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Estudio 13 Febrero 2022
Estudio 13 Febrero 2022
Lo que atacaba a la persona, también corrompía con fuerza los vestidos, tejidos y cueros con lo
que nosotros llamamos moho, hongos o musgo, y para ello también existía legislación con
propósitos sanitarios en la comunidad de la nación.
Tampoco podemos desconocer las enseñanzas sobre el valor del discernimiento, enfocado
principalmente en la delicada labor de los sacerdotes. La importancia del tiempo y la espera en
el diagnóstico y el posterior juicio en las enfermedades; lo que nos exhorta a la prudencia y la
mesura al momento de juzgar a otros. La labor de decretar lo puro y lo impuro,, lo limpio y lo
inmundo requería un nivel de vida y santidad por parte del sacerdocio por sobre el pueblo
común, lo que constituye un fuerte llamado a quienes ocupan lugares de autoridad en la iglesia.
vv. 55 al 59
La denominada “lepra” (“Tsara” en palabra hebrea) en las telas, ropas de lino y algodón y
en el cuero, probablemente consistía en el enmohecimiento que comúnmente surge por la falta
de aire, y consiste, en el caso del lino, en manchas redondas parcialmente coloridas que se
esparcían sobre la tela y gradualmente la comían, hasta que se generaban trozos como moho.
Es sabido que, la lana de las ovejas que se mueren de enfermedades infecciosas, si no han sido
esquiladas vivas, como también los cueros de ellas, si no son completamente preparados y
limpiados, están propensos a los efectos descritos en este pasaje.
REFLEXIÓN
Cuando el evangelio nos invita a “vestirnos” y “cuidar las
vestiduras”, ello implica un autoexamen necesario de
manera diaria sobre nuestra condición espiritual. (1° Corintios 11:28, 2° Corintios 13:5). Es una
tarea y un trabajo que nos corresponde diariamente; no solamente previo a la Cena del Señor,
sino cada día, yendo al trono de gracia, para alcanzar oportuno socorro por algún pecado de
acción u omisión. El espejo donde mirar la condición de nuestro ropaje son las Escrituras y, el
reconocimiento de alguna mancha en estas vestiduras, lo concede el Espíritu Santo a través de
la Palabra. (Juan 16:8). El único lugar donde el orín, la polilla, el musgo y el moho no
corrompen, es el cielo (Mateo 6:19): pero, mientras estemos en esta tierra (el desierto de este
mundo), estamos expuestos a que las vestiduras se contaminen, se manchen y se deterioren .Sólo
una búsqueda continua del rostro de Dios puede renovarnos y limpiarnos.
¿Cuándo usted no aprecia el estado de sus vestiduras, será importante que algún otro creyente
le haga tomar conciencia de sus manchas? ¿Cómo? ¿Por qué?
Estudio Bíblico, domingo 13 febrero 2022.Según gracia dada. Hno. Sergio Jeria