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ESCUELA DE TEOLOGÍA, ARTE Y MÚSICA

en Argentina con el respaldo del


INSTITUTO BÍBLICO JUDÍO MESIÁNICO

GIGANTES DE LA FE
Pastor: Juan Calcagni

ABRAHAM
(ABRAM) = "Padre de elevación".

Su nombre fue alterado por Dios, que lo llamó ABRAHAM. No se conoce una explicación
etimológica del cambio de Abram a Abraham. El texto comenta así este cambio: "porque te he
puesto por padre de muchedumbre de gentes". En este nombre (Abraham) se asegura la
bendición de los gentiles.

La familia de Abraham moraba en Ur de los caldeos, y eran todos idólatras (Jos. 24:2). Con el
paso del tiempo, las naciones, descendientes de Noé, habían dado la espalda al conocimiento de
Dios, y Dios, en consecuencia, los había entregado a una mente reprobada; en el desarrollo del
sistema pagano, se pervirtieron y oscurecieron muchas verdades originalmente transmitidas
por la línea de los antiguos patriarcas, y se pervirtieron todas las relaciones naturales que Dios
había creado (Ro. 1:18-32).

De este estado de cosas, Dios llamó soberanamente a Abram a que dejara no solamente la
nación idolatra a la que pertenecían sus antepasados, sino también a su familia y a la casa de su
padre. Debía dirigirse a una tierra que Dios le mostraría. Por su respuesta de fe, vino a ser el
padre de los creyentes, y el amigo de Dios.

1. Su vida.

Contaba con 75 años de edad cuando recibió la palabra de dirigirse a Canaán (Gn. 12:4), y la
promesa de que los que le bendijeren serían bendecidos, y malditos los que le maldijeren; y
que en él serían benditas todas las familias de la tierra (Gn. 12:3). En Ur de los Caldeos se había
casado con Sarai. Fue después de la muerte de su hermano Harán que Abram partió de Ur con
su esposa; partió para Harán; obedeció sólo parcialmente al principio, por cuanto salió con su
padre y su sobrino Lot, y permaneció varios años en Harán, hasta la muerte de su padre. A
partir de entonces, parece que Abram empieza a obedecer. Dios le repite la orden en Harán.
Pero otra vez su obediencia no fue total, pues se llevó consigo a Lot. No será hasta la separación
de Lot que empezarán a cumplirse las promesas dadas a Abram (Gn. 13:14).

Se desconoce si Abram fue el primogénito de Terá, aunque es citado el primero en la lista entre
sus hermanos (Gn. 11:26-27). Es posible que este primer lugar le haya sido dado por su
llamamiento, como padre del pueblo escogido.

De Harán a Canaán había la ruta de Damasco, que muy posiblemente tomara Abram al dirigirse
al sur. Tenía 75 años al salir de Harán, y habitó 10 años en Canaán antes de tomar a Agar como
concubina (Gn. 16:3); cuando Agar tuvo a Ismael, Abram tenía 86 años (Gn. 16:16). En
consecuencia, el viaje de Harán a Canaán duró menos de un año.

Durante los primeros diez años de sus peregrinaciones en Canaán, Abram plantó sus tiendas en
Siquem, donde Dios le prometió aquella tierra para su descendencia. Allí edificó un altar a
Adonai. Pasó después a Bet-el, donde erigió otro altar, invocando el nombre de Adonai (Gn.
12:6-8). Se desató un hambre, y Abram descendió a Egipto, donde, temiendo por su vida, y

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faltándole la fe entonces, dijo que Sarai era su hermana; por su belleza, fue llevada a la casa del
Faraón, pero Dios la protegió, y Abram y Sarai fueron expulsados de Egipto después de una
reprensión (Gn. 12:10-20). Volvió a Canaán, y plantó de nuevo sus reales en Bet-el, ante el altar
que había erigido antes (Gn. 13:3). Visto el gran incremento de sus riquezas en ganado,
surgieron riñas entre sus pastores y los de Lot, por lo que decidieron separarse. Abram cedió a
Lot el derecho de elegir a dónde dirigirse (Gn. 13:9), y éste eligió el valle del Jordán (Gn.
13:11). Abram entonces puso sus reales en el encinar de Mamre, en Hebrón (Gn. 13:18),
declarando Adonai que le daría toda la tierra que podía ver, a él y a su innumerable
descendencia (Gn. 13:14-17). Abram moró en Mamre al menos 15 años, quizá 23 o 24. Había
entrado en alianza con unos príncipes amorreos (Gn. 14:13). Junto con ellos, Abram emprendió
una expedición guerrera contra Quedorlaomer y otros reyes coligados con él; éstos habían
invadido Sodoma y Gomorra, y las habían saqueado, y se habían llevado cautivos a sus
habitantes, incluyendo a Lot. Después de su victoria sobre estos reyes y la liberación de Lot y
de todos los demás, Abram rehusó tomar ni un hilo del despojo que le ofrecía el rey de Sodoma;
no quería enriquecerse de tal procedencia (Gn. 14:23); pero recibió la bendición de
Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió con pan y vino a recibirle: a él
le dio Abram diezmos de todo. Dios se le reveló ahora como su escudo y gran galardón.

Lamentándose Abram de su falta de descendencia, D’os le confirma la promesa (Gn. 15:5). "Y
[Abram] creyó a D’os, y le fue contado por justicia". Ésta es la primera mención de la fe. A su
pregunta de cómo iba a saber él que iba a poseer la tierra, Dios dispuso con él un pacto con
sacrificio, como era la costumbre en Oriente (Gn. 15:9-10). Sin embargo, este pacto no fue
confirmado por las dos partes, sino únicamente por D’os (Gn. 15:17-21) al ser solamente D’os,
bajo la apariencia de una antorcha de fuego, quien pasó entre los animales divididos, habiendo
quedado Abram sobrenaturalmente postrado. Así, Dios se ligó incondicional y unilateralmente
a Abram por este pacto.

También se le dijo a Abram que su descendencia moraría en tierra ajena, donde sería afligida
durante 400 años.

Por sugerencia de Sarai, toma a su criada Agar, cohabitando con ella, y teniendo de ella un hijo,
Ismael. Esto según las costumbres de la tierra (véase Gn. 16:2; cp. Gn. 30:3). Sin embargo, 13
años después la promesa se verificaría. Los esfuerzos del hombre, tratando de cumplir por si
mismo la promesa, no cambian en absoluto el plan de D’os. Tenemos aquí una figura de la ley,
esto es, el intento del hombre de conseguir la bendición mediante sus propios esfuerzos.

Dios se reveló luego a Abraham, ya de 99 años de edad, como "el D’os Todopoderoso", nombre
que indica que los recursos se hallan en el mismo Dios. Entonces cambió su nombre de Abram
por el de Abraham, debido a que iba a ser el padre de muchedumbre de gentes, o naciones.
Adonai, renovando su pacto con Abraham, le prescribió el signo de la circuncisión (que es una
figura de la no confianza en la carne), y que puso en práctica en el acto. También cambió Jehová
el nombre de Sarai por el de Sara, porque iba a ser una princesa, e iba a tener un hijo (Gn. 17).

Abraham acogió a tres visitantes. Dirigiéndose dos de ellos a Sodoma, el tercero (Adonai) dijo:
"¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?" Según Jn. 15:14, 15, aquí tenemos la clave de
que Abraham sea llamado "el amigo de D’os" (2 Cr. 20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23). D’os le reveló Sus
propósitos, y Abraham se vio con libertad para interceder por los justos en Sodoma, si los
hubiera, en un número que va reduciendo hasta 10, pero como no los hay, Sodoma es
destruida, y sólo Lot y sus hijas escapan al ser sacados de la ciudad por los ángeles (Gn. 18,19).

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Al cabo de unos 15 años, durante la infancia de Isaac, en Gerar, nuevamente Abraham hace
pasar a Sara por hermana suya. Por intervención de D’os se evita que la inclusión de Sara en el
harén del rey de Gerar lleve al pecado, y Abraham es de nuevo reprendido, esta vez por
Abimelec (Gn. 20:2).

Nace Isaac (Gn. 21:2), y surge un conflicto entre el que era tipo de la carne (Ismael) y el que era
tipo del hombre espiritual (Isaac). Ismael es descubierto incomodando a Isaac, y Agar e Ismael
son expulsados (Gn. 21:9-21; cp. Gá. 4:22-31). Después de varios incidentes con los hombres de
Abimelec acerca de pozos abiertos por Abraham, hacen un pacto, y Abraham llama a su pozo
Beerseba (Gn. 21:31), "pozo del juramento".

Habiendo ya crecido Isaac (el historiador judío Flavio Josefo le supone una edad de 25 años),
D’os prueba la fe de Abraham; le ordena que se lo ofrezca en holocausto. Abraham obedece, y si
no hubiera intervenido la mano de D’os, hubiera dado muerte a su hijo, creyendo "que D’os es
poderoso para levantar aun de entre los muertos" (He. 11:19). Después de la muerte y
resurrección en figura de Isaac, se confirma a Abraham la promesa incondicional de que en su
simiente (que en el Mesías) serán benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 22:18; Gá. 3:14-
18). Si alguno es del Mesías , simiente de Abraham es, y heredero, conforme a la promesa. Y
esta promesa es firme a toda la simiente, no solamente a la que es de la ley, sino a la que es de
la fe de Abraham, que es padre de todos nosotros los que creemos. (Ro. 4:16.)

20 años después, Sara muere a la edad de 127 años. Abraham era tan totalmente un peregrino,
que tiene que comprar un terreno de los hijos de Het para tener un sepulcro en la tierra (Gn.
23). Se tomó gran cuidado en que Isaac no contrajera matrimonio con las hijas de los cananeos,
enviando a su siervo (posiblemente Eliezer) a su propia familia para conseguir una esposa para
Isaac, convencido de que D’os enviaría a Su ángel, y daría éxito a la misión, que resultó en que
Rebeca vino a ser la esposa de Isaac (Gn. 24). Abraham pasó alrededor de 38 años en el Negev,
después de la muerte de Sara, y se informa que tuvo otra esposa, Cetura, y varias concubinas,
de las que tuvo hijos; a ellos les dio dones, y los envió al Oriente, para que Isaac pudiera morar
pacíficamente en la tierra prometida (Gn. 25). Murió a la edad de 175 años, y fue enterrado con
Sara, en la cueva de Macpela.

2. Su fe.

La religión en la baja Mesopotamia, en el período histórico, es muy compleja y desarrollada,


apartándose de religiones tan degeneradas como el fetichismo, animismo, totemismo. En el
panteón de los dioses de Mesopotamia se hallan los dioses del mundo, las divinidades astrales,
los dioses de la naturaleza, y los dioses nacionales. El culto usaba templos, zigurats y un cuerpo
sacerdotal, e incluía magia, astrología y adivinación. Toda esta religión está centrada en una
mitología poética.

Sin embargo, la religión de Abraham es totalmente diferente. Abraham creía en un D’os


todopoderoso (Gn. 17:1), eterno (Gn. 21:33) y Altísimo (Gn. 14:22); Señor y Creador de los
cielos y de la tierra, dueño real y legítimo de toda la creación (Gn. 24:3), Juez justo,
administrador del mundo (Gn. 18:25). Abraham creyó a Adonai, al D’os único que le había
llamado (Gn. 15:6; cp. Ro. 4:3; Gá. 3:6); y lleno de fe en El, obedeció, adoró y mantuvo la honra a
su D’os.

Para fortalecer la fe de Abraham, D’os empleó dos medios:

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a) Se le reveló de manera personal a fin de que, mediante tal revelación, Abraham aprendiera a
conocerle (Gn. 12:1-3; 13:14-18; 15; 17:1-21).

b) Puso en acción la fe de Abraham, poniéndole en circunstancias en las que iba a tener que
ejercitarla. Como ejemplo de ello, podemos ver la rotura de sus vínculos nacionales y
familiares; las épocas de hambre y de riqueza; de lucha y de poder; la ansiosa espera del
heredero, y la prueba suprema de la fe, por la que Abraham fue llamado a sacrificar a Isaac, el
heredero de las promesas, su hijo tan amado.

3. El pacto.

Toda la vida de Abraham se centra en el pacto que D’os celebró con él; y es de tal importancia
que supera al pacto en Sinaí (Gá. 3:15-18). El pacto en Sinaí tenía que ver con Israel; la
promesa a Abraham con "todas las familias de la tierra", incluyendo también, ciertamente, la
promesa de la tierra a su descendencia física a través de la línea de la promesa a perpetuidad,
por cuanto Israel iba a ser instrumento de salvación (cp. Gn. 12:3; Is. 49:7).

Suspendida ahora en cuanto a Israel por la desobediencia de la nación, verá su cumplimiento


final cuando en la restauración de todas las cosas, en los tiempos mesiánicos, Israel, convertida
al Mesías, será re injertada, siguiendo el símil del apóstol Pablo, a las prerrogativas del pacto
(Ro. 11).

4. Tipología.

La historia de Abraham en Génesis se divide en tres secciones:

a) caps. 12-14, su vida y testimonio público, como llamado por D’os;

b) caps. 15-21, su andar privado y doméstico con D’os, ilustrando el crecimiento del alma;

c) en los caps. 22 a 25 tenemos en tipo una secuencia profética de acontecimientos: el sacrificio


de Cristo (cap. 22); la puesta a un lado de Israel por un tiempo (cap. 23); el llamamiento de la
novia (cap. 24), y el final establecimiento de las naciones en bendición al final de los tiempos
(cap. 25).

5. Conclusión.

Abraham fue padre de Ismael, Madián y de muchos otros grupos orientales. No es de


asombrarse que grandes multitudes lo aclamen como padre en aquel inmenso territorio del
mundo, y que haya numerosas tradiciones con respecto a él. Su vida es digna de la más
profunda atención, en vista de las maneras en que D’os se le reveló, en vista también de la
formación de su carácter bajo las circunstancias en que D’os lo probó. También es digno de
mucha atención como tipo de la vida del creyente como peregrino y extranjero en esta tierra,
buscando, como Abraham antaño, "la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y constructor
es D’os" (He. 11:9-10).

6. Su historicidad.

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Los críticos destructivos han atacado la historicidad de la vida de Abraham con la peregrina
razón de que no se hallan textos extrabíblicos de aquella época que apoyen la credibilidad de
los escritos bíblicos. Sin embargo, el procedimiento correcto ya para los escritos meramente
históricos, es su concordancia interna con el contexto histórico, arqueológico y documental de
la época. Albright, una de las máximas autoridades en arqueología del Antiguo Testamento, ya
en el año 1926, demostró que la evidencia arqueológica concuerda con la pauta de vida
afincada en ciudades y aldeas en los montes de Palestina en el período exigido por la Biblia
para la época de los patriarcas, alrededor de 2.000-1.800 a.C. En todo caso, el centro de Canaán
estaba punteado por ciudades, y toda la evidencia arqueológica sirve de espléndido marco para
la narración bíblica, cosa bien difícil si todo ello hubiera sido invento de un redactor en el
período del exilio o postexílico, como pretenden los críticos. Además, los recientes
descubrimientos de Ebla (Tell Mardikh, véase MARDIKH, TELL), investigada por Paolo
Matthiae y Giovanni Pettinato, dan adicional e importante evidencia no sólo de las condiciones
históricas, sociales, lingüísticas y culturales de la época patriarcal, sino que se ha conseguido
evidencia escrita, anterior a Abraham, de la existencia de las cinco ciudades de la llanura:
Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Bela (cp. Gn. 14:2), tenidas por los críticos durante muchos
años como creaciones legendarias o semilegendarias de algún escriba del periodo babilónico.
Además, también se ha conseguido evidencia del uso del nombre de Canaán para la tierra de
Palestina; los críticos no creían que hubiera sido aplicado en fecha tan temprana. No hay razón
alguna para rechazar la historicidad de los tempranos capítulos de la Biblia; no hay evidencia
alguna en contra de ellos, aunque sí muchos ataques gratuitos; toda la evidencia concuerda
armónicamente con los registros bíblicos.

Artículo procedente del Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, de Editorial CLIE, Samuel Vila
y Santiago Escuain, redactores (CLIE, Terrassa 1985, 1185 pp.).

El estudio de la vida de Abraham es importante porque él fue escogido por D’os para
convertirse en el padre de un nuevo pueblo espiritual. Fueron plantadas semillas en su corazón
de las que brotarían resultados maravillosos para todos los creyentes en el futuro.
Fue un gran líder.

Su llamado espiritual
Mientras vivía con su padre en Harán, recibió un mensaje del Señor que lo llamaba a separarse
de sus viejas compañías e ir a otro país. Se le prometió gracia divina, gran posteridad, y que se
convertiría en bendición para todas las familias de la tierra.
Abraham obedeció el llamado, y así se convirtió en el líder de esa innumerable compañía de
creyentes que han visto una ciudad cuyo arquitecto y constructor es D’os (Gn. 12.1-4; Heb.
11.8-10).
La mayoría de los sucesos importantes del curso de su vida tienen relación con sus viajes.

Viajes de Abraham:
1. Génesis 11.31 Desde Ur hasta Harán.
Génesis 11.32 Muerte del padre de Abram.
2. Génesis 12.1-6 Desde Harán hasta Siquem.
Génesis 12.7 Aparición divina. Abram edifica un altar.
3. Génesis 12.8 Desde Siquem a Bet-el. Edifica un altar y ofrece una oración.
4. Génesis 12.9-11 Desde Bet-el hacia Egipto.
Génesis 12.11-13 Niega que Sara sea su esposa.
5. Génesis 13.1-4 Abram regresa a Bet-el y ofrece una oración.

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6. Génesis 13.18 Desde Bet-el hasta Hebrón, Abram edifica un altar.


7. Génesis 14.1-16 Desde Hebrón hasta Damasco, persigue a los ladrones,
rescata a
su sobrino Lot y recupera los bienes.
8. Génesis 14.16-20 Abram regresa a Hebrón.
Da los diezmos del botín a Melquisedec,
Génesis 15.3-5 Se renueva la promesa de un hijo propio.
Génesis 16.15 Nace Ismael.
Génesis 17.1-8 El pacto es renovado.
Génesis 17.5 Se recambia el nombre de Abram a Abraham.
Génesis 18.23-32 Abraham intercede por Sodoma.
9. Génesis 20.1 Desde Hebrón a Gerar.
Génesis 21.1-3 Se cumple el pacto y nace Isaac.
10. Génesis 21.27-34 Desde Gerar a Beer-seba; Abraham hace un pacto con Abimelec.
11. Génesis 22.1-14 Desde Beer-seba hasta el monte Moriah, construye un altar,
Isaac
es preparado para ser ofrecido en sacrificio.
12. Génesis 22.19 Regreso a Beer-seba.
13. Génesis 25.8-10 Desde Beer-seba a Hebrón, muerte y sepultura de Abraham.

Sucesos y experiencias sobresalientes de su vida


1. Génesis 12.1 El llamado divino.
2. Génesis 12.2-3; 17.1-6 El pacto divino.
3. Génesis 12.4; 21.5 La tardanza divina, en el cumplimiento de la promesa de un hijo.
Pasaron más de 20 años antes de que naciera Isaac.
4. Génesis 16.3 Su gran error. El plan de Sara para ayudar al Todopoderoso.
5. Génesis 18.23-32 Su gran intercesión por las ciudades de la llanura.
6. Génesis 21.5 El cumplimiento de sus esperanzas en el nacimiento de Isaac.
7. Génesis 22.1-2 La severa prueba.
8. Génesis 22.3-10 Su fe y obediencia extraordinarias.
9. Génesis 22.11-13 Se cumple su mayor necesidad.

La vida de David.

El más grande y el más amado rey de Israel. Nació en el 1040 a.C. (2 S. 5:4). Se le menciona
unas 800 veces en el Antiguo Testamento y 60 en el Nuevo Testamento; y con Salomón, uno de
sus monarcas más famosos. Era el menor de ocho hermanos y tenía dones musicales y
poéticos notables, que cultivaba mientras pastoreaba ovejas. Ya ungido (probablemente en
secreto) como nuevo rey, por Samuel, entró al servicio del rey Saúl. Este, celoso de la fama que
David iba adquiriendo, especialmente tras matar a Goliat, trató de quitarle la vida (1 S. 18: 13 -
19:1); ante las amenazas que le presentaba Saúl, el joven David se convirtió en proscrito (1 S.
19:11; 21:10); huyó a Gat, ciudad filistea (1 S. 21), y luego se refugió en la apartada cueva de
Adulam (1 S. 22). Abiatar y un buen grupo de descontentos Se le unieron (1 S. 22:2). Saúl salió
a perseguirlo (1 S. 23; Sal. 7:4; 1 S. 26); cuando Saúl murió en el monte Gilboa en 1010 a.C., lo
coronaron rey de Judá (2 S. 2:4). En 1003 a.C. Israel entero lo aclamó rey (2 S. 5:1-5; 1 Cr.
11:10; 12:38). Tras derrotar a los filisteos (2 S. 5:18-25) capturó Jerusalén, baluarte de los
jebusitas, y la convirtió en capital religiosa cuando llevó a ella el arca (2 S. 6; 1 Cr. 13; 15:1-3);
organizó la adoración (1 Cr. 15, 16); amplió el reino por los cuatro costados (2 S. 8; 10; 12);

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dio gran impulso al culto de Jehová y ensanchó su reino por sucesivas y extensas conquistas.
Durante la guerra con los amonitas, cometió su gran pecado, por el cual recibió castigo y del
que se arrepintió sinceramente. Conforme a las costumbres de su tiempo, tuvo varias esposas,
una de ellas hija de Saúl.

La figura de David, como hombre y como rey, tiene un relieve tal en la historia del pueblo de
Israel que no deja de ser el tipo del Mesías, que debe nacer de su raza. A partir de David, la
alianza con el pueblo se hace a través del rey; así, el trono de Israel es el trono de David (Is.
9:6; Lc. 1:32); sus victorias anuncian las del Mesías, lleno del Espíritu, que reposa sobre el hijo
de Isaí (1 S. 16:13; Is. 11:1-9); reportará sobre la injusticia. Por la victoria de su resurrección
cumplirá Yeshúa las promesas hechas a David (Hch. 13:32-37) y dará a la historia su sentido
(Ap. 5:5).

David, llamado por D’os y consagrado por la unción (1 S. 16:1-13), es constantemente el


«bendito» de D’os, al que D’os asiste con su presencia; porque D’os está con él, prospera en
todas sus empresas (1 S. 16:18), en su lucha con Goliat (1 S. 17:45 y ss.), en sus guerras al
servicio de Saúl (1 S. 18:14 y 55.) y en las que él mismo emprenderá como rey liberador de
Israel: «Por doquiera que se iba le daba D’os la victoria» (2 S. 8:14).

David, encargado como Moisés de ser el pastor de Israel (2 S. 5:2), hereda las promesas
hechas a los patriarcas, y en primer lugar la de poseer la tierra de Canaán. Es el artífice de esa
obra de posesión por la lucha contra los filisteos inaugurada en tiempos de Saúl y proseguida
durante su propio reinado (2 S. 5:17-25).

La conquista decisiva es coronada por la toma de Jerusalén (2 S. 5:6-10), a la que se llamará


«Ciudad de David». Se convierte en la capital de todo Israel, en torno a la cual se efectúa la
unidad de las tribus, que con el arca introducida por David ha hecho de Jerusalén una ciudad
santa (2 S. 6:1-9), y David desempeña en ella las funciones sacerdotales (2 5. 6:17). Así, «David
y toda la casa de Israel» no forman sino un solo pueblo en torno a D’os

David responde al llamado de Dios con una profunda adhesión a la causa del pueblo de D’os.
Su religión se caracteriza por el imperativo de servir a la obra de D’os; así se guarda de atentar
contra la vida de Saúl, incluso cuando tiene ocasión de deshacerse de su perseguidor (1 S.
24:26). Perfectamente abandonado a la voluntad de D’os, está pronto a aceptarlo todo de El (2
S. 11:25 y ss.) y espera que el Señor transforme en bendiciones todas las desgracias que tiene
que sufrir (1 S. 16:17). Es el humilde servidor, confuso por los privilegios que D’os le otorga (2
S. 7:18-29), y por esto es el modelo de los «pobres» que, imitando su abandono a D’os y su
esperanza llena de mansedumbre, prolongan su oración en las alabanzas y en las súplicas del
Salterio.

Al «cantor de los cánticos de Israel» (2 S. 23:1) debemos hoy los creyentes numerosos
salmos, el plano del Templo (1 Cr. 22:28), así como la organización del culto en el Templo de
Jerusalén (1 Cr. cf r. 23-25) y numerosos cantos (Neh. 12:24-36), e incluso ya en tiempos de
Amós se decía que la invención de los instrumentos músicos muchos de ellos venían del
mismo David (Am. 6:5).

La gloria de David no debe hacer olvidar al hombre: tuvo sus debilidades y sus grandezas;
rudo guerrero, astuto también (1 S. 27:10 y ss.); cometió graves faltas y se mostró débil con
sus hijos ya antes de su vejez. Su moral es todavía burda: durante su permanencia con los

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filisteos se comporta como jefe de salteadores contra los enemigos de Israel (1 S. 27:8-12), y
es lo bastante listo para que al cabo de más de un año Aquis no se dé cuenta de ello (1 S. 29:6 y
ss.). No se pueden pasar en silencio sus despiadadas reacciones después del incendio de Siclag
(1 S. 30:17) y en su lucha contra Moab (2 S. 8:2). Finalmente muestra su condición humana
conservando su odio contra todos los que han hecho daño, y confía sus venganzas póstumas a
Salomón. Pero 1qué magnanimidad revela en su fiel amistad con Jonatán, en el respeto que
muestra siempre a Saúl, así como también al arca (2 S. 15:24-29), a la vida de sus soldados (2
S. 23:13-17), y con su generosidad (1 S. 30:21-25) y perdón (2 S. 19:16-24).

Por lo demás, se muestra político avisado, que se granjea la simpatía en la corte de Saúl y
cerca de los ancianos de Judá (1 S. 30: 26-31), desaprobando el asesinato de Abner (2 S. 3:37,
38) y vengando el homicidio de Siclag (2 S. 4:9-12). David es uno de los grandes hombres del
Antiguo Testamento, uno de los precursores del Mesías, uno de los tipos de Yeshúa el Mesías.

El Mesías desciende de David; el éxito de David hubiera podido hacer creer que se habían
realizado ya en él todas las promesas de D’os a Israel. Pero una nueva y solemne profecía da
nuevo impulso a la esperanza mesiánica (2 S. 7:12-16). A David, que proyecta construir un
templo, le responde D’os que quiere construirle una descendencia eterna: «Yo te edificaré una
casa» (2 S. 7:27). Así orienta D’os hacia el prevenir la mirada de Israel. Promesa
incondicionada que no destruye la alianza del Sinaí, sino que la confirma concentrándola en el
rey (2 S. 7: 24). En adelante, D’os ofrece guiar a Israel y mantener su unidad por la dinastía de
David. El Salmo 132 canta el vínculo establecido entre el área —símbolo de la presencia
divina— y el descendiente de David.

Así se comprende la importancia del problema de la sucesión al trono davídico y las intrigas
a que da lugar (2 S. 9:20; 1 R. 1). Y todavía se comprende mejor el puesto que ocupa David en
los oráculos proféticos (Os. 3:5; Jer. 30:9; Ez. 34:23 y ss.). Para ellos evocar a David es afirmar
el amor celoso de D’os a su pueblo (Is. 9:6) y la fidelidad a su alianza (Jer. 32:20 y ss.). De esta
fidelidad no se puede dudar aun en lo más duro de la prueba (Sal. 89:4 y ss.; 20-46).

Cuando Yeshúa vino a la tierra se cumplen los tiempos; se llama, pues «Hijo de David» (Mt.
1:1); este título mesiánico no había sido nunca rehusado por Yeshúa, pero no expresaba
plenamente el imperio de su persona; por eso Yeshúa, viniendo a cumplir las promesas hechas
a David, proclama que es más grande que él: es su Señor (Mt. 22:42-45). No es solamente «el
siervo de David», pastor del pueblo de D’os (Ez. 34:23 y ss.), sino que es Dios mismo que viene
a apacentar y a salvar a su pueblo (Ez. 34:15 y ss.); Yeshúa es humanamente el «retoño de la
raza de David», cuyo retorno aguardan e invocan el espíritu y la esposa (Ap. 22:16 y ss.).

Fuente: Diccionario Bíblico Ilustrado de Vila Santamaría.-Editorial CLIE.

Su lugar en la historia.
El es una figura de las figuras más prominentes de la historia del mundo y ciertamente de los
personajes de la Biblia. El es el más famosos antepasado del Mesías. Yeshúa no es llamado el
hijo de Abraham, o el hijo de Jacob, sino el hijo de David.

Su verdadero carácter.
Su vida fue una mezcla del bien y el mal. Estuvo llena de hechos nobles, aspiraciones altas, y
grandes logros; sin embargo, estuvo manchada de pecados terribles.

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Ningún personaje de la Biblia ilustra más plenamente la escala moral de la naturaleza humana.
Es difícil concebir que el hombre que escribió el Salmo 23, pudo hacer lo que David hizo a
Urías. Pero el espíritu de la época en el que él vivió tiene que ser considerado, y las tentaciones
relacionadas con un poder casi ilimitado.
En los primeros años de su vida el es mencionado como un varón conforme al corazón de D’os
(1ª Samuel 13.14). Esto era cierto sólo cuando el guardaba los mandamientos divinos. Pudo ser
dicho a su favor que nunca se convirtió en un idólatra y que fue leal al Señor en su testimonio y
en su adoración.
El hecho de que la mayor parte de su vida fue espiritual, aún cuando no siempre consecuente,
junto a su gran genio, explica el lugar tan alto que ocupa en la Escritura.

Su característica sobresaliente: Su carácter polifacético


1. 1ª Samuel 17.34-36 En su juventud fue un atleta.
2. 1ª Samuel 16.14-23 Fue un gran músico. Su reputación era tal que tocaba ante el rey
Saúl.
3. Su talento poético era del más alto orden. Escribió alguna de las más grandes obras
maestras de la literatura espiritual. Ninguna poesía ha sido tan constantemente usada
como los Salmos de David.
4. Fue un general capaz y condujo con gran éxito sus campañas militares.
5. Se le consideraba generalmente como el rey más grande de Israel. Mostró una sabiduría
fuera de lo común en la administración del gobierno.

Sinopsis de su carrera.
1. Sus primeros años
1.1 1ª Samuel 16.10-11 Los pasos en la finca de su padre en la finca de Belén;
era el menor de ocho hermanos.
1.2 1ª Samuel 17.34-36 Como pastor, mostró gran valor al proteger al rebaño.
1.3 1ª Samuel 16.12-13 Fue escogido por D’os para suceder al rey Saúl y fue ungido con
sencillez por el profeta Samuel.

2. Su servicio a las ordenes de Saúl


2.1 1ª Samuel 16.14-23 Se convierte en un artista del rey.
2.2 1ª Samuel 17.15 Después de permanecer en la corte por un tiempo, regresa al
campo.
2.3 1ª Samuel 17.25-53 Luego aparece como campeón de Israel y mata al gigante Goliat, lo
cual resulta en una gran victoria para el pueblo de D’os.
2.4 1ª Samuel 18.1-9 La hazaña heroica gana la admiración de Jonatan, el hijo del rey;
pero las alabanzas del pueblo despertaron el odio de Saúl.
2.5 1ª Samuel 19 Pronto David se ve forzado a huir para salvar su vida.

3. David como fugitivo.


Este es un periodo oscuro de su carrera. Perseguido por el rey Saúl, David vive la
peligrosa vida de un fugitivo. Pero hay algunos momentos de esplendidez en medio de un
panorama oscuro:
3.1 1ª Samuel 19.4-7 La intersección magnánima de Jonatan asegura la restauración
temporal de David a la gracia del rey.
3.2 1ª Samuel 24.1-15; 26.1-20 La generosidad de David al perdonarle la vida a Saúl.

3.3 2ª Samuel 5.1-5 Después de la muerte de Saúl, la tribu de Judá unge a David como

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rey, y este reina siete años en Hebrón.


3.4 2ª Samuel 5.3 Después de la muerte de Is-boset, David se convierte en rey de
todo Israel.

4. Acontecimientos notables de sus últimos años.


4.1 2ª Samuel 5.7 La toma de Jerusalén y el establecimiento de la capital allí.
4.2 2ª Samuel 6.1-11; 1ª Crónicas 15.1-29 El traslado del Arca a Jerusalén.
4.3 2ª Samuel 8; 10 Las victorias militares y el ensanchamiento del reino.
4.4 2ª Samuel 11-12 Su pecado contra Urías heteo.
4.5 Salmo 51 Arrepentimiento de su pecado.
4.6 2ª Samuel 15-18 La rebelión de Absalón contra su padre.
4.7 1ª Crónicas 22.5, 14; 29.2 La preparación de David para la construcción del Templo.

5. Sus últimos días.


5.1 1ª Reyes 1.11-39 Nombra a su hijo, Salomón, como su sucesor.
5.2 1ª Reyes 2.1-9 Le da instrucciones solemnes a Salomón.
5.3 1ª Crónicas 29.26-28 Su muerte.

Un comparativo del liderazgo de Saúl, David y Absalón.

Por: RV Marker

Introducción
Cuando escuchamos la palabra líder, inmediatamente nos imaginamos al caudillo que lleva el
estandarte al frente de la batalla, al gran guerrero que tiene esa voluntad férrea de seguir aún
más allá de sus fuerzas, al hombre con un poder y una atracción especial al que todos tratan de
alcanzar, al hombre que toma decisiones sabias y que nunca se equivoca.

Cuando hablamos de liderazgo, una de las cosas que nos preguntamos es si nosotros podemos
ser ese gran caudillo al frente de la batalla, o si somos ese guerrero con fuerza y voluntad
inquebrantables y si hay gente que quiera seguirnos, o si tomamos decisiones acertadas en
todo tiempo.

Casi siempre la respuesta es un: No, yo no puedo ser como ellos, ellos son especiales, ellos
nacieron así, ellos tienen un poder sobrenatural, ellos nunca se equivocan, ellos saben lo que
hacen, ellos son... ¡ellos! Y yo no soy así.

Bueno, vamos a analizar el liderazgo de los tres primeros reyes de Israel y trataremos de
aprender sobre sus virtudes, sobre sus fuerzas y también, por qué no, sobre sus debilidades, y
entonces podremos decidir qué tipo de líderes somos o a qué tipo de líderes queremos seguir.

Antecedentes
Haciendo un resumen rápido de la formación y la historia del pueblo hebreo, podemos decir
que este pueblo nació con la promesa que D’os le hizo a Abraham en Génesis 12:2 y que se
repite más adelante en Génesis 22:17 "de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia
poseerá las puertas de sus enemigos."

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Abraham, después de desesperarse un poco por el tiempo que tardaba la promesa en hacerse
realidad (aprox. 12 años), cometió un error al tratar de "ayudar" a D’os a cumplir la promesa, y
tuvo dos hijos, Ismael (que fue el hijo del error) e Isaac (que fue el hijo de la promesa).

Isaac se casó y fue padre de un par de mellizos: Esaú (el mayor) y Jacob (el menor de ellos).
Esaú cometió varios errores, al vender su primogenitura a su hermano y casarse con varias
mujeres, entre otras cosas.

Jacob, cuyo nombre después fue cambiado por el de Israel, huyó de su hermano, se casó con
dos mujeres y a través de ellas y de sus dos concubinas tuvo doce hijos, que no fueron muy
bien educados durante su juventud, pues vendieron a José, uno de sus propios hermanos a
unos mercaderes que a su vez lo vendieron en Egipto.
José batalló por varios años, pues de estar en un buen trabajo fue encerrado injustamente en la
cárcel, mas terminó siendo gobernador de todo Egipto: el segundo al mando. Al mismo tiempo,
en tierra de Israel, empezaron a sufrir del hambre y los hermanos de José fueron enviados a
Egipto para conseguir alimento.

José, después de confirmar con algunas pruebas el cambio en el corazón de sus hermanos, los
invitó a vivir en Egipto, y todos se fueron con José. En ese momento eran solamente setenta y
cinco personas.

Durante 400 años vivieron en Egipto, o mejor dicho, sobrevivieron bajo la esclavitud de un
malvado faraón que no conoció de José y de las cosas que había hecho por Egipto. Entonces,
gracias a Moisés y sobre todo a la mano poderosa de D’os, el pueblo salió de Egipto rumbo a la
tierra prometida.

Pero este era un pueblo con mente de esclavos, siempre se quejaban de todo, nunca veían el
poder de D’os que los acompañaba, y tampoco creyeron la promesa de poseer una tierra que
destilaba leche y miel. Lo único que podían ver eran gigantes y los israelitas se comparaban
como pequeñas langostas junto a ellos.

Dios los mantuvo 40 años dando vueltas por el desierto para esperar el surgimiento de una
nueva generación, la cual nunca hubiera estado en cautiverio, cuya mentalidad estuviera en la
promesa. Y fue hasta entonces que con la guía de Josué, entraron y conquistaron la tierra
prometida.

Se dividieron la tierra y habitaron en ella de acuerdo a la tribu de la que descendían.


Nombraron jueces que los gobernaron, y principalmente los liberaron de los ataques de sus
enemigos. Hasta que se cansaron de los jueces y pidieron un rey.

El ultimo juez fue Samuel, y cuando Samuel envejeció, el pueblo le pidió un rey (1 S 8:4-6
"Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le
dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto,
constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a
Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Adonai)

D’os, a través de Samuel le informó al pueblo como sería el rey (1 S 8:11-18 "Dijo, pues: Así
hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en

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su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y
jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a
que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras
hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de
vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará
vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros
siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus
obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos. Y clamaréis aquel día a causa
de vuestro rey que os habréis elegido, mas Adonai no os responderá en aquel día."), pero al
pueblo no le importó, ellos querían un rey.

El nombramiento del primer rey


Para escoger a nuestros gobernantes, lo primero que vemos es su capacidad, sus planes, y
todas las características que tiene una persona para que nos pueda gobernar sabiamente. Sin
embargo para escoger al primer rey de Israel las cualidades buscadas fueron otras.
1 S 9:2 nos dice como era ese futuro rey "Y tenía éail un hijo que se llamaba Saúl, joven y
hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba
sobrepasaba a cualquiera del pueblo"
Las principales cualidades que tenia Saúl eran su juventud, hermosura y estatura. Esas
parecían ser todas sus cualidades, pues ni siquiera pudo encontrar a unas asnas perdidas (1 S
9:3-5). Aunque parezca extraño, como quiera el que escogió al rey fue D’os.

Parecería que Saúl no sería un buen rey, pero eso lo analizaremos mas adelante.

El segundo rey
Normalmente al hijo menor se le considera una persona informal y consentida. Se espera poco
de él, y revela pocas características de liderazgo, porque nunca guía. No hay quien lo siga; por
el contrario, a él siempre le toca seguir.

Cuando Samuel llegó a ungir a David, su familia nunca se imaginó que podría ser elegido, así
que lo dejaron cuidando a las ovejas (1 S 16:11 "Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos
tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí:
Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí."). David llegó y
Samuel, el mismo que ungió al primer rey, lo ungió, y desde aquel día el Espíritu de Dios vivió
sobre David.

David y Saúl se conocen


Saúl cometió algunos errores que hicieron que el Espíritu de Adonai se apartara de él, de tal
forma que vivía atormentado. Sus criados le sugirieron que mandara traer a un músico que le
ayudara en su angustia, y de esta manera fue traído David.

David tocaba su arpa y Saúl se aliviaba (1 S 16:23 "Y cuando el espíritu malo de parte de D’os
venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba
mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.").

David y Goliat
Los filisteos, comandados por un enorme gigante de casi 3 metros llamado Goliat
atormentaban al pueblo, pues pedían que la guerra se decidiera en una batalla entre él y un
hombre de Saúl. David fue al campo de batalla para llevar de comer a sus hermanos, y se

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molestó por las provocaciones de este filisteo. Sin importarle que ni siquiera era un soldado, se
enfrentó contra ese enorme guerrero sólo con su honda, su cayado y cinco piedras, y con lo
más importante: la confianza de que D’os lo libraría de ese filisteo.

Con un tiro de su honda, David hirió al filisteo y lo mató, y yendo sobre él, con la propia espada
de Goliat le cortó la cabeza. Al ver esto, todo el ejército filisteo salió huyendo, pues su paladín y
gran guerrero había sido derrotado.

El triunfo o los problemas


1 S 18: 6-9 "Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo,
salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey
Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las
mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl
en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le
falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David."

El rey Saúl era la estrella de su época, el primer potentado de su hora, el hombre más
respetado en el reino. Era el elegido de D’os y la bendición para Israel. Saúl se sintió
amenazado por David.

Sin embargo, David lo admiró tanto que aun cuando el pecado de Saúl socavó su propósito,
David continuó respetándolo por lo que había sido. Saúl era el rey y el joven David había dado
muerte al gigante para él. Sin embargo, no importa cuánto admiró y respetó David a Saúl, nada
pudo alterar el gran propósito de D’os.

Saúl no era del todo malo; simplemente no pudo aceptar cambios. Su gran tragedia es
compartida por millones de hombres hoy día: ¡la incapacidad de decir adiós a la fuerza que se
despide! No debemos permitir que el orgullo nos robe vida y fortaleza sobre todo cuando por
debajo de nosotros hay un joven popular y que promete. Saúl no sabía si David subiría al trono
por medios fraudulentos o por medios legítimos, y eso enloquecía a Saúl. Es por eso que hay
que gozar cada etapa de la vida y cuando Dios dice: "¡Libéralo!" ¡Entonces dárselo todo a él!

Saúl luchaba con los antojos de la gente. Estaba acostumbrado a sus alabanzas, pero la
multitud que una vez rugió por él ahora aplaudía a otro. El enemigo con frecuencia usa nuestro
yo en contra nuestra cuando pasamos por la puerta de una etapa a la otra.

Tan grandes fueron los celos de Saúl por David que un día Saúl trato de matar a David con una
lanza. Sí, el rey podía arrojarle lanzas a David porque era el rey.

Mientras más crecía la locura de Saúl, más crecía David en conocimiento, y ¿qué se hace
cuando alguien nos arroja una lanza? Podemos regresarla y entonces probaremos que: somos
intrépidos, defendemos lo recto, nos oponemos valientemente al mal, somos firmes y no se nos
puede hacer a un lado, no soportaremos la injusticia o el trato injusto, somos los defensores de
la fe y no seremos injuriados injustamente.

Pero David esquivó la lanza, y no la regresó. Simuló que no veía las lanzas, aprendió a evitar
rápidamente el golpe y aparentar que nada había sucedido.

¿Quién tenía la razón? ¿Era este hombre el ungido del Señor? Sólo D’os podía saberlo. Saúl se

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resistió a lo inevitable, y derrochó sus últimos años tratando de matar al joven que más había
admirado porque tuvo celos que D’os hubiese escogido a David para que lo sucediera en el
reino.

David fue atacado por Saúl, pero lo único que Saúl consiguió fue matar al Saúl que David
llevaba dentro. David tenía que ser humillado para no pasar por lo mismo. Todo su ser interior
fue mutilado. Su personalidad fue transformada y cuando la prueba terminó, David era apenas
reconocible.

¿Cuándo apartarse de alguien como Saúl? Saúl mismo lo propició cuando dijo "Captúrenlo y
mátenlo como a un perro". Sin embargo David no dividió al reino cuando salió. No se llevo
parte de la población con él, salió solo.

Los hombres se obstinaban en acompañar a David. Estaban dispuestos a ayudarlo a fundar el


reino de "Saúl II". Pero David había aprendido que tales hombres "nunca" se atreven a salir
solos. Por tanto, David se fue solo.

De la caída al levantamiento
David huyó a las cuevas, que no son el mejor lugar para levantar el ánimo de uno. Pero al
alabar en esos momentos, las paredes de la cueva repetían su canto y entonces sin saberlo
David, no solo se consolaba a sí mismo, sino que se convirtió en el consolador de todos los que
en algún momento hemos sufrido o nos hemos sentido perseguidos, pues al leer los salmos
que David cantaba, nuestras fuerzas regresan y nuestro espíritu entra en armonía con el
Espíritu de nuestro gran D’os.

David estaba en el peor momento de su vida, tenía menos de cuando empezó como pastor.
David fue a un país extranjero con un grado mínimo de seguridad pues él había derrotado a su
gran guerrero llamado Goliat y siempre habría alguien que hubiera querido vengarse.

También ahí fue temido y odiado, se inventaron mentiras y hubo confabulaciones contra de él.
Se enfrentó a la muerte en varias ocasiones y tuvo que hacerse pasar por loco en algunas
ocasiones para poder salir vivo.
El sufrimiento generaba la humildad. Sin embargo, de acuerdo con las normas terrenales, era
un hombre frustrado; de acuerdo con la norma del cielo era un hombre quebrantado de
corazón.

Otros tuvieron que huir a medida que aumentaba la locura del rey Saúl. Y al encontrarse con
David lo quisieron seguir, pero él no les pidió que lo siguieran. No compartía la actitud de esos
hombres. Sin embargo, sin pedírselo, ellos comenzaron a seguirlo, y al estar con este nuevo
David, empezaron a cambiar paulatinamente sin que se los ordenaran y así nació la verdadera
monarquía.

David pudo matar a Saúl en varias ocasiones, tuvo la oportunidad, pero no quiso caer en las
mismas actitudes que Saúl tenía, para no ser como él: no permitió el odio en su corazón.

Lo único constante, es el cambio


Con lo que hemos leído, podría parecer que Saúl era de lo peor, sin embargo Saúl fue de los

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más grandes personajes de la historia:

* Fue bautizado en el Espíritu Santo


* Venía del linaje de Abraham
* Integró un reino dividido
* Formó un ejercito y derrotó al enemigo
* Fue profeta
* El Espíritu de Dios vino sobre él con poder y autoridad.
A Saúl se le dio la autoridad de D’os, era el ungido de D’os y D’os lo trataba como tal.

Pero a Saúl lo consumía la envidia, fue capaz de asesinar y estuvo dispuesto a vivir en las
tinieblas espirituales. Algo que Saúl olvidó es que las fuerzas se acaban, y que no viviría para
siempre. Saúl actuaba como si fuera a ser rey para siempre.

Si a nosotros nos duele escuchar a la multitud cada vez que aclama a otro que no sea uno
mismo, entonces no estamos preparados ante las señales de cambio. ¡Si no hemos aprendido a
estar orgulloso de contribuir con nuestra fuerza al éxito de algún otro como lo hace un buen
entrenador, entonces estamos sufriendo el "síndrome de Saúl"! Al final, Saúl lo perdió todo
porque no quiso moverse cuando D’os dijo que el tiempo había llegado. ¡Es una pena que se
arruinen éxitos previos por no entender de quién es el turno en el escenario!

David no cayó en este error, si vemos 2 S 21:16-17 ("E Isbi-benob, uno de los descendientes de
los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una
espada nueva, trató de matar a David; mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al
filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en
adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel."). La fuerza
de David se estaba acabando.

La juvenil energía de David aterrorizaba e intimidaba a sus enemigos en los primeros años,
pero el tiempo cambia las cosas. David descubrió que su fortaleza original y su llamado habían
cambiado. Ya no era necesario ni estaba equipado para luchar como un guerrero. Él seguía
siendo necesario, pero ahora como rey. Sus armas eran la sabiduría y la unción de Dios, no la
espada y el escudo.

¿Quién quiere emplear a alguien al que le falta flexibilidad? ¿Quién necesita un empleado que
no quiere reentrenarse o adaptarse a los tiempos y necesidades?

¿Quién espera algo de un general de huesos quebradizos que transporta pesadas cajas de
municiones en el fragor de la batalla cuando puede lograr mucho más en un puesto de mando,
dirigiendo hábilmente a los jóvenes y a los fuertes con su sabiduría de cabellos blancos?

Debemos tener cuidado en amar al Dador de nuestras tareas más que a las tareas. ¡Deberemos
amar a D’os más que cualquier cosa que nos haya encomendado hacer! A la larga, llegará el día
en que él no nos pedirá más que lo sirvamos de esta manera. No permitamos que nuestro
trabajo, nuestro matrimonio o nuestro ministerio nos roben nuestro caminar con D’os, porque
todo está sujeto a cambio.

Aprendamos de los errores de David. En el ardor de la batalla, él trató de matar un gigante


igual como lo había hecho siempre en el pasado. Se impresionó cuando se dio cuenta que

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estaba comenzando a sufrir del "síndrome de Saúl". Su carácter y moral estaban intactos, pero
había fallado en admitir las diferentes etapas en su vida, y eso casi fue fatal para él. Sólo la
rápida intervención de un guerrero le salvó la vida.
David reconoció que ya no hacía falta que matase gigantes, había hombres jóvenes que podían
hacerlo por él. ¡Un liderazgo excelente siempre llega a ser por sí mismo una tarea! Deberíamos
estar entrenando y enseñando todo el tiempo hasta el día en que demos el paso de la labor a la
recompensa.

El estancamiento es el enemigo del progreso. Sigamos avanzando. Cuando aprendamos el arte


de delegar, empezaremos a experimentar grandes cosas. La gente se aferra a algo cuando no
espera nada más.

El tercer rey
David, aunque hasta el momento parecía ser un magnifico rey, también cometió sus
equivocaciones y pecados, pues se metió con la mujer de otro y llegó a matar para ocultar su
pecado.

Uno de los hijos de David era Absalón, el cual mató a uno de sus hermanos para limpiar la
deshonra de su hermana, por lo que tuvo que huir. Pero gracias a Joab y a un ardid que le
preparó a David, consiguió el perdón para Absalón y éste regresó a su casa, aunque no vio el
rostro del rey David por más de dos años.

Absalón hacía sentir bien a la gente que lo rodeaba, era de hermoso semblante y no había
ningún defecto en él. Absalón era perspicaz. Podía adentrarse en lo profundo de cualquier
problema. Cuanto más conversaba el pueblo con Absalón, tanto más comprendían que había
cosas fuera de lugar en el reino, cosas incorrectas en las que nunca antes habían pensado.

Absalón era sincero y ambicioso. Era probable que se propusiera hacer las cosas buenas que
decía, pero su ambición perduraría mucho tiempo después que descubriera su ineptitud para
cumplir lo que prometía. Absalón no vaciló en dividir el reino de D’os, y buscó servidores.
Mientras el tiempo pasa la conducta del líder revela mucho acerca del líder.

La historia se repite
Absalón fue en contra del reinado de David: quería ser rey y se proclamó rey. David no trató de
defenderse, pues en cierto sentido amaba a su hijo y no quería levantar su mano contra él.
Además de que había aprendido lo que Saúl no aprendió: que algún día él dejaría de ser rey.

La autoridad de D’os no teme a quienes la desafían, ni se defiende (humanamente) ni le


importa un ápice si ha de ser destronada. David pidió, al igual que Moisés con Coré, que D’os
dijese cuál era su voluntad. Y D’os contestó.

Empezó la guerra, el pueblo contra el pueblo, Absalón contra David, pero D’os es fiel e hizo su
justicia. Absalón enredó su cabello en una rama de encina, y Joab, el hombre que en un
momento pidió por el perdón de Absalón ante David, fue el hombre que le clavó tres dardos en
el corazón a Absalón y lo mató. El reinado de David permaneció hasta que el rey envejeció y
entregó su reino en manos de un sucesor digno de continuarlo.

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Conclusión
Hemos visto como empezaron y algunos episodios de la vida de los tres primeros reyes de
Israel; algunos de sus logros, y también algunos de sus errores.

La grandeza de David consistió en que:


* Nunca amenazó
* Tenía una vida de sumisión, enseñó la sumisión, no la autoridad
* Los hombres que insisten en la autoridad sólo prueban que no tienen ninguna
* No temía ninguna rebelión porque no le importaba si lo destituían
* Enseñó a dar, no a quitar

David confiaba en Dios, y no quería ser como Saúl.

D’os quiere que su pueblo adquiera su riqueza y pase su sabiduría de generación en


generación. Que el padre prepare a su hijo. Que el pastor prepare a su sucesor. Cuando
nosotros nos atrevamos a relacionarnos con la generación futura, ¡entonces siempre seremos
una parte de su éxito en vez de estar impresionados por él o temerosos de él! Y podremos
dirigir en cierta manera a la generación que ocupará nuestro puesto para que lo haga de una
manera digna y continuando con las metas y propósitos que se establecieron originalmente.

Todos estamos actuando sobre un escenario y estamos parados bajo la luz de los reflectores,
pero a la larga oiremos los aplausos dados a otro. La multitud se reduce y el aplauso se
desvanece, ¡pero debemos comprender que el alejamiento de la multitud no significa el
alejamiento de D’os! Los papeles cambian y los trajes se modifican porque el escenario está
siempre sobre ruedas. El mundo sigue avanzando, y los papeles principales cambian de vez en
vez, pero algunas cosas siempre siguen siendo las mismas: La debilidad de los hombres, el
poder de D’os y el continuo cambio de escenario. Si comprendemos la etapa en la que estamos,
el cambio se hace fácilmente e inclusive es deseable.

Cualquier joven rebelde que alza su mano contra uno a quien considerara un Saúl, o cualquier
rey anciano que trate de defenderse de un ataque de un posible sucesor pudieran, en realidad,
esta alzando su mano contra la voluntad de D’os.

Bibliografía utilizada:
* ¡Desatad a ese hombre y... Dejadle ir!, T.D. Jakes, Editorial Unilit
* Perfil de tres monarcas. Gene
* Biblia Reina Valera 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina.

Rebeca: Novia, esposa y madre

Por José Belaunde M.


Génesis 24 es un rico capítulo bíblico en donde podemos apreciar las cualidades que adornan
el carácter discreto de Rebeca, la ayuda idónea que D’os preparó para Isaac, el hijo de su amigo

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Abraham. Aunque los seres humanos somos imperfectos, dentro de sus inevitables
limitaciones, Rebeca era la mujer más adecuada para ser madre del padre de las doce tribus,
esto es, de Jacob, y madre de dos pueblos que serían rivales.

El capítulo 24 del Génesis es una de las más bellas y conmovedoras páginas de todo el Antiguo
Testamento. Me es difícil leerlo sin que se me humedezcan los ojos. Si sabemos leer entrelíneas,
podremos adivinar en su parco relato las cualidades que adornan el carácter discreto de
Rebeca, la ayuda idónea que D’os preparó para Isaac, el hijo de su amigo Abraham. Aunque los
seres humanos somos imperfectos, dentro de sus inevitables limitaciones, Rebeca era la mujer
más adecuada para ser madre del padre de las doce tribus, esto es, de Jacob, y madre de dos
pueblos que serían rivales. (Nota 1)

Rebeca ocupa un lugar importante en el plan de D’os. Ella es un eslabón vital en la cadena que
D’os está trenzando para llevar a cabo su proyecto de redención del género humano. Sin
embargo, a pesar de que aquí se trata de «la pedida de mano» de Rebeca, el personaje principal
de este capítulo no es ella sino el siervo Eliezer.

1–4. «Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Adonai había bendecido a Abraham en
todo. Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en
todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, y te juramentaré por Adonai, D’os de
los cielos y D’os de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos,
entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi
hijo Isaac.» Siendo de edad avanzada (como de unos 140 años) Abraham comprende que es
necesario que su hijo tome mujer y asegure el cumplimiento de la promesa que D’os le ha
hecho: ser padre de una nación grande. Él desea que ella sea de su parentela, lo cual quiere
decir, en la práctica, que tenga sentimientos y costumbres semejantes a las suyas, diferentes a
las de los idólatras que viven en la tierra de Canaán. La comunidad de hábitos y costumbres es
una de las condiciones ordinarias requeridas para la felicidad conyugal, porque de no haberla
pueden producirse choques basados en estilos diferentes de vida que no siempre se acoplan
con facilidad. De otro lado, Abraham teme que dada la influencia que la mujer tiene en el
marido, las prácticas paganas de una esposa cananea podrían contaminar a Isaac.

El hecho de que Abraham encomiende esta delicada tarea a su mayordomo Eliezer muestra el
ascendiente de que este siervo gozaba en casa de su patrón.

5. «El criado le respondió: Quizá la mujer no querrá venir en pos de mí a esta tierra. ¿Volveré,
pues, tu hijo a la tierra de donde saliste?» En las sociedades patriarcales de la antigüedad era
responsabilidad del padre encontrar novia para su hijo, así como también novio para la hija.
Era su responsabilidad asegurar que se perpetuara el linaje familiar y que el hijo forme un
hogar, que es la base más sólida para su vida adulta y el mayor logro de un hombre. Lo sumo de
la hombría, en verdad, está en formar una familia propia. En nuestros días esa meta, ese
propósito humano superior, ha sido descartado en beneficio de un individualismo miope. En
consecuencia, los hombres se despojan a sí mismos, mutilan un aspecto valiosísimo de su
naturaleza varonil. Las relaciones con la mujer se han vuelto pasajeras, ocasionales,
superficiales, y no conducen a nada sólido y estable. ¡Cuánto pierden ellos y ellas en calidad
humana!

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Así como el destino de la mujer es ser madre —y eso está inscrito elocuentemente en los
órganos para gestar que la naturaleza le ha dado— el destino del hombre es ser padre, tal como
D’os es Padre. La paternidad conjunta de hombre y mujer es una de las leyes básicas de la vida
humana. Negarla, bloquearla, es rebelarse contra D’os. Es cierto que hay circunstancias que
pueden negar a un hombre o a una mujer la oportunidad de ejercer ese don —y son más
frecuentes en el mundo moderno que en el antiguo— pero no habiendo obstáculos
insuperables, ellos sólo pueden renunciar a esa responsabilidad por un fin más alto o por
consideraciones de mucho peso.

Si bien, como se ha dicho, el matrimonio era entonces decidido por los mayores, los padres
temerosos de D’os no imponían su decisión a la hija casadera sino respetaban su voluntad y
buscaban su consentimiento. De ella dependería en este caso irse o no con Eliezer. Podría
objetarse que los parientes de Abraham eran idólatras. Pero Abraham no hubiera escuchado la
voz de D’os si no hubiera nacido en un ambiente en el que el temor de D’os predominaba. Es
innegable, a mi juicio, que la revelación inicial del D’os único y verdadero, creador de todo lo
que existe, se había mantenido con cierta fuerza en muchos lugares y pueblos de la antigüedad
aunque estuviera mezclada con las idolatrías y supersticiones. El sentimiento del temor de D’os
es instintivo en el hombre, y aunque sea en una apariencia deformada, los pueblos idólatras lo
poseen, tal como lo demuestra la antropología. Si Betuel y Labán invocan el nombre de Jehová
es porque lo conocen y reverencian, no sólo porque lo pronuncie Eliezer, como algunos
intérpretes creen siguiendo la tendencia de ver la historia sólo en términos de blanco y negro.

6-9. «Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá. Adonai, D’os de los cielos, que
me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A
tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti y tú traerás de allá mujer
para mi hijo. Y si la mujer no quisiere venir en pos de ti, serás libre de este mi juramento;
solamente que no vuelvas allá a mi hijo. Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de
Abraham su señor, y le juró sobre este negocio.» (Nota 2). Abraham no quiere que su hijo vaya
a Harán porque podía ser tentado a quedarse allá. Él se aferra a la promesa que D’os le ha
hecho de darle a su descendencia la tierra en que viven como forasteros y no quiere hacer nada
que pueda poner su realización en peligro.

Si Dios le dio un hijo cuando ya no podía tenerlo ¿no será capaz D’os de disponer los medios
para que su promesa se siga cumpliendo en su descendencia? Siendo él un hombre de fe pone
en las manos de D’os el resultado de la empresa de encontrar mujer para su hijo y, siguiendo su
ejemplo, Eliezer hará lo mismo. ¿Cuántos padres creyentes obran de esa manera?

10–11. «Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda
clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de
Nacor. E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la
tarde, la hora en que salen las doncellas por agua.» Eliezer parte entonces llevando consigo
todo lo necesario para su misión y, después de un viaje de no sabemos cuántos días, llega a la
localidad donde habitaba la familia de Nacor. Al arribar se detiene en el lugar al que se acercan
por necesidad todos los forasteros con sus bestias, a la fuente principal de la ciudad. Es la hora
en que las muchachas salen a llenar sus cántaros de agua para llevar a casa.

12–14. «Y dijo: Oh Adonai, D’os de mi señor Abraham, dame te ruego, el tener hoy buen
encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. He aquí yo estoy junto a la fuente de
agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la doncella a quien

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yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré
de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto
conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor.» ¿Cuál son las cualidades que Él busca
en la muchacha que será mujer de Isaac? Que sea servicial, bondadosa, que no rechace el hacer
caridad no sólo al hombre sino también a sus animales.

Bien ha juzgado Eliezer. No ha pensado en belleza, ni en que la muchacha sea hija de padres
ricos. Ha pensado en el carácter de la chica, porque es el carácter de la mujer lo que hace feliz o
infeliz al hombre, no su belleza. Pero él no quiere ser juez del carácter y disposiciones de la
doncella. Quiere que sea D’os quien la escoja. En verdad, él debe haber pensado que si D’os ama
a su amo, ya tiene escogida la novia para Isaac y por ese motivo le propone al Señor una señal
que le permita reconocerla sin dificultad.

15–16. «Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca, que había nacido a
Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su
hombro. Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la
cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía.» Apenas ha terminado de orar D’os
responde y empiezan a suceder los hechos en la forma que él ha previsto. ¡Qué puntual es D’os
cuando confiamos ciegamente en él!

17–20. «Entonces el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de
agua de tu cántaro. Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su
mano, y le dio a beber. Y cuando acabó de darle de beber, dijo: También para tus camellos
sacaré agua, y sacó para todos sus camellos.» La muchacha hace exactamente lo que Eliezer le
había pedido a D’os que hiciera como signo para reconocer a la que Él ha escogido como mujer
para Isaac...

21. «Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Adonai había prosperado
su viaje, o no.» Eliezer contempla maravillado cómo la chica hace con diligencia y eficiencia lo
que le había ofrecido: darle de beber no sólo a él sino también a sus camellos. No obstante, él
no se precipita ni renuncia a su razón aceptando ciegamente lo que parece ser la respuesta a su
oración, sino considera con cautela si ése es el signo propuesto. ¿Significa eso falta de fe? No
creo. D’os no quiere que dejemos de usar las facultades que nos ha dado.

22–27. «Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que
pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez, y dijo: ¿De quién eres hija? Te ruego que
me digas: ¿hay en casa de tu padre lugar donde posemos? Y ella respondió: Soy hija de Betuel
hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor. Y añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho
forraje, y lugar para posar. El hombre entonces se inclinó, y adoró a Adonai, y dijo: Bendito sea
Adonai, D’os de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad,
guiándome Adonai en el camino a casa de los hermanos de mi amo.» El gesto de regalar esas
joyas a la muchacha tiene no sólo el propósito de manifestarle su agradecimiento; también es
un mensaje a los padres de ella para hacerles ver que él viene de parte de un hombre muy rico.
Labán responderá ávidamente a ese gesto (versículos 30 y 31). Como dice Proverbios, «la
dádiva del hombre le ensancha el camino" (Pr 18.16). Eliezer se maravilla al ver cómo D’os lo
ha guiado con mano segura directamente a una muchacha que es de la parentela de su amo. Él
no ha tenido que ir por acá y allá preguntando y averiguando. D’os ha dirigido sus pasos no
sólo por amor a Abraham sino también porque él es siervo fiel de su patrón...

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Entonces reconociendo que D’os está en el asunto y ha tenido misericordia de Abraham y de él,
Eliezer se inclina y adora al Señor.

28–32. Los padres y el hermano de Rebeca reciben gustosos al hombre que viene de parte de
su pariente y le brindan la hospitalidad generosa que era habitual entre ellos practicar con los
forasteros importantes. Le ofrecen su casa para él, sus camellos y los siervos que trae consigo.

33. «Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje.
Y él le dijo: Habla.» Eliezer se niega a sentarse a la mesa de la hospitalidad que le ofrecen sus
anfitriones antes de haber transmitido el encargo que lo trae desde tan lejos. Tiempo hay para
comer. Antes de restaurar el cuerpo, él quiere cumplir con su cometido. Su obligación pasa
delante de su satisfacción personal.

34–48. Entonces, muy a la manera oriental, les relata con lujo de detalles la historia del porqué
ha venido y cómo fue el encuentro que tuvo con Rebeca guiado por la mano de D’os.

49–51. «Ahora, pues, si vosotros hacéis misericordia y verdad con mi señor, declarádmelo; y si
no, declarádmelo; y me iré a la diestra o a la siniestra. Entonces Labán y Betuel respondieron y
dijeron: De Adonai ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno. He ahí Rebeca delante
de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Adonai.» Ellos
reconociendo por el relato que hace Eliezer que era de D’os de quien viene lo que han
escuchado, acceden con gusto al pedido que les hace el siervo de su pariente: «Ahí la tienes.
Llévala para que sea esposa de nuestro hermano».

54–56. «Y comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y levantándose
de mañana, dijo: Enviadme a mi Señor. Entonces respondieron su hermano y madre: Espere la
doncella con nosotros a lo menos diez días, y después irá. Y él les dijo: No me detengáis, ya que
Adonai ha prosperado mi camino; despachadme para que me vaya a mi señor.» Llegados al
acuerdo Eliezer quiere partir sin demora para llevar a Isaac la muchacha que D’os le destina,
pero los parientes desean, como es natural, que se quede un poco de tiempo con ellos para
agasajarlo y disfrutar de su compañía. Aunque seguramente para él también sería agradable
quedarse gozando de su hospitalidad acogedora, Eliezer se niega a permanecer ni un solo día
más, obrando de una forma que podría parecer descortés. Para él lo más importante es cumplir
el encargo que le han encomendado y no detenerse ni demorar la buena nueva por cualquier
otra consideración que lo halague. En esa manera de obrar vemos una manifestación de su
fidelidad.

57–58. «Ellos respondieron entonces: Llamemos a la doncella y preguntémosle. Y llamaron a


Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré.» Betuel y los suyos dejan
la decisión en manos de la doncella. Pero ¿qué más querría ella sino ir a encontrar a su
prometido? Ella siente también que esto viene de D’os, que es una gracia excepcional para ella,
y tiene prisa para que se lleve a cabo. ¡Qué sabia y espontánea es su reacción! Sí, me voy con él
ahora mismo. Ella no quiere despedidas largas, no va a extrañar lo que deja. Ella sabe que su
destino, fijado por D’os, está en esa tierra lejana, que no tiene miedo de partir.

Pero detengámonos un momento a pensar. ¿Qué muchacha hoy estaría dispuesta a partir
empeñando su vida y su futuro para unirse a un desconocido, aunque sea su pariente? ¿Qué
muchacha moderna arriesgaría tanto sólo porque piensa que esa es la voluntad de D’os? Ella
era una mujer valiente y de carácter. Pero también de fe. Hay un sugestivo paralelismo entre el

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llamado de Abraham y el de ella. Como ocurrió con su pariente ella sale de Harán para ir a la
tierra de Canaán. D’os le dice a Abraham. «Sal de tu tierra». Ella responde. «Sí iré».

59–61. «Entonces dejaron ir a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a


sus hombres. Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de
millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos. Entonces se levantó Rebeca y
sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y
se fue» no sin antes ser bendecida de una manera elocuente. Ellos pronuncian sin saberlo una
palabra profética en la que resuena el eco de la promesa hecha por D’os a Abraham.

62–63. «Y venía Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev. Y
había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí
los camellos que venían.» Isaac ha salido a hablar con D’os al campo, porque meditar es buscar
a D’os. En ninguna parte puede hacerse mejor que lejos de la compañía humana, en medio de la
paz de la naturaleza. En el campo bulle una vida diferente, la vida de la creación que obedece
en todo a su Creador. Allí se encuentra D’os y nosotros lo encontramos. D’os vino al encuentro
de Moisés en la soledad del desierto y al encuentro de Jacob cuando estaba solo. Quizá Isaac
pedía por el buen fin de la misión de Eliezer.

64–65 «Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; porque había
preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado
había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió.» Cuando Rebeca ve
la silueta de un hombre en la lejanía su intuición femenina le indica que podría ser el varón a
quien ella está destinada y prontamente se baja del camello. Cuando se asegura de que es él
cubre su rostro con el velo de novia, según la costumbre de su pueblo. Ella se sabe bella, pero
no quiere asombrar a su novio con su belleza. (Nota 3). Otras cosas son más importantes. ¿No
le habría preguntado ella a Eliezer en el camino cómo era Isaac? ¿No se había estado ella
enamorando de su novio al escuchar de boca de Eliezer las cualidades que adornaban a Isaac?
La Biblia dice poco acerca de Isaac, pero por lo que transpira el texto era un hombre de
carácter noble y obediente a su padre. Pensemos tan sólo en el episodio de su sacrificio: el
joven Isaac no ofreció resistencia alguna (Gn 22).

66–67. «"Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda de
su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de
su madre.» Isaac no vivía ya con su padre sino en otro lugar. Pero puede entenderse que al
llegar Rebeca la lleva donde su padre, y la introduce a la que había sido la tienda de su madre
que ya había muerto. Y de inmediato se realiza el matrimonio a la usanza de ellos.

El texto dice que Isaac la amó. ¿Cómo podría no amarla si ella tenía tantas cualidades? El suyo
era un matrimonio hecho en el cielo. Dice que se consoló de la muerte de su madre. Es decir,
Rebeca toma en su corazón el lugar que su madre había dejado vacío al irse.

Dos mujeres dominan la vida del hombre, la madre y la esposa, y no deben ser rivales, sino
complementarse, y no debería ser necesario que la madre muera para que la esposa ocupe
plenamente en el corazón de su marido el lugar que le corresponde. Cuando la madre es sabia
la esposa de su hijo la amará y respetará tanto como su hijo porque ella es un solo cuerpo con
su marido

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He aquí las cualidades más saltantes de Rebeca, tal como se revelan en este capítulo. Ella es
bella y sin embargo su belleza —como ocurre con tantas muchachas agraciadas— no la ha
vuelto orgullosa ni distante. Al contrario es servicial: le ofrece a Eliezer más de lo que él le pide.
Él pidió de beber para sí y ella le dice que dará de beber además a sus camellos. Eran diez, y
tendrían «sed de camellos», es decir no poca. ¿Cuántas veces habría bajado ella al pozo a llenar
su cántaro? Podemos suponer que también dio de beber a los siervos que venían con Eliezer.

Ella es rápida en sus movimientos, no es lenta ni perezosa. En su manera de servir se muestra


humilde. No se pavonea con las joyas que le regala Eliezer pero le ofrece sin mezquindad la
hospitalidad de su casa paterna. Al oír el relato de cómo Eliezer trata de seguir la guía de D’os
en su búsqueda de novia para el hijo de su amo, ella reconoce la intervención del Altísimo en
esos hechos. Por eso ella no duda en seguir la invitación de Eliezer para acompañarlo. Ella se
somete al consejo de D’os y no teme dejar padre y madre y hermanos para cumplirlo. ¡Ojalá
fuéramos todos tan bien dispuestos!

Notas:

 (1) A lo largo de su historia la descendencia de Jacob prevalecerá sobre la de Esaú, los


llamados edomitas. Cuando se acerca la hora en que debía cumplirse el plan de
salvación de D’os, Edom prevalece sobre Israel porque un rey de esa estirpe (Herodes
el Grande) ha usurpado el trono de David.
 (2) Ese gesto, que tocaba las partes vitales del hombre, era entonces una forma solemne
de hacer juramento
 (3) El nombre de Rebeca significa: «la que tiende lazo», o «la que encadena al hombre»,
indicando que era de una belleza notable.

(Génesis 25.20–34, 27, 28.5)

25. 20–21. «Y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel
arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo. Y oró Isaac a Adonai por su mujer, que era
estéril; y lo aceptó Adonai y concibió Rebeca su mujer.» En Isaac se repite lo ocurrido con su
padre Abraham que toma por esposa a una mujer que era estéril. En la antigüedad la
esterilidad era una deshonra para una mujer, mientras que su mayor honor era engendrar
hijos. Para el marido la esterilidad de la mujer era peor que deshonra, pues significaba que su
memoria y el de su linaje morirían con él ya que no dejaría hijos que los perpetúen. Isaac y
Rebeca deben haberse dicho: ¿cómo se cumplirá la promesa de D’os a nuestro padre Abraham
si nosotros no tenemos hijos? Pero confiados en que si D’os había dado a Sara un hijo a pesar
de que ella era estéril, y eso a una edad muy avanzada, pensaron que bien podría Él dárselo
también a Rebeca si clamaban. La oración de Isaac por su mujer debe haber sido una oración
de fe basada en la experiencia de su propio nacimiento tardío. (Nota 1)

22–24. «Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar
a Adonai; y le respondió Adonai: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos
desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al
menor. Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre.» Por
el favor de D’os Rebeca concibió, y no sólo uno sino dos hijos mellizos que luchaban en su seno,
algo ciertamente inusual. La pelea le causaba un malestar tan grande que la vida se le hizo

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ingrata y deseó morir. ¡Cuánto había ella deseado durante los primeros veinte años de su
matrimonio tener hijos para que ahora, cuando finalmente los tiene, y por partida doble, esos
hijos tan deseados le sean motivo de sufrimiento! ¡Cuántas veces nos sucede lo mismo:
deseamos algo ardientemente pero cuando lo poseemos nos decepciona y nos arrepentimos de
haberlo deseado! Viéndose atribulada por su embarazo ella sale a buscar la voz de D’os. En
respuesta D’os le habla bien claro y le predice el futuro de sus hijos. Ella sabe en adelante lo
que debe esperar de ellos (2)

La maternidad de Rebeca era penosa porque, de una manera misteriosa para ella y para
nosotros, D’os estaba realizando sus propósitos a través de ella. Dos hijos llevaba en su vientre
pero sólo uno sería el portador de la promesa de Dios a Abraham. La lucha que se llevaba a
cabo en su vientre era un anuncio de la rivalidad que habría más tarde entre los dos hermanos
y entre los descendientes de ambos, es decir, entre dos pueblos. Pero era también una profecía
velada de acontecimientos futuros. El conflicto que aflige a Rebeca no es una contienda
cualquiera: Es un conflicto de alcance cósmico de profunda significación. Dos principios
convivían en su seno y eran contrarios: el de la salvación y el de la perdición del mundo
representados por Jacob y Esaú (3).

25–26. «Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre
Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre
Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz.» Y he aquí que Esaú sale
primero, como si la causa de Satanás llevara la ventaja. Pero la causa de D’os no deja triunfar a
la del diablo y a la larga vencerá. Eso es un símbolo de lo que con frecuencia ocurre en la tierra:
la causa de D’os parece vencida de antemano, pero al final triunfa. La mano de Jacob en el
calcañar de Esaú es señal de la lucha entre ambos por nacer primero (4).

27–28. «Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era
varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas
Rebeca amaba a Jacob.» Los mellizos suelen ser, por lo general, muy cercanos el uno al otro y
muy amigos porque tienen gustos y aficiones comunes. Este es un caso extremo de diferencia
de temperamento y de enemistad. Esaú era cazador, amaba la acción violenta, mientras Jacob
era tranquilo.

Esaú era impulsivo, extrovertido; Jacob era calculador, introvertido. Uno era velludo, el otro,
lampiño, y eso sólo es ya un signo elocuente de diferencia de temperamento. Esaú era del tipo
de personas que suelen ser muy populares, simpáticos, atléticos, deportivos, amantes del aire
libre, fuertes, sensuales, pero nada espirituales ni intelectuales. Esaú era de la tierra. Si en esa
época hubiera habido encuestas de popularidad sin duda Esaú habría salido ganando. Isaac,
que era posiblemente también tranquilo, apreciaba en Esaú las cualidades expansivas que a él
le faltaban. (Nota 5)

En cambio Rebeca prefería a Jacob. Las madres suelen preferir a los hijos dóciles, sobre todo
cuando ellas tienen carácter fuerte; los padres prefieren a los aguerridos. Por contraste de
carácter Jacob estaba más apegado a su madre mientras que Esaú lo estaba a su padre. Pero
hay una razón especial por la cual Rebeca amaba a Jacob. Dice que Jacob habitaba en tiendas,
esto es, permanecía en la casa paterna junto a su madre (6). Había entre ella y su hijo una
relación estrecha que no existía con el otro, que era amante del campo abierto y de la aventura,

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y seguramente era de carácter brusco, independiente y poco afectuoso, mientras que Jacob sí
era lo último(7). Lo cierto es que las miras de Esaú eran muy diferentes a las de Jacob. Él tenía
sus ojos puestos en lo material, en las satisfacciones sensuales; era un vividor, amante de la
buena mesa, del deporte. ¿Sería Jacob más espiritual? Su nombre quiere decir suplantador y los
capítulos siguientes lo muestran como tramposo y calculador. Era astuto donde su hermano
prefería el uso de la fuerza. A la larga la astucia triunfa sobre la fuerza ciega.

Pero si su madre prefería a Jacob era sin duda también porque era más sensible, más dado a lo
espiritual y, ¿por qué no?, a causa de la profecía que había recibido. Él debe haber escuchado
narrar a su padre la promesa que Dios le había hecho a su abuelo, y también a su madre la
palabra del Señor que ella había recibido cuando él estaba en su seno. ¿Por qué no pensar que
él haya deseado fervientemente que la promesa a Abraham se cumpliera a través de él y no de
su tosco hermano, tanto más si su madre había recibido de Dios una palabra que lo respaldaba
y que, como consecuencia, entre madre e hijo se hubiera establecido una complicidad secreta
para lograr ese objetivo? En todo caso pronto tendría oportunidad, que no desaprovechó, para
obtener que Esaú le cediera el derecho a la primogenitura.

29–34. «Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego
que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su
nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú:
He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob:
Júramelo en este día. Y él le juro, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú
pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú
la primogenitura:» Jacob ve en el hambre de Esaú una ocasión favorable para sus propósitos y
no la desperdicia. Pero si él sabía que él estaría algún día sobre su hermano y que eso
implicaba la primogenitura ¿por qué no esperó que D’os se la diera y se tomó en cambio la
libertad de cogerla por propia iniciativa? Simplemente porque no sabía cómo D’os actúa y por
falta de confianza en él. Pagará muy caro su error. Pero no seamos demasiado severos con él.
¿Quién había ahí para enseñarle cómo D’os obra? Durante los años y las peripecias que
vendrían después él iba a aprenderlo y —he ahí lo importante— nosotros lo aprendemos a
través de él. Esas cosas sucedieron y fueron escritas como ejemplo para nosotros, recalca Pablo
(Ro 15.4; 1Co 10.6).

Nótese que Esaú seguramente no ignoraba lo que encerraba la promesa dada a Abraham y que
se transmitiría a los primogénitos: ser padre de multitudes y ser bendición para todos los
habitantes de la tierra. Pero eso a Esaú no le interesa porque él —en sus propias palabras—
algún día va a morir y ¿de qué le sirve lo que él no va a ver? Es decir ¿de qué le sirve lo que él
no va a gozar personalmente? Él no tiene reparos en desprenderse de lo que no le atraía y en
sellar su renuncia con un juramento. Le importaba tan poco que la Escritura dice que después
de comer y beber «se levantó y se fue». No sabía lo que dejaba detrás. A Esaú sólo le interesa lo
material, concreto, lo que se puede ver y tocar. Para ver en el futuro se requieren los ojos de la
fe y él no los tenía. Pero Rebeca sí.

Aunque en su preferencia por el hijo menor hubiera un elemento de puro afecto humano, como
es tan común cuando hay afinidades de temperamento, ella debe haber sido consciente de que
había un propósito de D’os en la irreflexiva cesión de sus derechos, hecha por Esaú,
coincidiendo con lo que a ella le había sido anunciado.

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Capítulo 27.1–29. (El lector haría bien en leer este pasaje, que por falta de espacio no puedo
reproducir y en el que se cuenta con lujo de detalles cómo Isaac fue engañado). Por el motivo
señalado arriba, lo ocurrido con el plato de lentejas contó sin duda con la aprobación de
Rebeca, porque cuando ella se enteró de que su esposo Isaac se preparaba para transferir su
herencia de la bendición de Abraham a Esaú, concibió rápidamente un plan para que la cesión
que Esaú había hecho a Jacob de su primogenitura le fuera confirmada por su padre, de ser
necesario mediante un engaño.

Aquí vemos el lado humano de Rebeca. Ella en ese momento de la vida —ya debía haber
pasado los sesenta años— se siente más ligada a su hijo preferido que a su marido, porque con
tal de favorecer a ese hijo no teme engañar a su esposo. A lo largo de la vida el amor entre los
esposos se enfría si el marido no cultiva el cariño de su mujer, y los hijos ocupan su lugar en el
corazón de ella. Llega un momento en que la mujer es más madre que esposa; el hijo de sus
entrañas pesa en su afecto más que el marido que lo engendró. ¿Tiene que ser siempre así? En
muchas sociedades y culturas antiguas el fuerte patriarcado está compensado por el influjo de
la madre en el hogar, por un matriarcado más sutil pero de influencia más penetrante. La
madre tiene a veces más influencia en los hijos que el padre. Cuando eso sucede dice mucho
acerca del carácter de la madre.

Rebeca, astuta como suele serlo toda mujer instintiva —que las mujeres me perdonen—
concibe un plan audaz para que Jacob suplante a Esaú ante su marido y trama una estratagema
que Jacob temeroso por sí solo nunca se habría atrevido a llevar a cabo (v.11–12). Ella tiene
autoridad sobre su hijo: «Obedéceme, yo sé lo que hago». En su arrojo ella está dispuesta a
asumir la maldición que pudiera recaer sobre su hijo si Isaac descubre el engaño. (8) Ella no
sólo prepara el guiso de la manera cómo le gusta a Isaac, sino que toma los vestidos de Esaú y
se los pone a Jacob, y cubre sus manos, brazos y cuello lampiños con la piel del cabrito. Pese a
sus insistentes sospechas Isaac se deja engañar por su hijo.

¿Puede Dios aprobar el engaño? ¿Refrendará D’os la bendición conferida por Isaac a pesar de
que se obtuvo mediante un fraude? La frase de Yeshúa: «lo que atares en la tierra será atado en
el cielo» ¿se aplicaría a este caso? Sea como fuese D’os se vale de los actos humanos, aun de los
injustos para sus propósitos, y refrenda a veces sus consecuencias, porque en su conocimiento
previo de todas las cosas, él ha previsto lo que haría el hombre. Y se vale de ello. Así es como
muchas injusticias y crímenes han hecho adelantar el plan de D’os. De hecho, como bien
sabemos, el más grande de los crímenes fue utilizado por D’os para llevar a cabo el mayor de
sus propósitos, la salvación del género humano. Y así como la traición de Judas fue parte de su
plan, el engaño concebido por Rebeca formó parte del proyecto de largo alcance de D’os, de
forjar un pueblo que sería la cuna humana de su Hijo (9).

Rebeca ama al hijo de la promesa. ¿Cuántos hijos de la promesa hay en Génesis? Dos: Isaac y
Jacob. Pero Jacob es hijo de una promesa de otro orden, dada a ella personalmente, no a Isaac.
Isaac no parece haber hecho mucho caso de la promesa hecha a su mujer porque estuvo
dispuesto a traspasar los derechos a la bendición de Abraham a Esaú sin recordar las palabras
dichas a Rebeca. Quizá no creía mucho en ellas. Y prefirió seguir la costumbre —el heredero es
el mayor— y los dictados de su corazón. Curiosa ironía: el hijo de la promesa que fue Isaac no
se cuida del hijo, también de promesa, que él tuvo.

27.41–28.5. Pero Rebeca tuvo que pagar caro por el engaño. Cuando ella se enteró de que Esaú
quería vengarse de Jacob y se proponía matarlo cuando su padre muriera, no le quedó otro

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remedio que convencer a Jacob que huyera donde los parientes de ella que estaban en Harán y
se quedara ahí hasta que el enojo de Esaú pase (v.41–44). (Nota 10).

En esta ocasión ella le dice nuevamente a Jacob: «Obedece a mi voz». Pero ella sola no puede
enviar a su hijo donde sus parientes sin la autorización de su marido. Bajo el régimen patriarcal
que prevalece entonces, en que el padre domina la vida familiar, sólo él padre puede autorizar
al hijo a irse.

46. Entonces ella recurre una vez más a la astucia. Finge estar muy molesta (aunque quizá no
finge, sólo exagera su fastidio) por el hecho de que Esaú haya tomado como esposas a dos hijas
de Het, y le sugiere a su marido enviar a Jacob donde sus parientes para conseguir mujer, tal
como él, Isaac, había recibido de allá a Rebeca. Isaac accedió al consejo de su esposa y mandó a
Jacob donde sus parientes con el consejo expreso de no tomar mujer de los hijos de Canaán
(28.1). Isaac despide a su hijo consciente de que es la bendición de Abraham la que él le
transfiere (28. 3–4). Sin embargo, para Rebeca tener que enviar al hijo amado tan lejos era
privarse de su compañía por mucho tiempo. En verdad ella pierde de un golpe a sus dos hijos:
A uno porque se va, y al otro, porque seguramente nunca le perdonaría lo que ella le había
hecho. Notemos que ella amaba también a Esaú, que también era su hijo, pues dice: « ¿Por qué
seré privada de ambos en un mismo día?» (27.45). En verdad ella nunca volvió a ver Jacob
porque cuando él regresa finalmente después de más de catorce años de ausencia, a ella no se
le menciona, signo seguro de que ya no vivía.

Concluyamos estas reflexiones diciendo que Rebeca, novia, esposa y madre, con sus virtudes y
defectos tan humanos, fue un eslabón precioso y no pequeño en los planes de D’os para su
pueblo y para la salvación del mundo.

Notas

 (1) Este es el segundo caso en la Biblia en que se ore por una deficiencia o dolencia
física y hay sanidad. El primero está en Gn 20.17.
 (2) No se nos dice cómo consultó Rebeca al Señor. Se han tejido muchas conjeturas al
respecto. Es posible que ella fuera donde un vidente o profeta, como había entonces
incluso entre los pueblos paganos, a los que la gente acudía en busca de orientación
sobre el presente o sobre el porvenir, tal como la gente hace ahora. No es imposible
tampoco que hubiera entonces siervos del D’os verdadero a quienes D’os transmitía su
palabra («Vino palabra de D’os a...»), al lado de otros con el mismo género de dones,
pero que no estaban en contacto con D’os, sino con el demonio, y que éste los utilizara,
igual que hace hoy, para engañar y desviar a la gente. Algunos han especulado que pudo
haber ido donde Melquisedec, pero eso es muy aventurado.
 (3) En Isaac se reproduce lo ocurrido a su padre, que tuvo también dos hijos —aunque
de madres diferentes— que serían enemigos, ellos y su descendencia (Gn 16.11, 12;
21.8–10).
 (4) Isaac tiene a su primogénito también a edad avanzada, aunque no tanta como su
padre Abraham (Gn 21.5).
 (5) Pero es interesante observar que los tipos simpáticos y extrovertidos como Esaú no
son lo que suelen jugar un papel preponderante en la historia sino los menos populares

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porque son más profundos. En este caso, en efecto, él pronto desaparece del libro del
Génesis, mientras que Jacob ocupa muchas de sus páginas.
 (6) Siendo pastores Isaac y su familia no tenían casa fija. Eran nómadas que plantaban
sus tiendas donde encontraban pasto.
 (7) En el siguiente capítulo nos enteramos de que las esposas que tomó Esaú entre las
mujeres de los habitantes de Canaán eran causa de amargura para sus padres (Gn
26.35). ¿Por qué motivo? No se dice ni explica, pero podría ser a causa de su carácter, o
porque fueran idólatras o por lo menos, de hábitos de vida distintos. Es un hecho que las
esposas de los hijos o viceversa, los maridos de las hijas, pueden ser causa de
satisfacción y alegría para los padres, como también de sufrimiento y preocupación.
 (8) Nótese que aunque Isaac descubre el engaño él no maldice a su hijo. Quizá piense
que había algo de justicia en el hecho de que fuera él y no Esaú el que recibiera la
bendición de Abraham. De hecho Esaú al haber tomado esposas cananeas e idólatras se
descalificaba automáticamente. Quizá tardíamente recordó también que la
primogenitura había sido prometida a Jacob antes de que naciera. También es cierto que
no podía maldecir a quien ya había bendecido: «Yo le bendije y será bendito» (27.33).
Pero el engaño cometido por Jacob y su madre no deja por eso de tener malas
consecuencias para ambos.
 (9) El fraude perpetrado por Jacob con el apoyo de Rebeca es muy censurable en
términos de la ética mesiánica. Pero nosotros no podemos trasladar sin más la moral de
tiempos posteriores a esos tiempos en que la moral no estaba muy avanzada. No
podemos juzgar los actos y personajes del pasado con los ojos del presente porque la
revelación de que ellos disponían estaba recién en sus comienzos.
 (10) Esaú pospone sus deseos de venganza hasta la muerte de su padre, respetando sus
canas, algo que los hermanos de José no hicieron.

Autor: José Belaunde M. jbelaun@terra.com.pe

Apóstol Pablo (Saulo de Tarso)

Origen y juventud.

Saulo nació en Tarso de Cilicia, centro de cultura y saber griegos (Hch. 21:39), de una familia
judía de la tribu de Benjamín (Ro. 11:1; Fil 3:5) Cuando el martirio de Esteban (33/34 o
35/36), era aún «joven» (es decir, de unos 30 años; en el 62/63 se llama ya viejo; (Filemón 9);
hubo de nacer en los primeros años de la Era Mesiánica. Su familia pertenecía a los «hebreos»
(Fil. 3:5), es decir, a los judíos de lengua aramea, y a los fariseos (Hechos 23:6; Fil. 3:5), y era
irreprochable en cuanto a la «justicia» (Fil. 3:6). Su padre era ciudadano de Tarso (Hch.
22:28), lo que supone que hubo de ser de buena posición (cfr. Fil. 3:8). Saulo fue circuncidado
al octavo día de su nacimiento (Lv. 12:3 Fil 3:5) y recibió el nombre de Saúl (es decir <el
deseado>; griego, Saulos, de donde Saulo) y el romano de Pablo (Hch. 13:9). El niño fue
instruido en la lengua aramea (Hch. 13:9) y educado en la fiel observancia de la ley y de las
tradiciones de los mayores.

Según la costumbre judía, desde los cinco años debió de aprender a leer en la Torá hebrea.
Desde su juventud, Pablo aprendió igualmente la lengua griega, que era la corriente en Tarso.
Por razón de su educación farisea, se duda si frecuentó también alguna de las muchas escuelas
griegas, en aquel importante centro de cultura helenística. Pablo cita incluso algunos

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escritores griegos (Arato, Phaen. V, 429 [Hch 17:28]; Menandro, Thais [1 Co. 15:33];
Epiménides, Or. [Tit. 1:12)).

A los quince años, Pablo fue enviado Jerusalén para formarse a fondo en el conocimiento de
la Escritura y de las tradiciones y métodos rabínicos; según algunos los padres de Pablo se
habrían nuevamente establecido en Jerusalén cuando era aún muy niño. Allí fue discípulo de
Gamaliel (Hch. 22:3), hombre piadoso, pacífico (cfr. 5:34-39) y abierto, que no se sentía hostil
a la cultura griega. Bajo su dirección, Pablo aprendió a fondo el Antiguo Pacto, los métodos
exegéticos de los rabinos y se convirtió en adicto entusiasta de los fariseos. «Celador
extremado de las tradiciones de los padres» (Gá. 1:14; Hch. 22:3).

A su educación rabínica debe Pablo, no sólo muchas ideas religiosas y un conocimiento a


fondo del Antiguo Pacto, sino también su dialéctica. Y su método exegético.

Como los rabinos interpretaban los hechos y objetos mencionados en el Antiguo Pacto como
símbolos de la ley, así Pablo explica los sucesos de la historia de la salud como símbolos de la
economía cristiana de salvación, por ejemplo, Sara como tipo del Nuevo Pacto y Agar del
Antiguo Pacto (Gá. 4:21-31; cfr. 1 Co. 10 6. Pablo veía en el conjunto del Antiguo Pacto la
preparación y figura de la revelación y de la salud traída por el Mesías, e interpretaba a
Escritura según la intuición de su fe mesiánica. Así entendido, el Antiguo Pacto revela
verdades que no pueden ser descubiertas ni por exégesis filosófica ni por la historia. Para ello
seguía Pablo el método exegético de los rabinos, según el cual se toman como oráculos ciertos
textos, entendidos fuera de su contexto y desligados del mismo. Además, Pablo toma ciertos
temas a los midrash judíos, por ejemplo la promulgación de la ley por un ángel sobre el monte
Sinaí (Gá. 3:19), la roca que camina (1 Co. 10:4), los nombres de los magos egipcios (2 Ti. 3:8).
Pablo es un rabino mesiánico que posee el espíritu del Mesías y se ha liberado de la
mentalidad de su escuela y de la casuística de sus maestros judíos.

Según la costumbre judía, Pablo aprendió también un oficio; Pablo era de profesión fabricante
de tiendas (Hch. 18:3), lo que significa o que fabricaba tiendas con lona comprada para ellas, o,
lo que es más probable, que tejía él mismo la lona; Cilicia era conocida por los Cilicios, tela
tejidas de pelo de cabra, de las que se fabricaban tiendas y mantas de viaje. Durante su
actividad apostólica Pablo ejercía su oficio para ganarse el sustento (Hch. 18:3; 1 Co. 4:12; 1
Ts. 2:9) y vivir independientemente (1 Co.9:15).

La personalidad de Pablo

Pablo es la personalidad más influyente en la historia del cristianismo. Desde su conversión en


el camino de Damasco su vida estuvo siempre dominada por una ardiente devoción al Mesías,
quien se convirtió en el motivo, el objeto y el motor de su predicación, que ha marcado la
dirección del mesianismo desde entonces.

El exterior del apóstol no era impresionante ni atrayente; sus adversarios le echaban en cara
que «su presencia era poca cosa y su palabra despreciable» (2 Co. 10:10); él mismo alude
también a su exigua estatura corporal (2 Co. 10:12-14). Su salud era débil; Pablo sufría una

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enfermedad que él mismo califica de aguijón de su carne y bofetón de Satán (2 Co. 12:7-9); es
un sufrimiento doloroso, humillante y crónico, como lo confirma Gá. 4:13-15. Pablo poseía
temperamento de jefe, voluntad de hierro, constancia inquebrantable, sentido para la
iniciativa, extraordinaria capacidad de trabajo y resistencia, y un carácter conquistador; su
carácter era, además, apasionado, impetuoso y dominador, que se entregaba de modo total al
amor o al odio. Mas, junto a su férrea voluntad, Pablo tenía también un alma de fina
sensibilidad y condescendencia, y un corazón lleno de ternura (cfr. 1 Ts. 2:7s.; 2 Co. 12:15; Gá.
4:19.; Fil.1:8, etc.), que se pegaba a los hombres y despertaba fuerte simpatía, que sentía
profundamente la necesidad y el dolor de los demás. Como pensador, Pablo fue esencialmente
un espíritu intuitivo, que concebía la religión más por visión inmediata que por razonamiento
discursivo. Sin embargo, fue juntamente un poderoso dialéctico, y su capacidad natural se
perfeccionó aún más por su formación rabínica. La naturaleza y el arte le decían muy poco; era
más bien un psicólogo introspectivo. Sus comparaciones e imágenes están tomadas
generalmente de la vida ciudadana, de los soldados o del derecho.

Pablo fue un escritor de ingenio, que disponía de un vocabulario extenso y de un conocimiento


sólido de la lengua griega. Su lengua es el griego corriente entre la clase culta de su tiempo,
salpicado con numerosas expresiones tomadas de la versión griega de los LXX, que era la más
común entre los judíos de la diáspora. Su estilo es cuidado, sus frases se hallan muchas veces
sobrecargadas de incisos y hay ocasiones cuando se presiente más el estilo oral que el cultivo
de la escritura.

No raras veces, por el movimiento y calor de sus ideas y sentimientos, alcanza


espontáneamente la cumbre de la elocuencia (por ejemplo, 1 Co. 3:21-23; 13; Ro. 8:31-39). Le
gusta valerse de la diatriba griega; quiere llegar lo antes posible a establecer contacto con sus
lectores, como un orador con sus oyentes; los interpela, les dirige preguntas (por ejemplo, Ro.
3:1; Gá. 3:19), hace intervenir un supuesto adversario (Ro. 9:19; 11:19), pone objeciones (Ro.
2:1, 3; 9:20; 14:4, 20, 22). Ama las antítesis (D’os/mundo, justicia/pecado, espíritu/carne,
espíritu/letra, fe/ley, hombre viejo/hombre nuevo, primer hombre/último hombre, obras/fe),
las personificaciones (del pecado: Ro. 7:13s., 17; de la justicia: Ro. 10:6; de la Escritura: Gá. 3:8,
etc.).

Era un hombre que creaba interés en torno a sí, que atraía a los demás y emanaba amistad. La
lista de veintisiete nombres en Ro. 16 nos descubre una pequeña parte del círculo de sus
amigos íntimos. Escribe una carta a un amigo rico para salvar la vida y recomendar a un
esclavo al cual ha hecho su hermano en el Mesías en la prisión. Es agradecido con los pequeños
favores, y se interesa por la iglesia en Jerusalén cuando los malos tiempos ponían a los pobres
en dificultad.

Según S. Juan Crisóstomo Pablo ocupa el primer puesto en el mesianismo como teólogo, y no
sólo en los primeros siglos, sino en las iglesias de todos los tiempos

Pablo murió decapitado en el año 67 DC

CIUDADES RELACIONADAS CON LA VIDA DE PABLO

1. Tarso de Cilicia: Ciudad natal de Pablo.

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2. Jerusalén: Ciudad donde estudia la ley de Moisés con el gran rabino Gamaliel, asiste al
Concilio de los Apóstoles y, antes, al martirio de Esteban; y allí es, a su vez, apresado por los
romanos.

3. Damasco: En sus cercanías se convierte al Mesías y de ella escapa por una ventana en la
muralla acosado por sus perseguidores.

4. Antioquía: Iglesia fundada por Bernabé. Lugar de partida de tres primeros viajes
misioneros; allí reciben los discípulos por primera vez el nombre de mesiánicos.

5. Galacia: En la región situada en el centro del Asia Menor, a los mesiánicos Pablo escribe
desde Éfeso una carta para defender a los hermanos de los "judaizantes" o falsos hermanos,
que querían imponer a los convertidos de la gentilidad las observancias de la ley de Moisés.

6. Filipos: Centro importante de la región de Macedonia. Durante su segundo viaje misionero


Pablo funda en esta colonia romana una iglesia con la cual estará siempre ligado por los lazos
más firmes de amor mesiánico.

7. Tesalónica: En esta ciudad -capital de la provincia romana de Macedonia- funda una iglesia
a la que escribe dos cartas desde Corinto. La primera es el escrito más antiguo del Nuevo
Pacto, y estando en Tesalónica recibió ayuda de la comunidad de Filipos.

8. Atenas: Ciudad griega donde Pablo predicó a un grupo de hombres de cultura durante su
segundo viaje misionero.

9. Corinto: La iglesia de allí fue fundada por. Pablo en su segundo viaje. Allí predica y trabaja
en ella. A esta comunidad dirigirá dos cartas, la primera desde Éfeso y la segunda desde
Filipos.

10. Colosas: Pequeña ciudad en la región de Frigia, al este de Éfeso. Esta iglesia fue fundada
por un discípulo de Pablo, Epafras, y a ella dirige una carta sobre los peligros que los
amenazan.

11. Éfeso: Iglesia fundada por. Pablo en el tercer viaje.

12. Cesarea: Ciudad en la costa de Palestina donde vivió preso durante dos años, siendo
procuradores Félix y Porcio Festo. De aquí partió Pablo para Roma en el viaje de la cautividad.

13. Roma: Capital del Imperio Romano. A la comunidad mesiánica de allí le escribe Pablo una
carta desde Corinto. En ella pasó Pablo dos períodos prisionero predicando el evangelio, hasta
su martirio en el año 67.

1. Fuentes para recomponer la vida de Pablo

1.1. Las cartas. Principales textos

 Usaremos preferentemente las cartas consideradas auténticamente paulinas: 1 Ts, Ga,


Flp, Fil, 1 Cor, 2 Cor, Rm.

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 No son relatos autobiográficos. Son escritos circunstanciales, escritos con ocasión de


algún acontecimiento especial. Por eso la información que suministran es fragmentaria,
aunque sea más cercana a los hechos narrados que Hechos de los Apóstoles.
 Constituyen la "fuente primaria" para recomponer la vida de Pablo, más cercana a los
hechos narrados (escritos en la década de los '50)
 Principales textos:
o Ga 1,13-2,14: relato autobiográfico de sus primeros años, desde su revelación
hasta el encuentro de Jerusalén.
o Flp 3,5-6: descripción de su pasado en lo que él llama "judaísmo"
o 2 Cor 11,21-27: relato de las "tribulaciones" sufridas por el evangelio, incluida su
huida de Damasco (2 Cor 11,32)
o 1 Cor 15,8-11: refiere la visión que tuvo del Mesías, tras haber perseguido a la
"Iglesia de Dios".

1.2. Hechos de los Apóstoles

 Especialmente a partir de los capítulos 9 y 13, cuando Pablo es ya el protagonista


principal del relato.
 Constituyen la "fuente secundaria" para reconstruir la vida de Pablo (en torno a los años
'80).
 Hay que tomar esta fuente con las debidas cautelas, porque la intención de Lucas no es
directamente histórica, sino teológica. Por ello usa algunos géneros literarios, tomados
bien de la historiografía grecolatina de la época, o bien de la historiografía propia del
Antiguo Pacto, que pone al servicio de la intencionalidad teológica de la obra:
o Discursos, en los que el interés no es reproducir exactamente las palabras
pronunciadas por algún personaje, sino transmitir ideas teológicas.
o Resúmenes o sumarios de la vida de la comunidad, sobre todo en la primera
parte del libro, en los que más que describir la real situación de las comunidades,
presenta cómo es la "comunidad ideal" que cumple la Palabra de Yeshúa,
animada por el Espíritu.
o Cuadros murales, a veces de carácter milagroso, en los que se escenifica la
victoria del mesianismo sobre el fanatismo judío, o sobre la magia, o sobre la
idolatría.

1.3. Qué hacer cuando no coinciden

 La interpretación más tradicional ha tomado los Hechos de los Apóstoles como la fuente
principal para reconstruir la vida de Pablo, y las cartas para reconstruir la obra de Pablo.
Hoy este planteamiento, de acuerdo con los estudios histórico-críticos, ya no es
sostenible. Las cartas han pasado a ocupar el lugar de "fuente principal".
 Hay que interpretar cada texto buscando la "intención del autor". Las cartas paulinas y
los Hechos responden a épocas distintas, y preocupaciones distintas.
 Usaremos preferentemente las cartas. Sin embargo, muchos años de la vida de Pablo no
se pueden reconstruir a partir sólo de ellas, porque nos falta información. Para rellenar

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esas lagunas deberemos recurrir a Hechos, determinando con mucho cuidado, sin
embargo, la historicidad de esos relatos.
 En general, podemos fiarnos de Hechos de los Apóstoles más cuando se refiere a lugares
y fechas, y menos cuando se trata de reconstruir escenas o discursos.

2. Origen. El Pablo pre-mesiánico (5 - 34/35 d.C. aprox.)

2.2. Ambiente. Familia. Nombre. Juventud

 Textos fundamentales:
o Flp 3,5-6: "Fui circuncidado a los ocho días de nacer, soy del linaje de Israel, de la
tribu de Benjamín, hebreo por los cuatro costados, fariseo en cuanto al modo de
entender la ley, ardiente perseguidor de la Iglesia, e irreprochable en lo que se
refiere al cumplimiento de la ley".
o Ga 1,14: "Aventajaba dentro del judaísmo a muchos compatriotas de mi edad,
como fanático partidario de las tradiciones de mis antepasados".
 Ambiente:
o Nacido en Tarso de Cilicia, capital de la provincia romana de Cilicia, entre las
actuales Turquía y Siria, en torno al año cinco de nuestra era. Ciudad cosmopolita
y helenista.
o Tenía la ciudadanía romana.
 Familia:
o Posiblemente de familia acomodada, quizá artesana (¿tejedores de lonas?).
o "De la tribu de Benjamín": Benjamín es la tribu de la que salió Saúl. Es también la
tribu de los Macabeos. Quizá la mención de la tribu de Benjamín indique un
ambiente familiar marcado por el nacionalismo judío exacerbado, una forma
fanática de vivir la religión judía que vela por la pureza de la fe, y castiga a los
practicantes tibios.
 Nombre:
o "Saulo", o "Saúl". Dato que aparece sólo en Hechos. Recuerda al primer rey de
Israel. Otro dato a favor del ambiente ultranacionalista familiar.
o "Pablo", especifica el nombre de "Saulo" en un ambiente grecorromano. Lo usa
como nombre propio en todas sus cartas.
 Juventud:
o Se educa según la tradición farisea, probablemente en Jerusalén, único lugar
donde un fariseo se podía educar en el fiel cumplimiento de la Ley.
o Ejerce una profesión manual, posiblemente tejedor de lonas.
o Es un aventajado en lo que él llama "judaísmo". Por este término ("judaísmo")
hemos de entender una forma fanática de vivir la religión judía, de corte
ultranacionalista, que persigue con saña a los miembros de la comunidad judía
que no viven conforme a la Ley.

2.2. Pablo, perseguidor

 Textos fundamentales: Ga 1,13; 1 Cor 15,9; Flp 3,6; He 8,3; 22,4-19; 26,9-11.

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 "Perseguía e intentaba destruir a la Iglesia de D’os".


 A mediados de los años '30, comienza una persecución contra los mesiánicos
procedentes del judaísmo de lengua griega, sobre todo en Jerusalén. A ellos se les aplica
la legislación vigente en la sinagoga contra los disidentes: azotes, burlas, salivazos,
llegando en ocasiones a la lapidación.
 Pablo participa en esa "persecución", que él considera como obligación de un fiel
seguidor del "judaísmo".

3. La conversión, y primeros años (35 - 45 d.C.)

3.1. La conversión

 Alrededor del año 34/35 d.C.


o No es correcta la visión del Pablo pre-mesiánico que presenta Lutero, como
asaltado por remordimientos y con desasosiego por no poder cumplir la Ley, a
quien sólo el encuentro con Mesías y con la gracia que el Padre ofrece a través de
él, no teniendo en cuenta nuestros pecados y liberándonos de la Ley, habría
liberado de ese peso de su conciencia. Esos pasajes de Ro. 5-8 no tienen sentido
autobiográfico, como una "confesión" psicológica, sino que reflejan la novedad
del evangelio del Mesías en todo ser humano, en sentido teológico. Todo lo
contrario. En Fil. 3,5-6 Pablo se presenta como cumplidor celoso de la Ley, y
contento por ser judío.
 ¿Qué supuso entonces para Pablo el encuentro con él Mesías? "Todo aquello lo
consideré basura comparado con el conocimiento del Mesías Yeshúa, mi Señor" (Fil. 3,7-
8). Descubrió la gracia que D’os ofrece a todos por la fe en Yeshúa, y no por pertenece al
pueblo judío (lo que él llama "obras de la Ley"). c
o Los relatos de Hechos de los Apóstoles (Hch. 9. 22- 26) escenifican este
acontecimiento, tomando como modelo los relatos de apariciones de Dios a
profetas en el Antiguo Pacto.
o En las cartas, este acontecimiento aparece como "ver a Yeshúa", o como que
"D’os reveló a su Hijo en mí" (Ga).
 Lugar: Damasco. Este dato no aparece en las cartas, por lo que algunos estudiosos lo han
puesto en duda. Sin embargo, la expresión "después volví otra vez a Damasco" de Ga
1.17 podía dar a entender una vinculación

3.2. Primeros años

 Seguimos especialmente Ga 1,15-24, y He 9 y 13.


 Estancia en Damasco, en tiempos del rey Aretas:
o Textos: "Volví a Damasco" (Ga 1.17). "Los discípulos, tomándole de noche, le
bajaron por la muralla descolgándole en una espuerta" (Hch. 9,25). "En Damasco,
el gobernador del rey Aretas puso guardias en la ciudad de los damascenos para
prenderme, y por una ventana, fui descolgado por el muro..." (2 Co. 11,32)
o Aretas: rey nabateo, que muere en el 39 d.Y. Antes de esa fecha, por tanto,
sucedería la "conversión" de Pablo (año 34/35)
 Estancia en Arabia. "...y luego a Arabia" (Ga. 1,17). Arabia es la región de reino nabateo.
Territorio pagano. No es del todo correcta la presentación de Pablo como pasando en
Arabia un periodo de reflexión o "ejercicios espirituales".

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 Es mejor suponer que en Arabia, nada más conocer al Mesías, se dedicó con todas sus
fuerzas a cumplir el encargo que el Padre le había hecho: anunciar a su Hijo a los
paganos.
 A los tres años, Jerusalén. "Pasados tres años subí a Jerusalén, para conocer a Cefas" (Ga.
1,18). En el relato de Hch., (Hch. 9,26-29) inmediatamente después de su conversión,
Bernabé presenta a Pablo a los apóstoles de Jerusalén. La versión que da Pablo en Ga. es
distinta. Según él, mantiene un encuentro privado únicamente con quien todos conocen
ya como "Cefas", y ha esperado para ello tres años. A Pablo le interesa demostrar en Ga.
que su apostolado no tiene su origen en un encargo especial de los dirigentes de
Jerusalén, sino en la llamada del Señor Yeshúa.
 Siria y Cilicia. Posiblemente, vuelve a Tarso. De allí, a Antioquía de Siria, donde colabora
con Bernabé en esa comunidad, la primera comunidad verdaderamente "ecuménica",
porque agrupa a mesiánicos procedentes del judaísmo y del paganismo.

4. Primer viaje misionero (45 - 47 d.C.)

4.1. Circunstancias favorables a la misión

 Toda la cuenca del Mediterráneo se engloba en una única entidad política, el recién
creado imperio romano, lo que facilita los contactos entre Oriente y Occidente, y los
movimientos de personas. Esta circunstancia, sin duda, contribuyó a la expansión del
mesianismo en el siglo I. En esa época, la población del imperio se agrupa
fundamentalmente en ciudades; el mesianismo, que nace como fenómeno urbano,
encontrará un medio favorable para su expansión.
 La apertura del Mediterráneo posibilita nuevas rutas de comunicación:
o Calzadas terrestres, sobre todo la "Vía Egnatia" (que une Roma con la actual
Turquía, pasando por los Balcanes y Macedonia). En Anatolia (Turquía), una
tupida red de vías une las principales ciudades de ese poblado territorio.
o Vías marítimas. El Mediterráneo del siglo I es un espacio completamente abierto
a la navegación, surcado por rutas comerciales, que recorren los numerosos
puertos de la cuenca.

4.2. Historicidad

 Desde Antioquía, y movido por su pasión por anunciar al Mesías, allí donde no era
conocido, Pablo emprende una incansable peregrinación apostólica por amplias
regiones de Anatolia y Grecia. El relato de Hechos de los Apóstoles presenta este
itinerario, que la interpretación clásica ha dividido en "tres viajes":
o Primer viaje: He 13,1-14,28.
o Segundo viaje: He 15,36-18,22.
o Tercer viaje: He 18,23-21,14.
 El relato conserva datos sobre los lugares recorridos, la duración de la estancia en cada
uno de ellos, y los colaboradores de Pablo en su labor.
 Muchos de estos datos concuerdan con los aportados por las cartas. Hechos suministra
el cuadro topográfico en el que se desarrolla la actividad misionera de Pablo, y podemos
aceptar su presentación con bastante confianza.

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 Sin embargo, debemos tener en cuenta que el relato de Hechos refleja también la
elaboración personal de su autor. Las narraciones sobre la actuación de Pablo en las
ciudades que recorre obedecen en muchos casos a un esquema estereotipado y
uniforme. Al autor le interesa desarrollar sobre todo su idea teológica madre: Pablo ha
cumplido el encargo de Yeshúa de anunciar el evangelio en los confines de la tierra, a
partir de Jerusalén y unido a la comunidad de Jerusalén.
o El autor, por ejemplo, acentúa la vinculación de Pablo con Jerusalén, de acuerdo
con su teología del apostolado. Quizá por esto muchas "visitas" de Pablo a la
Ciudad Santa obedezcan a la elaboración personal del autor, más que a
acontecimientos históricamente sucedidos. Por ejemplo, en Hch. 18, 21-28 Pablo
interrumpe su estancia en Éfeso para hacer un viaje relámpago a Antioquía y
Jerusalén, y vuelve a recorrer otra vez las iglesias de Asia, para volver otra vez a
Éfeso. Se trata de un viaje largo, del que el autor sin embargo no da ningún
detalle.

4.3. La evangelización de Asia (Anatolia, actual Turquía)

 Desde Antioquía de Siria, Pablo y Bernabé saltan a Chipre, y de ahí a Asia. El relato de
Hch. 13,1-14,28 nos enumera el elenco de ciudades recorridas por el interior. Pablo
establece comunidades en muchas de ellas. Debe salir a toda prisa de todos esos lugares
por las insidias de los judíos, que le impiden anunciar el evangelio con libertad.
 Es posible que en este viaje se produjera la evangelización de la región de los Gálatas, a
la que alude Ga .4.13-14. Según este pasaje, Pablo sufrió una enfermedad durante su
estancia entre ellos, lo que le dio ocasión para testimoniar en su propia persona la
debilidad y la fuerza de la cruz que acompaña al evangelio.
 Tras ese recorrido, Pablo y Bernabé vuelven a Antioquía.

5. El Concilio-encuentro de Jerusalén (48/49 d.C.)

5.1. Los acontecimientos, según Hch. 15

 Surge un conflicto en la Iglesia de Antioquía sobre la circuncisión de los mesiánicos


procedentes del paganismo (étnico-mesiánicos): ¿tienen que hacerse judíos, y por tanto,
circuncidarse, para poder recibir el bautismo e incorporarse a la Iglesia?
 La comunidad de Antioquía envía Pablo y Bernabé, junto con Timoteo, a Jerusalén a que
resuelvan el problema.
 En Jerusalén, algunos judío-mesiánicos (mesiánicos procedentes del judaísmo) plantean
el problema, que Pedro y Santiago resuelven a favor de la libertad de los étnicos
mesiánicos: no deben circuncidarse.
 Los apóstoles y toda la Iglesia de Jerusalén envían una carta por medio de Pablo y
Bernabé, devolviendo la paz a la Iglesia de Antioquía.
 La carta, sin embargo, contiene las "cláusulas de Santiago", ordenando abstenerse de la
sangre, de la fornicación (=idolatría), las carnes estranguladas (con sangre), y
dedicadas a los ídolos.

5.2. Los acontecimientos, según Ga 2

 Pablo vuelve a Jerusalén "catorce años después" de su primera visita, con Bernabé y
Tito.

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 Allí se encuentra con los "principales" de esa Iglesia (es decir, Pedro, Santiago y Juan) y
con la oposición de los "falsos hermanos" a lo que él llama "la libertad del evangelio".
 Los "principales" respaldan la acción de Pablo (incorpora paganos a la Iglesia sólo por
medio del bautismo, sin la circuncisión), no le imponen ninguna restricción, y sólo le
piden que se acuerde de la "colecta por los pobres".
 En Antioquía, sin embargo, surge el problema: Pedro, influido por esos "falsos
hermanos", rechaza a los étnico-mesiánicos en la mesa de la comida, lo cual es un signo
de que se ha roto la comunión dentro de la Iglesia. Pablo, delante de todos, le echa en
cara su actuación. Se produce la ruptura incluso con Bernabé.

5.3. Diferencias entre el relato de Hch. 15 y Ga. 2

Hechos 15 Gálatas 2

Lugar del conflicto Jerusalén y Antioquía Antioquía

Momento del conflicto Después del "acuerdo" Antes del "acuerdo"

Acompañantes de Pablo Bernabé y Timoteo Bernabé y Tito

Con quién se encuentra Los apóstoles, los presbíteros, Los "principales"


Pablo en Jerusalén y toda la Iglesia (Pedro, Santiago y Juan)

Las cláusulas de la carta de Nada. Sólo la "colecta a


Qué le imponen a Pablo
Santiago los pobres"

 Estas diferencias se deben a la diferente época en que se componen, y los diferentes


problemas que abordan:
o Gálatas 2: se escribe en la década de los '50. Se plantea la incorporación de los
étnico-mesiánicos a la Iglesia.
o Hechos 15: se escribe en la década de los '80. Los étnico-mesiánicos ya están
incorporados a la Iglesia. Ahora el problema es que los judío-mesiánicos no
aceptan esa incorporación, y amenazan con abandonar la Iglesia. Las "cláusulas
de Santiago" reflejarían las condiciones que hubieran sido aceptables por los
judío-mesiánicos para incorporar a los étnico-mesiánicos.

5.4. Resultado del encuentro de Jerusalén

 Pablo ve confirmados:
o Su método misionero: incorporar a los paganos a la Iglesia sin obligarlos a la
circuncisión, sólo por la fe en Jesucristo y el bautismo
o Su carácter de apóstol legítimo: los "dirigentes" de Jerusalén aceptan la
legitimidad de su apostolado, porque "el mismo D’os que constituyó a Pedro
apóstol de los judíos, me constituyó a mí apóstol de los paganos" (Ga 2,8).

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 Pero al mismo tiempo, tal como se plantea el conflicto, estos sucesos plantean una
ruptura, que con el tiempo se irá agravando:
o Entre Pablo y los que él llama "los de Santiago" (cf. Ga 2,12), que posiblemente
sean los que él también llama "los falsos hermanos" (Ga 2,4), que seguirán
oponiéndose al método misionero de Pablo, y que se lanzarán a una contra-
misión por todas las comunidades paulinas, sembrándolas de sospechas contra
el mismo Pablo.
o Entre Pablo y el mismo Bernabé, que "se vio arrastrado" por los de Santiago (cf.
Ga 2,13), y posiblemente entre Pablo y su comunidad de Antioquía.
 He 15,39 plantea la separación entre Pablo y Bernabé como una discusión
sobre la conveniencia o no de llevar a Juan Marcos, sobrino de Bernabé.
Pero a la luz de Ga 2,13, podemos suponer que la separación entre Pablo y
Bernabé se debió a motivos más profundos, relacionados con el método
misionero.
 Una vez confirmado en su apostolado y en su método, Pablo se lanza a cumplir su gran
proyecto misionero de evangelizar Asia y las regiones de Grecia.

6. Segundo viaje misionero (49- 52 d.C.)

6.1. Otra vez en Asia

 Sin Benabé, y con la compañía de Silas (el "Silvano" de las cartas) y de Timoteo, Pablo
recorre los territorios de Asia evangelizados en su primer viaje misionero.
 Llegan hasta Tróade, ciudad portuaria en el extremo occidental de la Anatolia, y de ahí
decide pasar a Europa.

6.2. De Filipos a Atenas

 Filipos: colonia romana, capital de Macedonia. Allí tiene dificultades con el ambiente que
rodea a la comunidad, el "combate" al que alude en Flp 2,30. De allí tomará la "Vía
Egnatia", que recorre Macedonia y Grecia de este a oeste.
 Tesalónica: Funda una comunidad, pero debe huir precipitadamente por la campaña
desatada por los judíos, y marcha a Berea. Allí abandona el trazado de la "Vía Egnatia", y
camina hacia el sur, hacia los territorios de Acaya.
 Atenas: Breve estancia en aquella ciudad, que ya no tiene el esplendor de tiempos
pasados. He 17 recoge el famoso discurso de Pablo en el Areópago. No hay noticias de
que estableciera una comunidad en Atenas. De allí marcha a Corinto.

6.3. Corinto

 Corinto, en el istmo de Corinto, ciudad doblemente portuaria (Corinto y Cencreas), con


gran actividad comercial y deportiva (juegos ístmicos), muy poblada, con fama de
"costumbres licenciosas".
 Pablo pasa en Corinto un año y medio, fundando una comunidad viva, rica en carismas,
que sin embargo tiene que enfrentarse a numerosos problemas de unidad interna y de
acomodación al ambiente contrario. Posiblemente Pablo tenga idea de constituir esa
comunidad como centro de su actividad misionera en territorio griego.

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 En Corinto entra en contacto con Prisca (o Priscila) y Aquila, un matrimonio judío huido
de Roma tras el decreto de expulsión de Claudio. A su vez, Prisca y Aquila, en Éfeso,
incorporan a Apolo, judío alejandrino instruido en la Escritura. Animan a Apolo a que
vaya a Corinto, donde contribuye a la consolidación de esa comunidad.
 La estancia de Pablo en Corinto coincide con el proconsulado de Galión (cf. He 18,12-
17). En el templo de Apolo en Delfos se encontró una inscripción con un fragmento de
una carta del emperador Claudio a Galión, que se puede fechar en el año 52. Este dato
sirve para fechar la estancia de Pablo en Corinto desde finales del 50 ó principios del 51,
hasta la primavera o verano del 52.
 Desde Corinto escribe la Primera Carta a los Tesalonicenses, animando a esa comunidad,
que ha tenido que abandonar de forma precipitada por los conflictos con los judíos.

7. Éfeso (52/53 - 55/56 d.C.). La crisis de las comunidades

7.1. La comunidad de Éfeso

 De Corinto marcha a Éfeso, gran metrópoli, capital del Asia occidental, ciudad del culto a
Artemisa, donde funda una comunidad que sirva como centro evangelizador de toda
Asia.
 Allí permanece durante dos años y medio o tres años.
 Desde Éfeso Pablo sigue ejerciendo su autoridad sobre sus comunidades, a través de
visitas personales, cartas, o mediante sus intermediarios (Apolo, Timoteo, Tito).
 En este periodo de Éfeso debemos situar la redacción de las cartas a los Filipenses,
Filemón, Gálatas, y gran parte de las dos cartas a los Corintios.

7.2. La prisión de Pablo en Éfeso

 Hechos de los Apóstoles no menciona una prisión de Pablo en Éfeso. Sin embargo, los
autores modernos postulan que Pablo sufriría una prisión en esa ciudad, que incluso
hubiera puesto en peligro su vida. Las razones son las siguientes:
o He 19,23-39 menciona el tumulto de los plateros de Éfeso, enfadados por Pablo
porque ven peligrar el culto de Artemisa, y su negocio de estatuilla de la diosa.
o 2 Cor 1,8 habla de "la tribulación sufrida en Asia".
o 1 Cor 15,32 dice que "en Éfeso luché contra las fieras".
o El tono que emplea en las llamadas "cartas de la cautividad" (Fl y Fil) parecen
dar a entender una cierta proximidad geográfica de Pablo en prisión con esas
comunidades. Esta proximidad geográfica es más difícil de entender si Pablo está
prisionero en Roma. Por eso Éfeso, lugar relativamente cercano a Filipos y
Colosas, puede ser bien ese lugar de la prisión.
 Si Pablo, entonces, sufre prisión en Éfeso, podemos situar en esta ciudad y en esta época
la redacción de las llamadas "cartas de la cautividad": Filipenses y Filemón.

7.3. La crisis de las Iglesias paulinas

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 Al mismo tiempo que Pablo extiende su actividad misionera por amplios territorios, una
crisis se extiende por las antiguas comunidades fundadas por él, que sin embargo no
afecta a todas las comunidades por igual. Esta crisis afecta a la unidad y dinamismo de
las comunidades, y de forma especial mina la misma legitimidad de Pablo ante sus
propias comunidades.
 La causa de esta crisis es doble:
o Interna: la "contra-misión" de "los de Santiago", que tienen su base en Jerusalén,
que pone en duda el apostolado de Pablo, ha echado raíces en muchas
comunidades paulinas.
o Externa: las dificultades que tienen esas comunidades para enfrentarse a un
ambiente social desfavorable al cristianismo, provocado por las comunidades
judías o por el paganismo.
 Pablo enfrenta esta crisis:
o Por medio de cartas que dirige a esas comunidades.
o Por medio de los colaboradores (Tito, Silvano, Timoteo), a quienes envía a esas
comunidades para que pongan orden.
o Por medio de visitas personales del mismo Pablo.
 Tenemos constancia de que esta crisis afecta a las comunidades de:
o Filipos: sobre todo por las dificultades surgidas en el ambiente. La autoridad de
Pablo no es discutida en esa comunidad, que mantiene vínculos estrechos con él.
Pablo les dirige su carta a los Filipenses, advirtiéndoles del posible peligro de los
"falsos hermanos".
o Galacia: La crisis es más fuerte, porque sí parece haber tenido éxito la "contra-
misión" de los judaizantes de Jerusalén. Está en peligro la autoridad de Pablo en
esa comunidad, pero con ella también peligra la misma fidelidad de los Gálatas al
evangelio anunciado por Pablo. Éste les escribe una dura carta, la carta a los
Gálatas.

o Corinto:
 Esa comunidad rica, en la que abunda el gozo del Espíritu y los carismas,
sin embargo tiene una crisis profunda, que se manifiesta en la
fragmentación eclesial, y en desórdenes de tipo moral.
 Podemos reconstruir la evolución de la crisis a través de la abundante
correspondencia que se nos ha conservado, dos largos escritos que
llamamos primera y segunda Cartas a los Corintios.
 Para atajar la crisis, Pablo les dirige una carta, mencionada en 1 Cor 5,9
que sin embargo se nos ha perdido.
 En la primera mitad del año 56 les dirige otra carta, que es la nuestra
Primera Carta a los Corintios. Pero esa carta no logra los efectos deseados.
 Pablo envía a Timoteo a Corinto, quien vuelve trayéndole malas noticias.
 Pablo realiza una visita relámpago a Corinto, durante la cual él mismo o uno
de sus colaboradores fue gravemente ofendido por un miembro de la
comunidad, sin que los demás reaccionaran. Parece también claro que Pablo
tuvo que interrumpir esta visita, que califica de "amarga" (2 Cor 2,1), y
regresó a Éfeso muy abatido. Desde allí les envió una carta "en medio de
muchas lágrimas" (2 Cor 2,3-4), apasionada y conmovedora a la vez, llena de
emoción y severidad.

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 La carta y la habilidad de Tito hacen entrar en razón a la comunidad rebelde.


Pablo recibe en Macedonia la buena noticia del cambio de actitud de los
corintios, cuando se dirige personalmente a Corinto. Pablo, lleno de alegría
por esas noticias, les escribe de nuevo, desde Macedonia, a finales del 57,
para congratularse con ellos y preparar su tercera visita a la ciudad.

8. La crisis en Corinto. Última estancia en Macedonia y Acaya (invierno 55/56 ó 56/57 d.C.)

8.1. Desarrollo y gestión de la crisis

 La carta que Pablo escribió a los cristianos de Corinto en la primavera del año 56, y que
conocemos como la primera carta a los Corintios, no obtuvo el éxito deseado. Si no toda, al
menos una parte importante de la comunidad de Corinto, instigada por unos pretendidos
representantes de los apóstoles de Jerusalén que habían llegado a Corinto, rechaza la
autoridad de Pablo, al que se hace blanco de una sarta de acusaciones, insultos y
calumnias.
 En el verano del 56, Timoteo, que ha sido testigo presencial de esta marejada antipaulina,
regresa a Éfeso desalentado: las cosas van mal en Corinto. Pablo reacciona con prontitud y
a partir de ese momento se desencadenan una serie de acontecimientos que nos es posible
seguir a través de una lectura atenta de la segunda carta a los Corintios.
 Pablo realiza una visita relámpago a Corinto (segunda visita a esa ciudad) durante la cual él
mismo o uno de sus colaboradores fue gravemente ofendido por un miembro de la
comunidad, sin que los demás reaccionaran. Parece también claro que Pablo tuvo que
interrumpir esta visita, que califica de "amarga" (2 Cor 2,1), y regresó a Éfeso muy abatido.
Desde allí les envió una carta "en medio de muchas lágrimas" (2 Cor 2,3-4), apasionada y
conmovedora a la vez, llena de emoción y severidad.

 La carta y la habilidad de Tito hacen entrar en razón a la comunidad rebelde. Pablo recibe
en Macedonia la buena noticia del cambio de actitud de los corintios, cuando se dirige
personalmente a Corinto. Pablo, lleno de alegría por esas noticias, les escribe de nuevo,
desde Macedonia, a finales del 57, para congratularse con ellos y preparar su tercera visita
a la ciudad.

8.2. Tercera visita a Corinto (57 d.C.). Nuevos planes evangelizadores

 En el 57 Pablo realiza su proyectada visita a Corinto para reconciliarse con esa


comunidad. Parece ser que ahora sí que se soluciona la crisis, o al menos hasta el punto
de que Pablo puede plantearse nuevos horizontes evangelizadores.
 En concreto, cree que en la zona oriental del Mediterráneo la evangelización ya cuenta
con una red de comunidades que se valen por sí solas, y que ya es hora de intentar lo
mismo en la zona occidental del imperio romano: Hispania, Galia e Italia.

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 Desde Corinto escribe la carta a los Romanos, en el año 57, para preparar su visita a esa
comunidad. Pablo no ha fundado esa comunidad, pero cree necesario visitarlos y
escribirles, porque se da cuenta del papel cada vez más importante que esa iglesia tiene
dentro del movimiento cristiano. Les previene de los posibles ataques contra su
persona, que podrían arruinar su actividad misionera en occidente. De ese modo,
prepara su escala en Roma de camino para Hispania.
 Pero antes de ir a Roma, piensa pasar por Jerusalén, y llevar la "colecta para los pobres"
que con tanta insistencia le urgieron los "principales de Jerusalén", y que él ha ido
recogiendo de forma generosa entre sus comunidades. Es un viaje que él entrevé que
será delicado, porque la colecta es un signo de comunión eclesial. Pablo desea de todo
corazón que esa colecta sea aceptada por los de Jerusalén, porque supondría otro
espaldarazo a su actividad misionera. Pero teme que "los de Santiago", que ya han
actuado con cierto éxito en el pasado, empleen toda la artillería pesada en su propio
feudo, y que tengan preparado un recibimiento airado contra él. Teme que la colecta no
sea bien recibida, y por eso les ruega a los romanos que recen para que esto no sea así
(cf. Rm 15,30-32).

9. Jerusalén y Roma. Final de la vida de Pablo (57 - 63 d.C.)

9.1. Relato del viaje y arresto en Jerusalén según Hechos de los Apóstoles

 El arresto de Pablo en Jerusalén no tiene testimonio en el epistolario paulino auténtico.


Debemos examinar, pues, el relato de la segunda fuente, Hechos de los Apóstoles.
 Según el relato de Hechos de los Apóstoles, desde Grecia Pablo se embarca rumbo a
Mileto (Asia Menor), y de ahí a Cesarea Marítima. Desde Cesarea llega hasta Jerusalén.
 En Jerusalén tiene un encuentro con Santiago (He 21), quien le advierte de las
asechanzas de los judíos. Le recomienda a Pablo que, con el fin de no levantar sospechas
de ir contra la religión judía, pague el voto de nazareato de cuatro judeocristianos.
 Lucas no menciona la colecta que Pablo ha ido recogiendo en sus comunidades, y que en
principio es el motivo que le lleva a ir a Jerusalén. Sin embargo, podemos suponer que
Lucas está enterado, porque en la comparecencia de Pablo ante el procurador Félix, le
hace decir: "Después de muchos años he venido a traer limosnas a mi nación y a
presentar ofrendas" (He 24,27). Lucas conoce, pues, que Pablo ha ido a Jerusalén con
una fuerte suma de dinero, y conoce cuál es su procedencia: sus comunidades.

 ¿Qué ocurrió con la colecta? Podemos suponer que Santiago y los suyos no la aceptaron,
tal como temía Pablo en Rm 15,30-32. Aceptarla les hubiera supuesto, a los ojos de los
intransigentes judaizantes, que compartían la línea misionera de Pablo, y les hubiera
puesto en un aprieto. El relato del arresto de Pablo en el Templo nos hace sospechar que
las cosas no sucedieron como Pablo había querido.
 Los judíos acusan a Pablo de haber introducido en el Templo a un pagano. Se organiza
un tumulto, y Pablo se salva del linchamiento por una intervención de la autoridad
romana. Su prisión preventiva se convierte en un proceso de acusación.

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9.2. De Jerusalén a Roma

 El relato lucano de Hechos contiene una espléndida narración sobre el traslado de Pablo
desde Jerusalén hasta Roma.
 De Jerusalén es trasladado a Cesarea Marítima, capital del protectorado romano. Allí
Pablo apela al César para que juzgue su causa en Roma, y por ello el gobernador Festo lo
remite al César.
 El traslado se demora durante dos años. Por fin se embarca hacia Roma, bien
custodiado. El relato lucano de la travesía guarda semejanzas con otros relatos de
navegación de la historiografía helenística. Pablo incluso sufre naufragio en Malta, lo que
le da ocasión de mostrar sus dotes de hombre de D’os.
 Por fin llega a Pozzuoli, y de allí a Roma. En esta ciudad goza de una relativa libertad
vigilada, lo que le permite hablar del Reino de D’os. El relato de Hechos se interrumpe
en este lugar, quizá porque para el autor con la llegada de Pablo a Roma, los confines del
mundo, ya se ha cumplido el programa evangelizador ordenado por Jesús antes de subir
al cielo.

9.3. Martirio de Pablo en Roma

 Este "final feliz" de la vida de Pablo que nos pintan los Hechos de los apóstoles no
corresponde con las noticias sobre el martirio de Pablo, que sabemos por otras fuentes
(2 Tim, Carta de Clemente, Hechos de Pablo), y que el mismo Lucas parece conocer (cf.
He 20,22; 21,10).
 Tras los dos años de prisión relativa en Roma, se reanudaría el proceso contra Pablo,
quien sería ajusticiado en Roma bajo el reinado de Nerón, en una fecha imprecisa
durante los primeros años de la década de los 60. Probablemente, en el año 63 d.C.,
antes del incendio de Roma. Su sepulcro se venera en la Vía Ostiense en Roma,
atestiguado por Eusebio de Cesarea (s. V), que a su vez recoge el testimonio de Cayo el
Presbítero (siglo II-III)
 ¿Viajó Pablo a Hispania? En Rm 15,24 manifiesta sus deseos de llegar hasta Hispania.
Los Hechos de Pablo y Tecla (siglo II) y Eusebio de Cesarea (siglo V) lo refieren. Ahora
bien, en ese caso Pablo hubiera sufrido dos prisiones en Roma, en medio de las cuales
habría tenido tiempo de ir a España. No tenemos datos al respecto. La mayoría de los
autores se inclina a negar esta posibilidad, aunque no hay una solución concluyente.

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