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Biografías de los Patriarcas: Abraham, Isaac, Jacob y José

Presentado por: Carole Vanessa Tamayo García

Abraham (Génesis 12-22)

Abraham es el primero de los tres patriarcas del judaísmo, considerado siempre como
un modelo de hombre justo. El relato de su historia puede leerse en el libro del Génesis,
en el cual se dice que nació en 1813 a. C. en Ur de Caldea, hoy desaparecida,
actualmente conocida como Irak y murió en 1638 a.C. en Hebrón a la edad de 175
años y parece ser que su tumba, lugar de peregrinación durante muchos siglos, se
encuentra en la caverna de Makpelá, al este de Mamré.
En la Biblia se narra que en un comienzo se llamaba Abram, que proviene de las
partículas hebreas Ab, que significa padre, y Ram, que significa alto o excelso. Era hijo
de Taré, décimo descendiente de Noé por la rama de Sem; y tuvo dos hermanos:
Nacor y Harán. Esposo de Sara (Sarai), tío de Lot y padre de Ismael (con Agar) e Isaac
(con Sara).

Taré viajó con sus hijos y las familias de estos desde Ur hasta Canaán, donde se
asentaron en Harán, Mesopotamia, donde murió Taré a los 205 años de edad. Dios le
encomendó a Abraham buscar el país indicado, en el cual él y sus descendientes
fundarían el gran pueblo. Así Abraham, junto con su familia, emprende un viaje
pasando por Siquem y luego Neguev hasta llegar a Egipto. Algunos arqueólogos
sostienen que tal travesía era realizada por varias tribu desde la parte sur del Cáucaso
hasta el este europeo y el mediterráneo, pues el nomadismo todavía estaba en vigor.

A raíz de una época de hambre, Abraham se trasladó a Egipto, donde dice que Sarai
es su hermana y no su esposa. Gracias a ella, el faraón le otorga a Abraham toda
clase de animales para ganarse su amistad; pero este es maldecido por Dios. Al darse
cuenta, el faraón le reclama a Abraham, el faraón le destierra junto a su familia de
Egipto.

Tras estos hechos, Abraham y su familia, entre los cuales estaba su sobrino Lot, hijo
de su hermano Harán, regresaron a la región de Hai, en Canaán. Aquí vivieron cierto
periodo de tiempo hasta que los pastores de Abraham y los de Lot se enemistaron.
Para solucionar la discordia, ambas partes se dividieron la tierra, y Lot fue a las
cercanías de las ciudades de Sodoma y Gomorra, al este del río Jordán; por su parte,
Abraham se estableció en la llanura de Mamré, cerca de Hebrón, y allí construyó un
altar, donde Dios le prometió que la tierra de Canaán sería para él y para sus
descendientes y que serían tan numerosos "como el polvo de la tierra".
Sin embargo, el territorio de Lot sería invadido y este sería capturado. Entonces
Abraham juntó a sus hombres y los persiguió hasta Damasco, donde pudo derrotarlos
y salvar a su sobrino. Cuando volvía de la derrota, le salió al encuentro
Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, quien sacó pan y vino y
bendijo a Abraham. Así mismo, Abraham le dio a Melquisedec los diezmos de
todo. Melquisedec significa primeramente «rey de justicia», y también «rey de Salem»,
esto es, «rey de paz».

Su esposa Sara no había concebido hasta entonces; ésta al saberse estéril, le entrega
a Abraham a su esclava, Agar, con quien tiene a Ismael. Poco después, Dios volvió a
visitar a Abraham en Mamré y le prometió un hijo de la propia Sara, ella se rió al oírlo,
puesto que tenía ya 90 años, pero Dios cumplió su promesa y Abraham fue padre de
Isaac cuando tenía 100 años. Isaac nace en la tierra de Gerar, donde Abraham se
estaba hospedando por un pacto que tenía con el rey Abimelec. Después del
nacimiento de Isaac, Agar fue expulsada de la casa y marchó con su hijo Ismael al
desierto, donde se instalaron. Además, Dios le comunica que su hijo Ismael también
formará una gran nación.

Años después, Dios quiso probar la obediencia de Abraham y le mandó que le ofreciera
en sacrificio a Isaac. El patriarca aceptó el mandato, pero en el último momento, Dios
le ordenó que detuviera el sacrificio y estableció una alianza con él: le prometió las
tierras de Canaán para él y su descendencia. El símbolo de esta alianza fue
la circuncisión.

Al morir Sara a los 127 años, Abraham compró un sepulcro en la cueva de Macpela,
en Hebrón, y allí la sepultó. Luego Abraham se casa con Cetura y tiene seis hijos:
Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Finalmente, Abraham muere a los 175
años y es enterrado en Hebrón, en la misma tumba donde estaba enterrada Sara y el
resto de su familia (Isaac, Jacob, Rebeca y Lea), a éste lugar se le conoce como
Tumba de los Patriarcas (ubicada en Macpela).

Es importante resaltar que, Abraham no sólo es una figura importante en la religión


judía, también lo es en las religiones cristiana e islámica. Pablo y los demás escritores
del nuevo testamento, se oponen a la creencia de que solamente los descendientes
carnales de Abraham están llamados a la salvación en el día del Juicio Final. Según
ellos, la promesa que hizo Dios a Abraham no se limita al pueblo judío, sino que Dios
extiende su pacto con los gentiles a través de una filiación espiritual. En cuanto a la
religión islámica, se la denomina «Millat Ibrahim», que significa «religión de Abraham»
pues en el islam se considera a Abraham como un precursor religioso de Mahoma.

Un rasgo recurrente de la historia de Abraham es la Alianza entre Dios y él, que se


reitera y reafirma varias veces. Cuando a Abraham se le dice que abandone la ciudad
de Ur, el Señor le promete «Yo haré de ti una nación grande».
Isaac (Génesis 24-26)

Patriarca bíblico, hijo de Abraham y de Sara. Nació hacia el año 1896 a.C., cuando su
padre tenía 100 años y su madre 90 años. Isaac que en hebreo significa «él que hace
reír», nació en Canaán, antigua región del Oriente Próximo situada entre el mar
Mediterráneo y el río Jordán.

Isaac es hermano por parte de padre de Ismael, cuya madre fue Agar, una esclava
egipcia. Según la tradición bíblica el embarazo de Sara fue prometido por Dios (Gén.
17, 19 y 21) a Abraham como señal de que las bendiciones que le otorgó en un
principio tendrían su continuidad en Isaac, heredero de la Alianza, sellando con el
pacto la elección del pueblo judío como receptor de la ley divina. Al octavo día de su
nacimiento, Isaac fue circuncidado y consagrado a Dios.

Los acontecimientos de su vida se relatan en el libro del Génesis desde el capítulo 21


al 28, siendo uno de los episodios más controvertidos y conocidos de la Biblia, el que
relata que Dios exigió a su padre construir un altar para sacrificarle. De acuerdo con la
Biblia, Dios exigió que Abraham sacrificase a su hijo Isaac, petición a la que accedió;
después de atarle al altar y con el cuchillo en la mano para matarlo, un ángel de Dios
impidió que siguiera adelante. En cambio, se le pidió que sacrificara un cordero.

La vida de Isaac se desenvolvió en un ambiente sedentario, pues se dedicó a la


agricultura y a la ganadería, actividad con la que incluso llegó a ser rico. Poco antes
de que cumpliera cuarenta años (Génesis 25:20), su padre Abraham envió a su
mayordomo Eliezer, a Mesopotamia para encontrarle una esposa, éste eligió a la
aramea Rebeca. Isaac se casó con Rebeca, hija del arameo Betuel. Tras años sin
descendencia Rebeca dio a luz a mellizos, Esaú y Jacob; Isaac tenía sesenta años
cuando nacieron sus hijos.

Durante un periodo de carencias, Isaac emigró hacia Gerar y firmó un tratado de paz
con el rey filisteo Abimelec. Más tarde vivió en Beerseba, donde renovó la alianza con
Dios.

La preferencia de Isaac por Esaú, su hijo primogénito, dio lugar al episodio del engaño
de Jacob. El patriarca envejecido y ciego llamó a Esaú y le ordenó que le consiguiera
un poco de carne de venado para recibir su bendición. Mientras estaba cazando, su
hermano Jacob, engañó a su padre haciéndose pasar por Esaú obteniendo así la
bendición y convirtiéndose en el heredero principal de Isaac. Según Génesis 25: 29–
34, Esaú había vendido previamente su primogenitura a Jacob por "un plato de
lentejas".
La Biblia dice que por ésta bendición, los doce hijos de Jacob fundaron las doce tribus
de Israel entre las que Dios repartió la Tierra Prometida, es decir, la tierra de Canaán,
tras el regreso de Egipto. De hecho, bajo el prisma bíblico, el patriarca Isaac es una
figura poco destacada, siendo lo más importante a destacar como la transición entre
su padre Abraham y su hijo Jacob.

Isaac falleció en Hebrón, Palestina y fue enterrado en la tumba de Macpela donde


fue enterrado su padre Abraham y su madre Sara.

Jacob (Génesis 27-36)

Jacob es uno de los patriarcas del antiguo judaísmo y el padre de lo que serían las
doce tribus de Israel. Su nombre hebreo deriva de Ya-aqob “suplantar” o “burlar” y
surge de los detalles de su vida. En griego, es “Iakobos”, se latinizó a “Jacob”. En el
relato bíblico, se nos dice que su nombre proviene de aqev “talón”. Posteriormente su
nombre fue cambiado por Dios a “Israel”.

Cuando Rebeca estaba embarazada, sufrió dolores en el vientre; por lo que Dios le
dijo: “Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un
pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor”. (Génesis 25:23)

Esaú nació primero y estaba cubierto de vello rojo. Jacob estaba tomado de su tobillo,
en un intento por nacer primero. En el contexto, muchas culturas antiguas practicaban
la primogenitura, lo que significaba que el derecho de sucesión pertenecía al que nacía
primero. Además, sus padres tenían actitudes diferentes para con los dos hijos: Los
niños crecieron, y Esaú se convirtió en un hábil cazador, un hombre del campo,
mientras que Jacob prefería quedarse en casa, entre las tiendas. Isaac, quien gustaba
la carne de caza, amaba a Esaú, pero Rebeca amaba a Jacob.

La pérdida del derecho de nacimiento por parte de Esaú inicia cuando, en un día de
regresó de una expedición de caza que resultó infructuosa, le rogó a Jacob que le diera
un guiso que había cocinado. Jacob se lo ofreció a cambio del derecho de nacimiento,
y Esaú aceptó. Luego, ya viejo y ciego, Isaac le pidió a Esaú que cazara un venado,
para una última comida después de la cual bendeciría a Esaú. Mientras el cazador
Esaú estaba fuera, Rebeca conspiró con Jacob haciendo que este se disfrazara
(vistiendo algunas ropas de Esaú y poniéndose unas pieles de cabra en los brazos).
Jacob debía hacerse pasar por Esaú para recibir así la bendición en el lecho de muerte
de Isaac. Las bendiciones en el lecho de muerte se consideraban talladas en piedra.
Isaac quiso tocar sus brazos porque estaba confundido con la voz, al tocar las manos
y al oler la ropa de Esaú, Isaac le dio la bendición a Jacob.
Cuando regresó a casa, Esaú se indignó por el engaño de Jacob; Isaac no podía
cambiar lo sucedido, pero le dijo a Esaú: “Vivirás por la espada y servirás a tu hermano”
(Génesis 27:39). Rebeca le dijo a Jacob que huyera a Harán, a la casa de su hermano
Labán. La historia de Esaú y Jacob es una de las formas en que se pueden entender
las diferencias y rivalidades entre el reino de Edom y las otras tribus judías.

En su camino a Harán, Jacob tuvo en sueños la visión de una escalera que llegaba
hasta el cielo, con ángeles bajando y subiendo. El sitio donde tuvo la visión se llamó
Bethel, “la casa de Dios”.

Cuando Jacob llegó a Harán, fue al pozo y allí vio a Raquel y se enamoró
inmediatamente. Al pedir su mano a Labán, este accedió con la condición de que Jacob
trabajara para él durante siete años. Jacob aceptó, pero en la noche de bodas, cuando
levantó el velo de la novia, vio que era la hermana mayor, Lea. La hija mayor debía
casarse primero. Labán le ofreció entonces a Raquel, pero Jacob debía trabajar por
otros siete años.

En Jacob y Raquel encontramos una réplica de la tipología de las mujeres estériles y


la intervención divina que tenemos también en la historia de Abraham y Sara. A ellos
se les prometió descendencia, pero eran ancianos y no tenían hijos, Jacob tenía 84
años cuando comenzó a engendrar hijos.

Vemos también una versión antigua de la madre subrogada; Sara ofrece a su esclava,
Agar, para que tome su lugar y, Legalmente, el hijo de Agar era hijo de Abraham y de
Sara. Debido a que Lea no era amada, Dios le permitió concebir hijos, pero Raquel
siguió estéril (Génesis 29:31). Raquel era estéril, por lo que ofreció a Jacob su
sirvienta, Bilha. Raquel tuvo entonces dos hijos propios.

Los hijos de Jacob se convirtieron en las doce tribus de Israel. Ellas son:

Madre Lea Raquel Bilha Zilpa


Rubén José Dan Gad
Simón Benjamín Neftalí Aser
Leví
Hijos
Judá
Isacar
Zebulón
La única hija de la que se conoce el nombre es Dina, hija de Lea. Cuando las tribus
conquistaron y se establecieron en Canaán, la ubicación en las tierras, de buenas a
menos fértiles, la determinaba la madre del hijo; Raquel o Lea, Bilha o Zilpa. Jacob
favoreció a José y a Benjamín porque eran hijos de Raquel y ésta situación luego
ocasionó tensiones familiares que llevaron a los hermanos a vender a José a una
caravana de esclavos que se dirigía a Egipto.

Jacob estaba decidido a regresar a su casa y salió con su familia. Una noche, cerca
del vado de Jaboc, se le apareció un varón de Dios contra el que Jacob luchó hasta el
amanecer. Jacob no pudo ser vencido, pero el varón de Dios tocó la coyuntura del
muslo de Jacob en el tendón de la cadera" (Génesis 32:32), lo que provocó que Jacob
cojeara. Jacob le exigió una bendición y a partir de este momento, Jacob sería llamado
Israel, porque ha "luchado con Dios y con los hombres y... ha vencido" (Génesis 32:28).
Jacob llamó al lugar Peniel "cara a cara", porque "vi a Dios cara a cara, y sin embargo
se me perdonó la vida" (Génesis 32:30). Jacob se encontró con Esaú en la frontera y
los dos hermanos se reconciliaron.

El libro de Génesis cuenta luego la historia de los hijos de Jacob, vendiendo a su


hermano José como esclavo a los egipcios por envidia con su hermano. Lo último que
sabemos de Jacob está en el capítulo final del Génesis (49:1-33), cuando bendice a
sus hijos en su lecho de muerte. Comenzando por el mayor, Jacob les pasa lista,
prediciendo su eventual destino en la tierra de Canaán y más allá. El mayor, Rubén,
fue menoscabado porque había tenido relaciones sexuales con Bilha, su madrastra
(Génesis 49:4). Judá, aunque era el cuarto en la línea, fue elevado: “Judá, tus
hermanos te alabarán… y los hijos de tu padre se postrarán ante ti… el cetro no saldrá
de Judá ni la vara de autoridad de entre sus pies”. (Génesis 49:8-10); el ascenso de
Judá fue importante porque su descendiente, el rey David, fue el rey más importante
del antiguo Israel.

Jacob murió en Egipto. Éste le pidió a José antes de morir que se asegurara de que
sus huesos fueran enviados a la tumba de sus padres en Hebrón. José hizo
embalsamar a Jacob.

José (Génesis 37-50)

José nació en la tierra de Harán. Patriarca hebreo, hijo de Jacob y de Raquel. Su


juventud la pasó en Mamré, cerca de Hebrón, donde se dedicó a la agricultura y a la
ganadería en compañía de su padre y hermanos.
José fue preferido por su padre por ser el primer hijo de su esposa Raquel. José
también tenía sueños en los que aparecía alzado por encima de sus hermanos y
prediciendo lo que iba a suceder en el futuro. Por ser el favorito y quien Jacob quería
que fuese su sucesor, éste le elaboró una túnica de colores que lo distinguía, hecho
que enfureció aún más a sus hermanos, quienes por envidia buscaron entonces una
ocasión para vengarse.

Un día sus hermanos llevaron a sus animales a pastar en un lugar lejano a sus tiendas,
al ver que no regresaban, Jacob envió a José a buscarlos. Sus hermanos, al ver que
venía José, planearon matarlo. Rubén, el mayor, intentó convencerlos de no matarle.
Cuando llegó José lo arrojaron a un pozo de agua vacío y lo tuvieron atrapado hasta
decidir qué hacer con él. Al día siguiente pasó una caravana de mercaderes que se
dirigían a Egipto y los hermanos de José lo vendieron como esclavo. De regreso con
a su casa con Jacob, los hermanos le mintieron a su padre diciendo que solo habían
encontrado la túnica de José llena de sangre de un cordero, para hacerle creer a Jacob
que había sido atacado por un lobo y lo había matado. Jacob lloró la muerte de su
querido hijo José desconsoladamente. Así llegó José como esclavo a Egipto.

En Egipto, José fue vendido como esclavo a un importante funcionario,


llamado Potifar quien, convencido de las buenas cualidades de José al ver que sabía
leer y manejaba los números (enseñado por su padre), llegó incluso a confiarle la
administración de toda su casa. Posteriormente, por engaño de la mujer de Potifar,
quien se fijó en José e intentó seducirle. Al no lograr su objetivo, y sabiendo que José
podría denunciar su adulterio, la esposa de Potifar lo acusó de intentar aprovecharse
de ella, mostrando su manto como prueba. José fue encarcelado.

En la cárcel José se encontró con el copero y el panadero del Faraón, quienes fueron
a parar allí acusados de robar una copa de oro perteneciente al Faraón. Ambos habían
tenido sueños. El copero le contó a José su sueño igual que el panadero. José le
encargó al copero que cuando fuera liberado le hablase de él al Faraón para que fuese
liberado y pudiese volver a su patria. Todo se cumplió según lo predicho por José: al
tercer día, que era el cumpleaños del Faraón, dio éste un banquete a todos sus
servidores; se acordó entonces del copero y del panadero, y decidió restablecer al
primero en su puesto y condenar a muerte. Al verse libre, el copero se olvidó de José.

Dos años después, el Faraón soñó que del Nilo salían siete vacas gordas y hermosas
que se pusieron a pastar en la orilla, pero entonces salieron del agua otras siete vacas,
feas y flacas, que devoraron a las primeras. Luego el Faraón soñó que de una caña
de trigo brotaban siete espigas hermosas y llenas de grano, pero tras ellas brotaban
otras siete espigas, vacías y quemadas por el viento del desierto, que devoraron a las
primeras. El Faraón se encontraba nervioso y atormentado por sus sueños, pero
ninguno de sus adivinos y todos los sabios de Egipto sabía cómo interpretarlos. El
copero se acordó entonces de José y le contó a Faraón lo ocurrido en la cárcel, quién
manda llamar a José, quien interpreta los sueños del Faraón, indicándole que los
mismos anunciaban la llegada de siete años de abundancia y otros siete años de
escasez y hambre. El Faraón lo nombra funcionario al mando de Egipto sólo por debajo
del él. José se casa con una mujer egipcia llamada Nesenet, quien era hija de un
importante sacerdote, la cual le dio por hijos a Manasés y Efraín.

Al llegar la época de escasez en la tierra, Jacob envió a sus hijos a Egipto a comprar
grano porque había escasez en Canaán. José favorece a sus hermanos, a quienes
reconoció sin ser reconocido cuando éstos fueron a Egipto a buscar trigo. Retiene a
Simón y a Benjamín como rehenes, para obligar a sus hermanos a reconocer su error
y se dio a conocer a ellos, llorando tan fuerte que se escuchó hasta la casa del Faraón.

Al enterarse el Faraón de lo sucedido, mandó a decir a José que invitase a Egipto a


Jacob y a su pueblo, pues deseaba regalarles tierras de cultivo en agradecimiento por
cuanto José había hecho por los egipcios. Los hermanos de José volvieron a Canaán,
cargados de regalos de Egipto, y le contaron todo a Jacob; éste, lleno de alegría, partió
con toda su familia rumbo a Egipto. Al encontrase padre e hijo, Jacob se alegró. José
le pidió que se quedara a vivir sus últimos años con él y también que se quedase todo
su pueblo. Él aceptó, con la condición de que los restos mortales fuesen llevados
nuevamente cuando el pueblo regresase a Canaán. Esta es la historia que sirve de
base para explicar la emigración de las tribus de Israel a Egipto, donde serían
esclavizados más tarde, según el libro del Éxodo.

Jacob y su familia vivieron entonces en la tierra de Gosén, un lugar destinado al


pastoreo del ganado en el Alto Egipto, cerca de las ciudad de Ramsés, también
llamada Avaris, ciudad que fuera la capital de las dinastías hicsas (siglo XVII a. C.).

José murió en Egipto a los 110 años de edad y fue embalsamado; sin embargo, su
sepultura se situó en Siquem.

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