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1 Ver Rafael Gutiérrez, La literatura colombiana en el siglo XX, en Manual de historia de Colombia,
Tomo III, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1982; pp. 447-536.
2 Raymond Williams, Una década de la novela colombiana: la experiencia de los sesentas,
Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1982; relaciona las novelas de autores colombianos publicadas
en la década, en una lista incompleta pero significativa de la época.
en él. Por el contrario, está conformada por un número considerable de
autores, separados sólo generacionalmente, así:
3En bibliotecas de diferentes sitios del mundo (Paris, Barcelona, Ottawa, Montreal) hemos podido
constatar este hecho, sobre todo en lo referente a las tesis y trabajos monográficos. Si a esto se añade la
cantidad de libros de ensayo publicados sobre el autor y las 5.412 páginas reseñadas de 26 tesis en
universidades norteamericanas (Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, volumen XXII,
No. 3 de 1985, pp. 100-103) se concluye casi un exceso de tarea crítica sobre nuestro Nobel de Literatura.
Por estas razones, creemos justo dedicarnos al estudio de nuestros novelistas contemporáneos, dejando a
García Márquez como punto de referencia indispensables, pero sin profundizar en su obra.
4Ver Raymond Williams, Op. cit., Fernando Ayala Poveda, Novelistas colombianos contemporáneos,
Universidad Central, Bogotá, 1981; Isaias Peña Gutiérrez, La narrativa del frente nacional, Universidad
Central, Bogotá, 1982.
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1. La superación del fenómeno de la violencia socio-política como prurito
ético-narrativo, en busca de una interiorización del fenómeno, expresando más
bien sus secuelas en el acervo imaginario que sus causas o hechos más
protuberantes. En este grupo pueden ubicarse La mala hora (1961) de García
Márquez, Cóndores no entierran todos los días (1971) de Gustavo Alvarez
Gardeazábal, Estaba la pájara pinta sentada en un verde limón (1975) de
Alba Lucía Angel, El Jardín de las Hartman (1979), de Jorge Eliécer Pardo,
Venga le digo (1981) de Benhur Sánchez, Noche de pájaros (1984) de
Arturo Alape, Una y muchas guerras (1985), de Alonso Aristizábal. Esta
superación del fenómeno de la violencia socio-política representa un avance
para la novela colombiana, ya que el lastre histórico se internaliza en busca de
otras formas expresivas diferentes al crudo realismo, el testimonio y la crónica
que caracterizó la abundante producción narrativa al respecto en las décadas
del 50 y 60 5;
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representa una relativa autonomía frente a la novela tradicional y expresa una
búsqueda formal permanente frente a la complejidad del mundo
contemporáneo. Esta es una de las características más importantes de la novela
colombiana actual y se evidencia en las obras citadas de García Márquez,
Manuel Zapata Olivella, Pedro Gómez Valderrama, Germán Espinosa, Carlos
Perozzo, Rafael Humberto Moreno Durán, Alba Lucía Angel, lo mismo que en
Aire de tango (1973), Y el mundo sigue andando (1984) de Manuel Mejía
Vallejo, !Que viva la música! (1975), de Andrés Caicedo, Hojas en el patio
(1978) de Darío Ruiz Gómez, El álbum secreto del Sagrado Corazón
(1978), de Rodrigo Parra Sandoval, El cadáver de papá (1978) de Jaime
Manrique Ardila, Los parientes de Ester (198), de Luis Fayad, La cola de la
osa mayor o retrato de Catalina (1979), de Arturo Laguado, Falleba
(1979), de Fernando Cruz Kronfly, Reina rumba (1981 ), de Umberto
Valverde, Prytaneum (1981, de Ricardo Cano Gaviria, La muerte de Alec
((1983), de Dario Jaramillo Agudelo, Sala capitular (1984), de Francisco
Sánchez Jiménez, El pez en el espejo (1984), de Alberto Duque López, Entre
Ruinas (1984), de Héctor Sánchez, El patio de los vientos perdidos (1984),
de Roberto Burgos Cantor;
6 José Luis Romero. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Siglo XXI, México, 1976.
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mujer con simbologías individuales como noción de la muerte y los traumas
sexuales.
7 Germán Guzmán Campos, La violencia, tema recurrente en la literatura colombiana, hace un estudio
importante sobre las etapas de la violencia en la narrativa colombiana.
8 Conforme la opinión de Sartre, la novela tiende a una visión totalizadora de la realidad. Ver Jean-Paul
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recurso efectivo en la superposición de planos y voces hacia una configuración
narrativa circular. Para poder realizar esta operación narrativa, Alba Lucía Angel
acude a la intertextualidad como recurso técnico de la modernidad literaria: la
novela se inicia con la transcripción de un fragmento de Joaquín Estrada
Monsalve, El 9 de abril en Palacio, a manera de epígrafe introductorio9. Se
incorporan en el texto noticias radiales, informaciones periodísticas, anuncios
publicitarios, discursos presidenciales, editoriales, relatos de testigos, diálogos
callejeros, canciones infantiles, dichos, refranes, en una especie de concierto
múltiple de voces que van refiriendo reiterativamente ese dicho nucleador de la
novela que es la violencia socio-política colombiana. Esta es la originalidad y el
logro principal de la novela en su factura formal, ya que al mismo tiempo una
voz en off (como en el cine) de narrador omnisciente dinamiza la narración
participando como conciencia crítica de la realidad.
9 Alba Lucía Angel, Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón, Colcultura, Bogotá, 1975; p. 5.
10 Ibid., p. 297.
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Existe en la obra una voluntad de desmitificar estos lastres culturales e indagar,
mediante el discurso narrativo, los numerosos tabús que en torno al sexo ha
constituido una sociedad altamente influida por la herencia judeo-cristiana,
según la cual el sexo no enaltece al ser en la plenitud vital, sino es una
manifestación del placer y la impureza que solo tiene la función pragmática de
reproducir la especie.
En síntesis, se puede afirmar que esta novela de Alba Lucía Angel constituye la
novela mejor lograda de la violencia socio-política colombiana hasta el
momento, ofrece un material narrativo de bastante complejidad sexual,
representa la vanguardia de un discurso específico sobre la mujer, y logra crear
una realidad trascendente que busca la totalidad de su aproximación a la
historia.
11 Arturo Alape, Las muertes de Tirofijo, Bogotá, 1972; El cadáver de los hombres invisibles,
Bogotá, 1979.
12 La novela de Jorge Eliécer Pardo, El jardín de la Hartman, Plaza y Janés, Bogotá, 1978, ha sido
también publicada con los títulos El jardín de las Weismann, (Bogotá, 1982), y La estrella de las
Baum, (Bogotá, )
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virtualidad narrativa que le confieren a las obras la naturaleza de novelas y no
simples testimonios o crónicas de la época.
Las novelas citadas de Manuel Zapata Olivella, Germán Espinosa, Pedro Gómez
Valderrama, constituyen no solamente las obras representativas de esta
tendencia, sino las novelas más importantes de Colombia en las últimas
décadas de escritores diferentes a García Márquez: Changó, el gran putas,
en cuanto epopeya de la raza negra y en cierta medida en todos los
desposeídos del mundo en América, La tejedora de coronas, como
manifestación de los orígenes de las ideas iluministas en el continente, La otra
raya del tigre, refiriendo la gesta liberal del progreso en Colombia en el siglo
XIX. Obras de sugestivos contenidos simbólicos hasta en sus propios títulos,
expresan una madurez narrativa evidente en sus autores, un elemento
significativo de aproximación a la historia y a los principales factores que
configuran nuestra identidad cultural, y un logro sobresaliente desde la
perspectiva artística de la modernidad literaria en el género novelístico.
13A esta tendencia pertenecen varias de las más importantes novelas hispanoamericanas de este siglo,
como Pedro Páramo de Juan Rulfo, El siglo de las luces de Alejo Carpentier, Yo el supremo de
Augusto Roa Bastos, Bomarzo de Mujica Lainez, La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, La
guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato.
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opresión a la liberación14, señalando las diversas tendencias que se hallan en su
obra narrativa anterior. Sin embargo, debido a la naturaleza misma de Changó,
el gran putas, esta novela puede analizarse prescindiendo de las otras.
Desde el punto de vista estructural, la novela está dividida en cinco partes, que
en el nivel diacrónico describen el origen mítico de la raza negra, la trata de
esclavos en la consolidación del siglo XVII, el paso de miles de negros al
continente americano, su instauración en estas tierras del Nuevo Mundo, el
mestizaje cultural posterior, y algunos hechos importantes de esta secreta gesta
en la época contemporánea. A su vez, cada parte se subdivide en capítulos, que
corresponden a momentos claves en el desarrollo cronológico y lineal de la
historia.
9
trascendente e inmutable, la realidad mítica. Este es uno de los aspectos más
sobresalientes y bien logrados de la novela, pues al abolirse las nociones del
tiempo y del espacio, se hace posible la comunicación del hombre con sus
ancestros, dioses y personajes sagrados. En el hombre contemporáneo que
lucha por la libertad, pervive entonces la herencia cultural de sus antepasados,
y algunos símbolos identifican a los elegidos de los dioses para asumir el
liderazgo de la raza: las dos serpientes que se muerden las colas, tatuaje o
signo exterior con el que nacen los descendientes de Nagó, aquellos
encargados de sacar a su pueblo de la esclavitud material y espiritual en las que
están confinados los hombres. Los héroes reales de la historia americana
(Simón Bolívar, José Prudencio Padilla, José María Morelos, Benkos Biojo,
Toussaint L'Ouverture, Henri Christhophe, Bouckman, Mackandal, Malcom X y
otros) son los depositarios de esta herencia y como tal están investidos de
unos poderes especiales de la tradición religiosa africana, que la raza negra
perpetúa a través de los siglos.
... Una noche iniciaré el gran viaje con la proa de mi frente. Palpaba,
veo el sentido, me teñían los olores navegaba en los fondos
placentarios..."
[...] Nado, desde nueve noches atrás inicié mis brazadas con la luna
nueva... Y en la novena noche asomé la cabeza, me halan por la oreja y
resbalo por entre las piernas..." 17.
Ejemplos estos de ruptura en los tiempos verbales, sinestesia, con una factura
narrativa muy sugestiva para representar el nacimiento de José Prudencio
Padilla, el héroe reivindicado en la cuarta parte, "Las sangres encontradas".
17 Manuel Zapata Olivella, Changó, el gran putas, Oveja Negra, Bogotá, 1983.
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Todo esto indica que la novela de Zapata Olivella, a través del lenguaje,
desarticula la historia como referente objetivo, convirtiendo la búsqueda de las
raíces culturales en una afirmación categórica y liberadora; y ofrece una
virtualidad artística que seguramente la convertirán en una de las obras
imprescindibles para entender el proceso novelístico colombiano en los últimos
años.
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saber, aspectos estos que han sido aprendidos y modificados
sincréticamente por Genoveva en Europa al ingresar a las logias
masónicas de mucho auge por entonces, para luego difundir en nuestro
continente, en una gesta intelectual y existencial que le cuesta la
sentencia de muerte dictada por la Santa Inquisición de Cartagena de
Indias. Genoveva Alcocer simboliza, en este sentido, la búsqueda la liber-
tad en un siglo de oscurantismo, la afirmación de la ciencia sobre los
dogmas religiosos.
19Jaime Mejía Duque, Germán Espinosa, la ficción fabulosa y lúdica" Astrolabio, No 2, Ibagué, septiembre
de 1983, analiza así este valor de la novela: " Antes de la tejedora de coronas, jamás habíamos leído de
autor colombiano alguno un uso tan convincente y preciso de tales sistemas de puntuación a los que
suelen recurrir sin la menor necesidad estructural y estilística, por pura coquetería 'experimental' no pocos
autores latinoamericanos de hoy " p.23
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un interlocutor inexistente20 que funciona como alter-ego imaginario para
facilitar y posibilitar la narración. De esta manera, se crean dos niveles
en el tiempo y en el espacio: el largo día/noche en que Genoveva relata
su historia en la celda esperando una muerte anunciada que nunca se
sabe si llega, y el inmenso fresco de la época con el protagonismo de la
mujer en el devenir y espacio histórico.
20 El manejo del lenguaje, a través de la ambigüedad, tiene un valor muy significativo en la novela, ya que
se necesita una relectura atenta para establecer la inexistencia del supuesto interlocutor. Esta técnica ha
sido empleada, magistralmente, por Juan Rulfo en su cuento Luvina.
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La expansión de las ideas liberales del progreso en el siglo XIX y la
presencia del capital y la iniciativa extranjera en Colombia, son
presentados en la prosa de Pedro Gómez Valderrama en la obra La otra
raya del tigre (1976) como un testimonio más de ese interés por
revisar el pasado a través de la invención novelística. El espíritu
romántico ya un tanto decadente en la segunda mitad del siglo XIX en
Europa es mostrada en la secuencia cronológica de la vida individual y
social de Geo Von Lengerke, un alemán que llega a Colombia huyendo
de un crimen en su patria, desembarca en Santa Marta y hace un re-
corrido extraordinario por la arteria fluvial más importante de la época, el
Río Grande de la Magdalena, en medio de penalidades, animales
salvajes, bosques tropicales, color, enfermedad y amores tormentosos
(sólo comparables en su belleza y expresividad poética al viaje por la
misma ruta de El amor en los tiempos del cólera, de García
Márquez), mientras atraviesa maravillado los reinos simbólicos del
caimán, del tigre y del hombre21.
21 Esta secuencia de reinos en la novela de Pedro Gómez Valderrama fusionan al hombre con la naturaleza
y muestran la símbología del mundo primitivo enfrentado al extranjero invasor.
22 Ver Roberto Fernández Retamar, Calibán y otros ensayos, Arte y literatura, La Habana, 1979.
14
contradicción existencial y cultural23. Y la decadencia última de su im-
perio en ruinas certifica el caos de la realidad social: componendas
burocráticas, tráfico de influencias, guerras civiles, ausencias de un
proyecto político en una nación que intenta consolidarse, una sociedad
que vive de la mentira y el chantaje. Así, el tratamiento del pasado aún
conserva plena vigencia, por lo cual la obra es aún más significativa en el
plano ideológico. De esta manera, una parte importante de los hechos
históricos que incidieron en la conformación de nuestra nacionalidad,
como las guerras civiles y la expansión comercial en el siglo XIX, la
difusión del liberalismo filosófico y una visión antropocéntrica del mundo,
tienen una importancia crucial en esta obra, escrita en un lenguaje
preciso, poético y enaltecedor del hombre.
23 Pedro Gómez Valderrama, La otra raya del tigre, Bogotá, Oveja Negra, 1983. La contradicción, sin
embargo, es defendida por el protagonista en estos términos, al fin de la obra: " Sí, es un procedimiento
feudal, que sustituye al colonialista. Esta tierra que acaba de independizarse no soportaría un colonialismo
abierto como lo hacen los ingleses. En cambio el feudalismo nace del país, de la tierra, y a través de ese
feudalismo lo estoy llevando a progresar. Verás, agregó en broma, cómo dentro de cincuenta o cien años
van a reconocernos el espíritu progresista. Si no nos apoyamos en el feudo, no vamos a lograr sacarlos de
la edad media". ( p. 285)
15
El maestro Stendhal me dijo: "Señor, una novela es un espejo que pasea
sobre un gran camino. A veces refleja ante sus ojos el azul de los cielos,
y otras el fondo de los pantanos de la senda. ¡Y el hombre que lleva el
espejo en el arzón será acusado por usted de inmoral! ¡Su espejo
muestra el fango, y usted acusa al espejo!24
Casi todas las novelas que han sugerido la discusión social y política de
los años sesenta, con todo lo que significó el flujo y reflujo de la
izquierda y la incidencia en la esfera ideológica de la época, son al mismo
tiempo y consecuentemente, novelas con temática urbana, pero se
relacionan en esta parte por la especificidad del fenómeno. Las novelas
más importantes desde el punto de vista literario, que han hecho un
cuestionamiento de estos años tan definitorios de nuestra vida política,
son Juego de damas (1977), de Rafael Humberto Moreno Durán,
Hasta el sol de los venados (1976), de Carlos Perozzo, Sin remedio
(1984), de Antonio Caballero. Al mismo tiempo, expresan un gran avance
de la novelística colombiana respecto de la modernidad literaria, por las
propuestas formales y la visión del hombre y del mundo que ellas
contienen.
Juego de damas
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sarcásticamente sobre el país, el sexo, la religión la familia, la revolución
y muchos otros temas más. El propósito central, un tanto frívolo, es
plantear cómo han sido las mujeres las conductoras de la política
colombiana en una dinastía de "mujeres ilustres de Indias", que en sus
vidas desarrollan invariablemente la función de Meninas, Mandarinas y
Matriarcas, a través de la seducción y el intercambio erótico en una
operación llamada "coñocracia", que les permite usufructuar el poder a
través del sexo y, por lo tanto, con escasa o ninguna inteligencia. Para
llevar a cabo este propósito, el autor utiliza como recursos principales la
ironía, el humor cáustico, la paradoja, la caricatura, aplicados
implacablemente a los personajes femeninos, en una especie de
misoginia abierta y provocadora que en lugar de dinamizar el proceso de
cuestionamiento a la realidad, parcializa un tanto la visión sobre el
fenómeno, haciendo reiterativa y farragosa la narración25. El ambiente y
la atmósfera son deciochescos, con un barroquismo desbordante en el
lenguaje de salón, supuestamente culterano, para conferirle a la novela
suficiente coherencia como obra de ficción con pretensiones críticas de la
realidad.
25 Helena Araújo, en su ensayo Juego de damas, Eco, (Bogotá, abril-mayo-junio, 1978), dice al respecto:
"Desgraciadamente, la codificación del discurso, tan ágil en la crónica dialogada como en la descripción
espontánea de la fiesta, se hace reiterativa y farragosa en las retrospecciones que encuadran el curriculum
universitario y/o revolucionario de las damas". (p. 803)
26 Rafael Humberto Moreno Durán, Juego de damas, Seix Barral, Barcelona, 1977; pp. 11-58.
27 La misma Helena Araújo, Op. cit., enfatiza en este sentido: "A menudo, en el texto, el código de la
frase y el código de la figura alternan con artificio, y la expresión vulgar impone un quiebre excesivamente
abrupto. Sobre todo cuando se evocan anécdotas de origen histórico y mitológico o cuando se improvisan
teorías como la que supuestamente erige en el " Juego de damas " ... Algo parecido sucede en aquellos
capítulos en donde se impone el referente erudito: Los coloquialismos y retruécanos no alcanzan a
disimular la pedantería" (p. 802).
17
auténticos en el mundo de la ficción, sino caricaturas de hombres y
mujeres de los que se vale el autor para hacer su discusión política,
ideológica y cultural, desde una perspectiva muy radical, de estos años
en Colombia28. Según este esquema, la lucha política y revolucionaria
siempre ha sido una farsa, los líderes son viciosos del poder y de otras
cosas menos intangibles, las mujeres aprenden a pensar por la vagina y
la revolución en Colombia se frustró porque se quemó un pollo en un
apartamento bogotano, debido a la lascivia y fornicadera de uno de sus
conductores; y toda la historia del país es una larga fiesta en que se
funden la vanidad y la mentira, la seducción y el engaño, en una especie
de dialéctica del desorden y la improvisación, sin pasado ni futuro.
28 En este mismo error incurre Años de fuga, de Plinio Apuleyo Mendoza, sobre todo en los apartes que
se relacionan con la lucha revolucionaria en Colombia, ya que el prejucio ideológico del autor imposibilita
la creación de personajes, obedeciendo sólo a las fórmulas esquemáticas de la caricatura.
29 Sobre esta misma temática, José Stevenson, Los años de la asfixia, (1969), Oscar Collazos, Los días
18
dogmático, atomización de la vanguardia y desarticulación de la
izquierda.
30Lucien Goldman, Para una sociología de la novela, Ayuso, Madrid, 1975, expresa: "La novela no es
otra cosa que la historia de esa búsqueda degradada (que Lukács denomina demoníaca), búsqueda de
valores auténticos en un mundo también degradado, pero a nivel más avanzado y de un mundo distinto"
(p.16).
19
El punto de vista de la narración es la tercera persona, con un narrador
que no es actor sino testigo de la historia, aunque la dimensión individual
de los personajes generalmente se construye por los coloquios entre
amigos y algunas introspecciones, en un juego combinatorio bastante
efectivo.
Sin remedio
20
dominada por el desarraigo, la soledad, el desamor. Un personaje,
entonces, problemático, demoníaco en la concepción de Lukács.
21
3. Novela urbana y experimentación formal
22
de su identidad individual y colectiva, y, por consiguiente, el desarraigo,
la soledad, el desamor y la miseria espiritual. El considerable número de
obras publicadas y la calidad literaria de muchas de ellas, muestran ya
claramente su importancia en las letras colombianas, por lo cual es
absurdo discutir ahora si existe o no ésta especificidad en nuestra
narrativa32
32Esta discusión es una especie de enajenamiento cultural que parte fundamentalmente de una visión
eurocentrista-norteamericanista de la literatura, desafortunadamente aún en boga en universidades y
foros públicos. A nuestro juicio expresa también una sub-valoración de lo propio, y, en la mayoría de los
casos, la ignorancia de nuestra importante novelística contemporánea.
23
cotidianidad citadina y haciendo de la novela una aventura lúdica del
lenguaje.
a) Música y marginalidad
33 Manuel Mejía Vallejo es otro claro ejemplo de superación como narrador, desafortunadamente hasta
hace poco reconocido como uno de los más importantes escritores de Colombia e Hispanoamérica, con
una amplia obra novelística: La tierra éramos nosotros (1945), La pie de la ciudad (1958), El día
señalado (1964), Las muertes ajenas (1979), Tarde de verano (1980), Y el mundo sigue
andando (1985), además de la obra que nos ocupa.
34 Marino Troncoso, Manuel Mejía Vallejo: la nostalgia de un liderazgo en Ensayos de literatura
24
novelas colombianas de los últimos tiempos que parten de la oralidad
para estructurar la visión del mundo y del hombre, haciendo de este
recurso una forma de recuperación de la identidad regional por la
transcripción y asimilación artística de refranes, proverbios, giros
lingüísticos, jergas, versos, dichos, canciones, que salen del marco
espacial identificable en busca de la universalidad, debido a la
integración trascendente del hombre frente al amor, la soledad, el
erotismo, la mujer, a través de los personajes de la novela.
25
descree del presente y la tradición y busca en situaciones límites un
significado de la vida y la realidad. Este reverso de la moneda, que
mantuvo tanta influencia en el país en momentos de radicales cuestio-
namientos de la sociedad, es una lúdica aproximación a una
problemática nacional e hispanoamericana mediante el discurso
narrativo, por la contundencia de sus planteamientos sociológicos
respecto de la juventud y por el talento artístico que tan intensamente
mostrara Andrés Caicedo.
26
tratamientos del lenguaje relativamente parecidas, aunque sin los valores
literarios de la ya mencionadas: Reina Rumba, de Umberto Valverde,
Conciertos del desconcierto, de Manuel Gil y Acelere (1985) de
Alberto Esquivel.
b) Soledad y desarraigo
27
raíces tradicionales que unen a los seres como el amor, la amistad, la
familia, son planteadas en crisis y por ende es problemática su expresión
en los seres individuales. Los parientes de Ester, de Luis Fayad, por
ejemplo, presenta una virulenta crítica a la familia como institución
social, en un lenguaje austero, lacónico, carente de todo barroquismo y
retórica, en una obra importante como referente para los inicios de la
novela urbana en Colombia. Falleba, de Fernando Cruz Kronfly, indaga
también esta crisis, centrada en el desmoronamiento de la relación de
pareja, la quiebra existencial efectiva y sexual que conduce al suicidio y
la nada en la desesperanza del hombre citadino. Entre ruinas, de
Héctor Sánchez, a través del planteamiento de la pérdida de identidad
individual, la soledad y una sexualidad culpable ante los seres y el
mundo, con una buena dosis de humor e ironía en esos seres anónimos
de las ciudades. El patio de los vientos perdidos, de Roberto Burgos
cantor, cuestionando la falacia efímera de la gloria, la soledad y el
abandono de los héroes deportivos populares, mediante un personaje
identificable históricamente (el boxeador cartagenero Bernardo
Caraballo) que es recreado con mucha ternura por el autor, ofreciendo
una visión crítica significativa de toda una sociedad y de su tiempo.
c) La experimentación formal
28
Otro de los factores que identifican la presencia de la novela colombiana
a la modernidad literaria es la preocupación por los aspectos formales de
la escritura narrativa, entendiendo la creación como una aventura
artística fundamentada en el lenguaje. Este carácter lúdico de la escritura
narrativa está relativamente asociado a la temática urbana, aunque su
complejidad estructural puede representarla. En este sentido se han
publicado obras muy importantes en nuestro país, como El álbum
secreto del Sagrado Corazón, de Rodrigo Parra Sandoval, Y el
mundo sigue andando , de Manuel Mejía Vallejo, Sala capitular , de
Francisco Sánchez, Misia señora, de Alba Lucía Angel, La Muerte de
Alec, de Darío Jaramillo, Hojas en el patio, de Darío Ruiz Gómez, y la
trilogía Femina Suite, de Rafael Humberto Moreno Durán.
Tal vez la obra mejor lograda en este sentido sea El álbum secreto del
Sagrado Corazón, de Rodrigo parra Sandoval, una novela que tiene
muchos nexos formales y técnicos con Rayuela de Julio Cortázar, Tres
Tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante y Gran sertón: veredas,
de Joao Guimaraes Rosa, es decir, con lo más representativo en
Hispanoamérica respeto de las técnicas de construcción narrativa de la
modernidad literaria. Por tal razón, la novela de Parra Sandoval
representa una vanguardia en las letras colombianas contemporáneas,
una aventura lúdica del quehacer literario con propuestas sugestiva en el
lenguaje, la ambigüedad, la ambivalencia, y en cierta medida de la anti-
novela en la novela. Su estructura es caleidoscópica, multifocal en la
perspectiva del punto de vista de la narración, presentando una serie
variadísima de juegos del lenguaje e invención de nuevos vocablos,
buscando en las palabras secretas e inéditas valencias, configurando y
desfigurando personajes que son espejos de sí mismos y de los otros,
descomponiendo la realidad de microcosmos que tienden al mosaico y el
collage, postulando el juego de la imaginación como recurso catártico a
la sordidez del mundo; y proponiendo un discurso crítico, despiadado,
radical, rotundo, frente a uno de los estamentos con mayor influencia en
la sociedad, la institución religiosa.
29
Algo similar puede anotarse, en su concepción formal de novela que
tiende a la totalidad, de Y el mundo sigue andando, de Manuel Mejía
Vallejo, una obra que difiere totalmente de su producción anterior, ya
que no se trata de una "novela" en el sentido tradicional, sino un juego
de imaginación en que la libertad expresiva, la libre asociación, cierta
forma de disparate verbal, son los mecanismos de aproximación al acto
de comunicación, rompiendo radicalmente con el tiempo en una
aparentemente incongruente conversación de pareja por la calle. En esta
obra se mezclan indistintamente, en busca de la ambigüedad expresiva y
la ficcionalización narrativa, el coloquio de la pareja, las disertaciones
filosóficas, las apreciaciones literarias, las disociaciones del habla, las
elipsis, los retruécanos, en una especie de narrativa repentista de factura
casi surrealista pero sugestiva en sus contenidos humanos y
efectivamente virtuales y posibles como discurso novelístico.
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