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DECLARACIÓN DE FE

DE LAS
IGLESIAS QUE INTEGRAN LA
ASOCIACIÓN BAUTISTA
MISIONERA MEXICANA.

ARTÍCULO UNDÉCIMO

DOCTRINA DE
“LA SANTIFICACIÓN”
MAESTRO

VERSÍCULO CLAVE:
“17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos
yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la verdad” Juan 17:17-19

OBJETIVO:
Entender que la santificación es la separación que Dios hace de los
creyentes. Que es progresiva en su desarrollo y que llegará al
estado de perfección en el arrebatamiento Que hay una
responsabilidad claramente definida a cargo del creyente en el
desarrollo de su propia santificación.
ARTÍCULO UNDÉCIMO
“Creemos que las Escrituras enseñan que la santificación es el acto
mediante el cual los creyentes han sido eternamente separados
para Dios (Salmos 4:3; 1ª a los Corintios 1:2; Efesios 1:13-14; Hebreos
10:14; 1ª de Pedro 1:2) al hacérseles partícipes de la santidad de Dios
mediante la obra de redención (Juan 3:16; Romanos 3:24; 2ª a los
Corintios 5:17), por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una
sola vez y para siempre (Efesios 5:25-27; Hebreos 10:10, 14); que es
una santificación para servir a Dios (Salmos 4:3; Romanos 6:19;
Efesios 2:10; Tito 2:14), que principia en la regeneración (1ª a los
Corintios 6:11; Colosenses 1:21-22), es progresiva en su desarrollo
(Proverbios 4:18; 2ª a los Corintios 7:1; Efesios 4:22-24; Colosenses 3:9-10;
1ª a los Tesalonicenses 4:3-7; 1ª a Timoteo 4:7; 2ª de Pedro 3:18)), y
llegará al estado de perfección en la glorificación de los cuerpos,
en el arrebatamiento (1ª a los Corintios 15:51-54; Efesios 1:13-14; 4:30;
Filipenses 1:6; 3:12-14; 1ª de Juan 3:2).

INTRODUCCIÓN

La obra de Jesucristo en el mundo tiene un doble propósito. En


primer lugar, es una obra realizada para nosotros, con el propósito
de lograr la reconciliación entre Dios y el pecador que se ha
genuinamente arrepentido y decidió poner su fe en Jesucristo
como su único y suficiente Salvador. En segundo lugar, es una
obra realizada en nosotros con el propósito de lograr nuestra
santificación. A través del primer propósito se restablece la
relación correcta entre Dios y el pecador genuinamente
arrepentido de su pecado; a través del segundo propósito se
asegura el fruto de esa relación restablecida. El resultado que se
logra a través del primer propósito es que el pecador condenado
sea recibido a un estado de gracia; el resultado que se alcanza a
través del segundo propósito es que el pecador perdonado
comience a crecer en santificación.
Muchos piensan equivocadamente que una vez que el pecador
se ha arrepentido de su pecado y ha puesto su fe en Jesucristo,

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gracias a lo cual recibe la salvación de su alma, con la paz que
acompaña a esa experiencia, la obra de la salvación ha quedado
completa y no hay nada más por lograr. Esto no es así. Debemos
entender que a la salvación le sigue la santidad o santificación,
que es la salud del alma. Así que, una vez “regenerados”,
“nacidos de nuevo”, “salvos”, o como decida usted llamar a ese
momento, viene a nuestra vida un período similar a la llamada
“crisis de la convalescencia” que experimenta una persona que ha
salido del estado de enfermedad y ahora se encamina a la
recuperación total. Dicho de otra manera, cuando el pecador
genuinamente se arrepiente de su pecado y pone su fe en
Jesucristo, Dios lo declara justificado, y ese momento constituye el
punto de partida del proceso de santificación.
Una analogía podría ayudar a entender este concepto. La
embarcación cuya máquina se ha roto puede ser remolcada al
puerto y asegurada en un muelle. Esa nave está segura, pero no
está sana. Las reparaciones pueden tardar muchos días. El
propósito de Cristo Jesús es el de llevarnos a un estado de
seguridad y de sanidad. La justificación nos lleva al primero -–
seguridad; la santificación nos lleva al segundo -– sanidad. El
primer paso es instantáneo, pero el segundo requiere de tiempo.

Tampoco debemos entender que el proceso de santificación


iniciado llegará a un estado de perfección en esta vida; lo que sí
debemos entender es que la nueva vida de la que hoy disfrutamos
-– por la justificación alcanzada – debe ir avanzando hacia su
estado de perfección. No es que simplemente hayamos sido
librados de la paga por nuestro pecado sino que estamos
avanzando en un proceso que conquista al pecado.

La regeneración está relacionada con nuestra naturaleza y la


justificación con nuestro estado. La santificación se refiere a
nuestro carácter y conducta. En la justificación somos declarados
justos. La justificación es lo que Dios hace por nosotros, mientras
que la santificación es lo que Dios hace en nosotros. La
justificación nos coloca en una relación justa con Dios, mientras

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que la santificación hace que se vea el fruto de esa relación: una
vida separada del mundo pecador y dedicada a Dios.

Una perspectiva correcta de la santidad de Dios debiera producir


en el creyente conciencia de su propio pecado (Isaías 6:3, 5; Lucas
5:8).

La santidad de Dios constituye la norma para la vida y conducta


del creyente (1ª de Juan 1:6-7). Esto debe de ponerle fin a todas las
discusiones muchas veces insensatas, sobre lo que es y lo que no
es permitido en la vida cristiana. La conducta propia puede ser
probada con la siguiente simple pregunta: ¿Es santa? Ésta es la
norma del creyente. Aunque él no siempre llega a esa medida,
nunca la puede comprometer”. (Teología Básica, de Charles C.
Ryire. Editorial Unilit, 1993. Miami, Florida. U.S.A. pp. 47, 48).

I. EL CONCEPTO DE “LA SANTIFICACIÓN”.

“La santificación es la continua operación del Espíritu Santo en la


vida del creyente, por medio de la cual la santa disposición
impartida a éste en el momento de la regeneración es sostenida y
fortalecida.”

Analicemos un poco este concepto.


1. ¿Cuándo se inicia el proceso de la santificación y cuál diría
usted que es una de las características obvias de este proceso, con
base en Romanos 5:1; 1ª a los Corintios 6:11, Colosenses 3:9 y 10, y
Filipenses 1:6?
Respuesta: Este proceso se inicia, por necesidad, una vez que
la persona ha sido regenerada y justificada, lo cual se desprende
de la propia definición. Una característica obvia de este proceso,
con base en Filipenses 1:6, es que éste es un proceso algo dinámico
y progresivo, siendo esto lo óptimo.

La santificación es como un germen cuya naturaleza debe


tender a crecer. La recompensa recibida por un deber cumplido

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constituye la motivación y la energía para cumplir con otro, y
luego otro más.

2. Examine usted el pasaje de 1ª a los Tesalonicenses 5:23, y


responda: ¿Quién es el que genera la santificación en el ser
humano?
Respuesta: La santificación es la obra de Dios.

3. Del concepto de “santificación” que se está considerando se


desprende que en el momento de la regeneración se nos imparte
una “santa disposición” que es luego sostenida y fortalecida.
¿Cuál diría usted que es la característica principal de esa “santa
disposición”? Para dar respuesta a esta pregunta apóyese en los
siguientes pasajes: 2º de Crónicas 29:5, 15-18; 1ª a los
Tesalonicenses 4:3.

Respuesta: Al inicio de la Sección I se dio una definición de


“La Santificación”. Ahí se nos informa que en el momento de
nuestra “regeneración” se nos hizo partícipes de una “santa
disposición”. La característica principal de esa “santa disposición”
es que entendemos, o debemos entender, que por el hecho de
haber ‘nacido de nuevo’, o ‘haber sido regenerados’, debemos
separarnos de todo lo que es pecaminoso y que contamina tanto
su cuerpo como su alma. Estos pasajes hacen responsable al
creyente de separarse de todo mal.

4. ¿Cuál diría usted que es “el agente” a través del cual Dios
efectúa la santificación en el creyente? Apóyese en los siguientes
pasajes: Juan 14:17-18; Romanos 8:9-10; 1ª a los Corintios 6:19;
Gálatas 5:16; 2ª a Timoteo 1:14.

Respuesta: La enseñanza clara de la Biblia es que “el


agente” a través del cual Dios lleva a cabo la santificación en
nosotros “es el Espíritu Santo”, obviamente apoyado por la
Palabra de Dios.

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II. ALGUNAS IMPLICACIONES QUE SURGEN DEL
CONCEPTO DE “LA SANTIFICACIÓN”.

5. Examine cuidadosamente el texto de Romanos 6:11-141,


centrándose particularmente en la palabra “reine”, del versículo 12, y
derive de él alguna implicación con respecto al concepto de “La
Santificación”.
Respuesta: En el verso 12 dice, “No reine, pues, el pecado en
vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias”. La implicación que se deriva de estas palabras es
que, aunque se nos haya impartido una “santa disposición” al inicio
de nuestra nueva vida en Cristo (la cual debe obrar como se
mencionó en la respuesta a la pregunta 3), en nosotros permanecen
tendencias hacia el mal, las cuales aún no han sido totalmente
doblegadas. Por otra parte, es de observarse que si bien es cierto que
el pecado mora en nosotros, no debe “reinar” en nosotros, decisión
que -– sin duda alguna –- depende de nosotros.

6. Vaya ahora a Gálatas 5:17 y responda, ¿qué implicaciones tiene


ese pasaje para una persona que ha sido regenerada, justificada y ha
iniciado el proceso de santificación?
Respuesta: Veamos el texto detenidamente. Dice: “Porque el
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis.” Esto implica que en el creyente existen estos dos
principios opuestos, lo cual da origen a un conflicto que dura a lo
largo de toda la vida.

No obstante, en este conflicto el Espíritu Santo capacita al


creyente, mediante el ejercicio de la fe de éste, de una manera más
plena y más consciente, a apropiarse de Cristo, tendiendo así a
conquistar en forma progresiva esa pecaminosidad que aún
permanece en nosotros. Véanse Romanos 8:13-14; 1ª a los Corintios
6:11.

1 La palabra “reine”, viene del vocablo griego βασιλευέτω - basileuetō. La


palabra es un verbo en Modo Imperativo, Tiempo Presente, 3ª persona del
Singular. La palabra base es βασιλεύω – basileuó, que quiere decir, “Yo reino,
reinar sobre….”

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III. LOS TRES ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN

La santificación puede considerarse como pasada, presente y


futura; o como instantánea o posicional, progresiva y completa.

A. La santificación instantánea o posicional.

7. Consideremos otra vez la siguiente pregunta: ¿en qué


momento es santificado el creyente, y qué carácter tiene esa
santificación? 1ª a los Corintios 6:11; Hebreos 10:10-14.
Respuesta: En estos pasajes se enseña que nuestra santificación --
por lo que se refiere a nuestra posición delante de Dios -- tuvo lugar
en forma instantánea en el momento en el que fuimos regenerados y
justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de
Dios.

Entonces, la santificación posicional del creyente tiene lugar en


el instante mismo en que se cree en Cristo. Somos posicionados como
“santos” en forma instantánea, gracias a la muerte de Cristo. Éste es
el primer sentido en el que el creyente es santificado, siendo
separado del pecado, y separado para Dios.

8. ¿Qué término se usa para referirse a los creyentes en la Biblia y


por qué? 1ª a los Corintios 1:2; Romanos 1:7.
Respuesta: En el Nuevo Testamento los creyentes son
llamados “santos” ya que, gracias a la santificación posicional, son
separados del pecado y para Dios; es en ese sentido que son
“santificados”.

9. ¿Cree usted que el orden de las palabras “santificación” y


“justificación” en 1ª a los Corintios 6:11 pueda tener algún
significado teológico?
Respuesta: El creyente es santificado (posicionalmente) en forma
simultánea a su experiencia de justificación por un sencillo acto de fe
en Cristo. Todo cristiano es un hombre santificado. El mismo acto
que le coloca en estado de justificación le admite inmediatamente al
estado de santificación posicional, en el cual ha de crecer hasta llegar
a la plenitud de la medida de la estatura de Cristo. Pablo no está aquí
estableciendo algún orden específico o particular.

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B. La santificación progresiva

Como se dijo en la definición de “La Santificación” (página 4),


ésta se inicia, por necesidad, una vez que la persona ha sido
regenerada y justificada. La Justificación es un acto instantáneo y
completo; por tanto, no progresivo. La Santificación se inicia en el
momento justo de la Justificación pero lleva consigo la idea del
crecimiento hasta llegar a su cumplimiento total.

10. ¿Cuál es la exhortación de Pedro a los creyentes y cuál es la


palabra clave en 2ª de Pedro 3:18?
Respuesta: “Antes bien, creced en la gracia y conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. La exhortación apostólica es
a ‘crecer’ en la gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo;
la palabra clave en el contexto de esta lección es “creced”, la cual
habla de un proceso de desarrollo, de fortalecimiento, suponiendo
que se den las circunstancias adecuadas para ello.

11. ¿Qué debemos notar en la enseñanza que nos da Pablo


respecto al crecimiento? 2ª a los Corintios 3:18.
Respuesta: Es muy digno de notar en este caso el factor
tiempo: Somos transformados de un grado de carácter o de gloria
a otro grado. Eso es porque la santificación progresiva se da a lo
largo de un proceso de crecimiento que nos debe llevar a abundar
en obediencia a la Palabra de Dios y a multiplicar actitudes y
acciones que den fe del desarrollo de nuestra madurez como
cristianos. Véase 1ª a los Tesalonicenses 3:12 y 4:1,10, destacando
la importancia del concepto “abundar”.

Es un hecho que el creyente siempre está en riesgo de


contaminarse por el contacto con el mundo pecador; también es
un hecho que en la vida del creyente que está creciendo en la
santificación existe una conciencia cada vez más sensible al
pecado y un sentido del deber cada vez más acendrado; esto trae
como resultado un desarrollo constante de las virtudes y dones
que caracterizan al creyente que está creciendo en santidad.

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12. ¿Cuál es la enseñanza de Pablo respecto a la santificación?
2ª a los Corintios 7:1.
Respuesta: El texto dice: “Así que, amados, puesto que
tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios.” Vayamos por partes. En primer lugar, notemos que las
“tales promesas”, del verso 7:1 se refieren al contenido de 2a a los
Corintios 6:17-18, es decir, la promesa de que Dios sería un Padre
para nosotros, un protector y un amigo. Ahora, si Dios es nuestro
Padre, nosotros debemos retirar de nuestra vida cualquier cosa
que le pueda ofender y buscar la perfección en santidad.

Pablo señala que nuestra limpieza comprende una acción doble:


Limpiarnos de toda contaminación y volvernos a Dios. La frase
“limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu”,
implica que los cristianos tenemos mucho que hacer en este tema. La
palabra “limpiémonos”2 indica que una parte muy importante de
esta limpieza recae sobre nosotros como cristianos. Es cierto que la
santificación en sí procede de Dios, también es cierto que la
influencia del Espíritu Santo sobre nosotros debe excitar nuestra
diligencia a fin de limpiar nuestro propio corazón y debe llevarnos a
hacer esfuerzos extremos para vencer nuestros pecados. El pasaje
indica que tenemos la promesa de Dios de que Él nos ayudará; no
tenemos que lograr esto nosotros solos, en nuestras propias fuerzas
sino que la santificación es una obra que Dios desea ocurra en
nosotros, en el logro de la cual Él nos dará toda la ayuda que
necesitemos.

2El análisis gramatical de la palabra Καθαρίσωμεν - katharisōmen indica que es


un aoristo, modo subjuntivo, voz activa, primera persona del plural; el
complemento del verbo es ἑαυτοὺς - heautous que es un pronombre reflexivo,
caso acusativo, género masculino, 3ª persona del plural. La traducción literal
sería “nosotros deberíamos de limpiarnos a nosotros mismos.

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La palabra “perfeccionando”3 significa “terminar, completar,
llevar hasta su final”. La idea es que hay una tarea que hay que
completar. La santificación ya ha sido iniciada por el Señor en el
corazón del creyente y la exhortación del Apóstol es que cada
creyente debe hacer todo el esfuerzo necesario para completar ese
proceso en todas y cada una de sus partes. El texto no dice que ese
proceso sea terminado o no por nosotros; sólo dice que tenemos el
deber de hacer todo tipo de esfuerzos para perfeccionarlo. El
hecho de que nadie haya alcanzado la perfección en esta vida, o
que nadie vaya a lograrlo mientras esté en este mundo, no
disminuye la responsabilidad.

La frase final, “en el temor de Dios” simplemente habla de que


siempre estamos en la presencia de Dios, y eso debería detenernos
cuando consideremos “concedernos un permiso” para
envolvernos en conductas que por necesidad terminarán en la
comisión de pecado. Si a veces nos detenemos de cometer pecado
por estar en presencia de menores, cuánto más debería detenernos
el tener conciencia que siempre estamos en la presencia de Dios.
Esa es la manera de ir “perfeccionando la santidad”.

13. ¿Cuál es el propósito de Dios al llamar a algunos como


pastores y maestros en la iglesia local? Efesios 4:11-15.

Respuesta: El propósito de Dios es el de perfeccionar a los


santos en cuanto a su semejanza a Cristo, hasta que finalmente
lleguen a la plenitud del modelo divino que es Jesucristo.

La santidad no crece como los hongos, no es cosa de una hora;


crece, más bien, como crecen los arrecifes de coral, poco a poco y
paso a paso. Véase también Filipenses 3:10-15.

3 “Perfeccionando” – de επιτελουντες – epitelountes. Verbo base: ἐπιτελέω:


Formado por la preposición epí – una preposición que toma su significado y
aplicación del verbo que acompaña y fortalece la idea de ese verbo. En este
caso, el verbo es τελέω – teléō, que viene de “télos”, que significa terminación,
consumación. La forma verbal aquí es la de un Participio Presente o Gerundio,
en Voz Activa.

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C. La santificación completa y final.

14. Escriba el siguiente texto y luego comente el párrafo que le


sigue. 1ª a los Tesalonicenses 5:23.

Respuesta: “Y el Dios de paz os santifique por completo; y


todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

Recordemos que ésta es una oración de Pablo por la


iglesia de Tesalónica, y una oración en la que se pide por la
santificación completa de una persona o una iglesia no debe
tomarse como evidencia de que ella haya logrado dicha
santificación en la presente vida.

La expresión “por completo” habla del deseo de Pablo por


los hermanos de aquella iglesia. Algún día el creyente será
santificado completamente en todos los aspectos del carácter
cristiano, en el “espíritu” que le une al cielo; en el “cuerpo”
que lo une a la tierra, y en el “alma” que siente impulsos del
cielo y de la tierra. Habrá madurez en cada uno de los
elementos del carácter cristiano: cuerpo, alma y espíritu.

La palabra “Irreprensible” (de ἀμέμπτως - amemptōs)


ocurre solamente dos veces en el Nuevo Testamento, aquí y en
2:20 de esta misma carta, y significa justamente que “no hay
nada que reprender”, ya se refiera a la iglesia local como un
todo, o al creyente como individuo.

15. ¿Cuándo tendrá lugar la santificación completa y final? 1ª


a los Tesalonicenses 3:13; 1ª de Juan 3:2.

Respuesta: La bendición de la santificación íntegra y


completa tendrá lugar cuando el Señor Jesucristo venga por
nosotros. Cuando le veamos a Él, seremos como Él.

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16. ¿Cómo explica Pablo claramente este evento de la
santificación completa y final? Filipenses 3:12-14.
Respuesta: Estos tres versículos están llenos de alusiones a
los Juegos Helénicos. En resumen, Pablo dice que su meta era
conocer a Cristo, ser como Él y ser todo lo que Cristo pensaba en
cuanto a Él. Esta meta absorbió toda su energía y toda su vida.
Esta meta era la santificación en Cristo, que había de ser completa
y final cuando obedeciera al llamamiento del Señor en gloria.

Pero vayamos un poco más allá en el análisis de este pasaje


para beneficiarnos de toda su riqueza. El pasaje dice: “12 No que lo
haya alcanzado ya”. La palabra “alcanzado” significa “haber
llegado a la meta y haber ganado el premio sin haberlo aún
recibido”. El significado de la frase inicial es “No pretendo haber
alcanzado lo que deseo o espero alcanzar.” Él había sido salvo,
rescatado del pecado y de la muerte eterna, había recibido la vida
eterna, con la paz y todos los privilegios que de ella surgen. Pero
había un glorioso objetivo frente a él que aún no había logrado,
una resurrección en la que aún no había participado porque ésta
aún no había ocurrido, un glorioso evento que estaba por suceder,
y él se había propuesto hacer todo tipo de esfuerzo a fin de
asegurar su participación en ese evento. “… sino que prosigo…”,
es decir persigo aquello que busco, luchando por obtenerlo. El
premio se veía a la distancia y él se esforzaba para alcanzarlo. “…
por ver si logro asir …”, si logro obtener o alcanzar el premio
celestial. “… aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús”. La idea es que él había sido llamado al servicio del Señor
con vistas a obtener un objetivo importante.

Y el texto sigue diciendo, “13 Hermanos, yo mismo no


pretendo haberlo ya alcanzado…” Es decir, no ha alcanzado
aquello para lo cual fue llamado al servicio del Señor. Hay algo
que persigo pero aún no lo he alcanzado. “… pero una cosa
hago…” Pablo tenía un solo objetivo en mente y a éste se dedicó
en cuerpo y alma, sin jamás perderlo de vista o dejarse desviar
por la búsqueda de otro objetivo. “… olvidando ciertamente lo
que queda atrás…”, lo cual parece aludir a las carreras en los

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juegos de la península. Un corredor nunca debe mirar atrás para
ver qué tanto terreno ha recorrido o quién viene cerca de él; su
vista debe estar fija en la meta, en el premio que busca con tanto
afán. “… y extendiéndome a lo que está delante…, y delante del
creyente está la corona de gloria, la recompensa eterna en los
cielos, “…14 prosigo al blanco, al premio del soberano
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Frente al corredor está la
corona de laurel que es concedida como premio. Frente al
creyente está la corona de gloria, la recompensa eterna del cielo.
Encontraremos también el favor de Dios, la victoria sobre el
pecado y la muerte, la sociedad de los redimidos y de los seres
angelicales y la seguridad de una eterna libertad de todo mal. Esto
es suficiente para animar al creyente a seguir firme en la carrera
que ha iniciado.

IV. LOS MEDIOS DE SANTIFICACIÓN.

¿Cómo se santifican los creyentes? ¿Qué medios se usan y


qué agentes se emplean para hacer a los hombres santos y
conformes a la semejanza de Cristo? Los agentes y medios son
divinos y humanos. Dios y el hombre contribuyen a este ansiado
propósito.

A. El lado divino:
a) Dios el Padre santifica.
17. ¿Cuál es el deseo expreso de Pablo por los creyentes? 1ª a
los Tesalonicenses 5:23-24. (En la Sección III, Inciso “C” de esta
misma lección expusimos ya el versículo 23 de una manera
amplia. Quizás usted desee consultar lo ahí dicho para
complementar su respuesta ahora.)
Respuesta: En estos pasajes se contrasta la obra de Dios con
los esfuerzos humanos para la consecución de los propósitos antes
mencionados. En otras palabras, la santificación completa y futura
del creyente es obra de Dios.

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18. ¿Cómo apoya el siguiente pasaje el argumento anterior?
Filipenses 1:6.
Respuesta: Aquí también, como en el pasaje anterior, se
menciona que el iniciador de la fe también es el Consumador.

Por consiguiente, el propósito y fin de cada exhortación es


fortalecer la fe en Dios, quien puede realizar todas estas cosas en
nosotros. Hay un sentido en el que el creyente es responsable por
su adelanto en la vida cristiana (Filipenses 3:12, 13). No nos
podemos limpiar a nosotros mismos, pero nos podemos colocar
en las manos de Dios y entonces vendrá la purificación. El “Dios
de paz”, el que nos reconcilia, es el mismo que nos santifica
totalmente. Es como si el apóstol hubiera dicho: “Dios con su
gran poder hará por vosotros lo que yo con mis exhortaciones y
vosotros con vuestros esfuerzos, nunca podemos hacer” (Véase
Juan 17:17): “Santifícalos en tu verdad”. Cristo se dirige aquí al
Padre como el único que puede santificar completamente a sus
discípulos.

b) Jesucristo el Hijo santifica.

19. ¿Cuál es el resultado de la muerte de Cristo para el


creyente? Hebreos 10:9-10.
Respuesta: El texto dice: “9 Y diciendo luego: He aquí que
vengo (Yo, Jesucristo), oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo
primero, para establecer esto último. 10 En esa voluntad (la de
Jesucristo, quien vino para cumplir con la voluntad de Dios)
somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
hecha una vez para siempre.” La genuinidad de nuestro
arrepentimiento por nuestro pecado, así como la de nuestra fe,
puesta en el sacrificio de Cristo por nosotros, es lo que nos
justifica y nos pone en la ruta de la separación del pecado y nos
coloca aparte como redimidos y dedicados al servicio de Dios.

Esta misma verdad, a saber, la santificación del creyente, con


base en el sacrificio de Cristo, se nos presenta también en Efesios
5:25-26, 27: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por

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ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, para presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga . . .”. Cristo ha sido
hecho por Dios nuestra santificación (1ª a los Corintios 1:30).
Véase también Hebreos 13:12.

c) El Espíritu Santo santifica.

20. ¿Cuál es la labor del Espíritu Santo en el creyente? 1ª de


Pedro 1:2; 2ª a los Tesalonicenses 2:13.

Respuesta: El Espíritu Santo sella, testifica y confirma la obra


de la gracia en el alma, produciendo en ella los frutos de justicia.
La obra del Espíritu en la vida del creyente es la santificación.

El Espíritu de vida en Cristo Jesús es el que nos libera de la ley


del pecado y de la muerte (Romanos 8:2). Él es llamado Espíritu
Santo, no solamente porque es absolutamente santo en sí mismo,
sino también porque produce esa misma cualidad del carácter en
el creyente.

B. El lado humano:

a) Fe en la obra redentora de Jesucristo.

21. ¿Cuál es la parte de Jesucristo y cual la del hombre en la


redención? 1ª a los Corintios 1:30.

Respuesta: Cristo Jesús es quien es sabiduría y justificación, y


santificación y redención para nosotros, pero de hecho no llega a
ser tal sino para aquellos que se le apropian. Aquella es la obra de
Cristo y ésta la del hombre.

Solamente en la medida que el creyente, cada día y a cada


momento, se aproveche -- por fe -- de la santidad de Jesús, de Su
fe, de Su paciencia, de Su amor, de Su gracia, para las necesidades
de cada momento, puede Cristo, por quien Su muerte se hizo para
Él santificación en un sentido instantáneo, hacer posible para el
creyente santificación en un sentido progresivo, reproduciendo
(en el creyente) Su propia vida a cada instante.

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b) El estudio de las Escrituras y la obediencia a las
mismas.

22. ¿Qué es lo que produce en el creyente la meditación en


las Escrituras? Juan 17:17; Efesios 5:26; Juan 15:3

Respuesta: El estudio de las Escrituras y la obediencia a las


mismas nos santifican. Dicha santificación está limitada
únicamente por la limitación de nuestro conocimiento y
obediencia a la Palabra de Dios.

Reflexione usted cuidadosa y detenidamente en el


contenido de este párrafo, analizando lo aquí consignado.
Partamos de la siguiente pregunta: ¿Cómo santifica al creyente la
Palabra de Dios? Primero: Haciéndonos ver el pecado que hemos
cometido o estamos a punto de cometer. Segundo: Despertando
nuestra conciencia, mostrándonos que lo que hemos hecho o
estamos considerando hacer va en contra de la voluntad de Dios
para nosotros. Tercero: Revelándonos el carácter de Cristo y
mostrándonos Su ejemplo, el cual debemos seguir. Cuarto:
Haciéndonos conscientes del recurso tan poderoso que tenemos
en la influencia y poder del Espíritu Santo. Quinto:
Proporcionándonos ideales y motivos espirituales. No hay poder
semejante al de Palabra de Dios, implantada en el corazón del
creyente, para apartarlo del mundo, de la carne y del pecado.

c) Otros Varios Agentes.

23. ¿Qué implica la exhortación del escritor a los hebreos en


Hebreos 12:14?

Respuesta: La exhortación a “seguir” significa acosar,


perseguir, como Pablo siguió y acosó a los cristianos primitivos.
Nadie puede llegar a ser santo mientras duerme. El cristiano tiene
que buscar la santidad con ahínco. El hombre ocioso no puede
llegar a ser un hombre santo.

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24 ¿Qué propósito tiene la disciplina de Dios, según Hebreos
12:10, 11? Los versos dicen, “10 Y aquellos (los padres terrenales),
ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les
parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad.

Respuesta: La disciplina de Dios siempre es “para nuestro


provecho”, para que nosotros “participemos de su santidad”,
según el versículo 10. Según el verso 11, aunque la disciplina de
Dios, al recibirla, no “parece ser causa de gozo, sino de tristeza;
pero después da fruto apetecible de justicia”, a los que en ella han
sido ejercitados.”

A fin de captar el significado completo del versículo 10,


observemos que la disciplina terrenal y la celestial son descritas en
cuatro frases que se contrastan entre sí.

El primer contraste lo encontramos entre la primera expresión,


“por pocos días” y la cuarta, “para que participemos de su
santidad”. Y el lector podría preguntar, ¿dónde está el contraste?
La respuesta es que para ver el contraste entre estas dos
expresiones tenemos que considerar cuidadosamente las
preposiciones de propósito que son aquí utilizadas. La primera
expresión usa la palabra “por”, que traduce la partícula griega
“pros”4, preposición que indica movimiento hacia una meta. Esta
preposición también puede entenderse como, “con el propósito
de”. En otras palabras, este uso de “por” no se refiere tanto al
tiempo que duraba la disciplina que nos aplicaban nuestros
padres (tiempo que aquí es indefinido), sino del propósito para el
que nos estaban preparando a través de esa disciplina. No es un
“por” de duración sino de dirección. Por otra parte, la preparación
que Dios nos está dando es para la eternidad, es “por”, “para”, o
“con el propósito de” “que participemos de su santidad”. (La RV60
utiliza la preposición “para”.)

4 Πρός – pros. “Hacia”, con la implicación de movimiento hacia una meta,


objetivo o propósito, proceso en el que se implica interacción y/o reciprocidad,
contactos y reacciones. Pros sugiere, en forma natural, el ciclo de iniciación y
respuesta.

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Por lo que toca al segundo contraste, éste se presenta entre la
segunda frase, “como a ellos les parecía” (el texto griego dice “lo
que les parecía bien a ellos”5), con la tercera “para lo que nos es
provechoso”. En la disciplina que los padres aplican a los hijos
entran elementos tales como preferencias, pasiones, posibles
conceptos equivocados de lo que es bueno para los hijos, etc.; y
aún los padres más sabios y amorosos cometen errores, pensando
que están actuando bien, y dañan a los hijos. El entrenamiento que
Dios nos provee es siempre e inequívocamente para el beneficio
de Sus hijos. Como podemos ver, los principios que guían a las
dos ‘disciplinas’ se ven contrastados en las dos cláusulas
fundamentales.

25. Lea usted Hebreos 12:11, y medite detenidamente en su


contenido. Después, conteste la siguiente pregunta: ¿Cuál es la
razón principal por la que un padre disciplina a sus hijos?

Respuesta: La razón principal es la de mantenerlos en el


camino de la verdad, de la honestidad, del respeto y de la
obediencia a Dios, a los padres y a sus autoridades.

El versículo bajo estudio comienza diciendo: “Es verdad que


ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de
tristeza…”

Por supuesto que no; el propósito de la disciplina no es el de


impartir placer, sino el de impartir dolor, y los creyentes somos
tan sensibles al dolor como cualquiera otra persona. Si bien la
religión no nos hace insensibles al dolor, su práctica fiel produce
en nosotros dos cosas: (1) Nos capacita para soportar el dolor de la
disciplina sin quejarnos, y (2) De alguna manera hace que esa
aflicción “después” se convierta en una bendición.

5 κατὰ τὸ δοκοῦν αὐτοῖς - kata to dokoun autois.

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26. La segunda parte de este versículo dice “…pero después da
fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
Elabore brevemente sobre el contenido de esta frase.

Respuesta: Es obvio que no debemos buscar el fruto de la


disciplina mientras estamos atravesando por ella porque su efecto
sobre aquellos en quienes se aplica es visto “después”.

27. ¿Qué características muestra el fruto de la disciplina?

Respuesta: LA Biblia dice que “… da fruto apacible de


justicia…”
Este fruto ni se produce ni se madura con rapidez. El proceso
de maduración de este fruto es largo, pero la madurez que alcanza
el fruto lo hace rico y disfrutable. Normalmente el fruto de la
disciplina requiere de mucho tiempo para que aparezcan los
resultados esperados, y al principio esos resultados pueden tener
un sabor de dureza, de amargura, como el fruto verde, pero al
madurar, han producido:
A. “…fruto apacible.” Esta expresión sugiere, como lo indica
la palabra, aquello que produce calma, paz, la sumisión del alma.
Este fruto hace que nuestro corazón confíe más plenamente en el
Señor.
B. “… fruto apacible de justicia…” Por otra parte, esta frase
nos hace pensar en que es de esperarse que la disciplina nos haga
concentrarnos más en limpiar nuestra vida de aquello que
sabemos ofende a Dios, así como en un incremento de la devoción
personal.

El apóstol habla de esto como si fuera una verdad universal en


relación con los afligidos por la disciplina. Y esto es cierto. No hay
un solo creyente que haya pasado por severas pruebas que no
haya sido ricamente bendecido por ellas y no pueda decir, tiempo
después de la disciplina, “La llamada de atención estuvo dura
pero fue benéfica para mí. Antes de la disciplina, yo había perdido
el rumbo. Ahora puedo decir que ando en la Palabra de Dios y

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estoy mucho más consciente de lo que Él espera de mí.” Cuando
nos llega el final de esta vida, ninguno de nosotros sentirá que
tuvo más pruebas de las que merecía. Es posible que al recordar
su pasado, recordando lo severo de algunas pruebas, tanto que en
algún momento pensó que no las podría soportar, reconozca, sin
embargo, que fueron esas pruebas las que lo fortalecieron, y el
fruto de esas pruebas lo benefició el resto de su vida.
Jamás ha existido un creyente que no fuera beneficiado, de alguna
manera, por las pruebas que el Señor envió a su vida. Y si Dios
sabe que ésta es la verdad bíblica que tenemos que aprender,
aceptemos la disciplina de Dios. Si las pruebas son severas, será
porque nos hemos alejado demasiado de Él, y eso es justamente lo
que necesitamos. De una cosa sí podemos estar seguros: las
pruebas hacen que el creyente se acerque más a Dios..

V. APLICACIÓN

1. ¿Cuál es la definición bíblica de la santificación?


Respuesta: La santificación en un acto de Dios por medio del
cual separa al creyente para sí mismo. Esta santificación nos hace
partícipes de la naturaleza de Cristo. Es progresiva en su
desarrollo, y terminará con la glorificación.

2. ¿Es posible ser mañana más santificado que hoy?


Respuesta: Posicionalmente no, pues desde el momento de la
regeneración somos apartados, santificados; pero luego se inicia la
etapa de la santificación progresiva, que se prolonga hasta la
glorificación. Así que, mientras llegamos al momento de nuestro
encuentro con Jesucristo, vamos creciendo en santidad.

3. ¿Cuáles son algunos obstáculos en el creyente para su


santificación?

Respuesta: Su propia decisión de no separarse del mundo, de


sus amistades, aun de otros cristianos que no son ninguna ayuda
para su santificación.

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