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Docente: Bachiller:
de las
MSc. Eliana Esqueda Carlos Hernández
Sec. 1 Segundo semestre C.I:
24.794.010
Empr
INTRODUCCIÓN.
Segundario: En el sector secundario se realiza la actividad económica que tiene como fin
la producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad mediante la
transformación industrial de la materia prima. En la actualidad los países más
desarrollados consideran a la industria como la infraestructura que garantiza el progreso
económico, científico y tecnológico.
Actividades de tipo secundarias:
Industrias de Base: También llamada industria primaria, la integran dos subrayas
principales: la industria extractiva y la industria de equipo. Las industrias de base
son aquellas cuyos productos sirven de materia prima a otras industrias; son
industrias que generan otras industrias.
Industrias Ligeras: Entre esta rama se ubican todas aquellas industrias que se
ocupan de la producción de bienes de uso y de consumo. Tiene por objeto la
transformación de materias primas en bruto o semielaboradas, en bienes para ser
empleados o consumidos.
Una importante ventaja de las actividades terciarias es que proporciona diversas fuentes
de empleo para mucha gente. Engrosar el sector terciario es la forma más cómoda y fácil
de abrir fuentes de empleo. En Venezuela, la mayor parte de la población activa esta
empleada en el sector terciario.
Según su tamaño
Microempresas: Son aquellas empresas que dispongan de menos de 10
trabajadores que, por lo general, solo existe un único socio que también aporta
mano de obra.
Pequeñas empresas: Las pequeñas empresas serán las que dispongan entre 11
y 49 trabajadores. Por lo general, la mayoría es de gestión familiar con una
estructura organizativa definida.
Medianas empresas: Se tratan de aquellas empresas o sociedades que disponen
de entre 50 y 250 trabajadores con una estructura y organización definidos.
Grandes empresa: Son aquellas sociedades con más de 250 trabajadores, por lo
general, la mayoría apuestan en la internacionalización con el objetivo de llevar
sus productos por todo el mundo a gran escala y conseguir mayores beneficios.
Públicas: Las empresas públicas son aquellas cuya propiedad pertenece a una
Administración pública, es decir, al Estado, a una comunidad autónoma o a un
ayuntamiento, siendo éstos quienes controlan su actividad. En las empresas
públicas la finalidad no suele ser la maximización de un beneficio, sino que tienen
un objetivo de naturaleza social y de servicio a la comunidad.
Privadas: Las empresas privadas son aquellas cuyo capital y control pertenece a
particulares, bien sean personas físicas o bien otras empresas privadas. Su
principal finalidad es la máxima obtención de beneficios posibles.
Mixtas: Son aquellas cuyo capital proviene tanto de inversiones privadas como de
fondos del Estado. En muchos casos, el Estado es el que tiene el mayor
porcentaje dentro del paquete accionario, hecho que le imprime una característica
distintiva a este tipo de empresas, y que implica la convivencia de ambos tipos de
intereses: el interés público y el privado. Demás está decir que esa no es una
convivencia fácil.
Iniciativa emprendedora:
El crecimiento económico y el empleo de un país dependen de sus empresas y,
por tanto, en última instancia, de los emprendedores que las crean. Ellos son básicos para
la economía y el bienestar de un país; ya que, no sólo dan trabajo y riqueza, sino que con
su iniciativa y esfuerzo satisfacen de forma cada vez mejor las necesidades, crecientes,
de una sociedad desarrollada.
Empresarios ha habido siempre; lo que ha cambiado es cómo los considera la
sociedad española. Donde no hace tanto se tenía de ellos un concepto peyorativo,
cargado de prejuicios, ahora se trata de promover la actividad empresarial por todos los
medios, tanto patrocinando la instalación de nuevas empresas como pretendiendo
fomentar el espíritu emprendedor. El objetivo es claro: desarrollar iniciativas
emprendedoras; aunque ésta no es una actividad fácil.
La iniciativa emprendedora surge con la identificación de una posible oportunidad y
la forma de explotarla, esto es, la idea de negocio. Ambos son conceptos nucleares en el
proceso emprendedor. Comprender la relación entre oportunidad e idea de negocio y la
diferencia entre ambas no es una cuestión baladí.
Es muy común que el emprendedor inicie su andadura con su idea de negocio,
olvidándose por completo de que tendría que haberse preocupado primero de si dicha
idea está basada en una oportunidad de negocio. La idea en sí misma no es lo
importante, diariamente surgen cientos de ideas de negocio, pero es obvio que no se
desarrollan tantos negocios como ideas surgen, probablemente porque no responden a
ninguna oportunidad real.
Así, cuando, tras explicar su idea de negocio se le plantean al emprendedor
cuestiones relativas a la oportunidad, como por ejemplo: ¿existen evidencias reales de la
necesidad que trata de satisfacer?, ¿cuál es el tamaño del mercado?, ¿cuáles son los
futuros compradores del producto o servicio?, ¿cómo es la competencia?, etc., no es raro
que la idea deje de ser tan atractiva como se planteaba inicialmente.
Conclusión