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INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA

¿Por qué a los psicólogos les interesa tanto el comportamiento ordinario? ¿Qué estudian
exactamente? Una manera de contestar estas dos preguntas es observar un episodio de la
vida diaria a través de los ojos del psicólogo.

Ruth, estudiante universitaria, decide comer en la cafetería de la escuela. Se dirige a la


cafetería, se forma en la cola, escoge una ensalada de atún y un jugo de naranja y paga en la
caja. Después busca un conocido con quien sentarse. Pero como no encuentra a ninguno, se
dirige a una mesa sola, se sienta y comienza a comer. Pocos minutos más tarde llega para
acompañarla Roberto, un compañero de la clase de español. Al levantar Ruth la vista, siente
que ya no tiene apetito. Piensa que Roberto es muy atractivo, pero nunca le dirige la palabra
a ella a menos que haya faltado a una clase y quiera que le preste sus apuntes. Lo saluda
con frialdad, pero Roberto se sienta y comienza a contarle la terrorífica historia de una
película de horror que vio la noche anterior en la televisión. Mientras tanto, Ruth recuerda
que esta mañana Roberto no asistió a la clase de español y lo sorprende atisbando sus
apuntes. A Ruth le encantaría arrojarle la comida al cabello muy arreglado, pero prefiere
levantarse de la mesa y marcharse. Roberto le sonríe y le pide prestados sus apuntes. Ahora
Ruth está realmente enojada. Aunque el cuaderno de español está a la vista, le dice de
manera cortante que lo siente pero que lo dejó en la biblioteca, a la que por cierto debe
regresar en este momento. Al salir de la cafetería vuelve la vista y ve a Roberto que sigue
sentado en la mesa; parece deprimido. Y de repente también ella se siente un poco
deprimida.

Ésta es una historia simple, pero el comportamiento fue complejo desde el punto de vista de
un psicólogo. En primer lugar, Ruth decidió comer a causa de su estado fisiológico (físico):
tenía hambre. Tal vez también la hayan motivado elementos cognitivos: sabía que debía
comer porque tenía clases durante las siguientes horas. Cuando entró en la cafetería,
percibió estímulos sensoriales diferentes a los del exterior, pero prestó poca atención a los
nuevos estímulos visuales, sonidos y olores, reparando tan sólo en que la comida tenía buen
olor y que afortunadamente la cola era pequeña. Avanzó en la cola y pagó su comida —
comportamiento aprendido. Ruth buscó un grupo social al cual unirse, pero no encontró
ninguno de aquellos a que pertenecía. Se sentó sola en una mesa hasta que llegó Roberto.
Roberto se sentó a su lado porque en la mayor parte de las escuelas existe la regla informal,
o norma, de que los estudiantes que asisten a la misma clase pueden tener contactos
sociales. (Esta regla no suele aplicarse a los miembros de un grupo menos compacto, como
las personas que diariamente se dirigen a su trabajo en el mismo autobús.) Ruth recordó
cómo Roberto se había portado con ella en el pasado y se dio cuenta de que él iba a repetir
la misma rutina de pedirle prestados sus apuntes. Se desencadenó así una reacción
emocional de ira. Sin embargo, no le arrojó a la cabeza la comida, como hubiera hecho un
niño de dos años, sino que obró en una forma más acorde a su etapa de desarrollo.
Podemos suponer que la respuesta fue propia de su personalidad, le dijo a su compañero
que no tenía los apuntes (a pesar de que él los había visto allí) y se marchó.

En el ejemplo anterior, el comportamiento de ambos estudiantes habría indicado una


perturbación psicológica, si tales situaciones ocurrieran con mucha frecuencia y si siempre
se acompañaran de depresión. El comportamiento de Roberto podría ser un signo de algún
trastorno, en caso de que siempre acudiera a los demás en busca de ayuda y los manipulara
para lograr sus propósitos. Lo mismo diríamos de Ruth: para ella una simple petición es
como una orden y no puede atenderla o rechazarla en forma directa. Sin embargo, dentro
del presente contexto no parece anormal la conducta de ninguno de los dos.

En esta perspectiva, un hecho simple plantea muchas preguntas sobre por qué las personas
se conducen en cierta forma y por qué tienen cierto tipo de sentimientos. ¿Por qué en su
comportamiento influyen sus estados psicológicos? ¿Qué los impulsa a elegir una acción y
no otra?

¿Por qué debemos estudiar la psicología?

Muchos se sienten atraídos al estudio de la psicología, porque creen que así lograrán
conocer mejor al ser humano. Posiblemente tú la estudies por razones más específicas y
personales. Al ir conociendo más sobre esta área, descubrirás nuevas formas de verte a ti
mismo y de interpretar la conducta de los demás. Los hechos cotidianos a los que
normalmente les prestas poca atención en lo sucesivo tal vez sean motivo de profunda
reflexión. Con el estudio de la psicología lograrás dos cosas: conocerás mejor el
comportamiento y obtendrás información práctica que te permitirá afrontar exitosamente
las situaciones de la vida diaria.

La psicología ofrece conocimientos de gran utilidad acerca del comportamiento propio y de


los otros. Por ejemplo, supongamos que un joven está convencido de ser una persona tímida
y de que nunca se sentirá cómodo en un grupo. Después, al estudiar psicología social, se
entera de que varios tipos de grupos tienden a ejercer efectos diferentes en sus miembros.
Durante algún tiempo reflexiona sobre esto y descubre que, a pesar de sentirse
terriblemente incómodo en las fiestas, se siente bien en las reuniones de un equipo especial
de trabajo y con los miembros del equipo de voleibol a que pertenece. (En términos
técnicos, se siente mucho más incómodo en grupos sociales inestructurados que en los
grupos estructurados que están orientados a una tarea.) Experimenta alivio al darse cuenta
de que se siente incómodo sólo en algunos grupos. No es una persona tímida en todos los
aspectos de la vida; simplemente r o le gustan los grupos inestructurados. Y no es el único
al que no le gusten.
Quizá tú también empieces a verte en forma diferente a ti mismo, por haber leído algo en
este capítulo o en otro.
Por supuesto, debes aplicar con prudencia los conceptos que vayas aprendiendo. Nada es n
tas odioso que ver a alguien que tomó un curso de psicología y luego empieza a aterrorizar
a los parientes, amigos y extraños con un análisis psicológico de todas sus acciones.
Muchos perros y gatos han sido víctimas de los métodos de adiestramiento que un
estudiante de psicología acaba de aprender. Suele decirse: "Nada más peligroso que
conocer muy poco de alguna ciencia", y querer aplicarlo; pero cuanto más estudies la
psicología, más respeto tendrás por la complejidad y diversidad de la conducta humana. Un
curso de introducción a la psicología es una especie de inversión en un largo proceso de
conocimiento acerca de ti mismo y de los demás.
¿Qué es un psicólogo?
Quizá la mejor manera de contestar esta pregunta consista en aclarar antes quién no es un
psicólogo. Aunque tus padres te digan que saben mucho de la conducta humana y hayan
estudiado tu comportamiento durante toda tu vida, no por ese simple hecho son psicólogos.
Los psicólogos son personas que han recibido una formación profesional para observar y
analizar los patrones conductuales, para formular teorías acerca del comportamiento e
influir en él aplicando sus conocimientos. Del mismo modo que la medicina tiene muchas
ramas, también a psicología cuenta con numerosas especialidades. A menudo la gente
confunde los términos "psicólogo" y "psiquiatra". Se trata de profesiones diferentes.
La psiquiatría es una especialidad de la medicina. Una vez que un estudiante termina sus
estudios de medicina, podrá proseguir su formación en medicina psiquiátrica y aprender a
tratar a los que sufren trastornos de la conducta. Los psiquiatras trabajan sobre todo en
hospitales y tienen también sus consultorios particulares; a diferencia de los psicólogos
están autorizados para prescribir medicamentos a los pacientes. Algunas veces el psiquiatra
colabora con un psicólogo en la realización de pruebas, en la evaluación y tratamiento de
los enfermos. A diferencia de los psicólogos, la mayor parte de los psiquiatras no se
dedican mucho a la investigación; se centran primordialmente en ayudar a los pacientes a
resolver sus problemas emocionales.

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