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LA PINTURA ROMANA:
La pintura ha sufrido en su conjunto una peor suerte que el mosaico. Rara
vez se han conservado íntegras las paredes de un edificio de la antigüedad. Sobre
todo se han conservado restos de pinturas ornamentales de casas y villae y, con
carácter funerario, de tumbas. Pero la pintura decoró también edificios de
carácter público, como termas, anfiteatros o ninfeos, aunque sus restos
conservados (en Hispania) sean esporádicos.
Técnicas:
La realización de las pinturas exigía un proceso generalmente complicado. Se
requería primero la preparación de un soporte de mortero, formado por arena y cal
principalmente, que podía constar de hasta siete capas, aunque para las pinturas
murales halladas en España, encontraremos tan sólo dos. sobre esta preparación
bien pulida, se realizaban los bocetos y trabajos preparatorios de la pintura
siguiendo un dibujo de tamaño reducido que habrían concertado previamente el dueño
de la casa y el director de los trabajos. Seguidamente se aplicaban la capa o
capas de pintura, pudiéndose utilizar tres técnicas: la del fresco, con los
colores disueltos en cal y aplicados sobre la pared aún fresca; la del temple
sirviéndose de yema de huevo, cola o grasa de animales como aglutinante de los
pigmentos; y por último la del encausto, que utilizaba la cera. En las pinturas
procedentes de Hispania encontramos sobre todo la técnica del fresco y al temple,
y en muchos casos la mezcla de ambos. La capa del fondo está realizada al fresco,
aplicándose por encima los detalles o retoques de última hora al temple, esto es,
en seco.
El estudio de la pintura romana se ha venido realizando, sobre todo, tomando
como base los documentos conservados en Pompeya. Los documentos posteriores tanto
en Roma como en el resto del Imperio, son por desgracia demasiado esporádicos y
parciales. De ahí que la clasificación por estilos establecida tradicionalmente
por los científicos para la pintura pompeyana no sirvan más que a modo de
referencia muy general a la hora de estudiar las manifestaciones de la pintura
romana en España.
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Decoración:
En lo relativo al marco ornamental son dos los modos fundamentales que vamos
a encontrar representados en España, estilos uno y otro que se extenderá desde
mediados del siglo I d. de C. hasta la mitad del siglo IV; el de crustae o
imitación de “incrustaciones de mármol” y el llamado de candelabros.
El estilo llamado de incrustaciones o crustae parece ser de origen oriental.
Plinio habla de los revestimientos de mármol que adornaban el palacio oriental de
Halicarnaso. Este gusto hacia la incrustación y sus imitaciones en pintura se
extienden rápidamente por todo el ámbito del mundo helenístico en un afán de
emular el lujo de las cortes orientales. Esta corriente helenística debió de
penetrar en Roma tras la conquista romana del oriente helenístico a fines del
siglo II a.C. Durante el periodo de Trajano estas imitaciones de crustae se
introducen en los medios provinciales. La aceptación de estos motivos en España
puede situarse a mediados del siglo III.
A fines del siglo I se introduce paralelamente el estilo que llamamos de
candelabros. el esquema fundamental de la decoración viene marcado por candelabros
de estilizados brazos, cuya función es la de distribuir y enmarcar verticalmente
la superficie de la pared aunque en muchas ocasiones son meros tallos vegetales lo
que cumplen esta función.
Temática:
La temática de las pinturas estuvo muy vinculada a su ambiente
arquitectónico. En las casas encontramos temas fundamentalmente ornamentales. Así
de Belo, Itálica o Astorga conocemos buen número de restos de pinturas con
diversos motivos. Una casa de Astorga ofreció bellas muestras del estilo de
candelabros con pájaros picando en los estilizados tallos vegetales. La pintura de
carácter funerario también es conocida. En algunas tumbas se han encontrado
excelentes muestras de pinturas al fresco, como en Carmona. Aquí los motivos
suelen tener un sentido claramente alegóricos. guirnaldas de las que cuelgan las
cintas funerarias, tallos vegetales enmarcando los nichos o pájaros, generalmente
palomas, entre pétalos de flores. De una de las tumbas de Carmona conocemos la
bóveda, adornada con pájaros y delfines sosteniendo en su pico unas cintas.
Los temas narrativos son más escasos: junto a una tumba-nicho de Carmona
aparece el tema del banquete funerario, desde antiguo ligado a las ideas de
ultratumba. Los comensales están recostados; uno de ellos toca la doble flauta y
otros grandes cuernos, unos sirvientes acercan las coronas y los platos del
banquete.
El retrato funerario debió ser habitual en esta época. Recordemos los
famosos retratos, realizados al encausto, de El Fayum (Egipto). Los ejemplos
retratísticos más espléndidos de España proceden de Mérida. Son los de la tumba de
los Voconios en los llamados columbarios. Se conservan una pareja sobre una de las
paredes y en la otra un joven. Aparecen representados como estatuas, de pie, sobre
un pedestal que simula mármol. Visten túnica y por encima un manto de color
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blanco. Los rostros muestran en su ejecución un cuidado mayor que el cuerpo, lo
que parece indicar una clara intención retratística.
EL MOSAICO ROMANO:
El mosaico romano tiene su origen en el mundo griego, y más en especial en
el de época helenística. Se ha considerado generalmente al mosaico como un reflejo
de la gran pintura desaparecida. Pero el mosaico posee una técnica propia y
específica, claramente diferenciada de la de las demás artes industriales.
Los emblemata:
Se trata en realidad de un cuadro musivo de forma generalmente cuadrada y a
veces circular, de dimensiones reducidas (entre 25 cm y 1 m.) que se realizaba con
independencia total del mosaico para ser insertado posteriormente en aquel. Los
emblemata podían por esta razón ser importados como cualquier otro objeto
artístico o artesanal. Por su carácter de producto en serie poseyeron una
característica tradicional (casi siempre son los mismos temas) así como imitativo
de la gran pintura. La temática en ellos es reducida, con temas mitológicos,
bodegones, peces o máscaras de la tragedia y de la comedia.
Los emblemata fueron una producción ligada al mundo romano occidental.
Ampurias, cuna tal vez del mosaico hispano, ha conservado una buena serie de estos
medallones o paneles centrales, un ejemplo es el de las Tres Gracias, fechado en
el siglo II, y supone una muestra del carácter repetitivo y tradicional de este
tipo de producciones.