ... ... . .. 368,00
Forrajeras
Alfalfa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .* . 1,071,00
Otras , . . . . . . . . , , . . . . . . . . . . . .. . .. 200,00
Flores y otros cultivos . . . . . . . . . . .. . . . . .. 102,00
TOTAL . . . ., . ., . . . . . . . ., . . . . . . . 6 .193,00
185
y las posibilidades de heladas por inversión térmica
son los dos hechos que más claramente marcan las
fronteras de los cultivos .
En líneas generales, el fondo de la huerta, en dos
bandas paralelas al río de niveles freaticos elevados,
es el dominio de las hortalizas y algunos frutales,
como el membrillero, resistentes al exceso de agua en
la raíz. Las laderas en suave pendiente de las alinea-
ciones que bordean la huerta son el hábitat preferido
de los agrios, en tanto que los frutales de hueso tien-
den a concentrarse sobre los suelos formados por las
aportaciones del Guadalentin, de menor contenido
calizo que el resto de la huerta .
Pero ésta no deja de ser una división muy general .
De hecho, el deseo de obtener el máximo provecho
de la tierra extiende los cultivos un poco por todas
partes, incluso en áreas de escasísimas condiciones .
Sin duda uno de los problemas fundamentales con
que ha de enfrentarse el regadío murciano, de cara a
la competencia que presentarán los nuevos sectores
regados con aguas del Tajo, es una racionalización to-
tal de la localización de los cultivos en función de sus
necesidades ecológicas .
186
de la alineación prelitoral : La Alberca, Beniaján, To-
rreagiiera, Alquerías y Zeneta .
Las razones de esta localizacion están en relación
con las exigencias ecológicas del árbol . Por un lado,
su preferencia por suelos profundos, de niveles freâ
ticos bayas, que los aleja del fondo de la depresión,
prefiriendo los establecidos sobre materiales coluvía-
les o generados a expensas de depósitos de rambla .
También el riesgo de heladas debidas a la inversión
térmica han aconsejado su extension en las laderas
inclinadas de los flancos del valle.
El limonero es la especie más extendida en Murcia,
en sus variedades «verna>r y «primofiori», correspon-
diendo el 80 por ciento de los plantados al primer
tipo . El limonero verra es un árbol de gran tamaño
y muy productivo, con frutos de corteza gruesa. Es
una variedad sensible a los efectos del frío excesivo ;
éste ocasiona importantes daños en el árbol que afec-
tan a varias cosechas. La recolección del verra se rea-
liza principalmente entre febrero y junio, en cosecha
normal, y en segunda cosecha entre julio y octubre.
111 tipo «primofiori», también llamado «fino}>, está
menos extendido . Se trata de un árbol de mayor ta-
mano que el verra, con frutos de tamaño mediano y
piel fina, con gran riqueza en zumo . Su fruto se re-
colecta de octubre ú enero .
Sin grandes exigencias eda icas, excepto en cuanto
a profundidad del suelo y nivel de la capa freatica, y
con una resistencia al frío de hasta 2° bajo cero 33, es
un cultivo el limonero cuyo desarrollo futuro en Mur,
cía ha de ser importante, aunque, por supuesto, fue-
ra del área tradicional de regadíos . Las necesidades
hídricas mínimas pueden estimarse que oscilan entre
187
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( 8eniaján) .
2.700 m`/ha. y 3 .600 ms f ha., según las variedades s4
El naranjo, por su parte, tiene unas características
ecológicas muy semejantes . En general es menos, exi-
gente en cuanto a suelos y temperaturas, aunque ne-
cesita más agua para su desarrollo : 3 .600 a 4 .200 m3 /
hectârea . Las variedades más extendidas en la huerta
son : «navel», «sanguina» y «comunes» . El naranjo
navel, de aspecto achaparrado y gran desarrollo de
ramas, produce frutos de gran tamaño y poco zumo .
En cosecha es precoz, con una temporada muy am-
plia, pues se recolecta de noviembre a marzo y ofrece
cierta resistencia a las heladas. La variedad «sangui-
na», localizada casi exclusivamente en el área de Be-
niaján, presenta un característico pigmento rojo en el
fruto. Este es grueso y de buen sabor, aunque su pre-
sentación no resulte muy buena . Por ello actualmente
su cultivo retrocede rápidamente . -Finalmente, el na-
ranjo común, muy extendido en Ciscar y Santomera,
también se encuentra en retroceso, sustituyéndose por
nuevas especies, principalmente tempranas, como la
«satsuma» .
La carencia de determinados oligoelementos (hie-
rro, manganeso) en el suelo y las abundantes plagas
son, junto con el riesgo de las heladas, los principales
problemas que plantea el cultivo de los agrios . El fu-
turo de las plantaciones parece prometedor para el li-
món, con un aumento de la demanda del mercado
nacional y posibilidades de colocación en mercados
extranjeros gracias a su calidad. La naranja, por el
contrario, encuentra dificultades en la exportación y
práctïcamente los precios, excepto para variedades
tempranas, están bastante estabilizados desde hace
unos años .
189
4.5 .2, Otras cultâvos arbóreos
Aunque las condiciones ecológicas dei área huerta .
na . no son óptimas para su desarrollo, dos frutales de
hueso, albaricoque y melocotón, han alcanzado una
importante extensión de cultivo, sin duda empujados
por- la demanda creciente en la industria conserves .
Las condiciones de clima, que en ocasiones no asegu.
ran al árbol el reposo vegetativo necesario, y las ina-
propiadas condiciones edáficas, dan lugar a que estos
frutales sean de escaso vigor y corta vida, y salvo ra.
ras excepciones, el fruto producido no es de gran
calidad .
El carácter arcilloso de los suelos formados por los
aluviones del uadalenún a dado lugar a una cierta
concentración del cultivo de frutales de hueso en esta
área predominando en Era Alta, La Baya, Nonduer
mas y Puebla de Soto .
Por otra parte es muy frecuente que aparezcan
mezclados en una misma parcela albaricoqueros y, me-
locotoneros, e incluso limoneros . Más del 50 por cien-
to del melocotonero aparece asociarlo con agrios y al-
baricoqueros .
En la huerta predominan las variedades de tneloco-
tonero «maruja», cuyo fruto es de gran tamaño, bue-
no para mesa y conserva ; el «jeronimo» o «segundo»,
muy apreciado para la industrialización, y otras espe-
cies menos extendidas como el -«campill^ «bienveni»
do», cte . Las variedades de albaricoquero más comu-
nes son el «búlida», temprano y de buenas cualidades
para la conserva ; «real fino», de gran tamaño, y «mo-
niqui», aromático y agradable a la vez que aguanta
bien el transporte .
El resto de los árboles frutales cultivados en la
muerta presentan mucho menos interim . ciruelos («san-
tu :rosa» y «japoneses»), membrilleros y, en mucha
menos cuants'a, manzanos y perales no se encuentran
190
normalmente en plantaciones regulares, localizándose
en general en las márgenes de las parcelas . Unieamen ,
te el membrillero coloniza las áreas de elevados nive-
les freáticos, pero su interés económico es escaso, La
morera, por último, escasea ya en la huerta y sola-
mente en algunos sectores; como Patifo, sigue tenien-
do importancia la cría del gusano de la seda, y consi .
guientemente la morera . Pero ya no aparece nunca
este árbol en las parcelas, su cultivo se ha relegado a
los bordes de los caminos, los «quijeros» de las ace-
quias y, a veces, los caballones anchos que separan
los bancales .
Las necesidades de frío invernal son muy impor
tantes en todas estas especies arbórcas, El umbral mí-
nimo en las especies de hueso puede establecerse en
600-900 horas. anuales con temperaturas inferiores
a 7°, y en las demás de 900 a 1 .000 con la misma
temperatura . Melocotonero y albaricoquero son en
general bastante exigentes . El membrillero, por el
contrario, es el menos exigente en frío de este con-
junto de especies . La falta de suficiente frío invernal
provoca la caída de las yemas .
Entre las variedades más afectadas por el déficit
de frío invernal en la huerta de Murcia destacan. el
albaricoquero moniqu¬ corno muy afectado ; el búlida,
más resistente, puede perder hasta el 50 por ciento de
la coseeba . En cuanto al . melocotonero su variedad
«calabacero» es la más sensible a la falta de frío y la
más resistente el «cardinal» ":
Las necesidades h¬fricas máximas oscilan entre los
3 .200 a 4.8001 m3 por hectárea y año".
35 SÁNCxrá'ZWCAPUCHINo LLORENS, J. .A,# «Cotitribuclán
al conoamiento de necesidades en frío invernal de variedades
fruticolas», I, Levante Agrícola, n° 59, 1966, y n" 61, 1967,
36 CARPENA, Q ., y SÁNcHEz, F . : «Necesidades hídricas de
las plantas de ciclo larga», 11, Anales de Edafologáa y Agro
XXI, n9 7-12; 1962.
191
4 .5 .3 . Hortalizas y legumbres
192
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(Rincón de Seca) .
temprana y tardía) ; el melón y toda una amplísima
gama de los que podían denominarse «cultivos domes-
ticos», ya que la pequeña producción apenas se comer-
cializa. Consumiéndolos las economías familiares o,
todo lo más, el mercado -de Murcia, se cosechan nabos,
chirivías, rábanos, lechugas, pepinos, acelgas, apios,
perejil, guisantes, escarola, repollo, coliflor, calabaza,
etcétera .
Al mismo tiempo, por impulso de la industria con-
servera, se introducen nuevas especies de gran interés .
Este es el caso de la alcachofa, casi un monocultivo en
algunos sectores de la Vega Baja, que se insinúa en el
arca de Beniel y extremo NE . de la huerta .
194
nas de ellas en invierno, lo que permite tener forraje
verde todo el año .
El trigo, la cebada y algunas plantas forrajeras de
menos importancia (sorgo, veza, avena) completan el
cuadro de este tipo de cultivos de gran interés en el
futuro huertano ; sobre todo, en lo que respecta a la
alfalfa, el maíz forrajero, la veza-avena y toda la gama
de híbridos forrajeros, con la particularidad que es-
tos cultivos necesitan menos agua que la mayoría de
los restantes cultivos huertanos .
No se agotan, con las enumeradas, el número de
especies cultivadas en la huerta . En la actualidad se
producen en ella : menta (extendida principalmente
en Monteagudo, El Raal y Llano de Brujas donde se
le dedican más de 500 tahullas), azafrán, cardos, fre-
sas y gran variedad de flores en los huertos inmedia-
tos a la ciudad de Murcia .
195
5. TEGNICAS AGRICOLAS
Habida cuenta de lo abigarrado del conjunto de es-
pecies cultivadas en la huerta, el exponer las labores
agrícolas sin perderse en una prolija y reiterativa enu
meración de los trabajos exigidos por cada tipo de
cultivo, constituye una seria dificultad . Hemos trata-
do de solucionarla agrupando aquellos de porte no
arbórea en tres grandes conjuntos, reunidos de acuer-
do con las labores que exige su plantación . Resulta
así un primer grupo, bastante amplio, de cultivos cuya
primera fase se realiza en semillero cubierto o descu-
bierto ,según las épocas del año . En conjunto cultivos
con dos claras etapas separadas por la labor de tras-
plantes.
El segundo grupo lo forman aquellas plantas cuyo
desarrollo no exige semillero previo, pero cuya labor
de plantación demanda establecimiento de caballones
y unas determinadas labores manuales o mediante la
azada.
199
Por último, se incluyen aquellos cultivos cuya siem-
bra se realiza a voleo sobro el campo, que en lineas
generales son los que necesitan menos labores; en la
huerta de Murcia este tipo de cultivo es fundamental-
mente de plantas destinadas a forraje.
El arbolado, en sus dos variedades predominantes,
agrios y frutales de hueso, es objeto de estudio apar-
te, por las peculiares características que distinguen la
arboricultura de los demás aprovechamientos agrícolas.
La elaboración de las páginas que siguen, cuya base
ha sido casi exclusivamente la observación directa y
las entrevistas con los agricultores', nos ha mostrado
importantes diferencias e los procedimientos de cul-
tivo . No sólo de unos sectores a otros de la huerta,
sirio incluso entre explotaciones contiguas, el grado
de atención a los cultivos, las técnicas más o menos
avanzadas y la mayor o menor mecanización varían
sensiblemente. La diferente estructura de las explote-
ciones en las distintas áreas huertanas es un factor
decisivo en esta diversidad, pero también tienen irc
portancia la edad de los agricultores, su dedicación
total o parcial a esta actividad y, singularmente, la
ubicación de las explotaciones más o menos próximas
a las áreas de expansión urbana . Es perfectamente ad-
vertible una degradación de las técnicas en aquellos
sectores cuya absorción por el suelo urbano parece
más próxima, sin que aludamos al señalar este hecho
al «erial social», también ampliamente desarrollado,
Dejando a un lado estos matices, sin duda impor-
tantes, vamos a tratar de caracterizar los procedimien-
tos más comunes, prestando particular atención a los
restos de las tradiciones más antiguas todavía vigen-
1 La bibliografía sobre el ámbito concreto de la huerta es
casi inexistente . Bastante interesante, aunque desordenado, es
el trabajo inédito de RAmos, A. . Las plantas de cultivo los
sisteosas de cultivo en la Huerta de Murcia, Universidad de
Murcia, Tesis de Licenciatura, 1966, 165 fols . mecanogra»
fiados .
200
más moder-
tes, y advirtiendo que los procedimientos
nos tienen hoy cabida en la huerta, pero no nos pa-
raremos en ellos, tanto por su carácter excepcional
corno por sus rasgos, similares a los de cualquier otro
sector de regadío,
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203
utilizándose las cañas después para construir los e -
parrados de las especies trepadoras .
En la huerta de Murcia los cultivos cuya primera
fase se realiza en almajara son: tomates, pimientos,
berenjenas tempranas, judías, calabacín y boniato,
principalmente .
204
basta la tercera floración, para conseguir mayor nú-
mero de flores y, por tanto, de frutos .
Los riegos se suceden cada ocho o diez días (en al-
gunos casos cada cuatro o cinco) alternados con es-
cardas, salvo en el último momento de la floración,
pues resulta perjudicial para ésta. Simultáneamente a
los riegos se efectúan pulverizaciones de insecticidas
y criptogamicidas, asï como abonados principalmente
de nitratos cada dos riegos.
Los rendimientos de este cultivo no son, a pesar
cíe todo, comparables a los de otras huertas . Posible-
mente no lleguen en Murcia a los 300 Qmfha ., reco
giéndose en el área de La Albatalía las mejores co-
sechas.
5 .1 .2. El pimiento
205
tres o cuatro días de la plantación se remueve la capa
más superficial -le la tierra («escolme») con. un rastri-
llo, para evitar la formación de costra y el cuartea.
miento de las plantas. A. los quince o veinte: días se
repite el riego, en este caso muy abundante, y a los
pocos días se realiza una cava general del terreno=
Transcurrido un petiodo e tiempo similar se renueve
la tierra y luego generalmente se abona, riega y re-
mueve cada veinticinco días . La recolección empieza
al finalizar septiembre y puede alargarse basta diciem-
bre, efectuándose cuatro o cinco, llamadas respecti-
vamente: primera, segunda, etc ., y la última «apu-
res». Los rendimientos, a causa de las plagas y de los
elementos nocivos que contienen las aguas de la red
de riegos, tanto por residuos de fábricas como por la
carga de sales que proporcionan las sucesivas reutilï-
zaciones, la disminuido sensiblemente, lo que ha.
colaborado también en el retroceso del cultivo.
En el momento actual las áreas dedicadas a este
aprovechamiento se localizan preferentemente en secT
tares marginales, donde el riego no es con aguas del
Segura, sino de pozos, como en Tiñosa Alta .
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209
Cebollas .-Existen en tres variedades : «babosa»,
«liria» y «de grana», que son respectivamente, tem-
prana, semitemprana y tardía. Es también plantación
de vivero que luego se trasplanta al campo .
210
5 .2 . CULTIVOS SIN PLANTEL
5 .2 .1 . La patata
211
tradicionalmente la recogida de la patata la realizan
las mujeres,
21 2
Los rendimientos por hectárea oscilan. entre 5 y
12 Qm, en las mejores cosechas, realmente muy bajos .
Las habas, por su parte, w cultivan sin caballones,
plantándolas a principio de invierno a golpe y en hi=
ladas sobre un terreno preparado preferentemente con
abono orgánico . Después de plantadas se riegan y lue-
go se espacîan estos riegos a uno mensual hasta el
momento de la floración en que reciben varios segui-
dos, desde la floración a la recolección recibe cinco o
seis . La cosecha se extiende de finales de marzo a
abril .
5 .3 .1 . La alfalfa
21 3
nado vacuno, y la denominada «del terreno», que tiene
un ciclo vital de unos cinco años y proporciona un
pasto más duro y fácilmente almacenable como heno.
Para realizar su cultivo se prepara la tierra con una
cava profunda y se abona con estiércol y NPK. Des-
pués se preparan las parcelas («tablas») de forma rec-
tangular y procurando que la superficie esté bien ali-
sada para facilitar la posterior siega a mano . Después
de regadas las parcelas, en otoño, se planta la simien-
te, unos 37 kg. por hectárea, ya no se repite el riego
hasta que la planta no ha alcanzado cierta altura para
no perjudicar su crecimiento .
Antes de cada corta se suele dar un riego a la par-
cela para que sea más râpido su nuevo crecimiento y
entre estas labores se riega también una o dos veces .
En cada corte el rendimiento por hectárea oscila alre-
dedor de los 40 Qm.
La capacidad regenera-dora de la fertilidad del suelo
que tiene la alfalfa presta gran interés al cultivo de
esta forrajera, sobre todo cuando entra en rotación
con otros cultivos más exigentes .
5 .3 .2 . Los cereales
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calas de frutos muy maduros . La siembre se verifica,
cuando no hay peligro de helada, dejando la semilla
casi al descubierto, y durante el período de germina-
ción se procura que no falte humedad mediante rie-
gos cada ocho días . Cuando salen las plantas, después -
de varias escardas para aclararlas, se trasplantan cor.
tándole la punta de la raíz principal y colocándolas
en lineas espaciadas de unos 50 cm . Al mismo tiempo
se injertan a escudete las plantas de la clase deseada
a unos 20 cm. del suelo y suprimiendo todos los bro-
tes, excepto las yemas injertadas . Este primer tras-
plante se suele realizar en otoño o primavera .
Al año del primer trasplante los árboles se extraen
con su cepellón y se colocan en el lugar definitivo .
Normalnnente esta plantación se hace hoy a cuadro o
«marco real», con separación de cuatro a seis metros
entre cada árbol, Las plantaciones más antiguas son
al tresbolillo .
El terreno de la plantación definitiva se prepara
con una profunda labor de desfonde, realizándose a
continuación los hoyos donde se colocarán los arboli
tos . La plantación suele realizarse en febrero, tratando
de evitar los fríos invernales .
El cuidado regular de estas plantaciones, cuando
son de naranjo, se reduce comúnmente a las labores
de cava, abonado, riego, podas y fumigaciones . La
cava suele realizarse al finalizar el mes de resarzo con
profundidad, y posteriormente en dos nuevas ocasio-
nes : agosto y octubre, aunque es muy frecuente que
se reduzcan a dos, la de primavera y la de verano, El
abonado se realiza en dos ocasiones, generalmente con
la cava de marzo se aplica abono orgánica, y posterior-
mente, a finales de abril o mayo y coincidiendo con
un riego, se aplica una mezcla de sulfato de potasa,
sulfato de amoniaco y sulfato de hierro en proporcio-
nes muy variables . Los riegos, que son siempre por
inundación de la parcela, se efectúan tres o cuatro ve,
218
ces al año : en abril, julio y septiembre ; cuando existe
riesgo de helada se trata de combatirla con un ligero
riego .
La poda suele realizarse después de recogida la fru-
ta, en marzo, tratando -de renovar el ramaje en un
tercio por año . A veces, cuando el árbol ha sido ata
cado por alguna plaga o se ha helado, se poda inten-
samente y se despoja al árbol de todo su follaje.
Cuando mediante injertos se pretende cambiar la va-
riedad del árbol, la poda lo reduce al tronco y las ra-
mas guías . Por ultimo, las fumigaciones suelen reali-
zarse en febrero o marzo y en verano.
Las labores en las plantaciones de limonero son li-
geramente diferentes . Los árboles se podan entre agos-
to y septiembre y se fumigan dos veces : en abril y
septiembre u octubre . El terreno se cava profunda-
mente en abril y más superficialmente («arrascar la
mota») en junio, se riega en cuatro ocasiones : enero
o febrero, abril, junio y agosto, y se abona en abril y
en verano con abonos orgánicos, nitratos y superfos-
fatos .
Contrasta con el frecuente esquematismo de las la-
bores, que suelen reducirse a mínimos indispensables,
la cuidada atencïón que algunos agricultores dedican
a sus plantaciones . Así, un cultivador de limones en
la localidad de Siscar declaraba al ser entrevistado que
realizaba a lo largo de un año las siguientes labores :
cava en primavera y verano ; escarda en marzo y sep-
tiembre; abonado en verano y fin de diciembre ; riego
en cuatro ocasiones distribuidas en invierno, primave-
ra y dos en verano ; injerto de mayo a agosto ; limpieza
de brotes inutiles («despollizar») en agosto; corte de
la hierba en primavera y otoño; desempedrado en oto-
ño, e instalación de los «mosqueros» en noviembre.
5 .4 .2 . Los frutales de hueso
Los cuidados en vivero de estos árboles (albarico-
219
quero, melocotonero y ciruelo) son muy similares a
los que se realizan en los demás frutales, por lo que,
no es preciso detenerse en ellos . Generalmente los
pies utilizados para la primera plantación son de ci-
ruelo «Damas negro» y de pie natural .
Para realizar la plantación definitiva se - preparan
los hoyos en disposición de «marco real*, son un es-
paciado de b a 7 m. para albaricoquero y de 3 a 3,5
para melocotonero . En el fondo del boyo se coloca la
tercera parte del suelo retirado al hacerlo y sobre éste
una capa de estiércol de unos 20 kg. y unos 204 gr.
de la nnezcla PK, colocandose a continuación la pian-
ta a unos 20 cm. de profundidad . Esta operación suele
realizarse en otoño para que la planta esté adaptada
al terreno al llegar la primavera y pueda brotar con
más vigor . Inmediatamente des-pues de rellenar el
hoyo se le da un riego, se repite otro a los ocho o diez
días y un tercero al mes aproximadamente .
Durante el período de crecimiento del árbol está
muy extendida la práctica de realizar cultivos hortíco-
las en el suelo, lo que resulta perjudicial. para la plan-
tación, pues le roba elementos fertilizantes.
Una vez los árboles en producción se inician las la.
bores de todo cultivo: antes de la primavera se efec-
túa la poda, muy ligera el primer año, con el fin de
que el árbol no alcance excesiva altura y las ramas re-
ciban la mayor cantidad de luz .
En marzo se realiza una cava poco profunda, para,
no dañar las raíces y a continuación se podan y rie-
gan . Las laborees, como en los agrios, se paralizan du-
rante la floración y en mayo se fumigan y se riegan
nuevamente. Normalmente se riegan cada veinte días
hasta junio en que se vuelven a abonar, recolectan.
dose los frutos en julio. Las labores se anticipan en el
albaricoquero, cuya cosecha se recoge en el mes de
mayo .
Pese a los ruidados que se dispensan a estos árbo-
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de regadío y a la íntensíficación del ritmo anual de
cultivos con un carácter a veces excesivo.
~ Las rotaciones se suceden sin dar descanso a la tíe-
rra y los cultivos se mezclan en una misma parcela
en un afán de expritnir las posibilidades naturales el
maximo y, por supuesto, produciendo graves deseen-
sos en los rendimientos .
224
efectuada la recoleccion de la patat.a en diciembre,
quedan las habas en el campo hasta abril, una vez re-
colectadas estas se siembra maíz en cuyas cañas se
sujetan plantas de judía de enredadera o bien se plan-
tan pimientos mezclados con cebollas en los surcos 2 .
Este caracter simultaneo, pero aun mas acentuado,
lo presenta una rotación extendida ya muy Poco en
la -huerta, pues el suelo no lo permite . Se planta, en
primer -lugar, tomate . Ya desarrollado este, en el re-
verso de los surcos se siembran judías . Recogidos los
tomates, al final de la primavera quedan las judías en
el campo . Estas se recogen verdes («bajocas») hacia la
mitad del verano . Se siembre entonces maíz tardío, o
patatas, que pueden recolectarse hacia noviembre . Ello
permite incluso una cuarta cosecha de trigo o cebada
para segar en verde como forraje.
5 .5 .2 . Cultivos asociados
22 5
cluso, a la alimentación familiar, cuyos principales in-
gresos, desde luego, no proceden de la agricultura. -
Entre los cultivos simultáneos de arboles y plantas,
herbáceas, uno de los mas característicos es ¿I ae fru-
tales en desarrollo y patatas, obteffiéndose de estas
ultimas una cosecha anual,
Tamlúén es frecuente en las parcelas de límonero
en desarrollo, colocar melocotoneros, uno en el centró
de cada cuatro limoneros, que producen su fruto has
ta que comienza la producción de limones, en cuyo
momento se arrancan,
En cuanto -a los cultivos de hortalizas, la promis-
cuidad llega a ser extraordinaria, Unas veces en los
caballones del tomate se intercalan plantas de cebolla
o lechuga, otras en el reverso de los caballones de pe-
pinos y judías verdes se cultivan ajos y cebollas ; las
habas se cultivan junto a las alcachofas o la alfalfa,
e incluso, se -pueden encontrar juntos en una misma
parcela lechugas, coliflores, berengenas y pimientos o
, ajos, nanas y Judias.
226
posibilidad de mecanizacion, al menos en el sector de
riegos mas antiguo. En cambio, en los nuevos rega-
díos, dedicados principalmente a frutales en planta-
cion de gran marco, es posible un mayor grado de me-
-anízacion .
227
caracolas que avisaban los cambios de tanda con su
bronco sonido, etc .
Los instrumentos de traccIOn animal son menos nu-
merosos . El mas importante, sin duda, es el arado,
tanto el de tipo castellano, conio el mas moderno de
vertedera . junto a el la «trajilla», que empareja los
terrenos, la «tabla de cuchillas», con seis o siete gan-
chos que se clavan en el suelo arrancando hierba y
remueven la costra superior de la tierra, y el «rulo*,
pesado cilindro de piedra que gira sobre un eje y se
utiliza para allanar la superficie de las parcelas .
El clásico carro, normalmente arrastrado por un
solo animal (mula o burro), completa el cuadro del
utillaje agricola tradicional murciano.
5.62 . La motorización
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231
y maniobra . En 1970 el alquiler de estos aparatos era
de 70 pesetas la hora para motocultor y 120 para trac-
tor, sin contar el jornal del conductor .
En cuanto a las necesidades de maquinaria segun
el tipo de cultivo, los agrios reciben tres labores anua-
les, por termino medio, generalmente con motocultor,
pues lo denso del arbolado no permite aparatos ma-
yores, excepto en las nuevas plantaciones cuyo marco
mas amplio permite el uso de tractor . Aproximada-
mente el rendimiento del motocultor es de dos horas
por tahuffla, en tanto que el tractor realiza este traba-
jo, en cincuenta minutos .
El resto de ¡Os frutales suele recibir el mismo nú-
mero de labores al año, necesitando el motocultor una
hora y treinta minutos para trabajar una tahúlla y el
tractor cuarenta minutos . En cultivos no arboreos el
calculo es mucho mas difícil por su variedad, en con-
junto reciben dos labores anuales con un rendimignto
de una hora y treinta minutos por tahúlla o cincuen-
ta minutos, segun se utilice uno u otro aparato.
La motorización no ha desterrado, sin embargo, las
labores manuales . Todos los trabajos de detalle se rea-
lizan aun a mano y prácticamente sólo se confían a la
maquina los de mayor esfuerzo .
232
muy difícil de calibrar el consumo de abonos en el
ámbito huertano . A pesar de los esfuerzos de numero-
sos organismos para conseguir su utilizacion racional,
el huertano realiza su aplicacion empíricamente ; sacri-
ficando muchas veces, inadvertidamente, la fertilidad
de su parcela a la obtencion inmediata de fuertes be-
neficios . En conjunto puede considerarse como insu-
ficiente la aportaci0n de abonos al suelo,
Para el cultivo de agrios, por ejemplo, que es uno
de los mas representativos en la huerta, el deficit de
abonos se puede estimar en un 15 por ciento para las
necesidades en sulfato amonico, un 10 por ciento en
lo referente a superfosfatos, casi un 50 por ciento en
cloruro de potasa y un 25 por ciento en nitratos.
Es notable constatar, a traves de entrevistas con
los agricultores, como las explotaciones menores de
dos hectareas suelen recibir mayor cantidad de abo
nos, proporcionalmente, que las mayores ; la explica-
ci0n reside en que precisamente en aquellas se reali-
zan las rotaciones mas intensas .
Se ha señalado ' la carencia en el suelo de ciertos
elementos necesarios para el desarrollo de la arbori-
cultura, asi como los desequilibrios entre los distintos
elementos nutrientes, que suelen provocar graves al-
teraciones en los cultivos. Es frecuente que aparezcan
plantaciones de buen aspecto y poca producciOn, y la
importancia proporcional de las aportaciones de nitró
geno provocan alteraciones que llegan a agostar las
plantaciones . Graves carencias de hierro y manganeso
afectan a menudo a los frutales, adquiriendo particu-
lar gravedad la elorosis ferrica del limonero .
Teniendo presentes las características edaficas del
arca, parece conveniente utilizar fertilizantes de carác-
ter acido, asi como abonos amoníacales que hacen des
cender el pH, La extremada pobreza en fósforo asi-
milable también aconseja el uso de superfosfatos, fre-
1 1 .O.A .T.S . : Estudio edajologíco . . ., pp . 166-168 .
23 3
cuentemente antes de establecer el cultivo o con la-
bores profundas, La aportacíón al suelo de potasio y
abonos orgánicos reviste también el mayor interés . ,
Por lo que se refiere a los productos más utilizados
para restituir su fertilidad a las tierras, resulta muy
difícil generalizar . Ello se debe a la gran variedad de
procedimientos cuya práctica puede ser comprobada.
En los últimos anos, y con una notable permanencia,
los productos más utilizados son los que a continua-
ción se enumeran .
En primer lugar, el empleo de abonos organicos
tiene tina importancia decisiva, principalmente en los
cultivos horticolas y mas concretamente en aquellos
cuya primera fase de desarrollo se realiza en semillero.
El estiércol cumple un papel fundamental en esta prí-
mera etapa del desarrollo de las plantas : favorece la
accí0n mícrobíana, la humíficación e, icluso, regula
termicamente el suelo por la accion de microorganis.
mos en ferinentacion .
Los abonos químicos más empleados son el super-
fosfato de cal («super»), o el de potasa («potasa»), el
sulfato amónico («amoniaco»), y el también amonia
cal nitrato potasico o calcico, Generalmente se mez.
clan estos productos en proporciones variables y un
tanto arbitrarias . Una mezcla corriente es la de sulfa-
to amonico y superfosfato de cal a partes iguales .
A esta mezcla se la denomina «guano», quiza en re->
cuerdo de los abonos americanos, y también «fuerza»
por razones obvias .
Sin duda el producto fertilizante de uso más exten-
dido en la huerta es el iulfato am6nico . No obstante,
si se utiliza en exceso a veces se «secan» las plantacio
nes, El sulfato de potasa y el cloruro de potasa se
suele mezclar con este en pequeñas proporciones,
Su uso no está muy extendido, pero tiene el inapre-
ciable valor de restituir al suelo las perdicias ocasio-
nadas por el lavado de los riegos.
234
El superfosfato de cal, usado también en grandes
cantidades, se emplea fundamentalmente en los cul-
tivos de leguminosas, en el que se echa sin mezcla,
ya que el nitrogeno lo aporta el suelo la propia planta .
Como ya hemos indicado, no se acaba en esta enu-
meraci0n con el catalogo de nutrientes utilizados en
la huerta, aunque los señalados son, sin duda, los de
mayor raigambre . Ello no supone que no se usen otros
y que, lentamente, se impongan procedimientos ra-
cionales y adecuados .
23 5
ción de sulfato de cobre y cal en agua ; sulfataclones>
con azufre, emulsíones de aceitCS minerales ; éteres
fosfórícos ; pesticias asfíxiantes y otros muchos pro-
duductos mas de varíable eficacia. Sín embargp~ poco
a poco, estas labores, al menos en las explotaciones
mayores, van pasando de manos del agricultor a las
de equipos, especializados de mayor eficacia .
La abundancia de productos fitosanítarios de que
se dispone actualmente, a la vez que es una ventaja
indudable, provoca sin embargo problemas a la hora
de elegir el producto más adecuado, La oportunidad
en el tratamiento y el acierto en la elección de las
mezclas, que exige un profundo conocimiento de los
caracteres del cultivo y de la plaga, pueden producir
beneficiosos efectos, incluso de sinergisino, como ban
señalado Ortuño y Guillén '. Muy al contrarío, el uso
excesivo y no controlado de los productos fitosaffi-
tarios producen reacciones fitotóxicas, desequílíbrios
ecológicos e incluso exacerbaciones en las plagas por
habituación, sin excluir los riesgos de intoxicación en
el consumidor, sean hombre o animales .
Por otra parte, algunas plagas de carácter endémi-
co y que afectan a amplias zonas de cultivo requieren
tratamientos conjuntos y, por tanto, acuerdos entre
propietarios y creacíón de estaciones de avisos agríco-
las para organizarlos . La destrucci0n del hábítat favo-
rable al desarrollo de plagas y enfermedades : cauces
cubiertos de malas hierbas, aguas estancadas, etc,, y
la modificación de los desequilibríos nutritivos que de-
bilitan la resistencia de las plantas, serían medidas
preventivas de gran interés .
1 1
ORTuÑO, A ., y otros, La agricultura pági-
nas 176-193 .
23 6
6. LA PROPIEDAD Y SU HUELLA
EN EL PAISAJE AGRARIO
Uno de los rasgos de la estructura agraria de la
huerta de Murcia que con mayor claridad expresa su
paisaje, es la distribución de la propiedad territorial
y, en directa dependencia, la de las explotaciones
agrícolas .
En otro lugar hemos descrito las líneas maestras
del largo proceso histórico que desemboca en la sítua-
ción presente' . Sin perjuicio de resumirlo aquí breve-
mente, para hacer mas inteligible el momento crítico
a que se ha llegado, la finalidad que persigue este ca-
pítulo es señalar la presión decisiva que la presente
estructura de la propiedad ejerce sobre un notable nu-
mero de agricultores . Los cuales se ven obligados a
abandonar su actividad tradicional parcialmente, para
completar sus ingresos con trabajos ajenos a la agri-
1 CALvo GARCiA-TORNEL, F. : «Aspectos de la evolución
de la proffiedad territorial en la haerta de Murda». Papeles
del Departamento de Geografía, Murcia, 1971, pp. 135-158.
239
cultura . Este hecho está modificando sustancialmente
los rasgos propios de la huerta : abandono del culti-
vo intenso, esquematismo en las labores agrícolas,
cambios notables en el destino de las tierras . Hoy aun
no es muy amplia el área ~afectada, y la presencia de
un nutrido grupo de agricultores de edad avanzada,
eferrados a los usos tradicionales, frena el proceso .
Pero la estructura familiar del trabajo, a la que tam-
bien hemos de aludir, muestra que el inevitable rele-
vo puede aportar cambios radícales a la huerta de
Murcia .
Desde las etapas mas antiguas que nos ha sido po-
sible analizar hasta lcrs momentos actuales aparece,
como rasgo permanente en la estructura de la propie
dad huertana, la existencia de numerosas propiedades
individuales, fragmentadas con frecuencia en pequeñas
parcelas y explotadas directamente por sus propieta-
ríos . Por supuesto que la anterior afirmación no im-
plica que unos rasgos ídenticos hayan permanecido
inmutables a lc> largo del tiempo . Ciertas coyunturas
permitieron importantes concentraciones nobiliarías,
así el siglo xviii cuando el 35 por ciento del área
huertaba estaba en manos de una docena de propie-
tarios . Pero desde las distribuciones de terreno en el
siglo xiii, tras la reconquista, numerosas propiedades
individuales de medina extensión existen en el área,
;agrupadas en determinados sectores que muestran hoy
evidentes problemas .
240
se respetaron algunos sectores a la poblaci0n musul-
mana, sucesivas particiones acabaron por transferir la
totalidad de la huerta a manos de sus nuevos ocuPan-
tes cristianos .
En conjunto, exceptuando la efímera partición de
Jaíme 1 de Aragón, las de Alfonso X de Castifia se
encaminaran a asentar el mayor numero posible de
pobladores cristianos . Con ello se trataba de asegurar
la incorporación definitiva de Murcia al reino caste-
llano, El carácter de estos repartimientos ha sido ex-
haustivamente analizado por Torres Fontes' que se-
nala el deseo del monarca de instalar el mayor nume-
1
241
eran de 10 a 30 tabullas . Los donadios reales no fueron
muy numerosos y aunque algunos tenían bastante ex-
tensión en conjunto no representan una proporción ele-
vada dentro de la huerta : en la tercera y cuarta parti-
ciones ocuparon solamente un 18 por ciento del total
de tierras repartidas que, por otra parte, no eran la to-
talidad del arca de huerta.
A partir del siglo xiv se inicia una progresiva con-
centracion de la propiedad en manos de la nobleza y
una intensa amortización eclesiástica que, en parte, des
virtúa. los objetivos de las primitivas particiones de Al-
fonso X .
La particular coyuntura del momento favorece este
proceso de concentracion ', En tanto permaneciO en la
huerta la poblacion musulmana se mantuvo el cultivo
huertano, pero cuando gran parte de estos pobladores
abandonaron sus tierras y emigraron a Granada, algu-
nos sectoressufrieron un acentuadoabandono . El colo-
nizarse mas adelante de nuevo lo serían ya bajo un te-
gimen señorial, aumentando asi las propiedades de
aquellos que disponían de bienes suficientes para íni-
pulsar las ampliaciones de riego.
En el transcurso de los años el descenso poblaciOnal
provoca una disminución del cultivo, el abandono a la
ganadería de amplios sectores y la formación de gran
des propiedades . Sotos, junterones, Puxm.arín, Dávalos,
Cascales, etc., son los apellidos de estos grandes pro-
pietaríos que actualmente pervíven en la toponimia
huertana . Pero en pocos casos este proceso de concen-
tración afecta al arca mas antigua del riego, con la ex-
cepción de Puebla de Soto, La Raya y Aljucer, el resto
de las grandes propiedades se localiza en la periferia :
Alcantarilla, Javalí, Guadalupe, Espinardo, Alquerías,
El Palmar, La Alberca, Santo Angel, Zeneta, Beniel, et-
3 To~ FoNTF_s, J. : El regadío murciano en la primera
mitad del siglo XVI, Junta de Hacendados de la Huerta de
Murcí-a, Murcía, 1975, 60 pp.
242
cetera . Nuevas arcas colonizadas se incorporan al censo
de grandes propiedades desde el siglo xvi al xvii : el
secano de Churra puesto en riego por los Carrillos, El
Raal desecado por los jesuitas principalmente, el pago
de Tomillate, puesto en riego por medio de una rueda
elevadora que le dio el nombre (La Ñora), etc .
Con frecuencia cambian de propietario los señoríos,
aparecen nuevos y desaparecen otros : los Puxtnarín. ce-
dieron amplios terrenos en La Ñora para la fundación
del convento de San jeronimo, mientras que por el con-
trario el dominio eclesiastico de Alcantarilla desaparece
en el siglo xvi . Merino Alvarez' ha estudiado prolija-
mente este proceso, sin embargo no nos ofrece datos
suficientes para valorar la extension de estas grandes
propiedades que en algunos casos (el de Beniel sin
duda) llegaron a ser muy importantes .
Paralelamente al proceso de concentracion de las pro-
piedades aumenta el colonaje en la huerta, absolutamen-
te necesario para cultivar tan amplias heredades y base
de la posterior ¡acentuada fragmentación de la Pro-
piedad .
En el siglo xvi los «Padrones de las acequias de la
DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD
EN EL SIGLO XVI
Superficie N .o propiedades
4 .
MERINo ALVAREz, A . : Geografía bistortca del territorio
de la actual Provincia de Murcia, Real Sociedad Geografica,
Madrid, 1915,516 pp,
243
huerta de Murcia» ' permiten resumir la distribucíón
de la propiedad como indica el cuadro de la pá-
gina 243 .
La extensión media por propietario, de 5>5 ha., re-
sulta bastante elevada, muy superior a la que se defivó
de las particiones del siglo xiii .
Las posteriores crisis económicas y poblacíonales
del xvii favorecieron la concentración de grandes here-
dades en las tierras huertanas . La estructura de las pro
piedades de algunos grandes terratenientes de este siglo
hacen pensar en un proceso de acumulación por com-
pras a pequenos propietarios arruinados, otras, sin em-
bargo, proceden claramente de colonizaciones realizadas
por individuos con suficiente poder economico .
En el extremo opuesto la pequeña propiedad debe
comeinzar su expansión ya en el siglo xviii, para crecer
ininterrumpidamente hasta nuestros días .
244
epoca hemos utilizado los datos del catastro de La En-
senada, algunos de cuyos tomos se conservan en el Ar-
chivo Historico de Murcia' . Este análisis nos ha pro-
porcionado la extension de las propiedades en la huer-
ta de 808 individuos cuyas tierras totalizan 43 .610 ta-
húllas, aproximadamente la mitad de la superficie del
arca regada en aquella epoca '. Esta cifra es lo suficien-
temente elevada como para aportar resultados signifi-
cativos .
DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD EN 1757
Superficie N.o propiedades (%)
24 5
N
i9ollooklm
AW
..... . . ..
. .........
AO 1757 1.965
247
la independiente, las propiedades del clero aparecen
fragmentadas en innumerables explotaciones, baste un
ejemplo : las extensas
- propiedades del Cabildo catedra-
licio se dividian en 116 parcelas de explotacion, cada
una con un colono al frente; en otros casos el número
de colonos era menor y aparece con frecuencia, sobre
todo en las pequeñas, la explotación directa.
El proceso de desamortízación iniciado en 1833 tuvo
repercusiones notables, matizadas por las condiciones
particulares de los bienes susceptibles de verse afecta-
dos por dicha medida . En primer lugar, los bienes des-
amortizables en nuestra comarca eran casi exclusiva-
mente bienes eclesiasticos . De esta manera la segunda
etapa desamortizadora, al afectar principalmente a los
bienes de propios, no tuvo gran importancia en la huer-
ta, pues eran muy escasas las propiedades de este tipo
que existian en ella. La consulta de los ejemplares del
Boletín Oficial de ventas de Bienes Nacionales de la
Provincia de Murcia' corrobora esta afirmacion, ya
que en muy contadas ocasiones aparecen subastas de
terrenos ubicados en la huerta : en los quince años
comprendidos entre 1859 y 1874 se desamortizaron
en la huerta solamente 171 fincas, con una superficie
aproximada de 1 .417 tahúllas, y de estas el 11 por
ciento eran subastas por quiebra de primeros compra-,
dores.
La etapa mas interesante en nuestra comarca es,
por tanto, la primera, cuando se desamortizaron los
bienes del clero. La superficie de las propiedades ecle-
siásticas en la huerta era bastante importante, las ci-
fras inmediatamente anteriores del Catastro de La
Ensenada permiten evaluarla en 19 .930,17 tahullas,
8 El primer número de este «Boletín Oficial de Ventas de
Bienes Nacionales de la Provincia de Murcia» apareció el 1 de
marzo de 1858. En el Archivo de Hacienda de Murcia se
guardan los ejemplares del 1 al 637, excepto los comprendi-
dos entre el 485 y 530 . Desde el número 836 hasta el 879 se
encuentran en el Archivo Municipal de Murcia .
248
Ii DISTRIBUCION DE FINCAS PROCEDENTES DEL CLERO SUBASTADAS
Zt w
Q.
", > ENTRE 1836 Y 1845'
sz ~l
::$19-
Extensión % total Total % superficie
00 z
,~j de las fincas N.o de fincas superficie total
Q.
De 45 a 49,9 tahúllas . . . ... ... 1 0,20 47 0,75
Z, Mayores de 50 tahullas . . . ... ... 11 2,16 1 .286 20,65
94.
250
6 .2, ~ PROPIEDAD Y EXPLOTACIóN EN LA AcrUALIDAD
25 1
ciento de la extensión total del riego~t La extenslóív
media por propietario es muy reducida* 0,67 ha.
Sector B. Arca inmediata al núeleo urbariq de
Murcia . Corresponde a un sector también de explota-
ción muy antigua y en el que el desarrollo urbano ha
lugares
favorecido la parcelación. Pedanías y de Alba-
talia, Arbolieja, San Benito, Patifio, Santiago y Zarai-
che y Santiago el Mayor, que en conjunto represen-
tan poca más del 8 por cicáto del ~o~ La media
púr propietario es de 0,86 ha.
la Depresión desde lái ime-
Sector C. Fondo de límite
diadiones de Murcia al con Oribuela . En con-
junto es un al:Ca puesta en cultivo más recíentemente,
sobre toda en algunos sectores como El Raal cuya
desecación definitiva se realizó ya en el siglo xix, Co.'
rresponde a las pedanías de Puente Tocinos, Llano de
Brujas, Miunicipio de Beráel, Alqueriías, El Raal, y
Santa Cruz, el 24 por ciento del arca regado, La ex,
propietario
tensión media por asciende a 1,54 ha~
Sector D, Piedemonte de la alineación interior,
Sector muy afectado por las ampliaciones modernas,
aunque la parte más baja de estas pedanías es aprove-
chada desde antiguo . Corresponde a Guadalupe, Es-
Churra, Cabezo de Torres, 11VIonteagudo, Es-
y Santomera, Representa este sector el 30
por ciento del área de huerta y es en él donde la cm,
tensión media por propietario es más elevada- 2,99
hectíreas, debído, sin duda, al mayor~ tamaño de las
explotaciones de nuevos regadios.
Sector E. Piedemonte de la cordillera prelitoral,
un area afectada por las mo-
En conjunto es también riego
dernas amplíacilows -del aunque en menor, grado
que la anterior por las características tcipográficas del
terreno. Sus caracteres son muy similares a los indi-
cados pata el secwr de la alincacíón interior, Corres,
ponde a las pedanías de El Palmar, La Alberca, Alge-
zares, Los Garres, Beniaján, Torreagilera y Zeneta,
252
poco mas del 26 por ciento del arCa regada, La exten-
sión media por propietario es de 1,16 ha .
En cuanto a las explotaciones agrarias son, en lí-
neas generales, unidades aun menores que las de la
propiedad . En la mayoría de los casos es la propia
exiguidad de las propiedades la que impone su redu-
cido marco a las explotaciones ; pero aun cuando aque-
llas son grandes, su tradicional fragmentación se re-
fleja en multitud de explotaciones menores, situación
a la que sólo escapan las modernas ampliaciones del
riego.
DISTRIBUCION DE LAS EXPLOTACIONES
SEGUN SU SUPERFICIE
Extensión Número %
De 0,1 a 0,4 Ha. ... . . . .. 8.151 53,53
De 0,5 a 0,9 Ha. 4.284 28 1 13
De 1 a 2,9 Ha. .. . .. 2.317 15,22
De 3 a 9,9 Ha. ... .. . 321 2,11
De 10 a 19,9 Ha. ... . . . . . . ... 10 0,07
De 20 a 49,9 Ha. ... ... ... . 60 O~39
De50Ha.y mas 84 0,55
TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 .227 100 )00
Nota ; Estimación a partir de datos del Censo Agrario de
España, 1972 . I.N.E.
Como en el caso de la propiedad, las explotaciones
buertanas tambien acusan un cierto grado de parcela-
cion, con lo que se hacen acreedoras, en su mayor
parte, a la calificación de minifundios . El índice de
parcelaci0n es de 1,05, pero oscila sensiblemente se-
gun se trate de explotaciones dentro del regadío tra-
dicional. o en las ampliaciones recientes, siendo menor
en estas ultimas .
El paisaje agrario guarda como huella mas perma-
nente la de estas empresas agrarias de reducidas di-
mensíones . Parcelación, cultivos, red de riegos, camí
nos, edificaciones, cte., parecen corresponder clara-
253
mente, a las necesidades de unos agricultores con es-
casas posibilidades de modernización, pocas exigencias
de transporte, trabajo fundamentalmente manual y ,
apremiante necesidad de obtener los máximos benefi-
cIOS . Sólo escapan a estos rasgos generales algunas ex-
plotacíones de la periferia huertan.a, frecuentemente
unídas a una industria de transformación de produe-
tos agraríos y de establecimiento reciente .
Uno de los efectos de mayor trascendencia provo-
cados por la díficíl situación de míles de empresarios,
cuyas tierras apenas bastan para el sostenimiento fa
miliar, ha sido la expansión del trabajo simultáneo,
agrícola y otro, tanto entre los propios empresarios
como en el seno familiar, No puede preteMerse que
sea este factor el -único que ha dado lugar a la exten~
dida práctica de la agricultura «a tiempo parcial», Kfi-
fícilmente existiría si no ofreciera la comarca posibí-
lidades de trabajo alternativo abundantes . Pero la dís-
yuntiva, tan comUn en la provincia, de emigración o
miseria ha sido paliada en la huerta por el desarrollo
de la industria conservera, con abundantes necesida-
des de, mano de obra temporalmente, y el crecimiento
de los serViCIOS del núcleo de Murcia, Podemos afír-
mar sin temor a equivocarnos que el motor mas po-
tente de llos cambios actuales y futuros en la huerta es
esta. circunstancia, y que sus efectos no siempre pue.
den considerarse como los más adecuados para la per-
vivencia de la huerta como tal.
6 .3 . LA AGRICULTURA «A TIEMPO PARCIAL» Y SU
INFLUENCIA EN LA TRANSFORMACIÓN DEL PAI-
SAJE AGRARIO
254
agrícola, pues el incluir en ellos a los que reparten su
tiempo entre el trabajo en la explotación propia (sea
cual sea el regimen de tenencia) y la realización de
jornales por cuenta ajena resulta escasamente signífi.
cativo . En efecto, debido, a lo permanente del miní-
fundismo, los empresarios de explotaciones menores
de una hectarea (una mayoria desde hace largo tiem-
po) han venido practicando tradicionalmente la doble
ocupacion de empresarios y obreros agrícolas .
Aparece -ast la doble actividad, en su sentido am-
plio, como un fenómeno mas antiguo de lo que pue-
de parecer a simple vista, Pero estimamos que este
hecho es mucho menos significativo, para tratar de
descubrir el sentido de la evolución del mundo agrico-
la huertano, que la consideraci0n de las actividades
industriales o de servicios de los agricultores ; fenó-
meno este bastante reciente y de mucha mayor tras-
cendencia en las economías familiares y, por lo tanto,
en la orientacion futura de la poblacion activa en
el area,
A traves de una encuesta realizada a 1,200 índivi-
duos (algo mas del 1 por ciento de la poblacion activa
residente en la huerta), distribuidos por pedanías en
proporcion a la población total de cada una de éstas,
el año 1972 un 54,9 por ciento declaraban ser activos
en la agricultura. Sin embargo esta alta proporción
queda muy matizada al considerar que sólo el 25,8
por ciento afirmaban ser exclusivamente agricultores .
Estas cifras exigen sin duda un análisis mas detallado,
que más adelante trataremos de realizar . De momen-
to haremos hincapié en lo llamativo que resulta el
que sólo una cuarta parte de los individuos activos,
residentes en un sector con la solera agraria de la
huerta, declaren dedicarse por conipleto a esta acti~
vidad.
El 29,2 por ciento formado por aquellos que afir-
man realizar al mismo tiempo trabajos en la agrICUI-
255
tura y en industrias o servicios,1 está compuesto
- cosí ~
con exclusividad por empresarios cuyas explotaciones . -
son menores de una hectarea, Todos los agricultares
comprendidos en la muestra, cuyos terrenos ocupan
de 0,1 a 0>4 ha., afirman sínexcepción que tienen otra
actividad, a la que consideran principal en todos los
casos. A partir del umbral de las 10 tabúllas (1,11
,hectá=s),Ia situación cambia, y sólo un 8 por ciento
manifiestan practicar doble actividad, porcentaje que
se hace nulo a partir de las 40 tabúllas (4,47ha.) .
Resulta de gran interés el hecho de que, paralela-
mente, se advierta una gradaci6n en la intensidad del
cultivo practicado en sus explotaciones por los dístín-
tos empresarios : el 52,2 por ciento de aqUCIlas con
menos de tres tabúllas de extensión kinenos de 0,33
hectáreas) sólo estan ocupadas por un cultivo, en la
mayoría de los casos arbóreo y, aveces, forraje . Sólo
cuando la superficie explotada se hace extraordinaria-
mente pequeña (menos de 0,5 tahúllas) el huertano
declara variedad de cultivas, pero afirmando invaría-
blemente que su finalidad es el consumo familiar .
Al ascender en la escala de nuestra muestra, a par-
i de las explotaciones mayores de 5 ha,, vuelven a
tir
aparecer dedicadas a veces -a un solo cutlivo, pero aquí
ya se trata de una aut¿núca especialízación en busca
de rentabilidades maximas, y la frecuencia es inferior
al 20 por ciento.
El. nutrido grupo de las explotaciones entre 0,5 y
5 ha.> más gran parte de las mayores, practican
las que un,
policultivo variadíSIMO, más acorde con se
consideran como rasgos definídores de los regadíos
tradicionales mediterráneos. En sus tierras estan pre-
sentes el arbolado, las hortalizas y las forrajeras si-
multáneamente como mínimo, y en ciertos casos lle-
gan a obtenerhasta doce cosechas distintas dentro del
año agrícola : patatas, algodón, alcachofas, alfalfa,, ju-
días, cebollas, habas, trigo, cebada, pepinillos, menta
256
y albaricoque, declara cultivar al año un agricultor de
Benlel en sus 40 tabullas .
El resultado de estas observaciones permite consta-
tar la existencia en la huerta de una superficie esti-
mable en 1 .500 ha. (casi el 7 por ciento de la exten
sión total), subexplotada a causa de la estructura de
las explotaciones, totalmente inadecuadas para ser el
unico soporte economico de sus empresarios.
Estas tierras, seiniabandonadas o marginales a la
economía del huertano, empiezan -a ser ya un rasgo
del paisaje agrario, advertible incluso a una observa-
cion superficial . Su localización, directamente relacio-
nada con la distribucion superficial del tamaño de las
explotaciones, las agrupa en sectores muy concretos,
donde la frecuente repetici0n del fenomeno lo hace
muy perceptible .
6 .3 .1 . Distribucíón espacial de la doble ocupacíón
257
La comarca murciana tiene la peculiaridad de po-
seer una interesante dotacion industrial, dispersa prác-
ticamente por toda el arca, lo que implica la posibili
dad de un empleo industrial próximo hasta en los
rincones Mas apartados . Sin embargo, esta dotación
es, logicamente, mas importante en unos sectores que
en otros, y la diferente fuerza ~e atracción se calca
sobre la estructura del empleo . Ciertamente que las
dotaciones de servicios ejercen una atraecíón similar
y un papel tan de primer orden como la industria .
Pero si exceptuamos el nucleo de Murcia, los restan-
tes núcleos huertanos poseen dotaciones muy homo.
gencas, de manera que su impacto es muy regular-
mente intenso en toda el arca y poco significativo por
tanto.
Sobre la base de los cinco sectores caracterizados
con anterioridad, a partir del tamaño medio de la
propiedad, el cuadro de la página siguiente resulta
muy significativo.
Según estos datos dos sectores destacan por presen-
tar rasgos muy similares . Se trata del flanco monta-
noso interior (sector D) y la parte del fondo del valle
comprendida entre Murcia y el limite con el munici-
pío de Orihucla (sector C). Allí se localizan las mayo-
res extensiones medías por propietario, debido al ma.
nor tamano de las propiedades en los nuevos rega-
díos y a la concentracion en el segundo sector de la
gran propiedad tradicional. Al mismo tiempo es el
arca con menos instalaciones industriales, y las que
existen no son de dimensiones muy grandes propor-
cionalmente, como indica su bajo porcentaje de obre-
ros fijos. El resultado es que, en nuestra muestra,
presentan el mayor número de individuos dedicados
totalmente al trabajo huertano (el 41,16 y 43,50 por
cierto, respectivamente), Puede defínirse este ámbito
como el que conserva casi intactos sus rasgos rurales,
258
ESTRUCTURA DEL EMPLEO SEGUN TAMAÑO MEDIO DE LA PROPIEDAD
Y DOTACION INDUSTRIAL
to Nota : Elaborado a partir de datos de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Indus-
en tria (1971) y encuestas propias .
%0
SECTOR 0
~P",, ~~ 4 7""
a~". e,
yo
~i,
Wb~,
SECIOR A
.5 E-CLQR-E-
'-', Z. - - ; z~L 01
41
260
mogeneos WSenados,1 4UnaS excepcioneg -notables .
Así, El Palmar y BenlOján en el sector E, Guadalupe
en, el D y Beníel en el Q muestras cierta dinámica
industrial y la estructura de actividades refleja esta
circunstancia, elevando en ellos en porcentaje de los
activos no agrícolas,
Parece asi const-atarse el impulso que el factor pto .
piedad está proporcionando a la transformación de la
huerta; alíado con otros no mexios importantes, entre
los cuales la estructura poblacíonal, que a continua«
ción se analiza, ofrece también potencíalididess de
cambio notables .
2-61
nes de tenencia en la actualidad . El Censo Agrario `
ofrece una «Distribuci0n de la superficie segUn el re-
gimen de tenencia» . a escala municipal,
0 que es clara-
mente orientadora respecto a los municipios de Be-
niel y Alcantarilla, fundamentalmente huertanos, so-
bre todo el primero, pero que no es tan util en el caso
del municipio murciano, pues la mayor extensíón
en este del secano y la importancia de la aparceria en
el «campo» varían las proporciones . Para estimar las
cantidades correspondientes al sector huertano del
municipio de Murcia se ha realizado un muestreo so-
bre las explotaciones radicadas en él, que forma parte
del anteriormente aludido .
El arrendamiento
26 2
DISTRIBUCION DE LA SUPERFICIE SEGUN EL REGIMEN DE TENENCIA
1
den señalarse . Entre ellas destaca la «adehala», regalo
de los arrendatarios al dueflo de la tierra, que gene-
ralmente consiste en tantas aves de corral como tahu-
llas tiene la finca una vez al año, normalmente por
San Juan al pagar el canon de arrendamiento . Son
tambien los arrendadores quienes suelen pagar los re-
partos por mondas de acequias . Plantaciones de arbo-
les, obras en las edificaciones, etc ., pueden realizarse
libremente en la mayoria de los casos, pero quedan
en propiedad del dueño de la tierra.
La aparcería
264
sobrevenir se afronta por nútades y los beneficios se
reparten en la misma proporcion .
265
conforman : la tradicion arabe, la autoridad real y la
actividad ordenancista del Concejo murciano .
Este conjunto de usos, privilegios y disposiciones
se recogen por primera vez en el siglo xiv en el llama-
do «Libro del Agua» o «Libro de los Ordenamientos» .
Nuevas recopilaciones, introduciendo reformas y mo-
dificaciones, se realizan al finalizar el siglo xvi y pos-
teriormente en 1695 ; son estas llamadas ya propia-
mente «Orderianzas», denominacion que aun perdura .
No existen nuevas regulaciones hasta 1823, despues
de una prolongadísima pugna entre los gobiernos, los
concejos y los huertanos, celosos todos de sus respec-
tivos privilegios y prerrogativas . Sin embargo, esta re-
gulacion no llego a tener vigencia legal, de modo que
en 1849 el Ayuntamiento de Murcia promulga unas
nuevas Ordenanzas " que son las actualmente vigentes .
Constan estas Ordenanzas de 17 capítulos, a los
que posteriormente se añadieron cuatro apendices,
dedicados en su mayor parte a tratar los problemas
relacionados con el riego y su distribucion, aunque
tambien se traten otros aspectos de la vida huertana :
lindes, caminos, medidas de superficie, etc.
En el capítulo primero se define el área que ocupa
la huerta de Murcia, la tradicional divisi0n en Here-
damientos y las unidades de superficie utilizadas para
realizar mediciones en la huerta. En el segundo se
contempla la defensa de las margenes del río contra
las inundaciones, señalándose tambien el derecho de
los propietarios ribereños sobre el aluvión con que el
rio pueda acrecer una ribera . Alude el capitulo terce-
ro a las lindes entre heredades. El cuarto aparece de-
rogado y el quinto trata sobre los caminos, señalando
anchura y normas para su conservacion .
Los capítulos sexto y séptimo se refieren a proble-
mas concretos del riego : enumeracion y caracteres de
17
Ordenanzas para el regimen y gobierno de la Huerta
de Murcia, Murcia, Imp . de Pablo Nogues, 1849, 28 pp .
266
los cauces y mondas . Trata el octavo de los ganados,
limitando la circulacion de estos por la huerta. A mo-
linos, fabricas y almazaras aluden los capitulos nueve
y diez . Los procuradores y demas empleados, los jun-
tamentos, la Comision de hacendados y el Consejo de
hombres buenos aparecen regulados en los capítulos
once, trece, díeciseis y cilecisiete. El doce trata de los
repartos y el catorce y el quinto sobre ceñas y dístri-
bución del agua .
Una gran parte de los temas contemplados en estas
Ordenanzas son de escaso interes, o completamente
inadecuados sus criterios al momento -actual. Sola
mente los capítulos que regulan la utilizaci0n del agua,
los organismos encargados de ello y los problemas re-
lacionados con linderos, tienen hoy obligada vigencia.
267
Los2,0 «juntamentos», que según el artículo 1277
de las Ordenanzas « . . . es la reunión de los hacenda-
dos . . . de toda la huerta, de un lado de ella o de algu
na o algunas de las acequias o azarbes, convocados y
presididos por el presidente del Ayuntamiento de la
capital. . .». Según la amplitud de la reuni0n el Junta-
mento será «general» si es de toda la huerta y «par-
ticular» cuando es solo de un Heredamiento . Es ne-
cesario oír al Juntamento preceptivíamente para mo-
dificar tomas o partidores, elegir procuradores y vee-
dores, en caso de reparaciones en una acequia, rendí-
ción de cuentas de un procurador, «repartos», gastos
en común de toda la -huerta, elección de la Comisión
de Hacendados de la Huerta y de los vocales del Con-
sejo de Hombres Buenos.
3~o La «Comisión de Hacendados», por su parte,
elegida en juntamento, representa a la junta de Ha-
cendados y aparece integrada por seis miembros (pro
pietarios en la huerta o apoderados de éstos) que se
renuevan por mitad cada año. Tiene este organismo
un presidente y un secretario-contador elegido entre
ellos. Sus atribuciones estan relacionadas con los ínte-
reses económicos de la huerta, servicios, relaciones
con la Administración del Estado, etc,
4.' El «Consejo de Hombres Buenos» constituye
un tribunal competente en materia de problemas y li-
tigios de riegos. Está compuesto por cinco procurado
res de las acequias y dos veedores, y celebra sesión
semanalmente en el Ayuntamiento, presidido por el
alcalde de la ciudad o un delegado . De sus sentencias
y fallos se puede recurrir ante el Ayuntamiento, acen-
tuándose así el carácter casi de organismo municipal
que tiene la Junta de Hacendados . Las competencias
concretas del Consejo de Hombres Buenos y el exacto
268
alecance de sus limitaciones han sido recientemente
analizados en un valioso trabajo 19 .
5.1 Por ultimo, debemos señalar la existencia de
una serie de «ofícios de la huerta» : procuradores, vee-
dores, guardas mayores, etc., restos de una antigua
organización, quiza de origen arabe, que en conjunto
forman la policia administrativa para la conservacion
y vigilancia del sistema de riegos .
269
7. LA DISTRIBUCION DE LA POBLACION
Y SUS ACTIVIDADES
La huerta de Murcia aparece desde antiguo como
un sector densamente poblado, aunque sometido a las
crisis que podían afectar al regadío.
Resulta muy difícil separar la población del núcleo
de Murcia de la de su huerta, aunque aquí hayamos
centrado nuestro trabajo sobre la segunda, ya que el
núcleo urbano ha sido largos años lugar de residencia
de un notable -numero deagricultores . Desde la «fuer-
te estructura ocupacional agraria» que señala Gutie-
rrez Nieto' para la ciudad de Murcia en el siglo xvi,
hasta el 0,25 por ciento de población agrícola que
estiman Cárdenas y Marset' para 1970, hay todo un
273
proceso económico y de cambios espaciales de la ac-
tividad cuyo interés es extraordinario .
Muy de lamentar es el hecho de que falten casi
por completo los estudios detallados sobre la pobla-
ción en la comarca murciana, laguna que actualmente
varios historiadores se ocupan de colmar . Sin embar-
go, en la distribucion de los efectivos agrarios en el
area pueden esbozarse distintas, etapas, en íntima re-
lación con las coyunturas economicas y políticas que
afectaron a la region .
Dejando a un lado el poblamiento anterior al si-
glo xiii, sobre el cual los datos son inexistentes o
ajenos al hecho huertano, en una primera fase (pura
mente hipotCtica e imposible para nosotros de eva-
luar) la población del árca se concentraria en la ciudad
de Murcia, exceptuando algunos pequeños asenta-
mientos huertanos fortificados . En el siglo xvi, defi-
nitivamente alejado el peligro de la frontera granadi-
na, los pobladores se extenderian por la huerta . Sin
perder en absoluto su personalidad de centro rural,
a partir de estas fechas Murcia refuerza notablemente
su papel de nudo de comunicaciones y centro de la
industria y el comercio de la seda; estos rasgos pare-
cen muy estables, y perdurarán sin cambios hasta
nuestro siglo . Con los inicios de la industrialización
varios pequeños núcleos huertanos iniciarán un proce-
so acelerado de crecimiento, encabezado por Alcanta-
rifia y pronto seguido por Espínardo, Palmar, etc.
Despues la propia Murcia, un poco tardíamente, se
unira al proceso y su reciente expansion es uno de
los factores mas decisivos de la situación actual.
274
dieron alcanzar, en una -hipótesis máxima, cinco mil
individuos, pero no sabemos los que se asentaron real-
mente ni cuantos en la ciudad o en la huerta, asi como
tampoco los musulmanes que optaron por permane-
cer en Murcia tras la ocupacion cristiana.
Por otra parte, desde los ultimos años del siglo xiii
sc acusa una grave crisis economica y pobladonal ',
acompañada de fuerte emigracion, cuya intensidad no
es -Posible establecer exactamente .
Apesar de la falta de datos completos y de que ias
fuentes accesibles no son totalmente de fiar, en el si-
glo xvi la población murciana puede estimarse en las
cifras, indicadas en la página 276, a partir de datos
en "vecinos" de Jimènez de GregorW y Gutiérrez
Nieto'.
A la vista de las cifras referidas al núcleo de Mur-
cia la poblacion resulta en conjunto bastante estable,
con una variación practicamente nula entre 1517 y
1584, en tanto que al final de la centuria parece as
cender de forma ligera. El peso de la población con-
centrada en Murcia es notable, pues a pesar de que
los datos de 1587 tambien sean incompletos muestran
que representaba poco mas de la cuarta parte .
En los primeros años del siglo xvii la tonica as-
cendente antes señalada parece confirmarse . Si hemos
de dar crédito a las cifras ofrecidas, la poblacion
,aumento en algo mas de veinte aflos casi un 40 por
ciento, ya que en 1609 esta ascendía a mas de 27 .000
almas, aunque los datos de 1587 no sean una base
exacta . Del resto de la centuria poco mas puede de-
3 ToRREs FONTES, J . : El regadío murciano en la primera
mitad . . ., op . cit ., pp. 7-16 .
' JIMENEZ DE GREGORIO, F . : Notas para una geografía de
la población murciana, Publicaciones de la Camara Oficial de
Comercio, Industria y Navegacion de Murcia, Murcia, 1956,
152 pp. Esencialmente hemos seguido los datos que proporcio-
na este autor hasta el siglo xix, .
-' GUTIERREz NiETO, J . I . : «Evolucion . . . », op. cí t., pagi-
nas 82-85 .
275
POBLACION EN EL SIGLO XVI
TOTALES . . . . . . . . . 17 .680
cirse : en 1646 la ciudad contaba con unos 15 .500 ha-
bitantes, prácticamente la misma población que al
iniciarse el siglo. La inmediata y grave epidemia de
peste (1648) y la «riada de San Calixto» en 1651 de-
bíeron ocasionar una profunda crisis en Murcia, ahon-
dando una situación que, por otra parte, era general
en el pais . Al finalizar el siglo la comarca había des-
cendido hasta los niveles de 1587 .
Contrasta la abundancia de documentación del si-
glo xviii con la penuria del anterior.
Tanto en las cifras de 1713 como en las de 1768 y
quiza en las de 1797 los efectivos del núcleo murcia-
no aparecen muy engrosados, tal vez por añadirse a
la población estrictamente urbana la de los sectores
huertanos inmediatos . Es muy probable un fuerte cre-
cimiento de la población concentrada en el casco de
Murcia, pero pese a ello esta siguió siendo muy ínfe-
rior a la asentada en la huerta y oscilarla realmente
alrededor de las cifras de 1755 y 1787 .
En conjunto, el siglo xviii es la primera ocasión en
que los efectivos poblacionales inician un ascenso re-
gular, el que no es ajena la coyuntura económica fa
vorable, cuyo reflejo hemos visto tambien en una no-
table ampliación del riego.
Por el contrario, el siglo xix aparece como una fase
de estancamiento demográfico e incluso retroceso, no
llegándose a alcanzar el nivel de 1787 nuevamente
hasta cien años después.
27 7
POBLACION EN EL SIGLO XVIII
1713 1755 1768 1787 1797
Alberca . . . . . . . . « . . . . . . . . 112 385 424
Alcantarilla . . . , . . . . . . . .. 1 .304 3 .160 3 .650 3 .841 4 .384
Aljezares . . 1 . . . . ... . . . . . . .. .
1 - - .743 - -
Alquerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .275 1 .316
Beniajan . . . 3 .697 - -
Benícl896 ... ... ... ... ... ... - 2 .344 1 .438 2 .008
Espinardo . . . . . . . . . . . . . . . 160 1 .580 2 .285 1 .517 3 .243
Javalí Nuevo
709 ... ... ... ... - - - -
Javalí Viejo . . . . . . . . . . . . . . . 478
Maciascoque . . . . . . . . . . . . . . . 1 .075
Ñora (La) . . . . . . . . . . . . . . 1 .412
Puebla de Soto 395
Raal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 968
Raya (La) . . . . . . . . . . 506
Santomera . . . . . . . . . . . . . . . 1,669 -
Zeneta . . . .344 .. . .. . . . ... . . . -
Otras entidades huertanas no
localizadas . . . . . . . . . . . 25 .200 19 .440 27 .240
Total huerta 30 .836 21 .238 26 .621 39,927
Murcia . . . . . . . . . . . .. 24 .092 19 .320 45.062 24 .003 39 .876
TOTALES . . . . . . . . . 50,156 66.300 50 .624 79 .803 t_
Cq
mente su particípacion relativa en el total comarcal :
si tomamos como indice 100 la poblacion de 1900,
en 1970 el índice general asciende a 264,4, mientras
que los mismos calculos para el nucleo murciano ele-
van su indice en 1970 a 320,5 .
Los efectivos de poblaci0n propiamente huertanos
acusan un ligero estancamiento a partir de 1950 y
muestran un claro retroceso en el ultimo Censo :
En cierta medida este retroceso es un fenomeno
derivado de la propia organizaci0n estadística . Desde
el Censo de 1960, que integro la pedania de Espinar
do y algunas entidades menores en el núcleo urbano
de Murcia, se ha realizado una importante reestructu-
raci0n del Nomenclator . En 1970 han pasado a for-
mar parte de Murcia amplios sectores de las pedanias
de Albatalia, Santiago y Zaraiche, Puente Tocinos,
San Benito y Era Alta '. Con estas modificaciones se
reconoce una situacion a la que mas adelante hemos
de prestar atencion : la existencia de un cinturon pe-
riurbano de Murcia, sobre el que la ciudad se expan-
siona anarquicamente restando terrenos al cultivo .
En el resto del area huertana la evolucion de los
efectivos poblacionales ha sido muy desigual .
La tOnica general es la estabilizaci0n o el descenso,
tras el maximo que marca el censo de 1960 . Pero el
comportamiento por sectores, y aun por pedanlas, per-
mite señalar distintos matices .
El municipio de Alcantarilla y las pedanlas de Ca-
bezo de Torres y El Palmar crecen notablemente, y
en menor grado tambiCn lo hacen las de Albatalia,
Los Dolores y Torreaguera, asi como el municipio de
" Se integraron en la capital : la entidad de El Ranero, que
formaba parte de la pedanía de Albatalía ; Pueblo Nuevo, des-
glosado de Santiago y Zaraiche ; Camino del BacI, Camino Hon-
do, Torre de los Muñoces, de los Ibanez y terrenos inmediatos
a la carretera de Algezares, de San Benito . Tambien algunos
sectores de Puente Tocinos, situados junto a la carretera de Ali-
cante, y Era Alta, junto a la de Granada .
27 9
EVOLUCION DE LA POBLACION EN EL SIGLO XIX
1809 1836 1887 1900
Albatalía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 950 1 .494 1 .141 1 .676
Alberca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 1 .623 2.283
Alcantarilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 .481 4 .606 4 .972
Aljezares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .145 2 .117 1 .723 1 .800
Aljucer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .835 1 .964 697 2 .837
Alquerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .850 1 .516 944 1 .353
Arbolej a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .045 941 108 1 .118
Beniajan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 .445 2 .428 2.412 3 .157
Beniel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.368 1 .291 1 .621
Churra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .550 1 .838 2.100 2 .746
Era Alta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .225 2.232 790 1 .519
Esparragal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .475 1 .450 537 1 .801
2
Espinardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - .080 2.353 3 .025
Flota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 464
Garres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .225 1 .086 841 1 .416
GuadaluPe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 .570 1 .249 1 .257 1 .948
Javali Viejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 855 905 980 1 .111
Javali Nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 690 731 1 .442 1 .631
Llano de Brujas . . . . . . . . . . . . . . . 1 .970 1 .510 1 .260 1 .552
Monteagudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 .435 928 955 1 .600
NOTA : Los datos de 1809 proceden de JIMÉNEZ DE GREGORIO, F . : Notas. . ., op. cit ., Pagi-
nas 126-127 . Las de 1836 de MANCHA, R . : Memoria. . . . op. cit., cuadro . Las de 1887 y 1900
son censales .
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EVOLUCION DE- LA POBLACION POR PEDANIAS
DENTRO DE CADA SECTOR
1950 1960 1970
Sector A
Alcantarilla 13 .229 15.748 19395
Alju=, . .. . .. . - . 6.989 6.089 5.414
Era Alta . . . . . . . . . . . 3 .356 3 .771 2.932
Javalí Nuevo . . . . 2,731 3.114 M87
Javalí Vicio 2.048 2.400 2.060
La Ñora . . . 2.983 3 .923 3 .055
Nonduermas 2.503 2 .954 2.269
Puebla de Soto 1,822 1.943 1,569
La Raya . . . . . . . 1 2,171 3,080 - .684
R. de Seca . . , ~ ~ 2 .369
- ~ 1 3,064 2.174
AL . . . . .. 40.201 46.086 MA39
Sector B
j~aataila .', "~ ~l, ~l . 4790 3.152 3.308
Arbeileja . . . . . . ... .. 2 .297 2.398 2 .041
S~ Benito ~. . ~~ . ... . .. 12,383 11 .760 7.416
S. y Zaralche 3.911 4,053 3 .744
TOTAL ... . . . 23 .381 21 .303 16 .509
Sector C
A~lquerías . . . 3,985 4.737 3.587
Beniel .~. . . . . .. 4381 4568 5,041
El Rual ., ., ., ll~ 4,016 4.896 3.773
Llf de Brujas 4.091 4.339 3.177
Pte. Tocinos .~. .. . .. . 8367 8295 7.899
Santa Cruz . .. lAS3 1.691 1.590
TOTAL 26,323 28 .526 25.067
sector D
C, de Torres . . . . . . 4.022 4.992 6.126
CobatiRas L555 1,710 1.56,7
Churra 2~799 3 .744 2 .315
El Puntal . . . 1 . . . . ~ 3 .744 2 .315
Esparragal. 1358 2.432 1429
Guadalupe 3.820 4.685 4.085
MontCagudo . . . . . . . 4 .344 4.694 3 .064
Santomera . . . 6.149 5.381 5.320
TOTAL 25 .047 3 .086 27 .245
281
1950 1960 1970
Sector E
- Alberca . . . . . . ... 6.190 7.073 6.648
Algezares 2.767 3 .837 3 .806
Beníaján ' . . . . . . . . ... 5304 6.256 6.039
El Palmar . . . . . . .. . 6.104 6.093 7 .303
Los Carres . . . . . . . .. 3,924 4 .142 2 .632
Los Dolores . . . . . . . 2.652 2.792 2,933
Los Ramos . . . 2 .057 2.328 2.108
Torreaguera . . . . . . .. . 4.185 4 .599 4 .825
Zeneta . .. ... 1.142 1.526 1.019
TOTAL . . . 34526 38 .646 37 .313
Fuente : I.N,E .
282 1
tos mantienen aun su influencia en cierta medida, al
menos fijando a una parte de la poblaciOn, pero es la
dotacion industrial o de servicios la que marca la pau-
ta de la actual dinamica demográfica.
7 .2, EL POBLAMIENTO
283
5 del valle, llevo consigo en principio la deca-
nizacion
dencia de estos núcleos que quedan alejados del espa-
cio agrícola regado en una primera fase. Solo mantu-
vieron una relativa importancia aquellos cuyas par-
ticulares condiciones de emplazamiento les prestaba
un alto valor militar (Monteagudo), de cruce de cami-
nos (Espinardo), o como lugar de recreo, funcion que
al parecer mantuvo La Alberca respecto a Murcia' .
La ocupación del fondo de la depresión, con la
construcción y sucesivas ampliaciones de la red de
riegos, señala una nueva fase de creaci0n de asenta-
mientos en relación con la puesta en valor agrícola del
terreno, fase que se extiende desde el siglo ix al xvi .
Los núcleos de Puebla de Soto, La Ñora, Alcantarilla,
La Raya, Beniel, Alquerias, Guadalupe, Aljucer, Java-
lí Viejo y Javalí Nuevo, así como los posteriores de
El Raal y Llano de Brujas, forman una segunda gene-
ración de asentamientos cuya función de colonizacion
es aun fácilmente advertible, presididos por el núcleo
de Murcia emplazado, sin duda por razones militares,
en el lóbulo de un meandro bastante pronunciado,
La fuerte -amplíacion del área regada que se inicia
en el siglo xvi vuelve a prestar interés a los antiguos
emplazamientos de ladera . Durante largos afios y has-
ta época muy reciente estos primitivos núcleos de po-
blación quedan situados en el limite entre el secano
y el regadío, posicion que favorece su desarrollo, y
aun mas en los ultimos tiempos cuando la agricultura
en riego se diversífica y aumenta su ínterés econó-
mico,
La estructura del poblamiento concentrado se or-
ganiza asi sobre tres tipos de núcleos : a) en el fondo
del valle los de-colonizacion, de plano perfectamente
adecuado con el trazado parcelario, con la red viaria
agrícola y con la red de acequias, llegando en ocasio-
nes a coincidir su emplazamiento con el de los puntos
11 TORREs FONTES, J . : Repartimiento . . ., op . c¡t,, pp. 80-81 .
284
fundairientales de dístribucion del riego (Aljucer), En
coníunto estos núcleos no presentan gran dinamismo
una vez cubiertos los objetivos colonizadores . b) Nu-
eleos con funcíón militar, el mas caricterizado de los
cualles es el de Monteagado, agrupado alrededor de
una fórtaleza con un excelente emplazamiento defen-
siVo que domina un arriplio sector huertano y muy
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288
DISTRIBUCION DE LOS EFECTIVOS POBLACIONES SEGUN TIPO
DE POBLAMIENTO EXPRESADOS EN PORCENTAJES
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291
DISTRIBUCION DEL TRABAJO ENTRE LOS INDIVIDUOS ACTIVOS AGRICOLOS
EN ALGUNOS SECTORES DE LA HUERTA DE MURCIA EXPRESADA
EN PORCENTAJES
En explotación propia
Localidad En explotacion propia y como jornaleros En industria En servicios
293
punto de vista general y a la vista de la superficie
cultivada. Sin embargo, en una comarca con la solera
agraria de la huerta, el hecho de que hoy poco mas
de la cuarta parte de los habitantes activos del terri-
torIO encuentren en su cultivo un medio de vida su-
ficíente resulta muy significativo . Sin haberse efec-
tuado ningún tipo de reestructuración del pareelario,
ni una renovación profunda de las técnicas agrícolas
basada en la mecanización como ya hemos visto, la
agricultura ha cedido simplemente sus efectivos a
otras actividades o, en reducido porcentaje, a la emi-
gración. Sería muy interesante poder seguir cronolé-
gicamente este proceso, cuya historia tal vez no vaya
mas allá de la década de los cincuenta, y que es pa-
ralelo a la expansión de la función de servicios del
núcleo de Murcia y al crecimiento de la dotación in.
dustrial en la comarca.
Por nuestra parte trataremos de bosquejar los ras-
gos que componen la físonorma de la actual población
,agraria huertana. Ello es imposible de realizar sin el
concurso de las encuestas directas, mediante estas tra.
taremos también de detectar el futuro que liace pre-
visible la situación presente .
Salta a la vista el hecho de que nos encontramos
ante una población vieja, El predominio de las edades
avanzadas es tan notable que el 48,32 por ciento de
los agricultores tienen más de cincuenta y cinco años,
y sólo un reducido 5,51 por ciento están comprendi-
1
dos entre dieciséis y treinta y cinco anos . Muy difícil
se presenta el relevo de las actuales generaciones de
,agricultores', y esta situación se Lace más precisa al
establecer la situacion del primer sucesor dentro de
cada familia cuya cabeza sea exclusivamente agricultor.
Con este fin hemos considerado primer sucesor al
agricultor varón, familiar del empresario, que trabaja
con él en la explotacion, aunque sea simultáneamente
con otra actividad
4 9 . Hemos incluido también como
294
-
. .
, .
., . - . .
.
- . . . .
primeros sucesores los hijos del agricultor que estu-
viesen en período escolar, e incluso los que se encuen-
tran en el servicio militar .
Sobre esta base sólo el 59,40 por ciento de los
empresarios agrícolas en la huerta cuentan en sus ex-
plotadones con posibilidad de sucesor . El 40,59 por
ciento restante, sin relevo, evidencia una situación
ciesfavorable, y tanto mas cuanto cine partímos de una
hipOtesis evidentemente muy optimista .
La distribución por edades de iOs que hemos con-
siderado primeros sucesores abunda también por su
parte en la ausencia de una generación de futuros
agricultores :
EDAD DEL PRMER SUCESO EXPRESADA
EN PORCENTAJES SOBRE EL TOTAL
296
8. MORFOLOGIA AGRARIA
El esfuerzo de ordenacion del medio y la práctica
del sistema de cultivo descrito se inscriben profunda-
mente en el paisaje huertano proporcionandole unos
peculiares rasgos morfOlógicos ; una impronta mate-
rial, permanente y visible en las modificaciones de la
topografía del suelo, en la malla apretada de las
parcelas, en la red de caminos y acequias y en las pro-
pias habitaciones humanas.
p
El característico paisaje de campos con arboles, de-
dicados a cultivos intensivos, propio de las huertas
mediterraneas, se desarrolla ampliamente en la huerta
de Murcia. Sus peculiares pequeñas parcelas adoptan
aspectos diversos : aparecen unas veces como campos
abiertos ; otras llegan a formar un clasico «bocage» .
Las parcelas se visten con los cambiantes volumenes
y colores que marcan la sucesión de los cultivos sobre
el suelo y con la presencia esencial del arbol, que
299
presta enfasis visual a la intensidad del aprovec-Sa-
miento.
Los elementos fundamentales de la morfología agra-
ria: parcelas, caminos y habitación, aparecen clara-
mente influenciados por el caracter intensivo del cul
tivo y por las peculiaridades de la estructura de las
explotaciones, que cuando son muy pequeñas incluyen
siempre una importante parte de cultivos de subsis-
tencia . Así, la presencia de la casa en medio de los
campos, la necesidad de una red de circulacion y rie-
gos muy densa y la multíplicacion de los aprovecha-
mientos, prestan al paisaje un caracteristico aspecto
abigarrado ; calificativo que no es sínonimo de desor-
denado, sino que alude a algo compuesto de elemen-
tos diversos, heterogéncos, como es el caso del ca-
tastro huertano, en fuerte contraste con el de los in-
mediatos secanos. Al mismo tiempo la permanencia
de rasgos correspondientes a épocas anteriores acen-
tUa en grado sensible la aglomeración de hechos paísa-
jístiCOs en un área reducida . Ello aumenta las dificul-
tades de ínterpretaci0n y obliga a matizaciones, de
detalle, pero necesarias .
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A
%7A ;11
vpi
1%
4 W~ -a
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42-1-A,
'! N
w
- - ~ 070M-
Z- iX - -- -1 ~ _:_
colonizaciOn reciente .
Cauces de riego, rio y entramado anterior a la ex-
pansion de la huerta en los raigueros son, pues, los
factores que rigen el parcelario actual de la huerta y
marcan tres sectores de desigual extensión, pero pro-
fundamente inscritos en el paisaje .
307
Otro intento de clasíficacíón de las parcelas par-
tiendo de diferentes criterios, por ejemplo el de su
longitud, nos llevaría a marcar las mismas diferencias
que hemos señalado en cuanto a la extension, y al
mismo tiempo seria poco significativo por la gran
cantidad de parcelas irregulares que aparecen .
8 .2 . HuELLA DE LA CIRCULACION
308
ACE~A
CARWTERA 0 C~ ~CINAL,
AONTQ w
310
«Camino de La Ñora», que partía desde las Puertas
de Castílla de la ciudad y se dirigla hacia dicha peda-
nía . El «Camino de Espinardo», tramo hasta esta lo-
calidad del Camino Real de Madrid, y que tenía tam-
bién su origen en La Puerta de Castilla . El «Camino
de Castellar», que partía desde la Puerta Nueva hacia
allí
este lugar, y desde a Monteagudo. «Camino de
Churra», paralelo al anterior, con el mismo origen .
«Camino de Monteagudo», desde la Puerta de Orí-
huela, y tambiCn desde esta puerta, dejando al ante-
rior a la izquierda, el «Camino de Enmedio» a Puente
Tocinos y a Orihuela . Al otro lado del rio, hacia los
núcleos del flanco SE. huertano, partían las siguientes
vias : el «Camino Hondo de Alcantarilla» y el «Cami-
no de Cartagena», con un mismo origen en el puente
de la ciudad ; de ellos y hacia los nucleos del píede-
monte salían a su vez los caminos de «Salvabosque» o
«Jarabosque», en la actualidad Salabosque, y Alberca;
el de Santa Catalina, con un ramal hacia Aljucer ; el
de Fuensanta, por la pedanía de Patino, y el de Al-
gezares . Menos importantes, partian también de Mur-
cia gran numero de veredas hacia distintas pedanías :
«vereda de la Tifiosa», de «Ramos», de «Tabala», de
«Cinco Alquerías y Beniel», etc .
Todos estos caminos, que parecen documentados al
menos desde el siglo xiii ', subsisten en el momento
actual como caminos rurales . Entre estos ejes princi
pales se extiende en la huerta una amplísima red de
veredas que sirven las necesidades de comunicacion
de las explotaciones . Esta red discurre paralela a las
acequias y adolece de dos defectos fundamentales que
provocan graves dificultades al transporte : escasa an-
31 1
~chura (pues muy pocas sobrepmn la tradiciortal &
diez palmos que no permite el uso de vehículos gran,
des) y firme en, pmésímas condiciones, muchas veces ew
bierto con las incedasí resul=tes de la limpieza de
los cauces.
Desde el momento en que la ~tancia del des-
arrollo urbano de Mumía potencia su situación de cru»
ce y atrae la circulación en amplia escala, los- caminos
desde este náeleo a Espinardo Monteagudo, El Pal-
mar y Alcantarilla adquieren la categoría de ejes fun-
dameritales en la circulación comarcá y a través: de
ellos se establece la comunicación de Murcía con el
resto del país~ El camino a Espinardo era un tramo del
famoso O~'ic> de -la seda» que por Molina y Cieza
se adentraba en la meseta hasta Toledo. El camino a
Alcantarilla ponia a, la comarca en relación con dog
importantes vías de comunicación : k «carretera prin.
cípal de Valencía y Murcia por Lorca y Lumbreras a
Gra-nada» y el camiw que por Mula y C4rawca uffia
a MurCia con la «carretera principal de La Mancha y
Valencia» que se dirigía, en dos braws l hacia He%
y Granada. El canuno hacía El Palmar y Puerto de la
Cadena o «camino, de Cartagen"31», que no alcanzó gran
importancia hasta el sUo o -xnu, cm realmente -una
prolongacíón hacia esta ciudad del «camino de la
seda*, Por último, el camino a Monteagudo., desvia-
ción pata p~-r por Murcía de la cítada e=etera de
Valencia - a Granada, cuyo trazado desde este núcleo
seguía
hasta el linÚte con el reina de Aragón el primi-
tivo Ítir=ario por el piedemonte del r;ebordo interior
de la depresión.
los que presWI= ~m trazado Inas
Son estio~,'; caminos
:rectilíneo en relacíón con la importancia progresiva
del tráfico que mantimen.
Desde la mitad del siglo xix un nuevo elemento se
ha unida a estos grandes ejes de, comunicación.
línea el iz-
rrocarriL En 1962 se inaugur4 la de Madríd a
312
Cartagena, que entra en la huerta a la altura de Java-
lí Nuevo dirigiéndose hacia Alcantarilla y allí, giran-
do en ángulo casi recto, atraviesa la huerta en direc~
ci6n O~E. hasta el núcleo de Beniajan . Despues corre
paralela a la alineacion prelitoral hasta la altura de
Alquerías desde donde se desvía hacia el E. en dírec-
cíón a Cartagena, en tanto que otro ramal, inaugurado
en 1884, se curige nacia Alicante atravesando el extre-
mo huertano hasta Beniel. Otra línea de ferrocarril
actualmente no explotada, parte del N. de la ciudad
de Murcia en dirección NO. hasta Espinardo . Se trata
de la línea a Caravaca inaugurada en 1933 .
8 .3 . LA CASA RURAL
313
Con e jeras
cocina Cwdra
Zaguan
1 j
Al cob3
coa i na
Zaguan P al ¡o Cuadra
13
PLANTA BAJA
Dormito Porchi
porchi
PLANTA DE UNA
PLANTA BAJA
BARRACA EN LA
HUERTA DE MURCIA .-
PLANTA ALTA
PLANTA ALTA
31 5
más claros de la adecuación de la vivienda a la influen-
cia de los factores físicos y económicos `.
Realizada a base de adobes («atobas»), cafias y pa-
. los de morera, esta fragílísiMa construcci0n de peque-
nas dimensiones era rectangular y, en alzado, las pa-
redes laterales rectangulos, y fachada y contrafachada
pentágonos con el angulo superior muy agudo. La te-
chumbre, a dos vertientes muy inclinadas, se cons-
trula mediante cañas sujetas con cuerdas de esparto y
cubiertas de una serie de fajas solapadas de paja y al-
bardín . La puerta y los pequeños orificios rectangu-
lares de una o dos ventanas, completaban el aspecto
exterior de la barraca .
En cuanto la la distribucion interior, la planta baja
(casi siempre única) aparecía díiTídída en dos habita-
cíones-, la entrada y la alcoba .
La primera y mayor de estas habitaciones era pieza
para múltiples usos . comedor, cocina, habitación «de
estar» . despensa, etc ., y prácticamente en ella, se rea-
lizaba toda la vida cuera, La alcoba, al fondo de la
barraca y muy reducida, estaba formada por unos
cuantos colchones de paja de maíz sobre tablas, sepa-
rados por lienzos,
En ¡algunas barracas de mayor tamaño sobre esta
alcoba se ubícaba un entrepiso («andana») sobre un
techo de palos cubiertos por cañízo a unosdos metros
de altura. Entre este suelo y el techo, la andana era
una habitacion de alzado triangular utilizada como al-
macen y para guardar los Utiles de la cría de los gusa-
nos de seda. A este medio piso se ascendía, a través
de un agujero cuadrado en el techo de la alcoba, por
medio de una escalera de mano.
Tan sumaría vivienda necesitaba lógicamente de al-
gunas construcciones auxíliares . Un emparrado ante
la puerta con dos poyos de obra adosados a -la facha-
4 ARAGONFSES, M. J . : Guía del Museo Etnológico de la
Huerta, PP. 39-53.
31 6
da, constituían una tercera «habitacion» en el largo
período de buen tiempo que proporciona el clima mur-
ciano . Una cocina de obra bajo un techado de cañas,
el horno de cocer pan, la pila de lavar, algunos galli-
neros y conejeras completaban el cuadro de construc-
ciones anejas .
Algunas barracas no estaban construidas del todo
con -adobe, ya que podía sustítuirse este por un entra-
mado de cañizo y madera recubierto de barro («tes-
tero») .
Tan fragíles edificaciones eran arrasadas peri0dica-
mente por las inundaciones que asolaban la huerta .
Esta vulnerabilidad, unida a sus pCsimas condiciones
como habítacion humana, ha determinado, en el mo-
mento actual, su total desaparídon . Sin embargo, en
1755 habla en la huerta de Murcia mayor numero de
barracas que otro tipo de edificaciones .
junto a la barraca, vivienda del colono o del pe-
queflo propietario, existían en la huerta otras vivien-
das representativas de un nivel de vida mas elevado .
La prosa administrativa del siglo pasado ofrece una
magnífica descripcion de este tipo de vivienda, tan
tradicional como la barraca, al informar sobre las ca
racterísticas de una localizada en Aljucer : « . . . tiene
una casa, compuesta de dos pisos, constando el bajo
de entrada, cocina con su despensa y amasador, esca-
lera, otro departamento que sirve de paso a una sala
con su alcoba, un cuarto trastero que da paso a un es-
cusado, un parador que tiene su puerta especial a la
parte exterior y contiene un cuerpo de obra de dos
cubiertas, donde se hallan la cuadra y sobre ella el
pajar, además hay otra cuadra cubierta y un,pozo con
una pila pequeña ; contiguo al parador, hay un cuerpo
de obra de una cubierta con destino a la cria de la
seda, teniendo unido un corral pequeño que termina
con una pocilga y sobre ella un gallinero ; y el piso
alto se compone de una pequeña sala y dos cáma-
317
ras . . . » ' . Se construlan estas viviendas de ladrillo,
adobe y, a veces, de mamposteria con unas piedras
muy irregulares y pequeñas («pedriza») . Tenían plano
rectangular y techumbre a dos vertientes, construida
de vigas de madera («colarías») cubiertas de cañizo .
Sobre ellas se colocaban las tejas curvas . Los aleros
hacian seledizo, y la chimenea, muy sencilla, estaba
situada por lo general en una vertiente del tejado. Sus
vanos eran rectangulares, no muy grandes, y las pa-
redes encaladas con el zocalo de puertas y ventanas
pintado de almagra o azulete .
En el interior el acceso era por una entrada (za-
i ) donde se ubicaba el típico tinajero. A un lado
guan
de esta pieza se situaba la cocina-comedor, con hogar
y chimenea, y en el lado contrario uno o dos dormi-
torios . Las habitaciones quedaban separadas por tabi-
ques de adobes . En el piso alto, al que se accedia des-
de el zaguan por una escalera, se encontraban general-
mente una o dos habitaciones con funciones de alma-
cen de productos agríicolas, o bien alcobas .
En el patio y en las edificaciones situadas a su es-
palda se localizaban las cuadras, las «cochineras», la
«porchá», para guardar el carro y los Utiles de traba-
jo, conejeras, gallineras, etc,
Sobre este patrón, retocado de acuerdo con las ne-
cesidades actuales, se sigue construyendo hoy, y el
perfil desigual que proporciona la planta alta orien
tada a Levante se repite como una constante a lo lar-
go de toda la huerta . Sin embargo, los estilos de cons-
trucción segun la moda, al irrumpir con fuerza, han
hecho proliferar edificios de monotona semejanza y
escasa ímaginacion .
Entre -los aspectos geográficos mas interesantes que
pueden deducirse al considerar la vivienda huertana,
5 «Boletin Oficial de venta de Bienes Nacionales de la
Provincia de Murcia», correspondiente a 10 de enero de 1860 .
Finca rUStica numero 70 del inventario, 2.a parte.
318
7W
-N
OFNQ
32 1
del area puede determinar su desaparíd0n como te-
rrazgo en plazo bastante breve. En el trabajo aludido
la inutilización de la huerta como territorio agricola
se preve total para dentro de un centenar de anos.
Pero es una hipótesis optimista la que esta en la base
del cálculo, ya que no contempla las necesidades de
suelo industrial o de servicios, ni los cambios previsi-
bles 11 reforzarse el papel regional del núcleo murcía-
no tras el trasvase Tajo-Segura,
Pero sin necesidad de interrogar al futuro ya hoy
la superficie edificada, ocupada por viales, acequias,
etcétera, representa el 30 por ciento del area que he-
mos considerado como huerta tradicional, es decir,
algo mas de 4.600 ha. Y esta situación crea gran nu-
mero de problemas tocantes a su habitabilidad, cuyo
estudio pormenorizado esta actualmente en vias de
realízaci0n '.
A un marco legal netamente insuficiente para el
proceso se une un autentico fenomeno de cambio de
fines en el uso del suelo, bien manifiesto en la es
tructura del empleo de la poblacíón, ya aludida, y
muy claro tambiCn en la incidencia generalizada del
hecho industrial en la huerta, disperso e indisciplinado
pese a los tímidos esfuerzos por ordenarlo,
Como para los aspectos relacionados con las explo-
taciones y el trabajo, la divísi0n en sectores estableci-
da resulta aqui tambiCn muy significativa,
Se,PUn los datos para 1971 de la Secretaria General
Técnica del Ministerio de Industria, Murcia y su cin-
turon periurbano, que hemos llamado secto B, con-
centran la mayor parte de los efectivos industriales
de la comarca :
322
EMPRESAS INDUSTRIALES Y MANO DE OBRA . SECTOR B
Empresas hasta
io trabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 Más de 100
San Benito . . . . . . . . . 16 31 2 33
Santiago y Zwaiche. 53 156 1 12 1 107
Pte. Tocinos 53 128 5 103 2 147 1 108
Santiago el Mayor ... 10 30 2 63
Miarcia . . . . . . 1..31,1 4 .356 212 4.698 28 2,000 27 8.544
1
B11PRESAS INDUSTRIALES Y MANO DE OBRA. SECTORES A Y E
Empresas hasta
10 txabajadores De 11 a 50 De 51 a 100 mí$ de 100
N.oEm- Nftraba- MoEm- Nftraba- N.oEm- N-?trába- N?Em- N 0 traba-
pmas jadores presas jadores presas jadores presas Jadot,
1
El Palmar 75
128
666 232 19 394 - -
La Alberca 72 234 19 394 2 128 2 666
Algezares . - ~ . . . . . . 33 lis 4 97
Los 81
Garres . . . . . . . . . 22 72 6
Tiñosa . . . . . . . 9 32 3 55
Benlaján . . . . . . . . . . . 68 239 2 37 - - - -
Torreagüera 41 109 12 225 5 304 3 481
Los Ramos . . . 2
... 5 12 2 42 - - 251
Zeneta 10 26 1 31
El Puntal . . . . . . . . . 4 6 - -
Churra . . . . . . . . . . . . 4 6 2 26 - - - -
Cabezo de Torres1 . .. 55 170 - - 85 1 223
Monteagudo . . . . . . . . . 19 60 2 52
EsparTagal . . . . . . . . . 10 30 1 28
Cobatillas . . . . . . 12 26 1 14 - - - -
Santomera . . . . . . 42 128 3 74 1 60 1 134
Císear . . . . . . . . . . . . 1 1 1 18 - - - -
Sector D: TOTAL TRABAJADORES : 1 .974 TOTAL EMPRESAS : 224
Llano de Brujas . . . 10 28 1 28 -
Alquerías
31 . . . ... . . . 77 2 73 1 51
Santa Cruz . . . . . . . . . 13 30 - - - -
El Raal . . . . . . . . . . . . 7 20 1 15
Beniel . . . 126
... . . . . .. 43 128 5. 2 160 2 359
Sector C: TOTAL TRABAJAIPORES : 1 .095 TOTAL EMPRESAS : 118
En segundo lugar, el sector A, extremo meridional
de la huerta, presenta también una dotacion notable
en industrias, especialmente en el municipio de Al
cantarilla . Rasgos muy parecidos, aunque el tamaño
de las empresas sea menor en general, tiene el sec-
tor E, donde se individualizan los nucleos de Benia-
jan y El Palmar :
Por ultimo, los sectores C y D reflejan en su rela-
tivamente escasa dotacion industrial la personalidad
mas netamente rural que aun poseen :
El predominio en la comarca de industrias deriva-
das de la alimentacion ', en especial conservas (48,45
por ciento en Murcia, 63,62 en Alcantarilla, 25,40 en
Beniel), permiten valorar de forma mas -adecuada es-
tas cifras, al considerar el elevado contingente de tra-
bajadores eventuales que esta actividad emplea, no re-
flejados en las estadísticas . Por otra parte, la frecuen-
te utilizacion de mano de obra femenina y la organi-
zaci0n de la produccion en campanas convierten a la
actividad conservera en idonea para alternarla con el
trabajo agrícola.
La densidad de hecho industrial que evidencian las
cifras aportadas, y que resulta acentuadísima en el
fondo de la depresion desde Alcantarilla a Murcia,
permiten incluir la fábrica como un elemento mas en
la morfologia huertana, precisamente aquel que está
produciendo la destruccion de los netamente agrarios .
8 «Localización en la provincia de
GóMEz FAYREN, J . :
Murcia», Papeles del Departamento de Geografia, Murcia,
1973-74, pp . 51-87 .
327
reducido recinto arnurallado que ceñían el riO y las
acequías Aljufia y Caravija . El trazado viaric> de los
barrios mas antiguos guarda aún hoy la huella del
callejero medieval, ya que habrá que esperar hasta el
siglo xviii para que se inicie la primera etapa impor-
tante de su remodelación urbana .
El paseo del Arenal frente al rio, la actual plaza de
Belluga, la plaza de toros rectangular que hoy es pla.
z a de Calvo Sotelo, el puente viejo, varios palacios e
iglesias son hoy casi el IMICO legado monumental con
que cuenta Murcia, producto de la prosperidad díe-
ciochesca . Sin embargo, no parece que esta remodela-
cíón interna tuviera una gran trascendencia en el ca.
llejero, ni que representara tampoco una amplíación
notable de la superficie urbana .
1J
328
AW
i~W d-
01
A~ f
t;~5- - ~~ -- , - -, I
-v;J ~ i ,
Fft
A0
JW
33 1
Puede aún discutirse la rentabilidad de estos rega-
dios tradicionales, las valiosas cualidades de dererini-
nados elementos del medio físico y los graves proble
mas de la estructura
~ 1
socioeconomica, pero en este
caso, como posibleniente en muchos otros, el cambio
se ha iniciado ya, y es conveniente encauzarlo antes
de que la huerta de Murcia se convierta en un espa-
cio inhabitable .
332
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34 2
INDICE DE FIGURAS
Figura n.o 1 .-Situacion de la huerta de Murcia .
Figura n.' 2 .-Esquema geomorfolOgico del sector donde se
asienta la huerta .
Figura nf 3 .-Tipos de suelos y profundidad de la capa frea-
tica (segun 1 .O .A .T .S .) .
Figura n.o 4~Oscilaciones diarias de la temperatura a lo lar-
go del invierno .
Figura n.o 5.-Oscilacion de las temperaturas a lo largo del
afío .
Figura n .o 6 .-Variabilídad interanual de las precipitaciones,
Figura n.o 7 .-Frecuencia de vientos de cada rumbo.
Figura n.o 8~Climograma de Gaussen .
Figura n.o 9.-Clírnograrna de Thornthwaite .
Figura n .o 10~Red de cauces de riego y avenamiento en la
huerta .
Figura n.o 11 .-Presa de la Contraparada . En el ángulo infe-
rior izquierdo, toma de la acequia de Aljufía y canal que
devuelve al río el agua sobrante.
Figura n .o 12 .-Toma de la acequia de Churra la Nueva en
el Segura, -aguas arriba de la Contraparada .
Figura n.o 13 .-Tomas de las acequias de Alfatego y Churra
la Vieja en la acequia mayor de Aljufia . Las dos de toma
abierta, la primera con su toma sumergida.
Figura n.o 14 .-Confluencia del azarbe mayor del Norte y el
Meranchon, al final de la huerta.
'..~'igura n.o 15 .-Superficíe mojada por metro lineal en acequia
y azarbes no revestidos, invierno 1972-73 (cortesía del
i~igura n.o 16~Rueda de Felices sobre la acequia de Aljufía,
a la derecha la acequia de Churra la Nueva. Un partidor
en tajamar sostiene la rueda y divide el cauce .
Figura n.o 17~Rueda de La Ñora .
Figura n.o 18 .-Rueda de La Ñora . Arco de sustentacion y
apoyo del eje.
Figura n.o 19 .-Llano de Brujas . «Ceflil» o «Azarbeta», movi-
do a pie por el hombre para elevar agua de un brazal,
345
Figuta mo 20.-Rincón de Seca, en el sector de colonización
mas antigua .
Figura n.o 21~Expansión reciente del área de riego sobre
un cono de deyección en las inmediaciones de Beniaján .
Figura no 22.-Cambios en la utilización del suelo agrícola
de la huerta de Murcia .
Figura nf 23 .-Distribución actual de los principales grupos
de cultivos .
Figuro n o 24~Aprovechamient-o agrícola del suelo (Benla-
ján),
Figura n.o
no 25,-Aprovechamiento del suelo (Rincón de Seca),
Figura 26~R<)tac%rws de zultivo en la huerta.
Figura nf 27 .-Riego «a monta» de una parcela .
Figura n.o 28~~Bancales de citrícos y hortalizas .
Figura no 29~Disposición de la morera en los límites de las
paroelas.
Figura nf 30 .-RincOn de Seca, Cultivos asociados. ogrior,
melocotonero, patatas. Al fondo, cubierta de una «ahn-a-
jara»'
Figura n ." 31 .-La Raya, Cultivos asociados : melocotonero,
limonero y círuela~
Figura nf 32~Runero. «AIrnajara» y «cobijas»,
Figura n~o 33,-Santa Cruz, Vivero de naranjos .
Figura n .o 34 .-Cabezo de Torres, Nuevos regadíos, parral y
1 limonero,
Figura nf 35,-DistríbuciOll dela propíedad huertano en 1575,
1757 y 1965 .
Figura n~o 36 .~Dístribución espacial de la actividad agrícola,
no agrícola y doble ocupación,
Figura nf 38,-Poblacion dispersa y concentrada en las dis-
tintas pedanías huertanas.
Figura nf 39~-Disposición del hábitat en el sector de rega-
dio mas antiguo. 1
346
INDICE
rags .
0. INTRODUCCION . . . . . 11
i .l . 22
El relieve .
24
1 . 1 . 1 . Materiales .
1.1.1 El fondo de la depresión del Segura 27
1 .2 . Los suelos . ~ . . . . . . 30
1.3. Circulaci0n subterránea 36
1 .4 . El clinw . . . . 1 37
1 .4.1 . Los datos y las estactones . , ~
4 , 39
1.4.2. Temperaturas . Medias anuales y
distribucíon . . - . . . - 40
1
349
págs .
2. EL SISTEMA DE RIEGO 81
2 .1 . Captaci0n y distríbuci0n de las
aguas , . . . . . 1 . . . 85
2.1 .1 . Origen del riego : El Azud de la
Contraparada 89
2,1 .2. Los cauces de distribuci0n en el
Heredamiento Norte 92
2 .1 .3 . Los cauces de distribución en el
Heredamiento Sur . . . . . . 97
2.1 .4. Red de avenamiento . . . . . 103
2 .2 . Elevación del agua 106
2.2.1 . Ruedas elevadoras 107
2 .3 . Los procedimientos de riego 114
2 .3.1. El regimen de riego en los años
secos. El "agua de gracia' . . . 116
2 .3 .2 . Conservaci0n de los cauces : los
xgrepartos" y las mondas . . . . 120
2 .4. Los problemas del riego 122
350
págs -
5. TECNICAS
197 AGRICOLAS . . -
351
p<í9s-
6. LA PROPIEDAD Y SU HUELLA
237
ENT EL PAISAJE AGRARIO . .
352
PÓP-
7. LA DISTRIBUCION DE LA M
BLACION Y SUS ACTIVIDA
DES . 271
Tl.
1 Evolucí0n de los efectos demogirá-
ficos . 274 1
7.1 .1 . El retroceso
27 demográfico reciente . 7
7 .2 .
1
~ El poblamíento , . ~ . 283.
BIBLIOGRAFIA 333
353
BIBLIOTECA MURCIANA DE BOLSILLO
17 Juan Lozano
Bastitanía y Contestanía del Reino de Mufría (11)
18 Juan Lozano
Bastitania y Contestanía M Reino de Mufcía (III)
19 ViMite Medina
Aires inamíanos
20 Pedro Diaz,Cassou
PWsionaría marciana, La Cuaresma y la Se~a, Santa ow
Murcia
27 jofrC de Loaysa
Crónica de los Reyes de Castilla
28 Floridablanca
Escritos políticos
29 Carlos Ferrándiz
Historia Marítima de Zaltqde
30 Juan Torres Fontes
El SeñorIO de Abanilla
31 Juan Torres Fontes, V. Peset Llorca, Jesús Quesada Sanz,
Luis Valenciano Gayá, Antonio Guillamon Alcantara,
Antonio Hernandez-Ros y Demetrio Barcia
De Historia Médica Murciana. III Los especialistas
32 Jose Mariano Gonzalez Vidal
Preg0n de ciegos
33 Jose Carlos Agácra Ros
Un cielo pictórico en el 600 murciano (La Capilla del,
Rosario)
34 Francisco Calvo Garcia-Tornel
Continuidad y c~bio en la Huerta de Murcia
35 Andres Baquero Almansa
Rebuscos y documentos sobre la historia de Cartageiza,
Cebeglluy Mula y IMNrcía~
ACADEMIA ALFONSO X EL SABIO