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CAPÍTULO IV

¿ORO O PAPEL?*

“DINERO CÓMODO”

En China, país de cultura milenaria, en la época del reinado


de la poderosa dinastía Tan (años 618-907) estaba en circulación
una moneda de cobre llamada “iuan-pao”, cuyo peso era de 2,8
gramos. Sin embargo, algún valor considerable sólo podía
representarlo una enorme cantidad de estas menudas monedas de
cobre. Con el desarrollo de la producción y el intercambio, el
transporte, custodia y muy a menudo el recuento de las moneditas
necesarias para el cierre de alguna cuantiosa transacción se
convirtieron en empresa enojosa. Para facilitar la circulación
mercantil en el año 650 el emperador emitió, impreso en papel de
excelente calidad, papel moneda, llamado “pao-tsao”, con un valor de
10.000 “iuan-pao” cada uno. Este papel moneda se puede considerar
como el primero en la historia. No existía moneda fraccionaria, por
esto el “pao-tsao”, se empleaba solamente para transacciones de
gran cuantía. Entre otras ventajas tenía la de poder ser cambiado
libremente en cualquier momento por la moneda metálica que
estuviera en circulación, además era muy fácil de trasportar, y al
tiempo que representaba gran valor, ocupaba poco espacio, por lo
cual no precisaba contratar gente especial para su custodia. Como
consecuencia de esto, el papel moneda se hizo rápidamente popular
entre los mercaderes.

Cada vez mayor número de personas conservaba su dinero en


forma de “pao-tsao”, y apenas si se presentó el caso en que un billete
fuera cambiado por monedas de cobre. Para los poseedores de estos
billetes era suficiente la seguridad de que en cualquier momento
podían convertirlos en metálico, para no hablar ya de las
comodidades que en la vida cotidiana representaba la circunstancia,
de que por un “pao-tsao” se podía comprar realmente una cantidad
de mercancías, equivalente por su valor a 10.000 “iuan-pao”.

* Tomado de Historia del Dinero, Jozset Robert. Ediciones de Cultura Popular, México.
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

Sin embargo, después de la derrota sufrida frente a los árabes


en el año 751 y de las guerras contra los tibetanos el “pao-tsao”
comenzó a desvalorizarse. Los crecidos impuestos ya no eran
suficientes para cubrir los gastos que demandaba la guerra. Por
disposición del emperador se dio comienzo a una emisión masiva de
papel moneda sin su correspondiente respaldo en mercancía o cobre.
Los mercaderes llevados por el pánico comenzaron a deshacerse del
papel moneda que se encontraba en su poder. Cierto, es que uno de
los emperadores hizo el último intento por salvar al “pao-tsao”,
decretando en el año 806 la pena de muerte para todo aquel que
tuviera en su poder más de 50.000 “iuan-pao”, pero ya era tarde. El
“pao-tsao” ya había perdido el prestigio de otros días. Aquellos, que
habían invertido su fortuna en papel moneda, quedaron en la ruina.

De lo anterior podemos concluir que el papel moneda,


mientras sirvió a los fines para los cuales había sido creado, facilitar
la circulación de mercancías, fue un instrumento necesario y de gran
utilidad. Pero desde el momento en que emitieron más del que era
estrictamente necesario para realizar la circulación de mercancías, el
“pao-tsao” se convirtió ni más ni menos que en un pedazo de papel
sin valor fiduciario alguno.

En el año 970 la dinastía Sun emitió nuevamente papel


moneda: el “pen-tsen”, o “dinero cómodo”. Para garantizar la total
“comodidad”, desde el mismo comienzo fue establecida la
obligatoriedad de su uso bajo la amenaza de muerte para los
contraventores. Al mismo tiempo, el emperador prometió bajo
juramento asegurarle un valor estable. Sin embargo, las leyes que
rigen la circulación del dinero no están subordinadas a los
juramentos imperiales. La escasez de mercancías y por consiguiente
la reducción de su circulación como consecuencia de nuevas
guerras, llevaron al crecimiento de los medios de pago, a la inflación,
a la brusca caída de su valor, vale decir, a la desvalorización del
dinero. Todos los esfuerzos tendientes a salvar la situación fueron
infructuosos, hasta que por fin en el año 1,488 en China, por mucho
tiempo, suspendieron la emisión de cualquier clase de papel moneda.

Por este mismo tiempo, sin embargo, en otros países se


hicieron algunos intentos por emitir papel moneda. En el año 1,294,
el papel moneda paso de los chinos a los persas, y en 1,337 a los
japoneses.

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Capítulo IV
¿Oro o Papel?

Un método muy curioso para mantener la circulación


monetaria fue el elegido por el emir Yusuf de Mauritania en el año
1,357. Encontrándose su fortaleza asediada por los enemigos, con
carácter provisional puso en circulación papel moneda. En pedazos
de papel de forma cuadrangular escribió de su puño y letra, que él, el
emir de Mauritania prometía, que después de ser levantado el sitio y
la situación normalizada cambiaría los papeles por dinero en
metálico.

La historia conoce otros casos semejantes, que tuvieron lugar


en los Países Bajos a lo largo de su lucha independentista. Durante
el sito de Midelburgo en el año 1573 fue emitido con carácter
provisional papel moneda. Lo mismo y en circunstancias similares
aconteció en Leyden en el año 1574 y en Kampen en 1595.

En consecuencia, ¿se podría deducir de estos primeros


intentos y fracasos que el dinero en metálico no puede ser sustituido
por el papel moneda?

LOS PAPELILLOS DE JOHN.

… Apenas hacia un instante, que un típico bosque escocés


aún resplandecía a la luz del sol, cuando de un momento a otro se
ensombreció. Varios niños y niñas de doce a catorce años, con ojos
alarmados miraron hacia el cielo. “Habrá tormenta –dijo alguien-.
¡Salgamos presto de aquí! Los niños se arracimaron en grupo y a
todo correr se pusieron camino a casa. Pero ya era tarde. No habían
tenido tiempo de recorrer medio kilómetro cuando ya la tormenta se
les había venido encima.

Espantados hasta la desesperación a causa de los truenos,


rayos y crujidos de los árboles abatidos por el vendaval, los niños,
calados hasta los huesos, se guarecieron del mal tiempo en una
minúscula posada del bosque. El gustoso vino tinto, la comida
caliente, la ropa secada en el hogar de la cocina y, especialmente, el
cielo, ahora limpio y sereno, les hicieron olvidar las emociones
sufridas apenas hacía unos instantes atrás.

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¿Oro o Papel?

Sólo un puñado de chicos, los mayores del grupo, reunidos en


círculo cuchicheaban con visible preocupación. ¿Con qué iban a
pagar la cuenta? ¿Quién llevaba dinero consigo? Cierto, que todos
eran hijos de ciudadanos acaudalados, pero, ¿dónde se ha oído, que
en la Escocia de 1684 los chicos tomarán consigo dinero al salir de
excursión? Sin él ya no eran pocos los fardos que tenían que llevar:
comida, bebida, etc. Sería el colmo tener que arrastrar también con
dinero.

El honesto, ojo avizor, ya se había plantado frente a ellos.

-Caballeros, por favor, he aquí vuestra cuenta.

Los chicos se miraban unos a otros con aire de impotencia.


De pronto, el penoso silencio fue roto por una voz segura.

-Dámela, buen hombre.

Al instante, todas las cabezas se volvieron en dirección a la


voz.

Un chico enjuto, de fino y bello rostro, un rubiecito, que


aparentaba unos doce años, John Law, hijo de un célebre joyero,
había actuado con seguridad y decisión.

En una hoja de papel había escrito: “Vale por medio


soberano”,1 firmó y pidió al hostelero, presentado al almacenista
principal de su padre, quien le haría entrega del dinero.

Pero la sorpresa pasó de raya, cuando los muchachos vieron


que el hostelero absolutamente satisfecho, dobló cuidadosamente el
papel y lo guardó en su bolsillo. John puso cara de no haber
advertido las miradas llenas de asombro que se habían posado sobre
él, y en general se condujo como si nada extraño hubiese acontecido.
Se despidió cortésmente del hostelero y propuso a la pandilla
continuar el camino.

1 Soberano = moneda de oro equivalente a la libra esterlina (N. del A.).


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El viejo Mason, almacenista de William Law no era la primera


vez que pagaba un vale “por orden” de John. También esta vez, pagó
sin discusión alguna.

En cuanto a lo que concierne a John, hay que decir que por


amor a la comodidad, casi nunca llevaba dinero consigo, y como él,
al hijo del famoso joyero, le aceptaban con gusto los papelillos
avalados con su firma, entonces llegó a la conclusión de que los vales
podían reemplazar al dinero.

John se aficionó a esta manera de pago. Sin embargo, había


una idea que no lo dejaba en paz: ¿por qué, un papel firmado por él
satisfacía a los mercaderes? ¿Por qué los recibían de tan buen grado
como si se tratasen de dinero en efectivo?

Estas preguntas ocupaban su atención desde hacía mucho


tiempo. Últimamente había sabido por intermedio del viejo Mason,
cosas muy interesantes. Sobre la mesa del viejo almacenista se
alzaba una montaña de monedas de oro. Habían sido compradas a
mercaderes llegados a Liverpool, y era preciso comprobar el peso y
pureza de cada moneda por separado. A John le pareció este un
trabajo excesivo e inútil, pero el experto almacenista le explicó su
importancia.

Estas monedas de oro llevaban mucho tiempo en circulación.


Habían pasado por muchas manos a consecuencia de lo cual se
hallaban gastadas, deterioradas.

A más de esto, cada uno de los poderosos del mundo (reyes,


príncipes y a veces hasta los ricos latifundistas) acuñaban nuevas
monedas empleando en la aleación cada vez menos oro y mayor
cantidad de metales de escaso valor. En otras palabras: acuñaban
moneda falsa. En su propio país el bajo valor de las monedas no
obstaculizaba la circulación de mercancías. El dueño de la
mercancía no se preocupa por la pureza de la moneda: dentro de un
par de horas o de días este dinero iba a dar a otras manos. Pero
yendo más allá de las fronteras, esta cuestión –cantidad de oro en
cada moneda- se torna muy importante, pues el país comprador
paga en su moneda una suma equivalente a la cantidad de oro
contenida en la moneda del país vendedor.

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Capítulo IV
¿Oro o Papel?

Los razonamientos del viejo Mason vinieron a confirmar los


pensamientos del chico. Vale decir, ¡que la circulación de mercancías
se puede realizar con la ayuda de dinero envilecido! Por ejemplo, hoy
cuando mamá le pagó al modisto dos soberanos por un vestido, al
modisto le fue absolutamente indiferente, saber cuantos gramos de
oro contenía la moneda. A él sólo le importaba recibir a cambio de
ella, tejidos, productos para la alimentación, etc., en una palabra,
obtener, otros artículos por el valor del vestido.

Por consiguiente, el dinero como medio circulante no


necesitaba de un valor real. Así, pues, desde el punto de vista del
modisto, por ejemplo, para él es absolutamente indiferente recibir
por su mercancía una moneda de oro envilecida o un pedazo de
papel. Lo único importante para él, es que este pedazo de papel le de
derecho a adquirir otras mercancías.

John tuvo el presentimiento de que había llegado a descubrir


algo muy importante. “Esto quiere decir, que... si se escribe en un
papel, que este es un bono por valor de un soberano, lo podemos
poner en circulación en calidad de dinero, de la misma manera que
si se tratara de una moneda de oro. En resumidas cuentas, ¡este
papel que viene a reemplazar el oro no será otra cosa que papel
moneda!”.

John lleno de gozo habló a su padre acerca de su


descubrimiento. El viejo Law miró al chico con orgullo, sin embargo
consideró sensato moderar su entusiasmo, no dejarlo caer en ese
nuevo y peligroso mundo de “ideas subversivas”, que a la sazón
flotaban por ahí.

Hijo mío –le dijo en tono protector-, si crees que eres el


primero en pensar en ello, te equivocas de medio a medio. En verdad,
has expresado muchas ideas nuevas e interesantes, sin embargo
hazte cargo de que el papel moneda fue inventado hace ya algunos
siglos atrás. Muchas veces han intentado revivirlo, incorporarlo a la
vida, hacerlo realidad, sin embargo todos los esfuerzos han ido a dar
al traste. El dinero es oro, y a este no lo podemos reemplazar por
mucho tiempo. ¡Reflexiona acerca de esto, hijo mío! Confío en que ya
habrás comprendido, que es necesario devanarse los sesos no
pensando en la manera de reemplazar el oro por papel, sino en cómo
es posible incrementar cada día más sus reservas.

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¿Oro o Papel?

¿Tenía razón el viejo Law? En realidad, ¿será posible que el


oro sea irreemplazable?

PLANES AVENTUREROS PARA LA SALVACIÓN DEL


MUNDO.

Han transcurrido diez años. El favorito del gran mundo


londinense, el héroe de celebérrimas batallas libradas en el mundo
de las cartas y la ruleta, John Law, iba y venía con pasos nerviosos
por su apartamento espléndidamente amoblado. Tres días atrás
había dejado su última bolsa con oro en la mesa de juego y desde
entonces había girado a sus compañeros de juego 18 “bonos” por un
valor total de 2,500 libras esterlinas.

En realidad su preocupación no era causada por el dinero


perdido. Su madre, desde luego, le haría llegar en esos días la suma
necesaria deducida de los ingresos provenientes de las grandes
propiedades heredadas de su padre. Lo que ocurría era que
nuevamente el viejo problema torturaba el pensamiento del joven
libertino: ¿por qué sus compañeros de juego aceptaban gustosos, en
vez de dinero, los papeles firmados por él? ¿Pensarán, acaso, que
tarde o temprano le sonreirá de nuevo la suerte? ¿O, quizá, no
querrán desairarlo? ¿O lo harán con arreglo a ciertos presupuestos
que era posible excluir todas estas variantes? Conocía muy bien a
sus amigos de juego y tenía razones para no creer en su delicadeza y
generosidad.

Horas, días enteros reflexionó sobre el problema antes de


llegar a la única solución posible: los papeles firmados por él eran
aceptados en calidad de dinero sólo porque era poseedor de rica
hacienda. Es decir, cada bono era considerado por sus acreedores
como dinero, sólo por la circunstancia especial de que en cada
pedazo de papel ellos veían nada menos, pero tampoco nada más,
que sus propiedades. Por consiguiente, él podría girar bonos por una
suma total, igual al valor de su hacienda. Sus reflexiones fueron aún
más lejos. Esto quería decir, que cualquier hacendado o poseedor de
casas, fábricas o minas podría hacer lo mismo. ¡Desde luego! Ahora,
si se diera el caso, en que todos los bienes de una persona
estuviesen totalmente cubiertos por bonos, ¿no sería posible girar
bonos falsos? ¿No podría darse el caso, de que una persona expidiera

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bonos por una cuantía mayor al valor total de sus bienes? Sin
ninguna duda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nadie
puede obligar a otro a aceptar bonos en lugar de dinero. Pero ¿El
Estado? ¿El Rey? ¡Esto ya es otra cosa! El Rey tiene riquezas
incalculables. A él pertenecen castillos, fortalezas, palacios, tierras,
tribunales, etc. Si todas estas riquezas sirvieran para garantizar los
bonos, el Estado podría promulgar una ley sobre la obligatoriedad de
la circulación del papel moneda y la pena de muerte para los
falsificadores.

John saltó de su sitio: ¡Claro, en esto reside todo el secreto! Y


en la medida en que esto era cierto, se encontraba cerca de la
solución del viejo problema. Efectivamente, esto constituyó el primer
paso en el camino que debería llevar al derrocamiento del oro de su
trono.

Transcurrieron aún veinte años más. Ahora, Francia es el


escenario de los acontecimientos.

En el reinado del “Rey Sol”, Luis XIV (1,638-1,715), Francia


se encontraba al borde de la bancarrota, del total fracaso financiero.
La deuda externa alcanzó una cuantía fantástica: tres mil millones
de libras esterlinas. Fénelon (1,651-1,715), escritor y notable filósofo
francés, exclamó: “Es un milagro que aún estemos con vida”.

En una sala de recibo del palacio de Versalles,


suntuosamente amoblada y cubierta con felpudas alfombras, el
regente de Francia, el duque Felipe de Orleans, que gobernaba al
país en nombre del príncipe heredero, Luis XV, que a la sazón
contaba con cinco años de edad, sostenía una charla con un hombre
enjuto, vestido todo de negro.

-¿Quién es ese hombre?– preguntó una dama elegantemente


vestida, que hacía parte de un grupo de cortesanos.

-¿Es posible que no lo conozca usted? Es John Law, conocido


aventurero escocés, apasionado jugador y banquero audaz. En
Inglaterra fue condenado a muerte por haber tomado parte en un
duelo que arrojó un trágico resultado, pero logró escapar. Sus planes
de reforma financiera fueron ridiculizados en Escocia y Austria. El
“Rey Sol” lo deportó de París por tramposo. Dicen, que ahora está

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empeñado en hacernos felices con sus planes para la salvación del


mundo.

Pudo pensarse, que tanto a los oídos del duque como a los del
banquero no había llegado ni una palabra dicha por los
circunstantes. No era para menos. La conversación giraba en torno a
cuestiones de vital importancia para el país.

-Entonces, ¿sostiene usted, que se compromete a poner en


orden las finanzas de Francia?

-¡Me comprometo, Vuestra Alteza! Si mi sistema es aprobado


por usted, yo, sin nuevos impuestos a la población, le proporcionaré
tanto dinero, que dentro de pocos años el erario nacional quedará
libre de toda deuda externa. Permítame usted exponerle a la luz de
un ejemplo la esencia de mi sistema.

Imagínese usted una isla, perteneciente a una persona


determinada. Supongamos, por un momento, que esta isla está
dividida en cien pequeñas parcelas, las cuales se encuentran en
arriendo. Cada una de estas parcelas es trabajada por una familia.
Además, en la isla hay trescientos campesinos pobres. Ellos viven de
la caridad pública. Los arrendatarios venden por oro sus cosechas al
dueño de la tierra y con el oro obtenido pagan los derechos de la
aparcería.

Bien, ahora introducimos en esta isla mi sistema. El


propietario de la isla emite papel moneda, distingue a cada billete
con un número ordinal y una inscripción que certifique que cada
uno de ellos reemplaza a un gramo de oro en la circulación.
Supongamos, también, que solamente posee 10,000 gramos de oro,
por consiguiente emite 10,000 billetes de banco, con los cuales
compra la cosecha a los aparceros. Estos a su vez, pagan con este
dinero los derechos de aparcería, como es natural. Todos convendrán
de buen grado con la introducción de papel moneda, toda vez que
este facilitará la circulación de mercancías y en cualquier momento
podrá ser convertido en oro; además para todos será cosa sabida que
sólo con este dinero podrán ser liquidados todos sus egresos. De esta
manera, el oro quedará en completa disponibilidad del dueño de la
isla, pues sería poco probable que todos desearan al mismo tiempo la
conversión de su papel moneda en oro. Por ello será suficiente y

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necesario tener en caja una suma por el orden de 2,000-3,000


gramos de oro. Con el oro restante, el dueño de la tierra podrá
comprar ahora máquinas y materias primas, organizar una empresa
industrial y dar trabajo a los campesinos pobres de la isla, los
cuales, de esta manera, se convierten en obreros asalariados. Huelga
decir, Vuestra Alteza, que el pago por su trabajo lo obtendrán en
papel moneda y con este dinero tendrán que comprar a los
apareceros los productos alimenticios, los cuales a su turno, y con
este mismo dinero, adquirirán artículos industriales. Como es
natural, para esto ya se hace necesario mayor cantidad de dinero. El
dueño de la isla, entonces, hace una nueva emisión de papel moneda
en cantidad que corresponda al valor de sus bienes, toda vez que
estos tienen un valor equivalente al del respaldo en oro. De esta
suerte, en la isla habrá permanentemente una cantidad suficiente de
dinero. La industria se desarrolla, toma gran incremento. Aparece,
entonces, un excedente de productos industriales, que se vende por
oro a los pueblos continentales. Entonces se da comienzo a una
fuerte inmigración, aparecen nuevos hombres, crece el poderío
económico de la isla y consecuentemente la riqueza de su dueño.
Estas son las ventajas inmediatas de mi sistema, Vuestra Alteza.

... En junio de 1,716 en el edificio de un viejo hotel, fue


fundado el primer banco emisor de Francia, como dependencia
privada, el “Banque Géneral”. Su garante, el duque Felipe de
Orleáns, su director, John Law. La patente real concedida a la
institución bancaria, otorgaba a John Law derecho para la emisión
de papel moneda y obligaba a las cajas del Estado a cambiar los
billetes de banco por oro y a aceptarlos para la liquidación de los
impuestos. Al mismo tiempo, la patente determinaba los fines del
banco: “Aumentar la circulación monetaria, poner fin a la usura,
liquidar el traspaso de dinero entre París y las provincias, conceder a
los extranjeros la posibilidad de un depósito seguro para su dinero
en nuestro país, facilitar a los súbditos la venta de sus mercancías y
el pago de los impuestos”.

Al banco fluyeron en torrente los metales preciosos. Cada vez


era mayor la cantidad de oro y plata que llegaba a la caja del banco
para ser cambiada por papel moneda. El entusiasmo no tenía
límites. Un rico comerciante en sedas de Lyon le dice a John Law:
“¡Señor, esta ha sido una idea maravillosa, genial! Antes, el valor de
la moneda fluctuaba con mucha frecuencia. Todo mundo se negaba

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a concedernos préstamos, pues en realidad nadie estaba seguro de


recibir el dinero con igual contenido de oro o plata. Los extranjeros
se negaban a cerrar con nosotros cualquier transacción. Ahora, de
nuevo confían en nosotros”.

Corría el año de 1,718. La agencia bancaria Law se


transforma en el banco real, bajo el nombre de “Royal Bank”
Director, John Law. El acta real constituyente obliga a todos los
ciudadanos a aceptar el papel moneda y prohíbe la falsificación bajo
la amenaza de pena de muerte. El duque de Noailles, ministro de
finanzas, dimite. Es reemplazado por el ministro de policía, quien
nada entiende en el campo de las finanzas. La única autoridad
financiera en el país: John Law.

El Regente cita a su despacho al director del Banco Real:

-Usted prometió liquidar la deuda externa del país. Espero,


que sabrá cumplir la palabra.

Así, pues, a John Law le había llegado la hora de cumplir su


promesa sin socavar la confianza que el papel moneda había
alcanzado. ¿Qué hacer? Por el momento aún no podía disponer del
dinero depositado en las arcas del Banco Real. Sólo quedaba una
salida: Disminuir el contenido de metal precioso en el dinero
metálico y en consecuencia su valor.

Al día siguiente fue promulgado un nuevo decreto financiero.


El regente de Francia, el duque Felipe de Orleáns, anunciaba la
emisión de una nueva moneda y la obligatoriedad de cambiar la
antigua moneda de oro de cien libras por una nueva, cuyo valor era
de 140 libras. Esta nueva moneda era acuñada empleando la
antigua. Así, pues, en gracia a un decreto correspondía cambiar la
vieja moneda por una nueva con menor contenido de oro.

Gracias a esta medida, John Law, con un medio circulante de


tres mil millones de libras, representado en moneda metálica, en un
dos por tres disminuyó la deuda externa en mil millones doscientos
mil libras (1.200.000.000). De los tres mil millones de libras iniciales
(3.000.000.000), había acuñado 3 X 1,4, es decir cuatro mil millones
doscientos mil nuevas libras (4.200.000.000). Tres mil millones de
libras habían sido devueltas a sus dueños y mil millones doscientos

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mil habían sido consignadas para amortizar la deuda externa. La


confianza depositada en el papel moneda creció de manera
ostensible, ya que estas operaciones financieras no habían afectado -
al menos aparentemente- el valor de la moneda. Nuevos sectores de
la población se convencieron de las ventajas del papel moneda y
acudieron al banco con el fin de cambiar por él sus reservas de oro.

Con todo, Law se había ganado un poderoso y terrible


enemigo: los mil millones doscientos mil libras, al fin y al cabo,
habían sido cubiertos por un grupo de potentados, poseedores de
enormes cantidades de oro.

En la mansión señorial del duque Conti tuvo lugar una


reunión secreta. Además del duque Conti, presidente de la sesión,
tomaron parte importantes financieros de Francia: Samuel Berdand,
los hermanos París y Croase, jefe de la banca.

-¡Habría que retorcerle el pescuezo a ese aventurero escocés!


–gritó fuera de sí el duque. ¡Nos llevará a todos a la catástrofe!

... Y hete aquí que un buen día fue presentado ante la caja del
Banco Real una inaudita cantidad de papel moneda acompañada con
la demanda de ser cambiada por su equivalente en moneda metálica.
El cajero general, con voz trémula, informó al director, que el oro
salía del banco por carretadas.

¿-Quiénes son los demandantes-? interrogó Law con aire


ausente.

-El duque Conti y los banqueros.

-Comprendo. Esto quiere decir, que ya han iniciado la


ofensiva general contra los billetes de banco. Lo esperaba. Puede
retirarse...

Horas más tarde, cuando las operaciones de caja estaban en


pleno apogeo, John Law en persona anunciaba una nueva
devaluación de la moneda metálica (menor contenido de oro).

Al día siguiente, John Law, desde la sala contigua, observaba


con una sonrisa de satisfacción, cómo el oro, al igual que un

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torrente, tornaba al banco. El cajero no tenía tiempo de tomar


aliento. No sólo el duque Conti y los banqueros reembolsaron el oro
al banco: todo el mundo trataba de desembarazarse de las monedas
de oro desvalorizadas para obtener en cambio el seguro papel
moneda.

La victoria obtenida por John Law era completa, sin embargo


no se dio por satisfecho. Se lanzó a una grandiosa empresa: fundó la
“Compañía de la India”, tomando a su cargo las fracasadas empresas
de la corona, dirigidas al aprovechamiento de los territorios de
Francia, allende los mares. Llevado por el deseo de corresponder a la
confianza y apoyo permanente del Regente, mediante sucesivas
emisiones de papel moneda, canceló el resto de la deuda externa.
Además, cuando el Regente necesitaba dinero, John Law ordenaba
nuevas emisiones. Los siguientes datos reflejan fielmente la emisión
desenfrenada de papel moneda: el 5 de enero de 1,719 el medio
circulante alcanzaba la suma de 18 millones de libras, representados
en papel moneda, el 31 de diciembre del mismo año ya había
ascendido a mil ciento veintiocho millones novecientos cincuenta mil
libras (1.128.950.000), y el 23 de diciembre de 1,720 a tres mil
setenta millones setecientos cincuenta mil libras (3.070.750.000). Al
mismo tiempo, con el fin de sustituir definitivamente el dinero
metálico John Law fue disminuyendo paulatinamente la cantidad de
metal noble en las monedas. En el período comprendido entre
septiembre de 1,719 y diciembre de 1,720 el valor de las monedas de
oro habían disminuido 28 veces y el de las de plata, 35. Como
secuela lógica de todas estas medidas financieras, apareció una
espiral alcista sin precedentes. Cada día el poder adquisitivo del
papel moneda, emitido sin control alguno, era menor. El pan, que
antes costaba 60 céntimos de libra, ahora se adquiría por 200 libras;
el kilogramo de carne, por 500. El oro salía del país por quintales
métricos. John Law hizo un esfuerzo desesperado, el último, por
salvar su criatura. En presencia de representantes de ciertos círculos
comerciales de la ciudad, ordenó entregar para su pública
incineración, todo el papel moneda, que, en billetes de 1,000 y
10,000 libras se encontrara en ese momento en las arcas del banco.
La espiral alcista se detuvo. Todo parecía indicar, que el orden se
restablecía, cuando inopinadamente sobrevino el golpe de gracia.

El 15 de julio de 1,721, cediendo a los ruegos del Regente, y


con el fin de aliviar temporalmente las dificultades financieras del

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gobierno, procedió a la emisión de 500 millones de nuevas libras.


Apenas si se había difundido el rumor acerca de la nueva emisión de
papel moneda, cuando ya ante la entrada del Royal Bank se detenían
dos inmensas carretas cargadas hasta los topes con billetes de
banco, para ser cambiados por su equivalente en oro. El dinero
pertenecía a tres conocidos banqueros de París. Al amanecer del 16
de julio ante la entrada del banco se alineaba una cola de más de
16,000 personas, a cual más ansiosas de cambiar el papel moneda
que se encontraba en su poder. En la noche del 17 de julio ya eran
200,000 los demandantes. El papel moneda había perdido todo su
prestigio y el banco emisor se encontraba insolvente, toda vez que
sus arcas no contenían la cantidad de oro suficiente para cambiar el
papel moneda en circulación. De manera febril, todo mundo trataba
de desembarazarse de él. Millones de personas se convirtieron de la
noche a la mañana en miserables. El 17 de julio por un billete de
banco de 100 libras aún daban una libra en oro, el 18 por una libra
era necesario dar un saco lleno de billetes. En la ciudad comenzaron
los disturbios; ciudadanos totalmente arruinados buscaban por
todas partes al banquero en quiebra.

Mientras tanto, el oficial de guardia en el puesto fronterizo de


Valencia reportaba al comandante:

-Un hombre de origen escocés, que dice llamarse John Law,


desea abandonar el país. Porta pasaporte oficial. Por equipaje sólo
lleva consigo una caja con 800 monedas de oro.

La respuesta no se hizo esperar demasiado.

-Dígale que puede continuar su camino. En cuanto a la caja,


decomísela. Si protesta, puede darle en cambio algunos sacos de
papel moneda. ¡Tenemos demasiados!

EL SECRETO DEL PAPEL MONEDA.

¿Quiere decir esto, que a pesar de todo John Law se equivocó


lamentablemente? Es decir, ¿qué de ninguna manera es posible
sustituir el oro por papel? No, John Law tenía razón al pensar, que
en la compra-venta cotidiana, en el proceso de la circulación el oro
puede ser sustituido por cualquier objeto relativamente carente de

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valor, inclusive por un billete de papel. Como en el proceso de la


circulación monetaria el dinero pasa solamente a través de las
manos de ciertos poseedores, que al recibirlo a cambio de su
mercancía en seguida lo entregan por otras mercancías, entonces la
circunstancia de si el dinero tiene en sí algún valor o no, es de poca
importancia.

La gente, por regla general, vende su mercancía no para


guardar después el dinero obtenido, sino para comprar con él otras
mercancías. Así, por ejemplo, supongamos que un campesino ha
comprado un abrigo donde un sastre. Con el dinero obtenido el
sastre compra unos zapatos; con este dinero el zapatero salda sus
cuentas con el curtidor que lo abastece de material; el curtidor a su
vez con el dinero recibido compra al campesino la piel del buey que
acaba de sacrificar. Es claro a todas luces, que tanto para el sastre,
como para el zapatero, curtidor o campesino le es absolutamente
indiferente saber cómo se ha producido este intercambio de
mercancías: si fue mediante una moneda de oro de peso normal o
mediante un pedazo de papel relativamente carente de valor.

Por consiguiente, la circulación de mercancías se puede llevar


a cabo perfectamente con la ayuda de papel moneda, el cual, como
es fácil advertir, no tiene un valor intrínseco elevado, pero puede
actuar en lugar del oro si se observa rigurosamente una condición de
suma importancia: si la emisión de papel moneda se hace en una
cantidad que no sobrepase a la estrictamente necesaria para llevar a
cabo la circulación de mercancías. En este punto, precisamente, se le
deslizó a John Law un error en sus cálculos. Y fue apenas natural
que así aconteciera. John Law no comprendía la ley que rige la
circulación monetaria, no sabía qué cantidad de dinero era necesario
para llevar a cabo la circulación de mercancías. El partía del
presupuesto de que era posible emitir toda la cantidad de papel
moneda, que estuviera respaldada por la cantidad de oro depositado
en el banco; además estimaba también como garantía de los billetes
de banco a todos los bienes de la corona.

Al punto surge la siguiente pregunta: ¿Cuánto papel moneda


es posible emitir? Examinemos detenidamente el ejemplo de la isla,
que John Law presentó al Regente de Francia para explicar con él la
esencia de su sistema. Supongamos, que en el término de un año en
la isla se vendió una cantidad de productos industriales y

113
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

agropecuarios por un valor total de 120,000 gramos de oro.


Entonces, ¿esto quiere decir que para comprar toda esta mercancía
sea necesario disponer de 120,000 gramos de oro? De ninguna
manera. Los aparceros venden su cosecha al dueño de la tierra por
papel moneda y compran con él artículos industrializados.1 Las
fábricas, a su turno, compran con este dinero insumos y productos
alimenticios para sus obreros. En el caso dado, cada unidad
monetaria circula tres veces, es decir, sirve de instrumento para que
se opere la circulación de tres clases de mercancía. Por consiguiente
para llevar a cabo la circulación de mercancías en la isla no se
necesitan 120,000 gramos de oro sino solamente 40,000.

Citaremos otro ejemplo. Imagínese usted un mercado público


en donde se ofrece en venta un abrigo por valor de doscientos pesos,
una mesa por doscientos pesos y un par de zapatos también por
doscientos pesos. ¿Cuánto dinero sería necesario para llevar a cabo
la circulación de estos tres artículos? Supongamos que al mercado
llega un campesino y compra el abrigo por doscientos pesos. Más
tarde otro campesino compra la mesa y un tercero, los zapatos. En
este caso sería necesario 200 X 3, es decir, 600 pesos.

Pero puede suceder de otra manera. Por ejemplo, llega al


mercado un campesino y compra por 200 pesos el abrigo. Los 200
pesos del campesino se encuentran ahora en los bolsillos del sastre.
Con estos 200 pesos el sastre compra al zapatero los zapatos, quien
a su vez compra la mesa. Así, pues, vemos que la circulación de las
mercancías se llevó a cabo y no fue necesario 600 pesos sino sólo
200. ¿Cuántos dueños tuvo cada billete de banco? ¿Cuántas veces
circuló? Tres veces, por consiguiente, para llevar a cabo la
circulación de los artículos fue necesario 600/3 = 200 pesos.

En conclusión: para llevar a cabo la circulación de


mercancías es necesario tanto dinero (cantidad de dinero -masa-),
como la suma constituida por el precio de todos los artículos que se
encuentran en circulación, dividida por el número de transacciones

1 El proceso de cambio de la mercancía se opera, por tanto, mediante dos


metamorfosis antagónicas que se complementan recíprocamente: transformación de
la mercancía en dinero y nueva transformación de este en mercancía. M – D – M
Carlos Marx, El Capital, I parte (N. del t.).

114
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

realizadas por cada unidad monetaria, es decir, por la velocidad de


circulación del dinero.

Volviendo al ejemplo de John Law, por consiguiente, para


llevar a cabo la circulación de mercancías en la isla es necesario
40,000 gramos de oro. ¿Qué ocurriría en el caso de que aparecieran
50,000 gramos de oro en circulación? En realidad nada especial,
pues el oro por sí es una mercancía, cuyo valor personifica la
riqueza. (Si su cantidad es mayor a la que se necesita para llevar a
cabo la circulación de mercancías, entonces ciertos individuos,
personas aisladas, lo depositarán en sus faltriqueras en calidad de
bienes particulares ya que si se mantiene en circulación perderá su
poder adquisitivo por exceder las necesidades de la circulación de las
mercancías. En cambio, si la cantidad en circulación es menor, por
ejemplo si su cuantía es de 30,000 gramos, la circulación de
mercancías correspondientes a 10,000 gramos de oro, se llevara a
cabo mediante el intercambio espontáneo, sin dinero, o bien se
produce una caída de los precios de las mercancías aumentando el
poder de compra del dinero).

¿Cuál sería la situación en el caso de poner en circulación


papel moneda? ¿Qué cantidad de papel moneda debería ser emitida?
El papel moneda sustituye al oro. Independientemente de la cantidad
emitida, el papel moneda sólo reemplaza la cantidad de oro
indispensable para llevar a cabo la circulación de mercancías. Es
decir, si el dueño de la isla anuncia que una unidad monetaria
equivale a un gramo de oro, puede emitir 40,000 billetes de banco.
Pero, ¿si emite 80,000? De todas maneras, los 80,000 remplazarían
solamente a los 40,000 gramos de oro. Supongamos, que en cada
billete se lee: “Equivale a un gramo de oro”, pero como en circulación
se encuentran 80,000, entonces cada billete representa en realidad
sólo 0.5 gramos de oro. En vano el dueño de la isla se ha de consolar
con la idea de que sus bienes valen 80,000 gramos de oro y que en
consecuencia puede emitir papel moneda por esta suma. El papel
moneda sólo representa la cantidad de oro indispensable para llevar
a cabo la circulación de mercancías y en ningún momento expresa el
valor de las mismas.

115
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

En esto consistió el error fatal de John Law. Inscribió en cada


billete de banco un valor arbitrario sin tener en cuenta la cantidad
de oro disponible ni la velocidad de circulación de dinero. 2

2 ... La masa de los medios de circulación está determinada por la suma de los precios
de las mercancías que han de ser realizadas. Partiendo, además, del supuesto de
que el precio de cada clase de mercancía es un factor dado, la suma de precios de
las mercancías dependerá, evidentemente, de la masa de mercancías que se hallen
en circulación.
(...) Suponiendo que la masa de mercancías permanezca constante, la masa de
dinero en circulación aumenta y disminuye a tono con las fluctuaciones de los
precios de las mercancías.
(...) Para que suba o baje la suma de los precios de todas las mercancías en
circulación que hay que realizar, y, por tanto, para que aumente o disminuya la
masa de dinero puesta en circulación, basta con que suban o bajen, según los caos,
los precios de un cierto número de artículos importantes. El cambio experimentado
por los precios de las mercancías actúa siempre del mismo modo sobre la masa de
los medios de circulación, lo mismo cuando refleja un verdadero cambio de valor
que cuando responde a simples oscilaciones de los precios en el mercado.
Tomemos unas cuantas ventas o metamorfosis parciales sin revelación alguna entre
sí y que discurren paralelamente en el tiempo y en el espacio, las ventas v. gr. de un
quarter de trigo, 20 varas de lienzo, 1 biblia y 4 galones de aguardiente. Suponiendo
que el precio de cada uno de estos artículos sea 2 libras esterlinas, y, por tanto, la
suma de precios a realizar 8 libras esterlinas, estas transacciones lanzarán a la
circulación una masa de dinero de 8 libras. En cambio, si todas estas mercancías
representan otros tantos eslabones en la cadena de metamorfosis que ya
conocemos: 1 quarter de trigo = 2 libras esterlinas; 20 varas de lienzo = 2 libras
esterlinas; 1 biblia = 2 libras esterlinas; 4 galones de aguardiente = 2 libras
esterlinas, bastaran 2 libras esterlinas para poner en circulación sucesivamente las
distintas mercancías, realizando por turno sus precios, y por tanto la suma de
éstos, o sea, las 8 libras esterlinas, hasta hacer alto por fin en manos del destilador.
Para ello, darán cuatro vueltas. Este desplazamiento repetido de las mismas piezas
de dinero representa el doble cambio de forma de las mercancías, su movimiento a
través de dos fases contrapuestas de la circulación y el entrelazamiento de las
metamorfosis de diversas mercancías. Es evidente que las fases antagónicas que,
complementándose las unas a las otras, recorre este proceso, no pueden discurrir
paralelamente en el espacio, sino que tienen que sucederse las unas a las otras en
el tiempo. Su duración se mide, pues, por fracciones de tiempo, y el número de
rotaciones de las mismas monedas dentro de un tiempo dado indica la velocidad del
curso del dinero.
Supongamos que el proceso circulatorio de aquellas cuatro mercancías dure un día.
La suma de precios a realizar representará 8 libras esterlinas, el número de
rotaciones de estas monedas al cabo de un día será de cuatro y la masa del dinero
en circulación ascenderá a 2 libras esterlinas; es decir, que en una fracción de
tiempo determinada el proceso de circulación puede representarse así:

116
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

Y el papel moneda no tiene ningún valor, salvo el costo


insignificante de la fabricación del papel y del trabajo tipográfico. El
papel moneda sólo representa al oro y ante todo la cantidad que
reemplaza en el proceso de la circulación. Por eso fue inútil su
alegato en el sentido de que todos los bienes de la corona
respaldaban al papel moneda emitido. Estos bienes no tomaron parte
en la circulación real de las mercancías, toda vez que el papel
moneda no los representaba. Por lo tanto, estos bienes no se podían
considerar como garantía o respaldo del papel moneda. Con todo, el
problema en el caso concreto de John Law no consistió en la falta de
respaldo. Supongamos, que en las arcas del dueño de la isla se
encuentra la suma de 80,000 gramos de oro, y que para la
circulación se requiere solamente 40,000 gramos.
Independientemente de la cantidad de dinero que emita, esta
siempre representará solamente 40,000 gramos.

El fenómeno que consiste en emitir papel moneda en una


cantidad superior a la necesaria para llevar a cabo la circulación, lo
cual produce una brusca elevación de los precios que le disminuye
capacidad de compra al papel moneda, se llama inflación (de la raíz
latina inflatio). La inflación también puede sobrevenir por la
reducción de la oferta de mercancías, la escasez, o, como sucedió en
el caso de John Law, cuando la clase dominante lanza nuevas y
nuevas emisiones de papel moneda para cubrir el déficit del
presupuesto nacional, ocasionado por gastos militares relacionados
por lo general con la carrera armamentista. En tales casos la espiral
alcista se eleva velozmente, los trabajadores pueden adquirir en el
comercio menor cantidad de productos con su salario y su nivel de
vida desciende consecuencialmente.

El fenómeno inverso, o sea cuando la cantidad de papel


moneda se reduce, es decir, cuando se emite en menor cantidad que
la necesaria para llevar a cabo la circulación de mercancías, se llama
deflación (de la raíz latina deflare). Por lo general la deflación se
aplica con el fin de evitar la inflación. En tales casos se observa la
falta de dinero o escasez de la demanda, los precios bajan haciendo

(...) el total de rotaciones de todas las monedas de valor igual qué se hallan en
circulación arroja la cifra media de la rotaciones descritas por cada pieza y la
velocidad media del curso del dinero. Carlos Marx, Tomo I, Cap. III (N. del T.).

117
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

que aumente la capacidad adquisitiva del papel moneda y la


producción se reduce lo cual de nuevo lleva a la desocupación, a la
disminución de los salarios y a la depauperación de los trabajadores.

PAPEL U ORO.

De todos modos la gran aventura financiera de John Law no


fue inútil. Los economistas llegaron a ciertas conclusiones,
desarrollaron y perfeccionaron la idea de John Law y la pusieron a
prueba en sus respectivos países. En el transcurso del siglo XVIII en
la mayoría de los países europeos se introdujo el sistema del papel
moneda. En el imperio Austro-Húngaro, por ejemplo, el papel
moneda fue emitido por primera vez en el año 1,759.

En los siglos XIX y XX el papel moneda se difundió por todo el


mundo. El sueño adorado de John Law se había realizado. En
verdad, el papel como medio para la circulación había desplazado al
oro, pero mientras exista el dinero no será posible bajarlo de su
trono. El medio para la circulación mercantil entre países era el oro,
y además en cada país los billetes de banco cumplían el papel de
sustitutos del dinero de valor pleno: el oro. Acerca del vínculo que
existe entre el papel moneda y el oro, testimonia la circunstancia, de
que cuando en un país cualquiera se emitía papel moneda, entonces
en cada billete de banco se señalaba expresamente su respaldo en
oro, es decir aquella cantidad de oro que este billete remplazaba o
representaba. Por ejemplo, hasta principios de la década de los años
setenta del siglo XX un dólar americano representaba 0.888671
gramos de oro, una libra esterlina inglesa 2.48828 gramos de oro, un
franco francés 0.1800000150 gramos de oro, un franco suizo
0.2032258 gramos de oro, un rublo 0.987412 gramos de oro y un
forint húngaro 0.0757575 gramos de oro.

La emisión de papel moneda sobre la base de las reservas de


oro tuvo un significado de excepcional importancia. Esta medida no
sólo sirvió para confirmar que cada papel estaba respaldado por una
determinada cantidad de oro sino que también al comienzo sirvió
para garantizar que cada billete emitido por la entidad legalmente
autorizada por el Estado podía ser convertido en oro en cualquier
momento. Cualquier ciudadano podía exigir en la caja del banco la

118
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

conversión de su papel moneda en la cantidad de oro señalada en


cada uno de los billetes del banco.

Sin embargo, durante la primera guerra mundial el sistema


de papel moneda como signo de oro o de dinero establecido sobre el
principio de la libre convertibilidad sufrió un serio revés. Para cubrir
los gastos militares los gobiernos imperialistas emitieron enormes
cantidades de papel moneda, que fue imposible respaldar con oro.
Comenzó la inflación. La libre convertibilidad del papel moneda en
oro que regía en todo el mundo se suspendió.

Por los años 1,924-1,928, en los países capitalistas se ensayó


el último intento encaminado a restablecer el sistema del papel
moneda, aunque concebido, ciertamente, en otra forma. Fue
introducido el sistema de las “barras de oro”, cuya esencia consistía
en que el banco emisor, señalaba en la parte superior del billete de
banco una suma determinada y se comprometía a cambiarlo en
cualquier momento por un lingote de oro. Por ejemplo, en Inglaterra
era posible convertir en oro los billetes de banco sólo en el caso de
que su suma total fuera superior a las 1,400 libras esterlinas
(aproximadamente 200,000 pesos). En otras palabras: los poseedores
de papel moneda de poco valor fiduciario no tenían derecho a
convertirlo en oro en cambio los capitalistas que disponían de gran
cantidad de dinero, sí. De esta manera estaban asegurados ante el
peligro permanente de la devaluación. Con todo y con esto, la
inflación hizo fracasar estruendosamente el sistema.

En 1,933 también Estados Unidos de América renunció al


sistema del papel moneda. A partir de esta época, el papel moneda
prácticamente no era cambiado por oro en ninguna parte, a pesar de
que en cada billete de banco se indicaba su respaldo en oro. De esta
manera, los círculos capitalistas dominantes quedaron con mayor
libertad para poner en práctica la política antipopular de la inflación.
En los años de la segunda guerra mundial la devaluación de la
moneda alcanzó tales límites que dejó muy atrás la fantasía más
atrevida de la época. En Hungría, por ejemplo a consecuencia de la
especulación de los capitalistas durante la guerra, la inflación
alcanzó tal magnitud entre los años 1,939-1,946, que después de la
liberación (1 de Agosto de 1,946) cuando se llevó a cabo la reforma
monetaria, 400,000 cuatrillones de pengo se cambiaban por un
forint. ¡Un forint equivalía a

119
Capítulo IV
¿Oro o Papel?

400,000,000,000,000,000,000,000,000.000 pengo! ¡Tan bajo había


caído el papel moneda en Hungría inmediatamente después de la
guerra!

Así, pues, ya hemos hecho conocimiento con el oro como


mercancía universal, es decir como dinero, y de su secuela lógica: el
papel moneda. Ahora ya estamos en condición de decir que
conocemos los rudimentos indispensables acerca del dinero, lo cual
nos permitirá seguir paso a paso su secreto y enigmático camino: la
formación de inmensas fortunas a través del pillaje, el despojo y
depauperación de millones de hombres en el período inmediatamente
anterior al capitalismo, o sea en el de la acumulación primitiva del
capital, es decir, cuando tuvo lugar la despiadada e implacable
carrera por el dinero.

EL DINERO ELECTRÓNICO**

Actualmente a la par del papel moneda, en varios países ante


todo de la zona del euro, se está popularizando el uso del dinero
electrónico o dinero digital como medio de circulación y de pago. Es
una tecnología revolucionaria que está cambiando completamente
las formas tradicionales de realizar las diferentes transacciones
comerciales y financieras, lo que está en coherencia con el desarrollo
científico y tecnológico de la llamada sociedad de la información, que
se piensa como una forma de organización social sin las monedas,
billetes, cheques y otros documentos que habitualmente se utilizan.

Esta forma dineraria se encuentra contenida en una


tarjeta con un microchip incorporado parecida a la tarjeta de crédito
o las tarjetas del transurbano que pueden recargarse en cualquier
momento.

** NOTA: He agregado este apartado paraintroducir a los estudiantes en el


conocimiento de los nuevos medios monetarios que se están utilizando para realizar
algunas funciones del dinero, lo cual es una necesidad histórica de los capitales
para poderse movilizar y reproducir en escala ampliada en el actual proceso de
globalización que avanza por el mundo entero, creándose espacios económicos
libres para la expansión de las relaciones económicas capitalistas en su última fase
de desarrollo. Franklin Roberto Valdez Cruz, Coordinador.

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Capítulo IV
¿Oro o Papel?

Esta nueva forma de manifestación del valor conocida como


dinero electrónico, se utiliza para referirse a las cantidades
monetarias digitales que sustituyen al dinero metálico o de papel
tradicionalmente conocidos, con la ventaja que facilita las
operaciones mercantiles y evita lo molesto que resulta tener en los
bolsillos grandes cantidades de monedas. De esta manera, se
entiende por dinero electrónico el valor monetario almacenado en un
mecanismo de soporte electrónico que se utiliza para realizar
transacciones comerciales y financieras, sin que necesariamente se
encuentren involucradas las entidades financieras, como sucede con
las tarjetas de débito que deben ser respaldadas por cuentas
bancarias, de tal manera que pueden utilizarse en cualquier
comunidad, aún en aquellas en las que no existan entidades
bancarias.

Otra ventaja con la que se cuenta con esta nueva modalidad,


consiste en que la tarjeta permite almacenar distintas monedas, con
un programa de seguridad para proteger el dinero contenido en el
monedero electrónico, con una firma electrónica que se encuentra en
el microprocesador de la tarjeta, lo que permite reconocer la
identidad del usuario y, una vez, insertada la tarjeta en el lector, se
teclea el PIN para que se pueda hacer el pago en cualquier
establecimiento afiliado a este sistema. Además, el dinero electrónico
aporta un elemento adicional de supuesta seguridad, al dar la
impresión de no dejar rastros de la compra de un bien o servicio, ya
que se presenta como anónimo, por lo que nos encontramos en plena
revolución histórica al sustituir el papel moneda por dinero
electrónico, aunque pareciera película de ciencia ficción o
pensamientos de alguna mente fantasiosa.

En esencia, esta nueva forma del valor constituye un sistema


de movilización de la materialización de trabajo abstracto de manera
instantánea y fiable, sustituyendo a las transacciones de dinero
habitual, engorroso y propenso a provocar errores, ya que con este
dinero digital los pagos electrónicos en realidad son sólo
intercambios de información.

Esta forma electrónica del valor está determinada por el


desarrollo científico y tecnológico que impulsa el proceso de
globalización económica desde la segunda mitad del siglo XX, en el
cual las tecnologías de la información están revolucionando la vida
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Capítulo IV
¿Oro o Papel?

misma, especialmente las operaciones financieras que se realizan a


cada momento sin que existan fronteras políticas para ello, con lo
que esta fuerza social influye poderosamente en las aperturas
económicas expresadas supraestructuralmente en los tratados de
libre comercio, con los que se legaliza progresivamente el movimiento
libre de los capitales en sus formas de mercancías y dinero, como el
caso de los que se suscriben en el continente americano y el resto del
mundo. No obstante, la eliminación del dinero físico representa el fin
de la libertad del hombre, puesto que todas nuestras actividades
mercantiles, por mínimas que sean, serán controladas y
monitoreadas, perdiéndose por completo nuestra privacidad.

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