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de compraventa inmobiliaria
Sumario
Introducción
Y, más grave aún, la actual situación económica, que incluso evita que se
pueda determinar con certeza el valor o precio de venta, dada la gran ines-
tabilidad de los mismos, lo cual afecta directamente este tipo de contratos,
haciendo que su implementación en la actualidad produzca una mayor con-
frontación o conflictividad entre las partes contratantes, en lugar de permitir
y coadyuvar a la negociación.
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.° 39 912, del 30-04-12.
1
¿Qué está pasando en la actualidad? Las leyes que rigen la materia han resul-
tado ineficientes, y más aún ante la actual situación económica «hiperinfla-
cionaria», todo lo cual no solo hace sumamente difícil acceder a la compra de
una vivienda, sino también negociar la que ya se tiene.
Ante las circunstancias anteriores, la oferta, más allá de los precios, se limita
a una venta de contado. ¿Por qué? Pues porque cuando los negociantes pactan
una venta previendo un plazo para que el futuro comprador pueda acceder a
un crédito hipotecario –hoy completamente insuficiente y desfasado de la rea-
lidad, lo que es materia de otras disquisiciones–, el precio negociado se diluye
ante la inflación galopante, pero, lo más grave de esto, es que –ante el incum-
plimiento de alguna de las partes– la otra no sabe cómo proceder y surge así
el conflicto que debe ser resuelto ante la jurisdicción. Otro inconveniente que
se suma para empeorar aún más la situación del ciudadano; lo que nos lleva
a que –al no ejercer las acciones de que dispone nuestro ordenamiento– con-
fiar y creer en la buena fe del otro, quien a su vez se ilusionó con la posibilidad
de comprar una vivienda y la necesita, abre las puertas a un grave conflicto.
1. Antecedentes
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Goldschmidt, Roberto: «La Ley venezolana de Propiedad Horizontal de 1958». En:
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. N.º 16. UCV. Caracas,
1958, pp. 133 y ss.
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Decreto-Ley, Gaceta Oficial de la República de Venezuela N.º 25 760, del 15-09-58.
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Si el enajenante recibe todo o parte del precio antes del otorgamiento respec-
tivo, será castigado con prisión de cinco a veinte meses, a instancia del ad-
quirente. La misma sanción se aplicará al enajenante en el caso de recepción
del pago de letra de cambio u otro documento negociable por el cual se haya
obligado al adquirente frente al enajenante o a un tercero en razón de la ena-
jenación siempre que dicho pago ocurra antes del respectivo otorgamiento…
Vid. Gaceta Oficial de la República de Venezuela N.º 2314 extraordinario, del 26-09-78.
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Parágrafo Único: Sin embargo se podrá recibir todo o parte del precio
o el adquirente se podrá obligar por letras de cambio u otros documentos
negociables, antes de que se otorgue el correspondiente documento regis-
trado de enajenación, y aun cuando el inmueble esté hipotecado, única-
mente si se cumple cualquiera de los requisitos siguientes: a. Que quien
recibe todo o parte del precio en dinero o en instrumento negociables, sea
el propietario del terreno donde el edificio se va a construir y que se des-
tine dichos fondos a financiar la construcción; b. que se haya otorgado el
documento de condominio correspondiente o se hayan obtenido los per-
misos de construcción respectivos; c. que el propietario del inmueble, en
los términos que establezca el documento, constituya garantía fiduciaria
para responder de la devolución de las cantidades recibidas y los daños
y perjuicios que su incumplimiento pudiera ocasionar. En caso de cele-
brarse el convenio de arras previsto en el artículo 1263 del Código Civil,
éstas no podrán exceder del porcentaje del precio del apartamento objeto
de la negociación que fija el Reglamento, y siempre que se dé cumpli-
miento a lo establecido en los literales anteriores. El propietario debe fijar
el plazo para cumplir su obligación de transferir la propiedad de lo ven-
dido; d. que quien recibe todo o parte de precio del inmueble, objeto del
contrato, en dinero o en instrumentos negociables, pague al adquirente
intereses, a las tasas corrientes en el mercado inmobiliario institucional,
sobre las cantidades recibidas.
Vid. Gaceta Oficial de la República de Venezuela N.º 3241 extraordinario, del 18-08-83.
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Nace, pues, en nuestro país, la vigencia por necesidad de este tipo de contratos,
que en definitiva ha sido el más común dentro de su género.
ii. Para quien adquiere –y valga señalar que, si bien en el transcurso del tiempo
hubo casos de estafa, fueron más los casos exitosos que permitieron el de-
sarrollo inmobiliario y satisfacción de vivienda a un amplio número de ciu-
dadanos–, ante una posibilidad cierta de que, aún sin disponer de los fondos
completos y necesarios para adquirir, le permite acceder a un bien esencial
como este. Ya fuese mediante el pago progresivo del precio, o bien accediendo
a la banca en búsqueda de un crédito hipotecario.
TSJ/SPA, sent. N.º 370, del 05-03-02, vid. Jurisprudencia Ramírez & Garay. T. 186.
9
Caracas, 2002, «No puede estimarse como hecho imprevisible la inflación por afectar
por igual y negativamente a la totalidad de la población, por lo que se ha de desechar
como argumento que la inflación sea una circunstancia sobrevenida e imprevisible
que dé lugar a la aplicación de soluciones derivadas de la teoría de la imprevisión».
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10
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 40 115, del 21-02-13.
11
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.° 39 668, del 06-05-11.
12
TSJ/SCC, sent. N.º 411, del 04-07-16, mediante la cual se estableció que en casos de
resolución de un contrato de opción de compraventa, debe agotarse el procedimiento
previo administrativo previsto en el Decreto-Ley contra el Desalojo y Desocupación
de Viviendas, en el supuesto que se haya concedido la posesión del inmueble.
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Lupini Bianchi, Luciano: «El contrato preliminar de compraventa, su autonomía,
función y ejecución forzosa». En: Derecho de las Obligaciones en el nuevo milenio.
Academia de Ciencias Políticas y Sociales. I. de Valera, coord. Caracas, 2007,
pp. 142 y 143.
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Para el citado autor, uno de los inconvenientes que se han prestado para con-
fundir el «contrato preliminar» con el «contrato definitivo», al menos en
el caso de la venta, es las «arras» (artículo 1263 del Código Civil), pues el
punto consiste en determinar si recibirlas constituye recibir parte del precio
de la venta, cuando lo cierto es que estas constituyen la garantía del contrato
preliminar, pues sin ellas la práctica nos ha enseñado que las partes burlan
el compromiso previo de múltiples maneras, obviando las obligaciones
que cada parte, según el caso, a su vez con vista al contrato preliminar que
hayan contraído.
14
Vegas Rolando, Nicolás: La propiedad horizontal en Venezuela. T. i. Ediciones
Magon. Caracas, 1976, pp. 278 y 279.
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Vemos, pues, que queda claramente establecida la diferencia entre uno y otro
contrato preliminar, pero para su distinción se requiere de una debida técnica
de redacción, la cual debe ceñirse a la voluntad e intención de las partes,
lo que, en nuestro criterio, es lo que ha ocasionado tanto en los usuarios como
en la jurisdicción su errada interpretación, más allá de las valiosas disquisi-
ciones sobre el tema en la doctrina, las cuales, también en nuestro criterio,
ya resultan zanjadas. Si queda delimitada de manera estricta la voluntad de
las partes, esto también conlleva a que se clarifique cuál pretensión cabe en la
solución de la controversia que pudiera surgir entre ellas.
15
Vegas Rolando, Nicolás: Contratos preparatorios. Vadell Hermanos Editores.
Valencia, 1985.
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4. El problema económico
16
Vid. Servicio Autónomo de Registros y Notarías, Circular SAREN-DG-J-0230-
N.° 00002260-379, del 01-12-16.
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i. Resolución N.° 124 del Ministerio de Vivienda y Hábitat17 que establece las
normas, requisitos y documentación para el otorgamiento de créditos para la
vivienda principal: aquí se encuentra la explicación de la serie de requisitos
y recaudos que la banca debe exigir para considerar las solicitudes y el
otorgamiento de créditos hipotecarios (en particular, el numeral 4).
17
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.º 39 763, del 22-09-11.
18
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.º 39 992, del 23-08-12.
19
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N.º 40 868, del 14-03-16.
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tenido que reducir costos para sobrevivir, afectando la prestación de sus ser-
vicios. Lo anterior se ha traducido, en la práctica, a la inexistencia de créditos
hipotecarios, pues aun cuando existen en la teoría y en el marco legal, los
bancos están obligados a otorgarlos o a justificar por qué no lo hacen, pero,
entre otras cosas, en la realidad no funcionan por lo siguiente:
i. Los montos de los créditos están regulados y son insuficientes para cu-
brir las necesidades del mercado (precios de los inmuebles vs. los montos
requeridos). Sin embargo, funcionan un poco más eficiente en sectores de
inmuebles de menor precio o en los casos en las que el empleador tiene planes
especiales de financiamiento, como empleados bancarios, integrantes de las
Fuerzas Armadas y otros.
Ante esta situación la jurisprudencia fue rica, pues, como se indicara, en los actuales
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momentos hizo crisis pero data de tiempo atrás, y lo sigue siendo, y más aún, dicho
tema ha sido desarrollado brillantemente por quien fue homenajeado en el N.º 13 de
esta Revista: James Otis Rodner S., pudiendo citar al respecto su obra: Las obliga-
ciones en moneda extranjera y el régimen cambiario de Venezuela. Editorial Sucre.
Caracas, 1983, passim.
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21
Vid. CSJ/SCC, sent. del 14-02-90; Jurisprudencia de Ramírez y Garay. T. 111.
Caracas, 1990, N.º 157a.
22
Vid. CSJ/SCC, sent. del 30-09-92; Jurisprudencia de Ramírez y Garay. T. 122.
Caracas, 1992, N.º 878b.
23
Vid. TSJ/SC, sent. N.º 1567, del 04-12-12.
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24
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 180, 13-04-15.
25
Vid. TSJ/SC, sent. N.º 1641, del 02-11-11.
26
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 652, 13-12-18.
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Valga indicar que, para la fecha de este trabajo, pareciera que la tendencia es,
al menos, a sincerar la verdadera tasa de valor de la moneda extranjera, pero
continúan los mensajes contradictorios y la falta de unidad de criterios.
Vale señalar que de tal suerte que al no clarificarse este aspecto, la diatriba
se mantiene vigente, originando incertidumbre a las partes y restringiendo
la posibilidad de realizar contratos preliminares que mantengan, al menos,
el equilibrio económico y satisfechas las aspiraciones de las partes. Es claro
que, por otra parte, hasta que al menos no se logre estabilizar un mínimo
la economía, la situación, lamentablemente, se mantendrá inalterable sin
aportar solución a este problema a la ciudadanía.
Los jueces tendrán por norte de sus actos la verdad, que procurarán co-
nocer en los límites de su oficio. En sus decisiones el juez debe atenerse
28
Urbina Mendoza, Emilio J.: La teoría de la interpretación de los contratos y la ju-
risprudencia venezolana. Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Caracas, 2010,
p. 134.
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a las normas de Derecho, a menos que la ley lo faculte para decidir con
arreglo a la equidad. Debe atenerse a lo alegado y probado en autos, sin
poder sacar elementos de convicción fuera de éstos, ni suplir excepciones
o argumentos de hecho no alegados ni probados. El juez puede fundar su
decisión en los conocimientos de hecho que se encuentren comprendidos
en la experiencia común o máximas de experiencias.
Destaca en esta materia la vital importancia del único aparte del citado ar-
tículo, y por ello, antes de continuar con este aspecto, no quisiéramos dejar
de comentar la poca observancia por nuestros jueces de la utilización como
herramienta de las máximas de experiencias, que incluso en este tema sería
una herramienta útil a la hora de interpretar el contrato. Y, citando a Urbina
Mendoza, observamos la última postura de nuestra jurisprudencia:
Ibíd., p. 139.
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que prohíbe al propio juez desdibujar la voluntad de las partes con elucu-
braciones contrarias a la realidad de lo pactado y que en la legalidad está
incluida en la voluntad del contrato; b. presunción de buena fe contractual,
que debe privar desde el inicio al interpretar, y que responde a que las partes
al contratar lo hicieron desde lo ético, legal, y buena fe; c. de veracidad,
y nuevamente citamos a Urbina Mendoza30 –quien a su vez cita al Mélich-
Orsini– quien establece las reglas sobre la verdad que debe observar el juez al
interpretar: i. Considerar no solo el fragmento oscuro o ambiguo que se trata
de interpretar sino todo el conjunto del contrato en su completo; ii. atender
a las circunstancias que han acompañado la conclusión del contrato y en es-
pecial a la personalidad de los contratantes; iii. atender igualmente a la ma-
nera como ha venido siendo ejecutado el contrato en la práctica; iv. atender
los usos del lugar donde residen los contratantes; v. preferir aquella inter-
pretación que mejor satisfaga el principio de la conservación del contrato,
y vi. preferir en caso de duda lo que favorezca la libertad del deudor, o en ese
mismo caso decidir contra quien ha redactado un contrato de tamaño tenor.
Por su parte, el control del juez en esta interpretación solo puede darse en
casación pero de manera indirecta, y limitada, pues para ello el recurso debe
fundarse en una de las denuncias que permita al juez de casación entrar
a conocer y descender a los hechos, esto es por lo general vicios o denuncias
por error o defecto de juzgamiento (errores in iudicando), dado que el juez
casacional nuestro está limitado por ley al principio de juzgar la sentencia
y no el mérito de la causa.
También puede discutirse dicho control a través del mecanismo legal de con-
trol difuso de la constitucionalidad (artículo 20 del Código de Procedimiento
Civil), que consiste en una desaplicación concreta y en principio versa sobre
Ibíd., p. 146.
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Vemos, pues, que, según el ánimo que rija cada negociación, surge la necesidad
de precisar quién en verdad se obliga y quién puede elegir si continuar o no la
negociación. Hoy, por ejemplo, ante el descalabro económico, es muy común
que el comprador no quiera quedar «amarrado» dado el incremento de ofertas
en el mercado con precios competitivos por debajo del verdadero valor del bien.
Tenemos aquí entonces que la redacción, el uso adecuado de las palabras, re-
sulta esencial para poder determinar la naturaleza del contrato, si es unilateral
o bilateral, en cuanto al cumplimiento del contrato preliminar.
Es, a nuestro juicio, esta indeterminación lingüística de llamar cada cosa por
su nombre y que no quepa lugar a dudas de la intención, lo que produce la
diatriba en la interpretación del contrato y llegar al límite de confundirlo con
el negocio mismo que se quiere prever.
6. Algunas sentencias
32
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 76, del 03-05-01; Jurisprudencia Ramírez y Garay. T. 176.
Caracas, 2001, pp. 713 y ss.; TSJ/SCC, sent. N.º 225, del 20-05-11.
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iii. Sentencia de la Sala de Casación Civil35: valga señalar que esta sen-
tencia originó un revuelo, pues retomó el criterio anterior al considerar los
contratos preliminares sin distinguir como ventas, pero se debe llamar la
atención que como la misma expresa, en este caso el criterio lo fue con
ocasión al principio de confianza legítima.
33
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 460, del 27-10-10.
34
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 226, del 23-05-11.
35
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 116, del 22-03-13.
36
Vid. TSJ/SCC, sent. N.º 442, del 29-07-13.
37
Vid. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 38 098, del 03-01-05.
42 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 15 • 2020
Conclusiones
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