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Apellido:
Sá nchez Castillo
Matricula:
1-20-0466
Asignatura:
Cultura y
Civismo
Docente:
Asignación:
Capítulo V y VI
Capítulo V
El otro componente del asunto es la disputa geopolítica que esta vez sí convirtió a
la izquierda en un “peligroso actor” que de suyo no representaba ese gran peligro,
al menos si leemos el asunto, como dije arriba, desde la perspectiva de su
capacidad de representació n social. Fue esto y no otra cosa lo que convirtió a la
revolució n cubana, como primera revolució n socialista en Latinoamérica, en un
referente universal de toda la izquierda latinoamericana, fue la disputa geopolítica
la que por otro lado cercenó las posibilidades de una revolució n nacionalista como
fue el caso de la Nicaragua Sandinista.
En el 2010, Sebastiá n Piñ era llega al poder en Chile en un contexto trá gico, con el
terremoto ocurrido ese añ o. De todos modos, pese a los conflictos que se le
presentaron en su gobierno, sobre todo al principio del mismo, el gobierno de
Piñ era no implicó ningú n giro radical a la política implantada por la Concertació n
en materia macroeconó mica y fiscal.
El eje central del asunto continú a siendo el reto que significa para la izquierda
asumir la lucha contra la exclusió n y, en esta perspectiva, asumir un discurso
coherente frente al tema de la igualdad, conservando la gobernabilidad
democrá tica y asegurando el éxito de las políticas sociales. En el marco de las
políticas neoliberales esta tarea es imposible de llevar a cabo con éxito. Fuera de
este marco los proyectos políticos encuentran obstá culos doctrinales en los
organismos multilaterales que regulan y ordenan la economía global,
principalmente en su dimensió n financiera. La solució n a esta aporía solo puede
venir desde lo político, aun cuando no se puede plantear ninguna estrategia con
posibilidades de éxito desconociendo la realidad econó mica global y regional.
En Chile la salida del poder de la Concertació n fue mucho menos traumá tica que el
mantenimiento en el poder de los gobiernos de Maduro en Venezuela y de Dilma
Rousseff del PT en Brasil. El modelo chileno, con todo y sus problemas, es el que ha
mostrado mayor coherencia y estabilidad institucional, pero es el que ha
producido un agregado de actores que han asumido un compromiso democrá tico
estabilizador. Quizá s la prueba mayor de esa fortaleza es que la llegada al poder de
Piñ era como candidato claramente de la derecha, no alteró el formato institucional
que en el país se había establecido bajo la direcció n de la llamada Concertació n.
Fue esa tensió n la que posiblemente marcó las difíciles relaciones entre el PRD,
como la organizació n que canalizó el gran movimiento democrá tico dominicano y
la izquierda. Salvo en el período de lucha militar durante la revolució n
constitucionalista de 1965, histó ricamente las relaciones entre el PRD y la
izquierda nunca encontraron una solució n y cauce político satisfactorio.
Los nuevos sujetos que emergen en la lucha social y política del siglo XXI (jó venes,
mujeres, ecologistas, inmigrantes, LGTB) definen otra agenda que ya no gira en
torno al lugar del trabajo, sino en torno a objetivos como la defensa del
consumidor, el derecho a la diversidad de opciones sexuales, la pluralidad étnica y
un sentido distinto del bienestar, que ya no se concentra ú nicamente en el salario,
pues está atravesado por asuntos tan variados como el consumo cultural de masas,
la seguridad en el uso de los espacios pú blicos, los derechos de género, entre otros
aspectos.
Capítulo VI
La hegemonía neoliberal
La crisis de los noventa tuvo al menos dos respuestas por parte de los
actores sociales y políticos dominantes. En primer lugar, implicó un
reordenamiento del Estado a fin de adaptar su armazó n institucional a las nuevas
condiciones de una economía exportadora de servicios en el marco neoliberal que
se imponía. Sin la crisis econó mica de los ochenta y el triunfo del neoliberalismo
como corriente de pensamiento econó mico en los noventa, no se hubiera
producido el abandono del desarrollismo por parte de la derecha balaguerista.
Para 1994 la FNP era ya un partido con un perfil político propio, aunque
continuaba muy cercana y en contacto con Balaguer; tenía autonomía, al punto de
que en ese añ o su presidente Marino Vinicio Castillo fue candidato a senador del
Distrito Nacional por el PLD. En esas condiciones, en 1994 y sobre todo en 1996, la
FNP pasó a definirse como la promotora del antihaitianismo nacionalista radical.
En ese momento la FNP ya se había desprendido en gran medida de su programa
agrarista.
Las etapas de la historia política de la derecha dominicana
Una segunda fase es la del dominio burocrá tico-militar del Estado en un modelo
cesarista. Esta fase cubre el período 1966-1996 y la denomino reformismo
autoritario. En una primera etapa (1966-1978) en el marco de este período, la
oligarquía abandona el proyecto de direcció n política del Estado y se somete al
dominio político cesarista de Balaguer, en quien encuentra un líder que cohesiona
y representa en términos generales sus intereses, esencialmente en lo que tiene
que ver con su crecimiento y desarrollo econó mico-corporativo.
Tras la desaparició n de Trujillo, fue Balaguer quien por primera vez intentó
articular un discurso de derecha propiamente tal. Antes de él, el fracasado intento
político de la UCN no produjo un discurso ideoló gico coherente, como tampoco lo
hizo el pensamiento político trujillista, que sí produjo un pensamiento conservador
y autoritario, que no debe confundirse como proyecto político de la derecha
moderna. El proyecto trujillista fue, eso sí, un proyecto esencialmente totalitario y
cuasi personal del dictador. Su propuesta anulaba el espacio histó rico de las
oligarquías tradicionales y en este sentido bloqueó la posibilidad de que desde este
grupo social se produjera un pensamiento político propio, lo ú nico que la
oligarquía pudo hacer fue someterse al orden dictatorial.
Surge aquí una interrogante crucial. ¿Có mo fue posible que en tan corto
tiempo el balaguerismo articulara un discurso de esa coherencia? La primera
sostiene que dicha “ideología”, o propuesta política conservadora, fue el producto
directo de un orden social que logró producir un pensamiento muy coherente en el
período previo, es decir, bajo la dictadura de Trujillo. En este sentido, lo que el
balaguerismo hizo fue desarrollar el componente modernista y reformista del
trujillismo, en condiciones políticas que le obligaban al acuerdo y la negociació n.
En esta perspectiva, el discurso democrá tico se coloca aquí como un escudo, no
como un componente articulador, intrínseco a la coherencia de la propuesta de
orden político del Estado moderno. El otro nivel del aná lisis es el del cuadro social
en que operó el discurso balaguerista.
Balaguer hizo un uso maestro de este recurso ideoló gico, lo cual le ganó no solo el
favor econó mico de Estados Unidos, sino sobre todo la ayuda que requería para
bloquear iniciativas políticas alternativas a su régimen procedentes de la propia
derecha, principalmente de los grupos oligá rquicos y empresariales, tanto del
norte del país como de Santo Domingo, tanto de los grupos vinculados al agro,
como de los sectores importadores y financieros.