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TEMA 10.- PINTURA Y MOSAICO ROMANOS.


La pintura y el mosaico encuentran por lo general cabida simultáneamente
dentro del mismo marco arquitectónico: el interior de un edificio. Ambas
manifestaciones muestran con frecuencia una temática común, unos motivos
decorativos similares y sobre todo unas maneras de tratar las figuras.
La pintura y el mosaico debieron tener una importancia excepcional en la
decoración del interior de las casas romanas. construidas éstas con materiales
pobres, la pared recubierta de estuco blanco requería casi espontáneamente una
decoración pictórica que la animase. A ello debe unirse el hecho de que en las
viviendas de la antigüedad apenas existieran muebles. La tendencia al lujo que se
va apoderando del ciudadano romano origina una demanda extraordinaria de pintores
para decorar las paredes.

LA PINTURA ROMANA:
La pintura ha sufrido en su conjunto una peor suerte que el mosaico. Rara
vez se han conservado íntegras las paredes de un edificio de la antigüedad. Sobre
todo se han conservado restos de pinturas ornamentales de casas y villae y, con
carácter funerario, de tumbas. Pero la pintura decoró también edificios de
carácter público, como termas, anfiteatros o ninfeos, aunque sus restos
conservados (en Hispania) sean esporádicos.

Técnicas:
La realización de las pinturas exigía un proceso generalmente complicado. Se
requería primero la preparación de un soporte de mortero, formado por arena y cal
principalmente, que podía constar de hasta siete capas, aunque para las pinturas
murales halladas en España, encontraremos tan sólo dos. sobre esta preparación
bien pulida, se realizaban los bocetos y trabajos preparatorios de la pintura
siguiendo un dibujo de tamaño reducido que habrían concertado previamente el dueño
de la casa y el director de los trabajos. Seguidamente se aplicaban la capa o
capas de pintura, pudiéndose utilizar tres técnicas: la del fresco, con los
colores disueltos en cal y aplicados sobre la pared aún fresca; la del temple
sirviéndose de yema de huevo, cola o grasa de animales como aglutinante de los
pigmentos; y por último la del encausto, que utilizaba la cera. En las pinturas
procedentes de Hispania encontramos sobre todo la técnica del fresco y al temple,
y en muchos casos la mezcla de ambos. La capa del fondo está realizada al fresco,
aplicándose por encima los detalles o retoques de última hora al temple, esto es,
en seco.
El estudio de la pintura romana se ha venido realizando, sobre todo, tomando
como base los documentos conservados en Pompeya. Los documentos posteriores tanto
en Roma como en el resto del Imperio, son por desgracia demasiado esporádicos y
parciales. De ahí que la clasificación por estilos establecida tradicionalmente
por los científicos para la pintura pompeyana no sirvan más que a modo de
referencia muy general a la hora de estudiar las manifestaciones de la pintura
romana en España.
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Decoración:
En lo relativo al marco ornamental son dos los modos fundamentales que vamos
a encontrar representados en España, estilos uno y otro que se extenderá desde
mediados del siglo I d. de C. hasta la mitad del siglo IV; el de crustae o
imitación de “incrustaciones de mármol” y el llamado de candelabros.
El estilo llamado de incrustaciones o crustae parece ser de origen oriental.
Plinio habla de los revestimientos de mármol que adornaban el palacio oriental de
Halicarnaso. Este gusto hacia la incrustación y sus imitaciones en pintura se
extienden rápidamente por todo el ámbito del mundo helenístico en un afán de
emular el lujo de las cortes orientales. Esta corriente helenística debió de
penetrar en Roma tras la conquista romana del oriente helenístico a fines del
siglo II a.C. Durante el periodo de Trajano estas imitaciones de crustae se
introducen en los medios provinciales. La aceptación de estos motivos en España
puede situarse a mediados del siglo III.
A fines del siglo I se introduce paralelamente el estilo que llamamos de
candelabros. el esquema fundamental de la decoración viene marcado por candelabros
de estilizados brazos, cuya función es la de distribuir y enmarcar verticalmente
la superficie de la pared aunque en muchas ocasiones son meros tallos vegetales lo
que cumplen esta función.

Temática:
La temática de las pinturas estuvo muy vinculada a su ambiente
arquitectónico. En las casas encontramos temas fundamentalmente ornamentales. Así
de Belo, Itálica o Astorga conocemos buen número de restos de pinturas con
diversos motivos. Una casa de Astorga ofreció bellas muestras del estilo de
candelabros con pájaros picando en los estilizados tallos vegetales. La pintura de
carácter funerario también es conocida. En algunas tumbas se han encontrado
excelentes muestras de pinturas al fresco, como en Carmona. Aquí los motivos
suelen tener un sentido claramente alegóricos. guirnaldas de las que cuelgan las
cintas funerarias, tallos vegetales enmarcando los nichos o pájaros, generalmente
palomas, entre pétalos de flores. De una de las tumbas de Carmona conocemos la
bóveda, adornada con pájaros y delfines sosteniendo en su pico unas cintas.
Los temas narrativos son más escasos: junto a una tumba-nicho de Carmona
aparece el tema del banquete funerario, desde antiguo ligado a las ideas de
ultratumba. Los comensales están recostados; uno de ellos toca la doble flauta y
otros grandes cuernos, unos sirvientes acercan las coronas y los platos del
banquete.
El retrato funerario debió ser habitual en esta época. Recordemos los
famosos retratos, realizados al encausto, de El Fayum (Egipto). Los ejemplos
retratísticos más espléndidos de España proceden de Mérida. Son los de la tumba de
los Voconios en los llamados columbarios. Se conservan una pareja sobre una de las
paredes y en la otra un joven. Aparecen representados como estatuas, de pie, sobre
un pedestal que simula mármol. Visten túnica y por encima un manto de color
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blanco. Los rostros muestran en su ejecución un cuidado mayor que el cuerpo, lo
que parece indicar una clara intención retratística.

Conservación de las pinturas romanas en Hispania:


En las pinturas que decoraron edificios públicos podemos citar la que adornó
el anfiteatro de Tarragona. García Bellido la ha interpretado como una
representación de Némesis acompañada por dos personajes, uno de ellos con una
cornucopia en su mano y realizando una libación. La supuesta Némesis, que parece
tener una rueda bajo su rodilla, estaría en relación como diosa de origen oriental
y de carácter plebeyo, con la buena suerte de los competidores en los juegos del
circo.
Junto con las pinturas de casas y villae, de edificios funerarios o de
edificios públicos, la pintura se aplicó también a muchas otras manifestaciones
plásticas no vinculadas estrictamente a la arquitectura. en la Antigüedad fueron
las estatuas regularmente policromadas con una gran riqueza. Esta policromía en
muy raras ocasiones se conserva. Como ejemplo el ara pintada de una casa de
Ampurias dedicada al dios Esculapio. Sobre las cuatro caras de este altar aparecen
pintados diversos símbolos relacionados con dicho dios de la curación y de la
salud: el gallo, la serpiente enroscada, la piña y un vaso.
De época tardorromana podríamos citar algunos ejemplos, como las pinturas de
una casa de Mérida. Pero si consideramos en su conjunto tenemos ante nosotros un
panorama muy pobre de lo que fue en su día la pintura romana en Hispania. Apenas
podemos imaginarnos la enorme importancia que la pintura que la pintura romana
hubo de tener como manifestación artística de la sociedad romana de la Hispania
antigua.

EL MOSAICO ROMANO:
El mosaico romano tiene su origen en el mundo griego, y más en especial en
el de época helenística. Se ha considerado generalmente al mosaico como un reflejo
de la gran pintura desaparecida. Pero el mosaico posee una técnica propia y
específica, claramente diferenciada de la de las demás artes industriales.

Técnicas y tipos de trabajo:


Su ejecución se realiza por medio de cartones o de cuadernos de bocetos,
ligada estrechamente al material pétreo del que se sirve: pequeños guijarros en
los primeros mosaicos griegos y finalmente teselas, a partir ya de la época
helenística. La tesela es un pequeño elemento, generalmente de piedra aunque
también puede ser de mármol o de vidrio, de estructura cúbica. Los primeros
mosaicos utilizaron un tipo de teselas de dimensiones muy reducidas (entre 1 y 4
mm), denominándose a los trabajos realizados con ellas opus vermiculatum. La
utilización de teselas de tamaño normal (de 1 a 2 cm) es la base del llamado opus
tesellatum. Las teselas se unían unas con otras mediante cemento aplicándose sobre
un lecho o cama que requería una especial preparación.
Por lo general, la realización de un mosaico de teselas debió estar
vinculada a una clase social alta que pudiese pagar estos costosos trabajos.
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Paralelamente con ellos existen otros tipos de mosaicos de ejecución más simple, y
por consiguiente más baratos, que conocemos también desde época helenística. Se
trata del llamado opus signinum, conglomerado impermeabilizador realizado a base
de pequeños fragmentos de tejas y de cal de color rojizo. Un tercer tipo de suelo
es el llamado opus sectile. Forman éste fragmentos de mármol cortados con sierra y
que se incrustan en el suelo creando una decoración por lo general geométrica.

Los emblemata:
Se trata en realidad de un cuadro musivo de forma generalmente cuadrada y a
veces circular, de dimensiones reducidas (entre 25 cm y 1 m.) que se realizaba con
independencia total del mosaico para ser insertado posteriormente en aquel. Los
emblemata podían por esta razón ser importados como cualquier otro objeto
artístico o artesanal. Por su carácter de producto en serie poseyeron una
característica tradicional (casi siempre son los mismos temas) así como imitativo
de la gran pintura. La temática en ellos es reducida, con temas mitológicos,
bodegones, peces o máscaras de la tragedia y de la comedia.
Los emblemata fueron una producción ligada al mundo romano occidental.
Ampurias, cuna tal vez del mosaico hispano, ha conservado una buena serie de estos
medallones o paneles centrales, un ejemplo es el de las Tres Gracias, fechado en
el siglo II, y supone una muestra del carácter repetitivo y tradicional de este
tipo de producciones.

Los motivos y su contexto arqueológico:


Los mosaicos se utilizaron sobre todo para decorar el interior de las casas
particulares, no solamente sus suelos, sino también sus paredes. En ocasiones, la
estructura misma espacial del mosaico nos permite reconocer el tipo de habitación
al que estuvo destinado. García Bellido estudió un bello mosaico geométrico del
siglo II, procedente de Itálica. Su forma de T (un gran cuadro central y a cada
uno de sus lados un pequeño cuadro lateral yuxtapuesto a modo de alas) corresponde
a la sala del triclinio donde tenia lugar el banquete de los comensales. En muchas
otras ocasiones los mosaicos cubren el suelo del peristilo que enmarca el atrium
de la casa romana. Los edificios públicos también han sido cubiertos con mosaicos,
como las diversas salas de las instalaciones termales, frecuentemente decoradas
con motivos marinos. También los mosaicos de peces estuvieron destinados al
recubrimiento de piscinas. El suelo de los circos o de los anfiteatros podía ser
cubierto con un suelo de opus signinum con el fin de impermeabilizarlo. Ya a
partir del siglo III, con la gran expansión rural que tiene lugar en Hispania
durante el Bajo Imperio, los mosaicos acaparan como lugar primordial para su
expresión las villae o fincas.
En muy pocos casos se ha podido comprobar el contexto arqueológico
determinado en el que han aparecido los mosaicos. Arrancados generalmente de los
suelos en excavaciones antiguas o mal documentadas se conservan hoy en los museos.
Esta falta de documentación estratigráfica lleva consigo la dificultad de una
datación precisa.
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El mosaico en Hispania:
Los mosaicos más antiguos conocidos en España corresponden a Ampurias, y
pertenecen muchos de ellos a época helenística aunque su datación resulta todavía
imprecisa. Es entorno al 218 a.C., año en que desembarcó en Ampurias Cn. Escipión,
cuando se datan algunos de los mas bellos emblematas en opus vermiculatum, sin
duda importados de Italia: emblemata con una máscara trágica o con peces. Otro muy
famoso es el que representa el sacrificio de Ifigenia. El ambiente de este mosaico
es puramente helenístico: concebido a la manera de un pequeño cuadro, refleja una
pintura que debió ser famosa en la época. Asimismo, conocemos de la Ampurias de
esta época crustae, esto es, plaquitas de mármol utilizadas en el opus sectile,
así como pavimentos en opus signinum formando composiciones geométricas muy
simples y difíciles de fechar fuera de su contexto. También de la ciudad Romana
quedan restos de suelo primitivo en opus tesellatun con composiciones de dibujos
geométricos realizados con teselas blancas sobre fondo negro. Datan estos mosaicos
geométricos de la segunda mitad del siglo I a.C., así como numerosos mosaicos de
Tarraco y de Barcino paralelos a los de Ampurias.

Aceptación de los mosaicos en blanco y negro en Hispania:


Esta técnica de Blanco y negro, importada de Italia, se mantiene en la
Península a lo largo de los dos primeros siglos del Imperio. Es una técnica de
ejecución más barata y simple. El centro se adorna con un emblema o medallón
policromo. Durante el siglo II d. de C. Mérida e Itálica mantienen viva la técnica
italianizante del mosaico blanco y negro, que contrasta con el resto del occidente
romano. La creación de vastos espacios interiores como pueden ser las grandes
salas termales, convierte en muy costoso y hace estructuralmente difícil la
elaboración de mosaicos policromos. El mosaico se limita así a formar parte del
ambiente arquitectónico global. Es una moda que cobra nuevo auge con el Emperador
Adriano y con los Antoninos. El mosaico con tritones de las termas de Barcino
(Barcelona) o el de Neptuno de Itálica, son ejemplos muy significativos, de esta
tendencia. el tema del mosaico de Itálica se centra en la figura de Neptuno que
aparece montado en un carro que arrastran sobre las olas del mar dos hipocampos.
Centauros marinos, delfines, peces y crustáceos ambientan el paisaje marino del
mosaico.
Todos estos ejemplares comparables hacen pensar en cartones con motivos
aislados que corren en manos de los mosaistas y que les sirven de repertorios con
los que ellos realizan una síntesis personal que acoplan al espacio disponible. De
esta manera vemos repetirse los motivos itálicos significativamente en Hispania.

Predominio del mosaico policromo:


Junto a estas zonas más romanizadas en las que se mantiene vivo un mosaico
en blanco y negro de tradición itálica, ya en el siglo II y sobre todo en el siglo
III va a imponerse el mosaico policromo.
Se desarrollan con la técnica policroma gran variedad de temas figurados y
narrativos como puede serlo el mosaico de Liria con los trabajos de Hércules. Este
es un mosaico de una gran parquedad de colores, lo que puede indicar una cierta
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pervivencia del mosaico bícromo, Parlasca lo fecha en el siglo VI d. de C. De gran
originalidad iconográfica es el mosaico llamado cosmológico de Mérida, que muestra
una visión global del Universo con la personificación de cada uno de los elementos
que componen el cosmos: la Nube, el Monte, el Cielo, el Mar, el Puerto, el Viento,
etc.
Es frecuente el tema dionisíaco o báquico. Un Mosaico de Ena (Zaragoza)
muestra al dios Baco en un carro tirado por dos tigresas y precedido por una
ménade y un sátiro de pies de chivo. El dios aparece coronado por una Victoria.
Otro tema favorito los mosaicos es el de Orfeo encantando a los animales
como en el ejemplar de Zaragoza, o en el bellísimo de Itálica.
Ya en el siglo III va a iniciarse en la Península una temática y estilo en
los mosaicos que va a denotar una cada vez más determinante influencia africana.
Esta tendencia llegada del Norte de África acabará dominando en el mundo artesanal
de la Península sobre la tradición musivaria procedente de Italia, creando a lo
largo del siglo IV una peculiar mezcla de estilos propia del mosaico hispano. El
lujo se manifestará sobre todo en el gran auge que a partir de ahora poseerán las
villae rurales. Una villa de Bell-LLoch, cerca de Gerona, ha ofrecido un conjunto
de mosaicos muy sugerentes. Es famoso el mosaico del circo conservado en el
Arqueológico de Barcelona donde se ofrece una representación de una carrera de
cuadrigas con las cuatro facciones (blanca, verde, roja y azul) que en ella toman
parte. Bajo una curiosa visión de perspectiva es descrita la spina con sus
múltiples monumentos, las carceres, el tribunal desde donde el magistrado preside
los juegos y, finalmente la figura del sparsior u horator que proclama la facción
vencedora. En esta pieza, el tratamiento de la escena y sobre todo de la
perspectiva nos muestran una interesante concepción local cuyas raíces, sin
embargo, se encuentran en el propio arte plebeyo romano.
También en estos años dl siglo III va a ir adquiriendo en Hispania una gran
preponderancia un tipo de mosaicos en los que se representa a las estaciones
personificadas en sendas cabezas femeninas, cada una de ellas con su atributo
específico. A esta época corresponde el mosaico policromo de Tellus en Itálica con
las cuatro estaciones. Estas representaciones se asocian al concepto religioso de
la inmortalidad y del eterno ciclo de la vida. La gran aceptación que en los
siglos subsiguientes alcanzará este tema en las villaes tardoimperiales puede
explicar su relación estrecha con el carácter fundamentalmente agrario de esta
época, así como por la fácil adaptación de este motivo a las cuatro esquinas del
pavimento.
También en el Bajo Imperio se desarrolla paralelamente a este mosaico pagano
una temática musivaria típicamente cristiana.

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