Está en la página 1de 11

Thies Stahl

Introduccion a la programacion
neurolinguística (PNL)

SUMARIO
1. ¿Qué es la programación neurolingüística?

¿De dónde viene el término «PN»?


Los supuestos básicos de la PNI.
Los principios de la PNL, uno a uno

2. Sobre la relación terapéutica

Rabport los músicos lo llaman groove


Competencia, técnica y «pensamiento sincero»
Capítulo 1

¿QUÉ ES LA PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA?

A principios de la década de los setenta, Richard Bandler, John Grinder, Robert


Dilts, Leslie Cameron-Bandler y Judith DeLozier empezaron a desarrollar la
programación neurolingüística (PNL). Desde entonces, ellos y otros investigadores
no han dejado de completarla y perfeccionarla.

Hoy en día, las siglas PNL. Se emplean básicamente para designar el conjunto
cada vez mayor de modelos de intervención y técnicas de transformación del
comportamiento y la experimentación humanos, y sus orígenes se remontan a los
primeros trabajos de sus fundadores. Por otro lado, estas tres leras también se
utilizan para denominar el trabajo de los terapeutas que, a parir de los elementos
del modelo de la PNI, y en consonancia con sus supuestos básicos, van creando
técnicas nuevas para sus pacientes y las correspondientes situaciones
terapéuticas.

La PNL tiene sus raíces en la práctica psicoterapéutica, para la cual también se


desarrollaron al principio los modelos de intervención y las técnicas de la PNL. Por
este motivo, y debido al creciente número, complejidad y variedad de sus técnicas,
la PNL. Se considera hoy una forma terapéutica independiente, a pesar de que en
sus inicios no se concibiera como tal. Los terapeutas que se identifican con las
siglas PNI, utilizan esencialmente las mismas formas de intervención y comparten
unas «creencias» determinadas: los supuestos básicos de la PNL.

Hoy, la PNL no Sólo se aplica a la tarea psicoterapéutica de transformación, sino


también a otros ámbitos en los que entren en juego la modificación de la conducta
y la comunicación. Cada vez hay más profesionales ajenos a la psicología que
aprenden las técnicas de la PNL, como por ejemplo, médicos, trabajadores
sociales, mediadores en conflictos, profesores, educadores en técnicas de
perfeccionamiento, encargados de organización, consultores de empresas,
ejecutivos o vendedores,*
Este pequeño libro se propone ofrecer una aproximación a la terminología y los
procedimientos que utilizan actualmente en su trabajo los terapeutas y monitores
de PNL.

¿DE DÓNDE VIENE EL TÉRMINO «PNL»?

Aún hoy, el propio John Grinder se pregunta cómo se les pudo ocurrir esta
denominación. No cabe duda que el término elegido por él y Richard Bandler para
su descubrimiento no fue fruto de una decisión feliz. Al principio, el nombre puso
dificultades a la PNL, para imponerse con la rapidez que le habría correspondido
por su enorme alcance práctico.

La palabra «programación remite a las posibilidades que ofrece este método para
ayudar a la persona a liberar se de los «programas» que se ejecutan
automáticamente en su interior y que son causantes de problemas.

El prefijo «neuro» hace referencia al supuesto de que los modelos encontrados


tienen lugar en un estrato neurológico; es decir, hay una correspondencia directa
con el nivel funcional del sistema nervioso.

*La utilización casi general de las formas masculinas (el terapeuta, el cliente) es
resultado de una decisión consiente del autor.

El sufijo «lingüística» se refiere a que estos modelos se manifiestan y se puede


influir en ellos a través del lenguaje.

Aparte de la palabra «programación», la PNL tiene otros muchos términos y


conceptos extraídos del mundo de la informática y la cibernética. Se trata de
paralelismos (metáforas) que ayudan a ilustrar lo que se supone que ocurre en el
interior de la persona y que, no cabe duda, son tan discutibles como lo pueden ser
los de otras terapias psicológicas.

El término «programación neurolingüística» no existe desde el principio.


Richard Bandler, terapeuta gestáltico y estudiante de matemáticas e informática, y
John Grinder, profesor de lingüística, dieron con este nombre tras varios años de
trabajo en común. Con él pretendieron transmitir de la mejor manera posible lo
esencial de sus descubrimientos. Estos hallazgos empezaron como un intento de
«descubrir el truco a los magos» de la psicoterapia. Efectivamente, Bandler y
Grinder se propusieron averiguar qué hacía tan eficaces a los psicoterapeutas
más famosos del mundo, a saber, Fritz Perls (terapeuta de la Gestalt), Milton H.
Erickson (terapeuta hipnótico y padre de la terapia moderna de la comunicación) y
Virginia Satir (terapeuta familiar), en el trato directo con sus pacientes.
Querían saber qué rasgos de la conducta de estos psicólogos eran necesarios
para lograr una modificación del comportamiento del paciente y qué elementos
eran irrelevantes para la eficacia de su procedimiento y constituían más bien la
expresión de su estilo personal.

El interés principal de Bandler y Grinder se centraba más en descubrir qué hacían


exactamente aquellos «magos» y menos en saber lo que decían que hacían. Por
lo tanto, no estaban interesados en las opiniones y teorías que los grandes
terapeutas tenían sobre el motivo y la eficacia de su procedimiento, sino ante todo
en su comportamiento real y observable.

Este punto de partida se basaba en la consideración de que, en general, los


expertos y entendidos conocen de forma consciente y son capaces de nombrar
sólo una ínfima parte de aquello que únicamente ellos saben hacer tan bien.
Virginia Satir, al ser preguntada en una ocasión sobre el cómo, el cuándo y el
porqué de una de sus magistrales intervenciones, respondió: «Es algo que te sale
de las entrañas». Pero entonces, ¿qué se hace si no se tienen las entrañas de
Virginia, es decir, si no se tiene acceso a su intuición?, se preguntaron John y
Richard.

La respuesta a esta pregunta supuso el punto de partida del trabajo de Bandler y


Grinder: intentaron descubrir la estructura de ese proceso intuitivo creando
modelos de su propio comportamiento. Establecieron que esos patrones serían
correctos y útiles si los terapeutas que los utilizaran para formarse obtuvieran
resultados parecidos a los de las personas que han servido de modelo.

En este proceso de creación de modelos (modelling), Bandler y Grinder no sólo


aprendieron los formalismos básicos y las estructuras de la conducta terapéutica
de los «maestros (las actuales técnicas de la PNL), sino que además descubrieron
patrones y estructuras de gran interés sobre el modo en que las personas
organizan su experiencia interna y sobre cómo esta organización se hace visible a
los demás.

Richard Bandler apenas tenía veintidós años cuando, a principios de la década de


los setenta, empezó a trabajar junto a John Grinder. Estudiaba en la universidad
californiana de Santa Cruz y, además, por si fuera poco, ya se había labrado una
sólida reputación como terapeuta guestáltico. John Grinder pasaba de la treintena
y era profesor de lingüística en la misma universidad.

La iniciativa para trabajar juntos salió de Richard. Un día fue a ver a John, que en
aquella época ya había escrito un excelente libro de texto sobre gramática
transformacional (una especialidad de la lingüística), y le propuso combinar su
talento con él en un proyecto. Le explicó que, como terapeuta guestáltico, se veía
capaz de llegar a obtener unos resultados sobresalientes gracias a su intuición y
creatividad, y que deseaba transmitir sus aptitudes a otras personas a través de
grupos de aprendizaje. John, que era especialmente conocido por su rapidez para
elaborar patrones complejos de conducta lingüística humana, era la persona ideal
para aquella tarea.

Entre los dos podrían contemplar la conducta de Richard como terapeuta de la


Gestalt, de reconocida efectividad y seguridad intuitiva, como si estuviera regida
de forma in- consciente, del mismo modo que lo está el comportamiento lingüístico
humano (las personas podemos construir de forma intuitiva y segura frases
gramaticalmente correctas sin necesidad de ser conscientes de las normas
morfosintácticas del idioma en cuestión). Así, la capacidad de John para compilar
las reglas del comportamiento lingüístico también se podría aplicar a la conducta
terapéutica guestáltica de Richard y, quizás así, podrían descubrir la gramática
que describe sus procedimientos.

John aceptó la propuesta y para empezar, aprendió a comportarse igual que el


Richard terapeuta. Esto no le supuso ningún problema, porque era precisamente
lo que hacía en su faceta de lingüista cuando se proponía describir una lengua
desconocida y su gramática, es decir, aprender primero a hablarla de forma
competente, Así, por ejemplo, John observaba lo que hacía Richard con sus
pacientes durante la terapia de grupo de los lunes y repetía el mismo
procedimiento los jueves con su propio grupo.

Después de que John adquiriera, no sin esfuerzo, una competencia conductiva


propia, ambos investigadores desarrollaron modelos que les permitieron no tan
sólo repetir con seguridad cada uno de los procedimientos más eficaces, sino
también enseñarlos a otras personas. Este proceso de destilación de los factores
activos de una conducta fue bautizado por Bandlery Grinder con el nombre de
modelling (creación de modelos).

El modelling, o modelado, consiste en encontrar, variando sistemáticamente el


comportamiento, qué componentes de la conducta que se desea modelar son
esenciales para conseguir un resultado cualitativamente equivalente, y cuáles no
lo son.
Durante este proceso se crearon las distintas técnicas de la PNL. Las primeras
personas que sirvieron de modelo fueron los propios Richard y John, a los que
sucedieron otros que intensificaron el estudio de conductas. A los «prototipos-
Perls, Satir y Erickson, considerados las «raíces» históricas e intelectuales de la
PNL, se añadieron otros para conseguir el modelado de una conducta de la
excelencia. Se trataba de representantes exitosos de otros sectores profesionales
y de artistas y científicos sobresalientes. Algunos de ellos, como Mozart, Einstein o
Walt Disney, incluso fueron modelados a título póstumo por Robert Dilts a partir de
las conductas geniales extraídas de sus obras y biografías.

El modelado es un proceso dividido en dos fases.

En la primera fase, el modelo que se desea reproducir deberá permitir a los


«modeladores» adoptar en su propio repertorio de comportamientos la conducta
que quieran aprender.

En la segunda fase, las personas que no hayan participado en la creación del


modelo deberán poder hacer lo mismo que los modeladores. Es decir, también
deberán ser capaces de reproducir, utilizando el modelo, el «comportamiento
original» que se desea aprender y obtener unos resultados comparablemente
buenos.

Llegados a este punto, podemos dar la definición de programación


neurolingüística más generalizada hoy en día:

Por un lado, la PNL, es un método para encontrar, y apropiarse de, los


componentes esenciales de un pensamiento y un comportamiento eficaces
(modelado).

Por otro lado, es una magnífica (de momento) colección de técnicas altamente
eficaces de comunicación y transformación de la conducta; estas técnicas son el
producto del modelado (los modelos).
LOS SUPUESTOS BÁSICOS DE LA PNL

La programación neurolingüística también se puede de- finir desde otro punto de


vista: un terapeuta de PNL, es aquel que acepta determinados supuestos básicos,
los «principios» de la PNL.

Al igual que los axiomas matemáticos, los supuestos básicos de la PNL, son
principios que el terapeuta deberá adoptar como verdaderos y preexistentes. De
este modo, podrá aplicar las técnicas de la PNL regidas por estas tesis sin temor a
que se produzcan rupturas lógicas. Si el terapeuta no puede o no quiere compartir
la «doctrina» regida por estos presupuestos, aplicará las técnicas no exento de
reservas interiores, las cuales se traducirían en su conducta en vacilaciones o falta
de poder de convicción, saboteando así una aplicación exitosa del procedimiento.

Es muy importante que los futuros alumnos o pacientes de PNL conozcan los
supuestos fundamentales de este método y los comparen con sus principios
dogmas y expectativas. De este modo podrán evitar «guerras de creencias» con el
terapeuta o profesor acerca de cuál es el «procedimiento acertados».

LOS PRINCIPIOS DE LA PNL UNO A UNO

• Las personas reaccionan ante su propia reproducción de la realidad y no ante la


realidad misma.

«EI mapa no es el territorio» Todos los seres humanos tenemos distintos


«mapas», o reproducciones interiorizadas del mundo, con los que nos orientamos
dentro del mismo.

Sin embargo, ninguno de estos «mapas» constituye una representación completa


y detallada del entorno.

Podríamos describir la PNL, como el arte de ayudar a la persona interesada a


modificar sus representaciones interiores (modelos, mapas) de manera que,
utilizándolas, pueda desenvolverse mejor en el mundo y en su vida o pueda
aceptarlos y disfrutar más de ellos.
• Cuerpo y mente forman parte de un mismo sistema cibernético e influyen el uno
sobre el otro.

Todo aquello que sucede mentalmente, es decir, en la imaginación y el


pensamiento, también sucede en el cuerpo y con el cuerpo. Cada estado
diferenciable de la conciencia se corresponde con un estado corporal también
diferenciable. En la PNL hablamos de fisiología del paciente para referimos al
estado de su conciencia y de su cuerpo en un momento determinado.

• El significado de tu comunicación es la reacción que obtienes.


Aquí, comunicación no tiene nada que ver con la intención del comunicante ni
tampoco con la capacidad de decir las palabras correctas. Comunicar significa
más bien crear una determinada sensación en el receptor y obtener de él una
reacción concreta.

• Sólo se puede hablar de resistencia en el caso del terapeuta y no en el del


paciente.

Este principio no se refiere únicamente a las capacidades del terapeuta ni a su


responsabilidad en la aparición efectiva de las transformaciones que se persiguen
en el paciente, sino que también es aplicable a todo aquel que comunica.

Combinado con el principio del significado de la comunicación, este supuesto


también indica que el camino más fácil para conseguir a alguien de la manera que
yo quiera tenerlo consiste en ir transformándome yo mismo hasta que el otro
llegue a ser «por sí solo» tal como yo quería que fuera. Este supuesto también se
aplica al comportamiento del terapeuta frente a su paciente.

• No hay errores ni descuidos, sólo feedback (retroalimentación).


Toda reacción se puede utilizar como feedback. Este supuesto, unido al anterior,
viene a decir que todo lo que está haciendo el paciente, y que el terapeuta pueda
percibir, a partir de la pérdida de seguridad personal, como resistencia o
comportamiento poco cooperativo, se trata de un aviso (casi siempre inconsciente)
del primero de que la terapia ha obviado algo importante. Esto significa que una
capacidad adicional y real del paciente no se ha aprovechado para conseguir la
transformación deseada.

Además, este supuesto también significa que si el paciente aún no se ha


transformado frente a la (impaciente) espera del terapeuta, ello «retroalimentará»
a éste y le dirá que ha pasado por alto algo esencial para que pueda producirse el
cambio.

• Es importante tener un repertorio de conductas posibles (Requisite variety)


porque, dentro de un sistema, el elemento controlador será aquel que disponga de
la máxima flexibilidad. Por ello, es mejor poder elegir que no tener lección.

La relación terapeuta-paciente se considera un sistema debido a la enorme y


compleja trama de influencias que se crea entre ambos. Partiendo de este
presupuesto, la PNL permite, ordena y obliga al terapeuta a tener un
comportamiento muy flexible: el paciente nunca se sentirá seguro ante las
sorpresas, giros inesperados, provocaciones, aparentes incongruencias y hechos
impredecibles que puedan provenir del terapeuta (naturalmente, dentro de los
márgenes de la relación de confianza establecida y de unas reglas del juego
respetuosas aceptadas por ambas partes). Una de las instrucciones más repetidas
por los profesores de PNL, se basa precisamente en este principio: Si lo que
haces no funciona, prueba con algo distinto.

• Las personas funcionan perfectamente. Nadie está «fuera de servicio», ni tiene


ningún «defecto» ni está «estropeado».

Es importante descubrir cómo está «funcionando» la persona en cada momento


para poder transformarla. Cuando alguien tiene la seguridad de que reaccionará
con pánico cada vez que la gente acude tarde a un compromiso, habrá que
preguntarse qué está haciendo interiormente esa persona, por ejemplo, con sus
imágenes.

• Las personas escogen siempre la mejor opción que pueden y con la


correspondiente información disponible en cada momento.
Si la gente tuviera la opción de elegir otras conductas más adecuadas para
satisfacer sus necesidades, no harían lo que a veces podría parecer una pura
maldad. El objetivo primordial de la PNL, es abrir nuevas posibilidades de
elección.

• Detrás de cada conducta hay una intención positiva.


Cualquier comportamiento del paciente cumple una función positiva en su vida, a
pesar de los posibles efectos dañinos o, incluso, mortales que pudiera tener.

• Todas las conductas son útiles. Siempre hay al menos un contexto en el que la
conducta es útil.

¡Lo aprendido, aprendido está! En la PNL, no se intenta «borrar nada (cosa que,
por otro lado, no funciona), sino que se crean posibilidades de elección
adicionales. La conducta que el paciente desea «quitarse de encima» todavía
puede ser útil en situaciones concretas.

Volveremos a tratar los tres últimos supuestos citados cuando presentemos las
técnicas de reencuadre de la PNL.

Con ellas se pueden vencer muchos síntomas y mejorar considerablemente la


relación del paciente consigo y con el prójimo,

• Si una persona puede aprender a hacer algo determinado, en principio, todas


las personas podrán hacerlo.

Este es el supuesto con el que Richard Bandler y John Grinder iniciaron la PNL.

• Las personas disponen de todos los recursos necesarios (capacidades


interiores y hacia el exterior) para conseguir la transformación deseada.

Lo que necesitan es tener la posibilidad de organizar dichos recursos de tal modo


que puedan acceder a ellos en el momento y el lugar adecuados.
• En tanto que comunicador profesional, es mi obligación y responsabilidad
procurar que mi interlocutor se encuentre (física y mentalmente) en el estado
adecuado para que también pueda hacer lo que yo pretendo que haga.

Por ejemplo, deseo que mi paciente piense en una experiencia en la que se haya
sentido a gusto y lleno de recursos, pero su actitud es más bien la de encerrarse
en sí mismo. En ese caso, tendré que manipularlo para sacarlo de ese estado
(a veces con las propias manos, a veces con la voz, etc.) y hacer que adopte una
constitución en la que tenga alguna posibilidad de legar a los recuerdos deseados.
Recuerde: el hombre piensa con todo el cuerpo.

También podría gustarte